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Valeskya Granger

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Todo lo publicado por Valeskya Granger

  1. - ¡Ay ya sé!- Replicó con fastidio la ojivioleta mientras se llevaba la mano a su abdomen mientras sentía que su ropa se empapaba de algo que no era precisamente el agua de las olas del mar. El sol se había ocultado y los últimos rayos del sol estaban a punto de desaparecer. Unas cuantas estrellas en el cielo habían comenzado a aparecer, anunciando la entrada de una noche fría; eso no le preocupaba en lo absoluto en la joven, aunque en ese momento, de lo único que tenía que ocuparse en ese momento, era de no morir. Sabía que tenía que darle uso a los hechizos de la sangre y de cierta forma le fastidiaba que el guerrero tuviera que repetírselo; solo deseaba que no volviera a hacerlo o seguramente habría problemas. Y es que Valeskya parecía tener un don para tener problemas con la autoridad, aunque no siempre era algo que se propusiera, simplemente el carácter que tenía no daba mucho para poder ser accesible con las demás personas. A pesar de que sabía que solo estaba ahí para aprender y que si el Uzza le decía las cosas era precisamente por su bien, ella seguramente no lo entendería, hasta mucho tiempo después. Respiró con dificultad, ahora tenía dos problemas de los cuales preocuparse: primero, la herida de la daga que se había ocasionado, aunque no era de gravedad, el derrame de las gotas de sangre sería suficiente para ocasionarle malestar. En segundo lugar, el sectusempra que le había impactado de lleno en el pecho y le habían provocado un par de heridas, lo suficientemente graves como para matarla si no se curaba pronto. “est****a daga”, pensó la bruja, en compañía de otra clase de insultos que su maestro jamás llegaría a averiguar, a menos que pudiera leer la mente. De repente lo recordó: el juramento de sangre que la ligaba al uso que acababa de darle a la daga. La ojivioleta no pudo evitar pensar en que el famoso Libro de la Sangre no parecía tener gran utilidad, no por lo malos que pudieran ser los hechizos, o que resultaran inútiles, sino más bien porque hasta donde ella había leído y entendido, era del tipo de libros que otorgaban poder a cambio de otra cosa. “Sangre, por supuesto”, dijo para sus adentros mientras veía lo irónico que esto podía resultarle. ¿Qué clase de juramento podía hacer en ese momento? Lo primero que llegó a su mente, sería el no lanzar algún hechizo verbal; no se detuvo a pensar en más detalles u otra posibilidad, ya que lo único que le interesaba a Valeskya en ese momento era no morir. La Granger evitó mirar hacia su ropa, sabía que si lo hacía, le provocaría desconcierto ver la sangre. “Curación”, pensó al tiempo que trataba de calmarse y no dejar que el pánico se apoderara de ella en un momento como ese. Parte de las heridas ocasionadas por el sectusempra habían desaparecido, lo que trajo un respiro para la joven. Por un instante, por un breve instante, sintió que podría conseguir curarse por completo; entonces recordó que el día anterior había tratado de ver lo que ocurriría en ese duelo y el resultado había sido tan confuso, que al final había optado por desistirlo. “¡Maldición!”, pensó la bruja mientras agitaba su varita mientras intentaba veía que Badru intentaba curarse. Al menos si perdía, intentaría hacer las cosas lo mejor que podía y tratando de ocupar los hechizos que se le estaba exigiendo hacer. Alcanzó a escuchar algo como “episco” o “épico”, aunque no llegó a prestar la suficiente atención. “Al fin algún hechizo útil”, pensó con amargura. “¡Episkey!”, volvió a pensar la Granger nuevamente, mientras apuntaba con su varita hacia la mano que tenía la herida con la daga. Ésta se cerró por completo, lo que le daba al menos la ventaja momentánea de que solo tenía un par de heridas que curarse del sectusempra para poder estar bien completamente.
  2. - Una elfa que no se ríe, un elfo extraño… te falta una elfa optimista.- Respondió la ojivioleta en voz baja, mientras extendía su pálida mano para tomar el libro que el mago estaba ofreciéndole. Pasó unas cuantas hojas con rapidez, solo para tener que echarle un vistazo; “cuidado de las plantas”, repitió mentalmente mientras dibujaba una sonrisa en su rostro. Al menos habría otra cosa en qué entretenerse en su tiempo libre, e inmediatamente llegó a su mente la imagen de su prima Zahil, peleando con el árbol de cerezo que estaba en una parte del jardín de la mansión; era su favorito y pocas veces permitía que alguien más intentara cuidarlo, aparte de uno de los elfos. - No me sorprende lo que me dices del banco, es de los lugares más solicitados. Creo que pocos se ponen a ver las desventajas que tiene un trabajo como ese. Supongo que al final nosotros como clientes, solo vemos el trabajo por encima y se nos hace fácil discutir por cualquier cosa. – Lo había dicho casi sin pensar, por alguna razón, había sido designada para hacer todo el trámite burocrático de la familia y más gracioso aún, que siempre solía tener cualquier clase de problema por ello. - Supongo que así es la burocracia al final ¿no crees? – Intentó bromear mientras abrazaba el libro. - Me lo llevaré, al menos si sucede algo malo con mis plantas, no habrán reclamaciones por si termino matando a alguna de ellas. – Se encogió de hombros. - También te aceptaré de buena gana un libro acerca de aritmancia o adivinación… ya sabes. Cosas de brujas.- Sonrió, aunque el gesto no le duró mucho al escuchar una pregunta que la tomó completamente por sorpresa. - Ehmm…- Se detuvo en seco y tomó cualquier libro, para evitar mirar al Granger a los ojos. - Todo está bien, solo que a veces tengo tendencia a equivocarme en la opinión que tengo sobre algunas personas.- Cerró el libro de golpe y leyó el título. - ¿Orgullo y prejuicio? Claro, lo que necesito.- Exclamó, mientras lo dejaba en su lugar. - Es difícil explicar lo que pasa con mi corazón Seba… aparte de que mi hermano alguna vez insinuó que no tenía.- Dijo en tono de broma. - Actualmente estoy sola, por así decirlo. Tenía novio… o tengo, no sé la verdad. Supongo que no, ya que no lo he visto. Tengo imán para esas cosas.- Sonrió. No era la primera vez que le ocurría a la ojivioleta una situación similar, que en esos momentos ya hasta lo encontraba gracioso. Se encogió de hombros sin poder dar otra clase de respuesta, más bien sin tener que platicarle las cosas al mago sin que a él pudiera darle la impresión de que estaba afectada por ello. No lo estaba, se sentía bien, lo suficientemente ocupada como para no pensar en eso, no como la última vez, eso no volvería a pasar nunca más, era una promesa que se había hecho a sí misma y la cumpliría. - El punto es, que no estoy buscando a alguien en este momento, me da lo mismo a decir verdad. Tengo varios meses sin consultar en el tarot cosas sobre mi vida amorosa, creo que hay cosas más interesantes que eso. – Detuvo sus pasos y miró al joven de cabello castaño a los ojos. - Siempre es difícil que me agrade una persona, considérate afortunado, junto con mi familia. Formas parte del grupo selecto que le cae bien a la horrible Valeskya Granger. – Bromeó. - ¿Y tu corazón? ¿Se encuentra bien? Siempre has sido tan reservado, que para alguien que no te conozca, podrías resultar ser un estuche de sorpresas al descubrir que tienes una vida… y muy ocupada por cierto.- Sonrió y aguardó respuesta. @@Seba Granger
  3. La situación en sí le resultaba incómoda, aunque no sabía cuál era la causa de todo. Empezando por el duelo, claramente eso le provocaba cierta presión y tan solo de recordar a algunos ex compañeros de bando, hablando sobre lo mucho que les gustaba batirse en duelo aunque con clara desventaja, la Granger solo podía poner cara de incredulidad. Sin embargo, se había resignado a que siempre sería así y que ella en cambio, sería de las que prefería la paz y la tranquilidad. Quizás para otros esto podría resultar aburrido, pero a pesar de todo, siempre habría cosas distintas a un campo de batalla que podrían originar la misma presión en ella. Valeskya tenía poco conocimiento acerca de los Uzza, pues ella estaba totalmente alejada del mundo mágico cuando éstos llegaron a impartir sus conocimientos; aunque si había algo de lo que estaba más que segura, es que nunca podría esperar menos de uno de ellos. Para la bruja hubiera sido algo iluso el asumir que su primer hechizo impactaría de lleno en su contrincante; y aunado a esto, habían dudas, muchas dudas que tenía con respecto a algunas cosas que había leído en el libro de la sangre. “¿Será prudente preguntar?” Dijo para sus adentros la joven, mientras veía que con un protego, el guerrero había resultado ileso. “Salvaguarda mágica”, pensó la ojivioleta al ver que su ahora contrincante lanzaba un sectusempra hacia ella. Era uno de los hechizos que había aprendido recientemente, lo que ocasionó que se volviera intangible el tiempo suficiente como para que el rayo atravesara su cuerpo sin que le causa daño. No pudo evitar dibujar una sonrisa, aunque no era en afán de burla, como habitualmente solía hacerlo, sino más bien la forma en que había elegido complicarse la vida, en lugar de utilizar el hechizo clásico para poder protegerse. Poco a poco el sol iba ocultándose, en el horizonte podían verse los tenues rayos del sol que iban desvaneciéndose. Las tonalidades naranjas, mezcladas con el azul del cielo le resultaban atrayentes, pero nunca lo suficiente como para hacer a un lado a la noche, la parte favorita de cada uno de los días. Esperaba que las cosas terminaran pronto, para poder quedarse un rato más a explorar aquel lugar. Suspiró. De una forma u otra tendría que aprender a utilizar los hechizos de aquel libro, aunque había algo en ellos que no terminaba de convencerla. A la ojivioleta simplemente no le atraía la idea de tener que sacrificarse para tener que hacer daño o proteger a otras personas; “¿Qué hay de divertido en eso?” Le había sido inevitable tener ese pensamiento durante todo ese día, sin embargo, tenía que aprender a utilizarlo correctamente. Invocó la daga del sacrificio, al tiempo que ésta se materializaba en su mano. La acción era inmediata y la bruja tuvo que hacer a un lado su curiosidad de revisar minuciosamente aquel objeto, para poder atacar: - Immolo oppugnare.- Pronunció en voz alta, al tiempo que se hacía un corte directamente en la palma de su mano derecha. Sabía que el tener la mano llena de sangre, no sería impedimento para poder sostener su varita, y en todo caso, aun tendría otra extremidad libre. Sabía que un corte en esa área, era suficientemente molesta y dolorosa, así que lo había hecho con la intención de que el uzza padeciera exactamente el mismo daño.
  4. - Se vienen tiempos de angustia, aunque nada que una buena taza de té no pueda solucionar, querida prima… y Eileen, por supuesto.- Exclamó la Granger mientras se dirigía por primera vez hacia Eileen, a quien no había visto desde que había llegado, era como si hubiera tenido un lapsus de ceguera temporal [?]. El punto es que ya se encontraban las tres sobre la mesa de la cafetería, como si fuera una sala de espera de algún hospital. La ojivioleta quedó observando fijamente hacia la entrada, como si alguien fuera a aparecer de repente a darle las noticias que, al menos ella, no quería escuchar. “¿Saldrían las cosas bien?” Era lo que solía preguntarse desde que los rumores habían comenzado a esparcirse por toda la comunidad mágica. - Tal vez mi punto de vista sea bastante pesimista con… todo esto. – Dijo la bruja al cabo de un rato. La taza de humeante té de menta había llegado, a lo que comenzó a echar uno, dos, tres cubos de azúcar. - Tantos años con lo mismo ¿qué es lo que las hace pensar a ustedes que las cosas van a ser diferentes? Es decir, el problema no es cambiar a una sola persona, el Ministro en este caso. Todo esto es un sistema, bastante complejo de hecho, el decir que cortar la cabeza va a solucionar a todos los que siguen las órdenes es una total mentira. – Bebió un sorbo de té y continuó. - El problema son las personas, queriditas.- Exclamó con un pequeño tono de broma. - Lo ideal es que el puesto lo obtuviera el que menos ansía el poder. Lo cual es como… encontrar una aguja en un pajar. – Se había emocionado con la opinión acerca del tema, ahora nadie podía detenerla [?].- Por ejemplo, Zahil es probable que quisiera ser la Ministra solo para que al Congreso de Adivinación le dieran más presupuesto y claro, que tomaran más en serio la importancia de lo que las nieblas del futuro nos deparan a todos. – - Le falta más azúcar…- Dijo la ojivioleta en un susurro. Volvió a echar otros tres cubos de azúcar y un poco de leche. - El punto de todo esto es… que al final, el poder no está hecho para que cualquiera lo posea, no es tan simple. Por alguna razón, parece que todos enloquecen cuando creen tener el control de algo. – Después de lo dicho, soltó un suspiro que probablemente las mesas de al lado pudieron escucharla. Esas cosas la agobiaban, lo único que esperaba era que todo acabara pronto y así cada quien podía seguir con su vida. - Había decidido dejar todo esto a la expectativa Za, creí que sería divertido todo esto verlo desde el asiento de alguien que no logra ver lo que hay más allá de las nieblas que giran en la bola de cristal. Sin embargo, la curiosidad me gana.- Sonrió y se frotó las manos con emoción. - Como líder vitalicia, deberías hacernos el honor de mostrarnos una lectura de lo que va a pasar con todos nosotros ¿Los Granger pasaremos hambre? ¿Los del Congreso de Adivinación nos quedaremos sin trabajo? ¿La comunidad mágica estará a salvo? ¿El ganador será una persona buena o mala? – Valeskya sabía que todas esas preguntas eran difíciles de resolver, no siempre se podía ver con claridad lo que estaba a punto de suceder, había muchos factores que influirían en esas elecciones, lo que no estaba segura, es que incluso ella, estuviera dispuesta a tomar iniciativa y votar por cualquiera que fuera el candidato. @ @
  5. Esas vacaciones fuera de la comunidad mágica, generalmente le servían para despejar su mente de las cosas que solían agobiarla. Generalmente esa estrategia solía funcionarle la mayoría de las veces, en las que solía sentirse renovada y la visión de todo lo que había a su alrededor era totalmente diferente a la última vez que había estado allí. Lo cierto era que en esa ocasión era diferente, Valeskya se sentía fastidiada, tal vez hasta angustiada, era de la clase de sentimientos que no podía definir, era como si tuviera todo y a la vez nada. No le gustaba sentirse así, era como si sus pensamientos estuvieran cubiertos con una especia niebla que no hacía más que cubrir toda su mente. La ojivioleta posó la mirada en aquella pequeña caja que estaba sobre el tocador de su habitación. Estaba sentada en el borde de su cama, y desde ahí casi podía observar las partículas de polvo que había sobre el empaque que nunca había sido abierto desde que lo había adquirido en el Magic Mall. Por alguna razón, era una de las compras que había hecho casi por impulso y había permanecido ahí desde el momento en el que la Granger había llegado y lo había puesto en ese mismo lugar. Ni siquiera por su mente había pasado la posibilidad de ver qué era lo que contenía. ¿Lo sabía? Claro que sí, el misterioso (para ella al menos) libro de la sangre. Había visto el nombre y le había resultado hasta atractivo, se imaginó al menos que contenía un poco de magia oscura en el interior, hasta que había llegado a la mansión y su prima se lo había desmentido. Desde ese momento, había decidido no volver a tocar ese paquete nunca más; sin embargo, no tenía caso tener un libro de inusual valor y no darle ningún uso. Sin mucho ánimo, había decidido dar el siguiente paso en cuanto a la obtención de todos los conocimientos del libro de la sangre; fuera de eso, había decidido esperar hasta el gran día para descubrir el interior de aquel paquete. Aquella mañana la Granger había decidido que sería mucho descaro acudir con sus compras selladas y se había puesto a hojear las páginas lentamente. Cuando llegó la hora, se puso de pie y tomó lo indispensable, incluyendo su varita y leyó una vez más el mensaje que le había llegado. “Boca do Inferno”, repitió mentalmente mientras alzaba su varita y la levantaba, lista para aparecerse en el lugar citado. Un chasquido bastó para marcharse desde su habitación y escuchar que el choque de las olas estrellándose en aquellas enormes paredes rocosas formadas naturalmente, le daban la bienvenida a aquel lugar de donde solo había escuchado hablar y que se lamentó inmediatamente de no haber acudido antes. El sol estaba a punto de ocultarse, tal vez era por la cercanía al mar que podía sentir el aire gélido tocar su pálida piel. Había decidido llevar su negra cabellera recogida en una coleta y por alguna razón, había decidido llevar jeans, tenis y una playera en color rojo; la túnica pocas veces le resultaba útil o tal vez porque no se había acostumbrado, la pasaba muy mal cada vez que la utilizaba. Al menos en ese momento, la ojivioleta suspiró de alivio al ver que su elección había sido la correcta. - Gracias – Respondió la joven mientras giraba para ver de quién era la voz que estaba a sus espaldas. - Reconozco que todo esto me resulta extraño. Los duelos no me apasionan y dudo muchísimo que alguna vez lleguen a gustarme, aunque supongo que no tengo opción ¿cierto?.- Dijo de forma automática mientras apuntaba hacia el uzza. - ¡Sectusempra! – Exclamó la bruja con la intención de impactar el cuerpo del guerrero y generarle cortes que ocasionaran que sangrara abundantemente.
  6. - Si no te molesta, me encantaría conocer el lugar, servirá de paso si encuentro algo de lo que vine a buscar, antes de encontrarte. – La joven sonrió, como respuesta a la invitación de recorrer la librería; había poca gente y se podía ir con calma. No lo culpaba por el hecho de que no conociera los otros negocios que ella tenía, pero era normal el no tener tiempo para hacer otras cosas: un negocio, un empleo, la vida personal, que quizás le impedían al mago tomarse un tiempo libre para ir explorando cada rincón del callejón. No se imaginaba incluso que un humano pudiera tener tiempo para hacer tantas cosas si se tomaba en cuenta que requería de dormir plácidamente para poder rendir lo suficiente en el resto del día. - Está de más decirte que estás invitado a visitarme en cuanto puedas. Te garantizaré un muñeco vudú de cortesía… que no hará nada más que retorcerse por las cosquillas que le hagas, aunque…- Bajó el tono de voz hasta convertirlo en un susurro apenas audible. - Si quieres que haga algo más siniestro, pues… - Había dejado la frase en el aire, dudaba que el Granger fuera de ese tipo de personas, sin embargo la ojivioleta no tenía reparos en hacer que el muñeco cumpliera el propósito original para el que había sido creado, pues al final de cuentas era parte de lo que Catemaco’s podía ofrecer; punto a favor era el hecho de que él había mencionado la posibilidad de poder utilizarlo en el Ministerio, solo por eso ella podría hacer el trabajo gratis de ser necesario [?]. Al final de cuentas, Catemaco’s Magic era un negocio de brujería típico que podía encontrarse en el mundo muggle, con el fin de hacer más llevadera la vida cualquier persona, por medio de una limpia, para alejar las malas vibras de su vida, alguna retirada de maldición, una lectura de cartas, o bolsas pequeñas repletas de hierbas que solían funcionar como amuletos contra la buena suerte, el amor, el trabajo, entre otras cosas. - También espero poder ir a recorrer el kiosko… tal vez alguna vez lo visité, hace muchos años, pero no estoy segura de eso. Lo tomaré en cuenta para visitas posteriores. – Se puso de pie y esperó a que el mago la guiara hacia donde debía dirigirse, aunque al ver que había un pasillo dedicado a los libros de herbolaria, lo primero que hizo, fue señalar hacia ese lugar. - Últimamente he mostrado cierto interés en conocer más acerca de las plantas, quizás encuentre una de ornato que resista a cualquier clase de gente descuidada… como yo. – Las últimas palabras salieron en un murmullo, casi como si estuviera hablando consigo misma. Pocas veces solía aceptar tan abiertamente que era del tipo de personas que solían distraerse y olvidar las cosas más esenciales, como cuidar una flor. Aunque por lo que había leído, las plantas tampoco eran una simple ciencia de echarle agua y crecería, sino que muchas veces requerían de un cuidado especial, cosa que la Granger no estaba muy dispuesta a hacer. - Volviendo al tema de los números…- Valeskya retomó las últimas palabras que el joven de cabello castaño había pronunciado antes de ofrecerle conocer el lugar. - En alguna ocasión consideré trabajar en el banco, pero… no sé, tengo entendido que es muy complicado entrar y la verdad soy bastante impaciente. Es decir, no me gustaría ir y que me dijeran que me pondrán en una lista de espera.- La bruja se encogió de hombros, entre su dificultad para poder acatar órdenes y lo poco social que solía ser a veces, no ayudaba mucho a dejar huella en las personas que conocía, quizás por eso solía aferrarse a los pocos que podía considerar amigos y por supuesto, a su familia. Aunque todo eso no era algo que pudiera molestarle en realidad, simplemente era una razón más por la cual no solía tener un trabajo tan estable como Seba podía hacerlo. @@Seba Granger
  7. - Dime Valeskya y por favor, no me hables de usted, que me hace sentir incómoda.- Respondió la joven a la presentación del mago que ahora sabía que se llamaba Ares. - .. Ehhmm, es decir, ya que vas a estar aquí por unos días, no es necesaria tanta formalidad ¿me explico? – Había intentado suavizar la forma en que había respondido a la presentación del mago; muchas veces solía tener problemas por el tono de voz y por las palabras que solía emplear para decir lo que pensaba. Al menos con la gran parte de personas que había conocido en el transcurso de los años, sucedía que no solían aceptar tan fácilmente el hecho de que la bruja hablara con las verdades sin ocupar alguna clase de filtros. Suspiró, era un hábito difícil de quitar y razón por la cual su círculo social estaba visiblemente reducido a un límite casi alarmante. - Me encantan los días nublados. – Fue la única respuesta de la ojivioleta ante el comentario acerca del clima. Las razones eran obvias, aunque evidentemente era algo que no permitiría sacar como tema. - Lo cierto es que desde hace unos meses, el callejón luce mucho menos poblado que en otras temporadas. Aunque ahora con ese rumor acerca de las elecciones que anda recorriendo por la comunidad, ha ocasionado que haya una mayor afluencia de gente. – Una extraña mueca de disgusto se dibujó en el pálido rostro de la Granger: sus opiniones acerca de ese tema político eran bastante radicales, ya que solía disgustarle la forma en la que muchos cambiaban de opinión o solían traicionar personas con tal de tener un puesto de poder y más cuando se trataba del Ministerio de Magia. Podía imaginarse a gente vendiendo hasta su alma con tal de obtener el poder y tratándose de un cargo ocupado durante años por un Malfoy; ella personalmente había creído que nunca se iría de ahí y ahora… El punto es que tampoco es que le preocupara el destino de la comunidad mágica, ella simplemente trataría de mantenerse al margen de todo ese alboroto. - Perdona, me distraje con mis pensamientos.- Soltó la ojivioleta como disculpa. - El punto es que al menos ahora no puedo darte un horario específico. Quizá mi hermano o mis primas tengan más conocimiento sobre este tema. Lo cierto también es que bueno, la gente suele andar muy ocupada, buscando formas de subsistir y teniendo varios negocios dentro del callejón.- La bruja era un claro ejemplo de lo que había mencionado; había otros dos negocios más aparte de Ottery Fitness que tenía que atender y en parte eran la razón por la cual no siempre podía estar al tanto de detalles como el que el joven había preguntado. - Los Lestrange… los conozco, de vista solamente.- Soltó de repente. - O eso es lo que creo, ya ves que luego suelen llevar apellidos distintos al de la familia… Tu caso por ejemplo. – Observó de repente. - En fin, espero que tu estadía por esta comunidad sea agradable y conozcas a muchas personas. Y de paso, si me permites darte un consejo, procura que la gente no influya en las decisiones que vayas a tomar más adelante. – Dijo misteriosamente. Definitivamente era un consejo que quizás para el mago no tendría sentido en ese momento, pero para la Granger era claro lo que pasaría con él. Era lo que sucedía con la mayoría, incluida ella; de una forma u otra se vería en la necesidad de tomar partido para apoyar a cierto grupo, para bien o para mal, y muchas veces había influencias que solían cambiar el rumbo de vida o que quizás muchos seguían y que más adelante se arrepentían. - Si gustas, vamos al área donde hay aparatos de ejercicios, dicho sea de paso. Es el área menos utilizada de este lugar, cada vez hay más magos y brujas con fuerza extraordinaria que no creen o que no necesitan ejercitarse. – – Hizo una pausa antes de preguntar. - ¿Tienes alguna duda u observación que quieras hacer? – Preguntó. @@Ares Summers
  8. - Qué locura es todo esto.- La Granger habló con el volumen lo suficientemente alto, sin dirigirse a nadie en particular y sin preocuparle que un par de brujas que iban pasando, la observaran de una manera muy extraña. De la noche a la mañana, todo parecía dar un giro inesperado, de una forma tan absurda para la joven, que cuando había escuchado por primera vez los rumores, se había reído, como hacía mucho tiempo que no pasaba. Todo le parecía un chiste, una broma exquisitamente diseñada y lo mejor, es que tendría asiento en primera fila para poder observar mejor el panorama. Se mantuvo de pie, aún indecisa sobre si debía entrar o no; en otra situación, seguramente hubiera echado un vistazo a la bola de cristal, pero creyó que solo por esa vez, sería mucho más divertido ver si todo lo que estaba ocurriendo poseía algún elemento sorpresa. Y vaya que lo había, de alguna forma u otra, varios ciudadanos estaban dispuestos a tomar el cargo de Primer Ministro. La ojivioleta ni siquiera estaba segura acerca de querer participar, le parecía algo demasiado banal. Y es que a ella poco o nada le importaba el destino que pudiera tomar la comunidad. Si bien era cierto que tanto ella como su familia formaban parte de esa comunidad, pocas veces le interesaba lo que sucedía más allá de la mansión, siempre y cuando no los afectaran. Aunque eso no evitaba que se mantuviera informada y sobretodo, el hecho de tener una opinión acerca de ese tema que muchas veces prefería guardarse para sí misma y así evitar que alguien pudiera resultar ofendido o peor aún, pudiera desarrollarse un debate en donde dudaba que alguno cedería. Fue inevitable para la bruja soltar un suspiro; ese día especialmente se sentía de buen humor, como si el destino le tuviera algo preparado, aunque no estaba segura de qué. Creyó escuchar el tintineo de unos vasos y giró hacia sus espaldas: una nueva cafetería había abierto sus puertas al público y se encontraba algo concurrido, lo que hizo a la joven suponer que era consecuencia de todo el ajetreo que se estaba originando en el Ministerio de Magia. Entrecerró los ojos, como si con ello lograra enfocar a alguien que había creído ver. - ¡ZAAAAAAAA! – Dijo la pelinegra mientras empujaba la puerta, sin importarle que muchos la miraran de forma extraña. - Hora del té ¿eh? – Mientras se sentaba, vio que la persona que la atendía acercó una segunda taza. Ella no se negó. - Creo que la situación lo amerita – - ¿Leeremos las tazas del café? ¿Armaremos una revolución? ¿Pediremos limosna? ¿Haremos una manifestación? – Preguntó alegremente. Lo que fuera a ocurrir, estaba dispuesta a correr riesgos, pues un poco de acción no les vendría mal. - ¿Crees que algo bueno pueda salir de todo esto? Es decir, tantas cosas que han estado ocurriendo… no sé, tú lo debes entender mejor que nadie.- Lo cierto era que cualquiera que fuera el motivo, la bruja se encontraba expectante sobre lo que estaba a punto de ocurrir. @
  9. Valeskya ya estaba acostumbrándose a los saludos por parte de Ollivander, el tono con el que solía decirlo siempre le daba la impresión de que parecía estar agobiado por algo desconocido, aunque con el tiempo se dio cuenta de que era parte de su curiosa personalidad. Varios encuentros con él y aún sentía que apenas lo conocía, tenía la impresión de que solamente había visto la punta del iceberg [?] en cuanto a su personalidad se refería. De alguna extraña forma, él le simpatizaba, como pocas personas y se sentía cómoda con su compañía, más de lo que podía aceptar. De todas formas, estaba segura que la presencia de alguien como él en un local de dulces, no era el más adecuado. Evitó reírse burlonamente al ver que él era el tipo de mago que no encajaba en cualquier lado y esta vez no era la excepción. Incluso la forma en la que hablaba, daba la impresión de que siempre parecía llegar a cualquier lugar por accidente; escuchó con paciencia lo que Garry tenía que decir acerca de su presencia, lo cual era bastante entretenido para la ojivioleta, ya que incluso unas cuantas palabras le daban la impresión que parecía salir con bastante esfuerzo de sus labios. - Bien – Exclamó mientras hacía a un lado los chocolates que le había ofrecido. - La verdad es que parecen ser los tiempos en que todo el mundo se va a algún lado. Debe ser la temporada… supongo. – Se encogió de hombros, haciendo a alusión de que ella también se había marchado por algún tiempo. - Y la mansión eh… no sé, francamente no he ido a ver cómo están las cosas. Incluso si me preguntas por mi familia, ahora mismo no sabría cómo responder.- En otra situación, pudo haber sentido algo de vergüenza por esa confesión, sin embargo, también sabía que si algo malo hubiese ocurrido, seguramente tendría noticias, o eso era lo que esperaba al menos. Cuando decían que los Granger eran unidos, no precisamente requerían estar juntos para poder llevarse bien, era una relación algo extraña, pero que de cierta forma a todos les caía bien y lo aceptaban sin más. - Es extraño debo decirte, que después de tus andanzas por el sur, hayas decidido visitar Honeydukes y después venir acá… aunque francamente puedo darme una idea del porqué. – Esta vez fue inevitable reír al ver cómo había rechazado el chocolate y pensar en la cantidad de veces que debió rechazar ofrecimientos en aquella otra tienda. - Si me preguntas, el chocolate blanco es mi favorito, es dulce pero no tan empalagoso… aunque creo que será un caso especial contigo… por cierto, ese cerdo viene con más chocolate de relleno.- Le indicó a Ollivander. - ¿Has probado el chocolate oscuro? Es más amargo que el habitual y si viene relleno con algo como alcohol o cerezas, quizás puedas tolerarlo. – Intentaba no reír descaradamente, mientras trataba de esconder la cara en la repisa de cristal con numerosas formas, colores y sabores. Eligió un par de piezas: una era un chocolate en forma ovalada y la otra era un cuadrado pequeño, ambos hechos de chocolate amargo. - Toma, intenta probar con esto y me dices qué tal. – Aguardó expectante, aunque ya esperaba un inminente rechazo de su parte. - Volviendo al tema de la mansión, quizás sea momento de regresar a ver qué podemos hacer. Aunque por fortuna, nadie querrá meterse en un montón de escombros para robar ¿cierto? – Pronunciar esas últimas palabras, era como tener que aceptar una horrible realidad, una que le provocaba cierto malestar. Prefirió cambiar el tema bruscamente, otra vez. - Por cierto, me da curiosidad saber por qué de repente hay tanto interés de tu parte por un dulce. ¿Es para un regalo? – Lo miró a los ojos y esperó respuesta. @
  10. - Esto es lo que faltaba…- La joven habló en voz alta, al tiempo que volteaba hacia todos lados como si estuviera preocupada de que alguien la pudiera observar. Tenía tiempo que no paseaba por el Callejón. Había hecho un mini viaje [?] y ahora que estaba de vuelta, prefería disfrutar un poco del aire fresco, como si con eso pudiera olvidar todo lo que ocurría a su alrededor y no es que fuera algo malo precisamente, pero ese día en particular, sentía la necesidad de estar alejada de todo y de todos. Sin embargo, ahí estaba, caminando y como si estuviera en búsqueda de algo que no sabía exactamente qué era. Instintivamente cruzó los brazos, como si sintiera frío, aunque solo se limitó a observar de reojo los locales que ya conocía de siempre y aunque tuviera curiosidad de entrar a ver cada uno, muchas veces resultaba ser una pérdida de tiempo y no precisamente porque el local no ofreciera cosas estupendas, sino muchas veces era por la gente; no solo por los dueños de los locales, que o no estaban o simplemente andaban en su mundo, sino también muchos de estos lugares solían estar tan vacíos, que la Granger muchas veces dudaba de que éstos aún se encontraran abiertos. Hasta que vio ese local en particular que llamó su atención, no solo por el nombre, sino que anteriormente había visitado a un lugar de herbolaria y no había resultado bien; “¿será posible que esta vez sí me hagan caso?” Pensó con amargura la ojivioleta, quien recordó la planta que había comprado y había resultado… bastante muggle y por lo consiguiente, decepcionante. Aunque por lo que vio a simple vista, no esperaba encontrar una flor en particular, sino esperaba al menos que el dueño supiera lo necesario para llevar un negocio de ese tipo. En realidad el nombre del local no le decía mucho, sin embargo había algo que seguramente tenían y que ella en su momento había necesitado: pociones. Y es que habían transcurrido un tiempo breve en el que ella y su hermano habían experimentado al intentar preparar una poción para su negocio y por consiguiente, ésta había salido mal. La bruja sacudió la cabeza, como si intentara alejar ese mal pensamiento de su mente. “Al menos espero que den un curso al menos”, pensó, algo molesta; y es que al menos estudiar pociones era algo que estaba bastante alejado de sus prioridades en ese momento. Al entrar y observar las mesas, pudo notar que al menos no estaba tan errada de lo que imaginó al inicio. Había una persona más en el lugar, aunque no prestó mucha más atención y se mantuvo curioseando cerca de la entrada, esperando a que el mago fuera atendido. Una voz bastante familiar, hizo que la ojivioleta volteara de manera brusca y sin disimulo; “Ollivander” fue lo único que dijo para sus adentros. De todas las habilidades que el mago pudiera tener, definitivamente ese local era lo menos pensado; con eso la joven se dio cuenta de que no lo conocía tanto como ella pensaba. Hizo lo que creyó prudente en ese momento: saludó con un gesto en la mano, mientras que su rostro mostraba un gesto parecido a “¿qué rayos haces acá?”. Se mantuvo alejada, aguardando el momento en el que llegara su turno. Vio un pequeño estante con frascos de diferentes tamaños y con contenido de diferente color. Si bien la Granger no era experta en la materia, podía reconocer perfectamente el frasco de felix felices que descansaba en el lugar más alejado. Lo que supuso que el dejarlo expuesto tan a la vista, es porque seguramente había alguna forma de proteger que no cualquiera pudiera llevarse algo sin previa autorización del dueño. Cuando reaccionó, se vio a sí misma con su pálida mano extendida hacia aquel diminuto frasco… @
  11. Para la bruja no pasó desapercibida la palabra que al menos hasta ese momento resultó desconocida. Tomó nota mental de que tendría que investigarlo más tarde; era eso o tendría que hacer a un lado su orgullo y así tener que preguntarle al mago qué significaba, lo cual obviamente no sucedería. Tuvo una sensación extraña al escuchar el agradecimiento por la oportunidad, lo cual solo se limitó a responderle con un ademán en la mano, como si indicara que no era necesario pronunciar aquellas palabras. Escuchó con atención los motivos que lo habían llevado hasta ahí; ciertamente la Granger sintió curiosidad acerca de lo que tenía que decir, pues conocía a pocas personas que realmente se mostraran con interés en trabajar y mucho menos para dejar de depender económicamente de los padres. Ella estaba segura que al menos un 99% de los habitantes de la comunidad mágica, gustaba de vivir bien y a través de fortunas o herencias que no les pertenecían. Pocos, muy pocos realmente, mostraban un interés genuino por intentar ser independiente. - Interesante... – Dijo la joven en un susurro apenas audible. - Más curioso aún, que no he preguntado tu nombre y ya estás semi aceptado así sin más. – Sonrió brevemente. - Como te mencioné, este lugar surgió como negocio familiar y bueno… - Comenzó a contar con los dedos el tiempo que el lugar estaba funcionando. - ¡Por Merlín! ¡Más de un año! El tiempo pasa demasiado rápido. Con seguridad hubiera podido afirmar que solo habían transcurrido unos cuantos meses si acaso.- De repente sintió como si el tiempo se hubiera detenido para ella en ese largo año; eso le daba cierta nostalgia porque al menos, tenía algo que compartir con el resto de su familia y por eso había nacido Ottery Fitness, aunque más que nada era por la necesidad de tener galeones en la bóveda familiar que casi se encontraba vacía. Aunque claro, aún no había confianza suficiente como para andar contando esos problemas económicos a cualquier persona. De hecho, eso podía llamarse como el secreto familiar mejor guardado de los Granger; aunque claro, había una enorme diferencia entre la bóveda familiar y la personal de cada uno de los miembros de la familia y eso era lo que todavía lograba mantenerlos a flote. Se había quedado de pie en la piscina, la calma de aquella agua cristalina resultaba casi atrayente para entrar a nadar un poco. Aunque la ojivioleta particularmente no solía ser aficionada al deporte, pero sin duda nadar era del tipo de actividad que solía disfrutar aunque más como pasatiempo que como una competición en sí. No era de extrañar que una persona que gustaba del deporte, hubiera terminado buscando en un trabajo en un lugar como Ottery Fitness. - Después de todo lo que me has contado, realmente me da la impresión de que eres una persona a la que le gusta competir. Y me da un poco de pena que acá no puedas encontrar esa emoción.- Soltó las palabras sin pensar, sin pensar en que quizás podría resultar ofensivo o desilusionante. - Y esto contesta en parte a la pregunta que hiciste… realmente vienen pocas personas a nadar, todo este lugar está diseñado más como pasatiempo. A diferencia del público americano, acá no hay mucha motivación por el deporte, parece. – Dijo, mientras se encogía de hombros. - De igual forma, cuando tengas tiempo libre, no dudes en utilizar las instalaciones. Para eso están. – Realmente no suponía ningún problema para ella, ni mucho menos para el resto de sus familiares. - Nosotros hacemos eso en nuestro tiempo libre, particularmente me gusta más estar en el spa. – Dicho esto, con un ademán lo invitó a continuar el camino hacia otra área. - También tenemos un restaurante y bueno, está de más que te diga que siempre estamos dispuestos a aceptar nuevas ideas. – - Dijiste que estabas acá con tu familia. Por curiosidad solamente ¿quiénes son? La comunidad acá es tan pequeña, que no dudaría en que quizás conozca a alguien de tu familia. Digamos que serviría también para poder conocernos mejor. Aunque claro que sabré entender si no quieres platicar sobre eso, así que bueno, también debo preguntar si tienes más dudas con respecto a este lugar. – Aguardó la respuesta mientras sus pasos los llevaban al área de spa. @@Ares Summers
  12. Tropezó al intentar bajar del armario, para su fortuna estaba sujetándose con la puerta cuando había sucedido y eso impidió que terminara de estrellarse contra el suelo. Todo lo ocurrido solo servía para incrementar el malestar que estaba reuniendo desde la aparición de aquel ente. Valeskya se sentía hasta mareada, pero solo lo atribuyó a la descarga de adrenalina de todo lo que había pasado en el negocio y de cómo era que habían acabado en otro lugar. Se quedó de pie junto al armario, mientras su mente intentaba asimilar las cosas de una manera más lenta. No le gustaba haberse metido en una situación así, odiaba eso de tener que lanzar hechizos a diestra y siniestra. Era como tener una especie de duelo con algo que no se sabía cómo iba a reaccionar o sin tener la certeza de qué tan peligroso podía ser. Era casi un hecho de que, en caso de que ella no lo hubiera logrado, seguramente Eileen hubiera aportado a la situación y mucho mejor sin dudas. De todas formas la Granger jamás reconocería que las cosas no terminarían bien si se hubieran quedado allí. Suspiró mientras su mirada recorría el lugar, solo para terminar de darse cuenta de dónde estaba en realidad. Había escuchado a la bruja mencionar que el lugar era seguro y por el tono de voz que había empleado, seguramente no era la primera vez que llegaba allí. Como siempre, la ojivioleta no tenía ni la más remota idea de qué negocio podría tratarse, ya que al menos al echar un vistazo hacia las ventanas, se dio cuenta de que continuaban en algún lugar dentro del Callejón Diagon. Habían casi tantas cosas como en el negocio del que ellos venían huyendo, solo que tenían un toque algo más excéntrico, desde el punto de vista de la ojivioleta. Le dio la espalda a Eileen y a Ollivander, cuando ésta preguntó sobre lo que había ocurrido; le fue inevitable a la bruja resoplar con fastidio y sin disimulo. Fingía ver un jarrón que parecía ser costoso mientras escuchaba lo que el mago tenía que decir al respecto; definitivamente todo había sido por andar de curiosos jugando a los exploradores, aunque evidentemente para la Granger, toda la culpa era de él. - Algo como eso pasó…- Repitió arrastrando las palabras. Siguió examinando el jarrón como si fuera lo más interesante del mundo, aunque claramente se daba cuenta de que Garry esperaba a que ella dijera algo. - Ya está todo dicho. Se debía suponer que un baúl que abre tan fácil, no tendría que guardar algo como eso… a menos, que claramente fuera colocado ahí con toda la intención. – No había pensado en esa última posibilidad, todo lo había soltado de repente y como si las ideas fueran apareciendo rápidamente tras cada palabra que la joven pronunciaba. Ignoró a propósito la pregunta de Ollivander porque, era evidente que no se encontraba bien; se sorprendió al ver que sus manos aún parecían temblar un poco. Giró sobre sí misma y miró a ambos como si fuera la primera vez que se los encontraba allí; trató de que su voz sonara firme. - Lo que haría evidente que alguien quería dañar a Eileen, ya que quien fuera que haya dejado ese baúl, no lo hizo pensando en que alguien curioso llegaría a forzar la cerradura ¿cierto? – Se encogió de hombros, solo soltaba ideas vagas de lo que podía haber ocurrido. - Otra cosa, es que “eso” no puede quedarse deambulando por el negocio... hay que hacer algo o podría escaparse, no se… - Esas últimas palabras las había soltado sin mucha convicción. - En lo que a mí respecta, francamente no me atrae para nada la idea de regresar. Aunque me siento algo responsable de lo ocurrido, ciertamente en un grado mucho menor comparándolo con él.- Señaló al joven. - Lo que sea que haya que hacer, que sea de una vez… Ha sido un día con demasiadas emociones, diría yo.- Dijo con resignación y aguardó respuesta. @ @
  13. Era extraño, después de semanas de no haber tenido una gran cantidad de clientes, ahora aparecía alguien a solicitar trabajo. Al menos para ella, era la primera vez que se veía en una situación de tener que emplear a alguien. Generalmente ella solía atender sus negocios y en todo caso, explotar la capacidad de su elfina para que la ayudara, aunque muy pocas veces sucedía eso. Extendió una de sus pálidas manos para tomar el CV que le ofrecía el mago y revisarlo; no sabía exactamente qué decir, al menos él tenía bastante claros sus objetivos. Aguardó a que terminara de hablar y tras una larga pausa, dijo: - En primer lugar, me extraña que alguien te hable bien de este lugar. – Era inevitable el comentario, la ojivioleta esbozó una breve sonrisa. No iba a explicarle las causas por las que ella tenía la creciente sensación de que tanto ella como su familia, no eran muy bien vistos por la mayoría de la comunidad. - Es broma – Mintió descaradamente. - Por otro lado, Ottery Fitness es un negocio cien por ciento familiar. En todo caso, no es algo que me corresponda a mí directamente tomar una decisión tan importante.- Se quedó pensativa unos instantes antes de mirarlo y hacerle una invitación a caminar por el lugar. - Si bien es cierto que soy una de las encargadas del lugar, considero correcto que exista una votación por parte del resto para saber si es necesaria tu ayuda… aunque francamente dudo que se nieguen. – Mientras hablaba caminaba despacio, para que el joven de ojos azules conociera el lugar y así mismo se terminara de convencer si estaba haciendo bien en tener que quedarse allí. Sin embargo, la mente de la Granger repasaba las palabras, tanto las que había leído en el CV, como las que había resumido. Conocía pocas personas tan entusiastas como aquel chico, lo que en parte le recordaba a ella cuando había llegado por primera vez al Callejón Diagón. Trató de hacer a un lado el mal pensamiento sobre lo mal que le había ido y no le haría mención de ello. - Sinceramente, tampoco podemos ofrecerte muchos galeones, al menos al inicio. Es algo que podríamos negociar... si quieres, claro está. – Suspiró, no entraría en detalles acerca de la mala situación económica por la que estaban atravesando. - Solo es cuestión de esperar en lo que aparece algún otro Granger que te de su voto de confianza y con eso estarías en el negocio ¿qué te parece? Serán un par de horas si acaso, la mayoría suele rondar por acá de manera habitual. – Dicho esto, su mirada violácea recorrió el lugar, esperando ver a alguien. - Con respecto a tus habilidades, contamos con una clientela bastante fuera de lo común, así que tampoco tendrás mucho trabajo… ya sabes, la mayoría siendo magos, hay que ser bastante torpe para tener un accidente grave. – Dijo pensativa mientras lo guiaba hacia la alberca techada y el lugar se iluminaba ante la presencia del mago y la bruja. - Lo cierto es que me causa mucha curiosidad lo de la cultura deportiva en Ilvermorny… tendrás que platicarme sobre eso.- Estas últimas palabras eran simplemente por querer saber, aunque de repente tuvo una idea, al ver las aguas cristalinas de aquella piscina. - ¿Sabes? Dices que tomaste un curso de guardavidas. Tal vez si pudiéramos ofrecer un curso de natación y primeros auxilios en caso de ahogamiento sería ¡GENIAL! – La idea había llegado a ella de repente y de inicio le encantaba. - ¿Qué te parece? Obviamente tú serías el instructor. – La ojivioleta quedó expectante a la respuesta del joven. @@Ares Summers
  14. Los días transcurrían lentamente y la bruja observaba cómo las cosas parecían transcurrir sin sentido alguno para ella: los días iguales, la gente yendo y viniendo por los diversos locales del Callejón, aunque con menos frecuencia de la habitual. No sabía si se trataban de vacaciones, o simplemente era la percepción de ella, de la desgana que sentía por todo. Quizás necesitaba un cambio de aires o un poco más de actividad de la que tenía en ese momento. Permanecía en la planta alta de la chocolatería, pensando en qué podía hacer para poder hacer que el negocio prosperara un poco más. Pensó enseguida en la extraña conversación que había tenido meses antes. “La chica asiática ¿qué habrá sido de ella?”, se preguntó a sí misma; le costaba imaginársela enfrascada en una situación tan… muggle. ¿Huir de un matrimonio arreglado? Sin duda era un buen motivo para burlarse, era demasiado arcaico pensar de esa manera en los tiempos en los que se encontraban. Bodas y divorcios ¿qué más daba eso? Al final de cuentas, la misma sociedad era la que imponía las cosas y a la vez servía para juzgar a todo aquel que fuera contra todas aquellas leyes y creencias. Suspiró. Otra cosa más en qué pensar. No, definitivamente no era como dejaría pasar otro día más. Para su fortuna o desgracia, su elfina doméstica siempre estaba allí, pendiente de todo lo que pudiera pasar en el negocio; si la memoria de Valeskya no fallaba, parecía que días atrás le había hablado algo acerca de un “paraíso de chocolate”, o al menos así le había entendido ella, quien solo se había limitado a asentir con la cabeza mientras estaba acostada, con los brazos extendidos y mirando hacia el techo. - Breena ¿De qué va exactamente el “paraíso de chocolate que me decías? – Habló en voz alta, mientras veía que la elfina la observaba con los ojos entrecerrados, esperando a que la ojivioleta se dignara a hacer algo más que quedarse acostada. Había aprendido a no debatir acerca de ese tema, ya que solo eran por temporadas, aunque en esta ocasión la Granger ya estaba extendiéndose más de la cuenta. Los ojos de la bruja se posaron el a criatura y le sonrió amablemente, como pocas veces; finalmente se sentó y aguardó una respuesta. - Es simple – Contestó la elfina con una voz aguda. - Es hacer un escaparate especial, para los chicos se encuentran de vacaciones. Es representar una playa, sol, palmeras y unas personas… todo hecho con chocolate, claro ¿qué le parece? – Preguntó, expectante a lo que la joven tenía que decir. - ¿No estarán esperando a que yo apruebe algo así verdad? – Arqueó una ceja. - Es excelente ¡Me encanta! Lo suficiente como para que yo baje a revisar si podemos hacer espacio.- Sin decir más, se levantó de un brinco y llevó las manos a su cintura: andaba con jeans, tenis y una playera en color rojo. Acomodó su cabello en una coleta y con un ademán apresuró a su elfina para que bajara y fue tras ella. Al traspasar la barrera que dividía a ambas plantas del local, pudo distinguir a una persona que parecía buscar algo, o bien, que parecía estar perdido. Antes de que pudiera acercarse a preguntar si se le ofrecía algo, la ojivioleta arqueó una ceja al ver de quién se trataba. - De todos los lugares, este sin duda es el lugar más extraño para encontrar a Ollivander deambulando por aquí. – Dijo a manera de saludo. - No pensé que gustaras del chocolate… ¿Cómo has estado? – Contuvo las ganas de comentarle que en realidad dudara que pudiera gustarle algo, aunque recordó que todavía no lo conocía para afirmar o negar algo. Tomó una de las cajas que estaba detrás del cristal y se la ofreció, aunque tenía ciertas dudas de que accediera. @
  15. Valeskya asintió con la cabeza al escuchar las palabras de Seba; sin duda no lo había podido decir de una mejor forma. Pero amargarse con todo lo ocurrido ya era algo que haría en vano, las cosas habían pasado y cada quien había tomado rumbos distintos; al menos para ella, lo último en lo que quería pensar es en “¿Qué hubiera pasado si…?”. Suspiró al recordar en todo lo que había perdido y en el dolor que esto le había provocado, pero al final sabía que había tomado la mejor decisión en alejarse. Su mirada se posó en la taza de té que estaba frente a ella, sonrió al ver que todavía despedía ese suave y a la vez refrescante aroma a menta que tanto solía gustarle. De alguna forma sentía que ese sabor en particular solía traerle paz, aunque no sabía asociarlo con exactitud si era por un recuerdo hacia alguien o algo en particular. De cualquier forma que se tratara, estaba disfrutando mucho de ese rato; bebió un sorbo y se dio cuenta que el Granger pensaba de forma similar a ella en lo que al trabajo ministerial se refería, lo cual la sorprendió más de lo que hubiera esperado. Sonrió amargamente, sin duda para muchos el trabajo de auror en el ministerio era el ideal para muchos, incluso ella misma en algún momento deseó con todas sus fuerzas formar parte de ellos, hasta que se dio cuenta que no compartía sus ideas; todo había comenzado en sus andanzas por diversos departamentos y la mayoría funcionaban de forma bastante similar a la que el mago había acabado de describir. Esa había sido una de las razones por las cuales ella había desistido de seguir adelante. Aunque finalmente se había concluido que tenía problemas para obedecer órdenes y al parecer esa era el mayor defecto y lo que le impedía tener permanencia en algún lugar. Lo que fuera, ya no estaba allí para seguir reafirmando sus sospechas con respecto a eso. Casi esperaba a que el joven de cabello castaño cambiara el tema cuando ella mencionó lo de la adivinación, pero al ver que lo había tomado con humor, se quedó un poco más tranquila. “Al menos no se pone loco, como la mayoría”, pensó la ojivioleta - Creo que me faltó añadir algo a lo del trabajo del ministerio como adivina.- Sonrió. - Como todo había quedado como un sueño, al final decidí abrir un negocio con Fiamma… a que no adivinas de qué es. – Ciertamente, volvió a tomar nota mental (otra vez) de que le faltaba darle más promoción al negocio. - Hacemos amarres, limpias, lectura de cartas, vendemos muñequitos vudú, de los cuales le haces cosquillas y se retuercen, entre otras curiosidades. Está de más decir que estás invitado a visitarnos cuando gustes. Se llama Catemaco’s Magic. – - Y esto responde a tu otra pregunta, el negocio que tengo en común con mi hermano es Ottery Fitness, pero también tengo a Catemaco’s con Fiamma y tengo uno propio, el cual es Chocolate Paradise… está de más que te diga de qué va – Bromeó un poco. - Así que bueno, me ocupé bastante con eso de los negocios una vez que dejé el Ministerio… aunque tú tampoco te quedas corto ¿eh? – - Sinceramente, hoy acabo de descubrir que este negocio es tuyo ¿el otro cómo se llama? – Preguntó con curiosidad, quizás en una de esas ya había acudido allí, como muchas veces solía hacer durante sus andanzas por el callejón. - ¿El banco? Creo que por mucho, es el trabajo más difícil de todos ¿o me equivoco? – Aguardó la respuesta, no sin antes estirar la mano para sujetar uno de los libros que estaba en la estantería más cercana para poder revisarlo. @@Seba Granger
  16. Estaba sumamente curiosa ante la respuesta que su hermano tenía para dar; se dio cuenta que el Granger era de las poquísimas personas con las que podía tener conversaciones, de las cuales muchas de ellas no solían terminar bien, pero en esta ocasión era diferente. No es que tuviera algo en mente, salvo molestarlo un poco y de paso satisfacer un poco su curiosidad con respecto a la opinión que tenía de ese tema que solía ser tan delicado. Tenía serias dudas con respecto a obtener una respuesta que la bruja pudiera considerar como “buena”, ya que lo más seguro, es que adoptaría una postura bastante neutral, como en casi todas las cosas que no concernían a su modo de vida. La ojivioleta, claramente tenía la respuesta preparada para el probable caso en que él quisiera preguntarle lo mismo. Las mismas palabras que siempre decía a alguien que ella no conocía; el bando y solo con las personas que lo integraban, habían sido una parte muy importante de su vida, pero hasta ese punto, sentía que ya había dado todo lo que tenía que dar. En esos momentos, lo que ella consideraba, es que ya no había guerra, ya no había motivos de discordancias entre mortífagos contra el resto de las personas o al menos es lo que ella creía. “Me da lo mismo lo que ocurra, si hay bandos o no, que se maten entre ellos si quieren y que nos dejen a mí y a mi familia en paz”, pensó rápidamente la joven de negro cabello. Era básicamente la respuesta rápida a cualquier pregunta relacionada y al menos en ese momento, no era ninguna mentira. Resopló, aunque procuró darle la espalda al Granger para que no viera la reacción de ese momento. Comenzó a caminar desde la cocina, hacia el área del restaurante, con la clara intención de alejarse de ese lugar en donde acababan de pasar un mal rato, después de una poción fallida. Por alguna razón, volteó hacia el recibidor y vio a un joven que parecía estar interesado por entrar al local. Pensó en dejar que alguno de los elfos se hiciera cargo de atenderlo y seguir hablando con Joaquín, aunque claramente no era la opción correcta; cuando habían decidido abrir aquel negocio familiar, claramente todos habían quedado en dar lo mejor de ellos y tratar de aportar cada uno. Miró a su hermano, que parecía estar absuelto en su mundo, o al menos eso creyó. - Es un cliente, creo que lo adecuado es que alguno de los dos lo atienda.- Dijo algo impaciente. - Aunque supongo que dejarás que yo lo haga ¿Cierto? – Entrecerró los ojos y añadió. - Aunque claro, es evidente que la poción te ha dejado peor que a mí. – Aunque había intentado mantener el tono de sarcasmo, ciertamente no había sido una burla; era evidente que lo que había visto lo había dejado perturbado. En cambio ella, aún intentaba no pensar mucho en eso; sin duda tendría una eternidad de sobra para poder hacerlo. Le hizo un ademán al Granger, para que la esperara mientras encaminaba sus pasos hacia la recepción; pensó en que sería muy complicado poder hablar de lo que vio con alguien. Era algo difícil de entender sin duda, y encontrar a alguien que pudiera creerles, sería peor. - ¡Hola! Bienvenido a Ottery Fitness – Interrumpió al elfo antes de que pudiera responder e intentó sonar cordial ante el joven que ahora se encontraba frente a ella. - Negocio de la Familia Granger ¿Necesitas ayuda con algo? ¿O buscas a alguien de la familia? De una forma u otra, no estaría de más que probaras todos los servicios que este lugar puede ofrecer. – Sonrió. Sin duda su hermano hubiera reído al ver su intento de querer parecer amable. Había sonado breve, pero ciertamente no sabía qué más decir o hacer, hasta que el invitado le dijera qué era lo que estaba buscando. Aguardó respuesta. @@Ares Summers
  17. La ojivioleta se encontraba sorprendida al darse cuenta lo pequeña que podía ser la comunidad mágica. “Así que Selene es la madre de Seba”, pensaba con rapidez, mientras realizaba conjeturas acerca de que en el negocio de varitas era donde había conocido a su hermano. ¿Acaso el mago estaba enterado que había una hija de por medio entre Joaquín y Selene? La posibilidad de un alboroto familiar le resultaba bastante atractiva a la joven, sin embargo dudaba que Selene fuera alguien que ocultara secretos y menos a sus hijos. Dicha posibilidad se desvaneció casi al instante. - Un héroe casi es como una historia para niños.- Exclamó la bruja, sin poder disimular una sonrisa. - A muchos les gusta creer que en una guerra hay héroes y villanos, pero la verdad es que al final todos salimos perdiendo.- Dijo pensativa, mientras le bebía un sorbo a su té. - Lo lamento si suena algo confuso... Cada quien decide qué rumbo tomar con su vida ¿cierto? – La verdad es que al menos para la Granger, no le sonaba para nada atractiva la idea de volver a un bando. Solo lo haría por su familia y esperaba con todo su ser que no hubiera necesidad de eso; suspiró y asintió con la cabeza, mostrando total acuerdo con el mago de cabello castaño cuando dijo que esperaba que todo fuera para mejor, aunque la verdad tenía muy serias dudas. Sin embargo ella no sería la que le llevaría la contraria al mundo; vio cómo despedía a un par de clientes que se retiraban de la librería. - No te preocupes, yo también debí despedirme de ellos.- Bromeó un poco. - La verdad es que siempre se espera que los cambios sean para bien. Yo solo deseo que el resto de los mortales no paguemos las consecuencias de los actos malos que se hagan “por un bien mayor”. No sé si me explico.- Cortó el tema con cierto desagrado. - Por cierto, gracias por el té, es delicioso. Está en el punto perfecto, las hojas se dejaron reposadas en el agua el tiempo exacto… preparar el té es todo un arte, del cual podríamos pasar horas hablando y morirías de aburrimiento.- Exclamó mientras que reía, aunque el gusto le duró solo unos instantes hasta que mencionó algo que ocasionó que dibujara una mueca de disgusto. - ¿El Ministerio? – Parecía que el té había cobrado un sabor muy amargo. - Lo dejé hace tiempo, si me permites decírtelo… acabé muy decepcionada de ese lugar. Un completo caos. – Suspiró mientras dejaba la taza sobre la mesa. - Estuve muy poco tiempo, tenía grandes expectativas y resultó casi tan falso como las promesas de amor que nunca se cumplen. – Intentó bromear para suavizar las cosas. - Tal vez creas que soy una rebelde del sistema, pero lo cierto es que al final me di cuenta de que no me gusta estar por la fuerza en un lugar donde no me siento a gusto. Quizás con ciertos cambios, volvería… si hubiera un trabajo de pitonisa, sin duda me anotaría de tiempo completo. – ¿Qué cosa haría alguien como ella en el Ministerio? Se imaginó de repente vaticinando un peligro que pudiera atentar contra la seguridad del Primer Ministro; sería un trabajo sumamente interesante para ella, aunque a muchos les disgustara la probable idea de que alguna estafadora solo quisiera un poco de atención. - Aunque claro, si alguien me contratara, tendría que tratarse de alguien que crea que hay personas que tienen ese don. Y tú debes saber de la poca credibilidad que tienen las artes adivinatorias hoy en día.- Suspiró antes de continuar. - Tú debes tener más estabilidad que yo en muchos sentidos. Me imagino que aparte de este negocio, estás en el ministerio ¿o me equivoco? – Preguntó con curiosidad y aguardó la respuesta. @@Seba Granger Ntp :3
  18. “Qué raro es este tío”, volvió a repetir la joven en su mente por décima vez. Sin duda el Ollivander era una de las personas más extrañas que había conocido, o al menos hasta donde su mente le permitía recordarlo. La forma en la que algunas personas reaccionaban siempre era diferente, pero no al punto de la indiferencia; Valeskya no estaba segura de que se tratara de eso o simple exceso de confianza porque creía (erróneamente) que ella podría salvarlos a los dos de un ataque de ese tipo. Lo que sea que fuera la causa, no se trataba de algo que hiciera sentir cómoda a la Granger; nunca se había dado a la tarea de defender a alguien más que no fuera ella misma. Solo se atrevería a arriesgarse por su familia y para su fortuna, ellos solían arreglárselas bastante bien sin ella, así que estar en una situación como esa, solo empeoraba su estado de ánimo. Al menos ya no estaba tan sola, ya había alguien más en escena y así veía una oportunidad con quién repartir responsabilidad si alguien resultaba herido [?]. Ignoró a Garry cuando hizo el comentario acerca de que podría ir a visitarlo a casa de todas formas, aún con el baúl allí. No quería ni imaginar lo que podía ocurrir si algo así llegara a cumplirse y evitó volver a hacer el comentario acerca de la varita olvidada en solo Merlín sabía dónde. La Granger se conocía lo suficiente como para darse cuenta que no dejaría vivir al mago, echándole en cara a cada rato la situación por la que estaban pasando. Suspiró casi con resignación y le lanzó una mirada a Ollivander, transmitiéndole telepáticamente un “no tienes remedio”. Creyó oír un tintineo de frascos, pero no tuvo tiempo de prestar la atención suficiente como para ver de qué se trataba. La mirada de la bruja estaba totalmente concentrada en la criatura, a la cual Eileen había bloqueado con una especie de barrera o algo similar. Antes de que pudiera preguntar si al fin todo había terminado, unas palabras de alerta a seguir a la otra bruja le dieron la clara señal de que solo se trataba de algo temporal. Un armario evanescente que se encontraba ahí, esperando a ser utilizado; Valeskya solo había leído ciertas cosas sobre ellos y no tenía idea de cómo funcionaban, así que la idea de pasar al interior, no le agradó al inicio: comenzó a correr y se detuvo frente a él. - Estoo…. ¿Quién pasa primero? – Preguntó, haciéndose la desentendida, mientras hacía un gesto a Eileen para que pasara antes que ella. Era eso o no entraría sola. ¿Sería igual que aparecerse? Lo dudaba muchísimo, al menos para eso no tendrían que entrar los tres en un espacio reducido. Esperó a la otra bruja para entrar, mientras vio a la criatura emitir un alarido que indicaba que falta poco para liberarse de aquella prisión mágica improvisada. Contuvo las ganas de darle un empujón a Eileen para que se apresurara y dudosa, puso un pie en el armario, hasta que escuchó a un rígido Garry alegando que se quedaría para esperar. Eso fue más de lo que la Granger pudo tolerar. - ¿Piensas esperar el próximo viaje? – Le dijo con todo el sarcasmo que pudo. - A menos de que tu idea sea agarrarte a puñetazos con una criatura, ente o coso mágico… está de sobra decir que dudo que tengas oportunidad alguna SIN TU VARITAAAAAA. – Acto seguido, lo sujetó con fuerza y comenzó a jalarlo hacia el armario. - Si no entras y esa cosa se libera, serás el culpable de que pasemos a la historia como el trío que murió porque uno de ellos se negó a entrar a un armario que pudo haberlos salvado. – [?] Tal como era de esperarse, el mueble apenas daba espacio para tres personas, apuró a Ollivander para que cerrara la puerta. La ojivioleta alcanzó a ver a la criatura liberarse completamente y arremeter hacia ellos; un rayo salió en dirección hacia la puerta del armario, justo cuando esta se cerraba y antes de quedar todo a oscuras, tuvo la sensación de que algo chocaba contra ellos y que caían de espaldas, a pesar de que aún continuaba de pie. Dedujo que era por el impacto de aquel hechizo en el momento justo en el que se transportaban a donde se encontraba el otro armario evanescente. - Anda, Ollivander.- Incitó al mago para que abriera un poco la puerta. - Esto… ¿A dónde se supone que llevaba esto? – Dejó la pregunta en el aire, mientras sus ojos se acostumbraban a la oscuridad. @ @
  19. Nick: Valeskya Granger Link a la bóveda: Bóveda Rol de personaje: Asistente ejecutiva de la Líder Vitalicia del Congreso de Adivinación // Aritmántica de tiempo libre. Información adicional: Debido a que el Congreso de Adivinación no suele darse a basto con el trabajo de identificar a las personas que verdaderamente poseen el don, Valeskya es el filtro a superar antes de pasar a la prueba final y que la líder autorice la entrada a dicho congreso. También aprovecha el puesto de su prima para no llegar muchas veces a trabajar y dedicarse a realizar trabajos de aritmancia desde la comodidad de su hogar.
  20. Estaba segura que había escuchado a la perfección lo que había dicho Ollivander; decir “él”, cuando aparentemente no había nadie más allí más que ellos dos. Valeskya se quedó con las palabras a punto de salir de sus labios, al ver el intento del joven para arreglar su frase, cosa que la dejó confundida ¿Se había equivocado? ¿O solo había cambiado las palabras para que ella no se atreviera a hacer preguntas incómodas? Cualquiera que hubiera sido la causa, sería suficiente para poder mantenerla más atenta a las acciones del mago que estaba frente a ella. El contenido de aquel baúl era lo suficiente llamativo como para que la bruja se olvidara por unos momentos de tener que hacer cuestionamientos que seguramente molestarían a Garry. Aunque la curiosidad era mucha, se mantuvo con cautela, lo suficiente como para hacerse a un lado y fingir que daba una vuelta por la estantería, sin que su mirada violácea se desviara del mago, hasta que vio una señal de alarma al darse cuenta que se alejaba del baúl y la observaba con asombro. “¿Habrá sido alguna clase de bicho?” Se preguntó la ojivioleta mientras se acercaba a él, algo alarmada. - Est... - Las demás palabras quedaron en el aire, pues cosas extrañas comenzaron a transcurrir muy rápido: alcanzó a ver un grimorio, unas palabras escritas que no alcanzó a leer, lo que parecía un ente bastante furioso que los atacó, un hechizo defensivo que lanzó por puro instinto, sentir que la sujetaban del brazo, escuchar ruido provocado por disparos y por una risa demente. La Granger sintió que volvía a su realidad al ver que el espacio a su alrededor se reducía considerablemente: se encontraban escondidos, mientras que Ollivander parecía que buscaba algo. - ¡¿Se puede saber QUÉ RAYOS HICISTE?! – Le costaba muchísimo mantener la compostura en una situación así. Lo único que podía hacer, era mantener a raya a lo que sea que los estuviera atacando, lanzando hechizos a diestra y siniestra, sin saber con exactitud qué era lo que intentaba hacer en realidad. - ¿Cómo se supone que vamos a controlar esto? – No se percató que había un par de personas más en aquella tienda: una chica que había entrado después que ellos y que Valeskya por andar husmeando, no había reparado en su presencia y el haber escuchado una voz que parecía denotar enfado y lo que hizo suponer a la bruja, que se trataba de la dueña del negocio. De todo lo que era posible escuchar en ese momento, el ver a Garry intentando negociar la compra de un baúl con todo lo que contenía y que estaba atacándolos en ese momento, era lo más insólito. - ¿ES EN SERIO? – Exclamó la ojivioleta, bastante enfadada. - Explícame cómo pretendes dominar a un fantasma si sueles olvidar tu varita por cualquier lado. – Contuvo las ganas de echarle en cara que seguramente él ya estuviera formando parte del mundo espectral si no fuera por ella. Un rayo verde lanzó hacia atrás al ente, perdiéndolo de vista durante varios minutos, los suficientes como para que Ollivander intentara mantener una conversación. - Yo solo debo añadir que fue culpa del chico aventurero. – Exclamó con cierto tono de enfado en su voz, señalando al mago que estaba a su lado, sin saber si la vería. - Aunque tampoco vendría mal un letrero de “no tocar los objetos, pueden salir seres oscuros de su interior”. – La realidad es que en el fondo, la Granger se encontraba asustada, mucho más de lo que había estado en mucho tiempo. Ella no era buena en duelos, siempre se encargaba de decirlo y ahora no sabía cómo describir lo que había pasado. De lo único que estaba segura era de que, al menos había ganado unos minutos más de vida y confiaba en que Eileen pudiera ayudarlos a resolver ese problema. - Una cosa más: si te quedas con ese baúl, recuérdame nunca ir a visitarte.- Exclamó mientras veía con furia a Garry. @ @
  21. La mirada de la Granger se desviaba de vez en cuando hacia los estantes que estaban a su alrededor, suponiendo que seguramente encontraría alguna novela interesante para leer en sus ratos libres. Cualquier cosa le vendría bien para distraerse, ya que los últimos meses sentía que transcurrían en cámara lenta; a pesar de todo eso no podía quejarse, pues la familia siempre se las arreglaba para poder sacarla de sus actividades rutinarias. No pudo evitar soltar una pequeña sonrisa al pensar en eso último. Con un gesto, agradeció al elfo que había regresado con una bandeja humeante de té y unas galletas. Valeskya se dedicó solamente a agitar con la cucharilla un par de veces y esperó unos instantes para poder beber algo. Pudo notar que el semblante de Seba cambiaba a algo que ella interpretó como diversión, agradecimiento, o quizás ambos. Antes de poder responder a sus comentarios, se llevó la taza de té a los labios y bebió un sorbo, percibiendo un fresco sabor a menta, uno de sus favoritos sin duda. - Joaquín es bastante ajeno a lo que ocurre a su alrededor, es decir, solo se centra en su vida y en la de su familia. Así que, si alguna vez te has topado con él, habrá sido en alguna reunión… pero tampoco es muy sociable que digamos.- Exclamó pensativa. No podría tampoco asegurar que tuviera ideales que se inclinaran hacia un bando u otro, pero no era algo que ambos pudieran conversar abiertamente. - Y bueno, nosotros atendemos Ottery Fitness por supuesto, y también disfrutamos de los servicios que el negocio ofrece. Déjame decirte que el spa es la mejor parte, aunque creo que Zahil tiene preferencia por el nado.- Observó las galletas de reojo y discretamente tomó una, dejando la taza de un té a un lado. - Ahora que lo dices, yo creo que Zahil por eso se esfumó cuando hablamos de la idea de hacer la poción… sabia decisión, debo decir.- Haciendo memoria de lo que había dicho, recordó que Zahil se había mostrado más entusiasmada ante el hecho de tener que hacer un casting para poder reclutar a un modelo que pudiera ser la imagen del negocio, y que lamentablemente ella no había podido estar presente, todo por andar preparando las dichosas galletas del mal. Miró con desconfianza lo que quedaba de la galleta que tenía en su mano, antes de terminarla; dudaba que los dueños de la librería tuvieran que recurrir a galletas con pociones para motivar a sus clientes. Escuchó con atención las palabras que Seba tenía que decir con respecto al bando. La ojivioleta al menos podía percibir que no había alguna nota de rencor en su voz, lo cual le alegraba de sobremanera, pues al menos recordaba que siempre había tenido al Granger en un concepto de persona tranquila y que no le gustaba meterse en problema. “Ojalá pudiera hacer lo mismo”, pensó de forma rápida, ya que sus pensamientos acerca de la Orden se habían distorsionado mucho a través de los años. - No me gusta afirmar o negar cosas de las cuales me puedo arrepentir después. – Dijo con cierta brusquedad, a manera de respuesta al hecho de que pudieran encontrarse dentro del bando una próxima vez. - Es decir, si me preguntaras ahora si quisiera volver, la respuesta sería un “no” rotundo. – Añadió esas palabras, para intentar suavizar lo que había dicho al inicio. - Tal vez más adelante pueda cambiar de opinión… aunque tampoco me gusta mucho eso de tener que retractarme de mis decisiones. – - Aunque claro, estamos hablando de un caso hipotético ¿cierto? – Exclamó la Granger, mientras observaba a su alrededor. - Nunca se sabe cuándo el mal volverá a acechar.- Un susurro con el suficiente toque de dramatismo, fue suficiente para sonreírle al joven de cabello castaño. - Yo no estoy segura de querer jugar un papel de heroína ¿y tú? – Preguntó con curiosidad. - Pero claro, no estás obligado a responderme. Si quieres cambiar el tema, estaré totalmente de acuerdo con eso. – No quería parecer fastidiosa con lo mismo, por eso aguardó expectante a la respuesta del mago. @@Seba Granger ¡PLOP! Jajaja
  22. La bruja sonrió, le divertía solo el imaginarse a su hermano con algún efecto secundario que afectara su apariencia. Conocía suficiente al Granger como para saber que eso lo pondría de tan mal humor que poco le faltaría para escupir fuego como un dragón (?). Se quedó pensativa durante unos instantes, mientras seguía a Seba hacia una mesa apartada para poder conversar sin interrumpir a las personas que estaban presentes y enfrascadas en la lectura. No sabía por dónde comenzar, todo le resultaba bastante vergonzoso: dos personas que no lograron hacer una simple poción como la gente. - Verás, - Exclamó mientras dejaba su gabardina a un lado de la mesa, tratando de que estorbara lo menos posible. - Creo que debo comenzar por la parte en que sí, tengo un hermano y es mucho mayor que yo. – Cierto ¿cuántas personas sabían acerca de ella o su familia y cómo estaba conformada? Muy pocas, de hecho. - Es una historia bastante extraña, no crecimos juntos y bueno, gracias a eso nuestra relación no es ni buena ni mala, por decirlo de alguna forma. – Claramente la Granger iba a omitir los detalles de cómo de ser una relación excelente entre hermanos, pasó a ser casi violenta, con agresiones verbales y físicas, peleas por cualquier cosa; también no diría que gran parte de las discusiones las comenzaba ella solo por tener a quién fastidiar. Aunque a pesar de todo, platicaban las cosas como gente civilizada de vez en cuando, hasta llegar al punto en el que ninguno de los dos cedía y los agradecimientos a los consejos se daban en ocasiones excepcionales. - Tenemos un negocio familiar, se llama Ottery Fitness, al cual puedes ir cuando gustes a ponerte en forma y claro, con un considerable descuento. – Valeskya hizo nota mental de volver a la librería con un regalo especial, para invitarlos a pasar a sus negocios y que conozcan lo que los Granger solían hacer. Y de paso sería una excelente excusa para volver a visitarlos, así no se volvía a repetir la situación de la última vez que se habían encontrado, tal y como el joven de cabello castaño se lo había recordado amablemente. - Digamos que Zahil, Joaquín y yo nos pusimos de creativos con eso de atraer a los clientes y se nos ocurrió que sería lindo ofrecer galletas que contuvieran una pizca de poción vigorizante.- Contuvo las inmensas ganas de poner los ojos en blanco. - Digamos que se trataba de una cuestión de resistencia al ejercicio, ya sabes… - Se inclinó de hombros. - La cuestión es que Zahil se fue y nos dejó a cargo de la poción, que gracias a Merlín solo ocasionó que cayéramos inconscientes durante algunos minutos… como acabas de decir, imagina que nos hubiera salido un tercer ojo o algo así.- Sintió un horrible escalofrío solo de imaginar esa situación, sería un golpe al ego de los Granger, que dicho sea de paso, muchas veces solía desbordarse. - En fin, despertamos y sin probar esas galletas, - Sonrió, respondiendo a la broma de su amigo. - Así es como terminé acá, tratando de pedir ayuda por telepatía y tal vez funcionó – Lo señaló, haciendo una clara referencia a su encuentro. Había algo en las palabras del ojiazul, que indicaba que quizás su vida había cambiado más de lo que esperaba, o al menos eso fue lo que percibió la pelinegra al escuchar la palabra “bando”. No estaba segura de querer abordar ese tema, pues temía dar una opinión que pudiera molestar al Granger que no era de su familia (?). Eso de andar debatiendo acerca del “mejor lado” o que quizás el final de la guerra mágica en realidad no lo era, solía ser un tema demasiado sensible para muchos; la bruja concluyó en que lo mejor sería comentar las cosas con cierta cautela. - Lamento mucho que te hayas retirado de “ya-sabes-dónde”.- Sonaba gracioso el modo en que había mencionado a la Orden. - Desde mi punto de vista, eras parte muy importante, muchos años y todo eso. Aparte de que es difícil dejar todo eso atrás. – Dijo con real sinceridad. - Aunque, si me permites opinar… si alguna vez regresan, considero que sería buena idea que volvieras a formar parte de eso, serías un excelente profesor para enseñar amor y lealtad hacia un bando. – Las últimas palabras las dijo en un susurro apenas audible. - Y bueno… creo que te puedo aceptar un té, como castigo a tu descortesía. – Dijo en broma, y sonrió. @@Seba Granger
  23. Valeskya Granger

    Inscripciones

    Nick: Valeskya Granger ID: 73699 Libro de Hechizos: Libro de la sangre Justificante de compra del libro (Link al post del concilio de la bóveda trastero): Acá Rango social: Dragones de bronce Nivel de Magia: IX Fecha aproximada de aprobación EXTASIS o de salida de la Academia (versión anterior): Septiembre 2009. Link a la bóveda: Bóveda Link a la ficha: Ficha
  24. Valeskya respondió al saludo de su amigo con un abrazo, pocas veces solía hacer eso con las personas que conocía, aunque claramente tenía que ver con que ella no solía hablar mucho con la gente, salvo con su círculo más cercano, que era su familia. El hecho de tener que socializar con alguien ajeno a ese entorno en el que estaba acostumbrada a estar, la ponía en una situación de apatía. Había sentido un enorme alivio el ver a un rostro conocido, era como si se encontrara con parte de su pasado, era de los pocos recuerdos agradables que podía rescatar de aquella época y por eso había reaccionado de esa forma. - Gracias – Respondió a la bienvenida, ya con un tono más natural en su voz. - Perdona el escándalo, no estoy acostumbrada a guardarme las cosas que pienso y olvidé que estamos en un lugar tranquilo.– Se sintió algo avergonzada, al darse cuenta que, a pesar de vivir dentro de la misma comunidad, se habían frecuentado tan pocas veces, que justamente había tratado de disimular lo mejor que había podido, el hecho de enterarse que tenía un local en el callejón. “…Y uno muy bueno”, dijo la ojivioleta para sus adentros, mientras echaba un vistazo a todo su alrededor. Sintió un impulso de comenzar a revisar cada libro y devorar con avidez el contenido de cada uno. Sacudió con brevedad la cabeza, tratando de recordar el motivo por el cual se encontraba allí. - Estoy bien, gracias por preguntar. – Respondió la Granger casi de forma automática, a pesar de que decir la palabra “bien”, era demasiado poco como para todo lo que le hubiera gustado decir y que se contenía para no asustar al joven que estaba frente a ella. Sintió la necesidad de comenzar a contar todo lo que había pasado desde la última vez que se habían encontrado; habían transcurrido varios años, aunque para la ojivioleta sentía que todo había sido en un abrir y cerrar de ojos. Suspiró casi de forma inconsciente, casi sintiéndose liberada; agradeció internamente el tener que encontrarse con él, aunque en un lugar algo extraño para poder socializar. Desde que había vuelto a Ottery, casi todo le resultaba vacío, no solo hablando en un sentido físico, sino que era algo más profundo para la bruja. Sentía que desde que había dejado la Orden la primera vez, todos los recuerdos y las personas que habían formado parte de eso, se habían esfumado por completo. ¿Por qué? No estaba segura de que fuera algo cierto, pero era así como ella lo percibía. Se dio cuenta que ese pasado había sido algo muy importante para ella y estaba segura de que Seba sería de las pocas personas que podían entender ese sentimiento. Aunque no estaba allí para hablar de todo eso, no sabía si él estaría ocupado o simplemente no tendría ánimos para platicar; se centró en hablar sobre el motivo de su visita. - De verdad no sabes cuánto me alegra encontrarte – Dijo al cabo de unos instantes. - Yo estoy aquí porque… eh… - ¿Qué sería más vergonzoso? ¿Reconocer que no sabía que él era uno de los dueños del local o aceptar que era pésima en pociones? - Verás, hace poco mi hermano y yo quisimos preparar unas galletas que llevaran una poción y todo salió mal. – Inconscientemente, se llevó la mano a la cabeza. - Solo nosotros la probamos y hubo consecuencias… espero que no tan graves. – - El punto de la historia es que pensé que quizás habría algún libro que tuviera mejores explicaciones y que no sea tan antiguo, ya que gracias a eso, acabamos por confundirnos más. Y por eso estoy aquí, aunque francamente esta visita sirvió para encontrarte. – Sonrió brevemente y añadió. - También conté todo esto, para dejar la pregunta más importante a lo último y así puedas contarme primero: ¿Cómo has estado? – Finalizó, contenta de tener la oportunidad perfecta para poder salir de su rutina por unos instantes y quizás poder tener una conversación agradable. @@Seba Granger
  25. Tantos años transcurridos, tantas veces que había pasado por allí y aun así, tenía una sensación de extrañeza al estar de pie frente aquella edificación. House of books sin duda era el mejor lugar para pasar un grato momento de lectura y seguramente tenía lo que Valeskya estaba buscando, o eso era lo que esperaba. Solo de recordar lo que había pasado con su hermano mientras estaban experimentando con una simple poción, encendió las alarmas para ambos. Tenía que buscar algo adecuado para las pociones y que estuviera explicado a detalle, como para la comprensión de un niño de ocho años. Todavía le daba vueltas la cabeza, consecuencias de haber tomado aquella poción; “esto pasa por andar de arrogantes creyendo que todo saldría bien”, pensó la ojivioleta con amargura, mientras entraba al local, al tiempo que en su rostro se dibujaba una mueca de asombro: todo se veía espectacular, los libros acomodados de forma que resultaba atractiva y sobretodo, la tranquilidad que solía haber ese día, ya que las últimas veces que había pasado por allí, solía estar atestado de gente. Un embriagante aroma a café, llegó hasta ella, como si fuera una clara invitación a pasar un rato agradable de lectura. La Granger se quitó la gabardina color miel que llevaba puesta ese día, dejando al descubierto un conjunto de pantalón, blusa y botas largas, todo en un color negro. Sintió enseguida aquel calor provocado por una chimenea que estaba en algún lado que ella no alcanzaba a ver. “¿Será una chimenea, o se tratará de algún hechizo?” Se preguntó la joven, al recordar que había magos que podían cambiar las condiciones climáticas en interiores. Tomó nota mental de que sería un nuevo libro en qué buscar. - Ahora… ¿por dónde debo empezar? – Más allá, vio a unas pocas personas sentadas, demasiado concentradas en lo suyo; la ojivioleta tuvo ganas de hablar en voz alta, para preguntar si había alguien atendiendo o al menos para conocer la dinámica del negocio, para no hacer algo erróneo y pasar alguna vergüenza innecesaria, pero contuvo sus ganas de llamar la atención y que la pudieran echar por algo así. Caminó, mientras veía algunos textos que parecían ser obras de arte escrita por muggles, o eso supuso al ver títulos como: “cocina fácil”, “cómo manejar tus finanzas”, entre otros. Al final, vio una escalera y vio que uno de los asistentes al negocio subió sin dudarlo, cosa que hizo suponer a la joven que el negocio era mucho más amplio de lo que se había imaginado. No pudo evitar esbozar una breve sonrisa al ver que sin duda House of books se trataba de un paraíso para los lectores. ¿Pero cómo saber dónde tendría que buscar entre todos aquellos libros? Con resignación, se dio cuenta de que tendría que preguntarle a aquel extraño que se encontraba de pie, revisando algo en las estanterías. - Esto… hola… - La joven Granger habló casi en un susurro. No pudo evitar poner cara de sorpresa al ver de quién se trataba. - ¡SEBAAAAAAA! ¡QUÉ SORPRESA VERTEEE! – Olvidó que se debía guardar silencio e hizo caso omiso a las miradas de furia que las pocas personas que estaban allí, le habían dedicado. No le importó, se sintió aliviada de ver al menos un rostro conocido, cosa que tenía mucho tiempo que no sucedía. @@Seba Granger

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