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Edmund Browsler

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Todo lo publicado por Edmund Browsler

  1. Holiz Voto por Rory Despard. La belosa es de las mejores roleras del mundo mundial❤ Xoxo
  2. Holaaa @@Niko Uzumaki por que no se tomo en cuenta mi inscripcion para el libro del caos? D:
  3. ID: 64963 Libro de Hechizos: Libro del Caos Justificante de compra del Libro (Link al post del Concilio de la bóveda trastero): enlace Link a la Bóveda: 81154 Link a la Ficha: 80927
  4. ID: 64963 Nick: Edmund Browsler Link a la Bóveda Trastero: 107636 Link a la Bóveda de la cual se hará el descuento: 81154 Link a Tópic de la clase o a la prueba: Libro de los Druidas Nivel Mágico: 23. Fecha: 2019-12-05. Nombre del producto: Libro del Caos. Consumible o Libro de Hechizo: Libro de Hechizo. Nivel (del libro): 20. Precio: 20000 G. Precio total: 20000 G.
  5. ID: 64963 Nick: Edmund Browsler Link a la Bóveda Trastero: 107636 Link a la Bóveda de la cual se hará el descuento: 81154 Link a Tópic de la clase o a la prueba: Libro de los Druidas Nivel Mágico: 16. Fecha: 2019-10-04. Nombre del producto: Libro del Caos. Consumible o Libro de Hechizo: Libro de Hechizo. Nivel (del libro): 20. Precio: 20000 G. Precio total: 20000 G.
  6. Holisss Cambio subtitulo Subtitulo deseado: Hot Patacón Premio obtenido: 1er lugar premio en concurso de hechizos Para llaves Llave: llave de Gryffindor
  7. Después de lanzar aquel hechizo, el gas tóxico, al guerrero Uzza, Edmund escuchó un gruñido y sus sentidos se mantuvieron alertas. Sí, era un gruñido. Y el leopardo que habitaba en su interior, estaba convencido de que se trataba de otro felino. Mientras Badru luchaba contra el gas tóxico, Edmund observó unos ojos de color miel en la oscuridad de aquel recoveco. Y sí, era una pantera. El mago sonrió al tiempo que el Uzza conjuraba un anapneo para destapar sus vías respiratorias y poder continuar viviendo. Apenas unas gotas de sangre le caían de las vías nasales, era el vestigio que había dejado el conjuro que el mago había realizado. <<Orbis bestiarum>> pensó entonces, envainando su varita. Del tronco salió una pantera adulta, un animal sumamente peligroso en cuanto a defensa de su habitat y sensación de peligro se refería. Sin embargo, la bestia estaba siento controlada por Edmund en este caso, dado que un anillo de color dorado le envolvía en este momento. El anillo no le provocaba ningún tipo de daño al animal y tampoco le impedía hacer uso de sus cualidades y movilidad. Al segundo, la pantera se dispuso en una carrera hacia el guerrero Uzza, un tramo de diez metros sumamente corto que, con la agilidad del felino, iba a poder trazar en cuestión de milésimas de segundos. Entonces Badru lanzó una andanada de filamentos de fuego en dirección a Browsler. El mago sonrió, era momento de usar aquel hechizo nuevo. - Ignea -dijo en voz alta. De la varita del mago surgió una lluvia de polen de lirios de fuego que roció al mago que la invocó. Confiriéndole inmunidad a cualquier ataque de fuego durante un tiempo. Por lo tanto, los filamentos de fuego le impactaron pero no le hicieron daño alguno. Aquello era una sensación sin igual, a duras penas le hacían cosquillas esas flechas de fuego. Al mismo tiempo que las flechas de fuego impactaban, la pantera había clavado su mandíbula en la pierna izquierda de Badru, destrozándole las arterias de la misma por lo que la sangre comenzaba a emanar. La bestia realizó otro ataque, este en el brazo de Badru rompiéndole la muñeca de la mano con la sostenía la varita y quedándose justamente allí para evitar que el Guerrero Uzza pudiese apuntar con la varita de manera efectiva.
  8. La respuesta de Badru fue afirmativa. Y para su sorpresa, le había dicho que ahora se iban a dirigir a la fase final de aquella travesía, y la más importante, el duelo. Tener un duelo con un Guerrero Uzza era muy importante par Edmund ya que aprendía muchas cosas de ellos en el proceso. Además, cada uno de ellos tenía su propia forma de batirse en duelo por lo que aprendía de diferentes tácticas. Browsler concentró todas sus energías en crear el portal, pues sabía que las iba a necesitar. Elevó su varita y luego la fue bajando con sumo cuidado, abriendo una brecha de espacio. Al otro lado del portal se podía observar que ya era de noche, por lo que se debía tratar del otro lado del mundo. Y era así, al cruzar el portal cambió todo, incluso la temperatura. Se encontraban ahora en un bosque frondoso, por cuyas ramas de los árboles ingresaba luz de luna. Sin embargo, podía verse todo con claridad. Habían rocas de diversos tamaños, tocones, ramas caídas y un suelo cubierto por una gran cantidad de hojas de otoño. El clima era más frío, por lo que el Uzza debía sentirse un poco incómodo en aquel taparrabos. El joven mago sacó su varita mágica, Draig Goch, y se ubicó a unis diez metros de distancia de Badru. Estaba en una zona despejada, el objeto más cercano a él debía estar a la misma distancia de la que él se encontraba del Guerrero Uzza. - Cinaede -dijo Edmund, dando inicio al duelo con una leve reverencia. El gas tóxico que había aprendido con el libro anterior comenzó a cubrir a Badru, ingresando a sus vías respiratorias, cortándolas, dejándole sin aliento. El efecto de aquel gas era tan fuerte que acto seguido podría causar la muerte del nefir en caso de que no despara su sistema respiratorio.
  9. El destino de la isla en la que habían estado no era problema suyo, por lo que atravesó el portal sin importar lo que dejaba atrás. Era un pena pues Edmund pensaba que era una isla muy bonita y seguro el Uzza habría podido salvarla. Él no, aún no contaba con el poder mágico suficiente para ello. De pronto Badru lo había decidido así puesto que no estaba bien ir en contra de la naturaleza. Al abrir los ojos, Edmund notó que había alguien más con él y le llamó la atención el traje naranja que vestía. Eso sí que había sido una sorpresa. Un cambio de escenario totalmente drástico en un par de segundos. Él también era un reo. Y a juzgar por el acento del hombre, estaban en América. - No tengo ni idea -replicó el mago-. No debería estar aquí. - Oh si, eso decimos todos al principio... Luego aceptamos lo que hicimos. Browsler comenzó a observar a su alrededor pensando en formas de salir de allí. Bien podría intentar crear un portal, aunque no había podido crear uno antes. Tal vez hacer su cuerpo intangible y atravesar las paredes pero eso sólo lo complicaría todocon los guardias. O bien podía hacer volar todo y salir de allí por las malas, aunque eso solo iba a dejar a todos los reos en libertad y un gran problema con el MACUSA en cuanto se enterasen. El prisionero parecía saber lo que él estaba pensando por el comentario que realizó. Edmund sonrió. - Oh, pero verá usted que no soy un hombre común -dijo con sorna-. Soy un mago. Y activó su amuleto contra las defensas carcelarias. El amuleto le guió como si tuviese capacidad propia de razonar. Hizo a Edmund caminar hacia el pasillo, haciendo que los barrotes se movieran como si estuviesen hechos de goma y luego regresasen a su posición original. El hombre intentó salir, pero no pudo, los barrotes eran inamovibles para él. Antes de continuar, Edmund le borró la memoria con una floritura de varita. Así evitaba meterse en problemas. El resto del camino fue sencillo. En algunas oportunidades podía atravesar paredes, en otras hacerse invisible, en otras que no le pudiesen escuchar ninser detectado por cámaras. Era como si el amuleto pudiese controlar todas las defensas de esa cárcel y darle pase seguro a su portador hasta la salida. Allí vio a Badru, fuera de la instalación penitenciaria. - ¿Puedo hacer los honores? -dijo refiriendose a la creación del portal.
  10. Habían pasado un par de semanas desde que la arcana le había comentado que iba a realizar la prueba de animagia. Durante todos esos días, Edmund no había podido dormir del todo puesto que en su mente tan solo pululaban pensamientos con respecto a las pruebas a las que se enfrentaría. ¿Serían parecidas a las que había tenido durante su tiempo de aprendizaje? ¿Serían más difíciles que esas? ¿Que era exactamente lo que se necesitaba para ser un animago? Esa y muchas otras preguntas no le dejaban conciliar el sueño por las noches. Había decidido quedarse en Japón, pues de nada le valía realizar un viaje extenuante hasta Europa y luego regresar a Asia en cuanto la arcana se lo comunicara. Había hecho un par de amigos en Mahoutokoro y uno de ellos ya poseía su anillo de la animagia. Este le comentó un poco sobre el Portal de las Siete Puertas y sobre las pruebas, aunque le había comentado también que resultaban ser diferentes para todos los aspirantes así que dudaba que fueran a ser las mismas pruebas que él había tenido. Durante las noches en vela, Edmund se conectaba con el leopardo y salía del colegio de magia para practicar un poco más. Definitivamente no era un buen habitat para un leopardo, pero las pruebas no iban a ser sencillas en este aspecto. O eso suponía. Entonces llegó la carta de la arcana y Edmund se dispuso en camino a la isla en la que se encontraba la pirámide para realizar su prueba. Nunca antes había estado tan nervioso en su vida. Al llegar lo primero que hizo fue transformarse en leopardo. Ya era capaz de hacerlo en segundos. Era, en definitiva, uno de los leopardos más grandes del mundo. Muy parecido a un nundu. El leopardo himpló y avanzó por donde suponía que era el camino más directo hacia la pirámide, pero entonces se encontró con un obstáculo ¡ Y vaya obstáculo! Era una barrera de hielo. Ahora sí que se le había complicado todo porque no era un ambiente para un leopardo en definitiva. El animal se sentó sobre sus paras traseras y lucía dubitativo observando la barrera. Era imposible saltarla porque era muy alta y tampoco bordearla porque iba de extremo a extremo. ¿Sería posible treparla? Podía intentarlo. Después de todo, no tenía forma de pared. Era más como una pequeña montaña, aunque muy empinada. El leopardo se puso sobre sus cuatro patas nuevamente y comenzó la carrera cuesta arriba. Lo hacía muy bien, había trepado rocas y árboles en Mahoutokoro, pero nada como aquella barrera de cristal. Justo antes de llegar al tope, perdió el equilibrio y cayó rondando hasta el suelo. Por suerte no se lastimó. El animal se sacudió los restos de hielo del cuerpo y lo intentó otra vez, sin éxito alguno. La tercera fue la vencida, pues logró llegar hasta la cima de la barrera de cristal y luego descenso. El descenso no lo había planificado, fue muy estrepitoso y terminó rondando en el suelo. Aunque, nuevamente, no se había lastimado. Avanzó por la isla con sus sentidos muy alerta. Ahora se encontraba en un laberinto. Por experiencia propia, el mago sabía que los laberintos no traían nada bueno consigo por lo que avanzó sigilosamente y con sumo cuidado. Prefirió caminar pegado a los bordes del laberinto. En caso que algo más le estuviese esperando allí dentro, por lo menos no le caería por sorpresa. Entonces los vio, eran un par de hombres con armas de fuego en las manos observando a su alrededor. Cazadores. Edmund los odiaba por todo el daño que infringían a los animales. Y en ese caso querían hacerle a él. El leopardo se fue por el otro lado y los cogió por sorpresa, atacándoles. Como a seis más logró evitar. Atacó a otros dos. ¿Cuantos más habrían en el laberinto? Ya había contado diez en total. Y entonces su respuesta fue respondida cuando una bala le atravesó una pata. Los otros dos cazadores estaban escondidos en la maleza. El leopardo himpló y corrió hacia ellos con la pata herida. El otro cazador falló en su ataque pero Edmund no, clavando la mandíbula del leopardo directamente en la yugular del mismo. El destino del otro cazador, el que sí le había herido, había sido mucho peor. Ya estaba fuera del laberinto. El mago dejó la forma de leopardo y pensó en el encantamiento curación para sanar la herida en su pierna, aunque la sangre seca se notaba en sus ropas. Ingresó a la Gran Pirámide y encontró a la arcana allí dentro. - Estoy preparado para la prueba -respondió a Suluk-. No tengo dudas. Estoy listo, maestra Akku.
  11. Después de que el runespoor desapareciera, y antes de la aparición del guerrero, Edmund se dispuso a recoger todos el polen de lirios de fuego que le fuera posible. Lo cierto es que no era nada difícil, tan sólo estaba siguiendo al pie de la letra las instrucciones del Libro de los Druidas que había adquirido recientemente. Con el paso del tiempo, llenó todo el frasquito que el libro había traído consigo, así que se lo colgó en el cuello. Suponía que lo difícil había sido los obstáculos para obtenerlos, ¿serían siempre así o eran pruebas del puelo Uzza como tal? Además, ahora que lo recordaba, creía que estos se reponían por sí solos dentro de aquel frasco encantado. Si era así, ya no habría runespoor alguno del cual debiera preocuparse de ahora en adelante. El guerrero Uzza que apareció carecía de vestimenta. - Edmund Browsler -se presentó-. Es un placer conocerle guerrero... ? Su nombre era Badru. - Sí, si usé el hechizo - respondió rápidamente mientras le seguía la marcha-. Lo aprendí del libro. Y también sé para que sirve el polen de lirios de fuego. Sólo se me dificulta es crear la pomada... Aunque supongo que es falta de práctica. A media marcha, el volcán comenzó a hacer erupción. Primero hubo un gran estallido, seguido de leves movimientos de la tierra sobre la que caminaban. El Uzza no parecía sobresaltado en absoluto, ¿acaso había ocasionado aquella erupción? Si era así, Edmund le admiraba, pues él no era capaz de crear aquella magia. La lava había comenzado a descender por el volcán y a quemar toda la vegetación a su paso. Badru hizo un comentario, aunque Edmund sólo pensaba en utilizar las semillas de hielo y evitar aquel desastre natural. Pero no, era una prueba y no podía dejarse llevar por sentimentalismos. El mago esparció el polen de lirios de fuego sobre su cuerpo para protegerlo del fuego y luego aspiró los mismo para también proteger sus órganos internos. Luego los cogió y sopló una gran cantidad sobre Badru, para protegerlo también. Aunque no estaba seguro de si el Uzza iba a necesitar de aquella protección. De lo que sí estaba seguro, era de que él la necesitaría. Edmund cerró los ojos ante lo que se le avecinaba, esperando morir, pero nada sucedió. - Fantástico -murmuró, observando su cuerpo ileso.
  12. Edmund no se dejaba de recriminar el hecho de que había perdido unos cuantos años en Asia, los cuales hubiese aprovechado para aprender toda la magia que estaba aprendiendo en aquel momento. Los guerreros Uzza no sólo eran sabios sino expertos en batallas también y esa era la magia que más le gustaba aprender al mago. Había recibido una nueva carta de Uagadou, la escuela de magia que estaba ubicada en África. Esa vez le escribía el guerrero Uzza llamado Badru. Browsler había visitado el continente africano recientemente dado que había estado descubriendo la magia del libro del equilibrio con la guerrera Asenath. Ahora estaba preparandose para el libro de los druidas, que había adquirido recientenente del Magic Mall de Londres. Pasó toda esa semana estudiando el libro, aprendiendose los hechizos e intentando conjurar uno que otro siempre que le fuera posible. Llegar hasta el volcán apagado Trindade en la Isla de Boi había difícil, pero lo había conseguido. Badru le había solicitado encarecidamente que recolectara polen de los lirios de fuego. Después de un rato de buscar, los detectó, y se dispuso a la recolección cuando un Ashwinder salió de la nada y comenzó a sisearle amenazadoramente. Browsler conjuró un Orbis Bestiarum para que al anillo dorado cercara a la serpiente y le hiciera obedecerle. La orden había sido que se alejara lo más posible y no le atacase. Entonces un mago salió de nada. Había algo interesante en él y era que no tenía rostro. Al lanzar encantamiento aturdidor, Browsler conjuró una Salvaguarda Mágica que le protegió, haciendo que su cuelpo se volviera intangible por un momento y así le rayo le atravesase. Edmundo, con una floritura de varita, contraatacó con un Cinaede, afectando al mago sin rostro porque sus vías resporatorias iban a comenzar a verse comprometidas. Finalmente, un gran runespoor de tres cabezas apareció para impedirle la recoleta de polen de lirios de fuego. Edmund creó un cerco de materia lumunosa a su alrededor y, cuando la bestia quiso atacarle, esta desapareció en el acto gracias al Obsistens que había conjurado. Hechizo que recientemente había aprendido del linbro de los druidas. Tan pronto como el runespoor desapareció, Badru apareció. Browsler le saludó y se presentó, quedando atento a las próximas directrices.
  13. Edmund Browsler

    Animagia

    Edmund pensaba que el trabajo de la arcana era arduo. Siempre tenía que estar allí presente para los nuevos alumnos y estos parecía que iban y venían a cada rato. ¿Lo haría por dinero o únicamente por el placer de enseñar? Tal vez ambos. Además, a la edad que ella tenía, seguramente no había mucho por hacer y eso le daba compañía continua. Suluk parecía ser el tipo de persona que prefería pasar el resto de su vida impartiendo los conocimientos, en lugar de acostarse en una cama a esperar que la amiga muerte le visitase. - Maestra Akku, espero que no se haya perdido ningún detalle de la misión -le comentó el mago mientras se sentaba, esperando que le pudiese brindar otra taza de té. La necesitaba-. Si fue duro, pero logré hacerlo. >> Y sin matar a nadie, por supuesto. Añadió, soltando una pequeña risita, pues si le había causado unas pequeñas graves heridas a los cazadores. Justo cuando ingresó a través del portal, alguien tocó la puerta. La arcana se despertó, al parecer había estado tomando una siesta, y se dirigió hacia la puerta donde estaba esperaba una joven embarazada que él conocía. Era Kaori, su compañera de la Orden del Fénix. Y a pesar de que no habían tenido muchas experiencias juntos, Browsler la trataba como si de una vieja amiga se tratara. Después de todo, solía ser muy confianzudo. - ¡Kaori! - saludó y se acercó para tomarle de la mano y darle un suave beso en el dorso de la mano e invitarle a pasar-. Al parecer eres de las que no les gusta estar en reposo mientras está embarazada, ¿eh? Entonces la animaga se dirigió a él. - Será un honor presentar la prueba, maestra Akku.
  14. Hola, una cosita. Tengo casi diez días a la espera de la respuesta de la animaga. No quiero ser pushy, ¿pero se le podría avisar a Suluk? Quiero hacer mi prueba t.t Tenkiu.
  15. ID: 64963 Libro de Hechizos: Druidas Justificante de compra del Libro (Link al post del Concilio de la bóveda trastero): enlace Link a la Bóveda: 81154 Link a la Ficha: 80927
  16. Todo se había tornado oscuro nuevamente. Edmund ya estaba acostumbrado a perder alguno de los sentidos mientras tenía un duelo. Especialmente, porque sabía que muchos hechizos afectaban los mismos. Supuso que la guerrera había conjurado las arenas del hechicero y también supuso que luego se había curado del cinaede. - Morphos -conjuró. La vaina de la espada de la guerrera, la cual era gruesa y amplia, pues guardaba una espada grande, la misma espada con la que Asenath había cortado las rocas tiempo atrás sin que el mago lo supiera, se convirtió en una serpiente krait. La misma mordió la espalda de la Uzza inmediatamente para inyectarle su veneno letal, que era quince veces más potente que el veneno de una cobra. Justo después de esto la serpiente krait se envolvió alrededor del cuello de la guerra y lo apretó con fuerza con la intención de asfixiarle y, al mismo tiempo, impedirle el habla. El veneno del cinaede aún parecía afectarle, por lo que conjuró una curación que le ayudaría a mantenerse de pie un momento más. Ahora tan sólo le iba a hacer falta curarse una última vez para poder recuparse por completo de aquel hechizo. Evidentemente él se había visto más afectado porque la guerra tenía mucho más poder que él. - Arenas del Hechicero -pensó, aún sin poder ver. El resultado de los huesos cristalizados de un mago que ha muerto mediante fuego mágico atacaron a Asenath y le ocasionaron el mismo daño que ella le había causado a Browsler segundos atrás . Al lanzarla al aire cegó a la guerrera, dejándola solo con la capacidad de realizar hechizos de tipo efecto e invocaciones que no requirieran puntería durante un tiempo.
  17. Edmund Browsler

    Animagia

    Una vez que entró a la viviendo, notó el cambio de actitud de los canes. Ya no le tenían miedo, a lo mejor se habrían acostumbrado a la presencia del mago y del leopardo también. La misión que le había dado la animaga de verdad le había sorprendido. Se trataba de salvar a unos animales muggles de un grupo de cazadores. Cuando le comentó que no podía matarles, Browsler entornó los ojos. Personas que asesinaban a animales se merecían nada menos que la muerte. Lo que le había sorprendido de aquella misión era que no se trataba de algo que tuviese que ver con criaturas mágicas. Pero ahora que lo pensaba mejor, él se estaba conectando con un animal muggle y no mágico. Se preguntó si habría algún animago que alguna vez se hubiese transformado en un animal mágico, como un fénix, por ejemplo. Sin embargo, se guardó esa tonta pregunta, suponiendo cuál iba a ser la respuesta. Edmund se colocó el anillo y se transformó en leopardo en un santiamén. Cruzó el portal velozmente, y en un abrir y cerrar de ojos, ya se encontraba en África. "Este si es sitio para un leopardo" pensó para sí mismo. Tal vez era que ya se encontraba en su hábitat de natural, pues el leopardo corría a una velocidad impresionante. Notó que en su forma animal era capaz de comunicarse con otros animales, especialmente con los felinos. Encontrar a los cazadores iba a ser una tarea difícil en aquel sitio tan inmenso, pero recordó que ellos lo hacían de noche. Así que esperó un par de horas a que cayera el sol y se reunió con la manada de leopardos. Podía usar dos estrategias, observar de lejos para ver si se acercaban los cazadores, o intentar ser una presa más arriesgando su vida. Luego se surgía un problema más grave, ¿cómo iba a acercar a los encargados de la zona hasta aquel área? Dudaba que confiarían en un leopardo. Y entonces se le ocurrió. Era mejor llevar los leopardos hasta ellos. El animago, en forma de leopardo, se acercó a la manada y les pidió que movieran su posición, himplando. Era extraño, pero después de explicar los peligros, todos accedieron. Y así fue como la manada se movió, lo más cerca posible hacia la zona de los encargados. Edmund se alejó de ellos y se dirigió a una colina alta. Los vio. Lo cazadores parecían confundidos por el comportamiento de los leopardos y los comenzaban a seguir. Todo iba acorde al plan. Ahora debía buscar a los encargados. Bajo como flecha veloz hacia la pequeña casita y se saltó la pequeña verja. Embistió la puerta principal pero no fue capaz de abrirla así que empezó a arañarla con toda fuerza. Cuando uno de los encargados abrió la puerta, se asustó demasiado e intentó cerrarla pero el leopardo ingresó a la estancia. Era entendible su temor, Edmund era el leopardo más grande que jamás se habían visto aquellos ojos muggles. Tan sólo los nundu eran más grandes. Empujó a todos los encargados fuera, quiénes tenían sus armas. - ¡Pero que demonios! - ¿Qué rayos le pasa a este leopardo? A regañadientes, los encargados le siguieron y dieron con el grupo de cazadores. Los mismos intentaron escapar pero ellos pudieron llegar a tiempo. El leopardo mordió una las piernas de los cazadores para que no escaparan. Suluk le había dicho que no los matara, más no le había dicho que no les lastimara. Aquel cazador tenía una pierna de más. Y tampoco pasaba nada con que el otro cazador perdiese un brazo. Al cumplir su misión, notificó a la arcana a través del anillo y un portal se abrió frente a él. El leopardo volvió a la vivienda justo a la arcana y a los malamutes. Al cabo de unos segundos, se transformó en mago de nuevo.
  18. HELENA BROWSLER Sabía que le había dado a James una tarea sencilla, pero tan sólo quería probar su eficiencia. Miré mi reloj de bolsillo, faltaba media hora. Le había dado un máximo de dos horas para completar aquella pequeña misión en búsqueda de mi dinero. Así podía medir la eficacia de la pandilla que me estaba ofreciendo como protección. Aunque en realidad al que quería conocer era a John. Como miembro del congreso mágico de los Estados Unidos se me hacía una persona más interesante de tratar. Al cabo de unos cinco minutos, los miembros de la pandilla ingresaron a la agencia y subieron directamente hacia mi oficina. - ¿Y bien? -pregunté una vez que los tuve frente a mí. - Como robarle un dulce a un bebé -replicó uno de los más jóvenes. Allí, frente a mí, tenía la bolsa de oro que tanto había anhelado y que Edmund no había sido capaz de traerme porque iba en contra de sus principios. Con un gesto, hice que mi fiel seguidor Sygerrik la tomara y se la llevara a depositar a mi bodega. No me gustaba en absoluto utilizar bancos, dado que después tendría que dar explicaciones del ingreso de aquella cantidad de dinero. Por el contrario, una pequeña parte iba a ser depositada en Gringotts, el resto iba a ser dividido entre Zack y yo. - Trato hecho -dije, sellando un pacto de sangre con James-. Saluda a John de mi parte y dile que espero verlo en Londres muy pronto. Sino tendré que ir yo misma a Nueva York pronto.
  19. Si algo es cierto, es que Edmund es bueno en duelos. Y aún así, estaba nervioso, como si de su primer duelo se tratase. ¿Cómo no estarlo? Se iba a enfrentar a una Guerrera Uzza cuyo poder mágico era impensable para él todavía. Sí, no estaba a su altura y eso tenía que reconocerlo. Después de todo, siempre se había enfrentado a magos comunes, si es que podía utilizar aquella palabra para definirlos, claro. Pero sí, Asenath no era una bruja común, no. Era una hechicera que dominaba las magias guerreras desde tiempos que el mago desconocía. Y él apenas las estaba aprendiendo. Aún recordaba su primer duelo y era la misma sensación que tenía aquel día. Manos sudorosas y miles de pensamientos en la cabeza. No obstante, con su mirada serena escondía todo aquello. Su primer duelo había sido en Hogwarts contra Evarela en frente de las casas Gryffindor y Slytherin, y sus profesores de duelo. La bruja le había lanzado un encantamiento paralizante que él había evitado gracias a unas aves que había invocado, luego le había lanzado un encantamiento aturdidor que Evarela había absorbido con un escudo de protección. Así estuvieron un rato hasta que Browsler hizo caer a la Black con una zancadilla. Evarela, por consiguiente, no le habló por unos tres meses enteros y tampoco le escribió una carta en navidad. Extrañaba aquellos tiempos pero no era momento de ponerse melancólico. Había llegado al sitio al que había sido citado y observó a su alrededor atentamente, cosa que hacía en todos sus duelos. Estaban al borde de un risco, aunque no tan cerca, en el cual habían varias rocas grandes. A Edmund le pareció que la Uzza las había colocado allí mediante magia, porque la posición no parecía natural en absoluto. el sitio carecía de vegetación. El mago caminó y se ubicó del lado contrario al risco, por lo que la Uzza estaba más cerca al mismo, a un par de metros. Browsler pensó que no le tenía miedo a caerse de allí, seguro podía hasta volar y él no lo sabía. No, tenía que enfocar su ataque en algo diferente. Debajo de sus ropas tenía el amuleto de la resurrección. Confiaba en sus habilidades pero estaba seguro de que lo necesitaría en un futuro. La guerrera, a unos cuantos metros de distancia de él, le miraba con cautela y había comenzado una breve introducción al duelo. Browsler no tuvo tiempo de responder. Ya podía sentir el gas tóxico de los pétalos del pensamiento entrar en su sistema. Sin embargo, alcanzó a conjurar su hechizo. - ¡Cinaede! -logró decir. Ahora Asenath iba a comenzar a sentir los mismo efectos que él estaba sintiendo a causa de el veneno en forma de gas. Era casi imperceptible a la vista, pero altamente potente. Ya el mago sentía como se le estaban cortando las vías respiratorias y se le estaba parando el sistema nervioso y circulatorio. A pesar de estar acostumbrado a los efectos de los hechizos sobre su cuerpo en un duelo, aquel en particular era demasiado fuerte. Unas gotas de sangre comenzaban a salir de la nariz y a caer el suelo. A la Uzza le sucedía exactamente lo mismo que a él. El mago pensó en un Anapneo para destapar sus vías respiratorias mientras esperaba por el siguiente movimiento de la guerrera.
  20. La primera en responder a su pregunta fue Eileen, a quién conocía por la Orden del Fénix. - Entiendo, pero... ¿qué está sucediendo? -repitió su pregunta, con la esperanza de que alguien supiera la respuesta pero sólo recibió un par de negaciones con la cabeza y tal vez algunas evasivas. ¿Sabría alguno de ellos algo más y lo estaban ocultando? Intentó ver todos los rostros, pero no pudo hacerlo. O por lo menos no sino quería pecar de indiscreción. - ¡Señor Browsler! -escuchó el grito de dos alumnos al unísono. Mientras Eileen se dirigía entonces a una estudiante que parecía conocer, Browsler se dirigió hacia Malfoy y Black, quiénes acaban de llegar con falta de aliento. Al parecer habían corrido hasta allí. Si bien al mago no le gustaba mucho la idea de que Charles estuviese juntándose con miembros de aquellas familias, cuya ascendencia se había visto vinculada con las artes oscuras, no podía negar que aquellos dos jóvenes eran excelentes amigos de su hijo y le mostraban mucha lealtad hacia él. Eso sin contar el respeto que le tenían. - Que bueno que llegó a tiempo -dijo Malfoy-. No sabíamos que más podíamos hacer. - Y no te preocupes, Charles. We got your back -dijo en un idioma que Edmund no entendió. Y eso era raro, porque hablaba la mayoría de los idiomas del mundo. Y entonces lo entendió, tal vez sería un idioma que habían inventado entre ellos para comunicarse sin que nadie se enterase. - ¿Estás bien? -susurraron. Pero Charlie no respondió, debía estar muy molesto por aquella situación aunque nadie se estuviese burlando de él. Y entonces lo entendió. Seguro Malfoy o Black habían amenazado a los alumnos con hacerles algo si se llegaban a burlar de Charlie. Había recibido más de una notificación de la directora de Hogwarts para decirle lo que sucedía con su hijo y su pequeña pandilla. - Bueno, vamos a la enfermería -dijo al fin, volviéndose a Eileen, quién volvía a dirigirse hacia él-. ¿Y donde está la directora? ¿El resto de los profesores? ¿Prefectos? ¿Sabes algo de ellos? Y así, se encaminaron a la enfermería en caravana. @
  21. JAMES LESTRANGE El trato había sido sellado y el mago estaba seguro que John estaría satisfecho con los resultados. Helena era un bruja con mucha astucia, claro, algo debía de haber aprendido en sus cientos años de vida y eso lo sabía, así que tenía que ir con cuidado con ella. Lo mejor era seguir los lineamientos claros de John, su hermano, y en caso de que las cosas no fuesen tal como se había planeado, entonces comunicarse con él para ver cuál iba a ser el siguiente plan. Sin embargo, esperaba no tener que molestarlo. - Y para cerrar el trato, ¿qué te parece realizar un trabajo por adelantado? Como muestra de buena fe -comentó la Browsler mientras bebía otro trago de vino. - No hay problema -respondió Lestrange. Ya John había anticipado aquel movimiento de la bruja, por eso aceptó de una vez. El mago se apareció en las afueras de una grande, después que Helena le diera los detalles de la visita que iba a realizar con respecto a un dinero que se le debía. James sacó su varita y se encaminó por el sendero. Aquella era la única parcela que se veía en kilómetros, por lo que iba a ser un trabajo fácil. No obstante, no iba a sólo. Le acompañaban dos magos más, aunque no tan hábiles como él. Y eso era decir mucho. Lo importante de ellos era que eran matones nato y miembros de la pandilla. James entró por la puerta principal y la abrió de una patada. Una señora gritó y un enano entró corriendo a la cocina para ver que sucedía, quedándose petrificado al ver a aquellos tres magos con varitas envainadas en medio de su cocina. La escena era terrorífica, por lo que todos callaron. Incluso la señora, quien ahogaba sus gritos con una de sus manos. - ¿Donde está el dinero? No lo pediré dos veces. - ¡Que no lo tenemos! -gritó el enano. Se escuchó el sonido de una bala, el mago había sido disparado en la pierna. Allí mismo habló y dijo que estaba en la trampilla de la habitación. Uno de los matones fue a buscarlo y regresó con una gran bolsa de cuero llena de oro. James sonrió. Aquello había sido fácil. El mago se quitó la boina y con la hojilla que tenia en la visera de la boina sacó los ojos del enano. Su esposa no paraba de gritar de terror. - Por orden de los Peaky Blinders -dijo antes de salir de allí.
  22. Vengo a secundar a Lucrezia. Me ganaste por unos días, pues estaba pensando si postear o no xD Se tiene que analizar bien esta situación, porque no está funcionando del todo. Básicamente porque el juego está basado en un sistema de galeones. Ahora, con respecto a los bandos, hay que pensar en incentivos. De lo contrario, ese juego se paralizará. Si no hay galeones (porque no hay bolsa de bandos) y tampoco ascensos en el bando(porque fueron removidos) entonces no hay motivos para el juego como tal. Más que lealtad y diversión(?) Y la diversión está limitada dado que está el nuevo sistema de duelos del cual: las listas de libros de hechizos no están actualizadas, las listas de la orden y marca le faltará mucho para eso más lo que sacará la comisión de jueces, etc. Y ya quiero ver a las personas que negocien, contando puntos en una redada xD En fin, me desvío En fin, cierto que es algo que se debería analizar. Y los líderes podrían hablar @ y @ aunque ya a Julio le había adelantado esto por privado. ¿Qué se podría hacer? 1. Se podría remunerar en G$$$ la actividad en bandos. 2. Que vuelvan los ascensos, con metodología diferente si quieren y que sean más limitados(? Conservando el actual sistema por niveles igual. O sea, una persona puede ser DH por niveles o por su participación en un bando. 3. Todas las anteriores xD 4. Idear otra forma de incentivo que no se me ocurra(?) @@Crazy Malfoy @@Mackenzie Malfoy Y ojalá los demás bandistas se pasaren a dar su opinión :v
  23. @@Syrius McGonagall hice un rol como de una introducción a la trama como, siguiendo tu linea de rol y creo que nos podría servir para el futuro. También iba a rolear con John, pero me salió largo el rol y no quería que quedara mega tocho xD Entonces mejor espero a que te pases(o alguien mas) para postear con John. La trama me gusta mucho :3 nos vemos en el rol.
  24. Cheryl Garden City, Utah. Cuando la niña abrió los ojos por aquella mañana, jamás se imaginó el destino que a poco le aguardaba. Cheryl tenía tan sólo diez años pero comprendía muchas cosas a su temprana edad gracias a su inteligencia. Sus padres no creían que esto fuera así, pero era porque pasaban muy poco tiempo con ella como para ver las cosas que ella podía hacer. Y cosas fuera de la común. La niña comprendía muy bien lo que sucedía en su pequeño pueblo. Mujeres eran acusadas de ser brujas y eran ejecutadas por un señor que visitaba su casa por lo menos una vez al mes. ¿Qué era lo que buscaba? Ella tenía poco conocimiento de ello, así que se mantenía lo más alejada posible de él pues sus intenciones para con la familia no le parecían buenas. De hecho, no sabía porque sus padres le daban tanta cabida en su hogar, a tal punto que dejaban que el hombre maligno -así era como le llamaba para sí misma- merodeaba y hurgaba entre sus cosas. Algunas veces se quedaba a dormir también. Noches en las cuales Cheryl no pegaba un ojo pues temía que el hombre maligno ingresara a su habitación. Las cosas fuera de lo común que hacía Cheryl eran cosas que se mantenía para sí misma. No quería contarlas, especialmente por lo que sucedía en el pueblo. Ni siquiera a sus padres. La niña podía hacer elevar objetos, hacerlos desaparecer también y hablar con las serpientes. Sí, Cheryl era una bruja. Y muy en el fondo, ella lo sabía. A pesar de que no tenía una de esas varas de madera con las que acusaban a las mujeres de brujas antes de llevarlas a la horca. La pequeña bruja siempre iba con sus padres a las ejecuciones pues estos eran fieles seguidores del "líder" de las mismas. Era el predicador de la iglesia a la que asistían. Escuchaba atentamente el discurso que ella consideraba retrógrado dado que ella creía en la diversidad. Si existían magos y brujas, como aquel hombre decía, pues para ella eran bienvenidos a convivir con ella. Cheryl no sabía cuantas ejecuciones habían pasado desde entonces, es decir, sí había contado a las que ella había asistido, unas cinco, pero desconocía el total porque no sabía cuáles habrían sucedido antes de eso. A pesar de que a ella le hubiese gustado verlas, no por gusto, sino por empatía hacia las mujeres condenadas; no obstante, su madre siempre le cubría los ojos para que no pudiese verlas. Y con los ojos cerrados, muchas se concentraba queriendo romper la soga con su mente pero nada sucedía. Regresaba a su casa decepcionada pensando que tal vez no era una bruja después de todo. O que nunca iba a ser una bruja poderosa. Aquella mañana, la niña se alistó y salió a desayunar como siempre. El hombre maligno llegó poco después. Su mamá ya le había dicho que iba a ir a desayunar. - Esta noche tendremos una nueva ejecución, espero verlos allí -dijo con su voz grave-. Estamos erradicando a las brujas de Utah, pronto podremos librarnos por completo de esa plaga. - Ellas no son una plaga, son personas -dijo Cheryl, sin poder contenerse. Los padres de la niña le lanzaron miradas asesinas. - ¡Cheryl! -exclamaron al unísono-. ¡A tu cuarto! - Mamá, es la verdad, él no puede hacer eso... ¡Es contra la ley! -Y cuando exclamó eso, el vaso que el hombre maligno tenía en sus manos explotó, ocasionándole algunas incisiones en su mano derecha. Hubo un largo momento de silencio y el hombre se levantó de la silla, caminando hacia ella. - ¿Y qué tenemos aquí...? Una pequeña bruja.
  25. HELENA BROWSLER Ya no necesitaba a Edmund. Para comenzar, era un problema tapar los negocios ilícitos en la Agencia Browskov siendo que él era demasiado noble. Tarde o temprano los iba a descubrir y yo no iba a darle explicaciones. Además, con su reciente ascenso nobiliario eso no le iba a quedar bien ni a él ni a mí puesto que ahora tendría más ojos posados en mi negocio. Y lo que más quería era que se mantuviese bajo cuerda. Había logrado contactar a mis otros dos sobrinos Browsler que vivían, pues necesitaba personas de confianza. John y James residían en Nueva York, Estados Unidos. Ambos se habían puesto en contacto conmigo, más John, pues al parecer era el líder de la banda; pero tan sólo James había sido quien se había dignado a realizar un viaje a Londres para poder reunirse conmigo. Al parecer John tenía asuntos más importantes que tratar y su agenda se encontraba llena para entonces. Aún no entendía como era que alguien como James recibía órdenes de su hermano menor. Ciertamente, John parecía tener más temple y decisión, pero al encontrarme con James, noté que debía ser mucho más alto que su hermano, aunque no tan corpulento. Después de hablar varias veces con el mago, supe el por qué. James era un poco est****o, se dejaba llevar por sus intintos y no era capaz de negociar. No, ta sólo repetía las palabras de John una y otra vez, lo que me daba a entender el respeto y admiración, y tal vez, temor, que podía sentir hacia su hermano. - Me parece interesante la propuesta -respondí-. Sólo que también tendríamos que organizar unos envíos hacia América. - Eso no será problema -respondió mi interlocutor.

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