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Callum Triviani

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Todo lo publicado por Callum Triviani

  1. Hola, vengo a pedir una actualización en mi bóveda. Gracias.
  2. Buenas. Quisiera actualizar algunos datos de mi ficha. Datos personales. 1. Dice así. Cambia así: 2. Dice así Cambia así: 3. Dice así Cambia así: 4. Dice así: Cambia así: PERFIL DE PERSONAJE 5. Dice así: Cambia así: Links de interés. Agregar el link de la bóveda de la familia 1. Y por último, si podrían editar el nombre de mi ficha para que diga "Ficha de Callum Askar Triviani" sería genial. Gracias de ante mano.
  3. ID de usuario: 121232 Nick Actual: Callum Goldstein Nick Nuevo: Callum Triviani Premio obtenido: Premios individuales en el Ranking de Juegos (cedido por Zoella Triviani).
  4. —Jugo de frutas —repitió el castaño en voz baja, asintiendo mientras la observaba acomodarse en su asiento y sonriendo un segundo después al escucharle decir que también le había extrañado. Le pareció que la bruja estaba mas abstraída que de costumbre, y deseó saber que era lo que pasaba exactamente por su mente. No supo si debía esperar servicio a la mesa o habría que ir a pedir las bebidas a la barra de la cafetería, pero decidió esperar un poco antes de dispararse a preparar las bebidas él mismo. No deseaba que la bruja pensara que era habitual en él hacer aquéllo, aunque ya le había visto apoderarse de la cocina en el museo, y pocos días después en su propio hogar, de modo que hacerlo en aquél momento indicaría declararlo un hábito. Por un momento, su mente se estancó en el recuerdo de su visita a la Manor. —¿Que si solucioné todo? —repitió y se aclaró la garganta, percatándose de que no estaba diciendo nada y que solo estaba reformulando la pregunta de la bruja como tonto. ¿Acaso estaba nervioso? Aquéllo le causó un poco de gracia. Solo un poco, porque en realidad le era muy molesto. No obstante ella pareció tomarlo de otra manera porque, por alguna razón, creyó que debía excusar su curiosidad como si él pensara que se estaba entrometiendo. Hacia el final de su oración, Callum se percató de que había estado muy lejos de entender realmente lo que Maida trataba de decir. La sorpresa se reflejó en sus ojos. El rumano estaba acostumbrado a viajar siempre, sus ausencias eran algo habitual para su familia, para sus amigos. Callum lo sabía, y era por eso que en la mayoría de las ocasiones ni siquiera se molestaba por despedirse, y no estaba habituado a establecer correspondencia con nadie. Sin embargo, durante toda su vida, jamás nadie había expresado el deseo de acompañarle, de permanecer con él. De pronto entendió. Volvió a aclararse la garganta cuando alguien llegó a atenderlos. Callum no le miró, sus ojos seguían clavados en la Yaxley, pero ordenó dos jugos. Su mano se extendió sobre la mesa hacia ella, con la palma hacia arriba para que ella aceptara la invitación de tomarla. Le sonrió con una dulzura tal muy impropia de él, deseando en aquel instante levantarse e ir a besarla de nuevo. —Lo siento —ya se había disculpado, pero aquél era un "lo siento" muy diferente —. No estoy habituado a que presten demasiada atención a mi ausencia... ni mucho menos a que alguien quiera compartir esa ausencia conmigo. Pero ahora que lo pienso... creo... que me gustaría eso —se inclinó sobre la mesa, buscando estar mas cerca —. Solo si es contigo. @
  5. Mientras esperaba, Callum se dedicó un momento a escudriñar más el lugar. Aquél sin duda habría sido uno de sus escondrijos favoritos en su época de adolescente, cuando aún no tenía pudor por demostrar que era un ñoño ratón de biblioteca. Con el tiempo había abandonado los libros por adquirir experiencias que le enseñaran lo que los libros no podían, aunque aún había ocasiones en las que gustaba de aislarse del mundo un momento, con una buena historia en sus manos. Sus verdes pupilas se concentraron en la puerta de la entrada de nuevo, justo para ver la silueta de su cita descubrirse el rostro. Esperó a que ella le descubriera con la mirada para hacerle una seña con la mano, pero en vez de responder ella solo bajó la mirada al suelo y subió las escaleras con una expresión adusta en el rostro. Eso hizo que la seguridad del rumano menguara un poco, pero no lo suficiente como para ponerse en pie cuando ella llegó a donde se encontraba, y rodear su menudo cuerpo con sus brazos. —Te extrañé —soltó, sin más, interrumpiendo sus palabras cuando le pareció que ella había finalizado de excusar su tardanza. Deshizo un poco su abrazo solo para verla fijo al rostro, y admirar sus azules ojos durante un instante. No supo si sería apropiado, pero no se contuvo y le dio un beso en los labios, tras lo cual la soltó y la invitó a sentarse —Llegué esta mañana, siento no haberme comunicado antes —su sentir era sincero, lo había deseado muchas veces pero las circunstancias le habían impedido enviar lechuzas —, ni siquiera mis hermanos saben que he regresado. Volvió a tomar asiento, frente a ella y le sonrió, sin saber que decir de pronto, temiendo que se hubiese vuelto a propasar con ella —Tu... ah, ¿quieres que te pida un café? @
  6. El rumano habría preferido mil veces haber pasado por la Yaxley a su morada antes que ser citado en un lugar. Supuso que habría sido una idea de ella para ahorrar tiempo, o una maniobra para alejarlo a él de la Manor y así evitar que el castaño se volviese a propasar con ella. Sonrió ladinamente para sí mismo, remembrando aquélla tarde una vez mas en su mente, para después volcar sus pensamientos en aquél vestido de la noche de Halloween. Aquélla gala en la que hubiera deseado ponerle mas de una mano encima. Para su mala suerte, algunos asuntos habían sido lo suficientemente urgentes para que hacerlo salir de allí, teniendo que salir en un viaje de imprevisto del que apenas había regresado esa mañana. Enviarle una nota a la bruja había sido una de las primeras cosas que hizo al llegar a Londres, quien no tardó en hacer regresar la lechuza con una respuesta que le había hecho salir enseguida hacia el callejón Diagon. La nota contenía la dirección de una librería. Si ella estaba allí o estaría por llegar, el Askar no lo sabía, pero no demoró en hallar la localización del establecimiento de mona fachada. Sus verdes ojos inspeccionaron el lugar al entrar, sacándose la bufanda y su chaqueta de invierno para colgarlos en un armario dispuesto al lado de la entrada. Por lo demás, su atuendo constaba de una camisa de lana oscura de cuello mao que llevaba un poco desabotonada de arriba; vaqueros limpios y botas oscuras. No lograba verla a ella por ninguna de las secciones, pero en la segunda planta se hallaban dispuestos algunos sillones y mesas, encontrando una en la que tenía una perfecta visión de la planta baja, además de la puerta de entrada. De modo que podría darse cuenta cuando ella llegara. El delicioso aroma a café y libros invadía el ambiente del lugar. @
  7. El Askar pudo notar el conflicto interno de la bruja con solo observar su rostro; inmediatamente pudo darse cuenta de cómo, posiblemente, había cruzado el límite al haber confesado lo mucho que ella estaba en su mente. Inclusive podía darse el lujo de adivinar lo que ella estaba pensando en ese momento, volteando a cada tanto hacia la entrada de la cocina como si temiera que alguien entrara y les descubriera tan juntos. Seguro estaba pensando lo inapropiado que resultaba, teniendo en cuenta además el lazo tan fuerte que tenia el demonio con miembros de su familia. Pero para el rumano ella no era la tía de su hermano, sino la chica con la que se había topado una noche en un callejón y con la que había aceptado salir a comer días después. Era su amiga. Era... Sus palabras siguientes no hicieron mas que confirmar sus suposiciones e instintivamente Callum se apartó un poco, enderezándose en la silla. Ella estiró una mano para acariciarle la mejilla, causándole a él más conflictos que nunca nadie en toda su vida. Prestó atención a cada palabra, pasando del conflicto a la confusión, y viceversa; era obvio que ella correspondía a su interés, aunque había dejado de pensar hacía días que era solo eso, pero hablaba de estar cansada de esperar, de extrañar... y entonces lo recordó. La Yaxley jamás se lo contó, pero él lo sabía. Lo supo después de haberle conocido, cuando había hecho algunas preguntas casuales sobre la bruja a personas que la conocían. Estaba comprometida, lo que en aquél tiempo había hecho que no hiciera intento alguno por buscarla u ocasionar un encuentro. ¿Quien era? ¿Dónde estaba él? ¿Ella lo seguía amando? En un movimiento ella se situó a su lado y él, sin lograr parpadear, solo podía escucharla y ver sus labios —¿Que no debo...? Espera, ¿lechuzas? —el ojiverde estaba más que confundido, sobre todo porque las palabras de la bruja se contradecían con su lenguaje corporal, con el tono de su voz, con la forma en que lo miraba. ¿Lo estaba rechazando? ¿Se le estaba declarando? Levantó la mirada hacia sus ojos cuando ella prácticamente se le iba encima, acariciándole además el cabello. No lo pensó, simplemente hizo lo que más se le antojaba en ese momento. Como estaba tan acostumbrado a hacerlo. El corazón le latía raudo dentro de su pecho mientras recorría el espacio que le separaba del bello rostro de la Yaxley velozmente, sin darle tiempo a ella de apartarse. Los labios del Askar se apretaron a los suyos, tras el cuál no se apartó. —No quiero lechuzas, quiero verte —susurró —, quiero venir a visitarte, quiero que paseemos por los lugares que quieras. Quiero que me extrañes, pero sabiendo que me verás mas tarde —tomó su rostro en sus manos, mirándola fijamente a los ojos —Pensarte no me agobia —agregó, sonriendo —, me hace sentir mejor. Me hace querer quedarme —una ligera sombra cruzó su rostro, haciéndole exhalar profundamente —Pero de igual forma si tu corazón aún está en otro lado, también lo entenderé... no me iré. También soy buen escritor de cartas... @ Morsmordre.
  8. El Askar estuvo atento a cada expresión de la bruja mientras abría el paquete; en un instante, se descubrió a si mismo preocupado, preguntándose de pronto si comprarle flores habría sido una mejor idea, pero a ella pareció agradarle su obsequio aunque tardó un momento en comprender lo que realizaba la magia que él le había añadido. Le respondió con una sonrisa cuando ella le agradeció, sin poder evitar reconocer la escena que el cuadro mostraba antes de que ella hiciera de todo para ocultarla. —¿A qué te refieres? —inquirió, sin comprender del todo la reacción de la Yaxley. La luz vino a su mente poco a poco. Obviamente que había aquél escenario, de la primera vez en que ambos se habían topado. Al rumano siempre le habría de parecer curiosa la forma en como se habían conocido; le parecía que era una historia digna de contar o recordar —¿Lidiar con el cuadro? —se rió al comenzar a comprender, mas no dijo nada más. Ella le arrebató el segundo sándwich que le había preparado, y un momento después él mismo ya tenía un gran trozo del aperitivo metido en la boca. No quería reírse como deseaba, sin intención alguna de ofenderle, pues podría pensar que se burlaba de ella pero la verdad es que el demonio se sentía satisfecho y alegre en aquél momento estando a su lado. Masticó el bocado, aunque no tenía hambre ni era aquélla su dieta. Se daba cuenta que aquélla era la primera vez que pasaban un rato juntos en privado. Los encuentros entre ambos en el museo, en los callejones de Diagón o en los lugares donde se habían citado para verse, siempre habían estado rodeado de personas; la última vez incluso habían tenido la compañía de Jeremy, su hermano. Pero en ese momento estaban completamente solos, y realmente el ojiverde no lo deseaba de otra manera. Se acercó un poco mas a ella, y ella lo hizo otro tanto, poniendo una mano en su pecho. El Askar tuvo un impulso que batalló en reprimir en ese instante al encontrarse con su mirada; esos ojos azules últimamente le seguían a todos lados, y una vez más se descubría a si mismo adorándolos. Respondió a su sonrisa con otra mas abierta y vanidosa —Claro, me quedaré. Se sentaron, y Callum no perdió oportunidad de mantener la cercanía mientras ella hablaba de un itinerario. Él jamás era de planear nada con demasiada anticipación, pero le permitió darle a ella el gusto de hacerlo si con ello aseguraba futuras... citas. Mientras ella hablaba, le era imposible no mirar sus labios y apenas levantando un poco la mano hacia su rostro, se atrevió a limpiar con su pulgar un poco de queso que había acabado en la comisura de su labio superior. Se hizo un breve silencio en el que él no pudo contener más sus palabras. —¿Sabes? —de sus labios subió la mirada hasta sus bellos orbes —, yo también pienso mucho en ese día —declaró, de forma solemne, refiriéndose claramente a la escena de la pintura, la cual no podía salir de su mente —. Siento mucho si no debería decir esto pero, creo que pienso en ti mas de lo debería... @
  9. Bien, ya llegamos aquí. Nick: Callum Goldstein ID: 121232 Link a la Ficha: http://www.harrylatino.org/topic/110851-ficha-de-callum-goldstein/
  10. —Me da gusto que te agrade, voy a prepararte uno más —decidió, acercándose a la mesa para cortar otras dos rebanadas de pan y el queso necesario para otro emparedado. El Askar asumía que la bruja ya se había percatado sobre su pequeña afición a la cocina, pues incluso le había visto cocinar en la cafetería del museo donde habían tenido varios encuentros; lo que resultaba curioso era que muy pocas veces tenía oportunidad de cocinar para alguien más, siempre lo hacía para si mismo. Callum estaba a punto de comentarle sobre el tipo de tour que deseaba, no deseando desaprovechar la oportunidad de lo dispuesta que estaba por aceptar salir con él, aunque fuera por fines turísticos, cuando escuchó las palabras de la última oración. Frunció el ceño, cortando el queso, pesándole la idea que ella se ofrecía a tanto solo por la idea de que ahora tenían alguna especie de lazo familiar, y no era así. Ni siquiera con Jeremy, pero apartó la idea inmediatamente con una sacudida. La curiosidad de la Yaxley le recordó, y sonrió mientras colocaba el segundo bocadillo en su plato ya listo —Si, es verdad, yo... te he traído algo —fue por él y regresó junto a ella para mostrárselo —, espero que si tengas espacio para esto. Es una pintura, de un artista callejero que encontré en las calles del centro de Londres... yo —se lo puso en sus manos, con una mirada reflexiva sobre el paquete —... solo le añadí un poco de magia. Se daría cuenta al abrirlo y ver el marco de la pintura. Le había dedicado al menos un rato en grabar una serie de runas alrededor, y hechizarlo con un par de encantamientos. Alguna vez había escuchado del famoso espejo de Oesed, que podía mostrar en su reflejo tus mas anhelados y desesperados deseos; la pintura no haría lo mismo, pero le mostraría a ella cualquier pintura que quisiera como una fiel réplica de cualquier obra de cualquier museo. Cualquier escena que ella decidiera ver allí, plasmada al óleo. @
  11. Una de las características que al Askar le gustaba de la bruja era, sin duda, esa tendencia suya de parecer estar pensando en mil cosas a la vez. Por momentos parecía estar lúcida en el momento, dentro de escena; pero al segundo después parecía viajar a otros lugares, volviéndola un poco despistada y desatinada. Absorta en su propio mundo. Al darse cuenta de esta cualidad suya, el joven intentaba aprender a interpretar su lenguaje corporal e incluso sus gestos. Razón por la cual ya la estaba siguiendo cuando ella iba a medio camino hacia la cocina, sin que la Yaxley se lo indicase, aunque lo hizo un poco después. Callum deshizo el nudo de su capa viendo que era bienvenido a quedarse al menos un rato, colgándola en el respaldo de una silla arrinconada —Debe ser algo muy importante eso en lo que recién te he interrumpido, como para que no te hayas dado el tiempo de comer algo —insinuó, mientras sacaba el queso del frigorífico y se lo llevaba hasta la mesa. Los verdes ojos del rumano se centraron en la forma en como ella cortaba los bordes del pan. Preocupada por su aspecto, pareció olvidar por un segundo lo que estaba preparando, por lo que Callum puso su obsequio sobre la mesa y se dispuso a ayudar a cortar el queso en finas láminas —Sinceramente, todo va tan bien que por momentos la idea de salir huyendo me cruza por la cabeza —sonrió divertido, respondiendo su pregunta —, todos quienes me conocen saben que el sedentarismo jamás ha sido mi fuerte. Se acercó a la estufa y sobre una pequeña plancha de cocina calentó el sándwich de queso hasta que este comenzó a derretirse; lo sacó del fuego y se lo acercó a la bruja sobre un plato. Entonces el Askar se ruborizó un poco, riendo, mientras la veía mirar la comida —Perdón, me he metido con tu alimento ¿era así como lo querías?. Lo del tour del Ministerio estaría bien, si estuviese interesado en trabajar allí —fijó su mirada en sus azules ojos. Otro rasgo que le gustaba de ella. No importaba la forma o qué vistiera, a él le gustaba ver sus ojos —, y tampoco planeo una estadía en Azkaban. ¿Son acaso los únicos tours que ofreces? @
  12. Mientras esperaba a ser atendido, el rumano dio una ojeada tras su espalda, teniendo aquélla sensación de nuevo de que alguien le observaba. Al principio pensó que era solo superstición pero habiendo transcurrido varios días comenzaba a concluir que aquéllo era más que una simple paranoia de su parte. Sus instintos jamás le habían fallado, ¿por qué lo harían ahora?. Estaba alerta, siempre alerta. La puerta se abrió, y para deleite del ojiverde, la misma Yaxley le atendía. Notó la sorpresa en sus ojos, y al instante Callum mostró una sonrisa —Hola —saludó, siempre tan confiado —. Espero no ser impertinente en llegar sin avisar... El Azkar supo interpretar el lenguaje corporal de su amiga, invitándole a pasar a su hogar. Él no lo dudo y atravesó el umbral, pasando por su lado, y adentrándose en el recibidor. No hizo acopio de los detalles de la decoración, sus ojos estaban ocupados, clavados en Maida con una mirada divertida y entusiasta; notó, por las plumas incrustadas en su peinado, y por los pequeños trozos de pergamino en su rostro, que sin duda le había interrumpido en algo. —Puedo volver en otra ocasión si el momento no es el adecuado —estiró una mano, despacio para no asustarla, para limpiarle un poco la mejilla con el dorso de su índice —No me apetece nada, muchas gracias —mintió, la verdad es que el rumano moría de hambre pero su dieta de esos días no se hallaba en cualquier alacena —. La verdad es que había tenido el deseo de verte desde hace días y bueno, por fin me di el valor esta mañana. Sonrió, ladeando la cabeza con la curiosidad asomándose por sus ojos mientras la observaba. —Pero como dije, si estás muy ocupada, puedo volver otro día... @
  13. Callum se quedó inmóvil un momento, tan solo sosteniendo el repentino contacto visual con la Yaxley, pero al entender el significado de sus palabras volvió a bajar la mirada a la plancha. Pequeños residuos de la carne se chamuscaban, y el Askar giró las perillas de quemador para apagar el fuego. ¿Esconderme?, pensó. La idea le resultaba divertida, por no mencionar que sería un esfuerzo completamente inútil. Desafortunadamente estaba unido a Sandor por la sangre, y ningún papel o esfuerzo sería suficiente para ocultarse de él. De la misma forma en que su padre tampoco podría esconderse del Askar, aún cuando lo había intentado ya infinidad de veces. La voz de Jeremy le arrancó de sus pensamientos, sonriendo en automático ante la sola mención de aquél sustantivo, pues aunque ya no estaban unidos por sangre, para el mago el rubio siempre sería su hermano. Sonrió aún más cuando el Triviani sugirió una acción mas fatal y contundente para quien hasta hace poco también era su padre. Sin embargo, no era la primera vez. —Creo que ninguno de los dos me ha entendido —interrumpió, mirando a ambos, y estirando una mano hacia la comida de Jeremy para robarle un taco que engulló de dos mordidas —Esconderme jamás ha sido lo mío, y no comenzaré a hacerlo ahora. Por no mencionar que sería completamente en vano pues estoy seguro que él está perfectamente enterado de dónde me encuentro ahora. Y eso lo sé porque yo mismo me encargué de que así fuera... Se colocó la compresa de hielo nuevamente sobre el labio. —Solo puedo decir que él me estaba esperando en otro lugar y no estoy allí —clavó la mirada en los azules ojos de su hermano, con una sonrisa ladina arqueando sus labios —, seguramente ahora está super cabreado —desvió la mirada hacia la Yaxley —Negar u olvidar toda mi historia sería lo mas tonto que podría hacer jamás. Es parte de mi, parte de lo que soy y de lo que ahora quiero ser; no necesito esconderme ni matar a nadie, aunque bien sabes que tal idea no ha funcionado antes —agregó, dirigiéndose a su hermano. No era la primera vez que planeaban asesinar a Sandor —. Solo pienso tomar yo mismo las riendas de mi vida. Estabilizarme, planear mi futuro como la gente normal lo hace. Sentar... mmm... sentar cabeza. —hizo una mueca, sin duda la cosa más difícil que intentaría jamás. @ @
  14. El rumano jamás había sido de regalar flores, aunque generalmente jamás era de regalar algo. Siempre le había parecida absurda la idea de obsequiar algo que en días seguramente se marchitaría; era funcional, si acaso, como decoración. Dentro de un hogar, en cualquier otro lugar o evento, los arreglos florales denotaban elegancia y buen gusto, pero incluso para ello se debían elegir las flores correctas. Por otro lado, ¿para regalarle a una chica? Pese a sus opiniones, Callum se había planteado seriamente acudir al hogar de los Yaxley con el mas hermoso ramo de rosas, pero no fue así. Pensó en joyería, pero era demasiado pretencioso para disimular una visita casual. ¿Chocolates? Muy básico. Muy pronto el Askar se dio cuenta del porqué no solía obsequiar jamás nada: era pésimo para ese tipo de cosas. Sin embargo, llegar con las manos vacías le parecía un enorme error, sobre todo cuando ni siquiera había sido invitado. Faltaba poco para que el mago desistiera de su intención, cuando se topó en el camino a un artista callejero. Exhibiendo sus pinturas, quizás del único modo que podía, atraía a los transeúntes de las calles de Londres creando su arte a la vista de todos. Tenía talento, lo cual atrajo demasiado la atención del ojiverde, haciéndole recordar de pronto las muchas veces en que se había topado a Maida en el Museo NIght del Callejón Diagón. Fue en ese momento cuando descubrió el regalo adecuado. Tan solo un par de horas mas tarde se hallaba en los terrenos de la familia de su amiga. No tenía idea si la encontraría, pero se decía así mismo que valía la pena el intento. Desde su último encuentro, se le antojaba mucho verle, aunque no estaba seguro de cómo le recibiría, pero se volvió a repetir mentalmente que valía la pena el esfuerzo. Jamás antes había estado allí, a simple vista Yaxley Manor lucía un poco descuidada pero el mago estaba lejos de prejuicios al respecto. Llamó a la puerta tras acomodarse los mechones de cabello rubio oscuro y alisar su pulcra camisa color del ocre que llevaba un poco remangada y lucía a juego con pantalones oscuros y unas botas. Llevaba una capa oscura que se acomodó de lado, sobre su hombro izquierdo, ocultando bajo ella el paquete envuelto que llevaba bajo el brazo; esperó tan solo unos segundos y volvió a llamar a la puerta para luego esperar a que alguien le atendiera. @
  15. El ojiverde revisó el pequeño pedazo de papel de nuevo. La caligrafía burda de Jeremy le dificultaba leer con claridad la ubicación del lugar en el que el Triviani había citado al rumano en aquélla hora de la mañana de aquél día tan nublado. No hacía falta tener un sexto sentido desarrollado, o un basto conocimiento de meteorología para saber que otra tormenta se acechaba, pues las nubes cerraban el paso de los rayos del sol en el cielo, y el viento impregnaba las narices con aquél frescor aroma que antecedía la lluvia. Callum se reía por lo bajo cada vez que revisaba la nota. Aunado al indescifrable mensaje, su hermano ni siquiera se había tomado la molestia de enviar la misiva en una hoja de pergamino nuevo, pues aquél solo era un retazo de lo que parecía haber sido el envoltorio de algo que el rubio había comido esa mañana, cuando se le ocurrió la brillante idea de citarlo. No obstante, el Askar descifró el jeroglífico y acudió al negocio en cuestión, ubicado en las inmediaciones del afamado y sobre transitado Callejón Diagón. Al rumano le parecía que pasaba demasiado tiempo en ese lugar, y ya comenzaba a memorizar los negocios que allí se enfilaban, de modo que no le costó trabajo encontrar las instalaciones de Borgin & Burke, que sabía era propiedad de la matriarca Triviani. La puerta se abrió para él en automático cuando se acercó a la entrada. El mago cruzó hacia el interior de la tienda, ajustando su visión a la luz mortecina que llenaba el lugar y añadía un ambiente de misterio sobre todos los objetos que llenaban los estantes. Aquél día iba vestido sencillamente con unos pantalones de mezclilla oscuros y limpios, playera lisa de mangas cortas de color malva y cuello en v, y un chaleco negro a juego; el cabello revuelto le cubría la frente, pero sus verdes ojos saltaban a la vista de cualquiera. —Buen día, joven señor ¿puede Chuck ayudarle en algo? —le interceptó un elfo. Callum apenas le miró, observando los artilugios que le cruzaban a la vista con bastante intrerés. —Jeremy Triviani me citó aquí ¿ya ha llegado?... @
  16. La excusa del Triviani llegó a sus oídos como un eco mientras se fijaba en que Maida aceptaba su mano pero seguía sin querer tener contacto visual con él. Miró a su hermano de soslayo y le dedico una expresión que el rubio sabría traducir perfectamente: "Si, claro". Pese a la renuencia de la Yaxley, el rumano no soltó su mano hasta estar dentro de la cafetería del museo, y acercarle una silla en una mesa desierta como gesto de caballerosidad, aunque bien ella lo ignoraba por completo. —Tranquilo, ya vendrá alguien —trató de apaciguar la impaciencia de Jeremy, pero sabía que habiendo entrado la comida en sus pensamientos, el rubio se pondría peor a cada segundo que no estuviese masticando algo. El Askar se asomó detrás del mostrador, e incluso se asomó por la puerta de servicio de la cocina. Nada. Ni un alma. Entonces, al mirar a su alrededor, se le ocurrió una idea —Solo denme un segundo. Fue hacia el frigorífico primero, lo revisó y encontró todo lo necesario para preparar un jugo de moras de lo más orgánico. Mientras se batía, busco cortes de carne marinadas, encendió la plancha y le dejó un momento mientras éstas se cocinaban para vaciar el jugo de la Yaxley en un vaso y llevárselo hasta la mesa —¿Segura que es todo lo que querrás? —hizo un último intento, mientras regresaba y volteaba la carne en la plancha. Le buscó a su hermano la bebida que quería, y entonces tomó una servilleta de tela con la que envolvió un par de cubos de hielo que colocó sobre el golpe que Jeremy le había propinado, sintiendo alivio al instante. Se había quedado en silencio, pero tener las manos ocupadas aclaraba y ordenaba sus pensamientos. Sabía que tenía la mirada encima del Triviani, pero Callum solo se dedicó a prepararle sus tacos. —Lo siento —dijo, por fin, mientras picaba la carne y algunos aditamentos para la ensalada y el picante —. Siento haberte dejado solo. Siento haberme ido y no haber estado contigo; comprendo que lo pasaste mal, y he sido un pésimo hermano. Sabía que la Yaxley estaba escuchando, pero estaba dejándose el orgullo a un lado. Lo que había dicho arriba, sobre no querer que se involucrara, lo había dicho solo para protegerla, pero ahora entendía que quizás ella lo había tomado de otro modo. Había sido grosero, pero ya se había disculpado dos veces. Solo quedaba demostrarle que de verdad lo sentía, y quedaba en ella si aceptaba sus disculpas o no. —Mi padre —sintió una punzada en el pecho de solo acotar a que no era más el padre del rubio, recordándole que el único lazo que les unía era el cariño que se habían tomado el uno al otro mientras se sabían hermanos de sangre —, tu sabes lo complicado que es. Pero esta vez cruzó un límite, y yo me he cansado de tratar de descifrar sus propósitos. De ser su títere. Miró a su hermano, en sus verdes ojos se distinguía la urgencia de su deseo. La razón por la que había vuelto —Quiero extirparlo de mi vida —Su mirada se desvió a Maida un segundo, para regresar después sobre su hermano —, y necesito de vuestra ayuda porque, sinceramente, no sé cómo. Bajó la mirada a la carne, y terminó de preparar la comida del rubio. @ @
  17. *mandando lechuza desde las mazmorras del castillo* Yo, Callum Goldstein a.k.a. Callum Askar, estando bajo perfectas facultades mentales (tienen todo el derecho a dudar) quisiera que se me permitiera solicitar mi adopción oficial a la familia Triviani para rolear y conbeber con la familia, así como torturar, mutilar y despreciar a todo aquel incauto/a que no pertenezca al círculo o sea indigno de toda consideración. Dicha decisión derivada de mi reciente decisión de alargar mi estadía foril por un largo tiempo, sin plazo fijo. Ante lo anterior, me dedico a llenar el formulario correspondiente, aquí mismo anexado. Planilla de Registro: Nombre de Usuario: Callum Goldstein Ficha de Personaje Bóveda Personal Preferencia sobre por quien quieres ser adoptado: Candela ¿Sanguínea o Adoptiva?: Sanguínea Seudónimo Mafioso: Il Vagare Favor de mandar la respuesta a las mazmorras del castillo Triviani, con un poco de leche de cabra y algunas galletitas. Os agradecería enormemente. Atte: pues yo.
  18. Hola, vengo a solicitar una actualización en mi ficha en cuestión de mis familias. Deseo que sean borradas las dos que tengo registradas: Askar (sanguínea) y Rambaldi (adoptiva), igual que sus correspondientes bóvedas. No sé si sea necesario llenar un formato para eso, pero no quiero agregar nada por ahora, solo ese cambio. Gracias de antemano, estaré atento a cualquier cosa.
  19. Callum no recibió una respuesta directa por parte de la Yaxley, de hecho, la bruja apenas le dedicó una fugaz mirada y toda palabra que salieron de sus labios fueron dirigidas solo a Jeremy. ¿Había dicho o hecho algo malo? La respuesta era obvia, por supuesto; después de la escena que ambos magos habían montado en plena sala, cualquier señorita respetable se rehusaría a acompañar a un par de bravucones. Al menos el Triviani tenía su boleto de disculpa, él era su sobrino. Era su familia. Por primera vez en mucho tiempo el Askar se sentía avergonzado y, con pesar, presintió haber perdido una amiga. Se sorprendió a sí mismo lamentándolo, pero ante una situación como aquélla jamás se había enfrentado antes y no tenía idea de cómo actuar. Si fuese cualquier otra chica sabría como, era un experto contentando a sus intereses amorosos: palabras dulces, coquetería, ligera sumisión y promesas románticas, era infalible. Pero, mientras observaba a Maida con la mirada perdida en aquella pintura de la pared, podía darse cuenta de que... Jeremy le arrancó de sus pensamientos, alzando la voz para cortar con las intenciones de la bruja e insistir en su compañía, tomando su mano para tirar de ella con nosotros. El rumano estaba a punto de pedirle que la dejara tranquila, pero entonces no tendría la oportunidad de arreglar su conducta, de modo que lo permitió y encabezó la marcha al primer piso del museo. Al acercarse a la cafetería se percató de que el Triviani tenía sus propios planes y le descubrió acercándose hacia la salida del Museo. Callum rió un poco, con ganas de patear al rubio fuertemente; le vio salir, mirar la tormenta que azotaba el exterior y dudar de sus intenciones; le miró regresar, y escuchó su idea de comer dentro del museo con gran paciencia. Entonces el Askar, alzando una mano, apuntó con su indice hacia una esquina del interior del museo, donde se encontraba la entrada a la pequeña cafetería del lugar. —Sabes leer, ¿no? —sonrió a su hermano, con aquél arco ladino asomando por sus comisuras —Por mucho que me atraiga la idea de ser echado de cualquier lugar, podremos comer algo allí —miró hacia Maida entonces, y se acercó a ella para extenderle una mano y volver a hacerle la invitación —Por favor, acompáñanos, no habrá más peleas, te lo aseguro. ¿Que tal si empezamos de nuevo? @ @
  20. La bruja se rehusó a marcharse y era claro que ambos hermanos no iban a agarrarse a golpes allí frente a ella. Podían parecer muy pendencieros pero, aunque era cierto, no lo hacían frente a cualquiera y menos frente a una dama. Sin embargo, Callum esperó la respuesta del Triviani, aún afectado por sus palabras, aunque el coraje y el temblor de su cuerpo habían aminorado bastante apenas había sacado un poco de su frustración. El rumano no respondió a ninguna de sus preguntas. En aquél momento no creía que Jeremy mereciera una sola respuesta de su parte. El rubio daba muestras de haber sido afectado demasiado por su ausencia, pero en ningún momento mostró señal de mover un dedo para buscarlo o hacer el intento de mandar una carta; a su hermano le habría sido muy fácil localizarlo si hubiese tenido la intención de hacerlo, pero ya habría tiempo de hacerle drama por eso. Finalmente, el Triviani puso tregua, aunque el Askar sabía que el asunto no iba a quedar allí y, además, no le iba a perdonar el puñetazo que le había metido. No, definitivamente habría de cobrarse aquél golpe. —Lo encontré, si. —respondió, sin emoción alguna, habiendo recobrado todo su aplomo. Desvió la mirada hacia Maida, analizando lo que Jeremy acababa de señalar sobre ella. Si mal no recordaba, la última vez que había sabido de la Yaxley aún trabajaba para el ministerio de magia de Londres, ¿ahora era periodista? Era un cambio de carrera muy drástico —Pero no voy a hablar de esos asuntos aquí, y sin ofender —agregó, volviendo de nuevo hacia Jeremy —, tampoco voy a permitir que alguien externo se involucre en esto. Dio media vuelta y comenzó a caminar hacia la salida de aquélla galería —No sé ustedes, pero yo muero de hambre y tengo entendido que aquí hay una pequeña cafetería —se volvió, sin detenerse, caminando de espaldas —sabes bien lo hambriento que me pongo después de una riña y... señorita —se dirigió a Maida —, después de tan vergonzosa escena lo menos que puedo hacer es invitarle un café... ¿que dicen si me acompañan? @ @
  21. La Yaxley se había referido al rubio como su sobrino, y las palabras revolotearon en la cabeza del Askar durante un rato, confundido y sin saber cómo reaccionar. Parecía ser otro asunto en el que estaba totalmente perdido; era evidente que el Triviani no solo había acrecentado sus influencias, sino que sus lazos familiares y sociales también, en gran número. Callum conocía lo suficientemente a Jeremy como para notar que su hermano estaba furioso: una vena le palpitaba en la cien, y sus orejas estaban completamente rojas, algo que siempre había concebido muy anormal en un vampiro. El rumano podía anticipar desde ese momento una pelea. Ya habían tenido tantas en el pasado, pero en ese momento era lo que menos se le antojaba ¿A eso era lo que había venido el Triviani? ¿A buscar pelea? Al igual que él, Maida se mostró confundida y sorprendida con la relación entre ambos magos, solo que ella no quiso quedarse con la duda, pero antes de que el rumano pudiese responderla, Jeremy atajó la pregunta y respondió de tal forma que el Askar se quedó helado. Por primera vez en tanto tiempo sintió que el corazón se le encogía hasta doler; el rubio había dado en el clavo. De todo lo que había descubierto, de todos los cambios que el tiempo había efectuado, de todas las pérdidas que habían afectado la vida de Callum, Jeremy era su mayor dolor. Pero no era un tonto, sabía que el Triviani también estaba dolido y furioso con él, y por eso se le plantó enfrente, sin moverse y sin decir nada, dejando que Jeremy sacase todo lo que traía dentro de si. Lo único que el Askar lamentaba, era que Maida tuviese que ser espectadora de todo aquél numerito. De pronto, todo se puso borroso. Había ido a parar al suelo de un golpe. El lado izquierdo del rostro le punzaba y sentía un sabor metálico en la boca. Se levantó rápidamente y sin dificultad, limpiando con el dorso de su mano la sangre que brotaba de su labio —Aún golpeas como una niñita —caminó hacia él, con las manos echas puños. Pero Callum no quería golpearlo, solo quería contener el dolor antes de que éste lo traicionara —¿Qué esperas, niñita? Suelta otro golpe, porque vas a tener que soltar muchos para hacerme pedazos —le empujó, retándolo —, total ya lo estoy por dentro... Callum no se había dado cuenta de que temblaba y su voz se había quebrado un poco, de modo que siguió provocando al Triviani —!Pobre y desdichado remedo de hombre! ¿Lo has perdido todo, eh? ¿No sabes quien eres? ¿Te has quedado solo? !Cuéntame porqué te estas quejando! —lo empujó aún mas fuerte —!Vamos! Dame lo que merezco por haberme ido, por haber salido a buscar respuestas mientras tú estabas aquí, lamentándote con tu familia nueva y con tu novia... !pero qué mal la has pasado! Lanzó una fugaz mirada a Maida, aún consiente de que estaba presente. Imaginaba que, después de aquélla escena, la bruja tendría sus razones para no querer volver a acercársele o volver a hablar con él —Lo siento, pero mejor que salgas de aquí —le advirtió, esperando la golpiza del vampiro. OFF: Lamento el drama... se escapó de mis manos @ @
  22. El rumano hizo un gran esfuerzo por no parecer divertido con la reacción de Maida, sobre todo después de haberle atropellado con gran descuido, pero le fue imposible a sus labios no curvarse para dibujar una perfecta sonrisa en su rostro. Tanto su irritación, como su sonrojo, fue suficiente para que Callum se olvidara de todo lo que traía en la cabeza por un instante. Bien era cierto que, a excepción de un encuentro planeado, las veces que se había topado con la Yaxley habían sido torpes y desatinadas, pero a pesar de ello el demonio siempre sintió que entre los dos había nacido algo. No sabía qué, pero era algo; y curiosamente, el museo en el que se encontraban ahora, había sido lugar también de viejos encuentros. Dicho de otra manera, al Askar le daba gusto verla allí, y por un breve momento sintió la sensación de que las cosas seguían en su lugar, y que todo marchaba bien. Sonrió de forma mas abierta cuando ella mencionó de forma indirecta la forma en que se habían conocido, aludiendo aquélla cena en que habían tenido la oportunidad de conocer un poco el uno del otro. Callum inspiró aire y asintió, ya acostumbrándose a que todos hicieran hincapié en sus constantes desapariciones —Bueno, sucede que, como tú misma lo has dicho, mis faroles no están encendidos —se disculpó. Ella volvió a colocarse la capucha para desazón del Askar, que no había apartado sus almendrados ojos ni un segundo del rostro de su amiga. No sabía realmente si podía llamarla de tal manera, pero si lo pensaba, ella era lo más cercano que tenía a una. Entonces la Yaxley levantó una mano, acercándosela al rostro, y por muy extraño que pareciera el mago deseó tanto aquél contacto físico que no se llevó a cabo; antes de que pudiera responder, una voz demasiado familiar le devolvió a la realidad. Generalmente el rumano podía sentir la presencia de su hermano a un kilómetro de distancia, pero se vio sorprendido por su repentina presencia en el museo. ¿Cómo lo había encontrado?, se preguntó, notando que las influencias del Triviani por el pueblo habían crecido demasiado y ahora no podía darse el lujo de ocultarse un poco, aunque jamás había sido esa su intención. Evitándolo, sería mas apropiado. De cualquier manera, cómo cada maldita vez, ver a Jeremy siempre le resultaba reconfortante. —Si, he estado pensando sacar dinero de tus pinturas nudistas —bromeó, no pudiendo evitarlo aún en presencia de Maida, a quien su hermano parecía conocer muy bien —, pero para mi mala suerte nadie quiere comprarlas. No se los reprocho. Callum hubiese querido abrazarlo como siempre hacía cuando lo veía, nunca le había importado esas demostraciones de afecto con él. No había tenido oportunidad de hablar con su hermano desde su regreso, y todo se había vuelto demasiado confuso; pero reprimió sus ganas, y entornó la mirada hacia la Yaxley, dedicándole una sonrisa —Harías bien en escuchar a este "hombre de bien", él sabe lo que dice. @ @
  23. Las calles estaban vacías en aquélla hora del día, cuando el sol refulgía sin nubes que le ocultaran en el cielo y te causaba picazón en cualquier tramo de piel que tuvieses al descubierto. Bajo aquél impertinente sol, Callum deambulaba sin un rumbo fijo por Diagon y las callejuelas aledañas, en un forzado intento de encontrar algo en que distraer aquellos pensamientos que sólo le hacían querer irse nuevamente de Inglaterra. Su silueta, carente de sombra, se detuvo ante una edificación ya conocida. Bajo la capucha de su capa, los verdes ojos del rumano inspeccionaron el museo ante el cual, por alguna razón desconocida, siempre paraba cada vez que se encontraba en la ciudad; pese a ello, al mago le parecía curioso que jamás había terminado de recorrer todos sus pasillos, ni conocer todas las obras de arte e historia que allí se exhibían. Mientras se acercaba y se adentraba en el vestíbulo, le pareció que no habían hecho muchos cambios desde la última de sus visitas. Algo que, sin duda, le reconfortó. El Askar ya se había enfrentado a tantos cambios, a tantos golpes de realidad, que ya todo le parecía tan desconocido y le estaba causando esos fastidiosos cuadros depresivos que siempre había odiado y evitado; pero el museo estaba allí, aguardando, sin cambios y sin nada que le provocara en el momento otra crisis existencial. "Robó" un panfleto con el esquema de las exhibiciones del museo y decidió empezar por la segunda planta, que era hasta donde siempre había llegado. Trató de vaciar sus pensamientos y dejarse llevar por cada pintura frente a la que se detenía, pero ninguna de ellas tuvo tan buen efecto como cuando levantó la mirada al techo y se percató de los detalles de la arquitectura del edificio. Era más sencillo volcar todo lo que sentía sobre paredes blancas que en cuadros llenos de representaciones de lo que él trataba de sacar fuera de si mismo. Una representación parecida al techo de la capilla sixtina fue recreada de pronto sobre su cabeza, llenando el techo con todas aquéllas escenas que se reproducían en su mente tantas veces hasta que le quitaban el sueño y le vaciaban de toda alegría. Si, definitivamente se estaba convirtiendo en algo que él siempre había odiado. Alguien que no había sido jamás en su vida. Un hombre al que ya no reconocía. Bajó la mirada, dejando las representaciones trágicas de su vida en el techo, para seguir admirando las obras del museo. Fue entonces cuando vio la figura en el suelo, pero lo hizo demasiado tarde. Tropezó, y trastabilló hasta que la pared que tenía enfrente le detuvo y le evitó la caída, pero sin duda la bruja, que diligentemente había decidido que sentarse en el suelo, a mitad del camino era una buena idea, se había llevado un buen golpe por la torpeza del rumano. —Oh no, por favor, disculpe mi torpeza —exclamó, recuperando el equilibrio y acercándose a la joven, que con el golpe se le había caído la capucha de su capa. Cuando se enfrentó a su rostro, Callum se detuvo en seco, dándose cuenta de que conocía ya a la bruja. @
  24. Callum deseó haber elegido cualquier otro día para decidir visitar a su hermano. Apenas había escuchado los pasos de alguien acercándose tras de sí, el Askar se había hecho a un lado, escogiendo apropiadamente un rincón entre las sombras que proveía el castillo para quedar envuelto en ellas y evitarse la incomodidad de tener que esperar a ser recibido junto a un desconocido. Una mujer, ataviada con un disfraz muy renacentista, fue a parar a la puerta en compañía de su elfo doméstico. Si la extraña y altiva dama había advertido la presencia del rumano, ésta no lo demostró, y aguardó hasta que las puertas le fueron abiertas. Tras ella, al menos otras dos brujas entraron en el nido italiano, quienes descuidadamente dejaron la entrada expuesta para que Callum pudiese escuchar, sin quererlo, lo que estaba pasando allí dentro. El primer pensamiento de Askar fue salir de allí y regresar cualquier otro día. Quizás nunca. Tal vez enviarle una lechuza a su hermano, citándole en cualquier otro lugar sería lo más apropiado; no obstante, la voz encolerizada de Jeremy desde el interior hizo que se olvidara de sus vacilaciones y decidiera entrar al castillo sin ser anunciado o invitado. ¿A quien podría estar dirigiendo su hermano todo aquel resentimiento?, se preguntó, adentrándose hasta donde se estaba llevando a cabo una "cena familiar", listo para entrar a los puños por el vampiro si era necesario. En cambio, la escena con la que se encontró no parecía ser mas que un melodrama familiar que parecía encaminarse al desastre. —Mírate —exclamó, interrumpiendo con aquélla voz grave y serena, cuando su hermano lanzaba improperios a la mujer renacentista. El demonio pensó que tal vez se estaba inmiscuyendo demasiado, pero pocas cosas le importaban demasiado, y Jeremy estaba en los primeros sitios de la lista —, como siempre... !la reina del drama! Callum se acercó a la mesa, haciendo acopio de su desfachatez —Me he cansado de esperar afuera y he decidido que me invites a cenar... ¿o es que también querrás adornar la mesa con mi cráneo?
  25. CALLUM ASKAR El rumano lograba percibir una fragancia diferente en el ambiente del pueblo desde que había regresado. Era un aroma mezclado de sueños frustrados, esperanzas de cambio y ambiciones ocultas que probablemente emanaba de cada habitante de Ottery y se acumulaba en la atmósfera, siendo arrastrada en el aire por cada rincón de aquél enjambre mágico, hasta llegar al mismísimo escondite improvisado donde él ahora se hallaba, tratando de evitar sin éxito que ese mismo aire impertinente atestara su olfato con tan odioso aroma. Probablemente, pensó para si mismo, el odioso era él, que ahora hasta en el viento proyectaba su propia amargura. Tantos cambios en tan poco tiempo, tantos planes que habían sido arrastrados por el carruaje del indómito destino y se había llevado consigo, a quien sabe dónde, a personas importantes para él. Encendió un cigarrillo, notando lo que el maldito viento estaba haciendo con su aplomo, y esperanzado a que el aroma del tabaco incensara hasta sus propios pensamientos. A medio cigarrillo ya podía notar que volvía a ser él mismo, más despreocupado y menos dramático, por lo que aprovechó aquél instante para salir de las sombras y encaminarse hasta la entrada del castillo. Aquélla era la primera vez que el Askar pisaba los terrenos de la familia Triviani. Si bien, siempre había tenido el conocimiento de que la madre de su hermano Jeremy era la cabeza de la familia, jamás había tenido contacto con alguno de ellos con anterioridad; no obstante, era el único lugar en el que al rumano se le ocurría que podría contactar a su hermano. Callum tenía demasiadas ganas de verlo; más que ganas, se había vuelto una necesidad. Extrañaba al cabrón, tanto como para hacer a un lado sus desencantos y volver al lugar que se había dicho no regresar. Terminó el cigarrillo apenas llegó a la puerta y exhaló el humo sobre su cabeza, el cual se desvaneció en la tenue oscuridad del crepúsculo. Se acomodó la chaqueta, y pasó sus dedos por los mechones de cabello rubio sucio que, tras falta de un corte, se le desordenaban y caían sobre su rostro, largo hasta el mentón, y ocasionaba que a cada rato tuviese que acomodarlos hacia atrás. Sus verdes ojos escrutaron el relieve de la puerta antes de llamar en ella con dos golpes de nudillos. Ojalá Jeremy esté en casa, deseó.

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