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Luke Abbott

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Todo lo publicado por Luke Abbott

  1. Aquella bella carcajada le encantaba. Verla sonreí lo llenaba de felicidad y estaba seguro de que así quería permanecer. Volvió a besarla una y otra vez, mientras sus lenguas no dejaban de jugar juntas incansablemente. Un calor aumentaba velozmente por su cuerpo y sólo lo incitaba a dejarse llevar. Oír la inseguridad en sus palabras hizo que deseara abrazarla para que pudiese olvidar aquellas dudas, pero antes de que pudiese decir algo, ella tiró de su mano hacia el interior. Nuevamente el baño comenzó a llenarse de vapor luego de que la bruja abriera el grifo del agua caliente. Un mar de espuma se acrecentaba a cada segundo en la bañera a partir del jabón que había introducido. Luke se distrajo unos segundos observando como el espejo volvía a empañarse rápidamente, y tras volver la mirada vio a Mónica comenzar a desabrochar los botones de su blusa con mano temblorosa. Su blanca piel provocó que se le entrecorte aún mas la respiración y casi logra aflojarle el toallón de la cintura. Se acercó a ella y con un dedo le despejó la frente de un mechón de cabello que se le había posado. –Completamente– respondió perdiéndose en sus ojos comenzando a besarla lentamente. Sin separarse lo más mínimo, terminó por soltarle el último botón y pasó su mano por dentro, hacia su espalda, abrazando por fin aquella suave piel. El calor del lugar se incrementaba a cada segundo que transcurría, aunque el vapor no era el único factor que lo producía. Lentamente y mientras seguía besándola perdidamente, tiró de sus mangas para que ambos quedasen con el torso al descubierto. El roce de sus cuerpos lo embriagaba más a cada instante que pasaba, al punto tal de no sentirse dueño de sus actos. Detuvo los besos un segundo y dejó escapar una sutil sonrisa, mientras tomaba con la mano el toallón que aún cubría su cintura y tiraba de él, librando su cuerpo finalmente. –Ups, se me cayó...– bromeó sin dejar de mirarla y se introdujo en la bañera que ya se encontraba llena en su totalidad. Se recostó en el agua caliente mientras recorría lentamente con su mirada el bello cuerpo de su compañera. –Sabía que eras hermosa, pero no imaginaba que tanto– comentó con una voz un poco mas grave de lo normal.
  2. A cada segundo que pasaba, se dejaba llevar mas y mas por aquellos labios. El roce de su lengua lo transportó a un mundo donde ya nada importaba, dejando toda preocupación atrás. Envolvió con sus brazos el suave cuerpo de la bruja y su corazón se aceleraba cada vez mas al sentir su respiración tan de cerca. –¿Cómo podría no estar bien, si estoy contigo?– dijo sonriendo sin querer despejarse lo mas mínimo de aquel beso. –Parece que descansar te ha venido bien. Me preocupé m...– se interrumpió volviendo a perderse en sus ojos. –Lo importante es que estas bien– agrego finalmente aliviado. La abrazó pegándose a ella nuevamente y el aroma de su cabello lo dejó extasiado. No entendía cómo podía ser que en tan poco tiempo haya logrado provocarle tantas emociones. Por un instante recordó la imagen de la bruja recolectando unas flores en el parque. Estaba claro que se le daba bien la botánica pero, ¿sería igual con la elaboración de pociones? ¿Estaría bajo el embrujo de un filtro de amor? Nunca había experimentado nada así, por lo que no podría asegurarlo. Volvió la vista hacia aquellos ojos que parecían poder observar su alma y se confirmó a sí mismo. –No. Esa mirada nunca podría cargar con algo así– pensó determinado. –Perfecto. Si te parece bien luego me tomarás una entrevista de trabajo. Admito que siempre quise tener una jefa sexy– bromeó comiéndola con la mirada, para luego volver a llenarla de besos. Cada vez que sus labios se rozaban un calor abrasador recorría cada parte de su cuerpo reconfortándolo como nunca había sentido. Sin notarlo bajó levemente la vista hacia su escote manchado de sangre y sonrió volviendo a levantarla. –Mira como estas... No podemos dejar que una bella dama como tú ande así. ¿Te apetece un baño? Yo ya me di uno pero... Tampoco me molestaría...– bromeó con una sonrisa pícara y le mordió suavemente el labio inferior. Recorrió su espalda con las manos bajando lentamente, acariciando cada rincón con caricias, deteniéndose en su cintura. @ Monica Malfoy Haughton
  3. La reconfortante agua caliente purificaba su cuerpo a medida que caía sobre él. El denso vapor producido inundaba todo el cuarto de baño, nublando ligeramente la vista. Sus brazos, aún tensos levemente por el esfuerzo, recuperaban sus fuerzas a medida que la relajante lluvia los recorría. Luego de varios minutos, Luke cerró el grifo del agua y tomó el toallón que había dejado preparado. Comenzó a secarse y se detuvo un instante al pasar por su cuello, al sentir un ligero ardor que aún se hacía presente. –Gajes del oficio, supongo– murmuró instantes antes de continuar secándose. Una vez listo, se colocó el toallón en la cintura para cubrirse y salió de la bañera. El espejo se encontraba totalmente empañado, por lo que le pasó una mano para poder ver su reflejo. El contacto con el frío cristal acarició su palma mientras dibujaba un círculo con ella. Su reflejo apareció y pudo notar dos puntos rojizos en su cuello. Restándole importancia suspiró levemente y se dirigió a la puerta. Tendría que hacer el mejor ruido posible para evitar despertar a Monica, pues sabía que necesitaba descansar lo máximo posible. Al abrir la puerta se encontró repentinamente con la bruja, por lo que le dio un vuelco el corazón. No se esperaba encontrarla en esa situación, y menos con aquella lúgubre expresión al contemplar su herida. La cálida caricia recibida no le produjo ninguna molestia pese al contacto directo con las marcas dejadas, sin embargo sí sintió angustia al verla de aquel modo. Él sabía que no era su culpa. Estaba claro que no había sido consciente de sus actos, por lo cual no debía sentirse responsable. Inclinó ligeramente la cabeza hacia el lado de la caricia, y un segundo después se acercó a ella para abrazarla. –Tranquila. No pasa nada. Ya pasó– murmuró tranquilizadoramente mientras recorría su espalda con las manos y besaba su frente con suavidad. –Lo que pasó... No quiero que te sientas culpable. A decir verdad, me lo habías advertido. Es sólo que nunca podría apuntar mi varita contra ti– le dijo apretando ligeramente el abrazo. Alejó unos centímetros la cabeza para poder verla a los ojos y sonrió. –Lo único que me importa es que tú estés bien, ¿si? Sólo espero que aquella oferta laboral siga en pie y no haya sido tan sólo una trampa para poder tener estas deliciosas venas cerca– bromeó riendo para luego acariciar una mejilla de la bruja. –Se que ya lo dije, y probablemente ya comience a cansarte, pero no puedo contenerlo... De verdad que me gustas– agregó perdiéndose en aquellos ojos verdes que tanto disfrutaba. Se acercó lentamente a ella y tras cerrar los ojos, sus labios se encontraron con los suyos. @ Monica Malfoy Haughton
  4. Turno 31 La ensordecedora multitud aclamaba con cada tanto convertido, pero el partido aún no terminaba. El equipo rival tenía posesión de la quaffle pero dependía de él cambiar eso. Observando que el cazador en cuestión estaba defendiéndose con los codos, notó que había descuidado su flanco inferior al no tener compañeros que lo protegiesen. Comenzó a perseguirlo por detrás, intentando alcanzarlo sin que éste se percatase. Ambos se desplazaban por la banda izquierda del campo a gran velocidad, hasta que por una décima de segundo la vio. Una ondulada cabellera rojiza lo alentaba desde las gradas, lo que provocó un intenso calor en su pecho. No podía ser otra persona. Ágilmente abordó al rival desde debajo sin cometer falta y la pelota se elevó varios metros en el aire. Rápidamente subió con su escoba hasta ella y, sin necesidad de tomarla, la pateó violentamente con todas sus fuerzas saltando y girando con su cuerpo hacia atrás, dirigiéndola directamente hacia donde estaba su compañera Darla. Habían entrenado tanto que sabían exactamente dónde estaba cada uno sin necesidad de mirarse. Volviendo a montar tras descender un poco, la visualizó a lo lejos, avanzando velozmente hacia los aros rivales.
  5. Aquel tono de voz lo tomó por sorpresa, pues no parecía ser la misma persona con la cual había estado disfrutando el día. De pronto, una ráfaga de adrenalina invadió su sistema al ver el haz de luz roja e intentó cubrir el ataque con su propio cuerpo, pero fue demasiado rápido para él. Inmediatamente el peso del cuerpo inconsciente de la bruja cayó sobre sus brazos, por lo que la sostuvo evitando que cayese. Una inadvertida figura se manifestó desde la oscuridad. –¿Quién er...?– comenzó a preguntarse, hasta que se vio interrumpido por la voz del extraño. Algo en aquella persona no le agradaba. Si bien no podía negar que su ayuda posiblemente le haya salvado la vida, sus palabras no fueron bien recibidas a los oídos del mago. Aún algo débil por la falta de sangre, inspiró profundo y reunió fuerzas para alzar a la bruja en brazos. –Hace falta algo mas que una pequeña perdida de sangre para derribarme– respondió orgullosamente al desconocido inflando su pecho levemente. Pasados unos segundos observó un grupo de personas circulando por el lugar y aprovecho para consultarles por la posada mas cercana. Estos le indicaron el camino, y quedando a pocas cuadras de allí, optó por ir caminando llevándola en brazos. Desconocía el efecto que podría producir la aparición en alguien en su condición. Al cabo de unos minutos logró visualizar la entrada de ladrillos donde se observaba un gran número 763. Antes de entrar al recinto, extendió el cuello de su camisa para ocultar todo rastro que pudiese haber quedado de la mordida. Así mismo, tomó su pañuelo del bolsillo y limpió los suaves labios de la bruja de todo resto sanguíneo que pudiese haber quedado. Una vez listo, aguardó en la entrada a que el guardia de seguridad les permitiese el paso. Un viejo mago de cabello rubio cenizo entrecano, ojos café con grandes ojeras, mandíbula cuadrada y la nariz torcida los observó unos segundos a través del cristal de la puerta, evaluando si permitirles la entrada. No era algo común que alguien fuese con una persona inconsciente en brazos. –Ha bebido de más y se ha quedado dormida– mintió Luke a través del transparente y pulcro vidrio. Tras unos instantes meditando, el guardia abrió la puerta para que pudiesen ingresar. El cálido ambiente los acogió enseguida dándoles la bienvenida. –Buenas noches. Quisiera una habitación, por favor. Sólo por esta noche. Ella necesita descansar, y yo creo que un trago– le comentó sonriendo levemente mientras este volvía a su escritorio. El semblante del guardia no se inmutó al escuchar la broma, y se limitó a observar la lista de habitaciones disponibles. –La suite del noveno A está disponible. Aquí tiene la llave– indicó entregándole una pequeña y resplandeciente llave dorada con un indicador que mostraba a qué habitación pertenecía. –No la pierda. Es la única forma de abrir la puerta– lo previno finalmente. Luke la tomó con algo de dificultad e ingresó en el elevador, aún con la joven en brazos. Al cabo de unos segundos en ascenso, las puertas metálicas se abrieron dándoles paso. Una mullida alfombra roja acolchonó sus pasos guiándolo hasta su habitación. Se agachó ligeramente para poder insertar la llave en la cerradura sin descuidar a la bruja. Tras escuchar el sonido de apertura, empujó la puerta con el pie e ingresaron. Lo primero que buscó fue la cama y se acercó para dejarla recostada cuidadosamente. La temperatura del cuarto era perfecta por lo que no necesitó taparla. –Descansa, corazón– murmuró observando su bello rostro. Una vez esta quedó descansando, se dirigió al cuarto de baño para revisar las posibles marcas que quedaron en su cuello. Notó dos leves incisiones ya cicatrizadas, pero que no le provocaron dolor al tacto. Restándole importancia cerró la puerta, abrió el grifo de la ducha y se desvistió para relajarse con un poco de agua caliente. @ Monica Malfoy Haughton
  6. En contra de lo que podría llegar a esperarse, Luke abrazó con fuerza a la bruja para que no se separe de él mientras lo mordía. –Te tardaste bastante, ¿eh?– dijo sonriendo al cerrar los ojos, intentando ignorar el inmenso ardor que sentía en su cuello. –Admito que no estaba seguro, pero tenía mis sospechas. De pequeño no entendía porqué a veces mi tío huía repentinamente de la casa. No fue hasta que fui mayor que me lo explicaron. Sólo intentaba protegernos– comentó en voz baja recordando. Sus piernas comenzaron a debilitarse por lo que trabó sus rodillas apoyándose contra la pared, evitando así caer al suelo. Con algo de dificultad besó su rojizo cabello, al sentir un suave hilo de sangre deslizarse por su cuello. Comenzó a bajar la mano lentamente por aquella esbelta figura deteniéndose justo en su cintura. –Tranquila, corazón. Hay otras formas en las que puedes dejarme seco, si eso es lo que buscas– dijo apretándola aún más contra su cuerpo. Podía sentir su pecho rozando contra el suyo mientras se agitaba la respiración. Al ver que la bruja se estaba emocionando con su cuello y no parecía mostrar el mas leve atisbo de querer soltarlo, le jaló del cabello suavemente aunque con firmeza para apartarle la boca del cuello. –Ahora me toca a mí– sonrió levemente viendo las dilatadas pupilas de la bruja. Acercó un poco más su cuerpo para estar completamente pegados y sus labios se encontraron dejando escapar todo control de sí mismos que podían aún llegar a manejar. El dulce sabor de su propia sangre le supo extraño aunque no lo detuvo ni por un instante. Aquella excitante lengua danzando con la suya le devolvió las fuerzas perdidas y aceleró aún más su corazón. –No quisiera.. que la noche.. terminase así– dijo entrecortadamente despegando levemente los labios de los de ella y mirándola pícaramente. Luego bajó hasta su cuello y lo besó lentamente. –Relájate, no te morderé.. demasiado– bromeó, para luego darle una suave mordida sintiendo su suave piel. Siguió recorriéndola con besos hasta llegar a besar el lóbulo de su oreja. –De verdad que me gustas... Y para nada me preocupa lo que seas– finalizó, volviéndose para observar sus ojos.
  7. Toda aquella escena lo tenía completamente hechizado y no podía apartar la mirada de la seductora figura de su acompañante. Sintiéndose cada vez mas desinhibido a causa del alcohol en su sistema, decidió arriesgarse dando el primer paso. –No me preguntes cómo, pero creo que me gust...– comenzó a decir pero se vio interrumpido por la repentina partida de la bruja. Suspiró profundamente al verla retirarse e inconscientemente su mirada se posó en su espalda baja. Rápidamente sacudió su cabeza para salir del ensimismamiento. –La cagué...– murmuró por lo bajo. Tras levantarse, dejó algunas brillantes monedas sobre la mesa e hizo un gesto de agradecimiento al elfo que lo miraba desde la barra. La siguió como pudo, intentando esquivar numerosos ebrios alegres riendo y brindando en su camino. Levantó la mirada y se percató de un camino menos congestionado que el que ella tomó, dándole ventaja y permitiéndole llegar antes a la salida. Luego de unos instantes la vio llegar y tomó suavemente su mano sin que notase que estaba allí. –¿Es lo suficientemente pronto?– bromeó disfrutando con la mirada cada milímetro de su rostro. –No te vayas. O de hacerlo, vamos juntos– agregó finalmente. –Mira, sé que quizás no debería haber dicho eso. No quise asustarte– dijo algo avergonzado, bajando levemente la mirada. –Me dejé llevar y creo que la bebida hizo que hable de más– agregó levantando la vista, deteniéndose un segundo en su pecho. Respiraba cada vez mas profundo y el cosquilleo que atacaba su estómago se había extendido a todo su cuerpo. El bullicio festivo que estaba teniendo lugar les dificultaba el dialogo por lo que tuvo que acercarse a su oído para que pudiese escucharlo. Disimuladamente llevó la mano que le había tomado hasta su pecho, pasándola entre los botones de su camisa logrando sentir el roce de su piel. –¿Notas lo acelerado que está? Hace años que no me sentía así, y tú lo lograste en sólo un par de horas– dijo contemplando sus hermosos ojos y posando la mano en su mejilla acariciándola con el pulgar. –Sea lo que sea que te detenga, déjalo ir– finalizó en el momento en el que un ebrio lo empujaba sin querer por la espalda, haciendo que queden casi pegados. Podía sentirle la respiración y sólo pensaba en dejarse llevar por aquella placentera sensación.
  8. Ver aquel movimiento de lengua de la bruja lo transportó a otra realidad. Sus sentidos se desconectaron del mundo físico y sólo podía sentir felicidad... O tal vez alguna otra sensación más. Todo comenzó a ralentizarse y las palabras llegaban difusas a sus oídos sin poder comprender de qué estaba hablando. –...cuidado de las criaturas...–. ¿Cómo era posible que tal belleza perteneciese al mundo real? –...magos y brujas que no están cualificados...–. Su pulso se aceleraba al contemplar aquellos labios danzar al compás de sus palabras. –...han sido arrancados de sus lugares de orígenes...– ¿Lugar de origen? El recuerdo de su querido bosque le parecía ya tan lejano... –A veces debemos ir a realizar recogidas–. Dejó escapar una risa que ahogó en una simulada tos. Sin darse cuenta de qué estaba pasando y ensimismado en sus pensamientos, la copa que le acercaba la bruja lo arrastró nuevamente a la realidad. Dio un pequeño sobresalto al notar la presencia repentina del camarero y este negó con la cabeza sin decir nada, para luego desaparecer. Volvió la vista hacia ella y tardó unos segundos en comprender. –Sal... limón... sólo hay una combinación posible– pensó sin poder evitar una sonrisa tomando el salero. –Salud, bombón– contestó clavando los ojos en los suyos pícaramente. Colocó un poco de sal en el dorso de su mano, entre el pulgar y el índice sin apartarle la mirada, y procedió a lamerla bajando la mirada nuevamente a aquellos labios. Tomó la pequeña copa y bebió el contenido de un golpe, llevándose luego una rodaja de limón a la boca. Un fuego bajaba por su garganta aumentando rápidamente su calor corporal hasta niveles inimaginables. Inconscientemente estaba mordiéndose el labio inferior y acercándose lentamente a la bruja. Sus impulsos lo manejaban completamente y ya no se sentía dueño de sus acciones. Lo único que pensaba era en dejarse llevar. –Demuéstrame que no eres débil– dejó escapar por lo bajo con la boca ligeramente anestesiada para que llegue a sus oídos en forma de susurro. Cada parte de su cuerpo le gritaba que se acerque aún más y acariciase aquellos tiernos labios con los suyos. El ritmo cardíaco se le aceleraba a cada segundo y no sabía cuánto tiempo mas podría contenerse.
  9. Hito 4 *Balderik Von Alexandros *Luke Abbot *Malum Luxure *Azrael Licaon *Ada Camille Dumbledore Tras lograr derribar aquella puerta, Luke escapó de la Sala del tiempo con vida. Su imagen renovada se potenció al momento de respirar aire fresco, dado que un calor interno recorría cada centímetro de su cuerpo. Sus poderes mágicos fluían nuevamente por sus venas. De pronto, el sonido de la batalla llegó a sus oídos y supo que se estaba perdiendo la oportunidad de luchar codo a codo junto a sus amigos. Numerosos grupos de Abominaciones custodiaban todo el lugar y los magos combatían con ellos incansablemente. Con un salvaje grito gutural el mago expulsó de su corazón todo rastro de duda y miedo, y una humeante aura roja apareció en sus ojos. Su ira crecía exponencialmente a cada paso que daba dirigiéndose a un par de enemigos. Tomó su varita y les apunto mientras una voz casi inhumana escapaba de su garganta. –¡Sectumsempra!– dijo mientras cientos de líneas rojas aparecían en la túnica de uno de ellos. Una cara de pánico se apoderó de la Abominación que quedaba al observar a su compañero sufriendo desgarradoramente aquel destino. Sin que pudiese hacer nada para defenderse, vio como el mago apuntaba con su varita a su entrecejo. –¡Incendio!– fue lo último que oyó antes de que una gran llamarada invadiera la totalidad de su cuerpo, sintiendo cómo le abrasaba la carne hasta llegar al hueso. Cayó al suelo envuelto en una bola de fuego agonizando como nunca había podido imaginarse, hasta que finalmente su corazón se detuvo.
  10. Al escuchar aquella pregunta el mago quedó inmóvil con el vaso en su boca pero sin beber mas cerveza. Casi de inmediato todo su rostro tomó un tono rojizo y al bajar la copa un rastro de espuma quedo en su labio superior sin que se percatase de ello. –A decir verdad, me encantaría– dijo sonriente. –Cuando me comentaste a qué te dedicabas debo admitir que desee trabajar en ese sitio– agregó disfrutando de mirar aquellos ojos, mientras daba una leve inclinación con la cabeza. –Gracias–. La risa de la bruja no pasó inadvertida aunque no entendía qué le causaba tanta gracia. –¿Acaso había dicho algo de más sin darme cuenta?– pensó algo confundido. Sea cual fuese el motivo, de algo estaba seguro. Verla reír le encantaba y alegraba profundamente. Un instante luego la vio levantarse levemente y llevar la mano hasta su cara. Aunque aún no entendiese el motivo no se movió ni un centímetro, dejándola actuar libremente. La suave caricia que le dio hizo que su corazón se acelerara rápidamente y cerrara los ojos respirando pausadamente, intentando mantener la calma. La lucha interna se tornaba cada vez mas intensa cuando el corazón le gritaba desgarradoramente que se acercase a ella y la besara apasionadamente. Con un esfuerzo titánico logró mantenerse en el lugar para luego volver a mirarla, esta vez a los tentadores labios. –¿Disculparte?– preguntó lentamente terminando su bebida y volviéndose a dejar cerveza en el labio, esta vez de forma intencional. Abrió la boca unos instantes tomando aire, pensó unos segundos y la cerró sin decir nada. No recordaba cuándo había sido la última vez que una mujer lo dejase sin palabras de aquel modo pero lo disfrutaba enormemente. –¿Quieres otra vuelta? Esta vez me tentaste... de beber Whisky de Fuego– bromeó aún sintiendo un calor recorrer cada parte de su cuerpo. Intentaba sostener la mirada en los ojos de la bruja pero un impulso mas fuerte los hacía caer hasta aquellos labios que lo transportaban a otro planeta. –Claro, siempre y cuando no seas débil con la bebida...– rio sin poder apartar su mirada. Levantó una mano para llamar la atención del mesero, y luego apoyó ambas sobre la mesa inclinándose hacia adelante para no perderse ni una sola palabra. –Entonces dime. ¿En qué puedo serte útil?– preguntó mordiéndose sin darse cuenta el labio inferior. –Laboralmente hablando, claro– agregó sonriendo. @ Monica Malfoy Haughton
  11. Apartó la vista de la bruja para darle un respiro y observó al elfo doméstico que los atendía acercarse con sus bebidas. El encorvado mesero, aunque anciano, esquivaba ágilmente a los demás clientes que no parecían haberse percatado de su presencia. Al dejar las copas sobre la mesa, realizó una leve reverencia con la cabeza, esquivando por poco el borde de madera. –Que lo disfruten– dijo finalmente por lo bajo pero en un tono aún audible. –Muchas gracias, señor– respondió Luke amablemente. Los saltones ojos del elfo se entrecerraron un poco desconfiadamente al oír esa palabra. Estaba claro que no recordaba cuando lo habían llamado así por última vez, si es que alguna vez hubiese ocurrido. Tras chasquear los dedos, el mesero desapareció evitando decir nada mas, dejándolos solos con la alegre atmósfera de la música y conversaciones por doquier. Sin darse cuenta, uno de sus pies comenzó a golpear el suelo despacio al compás de la música. Contempló su bebida y la levantó hasta la altura de sus ojos, mirando a su acompañante. –A tu salud– dijo con una leve inclinación de la cabeza. El primer trago que dio inundó su paladar con un amargo sabor que extrañaba hacía tiempo ya. Al bajar el vaso, observó cómo la blanca espuma se deslizaba lentamente por las paredes internas del cristal. Un agradable escalofrío recorría el camino hacia su estómago trayéndole a la mente viejos recuerdos de su juventud. Escuchando la pregunta de la bruja, reflexionó sobre sus palabras atentamente. –Bueno, en realidad aún no decido si quedarme aquí o volver al bosque. Pero ya que insistes...– dijo lentamente intentando permanecer serio, pero una incontenible sonrisa se dibujó en sus labios. –Sólo bromeo. Supongo que volveré a mi viejo hogar y buscaré algún trabajo en el que pueda ser útil con mi experiencia con la naturaleza. No quisiera apartarme por completo de ella– respondió con añoranza visualizando en su mente el danzar de las flores con la brisa matutina. –Tú estas más al corriente de las posibilidades laborales en la zona. ¿Qué me recomendarías?– preguntó volviendo a posar sus ojos en los suyos mientras daba otro trago a su deliciosa cerveza.
  12. La reacción de la bruja le fue suficiente para tomar coraje de donde no lo tenía. Debido a su pasado de ermitaño, largos años habían transcurrido desde su último intento por tener un acercamiento con una dama. Más aún con una tan cautivadora como ella. Casi no se sentía dueño de su cuerpo, sino que, en su lugar, alguien lo controlaba y sabía exactamente qué hacer y decir. –Ahí es donde te equivocas– dijo sonriendo, perdiéndose en su mirada –Por ejemplo…– agregó dando un paso, cerrando los ojos y acercándose a los tentadores labios de la bruja. A último instante corrió la cabeza para terminar dándole un beso en la mejilla. –“Matar” puede tener muchos significados, según el contexto– susurró finalmente en su oído antes de alejarse riendo levemente. –Un poco loco…– repitió aquellas palabras haciendo de cuenta que nada había ocurrido y esforzándose para evitar la risa –¿Sólo un poco?– agrego luego de unos segundos con una sonrisa. Finalmente le ofreció su brazo gentilmente. –¿Nos vamos, señorita?– pregunto suavemente observándola. Mientras ella lo tomaba del brazo, la imagen del tierno zorro se posó en su mente. –Gracias, pequeñín. Te debo una– susurró de forma casi imperceptible, tras lo cual saltaron girando sobre sí mismos y desaparecieron del lugar. *** La noche se apoderaba del Callejón Diagon y el bullicio proveniente de los diferentes locales nocturnos se oía desde la calle. Risas embriagadas de licor se observaban a través de las ventanas de La Taberna de la Tía invitándolo a uno a pasar. La diversión era contagiosa y todo el mundo era bienvenido en aquella fiesta. Aterrizaron de la aparicion y Luke perdió el equilibrio ligeramente tras pisar un adoquín flojo del suelo, apoyándose accidentalmente sobre el hombro de la bruja unos instantes. –Lo siento. Juro que aún no estoy ebrio– dijo sonriendo, incorporándose. –Cambiar eso dependerá de tí– agregó finalmente guiñándole un ojo. Parados frente a la entrada de la taberna, tiró de una de las puertas de madera y la sostuvo, invitándola a pasar. Tras ingresar, el volumen de la musica y las voces se multiplicó, sin llegar a ser una molestia. Seres de lo más diversos entraban y salian del lugar con jarras de cerveza en la mano, otros atravesaban los concurridos pasillos acercándose a la barra. Lograron divisar una mesa vacía en el fondo, por lo que el mago tomó una mano de Mónica y la colocó en su propia cintura. –No te vayas a perder...– bromeó sonriendo mientras giraba la cabeza para observarla directamente, comiéndola con la mirada. Unos instantes mas tarde llegaron a la mesa y se sentaron uno a cada lado. La luz principal del recinto no alcanzaba a iluminar completamente aquel sector, por lo que una ténue penumbra los cubría. –Yo quiero una cerveza. Roja, por supuesto– bromeó mirando sus cabellos y perdiendose unos instantes en ellos. –¿Y tú?– preguntó finalmente. @ Monica Malfoy Haughton
  13. Extendió su mano para tomar su varita y aprovecho disimuladamente para rozar por unos instantes la mano de la bruja. Acariciar suavemente aquella delicada piel le hizo correr un intenso calor por todo su cuerpo. –Sabía que no lo harías– respondió sonriendo sin apartar su mirada de aquellos verdes ojos donde se perdía cada vez más. –Aún no comprendo el motivo de haber experimentado eso. Quizás oí tu voz en algún sitio y mi mente la grabó a fuego en lo más profundo de mis recuerdos– dijo dio un paso lentamente hacia ella. –Únicamente estoy seguro de que eras tú. Jamás podría olvidar aquella dulce voz que me ayudó a escapar de la trampa mortal– agregó con un suspiro profundo y evocando una leve sonrisa. No estaba seguro de si había sido lo correcto comentar aquel suceso. No al menos al poco tiempo de conocerse. A lo mejor hubiese sido mejor llevarse aquel secreto a la tumba, pero algo en su interior lo empujaba a ir en contra de sus instintos. Revelar aquel secreto que a nadie mas había confiado, entregar su varita exponiéndose de tal forma no era propio de él. Quizás fuera el hecho de que lo cautivaba con la mirada, que tuvieran los mismos ideales para con la naturaleza, o que justamente haya sido un zorro el que los ayudó en primer momento a encontrarse. Después de todo, su propio patronus también lo era. De pronto tuvo una idea. Quizás algo atrevido, todo había resultado bien hasta ese momento. Correr el riesgo lo valía completamente. –Como sea. No quiero aburrirte con mis extrañas alucinaciones– bromeó riendo –Ha sido un día largo y me vendría bien una copa. Si no estas ocupada, me encantaría que me acompañaras– terminó al mismo tiempo que un cosquilleo invadía en el estómago. Quedó observando sus cabellos rojizos bailar en una leve ráfaga de viento, mientras la noche se cernía cada vez mas sobre ellos. Aún no tenia del todo claro a donde quería ir, pero estaba completamente seguro de con quien quería estar.
  14. La oscuridad avanzaba lentamente cubriendo todo a su paso. Sólo quedaban unos pocos rastros de luz y el frío iba aumentando progresivamente a medida que llegaba la noche. El suelo, aún mullido, absorbía poco a poco el calor corporal de Luke provocándole una ligera incomodidad. Volvió la vista hacia la bruja y notó que su relato, lejos de causarle gracia, la había incomodado un poco. O al menos eso le parecía. Al verla sujetándose de las rodillas, le recordó a un tierno armadillo intentando defenderse a sí misma. Pero lo último que él quisiera sería herirla de ningún modo. No estaba seguro del porqué, pero sentía una gran atracción por ella. –No creo que haya sido un sueño. Al menos no lo sentí así... Todo era demasiado vívido, demasiado real– respondió suavemente con la voz mas tranquilizante que pudo pronunciar. No quería perturbarla con sus posibles alucinaciones. Tal vez si estuviese perdiendo la razón. –Me encantaría poder saber qué fue exactamente lo que pasó aquella noche. La verdad es que lo desconozco. Lo único que sé es que eras tú. Nunca podría olvidar el sonido de tu voz– agregó finalmente volviendo a posar sus ojos sobre los de ella. Aquel reaccionar de la bruja lo dejó sorprendido. No esperaba que se levantara tan repentinamente, y menos con aquellas inquisidoras preguntas. Disfrutaba de su compañía y preferiría seguir conversando con ella, sea allí o en cualquier otro lugar. Su desconfianza le parecía mas que entendible. Después de todo, a él mismo le costaría trabajo creer en un relato tan extraño como aquel. Un intenso calor invadió su rostro al contacto con aquel ondulado cabello. Se demoró unos instantes, embriagado por su dulce aroma, y luego reaccionó. –Mira...– dijo rápidamente poniéndose de pie. Tomó su varita y yendo en contra de todos los consejos que recibió en su primer año de colegio, la arrojó suavemente a los pies de la bruja. –Una vez más, tu vida esta en mis manos. Sé que aún no nos conocemos, y hasta para mí es extraño todo esto– agregó pausadamente. –Y no, no creo que sea casualidad que nos hayamos encontrado aquí. Por momentos creo que nuestras acciones son influenciadas por alguna especie de Ser superior, o quizás Seres. Tal vez ellos forjen nuestros destinos y sean quienes han cruzado nuestros caminos. ¿Qué tan probable era que nos encontremos aquí, solos, sin conocernos de nada y congeniáramos tan bien? Al menos así lo he sentido yo– concluyó con una leve sonrisa. No sabía porqué estaba diciendo todo aquello. ¿Por qué desnudaba su corazón de tal modo ante alguien a quien apenas conocía? Algo en su mente le decía que debía confiar en ella. La maldad no tiene lugar en los corazones que guardan tal amor por la naturaleza. –Si quieres atacarme, eres libre de hacerlo. Sabes que no me defenderé– dijo expectante, relajando su cuerpo y cerrando sus ojos. Todos sus instintos le gritaban desesperadamente luchar o huir, pero su corazón ya había tomado una decisión. De reojo observó un cartel con el nombre del parque. Esperaba no terminar lamentando lo que estaba haciendo.
  15. –No te preocupes por eso– murmuró tranquilizadoramente. –Hay muchas cosas en este mundo que son mejor no decir, sobre todo a desconocidos, y más aún en los tiempos agitados que nos esta tocando vivir– agregó finalmente volviendo a cerrar los ojos. Casi sin darse cuenta comenzó a acariciar el acolchonado pasto sobre el que se encontraba recostado, disfrutando el roce entre sus dedos. Accidentalmente, su mano sintió el tacto de las botas de cuero de la bruja, por lo que la apartó rápidamente ubicándola sobre su pecho. –L-lo siento...– se disculpó súbitamente. Lo último que quería era incomodarla. Intentando cambiar de tema, como si nada hubiese ocurrido, comenzó a recordar aquella noche en el Ministerio. Las imágenes giraban en su memoria, tan vívidas como si estuviesen teniendo lugar en ese preciso instante. El sincronizado sonido de los relojes, el enorme dolor atravesando cada rincón de su cuerpo. Tan repentino como habían vuelto aquellas sensaciones, todo volvió a la calma. La oscuridad, el sentirse desconectado de su cuerpo físico, la ausencia de toda sensación terrenal... Una leve melodía sonaba a lo lejos. –Hace un tiempo estuve al borde de la muerte, atrapado en una trampa en la Sala del tiempo del Ministerio. La oscuridad se apoderó de mi y caí vencido en un vacío infinito. Una suave Voz fue la única causa por la que pude escapar con vida de aquel horrible lugar. Una Voz que jamás había podido escuchar hasta ese momento, y que no volví a disfrutar hasta hace unos instantes– narraba lentamente, casi sin poder creer sus propias palabras. Si no hubiese sido quien experimentó tan intenso momento, le sería imposible dar fe a semejante relato. –Sé que suena descabellado. Incluso a mí me cuesta creerlo del todo, pero juraría sobre mi alma que la Voz que escuché aquella noche era la tuya. No conozco el motivo, pero sé que si alguien es responsable de que aún mi corazón continúe latiendo, eres tú– continuó mientras suspiraba profundamente, sintiéndose algo avergonzado al comentarle tal sinsentido. –También recuerdo tu cabello...– dijo sonriendo mientras contemplaba aquel intenso fuego que le derretía el alma. –Fue lo que finalmente vendó mis ojos para luego devolverme al mundo de los vivos– agregó sin saber siquiera porqué lo contaba. Su rostro tomó una coloración rojiza por aquel bochornoso momento, y desconocía si había actuado correctamente al abrirse de tal modo, sobre todo tratándose de una extraña. Ya había jugado sus cartas y sólo deseaba no haberse equivocado al confiar en ella.
  16. –Ciertamente no lo es. Sobre todo si eres alguien que disfrute de la naturaleza– respondió la observación de la joven bruja. –¿Algo normal el ausentarte? ¿A qué te refieres?– preguntó curioso, –Si es que puedo preguntar– agregó rápidamente para no sonar entrometido. El pequeño zorro emprendió ágilmente su partida al notar que allí no encontraría mas alimento. Luego de observarlo unos instantes, se recostó en el suave pasto con las manos tras la cabeza, disfrutando del sonido de pájaros que se perdían a lo lejos y el cálido sol acariciando su rostro. Cerró los ojos con una sonrisa relajada, sin dejar de escuchar aquella suave voz que lo relajaba acariciando sus oídos. –Entiendo perfectamente a qué te refieres– dijo lentamente. –Siempre he sentido un vínculo especial con la naturaleza, al punto tal de sentirlos mi propia familia. Fue ese el motivo por el cual me aparté en un principio– agregó finalmente. El hecho de que ella compartiera ese mismo amor que él, lograba que se relajara completamente. La pregunta lo tomó un poco por sorpresa. La verdad es que ya había hablado con ella, aunque no supiese de quién se trataba. Todavía no se explicaba el cómo ni el porqué, pero sabía que había sido ella. Estaba seguro. –¿Cómo puedo contarle lo ocurrido aquella noche, sin que crea que estoy loco?– pensó volviendo a posar su mirada en aquellos ojos. Suspiró profundamente buscando las palabras adecuadas. –Hay algo... No se cómo decirlo.– rio tras quedarse sin palabras –Es raro. Si quieres que lo cuente, lo haré. Pero sólo si prometes no reírte.– agregó expectante. Aquella mujer le daba la impresión de que podía confiarle aquel suceso, sin llegar a creer que había perdido la razón.

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