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~ House of Books ~ (MM B: 103943)


Seba Granger
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La oscuridad caía sobre el callejón y ella caminaba por él, envuelta en la capa de viaje, con la capucha echada sobre su rostro casi. No le importaba que la primavera ya hubiera llegado, sus botas marcaban su casi marcial paso, por sobre la rodilla destacando sus pantorrillas y no dejando casi ver el pantalón negro al cuerpo que llevaba esa noche. Se detuvo unos segundos escuchando. No había nadie más en aquel lugar, el tiempo parecía haberse detenido.

 

No quiero regresar pero sé que debo se había dicho más a sí misma que a sus parientes al abandonar la Dumbledore, no había querido esperar más o no tendría el valor, ni la oportunidad.

 

El viento se arremolinó a su alrededor cuando retomó el camino, aparecerse era una opción, pero necesitaba pensar. Cuando llegó al local apoyó su varita sobre la puerta y susurró unas palabras en pársel mientras dibujaba una runa antigua. Sus elfos sabían que debían activar aquel hechizo durante la noche. En cuando la puerta destelló apoyó su zurda para abrirla y tras entrar detuvo con la mano la campanilla, el mismo gesto que siempre hacía Seba cuando llegaba.

 

El aroma a café aún seguía en el aire, mezclándose con el más fuerte aroma de la tinta y el papel, de los pergaminos y la madera. Cerró la puerta tras ella y pensó en dejar la capa en el armario junto a la puerta pero desistió, mientras encaminaba sus pasos hacia la escalera para ir a los pisos superiores. Atravesó la sala del bar en el piso superior y continuó hacia la escalera que llevaba al departamento. Allí no pudo avanzar más y quedó con ambas manos apoyadas en los pasamanos de la misma, observando hacia arriba y por primera vez en meses se permitió llorar. Nadie sabía cuánto de humanidad había recuperado a su lado y cuán dispuesta había estado a sacrificar su inmortalidad por él, aún lo haría daría hasta su vida a cambio de un minuto más a su lado… pero estaba allí sola, con miedo a llegar a su habitación, siempre tan llena de vida y calidez y hoy tan fría y vacía sin su Seba.

 

Se armó de valor y terminó de subir...

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Sus verdes ojos enfocaban la ventana, aunque no estaba mirando nada en particular. Pese a haber llegado al lecho bastante cansada, su mente se había negado a tal desconexión. Si bien hacía el esfuerzo de cerrar los ojos y vaciar su cabeza, el mar de pensamientos la volvía a invadir haciéndola dar una y mil vueltas, en un intento de librarse de ellos. No era posible, se rindió y les dio rienda suelta.

A su lado, sentía la pausada respiración de su pareja le indicaba que él sí había logrado dormir. Le pareció poco prudente continuar aquella batalla allí tendida, corriendo riesgo de interrumpir el pacífico sueño del Black.

Se incorporó y buscó su ropa a tientas, vistiéndose con mucho cuidado para no hacer mucho ruido. Sabía que podía circular en camisón por el castillo, era su hogar y no habría problemas en ello, pero aún se sentía una intrusa en un sitio que no conocía a pleno, así que prefería no hacerlo.

En un primer momento, fue hacia la cocina a preparar un té, luego se sentó a beberlo en la sala. Fue entonces cuando su mente empezó a ser más violenta con los recuerdos que le obligaba a revivir una y otra vez. No podía evitarlo, se trataba de la muerte de su hermano. El poder observarla tan de cerca gracias a los recuerdos de Luna había resultado demasiado shockeante. Tal vez había sido un error, tal vez.

No dejaban de desfilar por su cabeza los rostros de los presentes, los movimientos de cada uno y aquel brutal desenlace. Agradecía, en parte, que esta vez los estaba repasando despierta y no entre sueños, pues ya le había sucedido un par de veces y se sentía aún peor. Pese a que la impotencia que se instalaba mientras los repasaba era difícil de sobrellevar.

Terminó su té. El sueño, se había ido por completo. No lograría dormir esa noche.

Fue entonces cuando un rostro se instaló en su mente por sobre los demás. “Darla” pensó y se incorporó. Intentaría encontrarla. Necesitaba saber por qué aquellas mujeres no habían denunciado el accionar de Aaron, lo habían visto, sabían quién era. El mortífago había acabado con la vida de su hermano frente a Luna, Sophia y Darla. ¿Por qué continuaba impune? ¿Por qué nadie había hecho nada? De tan solo pensar en ello su estómago se revolvía y su respiración se tornaba costosa.

Decidió ponerse en marcha ¿dónde podría encontrar a esa mujer? No sabía dónde vivía actualmente, o al menos no lo recordaba, pero sí recordaba un local que le pertenecía, bueno, a ella y a Seba… había sabido de la partida de quien había sido su ahijado poco tiempo atrás, pero no terminaba de asimilarlo.

Con todo eso en mente emprendió viaje hacia el Callejón, apareció a un par de locales y enfiló decidida su paso hasta allí. Las botas sin tacón apenas producían sonido mientras avanzaba, su vestido color café se mecía con mucha suavidad con su andar. Nadie había en la calle para percatarse de su presencia ni de su apariencia. Una vez de pie fuera del local, que lucía cerrado, alzó su diestra y llamó golpeando suavemente. Luego tomó su varita con firmeza. No buscaba conflictos, solo saber la verdad.

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El sonido de la puerta la sobresaltó. Miró la hora y no entendió quién podía venir a esa hora al local, sin duda debía ser una emergencia o… no quería pensar en las opciones. Continuaba en la sala del departamento y se había envuelto en una manta, aunque estaba descalza aún llevaba el pantalón ajustado y una remera mangas largas, al cuerpo también.

 

Se puso de pie y tomó la varita que estaba junto a ella en el sofá para aparecerse en la planta baja y acercarse a la puerta. Su mirada castaña reflejó la sorpresa al reconocer a la mujer al otro lado de la puerta. El que te vayas de los bandos hacía que te desmemorizaran, pero Darla siempre había jugado con un as bajo la manga. Scarlet podía estar dormida dentro de ella y compartir parte de su mente, pero la bruja sabía ocultarse bien para mantener los reflejos de los recuerdos que veía a través de la tiniebla que eran para ella los recuerdos de la Potter Black y sabía por ellos que Mica e incluso Aghata habían sido importante para ella en el pasado y había sido la madrina de Seba. ¿Sería acaso que venía por él? El mago la había apreciado mucho y le había dolido su desaparición, pero ya no había nada que ni una u otra pudiera hacer.

 

—Mica —su voz seguía reflejando sorpresa —¿ha ocurrido algo? —su mente había corrido en un primer momento al pasado, pero la última vez que se habían visto había sido en la Potter cuando ciertos muffins habían hecho estragos en sus mentes o en algunos casos en todo su organismo.

 

—¿Quieres pasar?

 

@@Mica Gryffindor

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  • 1 mes más tarde...

Fueron apenas segundos que se hicieron eternos, aquellos que transcurrieron desde in instante en que llamó a la puerta del cerrado local y el que empezó a escuchar movimientos dentro. Era evidente que no estaba vacío, lo cual la llevó a pensar que al menos sus preguntas lograrían ser formuladas. Cuando la puerta se abrió y por fin tuvo a Darla frente a ella, las palabras parecieron escapar de su mente, esconderse y dejarla muda por unos instantes en que solo pudo afirmar ante la invitación a pasar al interior del recinto. 

Hola, yo... —murmuró en un primer momento, intentando aclarar su mente. Estaba molesta y dolida por lo visto en los recuerdos de Luna ¿acaso nadie iba a acusar a quien mató a su hermano? ¿Cómo podían seguir con sus vidas con tal verdad en la conciencia?— No podía dormir, y me temo que si no tengo esta charla contigo me costará mucho volver a hacerlo... se trata del día en que Elvis fue asesinado —era un modo brusco y poco común de iniciar una charla, pero no podía irse con rodeos, a fin de cuentas ella sabría más que bien por qué estaba allí con esos datos.

Miró alrededor, agradeciendo que el sitio se encontrase vacío más allá de la presencia de ambas, no eran temas que charlaría frente a alguien más, de hecho no los había aún conversado con nadie más. Estaba dispuesta a escuchar y ahondar todo lo posible, necesitaba respuestas a todas esas preguntas que llevaban tiempo gestándose en su interior.

@Darla Potter Black 

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  • 2 semanas más tarde...

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La Mica frente a ella parecía compungida, pero no podía culparla, la había visto cuando los mortífagos habían devuelto el cuerpo de Elvis. Se estremeció, había hecho más que verla, la había sentido y… cerró su mente hasta para ella misma para no invocar ese recuerdo. Quizás por eso mismo la sorprendieron sus siguientes palabras, pero quizás debería haberlas esperado, aunque no tan pronto, no tan brusco. Solo atinó a asentir.

 

—Pasa, vamos al piso de arriba, prepararé un té o un café y charlaremos —dijo invitando a Mica a ingresar al local para luego asegurarse que el cartel de cerrado estuviera hacia afuera y desplegó las cortinas que impedían ver hacia el interior y cerró con magia la entrada, para luego girarse hacia Mica.

 

—Podemos ir al segundo nivel, al departamento o en el primero en la librería tenemos un bar y cocina, puedo prepararte algo allí y en ambos lugares te aseguro será privado, solo mis elfos y yo ocupamos ahora este  lugar y ellos ya están dormidos —comentó la pelirroja invitándola a subir y que eligiera el lugar mientras a su mente intentaban llegar recuerdos de la noche de la muerte de Elvis y les cerraba el paso uno a uno, no por Mica, por ella misma.

 

Mientras recorrían el local hasta las escaleras la mirada de Darla iba de la nuca de Mica a los libros en las estanterías, leía cada título como un mantra para calmarse ella misma. ¿Qué es lo que exactamente querría ella con la noche de la muerte de Elvis? De pronto se dio cuenta de un tonto detalle, pequeño, pero muy significativo, Mica le había llamado asesinato, cosa que era real, ella solo pensaba en su partida como su muerte. Había un culpable, Caelum y sus labios temblaron. El peor lugar para pensar en ello, sonrió a la fuerza y señaló una vez más escaleras arriba invitando a Mica a subir, se sentía tontamente repetitiva con sus gestos y su actitud, no sabía cómo podía adelantarse a lo que estaba por ocurrir.

 

@ Mica Gryffindor

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  • 2 semanas más tarde...

Notó en la mirada de asombro y cómo su actitud corporal pareció reflejar la sorpresa ante sus palabras. Enseguida la invitó a pasar y subir las escaleras, para hablar con un té o café de por medio. Asintió en silencio y avanzó, comprendiendo que no era lo mejor hablar en la puerta del local. Observó mientras la fenixiana se encargaba de cerrar la puerta con magia. 

Las opciones hacia dónde dirigirse fueron poco importantes para ella, lo único relevante en ese momento era poder conversar de una vez sobre lo sucedido, sobre lo visto en los recuerdos de su sobrina y el conocimiento de la identidad del asesino... no podía lograr comprender cómo las tres brujas allí presentes no habían denunciado al sujeto que había acabado con la vida de su hermano. No entendía. 

—Donde quieras, solo... vamos —murmuró y siguió a la dama que se adentraba de a poco en el local. Notaba que algo no andaba bien. La mirada de la bruja iba de un sitio a otro, como si buscase algo ¿acaso había alguien más allí? ¿o estaba pretendiendo ocultarle algo? ¿habría llegado en mal momento? 

Si bien eran muchas las dudas que cruzaban la mente de la Gryffindor, ninguna era tan fuerte como la respuesta que pretendía encontrar, así que las iba descartando una a una mientras avanzaba. Subieron solo un nivel, yendo hacia el primer piso. Evidentemente todo estaba tan tranquilo como la dueña del local había insinuado, así que era idea para mantener la ansiada conversación. 

—Temía que no me recibieras... gracias por hacerlo —soltó, mientras se dejaba caer en la silla más próxima. 

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  • 2 semanas más tarde...

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En cierta forma podía entender que a la Gryffindor no le importara el dónde hablar sino el de qué. Ya en el primer piso había invitado a que se acomodara en alguno de los cómodos sillones que había en el lugar, sin embargo Mica eligió una de las mesas más sencillas donde unas cómodas sillas de terciopelo verde rodeaban una mesa de madera de pino pintada de blanco. 

Darla se acercó a la barra que había en la cafetería del primer piso, habitualmente atendido por Leto con el albornoz que le había regalado Anthony. El joven elfo lo llevaba todas las noches a su cuarto y lo limpiaba prolijamente. La pelirroja no preguntó que tomarían, Mica no se lo había dicho y eligió hacer un té de hierbas para ambas, valeriana, tilo y manzanilla, el aroma llenó la estancia mientras con un movimiento de varita lo preparaba.

Las palabras de su compañera de bando sin embargo la sorprendieron y levanto la vista de la bandeja en donde acomodaba las tazas y la azucarera.

—¿No recibirte? ¿Por qué podías pensar eso? —era verdad que desde que ambas habían regresado al bando apenas habían intercambiado palabras en alguna misión o reunión social, ambas se estaban adaptando, suponía la pelirroja.

Mientras se acercaba a la mesa intentaba pensar en nada, cerrando su mente con oclumancia, preocupada por si el motivo era su defensa de Caelum el día que habían regresado el cuerpo de Elvis en la Gryffindor. Darla no podía saber aún el motivo porque desde que habían cruzado de nuevo sus caminos no había podido hacer otra cosa, aunque le había atacado en Suiza, cuando habían secuestrado a Elvis, luego de ello, no había podido dejar que nadie pusiera las manos sobre él y hasta le había salvado la vida en nigromancia.

Tomó asiento, respirando profundo mientras ponía frente a cada una de ellas una taza con la cuchara en el borde del plato y la azucarera al medio, extendiendo la mano para dejar la bandeja en la silla entre ambas, la mesa era amplia, pero prefería estuviera despejada, estaba pensada para contener bebidas, libros y comida, con servilleteros delicados y una pequeña lámpara mágica para iluminar a los lectores más cortos de vista.

Revolvió su té, sin ponerle azúcar, solo para enfriarlo un poco y levantó la vista hacia Mica, esperando lo que ella le quisiera contar.

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  • 2 meses más tarde...

Su compañera de bando se sorprendió un poco por sus palabras, o al menos eso expresó, al tiempo que preparaba té para ambas y regresaba con la bandeja hacia donde la Gryffindor aguardaba. 

–No lo sé, las cosas han cambiado mucho el último tiempo, la verdad no logro comprender ya nada... –respondió encogiéndose de hombros, perturbada. 

Guardó silencio unos instantes mientras Darla  acomodaba las tazas, cucharas, azucarera... observaba el proceso como algo innecesario, ni siquiera sabía si lograría probar la infusión en medio de la conversación, su mente estaba realmente estaba hecha un lío. 

–Te vi allí. Estabas cuando sucedió, cuando lo mataron, lo viste... –sabía que su discurso estaba siendo algo desordenado, pero no podía evitarlo –necesito saber ¿por qué? ¿Por qué no has dicho nada...? tu sabes quién fue, viste su rostro. –buscó tras sus palabras la mirada de la pelirroja, esperando una reacción. 

Contenía con todas sus fuerzas las ganas de gritar, de golpear lo que tenía en frente. Su corazón se había roto al saber sobre la muerte de su hermano, y se había destrozado aún más al ver la forma y quiénes habían estado allí presentes ¿por qué ninguna había denunciado al asesino? ¿Por qué las tres habían callado y guardado tal secreto? 

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Mica parecía confusa, o más bien como si todo lo que ocurriera la afectara más de lo que deseara, la vio encogerse de hombros mientras le explicaba que todo parecía haber cambiado en tanto tiempo y que no comprendía nada. En cierta forma tenía razón, las cosas habían ido cambiando, todo había cambiado. Era irónico, no solo en la vida mágica sino también en su vida personal.

Si tuviera que encontrar un culpable, diría que el Black Yaxley, hasta que él tomó el poder había caos, pero él lo volvió global, con Seba habían ido manejándolo pero luego sus propias vidas se habían visto afectadas de una manera que no se explicaba. Aún recordaba una pregunta sin sentido al respecto, él no entendía por qué no juzgaba para nada los hechos o dichos del ministro actual y hasta había pensado que algo les pudiera unir de su pasado mortífago.

Lo siguiente que dijo Mica, cuando ella le prestó atención tras acomodar las tazas y perderse en los hilos de sus pensamientos la sorprendió, había sido directa pero ella no podía estar segura a lo que se refería. Una parte de su mente, la más oculta tras las barreras oclumánticas, las más secretas que para ella misma eran un vacío y que para Scarlet eran la fuente de su poder, esa parte de su mente sabía que aquella pregunta tenía un sentido. La parte consciente de Darla, aquella que había educado y enseñado a dominar cada fibra de su historia pues esa observó con gesto de asombro a la Gryffindor antes de hablar.

—Yo solo vi su máscara tallada…  era  rústica… parecía de plata… me recordó  una calavera con orificios en sus cuencas y su nariz, con trazos cruzados sobre los labios hasta el mentón, los pómulos marcados… como si fuera una expresión viva del odio y a pesar de tener el aspecto del metal por momentos parecía estar forjada en seda oscura como el alma de su dueño… —se quedó callada, como si un hechizo la hubiera golpeado, aún con la vista perdida en la nada, viendo aquella escena que se repetía en su mente, la varita apoyada en el pecho  de Elvis y el rayo verde que no tuvo que recorrer nada ¿cómo impedirlo? —dicen que su nombre es Caelum… yo…  no sé más nada… solo que es el líder mortífago… solo vi su máscara... —susurró mirando a la Gryffindor y comenzó a respirar, aquel acto reflejo para dar paz a los que observaban a la vampira se había detenido mientras ella recordaba, aunque por un momento la máscara no había estado a los metros que ella había quedado del escenario en Escocia, lo había tenido frente a ella, a pocos pasos, con su dueño abrazándola por la cintura y sacándola del interior un manicomio. Sacudió la cabeza como si le costara despertarse de un sueño pesado.

—¿Qué más podría decir? ¿y a quién? —murmuró mientras llevaba la taza a sus labios y bebía un sorbo largo, intentando ordenar sus ideas… si programas bien tu memoria todas las sensaciones con las que te manejes se volverán tan reales que volverás a sentir lo mismo que en el momento del recuerdo y Darla sentía la bronca y la impotencia y a la vez la satisfacción de matar a los que se habían interpuesto en su camino para llegar a Elvis, el culpable no había muerto pero sus esbirros sí. Levantó la vista mientras apoyaba la taza en la mesa e intentó disimular la angustia que el recuerdo le impartía.

 

@ Mica Gryffindor

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  • 2 semanas más tarde...

El instante que ella demoró en responderle le resultó una eternidad, una eternidad en la que la Gryffindor intentaba buscar cualquier tipo de explicación a lo sucedido, en que repasaba los hechos vistos en los recuerdos de Luna como si con un pequeño cambio pudiese alterar la realidad actual. ¿Cómo recuperarlo? ¿Cómo hacer que todos paguen por lo sucedido?

Sus palabras no explicaron nada. Le estaba mintiendo, estaba negando lo que ella ya sabía. Sí había visto en los recuerdos aquella máscara, sí, pero no la llevó todo el tiempo. Volvía a su memoria el instante en que aquel hombre la retiraba para dar una última mirada a Elvis antes de hacer su movimiento final. Aquel destello verde que terminó con todo. 

Sintió calma repentina, pero eso no evitaba que necesitase continuar hablando. La fenixiana le preguntaba qué podía decir y a quién, mientras a ella le regresaba a la mente la visión de aquel mismo mortífago en los terrenos de la mansión Gryffindor, el día del funeral. Ella había intentado atacarlo pero algo se lo había impedido... 

-Me estás mintiendo -su voz sonaba más calmada de lo que pensaba que sonaría -No tuvo la máscara puesta mientras lo asesinaba... Luna lo vio, Sophie lo vio y definitivamente tú también lo viste -dijo todo eso casi sin parpadear, con la mirada fija en los ojos de la Potter Black. Deseaba en lo más profundo de su ser poder leer a través de su mirada, encontrar el por qué de su mentira. 

La calma empezaba a irse, quería confiar en ella pero no comprendía en absoluto el motivo de su mentira. 

@ Darla Potter Black

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