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Adrian Wild

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Todo lo publicado por Adrian Wild

  1. Señor Ministro, reunión urgente, debe atender
  2. Bien, bien, bien. Lo que me gusta :3 jajaja
  3. Adrian Wild

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    Motivo de lanzamiento (si es el diario, con fecha): Tirada Diaria - 03/11 Resultado del dado: 4, 1, 2, 5, 3, 4 = 19 Premio obtenido: 19. 1000 Galeones
  4. Solté una gran carcajada ante las palabras del retenido. ¿De verdad creía que me herían aquellos ataques de perro malherido y manipulador? Me dolería si aquello me lo dijera mi hermana, porque ante ella sí que no podría excusarme, pero lo que opinara o pensase aquel indeseable sobre mí, o lo que pudiese siquiera insinuar, me daba completamente igual. Sí, debía reconocer que estaba bien informado, y me sorprendía que tuviera tantos datos de mí, pero tratando de manipularme emocionalmente era como evidenciaba que se sentía acorralado y ansiaba volver a estar libre. Retomé la compostura tras descargar toda aquella energía en la sarcástica risotada, y miré con profundo asco a aquel hombre. — Creo que no lo estás entendiendo. —Saqué a Dror de uno de mis bolsillos y apunté a Derhorm a la cara—. No hay negociación posible. Si tú estás aquí es porque te tenemos retenido y todavía tenemos el tiempo suficiente para que nadie, ningún secuaz ni compinche tuyo pueda actuar por notar tu ausencia. Seguramente todavía estemos dentro de los márgenes de tiempo que esta agradable soirée que ha preparado Ada nos brinda para que piensen que estás "disfutando" de la velada. Con un rápido movimiento de la varita silencié al hombre y me acerqué a él, colocando después la punta de Dror en su sien izquierda. — Y te aseguro que en menos de una hora soy capaz de extraer hasta el último recuerdo de esta cabecita y conseguir la dirección de los niños o, por lo menos, tus últimos movimientos. Lo que me gustaría ver es cómo quedarías si destruyo información crucial y vital... No sabes lo increíble que es el cerebro y lo que puede provocar cualquier mínimo desajuste. —Sonreí; sabía que jugaba con fuego, pero aquel hombre había sacado monstruos que solía mantener a raya, sobre todo en presencia de mis allegados—. Dime, ¿te has planteado tener que volver a llevar pañales alguna vez? No iba a permitir que aquel ser consiguiera que bailásemos al son de su flauta. Si tenía que arriesgarme íntegramente, lo haría. Por supuesto que no pondría en riesgo la vida de los niños, pero sabía que en aquel momento, Derhorm estaba completamente incomunicado y por lo menos teníamos un margen de dos horas más hasta que sus ayudantes pudieran sospechar de no recibir noticia alguna por parte de su jefe. Estábamos cubiertos. Si en ese tiempo no conseguíamos nada, tendríamos que replantearnos la jugada. Me giré para mirar a Sagitas, Matt y la mujer francesa. — ¿Qué decis? ¿Empiezo a extraer o necesitáis hablar con él antes de dejarle... Diferente? En menudo berenjenal me había metido yo solito. @ Sean -Ojo Loco- Linmer @ Sagitas E. Potter Blue @ Matt Blackner @ Ada Camille Dumbledore
  5. Perfl: https://www.harrylatino.org/profile/83911-adrian-wild/ Bóveda: https://www.harrylatino.org/index.php?showtopic=78776 Puzzle: https://i.imgur.com/RNjn60i.png
  6. @ Kaori M. No seguido no que no ceno ni hago nada leñe jajajaja
  7. Lalalalalalalalalkalalalalalakakkakalalalaljskdidbxjekeoskhsyfuenwb Fuego
  8. Adrian Wild

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    Motivo de lanzamiento (si es el diario, con fecha): Tirada Diaria - Día 3 (02/11) Resultado del dado: 1, 2, 3, 1, 6, 1 = 14 Premio obtenido: 14. Sigue intentándolo.
  9. Cuando me quise dar cuenta, Sagitas había desaparecido entre la muchedumbre que se arremolinaba alrededor del nuevo Ministro y Matt ya estaba eligiendo los mejores bocados que se ofrecían en una de las mesas repartidas por el espacio. Valoré si acercarme a saludar a Ellie, pero no quería interrumpir su conversación con aquel hombre al que reconocí tras dar unos pasos en la dirección que me permitía verle mejor; al parecer la mujer de habilidosas manos y creativo pensamiento parecía conocer de cerca al anterior mano derecha del Ministro Despard. No, definitivamente no iba a integrarme en aquella conversación. Volví a echar una ojeada a las mesas a ver si encontraba a Matt, pero ya le había perdido. En su lugar, avisté el elegante porte de mi sobrina Ada que parecía haberse unido al convite. Me acerqué a ella, no sin echar antes un rápido vistazo a los alrededores para ver si encontraba a Darla. Como esperaba, la había perdido también entre tanta gente levantada y movilizándose de nuevo a sus respectivos trabajos. — ¿Recomienda algún bocadito en concreto la señora ministra de Francia? Si he de fiarme del criterio gastronómico de alguien, sería del suyo, sin duda alguna. Siempre me hacía gracia tratarla de usted teniendo en cuenta la gran cantidad de años que nos separaban, sólo por hacer renombre a su posición política y su siempre elegante actitud y apariencia. Pero en lo que no bromeaba era en que la tenía en muy alta consideración en cuanto a gusto estético y gastronómico. Siempre había considerado que las personas con la capacidad para crear ese aura reluciente a su alrededor eran, en el fondo, capaces de ver y valorar lo más exquisito, aunque no siempre pudiera ser aquello que agradaba a las masas. Aproveché la bandeja que sostenía un joven camarero pasaba por nuestro lado con tres copas de champagne y tomé una para chocarla con delicadeza contra el cristal de la que sostenía Ada entre sus dedos, mirándola fijamente a los ojos con un gesto de locura y dándole un amplio sorbo al dorado líquido. — Por ti —dije tras beber. Ya habría tiempo de brindar por el nuevo ministro, Ludwig Malfoy, si es que de verdad era merecedor de ello. Pude ver durante unos segundos la pelivioleta cabellera de mi hermana entre los que rodeaban al Malfoy y justo al mirar hacia el otro lado, vi a Matt a lo lejos, cada vez más cerca de los límites del atrio. Intentaba escapar sin ser visto. — ¡Matt! —grité haciéndole una seña para que se acercase a nosotros. Sabía que aquella puesta en evidencia le molestaría, pero me divertía hacerle sonrojar y no iba a permitir que se encerrase en su despacho y volviera al trabajo mientras nosotros alargábamos un poco más el convite y disfrutábamos de charlas distendidas. Luego tendría todo el tiempo del mundo para estar solo y aburrirse. @ Ada Camille Dumbledore @ Matt Blackner
  10. Me mantuve en silencio, apretando los puños y por detrás de todos ellos. Darla había tenido que salir corriendo a "algo más importante". Aquello me había dado rabia. ¿Cómo podía ser más importante que encontrar a los pequeños de la Potter Black? Ni siquiera había podido explicarle lo que sucedía, ¡así no podía valorar si era o no era más importante! Pero en verdad, había sido mejor así. Sagitas mi hubiera matado por no hacerle caso cuando me gritó que no involucrásemos al Ministerio en todo esto. Yo quería confiar en todos aquellos que nos apreciaban dentro de este, y en la habilidades de grandes magos y brujas que trabajaban en él, pero sin saber el paradero de los niños era normal que temiesen por sus vidas. Contemplaba asqueado cómo aquel hombre cuyo aspecto fácilmente podría asociarse al de un cadáver, una alimaña, se divertía con toda aquella situación y ponía constantemente contra las cuerdas a mi hermana, a mi sobrino y hasta a aquella mujer que parecía encargarse de los cuerpos de seguridad del Ministerio francés. Apretaba mis dientes cada vez que le veía sonreir. Pero mi paciencia se agotó cuando quiso acordar intercambiar a Babila por uno de los niños. Pretendía hacerles elegir entre los críos. No sé de dónde salió la fuerza, ni el impulso, para abalanzarme hacia él y darle el certero puñetazo que le di en toda la mejila, provocando que su cabeza rebotara en el aire. Me quedé parado de pie frente al hombre, respirando con fuerza y todavía manteniendo la postura en la que el puñetazo me había dejado, con el puño en el aire, cerca de su cara. — No te conozco, pero tú a mí tampoco. Y te aseguro que no pienso liberarte ni permitir que nadie lo haga hasta saber que los niños están bien y que nos vas a llevar con ellos —dije todo aquello del tirón, todavía con los dientes apretados y toda la tensión en el cuerpo—. No creo que estés en posición para determinar condiciones. Te hemos pillado, ¿qué te hace pensar que puedes seguir mangoneándonos? Nos dirás dónde están, iremos a por ellos, y luego te pudrirás en Azkaban. Y si te atreves a siquiera pensar que podrás escapar, yo mismo me encargaré de matarte. ¿Lo has entendido? De pronto entendí aquello que había estado mal durante tanto tiempo, y sufrí de golpe todo el dolor que imaginaba por el que había estado pasando mi familia, y yo no me había ni siquiera enterado. Eso fue lo que me hizo reaccionar de aquella manera. Y si querían que resolviésemos nosotros el problema sin ayuda del Ministerio, no iban a achantarme unas cuantas sonrisas pedantes y un manojo de falsas palabras. Aquel hombre no se iba a salir con la suya. @ Ada Camille Dumbledore @ Sean -Ojo Loco- Linmer @ Matt Blackner @ Sagitas E. Potter Blue
  11. Llegué a la sala seguido de Eric. Todavía no había mucha gente así que pudimos situarnos en una de las filas centrales de asientos, un poco hacia el lateral derecho. Quería pasar lo más desapercibido posible, pues otros cargos ministeriales ya sabían quién era el responsable de la paralización en Stonehenge y quería evitar las miradas de presión y reproche que me lanzaban cada vez que me los cruzaba por el edificio —que a pesar de ser amplísimo, parecía siempre tener la suerte de coincidir con alguno—. Rory no tardó en comparecer. Todos sabíamos que aquella sería su última aparición en público y que era su forma de despedirse de su posición. La sala no se llenó tanto como esperaba; aún así, me mantuve quieto en el sitio. Si nos movíamos llamaríamos más la atención. No despegué la mirada de la tarima en ningún instante y escuché atentamente lo que el saliente Ministro de Magia nos comunicaba. Cuando terminó, el silencio se apoderó de la sala y casi no hubo nadie que quisiera iniciar la ronda de ruegos y preguntas. Mantuve una expresión impertérrita durante unos instantes, antes de levantarme de mi asiento e indicarle a Eric que regresáramos a la oficina. — Wild, ¡Wild! —escuché a mis espaldas, cuando apenas salíamos del auditorio. Chaqueé la lengua y solté un profundo suspiro antes de girarme hacia aquella voz. Efectivamente, era Frederick, uno de los máximos responsables de la seguridad del monumento rocoso—. ¿Ya querías escapar? Necesitamos la resolución de tu oficina para retomar las actividades en Stonehenge. Ahora que vamos a estar completamente al descubierto, tenemos que pautar las medidas sobre la zona. Sonreí sin ganas. Su actitud invasiva y sobrada me causaba una inevitable repulsión. — Mañana por la mañana tendréis la resolución en vuestros escritorios. Buen día. Aquella fue toda mi respuesta y ya iba a retomar mi camino cuando la manaza de aquel hombre me frenó, apoyándose sobre mi hombro. — Un momento. ¿Eso quiere decir que se podrán iniciar investigaciones? Fruncí los morros antes de girarme y contestar: — Eso quiere decir que mañana tendréis la resolución —dije, tajante. Supe por su expresión que mi tono no le gustó ni un poco, pero no le di mayor importancia. Eric le dedicó una mirada de disculpa que no quise reprocharle más tarde cuando subíamos por el ascensor a nuestra planta. No iba a pedir disculpas por hacerme respetar. Era más que consciente de lo que había supuesto aquel retraso en la decisión de mi oficina para con las investigaciones que podrían hacerse sobre lo ocurrido en Stonehenge, pero no iba a dejar que mi parte de autoridad y responsabilidad fuera subestimada. Había tenido mis razones para retener las acciones en aquellos portales, y así había actuado en consecuencia, le pesara a quien le pesase. — Eric, en una hora te paso la resolución redactada para que la firmes también y la envíes a las oficinas principales. Que se encargue el equipo de prensa del Ministro de publicar mañana lo que acuerden en pautar el Departamento de Seguridad y la Oficina del Ministro respecto a las actuaciones en Stonehenge. El muchacho asintió y retomó sus labores en su escritorio y yo me adentré en mi despacho para redactar la tan ansiada resolución que permitiría al resto de departamentos organizar expediciones controladas a aquellos mundos y pautar las medidas de seguridad necesarias para ello y para evitar más asaltos. Ya vería cómo solucionar lo de aquel incauto aventurero que se había colado en uno de los mundos sin que nadie se diera cuenta. Con suerte, alguna de aquellas expediciones daría con él. En menos de una hora le entregué el pergamino a Eric y ambos lo hubimos firmado para que hiciera las copias y se las enviara a los departamentos correspondientes. No permitiría que nadie pudiese alterar aquellos mundos o hacerse con más minerales elementales sin que nosotros lo supervisásemos. Debíamos tener mucho cuidado con los efectos que aquello pudiera causar. Y todavía teníamos que encontrar junto con Darla a la mujer que había activado aquellos portales.

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