Habían pasado algunos días desde llegara a la mansión por primera vez, al menos que recordara él. Ahora solo tenía cabeza para el evento que se estaba llevando a cabo dentro del lugar, la boda de Malum con su novio Eterno, y él tenía que estar presente. William no tenía cabeza para otra cosa y a pesar de que no solía estar mucho en celebraciones como aquella, esa era muy especial y no se la debía perder. El joven ya tenía su traje listo, un conjunto de color azul que se pone frente al espejo de cuerpo completo que tenía en su habitación. William no era fan de usarlos, es más, odiaba su reflejo en ellos, pero tenía que reconocer que al menos sería necesario para verse presentable.
—Parezco un actor.
Pronuncia mientras se pone un sombrero de copa y toma el antifaz que tenía para colocarlo en su rostro. Era la primera vez que el joven asistía a una despedida de solteros, por lo que no tenía ni la menor idea de lo que le esperaba ahí. Desde pequeño, él se la pasaba encerrado en su habitación o en la biblioteca de su hogar rodeado de libros, los cuales eran los que le entretenían y distraían mucho más que salir a la calle a dar paseos como hacían los niños de su edad. Pero ahora, más que pensar en eso, debería tranquilizarse para no salir huyendo apenas se viera rodeado de gente, y aguantar al menos unas horas por amor y respeto a las personas que quería.
Había pasado al menos una hora desde que el chico estuvo listo, y ahora solo se la pasaba sentado en la cama mirando la puerta de la habitación, dándose ánimos para salir de ella y entrar entre el tumulto de gente que seguramente sería la recepción y el salón principal. Al inicio duda un poco, pero después se decide y se pone de pie para caminar hasta la puerta, la abre y sale para recorrer los pasillos y acercarse a las escaleras, desde donde alcanza a ver a las personas que habían asistido ir de un lugar a otro. William exhala y baja despacio hasta que pronto se pierde entre los demás. Ahora necesitaba buscar a dónde y con quién acercarse, no tenía ni idea.