Por unos instantes, el silencio fue abrumador. Rhaella se mantuvo recostada en la cama con sus ojos cerrados, aunque sabia que ponerse a si misma en aquella posición desprevenida no era la mejor idea cuando su hermana se encontraba en un estado de enojo. Esperaba gritos e improperios de su parte, quizás un poco más de violencia; sabía que lo mejor era mantenerse atenta en todo momento, pero la relajación inducida por el líquido que ahora corría por sus venas no le permitió mover ni un solo musculo; era como si alguien hubiera pegado su cuerpo a las suaves sabanas y de repente no contara con la energía necesaria para mover sus parpados. Después de la relajación no tardó en llegar la tristeza, un extraño sentimiento de nostalgia que la inundo.
—Nunca fue mi intención preocuparte, ni tampoco herirte —era la verdad, las hermanas compartían un vinculo de el que era imposible escapar, y aunque las discusiones no eran extrañas en aquella relación, siempre le tendría cariño y respeto a la vampira, así como el instinto de protegerla —. Pero no tengo porque darte explicaciones. ¿Acaso quieres que te ruegue? ¿Qué me ponga de rodillas? Sabes que no lo haré nunca, lo mejor que puedo ofrecerte es una disculpa y una promesa de que estoy de vuelta y que siempre seré parte de esta familia.
La respuesta era dura, pero abandono los labios de la demonio con suavidad y cautela. La situación era la siguiente: Rhaella estaba cansada, y era por eso que sabia que no podía explicarle a Zoella lo que realmente había sucedido. No podía decirle que uno de los grupos a los que habían estafado para conseguir ingredientes para nuevos productos antes de su desaparición se había enterado de que las hermanas habían sido responsables, y mucho menos podía contarle que habían planeado vengarse de ambas, no solo de una. ¿Por qué? Porque la conocía bastante bien, y tenia claro que si supiera la verdad querría venganza, y lo ultimo que la demonio quería era ponerla en la línea de fuego. Quería mantenerla allí: a salvo, aunque eso significara que la odiara por algún tiempo.
Entonces lo escucho: el llanto de su hermana. El sonido de sus lagrimas fue lo que finalmente rompió la calma del líquido, sus ojos se abrieron con rapidez y fueron a parar en Zoella para así confirmar que se encontraba en mal estado. Con movimientos torpes logro desabrochar la túnica que tenia puesta y con un salto logro separarse de la cama ahora en un pulcro suéter. “Te fuiste cuando mas falta hacías” las palabras, junto con la escena que tenia en frente le rompieron el corazón, y prontamente algunas lagrimas silenciosas se deslizaron por sus mejillas para acompañar a las de su hermana en el suelo de la habitación. Subconscientemente se dio cuenta de que no estaban solas en el castillo: podía escuchar voces y una estruendosa carcajada que en otra habitación, pero su atención seguía fija en Zoella. La ojiverde quería hacer su presencia en el castillo conocida por los demás Trivianis, pero en aquel momento solo la vampira importaba. “Las cosas cambiaron”.
—Si, cambiaron —replico—. Pero sigo siendo una Triviani, y sigo siendo tu hermana, eso nunca va a cambiar. Si quieres odiarme ahora mismo, hazlo, pero necesito que confíes en mí. Podrás haber cambiado, pero yo soy la misma de siempre y tu me conoces bien, sabes que no me gusta romper mi palabra —suspiro—. Entonces, créeme cuando digo que no pienso dejar que esto pase de nuevo.
Se acerco lentamente a Zoella, y una vez estuvo a su lado frente a la ventana, se sentó en el frió suelo. Aun guardaba alguna distancia, pero estaba lo suficientemente cerca como para ver el camino de sus lágrimas mezclándose con la sangre que habían dejado sus uñas en sus mejillas. La suave brisa proveniente de la ventana les revolvió un poco el pelo y los ojos esmeralda de Rhaella dieron a parar en la mano de la vampira apoyada en el suelo en el medio de ambas. Con suavidad y lentitud la demonio poso su mano en la de su hermana, envolviéndola con sus dedos, pero sin apretar. Se preguntaba que pensaba el extraño que aun estaba presente en la habitación de aquella escena tan dramática que las hermanas habían montado (?). En aquel momento, la energética conversación que tomaba lugar en otra habitación del castillo volvió a resonar y Rhaella se giro hacia su hermana.
—¿Quién más está en el castillo?.
@@Zoella Triviani @Todes