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Château de Rune (MM B: 115221)


Helene Eloise Bellerose
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HISTORIA DE LA FAMILIA



El ejército del Rey de Francia Felipe Augusto, perseguido por la coalición, llegó a Bouvines con el fin de atravesar el puente del río Marque. Los cristianos tenían prohibido combatir los domingos, pero Otón, uno de los líderes de la coalición, procuró sorprender al ejército del rey mientras atravesaba el puente.



Al mismo tiempo que Felipe Augusto y Otón se enfrentaban cara a cara en el centro de la batalla, en el flanco derecho francés se encontraban los flamencos dirigidos por Fernando. Fue a éste último quien Raboz de Rune, un joven y afamado combatiente, desmontó del caballo y capturó como rehén. Luego de esa batalla, Raboz recibió el título de noble y un singular castillo próximo a Aumale.

 


27 de julio de 1214 ~ Fragmento de la Batalla de Bouvines




La historia de la familia de Rune puede remontarse a 1214, año en que por primera vez el apellido aparece mencionado en los libros de historia. Raboz fue el primer de Rune del que hubo registros por su participación activa en la Batalla de Bouvines. Desde el siglo XIII hasta el XVIII, el noble linaje fue extendiéndose dentro de Francia, ramificándose en diferentes localidades y atravesando las fronteras de países próximos.



En 1798 surge un hecho que cambiaría para siempre el devenir de la rama principal de la familia, que continuaba residiendo en el castillo próximo a Aumale. Nace Jacques de Rune, el primer mago de todo el linaje. Jacques no tenía ningún antepasado mágico por su lado materno, lo que lo convertía en el primer no-muggle de ambas familias. Años después de sus estudios mágicos y de casarse con una bruja que conoció en Beauxbatons, Jacques regresó al castillo de Rune para vivir y criar a sus cinco hijos, todos magos y brujas como sus padres.



El relacionamiento con la comunidad muggle continuó durante los siglos venideros, aunque de forma paulatina las defensas mágicas que fueron realizándose de forma inevitable y también el aire aristocrático de la familia hicieron que los vínculos fueran más reducidos. En la actualidad los últimos dos miembros que siguen con vida y portan el apellido, viviendo en las originarias tierras de la familia, son Amicia y Auxerre de Rune, hermanos tan inseparables como diferentes.



Lo cierto es que desde Jacques de Rune varios magos y brujas de Francia, Reino Unido y Bélgica portan algún vínculo sanguíneo, por más lejano que sea, con Jacques y, varias generaciones después, con Amicia y Auxerre. Dos claros ejemplos son Hélène Éloïse Bellerose —cuyo abuelo materno era de Rune— y Martin Black de Rune —cuya madre era de Rune—, quienes en la actualidad, y tras convencer a los jóvenes Amicia y Auxerre, son los verdaderos patriarcas de la familia cuya residencia se ha trasladado, manteniendo el mismo castillo, a las afueras de Ottery St. Catchpole.




DESCRIPCIÓN DEL CASTILLO

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En las afueras de Ottery St. Catchpole, un pequeño pueblo situado en el condado de Devon en Inglaterra, se erguía imponente el castillo medieval de la familia de Rune. Fortificado con protecciones mágicas ancestrales, la residencia había sido traída allí desde su ubicación original en el condado francés de Normandía. Rodeada por un domo mágico que impedía su avistamiento y protegía su ubicación de los curiosos, la imponente estructura abarcaba una extensa área de construcción, resguardada por un espeso bosque. Edificado en el año 1185, el castillo había sido cimentado en medio de un lago natural que actuaba como foso, para evitar la aproximación indeseada de los enemigos. La estructura renacentista de estilo neogótico no podía pasar desapercibida, debido a lo inusual de su arquitectura. Al haber recuperado la propiedad de la ruina absoluta luego de un largo periodo de abandono, sus actuales dueños no solamente se encargaron de la refacción de la estructura señorial, sino que también la modificaron para que fuera más acorde con las necesidades del tiempo actual.


El amplio terreno consistía en varias hectáreas de bosque y jardines externos, en los que se habían adaptado varios establos y pesebreras para dar hogar tanto a criaturas mágicas como no mágicas. Un cuidador se encargaba de dar mantenimiento a los establos y habitaba en una pequeña cabaña, bastante alejada de la residencia principal.

El ingreso a la edificación se daba a través de un único camino, consistente en un puente que atravesaba el lago. Al cruzar el portón principal, los invitados eran recibidos por el antiguo patio de armas, el que daba acceso al ingreso residencial. Se había conservado la fachada original en piedra caliza y se distinguían al menos 4 torres que albergaban en su interior múltiples habitaciones y salones de usos varios.

El interior del castillo se caracterizaba por sus salones y habitaciones revestidos de madera vista, lo que aportaba mucha calidez al ambiente. La iluminación natural que daban los amplios ventanales era complementada con lámparas de araña y finos candelabros, ubicados estratégicamente en pasillos y habitaciones, las mismas que también conservaban en su gran mayoría los tapices originales restaurados. Sus ocupantes habían puesto especial esmero en conservar lo mejor posible el mobiliario original.

La estructura interior se dividía en cuatro alas: norte, sur, este y oeste.

ALA NORTE: esta era la más visitada por los ocupantes, se ubicaba en la entrada inmediata del castillo. En ésta se encontraban las siguientes habitaciones:

• Salón principal
• Biblioteca
• Salón de armas
• Comedor principal

ALA SUR: Se caracterizaba por tener su propia entrada. Se utilizaba principalmente para el almacenamiento de recursos y residencia del servicio.

• Cocinas
• Habitaciones de servicio
• Sótano

ALA ESTE: El espacio en el que residían realmente los habitantes del castillo, ubicada en la antigua torre del homenaje, la torre más alta de la estructura.

• Habitaciones residenciales
• Torre de observación
• Salón de entrenamiento
• Sala de arte
• Ático

ALA OESTE: Se había dedicado principalmente para el ocio y disfrute de los habitantes del castillo.

• Torre de observación
• Salón de juegos
• Salón de té
• Invernaderos
• Palomar





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Bóveda de Gringotts:


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Editado por Kassandra Weasley

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Frederick había perdido fuerzas, sin proponérselo empezó a caer en picada, no hubo cambio en su tamaño, Riuu se sujetaba firmemente pues él pensaba que era un juego de su amigo y que en el último minuto, alzaría el vuelo como si nada, sin embargo el suelo empezó a acercarse más y más, Riuu no podía explicarse porque Frederick no cambiaba la dirección...

 

El niño cerró los ojos, cuando el mago conoció a Frederick, este había dicho que si algo no se veía, era porque no existía... tal vez si no veía el suelo tan cerca esté desaparecerá... hay cosas que Riuu no sabe, porque es poco lo que ha vivido y también debido a su pérdida de memoria, así qué hay cosas que no recuerda.

 

Frederick como pudo, cubrió con su ala al niño mago, su gruesa piel evitaba golpes y heridas al ser como una armadura, rodaron por aquel terreno boscoso hasta que las rocas y los árboles detuvieron su accidentado desplazamiento, alzó su cabeza mirando el lugar, no parece haber peligro, así que despliega su ala y Riuu puede bajar.

 

—¿Qué pasó? ¿No era uno de tus juegos?¿Dónde estamos?¿Estás bien Frederick?—Pregunto el niño mirando con preocupación al acompañante alado.

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Hélène Eloïse Bellerose

 

Los paseos matutinos de la heredera se habían convertido en una costumbre necesaria. Alternaba entre Athiara o Magnus pues ambos equinos disfrutaban de la misma forma que la castaña el poder estirar las patas y galopar sin ningún tipo de presión para liberar la tensión mientras disfrutaban del aire puro que el bosque proporcionaba.

 

Aquel día no fue la excepción, Bellerose se había alejado de la edificación principal y se encontraba ya bastante internada en el bosque que rodeaba el lago. Magnus caminaba con paso lento y la semiveela le daba gentiles palmadas en el lomo mientras barría el paisaje con la mirada sin enfocarse en ningún punto particular. Pensaba que ya pronto sería hora de regresar a casa, pero estaba disfrutando de un agradable momento que decidió prolongar por unos minutos más.

 

De repente, un destello en el cielo le avisó que las protecciones mágicas del castillo habían sido violentadas. La ojiazul entrecerró los ojos intentando enfocar mejor la vista en aquello que caía con gran velocidad en los terrenos sin mayor éxito. Desconcertada y curiosa, arreó a Magnus para que avanzara con rapidez entre los árboles, dirigiéndole hacia donde creyó había caído el invasor.

 

Tardó unos minutos en rodear la propiedad, pero al acercarse supo de inmediato que estaba en el lugar correcto. Algunos árboles habían sido arrancados de raíz y una criatura de enormes proporciones languidecía en el suelo, junto a un niño.

 

Al darse cuenta de qué era la criatura, tanto bruja como caballo sufrieron un susto tal, que la castaña tuvo que agarrarse con todas sus fuerzas de la montura para no perder el equilibrio y caer a causa del coceo incesante del animal.

 

Calme mon amour, calme-toi— Canturreó la semiveela intentando infundir en el animal la tranquilidad que ella misma no tenía. ¿Qué demonios hacía un dragón en el medio de su bosque?

 

Dirigió los orbes celestes al niño, comprobando de inmediato su estado físico. En apariencia se veía bien, aunque también lucía un poco desconcertado.

 

—¿Estás.... bien? —Preguntó con suavidad, no quería alterar más a ninguno de sus inesperados visitantes.

 

 

@Riuu

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El alado acompañante del niño, movió la cabeza nervioso, Frederick es demasiado asustadizo y su oído sensible capta sonidos lejanos que le paran las escamas de punta. Su piel negra como los cuernos y ojos rojos (Además de su considerable tamaño) le hace lucir de cuidado, pero poco tiene de valiente, incluso se piensan algunos magos, que su desconfianza e ignorancia lo hace mucho más peligroso... el vínculo entre el niño y él es muy estrecho, Riuu cree que Frederick habla inglés, pues se entiende perfectamente con el negro dragón del miedo.

 

Los ojos azules del niño mago se abren con sorpresa, hay árboles con las raíces afuera y uno que otro con el tronco abollado o partido, pasa saliva al comprender que fue su aparatoso aterrizaje el causante de ese resultado y tiembla por el peligro en que se encontraba (el negro dragón del miedo crece unos centímetros a causa de Riuu pero al usar su sarcasmo al hablarle, el niño se enfada con Frederick y el dragón disminuye de tamaño... aquel valor que nace en Riuu, hace decrecer a Frederick).

 

—Ay pero que fantástico, si, como si me hiciera falta hacer más ejercicio y pasear al curioso porque se aburre y como no hay cosa que me agrade más que caer por cansancio excesivo, me tiene tan entretenido... mira que feliz estoy, la la la la la...

 

—¿Cómo puedes cansarte tan rápido? ¿Y cuando me dijiste que necesitabas descansar?¡Pensé que solo jugabas!

 

—Desconsiderado, sólo piensas en ti...

 

—¡Mira quien lo dice! Si por ti fuera, aún estaríamos a unos pasos de ese lago “traga todo”

 

—¿Y quien es él que quiere ver el mundo? ¡Con la de peligros qué hay aquí y allá! ¡Vamos a morir!...un humano! Viene un humano, auxilio!

 

—¡Calma!...calma...creo que no hay que temer...¿verdad? A lo mejor...puede que sea amigable...

 

Ambos aguardan con el alma en vilo... su curiosidad le mantiene en el lugar, ve llegar a una joven muy bonita sobre un bello animal.

 

—¿Cómo?....si... estoy bien... Frederick ya no tenía fuerzas para volar... yo solo quería ver que había después de las montañas...

 

@

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La noche luego del partido.

 

La aparición fue exitosa y el mago sintió sus pulmones respirar con normalidad en un sitio abierto y natural. Era un alivio pero sus oídos debían acostumbrarse a la nula presencia de sonidos. Se encontraba en el puente que daba acceso al castillo de Rune, su nuevo hogar. No caminaba solo, ya que Mica Gryffindor lo acompañaba tomada de la mano, con sus dedos entrelazados, como si de un pacto se tratase.

 

Pretendió ser una sorpresa pero era evidente que tras la primera impresión, su aura de misterio se derrumbaría. Sonrió al contemplar la lejanía del castillo, aún en un anochecer como aquel, podía vislumbrarse su silueta.

 

—No sé si te parezca mágico o no, pero este es mi nuevo hogar —murmuró en dirección a Gryffindor y sus ojos perlas parecieron brillar más que antes. Estaba completamente feliz de estar en compañía con la bruja y también de presentarle su nueva adquisición—. Se ve algo antiguo pero tiene sus comodidades. También es verdaderamente antiguo, aunque ya habrá tiempo para contarte los detalles.

 

Caminaron a lo largo del puente, que tendría unos treinta metros de largo, y escucharon bajo sus pies a las diversas criaturas marinas que poblaban el lago natural. La presencia del agua refrescaba el ambiente que ya de por sí era frío, estando por entrar en el último tercio del invierno.

 

Las enormes puertas se abrieron y Black accedió al patio delantero del castillo, el más importante de todos, donde antiguamente los nobles que residían junto a sus fronterizos, se reunían en numerosas ceremonias. De aquello, una vez que el linaje de Rune se convirtió en mágico, no quedaba nada. Pero era útil recordar el pasado, al menos, a veces lo era.

 

—Espero que te agrade —dijo sin más, y rodeó con su brazo libre a la bruja, aproximándose a ella, y depositando un sutil beso en sus labios. Al fin se encontraban relativamente solos, y eso hacía su compañía aún más necesaria.

 

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#7 Fontaine PP ~ #6 de Rune MM ~ #1 Ragnarsson KK

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Nunca se acostumbraría del todo a la sensación de aparecerse, prefería las escobas, aunque ciertamente, hubiese sido imposible viajar desde Roma hasta allí por ese medio. Cuando sus sentidos volvieron a la normalidad, contempló el puente frente al cual estaban de pie. Miró de reojo a Martin, quien se encontraba a su lado, y sin mediar palabra comenzaron a avanzar tomados de la mano.
Mientras caminaban, miró hacia los lados, los rodeaba un gran lago que fluía bajo el puente sobre el cual se desplazaban. Delante de ellos, la figura de un imponente castillo empezaba a divisarse. Su pareja iba mirando hacia aquel sitio, con una sonrisa en los labios que enseguida se reflejó en su rostro. No podía evitarlo, era feliz de estar con él donde fuera que estuviesen.
-Todo se ve mágico a tu lado -parecía una cursilería, pero de verdad así lo sentía. Cada paso que daba con él era diferente al anterior y la llevaba a descubrir cosas de sí misma que no conocía o que tenía guardadas hace mucho. -Se ve muy bien, ya quiero saber todo de este sitio- agregó entusiasmada, el castillo lucía intrigante y de verdad maravilloso.
Bajo el puente se podía oír el movimiento en las aguas. ¿Qué habría allí debajo? Ya se encargaría de descubrirlo. Siguieron el recorrido hasta encontrarse frente a las majestuosas puertas, eran realmente enormes y se abrieron para darles paso, descubriendo un gran patio.
La Gryffindor no recordaba haberse encontrado en un sitio similar alguna vez, y su mirada iba y venía contemplando cada detalle. Estaba maravillada por toda la historia que podría contener un sitio así, tan fuera de lo común.
Sintió aquel brazo que la rodeaba y giró hacia él, sonriendo y correspondiendo a ese dulce beso que rozaba sus labios. Lo miró a los ojos unos segundos y deslizó su mano libre por el negro cabello del Black con suavidad.
-Es perfecto -¿hablaba del castillo? ¿del momento? ¿de él? No sabía a ciencia cierta, pero realmente todo era perfecto en ese momento. Había deseado encontrarse a solas con él desde el comienzo de la gala, cuando las caricias habían comenzado a intensificarse y la gente alrededor a estar de más. -Te amo -susurró rozando suavemente sus labios y sonriendo, estaba realmente feliz.

 

@@Martin N Roses

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Las palabras de Mica lo cautivaban y presentarle el castillo tenía un incalculable valor para Black. Los besos se transformaban en momentos tan perfectos que parecían detener el tiempo, y probar sus labios equivalía a beber un elixir. Contemplar su rostro, desde su mirada esmeralda hasta sus pecas, pasó a ser algo inconsciente que lo sumergía en sueños aun permaneciendo despierto. Ese era el efecto que la bruja lograba en él.

 

Correspondió a sus palabras con un fuerte abrazo, transmitiéndole de esa forma lo mucho que la quería y lo necesaria que estaba convirtiéndose, produciendo una felicidad incalculable en su interior. Caminó tomando su mano por el patio de armas y llegaron hasta el ala este del castillo, donde se encontraban todas las habitaciones privadas de los habitantes pero sin intención de ir a la de Black. Empezaron a ascender por las escaleras y llegaron así hasta el punto más alto de todo el lugar: la torre de observación. En realidad existían dos torres de similares características pero esta se había convertido en la favorita del mago.

 

Una vez en aquel lugar, se dispuso a contemplar sus alrededores. La torre no era un espacio tan amplio, claro estaba, pero lo suficiente como para que dos personas pudieran disfrutar de una intimidad mientras contemplaban al poblado en el que vivían y más allá, desde un punto estratégico.

 

—¿Te agrada? —murmuró observándola con deseos.

 

A continuación y sin poder evitarlo, el mago de cabellos negros se aproximó a Gryffindor tomándola de ambas manos y acortando todo tipo de distancia que pudiera separarlos. Se apoyó junto a ella a la pared de la alta estructura y sus labios se fundieron en un beso que quemaba, cuyas llamas avivaban ambas lenguas y aceleraban los latidos y la respiración. Black no quería dejar de rozar aquellos labios ni tampoco aquel cuerpo mientras llenaba a la bruja de incontenibles caricias.

 

—Te amo —susurró, ahogándose una vez más, en sus labios y sintiendo cómo una extraña sensación parecía dominarlo de forma entera.

 

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Prolongó cuanto pudo ese abrazo, apoyando la cabeza en su hombro y dejando que el tiempo transcurriese alrededor. Nada más le importaba. En sus brazos encontraba la paz que tanto le hacía falta, el amor que necesitaba brindar y recibir. Tomó su mano y lo siguió hacia el interior del castillo, intrigada ante el repentino silencio de su acompañante, y la falta de certeza respecto a dónde se dirigían. Pero confiaba en él plenamente, así que no se detuvo.


Ascendieron por las escalinatas que parecían conducir hasta lo alto de una torre, hasta llegar a un espacio no demasiado grande, pero con ventanas que permitían ver hacia el exterior. Se aproximó maravillada, notando la preciosa vista que había desde allí. Boquiabierta recorrió cada ventana, pudiendo divisar cómo todo el poblado se emplazaba alrededor.


-Es maravilloso...-susurró, volviéndose hacia él.


Fue entonces cuando el Black se acercó, tomándola de ambas manos para atraerla hacia su cuerpo. Sintió la pared a sus espaldas y los cálidos labios que se fundían con los suyos, en un beso pasional muy intenso. Sus manos parecieron tomar vida propia, recorriendo la espalda del mago con la clara intensión de atraerlo aún más cerca.


-Te amo- respondió agitada entre el mar de besos que no dejaba de fluir entre ambos.


No podía detenerse, no quería hacerlo. Lo deseaba con una intensidad nueva y creciente. Sus manos se metieron trabajosamente entre ambos, buscando los botones de la camisa del joven. Desabotonó de a poco la prenda, con las manos temblorosas, al tiempo que cesaba sus besos para mirarlo a los ojos. No pudo evitar, al descubrir el amplio pecho que la prenda cubría, deslizar sus dedos con suavidad sobre el fénix tatuado.


-¿Te he dicho que me encanta? -susurró antes de volver a besarlo con aún más intensidad, dejando que su lengua se encuentre con la de él en un juego que podría ser eterno.


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Los telescopios estaban allí presentes para deslumbrarse con las estrellas y todo tipo de cuerpos celestes mientras las ventanas permitían contemplar al poblado mágico y sus alrededores. Pero los orbes perlas sólo tenían un destino, el rostro de la bruja y sus cabellos, el cuerpo de la bruja y sus cautivantes curvas.

 

La camisa fue desabrochándose poco a poco hasta quedó a un lado, dejando en evidencia no sólo el tatuaje enorme del fénix que cruzaba el pecho del mago nacido en Gales sino también el de la rosa en su espalda, que era aún más grande que el primero y fue producto de una maldición. Los incontables cortes a lo largo del tiempo por todo tipo de batallas, mágicas y no mágicas, también se hacían presente en el torso desnudo de Black.

 

—Es la primera vez que lo dices —respondió sintiendo la respiración de la Mica, antes de volver a probar sus labios y jugar con su lengua. Las manos de Black rozaron la tela que la vestía, aún con el traje de jugadora de quidditch y con el 6 en su espalda, para ayudarla a quitárselo. Primero fue la capa que había ondeado en su espalda dentro del Coliseo durante el partido y luego la prenda superior, a partir de la cual empezó a contemplar parte de la piel inexplorada de la bruja.

 

Si bien se trataba de una noche invernal, la temperatura no era extrema como acostumbraba a ser en dicha época ni tampoco parecía importarles mucho a ninguno de los dos por la atmósfera generada en la torre de observación y en sus encendidos cuerpos.

 

—Pienso que el juego que nació en la panadería de Kowalski hoy podría continuar, desvelando algunos misterios inconclusos de aquel episodio. —Black no lo dijo abiertamente pero anhelaba contemplar el sinfín de pecas que, más allá del rostro, besaban el cuerpo de la bruja en sitios más recónditos. Él las buscaría con la certeza de encontrarlas, para luego deleitarse con ellas—. Espero que logres lo mismo —añadió con una sonrisa marcada en su rostro y volvió a besarla tras haber quitado por encima de su cabeza su vestimenta de quidditch.

 

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La luz de la luna se filtraba a través de cada uno de los espacios dispuestos para observar el exterior. La camisa cayó a un lado y la Gryffindor aprovechó a contemplar ese torso, marcado por cicatrices de las cuales ya se encargaría de descubrir sus orígenes, pero en ese momento solo las acariciaría con suavidad, disfrutando rozar cada centímetro de su piel.


-Es la primera vez que lo veo así…- susurró y se perdió en sus labios.


Sintió cómo ahora eran sus manos las que recorrían su cuerpo, tratando de deshacerse del uniforme de quidditch que aún llevaba con ella, desabrochando y dejando la capa de lado en un primer momento, para luego encargarse de la playera que conformaba la parte superior, develando el blanco brasier que contenía sus pechos.


Lo miró a los ojos, tímidamente, sintiendo que sus mejillas se encendían. Las palabras de él la hicieron sonreír, pues en el fondo esperaba que recordara aquella pregunta que no había respondido esa noche. Sabía que tarde o temprano llegaría el momento en que la desnudez de sus cuerpos le permitiese conocer la respuesta que esperaba, divisando las pecas que también recorrían su espalda y hombros, y se hacían menos frecuentes en el resto de su piel.


-¿Acaso esto es solo parte de un juego, Black? -respondió divertida, perdiendo el sentido nuevamente en sus labios, llevando sus manos a la espalda, ahora desnuda de aquel hombre que la volvía loca. Deslizó sus manos por la piel del caballero mientras pegaba la piel de su vientre y pecho cada vez más a la de él, besándolo con ansiedad.



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