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Agatha Andrómeda Abbott

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Todo lo publicado por Agatha Andrómeda Abbott

  1. Templo de Hokokuji, Kanagawa, Japón. El antiguo Torii custodiaba con su cuerpo de piedra la entrada al templo sagrado, donde algunos de los monjes paseaban en silencio, recogidos en respeto a la presencia de posibles espíritus. A veces se podía ver alguno. En medio del ambiente tranquilo, rodeado del suave agitar del follaje arbóreo, tejados con una punta curvada, cuya madera pudiese contar uno y mil recuerdos, se alzaba un templo misterioso, respetable, pero sencillo, cuya edificación mostraba siglos de historia, donde las maderas podían revelar el paso del tiempo, así como los lustrosos pisos, con los bordes ligeramente carcomidos por el tiempo, pero aun estables para sostener. Un jardín zen al frente de rocas, daba un toque pintoresco al amor de los japoneses por la naturaleza, unido a una tímida cerca de cadera, que discurría alrededor sin hacer la menor interrupción al insondable devenir de la naturaleza. Entre estos, un farol funerario solitario y dos Nio, flanqueaban la entrada a la puerta principal del templo, los rezos matutinos se escuchaban como suaves cantos en los que las aves inclinaban las cabezas y los más devotos hacían sonar unas pequeñas campanillas como saludo a la deidad protectora. Solo una persona desentonaba allí, un sujeto de ropas oscuras y mirada lánguida, que parecía esperar algo o a alguien que parecía, nunca llegaba. Los cerezos carecían de sus habituales hojas por ser fuera de época, aun así, la caprichosa brisa las arrancaba a su antojo en su paso por entre las ramas. El lugar poseía una paz impresionante. La calma inundaba los espíritus de los devotos que a veces acudían a él para pedir protección o algún toque de suerte. Un remanso en medio de una ciudad tormentosa y en medio de aquella quietud, unos pasos acompasados sobre la grava rompieron tenuemente el silencio que allí permanecía. Era una mujer. Una doncella, una niña la que allí se encontraba. Una mujer poseedora de unos rasgos impresionantemente delicados, suaves, como moldeados por una niebla o una nube, cuya piel del tono de la misma nieve con un leve toque rosado, recordaba a las muñecas de porcelana de los viejos tiempos. De unos ojos como las hermosas curvas hojales de los abedules, con pupilas de un tono azul que recordaba al cielo o al agua límpida. Una nariz similar la pendiente hermosa de los jardines de Xian, unos pómulos como las colinas tímidas del Palacio del Emperador. Unas cejas en arco como puentes de amor; una frente oculta por un flequillo y una barbilla pequeña, remate de unos labios semi carnosos, brillantes, infantiles y suaves como los pétalos delicados de la flor de loto recién nacida bajo la lluvia. Conjunto rematado por un cabello largo, sedoso, rodeando una figura grácil esbelta pero apenas revelada bajo la sencilla tela de algodón bordada con patrones de pequeñas flores y mariposas. Un cabello sujeto en media coleta, cuyo color recordaba vívidamente a las dulces nevadas de invierno en tardes apacibles y mañanas alegres. Un blanco puro, brillante, inocente, como hebras de luz arrancadas a los trozos de hielo con el abrazo candoroso de la misma Luna. Los piececitos infantiles, apenas asomando bajo el kimono, calzados con sandalias protectoras. Las delicadas manos de niña, llevando con dulce gracia, un elegante abanico de seda. De pronto ella se detuvo y su mirada se encontró con la ajena, como si supiera que la esperaba. No hubo palabras, solo un intercambio silencioso de miradas. Ella asintió levemente, abriendo el abanico con un toquecito de su muñeca, dando la impresión de que las flores en sus manos florecían. Los árboles volvieron a agitarse acompasadamente, motivando que la doncella de un paso al frente. No se movió mucho, pero a su vez, alzó la mirada hacia la izquierda, mientras el abanico en su derecha se alzaba lentamente dibujando una curva perfecta. Se detuvo a cierta altura y ella se quedó quieta dos minutos, antes de que la mano izquierda tomase suavemente la manga derecha, creando otro arco precioso como si quisiera evitar que el abanico volase al cielo. Volvió a detenerse y ella miró ahora a su derecha, bajando lentamente la mano con el abanico hasta detenerlo frente a sus ojos, cubriendo su rostro, excepto la mirada, que contemplo con un misterioso enigma al expectador que tenía sentado en las gradas. El abanico volvió a bajar suavemente mientras giraba la muñeca. Ella lo siguió con la mirada, moviendo apenas su cuello. La mano izquierda a su vez subió poco a poco como el fluir de un río o de un manantial hacia arriba, deteniéndose un dedo arriba de sus ojos, ahora la mirada volviendo a la mano izquierda, como si suplicase al cielo algún deseo no entendido. El abanico se cerró y ambas manos bajaron despacio hasta su pecho, mientras ella giraba lentamente sobre su pie derecho, acompañada del suave ulular del canto de las aves, el toque de la brisa y el roce de su cabello, que parecía ahora un velo fino de seda que la cubría y rodeaba como el halo sagrado de un hada o una deidad. Allí se detuvo. De nuevo la mirada posada en su anfitrión, adelantando suavemente su pie izquierdo, alzando sus manos delicadamente hacia la derecha, alzando sus ojos al cielo de nuevo. La brisa entendía sus movimientos, pues cuando el abanico se abrió, una voluta, un manantial de hojas aéreo la rodeó, subiendo por su brazo en un movimiento mágico de la naturaleza y explotando encima del borde abierto del abanico, cayendo en una hermosa cascada de hojas. Mientras danzaba, se escuchó una voz mental, un susurro en la brisa matutina, donde los rayos del sol, colándose entre las hojas, bañaban con hilos dorados su blanco cabello, un mensaje, una tierna sonrisa, una frescura en su corazón. Candor en contraste con la tristeza del espíritu. " Querido Nathan... Bienvenido... Te estaba esperando... " @ Kaiser Lord Pilu @ taison logan greyback
  2. ¿Maestra vampira? ... - La doncella de largos cabellos verdes, le escuchó tranquilamente decir todo tipo de insultos, sandeces, excentrismos y demás extrañas expresiones. Pese a que la mujer parecía querer acercarse, ella no se movió de su sitio. Permaneció en silencio, contemplándola con el azul impoluto de sus ojos cristalinos bañados bajo el tenue brillo de la nieve flotante. - ¿Casta pura? ... Criatura ignorante. He visto clanes como el tuyo ser exterminados en una noche por ramas inferiores. Cuando el destino dicta, los hijos de la noche obedecen. Las estrellas mismas escriben el camino y declaran los edictos de los nacidos bajo la Luna Roja. Si tu sangre fuese pura tal cual dices, sabrías los secretos más escondidos de nuestra estirpe, no serías una simple esclava. El color azul de sus ojos demostró por un instante un aro rojo que se conjugó en el fondo de sus pupilas, las cuales por un segundo se alargaron como las de un gato hasta parecer dos agujeros profundos, sedientos. Pero el efecto duró poco. Sin embargo, a su alrededor, dos de los árboles que lloraban sus ramas al viento, semi cubiertos de las apenas verdes hojas, empezaron a marchitarse a una velocidad clara y pronto los troncos ennegrecidos cayeron a la nieve, consumidos hasta el centro de sus propias raíces. Varias de las aves que pululaban a pocos metros de allí, escaparon en desbandada como si algo les hubiese asustado. Los párpados descendieron suavemente ocultando este efecto. Al abrirse, nuevamente dos orbes azules contemplaron con tristeza el paisaje del frío invernal, posándose entonces en la pareja ahora formada y en el par de jóvenes que esperaban cargando a un sujeto. Su mirada se posó ahora en el chico presa de los dos jóvenes y suspiró levemente. Ver tal escena animaba algo de sed en ella. Y también llamaba su atención un aroma peculiar en el ambiente, un aroma muy dulce y a la vez peligroso. Pero, cubierto también por la naturaleza, captaba un tenue olor que le daba cierta nostalgia, había un aroma a sangre que le resultaba vagamente familiar. ¿Podría ser que, en aquella tierra, encontrase algo de lo que realmente buscaba? Dudaba. Pero su curiosidad fue interrumpida por una sensación eléctrica, un pensamiento que pareció arañar la superficie de su mente como si pidiera entrar. La mirada azulada se desvió hacia el joven Nathan, quien en ese momento también le estaba mirando. Ambos orbes de distinto color conectaron y permitió en su mente la entrada del mensaje, el cual fue claro y concreto. Hubo silencio, no fueron necesarias las palabras dichas para entenderlo, pero la respuesta mental fue instantánea, acompañada de un parpadeo por parte de la doncella hacia su interlocutor. "Si eso es lo que quieres, responderé tus preguntas." La doncella volvió a contemplar la noche y luego a esos dos jóvenes de nuevo. Algo le decía que el sujeto que, al parecer la había seguido, porque estaba claro que ese bosque no se encontraba de forma casual, pensaba quizá cazarla o buscaba en ella una respuesta. El chico no se había movido del todo, pero su lenguaje era educado. Un ser nada simple a su parecer. Ambas manos se juntaron bajo la barbilla, parecía despedirse momentáneamente de este. Decidió dormir en las colinas lejos del castillo antes de partir. Su cuerpo se desdibujó al saltar de repente, creció, se estiró tomando la forma de una criatura de grandes proporciones, hasta aparecer de nueva cuenta aquella loba enorme de blanco pelaje y ojos azules, con un singular cambio. Quizá fuera la nieve, el efecto de la luz o cualquier otra cosa, no se sabía, pero por una brevedad, dio la apariencia de que su cuerpo en realidad seguía informe, voluto, inviable, casi como si estuviese hecho de niebla y curiosamente... Lleno de ojos. Apenas un gruñido, la loba miró a su interlocutor tranquilamente y luego desapareció corriendo a través del boscaje, rumbo al sitio acordado. @ Kaiser Lord Pilu @ taison logan greyback
  3. La doncella disfrutaba de su aroma, de la melancolía que le causaba y los recuerdos. Parecía que por un momento no lo había perdido, lo tenía en sus brazos. Como si nada hubiera ocurrido, como si el mundo no los hubiese separado. Se sintió en paz y a la vez se sintió triste, porque sabía que aquella efímera ilusión no era real, que aun debía buscarlo y que su viaje seguiría sin terminar. Los pasos por la tierra buscando aquello que le había sido arrebatado, con la pequeña esperanza mundana de encontrarlo. O quizá no. Alzó la mirada con ligera tristeza, asintiendo pues lo entendía. Pero ese pequeño momento compartido, le había llenado el corazón de ánimo para continuar. Suspiró al separarse, pues una nueva voz se hizo presencia junto a ellos. Le bastó voltearse, para mirar a la recién llegada cuyo carácter parecía agriarse cada minuto por algún desconocido motivo. Lo único claro que tenía, es que posiblemente ambos se conocían y que, por alguna razón, la atmósfera se tornaba hostil a su alrededor. Cerró los párpados, manteniéndose impasible y entonces, apenas dijo unas palabras. - ... Me sorprende que no sepas diferenciar a los tuyos... Tu corta edad... Es entendible. - El cuerpo de la doncella se cubrió de nieve. De esta manera se ocultaba su desnudez, dando la suave apariencia de una elegante vestimenta sin mangas, de un tono blanco inmaculado. Su mirada se dirigió a los gemelos, de nuevo a Nathan y después a la doncella a quien parecía no agradar según su lenguaje corporal, pero tampoco temía. Suponía que lo que la molestaba, era su presencia como extranjera en esas mismas tierras. Su vista volvió a Nathan, a quien, en cierto sentido, había cogido aprecio, pues nunca se mostró hostil con ella, contrario al par de sujetos revoltosos que lo acompañaban, un poco mal encarados, algo vulgares y quizá, un tanto divertidos. Hubiesen sido dos espléndidos juguetes si la oportunidad se hubiese dado. Puede decir, después de observarlos un tiempo, que esos dos jóvenes eran leales al mayor, obedientes y supone, un par de personas agradables. Sus orbes irradiaron suave candor al mirarlo. Podía ver la incomodidad en sus ojos, pero aquella mujer no tenía nada que ver con ella, por lo tanto, le prestó muy poca atención a sus palabras. Con la elegancia caracterizada de años, se acercó de nuevo a Nathan y levantó sus manos de forma femenina, como dos brotes de bambú joven que crecen lentamente hacia arriba o como dos botones de flor, que se hierguen hacia el cielo, para abrir las corolas de sus centros, mostrando sus dulces caras al sol. Los dedos, cual cogollos de loto en desarrollo con hilos cristalinos de plata, afirmaron con suavidad las mejillas morenas de su anfitrión, mientras los azules orbes cielo de la doncella, reflejaban su rostro como dos lagos puros y vírgenes. Los gajos sonrosados de sus labios húmedos dejaron escapar palabras susurradas solo para él. - Nathan... querido... Lamento haber causado inconvenientes... Permíteme seguir vagando durante un tiempo y luego me iré. Este bosque... me trae recuerdos. Si alguna vez necesitas ayuda... Solo... di mi nombre... Y vendré. - Apenas había terminado su oración, se levantó sobre las puntas de sus pies y depositó un casto beso en sus labios. Tan delicado, que no sería ni invasor, ni brusco. Un beso que parecía decir mucho y nada, pero que reveló en la mente ajena dos cosas: aquella persona no era una loba real como todos creían y una constelación, la constelación del dragón que se erguía orgullosa en el cielo con el brillo innato de las estrellas en fulgor. Dos secretos apenas revelados y una ternura impropia pero muy propia a la vez en los labios de la misteriosa doncella, cuyas acciones ignoraban completamente el ambiente enconado, dándole importancia a uno y, en cierta manera, burlándose de otros. @ Kaiser Lord Pilu @ taison logan greyback
  4. El aire acariciaba los suaves pelos blancos de los belfos de la enorme loba, quien observaba silente todo lo que acontecía. Optó por sentarse sobre sus patas traseras y olfatear un poco el aire, respondiendo con la suavidad característica de su mirada. - Estoy buscando a alguien. Es una persona... Fuimos separados hace unos años debido a terribles circunstancias. Puedo sentir que está vivo, pero... - La loba pausó sus palabras al recordar cómo, ese terrible día, las cosas se salieron de control para todos los humanos y habitantes del baile. No quedó nadie vivo. Los pocos que quedaron, fueron llevados a lugares irreconocibles y nunca más se supo de ellos. Ni siquiera aquel por el que esperó durante años, ni el apareció. Su instinto le decía que el seguía vivo de alguna manera, en algún lugar de ese mundo si es que quedaban esos sitios en pie, pues en el transcurso de su viaje, muchos desaparecieron por los terremotos, desastres naturales y diversas circunstancias provocadas por los humanos. Era poco lo que se podía saber. Otros sitios, con el cambio de la historia, las estaciones y el tiempo, ahora estaban abandonados y en ruinas. Su recorrido la había llevado a través de tierras conocidas y desconocidas, selvas vírgenes, bosques exuberantes, ciudades repletas de humanos, ciudades escondidas de criaturas y reinos casi en desventaja. Incluso aquellos mares poco explorados, escondían enormes secretos, mientras el cielo cada día y cada noche, mostraba el intacto manto de estrellas como una ofrenda a la existencia irrepetible de las criaturas humanas. La magia se disipaba, pocos quedaban ya que podían aplicarla. Por un momento le dirigió una mirada. Una duda reflejada en sus orbes azules como dos trozos de cielo puro. Entonces, como si obtuviera una respuesta, sintiendo la necesidad, se acercó hasta su anfitrión, ignorando el ruido armado por los gemelos hasta romper los espacios, olfateando con la punta de la nariz las ropas de este, como si leyera atentamente la historia impregnada en su aroma. Aquel olfateo subió de sus costillas hasta su cuello y allí se quedó un rato, sin importarle la impresión que pudiese causar, soltando en un repentino susurro un pensamiento que quizá, pudo ser percibido por la persona explorada por sus belfos. - Hueles como él... Su mismo aroma... Perfume... Nostálgico... - El enorme animal, inmóvil en su posición, de pronto alzó la cola y la bajó lentamente, sus párpados se cerraron. Se escuchó un lánguido aullido junto a un fenómeno curioso. Un movimiento bastante extraño, ya que el sonido que esto causó fue como de huesos partiéndose mezclado con la melancolía gélida de la nieve al caer. Al igual que si un grupo de carámbanos bailoteasen en un techo de madera o contra una ventana antes de aterrizar en el suelo. Lentamente el cuerpo de la loba se desintegró en miles de pedazos de cristal, que se desvaneció en el aire, quedando una persona en su lugar, una joven, de largos cabellos verdes, ojos azules, piel pálida como la nieve y labios carnosos. Su cuerpo esbelto de cintura delgada, caderas pronunciadas, pechos redondos. Las manos y pies pequeños. Aquella doncella miraba fijamente a su anfitrión, quien era unos tres dedos más alto que ella. Lo observó fijamente sin importarle su desnudez, el frío que les rodeaba o el peligro que suponía el que dos adolescentes revoltosos estuviesen cerca. Para ella no existía el pudor, pues para los lobos solo existe la libertad, la naturaleza y el amor de la propia madre Luna. El viento gélido sacudió sus cabellos, caídos como cascada sedosa cubriendo sus pechos. La punta rosada de estos quedó al descubierto, aun así, la doncella guardó silencio ante ellos, antes de pronunciar con una voz tierna, suave y humana, de nuevo sus sentimientos, abrazándolo, sin importar que el fuese una raza distinta o que fuesen vistos. Se quedó un rato en esa posición, soltando pequeños suspiros ante el aroma que inundaba sus fosas nasales, trayéndole de nuevo tristeza a su pequeño corazón. Mas nada apareció en sus ojos. Sentía paz al abrazarlo, aunque solo pudiese hacerlo por un breve momento. Su instinto fue poderoso, por lo que se puso de puntillas y dejó un casto beso en la zona izquierda del cuello. @ Kaiser Lord Pilu @ taison logan greyback
  5. Querido papa Eterno. Gracias por tu cartita a ti y a quien me escribio. Los amo y gracias por estar a mi lado a pesar de la distancia y el tiempo. Les mando muchos abrazos y besos ❤️ siempre los tengo en mi corazon.
  6. A los demas, les deseo un buen año ¡Y muchos éxitos! ❤️

    Me voy a dormir. Dia largo. 

  7. Condenada canción del Krampusnacht! No me la puedo quitar de la cabeza. 😑

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    2. Agatha Andrómeda Abbott

      Agatha Andrómeda Abbott

      Karol of the bells 😒 la voy escuchando un monton de veces ahora que conozco la letra. 

    3. Binny Evans

      Binny Evans

      Escucha Krampus of the bells! Esa versión es más acorde con los sonidos oscuros 10/10🥰

    4. Agatha Andrómeda Abbott

      Agatha Andrómeda Abbott

      Ok, pero si me pasa lo mismo que con la anterior... Me remuneras por ni siquiera dormir xD 

  8. ¡Hola! Me vengo a inscribir en esto. Me gusta la modalidad que tomaron. Me esforzaré en hacer mis regalitos y si, la compañera de arriba tiene razon ¿Pueden dar alguna pista de lo que le gusta a esa persona? Asi podemos hacer algo acorde a lo que prefiere. Por lo demás, ya me estoy preparando para los otros concursos ¡Les deseo una excelente navidad a todos!
  9. ¡Buenas! Yo tambien hago mi solicitud. Tenia mucho tiempo de ausencia y es hora de ponerme al dia. Ojala incluyan mandar besos y regalitos a otros tipo mensajeria ¿Ponen tambien el arbolito? * . * Si necesitan ayuda con algo o algún diseño, me dicen. Les ayudare en todo lo que pueda 😄 Psd: Hoy en mi pais hacemos la quema del diablo, si sobrevivo, les cuento jajajaja xD
  10. Eran dos, no. Tres los que venían a su encuentro. No, no eran humanos a pesar de mantener el aroma de ellos. ¿Qué eran? Una cuidadosa observación a sus apariencias le daba una simple respuesta. Sin embargo el bosque lloraba, se lamentaba. Olfateó a su alrededor, la niebla cubría lentamente el paraje, probablemente la humedad que se alzaba silenciosamente del suelo, buscando una salida a la terrible congoja de la cual, la tierra misma se levantaba. Las hojas caían. Era natural que su presencia no pasara del todo desapercibida. Mientras el silencio arañaba los bordes de su pelaje, robando a su nariz la atención debida, aquellos ojos azules se enfocaron en las figuras semiborrosas a través de las tupidas hojas. Nuevo silencio, solo roto por el viento que agitó las copas de los árboles, como si quisiera librarlos de su eterna miseria implantada. Presos de una vida que realmente no deseaban vivir. "Estas criaturas... Parecen proteger algo." - Pensó para si, manteniéndose tranquila en medio de la arboleda. Los arbustos la cubrían, aunque tampoco debía hacerlo, ella misma carecía de miedo. Decidió salir. No tenía sentido permanecer oculto, nunca lo estaría. El mundo se había desarrollado frente a los ojos de la loba durante décadas, siglos incluso. Desde su nacimiento y liberación, desde la eliminación total de la que era su tribu y la desaparición de la pureza en sus tierras tras la ocupación, ya no tenía sentido. Las estrellas eran sus aliadas, la tierra su propia madre. La sangre, su alimento. La vida tan solo era una corriente innata y curiosa que se deslizaba frente a sus ojos, mostrándole siempre las mismas historias, los mismos finales, los mismos sucesos pero ocurridos en distintos tiempos, en diferentes culturas, pero siempre lo mismo. Un continuo patrón que jamás acabaría mientras la humanidad misma existiera. Ni siquiera el fin de los tiempos podría borrar del todo esa cadena. ¿Qué eran entonces las profundidades de los cielos o del infierno mismo delante de sus ojos? Salió. Las ramas se abrieron suavemente dándole paso como una delicada cortina verde, dejando que la silueta lobuna emergiera lentamente de en medio de la niebla, junto al río. Un par de ojos azul cielo, inolvidables y misteriosos, les observaron en silencio. "¿Porqué llamas amigo a todas las criaturas a las que privas de vida? ... Tu, una criatura paralelamente inmortal, que ve lo que debe suceder, que hace lo que debe hacer, ustedes que confían en la sangre mas allá de la superstición mas violenta ¿Porqué llamar amigos a la existencia? Una existencia conspicua, frugal, breve que no vale la pena. Una existencia con mucho significado a pesar de ser poca." La niebla envolvía el esbelto cuerpo del animal, mas no se encontraba nadie a su lado que pudiese emitir una voz tan humana. La voz suave y fría que se había escuchado, se deslizaba aún en los oídos como una gélida corriente que ocultara una larga experiencia de años. Pero la misma carecía absolutamente de algún sentimiento. Un viento helado rodeó a las personas como si se burlase de ellos, despeinando las puntas del blanco pelaje, acentuando su elegante apariencia en medio de la soledad. Los árboles parecían aclamarla. La loba de ojos azul cielo, permaneció por unos momentos observando a las tres criaturas humanoides que se encontraban delante de ella. Las finas patas de muslo grueso, las garras que se hundían silenciosamente en medio de la húmeda hierba, la cola caída en un arco pacífico que emergía cierto poder. Después alzó su mirada silenciosamente hacia el oscuro cielo, donde la luna sobresalía tímida de las nubes, envolviéndola con una luz tenue. Un brillo que daba un cierto toque mágico a la apariencia de por si misteriosa de la bestia. Incluso sus ojos poseían un pequeño destello humano ¿Un lobo que ya había vivido muchos años? El alma escondida en un corazón de hierro que estaba hecho de simples experiencias; analizó calladamente a las tres criaturas al frente. Fuesen o no los límites de sus tierras, estuviera o no en sus territorios, no tenía ningún interés de invasión. Nada ni nadie podía contra ella y de la misma manera, rondaba el mundo pacíficamente, interviniendo únicamente en aquello que fuera absolutamente necesario o, simplemente, pudiese perjudicarle de alguna forma. Lo que el resto de criaturas decidiera hacer... No era su problema. Esos tres espectros, a sus ojos, nunca la atacarían. Podía percibir ligeramente sus niveles a través de la corriente sanguínea, apenas aumentados por un cuarto ser un tanto sobresaliente, solo uno de ellos se veía interesante a sus ojos, quizá valiera establecer un poco mas de conocimiento y saber lo que, la futura conversación deparaba. @ todos @ Kaiser Lord Pilu
  11. Tac...Tac...Tac...Tac... El goteo constante de los restos de lluvia entre las hojas, rompía el silencio que invadía el bosque en su totalidad. Delante de su mirada, se abría una amplia variedad de árboles frondosos, cuyas encaprichadas ramas, se entretejían a veces entre ellos, a veces con los arbustos, a veces mas allá de lo que la vista simplemente dejaba ver, creando paisajes armoniosos, encaprichados, tenebrosos. Una mancha sin forma en medio del oscuro grisáceo del cielo renovado. Tac...Tac...Tac...Tac... La madera, húmeda por la caricia de la lluvia, olía a frescor, a selva, mientras algunos animalillos un tanto atrevidos, salían de sus cuevas para buscar alimento o simplemente beber agua. Ninguno estaba satisfecho. Es bien sabido que el bosque cobraba vida después de una copiosa lluvia. " Al parecer, la lluvia ha cesado." - Fue el pensamiento que vino a la cabeza de uno de los animales que descansaba en una de las cuevas. La vegetación boscosa, recién reverdecida por efecto de la tierra húmeda, cubría la entrada como una sigilosa cortina, manteniéndola oculta de las mas indiscretas miradas. Sin embargo, el suelo arenoso del interior, era una cama lo suficientemente confortable para el acolchado de las gruesas patas, junto a unas pequeñas rocas que le servían de apoyo para la espalda. No, es mas correcto decir, para su lomo apenas manchado de polvo. El pequeño habitáculo, era lo suficientemente espacioso para el enorme animal que se encontraba adentro. Recostado sobre sus cuatro patas, decidió mirar a través de las rendijas que formaban los pequeños tejidos de la vegetación, calculando el momento apto para salir. A su nariz no llegaba ningún olor especial, así que se levantó. "El cielo, es hermoso..." - Ante sus ojos se desplegaba lentamente el manto de nubes, revelando un cielo estrellado. Una verdadera obra natural, plagada de constelaciones de estrellas, algunas lejanas, otras un poco mas cerca. Las mejores destellaban. Los belfos semi húmedos agitaron los pequeños bigotes cuando aquel enorme ser se dirigió en un suave trote bajo el enarbolado entramado de las zarzas caprichosas y los abetos que le rodeaban, subiendo por el serpenteante sendero hasta la parte superior de una infantil colina, en cuyo picacho, un tronco seco caído, le daba un toque pintoresco a la situación. Allí se detuvo. La luz de la luna pronto se abrió camino, despejando los aires para la alegría de algunos seres vivos nocturnos. Sus pálidos hilos cayeron como una tímida cascada encima de aquel ser vigilante en la noche. Una silueta elegante, armoniosa pero un tanto terrible. Una loba. Una loba cuya envergadura podía ser mas de los dos metros en cuanto al largo y casi lo mismo de alto. Una hermosa bestia guardiana en el bosque que dormía plácidamente envuelto en las suaves sombras de la noche. Una bestia temible, de la cual lo que mas resaltaban era su figura tranquila, su blanco pelaje inmaculado y lo último, sus ojos de un azul cielo difícil de olvidar. La cabeza giró a izquierda primero, luego a derecha olfateando. No había nada. El bosque aquí era diferente. Solo la soledad acompañaba a los pocos seres que salían silenciosos desde sus madrigueras, atentos para no ser cazados; hormigas deambulando, algún que otro insecto. Entonces pudo detectarlo. "Este bosque... Es diferente. Llora... Está triste." - Podía olerlo. Olía a lágrimas, a llanto. Olía a dolor y a miedo, mucho miedo. ¿Porqué había miedo? No lo sabía. Este bosque simplemente es diferente. Los árboles parecen siniestros, incluso mas siniestros que los mismos árboles que rodeaban su antigua tierra. Podía decir que, parecía que los envolvía una extraña neblina, había algo aquí que no podía identificar. Olfateó a los extremos, se movió sobre sus patas. Las gruesas patas acolchadas aterrizaban sobre el suelo y las plantas suavemente, casi sin hacer ruido. Se movió como una flecha colina abajo. Lo había visto, había algo lejos, una edificación ruinosa, quizá los restos de alguna civilización cercana. Los edificios caídos siempre están cerca de numerosos pueblos y personas. Si podía llegar allá, se mimetizaría para mezclarse con las personas. Incluso podría comer algo fresco. Pero a media marcha se detuvo. El olfato nunca miente, mucho menos a un animal de su envergadura. Olía a extraño. Olía a humano. No, probablemente no era un humano el que circundaba, probablemente algún cazador u otro tipo de criatura. La tierra de Rumania estaba plagada de muchos seres mágicos y letales. Incluso aquellos que no podían ser vistos fácilmente o solo existían en leyendas. Pese a las advertencias dentro de su cuerpo, decidió tener cuidado. Las zarzas que envolvían un roble le dieron el cobijo ideal para esconderse. Se ocultó entre ellas y esperó paciente. @ Kaiser Lord Pilu @ todos
  12. Me gustaria encontrar a alguien con quien rolear... Desplegarnos ambos en una historia intensa, marcada de deliciosas sorpresas y dignos toques de supersticiosa creatividad. 

    Poder dejarnos llevar...

    ¿Te gustaria rolear conmigo? 

    1. Darla G Dumbledore

      Darla G Dumbledore

      @ Kaiser Lord Pilu creo que andaba buscando algo similar. 

    2. Agatha Andrómeda Abbott

      Agatha Andrómeda Abbott

      ¿De verdad? Me gustaria poder rolear amplio. ¿Crees que me responda si se lo pido? 

  13. Es impresionante como la gente puede cambiar de lealtad tan facilmente. Ya entiendo porque sus sentimientos eran inconsistentes. Agradezco haberme alejado de el, hubiese sido un obstaculo en mi vida. 

  14. Vuelvo después de una larga inactividad. Ausencia por motivos fuertes. Me alegra volver a verles. 

    ¿Hacemos rol?

    Saludos :)

  15. Buenas tardes. En primera, me alegra verles de nuevo a todos. Lamento haberme ido tanto tiempo, pero debo decir que tuve algunos asuntos fuertes y cambios inesperados que me mantuvieron afuera y lo que afecto profundamente mi estado animico y mi desempeño natural. Por fortuna, la tormenta ha pasado y he vuelto para activarme. Sin embargo a mi vuelta note algunas comunicaciones rotas con mi antigua familia Luxure y me parece que no es necesario insistir. No obstante tambien tengo en cuenta que estoy aqui como adoptiva, pero he notado, leyendo comentarios, que el que era mi padre ya no pertenece aqui. Y tampoco he vuelto a hablar con el. He tomado la decision de quedarme aqui. Tengo muy buenos recuerdos (algunos super graciosos) pero no tengo un padre por lo que veo, asi que ¿Alguien de ustedes aquí podria ser mi nueva madre o padre? Se los agradeceria mucho si pudieran re aceptarme. Les apoyaré en todo lo que me sea posible. Saludos
  16. "Cuerpo de Sombras" - Desde el momento en que vio como un par de mujeres irrumpían en el mismo lugar donde estaba, supo que no tenía delante precisamente a "amigos" por lo que mentalmente invocó esa habilidad. Fue extraño, antes de ser aceptada como un discípulo, no conocía ninguna de las habilidades del clan de los Nosferatu, al menos no de nombre y las pocas que vio fueron simplemente sorprendentes. Fue un instinto, algo que surgió en su mente automáticamente lo que la hizo reaccionar, convirtiéndose instantáneamente su cuerpo en un mar de sombras oscuras. Fue como si las propias tinieblas hubiesen desintegrado en polvo cada centímetro de su carne, diluyéndola con una velocidad extremadamente increíble, por lo que el efecto de aquel ataque pasó a través de estas. Sin un alma tangible y firme a la vista ¿Cómo podrían afectarla? Pero a su vez, la molestia de ser atacada la incomodaba. Si esas dos mujeres estaban allí, es porque pretendían robarse aquello que no les pertenecía. Por el sabor de la magia que traspasó las tinieblas, supo que no eran magas ordinarias. "Senescales" Susurró con asco. Aún seguía diluida, pero estaba aburrida, por otro lado, aquel par de magas de cuarta, no serían ningún obstáculo para ella. Aprovechando las ventajas de las corrientes naturales, se materializó en la hojarasca, unos cuantos pasos mas lejos de ellas, pero siempre a la vista. Sus ojos ya no eran del tono azul usual de su familia, poseían un cierto tono rojizo sangre. La capa negra ondeaba levemente con el viento, dejando ver solo las blancas y delicadas manos. Nada sucedía, excepto el ruido que ellas causaban ¿Acaso los magos querían jugar con las almas? ¡Tonterías! Aberración el nacimiento de su sangre, creyendo que todo es posible en este mundo, cuando la verdadera magia incluye mas allá de los misterios. Las observó sin expresión alguna, la luz de la luna roja, cayendo sobre todos los presentes, iluminando sombras oscuras ante el paso lento y sinuoso de las nubes. Si querían obtener lo prohibido, debían de morir. Asi de simple. Las nubes seguían discurriendo silenciosas en medio de la estrellada noche, mudas testigas de la batalla que se vendría por delante. Lentas siluetas negras pintaban el seco pasto, dándole a aquel claro un aspecto aún mas sombrío en el rojo de la noche. Las sombras lamían sus pequeños pies. Como una sombra temible y perseguidora, igual a las pesadillas de ensueño en las mentes retorcidas, la doncella parpadeó un momento, mostrando esos ojos de un rojo ligeramente encendido. - "Paseo de sombras" - Entonces, desapareció. La sombra que pasaba justo bajo sus pies se la tragó, como si nada hubiese estado allí. El río de siluetas discurría lentamente como un rebaño de extrañas ovejas negras, lástima que estas solo estarían como un tinte suave a la próxima desgracia. - Magos humanos... Ustedes dan risa. Rescoldo muerto de la existencia errónea... Creyendo que pueden obtener todos los tesoros, que pueden dominar sobre toda la Tierra, cuando tan solo, son la pequeña piedra en la perfecta creación... - De alguna parte se escuchó lo que parecía una risa, pero tanto la voz como esta misma, no podía anotarse exactamente de alguna posición en particular. - Han atacado ingenuamente. Ahora, morirán. - El claro fue envuelto nuevamente en el silencio, un silencio ensordecedor, una calma que inquietaba. Las sombras parecían alejarse. Tan solo las siluetas naturales, formadas por la luz de la Luna, eran claras en el lugar.
  17. "Es el cielo agorero la felicidad innata..." Para alguien, con un agudo sentido de percepción lectora, descifrar y entender la verdad oculta entre las letras fue fácil. Especialmente porque ninguna letra escrita, ni ninguna canción o conocimiento absurdo que había en el mundo, estaba alli por nada. Todo tenía un significado, un sentimiento, una continuidad. Y cada letra pronunciada tenía una sola verdad. Para los seres como ella, el bosque no era mas que un jardín para paseo. Gracias a que podía ocultar su verdadera naturaleza con la sangre de su amado padre, podría moverse sin problema alguno, evitando los nidos mas peligrosos o las zonas mas pobladas de posibles criaturas, que pudiesen atacarle en algún momento. Fuera de eso, el cielo estrellado y la hermosa luz de luna que recibía en su rostro eran todo lo que necesitaba para su misión. Claramente el cántico que escuchó, tenía una doble realidad. Y es que cada frase que lo componía no era una canción, sino una instrucción. "No cantes por cantar." - Le había dicho su madre alguna vez cuando era mas pequeña. - " Pon atención a la sonata y lo entenderás mejor." - Pero ¡Mamá! ¿Cómo voy a entender una canción tan absurda? ¡Mas parece que el señor ese fuera a burlarse de mi! - "Y no lo es, pequeña. Los mejores conocimientos de los ancestros, están ocultos en los detalles menos esperados." - El cielo estrellado es concretamente un mapa. Durante los meses de Enero a Junio en el mundo mugle aparecen distintas constelaciones. Mismas que también se observaban en el mundo mágico. Pero había una en especial, que solo aparecía tres días al año y que solo podía verse en un mes específico: Julio. Durante esos tres días, el cielo mostraba sus mejores galas, pero la conjunción de estrellas que aparecía en ese momento, formaban claramente un punto, un mapa. Y a la vez las mismas coordenadas mágicas, aplicándolas al mapa, llevaba a muchos lugares. "En el bosque una vez existió un claro terrible de luna que comió a sus hijas una a una y lo llenaron de sangre el Altar. Pasa por allí el crepitar de los sueños mas terribles e infinitos porque el cielo es a la vez tripartito ¡Del corazón que alli durmió con sus tesoros! " Pero en el mes de Julio se veía mas claro. Solo bastaba con observar hacia donde se dirigía la cabeza del dragón y hacia donde apuntaba la cola. La respuesta estaba en una de sus patas. Cuenta la leyenda o al menos lo que escuchó de sus superiores, que el líder de los Discípulos de Nosferatu escondió un gran tesoro, pero que la respuesta estaría únicamente en el Altar de Sangre. Un lugar que hasta la fecha desconocía si existía, pero que aquellos que la habían interceptado alguna vez, aseguraban que era real. En cuanto a ella, había escuchado del Clan y pasó años buscando ser aceptada, pero nunca obtuvo respuesta. No, hasta esa noche. Para no quedarse estática y ponerse en innecesario peligro, había optado por moverse entre las sombras. Saltando de rama en rama, a veces aterrizando con sus pies y corriendo a lo largo antes del dar el salto, a veces colgándose con las manos, para tomar impulso, girar y caer en otra rama, todo con el mas cuidadoso sigilo, se apartó de aquella posada bulliciosa. Una cosa se grabó a fuego en su mente. Antes de marcharse, notó a una maga en la puerta principal que parecía alterada. Por un momento se quedó viéndola desde su escondite. Era una persona bastante inusual a juzgar por sus ropas, cuyos latidos ligeramente acelerados, le daban una idea aproximada de su estado. Y su olfato le decía que debía tener cuidado. Sus pupilas se movieron silenciosamente desde el rostro de la jovencita hasta su mano. Por el apretón que parecía dar a su ropa, muy probablemente la había sentido. "Curioso." Pensó para si misma, antes de abandonar el paraje en el silencio de la noche. Se deslizaba con soltura y agilidad entre los árboles, iluminada parcialmente por la luz de la luna. Sus pasos no se escuchaban, parecía tan solo la sombra de un ave o una visión cualquiera. El silencio nocturno la envolvía codiciosamente. Posaba su vista en el cielo, siguiendo el rastro de la constelación. Pero algo, un extraño picor en el torso del antebrazo, la detuvo. Con la suavidad de una hoja, se detuvo al resguardo de la oscuridad de un ramaje frondoso de acebo notando, que también era seguida por alguien... O algo. - ¿Que..? - Apartó la tela de su capa, el picor seguía. Visiblemente incómoda, se subió la manga de la blusa, mas no notó nada en particular. No obstante, esta pequeña distracción bastó para que no se diera cuenta de que una sombra se había abalanzado sobre ella y pronto fue envuelta por las sombras. "Cuenta tus pasos gira de noche..." Se había sumido en un mundo de tinieblas. Ni siquiera podría decir donde estaba. Flotaba o parecía flotar en medio de una densa niebla. Un dolor agudo le cruzó repentinamente los sentidos, haciéndola espabilar. Pero no podía moverse, excepto intentar decir algo, antes de que todo volviese a quedar en silencio. "Y encontrarás la puerta con las cabras..." Cuando sus sentidos volvieron, estaba acostada entre unas malezas. De espaldas al cielo y algo desorientada, optó por levantarse lentamente apoyando las manos en el suelo. Sacudió un poco su cabeza ¿Qué diablos? ¿Qué había ocurrido? Se sentía ligera, mas de lo habitual. Un poco mareada, pero algo tolerable. Terminó por ponerse de pie, sacudiéndose la ropa. Notó que tenía la manga arrugada, asi que decidió poner todo en su lugar. Mientras lo hacía, notó en la piel del antebrazo una extraña runa recién tatuada de un rojo apagado similar al terciopelo antiguo. Lo mas extraño, es que podía leer su significado, es decir, la entendía. Tras procesarlo, una pequeña sonrisa pasó por su rostro, pero estaba perdiendo tiempo. Arregló su ropa, volvió su vista al cielo y miró a su izquierda. "Cuenta los pasos." Se dijo mentalmente. Posicionándose y midiendo su ubicación respecto a la cuarta estrella de la constelación, empezó silenciosamente a caminar. Uno por uno, como si saltara o midiera el suelo, continuó adentrándose hasta un paraje sumamente mas oscuro que donde estaba. La luz de la luna no llegaba. Casi en el último paso se giró bruscamente y pudo verlo. Pero ahora el camino habia cambiado. Ni siquiera era el sendero que estaba tomando. La constelación del suelo brillaba intensamente de un tono rojo, delante de ella, talladas en la vieja madera de dos troncos secos, se veían dos cabras. Y al cruzar el espacio que había entre ellas, apareció ante sus ojos un espacioso y espeluznante claro, en cuyo fondo, algo lejos, se podía ver un altar antiguo de piedra que parecía tallado en la misma roca. Embuyéndose en la capa, decidió caminar hasta ese lugar pero se detuvo. Una fuerte sensación de advertencia y peligro le recorrió las venas, por lo que miró a diestra y siniestra, atenta. Pese al silencio, tenía un mal presentimiento.
  18. ¡Oh no! Me encanta la nieve. Será un paseo agradable. - Añadió en un tono tranquilo, deslizándose de las piernas de este al suelo para ponerse de pie. En el camino pasó rozando su nariz con la propia en un sutil coqueteo y una sonrisita pícara, antes de levantarse del todo para buscar su chaqueta. Al agacharse hacia la silla, mostrando primer plano de las caderas, volteó a verlo y al notar su mirada, sonrió un tanto divertida y coqueta - Cariño ¿Es que piensas quedarte allí sentado todavía? - Se irguió despacio, realzando la curvatura suave de la espalda, la redondez de las caderas y la pequeñez de los hombros. Se colocó encima la chaqueta, ajustando otros detalles y finalmente, cubriendo su cabeza. Miró a un mesero y alzó su mano para pedir la cuenta. - Con una condición, dejarás que pueda mimarte transformado en lobo...- Se inclinó despacio hacia el y le tomó del mentón susurrando suavemente - En privado, claro. Sin decir nada mas, se apartó para encargarse de la cuenta, dejando en el ambiente un tenue aroma a rosas frescas y menta. @ taison logan greyback
  19. "Cielos oscuros levantando una línea.. Creciendo, cantando, dibujando divinas.. Las notas musicales del antro de perdición.. Le dieron a los otros el oro y la intrusión.." Había escuchado miles y miles de veces esas cantinelas de boca de alguien que poco recordaba. No, si lo recordaba, era alguien conocido como el "Jorobado" pero hasta allí. Su verdadero nombre nadie lo conocía. Excepto que todos sabían que se mantenía cantando en las plazoletas. Hacía bastante tiempo que las escuchó, llegando a repetirlas incluso de niña, pensando, en su propia ingenuidad infantil, que eran canciones de ronda. No obstante, para Andrómeda, la situación actual era bastante desfavorable. Todo había sucedido demasiado rápido. Un poder especial, una ventaja divina había llegado a las manos del Santo Bibliotecario. El líder, consciente de lo que esto significaba, llamó con urgencia a reunión solo a los mas cercanos a el. Aquellos discípulos cuyos brazos casi estaban surcados de runas y se encerró con ellos en la sala principal. Poco después, se anunció que aquel poder había sido escondido en un lugar seguro, pero que la noticia de su aparición, alteró a los otros clanes. Era muy posible que hubiese un enfrentamiento si esto continuaba. Después de ello, el clan completo se dispersó. Andrómeda no había tenido ninguna otra noticia. Asi que se limitó a realizar sus labores, hasta dicha tarde donde, en su propia habitación de la mansión bebía tranquilamente una copa de vino y pudo ver como el rojo claro, se tornaba dentro del cristal de un tono negro. Un mal augurio. Inmediatamente se levantó de la silla y tomó su capa, pero fue detenida por un leve golpecito en el cristal de la ventana. - ¿Eh? - Se volteó para buscar con la mirada de donde provenía el ruido y vio una pequeña mariposa de un rojo encendido. Bajo sus patas pequeñas, había un diminuto rollo de pergamino. Abrió la ventana del todo y permitió que el animalillo curioso entrara, pero ni siquiera llegó a aletear del todo, pues la mariposa se desintegró en una sola mancha rojiza que olía a metal. Magia de sangre. Tenía que ser muy importante para que algo asi la mandase a llamar. El mensaje era breve: "Ve, busca y detiene. Ellos buscan el cofre." No tardó en salir de casa. Pero no uso el transporte habitual. Antes de partir, se picó el dedo índice de la mano derecha con un clavo y dejó caer una gota de su sangre sobre aquella mancha. De inmediato la mariposa se rehizo y echó a volar. No necesitaba mas palabras. Con la facilidad que caracterizaba a los suyos, se embuyó en la capa de color negro, cubriéndose el rostro con una máscara especial. Una que solo el clan reconocía. Ciertamente aún no era un miembro oficial, pero nadie le había impedido solicitar su entrada y fue admitida bajo estricta vigilancia. Debía ser confiable, tener una gran ambición por el conocimiento y ser constante, entre otros detalles que le pedían. Lo que mas ansiaba era su primera runa. Si recibía el tatuaje oficial, no escatimaría esfuerzos por crecer. Eso lo aseguraba. Un salto bastó para que cayese de pie sobre la primer rama del pino que colindaba su casa. Como una sombra escurridiza, se deslizó a saltos por los árboles hasta aterrizar en el suelo, mirando con sigilo a diestra y siniestra. Olfateó con atención, nadie le seguía. " Las olas del mar tocaron las piedras el sol arañó hasta las riveras, la luz se escondió entre las rendijas entonces los hombres se volvieron sabandijas." Continuó su camino. Recordaba las canciones sin sentido una y otra vez. Por alguna razón sentía que algo de verdad se escondía entre sus frases. Y no se equivocaba. Al menos no tanto. Una vez escuchó decir a los mayores del clan, que muchas de las verdades se escondían en viejas canciones y consejos. Para ser sinceros, nunca entendió el método, hasta que uno de los viejos maestros que la supervisaba, por orden directa del Superior, le relató que, antiguamente las personas no hacían caso de las advertencias sobre monstruos, maldiciones y cualquier otro peligro que se avecinara. No lo creían. En otras, era imposible de decirles y debían encontrar una forma de que lo comprendieran. Pero, lo que mas destacaba, era el hecho de que, los mejores tesoros, estaban ocultos para protegerlos de la ambición de los hombres pues ¿Quién sería capaz de poseer un poder mayor, sin dañar est****amente a su especie? Por ello es que Atlancte (Atlantis) se extinguió hace tiempo. No hubo beneficio de especie sino solo caída. Por eso es que la Gran Grecia y los Imperios mas altos cayeron. ¿Qué puede hacer el poder innato en manos de un sujeto no digno? Toda canción, toda cantinela, toda letra tenía su propósito y eso no había que ignorarlo, por tonto o raro que se leyese. Avanzó. No se podía estancar. El ambiente estaba libre, no habría problemas. Nadie estaba a la redonda por ahora. Asi que emprendió carrera. Seguramente los otros clanes ya estaban avisados y si era asi ¿Qué sucedería con la unidad de aquellos que permanecían en la Marca? Sus pies aterrizaron en un árbol cercano, alli a unos cuantos pasos, había una posada. ¡Qué locura! Hasta allí llegaban los sonidos de risas, brindis, gritos y competencias. Olía a acre, a suciedad y a licor. Olía a sudor y a noche de desvelos, olía... Muchos olores para su fino olfato. Negó con la cabeza. Prestó atención en silencio a los ruidos, mimetizándose con sigilo entre las sombras. "Es el cielo agorero la felicidad innata cuenta tus pasos, gira de noche y encontrarás la puerta con las cabras. " El cielo agorero... Simplemente alzó la vista, notando el vasto cielo estrellado. El manto azul calzaba precioso con el borde brilloso de las estrellas. La Luna no se veía. Observó con cierta nostalgia, pues le recordaba a ciertos aspectos de su pasado. " Es el cielo agorero, la felicidad innata..." Abrió los párpados de golpe al darse cuenta de una cosa que había pasado por alto. Un detalle tan simple como evidente ante sus ojos. No perdió el tiempo. Abandonó los bordes externos que rodeaban a la posada y se deslizó cual el mismo viento por entre las ramas, sin hacer un solo ruido, desapareciendo pronto del lugar.
  20. - Elegantemente tomó su brazo con un suave ademan, dejándose guiar por el lugar para conocerlo mas a detalle. Al pasar, alguien le entregó una rosa recién cortada que aceptó encantada. La acercó a su nariz, aspirando su aroma con fruición, dejando escapar un pequeño suspiro de placer. Le siguió encantada, entrecerrando los ojos, dándose el tiempo de observar los pequeños detalles de las pinturas, los intrincados patrones de la construcción, los fluídos bordes de los muebles, incluso el leve aroma a vejez por dentro, le daba un pequeño toque de elegancia. No obstante, al recorrer el pasillo, no pudo evitar mirarlo de reojo. Pese a su semblante tan fiero, tenía un toque masculino en su perfil imponente. Sonrió levemente, volvió la mirada al camino y esperó la oportunidad perfecta para abordarlo. Llegaron asi a un salón enorme. Al fondo, casi en el centro, se veía una mesa e implementos para dos personas. La luz de las velas era impresionante, el detalle, adorable.- Me siento como una reina, querido. - Ambos se acercaron a la mesa, el silencio que los envolvía era acogedor. Dulcemente se volvió hacia el, colocando la rosa cuidadosamente en el bolsillo superior de su traje, creando un simpático adorno mientras sonreía levemente. - Has cuidado cada mínimo detalle... - Subió lentamente los dedos de su mano izquierda desde los botones medios del traje hasta la parte superior donde estaba el cuello, deteniéndose en los labios ajenos, donde dio un toquecito, apenas presionando el labio inferior. Su mirada subió hasta el, los grandes ojos azules reflejando el rostro que tanto adoraba. - Esta bien, yo me encargaré de cada arreglo que necesites, haré que esta recepción sea única e irrepetible. Tan asombrosa como lo es la dignidad y pureza de nuestra raza, pero primero... ¿Porqué no tomarnos algo de tiempo para nosotros? - Se recostó en el borde de la mesa, ambas manos sujetas en este. La espalda un poco hacia atrás, la barbilla casi pegada al suelo. Una clara postura que invitaba a algo mas. Le gustaba dejarse cortejar, pero también se hacía la difícil. Un juego de tira y afloja, un verdadero reto para mantener capturado e interesado el corazón de ese lobo arrogante y solitario. Sabía que no se lo negaría, miró primero hacia abajo con timidez, para después levantar de nuevo la vista, mordiéndose apenas el labio inferior brillante, rojo, suave y terso, una invitación al beso, a la pasión y al cortejo, en medio de ese caos desenfrenado. - @ taison logan greyback
  21. - Sus labios se encontraron con los ajenos, mientras su piel sentía la firmeza de la mano ajena casi sujetándola. El tiempo se detuvo, ni siquiera sabía si respiraba, solo supo cuando aquellos gajos semi secos con sabor a licor, encontraron los suyos. A pesar del olor a mascota en frío, había también un cierto olor dulce que le atraía. Sus brazos se envolvieron suavemente alrededor de la nuca de este, al tiempo que presionaba sus labios mas contra el. Los bucles verdes de su cabello, rozaron las mejillas morenas, creando paralelamente una cortina discreta que ocultaba la pequeña travesura que se había originado en medio de la pareja. Suspiró cuando lentamente se separaron, abriendo los párpados en ese momento para contemplar ese rostro impávido, serio, marcado con un suave tono rojo. Verlo tan cerca, tan vulnerable por unos segundos,tan... tierno, le hizo esbozar una pequeña risita, alejándose un poco mas, hasta bajarse de su regazo y liberarse de sus manos. - Eres tan dulce... Lobito travieso... - Se sentó a su lado, acomodándose un mechón de cabello tras la oreja, mientras cruzaba las piernas con elegante coquetería. - @ taison logan greyback
  22. - Un ligero movimiento cambio el posible beso a un suave roce. Ella se había hecho para atrás suavemente. No obstante ante la aparente verguenza de este, sencilla se levantó de su sitio y subió suavemente sobre sus piernas, quedando asi ambos frente a frente. Ambas miradas conectándose al instante. - Eres bastante... atrevido... - Susurró colocando ambas manos en las mejilas de este, únicamente acariciándolas. Permaneció un momento en silencio, solo mirándolo, la tensión palpable, sus respiraciones mezclándose, entreabrió los labios jadeando suavemente, acercándose a su rostro. - Esa... sensación... ¿verdad... Mickhail? - Susurró un poco mas cerca de su rostro, los ojos azules buscando los ajenos. Detalló su rostro, su nariz, sus cejas, miró sus labios, el contorno de sus mejillas, de sus ojos... Se acercó quedando apenas a milímetros de esos labios, casi a punto de besarle. A veces miraba sus labios, a veces miraba sus ojos, hubo asi el silencio, la tensión cada vez mas fuerte, las respiraciones entremezclándose, el deseo, la tentación emanando de los poros, jadeó sedienta, mirando de nuevo sus labios. Parecía que en cualquier momento se daría el beso, sus manos bajaron lentamente por el cuello ajeno hasta los botones del traje, lentamente, buscando, tocando, sintiendo, aún sentada en su regazo, empequeñecida, sumisa y a la vez deseosa, labios sedientos buscando otros labios, el deseo a flor de piel entre ambos. - @ taison logan greyback
  23. - Las manadas de lobos son duras con los suyos. - Soltó un leve suspiro. Había acabado el contenido de su taza y ahora miraba tranquilamente hacia la ventana. - En cambio a nuestra especie le gusta proteger a los suyos. Digamos que al ser muy sobreprotectores, no podemos enlazarnos con cualquier especie. Sería una ofensa hacia nuestros ancestros. - Sus miradas se cruzaron, hubo un destello de alegría en aquellos enormes ojos azules al verle un tanto enfadado, asi que esbozó una pequeña sonrisa, se arregló unos mechones de cabello y añadió. - ¿Sabes algo? A mi me gusta como te ves de lobo. - Se hacía la desentendida, jugando con uno de los bucles de su cabello que le caía cerca del rostro. Enrollaba su dedo, volvía a soltar y asi se mantenía entretenida en su mechón, a veces miraba las puntas. Algún dia se quitaría el antojo de acariciarle el pelaje, estaba segura. -
  24. - He escuchado que entre los lobos, se refuerza a los miembros de sus manadas con cosas fuera de lo normal. A veces son peleas y en otras su forma de cazar. - Miraba pensativa el contenido de la taza, sin percatarse por un momento de que el sujeto de nuevo se acercaba. Siguió escuchando el relato, suspiró y alzó la vista para encontrarlo prácticamente a su lado. Sus párpados se abrieron un poco mas, pero pronto recuperó su tranquilidad. No esperaba verlo tan ¿Protector? Incluso los rasgos de su rostro se habían suavizado bastante. No parecía el usual tipo con el que negociaba hace un par de horas atrás. Un abrazo inesperado le hizo mirarle con fijeza, parpadear confundida y luego sonreír ligeramente divertida. - No sabía que podía ser tan dulce, Mickhail. - Soltó en un siseo pícaro, la doncella ahora apachurrada entre sus brazos. Algunos de los sujetos en el local, se quedaron mudos de sorpresa al ver lo que pasaba, la mayoría, experimentando los primeros pinchazos de celos por primera vez, al ver que otra persona acaparaba a la chica. -
  25. - Tras un largo rato de caminata observando el paisaje, notó que una edificación se abría paso lentamente entre los árboles. Observó con calma los detalles, pero prefirió esperar hasta haber llegado para saciar su curiosidad y no adelantarse. Fue asi como los lobos de detuvieron frente a las amplias puertas tras cruzar las hermosas rejas. Iba a bajarse, pero una mano se extendió frente a ella y gustosa la usó para bajarse. En cuanto lo hizo, le dio algunas caricias al lomo peludo como agradecimiento, dejando que su montura le olfatease las manos, dejándose mimar. - Tienes el pelaje muy suave mi cachorro. Eres adorable. - Para este momento, la figura del rubio había desaparecido. Ahora la misma doncella se acercó hasta aquel a quien acompañaba, la vista puesta por unos segundos en los detalles suavemente góticos que reinaba en la construcción. Breves recuerdos vinieron a su mente al observarlo, especialmente porque ella misma radicó unos años en el mundo muggle. El palacio, terminado en 1796, está considerado uno de los mejores edificios neoclásicos construidos en Rusia. Quarenghi, que originalmente diseñó el edificio para San Petersburgo, creó una verdadera obra maestra, armoniosa y con una meticulosa decoración. La fachada principal es especialmente impresionante por la magnífica columnata central y las alas que sobresalen a ambos lados. El Palacio de Alejandro es famoso, principalmente, porque fue la residencia del último zar Nicolás II quien, junto con su esposa Alejandra Fiódorovna, decidió refugiarse aquí después del Domingo Sangriento de 1905, cuando la guardia imperial disparó contra los manifestantes desarmados, un evento que hizo que el Palacio de Invierno fuera demasiado peligroso. Recordaba que la pareja imperial convirtió el salón de baile en la Habitación del Arce y el Nuevo Estudio, y agregó nuevas habitaciones para sus hijos en el piso superior. La emperatriz Alejandra, junto con el arquitecto Meltzer, eligió el estilo Art Nouveau, considerado «burgués» y no imperial: la más famosa de las habitaciones renovadas es la Habitación Malva. Por lo visto, el edificio también fue equipado con electricidad y teléfono, recordaba que hasta se instaló un ascensor en 1899. Había mucho por recordar y ver, pero vistas las circunstancias, no tendría mucho tiempo, asi que se limitó a centrarse en lo necesario. Ya lo recorrería mas tranquila después. - ¿Esta es tu humilde residencia? - Preguntó tranquilamente situándose junto a el. Le vio sonreír y respondió de igual manera. Su vista se dirigió a los ejemplares del jardín frontal, había de todo, principalmente rosas, sus favoritas. - Es espacioso y precioso, solo espero que sepas la historia real detrás de este castillo. - Replicó divertida, sonriendo mas de lo usual, para dejar ver con cierta picardía sus afilados colmillos. Un detalle solo para el, la brisa agitó un poco los verdoso cabellos. - @ taison logan greyback
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