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Regulus Black.

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Mensajes publicados por Regulus Black.

  1. Evarela, lo sé, créeme que lo sé. Pero es como... poner de excusa la Universidad, siempre me meto al foro y me gusta leer. Ahora sí que sí, necesito hacerlo alguna vez xDD

     

    Con respecto al árbol, no me había fijado... pensé que lo eliminarían al ver que llevaba semanas sin meterme (y hablan de ser activos (?)) Bueno, entonces sigo siendo hijo de Kya :) arreglo la ficha y nos vemos por el castillo

  2. Hola gente, venía a ver si aún hay espacio para una Black más(?) He estado fuera del foro mucho tiempo y ahora tengo ganas de volver. Aunque, técnicamente nunca pasé de la puerta de entrada (?) xD En fin, espero me acepten. Mi ficha nueva está en proceso y en cuanto a quién me adopte, no tengo problemas en que sea hasta un elfo (? :okno:

  3. Russell Rowle Black

     

     

    Justo antes de poder dar dos pasos siquiera, una chica que caminaba en sentido contrario lo interceptó, haciendo que Russell saltara hacia un lado con un movimiento torpe y arrítmico.

     

    –Hola –balbuceó nuevamente, un tanto azorado por la sorpresa y por la cercanía con la que había quedado con la chica.

     

    –Eh… me llamo Regulus, no,¡Russell!. Perdona, es que estoy algo confundido, acabo de llegar y… –se detuvo un momento porque comenzaba a trabársele la lengua. Se rascó la nuca con nerviosismo y extendió su otra mano como un gesto de saludo–. Un gusto.

     

    Dio unos pasos hacia el centro de la habitación, mirando de reojo al grupo de chicas que predominaba en el extremo opuesto de la sala común. Se enderezó un poco arqueando los hombros hacia atrás, carraspeó un poco para aclarar su garganta y se volvió hacia Ania, quien aún lo miraba.

     

    –Qué lugar más genial, no pensé que quedaría aquí –dijo, sonriendo levemente mientras se metía las manos en los bolsillos.

     

    –¿ y tú? ¿Hace mucho estás aquí?

  4. Russell Rowle Black.

     

     

    -Sí. Si lo muevo de esta forma pareciera que tuviera vida propia.

     

    Russell volvió a mirar el dragón, intentando imaginarse que estaba vivo. Al ladear la cabeza, la luz de la antorcha producía la sensación de que el animal se movía. El tatuaje, de un dorado muy brillante, se hallaba impreso en su antebrazo derecho. Le había sido impuesto luego de que, con mucha suerte, había sido elegido el único de su grupo para entrar a la casa de los dragones, un verdadero honor como así lo sentía el joven.

     

    Sin pensárselo dos veces, se adentró en las fauces del dragón de piedra que hacía de entrada a la sala común, y fue “engullido” por la oscuridad. El camino era largo y tedioso. Hubo minutos en los que no veía ni siquiera su cuerpo, sólo se movía por las ansias y el deseo desesperado de encontrarse algo más allá del túnel. De pronto, una luz carmesí le indicó el final del trayecto. Con el corazón latiéndole con fuerza, Russell comenzó a correr hasta donde una enorme llamarada carmesí le esperaba, para su sorpresa, frente a una lisa y maciza pared.

     

    -¿Qué es esto? –se quejó el Black, doblándose por su cintura y agarrándose fuertemente el costado derecho, fatigado por la corrida.

     

    Tras unos segundos, donde recobró el aliento, el muchacho se enderezó y miró nuevamente todo a su alrededor: no había nada más que oscuridad donde quiera que mirase, excepto el cobrizo resplandor de la llamarada que tenía a su lado.

    Fue entonces que, guiado por un reflejo espontáneo, el muchacho expuso su brazo derecho al fuego abrasador, desapareciendo en el acto seguido de un sonido de succión.

     

    ~*~

     

    Tras aparecer, Russell abrió sus ojos con cautela, aún bajo los efectos del viaje vía traslador. Se sentía mareado y confundido, y no fue hasta pasados un par de minutos que no se dio cuenta de donde estaba. Ahora se hallaba en una cueva de granito negro, donde dos dragones, igualmente de granito, se entrelazaban alrededor de una enorme piedra al rojo vivo. Como supuso que el tatuaje no servía sólo como un mero adorno del cual presumir, Russell se descubrió su antebrazo derecho nuevamente y los dragones comenzaron a moverse, girando uno sobre otro, al tiempo que la piedra brillaba con más fuerza desprendiendo una luz cegadora. No bien, pasaron unos segundos y un pasadizo se abrió ante sus ojos. Su sala común lo esperaba.

     

    -Hola –dijo, tratando de que su voz no delatase su nerviosismo.

  5. Cuando, en la habitación que ocupaba en la Academia, una lechuza lo picoteó para despertarlo, a Russell le parecía que acababa de acostarse.

     

    -¡Por los calzones de Merlín! ¿Qué uno no puede dormir tranquilo aquí? –se quejó el muchacho, con la mitad de la cabeza hundida en la almohada.

     

    Russell buscó su despertador mágico de bolita con la mano, se lo acercó muy de cerca a la cara y se sentó en la cama. Eran cerca de las seis de la tarde. Afuera estaba oscureciendo. La habitación estaba casi en su totalidad vacía. Los demás de seguro aún se encontraban afuera, en la sala común, festejando todavía por las nuevas adquisiciones a la casa. Él se encontraba tan cansado en ese momento que lo único que quería era echarse a dormir y no despertar en semanas. Es por ello que después de la bienvenida ofrecida por los prefectos, se saltó la celebración y fue directo a echarse una siestecita.

     

    A los pies del colchón vio la figura rechoncha y despeinada de una lechuza que daba pequeños saltitos sobre sus pies. El animalillo sostenía un pequeño sobre amarillento, que soltó apenas Russell se movió, y desapareció hecha una bala por la ventana. No necesitaba abrirlo; sabía claramente cuál era su contenido. Lo había conversado con algunos de sus compañeros unos días atrás, después de que habían vuelto de su extraña excursión en el bosque. Ese día le tocaba cursar su primera clase de duelo básico. Clase que en lo personal, ponía algo nervioso al muchacho. Era muy bueno volando y haciendo deportes, pero en lo que respectaba al empleo de hechizos defensivos, era un torpe. Trataba de ocultar esa falencia a sus conocidos, porque para él, un tipo fuerte y atlético, el no saber emplear bien la varita, lo hacía parecer un completo idi***.

     

    Se vistió en silencio, demasiado preocupado como para emitir palabra, y luego tras cerciorarse de que no se había puesto calcetines de distinto color, salió de la habitación rumbo al aula en donde se desarrollaría la clase

     

    Para estar anocheciendo, el clima estaba realmente caluroso. Y mucho más, dentro del castillo. Es por eso que, por una parte, deseaba que la clase se hiciera al aire libre y no en un aula como se había pactado. Llevaba una camiseta manga corta color verde agua y unos vaqueros algo viejos de un gris oscuro. Y por si de pronto se ponía algo frío, una sudadera color beige oscuro colgaba amarrada de su cintura.

     

    Cuando por fin llegó al aula, se detuvo en seco frente a la puerta, indeciso si entrar o no. Por más que había intentado retrasar su llegada, un sentimiento de culpa lo aquejaba. No quería defraudar a nadie, mucho menos a él mismo. Encontraba est****o e infantil su comportamiento. Sus manos comenzaban a sudar con cada minuto que pasaba.

     

    -Vamos, Russ, tú puedes…

     

    Empujó la puerta bruscamente, pues ésta no estaba bien engrasada y se encontró de frente con un enorme salón, débilmente iluminado, no más por unas pequeñas velas. Tardó un poco en acostumbrar la vista a aquella sala dejada a su suerte por quizás cuántos años sumergida en la oscuridad.

     

    Alzó la vista y pudo diferir dos siluetas situadas en el escritorio que se encontraba al frente del enorme salón.

     

    –Buenas… –hizo un ademán de saludo y se dirigió a un asiento vacío de la primera fila.

     

    Espero en silencio hasta que la sala se hubo llenado, mirando de tanto en tanto cuando creía ver una cara conocida. El número de alumnos era mucho mayor con respecto a la clase anterior, la de Generales, y por eso esta vez, la sala quedó casi en su totalidad llena. Una vez que la puerta se cerró tras entrar el último alumno que cabía, los profesores decidieron romper el mutis que mantenían inicialmente, dando paso a sus presentaciones.

     

    Russell escuchó atentamente cada palabra de sus profesores. Tenía interés en saber quienes eran y creía averiguar su manera de ser por la forma en la que se explayaban. Era algo que había aprendido de pequeño: analizar los gestos de las personas, decía mucho de su personalidad.

     

    Tras haber terminado, una de las profesoras, Mei Black, sacó rápidamente su varita y la agitó en el aire. Rápidamente, un montón de objetos de aspecto descuidado y viejo, aparecieron frente al salón. La mujer les dijo que tales objetos eran trasladores, y le servirían para desplazarse al lugar donde verdaderamente se llevaría la clase. ¿Cómo? ¿No era allí donde lo harían? ¿Acaso irían de nuevo a un lugar tan extraño como el que había visto la última vez?

     

    Sin esperar demasiado, el grupo de alumnos se reunió en torno a la hilera de cachivaches que se mantenían inertes en el suelo. Todos permanecieron en pie, en un apretado círculo, Nadie habló. A Russell le pareció algo ridícula la escena: todos amontonados en torno a un montón de escombros.

     

    -Vamos, no se atrasen -Russell no pudo oír el resto de las indicaciones. Ocurrió sin darse cuenta: El Rowle sintió como si una especie de gancho lo jalara hacia adelante con toda su fuerza. Sus pies se habían despegado de la tierra. Iban todos a enorme velocidad en medio de un remolino de colores y de una ráfaga de viento que zumbaba en sus oídos. Tenía el índice pegado a una bota, como por una inexplicable atracción magnética. Y entonces...

     

    Tocó suelo con los pies. El aterrizaje fue tan brusco que no pudo evitar caer al suelo de costado, golpeando su hombro con algo duro y frío. Una brisa helada le revolvió los cabellos, levantándole la camiseta levemente, haciendo que la piel de su abdomen y brazos se pusiera como piel de gallina.

     

    Se levantó como pudo, ayudado por un enorme pedazo de piedra que tenía al lado. Sacudió su ropa de la tierra que había agarrado y subiendo lentamente la vista se fijó donde estaba. Habían abandonado la sala de clases en los terrenos de la Academia. Era evidente que habían viajado cientos de kilómetros, porque ni siquiera había un atisbo de las montañas que rodeaban el castillo. Se encontraban en el cementerio más oscuro y tétrico que había visto. Hileras de lápidas se amontonaban de manera caótica por todo el lugar. Diversas estatuas humanas descansaban en gruesos pilares de concreto, en posiciones extrañas y escalofriantes; de seguro por la falta de extremidades debido a la corrosión y el abandono.

     

    Cómo era sabido, después de haberse reunido todos, llegó el momento de las presentaciones. El primero que decidió tomar la palabra fue el Haughton, un chico que Russell había conocido en Generales y que por lo demás no le caía muy bien. Tenía un temperamento de cuidado y solía mirar a los demás con petulancia y altanería. Tras unos pocos segundos que duró su presentación, Russell dio un paso adelante y se presentó:

     

    –Bueno, mi nombre es Russell Rowle Black y pertenezco a la familia Rowle como se podrán dar cuenta –sonrío levemente mientras negaba con la cabeza. Se sentía tonto cada vez que venía esa parte–. En fin. Eso es todo… supongo.

     

    Se hizo a un lado, con las manos tras la espalda, y observó una vez más el lugar en el que se encontraban. Por lo visto, sus profesores habían pensado que el cementerio era un buen lugar para examinar sus habilidades en duelo. El entorno les proporcionaba todo lo necesario en cuanto a escondite y otros medios defensivos. Russel achinó los ojos mientras miraba tras una tumba, pues, había creído ver una sombra moverse mientras los demás hablaban. Tragó saliva e inconscientemente aferró su varita en el bolsillo de su pantalón. Tenía que estar preparado para lo que viniese.

     

     

    OFF:

     

    ¡Hola!, ¿qué tal? Mi nombres Naslo, soy de Chile, tengo 20 años y estoy cursando por... no recuerdo cuántas veces me he pasado por aquí, pero creo que debe gustarme tanto como para repetir lo mismo una y otra vez. Estoy en el foro desde el 2009, pero nunca me he pasado tanto tiempo como para terminarlo xD Soy un ser muy ocupado (?) Estudio Ingeniería y voy en mi segundo año. Me gusta mucho leer, salir con amigos... etc, todo eso que hacemos los jóvenes de 20 años (?) Como pueden ver, soy muy malo con las presentaciones, asi que... pues, eso es todo.

     

     

    PD: Me faltó algo... mi msn por si lo quieren agregar es: naslo_x6@hotmail.es

  6. ¡Hola! Bueno, seré breve: deseo volver a la Black.

     

    *¿Por qué quieres ser un Black?: Porque son geniales y siempre me ha gustado esta familia

    *¿Por quién te gustaría ser adoptado? Por Kya Black D'Lecroix (me costó el último apellido xD)

    *¿Te comprometes a respetar las pautas/reglas/condiciones que has leído en este tópico? Yeeep. 10-4. Me comprometo.

    *¿A qué otra familia perteneces? Familia Rowle

    *¿Cuál es tu Nick en harrylatino.com? Igual: Regulus Black. Pero no me meto ya hace mucho.

    *Bóveda de Personaje: Mi Bóveda

    *¿Será tu familia sanguínea o adoptiva? Adoptiva u.u

     

     

    Eso es todo. :D

  7. Russell Rowle (Reg)

     

    La voluta de humo violáceo fue flotando alrededor del árbol, en roscándose como una culebra por el envejecido tronco, subió y subió, hasta terminar por fin en la rama más alta. Cuando se detuvo, aparecieron dos ojos de un verde brillante y una sonrisa torcida y burlona. Russ se acercó al grupo, con la mirada clavada en el “animal”. Esperaba que dijera algo, pues, parecía que manejaba cierto tipo de información. Vio como la profesora Oldman salía del susto inicial y comenzaba a dialogar con el felino, como si fuera lo más normal del mundo.

     

    El gato fuera de contestarle las dudas, pareció incrementarlas aún más. Respondía siempre de forma confusa y hacía dudar de lo que creías haber averiguado. Russ pensó que si querían salir de allí, deberían primero encontrar a alguien cuerdo y menos caricaturesco. Pero justo en ese momento, el gato les indicó con una de sus patas, un camino. Un tal sombrerero loco se encontraba por allí, y él podría darle las respuestas que necesitaban. El gato volvió a balancearse en el aire, tan grácil y liviano como una pluma. Sonrío mostrando todos sus dientes y se deshizo en el acto junto con un silbido largo y pausado.

     

    Perfecto. Ahora tendrían que ir en busca de un tal “Sombrerero loco” y con más preguntas que antes. Esperaba no volverse loco en el acto. Aunque últimamente eso parecía ser un requisito para poder resolver las cosas. Se mantuvo callado, como lo había hecho antes, pensando, quizás demasiado. Le sorprendió no escuchar a nadie hablar. Quizás era porque todos estaban igual que él, tan conmocionados por los acontecimientos ocurridos. Incluso le sorprendió no oír quejas de parte de su compañero, Hauhgton. Pero tan pronto como lo pensó, algo extraño (bueno, no tanto) ocurrió: el aludido se había encogido hasta no pasar los setenta centímetros de estatura. No supo cómo, pero por lo que pudo escuchar de Luna, su compañera, él había bebido una de las botellitas que había visto al principio, cuando llegaron al jardín extraño. La profesora Oldman se acercó y con un movimiento de varita lo arregló de inmediato. El chico no parecía demasiado contento con eso; mantuvo la postura inicial y se mantuvo alejado.

     

    Tras unos minutos en que pareció todo haberse arreglado, cogieron sus pertenencias y, siguiendo a la profesora Oldman, se internaron a toda prisa en el jardín, por el camino que había indicado el gato. Oían de pronto los gritos, las risas, cosas romperse con gran estrépito y los retazos de canticos que parecían no tener sentido posible. La atmósfera se llenó de pronto de euforia y adrenalina. ¿Qué se encontrarían por esos lares? ¿Cómo era el sombrerero loco? Y más importante… ¿Qué tan loco estaba el sombrerero?

     

    Caminaron un largo camino sumidos en el silencio y la expectación, hasta que al salir por el otro lado, se hallaron a la cabeza de una fiesta bastante extraña.

     

     

    (Off): Lo intenté, si no hay más tiempo no postearé el otro rol que tenía. Lo siento si no seguí muy bien los otros roles, pero por quedarme atrasado sólo tuve que rolear lo que ven ._.

  8. -«¿Qué pasó?» «¿Qué es este lugar?»

     

    Russell se preguntaba mientras su castaña mirada iba de un lado a otro. Al parecer, él y sus compañeros habían sufrido la misma suerte cayendo por aquella madriguera, porque los encontró a todos reunidos en el centro de lo que debía ser un vestíbulo. La estancia era amplia y baja, iluminada débilmente por una hilera de lámparas que pendían del techo. Había puertas alrededor del mismo, pero parecían estar cerradas con llave o estar defectuosas, porque ninguno mostraba el menor interés en ellas. Mientras el muchacho se acercaba al grupo, fue más evidente que algo sucedía. Los ánimos se estaban caldeando y no era precisamente por el clima que predominaba en aquél lugar.

     

    Russell llegó justo en el momento en que uno de sus compañeros, Haughton si no mal había escuchado, comentaba qué haría una vez atrapado el conejo y cómo le sonsacaría información, siendo los métodos que utilizaría los que causaron réplicas por parte de algunas compañeras.

     

    –Opino que Haughton tiene razón –dijo, mientras fruncía el entrecejo y se posicionaba entre dos chicas¬–, el conejo es el que nos trajo aquí, por ende el conejo sabrá cómo sacarnos, ¿no? –Hizo una pausa, se cruzó de brazos y agregó en tono circunspecto–: Pero, una vez que lo tengamos, no nos conviene asustarlo. Así como lo veo, nos sirve mejor estando de una pieza y no como quieres dejarlo tú, Haughton. Aparte, no debemos cometer más estupideces.

     

    Sonó algo duro pero era cierto. Estaban en mitad de un salón, kilómetros y kilómetros bajo tierra, en un extraño lugar reinado por animales parlantes que ocupan ropa de etiqueta y ocupan joyería; ya no había cabida para errores. Esperaba que las cosas no empeoraran ni se complicaran más de lo que debían, pero para su mala suerte esa no era una de sus opciones. La profesora Black decidió salir más allá de la seguridad del vestíbulo, ensañada con la idea de buscar ella sola la forma de salir de allí. Russell y los demás la siguieron, adentrándose en lo que él mismo definió como el jardín más surrealista que había visto jamás. Macizos de flores multicolores reinaban en donde quiera que se mirase, enormes fuentes de mármol escupían el agua más cristalina y refrescante que alguna vez se soñó y el cielo estaba de un azul tan intenso y brillante, que cualquier resquicio de nube hubiera significado una ofensa para tal espectáculo visual. El muchacho había quedado tan maravillado con lo que sus ojos veían que no fue hasta que alguien lo jaló por la camiseta, haciéndolo caer entre unos rosales, que no se dio cuenta de lo que sucedía.

     

    -Auch, ¿Qué pasa? –quiso saber mientras luchaba con alguien que quería taparle la boca y le hacía señas para que guardase silencio. No entendía nada. Hubo un largo minuto en el que sólo escuchaba los latidos de su corazón contra su pecho, y la respiración entrecortada que emitía al tener la boca y la nariz obstaculizada. Sus ojos se movían frenéticamente de un lado a otro buscando el motivo por el cual todos actuaban extraño. Entonces, a través de unas ramas, lo vio: un poco más de unos diez metros, siguiendo un caminito empedrado que llevaba hasta lo que a simple vista parecía un castillo de cuentos, la profesora Black era arrastrada por… ¿Naipes gigantes?

     

    Russell emitió una palabrota que, si no hubiese sido por la mano que le impedía explayarse a su antojo, hubiera sonrojado a más de alguno. Esto sí que superaba con creces al conejo parlante. ¿Ahora qué harían? Su profesora cautiva en un castillo custodiado por una baraja de naipes tamaño jumbo, y que más encima los superaban en número. Había que hacer algo, y algo rápido.

     

    -¿Qué haremos ahora? –su pregunta apenas fue audible debido al barullo que se suscitó luego de que los naipes desaparecieron. Todos buscaban respuestas y la única que podía darlas, parecía desconocerlas tanto o más que el resto. La situación se salió de control. Russell se alejó un tanto mientras la profesora intentaba calmar las aguas; necesitaba pensar y reordenar sus ideas. Caminó hasta un arbolito con forma de corazón y se deslizó por el tronco de éste hasta quedar de cuclillas en el suelo. Se llevó ambas manos al rostro y lo refregó de abajo hacia arriba, con la esperanza de que así se calmase y lograra idear algún plan o algo que los ayudase a salir. Terminó con ambas manos tras la nuca, mirando como su profesora hacía lo propio para calmarse. Cuando de pronto, una voz que provenía desde el tronco le hizo rodar hacia un lado y sacar su varita torpemente en el acto.

     

    – ¿Quién está ahí?

     

    – «¿Quién está ahí?» –repitió la voz.

     

    – ¿Qué es lo que quieres? –Le espetó Russell, con un leve temblor en la voz– E..estoy armado.

     

    -Mejor dicho, ¿qué es lo que quieres tú? –dijo la voz con una risita. Esta vez, parecía que el sonido provenía de detrás del chico.

     

    Russell se puso de pie de inmediato. Se giró tan bruscamente que casi pierde el equilibrio al pisar unas ramitas del suelo. De la nada, dos esferas fluorescentes aparecieron flotando a unos centímetros del chico. Eran como dos canicas verdes y brillantes. Russell guardó su varita en su cinto y miró las esferas con interés. Mientras se iba acercando, encima de las pelotas apareció una boca ancha y llena de dientes, tantos dientes como los que tiene un tiburón. El chico se detuvo en seco y se reprimió de estirar su brazo y tocarla. La sonrisa se giró unos ciento ochenta grados y un humo violáceo la rodeó, dando forma a la cabeza de algo. Al principio Russell no lo entendió, pero luego de verlo supo de quién se trataba.

     

    -¿Tú eras quién me hablaba?

     

    La cabeza no dijo nada, sólo se limitó a sonreír ampliamente y a cerrarle un ojo con coquetería, al tiempo que flotaba rodeado del humo violáceo hasta donde los demás se encontraban. El Rowle lo siguió como hipnotizado. No tenía idea de por qué, pero presentía que ese lo que fuese podría ayudarlos.

     

     

     

     

    [OFF]: Perdón, perdón por la demora. Esperaré a que otro conteste para subir el resto del rol y posicionarme en la línea argumental actual (?. Mucho que hacer y poca creatividad. xD ¡Aguante la cabezona!

  9. Rusell Edward Rowle (Reg).

     

    No bien el último alumno terminó con su presentación, la profesora Oldman volvió a tomar la palabra. Esta vez, tendrían que adentrarse en lo más recóndito del bosque, como un mero ejercicio de reconocimiento, según ella. La idea pareció animar un poco al Rowle. Estaba empezando a anochecer y la temperatura pareció descender varios grados al cabo de algunos minutos; moverse era lo más prudente para mantenerse en calor.

     

    Marcharon cruzando el oscuro y espeso follaje. El camino estaba bastante irregular y maltrecho. Russell se preguntó si en algún momento utilizarían sus varitas para algo más. Era bien sabido que el bosque era un lugar bastante peligroso. Había oído que toda clase de criaturas habitaban allí. Incluso, hasta hombres lobo. El corazón del chico se animó: si tenía suerte, vería de cerca un hombre lobo y ¡en su primera clase!

     

    Anduvieron. Y siguieron avanzando. El muchacho no supo con seguridad cuánto tiempo habían estado caminando. De vez en cuando, miraba por el rabillo del ojo a sus demás compañeros. La mayoría, al igual que él, se mostraba expectante. Mientras que otros, como un chico de tez tan pálida que Russ creía poder ver a través de ella, mostraba una actitud de completa apatía. Russ nunca había odiado a nadie en su vida. Ni siquiera de pequeño, cuando los niños de su edad se burlaban por el tamaño de sus ojos y de lo enmarañado de su cabello. Pero ahora, por primera vez en su vida, comenzaba a experimentar algo similar.

     

    Estaba tan oscuro. La luz proveniente de sus varitas no era suficiente. Era como si a cada paso que daban, la oscuridad comenzara a volverse algo sólido y tangible, adhiriéndose a cada árbol o raíz bajo sus pies. El Rowle pensó que debía haber árboles muy tupidos a ambos lados, porque ni siquiera podía ver el cielo. De pronto, Russell cayó de bruces al suelo, tropezando con algo que en un principio no pudo ver.

     

    –Dios mío, voy a llegar tarde, voy a llegar tarde.

     

    –Pero, ¿Qué demonios? –dijo, apretando los dientes y comprobando un pequeño rasguño en su rodilla derecha.

     

    Al parecer, nadie se había dado cuenta, porque los halos de luz que proyectaban sus varitas se alejaban un poco más allá de unos arbustos. Russell se levantó de inmediato, sintiendo algo entre el enojo y la vergüenza. Sintió como la sangre se le agolpaba en orejas y mejillas. Sacudió sus rodillas con ambas manos y agudizó la vista para encontrar su varita, que había perdido al caer, no sin antes mirar a ambos lados comprobando que nadie lo hubiera visto.

     

    Estaba en mitad de eso cuando algo captó su atención: un conejo blanco, tan blanco como la nieve, pero de un tamaño mucho mayor al de un conejo ordinario, miraba la hora en un reloj de bolsillo que pendía de una cadenita de oro sujeta a uno de los bolsillos de pecho de su chaqueta azul marino. Durante un segundo, Russel no se dio cuenta de lo que había visto, pero luego volvió la cabeza para mirar otra vez. El animal seguía allí, apoyando el reloj contra una de sus orejas, como si viera que el reloj aún funcionara después de la caída. Russ palideció. Cerró sus ojos con fuerza intentando despejar al conejo de sus pensamientos. ¿Qué estaba pensando? Debió haberse golpeado la cabeza al caer. Sí, eso debía ser.

     

    Se volteó y masajeó la cien con la yema de sus dedos, intentando así reordenar sus pensamientos. «Los conejos no usan chaquetas» «Viejo, los animales no hablan», dijo entre dientes, mientras se volvía y miraba el lugar donde estaba el animal. Pero para su sorpresa, el conejo ya no estaba. Estupefacto, miró a todos lados en busca de algún rastro de éste; no podía ver nada. Entonces, se le ocurrió algo:

     

    -¡Lumos!

     

    Un rayo de luz se extendió sobre la hierba. Nació desde la base de un árbol e iluminó sus ramas. Allí, entre el follaje, estaba su varita.

     

    ***

     

    Cuando Russell retornó la marcha, había olvidado totalmente el motivo de su presencia en aquél lugar, lo único que tenía en mente era el extraño conejo. Sabía que el mundo mágico estaba lleno de… magia, y que todo era posible. Pero, ¿animales que hablan? No, de eso no había oído nunca. Intentó seguir el camino que posiblemente habrían tomado sus compañeros y se detuvo en cuanto se vio perdido. Maldijo al est****o conejo y se maldijo así mismo por no ser tan cauto al caminar. Si tan sólo hubiera estado pendiente.

     

    –Si fuera un conejo con chaqueta y estuviera retrasado para ir a alguna parte, ¿a dónde iría? –se cuestionó mientras caminaba distraídamente hasta la base de un viejo roble.

     

    –Seguramente no a tomar el té, eso es seguro –se burló el Rowle. Estaba tan absortó en sus pensamientos que apenas notó el gran agujero que había entre las raíces del árbol. Lo que ocurrió a continuación sucedió tan rápido que detallarlo sería una proeza. Sin embargo, debo decir que merece el intento…

     

    Russell cayó y cayó. El agujero se encogía a cada segundo, volviéndose un punto borroso sobre la cabeza del joven. Giró tantas veces sobre si mismo que perdió el sentido de la orientación. Intentó infructuosamente aferrarse a lo que fuera, pero iba tan rápido que sólo rosaba las paredes del túnel. Apenas logró abrir la boca de dolor cuando chocó contra lo que parecía un librero. Luego, contra un viejo piano. Estaba casi a punto de desmayarse de dolor, cuando revotó en algo completamente distinto: algo blando y acolchado. Brincó a un lado y siguió cayendo, pero esta vez, una luz se veía adelante. Cerró los ojos, pues pensó que moriría en cualquier momento y soltó su cuerpo a toda tensión. Sin embargo, eso no sucedió. Rodó violentamente por la pared de la habitación y fue a parar a lo que parecía un montículo de hojas secas.

     

    El chico apenas se movió una vez que aterrizó. Sentía un dolor punzante al costado derecho y el peso de su cuerpo le producía un pequeño hormigueo en su brazo. Se acomodó lentamente, haciéndose a un lado y liberando su extremidad de su prisión. Movió los dedos de su mano esperando así recuperar la movilidad de éstos, y una vez que lo consiguió, hizo el amague de levantarse. Cuando se levantó, un montón de hojitas cayeron de su cuerpo y otras tantas quedaron en su cabello. Se volteó para ver el lugar y reparó en la presencia de sus demás compañeros. Sólo los miró, giró el cuello, haciéndolo sonar con el movimiento, y escupió unas cuantas hojas antes de decir:

     

    –Auch.

     

    OFF: Perdón por la demora, pero no tuve mucho tiempo. Lo bueno es que... ¡Aquí estoy! Mejor tarde que nunca xD Mi tarea ya se la envié a Kya y mañana nos vemos de nuevo. :)

  10. Russell terminó su última dominada, e hizo una pausa para quitarse los audífonos y escuchar mejor. Sólo el sonido del viento contra su ventana, y uno que otro chirrido de algún mueble viejo se unían al murmullo que provenía de su reproductor. Debía ser muy tarde. Al Rowle le tiritaban los brazos de cansancio. Sería mejor concluir la sesión para irse a dormir…

     

    Se quitó su remera por el cuello, secó el sudor de su pecho y frente con la misma, se agachó para recoger la colchoneta que había improvisado con una alfombra vieja y la empujó bajo su cama. Se puso de pie, se estiró y miró la hora en su reloj de pulsera.

     

    Era las dos de la madrugada. Russell se sobresaltó: el tiempo se le había pasado volando. Estaba tan concentrado en sus ejercicios que perdió la noción del tiempo. Por lo visto, también se había perdido la hora de la cena. Su estómago replicó.

     

    Russel era bastante hiperactivo y entusiasta. Le gustaba mucho ejercitarse y todo tipo de deportes, tanto mágicos como no mágicos. Sin embargo, el que más le gustaba, era el Quidditch. Su ambición más grande era ser parte de algún equipo, es por eso que se ejercitaba a diario y practicaba con la escoba en cuanto podía. Su barredora 11 era su objeto más preciado.

     

    El pelinegro atravesó a oscuras la habitación, pasando junto a su escoba que descansaba junto al armario de dos cuerpos, y llegó hasta la ventana, que estaba abierta. Se apoyó en el alféizar y notó con agrado, después de unas horas intensas de ejercicios, como el frescor de la noche le refrescaba el torso y el rostro. El cielo estaba totalmente despejado, y la luna refulgía con un brillo inusual. El tiempo estaba ideal para salir a volar un rato. Como cuando era tan solo un mocoso pequeño y esmirriado, zarandeando su escobajo con dificultad mientras corría por los jardines a hurtadillas en la noche.

     

    Ahora, hecho todo un hombre, apenas guardaba un parecido con el chiquillo que era antes. Las horas de entrenamiento constante habían hecho lo suyo, otorgándole un cuerpo bien definido y atlético. Sin embargo, su cabello negro azabache seguía como siempre: una mata de pelo viviente. No importaba cuanto empeño le ponía, no se dejaba domar.

     

    Miró el cielo estrellado con resignación; era tarde y estaba demasiado cansado como para salir a volar un rato. Miraba distraído por encima de los tejados y pasaron algunos segundos para que se diera cuenta de lo que ocurría.

     

    Perfilada contra la luna y creciendo a cada segundo, una pequeña figura se dirigía hacia Russel batiendo las alas. Por un instante se quedó quieto, sin saber qué hacer. Pero entonces, cuando pareció estar más cerca, el Rowle dándose cuenta de qué se trataba, se hizo a un lado y la dejó entrar. La lechuza aterrizó suavemente sobre la cama, soltando un pequeño sobre en el acto.

     

    El chico reconoció de inmediato de quién se trataba: La Academia de Magia y Hechicería. Russel se lanzó de inmediato sobre la cama, haciendo que la lechuza aleteara ofendida hacia un lado, y rompió el sobre con un pequeño temblor en los dedos.

     

    Esta lechuza es para informarles que las clases Generales 73 ha sido abierta, por lo que ya pueden pasarse a cursarlas.

    Generales 73

    Lleven ropa cómoda y lleguen a tiempo.

    Esperando que se encuentren bien.

    Saludos.

    Kya Black & ChloeOldman

     

    –Un poco tarde, ¿no te parece? –le reprochó a la lechuza. Se levantó y caminó hasta su mesita de noche, buscó entre los cajones su billetera y sacó un galeón que depositó en la bolsita que traía la avecilla. Ésta le lanzó un picotazo amistoso y se marcho de inmediato.

     

    Russell alisó la carta que había recibido, y la examinó, esbozando una sincera sonrisa. Era estupendo haber sido aceptado por la Academia; sabía que los grandes magos de la historia habían sido educados allí, incluso el mismísimo ministro de magia. Y lo mejor era que la primera clase se llevaría en el bosque ¿Qué mejor?

     

    Miró su reloj nuevamente. Eran las tres de la mañana.

     

    Decidió que lo mejor sería pensar en ello el día siguiente, caminó hasta la ventana y la cerró. Se había olvidado de cerrarla, y con el cuerpo mojado como lo tenía, podía pescar un resfriado. Se despojó de sus ropas camino al baño, dejándolas repartidas por la habitación. Aún faltaban horas para el amanecer; si se apuraba podría dormir algo. Lanzó sus boxers a la canilla del lavamanos y cerró la puerta tras de sí, para ducharse antes de dormir.

     

    ***

     

    Cuando Russell llegó al bosque a la mañana siguiente, se encontró con que la cosa era más difícil de lo que se imaginaba. El sendero tenía una bifurcación, y cualquier camino que tomase, siendo el incorrecto, lo llevaría a quién sabe dónde. Tras unos minutos en los que se exprimió los sesos intentado encontrar alguna señal del resto de la clase, y en los que se temió haber llegado tarde, descubrió unas pequeñas irregularidades en el camino: una parte de éste, que estaba cubierto de césped, mostraba signos de que alguien transitó por ese lugar.

     

    Sin más, siguió la pista que se le presentaba y tras unos minutos de caminata, un claro se abrió ante sus ojos. Sonrío complacido por el lugar. Por lo visto, los demás ya habían llegado, puesto que vio un grupo de gente, aunque algo reducido. Hablaban algo que el Rowle no alcanzó a escuchar, sólo los rodeó y tras acercarse lo suficiente, salió de entre los árboles.

     

    –Hola –comenzó a decir–, mi nombre es Russell Edward Rowle y espero no interrumpir. Espero… nos llevemos bien.

     

    Russel hizo un puchero a las profesoras, esperando lo disculparan por su irrupción. Caminó hasta situarse entre sus compañeros y juntó sus manos tras su espalda, a espera de nuevas indicaciones.

  11. Hola, quisiera pedir un pequeño cambio con mi ficha. Se vienen muchos más, pero por el momento quiero cambiar solamente esto:

     

    Datos Personales:

     

    Nombre del Personaje: Russell Edward Rowle Black Lestrange.

     

    Sexo: Masculino.

     

    Edad: Joven, de unos 20 años de edad.

     

    Nacionalidad: Británica

     

    Familia(s):

    * Familia Rowle.

    * Familia 2 --

     

    Padre(s) Sanguíneo: Bastian Rowle Black. & Valkyria Black Lestrange.

     

     

    Padre(s) Adoptivos: --

     

    Trabajo: --

     

    Poderes Mágicos:

     

    Rango Social: Aprendiz.

     

    Bando: Neutral

     

    Rango dentro del Bando: --

     

    Nivel de Poder Mágico: --

     

    Puntos de poder en objetos: --

    Hechizos adicionales: --

     

    Puntos de poder en criaturas: --

    Criaturas controlables en asaltos y duelos: --

     

    Habilidades Mágicas:

    * Habilidad 1 --

    * Habilidad 2 --

    * Habilidad 3 --

     

    Conocimientos Especiales:

    * Conocimiento 1 --

    * Conocimiento 2 --

    * Conocimiento 3 --

     

     

    Perfil del Personaje:

     

    Raza: Humano.

     

    Aspecto Físico:

    Tez color canela. De contextura delgada y de mediana estatura. De ojos expresivos y de color marrón y cabello negro ondulado. Posee una pequeña cicatriz vertical sobre su ceja derecha.

     

    Cualidades Psicológicas:

    Dinámico, optimista, perseverante. Siempre reafirmándose a sus convicciones y a lo que realmente quiere. Es por eso que es un líder nato, capaz de guiar sin proponérselo y ganarse la confianza de quienes lo rodean gracias a su empeño y gran pasión. A pesar de que su ego parece estar bien controlado, si se le pueden ver actitudes un tanto egocéntricas, tratando de ser el centro de atención. Pero a pesar de que se le ve muy seguro, él pretende saber bien lo que hace pero en realidad no es así.

    Torpe, pero de gran corazón, tiende a soltar frases bastante comprometedoras gracias a su impulsividad y su gran pasión al decirlas. Haría lo que fuera por sus amigos y por cumplir sus propios sueños.

     

     

    Historia:

     

     

    Pertenencias:

     

    Objeto Magico Legendario: --

     

    Objetos Magicos:

     

    Objeto 1: Varita Mágica. 23 centímetros, madera de Nogal. Su núcleo es de fibras de corazón de dragón. Bastante flexible.

    Clasificación: AA.

    Puntos de poder: 20 Puntos.

     

    Objeto 2: --

    Clasificación: --

    Puntos de poder: --

     

     

     

    Mascotas y Criaturas:

    Criatura 1: --

    Clasificación: --

    Puntos de poder: --

     

     

    Criaturas en la Reserva:

    Criatura 1: --

    Clasificación: --

    Puntos de poder: --

     

     

     

    Elfos:

    * Elfo 1: --

    * Elfo 2: --

     

     

     

    Licencias, Tasas, Registros:

     

    Licencia de Aparición: --

     

    Licencia de Vuelo de Escoba: --

     

    Registro de XXX: --

     

     

    Otros Datos:

     

    Otros datos: --

     

     

    Cronología de cargos: --

     

    Premios y reconocimientos: --

     

     

    Links de Interés Referentes al Personaje:

     

    Link al Perfil de Comprador MM: --

    Link a Bóveda Personal: Bóveda nº 82838

    Link a Bóveda Trastera: Bóveda nº XXXXX

    Link a Bóveda de Negocio: Bóveda nº XXXXX

    Link a Bóveda Familiar 1: Bóveda Familia Rowle.

    Link a Bóveda Familiar 2: Bóveda Familia XXXXXXXX

     

    Y eso sería. Actualicé la info de mi persona por mientras, luego se viene la historia. De antemano, gracias.

  12. Bueno, primero que nada: Hola xD!

    Como ya ven, soy viejo, pero empeñoso (?) y quiero reintegrarme al mundo mágico y asdf. Me quedé sin familia D: mi madre se suicidó, creo que no resistió el perderme (?)

    Buee. Hablando en serio quisiera integrarme a la familia Black Lestrange de ahora en más :)

     

    Nombre del personaje: Regulus A. Black

    Ficha de personaje: Ficha de Regulus A. Black

    Bóveda en Gringotts: Bóveda de Regulus A. Black

    Imagen del personaje:

    Posible padre/madre (opcional):

     

    Nombre Real (opcional): Naslo

    Fecha de cumpleaños (opcional): 24 de Abril de 1992

    País (opcional): Chile

    Msn (opcional): :rolleyes:

  13. Datos Personales:


    Nombre del Personaje: Russell Edward Rowle Black Lestrange.

    Sexo: Masculino.

    Edad: Joven, de unos 20 años de edad.

    Nacionalidad: Británica

    Familia(s):
    * Familia Rowle.
    * Familia 2 --

    Padre(s) Sanguíneo: Bastian Rowle Black. & Valkyria Black Lestrange.


    Padre(s) Adoptivos: --

    Trabajo: --



    Poderes Mágicos:


    Rango Social: Aprendiz.

    Bando: Neutral

    Rango dentro del Bando: --

    Nivel de Poder Mágico: --

    Puntos de poder en objetos: 20

     

    Hechizos adicionales: --


    Puntos de poder en criaturas: 0

     

    Criaturas controlables en asaltos y duelos: --


    Habilidades Mágicas:
    * Habilidad 1 --
    * Habilidad 2 --
    * Habilidad 3 --

    Conocimientos Especiales:
    * Conocimiento 1 --
    * Conocimiento 2 --
    * Conocimiento 3 --


    Perfil del Personaje:


    Raza: Humano.

    Aspecto Físico:
    Tez color canela. De contextura delgada y de mediana estatura. De ojos expresivos y de color marrón y cabello negro ondulado. Posee una pequeña cicatriz vertical sobre su ceja derecha.

    Cualidades Psicológicas:
    Dinámico, optimista, perseverante. Siempre reafirmándose a sus convicciones y a lo que realmente quiere. Es por eso que es un líder nato, capaz de guiar sin proponérselo y ganarse la confianza de quienes lo rodean gracias a su empeño y gran pasión. A pesar de que su ego parece estar bien controlado, si se le pueden ver actitudes un tanto egocéntricas, tratando de ser el centro de atención. Pero a pesar de que se le ve muy seguro, él pretende saber bien lo que hace pero en realidad no es así.
    Torpe, pero de gran corazón, tiende a soltar frases bastante comprometedoras gracias a su impulsividad y su gran pasión al decirlas. Haría lo que fuera por sus amigos y por cumplir sus propios sueños.


    Historia:




    Pertenencias:


    Objeto Magico Legendario: --

    Objetos Magicos:

    Objeto 1: Varita Mágica. 23 centímetros, madera de Nogal. Su núcleo es de fibras de corazón de dragón. Bastante flexible.
    Clasificación: AA.
    Puntos de poder: 20 Puntos.


    Mascotas y Criaturas:
    Criatura 1: --
    Clasificación: --
    Puntos de poder: --


    Criaturas en la Reserva:
    Criatura 1: --
    Clasificación: --
    Puntos de poder: --



    Elfos:
    * Elfo 1: --
    * Elfo 2: --





    Licencias, Tasas, Registros:


    Licencia de Aparición: No

    Licencia de Vuelo de Escoba: No

    Registro de XXX: --




    Otros Datos:


    Otros datos: --


    Cronología de cargos: --

    Premios y reconocimientos: --




    Links de Interés Referentes al Personaje:


    Link al Perfil de Comprador MM: --
    Link a Bóveda Personal: B 89576
    Link a Bóveda Trastera: Bóveda nº XXXXX
    Link a Bóveda de Negocio: Bóveda nº XXXXX
    Link a Bóveda Familiar 1: Bóveda Familia Rowle.
    Link a Bóveda Familiar 2: Bóveda Familia XXXXXXXX

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