La matriarca Black Lestrange, regresaba a Londres después de más de tres años desaparecida en el mundo muggle, aquel mundo que tiempo atrás había querido destruir. Pero que lamentablemente, la dejó sin poder hacer nada más que adaptarse a él, debido a la pandemia que los aquejó durante lo que parecieron décadas, acabando con la vida de miles de personas, destrozando familias y dejando un halo de dolor que era casi posible palpar en el ambiente.
Su aspecto, si bien no había cambiado algo en su interior sí, no era la misma bruja despreocupada, arrogante y caprichosa de antaño. No, se encontraba perdida y sin siquiera conocer el sentido de su vida. Necesitaba reencontrarse, sentirse querida y amada entre los suyos o los que decían eran los suyos… los Black Lestrange. Aquella familia por la que tanto había dado y estaba dispuesta a seguir dando, porque a pesar del paso del tiempo y de no ver a ninguno de los miembros de la misma, era capaz de sentirlos presentes, en alguna parte del mundo mágico o no mágico.
Así que en cuanto la silueta de una mujer de rubios cabellos y cuerpo esbelto se logró visualizar en los jardines de la mansión, los elfos domésticos no se sorprendieron, sabían que Mia había vuelto. Y con su grácil andar, ingresó a la casona, mirando todo a su paso y notando que estaba vacío el lugar, limpio pero vacío. Era obvio que tenía cierto tiempo, sin ser habitado y eso por extraño que pareciere no le sorprendió, sino todo lo contrario porque la familia había crecido y madurado, dejando el nido.
-Avisen a Cillian que estoy aquí. -fue todo lo que dijo, antes de subir a su habitación, dejando las palabras al aire y esperando que sus fieles elfinas domésticas cumplieran con su orden y llevarán al mago ante sus ojos, ¿por qué él? No sabía, pero lo requería algo en su interior se lo decía.
@ Cillian