Lukyan A. Volkov

Premio obtenido: Ventaja para la gala: 1 Ticket para lotería Rol

A medida que avanzaba por el pasillo, el aire se volvía más pesado, cargado de una energía palpable que le erizaba la piel. El eco de sus pasos resonaba en las paredes de piedra, pero pronto, un sonido distinto interrumpió la quietud: un sutil crujido bajo sus pies. Lukyan frunció el ceño, su instinto de supervivencia aflorando. Se detuvo en seco, sus ojos escaneando el entorno en busca de señales de peligro. La luz de su varita titiló, proyectando sombras que danzaban sobre las paredes. De repente, una flecha afilada salió disparada desde una de las paredes, justo en su dirección. No tuvo tiempo de reaccionar completamente, pero, en un reflejo, su mano se movió hacia el bolsillo donde sacó lo primero que encontró: un osito mediador, el mismo que había comprado en una ocasión anterior en el Magic Mall. Sin pensarlo, lo levantó en un intento desesperado de bloquear el proyectil. La flecha chocó contra el cuerpo de la criatura mágica, que absorbió el impacto como si fuera un escudo de energía, deteniendo la flecha en seco. La punta de la flecha se hundió en el osito, pero no pasó de ahí. La magia que emanaba de la criatura disipó la fuerza del golpe, y el proyectil cayó al suelo sin causar daño alguno. Casi de inmediato, Lukyan retiró la flecha del osito y la sanó con un *Episkey*. Lukyan, atónito por lo que acababa de suceder, respiró hondo. El osito mediador, aunque pequeño y aparentemente frágil, había actuado como un protector formidable. Sintiéndose más tranquilo pero aún en alerta, continuó avanzando con más cautela, sabiendo que las trampas del laberinto no eran algo que pudiera subestimar. A medida que avanzaba por el pasillo serpenteante, el mapa se convirtió en su única guía, pero cada paso que daba parecía más incierto. El laberinto de Slytherin no era solo un conjunto de paredes, sino una prueba, un reto tanto físico como mental. Las trampas, que no solo implicaban flechas o mecanismos sencillos, también jugaban con la mente, creando ilusiones y desorientando a quien osara entrar.

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Premio Obtenido: Ventaja para la gala: Mapa del Merodeador Rol

Lukyan cayó de rodillas, agotado, mientras el eco del rugido del dragón se desvanecía en el aire. El brillo de su varita palidecía mientras la magia se desvanecía, y por un momento, todo quedó en un silencio absoluto. En su pecho, el ritmo de su corazón comenzó a calmarse, aunque las quemaduras y cicatrices seguían ardiendo, recordándole la feroz batalla que acababa de librar. A pesar del alivio de la victoria, algo dentro de él seguía inquieto. La cueva, aunque parecía tranquila, guardaba secretos que aún no había descubierto. Decidió continuar avanzando, moviéndose con cautela hacia el resplandor que lo había atraído inicialmente. A medida que caminaba más profundo en la cueva, algo en el aire comenzó a cambiar. La temperatura subió repentinamente, y las paredes rocosas se volvieron más lisas, como si estuvieran hechas de una sustancia desconocida. Finalmente, llegó a un pequeño altar de piedra, sobre el cual descansaba un objeto inconfundible: un mapa antiguo, enrollado y con bordes dorados que brillaban tenuemente. Lukyan, con una mezcla de curiosidad y cautela, se acercó al altar y desenrollo el mapa. En su superficie, las líneas brillaban de manera extraña, como si se estuvieran trazando en el mismo instante en que las miraba. Con un suspiro de asombro, se dio cuenta de que lo que tenía ante él no era un simple mapa. Era un mapa hacia un laberinto, y no cualquier laberinto: uno que había sido oculto durante siglos, lleno de trampas y maravillas, diseñado por Salazar Slytherin en sus últimos días de vida. Los dibujos en el mapa eran complejos, con símbolos que Lukyan no reconocía, pero que, de alguna manera, sabía que tenían una relación directa con la magia antigua, y tal vez incluso con la misma fuente de poder que había usado para derrotar al dragón. Una corriente de emoción recorrió su cuerpo. Si ese mapa llevaba a un tesoro, como él había esperado, entonces no era cualquier tesoro, sino algo de valor incalculable, algo que había permanecido oculto por generaciones. Guardó el mapa con cuidado, asegurándose de que no se deslizara de sus manos temblorosas. Sabía que lo que estaba por enfrentar no era algo trivial, pero la posibilidad de encontrar algo más grande que cualquier tesoro material le dio la determinación que necesitaba. Con un último vistazo al altar, giró y comenzó a avanzar por el estrecho pasillo que se extendía ante él.

Ventaja para la gala: un ticket para la lotería Rol

Todo a su alrededor se había desvanecido, en ese momento solo existían los dos y el profundo amor que tenían por el otro, combinado con el deseo y la pasión que sentían cuando las manos del otro recorrían su cuerpo. Lukyan luego de la afirmación de Kaori, deslizó el vestido por la piel de la nipona haciéndolos parte de la decoración de aquella habitación. Las manos del Ruso recorrían cada parte de la piel expuesta de Kaori, como si estuvieran trazando un mapa del deseo y la pasión que sentía por ella. Comenzó por su cuello, deslizando sus dedos con delicadeza por su suave piel, para luego bajarlos por sus hombros y continuar por su espalda. Él quería tocar cada centímetro, sentir cada pulso, cada suspiro que escapaba de sus labios. Volkov siguió bajando por su abdomen, tocando la suavidad y calidez de su piel. Sus manos iban y venían, explorando, acariciando, y provocando escalofríos en todo el cuerpo de Kaori. Él sabía qué lugares tocaban su cuerpo, cómo responder a cada caricia, cómo hacer que su respiración se acelere y sus ojos se llenen de deseo. Para él, nada más importaba en ese momento, solo ella y el amor que sentía por cada parte de su ser. Las manos de Lukyan exploran cada centímetro de la piel de Kaori, provocando sensaciones que la hacen estremecer de placer. Después de recorrer su abdomen e inferiores, sus manos suben de nuevo por los costados de Kaori, acariciando sus costados y espalda, hasta llegar a su cuello. Allí, comienza a besarla suavemente, dejando un rastro de besos y caricias en todo su cuerpo. Sus labios se mueven con suavidad, dejando besos en su cuello, mandíbula, y mejillas. Lukyan, sin poder resistirse más al deseo, toma a Kaori en brazos y la lleva hacia la cama, colocándola con delicadeza entre las sabanas. Él la mira y decide empezar a recorrer aquel cuerpo que tanto desea con sus labios y lengua, solo que está vez no se salta aquellas zonas aún cubiertas con tela, sus manos lograron quitarla en segundos, antes de que su boca se adueñara de ella, pasando su lengua deleitandose con el sabor de la pelinegra. Se coloca encima de ella, y con sus manos continúa acariciando su cuerpo, solo queda una prenda en ella. Pero los suspiros y gemidos de ambos inundan la habitación dejándose llevar.