Castillo Lockhart (MM B: 78568)

[Susan V. Goldstein]

Su pregunta me dejo pensativa, de hecho, sólo su amada madre la hizo volver. Dejé muchas cosas atrás y ya no las encuentro así que nada es igual que antes... pero ¿Qué esperaba? Si lo abandonó todo sin decirle a nadie. Tenía una suerte increíble al haber conocido a nuevas personas, si no hubiese sido por Noah y un par de personas más seguiría sumergida en libros y encerrada en mi habitación del castillo. Estaba agradecida de haber encontrado al Lockhart, me hacía bien y encontraba manera de expresarlo.

 

- Supongo que bien, aunque muchas cosas han cambiado.

 

Miré hacia otro lado, no era un tema que quería tocar. No quería comenzar a dañar la mañana con mi vuelta a Inglaterra. Asentí a su petición para luego seguirle el paso mirando de reojo la estancia. Le gustaba el castillo, me parecía encantador en toda la palabra y la cocina estaba lejos de hacer la diferencia.

 

- El castillo es muy lindo Noah - Le sonreí - Pero tú más que yo debes de saber cual es el mejor lugar. Es un lugar enorme.

 

El castillo de los Black Lestrange también era gigantesco, pero cuando te encierras en una sola parte de el te acostumbras a lo pequeño y común. Sin previo aviso algo se metió entre mis pensamientos, y es que, alguien más acaba de pasar a la cocina. Y es nada más y nada menos que la Matriarca. Había escuchado de ella y de su eterno cariño y bondad, sin embargo eso no era lo suficiente como para no enderezarme ante su presencia, estaba en su casa después de todo y debía mostrar respeto si quería seguir siendo amiga de Noah. Con una orden algunas cosas ya estaban sobre la mesa, todo para hacer un picnic.

 

Extendió su mano hacia mí y me sorprendió en el momento en que se declaró mi amiga, me aliviaba saber que las cosas serían así, gustosa tome su mano.

 

- Soy Susan, hija de Jessie Black Lestrange y es un enorme placer conocerla y tenerla de amiga.

 

Le sonreí para luego mirar a Noah y que una idea de pronto llegara a mi mente.

 

- Así que un picnic... - Volvió su mirada a Cye - ¿Le gustaría acompañarnos?

 

 

@@Noah Lockhart @

[Noah Lockhart]

Sonreí pues realmente estaba muy feliz de poder estar con ella ya que era la primera persona a la que invitaba al castillo sin ser de mi familia, y por lo visto ella igual estaba feliz de poder pasar la mañana conmigo además de que parecía estar encantada con el castillo.

 

Estábamos parados en el recibidor cerca de la puerta pensando que sería bueno hacer o algún lugar a donde ir, estaba mirando a la chica con una sonrisa en los labios, prestando atención a las palabras de la joven –humm entiendo debe ser duro no recocer las cosas- comente mirándola, al parecer el tema la hacía revivir malos recuerdos –entiendo ese tema es algo que te trae malos recuerdos, perdón no debí preguntar- dije mientras la miraba para después caminar hasta la cocina.

 

Una vez en la cocina me senté en uno de los bancos que había allí e invite a la joven a que hiciera lo mismo, en lo que se nos ocurría que hacer, momentos después sonreí ante la respuesta de la chica – mmm bueno en eso tienes razón, pero yo te pregunto a ti porque no sé en qué lugar te sientas más a gusto- comente riendo un poco a causa de su respuesta.

 

 

De pronto cuando estábamos hablando apareció mi madre quien con una sonrisa muy característica de ella se acercó a la Susan y se presentó con ella diciéndole que al ser amiga mía también lo sería de ella, además de darnos muchas ideas de cosas que podríamos hacer en el castillo, aparte de darnos una herramienta muy útil en caso de que decidiéramos hacer un picnic.

 

La chica correspondió a la amabilidad de mii madre, además de que al parecer le había llamado la atención la idea de hacer un picnic –a mí me gusta la idea de hacer el picnic- comente mientras la veía, de pronto se dio la vuelta y con una sonrisa en el rostro invito amablemente a mi madre, -si mami anda ven con nosotros- dije tratando de convencerla de venir con nosotros.

 

@@Susan V. Goldstein

[Ela Karoline]

Susan , acepto la mano que la matriarca le ofrecía a modo de presentación y también a modo de bienvenida a la propiedad, aunque claro Noah seguramente ya lo había hecho, después de todo ella estaba allí por él. Sonrió con algo de melancolía al escuchar el nombre de la madre de la Goldstein, Jessie… en un tiempo que ahora parecía lejano habían sido unidas, después se habían distanciado, pero nunca entre ellas hubo una pelea o algo que dictara aquella distancia que ahora se cernía entre ambas, nada a parte de los ideales que cada una guardaba secretamente.

 

--Jessie, salúdala de mi parte por favor, dile que aquí seguimos siendo los mismo y no echamos agua caliente, al menos no yo, no puedo decir los mismo de -- rio y miro a Jops, uno de los elfos que había entrado con un ramillete de flores silvestres para ponerlo en la mesa de la cocina como centro junto al plantón con algunas galletas y un gran bizcochuelo horneadas a primera hora esa mañana que despedía un olor exquisito.

 

--Oh eres muy dulce, pero si supieras los dos diablitos que están por bajar no me invitarías-- dijo bromeando sobre el temperamento de sus dos hijos, uno de meses pero de armas tomar, y el otro de tres añitos recién celebrados. --La verdad los están arreglando para salir a tomar un poco de sol, pero no estoy segura de no hacer tormentoso su picnic-- volvió a reír conociendo a sus hijos y temiendo que Noah quisiera estar de forma más tranquila con su invitada.

 

--Pero te prometo que les daré una vuelta en un ratillo, si prometen llevar algo de bizcochuelo con lo que puedan sobornar a Eirian y a Ezra-- Noah conocía a sus hermanos, si algo los callaba o tranquilizaba era el dulce, aunque claro, luego se repotenciaban con el azúcar, pero como era apenas la primera parte del día estaba bien, Merlín la librara de darles en la noche, eso significaba horas de insomnio para los padres y exceso de juegos para los chiquillos.

 

--Anden, apresúrense, no querrán perderse ese sol tan estupendo que brinda un calorcillo agradable-- dijo palmeando la espalda de su hijo y guiñándole un ojo a la chica, de cualquier forma lo que sea que necesitaran, el Lockhart solo tenía que usar su varita o pronunciar el nombre de Heyda, Feixac, Jops o Corrolo y de inmediato los elfos se apersonaban para satisfacer sus necesidades.

 

@@Noah Lockhart @@Susan V. Goldstein

[Alexander Fox]

Estaba totalmente concentrado observando a la ventana, ya llevaba varias horas despierto, debía admitirlo… había llegado esa época donde debía decidir si quedarse o seguir moviéndose, no podía evitarlo había veces que le gustaría volver a ser un poco ese chico que no estaba quieto, que se iba a los lugares más extraños de Inglaterra y ahora con las posibilidades de ir más lejos, pero el calor de familia que lo embriagaba cada día, no le había permitido hacer aquello, aunque había empacado algunas de sus pertenencias como sus bromas, para que no ocurriera más caos, además de algunas prendas, pero no quiso hacer mayor movimiento.

-Mmm… ¿qué sucede An? – Preguntó al ver a su ave volar por la habitación, parecía desear sacarlo de allí, como avisándole algo, y decidido a no pensar más, acomodó su cabellera roja y salió de aquella habitación, que increíblemente se había vuelto su cuarto.

Al bajar por las escaleras escuchó voces, con más curiosidad aumentó su velocidad, debido a que todas les sonaban conocidas, así que cuando llegó hasta el piso de abajo, sonrió encantado al encontrarse a su hermano, su madre, pero totalmente sorprendido de ver a su joven amiga, que hacía mucho tiempo no le había vuelto a ver.

-Buenos días a todos – habló con suavidad haciendo una leve reverencia, intentando mostrar siempre la educación que le habían enseñado y que seguía teniendo gracias a su familia adoptiva – Bienvenida al Castillo Lockhart Señorita Susan, mucho tiempo sin verle – no se aguantó a saludarle primero recordando que la última vez había sido en su hogar, le tomó su mano para darle un corto beso, de forma respetuosa.

-Madre – saludó con una pequeña sonrisa para darle un corto beso en la mejilla, intentando acostumbrarse a ser más cariñoso con ella, aunque jamás le ganaría a su hermana Patri, o a los chicos, ellos parecían desprender amor de sus poros – Hermanito, como siempre activo, eres envidiable – le desacomodó el cabello como forma de saludo como siempre hacía.

-Me alegro verlos aquí reunidos, eso quiere decir que el pastel que hice está a salvo y sin peligro – guiño el ojos hacía su madre, no le había avisado nada, ni a su pequeño hermanito, pero con ayuda de los elfos había tapado el olor, había preparado una torta de chocolate con crema y unas fresas de adorno, lo había hecho para todos, aunque no contaba con la visita, pero era lo suficientemente grande, por lo cual estaba contento y sus ojos dorados parecían brillar.

 

En ese momento An desendió y se posó en la cabeza del joven Noah, acomodandose como hacía con Alexander causandole una leve risa al pelirrojo, parece ser que no era el unico en molestar el cabello a su hermanito.

 

@ @@Noah Lockhart @@Susan V. Goldstein

[Susan V. Goldstein]

El semblante de la Matriarca tuvo rastros de nostalgia cuando mencioné el nombre de mi madre. Sabía perfectamente que alguna vez Jessie perteneció a la Orden, de hecho, muchos en mi familia lo habían sido. Con el tiempo entendí que el bando puede pelear contra una amistad de años y ganar. Algunas personas se sumergían mucho en eso, sé que hay cosas que debes hacer por tu bando que quizás dañe de manera irreversible algún afecto pero los magos y brujas por igual no entendían que una misión está fuera de lo personal y que no todos los buenos lo son y no todos los malos son tan temibles.

– Le haré saber el recado.

Esperó a que Cye diera respuesta de su invitación, a Noah le había parecido una excelente idea y con eso bastaba pero no obtuvo lo que quería.

– Sé que sabe de donde vengo, y ahí no hay cuerdo, podría soportar a sus pequeños.–Tiré mi mirada a la de Noah– ¿Tienes algún problema con que vengan a nuestro picnic?

Esperaba a que Noah me apoyara con esto cuando un mago alto y pelirrojo entró a la cocina, ensanché mi sonrisa cuando lo vi hacer una reverencia, le era grato saber que Alexander no había perdido el toque.

– Para mí es un placer volver a verle, Fox.–Aseguró mientras asentía en respuesta a su saludo– Y aunque fuera tu casa, no esperaba verte.

La llegada de Alexander significaba que podía haber más gente en mi picnic con Noah, si era posible quería convivir con la familia entera, transmiten ese aire de cordialidad y dulzura que ya no tiene nadie. Me acerqué a Noah pretendiendo susurrarle.

– Convéncelos de venir con nosotros Noah, amo a tu familia.–Reí.

@@Noah Lockhart @ @@Alexander Fox

[Noah Lockhart]

Parecio gustarle que mi medre recordara a su familia, por un momento la vi y parecía estar pensativa, seguramente pensando en lo que la gente es capaz de hacer por su bando, la mire viendo a sus ojos que se encontraban inexpresivo, claro signo de una persona que se encontraba perdida en sus pensamientos.

 

De pronto volvió de sus pensamientos y con mucha amabilidad le contesto a mi madre que daría su recado, y se quedó mirándola en espera de la respuesta de mi madre a nuestra invitación para acompañarnos al picnic.

Por lo visto mi madre no quería acompañarnos ya que pasaría la tarde cuidando a los dos pequeños, pero por lo visto eso a Susan no le molestaba, ella me miro y con una voz suave y tranquila me pregunto si a mí me molestaba que nos acompañaran -no para nada, no tengo ningún problema en que nos acompañen, como buenos Lockhart les das dulces y se tranquilizaran- dije sonriendo mientras la miraba.

 

De pronto apareció mi hermano, Alex quien al parecer reconoció la voz de nuestra invitada y decidió acercarse a saludar además de cuidar un pastel que había horneado, lo mire mientras entraba ya que venía en compañía de su ave la cual se había parado en mi cabeza - mm al parecer a tu ave también le gusta despeinarme, oye porque no me habías dicho sobre el pastel- comente subiendo un poco el tono de voz.

 

Vi como Susan se me acerco sonriendo, y me susurro al oído que los convenciera ya que le gustaba mi familia – bueno tratare de convencerlos, y estoy seguro de que también les estas cayendo bien, aunque aún falta que conozcas a los que faltan- dije sonriendo mientras dirigía la mirada a mi madre y a mi hermano – vamos acompáñenos, será divertido hacer un picnic todos juntos, y así podremos jugar con los pequeños- comente en espera de su respuesta

 

@@Susan V. Goldstein

@@Alexander Fox

@

[Luisitha Black M.]

Una lechuza un tanto regordeta, bajita y de color marrón claro se posó sobre una ventana abierta del castillo Lockhart y comenzó a chirrear como lo haría un pichón joven lleno de hambre. Picoteaba también el marco de la ventana y de vez en cuando expandía las alas para llamar la atención de las personas del castillo con el fin de que tomasen la carta que traía entre sus garras.

 

Carta dirigida a Cye Lockhart.

 

Estimada Cye.

 

Te envío esta carta para contarte que lastimosamente he dejado mi cargo en el departamento de transportes. He recibido los documentos cuyo formato llenaste pero me temo que aun hay algunos problemas que te enumeraré a continuación:

 

Conexión de Red Flu y Trasladores

Presente:

Por medio del presente memorándum, indico que sí deseo mantener los siguientes servicios, y estoy consciente de los costos:
Indicar detalle de los servicios solicitados:

Conexión de la Red Flu: Castillo Lockhart
-- Conexión a Hacienda Tonks (300 galeones) Para realizar esta conexión de la red flú necesitas una aprobación escrita de los patriarcas de dicho lugar. Solo de esta forma podemos evitar conexiones no deseadas. lamento mucho que debas hacer más rollos.

-- Conexión a Hospital San Mungo (300 galeones)
-- Conexión a Universidad (300 galeones)estos lugares son sitios públicos y me temo que no podemos hacer conexiones de red flú hacia ellos.

-- Conexión a Negocio Magic Tea (300 galeones)
-- Conexión a Negocio Cacao Café (300 galeones)
-- Conexión a Negocio Stilos Atelier (300 galeones)

-- Conexión a Negocio The Arabic Place (300 galeones) de este lugar también necesitas una aprobación de la propietaria ya que no te pertenece. aun cuando pertenezca a alguien de la familia me temo que es un requisito ministerial.

 

 

Me place contarte que en cuanto cambies el monto (que ha cambiado puesto a que se deben restar 600 de los lugares públicos y más si no consigues la aprobación de los propietarios) el segundo formato no tendrá problema alguno.

 

Espero que pases un feliz día. Por favor dale unas cuantas semillas a la lechuza, nada de pan o galletas, está muy obesa.

 

Saludos.

 

 

Luisitha Black M.

Empleada del departamento de análisis e investigación clasificada.

 

 

[Ela Karoline]

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Era un precioso día, 17 de junio, con cielo despejado y azulito, nubes blanquitas como algodones y el sol irradiaba sus rayos en todas direcciones saludando al universo. Desde luego la propiedad en la que amanecían no era el Castillo en Londres, sino un hermoso paraje en Irlanda, proporcionado por las Hadas del Reino Encantado que habían hecho una replica del castillo original, un poquito más amplio por no decir exagerado en la parte de las áreas verdes, de modo que la piscina era en realidad un lago, y el jardín posterior un prado verdecito y salpicado de margaritas, eso si, relucía gracias a los innumerables encantamientos y gestiones domésticas que los elfos habían hecho durante la madrugada con total sigilo para no despertar a nadie, y con ese mismo sigilo habían transportado a cada miembro desde su propia cama a la cama en el castillo irlandés, sin que los trasladados se enteraran, claro que para ello Cye tuvo que comprometer a su cuñada Sagitas, una altísima funcionaria del ministerio londinense para que le consiguiera los permisos y otros trámites.

Arriba en el corredor y las habitaciones todo estaba en silencio a pesar de que eran las 10 menos cuarto de la mañana. Cye había amenazado con encerrar en la torre a cualquiera que hiciera bullicio y despertara a la cumpleañera (claro que no lo cumpliría pero ellos no lo sabían)

El enorme pastel había llegado desde Cacao Café con tres pisos, cubierto de chocolate blanco y fresas y colocado a un costado de la piscina-lago, en una solitaria mesa para que todos pudieran admirarlo, pero protegido por un encantamiento para que no fuera mojado o destruido, al menor intento, la mesa junto con el pastel se desvanecía y aparecía en otra dirección.

La tumbonas (sillas de sol) rodeaban la enorme piscina-lago en cuyo fondo algunas hadas del agua se habían ofrecido para sacar a flote a los pequeños, dejando los laterales libres, y más allá estaba el kiosco donde la barbacoa ardería para dar un delicioso asado a cada invitado. También estaba la mesa de las bebidas, con distintos contenedores mágicos, los que tenían la forma de fruta eran precisamente de esa fruta, como el de naranja o el de pomelo, luego estaba el barril que al poner el vaso bajo la llave dejaba salir una espumante cerveza de mantequilla, una botella enorme inclinada que proporcionaba whisky de fuego, y una bola de cristal que servía ponche helado con trocitos de fruta.

Contiguo estaba la mesa de los pasabocas y chuches, (para los muchos niños que llevamos dentro) de todos los sabores y colores, desde simples rodajas de papas horneadas con especias, pasando por tartaletas saladas, pinchos de fruta que podían ser bañados en la fuente de chocolate liquido, pequeños bombones elaborados para la ocasión, hasta helados, galletas, chupetas explosivas y gelatina picante.

Parte del prado había sido cubierto con mantas a cuadros dispersas en las que reposaban coloridos cojines donde sentarse a platicar, pero también había quedado un área libre para caminar, correr, jugar, casi que entraba una carpa de circo? O una pista de patinaje, con los Lockhart nunca se sabia.

La piscina-laguna por su parte estaba llena de globos y una que otra pelota de agua, varias esterillas flotantes con formas de pato, caballo, dinosaurio, para los más pequeños y algunas de forma plana para los más grandes, aunque dudaba que respetaran a quien quisiera mantenerse sentado serenamente...

Cye por su parte bajaba ataviada con una falda de playa blanca y un traje de baño enterizo de color verde vibrante, calzada con sandalias de taco bajo sin correas para poder dejarlas tiradas en cualquier parte, el cabello recogido en una perfecta trensa por el momento.

--Heyda ve que tanto Eirian como Ezra traigan bajo su ropa el bañador, ve, ve, antes de que Ishaya los baje.-- le pidió a la elfina a mitad de la escalera. --Sabes si Noah recibió confirmación de las lechuzas?-- se notaba que estaba nerviosa, pues los cambios habían sido de ultimo minuto tras el aviso de disturbios en Londres. La matriarca de la familia Lockhart no iba a permitir que el día más importante para Bodrik terminaran arruinándolo.

Gracias al cielo y al hecho mismo de ser sacerdotisa, tenia una buena relación con las hadas y había conocido á los padres de Ethnna quien hizo una excepción en cuanto á su alejamiento de los humanos y le encontró aquel paraje ademas de que su comunidad hizo el trabajo de la replica del castillo, por eso no era de extrañarse que algunos de los que dormían sintieran que eran observados o cosquillas mientras las hadas memorizaban cada detalle.

Los que no habían amanecido en el castillo habían recibido una moneda de chocolate, al morderla serían trasladados frente a un arco de flores y globos en la parte del jardín-prado en la parte trasera del castillo en Irlanda

[That is not my name]

Al fin había llegado aquel día y claro que me emocionaba demasiado el poder festejarle a Bodrik su cumpleaños, pero nadie podía negar que mi esposa; Cye, era la que más se había movido en los días anteriores; no me sorprendía su comportamiento, siempre había sido muy entregada con la familia y, claro, todos podíamos asegurar que ella era el verdadero pilar de todos los Lockhart.

Antes de poder terminar de arreglarme y arreglar a Eirian y Ezra, quienes me los había dejado a cargo mi querida mujer mientras ella terminaba los preparativos, una de nuestras elfinas apareció para ayudarme con la tarea. ¡Cómo si yo no pudiera solo! Aunque siempre era un placer el que las cosas terminaran antes.

- Muchas gracias, - dije agradeciendo a la elfina - ¿todo va bien?
- Claro señor Ishaya, la ama Cye tiene todo bajo control.
- Como siempre.

Sonreí tranquilamente mientras tomaba entre mis brazos a los dos pequeñines sin mucho esfuerzo, era momento de acompañar a toda la familia para comenzar con las celebraciones de mi pequeña princesa.

[Sagitas E. Potter Blue]

Estaba algo nerviosa. Nunca había acudido a un lugar como éste, tan lejano de mi amado pueblecito de Ottery. En circunstancias normales , nada me hubiera obligado a salir de mi zona de confort de las mansiones conocidas. Sin embargo, la invitación de mi cuñada había sido clara: el cumpleaños de Bodrik se celebraría ahí, en un lugar lleno de hadas. No estaba preocupada, eran seres muy amables, yo misma había celebrado un cumpleaños rodeada de hadas, aunque de otra especie. Además, en Londres había una exaltación continuada que no aconsejaba salir de casa. La elección de Cye había sido totalmente acertada: la celebración debía continuar, aunque en un lugar más seguro.

 

Estaba preocupada por mis mansiones pero sabía que Harpo podría cuidar de todo mientras volvía. Así que con una bolsa que contenía los regalos en una mano y a mi hijito Ithilion en la otra, me senté en la cama que mi cuñadita nos había dejado en su castillo. Sonreí al saber que iba a aparecer en otro lugar diferente. Estaba segura que el resto de invitados, mi hijo Matt incluidos, no sabrían que se encontrarían en un lugar diferente a Ottery cuando se despertaran. Yo, sin embargo, por mi calidad de chafardera, o tal vez porque había ayudado a Cye a contratar los servicios imprescindibles para el traslado mágico, sabía lo que iba a pasar.

 

Ithilion estaba muy excitado y no quería dormirse. Cuando por fin lo conseguí, me arrebujé entre las sábanas, esperando que, al despertar, ya estuviéramos en aquel Reino de las Hadas. Yo también estaba muy nerviosa pero me dormí al instante.

 

Cuando desperté, al día siguiente, por la ventana ya entraba un luz clara que indicaba que el sol ya estaba muy alto. Me asomé y noté que el lugar ya estaba preparado. Iba a gritar por ella para llamar la atención de mi cuñada cuando recordé que Ithilion aún dormía. Así que me quedé allá, mirando el ir y venir de los elfos que aún colocaban viandas y las tumbonas en el lugar.