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La Torre del Dragón


Mael Blackfyre
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Definitivamente mi intuición era mi mejor aliada por lo que tenía de vida. En cada momento me había ayudado, y siempre era para bien. Tenía casi todas las hojas en mi interior. Mi varita entre mis dedos y mi postura erguida contra aquella puerta que ya era diferentes que las anteriores. Algo me decía que realmente todo el camino era una especie de prueba para llegar aquello.

Cuando pise el último piso, podía sentir que mis oídos se presionaban ligeramente, que había un cambio en el aire. Lejos. Me daba ésa sensación de estar lejos. Apoyé mi mano en la madera y con mis dedos acaricié los mismos símbolos que había visto antes, ésta vez tallados en la madera. Había cientos de ellos, en formas de hileras que iban de la parte de arriba abajo. Describían historias, describían nombres. ¿Eran visitantes que habían llegado a la Torre como yo?

Realicé un par de movimientos con mi varita. Iba desbloqueando ciertos encantamientos protectores. Pero había uno que no podía descifrarlo. Estaba seguro que eso iba a afectar de alguna manera a lo que me estaba por enfrentar. Ése algo que se hizo escuchar en cuanto empecé con mi entrada. El rugido no solo se escuchó en la Torre, sino seguramente a unos veinte kilómetros a la redonda.

Cuando terminé accioné el picaporte y entré.

Entrar era una manera de decir, porque por suerte, había visto que el suelo había desaparecido. El viento se arremolinaba a aquella altura, chocando con las paredes. El suelo hubiera sido una facilidad pero ahora solamente miraba que estaba a unos cincuenta metros del suelo, como si ése piso estuviera elevado en el cielo de la torre en si. Las paredes parecían tan enormes como el techo, parecía como si estuviera dentro de una inmensa cueva.

En el centro había un enorme pilar que sostenía muchas antorchas, las cuales su fuego iluminaban cada rincón. Pero éstas peligraban ante el batir de las alas de la gigante criatura que volaba en círculos por aquella estancia. No había camas ni cuadros. Ni tampoco roperos. Solo había adornos de metal y muchas ventanas, con rejas que no permitían la salida del dragón pero si la entrada del sol, de aire y de algún que otro pájaro.

Sólo pude hacer un paso. El suelo terminaba ahí, el resto caía al vacío. La puerta se cerró sola tras de mí y sólo tenía una opción, que era enfrentarme al Gran Drakan. La altura era el menos de mis temores porque si llegaba a caer solo bastaba convertirme en búho y volar. Pero si adoptaba mi forma animaga no podría vencer a la criatura alada.

Moví mi varita en forma de espiral, mientras estiraba mi mano y tomaba la escoba que se estaba materializando en ése momento. No me gustaba volar en escoba, tenía ciertas limitaciones. Pero tenía que vencer a la criatura si quería salir de allí. Mi Nimbus 3000 estaba lista para ser montada. Me subí a ella y pude notar que el dragón estaba listo. En cuánto tomara vuelo, empezaría la acción. Varita lista.

¡Obscuro! —lo grité, porque estaba creando todas las opciones dentro de mi cabeza, esperando que funcionaran. Eran como pequeñas acciones que se irían uniendo para neutralizar a la criatura. Cualquiera de éstas que fallaran me llevarían a la ruina. Tenía que tener cuidado de muchos detalles pero tenía que empezar por el primero.

Primero tenía que saber que era un dragón, difícil de controlar, tanto por su enorme tamaño, como sus habilidades mágicas y si piel resistente; no podía penetrar sus escamas con mis simples hechizos.

Por eso que el primer encantamiento cegó al dragón para que no pudiera verme. Levanté vuelo en ése momento dirigiéndome a la dirección contraria que él, a la derecha. Tenía planeado volar cerca de las paredes, porque las alas del dragón no le permitirían estar tan cerca. Pero eso me llevaba a las siguientes etapas. Murmuré dos hechizos más: Muffliato y Langlock. El primero para provocarle un chillido en sus oídos y que no se dejara llevar por ellos a pesar de no poder ver. El segundo pegó su lengua al paladar. Ni sus dientes ni su llamarada llegarían a mí.

El dragón para todo esto, había empezado a volar por encima de mí, rozando el techo. Sus alas se batían y sus llamaradas iban a direcciones incorrectas. Pero cuando éstas chocaban contra algún lugar, él parecía que recibía señales de donde se encontraba. Cuando sus oídos dejaron de permitir el paso del sonido claro, volaba más lento. Y empezaba a descender un poco. Subí mi altura. El langlock hizo que éste comenzaba a sacudir su cabeza. Eran hechizos neutrales, no iba a durar mucho tiempo así.

Volé en dirección de la columna. Cuando llegué a ella me detuve, con mi varita apuntando al dragón. Apunté por detrás de mi cabeza y luego hacia adelante

¡Incárcerus! —las sogas fueron directamente contra la bestia, una de ellas ni siquiera lo tocó pero las otras dos se le enredaron en una ala sola, desestabilizándolo y dirigiéndose contra una de las paredes. Su boca se abrió y largó una llamarada en mi dirección. Casi me impactaba. Me había tomado por sorpresa. Pero necesitaba que hiciera algo para poder sacármelo de encima

Tenía algunos segundos. A la tercera vez que intentó aletear y dirigirse hacia el centro de la habitación, las sogas lo limitaron y lo hicieron arrastrarse por una de las paredes. Al parecer quería aferrarse a aquellos adornos de metal que en ése momento, entendí para que era.

Reducto

El rayo no fue contra la criatura, sino contra la pared que estaba apoyada. Tanto la piedra, como los hierros y la antorcha que el dragón usaba de apoyo, explotaron en miles de pedazos abriendo un gran agujero. El Gran Drakan perdió equilibrio y estaba seguro que eso no iba a servir más para que para lo que estaba sucediendo: cayó al vacío, con sus alas atadas. Las sogas no iban a durar mucho más igual que la venda y el muffliato pero al menos me había quitado de encima por unos segundos al guardián de ése lugar.

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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Antes que aquella criatura retomara a su morada, sobrevolé toda la instancia y no encontré la última hoja que al parecer, me habían dicho que se encontraba allí. Tal vez las llamaradas del dragón la habían consumido o estaban ocultas por los mismos encantamientos y hechizos que protegían el lugar. Volé en círculos, realicé hechizos simples de ocultamiento y de atraer objetos y no encontré nada. Mi trabajo allí había terminado.

Encare a la puerta, que se abrió al acercarme y me decidií a salir con las hojas que había logrado conseguir del libro de Albus Dumbledore.


Recompensas otorgadas por el Gran Drakan y por el MACUSA

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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Capturas dados:

Primer piso sin problema: 1

 

El siguiente rol no cumple con los requisitos mínimos de 15 líneas: post. Se anula la mazmorra y no otorga ningún premio. Las reglas establecen:

 

Debes hacer 5 posteos de rol (total 10 posteos) (mínimo 15 líneas cada posteo).

 

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