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Gabrielle Delacour

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Todo lo publicado por Gabrielle Delacour

  1. Holi!! Aprovecho para volver a cursar mi habilidad y poder mantenerla ID:4721 Habilidad (en caso de que se trate de la habilidad de Animagia, especificar preferencia de animal): Animagia (conejo) Nº de conocimientos que se poseen: 7 Link Bóveda: https://www.harrylatino.org/index.php?showtopic=78303 Link a la Ficha: https://www.harrylatino.org/index.php?showtopic=78243 Gracias!
  2. Hola! Una disculpa si mi pregunta es mas que obvia pero prefiero preguntar a que de la nada me lleve una sorpresa al no encontrarme en el listado... Tengo la habilidad de Animagia, misma que ya tengo los 6 meses de haberla adquirido. Si leí bien la reforma tengo que volverla a cursar ¿Tengo que inscribirme de nuevo en animagia para "revalidar"/ continuar con mi habilidad? Mil gracias y una disculpa si es demasiado obvio
  3. La tenue luz que se colaba por un pequeño espacio de la cortina llegaba directamente a los ojos de la Black; desde que tenía la habilidad de animagia le gustaba permanecer en su forma animal para dormir, se sentía ella, pero lo más gratificante era caber perfectamente en cualquier espacio que su hermana dejaba en la cama. Abrió los ojos y, aún siendo un pequeño conejo blanco, sus ojos miel brillaban con los rayos de sol. Levantó las orejas y olisqueó el cuello de Mahia, adoraba meterse entre el hueco de su cuello y hombro embriagada su olor. En verdad no tenía ganas de levantarse, notó a Psicosis y Anna en la orilla de la cama, se habían acostumbrado a compartir espacio con la que sería la esposa de su dueña y solo se dedicaban a ver de lejos, simples espectadores de lo que a ellos les incomodaba. Cuidando de no despertar a su hermana se acercó a sus mascotas, se sacudió y dio un pequeño brinco para caer en la alfombra, le llamaba la vista desde el balcón. Otoño, se notaba por el color de las hojas de los árboles que conforman el bosque que rodea el castillo de los Black; Gabrielle se sentó al borde del balcón y Psicosis se mantuvo justo detrás de ella, la conocía, tenía la rutina de saltar sin avisar y ahí estaba él, fiel como siempre salvando el pellejo de su dueña al abrir las alas y alcanzarla justo antes de quedar aplastada contra el cemento. Y se lanzó. La matagot le siguió bajando cual ágil gata y su conejo alado había apresurado a tomarla del pellejo dejándola sobre el césped del patio, en su mirada era evidente el malestar del animal. “Sigues siendo el mismo enojón de siempre, ni Mahia me hace tales escenas…” pensó como si pudiera leerle la mente ¿Tal vez siendo parte de su especie le entendía? No, se entendían por algo más que eso: Años de estar juntos. Anna quiso tomar a la Delacour en el hocico, pero en el último momento su dueña se escapó con gracia. “Tan bella mañana y quieres llevarme de nuevo hacia el castillo” comentó Gabrielle con la mirada retadora. Como conejo, era una pequeña bola blanca que cabía perfectamente en la mano, ágil, apenas sonaban sus pasos al igual que en su forma humana, sus orejas caían a su costado y pareciera que sus ojos se encontraban delineados perfectamente con color negro, era un ejemplar fino… pero más arisca y rápida que cualquier conejo normal. Comenzó a correr y sentir la humedad del pasto, Anna le trataba de capturar en juego mientras Psicosis tan solo miraba a amabas. La libertad que sentía en el momento era tan diferente, siendo humana Gabrielle raras veces corría, no le gustaba exponer sus tobillos a su torpeza, pero como animaga era rápida. El viento rozaba sus pequeñas orejas haciendo que en cada pisada volaran un poco, estaba atenta a cualquier animal cercano que no fueran los suyos, le divertía hacer correr en círculos a la Matagot, podía verse la desesperación de la “gata” y se rindió después de una de las vueltas entre los arbustos. “¿Tan rápido?” Gabrielle se paró en seco a observarles, eran su familia, tan solo faltaba la bestia que más amaba en aquel cuadro. Caminó hasta llegar a ellos y poco a poco se fue transformando en humana sintiendo el pasto en sus pies descalzos. Psicosis ya había acercado una bata de seda azul zafiro en la que se envolvió sin inmutarse y se sentó con las piernas extendidas enseguida de Anna mirando hacia el bosque, Psicosis se acostó en sus piernas. - Una persona solamente, una, y creo que Orión es el indicado ¿Ustedes qué opinan, le agradará la idea a Mahia? Su mano acarició la espalda de la gata y se tiró al piso recostada sobre la hierba. Ahora su mirada recorría las nubes amorfas que pasaban por el cielo.
  4. “No, no, no…” pensó la Delacour cuando notó esa llama en los ojos de Mahia al robar su sangre, sus pequeños ojos mostraron sus pupilas dilatadas ¿Se había excitado o tenía miedo? Las emociones siendo animaga aún no las lograba controlar y mucho menos distinguir, aun así, su mirada seguía clavada en los labios de su hermana hipnotizada. Las mascotas de Gabrielle ya habían bajado la guardia y era evidente que aprobaban el acercamiento hacia su dueña. La francesa solo se dedicó en dejarse llevar -como siempre- y acomodó sus patas entre las manos que la sujetaban, su cabeza se acomodó por instinto contra el pecho de su prometida y cerró los ojos, solo escuchaba su voz, aquella voz que le tranquilizaba hasta el alma. “Y sí, nunca vas a madurar” Suspiró, no era quien para callarla y oírla hablar era de las cosas que mas disfrutaba; su voz la calmaba fuera cual fuera la situación y, estar entre sus brazos (manos en este caso) le reconfortaba como nunca, era una especie de droga estar entre su aroma, entre sus manos, recargada en su pecho, aunque fuera por tan solo unos segundos ¿Y si lo hacían más seguido? Podría la carta sobre la mesa. Era casi extraño estar en esa cocina sin ser ella, la humana, y aún así parecía que su hermana la conocía a la perfección al dejarla sobre la mesa, tal como la Delacour solía tener de costumbre, habiendo tantas sillas prefería sentarse en la orilla como si los modales no existieran ¿Cuándo le había importado? Los ojos miel le seguían curiosos “ahora ¿Con qué saldrá está mujer?” pensaba divertida y al ver el chocolate era más que obvio qué prefería. - Chocolate. No había ni dudado en volver a ser ella, era la tercera vez que tenía que transformarse de animaga a humana y, para ser exactos, la que menos le había costado. Su vestido aún se encontraba manchado de sangre seca y mostrando los evidentes desgarros de aquella noche, un trapo era mejor que aquello que Gabrielle traía puesto, pero era lo que menos le importaba. - Siempre será el chocolate. - dijo sin quitar la mirada de los ojos de su hermana, dio un pequeño salto para bajarse de la mesa y caminó hacia ella sujetando el chocolate para casi de inmediato darle la mordida. – Me gusta sorprenderte, por eso evito decirte algunos detalles de mi vida, como ser animaga queda claro. Sonrió con picardía mientras se acomodaba entre los brazos de Mahia quedando de espaldas a ella mientras volvía a suspirar tranquila. Amaba sentirse tan vulnerable y a la vez segura entre sus brazos, pero lo mas importante amaba el contacto con ella… la amaba a ella. - Quería darte la sorpresa, velo de esta manera aunque ahora la “tóxica” sea yo…- se giró para verla a los ojos sonriendo y con su mano izquierda acaricio la mejilla de su prometida. - Ahora puedes llevarme a donde se te pegue la gana, quepo donde sea. La Delacour apresuró a robarle un beso y separarse casi de inmediato para volver la mirada, sabía que también había cierto peligro, ni ella sabía a donde iba su casi esposa todas las veces que desaparecía, pero, para ser honestos, era algo que a Gabrielle nunca le importó, con que regresara a ella era lo que más le importaba. Volvió a meterse entre sus brazos con la mirada perdida tratando de recuperar fuerzas en cada bocado. Había metido el último trozo de chocolate a su boca y su cuerpo parecía volver a tener la misma energía de antes, al menos podía pensar con mayor claridad y sentir sus piernas sin tener que estar casi completamente recargada en su hermana. Gabrielle recargó aún más su cabeza contra el cuerpo de su prometida y suspiró tranquila al saber que era ella quien la sostenía. - Creo que deberíamos ir planeando en hablar a alguien del ministerio para que nos case, no soporto un día más sabiendo que haces lo que se te da la gana, a ver si casada se te bajan las ganas de andar desapareciendo. No había prestado atención ni a la hora, amaba estar en donde fuera con ella; giró su cuerpo para verla a los ojos y sonrió robándole otro beso. - Mínimo tendrías “collar” y ni cómo te me escapes.
  5. Lud pisioso de la vida te adorooo!

    1. Ludwig Malfoy

      Ludwig Malfoy

      Gabbb!!! *o*
      Yo te adoro mas!!!
      como estás???

  6. Holi mujer de mi vida... je t'aime!

    1. Mahia Black

      Mahia Black

      Je t'aime aussi mi amor!

  7. “¿Qué está pasando?” pensó al escuchar a distancia la voz histérica de su hermana; entreabrió los ojos y por instinto acarició una de sus orejas que cubría parte de su pequeño rostro. En su estado animal era demasiado sensible a cualquier cambio en las personas ¿Instinto de supervivencia? Notó el nerviosismo de su prometida, pero, al estar aún a medio dormir y un poco débil, prefirió no darle importancia. “¡Soy yo… Suéltame!” sus pequeñas patas traseras empujaban las manos que le sostenían, comprendió al instante que con la fuerza de su futura esposa recién alimentada y siendo ella tan pequeña no había posibilidades de que le notara a lo que tan solo se resignó a quedarse quieta entre sus manos. El escuchar el nombre de Gabrielle por todo el castillo había alebrestado a las dos mascotas de la Delacour; Psicosis había apresurado sus aleteos detrás de la Black y Anna le seguía sigilosa, Mahia nunca había dejado de ser una desconocida para ella. La puerta de su antiguo cuarto se había abierto de par en par y el corazón de Gabrielle galopaba entre ansiedad y desespero. “¡Súeltame Mahia Black, no estoy muerta vampira despistada!” pero por mas fuerza que aplicaba en sus patas traseras parecía que la Black estaba demasiado ensimismada en lo que acababa de pasar. Trató sin éxito de escapar de sus manos y entre lo que le dejaba ver sus dedos notó a Psicosis y a Anna “Oh no, esto terminará mal… Odio este cuarto, Mahia ¡Bájame!” Como si su hermana pudiera oírla al fin le dejó sobre la cama, su respiración estaba agitada entre los nervios de estar en su antiguo cuarto lleno de recuerdos y el verla asustada. Antes de poder transformarse a su estado humano ya tenía a su pequeño conejo alado frente a ella. Los ojos del conejo estaban fijos en ella, se acercó lentamente uniendo su nariz a la de Gabrielle y la Black respondió lamiendo su nariz “Ja, hasta que te dejas dar muestras de cariño, desgraciado” brincó en la cama para tratar de seguir molestando al pequeño pero él respondía de manera diferente: Por primera vez se dejaba dar muestras de afecto acercándose para buscar su calor y lamer la frente de su dueña. “¿Qué te pasa maldito loco?” dejaba que Psicosis le demostrara el cariño que por años nunca le había demostrado… hasta que Anna rompió el silencio. La mirada de la matagot estaba fija en Mahia mientras caminaba desafiante hacia la cama, se subió con elegancia a la misma y, aun con la mirada fija en la hermana mayor de la Delacour, olisqueó a su dueña haciendo que Gabrielle se levantara en dos patas para lamer la mejilla de su fiel compañera. “Ca va bien, merci” pensó mientras olisqueaba parte del cuerpo de su animal; tenía que comenzar a tranquilizarse o tanto Anna como Mahia terminarían en una fuerte pelea en caso de que la felina no lograra entenderla en su modo animal. Ambas mascotas le conocían a la perfección; Psicosis se dedicó a acicalar el cuello de su dueña y Anna se mantenía de pie sobre la cama protegiendo ambos conejos. El ronroneo de Anna era inusual, saber que podía entender mejor a su dueña le daba placer y a la vez estaba más que atenta a los movimientos de la vampira. “¿Veterinario?” sus ojos miel se clavaron molestos en su prometida, sabía que ella no podía “entenderla” pero sí posiblemente notara que era ella… Se acercó poco a poco haciendo que la Matagot se acercara junto con ella, como si ella fuese su protectora, a fin de cuentas, nunca había terminado de querer a la ojiazul. Se detuvo al borde de la cama y estornudó sin querer al notar tanto polvo, movió sus orejas y limpió su rostro por instinto volviendo la mirada a los orbes azules de su prometida, la amaba así desesperada, emocionada, en todas sus etapas; al quedar cerca de ella se alzó en dos patas para quedar cerca de ella, se detuvo cerca de sus labios les rozó con su nariz y dio una leve mordida en su labio inferior para separarse y volverla a ver a los ojos ¿Se daría cuenta? Tenía que calmar sus nervios y, sobre todo, recuperar energía y concentración para transformarse, tenía hambre, pero no voz; giró su cabeza hacia Psicosis clavando su mirada en él y comprendió de inmediato alzando el vuelo ¿Mahia habría entendido? Volvió a ella “Sigo viva, mi novia salvaje.” Parpadeó varias veces y se paró en dos patas de nuevo para alcanzar su mejilla y dio una leve mordida “Qué se siente ¿Eh?” se alejó brincando al centro de la cama y volvió a estornudar debido al polvo, se paró en sus patas traseras ladeando su cabeza para que su hermana notara las cicatrices “Tengo hambre”, sus dos patas delanteras golpetearon el colchón tratando de hacer que se acercara y Anna solo se dedicó a sentarse moviendo la cola atenta a cualquier ataque.
  8. La francesa sonrió a su prometida en señal de aprobación y le abrazó con la poca fuerza que le quedaba, estaba más que cansada y solo se dedicó a hundir su cabeza entre el pecho de su hermana sintiéndola más cerca de ella. Una revolución de emociones e imágenes le revolotearon la mente asumiendo que aquello era producto de la aparición ya que su hermana había estado a cargo; no podía si quiera objetar ni reprocharle nada, ella misma había dejado las cosas al cargo y no tenía cabeza para pensar. El aroma tan familiar le había hecho abrir los ojos y escuchaba casi a la distancia a su prometida, se acomodó entre las cobijas y acercó su cabeza al cuello de la rubia olisqueando sus cabellos al mismo tiempo con tan solo su aroma tenía para volver sonreír y recobrar un poco de su conciencia. - Non.- dijo mientras negaba con la cabeza al ver la varita de su hermana apuntarle, tal vez era puro berrinche de la Delacour pero no estaba de humor para juegos.- Ca va bien mon coeur. Y se quedó dormida. A la distancia sentía la presencia de Mahia y poco a poco sentía como se podía fundir entre las cobijas y el calor de la cama, sentía su corazón latir de manera acelerada y su respiración junto con ella; su olfato estaba agudizado y aquel olor a fierro tan distintivo de la sangre penetraba sus pulmones. “Y ahora qué ¿Eh?” Por su cuerpo recorrió un escalofrío, por más que sabía que el calor de la cama y el de su hermana le cobijaban de nuevo sentía frío. Poco a poco sentía el calor regresar a su cuerpo junto con los latidos acelerados de su corazón. Y abrió los ojos. Gabrielle abrió los ojos y notó la cama más grande de lo normal, cerró los ojos y soltó un bufido, estaba cómoda, se sentía segura y se había dejado llevar, sabía que controlaba su nueva habilidad pero el sentirse en casa logró que se quedara más que en su ambiente. Dio un pequeño brinco sobre el pecho de su hermana y se acomodó mirándole dormir, sus dos patas delanteras acariciaron sus orejas acicalándose y notando aún su herida del pecho; “demonios” dijo para adentro y comenzó a lamer con cuidado la herida, sintió un leve dolor y soltó un pequeño quejido, volvió a lamer su herida y notó parte de su pelaje blanco con las manchas de sangre producto de aquella exitante aventura. “No me arrepiento” pensó y sus patas delanteras peinaban sus orejas mientras veía a su casi esposa de reojo “y haría más por tí…” La pequeña bola de pelos blanca en la que se había convertido Gabrielle se volvió a acomodar en el pecho de su hermana y extendió su cuerpo, apenas cabía en la palma de la mano y sus ojos miel se encontraban fijos en la mujer que amaba, a pesar de que su TOC le pedía a gritos limpiar su impecable pelaje blanco. “Quién iba a pensar que casi me matas…” su corazón latía rápidamente tratando de reponer todo lo perdido al igual que su respiración, aunque ni ella misma sabía diferenciar si era por ser tan pequeña o por todo lo sucedido. La amaba, tal cual, así la llevara al borde de la muerte.
  9. El frío del metal y la adrenalina le tenían al borde de emociones, una mezcla inexplicable de peligro, lujuria y miedo que ni ella podía comprender, confiaba a ciegas en su prometida, sabía perfectamente que su vida estaba literalmente en sus manos y la dejaba sin dudar. Se dejó llevar soltando un leve gemido al sentir el filo subir y sostuvo su mirada en los ojos de su hermana tratando de controlar su respiración en vano; en cuanto sintió sus dedos en aquel lugar no pudo evitar arquear la espalda al tiempo que le dictaba su prometida, sus manos subían lentamente por la espalda de la rubia y soltó un gemido de placer y dolor al sentir sus labios sobre la herida de su pecho. El olor a fierro de su sangre y el perfume de los cabellos de Mahia mantenían embriagados los sentidos de la Delacour, clavó fuerte sus uñas en la espalda de la Black al sentir la presión de cada trago que su hermana hacía al mismo tiempo que movía su cadera al compás que la otra dictaba, estaba completamente entregada a ella; trató de emitir palabra pero eran solo pequeños gemidos producto de aquel trance que la rubia le ocasionaba, gritó entré dolor y deseo al sentir la revolución de placer recorrer desde su entrepierna hasta su garganta haciendo que su mano derecha sujetara fuerte la nuca de su prometida contra su pecho. Trataba de mantener la cordura, pero solo se dedicaba a seguirle el paso a la rubia; sus ojos miel se clavaron casi suplicantes en los ojos de quien ahora le dominaba por completo y pudo notar de inmediato las intenciones de no dar tregua alguna. Soltó un grito de placer y dolor al sentirle entrar en ella y trató de empujarla en vano para separarle en cuanto sintió más profundos sus movimientos haciendo que su propio cuerpo fuera el que hiciera aquella tortura. - Mahia… - era tan solo un leve susurro, no sabía si era el cansancio, el placer o los fluidos perdidos pero olvidó sus palabras al sentirse entre la puerta y el cuerpo de su mujer. Volvió a soltar un leve grito de placer contenido por la poca privacidad que les quedaba, el chico ya había marcado terreno y la mayor de las Black había dejado bien en claro al joven que no era el tiempo, aunque sí el lugar. La Delacour dejó que su peso y los movimientos de la ojiazul le marcaran el ritmo, volvió a soltar un grito de placer y dolor al sentir los colmillos de su hermana penetrar su cuello clavando sus uñas en la espalda conteniendo el dolor y las ganas de contener aquella ráfaga de placer que venía desde lo más profundo de su cuerpo. - Basta…- dijo jadeando mientras acariciaba los cabellos rubios con su mano derecha tratando de mantener cierta tranquilidad en su tono de voz pero era en vano, sintió el movimiento de cadera y ambas jugaron al mismo ritmo dejando que el desborde de placer y emociones le dominaran el cuerpo. - ¡MAHIA! Su voz era una especie de regaño mezclado con placer, bajó sus labios a los cabellos de su hermana y trató de separarla de ella. - Toma tu bendito dragón y regrésanos a casa…- dijo mientras sujetaba el mentón de su hermana mayor, le miró a los ojos y limpió con amor su labio inferior. - Contrólate o te controlo…. Clavó sus ojos miel en el azul profundo de su hermana mayor y lamió con amor su labio inferior al tiempo que bajaba su cadera para poder pararse por sí sola. Estaba mareada, no sabía si por el descontrol de su cuerpo ante el placer o la falta de sangre; con un movimiento de su mano derecha hizo aparecer su varita y apresuró a ponerse el vestido encima, sin importar su ropa interior. La francesa sonrió con complicidad a Mahia y se abrazó a ella teniéndola frente a frente, volvió a clavar su mirada en sus ojos y acarició su mejilla con ternura antes de dejar su cabeza reposar en el pecho de su amada. - Soy tu responsabilidad Mahia, como casi mi esposa y como mi hermana mayor… Toma tu bestia y llévanos, mon amore sé buena chica que no respondo.
  10. La puerta se abrió frente a ella, no sabía si ella misma le había activado pero al ver a su guía le miró casi con orgullo levantándose en sus dos patas traseras antes de cruzar la puerta. Al instante de cruzar casi por instinto logró regresar a su forma humana; era como respirar de nuevo, no es que el estar en su manera animal le era difícil si no que todo aquello había sido un reto no solo para su pequeño cuerpo si no para su mente. Parpadeó varias veces y respiró profundo llenándose de aire los pulmones para soltarle casi al instante ¿Era cansancio? Y era de esperarse después de tanto ahí adentro. La Black sonrió al ver a la arcana y escuchar sus felicitaciones, al fin había cumplido una de sus tantas metas de niña y sobre todo unirse con algo que ella amaba y valoraba tanto desde el día que le encontró. - No lo olvidaré y prometo cuidarle. Dijo mientras apretaba el puño sonriente sintiendo el metal entre sus dedos.
  11. “Y ¿Ahora qué eh?” se preguntó para sí misma, sabía que el tiempo corría. Levantó la mirada hacia arriba notando que aquello era una especie de laberinto ¿Lo era o era imaginación? “¿Es que acaso tengo que encontrarte Suluk?” mientras lamía la pata donde sabía que estaba el anillo. Lo sabía en el fondo. Volvió a fijar la mirada hacia arriba y movió sus orejas tratando de escuchar algo que le diera alguna pista para salir de ahí aunque su cuerpo quería quedarse donde estaba ¿Por qué partir cuando estaba en medio d3e todas esas comodidades? Escuchaba distante, sabía que podía salir de ahí usando sus instintos ganados como coneja, así como con la astucia de humana que le caracterizaba. Suspiró y sintió el aire de nuevo entre su pelaje, detestaba saber que su blanco perfecto ahora era una especie de café a causa de la tierra eran cosas en las que tenía que jugársela. Sus ojos miel se detuvieron en los bordes de cada pared que veía hasta ver uno que era diferente a los demás ¿Sería aquella la puerta? ¿Sería más ágil corriendo entre los muros o escarbando? Escarbando podía huir con facilidad de cualquier depredador que se encontrara en el camino corriendo hacia ella lograría ganar tiempo. La Delacour miró por última vez esa pequeña área de descanso, acercó su rostro al agua de la fuente y se miró a sí misma, parecía tan vulnerable y sintió un ligero dolor en el pecho, sí emociones ¿Quién era esa persona que tenía como sombra a lo lejos de su mente? Rexdemort estornudó y limpió su rostro con las patas delanteras había llorado y le costaba mantenerse estable, su pecho demostraba su respiración agitada ¿Dónde estaba él? “Le dejamos atrás… nos dejó atrás”. Conocía esa voz de años y de inmediato volvió a sentirse ella misma, se sostuvo sobre sus patas traseras enfocándose, dejaría todo atrás, ni siquiera sus mas fríos pensamientos le impedirían perder, Suluk le estaba esperando y Gabrielle era obstinada. “Adiós” le dijo mentalmente a aquel reflejo dejando atrás aquel apellido, como si hubiera tirado una roca al agua dejando varias ondas que al final terminarían desapareciendo, tenía un mejor futuro por delante y lo sabía, ya no había que temer si no dejarse llevar. Corrió de inmediato a una pequeña salida entre los arbustos, y se empujó con las patas traseras para caber entre los pequeños huecos, tenía muy presente la dirección en su cabeza y sabía que guiándose por sus instintos de animal unidos a ella lograría llegar. Un pasillo le esperaba, miró hacia ambos lados y apresuró sus pasos, la agilidad y fuerza de sus patas traseras le ayudaban a recorrer casi por metros el camino, por más que corría no sentía el cansancio si no el viento recorrer entre sus orejas, su pelaje, y por segundos paró para analizar el lugar. El olor a tierra húmeda le hizo calmarse un poco ¿Sería bueno escarbar y evitar posibles contratiempos? No, quería más. La puerta se encontraba más cerca de lo que ella esperaba a lo que miró hacia ambos lados buscando alguna trampa pero se arriesgaría, casi pudo sentir su sonrisa altanera en su forma animal pero la mirada la delataba. Dio la última corrida sintiendo libertad en el zigzagueo de su andar casi inaudible, se había mezclado a la perfección aquel talento innato de la Delacour de caminar grácilmente con la de su animal, era casi una danza verla correr de un lado a otro, sintió el anillo y la presencia cada vez más fuerte de seguro estaba cerca, su corazón latía con fuerza, no era la prisa, era emoción. Y se detuvo. Ahí estaba la puerta, sonrió para ella misma y con sus dos patas rascó la puerta como si pudiera abrirla. “Y ahora qué ¿Eh?” dijo para sí mientras se sentaba para acicalar su rostro, sentía frustración al estar aún llena de tierra y sus patas comenzaron a tratar de limpiar lo que alcanzaba de su cuerpo “Por qué no abre esta puerta…” se preguntaba para sí mientras terminaba de limpiar su oreja izquierda, cualquier cosa sabía que podía recurrir a su guía pero por el momento esperaría. @ Suluk Akku
  12. La respiración agitada era marcada por los pequeños vaivenes de su pecho, olisqueaba el ambiente hasta que reconoció un olor ¿Ada? No, Ada no estaba, pero el olor era similar “depredador” pensó mientras esa parte animal solo quería salir corriendo. Con la mirada buscó a sus alrededores algo para defenderse, aunque lo más seguro era esconderse pero no, la Black era terca, daría pelea. Sonrió para sí cuando notó el piso, una pared separaba el otro lado de lo que posiblemente era un laberinto, lo tenía. Corrió con agilidad hasta llegar a la orilla de la pared notando la tierra húmeda, sabía que aquellos brincos acelerados habían llamado la atención del lince a lo que apuró sus patas delanteras a escarbar un hoyo. Era demasiado pequeña a diferencia de aquel lince, si escarbaba un túnel sabía que llegaría al otro lado y estaría a salvo y dicho sea de paso, si el depredador era lo suficiente ingenuo terminara atrapado en aquel pequeño hoyo. Le escuchó acercarse, pero para entonces sus patas traseras y delanteras ya eran una sola haciendo excavación quedando justo a la mitad del cruce cuando detectó el olor y las garras del lince tratando de tomarla. Gabrielle era dura, dio una fuerte patada con su pata trasera aventando al mismo tiempo la tierra que iba sacando de enfrente a ella y escuchó al felino quejarse; había ganado ventaja, tenía que usar la cabeza si en verdad quería no solo alejarlo. Escarbó demasiado pronunciada la subida para que, en caso de que el lince lograra entrar quedaría atrapado en una posición anormal. Apresuró a salir en cuanto vio la luz y sus patas traseras terminaron de tirar toda la tierra que había sacado, notó la cara del lince por el pequeño hoyo y volvió a tirar tierra con más fuerza escuchando un aullido de dolor, seguro le había logrado dar entre tierra y piedras en los ojos. El hoyo estaba cerrado y los maullidos del lince se iban alejando de a poco, pelea perdida para el felino, ganada para la Delacour. Había estado tan ocupada solucionando aquel problema que ni se había percatado en dónde estaba ni cómo había quedado. Lo primero que olieron sus sentidos fue el follaje verde, fresco y su estómago daba un leve gruñido, hambre, nunca había experimentado hambre en su forma animal y Gabrielle no era experta comiendo “comida saludable” ella solo se alimentaba de postres y una que otra comida… Pero no había opción. Sus ojos miel observaron el lugar, pareciera estar libre de depredadores y, al mover la cabeza para buscar alimento notó su oreja caer sobre su costado derecho ¿Polvo? Sacudió su cuerpo ¿Aún pensaba que después de escarbar su cuerpo se mantuviera blanco? Pequeña ingenua. Volvió a sacudir su cuerpo, su estómago pedía comida, pero su OCD pedía estar limpia. Se ergio en dos patas y de inmediato sus patas delanteras comenzaron a limpiar su rostro, le salía más que natural, era una con su animal interior, la gracia de la francesa se mezclaba a la perfección con la de su animal interno haciendo que hasta cada movimiento se viera no solo tierno si no que hasta de cierta forma sensual. Limpió por último su oreja izquierda y regresó la mirada al jardín donde se encontraba, ahora sí: Hambre. El pequeño lugar parecía una especie de área de descanso, en medio una fuente y a su alrededor flores, pasto y otros arbustos verdes. No la pensó dos veces y se acercó a unas pequeñas ramas que salían del pasto, les reconocía, la Delacour sabía que esas ramas eran hierba mala a lo que con las patas traseras les dio un golpe reafirmando sus conocimientos al ver un líquido blanquecino salir cual sangre. Una corriente de aire cruzó por el jardín, sabía que no significaba nada porque sus instintos se lo decían a lo que solo dedicó a disfrutar y sacudir su cuerpo para sentirle entre su pelaje, suspiró y volvió la mirada a unos tréboles que se encontraban cerca de unas rosas, corrió dando pequeños saltos casi de felicidad y dio su primera mordida. A decir verdad, Gabrielle hubiera vomitado, aunque sabía a gloria, apresuró a comer un poco más y masticar un poco de pasto; las rosas rosas estaban casi a su alcance se veían más que hermosas tentadoras y se paró sobre sus patas traseras lanzando una mordida para arrancar un pétalo. Había calmado su hambre, ahora la sed le jugaba parejo. Rodó los ojos y observó la fuente, sabía que tendría agua al estar ahí a lo que sin pensarlo apresuró su corrida en zigzag para tomar vuelo (y a decir verdad presumir sus habilidades) y saltó para quedarse en la orilla de piedra de aquella fuente. Podía sentir la brisa entre su pelaje y buscó señal de peligro, procedió a tomar agua bajando un poco su torso y sintió el agua fresca en su lengua calmando su sed. Hasta el momento no había tenido que usar el anillo, sabía que su mentora estaba pendiente de ella, alzó la mirada tratando de buscarle solo para comprobar, ni ella misma lograba verla tan solo sentirla a través del anillo, no había necesidad de llamarle, solo le daba curiosidad encontrarle. “No es momento de jugar a la hora de té” dijo para sí misma y se quedó sentada sobre sus cuatro patas a la orilla de la fuente apreciando el lugar, tenía que continuar, pero después de aquel ataque tomaría un pequeño descanso para reposar la comida. @ Suluk Akku
  13. La ansiedad en la Black era evidente, no era esa típica que le hacía sudar frío era aquella que se siente como una bocanada de aire nuevo, tal vez emoción a lo desconocido. Caminaba obediente a lado de su mentora, no podía evitar sentir un poco de nervios al andar, pero era más su curiosidad y ganas de más que aquellos falsos temores. El aire no ayudaba del todo, pero a diferencia de la primera vez, no sentía ese frío en su piel y posiblemente por eso confundía los escalofríos físicos con mentales. Observó por último aquel paisaje, podía sentir un poco de la brisa golpear su cara junto con el aire frío haciéndole vibrar aún más por dentro. - Lo sé arcana.- dijo contestando su inquietud acerca de ayuda y fijó su mirada en las flores del jardín, volvió la mirada a ella y mostró su atención al seguirle los pasos casi a la par. Y ahí estaba. Tan cerca de su objetivo, era imponente estar frente aquella estructura y saber que solo incertidumbre le esperaba dentro, así como también lo que más había querido desde chica, confiaba en su vínculo y su capacidad así que aquello era solo un reto fácil de vencer. - ¿Estás lista? - Lo estoy. Dijo aún con la mirada fija en aquella puerta frente a ella, volvió sus ojos miel a la Arcana y tomó el anillo. Sentía su corazón al igual de acelerado como en la cabaña, pero deseosa, curiosa y, en cierto modo, confiada y tranquila como si todas esas emociones se mezclaran perfectamente. La Delacour asintió al último consejo y lo repitió mentalmente, si algo debía tener presente era el dominar sus instintos y, para ser sincera, la chica pareciera ya tener bastante experiencia en eso así que asumía que incluso en su forma animal no tendría problema alguno. Sin dudarlo más empujó la puerta y entró. “No dejarme llevar por los instintos” mientras sentía su corazón latir a mil por hora como aquel pequeño que había sostenido en sus manos, su instinto le decía salir corriendo pero sabía que esa no era la manera así que analizó de inmediato la situación para asegurar calmar sus miedos; el lugar era imponente pero sabía que como humana tenía pocas posibilidades de manejar la situación, si se convertía podía tener los sentidos agudizados y preparada para lo que pasara, sobre todo sabía que su agilidad le ayudaría. “Aquí estoy…” se dijo a sí misma, sabía que eran uno, respiró profundo y cerró los ojos soltando el aire por los labios, el aire que corría lograba erizar su piel de manera tranquilizante, volvió a suspirar y aquel aire le sintió casi en los huesos, entre ese pelaje fino y blanco que había obtenido de su primera transformación. Sonrió para sí misma y abrió sus ojos miel notando de inmediato sus pequeñas patas y los ruidos intensificados del interior. Curiosidad ¿Pero a qué costo? Su mente estaba muy presente que si seguía esos instintos posiblemente terminaría en alguna trampa así que se dedicó a erguirse en sus patas traseras para analizar el lugar olfateando el ambiente y usando sus sentidos, el olor a tierra húmeda y sonidos distantes le hicieron girar la cabeza moviendo sus orejas para intentar tener mejor audición. Pasó sus patas delanteras por sus ojos acicalándose ¿Qué momento era ese? Meneó la cabeza volviendo a concentrarse, debía seguir. @ Suluk Akku
  14. Gabrielle no se imaginó la vuelta de 180 grados que había dado todo aquello ¿Cuándo su prometida habría de aceptar compartirla con alguien pero lo que le dejó sin habla fue el ella haber tenido el control y perderlo en segundos. Sus ojos miel estaban fijos en los ojos de su hermana y sabía perfectamente que todo se había ido a la m!erda con esa sonrisa arrogante… sin mencionar el cerrar de la puerta. Pero la Delacour estaba embriagada de deseo, le ablandaba cada célula de su cuerpo el verla sobre ella dejándose simplemente llevar por ella y perderse en el azul de su mirada ¿Cuándo había comenzado a ser tan sumisa? Soltó un gemido al besar sus labios y puso sus manos en el cuello de su hermana tratando de mantenerla contra su cuerpo en vano, la respiración agitada era imposible de disimular y su mirada, al igual que la de su prometida, hablaba por ella. La francesa soltó un bufido al sentir las cuerdas presionar sus muñecas y frunció el ceño ¿Venganza? Y un leve gemido salió de su boca al sentir la presión de su hermana contra su cuerpo, si aquello era venganza estaba dispuesta a pagarlo sin chistar. En el momento de ver el filo de la navaja su corazón empezó a latir más que antes, nervios o adrenalina; en el cuarto era solo el sonido de las respiraciones agitadas de las Black y ruidos lejanos de la misma choza, Gabrielle los podía casi oír a la perfección si no fuera porque sus mismos latidos le golpeaban en el tímpano. - ¿Yo? – sus ojos le miraban llenos de deseo, levantó su torso tratando de buscar sus labios pero se detuvo de inmediato al sentir el filo de la navaja en aquella zona que le hacía perder el control. - Tú. Movió la cadera hacia ella sintiendo el filo de la navaja entre ambas y soltando un gemido mientras arqueaba la espalda de placer. Volvió la mirada y le clavó en ella, sabía que lo estaba disfrutando y sabía que posiblemente el lugar terminaría como escena del crimen, pero en realidad hacía segundos que le había dejado de importar. - Manéjame… Tú sabes tus límites, mon amour… @ Mahia Black
  15. A decir verdad parecía que ahora todo estaba más en calma dentro de la Delacour, tantas visiones y años detrás que tan solo era ella, que al fin entendía y que en realidad siempre le había comprendido en cierta forma. Miró fijamente a la arcana escuchando sus palabras, era gratificante saber que en verdad había logrado dominar dentro de aquella cabaña la habilidad que desde niña sabía que algún día tendría, iincluso teniendo a tanta gente a su alrededor siendo eso no de tanto agrado de la Black, aún así la situación y hasta las mismas personas habían logrado hacer ameno el aprendizaje. — ¿Estás lista para tu prueba, Gabrielle? — Sí arcana, lo estoy. No había duda ni en su mirada ni en su voz, era más bien entusiasmo, eso de afrontar los retos que se le venían planteando de frente le estaba cayendo de maravilla a su nuevo y aceptado carácter curioso. Sonrió confiada y asintió de nuevo con la cabeza, como si aquellas palabras no fueran suficientes. — Estoy lista para la prueba que me espera.
  16. La Black no pudo evitar sonrojarse aún más al oír a la arcana mencionar su boda y entrelazó nerviosa sus manos dejándoles sobre sus piernas. Se acomodó mejor en el sillón ¿Describir la experiencia? Un hoyo negro podría describirse o un mal viaje de alucinógenos sin el miedo de por medio. Recargó su espalda en el respaldo del sillón y pensó u poco mejor ¿Qué había sentido en realidad? Tranquilidad al fin sentirse conectada a algo que sentía que le hacía falta, miedo al no saber si aquella criatura le amaría y aceptaría tal cual y sobre todo un poco de incertidumbre al sentirse blanco fácil de su compañera Ada a pesar de que sabía que el Malfoy y su mentora podrían defenderle en caso de que todo se fuera al desastre. - De humana a conejo…- una sonrisa de medio lado se dibujó sobre sus labios y levantó la mirada para mirarla. - Temor, no quería decepcionar a esa criatura a la que por tanto tiempo estuve ligada, pero al aceptar tal cual las cosas solo confié en ambos tanto en mí como en aquella figura que por años me guiaba y sacaba de mis casillas. Alzó los hombros; era completamente sincera fuera o no la respuesta esperada, solo quería ser suficiente para que esa criatura interna lograra manifestarse a través de ella y Gabrielle solo quería sentir esa libertad. - De cierto modo también libertad ¿Sabes? Después de tantos años creo que puedo decir que siento tranquilo mi interior y esa misma tranquilidad y libertad fue lo que sentí e imaginé al encontrarme convertida… Fue agradable ¿Feliz? Su cabeza se ladeó como si estuviera confundida, sí era felicidad pero también curiosidad a todo lo que le rodeaba, ganas de hacer todo lo alcanzable. Y ahora ¿De coneja a humana? ¿Cómo lo describiría? - Siendo honesta me fue un poco mas sencillo pasar a mi forma humana ya que gracias a esa unión del principio pude aceptarme tal cual, creo que solo fue el recordar cómo era volver a sentir esas emociones y controlarlas de a poco, a fin de cuentas, lo difícil que era conectar sin que me huyera de nuevo ya lo tenía. - soltó un suspiro y sonrió tímidamente.- Fue como un “toma la cuerda y prometo que no te soltaré” tal vez confiar uno el el otro y saber que no somos dos si no uno… Se había dejado simplemente llevar y sabía que sus compañeros harían exactamente lo mismo, fijó la mirada en Ada aún en su forma animal y sonrió sacando la lengua mientras se limpiaba la mejilla aunque sabía que posiblemente su saliva ya hubiera desaparecido para ese momento. @ Suluk Akku @ Ada Camille Dumbledore
  17. La clase continuaba y aún con la choza casi repleta las caricias de su antiguo amigo le hacían tranquilizar sus nervios. Giró la cabeza para ver la cara del Malfoy mientras hablaba, le recordaba perfecto como si fuera ayer, cada aventura y cada imprudencia, pocas personas recordaba la Delacour con cariño y entre ellos él, sacudió su cabeza al escuchar el nombre de aquella personalidad y recargó su cabeza en la mano del chico tratando de demostrar su apoyo. A pesar de ser familias rivales la Black y el Malfoy tenían buena relación, en realidad Gabrielle solo soportaba a dos Malfoy, él y Afrodita, tal vez por eso era parte de los rebeldes y había sido tachada innumerables veces del árbol Black. De inmediato el instinto le hizo girar la cabeza hacia Ada, parecía estar batallando con sus instintos y Gabrielle estaba más que preparada para salir corriendo en caso de que su compañero y arcana no pudieran ayudarla, se sentó en el regazo del Malfoy atenta a los movimientos de su compañera y a las palabras que Suluk le proporcionaba a la lince ¿Tendría que recurrir a su instinto? Parecía casi natural mantener el estado de alerta con la mirada fija en el lince que ahora era la Dumbledore. Retrocedió dos pequeños pasos pegándose un poco mas al cuerpo del chico sintiendo la respiración tan dispareja como la de ella y fue cuando la arcana dirigió sus palabras a ella ¿Sería capaz de regresar a su forma humana? Asintió con la cabeza ya consciente que en su forma animal no podía mas que hacer movimientos de entendimiento y trató de concentrarse; si para lograr aquella fusión y transformación necesitó dejarse llevar por ese pequeño animal, tal vez sería ahora el recordar quién era, de cierta manera agradecer el tiempo y soltar sintiendo de nuevo aquella libertad. No deseaba cerrar los ojos ya que la Dumbledore no se encontraba del todo en sí y de cierta forma temía por su seguridad, giró por segundos la cabeza para clavar sus ojos miel en el rubio buscando ayuda, tenía que confiar en él y, si en años pasados había confiado su vida en tantas batallas ¿Por qué no ahora? Cerró los ojos y un suspiro relajó todo su cuerpo, de nuevo sentía las caricias sobre su pelaje y trató de recordarse antes de todo ese meollo, ahora más que nunca estaba segura quién era, sus lazos, sus emociones… - ¡Lud! – dijo abriendo los ojos y abrazando del cuello al Malfoy aún estando sentada en su regazo.- Tanto tiempo y encontrarnos aquí ¿Cómo supiste? Pregunta sin sentido ¿Verdad? Es obvio que sabías después de tantos años ¡Me alegra saber que sigues vivo! ¿Qué ha pasado contigo? Yo estoy por casarme ¿Recuerdas a Mahia Black? Al fin coincidimos y… Calló de inmediato sus palabras al caer en cuenta de dónde se encontraba, sus mejillas mostraron un poco de rubor mordiendo su labio inferior y volviendo la mirada a la arcana, no era hora de té, ya habría momentos para ponerse al corriente con la vida y no estar quitando el tiempo valioso de aprendizaje que les quedaba a todos. Se levantó de inmediato y acomodó su vestido sentándose enseguida del rubio aún apenada de haber hablado tanto. - Una disculpa Arcana, creo que… el estar tan en contacto con mis emociones dejé de ¿Reprimirlas? Y por eso mi falta de tacto hacia la clase… Estoy dispuesta a recorrer y aprender de los siguientes pasos. Volvió a subir la mirada y sus ojos miel se clavaron en su hija, sonrió al verla pero evitó saludar y volvió hacia Maida saludándole con una leve sonrisa. @ Suluk Akku @ Ludwig Malfoy
  18. - No.- dijo Gabrielle pero tan solo ella se escuchó mentalmente, cerró los ojos y rio para sí, ¿De cuándo un conejo habla? Meneó la cabeza sintiendo el aire entre sus orejas largas dándole a entender a la arcana que no sentía dolor y que extrañamente estaba tranquila. Continuó explorando, la cabaña seguía llenándose de gente y aquello no le tranquilizaba del todo pero había algo en ella que le hacía sentirse en completa paz, tenía tan solo que escucharle. Apuró a intentar de nuevo subirse a la mesa cerca del sillón, mentalmente midió la distancia ¿Qué tanta fuerza? Pero algo en su interior le empujaba a dejar de pensar y empezar a sentir. Sus patas traseras empujaron con fuerza el sillón y cayó casi sin sonido sobre la mesa, como si sus patas fueran tan suaves como para no generar ruido, tal vez el haber al fin haberse fusionado con su animal interior le permitiera utilizar la gracia aprendida con años de ballet. Meneó la cabeza, adoraba sentir ese aire entre su pelaje y aprovechó para ver con sus propios ojos sus patas delanteras. Como si fuera un sueño la Black se quedó sentada mirando sus propias patas, lamió la parte interna y acomodó su pelaje tallando su rostro hasta sentir su oreja izquierda, le trató de atraer con ambas patas y saboreó la punta de ella. Era tan suave que ni ella se lo creía a lo que continuaba acicalándose, tratando de conocer su cuerpo de a poco. A lo lejos logró distinguir la voz de su hija y levantó su cuerpo sobre sus dos patas traseras tratando de verla mejor ¿Se notaría la diferencia? Si ni ella misma se reconocía como coneja ¿Cómo los demás lo harían? Observó a Maida y seguido reconoció al otro chico haciendo que su mirada se iluminara de inmediato. De nuevo era ella, esa parte infantil, débil y sensible estaba ahí era en verdad ella, se sentía ella misma. Brincó al instante de la mesa y corrió sintiendo perfectamente la agilidad de sus movimientos esquivando las patas de las sillas y de sus demás compañeros, a lo lejos pudo notar que su compañera había logrado transformarse y aún estaba confundida pero la mirada de la Delacour estaba fija en el Malfoy. Al tenerle cerca Gabrielle brincó sin pensar al regazo del Malfoy, tantos años y encontrarlo en aquel lugar, ni siquiera se había detenido a recordar que era una pequeña coneja que no podía comunicarse. Aquello no le importó y tan solo se levantó en sus dos patas tratando de olisquear el cuello del rubio como señal de cariño ¿Qué tanto tiempo había pasado? Pasó su frente por la barbilla del Malfoy y trató de trepar a su hombro dando pequeños saltos ¿Tenía la misma maña que su conejo Psicosis? Sabía que él le reconocería y no había fallado; bajó y contuvo sus ganas de demostrar cariño, al escucharlo asintió con la cabeza y volvió a postrarse sobre las piernas de Ludwig tratando de buscar su caricia mientras volvía a observar su cuerpo recostado en las piernas de su antiguo amigo y escuchar a los demás. @ Suluk Akku @ Ludwig Malfoy
  19. Por breves instantes sintió un poco de temor hacía lo que acababa de descubrir y tener entre sus brazos, aquel pelaje se sentía como si se fundiera entre sus dedos y la respiración de ambos se aceleró al escuchar el animal de la Dumbledore pero todos esos miedos se desvanecieron al escuchar que dentro de la cabaña estaban seguras ¿Juzgar? Igual entendía sus palabras y asintió sin más. Una huella dactilar, cada animal era único y de eso Gabrielle no le quedaba dudas al sentirse cada vez más identificada por su “nuevo amigo”, no era un escape… Era parte de ella. Cerró los ojos, todo lo que la Arcana le decía tenía más se sentido, tal vez tan solo necesitaba oírlas de alguien externo a las voces que ella misma se hacía en la cabeza, sabía las cosas más nunca las llevaba a cabo, inseguridad tal vez. Y sí, siempre terminaba con un paso en el vacío y otro en el suelo si aquello no representaba un reto, si su orgullo no estaba en juego las inseguridades tomaban el control. Esta sería la excepción. Sus ojos miel se fijaron en Ada sabía que una vez dejándose llevar podría todo esto llevar al caos, pero trató de dejar eso de lado, ella no era una amenaza y, conociéndose en sus años de trayectoria duelística y mortífaga sabía que posiblemente aún en su lado animal Gabrielle afrontaría cualquier peligro, a fin de cuentas era terca y orgullosa. Sonrió a su compañera y asintió, tomaría las palabras de la arcana tal cual, si tenían que convivir en armonía tal vez no confiaba del todo en la recién llegada pero sí en su maestra que le hablaba con la sabiduría de los años. Gabrielle dio un suspiro, libertad, el poder por fin ser ella y sobre todo el saber que sus emociones eran válidas, eran humanas y era parte de su personalidad, la respiración de la Black estaba perfectamente sincronizada con la de su pequeño conejo, aquellos latidos rápidos los sentía ella misma en su pecho y cerró los ojos imaginando como aquello se convertía ya no solo en un sentir si no en algo real. Los latidos se su corazón eran rápidos y sincronizados, escuchaba las palabras de lejos y su sentido del oído se agudizaba y como si todo fuera un sueño de “Alicia en el país de las maravillas” sintió como toda aquella cabaña se hiciera poco a poco más grande que ella ¿Era el vértigo por tener los ojos cerrados? La Black no sufría de vértigo. Tal como le había dicho su instructora podría ser todo “imaginación”. Un escalofrío recorrió su columna vertebral y su instinto fue sacudir su cuerpo, abrió los ojos y en efecto aquello era más grande de lo que recordaba ¿Seguía en la silla? Observó a su alrededor y curiosamente una parte de ella estaba en total armonía y calma era tan solo el hecho de conocer todo desde otra perspectiva. Talló sus ojos, pero le encontró difícil ya que apenas podía alcanzarles y notó ese pelaje suaje siendo ahora parte de ella. No tenía miedo, la curiosidad se apoderaba de ella; se sentó en sus dos patas traseras y olisqueó sus patas delanteras, pasó con cuidado por encima de su cabeza y notó dos largas orejas que caían por sus costados y torpemente les sujetó con sus patas, cerró los ojos, le olfateó con curiosidad y volvió a sentarse en sus cuatro patas. Las conversaciones le eran ajenas, ella estaba interesada en cómo bajar de la silla ¿Sería tan solo saltar? Un salto simple al vacío, como todo en la vida… y así fue. Sus patas traseras lograron dar el salto y caer perfectamente sobre el piso de la cabaña pero al toca el suelo y querer salir corriendo sus patas resbalaron por el piso haciendo que su cuerpo callera de costado. No se había percatado que era una pequeña de apenas 20 cm a lo mucho, se enderezó de inmediato y se volvió a sentar sobre sus patas traseras, era una pequeña pelusa blanca en el piso y si quería libertad debía aprender a caminar, cual niño pequeño. Gabrielle soltó un suspiro y frunció el ceño, trató de caminar, aunque sus patas traseras siempre le hacían resbalar ¿Estaba pensando de más? Esta vez se dejaría llevar sabía que su guía estaba ahí solo que ella, como siempre quería ser controladora… Y se dejó controlar por lo que sentía, veía, oía y su mente le intuía. Cuando menos se dio cuenta estaba debajo de la mesa y sonrió para si misma, el caminar era ya algo dominado ¿Saltar? Sus ojos miel se fijaron en el sillón y apresuró sus pasos, era como aíre, cada paso iba acelerándose poco a poco hasta llegar al sillón y sin medir ni pensar tan solo sintió sus patas traseras tomar el impulso cayendo grácilmente sobre el sofá. Su corazón latía rápido, sabía que era por esa nueva parte de ella, estaba tranquila pero curiosa. Al escuchar la puerta no pudo evitar pararse en dos patas para tratar de asomarse y esa pequeña mirada se asomaba por la orilla del sillón ¿Maida? @ Suluk Akku
  20. A pesar del carácter arisco de la Black la energía de la arcana le brindaba paz, tanta como para haberse soltado de aquella manera sin tener problema, como si de alguien de años de conocerle se tratara. Ladeó la cabeza al escuchar la introspección ¿De qué en realidad escapaba ella? ¿Dolor tal vez? Rechazo, soledad… Mismos que con el tiempo había aprendido a sobrellevar. Sonrió mordiendo su labio inferior por contagio al verla y volvió a su seriedad habitual ¿Por qué conejo y no otro animal que no fuera tan inofensivo y presa fácil? ¿Por qué le había elegido desde niña? Tal vez siempre tuvo el carácter marcado aunque tenía demasiada fragilidad, era desconfiada de todos y de cierta forma le hacía sentir orgullo ceder tan rápido en nada ni nadie hasta que se demostrara lo contrario… Pero antes que nada hacer caso a lo que su maestra le decía: Dejarle de reprimir tanto y en verdad dejarle ser, dejarle guiar y dejarse llevar por aquel pequeño que desde siempre había estado con ella. Observó atenta a la arcana y asentía demostrando que entendía su mensaje, más que nada abierta a lo que le dijera; tenía varias opciones ¿En verdad dejaría que el pequeño que tanto le había ayudado con el paso de los años huyera temeroso de una trampa o le enseñaría que hay otros caminos tal como la Arcana le había enseñado? - A veces no confío ni en mí misma y ahora tengo que confiar en mis emociones tan desbordantes. - dijo sin medir sus palabras, su mirada demostraba un poco de dolor, el dejarse llevar en un túnel de emociones no era lo que más le gustaba, pero, recordó al pequeño conejo, aquella pequeña silueta que le llevaba por caminos cuando todo estaba confuso y le ayudaba a salir de una u otra manera. - Vivo, lo deseo vivo, libre y sin miedos. Cerró los ojos; no se veía sin aquella figura que le había guiado por años, tan pequeño y decidido y ella tan… Le imaginó tal cual la arcana le había descrito y veía a aquel pequeño dudar dentro de sus propios pensamientos, en su mente -al igual que en la realidad- se acercó cautelosa a quien había sido su compañero de juegos que miraba con sigilo aquella trampa y suspiró, no le dejaría ella. Acercó su mano lentamente a tocar su lomo, sus dedos podían sentir el fino pelaje después de tantos años, sonrió y suspiró tratando de transmitirle la calma que en ese momento sentía, que al fin podía confiar en ella y que no había necesidad de seguirle huyendo; el pequeño animal levantó la mirada, sus ojos miel se clavaron en Gabrielle y las pupilas de ambos se dilataron ¿Amor? ¿Comprensión? Le vio bajar las orejas al punto de casi rozar el piso y por fin pudo notar los detalles de aquel pequeño que por años le persiguió. El párpado superior era negro, como si fueran perfectamente delineado, al igual que Gabrielle estaba tranquilo, la Delacour hundió un poco más su mano entre el pelaje del pequeño, podía sentirlo, aunque aquello pareciera estar tan solo en su cabeza, ambos respiraban a la misma velocidad y sentían la misma tranquilidad dejando de lado las indecisiones. Sonrió, aquel miedo de que él saliera huyendo se había alejado y se atrevió a levantarle para pegarlo a su pecho, cerró los ojos sintiendo como también la desconfianza del pequeño se deshacía por completo recargándose él mismo en el pecho de la francesa, quería alejarle de aquella trampa en la que, posiblemente de no ser por ella, le hubiera quitado la vida. “Tout ira bien, allez…” pensó transmitiendo el mensaje a su compañero mientras le abrazaba, sus dedos se hundieron un poco más en el pelaje del pequeño y podía sentir casi como si pudiera fundir su mano con su piel, de nuevo volvían a respirar al mismo ritmo, en mutua paz. Abrió los ojos y, aun sintiendo aquella tranquilidad, dirigió su mirada a la recién llegada ¿Hacía qué tanto había estado ahí? ¿Sería bueno presentarse? Decidió callar y se quedó quieta analizando antes de interrumpir a la Dumbledore. - Arcana… ¿Cómo es que uno logra esa conexión y transformación? ¿Es solo… respirar? ¿Libertad? – bajó la mirada notando que ella misma balbuceaba cosas sin poder darse a entender. - ¿Qué se siente lograr esa transformación? Tal vez es vaga o inocente la pregunta… La mirada de la francesa seguía fija en la taza frente a ella; sí magia interna, pero ¿Cómo hacerla externa? Tal vez aquella pregunta era mejor que la pregunta acelerada que había lanzado sin pensar.
  21. La puerta le hizo volver en sí tratando de no demostrar que le había tomado por sorpresa, a decir verdad había tomado demasiada confianza dentro de la casa de la arcana, bajó la mirada y volvió a sorber el té sintiendo el calor deslizarse lentamente por su garganta y sus manos separaron de sus labios la taza caliente. Sus ojos miel se enfocaron en la que ahora era su profesora y sonrió ante la pregunta ¿Cómo? Ni ella misma lo sabía conscientemente pero su inconsciente era del todo atento a todo su pasado. - Dicen que lo más difícil es conocerse uno mismo y aún así, mientras más escarbas en ti, más te desconoces. Gabrielle sonrió y soltó un suspiro; desgraciadamente había practicado demasiados hechizos y posiciones sobre si misma buscando la estabilidad mental que nunca había tenido, tantos años perdida sin familia le había vuelto arisca, sus dos matrimonios fallidos (mismos de los cuales no recordaba el último más sí sentía el dolor) y el tener que esperar alguna muestra de afecto de las personas que le rodeaban… Era el conjunto de todo. - Creo que siempre lo supe… ¿Sabes…? – paró sus palabras, un poco confundida ante su falta de formalidad pero el mal ya estaba hecho, tal vez el té le había relajado de más y solo sonrió.- Mientras todos soñaban ser auror de grandes, jefes de departamento, reporteros… De niña le decía a mi madre que yo sería un conejo. Una pequeña risa salió de sus labios bajando la mirada y negando con la cabeza, recordando a esa pequeña niña de 5 años que hablaba con su madre. - “Yo quiero ser conejo” y mi madre reía. A los años quedó como recuerdo de los sueños sin sentido de una pequeña niña ¿Quién en su sano juicio se imagina crecer y… ser un animal? Sobre todo, la mente infantil de una pequeña que solo sabe de profesiones. - suspiró al recordar a su madre: blanca, rubia y esos encantos de veela que hicieron que Fernando Black terminara como su padre.- Supongo que de niños la imaginación supera al mundo real… más en esta pequeña niña con un poco de locura en sus venas. Aquello era cierto y ni siquiera su hermana/prometida sabía de esos descabellados sueños de niña al querer crecer y solo “ser conejo” ¿Detalles? Se olvidó también de filtros y sus barreras. La francesa era arisca con quienes le rodeaban, tal como ese animal que había estado en su mente, pero al igual que el conejo, cuando logran tenerte la confianza necesaria se muestran tal cual son: una pequeña masa de emociones con carácter. - Recuerdo estar casada…- prosiguió, su mano temblaba, su inconsciente guardaba las memorias, pero la pócima que había tomado para olvidar le evitaba recordar muchos detalles, eran solo… espejismos. - Recuerdo… Nunca he estado completa, no sé si la mezcla de sangres o el que ninguno de mis hermanos lo esté, Black a fin de cuentas; manejaba un manicomio, hice un trato con una arpía y el manicomio fue mío, todo es borroso, sé que de quien estuve casada y él huía de mi, se burlaba de mis emociones y muestras de afecto… Dejando la taza en la mesa, apretó sus manos en puño y sonrió un tanto avergonzada ¿Quién huía de su esposa? ¿Quién tendría que rogar por atención y cariño? Y recordó corriendo por los pasillos persiguiendo un conejo blanco. Tragó saliva y suspiró, recuerdos dolorosos, la cara del chico era borrosa al igual que su nombre pero el sentimiento, el dolor estaba ahí. - Es demasiado difícil correr tras una ilusión, tras un cariño que nunca será dado; me dedicaba a buscar ese conejo blanco que huía de mí, que por más que le protegía y cuidara se lograba librar de mí y rechazaba mi afecto.- apretó fuerte los puños con la mirada fija en el té, trataba de hablar a pesar de haber bloqueado aquellos recuerdos.- Y ahí entendí todo: No puedes amar a alguien que no quiere ser amado, no puedes encontrar a alguien que no quiere ser encontrado y lo mas importante no puedes forzar un vínculo con alguien que no desea tu presencia. Palabras fuertes; suspiró como si aquel peso se fuera con el soltar del aire. Exactamente así era ella, tal como su ex esposo, siempre había estado huyendo al igual que él, sin darse cuenta aquella “Alicia” persiguiendo al conejo blanco siempre fue al revés: Ella huyendo de todo contacto sin dejarse conocer para evitar ser herida, arisca… Pero solo sus hermanos habían logrado entrar en su confianza por lo que con ellos ella era la chica alegre y traviesa que tanto ocultaba, sabiendo los momentos en los que su madurez tendría que salir. Movió la cabeza al sentir una punzada en su sien derecha; el dolor interno parecía ser externo. - Recuerdo al chico de cabellos revueltos y sonrisa de sueño, su sonrisa que me desarmaba, sus huidas y sus pocos gestos de amor hacia conmigo, pero creo que en realidad era yo la que se comportaba así ¿Arisca? ¿Reservada? Siempre imaginé mi vida corriendo detrás de ese conejo blanco, tal vez mi cabeza lo tomó como imagen del cariño y estabilidad que siempre buscaba y terminaba perdida. Frunció el ceño entendiendo algo sin querer. - Cuando en realidad esa felicidad y estabilidad siempre estuvo en mí, no en el poder o imagen de otros. Somos responsables de nosotros no de lo que los demás nos… Sonrió apenada, tal vez estaba divagando de más, el dolor en el pecho, esa tranquilidad mental, era confuso, le dolían esos recuerdos dentro de su alma pero su cabeza estaba del todo tranquila al igual que sus emociones, solo sentía la melancolía ligera pero no había dejado que aquello desencadenara emociones fuertes como lo solía hacer en el pasado. - Creo que me he puesto más franca que lo que debía. - dijo recargándose por completo en la silla y tratando de evitar la mirada de la arcana. @ Suluk Akku
  22. - Fuimos, amor.- corrigió respecto al bando mortífago, guiño el ojo a su prometida y prosigió.- Pero entiendo tu punto. Aquello había sido un error; dejó que su hermana le detuviera y se dejó llevar por el mismo deseo que sentían, respondió el beso y al sentir el roce de sus colmillos soltó un leve gemido haciendo que sus manos sujetaran fuerte la espalda de la rubia, su cadera respondió a la caricia de su espalda y presionó con más fuerza sus manos en ella. De nuevo se perdía ¿Por qué era tan difícil mantener la cordura a su lado? Amor le llaman. Dejó que su mujer fuera la que hablara en lo que la sangre regresaba a su cabeza y bajara el rubor de sus mejillas, su mirada se mantuvo fija en la Black y se relamió el labio inferior aún con cierto brillo de deseo en sus ojos miel, no le hubiera importado dar una escena, pero al parecer al chico sí. En su cabeza estaban las ganas de picar el ego de la rubia por lo que sonrió y su mirada la delataba, aun así le seguía sin decir palabra esperando el momento en el que el chico se fue por aquella mercancía para soltar sus pensamientos. Escuchó a Mahia excusarse y la francesa no pudo contener lo que pensaba. - Nunca me he quejado de que nos vean, no es como que me importe… Por cierto, comerciante ¿Eh? – su mirada pasó de arriba abajo a su prometida, sonrió con descaro y se encogió de hombros fingiendo decepción con una sonrisa de lujuria en sus labios. - Pensé que era el regalo de despedida de soltera, digo, dos por uno… No tengo quejas. Sabía que aquello podía enfurecer a su hermana y se apresuró a mirarla a los ojos y sonreírle de manera burlona, le robó un beso sujetando fuerte su mano y recargó su cabeza en su hombro para evitar discusiones. De un momento a otro recordó dónde estaban ¿En verdad traficaban con un animal ilegal de esa escala? Pero su prometida era astuta y sabía cómo desviar el tema. - ¿Maida y Aaron? Deben estar en el castillo, eran demasiado unidos a esta vida, al bando; Maida puedo apostar que ronda por el castillo o en la pocilga Yaxley al igual que Aaron, el que lo dejemos tanto tiempo solo era más que obvio que terminaría en los brazos del loco de nuestro hermano. Veneno tal vez, pero sus palabras crudas eran algo que no podía detener, más que crudas era la verdad, su hermano era quien se encargaba de tomar todos los hijos que Gabrielle y Mahia habían tenido sólo por su arrogancia y ganas de aumentar su propia familia. Soltó un bufido y movió la cabeza recordando el tema principal y frunció el ceño viendo los ojos azules de su prometida. - Amor ¿estás segura? Digo una cosa es tener un gato y un conejo, otra es un dragón que no sabremos dónde esconder mientras crezca… Y en cuanto pueda me caso contigo eso es seguro, me urge ser solo tuya no solo de sangre si no legal con el anillo en el dedo, llámame romántica. La Delacour giró su cuerpo logrando subirse en las piernas de su hermana y quedando frente a ella con las piernas a cada lado de su cuerpo, pegó su pecho al de ella y le miró a los ojos entre amor y deseo pasando su mano entre la cadera de ambas para presionar la entrepierna de su prometida. - Digo, no tengo problema con armar una escena pero ¿El chico, qué culpa tiene? - su mano presionó un poco más y su pecho obligaba al de su hermana a irse hacia atrás haciendo que la Black se pegara aún más al respaldo del sillón. - Tik Tok mon amoure, corre el tiempo.
  23. Le miró atenta, aquellas palabras le cayeron como agua helada, si no era con lecciones diarias ¿Cómo? Trató de no apresurar su pensamiento y dejó a la arcana terminar mientras trataba de mantener abierto su juicio. Aún así estaba decidida… ansiosa pero decidida. Asintió con la cabeza dando a comprender que ella había entendido las palabras; su mirada miel se encontraba sumergida en los movimientos de la Arcana prestando atención, su mano se acercó a la taza y sintió aquel calor entre sus dedos, no era del todo desagradable aquella taza caliente con el contraste del clima, le tomó entre ambas manos aún con la mirada fija acercando la taza a sus labios para poder sentir un poco del vapor caliente sobre su rostro y devolvió la sonrisa. Estaba decidida, eso era más que seguro, en un pasado habría corrido al escuchar que posiblemente aquello sería cuestión de no solo clases, pero estaba más que consciente que todo lo bueno en la vida lleva tiempo, aceptación y sobre todo determinación. Y lo último era lo que le sobraba a la Black en esos momentos. Soltó un suspiro al respirar de nuevo los vapores del té que sostenía aún frente a ella, sus manos ya habían tomado un poco de calor y lo relajante del lugar había logrado que la Delacour se recargara en una de las sillas dando a notar su comodidad hacia lo que la rodeaba. La francesa asintió a las palabras de su profesora, aunque sabía que no tenía mucho que meditar al respecto, estaba decidida, no necesitaba más y aunque fuera a base de tropiezos lograría su objetivo. Sabía que su cuerpo cambiaría no solo en partes si no en su totalidad y aún así no le vencía el miedo; tomó un sorbo al té y cerró los ojos ¿En verdad tenía que repensarlo? Gabrielle era obstinada, caprichosa y, aunque no fuera la más lista de sus hermanos, era la más hábil, astuta y posiblemente la más madura de los cuatro, incluyendo su prometida. Suluk abrió la puerta haciendo que la ráfaga de aire frío regresase a la castaña a enfocarse de nuevo y giró su mirada hacia ella, sonrió y asintió esperando su regreso. Aun así, la Black estaba en verdad decidida, no se iría de ahí por más frío y posibles tropiezos que hubiera en el camino, en verdad quería aprender esa habilidad. Tomó un sorbo del té y volvió a sentir esa calidez en su cuerpo, cerró los ojos y suspiró. Estaba ahí y no se iría, en verdad lo deseaba así que no había mucho que explicar, solo quedaba esperar. @Suluk Akku
  24. La Black se cruzó de brazos, el frío nunca había sido problema desde que tenía de prometida a una vampira, ya estaba acostumbrándose a esas noches con la ventana abierta o lo helada de su piel, aunque para ella fuera cálida. Cerró los ojos tal vez no era tanto el frío si no los nervios ya que sus manos tenían un ligero temblor. No solo el clima era bello, también el paisaje y, en lo que la francesa esperaba le tomó por sorpresa aquella transformación frente a ella, le miró fijamente entre admiración y asombro y ocultó aquellas emociones al bajar la mirada de inmediato; la sonrisa de la arcana le había también desprevenida ya que, aún con retraso, le daba una cálida bienvenida. - No, prácticamente vengo llegando, una disculpa por la demora. – se apresuró a decir la Black mientras aceptaba la invitación a adentrarse a su hogar sonriendo y asintiendo ante la observación de su capa. Siguió sus pasos y le escuchó atenta ¿Qué le había llevado a ese lugar? Gabrielle levantó la mirada y sonrió a la Arcana, sabía que estaba frente a alguien de mucho conocimiento y lo que menos quería era parecer ignorante; sabía lo que deseaba, pero buscó la manera más apropiada de presentarse y explicar sus motivos. - Deseo aprender sus conocimientos, quisiera poder tener la habilidad que posee…- dijo mientras observaba atenta la tetera, sonrió al recordar a su hermano y negó con la cabeza como si aquel pensamiento se esfumara cual humo dentro de ella.- Quisiera saber si soy digna pero sobre todo estoy aquí porque deseo aprender algo que desconozco y me inquieta. Sus ojos miel brillaron con cierta emoción, desde chica había querido aprender esa habilidad, pero por azares del destino la vida siempre le ponía diferentes trabas o caminos que lograban que Gabrielle optara por dejar todo a lo último. - Eso es lo que vengo buscando al venir a su hogar…

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