*****
Like a Rolling Stone
Entrada perdida en un blog perdido el 26-3-2011
Es curioso cómo actúa el destino. Se esconde de nosotros cuando lo buscamos y se aparece en nuestra puerta, cuando menos lo esperamos, para decirnos: Este día es hoy.
Hoy, me visitó el destino. Y llegó con forma de canción. Una canción encontrada por casualidad, mientras buscaba algo para amenizar el día a los demás.
Supongo que, haciendo una previsión de los que creo que me leerán, muy pocos serán capaces de imaginar que mi vida no ha sido un lecho de rosas en estos últimos tiempos. Son muchas las veces que me he sentido maltratada por las circunstancias y que le he reclamado cuentas a un misterioso “dios” que tira de nuestros hilos de una forma cruel y caprichosa. En ocasiones, me he enfadado con la vida y hasta llegado a pensar que nada vale la pena en manos de ese azar sin sentido.
Esto fue lo que D. Destino me recordó hoy: “Apenas vi que un ojo me guiñaba la vida, le pedí que, a su antojo, dispusiera de mi”. Gracias Sabina.
Hace ya mucho tiempo que decidí vivir la vida intensamente. Sin prisa, pero sin pausa; por el camino de tierra poco transitado, mejor que por la autopista abarrotada; y si no sabía adónde conducía ese camino, no preocuparme, deleitarme con los paisajes mientras tanto, conversar con quien encontraba a mi lado y, si llegara el caso, dar la vuelta y regresar.
Rechacé beberme la vida en un cóctel de tranquilidad y me prometí a mi misma dejar a un lado cualquier atisbo de mediocridad. Le pedía al cielo el más bello arco iris, aunque tuviera que mojarme en un intenso chaparrón. Y al amor le pedí pasión, aunque tuviera que probar las desdichas de quien pone su corazón al descubierto. Era feliz cuando tronaba y el cielo se llenaba de electricidad y el aire de ese olor a tierra mojada que te empapa el alma. Y no me importó reírme sola en el autobús o cantar por la calle a pleno plumón, ni tener que regalar mis vestidos más caros o dejarme el carnet de identidad olvidado en casa o para mañana lo que hubiera podido hacer hoy, ni dormir tirada en una estación, menos aún, que no me funcionase ningún reloj.
Me reía del tiempo y de su engaño. Si tocaba reir, reía; si tocaba llorar, lloraba; si tocaba opinar, así lo hacía, si tocaba callar, callaba y y si tocaba temer, temía, pero me enfrentaba a mis miedos y me dejaba llevar en las alas del destino adonde fuera que los vientos me quisieran transportar. Y, al salir a la calle, respiraba hondo para sentirme viva.
No puedo negar que, en ese viaje, fui feliz, que conocí mil paisajes de la vida que jamás hubiera llegado a conocer resguardándome en casa del frío, del miedo, de la soledad, del ridículo y del olvido.
Ese fue mi compromiso con la vida y lo mantengo. Hay que mojarse en ella, hay que llenarse de barro los zapatos y apurar el camino. No me valen las medias tintas, que escriben historias que no dejan huella. Quiero seguir caminando por mis caminos de tierra y grava y, si llegara el caso de tropezar y caer, rodar como un canto, que se inventa a sí mismo en cada giro que da, joven y viejo a un tiempo, como dice la canción. Like a rolling stone.
- Leer más...
- 2 comentarios
- 883 views