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Dramione Lupin Black

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Mensajes publicados por Dramione Lupin Black

  1. El joven Black había notado que su compañera de casa se había avergonzado; aun esperaba que la profesora le respondiera, mientras, tenía la vista fija en la morena que hasta ahora solo miraba sus pies. Escuchó el murmullo de varios compañeros que hablaban del torneo.

     

    La chica de ojos cafés levantó su rostro por fin encarando al joven que se mantenía erguido pero con una sonrisa en el rostro.

     

    -Hola, soy Dakota; creo que todavía no nos hemos presentado, encantada- se presentó la chica extendiendo su mano.

     

    -Yo soy Dramione, Dramione Black…un placer conocerte Dakota- le estrecho la mano al momento que veía acercarse Celtapotter acompañada también ofreciéndose voluntaria para participar en el torneo. El ojiazul miró a la profesora de manera fugaz y volvió a mirar a Dakota. No se había dado cuenta de que todavía tenia sujeta la mano de su compañera.

     

  2. -¿Como que "que hay que hacer en el torneo"? – Respondió una morena alzando la voz, Dramione la conocía como Dakota. -¡Pues ganarlo!- continuó la chica. El Black se dio cuenta de que no era el único que la miraba un tanto aturdido por su reacción. Era lógico que debiera ganarse la copa, pero, a eso no se refería él al preguntarle a la profesora lo que había que hacer.

     

    El ojiazul desvió la mirada para encontrar la de la profesora, pero esta miraba a Dakota escuchándola con atención.

     

    -…Tenemos que honrar a nuestra casa, y a nuestra profesora. Este torneo no es solo por ganar una simple copa o más puntos para la casa. Lo que el torneo representa es la unión que tienen los alumnos de esa casa, saber que pueden contar los unos con los otros sin pensarlo dos veces…– siguió su sermón. Dramione se quitó la capa y la dejó colgando sobre sus brazos que ahora estaban cruzados; por último miró a morena fijamente -…Yo no sé vosotros, pero por mí misma, por mi casa, por mis compañeros, por mis amigos, y por mi casa...Estoy dispuesta a asumir todas las consecuencias y peligros que este torneo conllevé. Así que, profesora, me ofrezco voluntaria.

     

    Para sorpresa el sangre pura había sentido cierto aire aventurero mientras la escuchaba hablar. Mantenía un semblante serio mientras se dejaba caer a un lado de la chimenea. También quería que la copa estuviera en la casa y así, darle más reconocimiento a los Centauros de Blodwyn.

     

    Dramione Black miró de nuevo a Gyvraine y con voz firme y monótona le dijo.

     

    -Yo también he de participar en el torneo de las 4 casas, siempre y cuando este en mi alcance y rindan mis tiempos en el- el pelinegro asintió con elegancia y miró de nuevo a Dakota guiñándole un ojo y mostrando una media sonrisa. Si iba a participar, tenía que ser más “humilde” y menos soberbio con sus compañeros -¿Que debo hacer para participar?

     

     

  3. Los días pasaron rápido en la academia brindando cada vez más un acogedor aire hogareño, y con las casas completaba el cuadro familiar. Dramione Black, un chico presuntuoso y arrogante comenzaba a sentir afecto aunque no lograba abrirse del todo, aun no le daba confianza a nadie, le gustaba estar solo con su orgullo.

     

    Después de un recorrido por el castillo llego hasta la cúpula del centauro solemne, dijo su contraseña y acto seguido el monumento se hizo a un lado invitando al pelinegro entrar a “su” casa. El chico se metió las manos en los bolsillos y tarareando una melodía de su grupo musical favorito comenzó a bajar las escaleras. Un aire fresco –incluso más fresco que el aire superior- lo invadió al llegar a los altos de los arboles subterráneos. Parecía estar de buen humor, pues terminó los últimos escalones a zancadas.

     

    Al caer por fin de lleno en la sala común estiró sus ropas y volvió a meter sus manos en los bolsillos, hinchó su pecho dándole ínfula de superioridad y caminó erguido posando sus ojos a todos los que estaban presentes. Habían rostros nuevos que el supuso eran los de primero (por así decirlo) y con cierto tono severo asentía, dándoles a entender que eran bienvenido.

     

    Miro a los ya conocidos (pero que aun no trataba) y también asentía en son de saludo. Aunque él no lo admitía, le gustaba estar en esa casa, y más que todo compartir en silencio con sus veteranos.

     

    El ojiazul caminó hasta donde estaba Sullivan y por primera vez desde que estaba en los centauros, le dedico una sonrisa ancha y se paró a un lado. Miró el anuncio del torneo de las casas y desvió su rostro para mirar a los que estaban presentes; entonces, con un tono de voz que tenía aire de mandón, y arrastrando las palabras al hablar, sólo para que ella escuchara, preguntó

     

    -¿Qué hay que hacer en el torneo?- seguía mirando a sus compañeros de casa preguntándose quienes de los que estaban participarían, y encarando por fin a la jefa de casa, esperó respuesta sonriendo. El sangre pura se sentía de buen humor, y aun no descubría la razón.

     

     

     

  4. El joven Black se mantuvo callado durante mucho tiempo mientras sus compañeros de casa hablaban de diferentes cosas, cosas que parecían no captar su atención. El ojiazul se levantó y se sentó en la orilla del rio un poco más allá de la chica que jugaba al parecer en su mundo, se llamaba Dakota; le dedico una mirada fugaz y dejo verse en el reflejo del agua.

     

    Un brindis por la noche de Walpurgis que, para los que no lo sabían; era un amanecer especial para las brujas donde se encendía una fogata inmensa. La llegada de la otra jefa de casa (a la que miró por unos minutos con una sonrisa), la graduación acentuando el reinado; fueron los temas que se discutía en el claro. Escuchó a un grupo que estaba cerca de donde el joven Black se encontraba hablar de quidditch, deporte que a él le gustaba pero no le interesó practicar nunca.

     

    Dramione pensó lo bueno que sería estar en ese momento con su melliza, miembro de la casa Aethonans de Salem para no sentirse solo, pues su orgullo le impedía cruzar palabra. “Bandos” fue la palabra que captó su atención por momentos y había estado en su cabeza desde entonces. Pues él estaba claro en sus inclinaciones, pero en la sala común sabía que no podía existir rivalidad, por lo tanto el compañerismo era primero por el bien de los Centauros.

     

    Volvió a dirigir una mirada vaga a Dakota que ahora no estaba sola, sino acompañada por otra chica comiendo chocolate. Se levantó para dirigirse a escoger su habitación y acostarse a reposar. Prefirió distraerse en su búsqueda que quedarse escuchando lo que sus compañeros decían.

     

    Miró a Gyvraine y luego a Paige sin expresión alguna, tenía la seriedad tallada en su cara. No por haberlo pasado mal ni por no agradarle sus compañeros, su seriedad se debía a que no era un chico acostumbrado a reír ni mostrar agrado a menos de tratarse de sus familiares. Dramione se metió las manos en los bolsillos y desapareció por uno de los agujeros.

     

    El pasillo era largo y había una fila de puertas con nombres en ella, evidentemente ya ocupados. Al llegar al final del corredor bajó por unas escaleras formadas por raíces en forma de caracol. Había un segundo pasillo alumbrado por antorchas y armándose de valor innecesario exploró a ver alguna habitación desocupada.

     

    -Vaya- susurro el pálido mortal haciendo eco por la soledad del lugar. Se detuvo en una puerta que no poseía ningún nombre y entró. Era una alcoba espaciosa, con paredes ordinarias de donde las raíces se asomaban irregularmente sosteniendo pequeñas antorchas, la cama individual no estaba tan mal a simple vista, pues era cuestión de que tan engañosa podía ser; había un escritorio, una pequeña biblioteca, una mesita de noche donde reposaba una lámpara de aceite, un armario, una alfombra circular con el escudo de la casa y pequeños brotes de tréboles se dejaban ver en los rincones.

     

    El aire era un tanto húmedo pero lo bueno era que las paredes eran solidas a pesar de estar en algunas partes llenas de moho y musgo. El Black sorprendido notó que sus pertenencias estaban en su respectivo lugar.

     

    -Extraño, pero mágico- se rió irónicamente familiarizándose con su cuarto. No había mucha tarea que hacer en ordenar, así que tomo un libro de la biblioteca y se acostó. La cama se veía cómoda, pero era solo apariencia, estaba muy blanda para su gusto o al menos exageró su queja, no muy contento abrió su libro y se sumergió en el. La hora de dormir llegaría con el pasar de las horas y otro día le daría la bienvenida al amanecer.

     

  5. El chico pálido de cabellos negros y ojos azules, giró su cabeza para ver a los ya presentes en la sala, ¿o bosque?, esto lo hacía sentir extraño y cómodo a la vez, se sentía como un niño cuando juega en su casa del árbol con sus amigos cómplices de una travesura. Qué extraño era estar en un bosque bajo tierra.

     

    Tomando aire y levantando su mentón dándole un aire de superioridad digno de un Black, caminó hasta estar a un metro de distancia del grupo que se presentaban ante la jefa de casa; Dark Princess Malfoy, Lucas Creed Dumbledore y Dakota Malfoy fueron los tres primeros que habían hablado, o al menos a los que había escuchado.

     

    Se mantuvo un poco alejado no por timidez, sino por soberbia, siguió mirando a sus alrededores hasta que por fin se digno a acerarse al grupo y espero a que alguien volviera a hablar, y tras un silencio su voz, con aire presumido, se escuchó para presentarse.

     

    -Yo soy, Dramione Black, hijo de Alissa Black Triviani, hermano de Bianka Black y mellizo de Lilymione Black- habló omitiendo tema sobre sus clases, se había atrasado (y no por irresponsable) a lo que le daba cierta pena que no quiso mostrar, y sin bajar la guardia continuó –Me tomó por sorpresa ser un Centauro, resulta un tanto agradable después que te comienzas a acostumbrar.

     

    Finalizó buscando a donde sentarse. Ya luego buscaría su habitación, la cual seria cómoda y digna de un Black. El joven se quedó en silencio para esperar a que contaran la historia de la que hacía rato escuchaba mencionar. y esperar a ver si veia a dos miembros de su familia que tambien estaban en la casa.

     

  6. Los días en la academia pronto acabarían, cosa que el joven Black extrañaría a pesar de su ausencia. Esa mañana había recibido una lechuza que anunciaba su nueva casa y donde estaría su estadía. Salió de su habitación para ir en pos de un centauro tallado en piedra que reposaba en las afueras del castillo.

     

    Bajo unas cuantas escaleras topándose con estudiantes de distintos niveles, que al parecer también habían recibido una lechuza con su cambio. Dramione Black, había sido escogido al azar para pertenecer a la casa de los Centauros de Blodwyn, representante de la tierra y guardián de los bosques. Cuando salía por fin de los muros del castillo se dirigió a los jardines.

     

    Distraído pero con su característico aire de superioridad, el ojiazul buscaba con la mirada la cúpula que serviría de camino a su nueva sala común. Al llegar hasta la estatua detalló en su rostro un gesto de solemnidad y exhausta paciencia envuelta en un gesto marcado por la guerra. Intimidaba por lo general estar parado frente a él.

     

    Pronunciando las palabras correctas observó como la estatua tomaba vida y se hacía a un lado, dejando ver una escalinata de piedra negra húmeda y mohosa. El pálido chico tomo aire y comenzó a descender por el camino mostrado. Después de bajar unos cuantos tramos de escalones, copas de árboles se hacían visibles dejando anonadado al recién llegado.

     

    -¿P…pero que es esto?- susurró para sí, que sorprendido no paraba de caminar viendo que a su alrededor había un bosque subterráneo, el sonido de un riachuelo agudizó sus oídos y los demás sonidos de la naturaleza lo embargó de un repentino jubilo aventurero. Dio unos pasos más y se encontró con un claro bastante amplio y cómodo.

     

    Habían unos muebles bastante elegantes, que para él, se veían cómodos; al fondo estaba una chimenea conde las llamas tomaban vida consumiendo la leña y dando un toque de calor, sobre esta estaba el escudo de la casa y más abajo la lista de los estudiantes seleccionados, habían dos túneles que al parecer eran los que dirigían a los dormitorios de los estudiantes.

     

    Después de un largo y detallado vistazo, el joven Black percibió la presencia de algunas personas, a los que trato de no darles mucha importancia. Caminó hasta la chimenea y se detuvo a mirar el escudo. Tal vez no había dado una buena impresión, pero, eso a él no le incomodaba en absoluto.

     

     

     

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