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Primeros Auxilios e Idiomas


Aleera Lux Evanik Malfoy
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¿Trescientas quince lenguas con dialectos incluídos? Pero, ¡eso debían ser todas las lenguas habidas y por haber en el mundo, tanto en el muggle como en el mágico! Aquel era otro de los motivos por el que me había apuntado a aquel conocimiento: todavía no conocía ninguna lengua mágica como la de los trolls, o los gigantes, o los elfos y sentía una gran curiosidad por ellas. Me agradaba mucho estar compartiendo aquella conversación con aquella emblemática mujer.

 

- Sí, de hecho prefiero que me llames Adrian. Es más cercano.

 

Agradecí de sobremanera aquel trato delicado y respetuoso. Me sentí muy conectado a ella. Desde luego, la experiencia de aquella clase iba a ser muy gratificante y esperaba que igual de útil.

 

- Dominar, dominar... Chapurreo muchos europeos por mis constantes viajes, pero me crié durante un tiempo en el norte de España y acudo mucho ahí, así que el español y los dialectos del norte serían unos; otro sobre el que tenga más dominio, obviamente, el inglés, aunque también sé algo de irlandés. Francés, alemán, incluso polaco. --Me paré a pensar unos instantes--. Urgencia, ninguna. Lo dicho, me gustaría poder llegar al dominio de los principales para desenvolverme con soltura y tener conocimientos de otros muchos, pero quizá los que más me interesen ahora mismo sean las lenguas de oriente próximo y el árabe. Seguramente planifique un viaje por ahí y me temo que tendremos que lidiar con los gobiernos de esos países pronto desde las oficinas de Cooperación.

 

Esperé por si la mujer tenía que hacer algunas anotaciones, aunque fueran mentales. Pero antes de permitirle hablar, añadí:

 

- Ah, bueno, y por supuesto me encantaría iniciar mis conocimientos en lenguas de seres mágicos, como la de los gigantes o la élfica. Esas me interesan de sobremanera.

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Las palabras de su hija, le recordaron lo anteriormente vivido con Amara, durante su instrucción como metamorfomaga. Habían acudido a rescatar a los sobrevivientes de una guerra en algún lugar de medio oriente, ¿acaso era la zona mundial con más conflictos? Parecía que sí, por lo que simplemente negó con lentitud e intentó enfocar su mente en el lugar en el que se encontraba, en cuanto lo consiguió su cabello típicamente rubio cambió a un rojizo color rojo fuego, que lograba contrastar perfectamente con su piel blanca y sus ojos verdes.

 

De esa manera, sentía que se parecía más a su madre, porque incluso sus rizos habían desaparecidos, para transformarse en un liso casi demoledor. Considerando la posibilidad de seguir experimentando con los cambios de su apariencia, negó con lentitud y se concentró en la tarea que su hija le había dado, utilizando un poco de su poder de metamorfomagia, para identificar a los pacientes que serían los afortunados en recibir sus atenciones.

 

—Creo que encontré al primero con el que quiero trabajar. —anunció a la Black Lestrange.

 

Se acercó hasta un hombre de mediana edad con barba de candado y algunos huesos rotos, así como con un par de heridas que se extendían por completo por todo su abdomen. Intentando, no alejarse por el mal aspecto comenzó a revisar entre las pociones que anteriormente había hecho aparecer la bruja y se concentró en encontrar la crece huesos, la que le hizo beber sin dilación, y posteriormente comenzó a buscar la esencia de díctamo.

 

—Episkey —siseó, logrando que una de las heridas dejara de sangrar y comenzará a sanar. Sabía que no era suficiente, pero podía hacer algo para facilitar la situación, por lo que tomando una gasa, comenzó a limpiarla y posteriormente, depósito algunas gotas de la esencia de díctamo

 

Poniendo un vendaje que cubriera las heridas, respiró profundamente, mientras veía como poco a poco los huesos de los dedos que habían sido completamente destrozados comenzaban a curarse. Todo iba bien, pero tenía que poner algo para desinflamar la piel y disminuir el dolor que sentía.

 

Girándose, notó como una hierba peculiar aparecía entre las conjuradas... era árnica. Conocía poco de sus usos, pero sabía que el colocarla en una infusión sobre las partes del cuerpo inflamadas, daba buenos resultados, por lo que decidió arriesgarse y colocó un trapo remojado con la infusión.

 

— ¿Qué opinas de esa niña? —preguntó de pronto a su hija, mientras su mirada esmeralda se posaba en una pequeña de unos cinco o seis años, que estaba ensangrentada de la espalda y acostada en posición fetal sobre un camastro. Podía ser que estuviese grave, pero era una niña y ellos merecían al menos un poco de su atención.

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Observaba de cerca los movimientos de su alumna, sonriendo un poco cada que está realizará una acción.

 

Estaba muy contenta con el trabajo que la matriarca Black Lestrange estaba realizando. Asentia de forma casi imperceptible cuando estaba conforme con algo.

 

Finalmente el mago estuvo en condiciones óptimas, solo restaba que descanse un poco.

 

-Es tu labor, yo solo juzgarse que tan bien o qué tan mal lo haces, así que tienes libre elección. En particular con ella qué harías ¿Paraguas la hemorragia o disminuirias el dolor el primera instancia?

 

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Comprendiendo las palabras de su hija, se acercó hasta la pequeña y comprobó que respiraba con dificultad, eso sólo podía significar una cosa; iba a morir. Sabía que no debía perder su tiempo intentando salvarla, porque no lo lograría, sin embargo, dentro de su consciente, tenía claro que sí podía evitar el sufrimiento de personas inocentes, lo haría. Así que mirando a Jessie, se quedó pensando durante un segundo.

 

—Calmar el dolor, sé que no tiene salvación... —respondió con total sinceridad— Sé, que me pediste no perder el tiempo con los que no se pueden salvar, pero es una niña y no puedo dejar que siga viviendo de esta manera, lo más humano será calmar su dolor y darle una muerte tranquila.

 

Tras explicar sus palabras, se acercó hasta la pequeña y con ayuda de su varita mágica, trajó hasta su posición la poción calmante, de la cual vertió un sorbo en una cuchara y se la hizo beber. Logrando de esa manera, que el dolor comenzará a parar, y quizá, solamente quizá si le daba poción reabastecedora de sangre podría curarla, pero esa era una hipótesis que tendría que compartir con su hija.

 

Susurrando algunos episkey, comenzó a curar las heridas de la espalda, logrando que estas comenzarán a cerrar y no de ese modo no se escapará más sangre de su cuerpo. Considerando las posibilidades, limpió la sangre de su rostro y sus brazos, así como la acostó boca abajo, para mitigar el dolor.

 

— ¿Crees con la poción reabastecedora de sangre se pueda salvar? No entiendo muy bien cuál es la función y en qué casos podemos usarla, así que si me explicas te lo agradecería.

 

Contemplando a la pequeña, a su mente acudieron los recuerdos de cuando sus hijos sufrían algún pequeño accidente de niños y alguno de sus elfos era el encargado de atenderlos o sino su madre, porque ella nunca lo había hecho, porque creía no tener suficiente estomago para conseguirlo, hasta que había descubierto que matar era parte fundamental de su vida, esa adrenalina le gustaba.

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Escuchaba atentamente, así que sí Mía sabía que la niña no tenía salvación ¿porqué centrarse en ella? Observó lo que realizaba la matriarca Black Lestrange atenta a cualquier movimiento pues sabía lo que ella haría para salvarla pero era su madre quien ahora estaba poniendo en practica lo poco o mucho que ella sabía.

 

-La poción reabastecedora hace justo lo que su nombre dice, reabastecer la sangre perdida, pero si no cierras las heridas tanto internas como externas de la pequeña no harás más que provocarle secuelas. Incluso entre nosotros los magos, el abuso de pociones o plantas provoca secuelas mortales a largo plazo, así que piensa. Quieres darle esa poción, ya comenzaste la tarea de salvar su vida desde el momento en que te fijaste en ella. ¿Qué harías?

 

Ella, como sanadora experimentada, haría un chequeo general de la pequeña. Localizar los puntos donde iniciaban las hemorragias y cerrarlas, dar el tratameintos oportuno con unguentos y cataplasmas. La niña era salvable siempre y cuando ella tuviera la iniciativa correcta. Las heridas de la pequeña no eran solo superficiales, había cosas internas por el tipo de hematomas que lograba ver en la niña.

 

-Primero duermela y de ahí parte a investigar como salvarla realmente, si necesitas ayuda aquí estoy.

@@Mia Black Lestrange

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El efecto parecía el adecuado, se sentía a gusto sabiendo que frente a ella tenía un alumno sediento de conocimiento, que sabía como valorar aquellas grandes mentes que ella admiraba. Sonrió ante la respuesta aunque le representaba un desafío.

 

-Comprendo, Adrian - dijo meditativa- no tenía preparado caer en lenguas no humanas por el momento, pensé que lo mejor era caer en algo mas tradicional que te represente mejor uso. De todos modos, no quiere decir que no podamos hallar algo...

 

Aleera se puso de pie e invitó a su alumno a que la acompañe. Cuando el joven estuvo a su lado, realizó una floritura con la varita logrando aparecer frente a ellos una pequeña estanteria con libros. Se hizo a un lado permitiéndo al joven mago observarlos y deleitarse con ellos.

 

-Este será tu material, está cómodamente organizado. Tu labor será entrevistar al Capitan Klaus, un aleman un poco cascarrabias pero honesto, sobre la guerra. Cuando termines quiero que me expliques un resumen. -dijo la Evanik tranquilamente- El Capitan habla únicamente aleman, así que requeriras los libros del segundo estante. Cualquier consulta me encontraras por acá.

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Por unos momentos sentí como si me estuvvieran contratando de forma provisional para El Profeta. ¿De verdad iba a tener que entrevistar a uno de los altos cargos del bando alemán? Aquello superaba mis conocimientos de alemán. Quería ofrecer una imagen segura y formal, pero el vocabulario del que disponía en el diminuto cajón de "idiomas" de mi cerebro no me ayudaría a parecer todo un profesional.

 

Ese fue el motivo por el que, durante lo que me pareció poquísimo tiempo a pesar de que los relojes seguramente hubieran recorrido un gran tramo de la circunferencia, recopilé toda la información posible de los libros de aquellos estantes. Cada fila correspondía a un país, con libros de interés sobre la cultura propia del mismo, libros de gramática y vocabulario sobre el idioma (o los idiomas) correspondiente y algunos manuales de "uso rápido del lenguaje para viajeros empedernidos". Estos últimos junto con un diccionario de inglés a alemán y viceversa fueron los que acabaron en mis manos cuando Aleera me indicó que el Capitán acababa de entrar en la tienda de campaña y se dirigía a la parte de atrás, justo a la otra esquina de donde nos encontrábamos.

 

Libros en brazos y pies algo temblorosos, pero con un talante de aparente seguridad, seguí los pasos del hombre y acabé en una especie de cubículo aislado con las mismas telas impermeables que conformaban la enorme tienda, desde fuera vista mucho más pequeña. La sala parecía haber sido arreglada específicamente para la entrevista. Nada más entrar chocabas con una mesa de madera en la que se habían dispuesto dos sillas del mismo material, una enfrente de la otra. Sobre la mesa había una vuelapluma y pergaminos. <<Perfecto>>, pensé mientras dejaba los libros al lado de los pergaminos y le daba un toque a la vuelapluma para que despertara y se preparara para la acción.

 

Lo primero que admiré nada más alzar la vista fue la corpulencia de aquel hombre. Era enorme. Si alguien me dijera que se trataba de un semigigante, le habría creído. Tenía unas facciones duras y marcadas, pero sus ojos denotaban cansancio. Al verme, me tendió la mano, que sin dudarlo estreché y se me presentó tal cual me lo había presentado minutos antes (¿o ya había pasado más de una hora?) Aleera.

 

- Adrian Wild, enviado especial de comunicaciones mágicas, encantado.

 

¿Qué narices era aquello? Mi acento había salido demasiado rígido, como cuando intentas hablar después de haberte atragantado. Quizá la cara que puse al creer que el capitán pensaría que me estaba burlando de él fue lo que le hizo sonreir y relajar su gesto. Me indicó que me sentara retomando un semblante más serio y entonces me fijé en que su voz sonaba hasta dulce y que pronunciaba las palabras con una agradable exactitud. Aquello me alivió. Comprendía mi situación y había optado por facilitarme el trabajo. Miró los libros que traía conmigo e inmediatamente después fijó la mirada en mí, esperando que comenzara.

 

- Mm... Sí... Eh... Bien --murmuré mientras abría por el centro el diccionario.

 

Sentí su apaciguada impaciencia empezar a extender sus raíces sobre la mesa. Se apoyó sobre los codos sin dejar de mirarme y aprecié su mirada clara y su pelo castaño. <<Vaya, adiós el mito de que todos los alemanes son rubios>>, pensé, sin darme cuenta de que lo único que había conseguido hasta ahora era perder el tiempo y hacérselo perder a él.

 

- Intentaré ser breve, no quisiera robarle más minutos de los necesarios, señor Klaus.

 

Esa vez mi voz sonó más relajada y decidida. Tenía que ir directo al grano. El lenguaje no verbal del hombre me indicaba que no podría dedicarme más de una media hora, que tenía muchas cosas que hacer allí fuera y, sobre todo, que era un hombre al que no le gustaba que le hicieran esperar.

 

- Antes de que me exprese su... --<<Maldición>>. Busqué con un toque de varita la palabra en el diccionario--. Su opinión sobre la guerra, me gustaría saber cuáles fueron los motivos de Alemania para apoyar a Francia.

 

Su gesto no varió mucho, aunque se notaba que intentaba ser lo más correcto, claro y conciso posible. Miré lo que la vuelapluma escribía. Al parecer estaba contectada con la mente de aquel que la hubiera tocado por última vez y, al mismo tiempo que mi cerebro procesaba la información en alemán que recibía y la traducía, ella la transcribía.

 

- Entiendo, ¿entonces los motivos al principio fueron por --otra ojeada al diccionario-- puro interés territorial?

 

La afirmativa respuesta quedó clara, lo que me costó entender del todo fue la especificación posterior. Sin embargo, algo pude sacar: al parecer el ministro alemán había acordado con el ministro francés el reparto de las tierras conseguidas, pero cuando Inglaterra entró en el equipo de apoyo y reclamó su parte en la recompensa, una vez ya comenzada la campaña militar, la duda del ministro francés había hecho desconfiar a los alemanes y éstos habían reducido su aportación defensiva.

 

- ¿Y cuál es su posición personal, actualmente, como Capitán de la defensa alemana?

 

Aquella respuesta tardó más en llegar. Él antes comandaba cerca de cuatrocientos hombres y, de la noche a la mañana, la mitad de aquellos hombres habían desaparecido. No se le había informado debidamente del cambio de opinión, y mucho menos se le había dado voz ni voto sobre la decisión, por lo que en ese momento cargaba con la responsabilidad de ofrecer protección al ejército francés con muchos menos magos y brujas a su cargo.

 

- ¿Y el ejército inglés?

 

Bufó. Y aquello me tuvo que servir como respuesta, porque no articulo palabra alguna.

 

- ...al parecer han empezado a surgir fisuras en el bando aliado. Bueno, en realidad no desde ahora, sino desde que entramos los ingleses en la batalla --le terminaba de contar mi relato instantes después a Aleera con una taza de café en la mano--. Ah, toma, había una vuelapluma y ha redactado la entrevista --le notifiqué entonces mientras le daba el pergamino escrito--. Puede que haya que hacer algunas modificaciones. Algunas de las respuestas han quedado escritas más como borrador, pero supongo que le servirá al Profeta.

 

Todavía tenía grabada en mi mente la cara que había puesto el alemán al despedirnos. Al parecer aquella entrevista le había molestado más de lo que esperaba. Las dos últimas preguntas las contestó con algo más de incomodidad después de haber reaccionado a la referida al ejército inglés y cuando nos despedimos había estrechado de nuevo mi mano, pero había sido por pura etiqueta. Inmediatamente después había mirado de nuevo los libros y pergaminos esparcidos sobre la mesa y había vuelto a bufar, saliendo del cubículo con un susurrado pero claro <<Ingleses...>>.

 

- ¿Crees que esto podría suponer un conflicto futuro entre Inglaterra y Alemania? --le pregunté a Aleera una vez hube despejado de mi mente aquella imagen.

 

No estaba extremadamente orgulloso del resultado de la entrevista. Me había manejado al final con la ayuda de los libros y mi tarea para con la asignatura había sido satisfactoria, pero no me gustaban aquellos sinsabores. Sin embargo, supuse que así era la guerra: desmoralizante. Y así estaba siendo para todos, sobre todo los que llevaban mucho tiempo allí.

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La Evanik guardó distancia permitiendo que su joven alumno trabajara sin interrupciones, esperaba no ponerlo nervioso, sin embargo, la mirada esmeralda de la demonio lo siguió en todo su trayecto. El joven trabajó arduamente frente a la biblioteca antes de aproximarse a Klaus, el viejo soldado no era un hombre que supiera una pizca de inglés o español, así que no hay riesgos. Era alemán o alemán.

 

Las horas pasaron y no quedaban dudas, el trabajo había sido como ella esperaba. Alzó la vista, tratando de localizar a Jessie y Mía pero no estaban cerca del sector donde ella se encontraba. Así que decidió culminar por su lado. Tomó un pergamino y con una letra pulcra y detallada comenzó a escribir. Sintió unos pasos y levantó la vista encontrando al mago frente a ella.

 

-Adrian, un minuto por favor -le dijo

 

Tomó otro papel y completo los espacios en blanco. Lo enroscó y selló con cera azul oscura asegurando su contenido.

 

-Bien, ha llegado la hora -dijo sonriente- debo decirte que me sorprendiste gratamente Adrian. Haz hecho un trabajo muy bueno. Toma -le extendió el pergamino cerrado-, solo me queda felicitarte, haz aprobado tu clase de idiomas.

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Prestando atención a las palabras de su hija, asintió de manera casi imperceptible, mientras concentraba parte de su poder mágico en sus manos, para encontrar el origen de alguna de las hemorragias, estaba siendo un poco complicado,no lo negaba, pero sabía que no era imposible. Por lo que continuó con el proceso, durante algunos segundos más, hasta que logro darse cuenta que el problema era más interno que externo y las heridas sobre su cuerpo eran superficiales.

 

Curación—siseó, a pesar de saber que podría únicamente haberlo pensado.

 

Con el primero de sus hechizos, la principal hemorragia que partía de su estomago empezaba a ser curada, lentamente y de la manera más sencilla posible, porque no le causaría dolor alguna, por lo que repitió nuevamente la curación, hasta que estuvo segura que esta había sido parada, ahora tenía que atender una de menor grado cerca del vientre, la cual sino era cerrada, causaría alguno que otro problema.

 

Utilizando en esta ocasión el episkey, la sanó y al ver como sus heridas externa seguían sin ser curadas, las analizó un minuto y comprobó que eran superficiales y que el proceso de coagulación había detenido la salida de sangre, así que podían ser atendidas con algunas hierbas para que no se infectaran y cerraran en pocas horas. Sacando la esencia de díctamo, la colocó sobre algunas compresas que puso sobre las heridas y al ver el rostro un poco más sereno de la pequeña, respiró profundamente.

 

Sí, estaba haciendo un buen trabajo... pero aún no terminaba, por lo que colocando en un vaso la poción reabastecedora de sangre, la acercó hasta sus labios e hizo que bebiera todo el contenido, aún a pesar de que se encontraba semiinconsciente, porque necesitaba descansar.

 

—Creo que se salvará. —dijo a su hija.

 

Una vez que vio a la peliroja, volvió su atención a la niña y comenzó a cambiar su ropa vuelta harapos por una bata de hospital completamente limpia y blanca, que hacía que se viera mucho más estable y cepillo su cabellera. Suspirando, sabía que había hecho lo correcto, aunque cada que lo hacía algo en su interior moría lentamente y ese era el peso que sentía en ese momento, ella no era buena pero a veces simplemente lo intentaba.

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