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Frankie Triviani

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Todo lo publicado por Frankie Triviani

  1. Envidio tu locura. Envidio el laberinto mental en que te pierdes...

  2. Mi cuestión se había centrado, más que en ninguna otra cosa, en la reacción que me fue evidente observar en el rostro de la bruja al haber expuesto mi condición vampírica; no supe discernir si aquéllo había sido bueno o malo, aunque no había llegado a percibir temor alguno, lo que sí sabía, es que ya no era tan común observar reacciones como aquélla dentro de una sociedad mágica que normalizaba la existencia de los de mi especie y, además, no presentaban renuencia a la mutua convivencia. ¿Podría ser que los vampiros aún no salieran a la luz pública mágica en Norteamérica? Era un dato curioso, sobre todo considerando la anulación del estatuto mágico hoy en día. Eva se mostraba reflexiva y yo me dispuse a tomar un par de sorbos al café. Estaba muy cargado, tal como me gustaba, y sirvió para borrar el rastro de sabor que había dejado la sangre de la Harton en mi boca. Si era sincera, no tenía idea del porqué tomaba aquélla bebida, la cafeína no me producía ningún trastorno de sueño ni me proveía de energías, pero era un gusto culposo. Mi única parte humana estaba encaprichada con ella. Enarqué las cejas al escuchar hablar finalmente a la semidiosa. Ella estaba aceptando escuchar mi propuesta pero tratando de dejar muy en claro lo que había venido a buscar, y la noté indudablemente preocupada de que yo optara por una transmutación completa para un cambio de género. La mención de una hija de Hécate llamó mi especial atención, advirtiendo que Eva parecía estar habituada a separar la hechicería de sus capacidades, y declarándose ajena a la condición mágica, siendo que su sangre me había mostrado todo lo contrario, por lo que también era indudable que me estaba perdiendo de algo. —Entiendo tu inquietud, Eva —expresé, al tomar la palabra, sin descomponer mi postura relajada sobre mi asiento —, y así mismo entendí desde el inicio qué era lo que habías venido a buscar. Algo... "natural" —repetí, esbozando una sonrisa irónica, pero dado que no era mi hobby confundir a las personas sentí la necesidad de explicar mis pensamientos —. Estoy un poco peleada con esa palabra, si me permites aclarar. Todo en lo que trabajo aquí podría contraponerse con el significado que le dan aquéllas personas que le dan demasiada importancia a la "pureza", pero no entienden que no existe nada como tal. Evolución. Preservación de la especie, es en lo que yo creo —sonreí, ladeando sutilmente la cabeza sin despegar la vista de ella —, y me parece que tus circunstancias se integran perfectamente en ello, ¿no lo crees? Me interrumpí un momento para tomar un par de sorbos al café, dándome unos segundos para profundizar en mi análisis mental sobre la situación y las vías factibles que podría utilizar para darle una solución a su problema congénito. Eva me estaba dando todo lo que necesitaba. No había palabra suya que no me provocara curiosidad, y mi interés en su sangre le daba una ventaja sobre mí. —Ahora —continué, cambiando de posición sobre el asiento hasta cruzar las piernas y recargar mi peso sobre un lado de la silla —, entenderás que cambiarte el sexo no supondría ningún tipo de avance en mi trabajo, por lo que está por demás descartado —indiqué, manteniendo su interés en mis palabras —, eso sin mencionar que sería demasiado sencillo y, además, la exclusión de la esperma masculina en el proceso, aunque sea la tuya en dado caso, ya estaba contemplado desde el inicio... Mis pensamientos se volcaron nuevamente en su sangre y en su espléndida particularidad metamórfica. Me fue imposible evitar en todas aquellas historias, esos mitos en los que habían basado su cultura grandes civilizaciones a lo largo de la historia. No por nada había nombrado mi laboratorio con el nombre de un ser mítico de aquellas historias, aunque claro, de mítico no tenía absolutamente nada. —Lo que planeo hacer es utilizar las propiedades de tu interesante herencia genética para utilizarla en una metamorfosis a nivel cromosómico —expliqué, tratando de ser lo mas clara posible, ya era habitual que tener que repetir mis palabras de una forma más inteligible frente a Oliver cada vez que explicaba cosas del trabajo —. Así te podré dar la capacidad de proveerle lo necesario al óvulo de tu esposa para crear vida. Por supuesto en esto intervendrá cierta adaptación anatómica en tu cuerpo, pero te aseguro que será mínimo y temporal —me tomé unos segundos para reflexionar, y darle tiempo a ella que analizara la idea antes de continuar —. Tengo algunas condiciones, además, que con gusto expondré si estas interesada en continuar... @@Eva Harton
  3. Por las respuestas que Eva me daba podía darme cuenta, a grandes rasgos, de su carácter mesurado. Me había hablado de límites mágicos, algo en lo que particularmente yo no creía porque, ¿quiénes establecían éstos límites? Aquéllos que se creían con el poder suficiente para marcarlos, obstaculizando el acceso a la magia para mantener el control sobre los egos y el poder sobre las hordas. Mi trabajo favorecía al descubrimiento, al entendimiento, ayudar a la magia a restaurar y crear, jamás me había creído capaz de controlarla; que mi madre lo usara para otros fines era otra cosa, ella era solo un medio para el logro de mis propósitos. La prudencia era buena, y Eva daba entender que la tenía y al escucharle hablar sobre seres poderosos capaces de ir mas allá de los límites mágicos me indicaba que había crecido subyugada a ellos. Seres que podían darle lo que quería y aún así ella había venido a buscar alternativas. La curiosidad comenzó a incrementarse en mi interior, y cuando la chica comenzó a responder mis preguntas, no solo mi curiosidad se disparó sino también mi interés. Casi me relamía los labios cuando comencé a sacar una muestra de su sangre, pinchando su dedo pulgar con la lanceta. Sangre de semidiós, un lujo que no me había permitido jamás. Alcé la mirada hacia ella mientras exprimía su dedo sobre un pequeño tubo en el que recogí la muestra. Entendí sus palabras, no obtendría más información si yo no le daba una garantía. No había hecho comentario alguno cuando había descubierto su procedencia ni su herencia genética; me había percatado que ella había estado esperando alguna respuesta o reacción de mi parte pero no hubo ninguna. Mi expresión era inescrutable, a veces reflexiva, y cuando sonreía al tener contacto con sus ojos era mas bien condescendiente. No obstante, y para ser completamente sincera, me hallaba sorprendida y muy entusiasmada por tan inesperada revelación, pero ésto no se debía por haber descubierto la existencia de semidioses, sino por la oportunidad de obtener la sangre de una... o dos, y analizar toda una nueva rama de información que podía añadir a mis investigaciones. Le dí a Eva una pequeña tira de algodón para poner en su dedo, así como una bandita. Examiné la muestra a contra luz, verificando el color y la textura a simple vista. —Voy a ser completamente sincera contigo, Eva —comencé, mientras seguía examinando el contenido del pequeño tubo de forma visual —. Aquí jamás habían venido a buscar lo que tu estás buscando, ya que no es precisamente a lo que nosotros nos dedicamos —confesé, bajando la mirada hacia ella —, mi intención al traerte aquí era averiguar si podía ofrecerte algún otro tipo de servicio porque la duende que tenemos por secretaría no iba hacerte jamás un reembolso, pero... Hice énfasis en la última palabra, antes de que ella irrumpiera en algún tipo de queja o se abalanzara sobre mí con reproches por la falta de profesionalidad de nuestra secretaria. Regresé a mi asiento, sin cortar el contacto visual con la semidiosa por más de un par de segundos y manteniendo un gesto sereno. —Voy a ayudarte —le anuncié, dibujando una sonrisa en mis labios —, y por supuesto voy a decirte porqué —agregué, sintiendo la necesidad que el trato entre nosotras fuese suficientemente claro para que no hubiese desconfianza y malos entendidos —, pero antes... Tal vez hacerlo frente a ella no era lo más conveniente pero estaba ansiosa por degustar lo que tenía en mis manos. Le quité la pequeña tapa al tubo de la muestra y me lo llevé a los labios, bebiéndome todo el contenido. El sabor de la sangre impregnó mis papilas gustativas, haciéndome disfrutar el sabor y la textura antes de resbalar por mi garganta con una sensación cálida. Mis pupilas centellearon ante el delicioso rastro que dejó en mi boca. —Lo siento, mi condición vampírica es otra de mis afortunadas herramientas dentro de mi profesión —le expliqué, relamiendo mis labios mientras analizaba todo lo que su sangre me había mostrado —. Por supuesto que no mentías acerca de tu ascendencia divina, tu sangre tiene propiedades que te diferencian de un ser mágico normal. Puedo advertir su humanidad, al igual que sus propiedades mágicas... la diferencia radica en una pequeña característica que me resulta muy interesante y, para ti, muy beneficiosa en lo que deseas conseguir: tu sangre es metamórfica. Coloqué el tubo vacío de la muestra sobre la mesa. En ese preciso instante Grunthorpe volvía a entrar en la sala con dos vasos de café que tenían impresos el eslogan de alguna cafetería de Diagon; le extendió uno a Eva y el otro lo puso frente a mi, tras lo cual desapareció. Mi mirada seguía clavada en Eva. —No me extraña, si me lo preguntas —continué, recargándome en el respaldo de la silla y juntando las yemas de mis dedos y colocando los codos en los descansa brazos —, si tu padre es quien dices, es natural que poseas y hayas heredado esa característica suya en tu sangre para cambiar su forma o para no resultar afectada ante alguno, esto basándome en todas las historias mitológicas que he escuchado... no es nada raro —agregué, recordando cuánto se le dificultó explicar lo que era sin parecer chiflada —, ya había escuchado sobre ustedes. Podría decirse que yo crecí honrando a dioses similares... nórdicos, para ser exacta. Ahora... —hice una pausa, marcando un parte aguas en el tema —lo tengo que preguntar, Eva ¿quieres seguir adelante y escuchar mi propuesta o prefieres buscar alguien más? @@Eva Harton
  4. Le dediqué una afable sonrisa a la joven bruja cuando finalmente tomó asiento frente a mi. En cuanto comenzó a responder mis preguntas pude percatarme por su acento de que no era de por aquí, pero aquéllo no era nada particularmente especial, pues Londres, y en especial la comunidad mágica, se hallaba lleno de extranjeros actualmente. La misma joven me confirmó aquéllas deducciones un par de segundos después. En cuanto mencionó lo que deseaba, haciendo énfasis en lo de fecundar un bebé de forma natural, supe que ya íbamos por mal camino, pero no pude evitar que al menos diez preguntas surgieran en mi mente. No quise interrumpirla hasta que me hubiese explicado todo lo que traía en mente, descubriendo además que la raíz del impedimento de procreación recaía en que su pareja era otra mujer. Fue allí cuando comencé a comprender todo. En lo personal no entendía por qué la gente deseaba con tanto ahínco engendrar pequeños, molestos, ruidosos y sucios bebés. Después terminaban siendo descuidados, mal amados y, sobre todo, abandonados. Por supuesto sabía que no todos eran así, pero la propia experiencia había hecho que la maternidad tuviese poco significado para mi. Sin embargo, no estaba allí para opinar, ni para convencer a nadie de mis dogmas, sino para contribuir al estudio del genoma mágico y, obviamente, hacer que la empresa ganara lo suyo. —¿Por qué piensas que esto que deseas podría conjurar magia prohibida? —pregunté primero, debiendo asegurarme que ninguno de nuestros posibles clientes creyese que podría meterse en algún tipo de problema al confiar en nosotros. Por supuesto que era posible, pero ellos jamás debían saberlo y, además, éste no era el caso —Me refiero a que, incluso los muggles pueden hacerlo ¿o no?. Solo que, entiendo el verdadero conflicto, y es lógico que quieran recurrir a la magia para obtener ayuda. Preguntar por qué no habían acudido con muggles o con alguna clínica mágica era absurdo. Eva ya me lo había puesto en claro: deseaba que fuese de forma natural, y esto era sin la intervención de la esperma masculina. Un reto, sí. No lo había intentado jamás, pero era posible. Tamborileé los dedos en la mesa mientras reflexionaba, recargándome en el respaldo de la silla y mirando a la joven Harton con atención. ¿Tomar el caso o decepcionarla? Aún no lo decidía y eso significaba hacer más preguntas hasta obtener algo que me interesara. —Cuéntame más sobre ustedes, quiero darme una idea de lo que podría necesitarse y meditar sobre tus posibilidades —le pedí, mientras rebuscaba en el bolsillo de mi bata algo que evidentemente no traía conmigo —¿De dónde son tu esposa y tú? ¿Que edad tienen? ¿Poseen algún tipo de mestizaje con otra raza o criatura? ¿No te importaría que tome una muestra de tu sangre, cierto? —pregunté, levantándome del asiento y yendo el intercomunicador que estaba en el otro extremo de la mesa —Pischis, haz que traigan mi equipo a la sala de reuniones de inmediato —anuncié por el aparato, dándole la oportunidad a Eva mientras esperaba por mi encargo. Un minuto después mi propio elfo hizo entrada en la sala, cargando con un pequeño maletín de cuero en sus manos. Sus ojos, más grandes de lo habitual por causa de las redondas gafas que se ajustaban sobre su nariz, me enfocaron mientras caminaba hasta mi. —¿Y tú que haces aquí? Bufó. —Grunthorpe supo que café no gustarle y venir a preparar bueno. —Ah... ¿gustas café, Eva? —pregunté a mi paciente aunque no estaba segura si aquéllo era correcto. Yo jamás tenía contacto con los clientes del laboratorio. Me volví a mi elfo de nuevo —Tráele uno. Tomé mi maletín y rebusqué en los bolsillos lo que necesitaba. Del interior saqué una pequeña lanceta que me serviría para sacar una muestra de sangre a la Harton. Si bien era cierto que podía evitarme todo aquél protocolo haciendo a la chica sangrar con mis propios medios pero obviamente aquéllo no sería nada apropiado. Me volví a acercar a ella, mostrando una sonrisa tranquilizadora. —Tu mano, por favor. —su sangre me daría las respuestas a todas las preguntas no formuladas. Eva no lo sabía, pero mi decisión de ayudarla recaía completamente en la información que me proporcionara su ADN y cuánto de ella podría interesarme. @@Eva Harton
  5. @@Riuu Solo para darte una cordial bienvenida a la familia *w* como dijo Oliver, hemos estado un poco inactivos pero estamos motivados en la reactivación de los roles en la familia, y con nuevos agregados cuanto mas! Ya he tenido la oportunidad de leerte en nuestro tópic de rol y espero siga siendo así por mucho tiempo. Si tienes alguna idea de rol, trama o sugerencia tampoco dudes en enviarnos MP para hacernos saber y con gusto apoyamos en el desarrollo de cualquier trama que se te ocurra ¡Bienvenido Strange!
  6. El café sabía horrible. Al primer sorbo pude darme cuenta que aquél no era el que habitualmente me preparaban, de modo que tuve que desechar en la basura el que Carrow me había preparado en la máquina expendedora de recepción. Por supuesto me encargué hacerlo frente a sus ojos, como quien no quiere la cosa y de forma muy inocente, para hacerle ver que la bebida era un asco. No sabía que lograba con aquéllo pero no se me antojó hacerlo de otra forma. —¿Por qué hay tantas personas en la sala de espera? —pregunté, cuando estaba volviendo a la sala restringida para continuar con mi investigación. No había podido evitar percatarme que los asientos estaban todos ocupados en la recepción cuando salí de allí y recorrí el pasillo hasta dar con Carrow en la sala de reuniones. —Son las personas que vienen al banco de sangre, doctora, solo que estamos cortos de personal y aún no llega el único labor... —¿Y que estás haciendo tú? —le interrumpí —Oh, pues, yo... eh... estaba a punto de ir a... —Si, si... ya olvídalo, Carrow —exhalé, con exagerada exasperación. Entendía el atractivo de fingir estar trabajando dentro de la sala de reuniones dado que se podía disfrutar de una gran variedad de bebidas del minibar —. Vamos, acompáñame. Cualquier cosa que había estado haciendo la dejó al instante y se apresuró para alcanzarme dando zancadas. Regresé en mis pasos, asomándome solo un momento en la sala restringida para colocarme encima la bata de laboratorio que siempre olvidaba ponerme. Era blanca, larga y a medida, además de estar personalizada con mi nombre bajo el logo de la empresa. Era pretenciosa, y por ende no me gustaba usarla, pero tenía que obedecer los protocolos para atender pacientes personalmente de modo que, por esta ocasión, no tenía más remedio que ponérmela. —Hola Pischis —saludé a la duende recepcionista mientras revisaba la agenda de su mesa —¿cuántas personas tenemos para donaciones? —Once, doctora, algunos sin cita... solo dos —dijo, sin levantar la vista del computador. Sus dedos se movían sobre las teclas a gran velocidad, pero al fijarme en la pantalla pude notar que estaba redactando una especie de novela romántica. ¿Pero qué les pasaba a todos los empleados? Suspiré hondo, clamando paciencia. Aquél no era mi problema sino el de mi madre. —¿Cita con quién? —pregunté, pero imaginé cual sería la respuesta antes de que me la dijera. —Con la doctora Finnigan, pero aún no ha terminado de resolver sus asuntos ministeriales y pidió licencia por varios días. —¿Y porqué no se movieron las citas? —Ya se les ha dado el pago por la donación. Me le quedé mirando, aunque ella no había dejado de teclear un solo instante. A mi lado, Carrow ya había notado mi contrariedad y comenzaba a removerse nervioso. Entorné la mirada hacia él, y con una expresión en mi semblante que indicaba que no era buen momento para jugárselas conmigo puse la agenda en sus manos. —Vas a encargarte hoy, ¿cierto? —S-si, doctora. Yo me encargo. Asentí en aprobación a su respuesta para luego pasar la vista por los visitantes examinando visualmente cada uno de ellos. No había nadie que llamara mi atención. —Son doce —indiqué, tras haberlos contabilizado rápidamente —Si, hay una señorita que viene por un asunto de fertilidad. —No tenemos Ginecobstetras. —Ya pagó la consulta —respondió, llenándome de ganas de apagarle el computador para que perdiera todo lo que había escrito, pero como si me hubiese leído el pensamiento, hizo click en el comando de guardado. Exhalé con fastidio. —Está bien, yo me encargaré de ella. ¿Quién es? Pischis levantó la mirada y me indicó donde se hallaba sentada la joven bruja apuntándola con uno de sus nudosos dedos. La recepcionista no le había tomado ni el nombre pero eso no la detuvo para llamar la atención de la chica y hacer que se acercara al escritorio de recepción mientras Carrow ya comenzaba a llevarse a los donantes de sangre al laboratorio. Le dirigí una sonrisa a la bruja. —Acompáñame, por favor —le indiqué, caminando hacia el pasillo contiguo donde esperé a que me alcanzara antes de dirigirme con ella hasta la tercer puerta. Dado que no tenía un consultorio fijo en el primer piso, la sala de reuniones me era adecuada para hablar con la joven—Adelante —indiqué, tras abrir la puerta. Al centro de la habitación, y frente a una enorme pantalla de plasma que lucía el logo de la empresa, había una amplia mesa de conferencias rodeada de cómodas sillas reclinables —Toma asiento donde gustes —volvía a indicar, mientras yo misma tomaba asiento dando la espalda al minibar. Dejé que se pusiera cómoda antes de volver a hablar —Bien, por favor dime tu nombre y háblame de tu situación... @@Eva Harton
  7. —Que increíble y hermosa mañana está hoy, ¿no lo cree, señorita Triviani? —No empieces, Carrow. —Hace tiempo que no la veíamos por aquí, ¿dónde ha estado? —No sabía que tenía que rendirte cuentas a ti, ¿vas a darme lo que quiero o no? —Lo siento, doctora. Esperé a que mi diminuto empleado terminara de preparar mi café. Yo no tenía idea de cómo preparar esas cosas en la máquina de café instantáneo y siempre que deseaba alguno cuando me mantenía en los pisos inferiores del laboratorio había alguien que me lo hacía llegar hasta allí. Esa mañana escaseaba el personal, y yo no tenía idea del porqué, pero no iba a estar interrogando a los empleados para hacerles ver que no tenía idea de la administración del negocio. Que realmente no tenía idea, pero nadie tenía por qué saberlo. Lo único que a mi me importaba era lo que sucedía en las salas de laboratorio y aunque mi ausencia se había prolongado lo suficiente como para dejar desatendidos los experimentos y los trabajos de investigación, solo tenía que revisar las bitácoras, el registro de las entradas y salidas a las salas, y los resultados de las pruebas realizadas además del estado de los sujetos de pruebas, y con ello ya me había puesto totalmente al día en en menos de una hora. Carrow se tomó el tiempo para ponerle la tapa al vaso desechable del café, y yo no podía saber porqué les encantaba demorar los procesos cuando estaba presente, como si de alguna manera disfrutaran de mi compañía y olvidaran que podía hacerlos trizas en segundos. Eso no estaba nada bien. Ya no había respeto alguno. Cuando me estiró el vaso sus labios mostraron una enorme sonrisa, descubriendo su dentadura de un blanco impecable. —Gracias, ya puedes regresar a tus asuntos —indiqué, tomando el café con mi mano. —¿Bajará al quinto piso, doctora? Puedo escoltarla hasta allí —No, tengo cosas que hacer aquí arriba —respondí, dando media vuelta para ya largarme de allí —. Adiós. Me dirigí hacia el pasillo principal alejándome de la recepción, deteniéndome brevemente frente a la puerta del despacho de mi madre. ¿Habría llegado ya? Seguí mi camino, segura de que en cuanto llegara y la secretaría le chismeara que había venido a trabajar no demoraría en hacerme llamar a su oficina. Al llegar a la primera puerta a la izquierda desactivé la protección para entrar por los archivos confidenciales que necesitaba para trabajar y que recientemente había añadido tras mi viaje de investigación fuera del país. Planeaba pasarme allí un par de horas poniendo en orden toda la información que había recabado. Estaba deseosa de ponerme manos a la obra con la siguiente fase de la investigación sobre el extraño y legendario dragón azul, y comenzar a fabricar los primeros genomas que me ayudarían a crear el primer ejemplar incubado para su estudio. No podía evitar pensar en lo feliz que Oliver estaría con todo aquéllo si las pruebas resultaban efectivas. Estaba dando un paso más en nuestra relación, y no me refería a nuestra situación marital, sino a la investigación que nos mantenía unidos. Mientras más pronto terminara con esto, más rápido podría deshacerme de él y ese absurdo contrato nupcial.
  8. Nota mental: no alimentar a los elfos con la comida sobrante del laboratorio. Busqué en los bolsillos de mi chaqueta las pastillas regeneradoras pero entonces recordé que había utilizado la última en el saco humano de sangre al que le encajaba los colmillos cada mañana antes de salir hacia el trabajo. Gruñí de fastidio al pensar que tendría que aparecerme en el laboratorio para buscar más de aquéllas, lo cuál resultaba contraproducente porque me había tomado el día libre. Si ponía un pie allá no me dejarían salir jamás con toda la pila de pendientes que mi incompetente asistente no daba abasto. ... o podría dejar a los elfos tal como estaban, esperar a que los síntomas desaparecieran por sí solos, y encargarme de los quehaceres yo misma pero, ¿a donde iba ir mi día de descanso?. Resoplé, saliendo del cuarto de servicio y atravesando rápidamente la cocina para olvidarme del asunto de los elfos y de cualquier obligación hogareña del que debiese hacerme cargo. No importaba que la finca estuviese patas arriba un día ¿que demonios podría pasar? Me olvidaría de todo y me encerraría en mi estudio sin preocupaciones durante una o dos horas para sumergirme en una enriquecedora lectura, y quizás enviaría una misiva a Tommy. No, primero enviaría la misiva a mi mellizo y luego me pondría a leer, consciente de que no me podría concentrar pensando en lo que pondría en la carta. Atravesé el complejo de pequeñas cabañas que habíamos logrado montar sobre el lago de los terrenos. Hace meses que debía haber iniciado los trámites necesarios para ponerlas en alquiler, pero la paz que reinaba en el lugar me era tan valiosa que no teníamos ningún inquilino en ellas. Arlet y Baelfire se hallaban de viaje, y Tommy parecía haberse encariñado con aquél hospicio, por lo que solo éramos los elfos, mi saco de sangre y yo, aunque mi presencia era limitada por mis largas horas de trabajo en el laboratorio que había creado con mi madre. Miré hacia atrás antes de ingresar en mi estudio, una pequeña biblioteca de dos pisos con estanterías en las cuatro paredes que llegaban hasta el techo. Al centro, una larga mesa llena de pergaminos, libros apilados que había terminado de leer y un centro de investigación que había montado con un par de computadoras donde podía hacer pleno uso del internet. El lugar estaba aislado de toda magia, por lo que los instrumentos tecnológicos funcionaban a la perfección, y en un espacio del segundo piso había instalado un centro de entretenimiento que rara ocasión utilizaba. Mi lugar favorito en todo el lugar. Mío... aunque Oliver tendiera a saltarse algunas reglas y viniese a molestarme de vez en cuando; para su fortuna, ya me estaba aclimatando a su presencia aunque no me gustaba hacérselo ver. Fui directamente hacia la mesa, sacando de un cajón inferior un pergamino en blanco, antes de sentarme y comenzar a redactar la carta para Tommy. Una pequeña misiva que constó de un largo monólogo escrito que abarcó ambos lados del pergamino; no me costaba ponerme parlanchina con él, y sabía lo mucho que le encantaba a mi hermano que fuera detallista con las cosas que le contaba. Finalmente, puse la carta en un sobre y envié al Clairmont con una lechuza que descansaba en el aviario superior de la biblioteca; fue entonces cuando volví a la planta baja, tomé el libro que había estado leyendo esa semana con intención de terminarlo de una vez por todas, tirándome en el suelo alfombrado al pie de un sofá que decoraba un rincón.
  9. ID: 121400 Libro de Hechizos: Libro de la Fortaleza Justificante de compra del Libro (Link al post del Concilio de la bóveda trastero): Justificante Link a la Bóveda: Bóveda No. 112585 Link a la Ficha: Frankie Triviani EDITO para poner el justificante correcto
  10. ID: 121400 Nick: Frankie Triviani Link a la Bóveda Trastero: Bóveda No. 114034 Link a la Bóveda de la cual se hará el descuento: Bóveda No. 112585 Link al Premio obtenido (en caso de gala/concurso): --- Fecha: 2021-01-30 Objeto: Nimbus 3000 Puntos: 20 P Precio: 1000 G Objeto: Águila de la Sabiduría Puntos: 80 P Precio: 4000 G Total de puntos: 100 P Total de Galeones: 5000 G
  11. ID: 121400 Nick: Frankie Triviani Link a la Bóveda Trastero: Bóveda No. 114034 Link a la Bóveda de la cual se hará el descuento: Bóveda No. 112585 Link al Premio obtenido (en caso de gala/concurso): --- Fecha: 2021-01-30 Poción: Doxycida Puntos: 10 P Precio: 500 G Poción: Remedio para quemaduras Puntos: 20 P Precio: 1000 G Total de puntos: 30 P Total de Galeones: 1500 G
  12. Planilla de compra: ID: 121400 Nick: Frankie Triviani Link a la Bóveda Trastero: Bóveda No. 114034 Link a la Bóveda de la cual se hará el descuento: Bóveda No. 112585 Link a Tópic de la clase o a la prueba: -- Nivel Mágico: 8 Fecha: 2021-01-30 Nombre del producto: Libro de la Fortaleza Consumible o Libro de Hechizo: Libro de Hechizo Nivel (del libro): 5 Precio: 5000 G Precio total: 5000 G
  13. ID: 121400 Nick: Frankie Triviani Link a la Bóveda Trastero: Bóveda No. 114034 Link a la Bóveda de la cual se hará el descuento: Bóveda No. 112585 Link al Premio obtenido (en caso de gala/concurso): --- Fecha: 2021-01-30 Objeto: Lazo del Diablo Puntos: 20 P Precio: 1000 G Objeto: Flauta de Sheena Ktam Puntos: 80 P Precio: 4000 G Total de puntos: 100 P Total de Galeones: 5000 G
  14. Vengo a botar al abuelo. Ah no, así no era. *Revisa su papelito donde anotó su discurso* Mi voto es para AARON BLACK LESTRANGE, y discursito no hay :v venga que no voy aburrir a nadie siendo que tampoco he estado muy participativa dentro del bando PEEERO siento que de ambos candidatos es a quien más he visto trabajando este año como Ministro, además de haber propuesto muy buenas tramas de rol que han logrado revivir un poco este lugar. Además... Ah xD No, solo eso. BAIS.
  15. Regresé con mi hermano, quien ya estaba inspeccionando el desastre que había causado junto a Oliver horas atrás, y comenzaba a apilar los maderos con ayuda de su varita. Me acerqué, haciendo crujir la madera podrida bajo mis pies, y algún otro cacharro que había quedado bajo los escombros de la cabaña; mis ojos registraron el curso del sol por el cielo, atisbando que solo nos quedaban un par de horas antes de que la noche nos cubriera. —Oliver estará más que complacido con tu presencia aquí, yo se lo que te digo —expresé, dedicando a mi hermano una sonrisa y un guiño. Oliver y yo había hemos hecho paces esa mañana, pero seguro sería más que obvio para el castaño la influencia que mi gemelo tenía en mi humor. No le convenía en nada hacerle sentir que no era bienvenido —. Además, sus planes son hacer de este lugar una especie de comuna... Arlet, la chica de cabellos rojos que viste hace un rato, y Baelfire también se quedarán. Escudriñé su rostro cuando resalté el nombre del Peverell, divertida por el inesperado interés de Thomas hacia el neerlandés. Estaba esperando a que él agregara algo más, pero mi gemelo se quedó pensativo un momento, así que aproveché para sacar la varita y ponerme a limpiar el terreno a su lado. Pensé que con la llegada de la noche podríamos hacer un buen uso de la madera servible y hacer una buena fogata; no tenía caso reutilizarla para la reconstrucción si ya había mandado por madera nueva, de modo que hice una pila aparte para el fuego. Nos tomó tan solo unos minutos despejar el terreno, dejando intacto el grueso madero de la columna principal que había sobrevivido al derrumbe. Me acerqué, observando el lugar en el que mi pie había roto la madera. El soporte había sido vencido por mi fuerza, pero no había eliminado su resilencia. —¿Crees que puedas tallar esto? Sería un bonito tótem para los dioses —sugerí, recordando un segundo después que quizás era la única allí que sentía respeto por las antiguas deidades nórdicas. A veces, incluso, aún pedía consejo de Odín y Frigga —, o de lo que se te ocurra. No quisiera remover esta columna, pero sería irrespetuoso no darle un buen uso. En aquél momento aparecieron nuestros elfos con bolsas de compras en sus manos, les acompañaba un elfo más y un hombre con pinta de leñador. Adiviné que se trataba del agente de ventas de la madera y herramientas que había pedido. Me acerqué para hablar con él. —¿Se-señorita Triviani? —preguntó, mirándome con los ojos muy abiertos. Asentí levemente. El hombre titubeó pero le hizo una seña a su elfo, que chasqueó los dedos para hacer aparecer mi pedido. Largas tablas y fuertes vigas de madera se apilaban a su espalda, suficientes para construir al menos diez cabañas. Lo demás estaba amontonado sobre una larga mesa de trabajo, que sería muy útil para armar los planos y trabajos menores a detalle. —¿Está todo? —Zi, señolita —atendió Esaús, antes de que el mago se propusiera decir algo. Él y Posho parecían mas aliñados. Hice aparecer una bolsa de galeones, que tendí al vendedor, además de una extra más pequeña. —Esto es por la urgencia y la pronta atención, espero que sea suficiente. @@Thomas Clairmont
  16. Aguardé a que mi presuntuosa madre terminara su transacción y respondiera mis preguntas. En aquél momento estaba inspeccionando su compra, desfilando frente a los miserables hombres que habían tenido la desgracia de caer en manos de esclavistas, y que ahora tendrían la oportunidad de convertirse en nuestras pequeñas ratas de laboratorio. Me fue imposible no atender algunas ideas que ya se formulaban para ellos dentro de mi mente. Pobres miserables. A nuestro alrededor el gentío se dispersaba, por lo que yo me sentí un poco mas relajada. No obstante, las miradas seguían clavadas en nosotras, pendientes de cada movimiento que dábamos. Zoella apuntó aquél hecho, como si fuera un motivo para vanagloriarse por ser una Triviani, cosa que yo no compartía en absoluto. Desde mi arribo a Inglaterra, y apenas hube usado el apellido de mis padres en público, tendía a causar las miradas de todos quienes me rodeaban y eso para mi era un fastidio, acostumbrada a operar en las sombras. Me explicó lo que ya sabía, pero dejé que se explayara. La caída del estatuto abría paso al descaro. Todas las actividades que se realizaban por 'debajo de la mesa' eran visibles ante todo el mundo ahora, pero quien sabe cuánto tiempo iba durar aquéllo. No tenía miedo, debía aclarar eso, y me daba igual que la comunidad mágica supiera que era afín a la trata de muggles, pero me gustaba tener tranquilidad y era muy posible que ahora nos convertiríamos en blanco de muchos grupos. Suspiré hondamente. —Darles poder a estas escorias, ¿es de eso de lo que me estás hablando? —inquirí, regresando la cadena a sus manos para que ella guiara a los hombres lejos del muelle. Caminé a su lado, con el deslumbrante sol sobre nuestras cabezas haciendo resplandecer mi dorado cabello —. No es un reto en absoluto para mi, Zoella, pero tienes que pensar bien lo que estás hablando. La codicia te nubla la vista. Miré hacia atrás, observando aquéllos muggles caminar tras nosotras, incapacitados para hacer cualquier otra cosa. Era posible que aquélla fuese su última caminata en el exterior siendo lo que eran: bolsas de sangre sin otro fin que llenar un espacio en nuestro mundo sin otro talento mas que la autodestrucción. En mis manos se olvidarían de lo que fueron, de lo que son... olvidarían hasta su nombre. —Te equivocas si crees que nosotros tenemos competencia, Zoella —espeté, sonriendo a mi madre. @@Zoella Triviani
  17. El lugar era una algarabía. Magos y brujas se acumulaban en la entrada del muelle donde Zoella me había citado, y era notorio que la pugna para comprar muggles había comenzado. Hacía semanas que se había llevado a cabo la inauguración del laboratorio, y era la primera vez que me pasaba por la cabeza la idea de que la Triviani había pagado por toda la gente no mágica que utilizábamos para su adecuado funcionamiento. Su calva era inconfundible entre el gentío, aunque era demasiado claro que todos quisieran mantener cierta distancia de la Triviani pues nadie se le acercaba en un metro a su redonda. La escuché lanzar una oferta mientras me acercaba y me colocaba a un lado de ella. —¿En serio vas a pagar por muggles? —inquirí, viendo como nadie se atrevía a mejorar su oferta y el hombre que lideraba la subasta accedía a entregarle los cinco hombres que había comprado. Me parecía un derroche innecesario de galeones, pero mi madre era una Triviani, y si podría demostrar que podía comprar lo que se le viniera en gana entonces eso haría. No era como yo lo haría... o lo hacía. Me consideraba una genuina flautista de Hamelin en lo que a atraer muggles a mis redes se trataba, la discreción siempre había sido imperante y jamás había sentido ninguna necesidad de evidenciar que los utilizaba, pero ante la caída del estatuto mágico el cinismo flotaba en el aire dentro de la comunidad mágica. No había mas máscaras, ni quien osara detener las "malas prácticas". De cualquier forma, no pagaría ni un knut a la causa. —¿Para qué me hiciste venir aquí, Zoella? —no soportaba el gentío. @@Zoella Triviani
  18. Nombre del Negocio: Thorank Extreme Adventure. Nombre de los propietarios: Thomas Clairmont y Frankie Triviani. Rubro al que se dedicará: Diversión y entretenimiento. Descripción: Situado entre el número 59 y 63 del callejón Diagon, se encuentra un espacio baldío lleno de una vegetación diligentemente cuidada que a simple vista da la sensación de ser tan solo un pequeño vergel. Un par de bancas de madera, situados a ambos lados de una vereda de piedras, separa el suelo de césped recién cortado. Un par de columpios que se vislumbran hacia el fondo del jardín reposan invitándote a tomar un descanso que se antoja revitalizador hasta que las escuchas hablar a ellas. Un sauce, un roble y un arce, de gruesos troncos y frondosos ramajes, fungen como centinelas en la entrada del pequeño vergel. En sus robustos torsos albergan, cada uno, una puerta mágica parlanchina que gustan de shushear a los caminantes del callejón, invitándoles de una y mil maneras a atravesar sus umbrales para descubrir el destino de sus diferentes portales. Cada puerta contiene tallada en su arco diferentes relieves que muestran escenas curiosas y divertidas de un parque de diversiones mágico, lugar al cual tienen la función de transportar. Pero ¡CUIDADO!, quizás te encuentres con que alguna de ellas no esté de humor y te deje encerrado en su interior por varias horas. Cada portal transporta hacia un vasto y extenso terreno de varias hectáreas, dividido en diferentes zonas en las que es posible admirar todo tipo de actividades recreativas. En la Sección A es posible encontrar todo tipo de juegos mecánicos y de azar en la que puedes ganar muchos premios, representando de forma exitosa un entretenido parque de diversiones al estilo muggle; en esta zona no querrás perderte de un paseo por la montaña rusa con sus pronunciados y altos descensos, o pasarte por la casa del horror donde te encontrarás con zombies de verdad. La Sección B es un amplio campo abierto de terreno irregular lleno de árboles, enormes rocas y trincheras entre la tierra suelta. Barreras hechas con barro u otros materiales, y madrigueras escarbadas en el suelo complementan el asedio para quienes desean enfrentarse a una batalla mágica de Paintball, o acudir a nuestros muy pronto famosos torneos de 'Capturar la bandera' y 'Centerflag', al igual que nuestra modalidad de juego 'Salvando al soldado Brayian'. (OJO: Nuestras varitas especializadas para el juego solo pueden lanzar balines de pintura, y algunas que otras sustancias sorpresa de dudosa procedencia. También cabe la posibilidad, que Brayian no quiera ser salvado y este todo el camino de regreso al fuerte, metiéndose en problemas). En nuestra Sección C se erige un pequeño edificio de enormes proporciones interiores que alberga un increíble y divertido parque acuático techado y aclimatado, donde podrás hacer uso de nuestros numerosos toboganes y piscinas refrescantes. Pero si lo que prefieres es conseguir un perfecto bronceado, también contamos con piscinas en el exterior, donde también podrás realizar actividades de surf y encontrar nuestro rally de flotantes. Cuenta con sector de niños vigilado por un pulpo amistoso. La Sección D está destinada para la zona de comestibles, justo al centro de todo el parque. Un amplio círculo, limitados por food trucks que tienen a la venta una gran variedad de alimentos, bebidas y golosinas, patrocinadas por diferentes y famosos negocios del callejón Diagón, ofrecen el mejor lugar para llenarse las barrigas. En el interior del circulo, se encuentra un gran domo que cubre todas las mesas, en las que puedes esperar tus alimentos bajo su sombra. La Sección E acapara las zonas aéreas de todo el terreno, lleno de obstáculos suspendidos en el aire, por donde cruzan los jugadores de nuestros rally sobre escobas. La sección también incluye una pequeña enfermería y un almacén de renta de escobas en la zona suroeste del parque, donde incluso se puede encontrar un campo de quidditch donde puedes formar tus equipos y jugar nuestro mas afamado y amado deporte. Afiliados: Se aceptan afiliados. Todo afiliado perteneciente a la familia Triviani y Strange obtendrá 100 G por cada rol realizado con un mínimo de 10 roles mensuales. Criaturas: Objetos: Elfos: Coin (Elfo en Jefe) Loompas (Elfos generales) Nick con link a tu ficha de personaje. Thomas Clairmont Frankie Triviani Link a la ficha de tu familia. Familia Triviani Familia Strange Link a la bóveda de tu negocio. Bóveda No. Link al local del negocio. Topic de rol.
  19. Había perdido toda noción del tiempo. Solo sabía que era tarde, y hacía rato que los empleados se habían esfumado dejándome completamente sola en el laboratorio; también tenía conocimiento de que Zoella seguía en su oficina, pues no había pasado día desde la apertura que no se anunciara conmigo al llegar y al salir. Daba la impresión de que no desaprovechaba ninguna oportunidad de hablar conmigo. No me era molesto, pero era una sensación extraña. La Triviani se entrometía solo lo suficiente y notaba que se esforzaba por darme espacio, lo cual agradecía demasiado. El día inaugural habíamos pasado casi toda la tarde juntas mientras me mostraba las instalaciones que, por mucho, superaron todas mis expectativas, pero después de ello mi atención solo lo dedicaba al trabajo y solo la veía cuando ella me buscaba. Justamente estaba analizando un nuevo cultivo de células, mientras hacía algunas anotaciones interesantes cuando escuché su entrada en el quinto piso, donde yo me encontraba. Por cortesía, bajé el volumen del reproductor de música que tenía encendido para acompañarme, y que en aquél momento dispersaba por mi entorno las notas de una canción de rock suave; supuse que mi madre bajaba para despedirse, pero abrí los ojos con sorpresa cuando noté lo que traía en las manos. —No tenías por qué molestarte —interpuse, pero no había sido consiente de lo seca que tenía la garganta hasta ese momento. Me empiné el vaso y me terminé la sangre de un hito, sintiendo cada gota revitalizar mi cuerpo. Podría ser extraño, dado que trabajaba todo el día con muestras de sangre, pero no estaba bien beberme todo el material de trabajo; el secreto estaba en contener la respiración cuando comenzaba a volverse insoportable. —Gracias, al parecer lo necesitaba. Ella bebía la sangre de su vaso de forma lenta y delicada, como queriendo alargar el tiempo. —¿Como fue? —inquirí tras un instante, sin poder contener la curiosidad. Me acerqué al microscopio y miré a través del ocular para analizar una nueva muestra que puse en la platina —¿cómo fue que te convertiste?. Aguardé, sin dejar de trabajar, a que ella me contara la forma en que había dejado de ser humana. Cuando. Dónde. Quién. Ni siquiera sabía cual era su edad exacta, y pensé que escuchar su historia sería una excelente forma de llenar el silencio entre ambas. Y en cuanto terminara formularía una pregunta más para evitar que volcara la conversación hacia mí, cosa que de verdad me incomodaba. Sin saber cuanto tiempo había pasado, la voz de la secretaria a través de la bocina llenó el piso anunciando la llegada de Jeremy al laboratorio. No me sorprendía en absoluto, pues ya había contemplado que no tardaría en hacernos una visita; no obstante, habría preferido que tardara más. Dirigí una mirada significativa a Zoella bastante clara con la que silenciosamente le decía "venga, atiéndelo tú". @@Zoella Triviani @
  20. Tuve que hacer un tremendo esfuerzo por ahogar la risa. No tenía idea de cuáles eran los nombres anteriores de ambos elfos, pero era difícil imaginar que fuesen peores que los que les puso mi hermano; de cualquier manera, las criaturas no presentaron queja, de modo que lo dejé pasar. Un constructor y un chef, aunados a los servicios comunes de limpieza, parecía ser que la ayuda caía atinadamente desde el cielo. —¿Qué lebemoz complal? —preguntó Esaús tras las indicaciones de mi hermano; miré a mi gemelo, pero éste se quedó en blanco y no dijo nada, entonces comprendí que los había mandado a la tienda solo por darles una orden y en realidad no había pensado en lo que debían comprar. Me reí por lo bajo e intercedí. —Necesitamos que vayan y soliciten un cargamento de buena madera y herramientas para construcción, tendrán que ir más lejos —saqué la varita e hice aparecer una hoja de pergamino donde anoté algunas cosas —, no tendrán ningún tipo de problema por pago si les dan mi nombre. Frankie Triviani. Será pago contra entrega en los terrenos Strange, no olviden mencionar la propina para que no demoren. Me quedé pensativa un par de segundos, haciendo un inventario mental de todo lo que había visto en la tienda de Oliver. Tenía las alacenas muy bien abastecidas, por lo que si a víveres nos referíamos no había mucho que apuntar. —Tras ello irán a la tienda y traerán todo cuanto a frutos secos puedan encontrar —agregué, después de todo debía mantener a mi hermano lejos de la sangre. Ya se había alimentado, pero sabía por experiencia que a veces no bastaba con hombre y medio —. Eso será todo, vayan. En cuanto se pusieron en marcha, Thomas me tomó en sus brazos sin que yo pudiera evitarlo y comenzó una carrera de regreso. Pensé que me iba a tirar al agua del estanque, pues había advertido aquélla traviesa sonrisa asomar por sus labios, y ya me había preparado para hacerlo caer conmigo si lo intentaba pero cambió de idea al final y se fue de largo. En cuestión de segundos estuvimos de nuevo frente a la tienda de Oliver. Tomé la mano de mi hermano e hice aparecer un billete de juguete —Gracias, guarde el cambio. —me reí junto con él, mientras sondeaba el terreno y agudizaba el oído para darme cuenta de que los otros seguían comiendo dentro de la tienda. Además bebían cerveza y el coro de voces daba a entender que estaban muy animados allí dentro; por supuesto que no iba a interrumpir, si lo hacía quizás me vería obligada a socializar, y yo siempre rehuía a siquiera hacer el esfuerzo. Me giré hacia mi gemelo y asentí con una sonrisa —Si, será mejor que empecemos, solo déjame avisar que estamos de regreso. Di unos pasos hacia la tienda, y asomé medio cuerpo por la entrada. Lo primero que enfoqué fue a una hermosa serpiente que se erguía desde el interior de un bolso que estaba junto a Arlet, y con pesar pude darme cuenta de que el farikal había sido devorado; les mostré una sonrisa a los tres cuando se percataron de mi presencia. —¿Que tal todo? —saludé —Solo vine a avisar que Thomas y yo estaremos apilando para adelantar un poco el trabajo... por favor, continúen con su charla, no es necesario que ayuden justo ahora —agregué, notando que Oliver había hecho ademán de levantarse, realmente deseando que el ánimo de la tienda no decayera —. Cualquier cosa estaremos afuera. @@Thomas Clairmont @@todos los demás.
  21. Thomas no demoró en aceptar e intentó deshacerse de los barrotes que privaban de toda libertad a los elfos. Tal y cómo me lo había parecido, la celda estaba reforzada con magia que jamás cedería ante la fuerza fisica, motivo por el cual mi hermano no movió ni un poco las barras de acero pese a su condición de vampiro superdotado. Le hice una seña, sacando mi varita de su escondite, para recitar un contra hechizo en un murmullo bajo mientras él trataba de comunicarse con las criaturas para apaciguarles. —Están hablando élfico —le indiqué a mi hermano, cuando la cerradura se abrió con un ligero 'clic', cediendo ante mi magia —, generalmente se les tiene prohibido hablar en su lengua, pero al no tener dueños pueden hacerlo sin problemas. Ven... Tomé a mi hermano de la mano, y le hice retroceder conmigo unos cuantos pasos atrás, permitiendo que los elfos se sintieran seguros de salir de su cautiverio, aunque era muy evidente que el terror seguía poseyendo sus cuerpos; seguramente nos habían visto comer, y el aire arrastraba el aroma de la carne chamuscada de sus carceleros. Temblaban y sollozaban, como el chirrido de una puerta oxidada; me di cuenta entonces que debía interceder. —Salgan ahora —demandé, con voz autoritaria —, mi hermano y yo les hemos salvado, lo mínimo que pueden hacer es obedecer y salir de allí. !Ahora! Como si hubiesen recibido una descarga eléctrica, ambas criaturas se levantaron y salieron de la jaula. En ese momento me di cuenta que iban desnudos, y las costillas se les marcaban en la piel; ambos estaban en muy mal estado. No obstante, una vez que bajaron de la carreta, se quedaron quietos frente a nosotros con la mirada clavada al suelo. —Muy bien —continué —como ya les dijo mi hermano, les daremos la oportunidad de irse y ser elfos libres si así lo desean, pero también pueden optar por venir con nosotros. Júrenos lealtad, y les tomaremos a nuestro servicio... no les hará falta techo, comida, ni trabajo. Sobre todo trabajo. Si esto es lo que deciden entonces necesitamos que vayan y busquen algo con lo que puedan vestirse. Los elfos se miraron entre sí durante un segundo, pero no dudaron en ir en busca de cualquier tela que les fuera funcional. Tal y como siempre, aquéllas criaturas preferían la esclavitud por encima de su libertad, eran muy raros los casos en que estos preferían ser libres, pero éste no lo era en absoluto. Apenas si podían caminar, pero lograron agenciarse un par de telas que habían pertenecido a los mercaderes antes de volver con nosotros e hincar una rodilla en el suelo en clara seña de servidumbre. —Thomas ha preguntado por sus nombres, díganos antes de que nosotros decidamos ponerles nuevos... y no serán lindos. @@Thomas Clairmont
  22. Cruzando en la esquina que da entrada al callejón Horizont, se encuentra oculta una peculiar puerta de madera de Álamo temblón, envejecida y algo gastada. Enmarcada en una pared de ladrillos de una amplia gama de grises. Lograbas ver en la zona superior de la puerta una imagen de hierro, donde se encuentra la quimera que da nombre al laboratorio. La puerta es abierta únicamente al realizar tres toques, en forma de triangulo y al sentido de las agujas del reloj. Permite la entrada a una inmensa sala, con un fuerte olor aséptico, parecido al de los hospitales muggle. Los inmuebles todos blancos, decoraban la estancia de paredes gris francés, una recepción negra con un acrílico blanco del logo en frente, daba a una duende el espacio de secretaria mágica, remitía las llamadas a la oficina y contestaba correos y demás en la moderna computadora dispuesta para ella. Muebles de espera pegados a la pared junto a una pequeña estantería de revistas y una mesa de café daban las veces de sala de espera. A su costado, una mesa mantenía botellas de agua apilados junto a una maquina de café instantáneo, a su costado una maquina expendedora con hechizo autorellenable que contenía desde golosinas y bebidas muggles hasta productos de Honeydukes. Del lado izquierdo de la recepción, una puerta negra ocultaba la oficina principal del lugar, oficina que la propietaria administrativa usaba para llevar a cabo el papeleo de sus negocios legales e ilícitos. Oficina donde a su vez se reunía con los clientes que acudían de forma inocente al laboratorio. El amplio pasillo a la derecha de la recepción llevaba a cinco puertas. La primera puesta a la izquierda cerrada bajo un fuerte hechizo protector, defensora de los miles de documentos confidenciales que las propietarias guardaban secretamente, y ocultaban el papeleo de miles de experimentos que realizaban a plantas, criaturas mágicas, animales e incluso muggles que secuestraban. La segunda puerta, también a la izquierda daba apertura a una sencilla sala de análisis donde realizaban las investigaciones relacionadas a la genética mágica y procedimientos sencillos de estudio sanguíneo. Diferentes maquinas de grandes tecnologías y de ultima generación daban los estudios más especializados y costosos del país. La tercera puerta, siendo la primera del lado derecho daba las veces de salón de conferencia y reuniones, donde las propietarias se reunían con todo el personal e incluso con sus mejores clientes, una amplia mesa con cómodas sillas abarcaba el centro del lugar, al fondo una televisión plasma mostraba el logo del laboratorio, un minibar a la izquierda con una amplia linea de licores, y a su lado contrario un cumulo de diferentes sustancias ilícitas otorgaba tentación a los visitantes de la habitación. La cuarta puerta, a un lado del salón de conferencia da entrada a un banco privado de sangre. Las propietarias reciben donantes constantes, e incluso extraen la sangre de los cadáveres de sus sujetos de prueba, justo antes de que la sangre pase a ser obsoleta. Las brujas dicen que la sangre es donada a quien lo necesite, cuando la realidad es que son dueñas de una amplia red de trafico de sangre, desde las más conocidas por la gente hasta las más extrañas jamás vistas. Y la ultima puerta, al fondo en medio de todas, era una puerta que se abría con facilidad pero daba la bienvenida a una sala de reconocimiento, las tecnologías más avanzadas pedían a quien cruzara por ella un reconocimiento que empezaba por la lectura del iris, pasaba a una muestra de saliva, seguía con un estudio de las estructuras anatómicas y finalmente terminaba con un reconocimiento del ADN oculto en los vellos de las pestañas (puesto que la Triviani mayor era calva). Solo dos personas tenían total acceso a esta área, Zoella Triviani, Frankie Triviani junto un acompañante que entre con ellas al lugar luego de dejar una muestra de sangre extraída por un piquete en el dedo indice de la mano derecha. Realizado el proceso de reconocimiento se abre una compuerta que da al descenso de unas escaleras que lleva a un amplio laboratorio mágico de investigación y modificación genética, donde se pueden observar un grupo de mesas de investigación, ahí se encuentra el espacio dedicado a la investigación biológica de plantas junto a respiradores con enredaderas que otorgan el aire a todos los pisos subterraneos, una pequeña compuerta da apertura justo a donde ponen a prueba las plantas y un largo pasillo que lleva a un ascensor, donde se ocultan diferentes pisos. En el segundo piso subterráneo, guardan en habitaciones aseguradas con la tecnología carcelaria más avanzada la gran cantidad de experimentos, realizados por la Especialista de Investigación en Hematología y Genética Mágica Frankie Triviani. Al final de las habitaciones, una amplia cantidad de bóvedas especiales, donde las brujas encierran a los experimentos más peligrosos y altamente delicados. En el tercer piso subterráneo, una plataforma donde se llevan a cabo las operaciones genéticas más importantes de toda la investigación y experimentación de Quimera Lab. Inteligencia artificial suspendida desde el techo que controla en todo momento lo que los científicos bajo un maleficio controlador le ordenan desde la habitación de control, cumplen las ordenes de Frances Triviani, investigadora en jefe. Trabajadores muggles colaboran a la inteligencia artificial, cumpliendo con el trabajo del cual les ha sido obligados a cumplir. Por un pasillo a la derecha, una gran habitación mantiene en almacenes con químicos especiales, a los cuerpos de los experimentos en proceso Cuarto piso subterráneo, aloja la división de investigación genética en biología marina, un espacio con estanques especializados para el almacenamiento de criaturas creadas y robadas por el laboratorio. Quinto y ultimo piso subterráneo, guarda diferentes tipos de laboratorios pequeños, donde ejecutan los experimentos más locos y descabellados jamás pensados, modificaciones genéticas y mezclas entre los ADN de todo lo que a Frankie Triviani se le puda ocurrir. Afiliados: Se aceptan voluntarios para los experimentos realizados clandestinamente en el laboratorio. Todo perteneciente a la familia Triviani obtendrá 100 G por cada rol realizado (Deberá tener un mínimo de 10 roles mensuales). Criaturas: Objetos: Elfos: Link al topic de registro. Quimera Lab (MM).
  23. Habría preferido mejores bocadillos, pero era lo que había. De un momento a otro, habíamos pasado de analizar la situación escondidos en las sombras a tener en nuestras manos a dos mugrientos mercaderes que habían cometido el error de instalarse en aquél camino; se encontraban ebrios, en medio de un festejo que perdía todo sentido ante nuestra irrupción. —Bebe —le indiqué al hombre que tenía frente a mi. Mi hermano había ido por el otro, y no había dudado en dejarlo inconsciente antes de hundirle los colmillos. Yo había hecho lo propio, empujando al otro hombre contra la carreta que utilizaban para acarrear la celda. El golpe le había confundido, y de inmediato lo giré para inmovilizarlo, usando mi antebrazo en su cuello con fuerza para estrangularlo un momento hasta dejarlo sin aire, y hacerle caer al suelo. Me acuclillé frente a él, y levante su rostro para fijar sus ojos en los míos mientras tosía. —Bebe más —exigí, unos minutos después, habiendo llenado el cuenco de vino del que ambos harapientos habían estado tomando y ponerlo nuevamente en su mano. Ya se había bebido cuatro, pero estando bajo mi hipnosis no podía hacer menos que obedecer. Tomé el cuenco vacío y lo limpié usando un aguamenti para quitar el resto de vino barato en él. Thomas ya había acabado con el otro tipo, el cual no era mas que un saco de carne completamente vacío tirado en el suelo; en ese momento mi hermano se acercaba a los elfos, deseando el postre. —Déjalos, te compartiré del mío —exclamé, tras lo cual le sonreí a mi comida y éste me regresó otra en respuesta, completamente enajenado. —Tu brazo. —le pedí, con voz suave, casi dulce, y éste lo tendió para mi. Me saqué el anillo que llevaba en el pulgar, activando la pequeña y afilada cuchilla que tenía escondida. La hundí bajo la muñeca del mercader, haciéndole un corte fino y limpio. La sangre comenzó a brotar, y puse el cuenco bajo él para llenarlo con ella. El sucio mercader me miraba fijamente, y sonreía cada vez que fijaba mis ojos en él. Usé un poco de mi saliva para cubrir la herida cuando el cuenco se llenó, haciendo que la sangre dejara de correr, y me lo bebí todo. Dulce ambrosía de los dioses recorriendo todo mi cuerpo. Me relamí los labios, y volví a abrir la herida para llenar el recipiente de nuevo, el cual le ofrecí a Thomas. —Deberíamos liberarlos —consideré, un momento después, cuando drenamos toda la sangre de ambos hombres. Me había levantado, y acudí a revisar a los dos elfos temerosos que cargaban. La celda era de acero, y estaba reforzada con magia de la que las criaturas no podían escapar, pero para nosotros sería muy sencillo —, quizás nos den su lealtad ¿quieres un elfo, tommy? —le ofrecí a mi gemelo, lanzando una sonrisa. @@Thomas Clairmont
  24. Me quedé pensativa unos segundos, inmersa en mis propias palabras. A pesar de saber que era Thomas con quien charlaba aún me era muy extraño escucharme hablar de temas tan íntimos con tanta naturalidad y franqueza, pero sin desear indagar más sobre el tema me dije a mi misma nuevamente que aquéllo no era más que la magia de Thomas y lo conectados que estaba con mi gemelo. Sus palabras entraban en mis oídos y se instalaban en mi pecho, haciéndome sentir paz. Pero, ¿enamorarme?. —Como si eso fuera posible —murmuré, riendo con clara ironía —¿Sabes? Yo realmente lamento mucho no haberte ido a visitar a la clínica antes, pero ahora que sabes quien es Zoella entonces creo que ya no tengo nada que me impida hacerlo —prometí, dando un suave apretón en la mano que tenía sobre mi rodilla —, y si lo deseas puedes invitar a Perséfone aquí, me gustaría conocerla. Thomas no tuvo oportunidad de responder, pues ambos fuimos alertados por un ruido extraño que sonaba no tan distante. Obviamente no eran Mooncalfs, pues aquél era un sonido metálico y rítmico. Nos levantamos, atentos, tratando de discernir lo que era y quién lo producía; sonaba humano. Sonreí cuando mi hermano me llamó Frankenstein, advirtiendo la amenaza de su postura antes de que se lanzara hacía mi. —Tal vez tengas mas fuerza, pero eres tan lento como un troll —exclamé tras esquivarlo y correr hacia la ribera del estanque, dando tremendo salto que me hizo estar del otro lado al siguiente instante. No me detuve, y seguí corriendo mientras seguía el curso que trazaba la melodía tribal a través de los grandes pinos, abedúles y arces. Podía escuchar a mi gemelo corriendo a un par de metros detrás de mi, hasta que pudo alcanzarme cuando disminuí la velocidad de mis zancadas. La fuente del sonido estaba ya frente a nosotros, y nos detuvimos a unos metros, ocultos tras la floresta. @@Thomas Clairmont
  25. Nuestras risas llenaban el claro, y me pregunté cuánto tiempo habría pasado de la última vez que aquél rellano en medio del bosque había albergado visitantes como nosotros, ¿o acaso seríamos los primeros?. Era difícil saberlo, pero de lo que estaba completamente segura era de que trataría de volver a este mismo lugar con mi hermano en el futuro; un lugar sólo para nosotros dos. Nuestro escondite secreto. —No lo sé —respondí francamente, cambiando de posición sobre el pasto, sentándome en posición india —, conozco a Baelfire desde el primer año en Durmstrang, y si algo sé es que siempre ha sido muy discreto en sus romances a pesar de lo popular que siempre fue —si lo pensaba un poco, jamás me había interesado por las preferencias sexuales del pelirrojo, y si lo pensaba un poco más, me daba cuenta de que no recordaba haberle conocido ninguna novia o novio en nuestros años de estudiantes —. Pero lo podemos averiguar... Pese a lo atractivo que podía estar pareciéndole a Thomas la idea, conocía lo suficiente a mi hermano como para saber que sus pensamientos habían entrado en una controversia, y cuando trató de explicarme el embrollo que tenía en su mente pude entender de lo que se trataba. No era difícil indagar sobre las diferencias temperamentales entre mi gemelo y yo. Thomas era sensible y emocional, y cuando no se trataba de él yo era una montaña de hielo. Era objetiva e impasible, y carecía de toda empatía. En base a ello, podría decirle a mi hermano que no temiera de salir con quien se diera la gana, que explorara su sexualidad hasta encontrar el lugar donde se sintiera mas cómodo consigo mismo; pero allí estaba, preocupándose por lo que sentía, y por lo que podrían sentir otras personas. Mi conflicto con Oliver no era igual al suyo. Yo no había tenido reparo alguno en decirle al castaño lo que sentía y no sentía por él sin tomar en cuenta sus sentimientos. Sólo habían importado los míos. Solo estaba importando mis apetitos. Sólo estaban importando mis intereses. Thomas me había preguntado si lo amaba, porque en un matrimonio es de lo que primero se habla, de amor. Y yo no creía poder sentir eso. El matrimonio se había vuelto para mi otro negocio, otro contrato. —No creo poder aconsejarte correctamente al respecto, Tommy —dije al fin, con gesto pensativo mientras arrancaba pasto con las manos de la misma forma en que Oliver lo había hecho horas atrás cuando hablamos. Me extrañó percatarme de aquél detalle —Solo... no les mientas jamás. Si no te sientes seguro, dilo. Si no te gusta algo, dilo. Si te gusta, dilo también... pero jamás les mientas. Todo empeora cuando mientes. Y no te mientas a ti mismo. Descubrir quién eres, qué es lo que te gusta y cómo te gusta es tu derecho. Averigua qué es lo que deseas primero, y luego haz las promesas que quieras. Esbocé una débil sonrisa cuando me reencontré con sus ojos. —Estoy segura que tú lo harás mejor que yo. @@Thomas Clairmont

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