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Pakami Gryffindor

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Acerca de Pakami Gryffindor

  • Cumpleaños 12/02/1994

Ficha de Personaje

  • Nivel Mágico
    3
  • Rango Social
    Unicornios de Plata
  • Rango en el Bando
    Sin rango por inactividad
  • Galeones
    11970
  • Ficha de Personaje
  • Bóveda
  • Bóveda Trastero
  • Bando
    Orden del Fénix
  • Familia
    Gryffindor
  • Trabajo
    0
  • Escalafón laboral
    Sin información
  • Raza
    Humano
  • Graduación
    Graduado
  • Puntos de Poder en Objetos
    200
  • Puntos de Poder en Criaturas
    10
  • Puntos de Fabricación
    0
  • Rango de Objetos
    10 a 200
  • Rango de Criaturas
    10 a 200
  • Conocimientos
    - Conocimiento en Maldiciones
    - Primeros Auxilios
    - Historia de la Magia
  • Medallas
    0

Profile Information

  • Casa de Hogwarts
    Gryffindor
  • Género
    Male

Contact Methods

  • MSN
    crpablo15@hotmail.com
  • Website URL
    http://
  • Skype
    gaston.gryffindor

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Reputación

  1. ¿Qué sucede cuando el alma abandona la prisión del cuerpo? ¿Adónde se dirige? El fuego de la vida que anima a los seres y les da la capacidad del movimiento. Una maldición disfrazada. Una ilusión de libertad bajo la que se esconde el inexorable paso del tiempo hacia la interrogante del destino sobre la que prospera gozosamente el ansia existencial. Aquella pregunta que mantiene al alma alerta en horas de descanso: ¿qué significa vivir cuando no se sabe qué sucede al morir? Pakami tomó la posión de las manos de la bruja sin cuestionar el contenido. Una confianza sólida nacida de la amistad compartida en un pasado que parecía eternamente lejano. El líquido se esparció por su pecho con un leve intento de inyectar hueso y músculo con una energía que ya no podían retener. Una mirada furtiva hacia Catherine sirvió de tosco agradecimiento. Los ojos del mago seguían con esfuerzo los movimientos de la familia en duelo. Nostalgia inundaba su mente y amenazaba con escapar. No había descripción apta para el dolor en los ojos de los presentes. Ante aquello la magia, tanto como las palabras, serían insuficientes. Sentimientos de inadecuación impedían que el aliento de la bruja a acercarse a los familiares surtiera efecto. No había nada para él allí. Pero la ceremonia final había dado comienzo antes de que pudiese expresar el deseo de huir una vez más. La voz recitando los versos era como un peso cada vez más grande sobre sus hombros. Ni siquiera los efectos de la poción serían suficientes para detener el incontenible deseo de desplomarse en los brazos consoladores de una madre. Afortunadamente la soledad había forjado en él una voluntad de hierro. El dolor en la palma de sus manos a raíz de las heridas provocadas por sus uñas fue distracción suficiente para sobrevivir hasta que el elogio hubo finalizado. Las últimas palabras pronunciadas en el mismo flotaban de manera incorpórea en la mente del mago: ¿qué significa dejar que un alma sea libre? O más importante aún y derivado a su vez de la misma pregunta: ¿qué sucede cuando el alma abandona la prisión del cuerpo? Sobrecogedora tristeza amenazaba con hacerse con el estado conciente del mago. Su mirada acompañaba los patronus conjurados mientras que una sonrisa irónica reflexionaba en su significado. Espero un guardián. ¿A quién esperarían los Gryffindors ahora que su principal guardián era libre? -No hay nada más para mi aquí,- murmuró para los oídos de su compañera. -Vámonos.
  2. ¿Qué impulsa un alma a dejar atrás el olvido para retomar el arduo camino de la redención? ¿Dónde se origina esa chispa de ansiedad que crece con cada desesperado intento de la mente por enterrarla? Que se resiste a extinguirse, escondiéndose en lo más recóndito de aquello que llamamos conciencia y la envenena con la ilusión del deber ante otros. Una plaga, un invitado inesperado que se rehúsa a retirarse aún sabiendo que su bienvienida ha expirado. Y a pesar de todo, elocuente, encantador, atrayente. Un monólogo que inicia como el suspiro de aquel que se conoce culpable pero que cree tan fervientemente en su inequívoco argumento que la muerte es preferible al silencio; que gana fuerzas y aliento con cada eco que resuena en la cámara vacía donde se ha escondido, convencido que son las voces de las masas, movidas por la inconmensurable belleza de la verdad de su razonamiento. Pronto, la potencia de su voz traspasa los muros y traiciona su escóndite. Allí donde la mente se regocija en la adrenalina que surge con la expectativa de atrapar al intruso se encuentra en su lugar con una llama ardiente. No hay intento válido, por muy desesperado que pueda ser, que valga para esconder ese fuego que ahora se esparce rápidamente, abrasando todo pensamiento en su camino. Todo es consumido por una idea, una chispa: "Ha muerto uno de los mejores. Hay vidas inocentes en riesgo." Con la capa hecha girones y un aspecto malnutrido, Pakami se había aparecido en los jardines del último rostro que recordaba. Varios minutos habían sido necesarios para recordar que Padosa ya no estaba. Que también había partido. El dolor del recuerdo lo había llevado al borde. Varita en mano, había estado a tan solo un momento de desaparecer una vez más. El fuego. Un segundo de vacilación. Catherine había aparecido frente a él. Catherine, la de rostro frío, detrás del cuál él estaba convencido de ver a Padosa asomarse. Mantenerse en pie sin perder la estabilidad era un esfuerzo monumental. La voz del mago se quebraba constantemente al intentar dar una explicación de su repentino abandono de la soledad que había encontrado. Su amiga se asomaba una vez más detrás de los ojos de aquella mujer en el entendimiento que descendía en su semblante con solo unas pocas palabras arrancadas de su garganta a duras penas. Un extraño sentimiento aquel de agradecimiento en cuanto ella tomó su mano y desaparecieron juntos hacia la mansión ancestral. La desorientación parecía nunca acabar mientras que la paciencia del mago menguaba a cada momento. ¿Cuánto podía cambiar en cinco años? El destello nauseabundo que ondulaba en el cielo no llegó a desaparecer con la rapidez suficiente para escapar la mirada. Viejos sentimientos renacían como ascuas reavivadas por el fuego renacido. La anticipación continuaba creciendo a medida que se acercaban al lugar que alguna vez había sido llamado hogar. Un monstruo escamoso anidado en el estomágo se movía inquieto e inyectaba todo con el veneno del terror asociado a símbolos ominosos sobre hogares desprotegidos. El antídoto no tardó en llegar con un sabor amargo en la forma de una familia en duelo. No había nada que anticipar más que el dolor de aquellos que habían perdido a un ser amado. Pakami se ajustó la desgastada capucha de manera que cubriera su rostro iluminado por el fuego que envolvía el féretro. Aún se sentía intoxicado ante el prospecto de ver a aquellos que había dejado atrás hacía ya tanto tiempo.
  3. El eco provocado por el chirrido de las enormes puertas de madera al abrirse se sentía contra-intuitivo al provenir del interior de lo que uno esperaría fuera un granero abandonado en medio de un campo cuyas cosechas se habían salido de control años atrás. Bastaba únicamente con levantar la mirada para romper la confusión provocada por la discordancia entre el oído y la expectación. Una amplia bodéga al menos tres o cuatro veces el tamaño del granero se extendía en todas las direcciones. Simple, sin elegancia. Un lugar con fines meramente prácticos. Sea quien fuera que se atreviera a traspasar, tendría dificultades para discernir característica alguna del mago autor de tal lugar fuera del evidente sentido de pragmatismo.
  4. Nick: Pakami Gryffindor Número de ID: 110250 Link a ficha: http://www.harrylatino.org/topic/87899-ficha-de-pakami/
  5. ID: 110250 Nick: Pakami Gryffindor Link a la Bóveda Trastero: -- Link a la Bóveda de la cual se hará el descuento: #88143 Link al Premio obtenido (en caso de gala/concurso): --- Fecha: 2018-10-25 Poción: Sueño Angelical de Amor Puntos: 40 Precio: 2000 Poción: Amortentia Puntos: 160 Precio: 8550 Total de puntos: 200 Total de Galeones: 10550
  6. Suspiró por lo que parecía la millonésima vez aquel día. La inmadurez de Bel parecía crecer exponencialmente bajo los efectos de lo que sea que había tomado. Él no se sentía lo suficientemente paciente para esperar a que la función de circo terminara. Se mantuvo firme, con la mirada fija en los ojos de Matthew mientras el mago intentaba intimidarlo utilizando la cercanía. Por el más breve momento, el pensamiento de que Gryffindor se sentiría más a gusto cuanta más cercanía compartieran, cruzó por su cabeza. Pero antes de que su cuerpo compartiera el desafío de su mente y se moviera por sí mismo, Matthew se había apartado. —Al parecer ustedes dos tienen más en común de lo que aparentan— Mantenía un tono calmado mientras extendía la mano libre para tomar una copa llena del líquido que el mago les había ofrecido. Pausó sus palabras un momento antes de vaciar el contenido en su boca y lanzar la copa a un lado, estrellándola contra la pared más cercana. —No tengo nada que hacer aquí— Gruñó. —Estoy seguro de que Catherine estará encantada de saber dónde te encuentras, en qué estado y con qué compañía, Bel. Gryffindor comenzó a caminar lentamente en dirección a las escaleras que, imaginaba, llevarían a la salida de aquel lugar. —Y a ti— Sus ojos brillaron cuando se dirigió al mago. —Procura que no vuelva a encontrarte. Si no fuera porque ella está presente, éste encuentro hubiese terminado muy diferente. @@Matthew B. Triviani @
  7. La sed de sangre que el mago despedía era como un hedor que inundaba el aire a su alrededor. Gryffindor aún se aferraba firmemente a su varita. Con el humor volátil de Bel y el descaro del hombre que se interponía entre ellos, no había forma de predecir qué sucedería a continuación. Y casi como si pudiera leer sus pensamientos, Bel actuó de la forma más inesperada. Había subestimado el estado de intoxicación en el que se encontraba su amiga y ahora estaba siendo apuntado. El amenazador se había vuelto el amenazante. Pero Gryffindor no se inmutó. —Baja la varita— Su tono de voz había bajado y sus ojos eran gélidos. —Ambos sabemos quiénes serían los perdedores si me enfrentan. El sonido de cristal haciéndose pedazos contra el suelo, producto de la poción que el mago había dejado caer, quebró la tensión. La varita de Gryffindor permaneció apuntando a su amiga, pero sus ojos se desviaron hacia... Matthew. Una sonrisa torcida, interrumpida solo por la cicatriz que recorría su rostro, se dibujó en él. No era muy asiduo a tales gestos puesto que generalmente eran interpretados como una mueca, pero no había podido evitarlo. —¿Tu también quieres intentarlo? Veremos quién ata primero a quién. El ganador escoge el juego— Respondió con humor. Gryffindor tuvo que reprimir la sorpresa al verse transportado por el tal Matthew antes de que tuviera tiempo para reaccionar. El sótano en el que habían aparecido parecía exclamar muerte desde cada rincón oscuro. Era el último sitio donde debían estar. Si Bel no entraba pronto en razón, los problemas continuarían escalando. —Bel, no me hagas llevarte a la fuerza. Sabes que lo haré— Amenazó aún sabiendo que era en vano. —Es tu última advertencia. Mientras tanto, el mago revelaba más y más de su oscura naturaleza. Gryffindor consideró atacarlo por un momento, pero sentía una fascinación oscura por ver hasta dónde llegaría. Si tan solo pudiera poner a Bel a salvo. La situación sería mucho más manejable si estuviera a solas con Matthew. Ambos empujarían al otro hasta sus límites y el ganador se llevaría todo. @@Matthew B. Triviani @
  8. Su mirada permanecía impasible. La confesión de Bel no aparecía como una sorpresa. Era mas bien un comportamiento típico de ella. Aquello no quitaba lo peligroso de la situación. Debido a la sutileza con la que se movía el mago y la expresión en su rostro, era fácil deducir que el estado en el que Bel se encontraba era un factor importante en la denominación del reloj familiar sobre su situación como extremadamente peligrosa. Suspiró. "Si Bel, tu esposo." Replicó en un tono seco. "Envió a P-ko a buscarme. Evidentemente está preocupado." Sabía que no debía haberse involucrado. Desde el momento en que la elfina le llamó, supo que se encontraría en una situación ridícula. Se trataba de Bel después de todo. "No tengo interés en juegos." El mago se había acercado peligrosamente a sus labios, pero Gryffindor no había retrocedido un centímetro. En cambio, puso su mano sobre el pecho del atractivo brujo y lo empujó, alejándolo de sí. "Quizás... en otro momento." No sabía qué lo había impulsado a pronunciar esas últimas palabras. Quizás la abstinencia de los últimos años comenzaba a afectarlo. Su mirada continuaba recorriendo al joven de pies a cabeza en una forma tan sutil como tener un ojo cubierto por una cicatriz lo permitía. "Bel, ven conmigo o tendré que llevarte a la fuerza." Volvió a dirigirse a su amiga. Esta vez quitó la mano que sostenía su varita de dentro de su capa y reveló que su amenaza no venía vacía.
  9. Gryffindor se limitó a mostrar una mueca de disgusto ante la demanda de la empleada. Tales cortesías eran tan innecesariamente mundanas que ni siquiera consideraba necesario registrar la protesta de la mujer con palabras. Ya había establecido su propósito, esperaba ahora que la empleaducha cumpliera con el suyo. Tan solo un momento más tarde, Gryffindor se encontraba atravesando la puerta trasera para encontrarse finalmente con la persona que había acudido a buscar. Bel y su acompañante parecían embelesados en su conversación. "¿Interrumpo?" Se anunció con voz fría. Aún ocultaba su varita bajo su capa. No podía estar seguro de qué clase de individuo Bel había encontrado ésta vez. No podía bajar la guardia. Gryffindor examinó al acompañante de su amiga en un instante. Una sonrisa torcida se formó en su rostro al notar que se trataba de un joven extremadamente agradable a la vista. Quizás hubiera más de una manera de rescatar a Bel de aquel peligro inminente. Luego de un momento, la mirada de Gryffindor se posó sobre Bel. "Tu... esposo está preocupado por ti." Declaró.
  10. Castillo Evans McGonagall Gryffindor depositó la taza vacía en su respectivo platillo con delicadeza, sintiéndose satisfecho. Una vez más había pasado mucho tiempo desde la última vez que había disfrutado de algo tan mundano como una comida. Luego de unos minutos en absoluto silencio, decidió ponerse de pie y esperar con gesto impasible el retorno de la pequeña elfina mientras se disponía a recorrer los enormes pasillos del Castillo Evans en busca de un cuadro específico. Gryffindor confiaba en encontrarlo antes de que la criatura de Bel volviera o de que él tuviese que salir a buscarla porque había colapsado de nervios en algún rincón. Los habitantes de los lienzos se movían inquietos y apartaban la mirada cuando él se acercaba. Sin duda la cicatriz que deformaba su rostro y que le había robado un ojo, no era una visión agradable. Su expresión no revelaba la leve irritación que aquello le provocaba. Su se había movido casi de manera instintiva. Las matriarcas le perdonarían si hiciera desaparecer un par de parientes lejanos de los que ya nadie hablaba. Aparentemente el destino tenía otros planes para las pinturas. La elfina había aparecido finalmente con un pequeño trozo de papel en la mano. Gryffindor lo tomó y leyó rápidamente su contenido antes de evaporarlo. "Cálmate P-ko." Su voz grave resonó en el pasillo. "Conozco a Bel desde hace diez años. Tú y yo sabemos que no escucharía a Merlín si se le apareciera delante e intentara detenerla cuando ya se ha propuesto un objetivo." El ojo de Gryffindor se disparó hacia el reloj familiar. La elfina no estaba haciendo aquel berrinche en vano. "Está bien. Buscaré a tu ama." Suspiró luego de un momento. "No le digas a su esposo. No es necesario alterar su... pasividad." Gryffindor agitó su varita, cubriéndose con su capa de batalla. Un trozo de tela azabache desteñida y destrozada. Aún lograba cubrir su cuerpo y la capucha ocultaba su rostro demacrado lo suficientemente bien como para que aún no fuera necesario reemplazarla. Desapareció inmediatamente, dejando atrás el rostro alterado de la elfina. Cintas de Colores La tienda no fue difícil de localizar. Resaltaba en medio del callejón con su colorida parafernalia. Gryffindor se acercó lentamente. Una figura sombría que contrastaba con los llamativos colores que inundaban el local. Era precisamente el último lugar donde a cualquiera se le ocurriría encontrar a alguien en peligro mortal. Su mano se cerró alrededor de la varita con firmeza y su cuerpo se tensó con anticipación. Al llegar al mostrador, un rostro sonriente enmarcado por un llamativo cabello color rosa lo recibió. "Necesito ver a la señorita Bel Evans McGonagall." Gryffindor echó la capa hacia atrás, revelando su rostro a la joven. "Inmediatamente."
  11. Su sonrisa finalmente se esfumó. Richard había accedido y eso de alguna manera lo aliviaba. Ya no era necesario esconderse detrás de una mueca ridícula. A medida que su cuerpo se relajaba levemente y dejaba ir algo de tensión, una potente sensación eléctrica comenzaba a llenarlo. Sabía de lo que se trataba. Al parecer los efectos del potente conjuro que había realizado hacía poco menos de una hora habían sido disminuidos debido al deplorable estado en el que su cuerpo había quedado. Ahora que Catherine lo había curado, su mente comenzaba a derrumbarse con rapidez. La bruja curó limpió sus manos provocándole una puntada de irritación. Disfrutaba enseñando la sangre de sus enemigos y la suya propia. Era una muestra de superioridad. Una amenaza o una provocación para cualquiera que se atreviera a desafiarlo. Quizás debería volver a teñirlas. Sus ojos se dispararon rápidamente entre los presentes, pero era un idea ridícula. Aún no estaba lo suficientemente loco como para enfrentarse a un mago del nivel de Richard. O quizás si, pero no mientras él tenía un ser de inconmensurable poder a sus espaldas. Mientras Catherine solicitaba que la tetera se hiciera presente, él cerró los ojos y respiró profundo diez veces. La varita en su mano, que aún apuntaba al extraño ser burlón que acompañaba a Richard, perdió el temblor que se había apoderado de ella. Lentamente recuperó el control sobre sus pensamientos. Era una tarea titánica. Si por alguna razón se fuera a ver obligado a utilizar esa potente magia una vez más, todo estaría perdido. El mago regresó y Catherine lo acompañó al interior de la instalación. El ser no se movió, ni tampoco lo hizo él. Dudaba que la criatura fuera a atacarlo sin una orden directa de Richard, pero aún así era difícil convencerse a sí mismo de bajar la varita. Finalmente, lo hizo lenta y cautelosamente. Mientras firmaba el pergamino, su mirada permanecía en alerta, todo su cuerpo preparado para saltar a la acción. Ese pequeño rincón de su mente, que ahora se encontraba bajo control, se retorcía ante la idea de enfrentarse a algo tan poderoso. Una vez firmado el contrato, lo envió levitando hacia la criatura. Solo por un segundo, las miradas de ambos se cruzaron. La sonrisa burlona del demonio danzaba en sus ojos provocativamente, desafiante. Una devastadora sed de sangre lo inundó por tan solo una fracción de segundo, por poco quebrando su voluntad. "Quizás en otro momento, criatura." Su voz temblaba. Sus labios se habían elevado en cada esquina y sus ojos estaban desorbitados. Si hubiese podido ver su reflejo, sin duda habría encontrado una expresión despojada de humanidad. "Deja mi mente en paz. Permite que continúe con lo que me trajo y juro que mi vida será tuya para tomar en duelo." Poco a poco aquella electricidad abandonaba su cuerpo. La sed de sangre lo abandonaba y su mente se serenaba una vez más. Se inclinó levemente a modo de agradecimiento y se dio la vuelta para ingresar al establecimiento junto a los otros dos magos. "Lamento la tardanza." Murmuró mientras tomaba asiento y se abalanzaba sin pena sobre los alimentos que habían sido servidos a la mesa. No recordaba la última vez que había disfrutado del placer de la comida. Pero tampoco tenía tiempo que perder, de manera que, mientras devoraba todo lo que podía encontrar, habló una vez más: "¿Cómo hago que funcione? Necesito retroceder diez años."
  12. Por primera vez aquella noche, sonrió. No por diversión ni porque la situación le pareciera entretenida, sino para ocultar su preocupación. El ser rubio que acompañaba a Richard era un monstruo. Con solo un gesto y sin aparente uso de una varita, había reestablecido la energía del lugar que el choque entre ambos magos había producido. Éstos no eran oponentes a los que uno se pudiera enfrentar y salir solo con una pequeña pérdida de cordura. Al mismo tiempo, él no podía aceptar lo que le era solicitado. Era una petición imposible. "Vaya, parece que nos encontramos en una encrucijada." Dijo para ganar tiempo. Aún mantenía su varita en alto y apuntaba a Richard a pesar de que, si se llegara a librar una batalla, dudaba que le fuera a servir de algo. "Verás, mi sangre es algo muy valioso para mí. No puedo simplemente entregarla al primer extraño que me encuentre por el camino." Dicho eso, estrujó el vial que aún tenía en la mano, produciéndose unos cuantos cortes y arrojando los restos a un lado. "Firmaré el contrato, pero mi sangre solo será derramada por mi propia voluntad y para un fin que me beneficie." Miró a los ojos a Richard, pero no parecía ser una persona que diera el brazo a torcer. Los recuerdos tampoco lo describían así. Pero sí describían algo más. "Catherine puede hacer la donación en mi lugar." No se volvió a observar la reacción de la bruja. No se atrevía a quitarle los ojos de encima a Richard o a su extraño ser. No imaginaba que fuera positiva. Según las memorias, ambos no solían llevarse demasiado bien. Esperaba que aquello no hubiese cambiado. "O si lo prefieres, puedo matarla y traer a mi propia mascota." Era una opción nefasta pero si el mago se negaba a la primera, sería difícil deshacerse de Catherine si él no lo permitía. "Realizaré un vínculo mágico con mi sirviente y de esa manera podrás crear tu propio vínculo de sangre conmigo. Simplemente estarías usando un tercero. ¿Tenemos un trato?"
  13. No hubo nada que decir mientras la bruja realizaba los procedimientos necesarios para la curación. Parecía que sabía lo que estaba haciendo. Él no la interrumpiría, pero tampoco bajaría la guardia. Cuando aquella mujer posó las manos sobre su cabeza, una intensa sensación de calor inundó su cuerpo, como si fuego líquido lo estuviera recorriendo. Sintió sus heridas cerrarse y su cuerpo sanar. Era una magia extraña que escapaba su conocimiento. Tampoco podía encontrar rastro de ella cuando rebuscaba en las memorias. Sentía curiosidad pero no lo admitiría. Observó con desconfianza la botella que la bruja le extendía. "Maledictarum Revelio." Conjuró las palabras con suficiente potencia en su voz para alcanzar los oídos de la mujer. Era necesario dejar en claro que no eran amigos. Independientemente del pasado. El líquido no reaccionó ante el encantamiento. De manera que se trataba exactamente de lo que parecía ser. Él se llevó el recipiente a los labios y consumió la poción herbovitalizante de un solo trago. "Mucho mejor." Suspiró mientras las fuerzas volvían a sus músculos y sentía una energía renovadora inundándolo. Se puso de pie inmediatamente, sintiendo cómo sus sentidos volvían a la normalidad. Justo a tiempo para oír las palabras de Catherine. "Curioso. Los recuerdos que poseo me aseguran que pertenecía a ti." Se pasó una mano por el cabello endurecido por la sangre mientras reflexionaba. "En fin, te daré las mismas opciones que le di a tu empleada: dime quién es el dueño de la tetera y te mataré sin sufrimiento. O puedo extraer la información a la fuerza. Es tu elección. No es nada personal." Al mismo tiempo que levantaba la varita en actitud de amenaza, un extraño sonido emanó del bosque. Girando sobre sus talones, inmediatamente cambió la dirección en la que apuntaba mientras aún vigilaba los movimientos de la bruja con su mirada periférica. De entre los árboles surgió una criatura con aspecto de humano. Eso lo irritó. Aún con sus sentidos afectados por lo que había sucedido antes, debería haber sido capaz de sentir una amenaza semejante. Su irritación creció aún más cuando la criatura presentó a una segunda amenaza. Todo su cuerpo se tensó en cuanto oyó el nombre del mago. Sus sentidos se agudizaron y sus movimientos se volvieron calculados. Ahora entendía la razón por la que no los había sentido. "Señor Richard. He oído hablar mucho de usted en mis recuerdos. Es un placer finalmente conocerlo. Lamento que deba ser en medio de éstas... desafortunadas circunstancias." Su varita se mantenía firme apuntando al mago en el pecho. No podía bajar la guardia. El viento se intensificó de repente. Las nubes oscurecieron y pronto comenzó a llover. El choque de energías era demasiado para aquel lugar, la magia se estaba resquebrajando. "Iré directamente al grano ya que no tengo mucho tiempo." Afirmó con pragmatismo. "Me encuentro en necesidad de la tetera que, asumo por la puntualidad de su aparición, se encuentra en su posesión." Calculaba que si tenía algo de suerte, le quedarían unos diez minutos. "Apreciaría que se apresure. Si éste lugar se derrumba, mis perseguidores no tardarán en encontrarnos. No son una verdadera amenaza, pero sí una enorme molestia." Su mente había comenzado a calcular las diferentes maneras en que un duelo entre él y Richard podría terminar. No se veía bien.

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