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Frankie Triviani

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Todo lo publicado por Frankie Triviani

  1. Hola o/ Hace semanas que abrí tema nuevo para la apertura de mi bóveda trastero, pero creo que no llegué a avisar (en realidad no lo hice xd) y dado que no he tenido noticia alguna creo que debí hacerlo. Lo lamento si debía hacerlo así, solo que como no lo piden en el primer post pues no lo creí necesario. Solo quería saber si lo vieron o quedó olvidado, sin presión xD solo tengo la inquietud. Gracias de antemano c:
  2. Mi bebida estuvo en mi mesa un par de minutos después y, sin saber lo sedienta que estaba, me tomé medio vaso al primer sorbo. Notaba que más estudiantes entraban en la taberna, y mis ojos se alzaban cada vez que sentía abrirse la puerta principal ansiosa de ver al pelirrojo ingresar por ella; fue en una de esas ocasiones cuando alguien volvió a abrirla, dejando pasar una suave brisa que arrastró una fragancia muy familiar hasta mi mesa. En esa ocasión no tuve necesidad de levantar la mirada, pero seguí a Oliver con el rabillo del ojo hasta sentarse en una mesa a mi espalda. ¿Qué era lo que estaba haciendo allí? no tenía la más mínima idea, pero me percaté que se había subido la capucha en seña de no querer ser reconocido. Le resté importancia, dándome igual los asuntos que le llevaban a estar allí; ni siquiera supe si él me había visto. Por lo que me podía dar cuenta, aquélla pajarera estudiantil era más conocida y concurrida de lo que le había concedido al principio. La puerta volvió a abrirse un par de veces antes de que el Peverell ingresara en la taberna; tan solo verlo mi mente se llenó de recuerdos que se me antojaban demasiado lejanos pese a que realmente no había sucedido tanto tiempo. Le notaba más alto, y su cabello color del fuego mas encendido pese a los años; se acercó a la mesa cuando aquellos inusuales ojos amarillos se encontraron con los míos, moviéndose con aquélla ligereza tan propia de un deportista nato. Le di la bienvenida con una sonrisa. —Un poco, sí, pero ha sido mi culpa por llegar demasiado temprano, así que no te preocupes. No correrá ninguna sangre hoy —se acercó hasta mi, besándome la mejilla con tanta familiaridad que ni siquiera me inmuté. No pude evitar que mis labios volvieran a curvarse al escuchar el nombre por el que me llamaba, provocando que los recuerdos me inundaran de nuevo y me transportaran a nuestros años como estudiantes en Durmstrang —. Estoy bien, lo mejor que puedo estar aquí, en Inglaterra —entorné los ojos, resaltando la ironía. —La verdad es que esperaba este encuentro desde que recibí tu primera lechuza, ni siquiera sé cómo te enteraste de que yo estaba en el país, así que no me culpes si espero que sacies mi curiosidad. Pero primero —hice una seña al camarero para que se acercara —, ¿deseas algo de tomar?. @@Maekar Baelfire Peverell @@Oliver Gaunt
  3. El agua estaba fría y agradable cuando entré en ella, dejando que me cubriera un poco arriba de los talones. Dejé que mi cuerpo conectara con el lago, cerrando los ojos y llenando mis pulmones con el aire puro de la naturaleza que me rodeaba mientras la vitalidad del agua subía por mi cuerpo como un escalofrío y me relajaba de pies a cabeza. Podía sentir el sol escociéndome la mollera, haciendo lo propio, por lo que estando conectada con cielo, agua y tierra, el enojo fluyó fuera de mi cuerpo. Me quedé de pie allí un rato, hasta que decidí abrir los ojos y deleitarme con el paisaje hasta que el Gaunt terminara de acercarse. Pese a mi renuencia, admití para mis adentros que debíamos esclarecer lo que pasaba entre nosotros, fuera mucho o poco. No podríamos lograr una convivencia armoniosa si él creía que podía invadir mi espacio cada vez que le viniera en gana hacerlo, y yo iba a estar enojada cada vez que así fuera. Sentí su cercanía, y por el rabillo del ojo noté que me extendía una mano para hacerme salir del agua, queriendo convencerme con una advertencia sobre Grindylows. Yo no me inmuté, y seguí con la vista clavada en el azul del agua; ni siquiera cuando se disculpó sentí la necesidad de reaccionar, pese a la declaración que sus palabras implicaban. Cuando volví a mirar por el rabillo noté que estaba desvistiéndose con la intención de entrar al agua, fue entonces que me giré hacia él. —¿Que demonios estás haciendo? —inquirí, mientras salía del agua y me acercaba para subir yo misma su cremallera y cerrar sus pantalones, ignorando cualquier reacción de su rostro —. No hay tiempo para nadar... Me hice a un lado y volviéndome de nuevo hacia el estanque me dispuse a sentarme en el suelo. Levanté la mirada hacia el castaño, y palmeando el lugar a mi lado, le invité a sentarse junto a mi. En ese momento las nubes ocultaron el sol, llenando el prado de frescas sombras que se cernieron sobre nuestras cabezas; aspiré el aire una vez más. —Esto me hace recordar a esos breves almuerzos que teníamos en la reserva de Tromso ¿lo recuerdas? —pregunté, levantando la mirada del agua para recorrer los pinos y árboles que le franqueaban —. A diferencia de que el fiordo siempre estaba a medio congelar, habían dragones en vez de árboles y, por supuesto, teníamos el almuerzo ¿como era que llamabas a esos bocadillos que tu mismo preparabas? —entorné la vista hacia él un segundo, dirigiendo mis azules ojos al agua un segundo después —Como sea... creo que extraño esos tiempos —agregué, en medio de un suspiro. @@Oliver Gaunt
  4. Mis labios se torcieron en una mueca cuando él declaró el empate; estuve a punto de debatirlo al ver que un par de paredes de la cocina se habían mantenido en pie pudiendo derribarles con el golpe faltante, pero una fuerte brisa proveniente del sureste hizo el trabajo por mi. La oportunidad se me fue de las manos. Al igual que él, me dediqué un momento para sacudirme el polvo y escombro que tenía sobre la ropa y el cabello. —¿Por maderas inservibles te refieres a TODO? —inquirí con sorna, pensando que era mucho mas sencillo si nos disponíamos a separar la madera que aún podía servir, y luego prenderle fuego a todo lo demás. Volví a mirarle para registrar la expresión de su rostro, percatándome de que se había estado acercado a mi y ya le tenía enfrente. No lo esperaba, y mis cejas se arquearon ante la sorpresa —Claro que lo estoy —respondí, logrando atisbar en sus verdes ojos la resolución que en ese momento estaba tomando. No obstante, no le creí capaz, así que me quedé quieta. Oliver sabía lo que podía hacer si se atrevía y habíamos hecho un trato previo... y yo podía confiar en él... ¿Podía?... Ya estaba demasiado cerca, y entonces sentí sus manos que ya tomaban mi rostro... Solté una fuerte espiración cuando sus labios dejaron de presionar los míos y me soltó. Me quedé mirándole, sin poder dar crédito a lo que había sucedido, mientras el se alejaba; con la mirada clavada en su nuca, pude pensar en al menos una docena de maldiciones con las cuales podría hacerle bastante daño. Sin embargo, un pensamiento de diferente carácter cruzó mi mente durante un breve segundo ¿tan malo era dejar que me besara?... Sacudí la cabeza, !por supuesto que lo era!. Y no, no debía dejar que pensara que podía llegar a hacerlo sin sufrir consecuencias, de modo que saqué mi varita y le hice una zancadilla a sus piernas. Al instante perdió el equilibrio y cayó de bruces al suelo... o mejor dicho de cara. Mientras hacia el esfuerzo por levantarse, caminé en su dirección y le pasé de largo, dejándole atrás a él y a las ruinas de la cabaña hasta llegar al estanque; me quedé parada allí durante un momento, tratando de aclarar mi mente confusa y airada, y dado que no funcionaba, decidí quitarme los zapatos, remangar los jeans y meter los pies dentro del agua. @@Oliver Gaunt
  5. Me detuve frente a la taberna al momento justo del ocaso. La agonizante luz del sol se desvanecía en el horizonte mientras el edificio de deslavados ladrillos se revestía con sus trajes oscuros, y a lo largo de la callejuela se fueron encendiendo las lámparas nocturnas que salvaguardaban a los viandantes de la penumbra y los peligros que la noche ocultaba bajo sus faldas. No había pasado mucho desde mi última etapa como estudiante, pero durante aquél breve lapso de tiempo, teniendo tantas ganas de socializar como las de besar las mejillas de mis padres, jamás me había detenido por esos lugares. Vaya, que pensando en ello ni siquiera recordaba saber de su existencia, por lo que una parte de mi había acudido al lugar con la inquietud de que mi viejo amigo tal vez hubiese equivocado la dirección en la misiva que recibí aquélla mañana. Pero allí estaba, y crucé el umbral de la entrada con paso decidido. No había mucha gente, pero no estaba lo suficientemente vacío para mi gusto; aún así, recorrí la barra y las mesas con una mirada fugaz, asegurándome de haber llegado con suma anticipación a la cita. No necesitaba buscar en cada rostro, Baelfire siempre resaltaba en cualquier lugar, y ni siquiera se lo proponía; al menos así era como yo le recordaba. Me encaminé hacia una mesa vacía y limpia en un rincón tenuemente iluminado. Ya estando encaminada la primavera, me había puesto aquélla tarde un veraniego vestido color perla de tirante trenzado que se me ceñía a la cintura y caía un poco holgado en la falda hasta la mitad de mis muslos. Encima, una delgada chaqueta de mezclilla encima que hacía juego con mis zapatillas deportivas del mismo color. Sin mucho esmero, recogí mi rubio cabello en un moño por la parte de mi nuca del que se escapaban algunos mechones. Me senté, cuidando de que la falda no se me subiera, aunque no tardé en cruzar una pierna sobre la otra. Un minuto después, un mesero se había acercado para atenderme; no pretendía beber alcohol esa tarde, pero sí que se me antojaba. De cualquier forma, esperaría a que Bae llegara —Solo una soda de moras, por favor. @@Maekar Baelfire Peverell
  6. Me le quedé viendo durante un momento con el ceño fruncido en respuesta a sus palabras. Quise preguntar si con "hacerlo se vuelva una costumbre entre nosotros" se refería a concederle deseos o al deseo en sí, pero me aguanté las ganas. No importaba de cualquier forma si todo acontecería tal y como mis cálculos me aseguraban; no obstante, una parte muy pero muy en fondo de mi interior se hallaba presa de una inquietud que me era muy poco habitual. —Si, claro —lancé, secamente. Mis azules ojos pasaron de su rostro al grueso Atlas que sostenía la cabaña. Enderecé mi postura, aspirando una bocanada de aire mientras mis pies avanzaban en círculo a su alrededor conforme examinaba una vez más las fortalezas y debilidades del estoico anciano. Ya había identificado minutos atrás dónde sería mi primer golpe, pero ante lo que estaba ahora en juego no me podía permitir errar. Por fin, localicé el punto apropiado, reafirmando mis cálculos sin variación alguna. Le dediqué una fugaz mirada al castaño, advirtiéndole que estaba preparada, y volví a concentrarme en el punto en la corteza que necesitaba golpear con la suficiente fuerza para partirlo en dos. No era muy difícil, pero tampoco era trabajo para un humano común; afortunadamente, yo no lo era, y no hablaba solamente de mis dotes mágicos. Pocas veces tenía la oportunidad de hacer gajes de mi condición vampírica, así como de los talentos que su propia naturaleza traía consigo bajo el brazo. Generalmente no me gustaba actuar con ventajas, deseando medir mis capacidades en relación a las de quienes solían estar a mi alrededor. Eso suponía una mejor comprensión y mayor diversión ante cada circunstancia, pero en aquel momento no iba a lograr lo que me desafiaba hacer sin hacer uso de la verdadera naturaleza de mi fuerza. Di un paso atrás, colocando un pie delante del otro mientras doblaba ligeramente mis rodillas. El punto que había elegido para golpear me sacaba una cabeza de altura, por lo que sería menester dar un salto. Cada uno de mis músculos se tensaron antes de doblar un poco más las rodillas para utilizarlas como resorte y levantarme en el aire con facilidad mientras mi cuerpo giraba sobre su propio eje, lanzando una fuerte patada en la cruz que había marcado con mi mente. Un fuerte crujido se escuchó, y el tronco cedió ante mi golpe. Aterricé en el suelo un segundo después con la frustración encendida en mis ojos. Había golpeado más fuerte de lo que había querido, y en cuestión de segundos pude ver que el grueso mástil no solo se había partido donde mi pie se había hundido en su corteza, sino que el peso había hecho ceder en la parte inferior y se había fragmentado en dos partes. Por lo visto, el poste era mas largo en la parte profunda. Ante la menor variación de soporte, la cabaña entera comenzó a crujir, lanzando polvo y restos de madera antes de venirse completamente abajo sobre nosotros; reaccioné, lo suficientemente rápido como para tomar el brazo de Oliver y sacarle de allí a tiempo. Estando ya a salvo en el exterior, pudimos observar como la estructura superior caía completamente sobre el primer nivel, y como éste se desmoronaba bajo todo su peso, provocando una gran oleada de polvo tras el estruendo y crujir de los maderos que en cuestión de minutos se disipó en el aire. Hasta entonces, di un fuerte respingo; no debí haber dejado de abrazar mi teoría del principio que conllevaba un solo golpe. Miré a Oliver de reojo, y tras un segundo sonreí ampliamente y con cierta superioridad. Después de todo, no había utilizado más de dos impactos y la cabaña ya no era más lo que era. —¿No te había dicho un solo golpe? @@Oliver Gaunt
  7. Ignoré todos sus alegatos que no eran mas que exageraciones. Nadie tardaba un siglo en echar abajo y reconstruir una edificación... bueno, quizás él si, pero era precisamente lo que le estaba tratando de evitar. No volví a pronunciar palabra alguna, esperando que hiciese lo que le había pedido, sonriendo con cierta satisfacción al ver que me complacía. Noté como algunas líneas de expresión se marcaban en su rostro mientras se concentraba en descubrir todo lo que yo veía, teniendo que desviar la mirada hacia otro lado cuando noté que algo se removía en el interior de mi estómago. Me tomé un par de segundos en admirar el cielo mientras una renuente brisa se empeñaba en revolver los mechones de mi cabello suelto; la fragancia mezclada de los pinos y la vegetación que nos rodeaba impregnaba el ambiente, haciendo imposible que alguna cosa pudiese perturbarme en aquél momento. Finalmente, Oliver rompió el silencio para aceptar mi desafío. Enarqué una ceja al escuchar cómo subestimaba mi fuerza, y le regalé una sonrisa arrogante. Me dio ventaja de cinco golpes, pero yo pensaba tirar abajo aquélla cabañucha con uno solo. Desde luego, no hice ninguna réplica ya que no deseaba quedar como tonta si por alguna razón yo erraba mis cálculos. —Hecho. Me tomó tan solo un par de minutos dar una vuelta alrededor de la construcción desvalida por el tiempo, y un par de minutos más para examinar el diseño del interior, sin tocar absolutamente nada. Pude notar que algunas vigas aún estaban fuertes, pero no eran suficientes para retener todo el estropicio que los años, la humedad, las termitas y una lista larga de cosas habían causado en ella. Los muebles y utensilios no se quedaban atrás. Había muy poco que se podía rescatar, pero era aún mejor reemplazar. Pude descubrir que un gran poste de madera de al menos cuarenta centímetros de diámetro, al centro de toda la construcción, servía aún como soporte para toda la estructura de vigas en ambos pisos. Un estoico Atlas, en toda la expresión de la palabra. No obstante, las termitas ya habían anidado en su interior, y pude notar todo su padecimiento —Que gran trabajo has hecho, gracias —murmuré, con una mano sobre su corteza en un gesto de reconocimiento. Si, estaba reconfortando un tronco. Estaba tan concentrada que no me había percatado de que Oliver había estado detrás de mi durante todo el recorrido, por lo que al girarme y encontrarme con su mirada mis mejillas se encendieron levemente; sin embargo, agradecí en silencio que me hubiese ahorrado el esfuerzo de ir a buscarlo. —Dos golpes —rectifiqué, con toda seguridad —Si llegara a necesitar otro mas, te concederé un deseo —agregué, guiñando un ojo. Así de segura estaba en mi cálculo. @@Oliver Gaunt
  8. Aguardé un momento, esperando que él bajara del techo; lo que no había esperado fue la forma en que lo hizo. Mi mente lo ralentizó todo, como una especie de cámara lenta, desde el momento en que se puso en pie y, cuadro por cuadro, ver como se generaba aquélla idea y la resolución que brillaba en sus ojos al momento de lanzarse hacia el vacío, hasta aterrizar en el suelo con una voltereta. Por supuesto, toda la herramienta de su cinturón se había dispersado por todo el suelo. ¿Debía aplaudir? ¿festejar aquélla brillantez que salía a relucir nuevamente?... ¿Debía arreglarle la cabeza con el martillo en mis manos?. Surgían tantas incógnitas en mi mente que al final no hice nada, solo me quedé observándole mientras recogía sus cosas del suelo. Esperé a que pusiera todo en orden y guardara nuevamente la varita. Hice un aspaviento con una mano al escucharle mencionar los contratiempos que causaría mi pequeña intervención, y esquivé su brazo con un sutil movimiento para evitar que me quitara el martillo —Me quedaré esto, por si vuelvo a escucharte llamarme Frances. Y no me importa tener que dormir en la tienda cuantas noches sean necesarias —apunté, mientras lo tomaba del codo y suavemente lo atraía a mi lado, para que observara lo que yo estaba mirando —, lo que me importa es hacer esto bien, Oliver. Tu intención no es mala pero, ¿has escuchado la expresión muggle de que "el burro trabaja doble"? La idea principal de mudarme a ese lugar era para colaborar en una investigación a la que se me antojaba dedicarle mi mayor atención. Si en aquél plan comenzaban a intervenir una serie de reparaciones que no tendrían fin entonces comenzaría a perder la paciencia; de tal modo, tendría que hacerle entender a él lo que yo miraba en aquél cúmulo de tablas que, de un momento a otro, podría ser nuestra tumba. Figurativamente hablando. —Mira bien ese cuchitril —le invité, tras lo cual una traviesa sonrisa curvó la comisura de mis labios —¿Cuánto apuestas a que lo tiro abajo de un solo golpe? @@Oliver Gaunt
  9. ¿Por primera vez tenía razón? Puse los ojos en blanco mientras le escuchaba parlotear y apropiarse de mis sensatas palabras para presentarlas como una idea propia. Me pasó un martillo que sacó de su cinturón de trabajo, el cual tomé con una expresión divertida en la cara. No estaba en contra de deshacernos de todo el techo, pero era evidente que al quitarlo saldrían a relucir todas las demás imperfecciones del edificio. Base, postes, vigas, e incluso las paredes y demás estructura; no hacía falta ser arquitecta para darse cuenta. De nada serviría reconstruir el techo si los soportes andaban mal, así que se avecinaba un trabajo arduo que tomaría más que solo la mayor parte del día. Además, me daba cuenta de que no contábamos con los materiales necesarios ¿en serio quería utilizar la maldición gemino para duplicar las tablas buenas? Aquélla "brillantez" era de temer... en serio. Pero así eran la mayoría de los hombres que había conocido a lo largo de mi vida. Sumamente prácticos, tratando de arreglar sólo las superficies sin ver el trasfondo de todo, creyendo que lo pueden hacer todo con lo mínimo y, desde luego, avaros hasta los codos. No se me había pasado el comentario de las mujerzuelas que había lanzado hacía unos minutos atrás. Suspiré y me puse de nuevo en pie mientras el castaño comenzaba a echar abajo la canaleta oxidada del desagüe. En un pestañeo, aparecí de nuevo en el suelo, donde él podía ver claramente que ya no estaba consigo sobre el techo. Jugueteé un momento con el martillo en mis manos, mientras le miraba con el ceño fruncido en un claro lapsus reflexivo. Cuando sus verdes ojos se encontraron con los míos arqueé una ceja y le hice una seña con la mano —Baja un momento, Gaunt. Voy a salvarte del desastre que estás por hacer... @@Oliver Gaunt
  10. @@Maekar Baelfire Peverell !Hola! Me da gusto que te hayas animado a aceptar mi invitación y te nos hayas unido. No te preocupes por la ficha y la bóveda, puedes traerlas acá cuando te las aprueben, así Oliver puede agregarlos en el árbol familiar. Si tienes alguna duda o necesitas ayuda para cualquier cosa, me lo puedes decir por el MP ¿vale? Y desde luego ya te puedes pasar por el tópic de rol de la familia para que, si gustas, puedas comenzar a desenvolverte en el rol y armar tu personaje mejor. Nos estamos leyendo.
  11. Nick: Frankie Triviani Link a la Bóveda: Aquí Rol de Personaje: Especialista de Investigación en Hematología y Genética Mágica. Información Adicional: Ex empleada de un departamento de investigación altamente secreto del Ministerio Mágico de Noruega, acusada de manipulación y retención de información vital, además de la experimentación no autorizada en criaturas y personas mágicas, y non mágicas. Aunque actualmente se le ha retenido su licencia para seguir ejerciendo, y se ha visto obstaculizada toda su investigación, aún ejerce en Londres de forma ilícita.
  12. Tuve que hacerme sombra con una mano para poder levantar el rostro en dirección a Oliver, quien estaba trepado en el techo de la estropeada cabaña. El sol se había descubierto de nubes, posándose justo a la cabeza del Gaunt y haciendo apenas visible su figura a contra luz. Me invitó a subir, no supe si era para hacerme ayudarle con las reparaciones, o simplemente porque no quería distraerse de su trabajo. En cualquier caso, no me iba a quedar allí parada sin nada que hacer. Me descolgué la mochila de la espalda y la dejé des preocupadamente sobre una mesa de picnic que se hallaba al lado del pórtico de la entrada; di unos pasos hacia la escalera, justo al doblar por uno de los cantos del edificio, y subí peldaño tras peldaño con rapidez hasta llegar al techo. Al estar allí noté los agujeros. Estaban por todos lados. —Parece que al antiguo dueño sentía pasión por los tragaluces, ¿no te parece? —comenté, divertida, conforme me acercaba a donde estaba el mago. Noté que algunas tablas crujían bajo mi peso, por lo que no se tenía que ser adivino para predecir futuros agujeros. El Gaunt se encontraba a unos metros de distancia, justo al lado de una saliente rectangular que parecía ser una chimenea —Habría sido más sencillo quitar todo y ponerlo todo nuevo, estas vigas están débiles y mohecidas... Solté una risa muy impropia de mi cuando casi resbalo con una tabla suelta —Esto es un desastre, Gaunt. Nos vas a matar —exclamé, cuando llegué hasta él. Entonces me fijé en su atuendo, y en el cinturón de trabajo que llevaba alrededor de las caderas, lo que me hizo recordar ese afán suyo que tenía por las destrezas manuales, y lo superior que le hacía sentir prescindir de la magia de vez en cuando. —¿Necesitas ayuda?. Y esperaba que él recordara lo similares que éramos en ese aspecto. @@Oliver Gaunt
  13. Haloo, vengo a solicitar algunos cambios en los datos de mi ficha. Son los siguientes: Cambio en el nombre del personaje. Dice así: Frances Sinistra Askar Triviani. Debe ser: Frances Sinistra Triviani. Cambio en el campo de Familia(s) Dice así: * Askar * Triviani Debe ser: * Triviani * Strange Agregar campo de Estado Civil Debe ser: Estado Civil : Matrimonio con Oliver Gaunt Además necesito la actualización de los links a las bóvedas al salir reemplazar la familia Askar por la Strange. Dice así: Link a Bóveda Familiar 1: Bóveda Familia Askar Link a Bóveda Familiar 2: Bóveda Familia Triviani Debe ser: Link a Bóveda Familiar 1: Bóveda Familia Triviani Link a Bóveda Familiar 2: Bóveda Familia Strange Y esos serían todos los cambios. Gracias!
  14. Parecía ser que el personal del restaurante se hallaba muy ocupado en atender cualquier asunto que no fuese la clientela. Estaba a punto volver a llamar cuando la voz de un hombre tras de mí detuvo mi intención; me giré en breve, ladeando ligeramente la cabeza con desconcertada curiosidad al notar que se estaba dirigiendo a mi, confundiéndome con alguna especie de mesera. ¿Acaso parecía una? Bueno, parecía que al menos a una persona sí. El señor Grayson, como se había presentado, insistió, delatando su preferencia por comer en un espacio abierto a lo que simplemente respondí con una cortés sonrisa —Desde luego, puede usted tomar asiento donde le resulte más favorable. Sea usted bienvenido. Hice un ademán con la mano, indicándole el camino hacia la barra y lo seguí hasta el lugar donde tomó asiento. Allí le entregué la carta del menú que un momento antes había tomado para mi. Miré hacia atrás, tratando de dar con el verdadero personal del negocio, quien fuera, pero ni un sola alma se asomaba. Me pregunté, ¿hasta dónde podía llevar aquél juego? Ni siquiera tenía experiencia como camarera, pero hasta ese punto supuse que el mago tomaría como una falta de respeto si le confesaba que tan solo era una cliente más. O quizás no, pero ya daba igual. —¿Puedo traerle algo de beber mientras revisa el menú? —le ofrecí, preguntándome si podría abrirme camino dentro de la cocina. En cualquier caso, encontraría a un mesero o algún elfo y se lo mandaría de inmediato. @
  15. @@Luna21 siempre hay un lugar para quien traiga chocolate :3 Desde luego eres bienvenida en la familia. Como bien dices, somos una muy nueva, por lo que no te va a costar adaptarte (porque aún somos re poquitos y apenas estamos comenzando nuestro rol) de modo que te esperamos en nuestro tópic de rol para hacer gajes de cualquier tipo de drama que quieras llevar. Además que estamos a la orden para cualquier duda y ayuda que necesites... solo faltaría que nos trajeras los links a tu ficha y bóveda si es que tienes contemplado agregarnos como una de tus dos familias oficiales... para cuestiones legales y bancarias, tu sabes @@Oliver Gaunt creo que esa ficha de registro si va a ser necesaria después de todo ¿puedes encargarte? Xus.
  16. Con cierta pereza para buscar la tranquera de entrada, brinqué la valla que franqueaba todo el perímetro del terreno de un ágil salto. No sabía como podía el Gaunt pensar que aquél vallado podía servir para mantener a cualquier intruso fuera siendo que las tablas incluso se estaban cayendo y en algunas partes podía ver que ya estaban en el suelo. Junto a los detalles de ubicación que días antes me había enviado, recordé que Oliver había comentado que había aún mucho trabajo por realizar para hacer habitable aquél lugar, pero me pareció que se había quedado corto en exagerar. Un terreno escarpado cubierto de piedras, tierra y maleza seca se extendía colina arriba algunos doscientos metros antes de volverse todo verde. La extensión semi oculta del terreno ofrecía una vista agradable a pesar de su descuido, dando la sensación de estar en una zona campera de verano que se te antojaba para huir un tiempo del mundo real. Una floresta de pinos y árboles de altos y esbeltos troncos rodeaban un estanque de agua azul extenso en sus formas. La cabaña vecina a él, junto a toda una colección de chatarra vieja, proporcionaba al paisaje la sensación de estar en un lugar hechizado por el tiempo. Me acerqué a la cabaña, ignorando el camino principal, y decidiendo caminar por entre los árboles. La paz que podía sentir allí era sumamente placentera y prometedora, y sin darme cuenta me encontré divagando en todo el trabajo que estaba dispuesta a hacer por aquél lugar, lo cual me auguraba que podría llegar a disfrutar de todo aquéllo muy a pesar de la compañía, que finalmente debía admitir no era tan mala. Lo malo era el lazo que nos unía. —Y bien, ¿donde estará? —lancé la pregunta al aire, buscando señales del Gaunt. Un cielo poblado de blancas y esponjosas nubes dibujaba sombras sobre todo el lugar, y una brisa agradable agitaba los pocos mechones rubios que se habían soltado del moño en el que, sin empeño alguno, había recogido mi cabello. Llevaba puestos unos vaqueros de aspecto gastado, y una camisa sin mangas que hacía juego con mis ojos. La capa colgada en la mochila que pendía a mi espalda, repleta de algunas cosas que había decidido llevar al lugar que me prometía un hogar. @@Oliver Gaunt
  17. Una ducha larga y a conciencia me había dejado impoluta de todo rastro de responsabilidad y culpa. Como ya había sucedido antes en numerosas ocasiones, lo que había acontecido en las inmediaciones del bosque comenzaba a diluirse conforme mis pensamientos se balanceaban entre asuntos que se me antojaban de mas trascendencia, como por el ejemplo el hecho de que ninguno de los elfos del castillo había traído la cena a mi habitación. ¿Acaso mi padre había ordenado dejarme sin cenar en otro de sus caprichosos castigos? Exhalé hondo, reteniendo en mi mente el mal de ojo que se me antojaba lanzar sobre su cabeza y convenciéndome de que bajar yo misma a la cocina a buscar mi propia cena tenía sus beneficios. Los cuales no me venían a la mente, pero estaba hambrienta, así que realmente no tenía otra opción. Me metí en la pijama, un mameluco de una sola pieza en forma de dragón que Thomas me había obsequiado un par de días atrás y que me encontré prometiendo que me pondría para dormir. Cosas como aquélla me hacían dar cuenta de mi gran debilidad por complacer a mi gemelo, aunque debía de admitir que realmente el atuendo no me disgustaba en absoluto, además de que no me importaba mucho que la familia me viese por el castillo con él puesto. No obstante, hasta ese momento nadie lo había advertido. Bajé a la cocina sin tomarme la molestia de hacer los rodeos correspondientes cuando se me antojaba ser interceptada por nadie, y pasé de largo por la puerta del salón principal, donde pude cerciorarme de que, tal y como había advertido, había visitas importantes en el castillo. No necesité ver la hora para saber que era tarde para reuniones casuales que no tenían relevancia alguna, por lo que traté de agudizar el oído mientras pasaba por allí sin molestarme en detenerme a chusmear más pese que algunas palabras llamaron mi atención. Dentro de la cocina algunos Chucks estaban vueltos locos, haciendo de todo y al mismo tiempo nada. Me moví entre ellos sin que le tomaran importancia a mi presencia hasta que comenzaron a tropezar con la cola de mi pijama mientras me servía café y tomaba algunas rebanadas de pan tostado que no dudé en untarles un poco de dulce de leche. Salí de la cocina, curiosa por la conversación en el salón, no dudando en sentarme en el suelo al lado de la puerta donde nadie pudiese verme por un rato, para escuchar de qué iba el asunto que tenía a casi toda la familia reunida mientras yo me alimentaba. Al pasar los minutos, una cosa era segura, aquélla era la conversación más interesante que había escuchado en semanas.
  18. En la profundidad de Gringotts, donde las bóvedas de máxima seguridad se encontraban, se abrió una nueva para Frankie Triviani, la cual compartía con su gemelo Thomas Clairmont. El interior era una estructura de dos niveles, aunque la segunda estaba escondida. En la primera, las paredes repletas de seda colgantes de colores chillones, manchadas con estrellas plateadas que simulaban una constelación planetaria. Las luces del lugar eran velones de colores rojos, blancos y violetas que se encendían cuando ponías un pie dentro de la Bóveda. En el centro había montado un círculo de arena con un trapecio y bancos de salto; correas cruzaban por el alto techo, con varillas del metal en medio. En las esquinas, percheros, estantes y objetos de circo, descansaban esperando su uso. El olor a palomitas de maíz, manzanas caramelizadas mezclado con inciensos frutales se podía sentir al ingreso, junto a la música de circo y aplausos que flotaban en el aire. El segundo nivel, escondido a simple vista, tenía un único acceso. Para ingresar en él debías subir hasta un banco de salto y tomar un trapecio que era necesario soltar al columpiarte, cayendo en picada justo en el centro del circulo de arena. La fuerza y velocidad de la caída eran imprescindibles para traspasar la alberca y ser recibido por una red de malla elástica que atajaba el descenso. Se trataba de un espacioso salón rectangular con columnas gruesas de madera, separadas entre sí, por todo su perímetro; algunas de ellas tenían grabados en relieve que representaban memorias de los gemelos, mientras que otros se trataban de totems de cabezas de criaturas mágicas talladas en la madera. Fuertes vigas sostenían lámparas de aceite entre cada poste, las cuales se encendían nada mas entrar en la cámara con un intenso fuego azul. Al centro del salón, un largo y estrecho estanque de agua que alimentaba una fuente de cascada en la pared al final de la cámara. Allí era donde se guardaban los objetos más valiosos de los gemelos Triviani. Perfil de Comprador del MM: 358 Indice de Bienes Objetos Mágicos Pociones Mágicas Criaturas Mágicas Libros de Hechizos Poderes de Criaturas Consumibles en Batalla Fecha de Próxima Actualización:
  19. Una más ID: 121400 Nick (con link a la ficha) Frankie Triviani Link a la Bóveda Trastero: (en caso de poseerla) -- Link a la Bóveda de la cual se hará el descuento: http://www.harrylatino.org/index.php?showtopic=112585 Link al Premio obtenido (en caso de gala/concurso): --- Fecha: 2020-03-23 Objeto: Puertas Mágicas Puntos: 40 P Precio: 2000 G Objeto: Anteojos Alfa Puntos: 20 P Precio: 1000 G Total de puntos: 60 P Total de Galeones: 3000 G
  20. ID: 121400 Nick (con link a la ficha) Frankie Triviani Link a la Bóveda Trastero: (en caso de poseerla) -- Link a la Bóveda de la cual se hará el descuento: http://www.harrylatino.org/index.php?showtopic=112585 Link al Premio obtenido (en caso de gala/concurso): --- Fecha: 2020-03-23 Objeto: Moto Voladora Puntos: 80 P Precio: 4000 G Objeto: Espejos Comunicadores Puntos: 40 P Precio: 2000 G Total de puntos: 120 P Total de Galeones: 6000 G
  21. ID: 121400 Nick (con link a la ficha) Frankie Triviani Link a la Bóveda Trastero: (en caso de poseerla) -- Link a la Bóveda de la cual se hará el descuento: http://www.harrylatino.org/index.php?showtopic=112585 Link al Premio obtenido (en caso de gala/concurso): --- Nivel Mágico: 2 Fecha: 2020-03-23 Criatura: Micropuff Puntos: 10 P Precio: 500 G Criatura: Gusamoco Puntos: 10 P Precio: 500 G Total de puntos: 20 P Total de Galeones: 1000 G
  22. Un haz de luna iluminaba el claro que se extendía frente al castillo Triviani. En las imperturbables aguas del estanque frente a las puertas podía verse reflejado el menguante cuerpo celeste, acompañado por pequeñas motas de luz que contrastaban con la negrura de su superficie. Me quedé allí, impávida durante un momento, sin necesidad de salir de entre las sombras de los árboles que me protegían, y observando curiosa la forma en que aquél depósito de agua me recordaba a un filtro de muertos en vida. Curioso y muy oportuno, pensé, mientras levantaba la vista hacia el cielo nocturno, contando los segundos para que una espesa nube terminara de ocultar la luna y desolara así los terrenos con la oscuridad absoluta de la noche, la cual me permitiría salir de mi escondite con menos probabilidades de ser vista por alguien. Sabía que era algo extraño, siendo que no era yo una intrusa en aquél lugar, pero tenía dos fuertes razones para que mi presencia en el exterior no fuese descubierta. La primera, porque no tenía permitido estar fuera del castillo tan entrada la noche. Si, aún tenía toque de queda, y lo más fastidioso de todo era que Jeremy gustaba de estar pendiente de ello para sorprenderme en mis escapadas y castigarme. Se había convertido en un juego para él, y me daba cuenta de lo mucho que lo disfrutaba. A veces inclusive yo lo hacía, pero no podía hacer presunción de las innumerables veces que le había ganado la partida porque eso significaría delatarme yo misma. La segunda razón era más complicada de explicar, y se hallaba oculta dentro del enorme y bultoso saco que se encontraba a mis pies. No me permitía ni pensar en lo que había adentro, a sabiendas de que algunos miembros de la familia eran dotados en la legeremancia y bastaba decir que de ser descubierta significaría meterme en verdaderos problemas que estaban más allá de tener que actuar de elfo doméstico en el castillo, barriendo o trapeando sus infinitos pasillos. No podía correr ningún riesgo. De modo que, cuando las sombras extinguieron la luz celeste de los astros, me cubrí con la capa y salí de entre la espesura de los árboles que lindaban el bosquecillo dentro de los terrenos del castillo. De la forma mas sigilosa y audaz, como un ninja, corrí hacia el lado oeste del estanque con el bulto siguiéndome, flotando al ras del suelo por conducto de mi varita, cambiando mi plan de último momento sin intención de desaprovechar la ironía del asunto del filtro de los muertos. Cuando llegué allí, empujé el enorme saco dentro del agua, y me aseguré de guiarle con magia hasta lo mas profundo. Miré en todas direcciones, asegurándome de que nadie me había visto. Algunas luces se hallaban encendidas en las habitaciones principales del castillo, lo que me aseguraba que aquélla noche habían visitas, y por lo cual no era nada pertinente colarme por la entrada principal; por lo tanto, eché carrera hacia dirección contraria, doblando en un canto del castillo para buscar una entrada alterna que me permitiera escabullirme hasta mi habitación sin ningún problema. Al lograrlo, me encerré y fui directo a la ducha, pensando que podría pedir la cena en mi habitación sin ningún problema. (?)
  23. Pude notar su desconcierto cuando acepté, sin más discusiones, la propuesta que había lanzado. Me habría reído de no ser porque era desconcertante incluso para mi, pero una vez más constataba mi pragmática forma de ser; ésta era la manera en la que siempre hacía las cosas. Si me era útil, lo tomaba, pero si era de otra manera nada podría hacerme cambiar de opinión. Aguardé hasta que él decidiera confiar en mi palabra, sosteniendo su mirada de forma firme, aunque divertida. Entonces comenzó a explicar, e inmediatamente pude notar el cambio en su voz y en su semblante. La emoción se apoderaba de él con cada palabra, y alcancé a ver de nuevo aquél brillo en sus ojos que, en otros tiempos, tanto me gustaba. Quizás no solo en los viejos tiempos, pues tuve que bajar la mirada hacia mi bebida, sobre la mesa, cuando comencé a sentirme un poco inquieta. Escuché cada palabra, atenta, tratando de buscar indicios e información dentro de mi mente que pudiera serle de utilidad a él. Y la verdad es que la tenía, pero se trataban de rumores solamente. Rumores que debía investigar un poco más, antes de soltar información sin base ni forma que pudiese llenar la cabeza del Gaunt con teorías erróneas. Me limité a negar con la cabeza, y le seguí escuchando. Cuando se trataba de dragones Oliver no cerraba la boca jamás, y podía ver que aquéllo no había cambiado en nada. En parte me alegraba, porque siempre había considerado la pasión por su profesión una de sus mejores cualidades. —Suena de lo más interesante... dragones con poderes mágicos fuera de su fuerza natural —comenté, genuinamente fascinada por aquellas legendarias bestias. No obstante, en historias como esas, que involucraban a bestias místicas con tan extraordinarias cualidades y aplicaciones mágicas, siempre había manos humanas involucradas. Y no me pareció que fuese diferente esta vez, pese a lo encantador que pudiese resultar descubrirme equivocada. Noté como hacia señas al camarero y tomaba uno de los menús del negocio, pero yo no pude evitar fijarme en la hora. —Lo lamento, Gaunt, pero me temo que te dejaré invitarme a cenar en otra ocasión —interpuse, antes de que se pusiera a ordenar comida para los dos —. Sinceramente tenía previsto que este encuentro durara nada, y voy tarde a casa —hice un mohín que el pudo notar, evidenciando lo mucho que me disgustaba que controlaran mi tiempo —; sabrás que mi situación actual no es del todo idónea, y hay aun agentes vigilando mis pasos... debo irme. Pero te ayudaré, sabes que lo haré. Me levanté del asiento, dirigiendo una última mirada a sus ojos brillantes ojos —Seguiremos hablando de esto en otra ocasión, cuando me envíes la dirección del lugar que me hablaste. Creo que será lo mejor —di un paso hacia atrás, dedicándole un intento de sonrisa que seguramente pareció mas una mueca —. Cuídate, nos vemos pronto. Me di media vuelta y caminé hacia la entrada donde Fighter ya me esperaba para darme mi capa. Me la puse encima, y despidiéndome también del socio de mi padre, salí del establecimiento. @@Oliver Gaunt
  24. Thomas Que me anoten a este bello espécimen rolístico (?) como hermano mío en el árbol genealógico, si? Per favoree... y pues ya, que yo, aunque no tenga autorización matriarcal sobre este grupo de Ohana que no tiene pies ni cabeza, te doy permiso de ir a la finquita (yo le veo cara de finca o rancho, díganme que es) para que te hagas tu cuartito de cartón. A ver si ya vamos roleando por ahee... *puf*
  25. Quedé inmersa en mis pensamientos sin notar que había dado algunos pasos muy por delante del grupo, caminando entre las ruinas de lo que podría haber sido un enorme atrio; una maleza indómita se había empeñado a perseverar entre las grietas del suelo, creciendo sombríamente y muriendo en el intento, aferrándose a las rocas y los cuerpos mutilados de las gárgolas y figuras que alguna vez habían protegido el castillo. Pensaba en las ruinas de Rkund, donde había pasado algunos años estudiando fuegos fatuos cuando Thomas me pellizcó el brazo. Entorné mi azul mirada a los cuervos que él me indicaba, descubriendo que tenía razón —Una vez más demostrando que son mas astutos que nosotros —respondí a mi gemelo con una sonrisa, eludiendo al peligro que podríamos estar enfrentando, desconociendo todo en cuanto al lugar en el que nos encontrábamos y ante la poca o casi nula información que nuestro tutor de maldiciones nos había entregado. Thomas lanzó una piedra entre dos pilares porque, claro, primero ellas que nosotras. Viejo truco de explorador que dio resultado o, mejor dicho, manifestó un cambio en el ambiente. En el silencio nació uno aún más profundo que hasta las aves dejaron de graznar, levantando el vuelo en silencio lejos de allí. —O quizás acabas de activarla —me reí, señalando con el índice un par de rocas en el suelo que parecían tener grabadas una serie de runas antiguas; parecían haber sido parte de la inscripción del umbral de un arco de la entrada —¿No sabes leer runas? Claramente dice "para activar una poderosa maldición lance una piedra" —bromeé, delatándome un segundo después con una risa contenida. Aquéllo pareció dar rienda suelta a Thomas, que le valió un pepino lo demás y comenzó un juego de atrapadas. Me quedé viéndolo correr, pensando en lanzarle una zancadilla por idio.ta y detenerlo de una vez, pero al parecer me estaba volviendo muy blanda con él porque la mano por la que sujetaba la varita no se levantó ni un ápice. —Thomas no entres allí, espera... Pero fue inútil. Era como hablarle a un sordo. Era como hablarle a un Thomas. Pude sentir otro cambio en el ambiente un instante después, pero en esta ocasión sentí un escalofrío recorrerme la espalda. Corrí para alcanzar a mi hermano, mientras mis ojos atónitos observaban como el castillo se reconstruía, y cada escombro regresaba a su lugar, como si se estuviese rebobinando una vieja cinta de vídeo; pero no era una visión firme o tangible, sino mas bien etérea y fantasmal, como si todo aconteciera en otro plano. Alcancé al pelinegro en un salón elegante, y figuras fantasmales danzaban al ritmo de un vals. Le pegué un puñetazo en el brazo, y le lancé una mirada de "no vuelvas a hacer eso o te mato"; posteriormente le tomé de la mano y lo saqué de aquél salón, chocando inverosímilmente con algunas parejas de danzantes. Regresamos al atrio donde nos recibió una noche cargada de estrellas, y una luna menguante, que parecía jactarse de nosotros de forma impertinente. —Pero si aún no pasamos el medio día... —mi murmullo se lo tragó el silencio, mientras buscaba al profesor y las otras dos mujeres a nuestro alrededor. —¿Y los demás dónde se metieron? @@Thomas Clairmont
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