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Château de Rune (MM B: 115221)


Helene Eloise Bellerose
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La verdad era que pensándolo bien no era mala idea dejar la celebración del partido para otro momento, pudiendo incluso realizarse allí, en el patio de armas del castillo, como si de un festín de la nobleza se tratase. Black lo consultaría con los demás miembros de la familia para conocer su opinión pero era una cosa que podía esperar, sin ningún tipo de problema, a días posteriores.

 

Pero aquel pensamiento dio lugar a otro reciente, producido como respuesta a las palabras de Mica sobre continuar en sus brazos y dormir a su lado. Fue imposible para Black contener una sonrisa mientras hacía a un lado el plato de comida que ya había devorado entero.

 

—Así será —admitió entonces, tomando una vez más la copa de vino y bebiendo apenas un sorbo para degustarlo.

 

La broma sobre los elfos domésticos lo hizo mirar el techo en gesto de molestia pero claramente estaba actuando y vaya si lo hacía mal.

 

—Pues hoy ha funcionado excelente —respondió en un susurro pícaro—. Así que tendré que darle nuevas indicaciones. —Depositó la copa en la mesa y unas antorchas extras se encendieron en las paredes del comedor, iluminando un poco más la habitación, como si recién se percataran que a pesar de ser medianoche, alguien se encontraba en aquel sitio.

 

En ese instante apareció un nuevo escuadrón de elfos domésticos muy bien alineados y retiraron los platos vacíos, dejando la bebida y con una leve notificación: Amicia y Auxerre habían regresado.

 

—Estupendo —respondió Black. Sabía que ambos hermanos no tenían por costumbre cenar y menos a una hora como aquella. Por más que ese día la situación fuera extraordinaria, no iban a romper su rutina por nada en el mundo. «Qué extraños este par de franceses», decía en su mente el mago de cabellos negros—. Para mañana… —comenzó respondiendo a lo último que le había preguntado la hermosa bruja que tenía en frente— tendremos que comenzar a planificar todo el devenir del quidditch. Lo de hoy es sólo el puntapié inicial de todo lo que se vendrá. Aunque no sé por qué te lo digo si lo sabes tan bien como yo. Respecto a las demás tareas de rutina, pues eso, serán tareas de rutina.

 

Por un momento recordó una de las quejas de unos seres algo extraños y excéntricos sobre otro deporte mágico aunque algo menor.

 

—También tengo gente demandando que vuelva el torneo nacional de gobstones, como si fuera tan fácil —dijo con voz cansina. Para su fortuna, la expectativa de la noche sería dormir apegado a Mica Gryffindor y eso era el mayor antídoto que pudiera existir en el mundo para encontrarse bien—. ¿Me acompañarás a la oficina?

 

 

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Hélène Eloïse Bellerose

 

 

La heredera debía reconocer que el pequeño le despertaba una profunda curiosidad y bastante desconcierto, ya que las respuestas que él le daba eran bastante simples en apariencia, pero a ella le generaban muchísimas interrogantes. Decidió que la mejor forma de llevar la situación era confiar en la palabra de Riuu, aunque no terminase de entender cómo funcionaba su relación con el gran dragón.

 

Vale. Te creo. —Asintió, dándose una oportunidad de confiar en sus invitados. —Déjame entonces... —Con la varita que aún llevaba en la diestra, realizó un movimiento suave y un hilo de plata emergió, tomando la forma de un caballo que galopó unos segundos en el aire antes de detenerse. —Pídele que venga. —Instruyó la heredera al patronus y lo vio desaparecer entre los árboles, iluminándolos con gran intensidad a medida que se transportaba.

 

—No estamos tan lejos de las pesebreras y ya he alertado al guardabosques para que nos reciba. ¿Vamos? —Era difícil dejar de percibir la inseguridad que rodeaba al reptil, sobre todo considerando que temía por el niño, o al menos, eso era lo que ella creía. Armándose de valor, sus ojos se centraron en el dragón. Con voz suave pero firme, se dirigió a él, aún sin estar del todo segura que su mensaje fuera a comprenderse. —No le voy a hacer daño. Puedes estar tranquilo.

 

No presionó pidiéndole a Riuu que montara con ella, más bien optó por desmontar con agilidad del equino, dándole una suave caricia entre los ojos una vez en el suelo. Guiándolo con suavidad a través de las riendas, empezó su caminata a través de los árboles, sin dejar de aprovechar el momento para conocer un poco mejor al niño. —Gracias—Respondió con una sonrisa ante los halagos del niño para con el entorno que los rodeaba.

 

—Si te gusta el bosque ya verás el castillo. —Anunció, entusiasmada. —Has dicho que llevabas ya un tiempo volando... ¿viajas a alguna parte? —Preguntó, curiosa.

 

@@Riuu

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Ambos estuvieron de acuerdo en que sería mejor dejar los festejos para otro día, habían sido ya muchos sucesos para una misma jornada y, quisieran o no, el cuerpo iba a empezar a demostrarlo. Pronto los invadiría el sueño y la idea de recostarse al lado de él empezaba a ser lo que más la seducía al pensar en terminar una velada como aquella de la manera más agradable.


Su reacción ante la mención de las tácticas pautadas con los elfos la divirtió y no pudo contener la risa ante sus palabras.


–Conmigo no has necesitado vino para lograr nada… creo que voy a tener que empezar a hacerte las cosas más difíciles. –murmuró, cruzándose de brazos.


Notó cómo algunas antorchas más se encendían y los elfos regresaban a retirar la mesa. No pudo evitar cierto nerviosismo al escuchar la noticia de que los primos de Martin habían llegado. No los conocía, realmente y no sabía cuál sería su reacción al saber que se quedaría a vivir con ellos de forma tan precipitada. Esperaba caer bien a la familia, puesto que no quería generarle ningún tipo de inconveniente ni tensión en sus vínculos.


Las palabras del Black la sacaron de aquellos pensamientos, retomando la conversación sobre qué los esperaría al día siguiente. Sospechaba que no habría descanso alguno respecto al quidditch, puesto que ahora que todo estaba en marcha el trabajo al respecto no se detendría. La gente querría más, ese era el objetivo de aquel partido de prueba y, según lo visto en las reacciones dentro del estadio, había resultado más que bien.


–¿Torneo nacional de gobstones? –pensó en voz alta– Eso sí que nunca lo he jugado. Ni visto, creo –admitió, pensando en cuánto trabajo caería sobre los hombros del mago, un tanto preocupada por ello, aunque sabía que realmente el podría llevar adelante eso y más– Puede que te acompañe, debo empezar a familiarizarme con el Ministerio y sus actividades. Me postulé para el puesto de Directora del Departamento de Trasportes, aún no he tenido noticias al respecto, pero tengo ilusión de que me den el empleo –quería mencionarlo cuando tuviese alguna certeza, pero no podía seguir ocultando de él esa posibilidad.


Tomó la copa de vino y volvió a vaciarla con pequeños sorbos. Estaba algo ansiosa ahora que había vuelto a pensar respecto al Ministerio. El quidditch había sido una bella ilusión, pero era el momento de regresar a la “vida real”. Miró a los ojos a aquel hombre que tenía en frente y no pudo evitar dejar la copa y caminar hacia él, dándole un suave beso en los labios.


–Por cierto, si tus primos están en la casa ¿no será mejor que vayamos a la habitación? No sería muy buena imagen que nos encuentren así… –tomó la camisa con ambas manos, recordándole que apenas estaban vestidos.



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Riuu no podía decir mucho, pero algo tiene muy claro: que puede aprender viendo detenidamente a los demás, como ahora que ve a la castaña usar tan hábil esa varita que empuña... en algún momento se hará él mismo de una parecida, es útil para reparar desastres y ¡hacer preciosas criaturas brillantes!

 

No tiene memoria el pequeño mago, pero el deseo de llegar a tener y usar una varita al igual que hace Hélène, ha surgido en su persona con gran entusiasmo.

 

 

El negro dragón del miedo estiró su largo cuello y sus rojos ojos se abrieron más por el asombro que sintió al escuchar a la joven castaña: Si te gusta el bosque ya verás el castillo.

 

Fue como ser alcanzado por un rayo... el impacto llegó muy adentro de él... sintió un nudo en su garganta y una sensación muy extraña al recordar un castillo dónde le tuvieron encerrado por 19 años... una alta torre y...y... si....... una hermosa princesa, él la resguardó todo ese tiempo, hasta que ella lo venció y el gran castillo se desvaneció en el aire... mil aventuras vivieron juntos.... no les recordaba completamente pero si volvió a su memoria el haber estado con aquella princesa hasta su muerte, él también le acompañó hasta ese último momento y luego la nada.... cuando volvió a despertar, se encontraba con Riuu, su nuevo poseedor, un niño mago solo y sin memoria, su corazón se tranquiliza con aquella revelación que se le presenta y más seguro de la situación, aprueba la frase de la joven ojiazul: No le voy hacer daño. Puedes estar tranquilo.

 

Frederick incluso muestra agradecimiento inclinando su cabeza hacia la joven que demuestra ser muy poderosa bruja, la magia es algo que no teme porque la siente como algo habitual de presenciar en la vida. Además como un negro dragón del miedo, tiene su propia variante de magia.

 

Riuu está fascinado con la idea de conocer un castillo... —Es diferente a una cabaña ese castillo tuyo ¿verdad? Creo que no he visto uno... si, vamos.—Frederick anda detrás del niño que se ve interesado por conocer el castillo y a los que moran el lugar.

 

—Ah...si, es que quería llegar a las cuevas susurrantes donde cuentan qué hay una llave de cristal que solo un mago puede tomarla y activar su magia... ¿también tú la has escuchado no es cierto?

 

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La nueva noticia respecto al Ministerio de Magia tomó por sorpresa a Black, quien coincidió con Mica para regresar a sus aposentos y desde allí charlar con mayor tranquilidad, sin ningún oído u ojos curiosos que pudiesen molestarlos.

 

Tardaron unos tres minutos mientras regresaban a la habitación privada del mago de cabellos negros y, una vez en ella, la cerró mediante magia para aumentar la privacidad. Una vez allí, sonrió en dirección de la bruja, quien lucía hermosa con la camisa propia.

 

—Me alegra y me sorprende lo del empleo —admitió Black, contemplándola orgulloso—. No porque no estés capacitada, porque lo estás, sino por tu reserva. —De todos modos entendía que hasta no oficializar el asunto, Gryffindor prefería mantenerlo en secreto. Pero allí, aquella noche y de la manera en que había sido, fue una bonita noticia que lo alegró—. Trabajé muchos años en ese departamento aunque sin llegar a ser director, así que no puedo darte ningún consejo. —Sonrió, sabiendo que ella no los necesitaba y que la vasta experiencia que tenía, le era suficiente.

 

»El Gobstones no es complejo aunque sí es cierto que cuenta con diferentes modalidades y eso altera un poco las reglas. Pero en esencia son unas pequeñas pelotitas pesadas que el mago debe lanzar intentando quedar más cerca que su rival del agujero o pelotita principal. El escenario del agujero es el más clásico y popular. De hecho, el torneo nacional se juega en esa modalidad pero no deja de ser caótico todo lo que envuelve a una competencia de esa magnitud.

 

Estaba claro que el deporte principal del mundo mágico era el quidditch pero el Gobstones tenía un grupo muy fanático de practicantes. Si bien no podía igualar al otro deporte en popularidad, es cierto que el hecho de contar con reglas tan simples y sencillas de comprender, hacía que todo niño o niña de la comunidad mágica lo haya probado alguna vez.

 

Aproximándose a la bruja, Black volvió a sonreírle y comenzó a desabrochar los botones superiores de la camisa blanca.

 

—El vino ha estado delicioso, pero nada se compara contigo. —El mago de cabellos negros mordió el labio inferior de Mica y la rodeó con sus brazos, muy próximo a la cama enorme.

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El camino de regreso a la habitación pareció más corto que el inverso, tal vez porque esta vez su pareja estaba más segura del trayecto por recorrer. Lo escuchó hablar respecto a su postulación y lo extraño que le resultaba el hecho de que no le hubiera comentado antes. Pensó unos instantes, claro estaba que era la primera persona a la que quería comunicar sobre su postulación a un nuevo empleo. Si no lo había hecho, muy lejos estaba de un intento de ser reservada.


-Me hubiese gustado sorprenderte con el empleo ya en mis manos – confesó – solo quería que te sientas orgulloso… pero bueno, deberemos esperar hasta saber qué sucederá – quería ese empleo, aunque no quería hacerse ilusión en vano.


Escuchó atentamente acerca del juego mágica, no tan segura de que se tratase de un deporte importante como lo era el quidditch. Imaginaba que era popular en los patios de las escuelas mágicas y accesible a todos los que quisieran jugarlo. Lo miró sonriendo, le agradaba escucharlo tan apasionado por su trabajo, no era fácil encontrar alguien tan comprometido como él. Eso le gustaba.


-Solamente no pretendas que juegue también a eso…- dijo tranquilamente, notando su repentina cercanía.


Notó sus dedos encargándose de algunos botones de su camisa antes de que sus brazos la estrechasen contra el cuerpo del caballero. Su tono seductor y esas palabras la hicieron estremecerse sutilmente. Llevó sus manos a la espalda de él, acariciando la suave piel que ya se encontraba al descubierto. Sintió esa mordida en sus labios y no pudo evitar una sonrisa juguetona.


-Debí presentir que querías ir directamente al postre – susurró disfrutando del simple hecho de encontrarte otra vez a solas, perdiéndose de a poco en el deseo que sentían el uno por el otro.


Sin soltarlo ni separarse de él, retrocedió lentamente hasta sentir la cama contra sus pantorrillas. Besó sus labios con dulzura, antes de descender lentamente por ese hermoso cuello. Su cuerpo descendió lentamente hasta sentarse en la cama y luego recostarse poco a poco, atrayéndolo.


-Te amo – susurraba en su piel mientras la recorría, ansiosa, con la respiración un poco agitada.



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—El postre es demasiado delicioso como para negarme —respondió por lo bajo Black, en los labios de la bruja.

 

Se encontraban apegados y Mica comenzó a retroceder hasta llegar a la cama, de espaldas, y sentarse en ella. El mago de cabellos negros seguía a su lado y fue recostándose poco a poco sobre ella, apoyándose con ambas manos en cada lado de su cuerpo. Los labios de Mica en su cuello le daban diversas emociones y sensaciones que amaba experimentar y entornó su mirada perla para aumentar la intensidad recibida.

 

—Y yo te amo a ti —volvió a decir él, quien ya había abierto los ojos y contemplaba aquel rostro bañado en pecas y ligeramente agitado. La mirada esmeralda de la bruja le encantaba: por momentos le parecía la más dulce del mundo y en otros momentos anhelaba poseerla por completo sólo para ver su expresión de placer.

 

Manteniendo el equilibrio con una sola mano, y mientras volvía a probar aquellos deliciosos labios, Black fue recorriendo la pierna de la bruja con la yema de sus dedos. Comenzó distraídamente por la rodilla y ascendió centímetro a centímetro por su piel desnuda y suave, hasta llegar a un recóndito lugar ya explorado pero del que nunca se iba a aburrir. La camisa blanca con algunos botones desabrochados podría pretender cubrirlo pero jamás iba a aislarlo de sus dedos.

 

Asimismo podía sentir la incomodidad del pantalón que estaba utilizando, como si existiera algo allí dentro que no aguantara el contacto de la tela por más tiempo.

 

El cuerpo de Black comenzaba a experimentar otra vez una subida de temperatura notoria y las llamas de las antorchas que iluminaban levemente la habitación privada no eran nada comparables al fuego que lo invadía en aquel momento. En su espalda el tatuaje de la rosa parecía aumentar la saturación de su color, producto al calor que experimentaba.

 

El último botón de la camisa blanca cedió y el postre estaba servido. Black pudo recostarse aún más sobre la bruja y comenzó a besar y lamer la zona que acababa de quedar descubierta, maravillándose con el contacto de su boca con la suavidad encontrada. Quería decirle muchas cosas en ese momento, pero sólo se las ingenió con aquel contacto de su boca y el de su mano que continuaba acariciando sitios íntimos de Gryffindor. La amaba y quería llenarla de placer.

 

 

@@Mica Gryffindor

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Sus labios continuaron jugueteando, recorriendo el cuello del Black, alternando suaves mordidas a los incesantes besos. Lo escuchó corresponder a sus sentimientos como en cada ocasión, a veces las palabras sobraban, segura como estaba de la hermosa relación que ambos estaban iniciando, pero no dejaban de ser una bonita caricia a sus oídos que le hacía latir el corazón con más fuerza.


Al apartar los labios pudo notar la perlada mirada que se clavaba en sus ojos, la misma mirada que se mostraba tantas veces tan fría, ahora parecía querer derretirla en sus brazos. Sintió entonces el leve cosquilleo que sus dedos causaron al subir poco a poco por su pierna, iniciando el recorrido en su rodilla y moviéndose con lentitud. Sus labios se encontraron con los de él, al tiempo que se entregaba al intenso contacto de sus dedos con su intimidad.


Notó los últimos botones de la blanca camisa que vestía ceder, y los labios del mago recorriendo cada centímetro descubierto de su piel, mientras sus dedos continuaban el juego en su intimidad. No pudo evitar cerrar los ojos y dejarse llevar por aquella forma en que él la complacía. Todo su cuerpo estaba a merced de los ardientes deseos de él y, al mismo tiempo, lo deseaba cada vez más.


Con dulzura tomó el rostro de él entre sus manos, atrayéndolo para besarlo con ansiedad, al tiempo que sus manos se deslizaban por el pecho y abdomen del caballero, buscando el botón de su pantalón. Desabrochó la prenda liberándolo, bajándolo poco a poco y acariciando su reciente descubrimiento. Solo dejó de besar sus labios para observar su reacción ante las suaves caricias que poco a poco empezaba a intensificar.


No podría resistirme a este postre –susurró traviesamente acelerando el movimiento y pegando su pecho al de él, acercando sus labios a la oreja de él para morderle suavemente el lóbulo.– Pídeme lo que desees –sus palabras fueron apenas un suspiro, muy cerca del oído de su pareja, estaba perdida en el placer de sentir sus dedos acariciándola y la excitación de sentirlo en sus manos... no podía detenerse.


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Entre las manos de la bruja, Black ascendió con su rostro para volver a fusionar sus labios, apegándolos, mordiéndolos, lamiéndolos. El contacto de sus bocas hacía que su cuerpo se encendiera aún más que antes, como si aquello pudiera ser posible.

 

Pero las manos de Mica no se limitaron a tomar sus mejillas sino que por el contrario fueron deslizándose a lo largo del torso del mago de cabellos negros. Pudo notar a la perfección cómo el botón de su pantalón oscuro era desabrochado por aquellas manos y, unos segundos más tarde, cómo las mismas manos tomaban la parte de su cuerpo qué más delataba el fuego peligroso que lo invadía.

 

Las miradas se cruzaron en aquel delicioso instante y una media sonrisa apareció en el rostro de Black. Pudo notar la picardía de aquella mirada brillante y esmeralda, lo que aumentaba aún más el placer de las manos.

 

El susurro de la bruja actuó como un desencadenante, como si necesitara otra excusa para hacer lo que deseaba.

 

—¿Acaso debo explicarte cómo comer tu postre? —La respuesta fue lanzada en un susurro, a apenas unos milímetros de la oreja de la bruja. Dicho aquello, la mirada perla volvió a contemplar a Gryffindor, analizando su expresión y cómo las mejillas parecían acalorarse un poco más.

 

Las cartas habían sido lanzadas y el deseo por poseerla era incontenible. Quería experimentar todo tipo de placeres con la bruja de cabellos castaños y el tono de sus palabras lo había dejado en claro. Volvió a besarla, mordisqueando sus labios y cruzando sus lenguas de forma frenética, mientras con la mano que no había detenido de realizar caricias en el sitio íntimo de la bruja, se detenía por un instante.

 

—¿O acaso no lo quieres? —La desafió Black, sabiendo lo competitiva que podía ser en ocasiones. Era una de las facetas que más valoraba de Mica y que tanto lo atrapaba.

 

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Sus palabras dispararon aún más los deseos que ya se apoderaban de todo su cuerpo. Sintió todo su cuerpo estremecerse por aquel intento de desafío, mientras la bruja empezaba a besarle lentamente el cuello, descendiendo suavemente por él hacia el pecho del mago. Sus manos soltaron la parte íntima de él, para acompañar con caricias el lento recorrido. Besaba, mordía y acariciaba cada centímetro de su piel.


Siguió bajando un poco más, deslizándose por su abdomen, cruzándolo lentamente con ansiosos besos hasta llegar a la zona deseada. Lo miró fijamente a los ojos mientras su lengua se encargaba del inicial jugueteo. Lo recorrió con suavidad antes de tomarlo poco a poco con su boca. Allí continuó el juego, disfrutando cada reacción, haciéndolo cada vez con más y más ansiedad.


Aprovechó la posición para deslizar suavemente sus manos por los glúteos de él, sonriendo en forma traviesa mientras continuaba dándole placer de la forma que él había escogido. Finalmente, besó por última vez la zona y mordiéndose los labios se apartó, volviendo a apegar su pecho al de él.


Sabroso postre –susurró tras volver a estar cerca de su oído, sintiendo el suave roce de sus pechos en la piel de él, estaba completamente excitada, y lo deseaba cada vez con más intensidad.– Espero haber cumplido con sus deseos y ser quién cumpla todos los que te surjan... –agregó buscando su mirada y apegándose más a él.
Editado por Mica Gryffindor

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