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Casa de Infusiones "Ill Buon Gusto" (MM B: 108226)


Lucrezia Di Medici
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¿Sabeis lo que es uno de los placeres mas grandes de la vida? Tener una casa en el campo, con terreno para cultivar, viñas para producir tu propio vino y olivos para conseguir tu aceite. Te sientas al atardecer en la puerta de tu casa o en el porche y tomas una infusion relajante o una limonada fresca, si el calor aprieta.

 

Es el ideal de los Hufflepuffs. La vida tranquila y contemplativa, la pasion por el campo y por la comida sana. De ahi la importancia del Te. Porque un buen Te puede ser la diferencia entre una buena alimentacion y otra, desastrosa. Y nosotros, los Tejones, somos amantes de eso mismo y procuramos satisfacerlo en la medida de lo posible y en cuanto nos es posible.

 

Conoci un tejon que llevo todo eso hasta extremos inimaginables, Newt Scamander. Somos muy buenos amigos aun, y juntos compartimos una secreta aficion, el te de escaramujo.

http://i.imgur.com/kNMDvWi.png


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  • 7 meses más tarde...

Se procede al cierre por inactividad, tras cumplirse seis meses desde el último posteo. Aviso de la Oficina de Registro de Negocios y lo que conllevan:

INACTIVIDAD EN NEGOCIOS

Transcurridos 6 meses desde la última respuesta en el topic de Callejón Diagón, moderación podrá considerar que el negocio está inactivo y proceder a su cierre. Los propietarios, podrán, no obstante, solicitar la reapertura en el caso de que tengan intención clara de reactivar el negocio.

Transcurrido un año desde la fecha de la última respuesta en el topic de Callejón Diagón, moderación procederá al cierre definitivo del negocio, sin que sea necesario realizar preaviso alguno a el/los propietario/s.

El cierre implicará la cancelación del topic de registro correspondiente, además del topic del local. Gringotts será avisado para dar de baja la bóveda.

Los usuarios podrán utilizar los nombres de aquellos negocios que hayan sido clausurados.

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  • 1 año más tarde...

¡Ah, si! La vida en el campo resulta contemplativa. Esa, quizas, fue una de mis motivaciones cuando entre en Hufflepuff.

 

Los Tejones engañan mucho, pero mucho, Pasan por ser un grupito de infelices pero no os dejeis llevar por los prejuicios, la verdad es que tienen una serie de grandes virtudes, son amigos de sus amigos y capaces de los mayores sacrificios, si hay una casa leal es ella.
La mayor parte de sus miembros pasan por lo que se llama unos perfectos "don nadies", suelen dedicarse a trabajos de clase media e incluso baja pero llevan una vida alegre y sencilla que ya quisieran otros. Mientras a los Slytherins les atrae el poder, a los Ravenclaw el conocimiento y a los Gryffindors las hazañas, a los humildes Hufflepuffs les llama la vida sosegada y el no meterse con nadie.
Pero no penseis que eso les hace estupidos. Hay un gran numero que tienen inteligencias portentosas pero son modestos y desinteresados, muchas veces no nos fijamos en ellos porque hacen una labor callada y oscura pero estan ahi.

http://i.imgur.com/kNMDvWi.png


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Passepartout, elfo doméstico.

 

Las verdes plumas se sacudieron enérgicamente sobre la mesa más alejada de la entrada, barriendo en aquel movimiento con los últimos rastros de polvo que habían cubierto el mobiliario del lugar desde su precipitada clausura. Era Passepartout, un elfo doméstico de expresión entre arisca y cansada, quien blandía con sabiduría innata el plumero para desaparecer hasta el último rastro de abandono en el negocio. No fue sino hasta terminar con su tarea que el voluptuoso objeto se desmaterializó entre sus largos dedos.

 

<Lucrezia estará satisfecha> fue el primer pensamiento que atravesó su mente al acabar con su labor de limpieza. Había hecho todo con el único afán de conseguir la no tan común felicitación por parte de su ama: había limpiado todo el lugar con esmero, atendiendo con su mano puntillosa hasta el último detalle de suciedad de la vasija más remota en el último estante de la pared. Los cristales reflejaban la luz que se filtraba tímidamente desde la cúpula, el aroma de los nuevos tés ya se había impregnado en el aire y la madera lucía recién barnizada. Passepartout sabía que había cumplido con el cuidado de los detalles y la perfección que su ama siempre había hecho propia en su vida.

 

Elevó apenas su mano y chasqueó los dedos, dejando como testigo de aquel acto mágico una minúscula estela de humo que rápidamente se esfumó. En un instante una hilera de teteras blancas salieron levitando de detrás de la barra y al llegar al centro del lugar rompieron su formación, dirigiéndose cada una a una mesa distinta. En perfecta sincronía vertieron su contenido, un aromático té rojo apenas por debajo del punto de hervor, en blancas tazas de porcelana que Passepartout había colocado con anterioridad sobre las mesas. Al terminar con la labor asignada, las teteras se reposaron en el centro.

 

- Todo listo – susurró el elfo al tiempo que acariciaba el dorso de su propia mano, como un gesto de autocomplacencia frente a la ausencia de su ama.

 

Fue entonces cuando sus ojos, llamativamente grandes, captaron la presencia de un potencial nuevo cliente en el lugar. Apenas entornó un poco la mirada mientras registraba el aspecto del joven, de piel blanca y cabello en tonalidades entre negras y azules. Intuyó que estaba dispuesto a consumir algo en el local, o al menos eso deseaba Passepartout con todas sus fuerzas con el anhelo de complacer a Lucrezia. El elfo doméstico se acercó rápidamente al chico y llevó a cabo una ligera reverencia, pues las más dedicadas eran exclusivas para su ama. Lo invitó a adentrarse aun más en el negocio con un además de su mano, sin apartar la vista ni un segundo del cliente.

 

- Buenos días y bienvenido a 'Ill Buon Gusto' ¿Desea algo? Mi nombre es Passepartout...

 

@justo

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En realidad, ser Hufflepuffs es garantia de que son buena gente. La verdad es que el numero de mortifagos en sus filas es nulo. Yo creo que es una cosa que no les llama la atencion. Curiosamente tienen mas aficion al estudio que los Ravenclaws, pero no porque busquen adquirir conocimientos porque si, siempre es por una buena razon.

 

Los Hufflepuffs son muy aficionados a leer la prensa, convendria explicar la razon, asi que voy a intentar hablar del mas conocido, El Profeta.

 

Es el diario por excelencia de nuestro mundo. Cuesta 5 Knutts aunque la edicion dominical llega a los 7. Quienquiera que desee anunciar algo importante lo hace a traves de el. Es tambien el organo de comunicacion del Ministerio lo que ha ocasionado problemas cuando se quieren ocultar cosas. El Profeta tiene diversas secciones fijas dedicadas a: Magia diaria, asuntos emocionales, consultas legales, asuntos medicos, y Quidditch. Esta ultima seccion esta dirigida por Ginny Weasley.
Cada miercoles hay una seccion de magizoologia. Hay tambien una edicion de tarde "el Profeta Vespertino". La redaccion esta en el Ministerio aunque hay una oficina en el Callejon Diagon pero cuando he solicitado su direccion no se me ha facilitado, lo siento.

http://i.imgur.com/kNMDvWi.png


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  • 2 semanas más tarde...

Impolutamente vestida con un traje pantalón chaqueta (de color negro), botas de piel de dragón y una camisa de seda blanca, acompañada de una cazadora del mismo material que las botas, así me había aparecido yo en el callejón Diagón. Había tenido que ir al Banco Gringotts a asegurarme de que, en mi bóveda trastero habían dejado las últimas compras que había realizado en el Magic Mall y sobre todo a consultar los movimientos de mi oro. Me fastidiaba porque, apenas tenía mucho, pero aún así, podría sobrevivir un par de meses a pesar del clima de guerra que estaba o parecía vivir el callejón Diagón. Al menos esperaba que la comunidad muggle no se enterase de nuestros asuntos aunque a decir verdad, había algo más que me inquietaba...

 

Sabía de los rumores porque, había leído los archivos en el Ministerio y desconfiaba bastante. Pero ya que estaba en la calle comercial mágica, era bueno asegurarme de primeras antes de "lanzar un ataque preventivo". Desconfiaba de lo que podía estar tramando esa familia. Casualidades de que, el Ministerio estando en guerra, ellos decidan trasladarse a Ottery, sospechoso desde luego, así que, encaminé mis pasos al local en dónde podia confirmar mis presentimientos sobre esa familia. ¿Podría ser que, su banco estuviese completamente arruinado y, buscaran otras formas de negocio? Que ese tipo de transacciones durasen tantos siglos sin derramar en demasía su oro ya era un milagro, porque siempre había algún miembro de la familia en que lo derrochara con la misma facilidad con la que se ganaba.

 

Mientras iba pensando en esos temas, mis pies sin darme cuenta, me habían llevado directamente hasta ese lugar. Parecía que, realmente hubiese abierto con lo que en parte, corroboraba lo que pensaba de ese clan italiano. Pero, también podía preguntarle al elfo si aún estaba sirviendo para esos legendarios banqueros. Así que, sin pensarlo mucho más y mirando mi morral de cuero, comprobando los galeones que podría gastar, lo volví a guardar nuevamente en el bolsillo, suspiré y me adentré en ese establecimiento. Todo o casi todo estaba tal y cómo lo recordaba la última vez que había entrado en él.

 

El aroma de los diferentes tés y cafés llegaban a mis fosas nasales y parecían un bálsamo que tranquilizaban mis nervios... Caminé un poco dudosa hasta la estantería en dónde reposaban los diferentes tipos que había para tomar las infusiones y me quedé un momento pensativa. Esperaba que, mi presencia fuese reparada por algún elfo del lugar, porque tampoco quería marcharme con las manos vacías... Agarré mi varita que, pacientemente guardaba en mi bolsillo izquierdo y eso calmó un poco mi estado de ansiedad por saber. Al menos así si había alguna amenaza podía echar mano de ella sin pensármelo dos veces...

 

@@Lucrezia Di Medici Di Médici

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Passepartout, elfo doméstico.

 

El elfo doméstico contempló con júbilo como la tranquilidad del recinto, sostenida en la inexistencia de clientes, era interrumpida con una joven que ingresó desde el Callejón Diagon. Antes de ir en la búsqueda de aquella potencial consumidora se tomó unos momentos para observarla: mediana altura, largo cabello color chocolate, un notable gusto por los ropajes de piel de dragón y un aspecto general que lo llevaba a intuir que era una mujer de medianos ingresos. Una cliente que podría evitar que Lucrezia entrara en cólera por su ineficiencia para llevar adelante el comercio sin su presencia.

 

Sus cortos pies, de movimientos algo torpes dado el apuro, se abalanzaron para llegar rápidamente frente a Helike. Tal vez preso por la presión que le significaba ampliar la ya significativa fortuna de su ama, Passepartout efectuó una marcada reverencia frente a la joven. Encorvó exageradamente su espalda, lo que provocó que su nariz casi rozara el suelo, y colocó sus manos por detrás de ésta en un gesto de respeto. Al incorporarse nuevamente, dibujó una amable sonrisa en un rostro de sostenida expresión divertida y realizó un ademán invitándola a adentrarse aún más en el negocio.

 

- Buenos días y bienvenido a 'Ill Buon Gusto'- dijo con tono cordial, repitiendo el paripé que le había dicho al anterior cliente, que al parecer leía El Profeta- ¿Desea algo? Mi nombre es Passepartout y atiendo este lugar en nombre de mi ama y dueña de la Casa, Lucrezia Di Médici, sexta de su nombre.

 

Fue el elfo doméstico quien tomó la delantera y condujo a su clienta a la mesa más cercana, de forma redonda y aspecto pulcro, donde una tetera de porcelana ya denotaba el hervor de su contenido. Passepartout acomodó el afelpado cojín rojo de una de las sillas para que Helike tomara asiento y tomó otro de un segundo, colocándola consiguientemente sobre un tercero de manera que, dada su reducida altura, al menos su cabeza quedara unos centímetros por encima de la tabla. Sus redondos ojos café volvieron a clavarse en los de la mujer y retomó la palabra, imponiendo cierta confianza en el intercambio:

 

- Puedo ofrecerle un descuento porque es la segunda cliente del día ¡Qué felicidad! Se la ve algo nerviosa o exhausta…tal vez un té relajante del sudeste asiático la ayude.

 

El chasquido de sus dedos fue producido con tanto ímpetu que su consecuente sonido se elevó con brusquedad en la tranquila atmósfera de La Casa. Un frasco, ubicado en el promedio de la estantería posterior a la mesa, se elevó delicadamente en el aire y levitó hasta aterrizar con ligereza junto a la mujer; dentro de él podían observarse varios saquitos de té, cuyo hebroso contenido era de un color amarillo bastante llamativo a la vista. Passepartout tomó con sumo cuidado el asa de la tetera y se dispuso a llenar con su vaporoso contenido la taza frente a la Rambaldi.

Editado por Lucrezia Di Médici
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Di un pequeño salto la voz del elfo me había asustado un poco por estar distraída mirando las bolsitas del té. Fruncí el ceño al ver como se encorvaba que casi llegaba hasta el suelo... "Menudo pelota" pensé para mí al verlo y sin poder evitarlo, esbocé una sonrisa ladeada. Pero al escuchar el nombre de su ama y su referencia achiné los ojos, negando con la cabeza. "Y por lo que se cree, se debe de pensar que son aún reyes o algo" mi cabeza cavilaba en si, preguntarle más cosas o callarme. No quería levantar demasiadas sospechas así que, carraspeé y le dije:

 

- Gracias buen elfo... un té con limón estaría perfecto - puse la sonrisa más falsa que podía salirme en ese momento. Aunque a pesar de todo el servil doméstico me indicó en dónde podía acomodarme. Eso sí, no podía negarle a la dueña el buen gusto que tenía en el local. Cómodo, confortable y si hasta lo dispusiera, tranquilo para una buena lectura, acompañado de una buena infusión. Pero ya que estaba ahí, no estaba demás en probar lo que ese local estaba ofertando. Debía tener cuidado y, si el sirviente sospechase quién era... ¿tendrían los Médici, aún aficción a los venenos?

 

- Oh sí, una alegría inmensa -le contesté con cierta ironía en mi voz. Pero Passepartout como siempre, se había adelantado y ya empezó a hacer su magia como todos los de su clase - ¿del sudeste asiático? - levanté una ceja mirándolo con cierto desprecio. No podía evitarlo, aunque intentaba ser amable, como Sagitas con sus sirvientes, las viejas costumbres, eran las costumbres por mucho que le pesaran a otros magos más liberales en cuánto a los criados que nos servían- no, mejor no... prefiero algo europeo, como le dije, prefiero un té básico con limón, muchas gracias - asentí con la cabeza y me senté en los mullidos cojines.

 

- Y de paso, deme la cuenta, así me ahorraré el tener que levantarme para pagar -y tras ésto, no pude evitar mirar con cierto desdén la estatua que tenía el lugar. Negué con la cabeza y solté en un susurro - menuda ególatra... ¿será así para todo? - aunque a decir verdad, la curiosidad por saber cómo era esa mujer, era más fuerte que cualquier otra cosa. Pero como siempre seguía desconfiando de esa familia que había llegado al pueblo.

 

@@Lucrezia Di Medici Di Médici

Editado por Helike Rambaldi Vladimir
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Passepartout, elfo doméstico.

 

- Pues un té con limón será…- exclamó Passepartout con alegría, ávido para ignorar la falsa condescendencia hacia él que denotaban las personas con las que solía tratar.

 

Volvió a chasquear los dedos de su mano y la taza que ya se encontraba frente a Helike cambió radicalmente su contenido: de una infusión casi completamente opaca de tonalidades rojizas pasó a ser un té semitransparente, que emanaba pequeños e imperceptibles hilos de vapor que se desvanecían en el aire. Bastó la magia de otro chasquido para que medio limón, importado del cono sur del continente americano, se materializara tambaleándose sobre su eje junto a la taza.

 

- Claro, la cuenta es…- alcanzó a decir con tono amable antes de detectar el sospechoso movimiento de labios de la Rambaldi.

 

Sus puntiagudas orejas dieron un respingo casi como un reflejo. Las palabras de la cliente entraron por sus oídos y penetraron su cabeza, violando la pasividad que lo caracterizaba. Aquella bruja se había referido a su ama de una manera cuestionable, tratándola de ególatra con un cerrado susurro que sin embargo logró percibir. No podía permitirlo. Nadie podía referirse así al ama Médici, que lo había recogido con su inconmensurable amor del abandono de su anterior amo; un amor que creía honesto, aunque a veces lo castigara vertiendo sobre su grisácea piel litros de agua hirviendo.

 

Envalentonado y olvidando su carácter de comerciante, Passepartout apoyó sus delgadas manos en el borde de la mesa y desde allí tomó impulso para subirse de un brinco sobre la tabla de madera donde reposaban la tetera y la taza. Sus redondos iris café se clavaron en Helike y sus pupilas dilatadas delataban su desmedido enojo. La apuntó con un dedo amenazante; un índice que de tener vida propia se hubiese clavado en los ojos de la bruja. Contuvo los improperios que formulaban su mente sellando sus labios con tal fuerza que su cabeza había comenzado a temblar pero de un segundo a otro no pudo censurarse más.

 

- El ama Lucrezia es una ególatra y se maneja así con todo porque ella lo vale.- terminó por aceptar con desmedido orgullo.- Y ustedes señorita es una &%$$#/ que no se merece su atención ¡Oh, y la cuenta por ese té exclusivo es de diez galeons! Vaya que la señora Médici sabrá de usted.

Editado por Lucrezia Di Médici
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