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Wendolyn Maxwell

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Todo lo publicado por Wendolyn Maxwell

  1. - Ese te queda mejor- halagó la castaña en cuanto su madre reveló su cabello de un color rosa. Alzó las cejas sorprendida con lo dicho por su madre sobre el trabajo de limpieza. ¿Molestarle? Todo lo contrario, la castaña pensaba que la molesta sería ella al ver el evidente abandono del local que había dejado bajo el cuidado de sus dos hijos. - ¡No, jamás! Más bien, lamento que tengas que tomarte tal molestia. Pensé que Heb estaría por aquí para atender el negocio. Prometo compensarlo de alguna manera- frunció el ceño al darse cuenta de que la tienda probablemente llevaría cerrada desde la última vez que puso un pie allí y una sensación de preocupación se installó en su mente. Unos ruidos extraños llegaron desde el sótano y dedicó una mirada llena de curiosidad el hueco de las escaleras. Se preguntó quién más estaría en el local. Posiblemente un elfo organizando el inventario, o tal vez alguno de los fantasmas desordenaba las cajas. Tan solo rogaba que Alessandra no le dijera que tenían problemas con un enorme nido de ratas allí abajo. - Metamorfomagía?- le preguntó mirándola con una expresión de extrañeza- Has estado bastante ocupada en todo este tiempo ¿cierto?. Apuesto que a Kam le encanta esa nueva habilidad, debe de ser muy recreativo- arqueó los labios en una sonrisa burlona al mencionar a su madrastra y continuó hablando como si nada-. Me quedaré todo lo que pueda, y espero que sea un largo tiempo porque tu y yo tenemos que ponernos al corriente de muchas cosas. @
  2. La Delacour frunció el ceño al no obtener respuesta de su hermano. Usualmente el joven respondería enseguida al llamado de quien atravesara la puerta. Intentó no preocuparse por su ausencia. Puede que saliera a comprar un café, pensó al tiempo que se encogía de hombros. Estaba a punto de tomar su mochila y bajar al sótano a revisar el inventario cuando una figura un poco más baja que ella exclamaba su nombre. Su madre apareció por las escaleras y pronto la castaña se encontró ligeramente aturdida entre sus brazos . - ¡Mamá!- exclamó regresando el abrazo de la mayor antes de separarse lo suficiente para responder a su pregunta.- Volví a América por un tiempo. Había algunos asuntos que debía atender- dijo haciendo un gesto con la mano para restarle importancia al asunto. - ¿Qué tal estas? Parece que no te he visto en siglos. ¿Es un nuevo look? – preguntó señalando su cabello con una expresión desconcertada-. Es... amm… Destaca bastante- dijo finalmente con una sonrisa nerviosa.
  3. Wendolyn caminaba a paso presuroso por las calles del Callejón Diagon. El sol apenas se hallaba en su cenit, indicando que quedaba un largo día por delante, pero la joven se movía con rapidez hacia a su destino. Ya era hora de que se hiciera cargo de la pequeña tiendita que su madre le había heredado junto a su hermano mayor, e intentaría hacer todo lo posible para mantenerla a flote. En contra de lo que se esperaba, la Delacour se había dedicado a viajar, con la esperanza de que Heb se ocupara de la tienda en su ausencia. No había sido una decisión responsable, lo sabía, pero ya estaba hecho y no se arrepentía de ello. Una sonrisa cruzó rápidamente por los labios de la castaña al divisar la colorida fachada del Moco de Troll. Se encontraba tal y como la había dejado, tan reluciente y extravagante que llamaba la atención de los transeúntes, sobre todo de los más pequeños. “Travesura Realizada” Las puertas se abrieron con un suave chasquido e ingresó al local donde fue recibida con la típica lluvia de burbujas de jabón. Echando un vistazo por los estantes notó como todo estaba organizado e increíblemente limpio. Maravillada se acercó al mostrador, esperando encontrar a alguien allí, pero este se hallaba vacío. - Heb. ¿Heb, estas aquí? Ya regresé - llamó dejando su mochila a un lado.
  4. - ¿Qué le parece si lleva un pequeño surtido de dulces? Así podrán probar una gran variedad y decidir cuáles son sus favoritos – sacó una bolsa de papel de la manga, todo un truco muggle que había aprendido no hace mucho, la llenó hasta la mitad con los caramelos más populares entre los clientes más jóvenes –. La casa invita esta vez, insisto. Luego podrá venir a gastar todos sus galeones. - Señorita, disculpe la interrupción, aquí está el pedido del señor – Wendolyn bajó la vista hacia la criatura que le hablaba. Boby había regresado con los brazos cargados de frascos de tinta y un par de espejos -. Y dejaron esto justo a las máscaras, parece un mensaje importante para usted y su hermano – concluyó mostrando una hoja de papel que sostenía entre sus larguiruchos dedos. Tomó el papel que le brindaba el elfo e hizo levitar los objetos a otra bolsa que dejó al alcance de las manos de su futuro dueño. -Gracias Boby. Puedes acompañarlo, por favor. Si me disculpa un segundo – Realizó una leve reverencia al hombre asiático y se apartó unos pocos pasos para leer la nota. El mensaje era breve y no le dejaba mucha información, lo cual le dejó confundida y levemente preocupada. Aunque podría tratarse de solo una broma de un mago o bruja, lo que no sería algo tan inusual para el negocio, solo esperaba que no fuera algo realmente grave. Pero por si las dudas, lo mejor sería hablar personalmente con el remitente. - Acacio – con un suave estallido su elfo personal apareció con una mueca malhumorada plasmada en el rostro, cosa usual en él, como si al llamarle estuviera interrumpiendo algo de suma importancia para la criatura. La Delacour decidió ignorarlo, ya estaba acostumbrada a que le mirara de esa forma – Ve tras el hombre que dejó la nota, Esteban, y tráelo, no debe andar muy lejos – dijo la castaña dejándole la nota, a lo que el elfo desapareció con otro estallido para cumplir su mandato. @@Ethan Lenteric @@Damian Black Lestrange
  5. La castaña no tuvo que esperar mucho tiempo para obtener una respuesta a su llamado. Pocos segundos después de tocar en la oficina de su tía, la chica rubia apareció tras la puerta tan rebosante de alegría como siempre. Wen apenas tuvo tiempo para detallar algo más antes de verse envuelta en un cálido abrazo al que respondió de la misma manera. - Mi querida Dennis, el gusto es mío – dijo con una sonrisa de oreja a oreja, realmente le alegraba encontrarse con ella. Aquella chica era, por mucho, el familiar con quien mejor se llevaba la Delacour desde sus días en Hogwarts. Eso sin contar a su hermano mayor y socio de negocios. Estaba a punto de preguntarle si podía entrar en la habitación de la que acababa de salir pero, en menos de lo que canta un fenix, se vio arrastrada por las escaleras hasta la planta baja en dirección al jardín del museo. - Cuidado tía, no quiero derramar el chocolate, sería una catástrofe – dijo riendo mientras trataba de evitar un accidente por el movimiento repentino de la taza- Todo ha estado bien, realmente las cosas están muy tranquilas, casi aburridas. Por eso vengo a fastidiarte un rato - continuó al tiempo que le guiñaba un ojo – Dime que tal estas tú. ¿Cómo va el negocio, el trabajo y esas cosas? – preguntó sentándose en una de las mesitas del jardín. @@Dennis Delacour
  6. ID: 121307 Nick: Wendolyn Maxwell Link a la Bóveda Trastero: -- Link a la Bóveda de la cual se hará el descuento: 111197 Link al Premio obtenido (en caso de gala/concurso): -- Fecha: 2019-01-18 Objeto: Navaja Mágica Multiuso Puntos: 80 Precio: 4000 G Objeto: Cámara de Fotos Mágica Puntos: 20 Precio: 1000 G Total de puntos: 100 Total de Galeones: 5000 G
  7. - Así que iniciará a un par de pequeñas en el mundo de las bromas. ¡Esplendido! Creo que tenemos algo apropiado. Por aquí, si ve algo que le llame la atención no dude en decirme – giro sobre sus talones, y con una señal de la mano le indicó al joven que la siguiera al segundo piso-. A muy pocos padres les hace gracia que sus niños tengan este tipo de objetos. Parece usted todo lo contrario – comentó la castaña. Mientras buscaba por las estanterías, llamó a uno de los elfos al escuchar la petición del hombre. De inmediato el elfo doméstico hizo acto de presencia con sus enormes ojos verdes mirándoles expectantes. - Por favor, busca un tarro de tinta invisible y un par de espejos cambia imagen para el señor. En cuanto los tengas ven conmigo, Boby – la criatura asintió antes de desaparecer, y con una ligera sonrisa respondió a su pregunta -. No hay mejor hechizo que una buena broma, señor. - A las niñas generalmente les gusta jugar a la hora del té, ¿no? – dijo tomando una taza de porcelana con detalles florales dibujados a un costado de la estantería más cercana. Recordaba que de pequeña le encantaba jugar con su padre a ese tipo de cosas, aunque claro, los tiempos cambiaban y los niños no parecían interesados en aquel tipo de juegos -. Perfecta para la hora de la merienda ¿no cree? Quien beba de ella en pocos segundos no sentirá ni los labios, quedará balbuceando por unas tres horas. Ni siquiera la mejor pócima o hechizo servirá para revertir el efecto. Dejó la taza en su lugar y caminó unos pocos pasos hasta otro estante llenos de cajas rebosantes de dulces de todo tipo, forma, color y tamaño. - Como verá tenemos una gran variedad. Desde las famosas pastillas vomitivas, los caramelos longuilinguos, caramelos de fiebre, chicles bomba, chocolates canario… Todo lo que quiera - Miró al hombre a su lado esperando que no se sintiera abrumado con tanta variedad. @@Ethan Lenteric
  8. La Delacour Rambaldi caminaba a grandes zancadas por el concurrido Callejón Diagón rumbo al museo familiar. Llevaba algo de prisa debido al clima helado que reinaba en esa época del año. A pesar de aquello sus pasos eran cuidadosos, no quería terminar resbalando y en el proceso derramar el chocolate caliente que llevaba firmemente sujeto en su mano derecha. Al llegar a la esquina, recorrió el tramo de escaleras hasta el Hall de entrada en unos pocos segundos. Segundos que le bastaron para recordar su última visita al establecimiento: la tan aclamada exhibición de arte francés en la cual colaboró, junto con su hermano Heberth y su tía Dennis, como organizadora. Ahora, muchos meses más tarde, la idea de una nueva exhibición se recorría las galerías de tan hermoso edificio y estaba deseosa de participar en su elaboración. Bebiendo a pequeños sorbos el tan recorfontante chocolate, subió al segundo piso del edificio, cruzó el pacillo hasta la oficina perteneciente a su tía, y llamó suavemente a la puerta con los nudillos, esperando, con algo de suerte, encontrarla sentada tras el escritorio en medio de algún trabajo importante. @@Dennis Delacour
  9. En menos de lo que cantaba un fénix la tienda estaría completamente organizada; solo faltaban un par de cajas por desempacar, y con un poco de magia aquello tardaría lo mismo que un suspiro. O al menos esa era la idea que tenía la castaña. Con una elegante floritura, movió su varita para dirigir los cristales en una larga fila hasta sus puestos designados en las estanterías, cada uno se acoplaría a su vecino más próximo hasta llenar el espacio disponible. Todo marchaba según lo previsto, hasta que la pequeña campa de la puerta principal anunció la entrada de algún cliente a pesar de que aún faltaban varios minutos para abrir oficialmente la atención al público, por lo que la castaña, extrañada por tal evento, observó a su hermano mayor antes de acercarse a recibir al mago o bruja que se arriesgaba a empezar el día con una trastada. La figura encorvada de un joven se encontraba en medio de la estancia, en lo que parecía ser el ataque de risa más serio que había contemplado en su corta vida. Ahogando una risa por dicha visión, la castaña se acercó al muchacho tratando de asumir su papel como vendedora sin terminar contagiada por sus carcajadas. -Bienvenido al Moco de Troll. Donde las risas son la verdadera magia - Anunció dedicandole una sonrisa al recien llegado-. ¿En qué puedo ayudarlo, señor? @@Ethan Lenteric
  10. - ¡Oye! – la castaña lanzó una exclamación llena de indignación al ver como el chocolate le era arrebatado de las manos aunque solo pasó un segundo antes de que le restara importancia con un encogimiento de hombros, no le molestaba compartir con Heberth, después de todo era su hermano mayor -. Sólo no te lo acabes todo, glotón, por favor – dijo picando al joven entre las costillas antes de pasar un atención a las cajas que le señalaba. Se acercó a una de las cajas a inspeccionar su contenido. Dentro había pequeños cilindros de un material cristalino, en colores verdes, azules y violetas. Tomó uno entre sus manos mirándolo a contraluz con la curiosidad plasmada en el rostro. Era indudablemente ligero y podía esconderlo fácilmente en la palma de la mano. – ¿Qué son estos Heb? Parecen cristales Kyber. ¿Dejaremos las varitas por lightsaber? - dijo con una sonrisa divertida al hacer referencia a una saga muggle muy popular, aunque dudaba que su hermano la entendiera. No sabía que tanto conocimiento tendría sobre la cultura muggle. No muy segura de su funcionamiento, dejó el objeto en uno de los estantes, asignándole de esta forma un lugar en la tienda, y consultó su reloj de pulsera. Faltaban al menos dos horas para la apertura del local, tiempo más que suficiente para organizar los productos y guardar las cajas de embalaje en la bodega. - Bueno, manos a la obra – animó la castaña sacando su varita del bolsillo interno de la chaqueta ajena a los movimientos a su espalda. @@heberth portillo
  11. El mes había terminado, las festividades quedaban atrás y el trabajo la reclamaba de nuevo. Por eso la Delacour cruzaba el Callejón Diagon en dirección al Moco de Troll con una taza de chocolate caliente en sus manos que felizmente había aprovechado en comprar de un local cercano. Aquel liquido espeso la ayudaba a mantener el ánimo arriba al igual que la temperatura, y es que estar resguardada con una chaqueta y una bufanda no era suficiente contra el helado clima. Al llegar a la entrada se apresuró en decir la contraseña -Travesura Realizada – como era de esperar una lluvia de burbujas la recibió mientras la campana anunciaba su presencia en la tienda. -Buenos días, Heb –Saludó al joven con un gran abrazo al verle. Hasta ese momento no había caído en cuanta cuanto extrañaba a su hermano - Me alegra mucho verte. ¿Cómo van las cosas por aquí? – dijo para luego tomar un sorbo de chocolate. Por el sinfín de cajas con productos nuevos y el hecho de que hasta el fantasma de la tienda dejara de molestar parecía que había llegado justo a tiempo para echarle una mano con la organización del local. @@heberth portillo
  12. Al aproximarse cada vez más al hall de la entrada, Wen escuchaba con mayor claridad la alegre conversación entre varias personas y los chillidos inconfundibles de un par de infantes al estar mortalmente emocionados. Aquello servía para prevenirla de lo que seguramente encontraría al bajar, aunque no hizo falta terminar de llegar. Desde lo alto de la escalera pudo observar a dos mujeres, un hombre y un par de niños desbordando felicidad. Reconoció a su tía Dennis, parecía estar divirtiéndose con un pequeño que la miraba con ojitos de cordero y demandaba no tan sutilmente su atención. Así mismo pudo reconocer a la matriarca Delacour, Mei, debido a un encuentro breve encuentro anterior. Al hombre por el contrario, por más que trataba de buscarlo en su memoria no recordaba haberlo visto alguna vez, mucho menos a los dos pequeñines. - Buenas noches - saludó a los presentes con una ligera inclinación de la cabeza. Todos eran su familia pero la joven no se sentía en confianza con ninguno de ellos como para llegar repartiendo abrazos llenos de efusividad. Excepto tal vez con Dennis, aun así se quedó al pie de la escalera. - Soy Wendolyn, un gusto señor y señorita… – se presentó la joven ante el hombre con la niña en brazos, dirigiéndole una pequeña sonrisa tras su vacilación al no saber sus nombres. En pocos segundos la puerta se abrió, dejando pasar a una mujer cargada de regalos y con ella un caos orquestado por los pequeños al ser sorprendidos por la Weasley. Definitivamente –pensó la castaña con diversión- aquella cena sería de todo menos tranquila.
  13. La joven Delacour contemplaba el jardín de la mansión sentada en el alféizar de la ventana de su habitación. La luz de la luna le confería una hermosura sin igual al paisaje nevado y le recordaba vagamente a todas las postales con motivos navideños que solían enviarse en esas fechas. Se ciñó un poco más el abrigo para protegerse de una ráfaga de viento helado, ya sentía la punta de la nariz fría y los dedos ligeramente entumecidos, seguramente también tenía la cara roja por el frio. Llevaba un largo rato allí y había visto cómo los elfos domésticos se esmeraban en colocar el hechizo atmosférico y, poco tiempo después, a su tía llegar a la mansión. En cuanto ella cruzó la puerta principal, miro el reloj que colgaba de la pared. Las manecillas le indicaban que ya era hora de alistarse, dentro de poco tendría lugar la cena familiar, no quería tentar a la suerte y llegar tarde aunque se llevara a cabo en su propio hogar. Además era mejor que se diera un baño caliente o pronto se resfriaría y sinceramente no le apetecía estar enferma para las festividades. No de nuevo. Con cuidado bajó de la ventana, estirando lentamente los músculos agarrotados a causa de su inmovilidad prolongada y la baja temperatura, y la cerró para evitar que el frio siguiera colándose por aquella abertura. Morrigan lo agradeció con un graznido, el cuervo le miraba desde lo alto del perchero con sus ojos como piedras pulidas y agitaba ligeramente sus alas. Antes de entrar al cuarto de baño acarició suavemente las plumas, recibiendo a cambio un picoteo cariñoso en los dedos. Luego de asearse, la castaña apenas se dio un vistazo rápido en el espejo para asegurarse de que su vestimenta estuviera en orden. No había ni una arruga en su camisa azul, ni tampoco en sus pantalones negros, y sus zapatos estaban completamente limpios. Se colocó una chaqueta y salió de su habitación para reunirse con sus familiares.
  14. Si había algo que a la joven bruja le encantara del Callejón Diagón, era la inmensa variedad de comercios que se encontraban bajo la disposición de magos y brujas de todas partes del país. Desde tiendas destinadas a la venta de objetos mágicos o muggles hasta lugares de relajación o entretenimiento. Si necesitabas algo, por más descabellado que fuera, seguramente lo encontrarías en alguno de los negocios del callejón. Con un pequeño estallido, Wendolyn apareció cerca de la entrada al callejón, vistiendo a la usanza muggle: con una camiseta roja y unos jeans, sin contar los zapatos ligeramente gastados por el uso. Vestir de aquella manera le parecía mucho más cómodo que con las típicas túnicas que llevaban la mayoría de los magos y brujas que pasaban por su lado. En esta ocasión su visita al Callejón Diagón no distaba mucho de realizar alguna compra, aunque por el momento se conformaría con dar un paseo hasta encontrar un objeto lo suficientemente interesante para llevar a casa. - ¿Pero qué rayos ...? - la pregunta quedó en el aire. Extrañamente había una especie de embotellamiento apenas empezando. Un numeroso grupo de personas entorpecían el paso de los demás transeúntes y comentaban el extraño suceso que se había llevado a cabo no hace más de quince o veinte minutos. Movida por la curiosidad, la castaña se acercó para poder ver mejor la escena que se desarrollaba más adelante. Varios miembros del ministerio, evidentemente incómodos, intentaban mantener a las personas alejadas de un bulto tendido en el suelo, cubierto por una manta de color gris, que por su forma era evidente que se trataba de un hombre. Aquello la dejó sorprendida, al tiempo que se encendía una especie de alarma en su interior. Un cadáver en pleno callejón era algo simplemente insólito de ver en estos tiempos, y seguramente se hablaría de ello por semanas. Observó a las personas a su alrededor, todos mostraban expresiones de desconcierto muy similares y nadie se explicaba cómo había terminado de esa manera aquél hombre. Con un ligero malestar se apartó del grupo, lo mejor que podría hacer en ese momento era continuar con su recorrido y tratar de olvidar lo ocurrido. Al dar la vuelta un barco de velas negras y terriblemente desgastado llamó su atención, parecía pasar por un serio abandono pero de todas formas conservaba cierto atractivo. Por su mente pasaron una infinita cantidad de películas de piratas muggles donde, luego de atravesar por inmensas dificultades y vivir una extremadamente peligrosa aventura, los protagonistas encontraban extraordinarios tesoros escondidos en los lugares más recónditos del planeta. Eso le subió el ánimo lo suficiente como para que una sonrisa se extendiera por su rostro, y sin dudarlo más tiempo subió las escaleras hasta la cubierta preguntándose qué clase de cosas venderían allí.<<Definitivamente esto está peor>> Pensó intentando ignorar el olor a madera podrida mientras examinaba con cuidado varios de los cachivaches expuestos.
  15. Mi visita a la Madriguera fue mucho más corta de lo que me hubiera gustado realmente. Aparte, no había podido disfrutar ni un segundo de la película “Casablanca”, asuntos más importantes reclamaban nuestra atención; el extraño comportamiento de los responsables de llevar a cabo la actividad era algo que debía ser atendido con prontitud, antes de que ocurriera algún tipo de accidente que se pudiera lamentar. Con un ligero estallido aparecí en los límites de terrenos de la mansión Gryffindor, lugar en el que suponíamos estaría la joven desaparecida, y giré la cabeza a ambos lados para observar mis acompañantes, @@Dennis Delacour, @ y @. Esperaba que alguna conociera la mansión, o sería bastante complicado encontrar a Kassandra debido a la enorme magnitud de la edificación. - ¿Listas para el mayor juego de las escondidas de toda su vida? - dije con una pequeña sonrisa-. Vamos, lo mejor será empezar a indagar. Sin más que decir, crucé el extenso sendero hasta la entrada principal, tal y como muchos otras personas habían hecho minutos antes, para iniciar nuestra búsqueda.
  16. Al parecer, eran pocas las personas que buscaban un poco de diversión con los artículos de broma. La tienda llevaba un par de semanas sin mucha actividad comercial, esta era reanudada ocasionalmente por algún niño en edad escolar en busca de un objeto que le ayudara con una travesura para sus amigos o familiares. Pero a pesar de la ausencia de clientes, la tienda seguía tan bulliciosa y llena de actividad, y sobre todo de las sonoras carcajadas de mis queridos hermanos fantasmagóricos, James y Sirius, y yo. Cada tarde teníamos una sesión dedicada enteramente a planificar, elaborar y evaluar travesuras, y tal como se espera, las risas no faltaban. La tarde de hoy no había sigo la excepción, luego de planificar cuidadosamente una broma para el resto de nuestros hermanos y hacerles prometer que me traerían un sinfín de fotos con los resultados, los gemelos se marcharon a la Mansión Delacour para preparar el espectáculo, dejándome tras el mostrador y, como era de suponer, a cargo de la tienda. Minutos más tarde una joven de cabello oscuro entró en la tienda. Esperaba ver en ella al típico cliente sorprendido por la lluvia de burbujas o siendo víctima de nuestras escurridizas hadas, pero extrañamente no me encontré con nada de eso. Como si ya lo esterara realizó un simple movimiento de varita, dejando paralizadas a las pequeñas criaturas, y siguió su camino con total tranquilidad. - Buenas tardes, bienvenida al Moco de Troll- dije reconociendo a la tía Saori.- Eso fue increíble, es la primera persona que veo que no cae en sus trampas. ¿En qué puedo ayudarla?- Pregunté mientras con un giro de la varita removía el encantamiento de las hadas. @
  17. ¡Ya estoy aquí! Hola Familia hermosa. Ya van como unos quince días desde mi registro, pero quisiera decir que obviamente me encantaría seguir en la familia. Y como una joven muy juiciosa pondré la ficha para probarlo. Nick: Wendolyn Maxwell Familia Sanguínea o Adoptiva: Sanguinea Hijo/ahijado/sobrino/primos de quién: Hija de la bella y mordelona Alessandra G. Delacour Generación: Cuarta Generación. Bien, lo que sigue.... @@Mia Zoeh ¡Hermanita! *La abrazo y lleno de amor* Que alegría verte aquí +u+ como ya dijeron todos los demás por allá arriba, eres más que bienvenida a la familia. Por ahora te espero en la mansión, hay que divertirnos con la tía Dennis ¬u¬
  18. Llevaba ya un rato practicando el encantamiento de cambio de color y, por el momento, estaba contenta con lo que había logrado, pero sentía que era algo muy sencillo; ya comenzaba a aburrirme de tan solo encantar los objetos uno por uno. Aun no me atrevía a realizar el encantamiento sobre más de un objeto al mismo tiempo, no sabía si resultaría efectivo. Tenía serias dudas con respecto a eso. Pero al parecer no era la única con ese tipo de preguntas rondando por la mente. Escuché como Heberth se acercaba a la profesora Evans para preguntar sobre si era posible la movilización de varios soldaditos, y la respuesta dada fue más que suficiente para disipar no solo sus dudas, sino también las mías. Observé las esferas durante un segundo, lo mejor era intentarlo ahora que estábamos practicando. Apunté al conjunto de esferas canalicé la magia a través de la varita y me concentre para que cambiaran sus colores una vez más. En menos de un instante todas presentaban un color azul Prusia con una línea gruesa en medio de color amarillo. Sonreí al ver este cambio y durante la siguiente hora seguí experimentando con diversas formas y colores. Esferas verdes con franjas plateadas, violetas con puntitos celestes, rojas con leones dorados… Ahora si me estaba divirtiendo al crear estos diseños. El chasquido de los dedos de Bel hizo que dejara mi forma de entretenimiento a un lado. Al parecer tendríamos que viajar para nuestra siguiente asignación y nuestro medio de transporte sería nada más ni nada menos que un armario evanescente. Nunca había viajado en uno, pero tenía entendido de que eran objetos muy caprichosos. A pesar de eso no dude ni un segundo en entrar. - ¡Auch! Ese es mi pie, Heb.- Susurré al sentir un pisotón sobre mis dedos. Una vez todos dentro del armario la profesora realizó el hechizo que nos llevaría a nuestro destino, pero, para horror de todos, al hacerlo grandes llamaradas salieron de su varita y terminamos siendo expulsados violentamente del armario. Con un quejido y el brazo adolorido, después de un aterrizaje forzoso sobre este, observé como las llamas consumían lentamente el armario. No me explicaba como aquello pudo haber salido tan mal. Bueno, este no era el momento para averiguarlo. Debíamos enfocarnos en nuestra próxima tarea. Observé las piezas de la armadura y la viga en el techo que señalaba Bel. En teoría, lo que nos proponía hacer al Evans no era tan difícil, lo complicado era canalizar toda esa magia en conjunto para que no se cometieran errores. Quien tomó la iniciativa fue Dennis. Rápidamente hizo que levitaran las piezas a unos pocos centímetros del suelo y procedió a explicarnos el plan. Asentí para demostrar mi acuerdo con lo planteado y alcé la varita hacia los objetos metálicos. Fruncí ligeramente el ceño al concentrarme en enfocar mi objetivo, esta vez eran muchos más objetos que en la práctica anterior y de tamaños muy variables.- Colovaria.- De a poco cada una de las piezas se tornó de un plateado brillante, nada que ver con ese tono opaco de tenía hace unos segundos. @ @@Dennis Delacour @@heberth portillo
  19. Luego de terminar la exposición de las infinitas razones para tomar esta clase y que la profesora validara y agradeciera cada una de ellas, se decidió que esa hora de pasar a la parte divertida de esta lección, que según mi criterio era la parte práctica. Bel buscó por unos segundos en su bolsillo hasta sacar tres pergaminos cuidadosamente doblados para que no se viera su contenido y los dejó sobre el escritorio. Cada uno de ellos contenía un encantamiento que debíamos realizar. Mi hermano se apresuró a tomar uno de los pergaminos sin dejarnos tiempo a Dennis o a mí de terminar de procesar la información proporcionada por Bel y se dirigió a su puesto de trabajo totalmente concentrado en su tarea. Aquello era tan típico en él que solo atiné a sonreír, sobre todo después de escuchar el comentario de mi tía ante su comportamiento. - Dudo que te escuche.- Murmuré divertida mientras que con un ligero encogimiento de hombros me acercaba al escritorio para tomar el último pergamino que quedaba, justo el del centro. Al abrirlo descubrí que el encantamiento que debía practicar sería el de cambio de color. Había leído sobre él hace ya mucho tiempo en un libro especializado en la materia, pero no recordaba exactamente alguna ocasión en que lo utilizara o en que viera a un mago o bruja ponerlo en acción por lo tanto no pude evitar sentir un ligero retortijón en el estómago ante los nervios de fallar en algo tan simple. Tratando de apartar aquello de mi mente, me coloqué en el área designada para la práctica del encantamiento y observé los peluquines de color rosa chicle y pequeñas esferas blancas y negras a las cuales debía cambiar. Decidí que lo mejor era comenzar por los peluquines por lo que, después de sacar la varita, apunté al más cercano concentrándome en visualizar el objeto del color deseado. -Colovaria.- De inmediato el peluquín se tornó de un rojo carmín muy intenso. Sonreí ante mi acierto, no había sido para nada difícil. Con un poco más de confianza realicé el encantamiento al menos unas seis veces más con otro peluquín y en varias esferas hasta haber cambiado de color cada uno de los objetos por lo menos una vez.
  20. Le sonreí al joven por su amable comentario hacia mi persona. Si ese era el trato habitual para los clientes no me extrañaría que, de un momento a otro, esto se llenada de personas con una gran preferencia hacia este local dedicado a la venta de pociones. Ahora con el permiso del pelirrojo me senté en la libertad de pasear por el local y curiosear los objetos que allí exhibían sin ningún tipo de pena. Observé detenidamente cada frasco expuesto en la gran estantería tras el mostrador, cada uno con una planta distinta o con sustancias de llamativos colores, que a pesar de encontrarse cerrados despedían ligeros aromas que se entremezclaban en el aire y producían un ligero picor en mi nariz. Presioné ligeramente ambas aletas de la nariz entre los dedos pulgar e índice para aliviar aquella pequeña molestia, lo último que quería era empezar una ronda de estornudos. En cuanto el caballero realizó su siguiente comentario con respecto al servicio de té, giré la cabeza en su dirección para prestarle atención. En sus manos tenía un frasco en cuyo interior se veía claramente un tipo de planta que no supe reconocer hasta que la nombró. Por un segundo sentí que podía notarse a leguas que la herbolaria no era uno de mis fuertes. - Suena bien, me gustaría una taza de eso.- Tal vez fuera buena idea beber un poco de té, sobre todo si este tenía tales propiedades. No es que tuviera miles de cosas rondando por mi mente que causaran tal malestar, el estrés era algo que difícilmente se cernía en mis pensamientos, pero ya que estaba aquí debía aprovechar tal oportunidad. Entre tantas cosas el joven terminó acusándose de maleducado al no presentarse, a lo cual hice un gesto con la mano para restarle importancia a ese hecho. -Tranquilo… Un gusto, Alexander. Mi nombre es Wendolyn M. Delacour.- Le tendí la mano al chico frente a mí a modo de saludo.- Aparte de la albahaca morada, ¿qué otra cosa recomienda en esta mañana?- Pregunté mirando con curiosidad el estante. @@Alexander Fox
  21. Aún era temprano, el sol apenas calentaba la fría mañana y el callejón de a poco se llenaba con el ruido y alboroto de sus compradores habituales. A pesar de la hora ya me encontraba recorriendo la adoquinada calle sin rumbo fijo. No había podido dormir durante toda la noche, y la perspectiva de quedarme encerrada en casa me ponía enferma, por lo que apenas los rayos del sol se filtraron por la ventana de mi habitación partí rumbo al Callejón Diagon. Me acomodé la chaqueta para que me protegiera del frio mientras continuaba mi recorrido. Tal vez fuera a la tienda de bromas familiar a saludar a los gemelos… No, seguramente me convertiría en víctima de sus bromas al “despertarlos” tan temprano. Otra opción era el ir al museo, pero tampoco me apetecía pasar la mañana entre cuadros que solo hablaban de ellos. Tan distraída estaba en mis pensamientos que no me di cuenta de cómo llegué frente a aquel lugar hasta que el olor a limón y menta me trajo al presente. Observé la fachada de ladrillos y grandes ventanales que dejaban ver el interior del local. Alcé la mirada, sobre el techo rojo un letrero rezaba “Bótica Lockhart” en grandes letras doradas. Por lógica era más que obvio que venderían material de pociones, un conocimiento con el cual aún tenía ligeras dificultades. Bueno, si algo me había llevado hasta ese lugar lo mejor era entrar. Tal vez encontrara algo interesando allí dentro. Empujé suavemente la puerta y el dulce sonido de la campanilla delató mi presencia a un joven pelirrojo que apenas puse un pie dentro se acercó con una ligera sonrisa. - Buenos días, gracias.- Respondí con una sonrisa.- Disculpe, pasaba por aquí y me ha dado curiosidad el local.- Dije mientras me dedicaba a observar algunos de los frascos sobre los estantes. @@Alexander Fox
  22. -Nombre de la Bóveda: Bóveda de Wendolyn Maxwell -Link a la Bóveda Personal: 111197 -Trámite a Realizar: Cambios generales y agregado de familia y bóveda familiar Bóveda de Wendolyn M. Delacour Rambaldi 1.- Link al tópico de su ficha de personaje: Ficha de Wendolyn 2.- Link de las bóvedas de negocios que posea el usuario: -- 3.- Link del tópico de registro de sus familias Familia Delacour Familia Rambaldi 4.- Link a las bóvedas de sus familias: Bóveda Delacour Bóveda Rambaldi
  23. Buenas Noches. Quisiera realizar algunos cambios en la ficha. Eso es todo, muchas gracias.
  24. Ver que compartiría una vez más una clase con mi hermano y con mi tía hizo que una ligera sonrisa asomara en mis labios. Al parecer éramos el inseparable trío Delacour, siempre juntos ante cualquier evento de gran importancia en nuestras vidas. Con los saludos ya terminados, Bel se dio a la tarea de ponernos al corriente, el profesor titular se encontraba incapacitado para atender el curso, por lo tanto ella se encargaría de impartir la clase. Aquello no estaba nada mal, quizás hasta era una suerte aquel cambio. Tenía entendido que la Evans era, por mucho, una de las mejores brujas de la época. Tenerla como profesora sería una gran oportunidad que no dudaría en aprovechar al máximo. En cuanto la profesora Evans realizó una pequeña pregunta para entrar en materia, mis compañeros se encargaron de responder con prontitud, Dennis en primer lugar seguida muy de cerca por Heb. Yo en cambio me tome mi tiempo para responder. Decir exactamente porqué escogí la asignatura de Encantamientos era algo que no me animaba. De todas maneras largue un suspiro antes de responder con total sinceridad. - Mi razón es la simple búsqueda de conocimiento. El saber algo tan esencial como el dominio de los encantamientos me llevará a crecer como hechicera. Pienso, y tal como mi compañera ha dicho, que los encantamientos las bases en la construcción del futuro de un buen mago.- Me encogí de hombros antes de continuar.- Di lo mejor de mi durante mi etapa escolar en Hogwarts y salí bastante bien, no voy a negar que muchas cosas me fueron difíciles de realizar pero pude aprender mucho de mis dificultades. Yo solo espero que este curso me dé el conocimiento necesario para lograr mis objetivos. Observé a los presentes uno por uno, esperaba que mi respuesta fuera más suficiente. @ @@Dennis Delacour @@heberth portillo
  25. ¡Holaa! Buenas tardes. ¿Cómo están? Por cosas del destino vengo a solicitar el ingreso a la familia. Ficha de inscripción: Ficha: 111182 Bóveda: 111197 Sanguínea o Adoptiva: Sanguínea Mascotas u elfos domésticos: Aún no u-u ¿Por qué quieres pertenecer a esta familia? Ale me lo ha pedido de una forma muy convincente e-e ... Y se ve que es una familia interesante. ¿Con quién quieres tener alguna clase de parentesco y cuál? Pues obvio que mi madre sigue siendo @ (Si, con etiqueta y todo para que veas) Bueno, creo que eso es todo... espero ansiosa su respuesta.

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