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Orión Yaxley

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Todo lo publicado por Orión Yaxley

  1. Orión Yaxley

    Nigromancia

    Una sola gota de sangre recorrió la punta de tintes rojizos de Baélyr. Orión a su vez tragó saliva, con total conocimiento que se había sobrepasado. Sentía el filo de la punta de lanza del báculo de cristal del ya mencionado. Sentía como cada su dermis se abría ante la presión ejercida. La espalda del Yaxley se encontraba pegada a la biblioteca. Sus ojos, mirando fijamente al del Arcano. Aún al borde de la muerte, respiraba tranquilo. Su mano no soltaba un libro gris, previamente tomado de las estanterías. La ventana mostraba una tormenta impetuosa fuera. La única iluminación era la chimenea. Una situación particularmente común, la de Orión. Físicamente, Baélyr era más alto, mientras que el mortífago, más ancho de hombros. En edades, nuestro pequeño intento de ladrón le llevaba la mitad. En habilidades mágicas, bueno, claramente sin comparación. - Bueno, supongo que debo una explicación. Baélyr levantó la ceja de su único ojo funcional. El objetivo era simple: entrar, robar lo que parecía ser el único grimorio sobre voces del más allá y salir sin ningún tipo de rasguño. Pero, era prácticamente imposible ganarle en astucia a un Arcano. ¡Por Merlín! ¡Eran Arcanos! Y bueno, Orión no llegaba a ser tan tonto como par no saberlo, claro. Porque ese era el objetivo principal. El secundario, llamar la atención al famoso instructor de Nigromancia. Resultaba que hacía más de un año y vaya uno a saber qué tantos días que nadie recorría los pasillos de su morada y alrededores. De alguna manera había que avivar la llama de alguien dormido. - Orión Yaxley, supongo que su nuevo pupilo -dijo, entrando un poquito nervioso al ver que la vara no se quitaba. Carraspeó. - No me interesa revivir muertos, ni manipular órganos. Tampoco conocer las propiedades de la sangre o entrar en detalles… escabrosos. Resulta que tengo un pequeño problema que no me estaría dejando dormir. Verá, me están usando de lechuza. Con un suspiro pesado, Orión se encontró a sí mismo en un dilema tan absurdo como inquietante. ¿Por qué él, de entre todos los mortales, estaba siendo acosado por las voces del más allá? La ironía de la situación le golpeaba como un hechizo mal lanzado. El ruido de la lluvia era lo único que rompía la monotonía del silencio. El comentario de la lechuza lo terminó con una sonrisa forzada, mientras una voz fantasmal le respondía con una carcajada ahogada. La situación era tan retorcida que podría haber sido una broma de mal gusto de la misma muerte. Pero en medio de las risas nerviosas y los escalofríos, una certeza se afianzaba en su mente: encontraría respuestas, incluso si eso significaba adentrarse aún más en los rincones más oscuros y desconcertantes del universo de Baélyr.
  2. - Orión Yaxley, inefable para su servicios -dijo con una seriedad simpática. Era, históricamente el encargado de la astronomía y la adivinación en la facción mortífago desde que tenía uso de razón. Y la desaparición de una constelación entera, era, en pocas palabras, algo que le llamaba demasiado la atención. Y como siempre, estaba ahí buscando información para uso profesional. Aún así, atento a toda la explicación de Nasha, entendió que su rol era estar con los estudiantes enfermos. Vaya clavo. Pero no tenía que pasar desapercibido. No le guardó tanto cuidado al resto de los presentes. Simplemente sabia distancia. Al parecer todos estaban dispuestos a ayudar y el bosque era el siguiente desafío. Una caminata de cinco horas de ida y cinco horas devuelta guiados por un demiguise y una criatura que nunca había visto en su vida, un caipora. Hechos los preparativos partieron a hacia la lupuna. Caminó un poco alejado del resto, sobre todo cuidando la retaguardia por si alguna criatura tomaba demasiado coraje como para acercarse. La varita llevaba una luz que lo guiaba. Sintió el olor al bosque y utilizando su videncia podía ir percibiendo posibles peligros en el camino. Y con posibles peligros se refería a plantas carnívoras con todas las chances de arrancarle un pie si no se cuidaba. Y de a poco fue sintiendo el peso mágico que emanaba el árbol milenario. Había muchas cosas que ignoraba, sobre todo sobre la magia blanca y el poder que podía acarrear. El mecanismo o protocolo mágico de la lupuna era una de ellas. Sintió que se le cerró el corazón de amante libre. A todo esto, había llegado primero con Nasha, quien se había acostado en una pila de hojas. Él, por su parte, descansó pegado a un árbol muerto que le daba el espacio respetuoso al protagonista de esa escena. Buscó el contacto visual con Nasha, pero no lo logró. Vio al resto de los presentes y luego se concentró en el mismo. Orión era un asesino en el mundo mágico. Una persona que se había encargado de batallar y de ganar, en esas batallas. No estaba exento a la muerte. Pero ahí escuchaba las voces de personas que no había conocido jamás, pero que sonaban como si fueron parte de su misma vida. Movió su varita para elevar una especie de capa gaseosa como si fuera un viejo detritus, necesitaba descansar. Su conocimiento en magia oscura vino como anillo al dedo. - ¿Debemos esperar una invitación?
  3. - Quedo a la espera de mi nuevo hermano, Yaxley, depende de ti. Asintió en silencio. Unos segundos después y la Arcana lo había dejado frente al nuevo acertijo: entrar a la pirámide. El mago conocía el procedimiento de cualquier habilidad. Una estandarización necesaria por parte de los arcanos. Ahora se encontraba en la antesala de la experiencia que pondría a prueba su habilidad mágica, lisa y llanamente. Se acercó a las tres puertas con la llave que había recuperado del lago. Sintió esencias emanar de cada una de ellas, un aroma particular. Eran tres y no se mezclaban en absoluto, cada una tenía lo suyo. La de la izquierda era clarísima, agua salada, mar. La de la derecha, bosque profundo, ligero aroma a lluvia. La del centro, no lo supo distinguir. Orión llegó a Oclumancia porque le quitaron un recuerdo. Un ladrón entró, hurgó sus pertenencias y se fue sin dejar rastro. No estaba enojado ¿por qué lo estaría? Si lo hizo perfecto. No supo cuándo sucedió, ni qué se robaron, ni un remoto motivo aparente, lejos está el saber quién. Claramente, le llamó más la atención. La curiosidad mató al gato, dicen. - El que tiene miedo de morir que no nazca -soltó para sí mismo. Introdujo la llave y entró. Se encontró con un vacío oscuro como esas noches de luna nueva bien cerradas, que ni siquiera te puedes ver la nariz. Esa oscuridad, tan pero tan oscura, que de pronto no sabes cuál es arriba o abajo o cualquier dirección aparente. No supo si caía, o flotaba porque la gravedad era un concepto completamente abstracto en ese minuto de existencia corpórea. Solamente sintió que la puerta se cerró detrás de él. El aroma, que no era indescriptible, si no que al mago le faltaban palabras para enmarcarlo, se intensificó y cuando menos lo esperó, el portal a la prueba se abrió de par en par. Y como si fuera un relámpago, voló sobre la sala de ouroboros y entró sin tener poder de decisión. Bah, la decisión ya la había tomado. Cerró los ojos con fuerza para abrirlos lentamente. Sintió al principio que estaba en el suelo y palpó la superficie. Después sintió la presión en sus talones, no, estaba parado y pegado a una pared como si se hubiera chocado con ella recientemente. - ¿Mucha droga señor? -una mujer de rizos castaños, fumando un le cigarette. Le dio la última pitada, lo apagó contra la pared, lo tiró a un costado y caminó hacia él-. ¿No irás a la fiesta de OR-IO? - Ehlá, bella, sí. Certísimo, ¿cómo no ir? ¿Tienes lo nuestro, vero? - Raffaela sacó la bolsita con un contenido poco ético de describir en un horario apto para todo público. - Perfetto. Un auto negro llegó, todo polarizado, todo negro, todo top. La mujer, quien fuera una muy amiga de Orión lo invitó a subirse. Se sentó sin problema, eran unos asientos de cuero amarronado muy vintage sin apoya cabeza. De pronto él, instintivamente le puso la mano encima al muslo de Raffaela y se dio cuenta que tenía las uñas pintadas. Se disoció un segundo. Uñas pintadas de negro. Se quedó mirando la mano libre, admirando la manicura. - ¿Pasa algo cariño? ¿Seguro que estás en el mood? - Sí reina, faltaba más. - Sabes que esta noche es sumamente importante. - ¿Con quién crees que estás hablando? - Y sí, pero sabes… estoy un poco nerviosa. - Tranquila… -apretó su muslo, qué pícaro el muchacho- No soy un amateur. - Ah, pero para desaparecerte con uno de esos, eres facilísimo. - Vamos, ¿tanto problema por un poco de diversión? Por favor -la mano empezó a subir y Raffaela le cortó el mambo de un golpe. El auto dio un último giro y frenó llegando al destino. Era el famoso club DockShi de Milán. Obviamente los dos conocían gente, por favor. Pasaron saltándose toda la fila, llevándose mirada de varias escotadas y enojadas mujeres. Todos tenían lentes de sol, oscuros verdes, con amarillos opacos y algunos tipo carey, marcos grandes, finos, de moda. Las vestimentas eran casi todas con poca ropa o completamente oversize. Cueros, latex, redes o algodón finísimo, cortado a tijera. Se dio cuenta que él mismo llevaba unos baggy shorts hasta por encima de las rodillas. Unos borcegos negros tipo marca famosa inglesa. Se frenó detrás de Raffaela, que llevaba un vestido negro, ajustadísimo al cuerpo. Era alta, casi de su estatura, con un spetum, los ojos delineadísimos. Divina, despampanante. Icónica. Sintió, por primera vez, un astivo del amora que se había presentado aquella vez frente a la puerta y recordó ese momento. Entendió que se trataba de su perfume, o de su olor corporal, pero era suave, dulce, una vainilla mezclada con cigarro viejo y licor. Cuando dio dos pasos sintió que la música le dio una cachetada que lo devolvió a esa realidad. Era fuerte, un DJ de moda estaba tocando. El famoso OR-IO. Or Io, volvía loco a Italia porque era la representación del despojo del yo. Era el or, del inglés, sumado al Io, primera persona del italiano. Por otro segundo volvió a reconocer el segundo olor, nitrito de amilo. Ay, qué locura. En dónde se había metido. Y entendió que era mago y entendió que estaba ahí por algo. Pero un tipo lo chocó mientras bailaban y volvió a esa realidad. Raffaela lo estaba guiando, buscaba encontrar un espacio dónde bailar y lo encontró: casi que en el medio de la pista, cerca de la isla gay. Empezaron a moverse al ritmo de la música electrónica. Se miraban a los ojos. El muchacho encontró en Raffaela las pupilas de a poco demasiado dilatadas y sintió que el estaba igual. La muchacha sonrió y le extendió las manos sobre los hombros. Se acercaron más. Se besaron. Luego ella se acercó levemente y le dijo casi con soltura - La presa está en la cabina -dijo, mientras lo movía para que el muchacho estuviera en frente de dónde se encontraba el DJ. Su instinto lo llevó a besarle le cuello, de a poco, a lo que ella se arqueó la espalda. Eran amigos. Se estaban demostrando afecto. De a poco fue levantando los ojos, pasó por entre los cuerpos, se elevó por encima de las luces del escenario y vio de quién se trataba. OR-IO frente a todo pronóstico era Orión. O sea, Orión no era Orión y estaba viendo a Orión. Diría que al lector le llevó una sorpresa, pero era casi un secreto a voces. Se quedó duro. Se estaba viendo tocar música electrónica en una ciudad italiana lleno de gente completamente desbocada. Era él, claramente. Las canas, la barba, los ojos azules, la maldita marca tenebrosa en su bíceps izquierdo. - Estamos listos entonces -siseó a su compañera-. A tu señal.
  4. @ Sagitas E. Potter Blue sorry la tardanza Sagis, ¿querés agregarme a primeros auxilios? no tengo el conocimiento y no me molesta compartir la clase. Si no dejame con Defensa
  5. ID: 46902 Libro de Hechizos: Libro de los Ancestros Justificante de compra del Libro (Link al post del Concilio de la bóveda trastero): link :) Link a la Bóveda: #78333 Link a la Ficha: Orión Yaxley Tenkius!
  6. claro, te mando algo por ig y me ignorás

  7. anonadado con el sistema del magic mall KEEEEE

    1. Sagitas E. Potter Blue

      Sagitas E. Potter Blue

      ¿Es una petición de ayuda o es una muestra de asombro?

  8. ID: 46902 Nick : Orión Yaxley Link a la Boveda Trastero: #108859 Link a la Boveda de la cual se descontara: #78333 Fecha: 26/02/2024 Link a la Compra: Ver pedido Producto: Libro de los Ancestros Puntos: 0 P Precio: 25000 G Total de puntos: 0 P Total de galeones: 25000 G
  9. Sauda pensaba en él como un taiji. Movimiento constante y equilibrio. La palabra clave: el equilibrio, componía todo lo que significaba la vida. Casi como una representación libriana. Lo bueno, lo malo, en justa medida. Una contradicción inminente: esas categorías las daban las mismas personas en sus mismas experiencias. Aailyah hablaba del dolor de sus recuerdos, de cerrar con llave y tirar la misma en el fondo de un lago. Lago… Paseaban con cierta parsimonia. A la par. Orión nunca se hubiera imaginado estar casi a la altura de un Arcano. No es que estuvieran mismo poder, simplemente compartían de par en par. Lo que le dijo fue increíble, porque (re)confirmaba que los Arcanos eran, al fin y al cabo, personas como él. Estaban a la mitad del recorrido. Caminar sobre el agua se había convertido en una habilidad nata para el mago. Algo sencillo. Una extensión de su posible oclumancia. Se detuvo un segundo. - Bueno, pero, eso justamente nos hace persona. A veces la propia memoria, los recuerdos, se cambian con el correr de los tiempos. ¿No es que somos nosotros la medida de todas las cosas? En su defecto, aquello que le damos sentido desde nuestro mundo interno. Lo que es dentro es afuera. Lo que es abajo es arriba. Y si somos conscientes al respecto… Soltó la reflexión mientras se ponía en cuclillas. Movió las aguas con precisión quirúrgica, casi como si estuviera realizando un corte limpio. Concentró su energía mágica en el dedo índice derecho y por último, apuntó al fondo del lago. Un brillo plateado apareció tímido. Con el pasar de unos segundos resurgió a la superficie. Una llave, de madera y onyx, sencilla, que podía pasar desapercibida como una simple bisutería. - A veces hay que tirar la llave al fondo del lago. A veces, hay que recuperarla. Continuó la marcha, llegando a la orilla del bosque. Sabía que la Arcana lo dejaría en algún momento para la prueba. Sin embargo, para él, este momento no era como los de Videncia o Animagia. Era especial, porque la conexión con Sauda era especial. - Entiendo el peligro de la Oclumancia. Es el mismo que todos los poderes en su extremo: un solipsismo en su máxima expresión. El riesgo de encerrarnos en nuestros propios pensamientos. Pero la llave -dijo, levantando su reciente adquisición y abriendo el portón de rejas del laberinto- siempre está al alcance de nuestra mano si está bien encaminada. El lago, el bosque, el laberinto, eran representaciones de sus propias limitaciones frente a la habilidad. Siempre lo eran. Y saber como manejarse, implicaba siempre una disposición benévola de sí mismo frente al desafío. La última fase era virtualmente imposible de completar: un laberinto sin salida. Sin embrago, como habían visto en la clase de la habilidad, las cesuras eran la clave para dejar pasar solamente aquello que querían. Orión dio un paso adelante junto con la Arcana y sintió las ramas de los arbustos en sus manos. Las sintió reconocidas. - En este caso, el laberinto es mi Oclumancia, defendiéndome de mi mismo. Una mente con sus anticuerpos, reconociendo un ser extraño: yo mismo. La clave la había dado la Arcana momentos atrás. - Una oclumancia a la inversa -susurró mientras apuntaba con el mismo dedo que había recuperado la llave hacia el centro del laberinto. De un segundo al otro, se abrió el camino hacia la pirámide. Faltaba la última parte de la prueba de habilidad.
  10. ID: 46902 Conocimiento: Defensa contra las Artes Oscuras / Cuidado de Criaturas Mágicas. Nº de conocimientos que se poseen: 12 Link a la Bóveda: Bóveda Link a la Ficha: Ficha Si me agobio con tanto rol, es mi culpa jaaaaaaa
  11. Abrió la puerta de una patada. Una crocs azul marino dio su entrada triunfal. Calcetines blancos de caña alta, su par ideal. Orión entró a la Manor como si fuera ayer y no como alguien que se fue de vacaciones con su pareja en un crucero a todo lujo all-inclusive por los puertos más finos, caros y extravagantes del mundo. Llevaba una montaña de equipaje por dos personas en sus manos el cual dejó con delicadeza al lado del porta paraguas. Al enderezarse, se quitó las gafas tipo aviador, luciendo un bellísimo bronceado caribeño. Parecía mapache. – Hay sahumar todo esto –Gatiux estaba completa y absolutamente acostumbrada a las locuras de su marido: ¡eran magos después de todo! Y eso implicaba a veces soluciones complicadas para problemas… relativamente fáciles. En este caso: el olor a encierro bestial que tenía la Manor. Una mezcla entre humedad, tierra y olor a sexo entre Maida y Carlomagno. Un horror. Pero, el mobiliario estaba cuidado, con sábanas blancas protegiendo la poca decoración de la familia Yaxley. Y bueno, las malas vibras eran demenciales. Vaya uno a saber la cantidad de personas que se pasearon por su hogar o por todo Inglaterra en esos últimos años. El crucero fue una de las excusas. Una sorpresa de San Valentín de hace unos años de Orión para su amada. Una de las tantas aventuras que habían tenido en esos años. Sólo que, bueno, la camisa floreada con barquitos y tigres agazapados lo vendía completamente como un buen retornado de las vacaciones. – Romero, laurel, lavanda, canela para la buena suerte. Sangre de dragón, un símbolo rúnico de protección y las lágrimas de una persona millonaria, justo lo necesario –fue mencionando cada uno de los ingredientes que sacó de su monedero expandible. Prendió el quemadero de hierbas con su varita y empezó a sahumar la sala mientras abría las ventanas. Habían robado un objeto importantísimo del barco y buscaban salvaguardarlo en su humilde hogar: una casa que todavía no terminaba de recomponerse del todo. – Menos mal que tenemos hijos que nos quieren y nos extrañan. Ni una nota, ni un aviso. Ni siquiera tiraron la casa por la ventana con una fiesta degenerada. Qué habremos hecho mal –¿aparte de estar ausentes en la crianza? Bueno, muchas cosas.
  12. *barre un poco el polvo* ay este tópic estaba desactualizado..- ¡Listo los cambios! (después de tres años). Cualquier rolerx que quiera sumarse a la familia, bien venida estarás! SALVO QUE SEAS POLLO. *tira confetti sobre el confetti de hace 3 años*
  13. Orión Yaxley

    Inscripciones

    ID: 46902 Habilidad (en caso de que se trate de la habilidad de Animagia, especificar preferencia de animal): Nigromancia Nº de conocimientos que se poseen: 12 Link a la Bóveda: Bóveda Link a la Ficha: Ficha
  14. HALA, quiero ser un esclavo del capitalismo, me dan mi cuenta? Graciassssss
  15. ke pasa acá

    1. Gatiux

      Gatiux

      *le pasa un plumero por la cabeza*

    2. Maida Black Yaxley
  16. Holiwis, Recién veo que nunca terminé la prueba de habilidad de Oclumancia, Arcana Aailyah me debe estar esperando hace tiempo, menos mal es inmortal ¿hay posibilidades de revivirla o reiniciarla? Necesito llenar esa figurita de mi álbum para estar en paz conmigo misma. Gracias muchas!
  17. Hola? Así te puedo dejar status??

    1. Gatiux

      Gatiux

      Holi ❤️ Tu me puedes dejar los status que quieras 🧜‍♀️

  18. Orión ya había tenido suficiente. Entre que Gatiux que se alejaba cada vez más del estadio hacia vaya saber dónde y Candela con sus maniobras de JIGUIDIRI DI QUIDDITCH PRIFSIIONAL ya había cumplido su cuota de manejo de escobas. Sacó su varita del bolsillo trasero del pantalón (lo tenía ahí convenientemente, algo le había dicho que la necesitaría en ese lugar pues videncia), apuntó a las cuerdas torpemente y conjuró un Diffindo para liberarse. Ni bien se sacó las muñecas de atrás, tomó el palo de la escoba y elevó la velocidad (lo más que pudo, no olvidemos que estaba en una barredora) directo hacia uno de los arcos. Uno de los búlgaros idi***s le mandó una bludger a la que él contrarestó con un Repulso para que le dé de lleno en la cara. Tomó el maldito pañuelo del arco, el verde, el premio, el pase de la clase. - Ah, pero sigue siendo personal maldito. Dio toda una vuelta en U para arremeter contra el extranjero. Uno estaba tonto por el maleficio que había hecho ya, el otro, confuso por un golpe de la pelota. Orión se paró en el mango y saltó con furia hacia uno de los cuerpos derribándolo de la escoba. Había una supuesta red y aunque las chances de lastimarse eran altas, nada como encajarle una buena trompada al Dimistrichof (nombre ruso genérico)
  19. A Orión no le gustaba mucho la idea. Dos tipos rudos, seguramente con un par de ciclos de esteroides, estaban buscando lastimar deliberadamente a Gatiux y a Candela. A la segunda podían hacer lo que querían con ella. Inclusive, le podría haber venido bien un poco de acción con extranjeros. Cambiar un poco de aires… Salir del ambiente familiar y sanguíneo… Y así. Aspiró por sus fosas nasales sin decir nada. Tampoco pretendía arruinarle la ilusión a su sobrina. Se subió a la escoba y le ataron las manos. Menos mal había elegido un modelo viejito y lento. Si de por si era torpe, peor con las manos atadas por detrás. De a poco empezó a ascender. Si no tenía su tren superior para hacer balance… le quedaba el inferior. Las patas estaban estiradísimas buscando que su centro de equilibrio se armonizara con lo que podía. De repente pasó Maida volando cerca de él. El impulso causó que perdiera un poco el equilibrio y se diera completamente vuelta, sosteniéndose con sus pies boca abajo con una escoba que iba 10km/h. - Por lo menos sigo en la carrera. Giró la cabeza. Si tuviera las manos libres se hubiera llevado la mano en la boca. - ¡Candela! ¡No! ¡Tienes que buscar el pañuelo! ¡EL PAÑUEEEEELO! ¡NO AL BÚLGARO! Tschk. Negó con la cabeza y siguió, en su extraña posición buscando el pañuelito verde… Hasta que lo vio en uno de los aros. De repente una bludger golpeó el palo de su escoba lo que hizo que empezara a girar sobre su eje. Genial, otra dificultad más para poder conseguir una maldita certificación de como barrer en casa. Ah, pero ahora era personal el tema. Giró foribundo hacia el supuesto Dimitri o Dimetro o algún nombre con fuertes raíces rusas. Pensó en una Maldición, para que lo parta un rayo o algo así. Ellos podían tener los bats de golpeadores. Pero él tenía magia, maldita sea.
  20. Éste no era su primer rodeo. Conocía el camino. Tres etapas: un lago, un largo y espeso bosque y el laberinto final en la isla. Entendía, de alguna manera, la esencia principal de las pruebas: poner en jaque sus conocimientos sobre la habildad. Aprender de ellas desde otro nivel. También tenía en claro que nunca estaría a la altura de pasar por aquellos terrenos, (completamente ileso) o con un record perfecto. Aun así, si Sauda podía ver en él un fuerte Oclumante, entonces sus instintos no estaban tan errados. Se encontraba junto a ella, a las orillas del lago. Llevaba un abrigo sobrio, pantalones para el frío y unas botas. A su lado, escuchó cada una de las palabras de Aailyah. Se sorprendió de que actualmente la Arcana buscara acompañarlo por el trayecto a la pirámide. Eso… no sucedía todos los días. Ni menos con las pruebas. Y si bien, se había preparado para algo sumamente mental, la compañía de la Arcana podía hacerlo todo más ameno. Finalmente asintió cuando vio el anillo frente suyo. El primer paso, sin duda, era canalizar su poder mágico. Se acercó al lago, aun en invierno y con una leve nevada, el agua no estaba congelada. Extraño. Entrecerró los ojos, había algo que faltaba. El usual bote que tomaba no se encontraba, ni el puente cuando hizo la prueba de Videncia. - Supongo que hay que avanzar, Arcana –comentó sereno. Puso los pies sobre el agua. Aún con capas protectoras sintió el frío en sus dedos. Cerró los ojos e inspiró profundo. Con el aire retenido buscó materializar lo que faltaba. Ah, pero ahí estaba el punto. Orión no podía sacar de la galera un bote o puente para su uso. Así como también no podía crear barreras mentales. Ya las tenía dentro de él, sólo le hacía falta… bueno, ordenarlas. Sintió capas y capas de energía mágica reconstruyéndose en los puntos clave de su cuerpo. Dio un paso nuevamente y sintió cómo sus pies ya no se mojaban por completo. Estaba caminando sobre el agua. - ¿Me acompañas? Siguieron camino por el lago. - Aailyah, ¿cuándo te diste cuenta que eras Oclumante? ¿Has estado en un grave peligro que requirió usar tus habilidades? Ya que estamos… me gustaría conocerte más a ti. Más allá de la faceta de Arcana, obvio.
  21. Su vista estaba clavada en la ventana. Con semblante serio, viendo de un lado al otro por si alguna presencia extraña osara acercarse un poco más de lo debido. Escuchaba la conversación un poco de espaldas. Después de todo, el tampoco conocía al muchacho. Cuando Gatiux le había preguntado sólo se encogió de hombros y se puso en rol de vigilancia. - ¿Doblaste por el camino incorrecto? Oh, muchacho, cualquier camino que no sea el de la Gryffindor es el correcto. Arrugó la nariz. Orión sabía que esa familia tenía un largo historial de familia fenixiana (ignorando todos sus giros de trama de esos momentos). Dejó que Gatiux se encargara de las heridas. Si fuera por él, le pondría un poco de miel en los cortes y un parche bien rústico. El bosque le había enseñado un par de cosillas, pero siempre había una mejor forma de hacerlas, claramente. Ignoró (otra cosa más) el movimiento que hizo ella sobre Mael, cuando le puso la mano en la frente. Y menos mal que no lo hizo, ahorrándose un tedioso discurso sobre las repercusiones que podrían haber causado esas visiones. Porque eso fueron. Gatiux estaba entrando en contacto con el mundo del que Orión llamaba cotidianeidad. Temita interesante para la historia, de eso estoy seguro. Mientras tanto, él seguía buscando algo que ni él mismo sabía qué. Hasta que lo encontró. A lo lejos, en la línea del bosque del ala oeste de la Manor había una figura. Se trataba de algo alto, oscuro, con ojos como dos estrellas pequeñas. Sólo se podía ver una silueta desde donde estaba él. El cuello lo tenía como con felpudo. De una cara larga y ovalada salían varias astas que se entrecruzaban entre ellas. Una ironía Yaxley. Orión entrecerró los ojos mientras veía a la bestia desaparecer entre la bruma de un día húmedo e invernal. Cerró la cortina. - Te recomiendo que por el momento… no salgas, ¿quieres tomar un poco de té? Vio como Mael buscaba por la otra ventana de la sala rastros de sus persecutores. Si supiera que el verdadero peligro estaba en tierra… - Ella es Gatiux y yo Orión, guías de la Yaxley. Esta es la reliquia de lo que fue una antigua familia… Y la hicimos hogar. En la cocina está el resto de la gente, tranquilo. Aquello que… “te pertenece” ¿tiene alguna maldición? Para estar seguros y preparados, claro.
  22. - Podéis bajar las varitas. Sois un grupo poderoso. Berenci se… ¿había rendido? Orión no quiso dejarlo a la suerte. Vio como en la alfombra de estrellas que había invocado se terminaban de iluminar las últimas a las que Gatiux había invocado. El manto tenía solo la función de crear una prisión suficientemente poderosa para detener completamente a Berenci. Completada la trampa mágica, Orión suspiró satisfecho. Bajó la varita y se acercó lentamente al centauro malherido. - ¿Y bien? ¿Qué tienes para decirnos? –instó el mortífago. Por su parte, ya estaba perdiendo un poquito la paciencia. - Ah, sí, la profecía… En ese momento, la runa de las caídas permitirá una nueva visión, una nueva esperanza, una nueva compenetración. Pero, cuidado, la memoria es frágil en aquellas con el corazón incendiado. Orión se quedó perplejo. Parpadeó un par de veces, ¿ese era el gran y terrible secreto que llevó a Berenci a la locura? Unió las dos partes de la profecía, la primera era clara: el momento en dónde se iba a cumplir, con cierta atención al contexto histórico. Ahora, la segunda parte es la acción, lo que hará que se dispare la cadena de procesos de la profecía. Pero faltaba algo más, ¿con qué objetivos? Se llevó la mano al mentón y caminó de un lado al otro analizando minuciosamente todo. Parecía que aun completamente magullado, el maldito caballo se regocijaba ante las dudas de Orión. - Creo que deberíamos volver con el resto de la comunidad a compartirles lo que acabamos de escuchar –se dirigió un poco preocupado ante el grupo. Estaba ignorando completamente las risas por debajo de la criatura loca. - La profecía está por cumplirse. “Cuando todos sepan y nadie quiera olvidar” se refiere al estatuto secreto. Ya se sabe la existencia de la magia, pero ya nadie quiere volver atrás. Si existe algo, lo que sea, que pueda revertir esto, bueno, ¿no sería interesante saber qué es? Volvió a la puerta del baúl, apagando las antorchas que en su momento habían iluminado completamente la estancia.
  23. Los ronquidos de Orión retumbaban por TODA la torre de la Yaxley. El invierno había sido duro y necesitaba recuperar todas las horas perdidas durmiendo. De repente se da vuelta, pasando uno de sus brazos por toda la cama buscando a Gatiux para abrazarla. El brazo en cambio se desplomó en el endredón y abrió los ojos con una calma que hasta a mí me da nervios de sólo imaginarla. Se acostumbró un poco a la luz que entraba por los ventanales de la torre. Bostezó y se sentó en el respaldo. Se rascó los ojos y frunció el ceño. No sabía en qué momento de la vida se encontraba. Había una notita en su mesa de cama, debajo de sus lentes de lectura. Se los puso y leyó en voz alta. - No te olvides de la clase de escobas –inclinó la cabeza a un costado y miró para arriba. Volvió a la nota y había un poco más-. La clase de escobas de Maida. La que nos anotamos el mes pasado. Se quedó pensando. - La clase de escobas… escobas… -se rascó la cabeza-. Oh, gracias Raikkonen. El elfo de Gatiux se había aparecido con una taza de té humeante. Se había acostumbrado, un poco a la fuerza, a la idea de que hubiera un elfo LIBRE (al menos eso creía) dentro de la Manor. La pequeña criatura le dejó el desayuno a un lado y carraspeó. - Me dijo la ama… - Gatiux, en esta casa no existen los amos –le corrigió con paciencia. Aunque Raikkonen sabía que si llegaba a decirle Gatiux a Gatiux, bueno, no iba a contar el cuento. - Que le diga que no se olvide de la Clase de Maestría en Escobas. Este traslador lo llevará al campo de Quidditch citado. - La clase… -bebió un poco intentando recordar. Vio la superficie ambarina del té y vio su destino: llevándose por delante un cuervo. Abrió los ojos como dos platos enormes de porcelana fina-. LA CLASE. Se levantó como resorte, se puso el conjunto chándal gris que usaba de entre casa, bebió otro poco de té, le agradeció al elfo, mordisqueó una tostada, se sacó las lagañas de la cara, se medio que puso las zapatillas y tomó el traslador. - Aquí, estoy, llegué, sí eso –Estaba medio dormido y agarró la primera escoba que encontró, la Barredora, se empujó con los pies del suelo y se preparó para tomar la velocidad promedio de viaje en escoba para… bueno, ir a 2 km/ h casi-. Dime a quien y lo golpeo –dijo refiriéndose a los golpeadores búlgaros.
  24. Dicen que todos los imperios caen. Romano. Mongol. Inca. Aqueménida. Pareciera como si los imperios nacieran con la fecha de caducidad ya impresa. Y eso que la búsqueda eterna del poder tiene sus problemas. La comunidad mágica internacional era un imperio en sí mismo. Uno oculto, con sus propias reglas, regentes y estructuras. El destape del estatuto secreto de la magia la puso más en peligro que otra cosa. Y dentro de todo el caos… se presentan oportunidades únicas en la vida. Y las aguas de la verdad era una de ellas. ¿Aguas de la verdad? Ah, parece sacado de un cuento fenixiano para infantes. De esos que aseguran que todo está bien en el mundo, que existe magia blanca. Pero no, los mortífagos saben más, obviamente. Saben que la magia no es ni buena, ni mala, simplemente está para aquellas personas que osen obtenerla. Y, obviamente, mientras más poderosa… más difícil de obtenerla. Orión, bueno, sabía un poco del tema. No manejaba muy bien la hidromancia pero si pudiera poner sus manos sobre el mítico líquido… tendría respuestas. Dentro de sus investigaciones descubrió una carta perdida, ¿el remitente? Ernest Schäfer. Hablaba de una expedición que realizó en su momento. Y nada más. Pero, era un inicio. Aquellas personas que buscaban el poder de la sangre y las sombras, debían viajar al hogar real, más importante y más sagrado de la religión vinculada a los viajes de Schäfer. Mientras que, aquellas interesadas en la bestia dentro de sí y el pacto con las almas, encontrar las pistas del lugar del descanso final del explorador. Al llegar encontrarán la siguiente pista para llegar a las aguas de verdad. Dicen las malas lenguas de por ahí que se tratan de dos partes de un mapa. Bah, a mí no me miren, no soy vidente. ¿O sí? ***** Discípulos de Nosferatu Danny Lestrange (Conocimiento 1) Matthew B. Triviani (Conocimiento 1) Sybilla Macnair (Conocimiento 3) Kraven Von Alexandros (Conocimiento 3) Frankie Triviani (Conocimiento 1) Caballeros de Walpurgis Anne Gaunt M. (Conocimiento 1) Senescales de Caronte Juv Macnair Hasani (Conocimiento 2) Shelle Katerina Gryffindor (Conocimiento 1) Maida Black Yaxley (Conocimiento 1) Empezamos con la nueva aventura mortífaga! Estaré guiándolos como GM a través de hitos y desafíos. ¿El principio? Pues, rolear su introducción y el viaje al lugar indicado. Son lugares específicos, una es una región y la otra, un lugar en específico. Son reales! Así que… si trabajan en grupo, la investigación va a ser fácil. Los espero en rol!
  25. - Sí, bueno, claramente la lechuza no era la mejor de las ideas… Capaz es la Marca buscando nuestro paradero. Ya sabes, un allanamiento clandestino no pasa desapercibido. Por otro lado... –y dijo, pasando su vista desde los ojos de Gatiux a la ventana-. ¿Crees que atacaron alguna otra mansión? Pensó en la Black, pero solía estar demasiado vacía si considerábamos sus dimensiones. Los muggles podían estar dando vueltas por una semana completa antes de encontrar a alguien vivo. Recibió con gusto los tickets y puso toda su atención en la información que tenían. Mensajes habían en todas partes… sólo había que tener los ojos abiertos para darse cuenta. Tocaron la puerta y él se levantó de sorpresa. Lo habían sacado un poco de foco. Orión estaba detrás de Gatiux mientras ella hacía lo suyo, casi que con la varita preparada. La muchacha hablo, describiendo el paquete y entonando un poco en ciertas palabras claves. Orión entrecerró los ojos cuando Gatiux cerró la puerta y dejo el paquete en la mesa. Intercambiaron miradas, obviamente. La gran pregunta gran flotaba entre ellos y ni siquiera la tenían que verbalizar ¿una trampa? Este no era su primer rodeo. - Bueno, supuestamente nos conoce, ¿no será la Orden queriendo meter sus narices donde no los llaman verdad? Se puso los lentes e inspeccionó el paquete. - Veamos… dos porciones de pasta y un vino que parece bastante, bastante, caro. ¿Te invito una copa? Si es veneno seguro lo sabes en seguida, tú eres la de las pociones. Dicho… dicho sea de paso. Estamos en Londres, vamos, algún atentado tiene que ocurrir, sobre todo con los mundos en guerra, podemos organizarnos y entrar a las oficinas. Fácil entrar, fácil salir. Si tan sólo tuviéramos un poquitito de ayuda para una distracción leve…

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