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Hessenordwood Crouch

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Hessenordwood Crouch ganó por última vez el día 11 Septiembre 2021

¡Hessenordwood Crouch tenía el contenido más querido!

Acerca de Hessenordwood Crouch

  • Cumpleaños 29 Mayo

Ficha de Personaje

  • Nivel Mágico
    42
  • Rango Social
    Orden del Grial
  • Galeones
    285800
  • Ficha de Personaje
  • Bóveda
  • Bóveda Trastero
  • Bando
    Neutral
  • Libros de Hechizos
    Libro de Hermes Trimegisto (N.35)
  • Familia
    Ollivander
  • Trabajo
    Coordinador de servicios generales
  • Escalafón laboral
    T1
  • Raza
    Licántropo
  • Graduación
    Graduado
  • Puntos de Poder en Objetos
    4010
  • Puntos de Poder en Criaturas
    2370
  • Puntos en Mazmorras
    40
  • Rango de Objetos
    Más de 3000
  • Rango de Criaturas
    2010 a 3000
  • Conocimientos
    Defensa contra las Artes Oscuras
    Runas Antiguas
    Herbología
    Artes Oscuras
    Conocimiento de Maldiciones
    Pociones
    Meteorología
    Estudios Muggles
    Historia de la Magia
    Idiomas
    Maestría en Escobas
    Adivinación
    Conocimiento de Bando 1
    Conocimiento de Bando 2
    Conocimiento de Bando 3
  • Habilidades Mágicas
    Oclumancia
  • Medallas
    72000

Profile Information

  • Casa de Hogwarts
    Slytherin
  • Location
    En tu corazón, guap@ ;)

Campos para Gringotts

  • Escalafón último mes cerrado
    T1
  • Posteos acumulados último mes cerrado CMI
    91
  • Posteos último mes cerrado CMI
    0

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Logros de Hessenordwood Crouch

Grand Master

Grand Master (15/17)

  • Well Followed
  • Amante de San Valentín Raro
  • Reacting Well
  • Dedicated
  • Conversation Starter

Insignias recientes

3,2k

Reputación

  1. *se le sienta encima*  qué onda mylove sigue la varita firme pa llevar el Merlín o no xD?

  2. 👀 

    Que milagrazo apá de mi vidaza!   :love:

  3. 👅

    1. Hannity Ollivander Evans

      Hannity Ollivander Evans

      *les deja amor a los dos* 😘 :love:

    2. Rory Despard

      Rory Despard

      *Le tapa los ojitos a Hann*

      ¿Toca imaginar en qué parte fue el lengüetazo 7w7?

    3. Hannity Ollivander Evans
  4. ID : 118247 Libro de Hechizos: Libro de Merlín Justificante de compra del Libro (Link al post del Concilio de la bóveda trastero): Compra Link a la Bóveda: No. 103154 Link a la Ficha: No. 103059
  5. Everything I touched told me it would be better shared with you🎶
    Está HERMOSA la firma, ámote.

  6. Se siente casi doméstico, de una forma curiosamente agradable, mientras la charla tímida de Rory comienza a cobrar sentido de a poco. Él apenas mueve los brazos y las manos sobre la mesa para servir las dos tazas anticipadamente preparadas para su llegada; una media con café y la otra es una infusión fresca, cómo los brotes en la primavera de la que el pelirrojo le habla, una que Hess no reconoce ante el olfato, pero que espera que el muchacho Despard pueda contarle más sobre ella conforme avance esta reunión. Debe ocuparse bien en esto, la tarea de ofrecerle a Rory el dulzor correcto con el bollo adecuado para su tee es lo único que lo mantiene todavía concentrado en sus palabras y no en cada uno de los destellos de emociones con el que el muchacho rápidamente machaca el hasta ahora buen juicio del demonio. Pero a pesar de su esfuerzo, es la siguiente oferta que sale de la boca del pelirrojo lo que termina por interrumpir su concentración devolviéndole finalmente la mirada. Tiene más de una razón por la cual deberá negarse a esa invitación de Rory, tantas o más de las que hay para también haber evitado la reunión de hoy, o cualquier otra cosa que lo empuje cada vez más cerca al muchacho Despard. Las conoce bien y sabe por que existen, ocupan un lugar ordenado en su cabeza, trás las normas de protocolos sociales, junto al reglamento de la empresa y solo por delante de los imborrables mandamientos familiares sobre su desacertada fraternización. Así que según esta lógica, por todo lo que sabe y conoce hasta ahora, y por el bien de ambos, debe exigirse un límite en esta relación, porque ya hay días donde se encuentra recitando así mismo aquel versículo catolico con el que, aun con la falta de fe, Rory sin saberlo lograba instalar sosiego en su mente durante los días más oscuros, porque ha estado cuidando a una horrenda y olvidada gurdiraiz en la sala de su casa solo por absurda empatía y, cómo si se tratara del hábito más longevo que tiene, hay una puntual alarma en su agenda cada vez que el pelirrojo así lo desea, y Hess atenderá cada una de las veces que Rory lo llame, hasta que el universo lo reclame de regreso, cómo si él demonio no fuera ya nada más que un viejo perro doméstico. Habitualmente es el muchacho, y no él, de los dos quien se encarga de recordar(les) esa línea real o imaginaria que marca los límites entre ellos, porque él solo sabe jugar, cómo si fuera una dolorosa broma, con lo que ellos en verdad son o lo que debían estar haciendo. Sin embargo, hoy Rory se esta comportando casi nada diferente a otras veces, no menos increíble, pero por un instante, con cada uno de sus gestos nerviosos, el mago se imagina que el muchacho espera que sea esta vez él quien se encargue de romper este delirio que parecen padecer el uno por él otro, quizá porque Rory ya está cansado de luchar con ese deber o tal vez…porque prematuramente la primavera de la que le habla con tanto entusiasmo ya lo ha alcanzado. Un nuevo silbido de su APP de cardio le advierte que, si no controla el enjambre de ideas que los evitativos ojos de Despard le provoca, tendrá que duplicar el medicamento para controlar su presión arterial antes de irse a dormir esta noche. —Bristol, ¿eh?—, murmura sobre el borde de la taza antes de dar otro sorbo y devolverla a la mesa, tarareaba mientras negaba apenas con la cabeza. —Se está esforzando demasiado conmigo, mi señor. Siempre imaginé que nuestra primera cita sería, no sé, algún compromiso en una de esas descuidadas fiestas patronales que se organizan en el Ottery—, Hess arrugó el puente de la nariz, entre divertido y disgustado por esa visión. —Desde luego usted no estaría enterado de que estuvimos teniendo una cita y terminaría, con suerte, la mitad de vivo para que yo pueda llevarlo de regreso a casa—, se burló, en realidad este es un buen resumen para describir cómo suelen terminar sus colaboraciones con los negocios de Rory. —Primavera,uhm. Supongo que para entonces podré encontrar una niñera que me ayude con los muchachos—, para nada va a llevar a la familia del caos a su tranquilo paseo con Rory al sur de Inglaterra. No voluntariamente al menos. Después de su pequeño desastre que ha sido aceptar la invitación del muchacho a los campos de Bristol, ignorando completamente todas las alertas, con la taza de nuevo en la mano Hess vuelve a adoptar una postura mucho más cómoda y relajada sobre el asiento del jardín en Jimmy's, porque eso es lo que florece en él cada vez que el brujo elemental está tan cerca y, aunque no siempre es asi y podría pasarse el resto de la noche escuchando cualquier cosa que salga de la boca del religioso hombre, finalmente aprovecha el breve silencio que se instala entre ellos cómo si no necesitaran mas palabras para disfrutarse mutuamente. —Me siento agradecido y en deuda con usted por todo esto—, esta vez es él quien rompe ese silencio. —No he tenido una tarde tan placentera cómo esta desde aquella botella de exquisito brandy escoses que llevó el otro dia a mi piso—, recordó con una desvergonzada sonrisa la “inapropiada” forma, según Rory, en la que tuvo Hess que regresarlo devuelta a su piso, pero ¿cómo iba a saber él que decir “limpia tus rodillas” con acento americano, tras haberse tropezado en el último paso de la escalera que da a su cuarto en el Pink Palace, iba a sonar igual que la -mismísima incitación del adversario-? —Le voy notificando, señor, que si vamos a continuar con esta asociación, tendremos que buscar otro pasatiempo diferente al de degustar licores, o por lo menos dejarlo en una sola muestra a la vez. La mezcla de esa noche no fue, para ninguno, el mejor acierto. —Ah, pero me distraje tan rápido aquí que casi lo olvido—, regresando la taza al plato sobre la mesa, Hess hace toda la maniobra necesaria para ponerse de pie de vuelta, mientras esculca cada bolsillo que es posible que su saco tenga oculto. —Quería, si es posible, que usted tuviera esto—, no es nuevo y según Hess no debe valer dos knut en Diagon, aunque antes de traerlo aquí pidió a Lazarus que al viejo y preciado objeto, ahora guardado en una bonita caja de orfebrería, se le hiciera una exhaustiva restauración para dejarlo lo más presentable posible. —No se distraiga en la envoltura Despard, fue solo la insistente recomendación de la niña de Fortnum & Mason, abralo de una vez—, aunque suena tranquilo, es su turno de ponerse un poco nervioso. El interior del modesto estuche guarda con cuidado un collar de cordón de cuero, bastante rústico pero en buen estado, y un medallón, que no debe rebasar las dos pulgadas de diámetro de una oscura piedra obsidiana de aspecto liso, frío y tan profundo cómo el infinito mismo. Es un objeto sobrio en cada uno de sus nudos y detalles, que absorbe la luz de su alrededor y a cambio, si observas bien, puede devolverte un breve fenómeno de irisación. Y si intentas ver a través de ella apenas se puede leer con claridad el grabado que dice: Así como es arriba, así es abajo. Así como soy, así son mis células. Así como son mis células, así es el universo. Y así como siento que es el universo, así es como lo es. Lo que está dentro de mí, está fuera de mi. —Se piensa que esta piedra representa el crecimiento personal y la transformación. Es la piedra definitiva para afrontar tus sombras, ideal para el viaje espiritual de una persona en torno la iluminación. Se cree que puede revelar muchos secretos y darte respuestas a muchas preguntas en la vida y el amor. Puede mostrar el sentido de los misterios más profundos de tu vida, personas que amas y del mundo en general—, en ningún momento sus ojos se apartaron de la frívola roca ahora casi en las manos de Rory, como si no hubiese todavía terminado de despedirse de su antiguo amuleto. —El grabado que se ve tras el oscuro cristal quizá le parezca un poco más familiar. Debe ser una distorsión de ese proverbio de la Tabla Esmeralda—, explicó con un poco más de simpleza. El demonio se acerca un poco más cuando Rory aún contempla la pieza con su característica y singular manera de admirar casi todo lo que se relaciona con él, y toma la joya entre sus pálidas y frías manos, sacándolo de la caja de donde el pelirrojo aun parece indeciso de mover como si fuera capaz de dañarlo. Inmediatamente la moneda azabache cambia de forma a una esfera, sólida, rígida y de apariencia irrompible. Hess le contempla ante sus ojos una vez más con una buena sonrisa y un suspiro de alivio. —Cambia de forma según quien la porta, y también conforme a la energía del portador. ¿Puedo?—, con un gesto se inclinó hacia adelante, preguntando si él mismo podría colocar el colgante sobre los hombros del mago. No está seguro si lo que Rory hace es una respuesta afirmativa, pero lo acepta y lo invita a ponerse de pie frente a él. —La mandaron hacer para mi antes de existir, cómo si supieran que esto, sobre todas las cosas, es lo que más necesitaría en la vida—, rodear el cuerpo del pelirrojo para quedar por detrás no le lleva más que unos cuantos pasos, aun así el demonio se toma su tiempo, elegante y suave cómo lo son el modo de sus palabras, para grabar en sus memorias este momento para siempre. —No podría estar en desacuerdo, porque a pesar de su apariencia, esta creencia concedida, supo guiar mi conciencia en los momentos donde las sombras me consumieron y, a través de él, encontré luz en la oscuridad—, murmuró esta vez casi al oído del muchacho, pues para pasar el colgante del otro lado, tiene que acercarse y rodear su pequeño cuerpo entre sus brazos. Se tomó el tiempo para ajustar la medida ideal mientras batalla con alguno que otro rizo rebelde y rojizo de la cabeza del mago que se quiere enganchar al broche, deteniéndose a apreciar, desde esta perspectiva que le hace sentirse invisible, cada muestra que el pelirrojo le ofrece. ¿Qué apariencia tomará la joya para él? Aclara su voz suave antes de que Rory pueda decirle cualquier cosa, y así se gana también de nuevo la atención del brujo que ha estado puesta sobre la piedra. —Este, mi señor, es un regalo para mí mismo, pues si mi amuleto puede también ofrecerle a usted todo ese saber y conocimiento que trajo tranquilidad a mis días, estaré entonces regocijandome en una dicha todavía mayor—, finalmente el mago le dedicó la más simple de sus sonrisas, esa de genuino amor y cariño que despierta solo por el alma de Rory Despard. @ Rory Despard
  7. La alarma de su reloj de pulsera sonó lo que pareció ser solo para él y sus oídos, es un tono melancólico y algo dramático inspirado posiblemente en la pasada temporada y donde lo que en verdad hace mas ruido es el enérgico zumbido que hace al vibrar. Una elegante floritura de su mano, que le sirve además para estirar los nervios contraídos sobre el teclado, es suficiente para silenciar el sofisticado aparato que además de decirle la hora exacta del día y de detectar cada uno de sus movimientos, también le notifica sobre cómo sutil, pero no desapercibidamente, su pulso cardiaco ha apenas ha cambiado tras sacarlo del ensimismamiento que le produce resolver por horas la contaduría en un excel con la horrenda melodía de “carols of the bells” con el que alguien más ha saboteado los ajustes de sonido del smartwatch. A partir de este momento, tras eficientemente guardar y cerrar su equipo de trabajo, el muchacho tiene programado cada segundo, paso y acción que debe tomar para no llegar desagradablemente tarde, ni desordenadamente antes a su reunión de hoy, solo justo a tiempo. Todo está programado, salir de la heredad de los Ollivander donde ha pasado gran parte de la mañana sin que Grelliam encuentre algo absurdo en que entretenerlo, esperar a que el menor de la casa se convenza a sí mismo de si debe o no aprovechar “el aventón” que Hessen puede ofrecerle de vuelta al Palacio Rosa para visitar a sus amigos, y desde luego, la larga excusa que tiene que ofrecer para evitar la tentadora, pero demasiado excéntrica invitación a “La Fabulosa Noche Del Amor, con todo y suite incluida", de la gigantesca dueña del pintoresco edificio donde renta el piso más alto. —No te he notado tan distraído antes—, dice la alta mujer una vez que termina con sus insinuaciones esperando por otra -víctima- que cruce las puertas del recibidor. Comúnmente, quizá solo por cortesía o hábito social, Hessenord preguntaría al respecto por la observación de la mujer, pero detenerse ahí le costará minutos que no están programados en su compromiso. —Si, esa es toda tu correspondencia—, ella dice en una media sonrisa, aparentemente muy satisfecha por la considerable reducción de cartas de “admiradoras” que el Crouch recibió el día de hoy. —El año pasado saturaste los buzones, esta vez no es ni la mitad. No has tenido buena suerte, ¿o será que ya no hace falta poner tantas excusas? Ella lo deja irse esta vez sin recibir una de las ambiguas respuestas del muchacho, lo que es novedad, aunque Hessen piensa que, no importa lo que pudiera o no responderle, ella ya ha hecho sus propias conjeturas sobre la (aparentemente no) vida personal del mago. Las dos horas restantes que pasan antes de llegar a Jimmy´s suceden en casi un parpadeo, sobre todo luego de intentar atravesar Diagon a pie, entre personas, adornos, flores, globos y peluches gigantes por todas partes. Pero con todo y tráfico, el programa sigue su curso como debe de ser. Conoce el local, no podría decir que por cuenta propia, pero mentira sería decir lo contrario, pues aunque le advierta, Eitʃ es muy aficionada a los buñuelos de manzana y canela y, aun si no quiere admitirlo, Renzo es solo un poco menos malhumorado con uno de esos panes de calabaza del “mostrador” para llevar con los que la bruja termina en la bolsa solo por falta de cambio en la caja registradora. Hessen desde luego no come esas cosas, por salud física claro, pero cuando hasta él llega el todavía existente aroma del panque de crema y fresas, apenas perceptible sobre los olores del San Valentín que inundan el resto del callejón, atravesar lo que le queda del camino es fácil. Como si volviera a casa luego de un largo día de trabajo. Finalmente, las luces de las calles comienzan a encenderse por arte de magia a lo largo de las aceras antes de que Hessen pueda conducir sus últimos pasos hacia el interior del vistoso local. Con una ultima mirada la calle detrás de él, contempla la ciudad bajo la oscuridad de una temprana tarde; aún es invierno, sin duda, pero no es el mismo invierno de hace un par de meses atrás. —Desde que era muy joven siempre existió esta ociosa y banal discusión entre mis muchos hermanos sobre qué tiempo del año era el mejor de todos para reunirse, inevitablemente el invierno era la estación por excelencia, sospecho que las festividades de fin de año tenían un peso considerable en sus elecciones—, el mago se abrió paso por el jardín todavía ocupado por la última nevada sobre el verde pasto que crecía en tan particular glorieta. —Yo siempre pensé que el verano era mejor, pues no había en él todo ese proceso de preparación de por medio. No, no, todo ya está…florecido para entonces. Aún sostiene la sonrisa en los labios del último de los divertidos comentarios de la persona que lo guió desde la entrada del local hasta este jardín, quien también se encargó de asegurarle de que a Rory no le molestaría si Hess interrumpe su lectura en lugar de quedarse ahí de pie en el acceso, perdiendo el tiempo que ya casi no le queda para llegar a la hora acordada, todo por mirar un minuto más, aun sin su intervención, el incómodo y rezongón ceño con el que el pelirrojo se esfuerza en mantener su lectura. Seis y cuarto de la tarde, marca el reloj en su muñeca y se pregunta Hess ¿qué pasaría si no hace ningún movimiento hasta las seis con dieciséis? ¿Podría Rory terminar de leer el capítulo de su libro? ¿Podría su propio ritmo volver a la monotonía de las hojas de excel? —Pero estoy recordando bien en este momento el argumento de uno de ellos, muy aficionado a las aves por cierto, que decía que lo mejor de todo no era que hubiese una sola mejor estación, sino que variaba y así, tras cada periodo de transición entre una y otra, podías verdaderamente contemplar la belleza que existe en el cambio—, el demonio paseó su atención por todo el lugar antes de conectarse finalmente con la característica mirada de Rory y adoptar el mismo tono de azul de sus ojos. —Y pienso que ahora entiendo esto mejor que antes—, le sonrió, como si ocultara algo más para sí mismo en sus palabras. —No creo que exista el tiempo ni el cambio suficiente en usted, mi señor, que no pueda dejar yo de admirar en cada uno de nuestros encuentros—, finalizó con una ligera venia de su cabeza. Y entonces, cuando recibe a cambio todos esos gestos indescifrables, pero al mismo tiempo esperados en el rostro pecoso del menor, Hessen puede escuchar finalmente el silbido de su reloj de muñeca indicando que su pulso se ha perdido por completo y que a partir de este momento, por más que se prepare para ello, no podrá programar nada más con la certeza con la que ha organizado su día hasta ahora, porque Rory Despard es, hasta la fecha, el factor más constante que le resulta inexplicablemente impredecible. —Ha pasado un tiempo más largo desde la última vez que nos reunimos en un lugar así, ¿no le parece Despard? o quizá es que ya me había malacostumbrado a verlo casi todos los días en el asiento del copiloto de mi auto. @ Rory Despard
  8. —No es un mal lugar—, Grell respondió. —Pero parece algo…muy artificial—, la voz del muchacho licántropo era igual de neutral que siempre, a simple oído no parece inclinada a nada, ni una sola insinuación y, sin embargo, quien bien le conocía podría detectar sin problema alguno, el atisbo de hastío por el sobrestimado jardín del Palacio Rosa. —Hay…demasiadas luces—, arrastró las sílabas más de lo normal, eso sí pareció más una queja. —Y mucho ruido. Si me permiten señoras, yo…voy a…a…—, sin más gracia el brujo rodeó el grupo de conversación y se abrió camino hasta una mesa de pequeños regalos para intentar adivinar el contenido con tan solo la envoltura. Pero a pesar de su infinidad de opuestos, a estas alturas de su relación con Ollivander, Hessenord parece ya acostumbrado al aleatorio muchacho, por lo que luego de lanzarle una breve mirada de sutil advertencia vuelve sin problema alguno su atención hacia Harriet Travers y su peculiar acompañante. No es tan simple para Hess, a pesar de su mucha práctica en el negocio, mantenerse intacto frente a Travers en cada encuentro con la acaudalada bruja desde su llegada y reencuentro en este viejo continente después de tantos años, por supuesto el Crouch se las arregla cada vez para formalizar las reuniones con ella como si Hattie fuera un cliente más y no una de las ex-mejores amigas de su amada hermana mayor. Y no era tampoco que Hattie tuviera un temperamento que el habilidoso mago no supiera manejar a estas alturas de su trabajo, sino más bien es que Hess no pasa desapercibido del todo (aunque lo evade con frecuencia) el modo en como Harriet se las arregla cada que tiene la oportunidad para recordarlo y traerlo de vuelta a él del pasado, como si intentará tumbar una máscara de su rostro, o como si Hessenordwood, esta versión adulta de él, estuviera usurpando al verdadero hermano menor de Lucie. Hattie lo conocía, lo conoció antes de todo esto, y de alguna manera, saberlo casi lo pone…nervioso. Aun con todo eso sabe como contestar puntual y encantadoramente, sin caer en la adulación, a cada una de las observaciones que ella le hace como cada vez que se encuentran, la felicita desde luego por su gran habilidad para notar cada detalle, le agradece por los buenos cumplidos y solo parece realmente más divertido cuando ella le habla de malos hábitos. Y evade con gracia el rumbo de la conversación cuando parece querer volverse algo más personal, nada que lo lleve a hablar más tiempo sobre sí mismo, ni ahondar en cualquier cosa que involucre igualmente al mencionado Rory Despard. —Ollivander tiene una alta inclinación por la hiedra silvestre que sobre el diseño programado de jardines, me temo—, debe ser por mera costumbre ya, esto que hace Hess por intentar justificar al brujo aun cuando nadie se lo está pidiendo. —Aunque, pienso que tal vez ha sido desatinado decir que es “muy” artificial si consideramos que las tierras de su heredad han sido trabajadas con hechicería para sembrar lo que fuera en ellas. Ya debería estar acostumbrado—, Hess pareció realmente satisfecho por su broma hasta que Garry (seguramente a propósito) tiró uno de los candelabros decorativos de la mesa cual felino muriendo de aburrimiento. —No, Grelliam, deja ahí…¿qué no estabas jugando al detective con los obsequios?—, —Son solo cajas vacías, simple decoración—, pareció gravemente desilusionado. —Entonces, ¿por qué no buscas con que llenar las cajas vacías?—, Hess sugirió, era una terrible idea, el demonio está seguro de que no habría persona en este edificio que quisiera algo que pudiera venir de alguien como Grelliam Ollivander, pero Garry realmente pareció sopesarlo antes de volver a su inspección del lugar. El silbido de Cleo, la acompañante de Travers, ante la actuación de Ollivander trajo de vuelta a ellas la atención del mago Crouch. —La dueña del edificio me comentó que ha puesto usted mucha dedicación a este lugar Harriet—, echó de nuevo un vistazo al jardín (aunque él se refiere al PP en general) parece complacido, pero lo cierto es que Hess no tiene realmente encanto alguno por la naturaleza. —Me pregunto si eso quiere decir que alarga su estadía en estas tierras, la última vez que lo mencionó creo recordar cambios para antes del invierno—, se aventuró a explorar cuáles eran las intenciones de Harriet en este lugar, solo para averiguar si es que resultaba conveniente, ahora que su contrato con Ollivander estaba terminando, seguir también adelante o concluir en las negociaciones con la heredera de Hampshire. – – – —Entonces, ¿tu papá no te va a acompañar?—, no se traba al hablar, pero igual parece algo nervioso, más como alguien asustado, como si estuvieran por cometer alguna infracción o acto ilegal. —No sé si vendrá, ha estado fuera todo el mes, seguro ni siquiera está en Londres. Y ya les dije muchas veces que Benjamín no es mi…— —¿Al menos tienes su permiso de venir? porque, no sé, tengo el presentimiento de que no le caigo muy bien, y no quisiera que nos encontrara en medio de una cita— —No estamos teniendo una cita, Gurendriel. —¿Ah no? Vaya…— —A eso me refiero, hermano, te hace falta salir, divertirte, conocer mas gente— —¿En una fiesta del hotel para el que trabajo? —Si, … es que hay que comenzar despacio, no estás esperando que te lleve a un salón de stripers…aunque…pensándolo bien… —Si tu papá nos encuentra en un salón de Striper, nos va a… —Shhh, cállate, mira ahí, ¿no es esa la chica Rambaldi? ¿del departamento dos? —¿Le conoces? —Solo de vista, es una bruja muy…misteriosa. —¿Crees que irá a la fiesta también? —Vamos a averiguarlo. Tras una palmada y un empujón, Guillam ánimo al Ollivander a seguirlo. —¡Hey! !!Hannah!!—, Quintel llamó por lo alto a la muchacha del otro lado del pasillo que conduce hasta los jardines, el moreno no puede descifrar aún si la persona a lado de ella es un acompañante o solo el personal del edificio que va a atenderlos durante la velada. —Hola, soy Quintel, del Cero-tres—, se acercó hasta ella con Gurendriel siguiéndolo un par de pasos atrás. —Este es mi amigo Gurren, ¿también bajaron para el festejo? —¿Qué tal? N-no, nosotros no…no creas que, no vayas a pensar que nosotros estamos teniendo una cita…—, el niño aclaró. Quintel rodó los ojos, pero parecía igualmente divertido. —No hay que esperar más entonces, vamos—, el moreno se adelantó para abrir las puertas a la bruja. —Me asusta y emociona en parte iguales lo que la dueña de este lugar pudo planear para nosotros una noche así—, con una floritura invitó al pequeño grupo que se formaba a ingresar de una buena vez a los jardines del Palacio Rosa. @ Hannity Ollivander Evans & @ Rory Despard
  9. Ha pasado ya un tiempo considerable desde la última vez que estuvo aquí, la renta es puntual desde luego, los pagos llegan cada día tres del mes sin falta aún si el brujo no se aparece en los terrenos de Hogsmeade siquiera para pasar las noches o los días libres en el piso que renta. Tristemente su espacio se ha convertido cada día más en un almacén que guarda cosas bonitas y que se niega a remover de ahí todavía por obstinación. Y aunque la arrendadora se esmera todavía por devolverle la factura del pago con una nota amigable sobre su ausencia, Hessen sospecha que a la excéntrica mujer realmente llega a molestarle, aunque sea un poco, el hecho de que los pisos alquilados, aun si están pagados, no están siendo habitados cómo corresponde. De todas formas, y a pesar de todo este tiempo que ha estado fuera, Hessen no espera encontrarse con el lobby decorado cómo la maldita NY en plena víspera navideña. Los olores, luces y colores de la temporada lo golpean tan rápido cómo cruza la entrada principal del ya de por sí bello edificio y lo helan ahí cómo si algo en toda esta armoniosa decoración pareciera fuera de lugar bajo los ojos del demonio. —Cierto, ya casi es Navidad—, la voz de Grelliam, monótona y sin gracia cómo siempre, comienza a escucharse cómo alguna voz dentro de sus pensamientos y no necesariamente proveniente del delgado hombre que se asoma por detrás de él hacia la recepción del palacio, ¿por qué ha dejado que se bajara del auto en primer lugar? —Este año se ha ido volando, ¿no te parece?—, esa es, para su poco espíritu, una declaración muy elocuente por parte del patriarca de Ollivanders. —¿Crees que encontraremos castañas asadas si bajamos al pueblo? El mago le dedicó en cambio una promesa vaga con un asentimiento nervioso antes de continuar su camino hasta el vestíbulo, parecía todavía ligeramente afectado, cómo si todo este tiempo hubiera andado por las calles Londinenses sin notar siquiera los adornos y aromas que inundan la ciudad con la Navidad tan cerca. —Hesse querido, llegaste—, detrás (¿o era debajo?) del mostrador apareció finalmente la dueña y encargada del edificio, lucía más glamurosa de lo que la había visto antes, brillos y color por todas partes, parecía uno de esos adornos del hall, gigantesco y deslumbrante. —Después de tanto tiempo comencé a pensar que no te vería por aquí en estas fechas, o por lo menos no hoy— ella rió. —Pensé que tal vez tu asistente se había burlado de mí cuando confirmó tu asistencia, ¿no olvidaste tu obsequio para el intercambio, verdad? Aunque no tiene idea de lo que ella le habla, él tampoco vaciló. —Por su puesto que no lo olvide—, respondió con una falsa sonrisa, cohibido apenas, tal vez por la mirada suspicaz que la alta mujer le dedica, no parece haberla convencido de su mentira, pero Hessenorwood parece el tipo de persona que pierde la calma cuando algo se sale del itinerario y ella no quiere empujar a sus inquilinos a la incomodidad. —Debí dejarlas cosas en el auto. —Estupendo—, felicitó. —Y veo también que trajiste compañía, eso es hermoso, pero oh—, ella cerró la distancia entre sus cuerpos, teniendo que inclinarse un poco más hacia adelante para alcanzar a casi murmurar en el oído del Crouch. —Pero ¿sabe el buen Rory de esto? el muchacho es uno de los invitados cómo cualquier otro arrendatario de este edificio y no quisiera que se sintiera incómodo por… —No creo que a Despar le importe, madame—, interrumpió Hess el hilo de ideas equivocadas de la mujer. —Grelliam es solo un… —Amigo íntimo—, Garry se detuvo a contemplar un instante el ilegible rostro de su asesor, Hess casi puede pensarlo satisfecho por la selección de palabras del Ollivander y los efectos que consigue en la mujer semigigante. —Entonces, ¿puedo quedarme?-, Grelliam preguntó. La bruja echó un vistazo de pies a cabeza al licántropo, sin mucho pudor en su escrutinio, Hess se sintió aliviado de que por lo menos Garry aún conservara intacto el traje de cuadros verdes y grises para su reunión con el tribunal de duendes en Gringotts. —Me encantaría que se quedara con nosotros, señor Ollivander, será toda una exquisitez—, respondió la mujer con la sonrisa más brillante que Hess le hubiese conocido. —Pasen, la reunión es en el salón de los jardines, el nuevo. Tal vez ya haya algunas personas ahí, aunque hasta hace un rato todavía pensaba que nadie bajaría. @ Rory Despard & @ Hannity Ollivander Evans
  10. 11. Aguila El café resultó mejor de lo que había pensado que sería, el calor de la bebida y el licor reconfortó su cuerpo agotado por la mala calidad de vida y poco descanso que ha tenido debido a las fervientes persecuciones de Lasky las últimas semanas. Sentada ahí, en medio de esa habitación mohosa, con el cuerpo inconsciente de su cazadora sobre la mesa, y este extraño chico que se ha colado a su casa, Yanna finalmente puede tomarse un respiro, un momento para intentar entender también que es lo que ahí pasa, que es eso a lo que su familia se enfrenta esta vez y, por el contrario, solo puede pensar en las primeras palabras que Lasky confesó a Inkill en su encuentro. Era extraño, si, siempre jugaba con la idea, pero escuchar de Lasky a Garry muerto era…inquietante. No fue cómo si no lo hubiera visto al borde de la muerte antes, a él, a Evans, a Hannity o a cualquier idi*** que se acercara demasiado a Garry, tal cómo el pobre de Hessen y su séquito de imbéciles que trabajaban para el ex patriarca. Sin embargo, hay algo diferente esta vez, en el modo en cómo es que ha desaparecido, después de todo lo que ha hecho, todo lo que ha estado ocultando y sobre todo, con quién y para quien había estado trabajando los últimos años, que hace que la confesión de muerte de Lasky se sienta…real. ¿Y por qué es importante ahora? Yanna nunca fue para Grelliam la hermana ideal, no desde el incidente con el hombre lobo hace tantos años, sin embargo, aunque él nunca lo hubiera pedido, no puede evitar pensar, más bien sentir, el peso del rol cómo hermana mayor que nunca cumplió con él. Smith asintió apenas, comprensiva ante la historia que Inkill le soltaba de pronto sobre cómo es que había terminado en este horrendo y feo viejo continente. No puede culpar del todo al chico por querer quedarse de este lado del charco, para ella también resultó complicada la idea de volver a México luego de reencontrarse con Grelliam en Inglaterra. Fue más fácil quedarse, en estas ciudades tan grandes donde una ladrona cómo ella, de tan bajo perfil, podía fácilmente escabullirse por viejos callejones, robando y chantajeando personas. Por otro lado, basta ver la apariencia de Inkill, aun con el traje todavía arruinado, y escucharlo un poco más para saber que este niño no es solo un deshonroso cazarrecompensas cómo ella. Todo parece encajar bien con él hasta donde a Yanna le importa saber, sin embargo, hubiera sido un movimiento más acertado de Inkill no intentar encarar valientemente a la mayor de los Ollivander. No después de una noche cómo está. —Así que Perú, ¿eh?-, dice luego de que el muchacho finalmente termina de hablar. La morena rescató esa única idea de toda su poca interesante historia. —Mi padre negoció con limeños durante la depresión económica en México en los ochenta, buena gente, algo suficiente confiable, pero los americanos siempre supieron cómo mantener a papá comiendo de la palma de sus manos-, la Smith rodó los ojos con fastidio. Ella ahora va en el número mil quinientos dos de su ejercicio mental para no intentar romper, golpear o destruir algo cercano, cómo el rostro de Inkill por ejemplo, que le hace frente cómo si realmente tuviera el derecho de hacerlo, de exigirle respuestas. Exhaló secamente, y fue esa la primera y única advertencia para el atrevido muchacho. —No, tienes razón, quizá solo fue ese horrible acento tuyo y tus extraños rasgos étnicos lo que me hizo pensar que te conocía de algún lado-, sin gracia dejó caer el vaso al suelo y bajo uno a uno los pies de la mesa. En algún momento de todo eso ella ha perdido la cuenta, así que se pone de pie para encarar frente a frente al envalentonado niño. —¿Quieres saber por qué vas a ser perseguido? ¿Tu?-, le sonreía, pero la ira se escapaba en el cascabeleo de sus dientes afilados. —Bueno, seguramente tu vas a ser perseguido por simple estupidez humana-, Yanna responde, acalorada por el fastidio que el nuevo tono del niño le causa. —No creas que no escuché la conversación entre tu y tu amiga, Inkill el músico-, repitió el nombre tal cómo Lasky lo había dicho antes de lanzarle la última de sus advertencias sobre dejar Ollivanders. —!!Debiste quedarte en las malditas faldas de tu maldito pueblo cuando ella te lo ofreció!!, !!en lugar de venir a esconderte aquí con tu maldita cosa que mi gente ya no necesita!!-, le escupió todo eso sin culpas, si es que hubo en algún momento atisbo de comprensión en la historia del muchacho, eso ya no le importaba ahora. No era culpa de Inkill tampoco, es que a Yanna no se le conoce por tener entre los Ollivanders el mejor de los temperamentos, y hasta ahora se había comportado lo más decentemente posible solo por el aporte del muchacho para atrapar al sabueso, ayuda que no pidió oficialmente pero que igual dio buenos resultados. —Entérate, la regla número uno para ser un Ollivander niño…-, al menos un Ollivander en estas tierras-, terminó de decir solo para ella. —Esto no es algo que llevas en la sangre, no es un nombre que encuentras en tu ID, ni un título oficial estampado en un papel elegante firmado por la reina de Inglaterra. La casa NO te escoge tampoco, y su magia no “compatibiliza” contigo solo por estar maldito, no te sientas tan especial…-, ella se burló con un feo gesto. —Tú, aquí… eres un Ollivander porque…eliges serlo-, casi no puede terminar la oración, ahogada en las palabras que alguna vez Grelliam pronunció dentro de esa casa, para ella, para Hannity, incluso para el demonio. Yanna pareció entender que no valía la pena gastar más energía en un chico cómo Inkill, no por el resto de la noche, y no cuando aun tiene un juego más que jugar con Lasky. —Así que, sorpresa niño, si esta perra ha considerado cazarte no es por que así lo ha querido, o porque alguno de nosotros haya hecho algo por ti-, ha recobrado algo de compostura, al menos el tono de su voz es tres decibeles más abajo nuevamente. —Es porque así lo elegiste tú-, sentenció antes de dar un golpe en el suelo que movió las maderas bajo los pies del muchacho empujándolo fuera de su vista. —Y si yo fuera tu, y pretendía quedarme aquí, cuidaría mejor ese tono, porque mientras Grelliam no esté aquí, YO soy la señora de la casa. El edificio entero vibró nuevamente, pero aunque encaja justo y dramáticamente con la declaración de Smith, pareció más bien un zumbido de advertencia. Naturalmente Yanna vuelve de prisa la vista hacia la muchachita sobre la mesa, Lasky sigue ahí, pequeña y más que maniatada, golpeada, pero finalmente despierta. —Lo siento, ¿te desperté?-, los claros ojos de la muchacha revelaban confusión, y era más de lo que su sobrio rostro podía mostrar. —Bien entonces, comencemos con el interrogatorio de una vez-, Yanna subió a la mesa, a horcajadas sobre el cuerpo de la muchacha, aplastando sus brazos rotos con el peso de sus rodillas y dejando caer sus manos amenazantemente sobre los costados del pequeño rostro de Lasky. —¿Por qué estás yendo sobre nosotros? ¿quién te ha mandado ha hacerlo? ¿fue Hess? Eso podría, a su vez, responder a medias algo de la incógnita no resuelta con la que Inkkil presionó un nervio sensible en la Smith hace unos momentos, y es que aunque Yanna reconoce gran parte de lo que está pasando aquí, tal cómo lo ha demostrado en su explicación sobre la naturaleza de Lasky, lo cierto es que sabe más o menos nada de las razones por las que ahora los Ollivander estaban siendo perseguidos por esta entidad casi demoníaca. No había más oportunidad de investigar cuando en cada esquina estaba siendo acorralada por esta siniestra entidad. —Estoy aquí para terminar con su…-, apenas masculla, en un inglés complicado, pero Yanna le interrumpe dando un golpe en su rostro, seco, duro, letal para abrir un pómulo, mas no para conseguir de nuevo la inconsciencia. —Si, ¿sabes que? eso ya lo dijiste, tendrás que hacer algo mejor esta vez-, la toma por el brazo herido y presiona con fuerza para causar un silencioso retorcijón a lo largo del cuerpo bajo la enredadera. La queja de Lasky parece más bien un llanto ahogado. —Dime ¿por qué nos persigues? —Este... hogar...es una…-, insistió ella, Yanna está de nuevo a nada de perder la poca o nada paciencia que le queda, pero sabe que necesita esa información, necesita saber dónde está Garry o que ha pasado con él, necesita encontrar una forma para detener todo esto. Así que esta vez detiene el parloteo memorizado de la niña golpeando su cabeza contra la mesa. Lasky no va a decir nada, ella podría matarla aquí y seguramente otro de ellos volverá antes del fin de semana, al menos ahora conocía de cerca un poco más el nombre y rostro de su condenador. —Escúchame, dime ¿dónde está Garry?-, no pudo evitar el tono de urgencia y casi desesperación en su voz, su mirada era vibrante, desafiaba su mortalidad y se enfrentaba a los pasivos, pero igual de letales claros de ella. Se mantuvo así por un tiempo, en el silencio, atrapada ahí, en el espeso humo que conforma el color de la mirada del demonio, un foso profundo, con miles de almas atrapadas ahí para siempre. Eso tenía que ser el infierno y Yanna ya lo había visto antes en ojos tan cristalinos cómo los de ella. —¿Hessen?-, reconoció, pero aunque pudo sentir el cuerpo de la niña tensarse, solo le devolvió a cambio una mirada igual de confundida. —Me gustó lo que dijiste, todo eso sobre los perros cazadores-, la voz de Lasky era suave y aterradoramente tranquila para estar a merced de la Smith. —Pero te equivocaste en una cosa-, Yanna retrocedió, aunque no se bajó todavía de su cuerpo, Hurón pudo sentir su corazón latiendo acelerado sobre las enredaderas. —Los sabuesos solo son los acompañantes de los caballeros-, el silencio de la habitación es tan tenso que no es necesario que ella alce la voz más de un susurro agotado. —Fieles acompañantes. Y yo…yo soy un jinete, no un acompañante. La tormenta de afuera estalló de nuevo cómo si cientos de aves cantaran al mismo tiempo, sin embargo, solo fue el estridente sonido de los relámpagos cayendo cómo agua de lluvia alrededor de los patios de la casa. Un alarido agudo sobresale del resto, causando que los vidrios estallen en mil pedazos y los oídos de los mortales sangren. Yanna tuvo que saltar hacia un lado para evitar ser acribillada por los afilados cristales que salieron en todas direcciones. Aquel mismo canto que debió durar el tiempo suficiente pareció también acabar con la trampa donde yacía Hurón atrapada, las raíces se quemaron cómo si hubiesen sido impactadas por uno de los rayos y tan rápido cómo el parpadeo de las centellas, Lasky quedó libre nuevamente. Aun sigue herida, pero en su calma, en toda esa paz que parece rodear su delgado cuerpo sus ojos destellan con obsesión, ella daría cada una de sus vidas para terminar con el sufrimiento de los Ollivander. Sin embargo, no tiene el tiempo suficiente en este cuerpo cómo para poder desatar toda su fuerza sobre ellos, o al menos no toda la que necesita para enfrentarse a ambos magos a la vez y su casa embrujada y, morir aquí, implicaría comenzar de nuevo en otro cuerpo desconocido, aprendiendo a cómo demonios ser una persona con “superpoderes” otra vez. Si, acabaría con dos de ellos, pero la lista por delante no llegaba ni a la mitad. Los -jinetes- cómo ella lo ha traducido para Yanna, eran seres naturalmente fuertes, pero necesitaban tiempo cómo todo, para aprender a moverse con toda su destreza. Es por eso que entre ellos no habitúan estas formas, pues no cualquiera tendría la paciencia de vivir una mundana vida humana con tal de conocer los alcances de su verdadero poder, mucho menos a sabiendas de que todo potencial que fueran capaces de lograr siempre se mantendría a raya, limitados por las mismas leyes de la naturaleza que les otorgaban dichos poderes. Lentamente, de todo el escombro en el suelo, Lasky rescata la capa compuesta de largas plumas oscuras que monta tranquilamente sobre sus hombros, cómo si ahora tuviese todo el tiempo del mundo para continuar su enfrentamiento con Yanna e Inkkil. Y no es hasta que termina de equipársela cuando vuelve la mirada al par de hechiceros que siguen ahí también, pero que en todo este tiempo no han intentado nada tampoco. —¿Qué?-, ladró Yanna, con la disimulada punta del pie en la trampilla mas próxima que le abre una escapada rápida a través de los pasadizos de la casa. Cualquier movimiento en falso que Lasky haga y la persecución volverá a cero nuevamente. —Supongo que esto es a lo que llaman “quedar empatados”-, su mirada deja escapar apenas algo de abatimiento en ella a pesar de que sus palabras y su rostro se mantienen neutros, planos. —Que particular, se siente peor que perder-, ella desvía la mirada hacia el exterior de la casa, sus claros ojos contemplando el cielo que se ve a través de la ventana rota, ahora despejado, lleno de estrellas. El viento fresco se cuela y agita las plumas de su capa cómo el aleteo de las aves al despegar. —Se siente muy...mal-, murmuró suavemente, sus hombros apenas caídos en ese porte habitualmente rígido. El cielo destelló por última vez esta noche y Lasky desapareció de su vista. —Maldita sea-, se quejó Yanna, moviéndose en dirección a donde la muchacha había desaparecido, pero solo el olor a quemado y humedad le advirtieron que no encontraría nada. Una puerta más se manifestó de pronto en medio de la habitación, la bruja suspiró agotada, no había tiempo que perder, hasta la casa lo sabía. —Hay que avisar a los demás que el perro se ha escapado-, Yanna atraviesa la habitación hasta el otro lado dejando solo al niño en la cocina, pero igual la puerta detrás de ella se mantiene abierta. No sabe qué tanto esté Inkill ahora involucrado con todo esto, si él se decidía por finalmente hacer caso a Lasky y tomar sus cosas para irse no lo detendría ni mucho menos le reclamará por ello, después de todo, era una cabeza menos por la cual preocuparse. Pero por una vez, por su hermano, que ella iba ahora a cuidar de la familia, y si el niño músico, con esas habilidades para canalizar magia, estaba de su lado, tampoco iba a negar la ayuda que pudiera aportar. Aun si eso implicaba repartir parte del botín. Pero ya habría tiempo para los detalles de eso después. @ Rory Despard
  11. 9. Nido Yanna reajustó el peso de la chica sobre su hombro con un empujón luego de tomar el remedio que Inkill le ofrece para su herida en la pierna, herida patrocinada por la misma niña ahora inconsciente sobre sus hombros, no le agradece a Inkill de todas formas, él ha dicho que ha tomado el ungüento de alguno de los estantes de la casa, por lo tanto también le pertenece a ella. Aun así, se abre paso por el pasillo para que el músico camine a su lado y no tras ellas, no porque Yanna le confíe algo más en él que otra persona, pero tampoco va a negar cualquier ayuda que le sea posible para detener a esta molesta pulga que le ha estado fastidiando la vida últimamente. Incluso la morena había tenido que esconderse en la casa y atraer a Lasky hasta aquí para obtener el apoyo del hogar de los Ollivander y ganar ventaja sobre la cazadora. Inkill desde luego facilitó aún más las cosas, claro que podía invitarle un trago de whisky de fuego antes de volver su campaña en su contra. —Me temo que será lo segundo-, responde con un resoplido cansado, se escucha cómo si no fuera Lasky la primera de ellos con los que se ha enfrentado. —Estas cosas son algo más que persistentes, fueron creadas o inventadas para hacer, pues esto-, explicó, o intentó hacerlo. Un cruce de pasillos finalmente se les presenta con dos caminos, uno que lleva a unas escaleras hacia arriba y otro que da a una puerta pequeña, muy estrecha, por donde apenas cabe una persona a la vez. Yanna le indica al muchacho con otro movimiento de su cabeza para que vaya por la puerta, la abra y pase por delante. —¿Sabes siquiera lo que es ella?-, la sonrisa turbia y afilada volvió a su rostro, algo en el interés del chico por lo que haría ella con Lasky le pareció morbosamente divertido. El nuevo espacio al que ingresan era estrecho y largo a su vez, era un cuarto rectangular, una especie de cocina comedor para quien alguna vez debió ser el lugar donde la servidumbre tomaba sus desayunos y comidas, tiene una cocina equipada, vieja, pero funcional todavía, alacenas grises y una larga mesa que ocupa casi todo el espacio del centro, las pocas ventanas que hay sobre uno de los muros al final dan por supuesto a los patios traseros de la casa, esos donde comienzan las verjas que te dirigen a los diferentes ecosistemas que se han sembrado en la heredad de los Ollivander. Y cómo cualquier otro sitio de la casa; es oscuro y húmedo hasta que Yanna hace funcionar la luz antes de dejar caer ruidosamente el cuerpo aún inconsciente de Lasky sobre la mesa. —Yo no les llamaría “rompedores de maldiciones”-, ella continuó luego de escuchar la teoría de Inkill sobre lo poco o nada que hubo en la breve conversación entre Lasky y él antes de ser interrumpidos por su ataque. —Más bien ellos se encargan de hacer que las maldiciones se cumplan de acuerdo a lo establecido, al costo que fuera. Busca, ahí debe haber algo útil-, con otra seña distraída le muestra, mientras se masajea el hombro adolorido donde ha cargado el peso de la niña, la estufa con una tetera para que prepare algo de café. Y mientras eso ocurre, Yanna comienza con brusquedad a desenvolver del cuerpo de Lasky, todas esas capas de prendas, arneses y petos con los que protegía su cuerpo. Sus ropas son una mezcla poco común del sur de Asia, reconoce las ligeras armaduras de metal y cuero y por debajo algunos nudos más sencillos cómo antiguos monjes guardianes de Kathmandu. No es que Yanna lo supiera solo porque sí, pero está segura que ha robado algo antes que le recuerda muy bien a esta chica que parece haber salido de otra época o quizá de otra realidad. —Son recolectores de penas, cobradores de almas. Tal vez te suene un poco más el nombre de “perros del infierno”. Si, creo que ese término se acerca lo suficiente-, la bruja pareció complacida cuando llegó al fin a la última capa de ropa, un delgado uniforme de lino a la medida, que deja ver con mucha más claridad la verdadera forma de Lasky. —Normalmente son invisibles, al menos hasta donde tenía entendido, solo aquellos que estaban maldecidos podían verlos. Son feroces, sanguinarios y brutales y no quieres estar en su camino cuando un condenado intenta “romper un contrato”-, entrecierra los ojos inspeccionando más de cerca el pequeño cuerpo de la niña. —Pero tal parece que hay otra clase de perros…-, continúa su explicación tras una larga exhalación. No lo hace para que Inkkil entienda lo que aquí está sucediendo, más bien parece estar exponiendo para sí misma los hechos, solo que, a diferencia de Garry, ella tiene que hacerlo en voz alta. —Una "raza pura"-, ella se burla tras recordar al último de ellos que encontró. El chirrido de la madera en la mesa, seguido de un crujido es la señal de que ella ha activado alguna magia sobre la mesa que no tarda en hacer efecto envolviendo el cuerpo de Lasky en raíces de hierro y madera provenientes del mueble, cómo si nacieran desde ahí, encadenando a la muchachita sobre ella. —Por experiencia sabemos que hay otro tipo más…físico-, se encogió de hombros, y por primera vez desde que llegaron a la cocina Yanna le dirige una mirada al muchacho, intentando decir con el gesto que no sabe cómo explicarle esto correctamente. —Así como tu amiga aquí-, señala el cuerpo de Lasky antes de dejarse caer sobre la silla más próxima y comenzar a curar sus heridas con las pociones de Inkill. —Parecen más blandos encerrados en esos cuerpos, pero no lo son. No tienen objetivos simples cómo ir por un alma condenada por un demonio de crucero, más bien ellos son sabuesos, persiguen cosas más grandes, son capaces de moverse por cualquier espacio y tiempo-, siseó de dolor, tal vez ha presionado un poco más la herida para recordarse que esto, tener un perro de este tipo tras ellos, ya no es para solo seguir ocultándose de los problemas de su familia por más tiempo, debe salir de su escondite. —Son cazadores-, termina con su explicación, parece mucho más exhausta ahora a pesar de que ha terminado de sanar su herida. Arrebata de las manos de Inkill la taza que le ofrece, ella no es de los mejores modales, pero le arroja a cambio un pequeño envase con licor “del bueno” en forma de agradecimiento antes de ella también verter uno igual en su vaso. Tras los primeros sorbos de la bebida caliente la morena parece de mejor ánimo. Aun así, por un largo rato no dice nada más, sus ojos aun paseando por el cuerpo bajo esas enredaderas, cómo si quisiera encontrar en Lasky alguna pieza que no hace juego en todo esto. —Entonces Evans fue quien te mandó aquí ¿dices?-, Yanna se desparramó en su silla subiendo los pies sobre la mesa, exactamente aplastando el brazo roto de Lasky, lo cual le provocó un silencioso gesto aun en su inconsciencia. —Supongo que ella te dio el pase, pero ¿por qué volver?-, preguntaba, pero su rostro no parecía más interesada en saberlo, más bien era cómo si estuviera haciendo preguntas protocolarias para llegar sutilmente a algo más profundo. —Dime una cosa, ¿de donde es que vienes Inkill? Hay algo en ti que me resulta espantosamente familiar-, bebiendo largamente de su vaso la bruja escondió una sonrisa filosa en el borde. —Ah, y te recomiendo que no pretendas mentirme-, la casa de nuevo crujió bajo sus pies. @ Rory Despard
  12. 7. Viaje Exhaló el frío de su cuerpo tras un jadeo suave y tembloroso, recuperando el aliento y su condición rápidamente en una nube de vaho helado que empaña su visión por unos segundos, algo en ella pareció cambiar brevemente mientras recuperaba su pasmada compostura luego del ataque una vez que solo se encontraba de nuevo a solas con Inkill, ahora un poco más inquisitivo de lo que lo ha sentido antes. De todas formas, se cerciora de que -éste- realmente sigue siendo un lugar seguro o si es que su caza ha terminado acorralandole por descuidarse con este hombre de palabras que no hacen más que confundirla nublando su vista, su juicio, cada vez que él abre la boca. —Ya te lo dije-, su voz es suave mientras se incorpora cuidadosamente del suelo donde apenas ha podido aterrizar luego de esquivar el último proyectil, pero sin nunca dejar de ver hacia el rostro de Inkkil, cómo si estuviera de pronto ante otra versión de él que no hubiera sido notada antes. —Seré quien cuide de este lugar ahora, haré de él un hogar mejor-, de nuevo se mostraba tranquila, aunque era evidente, aun en lo plano de sus palabras, su convicción implacable. Algo en el músico ha cambiado de pronto, existe algo ahora en él que no estaba antes, algo que se comienza a arraigar dentro y fuera de él, piensa ella, cuando vuelve a examinarlo ante esta nueva distancia, que Inkill, con todas esas inentendibles palabras, ha estado engañandole todo este tiempo. Debió sospechar de él, seguro que si, después de escuchar de su historia el rastro familiar de los Evans McGonagall. Pero es que observar es (o fue) lo mejor que ha tenido ella todo este tiempo, Hurón pensó que su vista no podría engañarla jamás, es su mejor sentido, el más entrenado, pero ahora no parece siquiera suficiente para entender qué es lo que aquí ha sucedido. ¿Era la magia de esta casa o era de Inkill? Pero Lasky no retrocedió aún cuando la duda y el desconcierto comienzan a empañar sus ideas. Está aquí con un propósito, una misión, y no va a detenerse solo para intentar entender. —Voy a terminar con la maldición de los Ollivander, para siempre-, no se escucha cómo una explicación, si no algo que lleva programado, una verdad absoluta. —Así me lleve todas mis vidas-, apenas visible en la oscuridad del cuarto por su cristalino color el gancho afilado cómo arma se equipó para atacar desde por debajo de sus mangas. —No espero que lo entiendas, Inkill, el músico, yo te lo advertí de todas formas-, suspiró posiblemente de agotamiento, quizá de congoja. —Pero la historia me ha enseñado antes que si quieres terminar con el problema…-, tanta quietud en su semblante no podría ser humano, escondiendo su rostro bajo todo ese ropaje tal vez él no era capaz de reconocer la angustia que no reflejan sus palabras. —...Debes acabar con él desde la raíz. En el siguiente instante Hurón está moviéndose por la oscuridad de nuevo, rápidamente esta vez en dirección a Inkill, no está segura de cómo es que él ha conseguido engañar a sus ojos antes, para ocultar su alma de la furtiva intromisión que ella ha hecho, sin embargo, ahora que tanto la casa cómo su objetivo principal han sabido responderle a cambio, Lasky reconoce su desventaja ante este hombre, por lo que pronto se vuelve su primer objetivo a eliminar antes de continuar con su deber. Él también debió preverlo, y ella debió haberlo pensado mejor aceptando su derrota esta vez al verse rodeada de esa forma, pues cuando Lasky lanza el primer gancho con el puño en contra del hombre, apenas es capaz de rasgar gravemente el abdomen del muchacho, cortando sus ropas y dejando solo sobre su piel un rasguño apenas venenoso, así que intenta por hacerlo caer de nuevo al suelo, apoyada con el mismo impulso de su golpe fallido, el giro sobre sus talones la empujan lo suficiente para alcanzar un golpe sobre el pecho del hombre tratando de tumbarlo de vuelta a la butaca donde lo encontró por primera vez. Estuvo tan cerca, y lo hubiera conseguido, golpear con el ángulo y la fuerza suficiente para acabar con él de una última y única estocada si ante su asalto final el suelo bajos sus pies no se hubiese movido mortalmente y la hubieran hecho tropezar de último, cayendo casi con torpeza a los pies del brujo. ¿Esta era la magia que protegía a los Ollivander? ¿o solo era Inkill, todo desesperado por pertenecer aquí? Lasky rodó por el suelo para tomar el impulso siguiente antes de que el hombre tuviera más tiempo de contraatacar, pero en lugar de lanzarse de nuevo sobre él, Hurón desplegó una espada afilada desde otro de los pliegues embrujados de su emplumada capa y viró en sentido contrario para clavarla con fuerza y casi saña en algún otro lado de la oscuridad que esperaba tras ella. La casa entera crujió ante la herida, ocultando un gemido exhalado. El corazón de Lasky corre a mil por hora, sus ojos se abren queriendo resonar, escanear, reconocer todo lo que ahí en esas tinieblas se esconde, sin embargo, las manos que sostienen con firmeza cada una de sus armas no titubean siquiera. No hay arrepentimiento alguno. Por un momento incluso parece olvidar siquiera que Inkill está ahí del otro lado de la habitación, también igual o más dispuesto a proteger este maldito lugar cómo cada uno de los que le habitan, pero a pesar de ello Lasky no se mueve más para enfrentarlo, no todavía, no hasta asegurarse de que esta vez no ha fallado. ¿Cómo era posible? Conseguir romper la calma de este lugar con tan solo una mirada. Ahí estaba, viéndole desde el otro extremo, ambarinos y pesados ojos brillaron en la oscuridad, del otro lado donde el filo de su espada ha cortado, pero no parecen heridos, ni afligidos o compungidos, si no todo lo contrario, le retan, se burlan, la desafían, y la fulminan todo al mismo tiempo con un solo parpadeo. —Casi-, murmuró la áspera voz desde lo más oscuro del cuarto, Hurón intentó finalmente retroceder, pero la espada parecía haberse clavado con fuerza en algo más duro que un cuerpo humano. —Pero fallaste…de nuevo-, saliendo de la penumbra por primera vez se mostró frente a ella el rostro de Yanna Smith. —Perra-, y dos movimientos de la Ollivander son suficientes luego de eso para romperle el brazo a Hurón y derribarla con un último golpe de su pie en el pequeño rostro de la intrusa dejándolo inconsciente en el instante. —Así estás mejor, ¿no?-, ella rió, mostrando sus feos dientes, a pesar de que sabe que la niña no la ve ni la escucha más. La casa parecía respirar de alivio. Yanna permaneció un poco más de tiempo ahí, quieta, observando a sus pies al cazador que ha estado causando problemas el último par de semanas, analizando en su calma toda esta molesta situación. Después de unos segundos más de contemplación, cuando parece que ninguno de sus pensamientos la lleva a algo convincente, dirige esta vez su interés al chico al fondo del salón. —¿Cómo hiciste eso?-, pregunta primero, pero luego niega con la cabeza, no hay forma de que él hubiera hecho algo así. Así que reformula su pregunta. —¿Quién eres tú?-, vuelve a atender inspeccionando el cuerpo de la mujer en el suelo, pero por el tono de su voz es igual de importante tener esa información de él pronto. Sin el mayor de los esfuerzos que el de resistir ante el dolor de una pierna gravemente herida, Yanna carga el bulto inconsciente que es Lasky ahora sobre sus hombros y, aun esperando su respuesta, le indica al niño con una seña de su cabeza que le siga fuera del estudio para que continúe sus explicaciones. —Hemos dormido todas esas noches juntos y aún no sé siquiera de dónde es que has salido, ¿te ha mandado Grelliam?-, ahora está dando la espalda al hombre, pero cualquiera podría escuchar la sonrisa en el rostro de la Smith. —Bueno, cómo sea, supongo que ahora que también te debo una, al menos puedo ser algo hospitalaria-, murmura esta vez con algo más de amargura. @ Rory Despard
  13. 5. Llamas, Se encuentra al borde de la habitación, con un pie adentro y el otro casi afuera mientras examina el pasillo que ahora tiene por delante, no es el mismo que recorrió para llegar hasta aquí, sino uno más estrecho, casi vacío salvo por las puertas a los lados y el alto vitral del fondo que por lo que puede ver desde ahí, tras la lluvia, le muestra una perspectiva diferente del exterior de la casa. De algún modo ahora se encuentra en un segundo o tercer piso de esta. Pero ¿en qué momento si ni siquiera había subido escalones?. La tormenta de afuera estalla una vez más con un relámpago con el que ilumina brevemente el angosto corredor que muestra únicamente una sola dirección, cómo si esto; la casa, la tormenta afuera, la voz de Inkill cómo uno más de los sonidos al fondo, le estuviesen dirigiendo hacia donde todos ellos quisieran y no a donde ella quiere y necesita. Debe ver, escuchar y resonar más allá de lo que este cuerpo pequeño y estrecho le permite, está pasando por alto algo importante, y comienza a pensar que quizá este hombre realmente no está aquí por mera casualidad. Debe pensar en ello, nada ha sido más fácil desde que despertó bajo esta forma, por lo que muy probablemente eso que busca podría estar escondiéndose frente a sus narices y ella simplemente no lo percibe todavía. Así que lo hace, explora esta casa, la tormenta de afuera, todo lo que ensordece y ciega a su alrededor desde que puso un pie dentro de esta casa y que ha ido empeorando tras perder su pista al encontrarse con Inkill en el despacho principal del palacio de los Ollivander. ¿Por qué continuaba él aquí de todas formas? Sin quererlo realmente ha escuchado todo lo que Inkill dice después de su nombre, pero no es tan importante ahora, y aunque en otras circunstancias hubiera incluso intentado entender aunque fuera un poco al hombre de particular acento, esta noche el músico era el menor de sus problemas. Los muros retumban nuevamente a su alrededor, pero Lasky reconoció que no fue la tormenta esta vez si no la casa entera, cómo si exhalara con escasa vida. —Ahí estás, bruja-, murmura para sí antes de continuar con su caza, su serio rostro se oscureció de nuevo y volvió a colocar la capucha y el sombrero sobre su cabeza, completamente dispuesta a perseguir furtivamente el rastro nuevo que ha encontrado. Sin embargo, antes de volver a hundirse en la penumbra, a solo medio paso de estar completamente fuera del estudio, las palabras de Inkill finalmente llegan hasta ella (un poco a destiempo quizá) y terminan por congelarla en su sitio. Escucha entonces el primer latido. Pero para Lasky, su oído no es mejor que su vista. Asi que se detiene ahí, con ambos pies todavía dentro del estudio y se gira nuevamente, lo hace despacio otra vez y aun así el aleteo de su capa es perceptible, los ahora casi amoratados ojos de ella están de nuevo sobre el hombre elegante del otro lado de la habitación. Exhala largamente, lento, consiguiendo que su firme cuerpo tiemble por primera vez de frío, resintiendo al fin el agua de lluvia sobre sus ropas, el frío de Ottery, las heladas tierras de los Ollivander. Es solo un breve momento de sosiego entre ellos antes de que ella, ágil cómo un depredador, termine con largas y veloces zancadas la distancia que los separa, tomando al musico con fuerza del antebrazo, para acercarse a él todo lo que físicamente sea posible. Sus cuerpos no se tocan más allá del agarre firme del que ella se aferra a su brazo, pero aun es tan demasiado corto el espacio que los separa, que ahí puede sentir su calor, oler su desagradable colonia, escuchar su respiración y el pulso y finalmente puede verlo. No ve el agradable matiz de su piel, ni se detiene en la forma de sus cabellos, ni siquiera nota sus gestos con claridad y es que a esa distancia tan pequeña es difícil intentar enfocar su rostro completo, si no que mapea el universo que se esconde detrás de los surcos y amalgamas que conforman su mirada. Su cabeza todavía se inclina hacia adelante un poco más y se tuerse apenas, curiosa e intrusiva, para que el sombrero le de un mejor acceso. Es casi aterrador el modo en el que inspecciona esta vez, muy diferente a hacerlo a la distancia, pero después de algunos segundos, parece resultar mucho más efectivo. —No. Arrepientete de tus palabras justo ahora, Inkill el músico-, pide. —No pretendas ser alguien que no eres-, su voz era suave, Lasky, aun con ese porte firme y aparentemente violento, aun con esa demanda en sus palabras, más bien parecía que intentaba otorgar clemencia desesperada al hombre. —Lo veo justo ahí y lo siento aquí también-, apretó un poco más sobre su brazo. —No hay en ti ni una sola miga de Ollivander-, suavemente, lento, ella retrocedió y su rostro, antes iluminado por la curiosidad y el desconcierto por este hombre, se apagó casi con melancolía hasta volver al gesto estrictamente serio. —Así que toma tus cosas y sal de aquí antes de que esto te alcance. Vamos, te escoltaré a la salida-, era gentil, pero la sequedad de sus gestos, de su acento, la hace extraña. Giró de nuevo sobre sus talones en dirección a la puerta, pero esta vez el aleteo de su capa le traicionó y ocultó hábilmente el zumbido del dardo que salió de la nada intentando impactar contra ella. Afortunadamente, las capas de ropa y arneses camuflan su forma y el arma no logra más que atravesar de lado a lado la empapada ala izquierda de su traje. Sin dejar de moverse por la habitación, cómo si de un ave atrapada se tratase, Lasky esquivó tres más de los ataques, empujando a Inkill hacia un lado en el proceso para hacerlo caer al suelo, no para evitar que un dardo le impactase si no para hacer que “su intento de escape” (si es que pretendia hacerlo) fuera algo más torpe y complicado. —¿Esperabas a alguien más?-, preguntó detrás del particular escudo cóncavo que aparece tras ondear su capa al aire frente a ella. —¿O a esto te referías con tener razones legítimas para estar aquí ahora?-, tan rápido cómo comenzó, el ataque cesó, la casa crujió nuevamente y de nuevo fueron solo ellos dos y la tormenta de afuera. Quizá si se había equivocado, quizá ha hecho una lectura equivocada de él y este hombre realmente si sabría responder por un Ollivander con tal de quedarse en estas sucias tierras. @ Rory Despard
  14. 3. Murciélago, Su aspecto era tan diferente ahora, en tantos sentidos y por mucho, tan desigual al que llevó consigo por todo ese tiempo, que desconoce la manera en la que esta persona intenta acercársele. Pero es razonable, piensa, ni siquiera tiene la certeza de qué es lo que los ojos de este hombre ven, sobre todo si se encuentra bajo toda esa capa de trapos ahora empapados cubriéndole de pies a cabeza solo dejando al alcance el brillo tan particular de sus claros ojos azules. Él por otro lado luce tan diferente, es una persona limpia de aspecto, aunque no del todo agradable para su vista, además, parece resultar ser irritantemente conversador. Aun así sus palabras han conseguido que por unos segundos su sólido semblante retroceda apenas para dar paso a algo mas cercano a la confusión o desorientación en su mirada, la cual regresa a computar información nuevamente por lo alto y ancho de la figura del hombre y se desvía un poco más allá del suelo de la habitación, indagando mas bien en sus propios pensamientos, como si estuviera tratando de ordenar las palabras en una oración que le resulte correcta. Quizá la mascarilla que cubre un poco mas de la mitad de su rostro no le permite ver a su nuevo interlocutor como es que ha apretado los labios en un signo de duda, aunque el entrecejo delata mejor su incertidumbre, si él no está aquí como patriarca de los Ollivander ¿qué mas hace en este hogar maldecido? ¿qué ha intentado hacer él con todo esto? dice que la magia de este lugar ha aceptado su presencia, ¿eso quiere decir que aceptaba entonces el lazo de unión familiar de los Ollivander? No había razón para serlo, no es capaz de sentir ni una pizca de maldición en él, sin embargo, ha observado bien, y todo en este hombre parece estar correcto, ¿por qué mentiría? Quizá, también él, estaba confundido. Cada movimiento que hace después es cuidadoso, tentativo, suave, no rompe con la penumbra de aquel mítico lugar, sino que rápidamente se adapta a él, al espacio húmedo y oscuro, a la poca luz, al silencio ensordecedor de la casa. Después de que pareció haberlo “hablado consigo” el porte recto y duro se formó de nuevo bajo la empapada capa que escurre tanto o más agua que el de la tormenta allá afuera. —Lasky-, responde, un tono de voz firme, como una declaración, pero su verdadera expresión corporal, oh, es ligeramente gentil, dócil muy muy por debajo de toda esa fachada de buen soldado. No siente necesidad de aclararle al hombre que se ha equivocado con su aspecto, pues ni ella es capaz de reconocerse en esta forma, de igual manera, más como un acto formal, retira el sombrero y la capucha de su cabeza que le han estado protegiendo de la lluvia todo este tiempo para que puedan finalmente verse cara a cara. —Y ¿quién eres tú si no más que un intruso entonces?-, inclinó apenas la cabeza, con genuina curiosidad, algo que no parecía un gesto planeado. —Te equivocas, si no eres un Ollivander no hay más razón, ni legítima siquiera, para que estés aquí ahora-, proclamó. —Si no eres capaz de responder por ellos, vete de aquí-, no es hosco el acento, pero aun en su neutralidad resulta casi irrebatible. La capa detrás de si se ondeó con tanta fuerza mientras le daba la espalda para alejarse de aquella habitación y detrás de sus primeros pasos se escucharon aleteos despavoridos, quizá o mas bien enfurecidos con aquel ser humano que perturba su calma con tan solo su presencia. @ Rory Despard
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