♦..Cacao Café..♦ (MM B: 103979)

[Sophie M.]

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Mientras terminaba el café que me habían servido pude observar apenas unos instantes a la elfina que parecía batallar un poco entre la tinta, la pluma y el pergamino. Una sonrisa apareció en mis labios, pues no podía culpar a aquel ser por tener esos inconvenientes que yo misma había atravesado al integrarme a la comunidad mágica. Criada en un orfanato y acostumbrada a utilizar lapiceros, que era el reemplazo a las plumas de los muggles, aquel sistema de los magos parecía más bien demasiado complicado.

 

Entonces un recuerdo atravesó mi memoria, las primeras clases de la Academia y aquellas tareas que debía llevar en pergaminos arrollados, solté un suspiro, parecían siglos en lugar de años los que habían transcurrido desde entonces. Muchas cosas, quizá demasiadas. Seguramente me había tardado demasiado en cavilando sobre ello porque de pronto me sobresaltó la voz de la elfina diciéndome que estaba listo el formulario.

 

- Bien - dije mientras repasaba con la vista cada rubro verificando su validez y coherencia y todo estaba bien - perfecto - dije y con mi varita sellé el formulario y lo volví a guardar en mi boldo - ¿Me enseña la chimenea? - pregunté poniéndome de pie y siguiendo a la elfina hasta la chimenea.

 

Alcé la varita y apenas un toque después la chimenea quedaba conectada con el Castillo Lockhart. Regresamos al salón principal, en donde hasta hace un momento y entonces apunté a la entrada del lugar para activar el hechizo antiaparición de manera que: solo la propietaria (Cye Lockhart) y los elfos de la dueña, puede aparecerse en cualquier espacio del negocio, los demás deben hacerlo en la acera frente al elevador del negocio, pues no hay puerta de acceso a nivel de calle.

 

-- Muy bien- comenté guardando la varita en el bolsillo del pantalón - he instalado los servicios requeridos, agradezco muchísimo su atención. Los galeones serán rebajados en el tiempo que Gringotts considere prudente pero los servicios ya están activos. - expliqué mientras comenzaba a dirigirme a la salida - pero que despistada soy ¿ cuánto le debo de los deliciosos productos que me ha ofrecido ? - pregunté deteniéndome en la salida.

[Ela Karoline]

Apenas la elfina entrego el pergamino con todo lleno, la bruja se concentro en examinarlo, cosa que agradecía, porque así descartaban cualquier posible error a futuro. Acto seguido sugirió que le mostrara la chimenea y ella ni corta ni perezosa acepto, le pidió que la siguiera y la condujo a través de las mesas hasta la barra aparador.

 

—Aguarde un momento— trono los dedos y de inmediato una ficha de color rojo apareció en la mano de la elfina, por supuesto la ficha estaba seriada y tenía una marca invisible al ojo, luego se aproximaron a la cascada y la elfina tiro la ficha hacia el agua, dos segundos después la cortina de agua menguaba dejando ver una puerta de cerezo, la cual abrió y pasaron hasta el descansillo, en donde se encontraba una hermosa chimenea de tamaño natural hecha de ladrillos rojizos con bordes y acabados en madera oscura y lustrada.

 

—Aquí la tiene— agregó con un ademan y permaneció callada mientras la funcionaria la conectaba con la red flu. Posteriormente regresaron al área principal y también fueron activados los servicios antiaparición, cosa con lo cual su ama quedaría muy satisfecha. Vio como la mujer caminaba hacia la salida comunicándole que desde ya podían disfrutar de ambos y entonces menciono sobre lo que había consumido.

 

—Oh no se preocupe, es cortesía de la casa— aseguro, sabiendo que su ama hubiera tenido la misma atención después de todo ese no era un mal método para promover el establecimiento y los productos que allí se ofrecían, que dicho sea de paso eran de la mejor calidad de la más exquisita presentación

[Lisa Weasley Delacour]

Desde que Luna y Henry se habían descubierto como mis sobrinos, habia pasado muy poco tiempo en su compañía, no porque no quisiera, ni mucho menos, sino porque la coronación estaba cada día más cerca y los miles de preparativos me comían todo el tiempo disponible. Después de una semana de trabajo, en la cual dormía una hora diaria, tenía un ratito para mi sola, para descansar y volver a reencontrarme con la familia, un punto indispensable para mi vida.

Me despedí de Luca con un ademan de mi mano y gire sobre mis talones para así desaparecer en dirección al callejón Diagon. Tenía la firme intención de tomar algo y poder alejarme un poco de tantos protocolos, besamanos y entrevistas varias. Quería, al menos por unas horas, volver a ser esa chica normal con principios claros y rebeldía innata que disfrutaba de la vida sin preocupación alguna. Dos segundos después hacia acto de presencia frente al Cacao Café.

Me gustaba aquel sitio, era como un mini bosque, diseñado de manera perfecta para que un poco de la magia de la madre tierra llegase a las vidas cosmopolitas de todos los magos londinenses. Subí en el ascensor que estaba disponible y con pasos decididos, en cuanto estuve en la segunda planta, me acerque al mostrador para pedir algo. Allí sabía que se encontraba mi ojito derecho, aquella niña de castaña cabellera con la cual tenía una conexión innegable.

- ¿Me invitas a un café? – Mi sonrisa sincera y blanca se diferenciaba mucho de las que solía poner. Con ella era yo misma.

[Mei Black Delacour]

Luna Delacour

 

 

Al final había mantenido el trabajo que había conseguido porque se había encariñado con el lugar y los empleados que también estaban por ahí, y ni mencionar que adoraba el olor a chocolate por doquier, ya fuera proveniente de las tazas como de los manjares que servían para acompañar la bebida.

 

Esta vez se había entretenido en el mostrador, intentando aprender a darle forma a la espuma de los cafés o cafés con leche, por lo que llevaba un buen rato practicando. Henry, quien había ido a visitarla aún se hallaba en la mesa que había elegido esperando a que le trajera su café con leche que llevaba esperando más de media hora. Y su hermana no pensaba entregárselo hasta haber logrado la forma que tanto ansiaba formar.

 

–¡AH, MALDICIÓN! – dijo por enésima vez, pero en aquella ocasión gritando, por lo que llamó la atención de varios de los clientes de las mesas más próximas.

 

Rápidamente la castaña sacó y varita y la agitó, haciendo el último intento o debería de tirar otra taza de café con leche. Con un suave movimiento de su muñeca, su arma mágica lanzó algunas chispas y de inmediato, la forma que había estado buscando ansiosamente por fin se formó en la taza a base de la espuma del contenido.

 

–¡Siiii!

 

De pronto, una conocida voz por detrás suyo la hizo girarse inmediatamente. Una sonrisa sincera se dibujó en sus labios, de haber sido otra la ocasión se habría lanzado a abrazarla, pero estaba trabajando, debía mantener la postura. O la poca que le quedaba.

 

–Claro, café para ti y el amargado de mi hermano, – agregó, señalando la mesa donde el muchacho miraba al frente suyo con cara de pocos amigos, de seguro cansado de esperar y hambriento también – en nada les llevaré su pedido – le dijo, haciéndole una seña para que se dirigiera a la mesa.

 

Aprovechando la aún euforia porque hubiese logrado hacer la forma que le habían enseñado, quiso ir un poco más allá. Luego de tener preparada otra taza, la colocó sobre la bandeja con la otra y colocándola próxima, movió su varita para darle el toque final.

 

–Perdón la tardanza, – se disculpó, aunque no con su hermano, sino más bien con su tía, a lo que el muchacho le lanzó una mirada furibunda – estoy aprendiendo nuevas cosas y no se me da del todo bien esto, pero hago lo mejor que puedo. ¿A qué milagro se debe que des la cara a la luz del sol por el Diagon, tía?

[Lisa Weasley Delacour]

Si habia algo que llevábamos todos los Delacour en las venas, era el perfeccionismo estreno. Cuando nos poníamos a hacer algo y no nos salía, fuese lo que fuese, nos enfadábamos y probábamos hasta que por fin diésemos con el resultado que queríamos. Luna era sin duda, en ciertos aspectos, el vivo retrato de su madre. La sonrisa sincera que me regalo al verme fue todo lo que necesite para y después de muchos días desconectar de todos los problemas. Aquella niña de cabellos castaños era mi debilidad.

- No tardes desastre, no creo que tarde mucho en saltar….

Camine gasta llegar a la mesa indicada, donde un malhumorado Henry llevaba esperando por ese café algo más de lo estrictamente prudente. Eran hermanos, se querían sí, pero también, como me pasaba a mí con Luca, se molestaban cada vez que podían y Luna tenía la costumbre de chincharlo minuto si, minuto también, es decir, la mayoría del tiempo, incluso a veces, como era el caso, no se daba cuenta de que su hermano hubiese preferido que practicase con el café de otro y no el suyo propio. La sonrisa aumento al encontrar sus pupilas.

- Sois imposibles los dos – Fue el saludo que le dedique, después de darle un tierno beso en la mejilla

La jovencita llego segundos después con un inverosímil diseño de nata sobre nuestras calientes bebidas. La mire, me miro y nos empezamos a reír. La confianza que teníamos era muy alta, llegando a entendernos solo con un gesto o un guiño de ojos. Mi ahijado bufo en su asiento, sabiendo de antemano que dos mujeres juntas eran su perdición, ya estaba comprobado y más que refutado aquel hecho, entre su madre, yo misma y su gemela habíamos hecho estragos con él en su vida futura, claro está, según lo que nos contaba.

- Echaba de menos a la deslenguada de mi sobrina favorita ¿acaso no puedo venir a verte? Que maleducada te has vuelto Lunita – Más que nada, nos tratábamos como dos amigas – Además he quedado aquí con tu madre y Luca. Seguramente no tarden en llagar – La coronación está ahí y todos necesitamos un poquito de relax en familia ¿no crees? – No era un regaño, me era imposible hacerlo, me ponía cara de buena y mi enfado, si lo hacía, se iba al traste – Anda, tomate un descanso y disfrutemos de una agradable charla.

Editado 4 de Diciembre del 2014 por Lisa Weasley Delacour

[Luna Gryffindor Delacour]

Aquel día se me presentaba completamente abrumador. Habían sido muchas emociones juntas, mi papá saliendo del hospital, nuestro encuentro en esto luego de aquel horrible suceso, en el lugar de mi amigo Antoni, aquella velada tan alegre con su consiguiente ida al Ministerio, suspire negando con la cabeza, ese hombre debía descansar, pero no sería yo quien lo retaría más, lo cierto era que me había sacado una gran angustia de encima y solo deseaba tomar un chocolate caliente, me habían hablado de aquel sitio por ende que ni lerda ni perezosa, me pase allí sin pensármelo dos veces.

 

Pensé en denunciar aquello, pero me encogí de hombres pensando en que no tenía ni idea de que diría ¿que se supone que dijera? ¿que lo habían atacado los mortifagos? nadie podría decirlo nunca, eso era un secreto a todas luces, un secreto nuestro, tanto mio como de nuestro bando o al menos, del bando al que deseaba pertenecer en breve, mi amada Orden del Fénix, que estaba allí lista esperando por mí.

 

Me adentre en el lugar, leer aquel cacao Café, la mezcla del café y el cacao me atraía sobremanera, el chocolate y el café era mi placer no tan culpable, aquel brebaje que día si y día también le pedía a mi elfo que hiciera por mí, aquel brebaje sin el que no podría vivir un solo instante y me pregunte si podría tomar un chocolate caliente, me alegre al leer que si estaba en al carta aquello.

 

Mi vestido azul oscuro largo con piedritas y mis sandalias con taco azules oscuro con diamantes, me daban el aspecto formal que siempre adoraba llevar, mi cabellera pelirroja en mi rodete del fénix dorados, con algunos cabellos rebeldes sueltos y mi grata sonrisa blanca, que convidaba a la perfección con mi pálida piel clara.

 

 

- Un chocolate caliente, por favor, este sitio es hermoso - Le comente a Cye sonriendole amablemente y esperando que me atendiera -

 

 

- ¿Mamá? dioses ¿que chico es el mundo? ¿y quienes son? lo siento, soy Lunita Gryffindor Delacour, Lunita Delacour si quieren es igual, no puedo creerlo, el mundo es un pañuelo, nunca me imagine que estarías aquí - Le dije dándole un abrazo a Lisa, para luego separarme de ella sonriendole alegremente -

Editado 4 de Diciembre del 2014 por Lunatica Lupin Evil Black

[Mei Black Delacour]

Luna y Henry Delacour – Haciéndose pasar por Hannah y Erik

 

 

Henry les lanzó una mirada de profundo resentimiento. Se habían juntado, dos de ellas, y la tercera venía en camino, aunque tendría una media compañía masculina, pero en ese momento seguía teniéndole tanto rechazo como en un principio, dudaba que pudiese dejar pasar ese sentimiento como para complotarse con él.

 

–¿Mamá y Luca vendrán juntos? Uff, entonces será mejor que les prepare más que un simple café, estoy segura de que esos dos se van a entretener de lo lindo y llegarán mucho más tarde de lo formalmente aceptable – comentó Luna mientras ponía los ojos en blanco.

 

–¡Oh, por favor! Intento tomar café, no digas cosas que puedan quitarme el apetito hasta el día de mañana, y mira que es en serio – se quejó el muchacho mientras cerraba los ojos fuertemente en un intento de reprimir las palabras de su gemela y, junto a ello, las imágenes también.

 

–Eso lo dices porque aún eres virgen – se burló inmediatamente la muchacha, sonriendo ampliamente y de forma maliciosa.

 

–Habló, la que huye de cuanta situación carnal se le presenta. Literalmente – se limitó a responder para luego llevarse la taza de café a la boca y beber un buen sorbo del caliente contenido.

 

Antes de que la muchacha pudiese responderle, oyeron una voz próxima a su mesa, por lo que inmediatamente todos se hicieron a un lado para observar de quién se trataba. Una muchacha pelirroja, ojos claros y muy alta, tanto que sobrepasaba a los dos gemelos. Sabían de quién se trataba antes de que se presentara, pero no podían dejar que ella lo supiera, suficiente tenían con que ya tres personas hubiesen descubierto su secreto por culpa de un inesperado error.

 

–Lunita, – repitió la chica primero, sonriendo y tendiéndole una mano mientras con la otra agarraba fuertemente la bandeja – mucho gusto, yo soy Hannah, trabajo en el café. Él es mi hermano Erik, – dijo señalando al muchacho, quien también sonrió amablemente – somos amigos de Lisa y justo nos encontramos, ¿tú eres su hija de sangre? – inquirió con real curiosidad.

[Luna Gryffindor Delacour]

- Mucho Hanna y Erik también, yo soy su hija adoptiva y vine aquí porque adoro el chocolate, pero lo que si nunca me imagine que me encontraría con mi mamá y con nuevos amigos, es un placer conoceros, por cierto me tengo que acordar de pedir mi chocolate caliente, dicen que aquí venden el mejor de la ciudad, solo veré si es cierto o no - Les comente sonriendoles amablemente -

 

 

Cerré los ojos y negué con la cabeza, no permitiría que en aquel momento apareciera Elizabeth, eso estaba prohibido, mi otra personalidad no podría aparecer allí, lo cierto era que solo Annick y Elvis, lograban mantenerla a raya y ninguno de ambos lo sabían, cerré los ojos una vez más y suspire viendo como de pronto, lo sabía, ya no era más Lunita, ahora era Elizabeth King, la princesa y aquello sería muy difícil de explicarlo en la mesa.

 

 

- Tenemos que llamar al mozo urgente, necesito mi pedido, no puede ser que tarden tanto ¿pueden creerlo? - Susurre algo impaciente tamborileando mis dedos en la mesa -

 

Parpadee asombrada, ya no era más Lunita Delacour, en aquel momento y aquella hora, era la princesa, Elizabeth King, suspire sin poderlo creer, mi perfecta cabellera roja, ahora era rubia, solo conservaba mis ojos azules claros, era lo único que había conservado, me pregunte ¿que pensarían de aquello? y si los asustaría, pero me dije que tendría que explicárselos luego, me dije que me había pasado lo ultimo que debería de pasarme, pero lo cierto era que Eli aparecía cuando menos me lo esperaba y como estaba nerviosa, era por eso que había aparecido en aquel momento de dicha extrema.

[Lisa Weasley Delacour]

Entorne con desgana los ojos al escuchar lo que Henry murmuraba. Entendía como se debía sentir acerca de la relación de su madre, pero me fastidiaba un mundo que dos de las personas más importantes para mí, se estuviesen peleando a cada segundo. Lo mire reprobatoriamente y con un mudo ¨pórtate bien¨ me centre en degustar la caliente bebida que mi juvenil sobrina me habia traído, la cual y como era costumbre, se peleaba con su hermano por algo que estaba segura ni se acordaban ya.

- Si vuestra madre os viese…. – Los adoraba, no podía hacer más. Era verlos y sentirme en casa. Me dieron la vida cuando los vi por primera vez y ahora que sabía cómo eran, estaba segura que seguirían los pasos de su madre, convirtiéndose en dos grandes magos capaces de cuidarse mutuamente y seguir manteniendo a la orden del fénix como el bando vencedor de aquella inagotable batalla.

Aquel pequeño encuentro que habíamos planeado, se está convirtiendo en una auténtica reunión familiar. No solo mis sobrinos se encontraban allí, si no y que por casualidad mi hija habia decidido dar una vuelta por el Diagon y llegar hasta nosotros. Su abrazo me tomo por sorpresa, pero evidentemente no di muestras de ello. Aunque tenía fama de ser dura y fría, en familia y con las personas indicadas podía llegar a ser la persona más tierna de la historia.

El empuje de Luna era inagotable, tan así que no me daba tiempo a responder a una de sus preguntas, cuando ya habia hecho cinco más. Fue la castaña quien contesto, haciendo hincapié en seguir con aquella farsa que los protegía de las miradas ajenas. Estaba orgullosa de ellos, de ambos, pues aunque les dolía hacer aquello, eran lo bastante valientes como para anular sus vidas para proteger la de Mei, la mía y la de cuanto Delacour estuviese presente.

- ¿Pero qué diablos….?

En un abrir y cerrar de ojos todo se descontrolo. Ni siquiera me habia dado tiempo a reaccionar. El semblante, así como la figura y el cabello de mi hija adoptiva cambiaron, también su personalidad, aura y voz. La realidad era que todos los miembros de Ottery guardábamos secretos dentro de nuestra piel y que estos salían en el peor momento posible. No sabía bien lo que sucedía, pero era evidente que la jovencita habia sido suplantada por una bruja de otra época, un alma guerrera errante o una sombra del abismo. Lo que si tenía claro es que no iba a dejar que dañase a nadie.

- Baja ese tono de voz y utiliza los modales, aquí nadie es un criado. Si vas a estar en ese plan, es mejor que te vayas. Una hija mía conoce lo que es el respeto y sobre todo los modales de alguien noble.

[Luna Gryffindor Delacour]

No me asombro si quiera lo que me decía mi mamá, tuve una lucha interna muy fuerte, pero solo basto mirarla a los ojos, para que pese a seguir siendo aquel personaje que no podía dejar de ser, Elizabeth no quisiera gritar más, no sabía que hacer ¿se lo confesaba y ya? ¿podía hacerlo? baje la vista al piso, no dejaría que Elizabeth me ganara, yo seguía siendo Luni no podía dejar mi esencia, mi papá me lo decía una y otra vez, Elvis tenía razón, yo seguía siendo Lunita, solo que un poco más alocada y refinada que de costumbre.

 

 

Suspire mirando mi cabellera rubia, no había caso, seguía siendo rubia, por ende seguía siendo Elizabeth, pero no diría más nada, eso era todo, no podía volver a hablar de nuevo o si quiera si para disculparme, ¿por que me pasaba aquello ahora? suspire aguantándome las lagrimas, a Elizabeth le habían enseñado que no se lloraba, pero Lunita tenía tantas ganas de llorar que por más que me dijera que no, una solitaria lagrima rodó por mi rostro, no me iría pero si le explicaría lo que sucedía al menos, como podía hacerlo y de la mejor manera posible.

 

 

- Mama, perdón, nunca quise tratar mal a nadie, es que algunas veces, Elizabeth aparece en los momentos menos inesperados, dioses quiero contártelo y me jure hacerlo pero no de esta forma, pero ya que te haz enterado, suelo tener otro personalidad, Elizabeth, no se muy bien porque aparece, pero cada vez que estoy asustada o muy nerviosa, ella aparece de la nada o impaciente como en este momento, lo siento, no es la mejor forma de que te enteres, solo sigo intentando tenerla a raya, solo que no tengo ni idea de como hacerlo realmente - Le susurre con la voz más fina y elegante que pude emplear -

 

 

No lo podía creer, hasta mi voz era distinta, mi repique de campanas, ya no estaba más, yo lo sabía y también sabia el riesgo que estaba corriendo, pero ella tenía que saberlo, no podía ocultárselo más a mi mamá, me pregunte si me odiaría más de lo que me odiaba yo, Elí solía ser en incontables ocasiones mucho más insolente que Luna y podía ser una verdadera catástrofe si eso llegaba a pasar, solo que por primera vez, logre que se comportara con algo de cordura, solo porque por extraño que parezca, mi mamá, Lisa, mantenía a raya a Eli, la aplacaba y calmaba como nadie, le sonreí amablemente y asentí jurándome no hablar mas, al menos por ahora y es que estaba muy avergonzada de aquello, de lo que yo no tenía control en lo absoluto.