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¿A Ú N N O F O R M A S P A R T E D E N I N G Ú N B A N D O?
¿A Q U É E S P E R A S ?
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Actividad Reciente
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Magicongreso Único de la Sociedad Americana "MACUSA"
Oclumancia, con @ Beltis #6 Can't you see that I'm the one who understands you? Been here all along, ǝɯ ɥʇıʍ ƃuolǝq noʎ ¿ǝǝs noʎ ʇ'uɐɔ ʎɥʍ os Una sonrisa de satisfacción terminó con la tortura de Beltis. Había percibido la intrusión en su mente como un partido de tenis. Estaba sola, haciendo remates inclementes hacia un campo vacío. Una tras otra, canción por canción, iba arremetiendo sin piedad contra los debates internos de Beltis, levantando la línea de cal al ritmo del pop. No era solo melodía, eran imágenes, apelotonadas unas sobre otras con saña. Hasta que apareció ella, por un instante, regresando la bola con avidez. Ese último verso volvió al revés, perdiendo velocidad hasta que pareció no haber existido. No había sido una demostración magistral de poder, pero sí de potencial. Ladeó la cabeza, escuchando lo que tenía que decirle respecto al artefacto maldito y permitiéndole unos minutos de silencio. Había muchas maneras de enloquecer a una bruja. La maldición Cruciatus, salvaje y cruel, era una de ellas. Pero nunca había probado a Taylor Swift. Seis canciones habían bastado para incomodar a Beltis y aunque con otra persona habría disfrutado del hastío, con ella prefería mantener las aguas en paz. Bastante tenían ya con las mareas incontrolables que conformaban su mente. —De todas las cosas interesantes que te rodean... ¿Por qué elegir una tela? —preguntó con falso interés. Se le ocurrían muchas razones, algunas relacionadas a la practicidad y otras inclinadas hacia la discreción, no necesitaba que Beltis se las explicara. No obstante, era evidente que tenía la intención de obligarla a hablar. Mantenerla en la conversación era desconcentrarla, poniendo en peligro las barreras que estaban entrenando. Era una tarea compleja. No solo había que mantener una línea de pensamiento, eso era lo de menos. Se requería habilidad para no perder el hilo y, además, la voluntad de mantener arriba las defensas. Todo esto, claro, sin un Legilimante encima. Estaba siendo sutil y respetuosa. Paraba cuando era necesario y presionaba lo justo, sin extralimitarse. ¿Podrías ser más incisiva? Sí, las dos lo sabían, pero decidir no serlo era parte de la lección. Un recordatorio de que las cosas siempre podían ir peor. Debían fortalecer esas barreras y hacer que el silencio no fuese un privilegio, sino una elección. Silencio. Pestañeó un par de veces, concentrándose, buscando. Había silencio de verdad. —Ya no oigo ese rumor —anunció. Cerró los ojos y volvió a concentrarse en ella. Al presionar un poco, pudo oírlo, pero más lejano—. Lo que sea que hayas estado pensando, te ha traído paz. Ese es el camino que debes seguir. No había visto sus recuerdos, se había dedicado a bombardearla con información. Pero sin saber que se había perdido de la imagen de Tauro bebé, no pudo sentir otra cosa que ilusión. —A partir de ahora tengo que presionar más. Repetiré el mismo formato, pero ésta vez, cada vez que cambie de imagen, intentaré entrar en tus mareas —alzó las manos en un gesto que llamaba a la calma—. No voy a leerte, solo a intentarlo. Cada vez que me sientas, tienes que imaginar que me expulsas. Como si fuese una membrana rechazando a un agente externo. Ésta vez sí que recurrió al contacto visual, fijando los ojos en las pupilas envueltas de aquél azul tan claro. La dificultad era drásticamente superior. Había una intencionalidad clara, una presión real. Y el bombardeo no fue precisamente ligero: Frases de libros desordenadas en orden alfabético y por género literario. Fragmentos de canciones de todos los ritmos y en múltiples idiomas. Los tabloides de The Times, El Profeta y el Quisquilloso más sonados de la última década. Los segundos que llevaban en la sala y los minutos que había pasado hasta el momento en el que una secretaria había vuelto a su puesto de trabajo. Una recopilación de las frases más absurdas que había compartido con Pik y las más profundas con Tauro. Todas las comidas que había tomado la última semana y las que planeaba tomar la semana entrante. Entre medias, un pulso. Pequeño e insistente, como quien hinca el dedo con suavidad en la superficie de un globo. Solo que este globo era la conciencia de Beltis.- 1
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Shadowhunters (MM)
~ Acompañando a @ Lukyan A. Volkov . Para la vinculación de Legeremancia.(4/15) Kaori caminó detrás de Lukyan mientras él abría la puerta de su casa, un gesto casi tímido pero cargado de significado. Aunque la propuesta de ir allí la había tomado por sorpresa, no podía negar que la idea tenía mérito. El ambiente era más cálido de lo que esperaba: un espacio que reflejaba el carácter introspectivo y, a la vez, apasionado de Lukyan. Sin embargo, lo que más le llamó la atención fue la organización del despacho, una mezcla de orden y caos creativo que parecía gritar su nombre. Ella dejó su abrigo sobre una silla cercana y miró alrededor, absorbiendo los detalles. Las paredes estaban decoradas con mapas y bocetos, algunos claramente relacionados con los estudios de Lukyan. Había un escritorio de madera robusta cubierto de pergaminos, libros abiertos y plumas desgastadas. Kaori esbozó una leve sonrisa, sintiendo que este lugar era una extensión de él, un refugio que le permitía ser completamente auténtico. Se sentaron frente a frente, el silencio entre ellos cargado de posibilidades. Kaori cruzó las piernas, apoyando sus manos sobre sus rodillas, y comenzó a hablar con suavidad, rompiendo la tensión que parecía haberse acumulado durante el trayecto. —Hay algo que creo que podría ayudarnos —dijo, su tono medido pero firme, mientras lo miraba directamente a los ojos—. Hay un mercado negro que opera bajo el control del Simposio. No es un lugar para los débiles de corazón, pero es un hervidero de información. Si logramos infiltrarnos allí, podríamos obtener pistas sobre lo que están planeando... y sobre Sammael. Lukyan asintió lentamente, procesando sus palabras. Su mirada estaba llena de determinación, pero Kaori podía ver también la preocupación detrás de sus ojos. Sabía que él estaba pensando en los riesgos, en lo que podrían encontrar y lo que podría salir mal. —Pero antes de eso —continuó Kaori, su tono volviéndose más suave, casi íntimo—, hay algo que quiero que entiendas. Lukyan inclinó la cabeza, invitándola a continuar. —La Legeremancia, Lukyan, no es solo una habilidad. Es una puerta a la intimidad más profunda de alguien. Puede ser un arma, sí, pero también una herramienta de empatía y comprensión. Sin embargo, usarla sin el consentimiento de la otra persona... —Kaori hizo una pausa, buscando las palabras correctas—, es una invasión. Es cruzar una línea que no siempre tiene retorno. Él la escuchaba con atención, su cuerpo ligeramente inclinado hacia adelante, como si no quisiera perderse ni una palabra. —Piensa en un amigo cercano —dijo Kaori, su voz baja, casi un susurro—. Alguien en quien confías, alguien que confía en ti. Si usaras la Legeremancia para descubrir algo que esa persona no está lista para compartir... podrías destruir esa confianza para siempre. Lukyan asintió lentamente, comprendiendo la gravedad de lo que ella estaba diciendo. —Entonces, ¿cómo se evita? ¿Cómo se aprende a usar esta habilidad sin lastimar a las personas que importan? Kaori sonrió, una expresión suave que iluminó su rostro. —Practicando, por supuesto. La clave está en la sutileza, en aprender a entrar y salir de una mente sin causar una turbulencia emocional. Es como deslizarse en un lago sin romper la superficie. Se inclinó hacia él, sus ojos encontrando los de Lukyan con una intensidad que lo hizo contener la respiración. —Practiquemos ahora. Quiero que lo intentes conmigo —dijo, tomando sus manos entre las suyas—. Pero no fuerces tu entrada. Deja que sea como un susurro, algo tan suave que casi no se note. Lukyan la miró, sus ojos llenos de determinación y algo de nerviosismo. Kaori hizo lo mismo, bajando las defensas que normalmente mantenía alzadas gracias a la Oclumancia. Era un acto de confianza total, un regalo que no ofrecía a cualquiera. -
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Bosque Prohibido
La Arcana observó a Ada en silencio, analizando cada detalle de su concentración. Sus pupilos estaban enfrentándose al desafío con diferentes enfoques, lo cual era esperanzador. Mientras Ada mencionaba a Toji, Sauda notó su cambio de actitud, esa firmeza que ahora emanaba de ella, algo propio de quien entiende que no hay margen para dudar. —Buen día, Ada. Veo que estás más que lista para el desafío. —La Arcana esbozó una leve sonrisa, casi imperceptible, mientras cruzaba los brazos. Su mirada se posó sobre Ada mientras ésta cerraba su mente con fuerza, luchando por proteger la bóveda mental que había creado y luego desviando sus pensamientos hacia Montecarlo. La playa, el mar, las sensaciones cálidas... eran una elección interesante y calculada. —Montecarlo, ¿eh? Un refugio encantador. —La voz de Sauda resonó suavemente, sin agresividad, pero con una carga de intención que hizo que el aire en la habitación se sintiera más denso—. Es ingenioso usar un lugar tan personal y lleno de emociones. Sin embargo... Con un movimiento fluido, la Arcana levantó la mano, apuntando hacia Ada sin usar varita. Sus pensamientos comenzaron a invadir aquel refugio mental, no para destruirlo, sino para tantear las defensas. —Recuerda, no siempre puedes confiar en un refugio físico. Incluso en tus pensamientos, lo que consideras seguro puede convertirse en tu mayor debilidad. —La presión de su hechizo aumentó ligeramente—. Asegúrate de que tu fortaleza sea más que un lugar. Haz que sea una idea, algo que no puedan destruir o manipular fácilmente. Sauda retrocedió suavemente, deteniendo su ataque y dejando que Ada se reorganizara. —Bien hecho, Ada. Me gusta tu enfoque. Pero no te relajes. Esto es solo el principio. ¿Lista para intentarlo de nuevo? @ Ada Camille Dumbledore -
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El Salón de los Pensaderos
Tauro había tenido días de calma, demasiados para su gusto, y no podía evitar pensar que esa tranquilidad era solo una ilusión, algo que los artefactos estaban aprovechando mientras esperaban el momento perfecto para atacar. Sabía que, en cuanto bajara la guardia, la magia que habitaba en esos objetos trataría de reclamar su cuerpo como recipiente. Con su sangre demoníaca, no solo garantizarían resistencia, sino también una longevidad inimaginable. Y entonces, ella se convertiría en una simple espectadora, atrapada en su propia mente mientras los artefactos la manipulaban, dictando cada uno de sus movimientos. Por eso estaba allí, enfrentándose a sí misma, buscando una respuesta que aún no había formulado. Si tenía suerte, encontraría una salida definitiva. Pero si no podía liberarse de la influencia de esa magia, al menos debía aprender a dominarla, a imponerse sobre su poder. No podía permitir que los artefactos la consumieran ni convertirse en una pieza más de su juego. Para lograrlo, tendría que deshacer las cerraduras que ella misma había colocado en su mente, esas barreras que una vez pensó que la protegerían a ella y a quienes la rodeaban. Renunciar a su propia magia no era una opción. No después de todo lo que ya había sacrificado: un bando, memorias, y quizás, fragmentos de sí misma que no volverían jamás. Sin embargo, este era un viaje solitario. No porque Tauro quisiera ocultar lo que hacía o mentirle a los demás, sino porque necesitaba enfrentarlo sin testigos. No estaba lista para que nadie viera las partes más oscuras de su ser, esas que ni ella misma lograba aceptar. Incluso con las personas más cercanas, mantenía una barrera, un recelo que aún no estaba dispuesta a ceder. Este paso debía darlo sola, aunque en el fondo sabía que no estaba completamente aislada, que siempre habría alguien dispuesto a extenderle la mano si lo necesitaba. No estaba segura de si estaba preparada para lo que venía. La vulnerabilidad nunca había sido algo que pudiera tolerar; le hacía sentirse débil. Tal vez esa sensación había sido lo que la empujó inicialmente a buscar el poder de los artefactos. Pero ahora, al reflexionar sobre ello, ni siquiera estaba segura de sus propias motivaciones. ¿Había sido solo una sed de poder? ¿O tal vez el deseo de conocimiento absoluto, de entenderlo todo? Quizás, simplemente, había intentado dejar de sentir, convertirse en un ser vacío que transitara por el mundo sin vínculos, sin emociones, alguien que no le debiera nada a nadie y no esperara nada de los demás. A pesar de que algunos de sus pensamientos más oscuros habían menguado, no todos habían desaparecido, especialmente aquellos que susurraban ideas de destrucción y desorden, tentándola a reconfigurar el mundo desde sus cimientos. En los últimos días, Tauro había luchado contra una creciente necesidad de dejarse llevar por la imagen de arrasar con el Ministerio desde dentro, desatando una guerra interna entre los bandos y sembrando el caos. La sola idea le provocaba un placer inquietante, una chispa de satisfacción que no podía identificar del todo como suya o como la influencia de algo más profundo e incontrolable. El caos, en su forma más pura, siempre había ejercido una atracción particular sobre ella. No era simplemente la destrucción lo que la fascinaba, sino la forma en que el desorden exponía la verdadera naturaleza de las personas: su vulnerabilidad, su desesperación, sus instintos más básicos. Era como observar una obra de arte en movimiento, una danza salvaje e impredecible que rompía con la monotonía de lo establecido. — Sabes que lo deseas... —pronunció con su propia voz, aunque en ese instante no estaba segura de si realmente era ella quien hablaba. -
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Bosque Prohibido
Oclumancia con @ Aailyah Sauda y @ toji Era momento de regresar al bosque prohibido y enfrentar a la Arcana, había pasado una noche terrible y mi cabeza zumbaba con las imágenes de mi hermana Crystal, nuestro eterno conflicto porr la primogenitura y por quien tenía más derechos que quien, ella siempre había dicho que por ser una hija legitima tenía más derecho que yo. Pero bueno mi bisabuela me había elegído a mi y de hay en adelante todo había enloquecido entre nosotras. Sin olvidar que ella había vivido junto a Lucrezia Di Medicci y bueno si crianza había tenido más ingredientes de odio hacia a mi. Tras un buen baño y un sesión de maquillaje para no dejar ver las ojeras consecuencias de una mala noche regrese al bosque, el corazón me dio un vuelco cuando ví a Toji, solo esperaba ocultar todo lo que se refería a él, lo que era un secreto que debería guardar bien. Respire y me tranquilice y me puse una máscara de tranquilidad sonriendo con una maravillosa sonrisa. - Buen día Arcana, Toji espero que este bien. Con atención la escuche, al parecer ella no tendría contemplación alguna y eso nos daría las herramientas necesarias, así que no había de otra, había Estado en el ejército esto sería igual sin contemplaciones y director al asunto. Pensé en el cofre, pero no era lo mío y esto me llevó a una bóveda, sus paredes de mármol, sus grandes columnas sosteniendo la cúpula redonda sobre nosotros, ahora debería asegurar la puerta, esa puerta de la que ula luz venía hacia mí: el hechizo legeremens, cerré con fuerza apenas podía mantenerla, sentía la fuerza del hechizo y fue cuando escuche las palabras resonando en mi mente, asi que le mostraría algo más. Me aleje de la puerta y lleve mis pensamientos a Mónaco, Montecarlo era mi lugar seguro en el mundo, ví la playa el mar y las sensaciones que me creaban el estar allí, era justo donde debía llevar a Sauda. Aprete los puños y enterre mis uñas en las Palmas con fuerza, pero solo me centre en mi querido Montecarlo.
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