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James W Grindelwald

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Mensajes publicados por James W Grindelwald

  1. Oficina de Investigación Secreta

     

    James se encontraba sentado cerca de la ventana, escribiendo a la luz de una lámpara de aceite. Al oír el sonido de voces al otro lado de la puerta levantó la vista. Sus ojos, de un verde pálido con puntitos dorados, tan luminosos como implacables, se posaron en el picaporte de la puerta y el cerrojo se quitó como por arte de magia. <<Me parece que ya están de regreso>> pensó. Aquello lo complacía de sobremanera.

     

    Dejó la pluma a un lado con gesto sereno y contempló los pergaminos que había estado escribiendo <<A veces las guerras se ganan con una pluma y un trozo de pergamino>> se dijo al tiempo que guardaba los informes en un compartimiento secreto de la gaveta de su escritorio. De pronto, el frío en la habitación se hizo sentir, a pesar de que las ventanas estaban cerradas y las llamas crepitaban tímidamente en la chimenea <<Algo anda mal>>, comprendió enseguida.

     

    Observó a su alrededor y aguzó los oídos. No oyó pronunciar las palabras que esperaba escuchar. Quizá no hacían falta palabras «¿Para qué hablar con un muerto?» Preguntó. Nadie se molestó en responderle. «Me complace que os acordéis de mí, mi señora» agregó «sin embargo, quizá sería mejor que esperarais afuera hasta que termine con mis asuntos pendientes, mis inefables están a punto de llegar» Creyó ver una mirada insolente y una leve inclinación, antes de que las ventanas se abrieran de par en par y el frio abandonara la habitación.

     

    James permaneció sentado, parecía una estatua de piedra con los codos apoyados en su escritorio y los dedos entrecruzados bajo la barbilla. <<¿Estaré cometiendo un error al involucrar a mis inefables en este asunto?>> Se preguntó con amargura, mientras escuchaba las delicadas voces de Gaby y Jessi al otro lado de la puerta <<Pronto lo sabré>>

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  2. Oficina de Investigación Secreta

     

    La oficina estaba oscura y desierta cuando entró James. Sus inefables debían de estar todavía en el interior del Bastión. Sacó su varita y encendió un fuego en la chimenea para templar la estancia y devolver las sombras a sus rincones. Luego recorrió la sala hasta cada una de las ventanas para correr los pesados cortinajes de terciopelo y abrir los postigos de madera.

     

    El viento entró cargado de olor a sal y a mar y le agitó la rubia cabellera. Al llegar a la ventana que daba al norte se apoyó en el alféizar para aspirar el aire fresco de la noche. Trató de divisar las estrellas, pero hasta donde alcanzaba la vista el cielo estaba oscuro y desierto, solo la solitaria luna creciente entraba y salía de detrás de los jirones de nubes grises.

     

    El viento soplaba en la estancia y las llamas se agitaban en la chimenea. Se quedó escuchando los crujidos de la leña. Cuando se apartó de la ventana, su sombra lo adelantó, larga y delgada, y cayó como una espada sobre la mesa de su escritorio, donde lo aguardaban un par de pergaminos, su elegante pluma de fénix y un tintero. Esperó un rato. La labor que tenía que realizar le resultaba tediosa.

     

    Ya son tres —se dijo mientras tomaba finalmente la pluma entre sus manos— Tres, son tres —repitió molesto— la próxima vez no seré tan benévolo, lo juro.

     

    Escribió el mismo mensaje en el pergamino una vez más y lo leyó antes de doblar la hoja. Esa sería la cuarta y última llamada que haría al nuevo inefable para que se presentara a trabajar. La próxima nota sería una carta de despido. <<Gaby y Jessi no tardarán en regresar>> pensó y aquel pensamiento le llenó de seguridad.

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  3. Entrada al Bastión de los Secretos

    Rol con Jessi R. Diggory

     

    El Guardián del Bastión

     

    Claro que conozco vuestro nombre, Jessi —dijo con aquel tono suyo tan característico, después de escuchar la respuesta de lo joven inefable— si no supiera quien sois y cuales son vuestras intenciones, no sería un buen Guardián —cuando el rostro se ponía testarudo no había manera de que cambiara de opinión o se mostrara amigable, sin embargo algo en aquella joven le recordaba a una persona que conoció hacía mucho tiempo, por lo que decidió intentar ser más cortés— mi nombre es Jojen, por cierto —dijo a manera de presentación. A menudo tenía la sensación de ser el único ser vivo del mundo, por lo que con frecuencia olvidaba que tenía nombre.

     

    A veces el precio a pagar por conseguir lo que queremos es muy caro —dijo como respuesta a las palabras llenas de determinación de la joven. Quería ayudarla de alguna manera, tratar de que entendiera su advertencia— A veces las historias viejas son como los viejos amigos, hay que visitarlas de cuando en cuando ¿Queréis escuchar una historia? —preguntó, pero no esperó por una respuesta y comenzó a relatar.

     

    —Había una vez un muchacho extraño que vivía en una aldea junto a un rio. Era menudo como todos los niños, pero también valiente, astuto y fuerte. Creció cazando, pescando y trepando a los árboles, y aprendió toda la magia de su pueblo. Era capaz de respirar bajo las aguas y correr sobre las hojas, y convertía la tierra en agua y el agua en tierra con tan sólo susurrar una palabra. Sabía hablar con los árboles y hacer que las cosas aparecieran y desaparecieran. El chico dominaba la magia, pero aún quería más.

     

    La gente de su aldea rara vez se aventuraba lejos de casa, ¿sabes? porque eran pequeños y a algunos magos sus costumbres les parecían excéntricas, y los muggles que vivían al otro lado del río les tenían miedo y no siempre los tratan bien. Pero este chico era más atrevido que la mayoría y un día, cuando ya se había convertido en hombre, escuchó hablar de que ciertos magos que vivían en la isla de los rostros, poseían una sabiduría infinita al igual que extraños poderes mágicos, por lo que decidió que abandonaría su hogar para ir a visitar dicha isla y aprender y descubrir todo lo que no podía en su aldea.

     

    «Nadie visita la Isla de los Rostros» Jojen recordó la advertencia «Allí es donde viven los guardianes» Precisamente a los guardianes quería conocer, por eso no hizo caso.

     

    —De manera que el joven audaz se vistió con una camisa con escamas de bronce —prosiguió luego de perderse momentáneamente en sus recuerdos—, cogió un escudo de piel, su varita en forma de tridente y remó por el río hasta llegar al mar en un pequeño bote de piel de ranas. Tardó muchos días, pero cuando por fin llegó al océano de los Dioses remó hacia la Isla de los Rostros.

     

    Llegó a encontrar a los guardianes, sí, pero no eran lo que él esperaba. Siempre creyó que el nombre de “Isla de los rostros” era metafórico y no literal, como bien entendió al comprobar que los guardianes eran solo eso… rostros tallados en piedra, sin embargo, acostumbrado a la magia y temerario como siempre, consideró que estaban bien y se quedó entre ellos aprendiendo muchas cosas.

     

    El joven se quedó en la isla todo aquel invierno, pero cuando llegó la primavera, oyó el llamado del ancho mundo que esperaba por ser descubierto y supo que había llegado el momento de partir. Su bote de piel estaba donde lo había dejado, de modo que se despidió y remó hacia el horizonte. Remó, remó y remó y al final divisó lo que supuso otra isla. Al llegar se dio cuenta de que había regresado junto a los rostros.

     

    Intentó inútilmente en muchas ocasiones abandonar la isla remando, hasta que comprendió que era imposible regresar y que solo los rostros guardianes podían abandonar la isla —Jojen pareció ensombrecerse un poco— No siempre fui un rostro ¿sabes? —dijo melancólico— No busques más de lo que se te está permitido —agregó mientras lanzaba una significativa mirada al sobre sellado que la joven portaba— Recuerda esta historia y el sonido de mi voz, recuerda mis palabras. Mientras las recuerdes, estarás a salvo —finalizó con solemnidad.

     

    La grieta que formaba su boca empezó a crecer hasta formar una caverna poco profunda, dejando el paso libre para que la inefable se adentrara a enfrentarse con los peligros del Bastión.

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  4. Entrada al Bastión de los Secretos

    Rol con Jessi R. Diggory

     

    El Guardián del Bastión

     

    Aquellos ojos eran viejos, muy viejos; más viejos que la mismísima magia. Habían visto el día en que Aemon el Constructor, puso la primera piedra del bastión; habían presenciado cómo los muros de granito que se alzaban detrás de él empezaban a llenarse de secretos, siglos antes de que los primeros inefables llegaran al departamento de misterios, sin embargo, hacía mil años que no habían observado a una criatura tan impertinente y audaz, a excepción tal vez del diminuto elfo que servía y montaba guardia en el interior del Bastión.

     

    Así es, moza —respondió con suavidad— yo soy el guardián de la entrada —Por primera vez en mucho tiempo no consideró necesario iniciar como dictaba el protocolo ya que obviamente la joven no tenía miedo alguno— y vos sin duda sois otra de las inefables juramentadas de la Oficina de Investigación Secreta —añadió entre molesto y divertido— Pues bien, debéis saber que… oh, por supuesto que ya lo sabéis, de lo contrario no estarías aquí…

     

    Sus palabras se oyeron claramente en el silencio de la entrada del Bastión. El rostro de piedra alzó la vista. Tenía facciones que le daban la apariencia de un rostro huesudo, ojos perspicaces y una boca de labios finos que parecían hechos para fruncirse. Ahora estaban fruncidos. La tranquilidad con que la joven le había hablado y la forma en que lo observaba le resultaba algo molesta. Al final tuvo que admitir que aquella muchacha le caía bien.

     

    Jessi —dijo en tomo más familiar, casi bondadoso— el Bastión es un lugar muy peligroso, construido con un solo propósito, algunos no lo terminan de ver claro. Sé que no tenéis miedo, pero deberías tenerlo, aunque sea un poco —admitió. Sabía que la temeridad de la muchacha se debía a que era solo una joven, sin embargo no sería joven toda la vida. Y se acercaban tiempos difíciles— en todo caso ¿Sabéis por qué estáis aquí?

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  5. Entrada al Bastión de los Secretos

    Rol con Gabyxlllsiby

     

    El Guardián del Bastión

     

    Los Guardianes del bastión eran muchos, pero él era el primero de ellos. Vivía en un lugar oscuro y primitivo, en donde el silencio y las sombras imperaban, rodeado de inscripciones cuneiformes e incrustaciones de gemas preciosas que nadie había tocado en miles de años, mientras el Bastión se alzaba imponente tras él.

     

    La piedra que formaba el muro era blanca como el hueso, con ranuras de un rojo oscuro que pendían como folículos ensangrentados a semejanza de barba y cabellos. En el centro la cara tallada, con rasgos alargados y melancólicos, y los ojos enrojecidos extrañamente atentos, contemplaban a una joven que había tenido la osadía de despertarlo.

     

    Si tenéis en alguna estima vuestra alma, y no queréis sufrir una muerte violenta, deteneos ahora y regresad por dónde habéis venido —dijo manteniendo la vista hacia ella. Su voz era distante, formal— El Bastión de los secretos no se construyó para simples mortales —Siempre decía lo mismo, era parte del protocolo para deshacerse de los cobardes.

     

    La joven no se movió. El rostro la examinó detenidamente con sus oscuros orbes de piedra. Tenía la capacidad de leer e intuir el pensamiento de los visitantes «¿Tiene miedo?» Se preguntó «Un poco» reconoció al instante «Debe aprender a enfrentarse a sus temores» frunció el ceño «tendrá que hacerlo si pretende ingresar en el bastión, pero ¿qué la trae hasta este lugar?»

     

    De pronto el rostro reparó en el sobre sellado que la joven portaba y lo comprendió. Reconoció casi al instante el sello del Gran maestre y custodio de los Secretos. No necesitaba preguntarse nada más. La joven era una Inefable juramentada de la oficina de Investigación Secreta y estaba en una misión, sin embargo no podía dejarla pasar tan fácilmente, al menos no la primera vez.

     

    Desde hace más de mil años en el interior del bastión se guardan los secretos del mundo mágico —empezó diciendo con suavidad— estarán a vuestra disposición si es que sabéis exactamente lo que queréis conocer, de lo contrario os perderéis y vagaréis por siempre en su interior —La grieta que formaba su boca se torció en ángulos extraños dibujando una sonrisa burlona— decidme moza ¿Sabéis a lo que habéis venido?

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  6. Oficina de Investigación Secreta

    Rol con Gabyxlllsiby y Jessi

     

    En los ojos de James se dejó ver un brillo inusual de satisfacción y sonrió ampliamente. El juramento de Jessi era lo que había estado esperando y al escucharla pronunciar aquellas palabras supo que finalmente tenía su equipo de inefables. Eran tan solo dos pero era más que suficiente por el momento. Finalmente sentía como si tuviera las dos manos que necesitaba y con las que podría llevar a cabos sus ambiciosos planes para la Oficina de Investigación Secreta. Ahora solo faltaba saber cuál de ellas se convertiría en su mano derecha.

     

    Muy bien —dijo a manera de aprobación. Su voz adoptó el tono ceremonioso con el que había hablado anteriormente— Ahora lo siguiente que tienes que hacer es demostrar tu valía —le indicó James a Jessi al tiempo que le extendía un sobre sellado similar al que había dado a Gaby— tienes que abrirte paso hasta el Bastión de los secretos, es imprescindible —agregó mientras señalaba un pesado anaquel lleno de artilugios antiguos que se encontraba en el lado opuesto al estante de libros que había señalado a Gaby.

     

    Las dos jóvenes tendrían que llegar al mismo destino a través de diferentes caminos, era necesario que ambas aprendieran que las protecciones del Bastión eran rigurosas y que el camino nunca sería el mismo, ni la entrada estaría en el mismo lugar dos veces. James quería inculcar en ellas el secretismo, la protección de la información y conocimiento que a lo largo del tiempo en su trabajo como inefables, obtendrían «Deben aprender poco a poco» pensó para sus adentros al tiempo que se mordía el labio «Y deben hacerlo por sí mismas»

     

    También necesitaras esto —dijo al tiempo que rasgaba el aire con su varita e invocaba la marca de las reliquias que se grabó como con fuego en la nívea piel del brazo que la joven aun mantenía extendido— Y recuerda, en el sobre están las instrucciones de lo que debes hacer una vez entres en el Bastión, no lo abras hasta que logres ingresar en el.

     

    Observó a ambas inefables que permanecían de pie ante él con los sobres en las manos y las marcas seguras en sus brazos. Realmente esperaba grandes cosas de las dos. James se apartó el pelo rubio hacia atrás dejando al descubierto las líneas y facciones duras de su rostro y sonrió tratando de suavizarlas. Inclinó levemente la cabeza en señal de aprobación y les indicó que podían proceder con la asignación que les había dado.

     

    Que tengan éxito —les deseó finalmente antes de volver a sentarse tras su escritorio.

  7. Oficina de Investigación Secreta

    Rol con Gabyxlllsiby y Jessi

     

    Un ligero soplo de viento, tan suave y que olía a compromiso y determinación, le revolvió el cabello. Era la confirmación de que una de sus inefables había realizado el juramento. Abrió los ojos y se encontró de frente con Gabyxlllsiby. James le dedicó una sonrisa cómplice. Las personas leen cualquier cosa en una sonrisa de complicidad, siempre que el otro se lo permita, en este caso el rubio trataba de demostrar su satisfacción ante la determinación de la joven.

     

    Bien —dijo. Su voz era tan inconmovible como la roca— debes saber Gaby que una de las dos principales funciones de nuestra oficina es la investigación —Se llevó una mano al interior del bolsillo de la túnica y sacó un sobre sellado— la otra es el secretismo —agregó mientras le entregaba el sobre a la joven— Hoy tendrás la oportunidad de demostrar que tan buena eres en cumplir estas funciones.

     

    A James no terminaba de gustarle la manera en que había sido manejada la oficina con anterioridad y las misiones y todos los pendientes que habían quedado sin resolver. Sin embargo ya habría tiempo para pedir explicaciones, por ahora lo que le importaba era evaluar el desempeño de las dos inefables que habían respondido a su llamado y solo había una forma de conseguir ese objetivo.

     

    Al otro lado de esa puerta —dijo señalando un pesado estante lleno de libros antiguos que se encontraba detras de ellos— encontrarás un camino que te conducirá a la entrada del Bastión de los Secretos ¿qué tan largo y peligroso es el camino? …depende de ti —Creyó ver un atisbo de vacilación en los ojos café oscuro de la joven. Sonrió para tranquilizarla— Si logras llegar a tu destino quiero que abras el sobre, dentro del cual encontraras las instrucciones de lo que debes hacer.

     

    James se dirigió hacia su escritorio y tomó en sus manos una delgada y alargada cajita de madera de arciano, la abrió y sacó del interior su varita.

     

    Necesitarás esto —dijo dirigiéndose a Gabyxlllsiby y rasgó el aire con la varita. Unas finas líneas doradas dibujaron el símbolo de las reliquias de la muerte en el aire y luego se grabaron como con fuego, en la delicada piel del antebrazo de la joven, dejando a la vista algo que se asemejaba a un tatuaje. Al cabo de unos segundos éste desapareció en medio de una pequeña voluta de humo— Nadie puede entrar o salir del Bastión de los Secretos si no porta esta marca y la marca solo es visible cuando se requiere.

     

    Gabyxlllsiby estaba lista para emprender su primera misión por lo que James dejó de prestarle atención por el momento y centró su mirada en Jessi a la espera de que la joven realizara el juramento.

  8. Oficina de Investigación Secreta

    Rol con Gabyxlllsiby y Jessi

     

    James estaba de pie en el balcón de su oficina privada, sintiendo el viento azotar sus rubios cabellos. Allí era adonde llegaban las lechuzas tras un largo vuelo. A veces se posaban en las gárgolas de dos metros que se alzaban a ambos lados del mago, un Sabueso infernal y un terrible Grifo, dos de las cientos que vigilaban desde los muros de la antigua edificación. Cuando llegó al Bastión, el ejército de seres de piedra lo ponía nervioso, pero con el tiempo se había acostumbrado a ellos. En aquel momento los consideraba viejos amigos. Los tres juntos observaron el regreso de las aves que había enviado con anterioridad.

     

    Pronto tendremos visitas —les dijo, pero luego recordó que las estatuas no podían escuchar ni hablar. Se preguntó si sus gárgolas habrían visto realmente alguna vez llegar visitas aparte de las lechuzas. Llevaban allí mucho más tiempo que él y allí seguirían mucho después de que se fuera. Si las lenguas de piedra pudieran hablar, que secretos podrían contar... —Qué tontería —pensó finalmente.

     

    El inefable apartó la vista del cielo y se dio media vuelta. Abandonó el balcón y la compañía de los guardianes de piedra y se dirigió al interior de su oficina, al gran escritorio que ocupaba el centro de la misma. Apoyándose con una mano sobre la fina madera, con la otra rozó los expedientes de las inefables a su cargo, preguntándose cuál de ellas sería la primera en llegar y cuales no se presentarían jamás. No tuvo que esperar mucho tiempo cuando vio ingresar a una mujer de estatura mediana, tez morena y cabello ondulado. Los ojos café oscuro de la joven se posaron en él con cierta curiosidad y aprehensión, mientras se presentaba como Gabyxlllsiby Rambaldi Tao.

     

    Bienvenida, el gusto es mío —respondió el inefable mientras estrechaba la mano que la joven extendía hacia él— por favor toma siento mientras esperamos a tus compañeras de trabajo —dijo señalando un cómodo sofá.

     

    No transcurrió más que un par de minutos cuando otra muchacha de contextura delgada, cabello ondulado y ojos verdes atravesó la puerta de la oficina sonriente y presentándose como Jessi Rambaldi Diggory. El Inefable le dio la bienvenida e igual trato que había otorgado a Gabyxlllsiby. Luego se dispuso a esperar un poco más aunque estaba casi seguro, por todo lo que había leído en los expedientes, de que aquellas dos inefables serían las únicas que responderían a su llamado. Finalmente después de esperar un tiempo que consideró prudente se puso de pie y se dirigió hacia las jóvenes.

     

    Como ya debe ser de su conocimiento, mi nombre es James W Grindelwald y soy el nuevo jefe de la Oficina de Investigación Secreta —empezó diciendo— Mi intención es sacar adelante esta oficina, para lo cual necesitaré la ayuda de personas capaces y comprometidas, personas como ustedes —James conocía el potencial de las dos mujeres, se había pasado varias horas investigando el historial de cada una y sabía que eran capaces de hacer grandes cosas.

     

    Hay mucho trabajo que hacer, sin embargo, debemos ir paso por paso y lo primero es el juramento inquebrantable. Deben saber que con la salida del antiguo jefe de oficina el juramento que prestaron queda invalidado, por lo que deben efectuar uno nuevo —observó detenidamente a las jóvenes y leyó en sus rostros que entendían, por lo que decidió no perder el tiempo en más explicaciones.

     

    Lo único que deben hacer es repetir algunas simples palabras, sin embargo, no son palabras que una persona pueda olvidar. Una vez dichas, no podrán retirarse. Cambiaran sus vidas para siempre —El rubio esperó por alguna señal de retractación por parte de las muchachas, pero orgulloso, observó la total determinación en los rostros de sus inefables.

     

    «La oscuridad se avecina y ahora empieza mi investigación. No terminará hasta el día de mi muerte. Descubriré mas no revelaré los secretos escondidos. Nadie fuera del departamento sabrá de mi misión. No ganaré coronas, no alcanzaré la gloria. Viviré y moriré en secreto. Soy la sombra en la oscuridad. Soy un vigilante del Bastión. Aun cuando soy la luz que se apaga al anochecer también soy el fuego que arde y prevalece contra el frío, la señal que advierte y salva a los hombres del peligro, el escudo que defiende al Ministerio. Entrego mi vida, mi lealtad y mi honor a la oficina de Investigación Secreta, durante esta noche y todas las que estén por venir. No traicionaré mi juramento o moriré. Soy un inefable del departamento de misterios.»

     

    Cuando terminó, no se oyó otro sonido que el chisporroteo tenue de las llamas en la chimenea y un lejano silbido del viento que se colaba por la ventana. James cerró los ojos y repitió una vez más las palabras en su mente, mientras esperaba que los labios de las dos mujeres que tenía enfrente pronunciaran el juramento.

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  9. Oficina de Investigación Secreta

     

    Había ocasiones, aunque no muchas, en las que James se alegraba de su habilidad para evadir el sueño. Aquella madrugada, mientras se llenaba una vez más la copa de aguamiel de una de las botellas de su estantería, pensó que ésa era una de ellas. Volvió a ocupar su lugar en el banco detrás de su escritorio, y bebió. El sabor dulce y afrutado de la bebida veraniega le impregnó la boca y dibujó una sonrisa en sus labios.

     

    La oficina principal de su despacho estaba llena de estanterías y el aire cargado del olor a pergaminos, madera y libros antiguos. Los estantes cubrían los muros de piedra gris. Sobre uno de ellos y en medio de otras antiguas reliquias, descansaba la copa de oro que había conseguido traer del Bastión de los secretos. El crepitar de las llamas, que se extinguían lentamente en una magnífica chimenea de marfil, anunciaba el advenimiento del final de la noche.

     

    Corría la sexta hora de sus pesquisas. Los expedientes de las inefables que trabajaban en la oficina de Investigación Secreta se encontraban debidamente ordenados sobre su escritorio. Eran buenas muchachas, y James disfrutó de las historias que sus expedientes le contaban: anécdotas de investigaciones, logros y habilidades que le aseguraban que sus compañeras eran excelentes funcionarias. Para satisfacer su curiosidad había dedicado horas enteras leyendo los registros.

     

    -Ahora solo me falta saber si están dispuestas a continuar haciendo su trabajo –Se dijo así mismo el rubio. Había llegado la ocasión de examinar a cada una de ellas en persona.

     

    En algún punto del gran laberinto de piedra que era el Bastión de los Secretos les aguardaba una prueba de fuego. James W Grindelwald alzó la vista de los expedientes y se estremeció, aunque su oficina era cálida y acogedora, el recuerdo de lo que aguardaba en ese lugar tenía la cualidad de arrancarlo de su lugar y su tiempo, y de abandonarlo en un enredo oscuro de la mente, corriendo por su vida.

     

    Sacó su varita.

     

    -¡Portus! –Dijo, mientras tocaba con ella cuatro pergaminos prolijamente doblados. Los Trasladores estaban preparados.

     

    Tomó entre sus manos cuatro sobres rotulados con cuatro nombres diferentes: Looney_Black, Jessi R. Diggory, Gabyxlllsiby Rambaldi Tao y Ariadna Macnair Gryffindor. Introdujo tres de los pergaminos en tres de los cuatro sobres y antes de introducir el último lo desdobló y le dio una lectura final, con el fin de cerciorarse de que no había cometido errores y de que las instrucciones estaban claras.

     

    Se solicita su presencia inmediata en las dependencias de la Oficina de Investigación Secreta. La presente le servirá como Traslador para transportarla hasta el atrio del Ministerio de Magia.

     

    Atte.

    James W Grindelwald

    Jefe de la Oficina de Investigación Secreta

     

    <<Breve, pero concisa>> pensó el ojiverde mientras depositaba la nota en el ultimo sobre. La lamparilla, con la que se había estado alumbrando, parpadeó; estaba a punto de quedarse sin aceite y la luz del amanecer empezaba a filtrarse por las ventanas encantadas. Se había pasado la noche leyendo, pero no era ninguna novedad. El inefable no era de los que necesitan mucho sueño.

     

    Al ponerse de pie nuevamente se dio cuenta de que tenía las piernas rígidasy cansadas. Se las masajeó para activar la circulación y caminó hacia una puerta al fondo de su oficina, tras la cual tenía su lechucería privada. Estaba seguro de que las misivas llegarían hasta sus destinatarias. Solo quedaba esperar para saber quiénes y cuántas de ellas responderían a su llamado.

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  10. Al otro lado de la puerta

    El Bastión de los Secretos

     

    Era una gigantesca sala de piedra, la más descomunal que había visto jamás. De los muros pendían los cráneos de dragones muertos, que parecían mirarlo. En un trono elevado con púas se sentaba un anciano vestido con ropas opulentas, un anciano de ojos oscuros y cabello largo plateado. En una de sus manos sostenía un corazón humano, desangrado, azul por la descomposición, pero todavía vivo.

     

    Palpitaba con un sonido sordo y pesado, y cada latido hacía que emitiera una ráfaga de luz color escarlata. El anciano no se movió ni habló, ni volvió el rostro hacia James cuando éste avanzó hasta el borde del trono. No se oía más sonido que el de los latidos lentos y graves, del corazón herido. El anciano viejísimo y arrugado. Tenía la piel de un tono violeta azulado, con los labios y las uñas todavía más azules, tan oscuros que casi parecían negros. Hasta el blanco de sus ojos era azul.

     

    «No respira —James prestó atención al silencio— No respira, no se mueve y esos ojos no ven ¿Será posible que el anciano este muerto igual que pronto lo estará ese corazón?»

     

    La respuesta que recibió fue tan tenue como el roce del bigote de un ratón.

     

    —... vivimos... vivimos... vivimos...

    —... y sabemos... sabemos... sabemos... —repitió una miríada de voces.

     

    —He venido en busca del don de la verdad —dijo torpemente el inefable— En mi camino hasta aquí vi cosas... ¿eran visiones ciertas o mentiras? ¿Cosas del pasado o cosas que han de suceder? ¿Qué significado tiene ese corazón agonizante?

     

    —... la forma de las sombras... sombras son... ni realidad ni fantasía... mañanas que aún no son pero que pronto serán... bebe de la copa de los secretos... bebe del cáliz del fuego eterno... y todo entenderás.

     

    —¿Del fuego eterno? —No comprendía nada.

     

    El coro fantasmal retumbaba en su cabeza, pero los labios del anciano no se movían, no había aliento que agitara el aire quieto y azul.

     

    —Jefe de la oficina de Investigación secreta... custodio y guardián de los secretos... debes comprender el significado de estas cosas... pero para eso, debes saber que en tu vida ya no hay lugar para el amor... el amor será tu perdición... debes elegir... mente o corazón... conocimiento o perdición... uno por la vida, otro por la muerte, ninguno por amor... —Los susurros se convertían en una canción que se arremolinaba en su mente. El corazón en su pecho latía al unísono con el que reposaba en la mano del anciano, roto y herido.

     

    Entonces lo comprendió, aquel corazón era el suyo. James se dio cuenta de que le palpitaba más despacio, que su respiración era cada vez más lenta. Trató de llegar hasta el para recuperarlo y arrancarlo de las manos del anciano, pero sintió que la cabeza le daba vueltas y que las fuerzas lo abandonaban.

     

    —Tres traiciones conociste y conocerás... una por sangre, otra por oro y otra por amor...

     

    —No —Su voz era apenas un susurro, casi tan tenue como la del anciano ¿Qué le estaba pasando?— No lo entiendo —dijo más alto ¿Por qué le costaba tanto hablar allí?— Ayúdame. Dímelo.

     

    —... ayudadlo...

     

    Un elfo arrugado y pequeño, el más pequeño que James había visto en su vida, hizo su aparición sosteniendo una bandeja en la que equilibraba una hermosa copa de oro.

     

    —... Con un trago bastará para destaparos los oídos y disolver la membrana que os cubre los ojos, así podréis oír y ver las verdades que se os van a presentar...

     

    El primer sorbo le supo a tinta y a carne podrida, nauseabundo, pero cuando lo tragó sintió como si cobrara vida dentro de él. Fue como si unos tentáculos de fuego se extendieran por el interior de su pecho, como si unos dedos llameantes se le enroscaran al corazón y como si en su mente se encendiera una llama inextinguible que barrió con los prejuicios y confusiones como si fueran rastrojo y se le llenó la lengua de sabor a miel y moras, a crema de leche y chocolate, a carne roja, a sangre caliente, a vino y a... ¿ella? Eran todos los sabores que había disfrutado y conocido, y a la vez no era ninguno de ellos... y de pronto la copa estuvo vacía.

     

    Volvió a poner el cáliz en la bandeja del sirviente, y entonces lo comprendió todo. Su corazón herido solo se recuperaría en las manos del anciano de plateados cabellos... el tiempo. Debía dejarlo allí, el se ocuparía. James tenía un nuevo rumbo ahora, una nueva responsabilidad, una nueva misión, de las cuales no debía desviarse <<a la derecha, siempre a la derecha>> o de lo contrario estaría perdido. El festín de cadáveres, el decapitado con cabeza de lobo era él mismo. En el pasado había perdido la cabeza por una Lycan y si permitía que esto continuara así, afectaría a su futuro y a todo su equipo, no solo a él. Ahora él era la cabeza, el líder y su destino estaba ligado al de sus inefables.

     

    Comprendió que no debía dejarse llevar por la belleza que se presentara ante sus ojos, si no que debía buscar la verdadera belleza oculta, la que solo podría ver con su mente. No debía sucumbir ante promesas de riquezas, recompensas y palabras lisonjeras. Cuando llegaran las pruebas y los momentos de tomar decisiones cruciales, solo debería confiar en sus instintos y desconfiar de hasta sus superiores. No debía temer a lo desconocido, sino mas bien rendirle culto. Debía ser paciente y buscar soluciones prácticas y obvias a problemas complejos.

     

    Se dio cuenta de que había estado vagando en los laberintos de su mente. Su mente era el mejor lugar para mantener los secretos a salvo, ella era el Bastión, esa era la respuesta. En ella había la oscuridad suficiente para tenerlos ocultos, la inteligencia fría y calculadora para protegerlos, así como también habitaba en ella algo maligno que acabaría con los intrusos. Debía forjar las protecciones y dependencias de su oficina en base a los laberintos de una mente despiadada, peligrosa y sin escrúpulos, la suya propia.

     

    Si quería ser el custodio de los secretos de ahora en adelante escucharía a su mente y ya no a su corazón. Su corazón lo hacía débil y vulnerable. Sin embargo algún día lo recuperaría, cuando el tiempo en su sabiduría lo juzgara oportuno. Cuando estuviera reparado y fuerte, cuando nadie pudiera lastimarlo. Comprendió muchas otras cosas de todo cuanto había visto en aquel recorrido y una sonrisa de satisfacción se dibujó en su rostro.

     

    —... Llevaos la copa y compartid el conocimiento con un grupo selecto, con aquellos elegidos para mantener, investigar, descubrir y ocultar los secretos...

     

    James supo que no había necesidad de responder. Tomó el cáliz y se dirigió hasta la puerta que se encontraba a su derecha. Al atravesarla se encontró en una oficina circular. Sobre el exquisito escritorio de ébano y caoba, se hallaba una reluciente placa dorada en la que se podía leer:

     

    James W Grindelwald

    Jefe de la Oficina de Investigación Secreta

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  11. Al otro lado de la puerta

    El Bastión de los secretos

     

    La única diferencia era que la puerta de la derecha era exactamente igual a la que se encontraba en la oficina de la directora. La atravesó temiendo que esta lo condujera de regreso sin haber completado la misión. Se encontró en una habitación de piedra húmeda... pero, en aquella ocasión, la única puerta que veía a la derecha estaba flanqueada por la confirmación de sus temores en persona.

     

    —¿Cómo es posible que los Secretos hayan acabado tan pronto con vos? —Preguntó incrédula al verlo.

     

    —¿Tan pronto? —Se asombró James— Llevo horas caminando y…

     

    —Seguro que en algún momento habéis girado por donde no era. Venid, os guiaré. —Juve le tendió la mano. James titubeó, la directora nunca se había mostrado tan amable. Observó por el rabillo del ojo la puerta a su derecha, que todavía estaba cerrada...

     

    —No es por ahí —añadió la mujer con firmeza y con una mueca de desaprobación en los labios rojos—Los secretos no os esperarán mucho tiempo más y yo tampoco, ven tomad mi mano y seguidme.

     

    —Ellos esperarán, no tienen prisa en ser revelados, sus vidas solo tienen propósito si permanecen en las sombras y en la oscuridad… sí, aguardarán —reflexionó el rubio.

     

    —Niño testarudo, os vais a perder sin remedio. Haced lo que os digo; jurasteis obedecerme, ¿acaso lo habéis olvidado?

     

    James se dirigió hacia la puerta de la derecha. <<No soy un niño. Así como tú no eres la directora>> pensó.

     

    —¡No! —siseó Juve— No, conmigo, ven conmigo, ¡veeeeeennnnn…!

     

    Su hermoso rostro se desmoronó hacia adentro y se convirtió en una sustancia pálida y agusanada. El inefable la dejó atrás y se vio nuevamente ante una escalera. Empezó a subir. No tardaron en dolerle las piernas. Por fin llegó a la cima. A su derecha había una hilera de amplias puertas de madera, todas abiertas. Eran de ébano y roble. Vetas blancas y negras se entrelazaban en extraños dibujos. Eran muy hermosas, pero en cierto modo también resultaban aterradoras.

     

    <<¿Por cuál debo continuar?>> se preguntó. Todas estaban a la derecha. Empezó a desesperarse, aquello parecía algo de nunca acabar. De pronto cayó en cuenta de que, deslumbrado por la belleza no reparó en una puerta oculta. Era de madera vieja y gris, astillada y vulgar... pero estaba a la derecha. La atravesó. Salió a la mitad de un pasillo lleno de puertas y antorchas. James miró hacia ambos lados y caminó hacia el extremo derecho.

     

    De pronto, sintió el latigazo de un gélido viento en su nuca. Miró hacia atrás y vio que las antorchas se estaban apagando. Ante sus ojos, una parpadeó y se apagó. Era como si la oscuridad reptara por la sala en dirección a él, y le pareció oír algo que se acercaba, algo que se arrastraba trabajosamente por la alfombra descolorida. Apuró el paso y llegó al final del pasillo. Solo había una puerta al frente y una a la izquierda, ninguna a la derecha.

     

    El miedo lo invadió. No podía retroceder, algo maligno se acercaba junto con la oscuridad y tenía miedo de seguir allí, pero ¿adónde podía ir? No había ninguna puerta a la derecha. Se volvió una vez más hacia la pared, pero no había nada.

     

    —¿Podría tratarse de una puerta secreta, una puerta que no veo? —Se apagó otra antorcha. Y otra más.

     

    —La primera puerta de la derecha, me dijo que cruzara siempre la primera puerta de la derecha. La primera puerta de la derecha es...

     

    Y de repente, lo comprendió.

     

    —…¡Es la última puerta de la izquierda!

     

    La cruzó a toda velocidad. Al otro lado había una sala pequeña con cuatro puertas. Fue hacia la derecha, y hacia la derecha, y hacia la derecha, y hacia la derecha, y hacia la derecha, hasta que volvió a sentirse mareado y sin aliento.

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  12. Al otro lado de la puerta

    El Bastión de los Secretos

     

    En la penumbra, sus ojos verdes solo podían divisar la escalera que descendía hacia un infierno aun más oscuro. Recordaba claramente las instrucciones del rostro parlante. “Si os encontráis ante una escalera, subid. Nunca bajéis” Pero en aquella pequeña sala no había otra cosa que escaleras que bajaban ¿o estaba equivocado? Sacó su varita que hasta ahora había tenido guardada en uno de los bolsillos y levantándola en alto hizo una pequeña floritura.

     

    Lumos —Dijo en un susurro y ésta se encendió iluminando débilmente la estancia.

     

    Se movió lentamente, describiendo un giro de trescientos sesenta grados y observó detenidamente las paredes a su alrededor. En la que tenía a la derecha se encontraba un mago con la varita en la mano. Sobresaltado, James adoptó rápidamente una posición defensiva y el mago frente a él hizo lo mismo, quiso aprovechar que su oponente también había sido tomado por sorpresa y se dispuso a lanzar un ataque. El mago que tenía al frente hizo lo mismo.

     

    <<Un espejo>> comprendió y bajo la varita.

     

    Examinó detenidamente el espejo y un mago alto, rubio, de ojos verdes y rostro duro e inexpresivo le devolvió la mirada. Por momentos olvidaba que tenía un nuevo aspecto y cada vez que miraba su reflejo pensaba encontrarse al apuesto mago de ojos azules y sonrisa soñadora. Después de unos segundos se dio cuenta de que su rostro no era lo único que le resultaba extraño en el espejo. Las escaleras a su espalda estaban también reflejadas, pero en el reflejo ascendían en lugar de bajar.

     

    Volvió la mirada hacia atrás y ahí estaban las escaleras que descendían. Regresó la mirada al espejo y ahí estaban las escaleras que ascendían. Entonces supo que debía hacer. Sin apartar la mirada del reflejo empezó a caminar hacia atrás hasta el borde mismo de la escalinata de piedra y se detuvo. Contuvo la respiración y dio un paso más esperando caer hacia el fondo, pero grande fue su sorpresa al ver que su pie terminó en el primer peldaño de la escalera que subía. Animado por esto empezó a subir de espaldas y pronto se encontró ascendiendo.

     

    Al terminar de subir se dio la vuelta y observó que se encontraba en una gran sala con magos de aspecto venerable. Algunos vestían túnicas suntuosas de armiño, terciopelo e hilo de oro. Otros llevaban armaduras con incrustaciones de piedras preciosas, o sombreros altos puntiagudos salpicados de estrellas. También había brujas ataviadas con vestidos maravillosos. Por las vidrieras de colores entraban haces de luz, y el aire parecía vibrar con la música más hermosa que James había oído jamás.

     

    Uno de ellos de porte regio vestido con ricos ropajes se acercó al verlo y sonrió.

     

    —James W Grindelwald, Custodio de los secretos, sed bienvenido. Entrad y compartid el conocimiento de la eternidad. Somos los grandes Maestres del Bastión.

     

    —Largo tiempo os hemos aguardado —dijo la mujer que estaba a su lado, vestida en tonos rosa y plateado. El rostro perlado y sonriente que mostraba era el más hermoso que se pudiera imaginar.

     

    —Sabíamos que vendríais a nosotros —dijo otro mago que tenía la apariencia de un rey— Lo supimos hace un millar de años, desde entonces os esperamos. Nosotros instruimos al rostro parlante para que os mostrara el camino.

     

    —Tenemos conocimientos que compartir con vos —dijo un brujo de brillante armadura color esmeralda— y armas mágicas que proporcionaros. Habéis superado todas las pruebas. Venid, sentaos con nosotros, y obtendréis respuesta a todas vuestras preguntas.

     

    James dio un paso hacia delante pero en aquel momento divisó sobre el hombro del brujo la parte superior de una puerta de ébano con bordes tallados. Estaba a su derecha.

     

    —¿Queréis que os enseñemos el lenguaje secreto de los antiguos? Venid, venid —dijo un joven mago muy atractivo riéndose al tiempo que le pasaba un brazo por los hombros.

     

    La duda se apoderó de James y luchó por quitarse de encima el brazo del joven mago, pero éste lo tenía firmemente agarrado. Sintió como las uñas se le clavaban en el hombro. Blandió su varita y en un destello de luz plateada hizo saltar unos metros a su joven captor, que retiró la mano profiriendo un grito de dolor. James empezó a caminar hacia la puerta. Los magos lo llamaron entonces con voces más dulces que las de antes, prometiendo mayores recompensas.

     

    James no hizo caso, llegó hasta la pesada puerta y tuvo que reunir todas sus fuerzas para empujarla, y al final consiguió que se moviera. Un grito desgarrador se escuchó a sus espaldas pero el inefable lo ignoró al tiempo que cerraba la puerta tras de sí. Al volverse irónicamente se encontró con otra pequeña salita con las mismas cuatro puertas que antes.

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  13. Al otro lado de la puerta

    El Bastión de los Secretos

     

    Se encontró en una antecámara con cuatro puertas, una en cada pared. La primera desde la izquierda era idéntica a la que se encontraba en la oficina de la directora y a través de la cual había llegado hasta el rostro de piedra parlante. La obvió y sin titubeos se dirigió hacia la puerta de su derecha y la cruzó. La segunda sala era idéntica a la primera. Optó nuevamente por la puerta de la derecha. Al abrirla volvió a encontrarse en otra antecámara pequeña con cuatro puertas.

     

    <<¿Qué clase de hechicería es esta?>> se preguntó mientras atravesaba nuevamente la de la derecha.

     

    La cuarta habitación no era cuadrada, sino ovalada, y las paredes no eran de piedra sino que estaban recubiertas de madera carcomida. De allí partían seis pasillos en vez de cuatro. James se encaminó hacia el que tenía a la derecha, y entró en un pasillo de techo alto, envuelto en la penumbra. A lo largo de la pared derecha había una hilera de antorchas que ardían con luz anaranjada y humeante, pero ninguna puerta, todas las puertas estaban a la izquierda.

     

    Decidió que lo mejor era seguir avanzando hasta encontrar una puerta en el lado derecho. El largo pasillo parecía interminable, siempre con puertas a la izquierda y sólo antorchas a la derecha. Apuró el paso hasta que se halló corriendo, pasando junto a tantas puertas que al final perdió la cuenta. Puertas abiertas y puertas cerradas, puertas de madera y puertas de hierro, puertas con picaportes y puertas con cerrojos. Sintió curiosidad por averiguar que había al otro lado de las puertas.

     

    «Al otro lado aguardan los secretos» le dijo una voz en su mente <<Entonces creo que es mejor no saberlo>> pensó mientras percibía como le llegaban desde el otro lado de las puertas, susurros y voces ahogadas. Las ignoró. «Haces bien» le dijo la voz. Por último se encontró al final del pasillo con un par de puertas de bronce, que se abrieron automáticamente cuando se acercó. Tuvo que detenerse para ver qué había más allá. Ante él se desplegó una horrible visión.

     

    «Un festín de cadáveres» Le susurró la voz.

     

    Los comensales, asesinados de las maneras más despiadadas, yacían tirados sobre las sillas volcadas y las mesas destrozadas, en medio de charcos de sangre coagulada. A algunos les faltaban miembros; a otros, la cabeza. Las manos cortadas agarraban copas ensangrentadas y cucharas de madera. En un trono elevado había un hombre muerto con cabeza de lobo. Llevaba una corona de hierro, tenía en la mano izquierda una pierna de cordero, como si fuera el cetro de un rey, y en la derecha una copa de oro llena de sangre.

     

    «Él fue una vez lo que tú aspiras a ser, custodio de los secretos» Le dijo la voz en su mente «Un antiguo Maestre de la oficina de Investigación secreta que yace junto a su equipo de inefables. Almas atormentadas. Debes saber que el castigo por revelar los secretos es la muerte»

     

    <<Lo tendré en cuenta>> respondió el rubio a la voz en su mente. Por un instante sintió lástima por aquella gente y se prometió que él y su equipo no terminarían así.

     

    Los ojos del cadavérico lobo siguieron a James con una súplica muda mientras éste pasaba de largo y antes de llegar al otro lado de la sala vio cómo el cadáver brindaba a su salud. Al mirar al frente se encontró en otro interminable pasillo con puertas a su izquierda y antorchas a la derecha. Tuvo la sensación de que anduvo durante una hora entera antes de que, por fin, el pasillo terminara en una estancia pequeña con una empinada escalera de piedra que descendía hacia la oscuridad. Descendía, no subía.

  14. Al otro lado de la puerta

     

    La oscuridad era más intensa de lo que había supuesto; y el camino, muy largo. Parecía que habían transcurrido horas desde que atravesó aquella misteriosa puerta en la oficina de la directora y ahora se adentraba sin rumbo por el estrecho sendero de un oscuro túnel de piedra que parecía no tener fin. Las frías paredes rozaban sus anchos hombros y trataban de retener cada paso que daba. No tenía espacio suficiente ni para darse la vuelta <<El camino me permite entrar pero no salir>> pensó James mientras se preguntaba por qué.

     

    Finalmente y después de lo que le pareció una eternidad, llegó al otro extremo del túnel. Una enorme pared, en la que se encontraba tallado algo que se asemejaba escalofriantemente a un rostro humano, le cerraba el paso. La resquebrajada grieta, que formaba lo que se suponía era la boca, se abrió de repente.

     

    Si tenéis en alguna estima vuestra alma, deteneos ahora y regresad por dónde habéis venido —Dijo con una voz que hería los oídos y calaba los huesos— El Bastión de los secretos no se construyó para simples mortales.

     

    <<No puedo regresar aunque quisiera>> se dijo así mismo el inefable <<Reconozco que soy un mortal pero no soy uno cualquiera y mucho menos simple>>

     

    Mi nombres es James W Grindelwald y soy un inefable, Jefe de la oficina de Investigación Secreta.

     

    El rostro pareció examinarlo detenidamente con sus oscuros orbes de piedra. Aquellos ojos miraban sin ver. La grieta dibujó ángulos extraños hasta adquirir una posición bizarra en la que a James le pareció entrever una sonrisa burlona y despectiva.

     

    Lo que puedas o lo que no puedas hacer y lo que creas o no creas ser, en este lugar no tiene la menor importancia —respondió el rostro como si hubiera leído sus pensamientos anteriores— este lugar es malévolo, es una guarida de espíritus y secretos. Aquí habitan criaturas crueles que comen polvo y beben sombras. Protegen los secretos y los secretos no os darán nada, no tienen nada que dar ¿Qué es pues lo que pretendéis y buscáis en un lugar como este?

     

    <<Conocimiento>> pensó James al instante pero no dijo nada, había algo que le faltaba a su respuesta. Meditó un instante las palabras del rostro, aquello parecía una especie de acertijo. Los secretos no le podían dar nada porque eran precisamente eso: secretos y no debían ser revelados. ¡Eso era! debían permanecer ocultos, es ahí donde residía su valor, porque un secreto revelado carecía ya de importancia. Por lo tanto solo había una manera de continuar.

     

    Deseo conocer la manera de mantener secreto lo secreto —Respondió el rubio, por un momento pensó en William Rambaldi, la identidad que protegía— y a cambio de ese conocimiento llenaré este lugar con otros muchos secretos más… — Entre las tinieblas teñidas de índigo alcanzó a ver los rasgos inalterables del rostro que tenía enfrente. Parecía evaluar cada una de sus palabras— Quiero adquirir el conocimiento para llegar a ser… el Gran Maestre y Custodio de los Secretos

     

    Cuando entréis, os encontraréis en una sala con cuatro puertas: la que os trajo hasta aquí y tres más —empezó diciendo el rostro de piedra ni bien el inefable pronunció su última palabra— Cruzad siempre la puerta que tengáis a la derecha. Siempre la de la derecha. Si os encontráis ante una escalera, subid. Nunca bajéis, y nunca crucéis una puerta que no sea la de vuestra derecha —Parecía querer grabar en la mente del inefable las instrucciones sobre la puerta de la derecha— Puede que se abran otros pórticos ante vos. Con visiones maravillosas o visiones de un horror indescriptible, de prodigios y de terrores. Con imágenes y sonidos de días pasados, de días venideros y de días que nunca existieron. Puede que os dirija la palabra algún habitante o criatura. Responded o haced caso omiso, como queráis, pero bajo ningún concepto entréis en ninguna estancia hasta que no lleguéis a la sala de audiencias.

     

    <<La sala de audiencias>> repitió en su mente el ojiverde y se preguntó ante quien tendría que solicitar audiencia.

     

    Andad con cuidado y haced lo que os digo… Custodio de los secretos, Jefe de la oficina de investigación secreta —finalizó el rostro y dibujó una última y bizarra sonrisa. Luego la grieta de la boca fue creciendo hasta adquirir la forma de un óvalo alargado en la pared.

     

    Lo haré —Dijo James como toda respuesta y atravesó el umbral de la nueva estancia que se había desplegado ante él <<Si hay algo para lo que soy bueno, es para seguir instrucciones y obedecer órdenes>> pensó mientras se sumergía de nuevo en la oscuridad.

  15. Castrum Mare y Castra Sanguinarius

    Ala Central Rol con Juve

     

    James disimuló una sonrisa al confirmar sus sospechas sobre la directora. Realmente la mirada de la mujer podía, de cierta forma, ver en su interior; si no ¿por qué otra razón le habría advertido sobre los peligros y consecuencias de dejarse llevar por las ansias de poder? Si tan solo en su mente había pronunciado aquella simple palabra <<Poder>>. Incluso utilizó a sus esbirros como ejemplo y para dejar en claro su punto de vista.

     

    James observó a los entes acompañantes de su jefa y se preguntó quienes habrían sido y que terribles cosas habrían hecho para terminar condenados a una servidumbre de por vida. Estaba claro que habían traicionado su juramento a costa de obtener más poder, sin embargo los actos en sí era lo que le intrigaba. Finalmente decidió que era mejor no saberlo. Aunque sus intenciones de estar bajo el mando de Juve eran sinceras, no le apetecía en lo absoluto terminar de la manera en que Kanon y Leviathan lo habían hecho.

     

    Entiendo —Se vio compelido a decir, aunque no había sido de su agrado la referencia a la traición. Si había algo de lo cual pudiera jactarse era precisamente de ser leal y mucho más aun con las personas a las que juraba lealtad— No tenéis porque preocuparos por mí, siempre cumplo con mi palabra y la traición es algo que no va conmigo.

     

    <<Aun cuando de ello dependiera mi vida>> pensó.

     

    Siempre había sido una persona que luchaba por lo que quería y sí, tenía ambiciones como la mayoría de las personas y hasta estaba seguro de que recurriría a cualquier estratagema o sacrificio para conseguir sus objetivos y llevar a cabo sus planes, sin embargo jamás traicionaría a los que debía su lealtad. Aunque él se había visto traicionado en algunas ocasiones por personas a las que quería, no caería en lo mismo. Su rostro se ensombreció un instante al recordar aquellas ocasiones, sin embargo se repuso inmediatamente.

     

    Agradezco la opinión que tiene de mi —dijo como respuesta a las palabras de Juve en cuanto a su potencial— y haré lo que esté a mi alcance para no defraudarla. Quiero que sepa que mis palabras, aunque las haya escuchado de muchos otros antes que mí, son sinceras y mi principal preocupación en este momento es recuperar la actividad de los inefables a mi cargo.

     

    Dicho esto y ya que esta vez sí le habían ordenado proceder, hizo una leve reverencia a la directora y se encaminó por segunda vez hacia la misteriosa puerta, preguntándose qué le esperaría al otro lado y si contaría con la compañía de la jefa de los inefables.

  16. Castrum Mare y Castra Sanguinarius

    Ala Central Rol con Juve

     

    No había dado más que un par de pasos en dirección a la misteriosa puerta, cuando James sintió una ráfaga de viento golpear su rostro, como si alguien hubiera cortado violentamente el aire provocando una gélida brisa que emitió un susurro sibilante y que terminó por chocar contra su persona. Se detuvo. Aun de espaldas, contuvo la respiración un instante y saboreó el momento. Hacía ya algún tiempo que no sentía el peligro y la emoción que proporcionaba un arma, como la katana, al ser esgrimida por alguien talentosa e igual de peligrosa.

     

    Las palabras de la directora fueron como la extensión del corte que había hecho en el aire y le calaron hasta lo más profundo de su orgullo. ¿Había malinterpretado sus instrucciones? Tal parecía que sí, ya que, como la mujer se lo dejó en claro, aun no se le había ordenado partir. Regresó sobre sus pasos y se enfrentó nuevamente a Juve que permanecía flanqueada por Kanon y Leviatan. Escuchó atentamente las palabras cargadas de reproche y tuvo que admitir su error, admitir que sus ansias y deseos de empezar el trabajo le habían jugado en contra, sin embargo su rostro no reflejó emoción alguna.

     

    <<El poder>> fue lo primero que se le vino a la mente como respuesta a la pregunta de la directora, no obstante juzgó imprudente admitir en voz alta que era eso lo que lo motivaba. <<Las ansias de conocimiento, adquirir experiencia, la capacidad de liderazgo, poner a prueba mis habilidades>> fueron otras de las razones que se asomaron a su mente y que permanecerían ocultas también. Sin embargo esbozó una sonrisa al pensar que la directora conocía estos motivos, ya que presentía que la penetrante mirada de la mujer podía ver en su interior.

     

    Solo deseo contribuir con el departamento —empezó diciendo mientras trataba de darle un toque de autenticidad a su sonrisa— quiero liderar, guiar y ayudar a las inefables de la oficina de investigación secreta para que puedan cumplir con sus deberes de forma más eficiente y sobre todo probarme a mí mismo que puedo con el trabajo y las responsabilidades del cargo —Sabía que la palabrería que acababa de soltar, aunque resultara poco creíble y aunque no quisiera admitirlo, muy en el fondo era la verdad y resumía muy bien sus intenciones.

     

    Escuchó impaciente como la directora le ordenó a uno de sus guardianes hacer los preparativos para la prueba. Aun cuando sentía que la intriga y las ansias le ganaban y se apoderaban de él, se dijo así mismo que sea lo que fuere que le deparara dicha prueba, no dejaría que su entusiasmo echara a perder las cosas esta vez, por lo que permaneció expectante y a la espera de una nueva orden de la excéntrica mujer.

  17. Castrum Mare y Castra Sanguinarius

    Ala Central Rol con Juve

     

    El Inefable arqueó una ceja al ver las apariciones que invocó la directora y que se hicieron presentes en medio de dos oleadas de fuego azul oscuro. <<Kanon y Leviatan>> repitió en su mente el ojiverde al ser presentado ante una especie de demonios guardianes armados. Estos no lo intimidaron en lo absoluto, al contrario, le fascinaba la idea de poder tener un trato con ellos ya que tenía una extraña obsesión por el estudio de criaturas sobrenaturales. Sin embargo la Directora le advirtió que ellos no tendrían trato alguno con él a menos que ella lo autorizara. <<Lástima>> pensó.

     

    Un extraño sentimiento de desazón lo invadió al escuchar a Juve decir que aun quedaban detalles que saldar. Realmente esperaba poder hacerse cargo de su oficina a la brevedad posible, sin embargo sabía que la directora tenía razón en ponerlo a prueba ya que él pensaba hacer lo mismo con los inefables que estarían bajo su cargo, debía saber si darían la talla por lo tanto él debía demostrar lo mismo, debía probar su valía ante su jefa y hacerle saber que estaba a la altura de su cargo.

     

    La desazón fue rápidamente reemplazada por el entusiasmo ante la perspectiva de embarcarse en una misión. Observó detenidamente la misteriosa puerta de roble blanco, luego desvió la mirada hacia los temibles guardianes que permanecían inmutables en una postura que equilibraba perfectamente una actitud agresiva y defensiva a la vez. Se preguntó si éstos estaban allí para supervisar su desempeño al afrontar lo que fuera que hubiera al otro lado de la puerta.

     

    Por ultimo dirigió una inquisidora mirada a la directora y se preguntó si ésta le diría en qué consistía la misión que debía cumplir. Al cabo de unos segundos se dio cuenta de que tendría que averiguarlo por si mismo. Solo esperaba que aquello no le tomara mucho tiempo en deducir ya que no quería retrasar demasiado sus planes.

     

    Se hará como ordenes sentenció. Se dirigió con paso arrogante hasta la puerta y se dispuso a atravesarla.

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  18. Castrum Mare y Castra Sanguinarius

    Ala Central Rol con Juve

     

    Tal y como lo esperaba, la directora del departamento estaba al tanto de sus intenciones, sin embargo lo que no se esperaba y que lo dejó un tanto desconcertado, fue verla sacar una daga de plata y juguetear con ella. James intentó ocultar su desconcierto, pero al parecer la mujer lo notó y parecía disfrutar del efecto que estaba causando en el rubio mientras continuaba hablando.

     

    Cuando Juve mencionó que el juramento inquebrantable que él había realizado con anterioridad había perdido vigencia, James comprendió al instante el propósito de la daga. <<Un pacto de sangre, debí haberlo sabido>> se dijo mientras observaba a su jefa acercarse peligrosamente a él, blandiendo con delicados y certeros movimientos, la daga que tenía en sus manos.

     

    Con un rápido movimiento y en un destello plateado, el puñal hizo su trabajo dejando una fina línea escarlata en la palma de la mano del inefable, de la cual empezó a brotar sangre que, cual rocío mañanero, cayó gota a gota sobre el frio piso de piedra. “Silencio, lealtad, fidelidad y entrega” fueron las palabras que la directora pronunció a continuación mientras observaba detenidamente la reacción del mago.

     

    James era consciente de que el juramento de sangre era un contrato diabólico que obligaba a un ineludible voto de silencio y fidelidad en cuanto a los asuntos concernientes al departamento de misterios que, en caso de ser quebrantado, le ocasionaría la muerte. Sin embargo estaba decidido a prestar dicho juramento, por lo que posó la mano sobre el suelo, trazó con su sangre unas formas y un círculo y luego se puso de pie en el centro del mismo.

     

    Nunca hablaré sobre lo que sucede en el departamento de misterios con personas ajenas a el —empezó diciendo James— y el sabor de la venganza y la muerte siempre cubrirá mis labios —Hizo una pequeña pausa ya que sabía que lo siguiente era jurar lealtad y entrega a la persona ante la cual se efectuaba el juramento, en este caso la directora del departamento de misterios— Aun desde el abismo más profundo o desde el infierno más pavoroso acudiré presto a tu llamado, cumpliré tus órdenes y llevare a cabo tus decretos, seré tu ira y tu furia, tu maldad y tu instrumento, acepta mi sangre, acepta mi lealtad, acepta mi juramento.

     

    Una vez terminó de recitar las palabras del pacto, se quedó en silencio, inexpresivo e impasible, a la espera de la respuesta de la directora.

  19. ¡¡Alissia!!

     

    Ahora sí quedó perfecto, tal cual y como quería... ¡muchas gracias! y no te preocupes que el símbolo de las reliquias de la muerte está bien en ese lugar y no veo necesidad de más cambios. ¿Ya te mencioné que me gustó mucho cómo quedo? ¿no? pues sí, me gustó. Una vez más, gracias.

     

    Saludos.

  20. Castrum Mare y Castra Sanguinarius

    Ala Central Rol con Juve

     

    Gracias Kath —Respondió el mago cuando la joven asistente le invitó, de manera cordial y amable, a pasar a la oficina de Juve.

     

    Sin perder tiempo y dirigiéndole una amable sonrisa a la muchacha, pasó por su lado e ingresó en el despacho. Allí se encontró con la directora que al verlo entrar lo examinó atentamente. Había llegado la hora de poner a prueba su cobertura.

     

    Buenos días directora —Saludó formalmente— Mi nombre es James W Grindelwald y como ya debe ser de su conocimiento, he sido designado para ocupar la vacante de Jefe de la Oficina de Investigación Secreta —el inefable hizo una pausa en la que dirigió la mirada directamente a los ojos de la mujer que tenía enfrente, en busca de algún indicio de haber sido reconocido por ella.

     

    El mago era consciente de que solo había estado en presencia de la directora en un par de ocasiones con anterioridad, pero a diferencia de ocasiones anteriores, ahora lucía diferente, su aspecto ya no era el mismo, al igual que su nombre, por lo que no estaba seguro de que la directora lo reconozca y menos aún de que ella lo recuerde. Sin embargo la directora era la directora y, el ahora ojiverde, estaba seguro de que ella estaba bien informada y al tanto de su cambio de identidad, por lo que decidió no hacerle perder el tiempo e ir directo al grano, ya que si había algo que el joven mago aborrecía, era que otras personas le hicieran perder el tiempo.

     

    Debo decir que ya tuve la oportunidad de trabajar en este departamento con anterioridad, para ser más exacto, como empleado de la oficina coordinadora de investigaciones alternas —hizo una pequeña pausa durante la cual aclaró su garganta y de forma casual se apartó con una mano el largo cabello rubio que le cubría parcialmente el rostro, con el fin de que la directora pudiera verlo mejor— en ese entonces me presenté como William Rambaldi, sin embargo, debido a las nuevas circunstancias y con la finalidad de ocultar y proteger mi verdadera identidad, es que he adoptado un nuevo nombre y personalidad, a saber, James W Grindelwald.

     

    El rubio permanecía de pie frente a la directora, no había querido tomar asiento porque que deseaba ser lo más breve posible ya que pensaba que no tenía caso caer en la redundancia y dar explicaciones de algo que la Malfoy de seguro ya conocía. Por lo cual tampoco consideró necesario recordarle que aquello que le estaba comunicando era información confidencial que se suponía debía permanecer en secreto.

     

    Mis intenciones son las de ocupar inmediatamente la oficina y convocar a las inefables que trabajan ahí, con el fin de presentarme y recabar detalles de la investigación que actualmente vienen efectuando. Luego y si es necesario, escogeré solo a aquellas que estén dispuestas a continuar desempeñando sus funciones, les haré prestar un nuevo juramento, les daré una pequeña asignación con el fin de ponerlas a prueba y luego presentaré mi informe sobre el asunto ya que mi intención es que usted esté informada de todo cuanto pase en mi oficina.

     

    James permanecía impasible y de pie en el centro del despacho. Mientras hablaba no perdía de vista a la directora. Trataba de escudriñar su rostro, en busca de señales de aprobación o desaprobación ante sus palabras, sin embargo aún no podía descifrar del todo aquella mirada fría y severa.

     

    Creo que eso es todo de mi parte, me pongo a su servicio y a disposición para cualquier cosa que usted requiera de mí y… —el inefable no había querido mencionar lo que diría a continuación hasta finalizar la entrevista, porque no quería dar señales de debilidad, sin embargo consideraba que el pedir consejo no le haría menos fuerte de lo que era— y dado que soy nuevo en el cargo, aceptaré cualquier sugerencia, corrección y guía de su parte.

  21. ¡Hola Alissia!

     

    Muchísimas gracias, me encantó la firma que hiciste para mi, de verdad... ahora mismo la empezaré a usar, sin embargo hay un pequeñísimo cambio que me gustaría que hicieras, claro, si es que puedes; si no, no hay problema la usaré igual. Me gustaría que el "Face your Demons" vaya arriba del nick y no abajo y si pudieras agrandar solo un pelín la imagen para que se vea la varita que el mago lleva en sus manos. Y solo eso, sorry por no especificar esos detallitos antes. De antemano muchas gracias.

     

    Cornelius, la verdad no puedo ver las imagenes que pusiste, no sé que pasa, tal vez mi servidor está algo desactualizado, pero gracias por tomar mi pedido, por tu trabajo y por tu tiempo.

     

    Saludos.

  22. Llegada a la oficina de Juve, Directora del Departamento.

     

    El misterioso mago se encontraba de pie, cabizbajo y apretujado, en uno de los muchos ascensores del ministerio de magia. Su destino, el departamento de misterios. Tenía el rostro parcialmente oculto por su largo y rizado cabello rubio, con el fin de evitar las miradas de los funcionarios que se encontraban junto a él. Finalmente el elevador se detuvo en la novena planta y el excéntrico personaje lo abandonó agradeciendo por un instante el hecho de que, en el negro y oscuro pasillo que tenía por delante, no hubieran ventanas, iluminación o curiosos que intentaran entablar conversación.

     

    Durante todo ese tiempo solo había pensado en una cosa: ¿Funcionaría su cobertura o sería reconocido por sus antiguos compañeros de trabajo?

     

    En el pasado se había presentado como William Rambaldi, sin embargo, debido a las recientes circunstancias relacionadas con su nuevo cargo en el ministerio, se vio en la necesidad de adoptar una nueva identidad. Se dejó crecer el cabello, que terminó ocultando parcialmente su rostro y modificó mediante magia algunos rasgos faciales como su nariz, que ahora era más fina, sus pómulos que se volvieron ligeramente pronunciados, su barbilla que afiló, dándole a su cara un aspecto más delgado y algo demacrado y sus ojos, antes azules, ahora eran de un verde intenso.

     

    Nunca se imaginó que algún día haría cambios tan drásticos en su persona, pero las reglas estaban claras. Introdujo una de sus manos en el bolsillo de la túnica y con sus largos y puntiagudos dedos, palpó el sobre que contenía el pergamino con su designación y las notas aclaratorias al respecto. Al ser nombrado Jefe de la oficina de Investigación Secreta, debía adoptar una nueva personalidad y su verdadera identidad debía permanecer en secreto. Todo esto con el fin de mantener el mayor secretismo posible y promover la impenetrabilidad e ininteligibilidad de la oficina.

     

    Por eso de ahora en adelante sería conocido como James W Grindelwald, un misterioso mago sin pasado, familia o amigos y del cual solo unos pocos conocerían su verdadera identidad. Precisamente por este último asunto era que se dirigía a ver a la directora del departamento de misterios en persona. Solo ella conocería la verdad. Por un instante y movido por un loco deseo, enfiló hacia la oficina coordinadora de investigaciones alternas, su antiguo lugar de trabajo, pero se detuvo <<Solo es la costumbre>> se dijo a si mismo y reanudó la marcha en sentido contrario, con una ligera sensación de nostalgia en el pecho.

     

    Buenos días —saludó amablemente a la asistente de la directora, al llegar al despacho de ésta— Kath… ehm… Señorita Katherine —se corrigió, haciéndose que leer el gafete de la joven— Vengo a ver a la Directora del Departamento, mi nombre es James W Grindelwald, serías tan amable de anunciarme, por favor.

  23. ¡Hola!

     

    Vengo a pedir vuestra ayuda para una firma. Resulta que me cambié el nick de HalfBlood_Will a James W Grindelwald y no he tenido suerte en encontrar alguien que me ayude a cambiar mi vieja firma por otra con el nuevo nick. Por eso solicito su ayuda ya que me dijeron que aquí hay excelentes diseñadores. Y eso, espero me puedan ayudar, les estaré muy agradecido. A continuación dejo la ficha. Gracias de antemano.

     

     

    Imagen: Esta

    Texto Firma: Me gustaría, por favor, que en la imagen borren el Gellert y pongan James W manteniendo el Grindelwald y en algún lugar visible que diga: Face your Demons

    Texto Avatar: No gracias.

    Medidas: Como quede mejor

    Colores: Los dejo a su elección.

    Otras especificaciones: Solo que las letras sean legibles a simple vista y que en algún rinconcito se vea el símbolo de las reliquias de la muerte.

     

    Saludos.

  24. Todo era blanco, muy blanco e impecable en ese lugar. Las paredes y el piso brillaban de tal forma que James sentía que el reflejo le lastimaba los ojos. Enormes estantes y anaqueles pintados de blanco y con puertas de lúcido y transparente vidrio, se alzaban hasta 3 metros desde el suelo, repletos de botellitas de cristal de todos los tamaños, cada una etiquetada con el nombre del ingrediente que contenían. Diversos recipientes, objetos e instrumentos de plata se encontraban ordenadamente distribuidos sobre un reluciente mesón, en el cual también se podía observar una impecable cocinilla que ardía con una azulada llamarada, que aunque relativamente pequeña, desprendía un sofocante calor.

     

    Los únicos objetos que parecían contrastar con los artilugios —que el ojiazul relacionaba como parte de los instrumentos de un moderno y especializado laboratorio bioquímico— eran el oxidado caldero de bronce, la vieja cuchara de palo y el amarillento pergamino que contenía las instrucciones que debía seguir. Todos los demás objetos parecían nuevos, excesivamente pulcros y el rubio tenía la impresión de que hasta estaban completamente esterilizados y descontaminados. Lentamente desvió la mirada hacia su profesor y se dio cuenta de que éste lo observaba detenidamente. Trató de encontrar en los ojos del docente algún indicio de reprobación, pero fue inútil, Deiwan permanecía inexpresivo.

     

    Una gota de sudor se originó en su frente y resbaló por su sien hasta su mejilla, no estaba nervioso pero sí un poco avergonzado y es que James pensaba que quizás había exagerado un poco. Al entrar de primero en la sala de los menesteres simplemente había pensado que quería un ambiente limpio y ordenado en el cual pudiera preparar sin dificultades una pócima y examinar de manera segura un cadáver, pero al parecer la sala se había tomado muy en serio aquel requerimiento. Su indumentaria tampoco ayudaba a disimular la exageración ya que llevaba una bata excesivamente blanca, un gorro de neopreno que le cubría la cabellera, unas gafas de seguridad, barbijo y un par de guantes de duro y resistente látex.

     

    La situación llegó al colmo cuando buscó a su alrededor algo que le sirviera para limpiarse el sudor y encontró sobre una mesita un sinfín de gasas de algodón, esterilizadas y aromatizadas, que estaban dobladas perfectamente formando pequeños pañitos. No tenía caso seguir tratando de pensar en alguna disculpa por lo ridículamente perfecto que era aquel lugar, así como tampoco le quedaba duda alguna de que la sala de los menesteres era muy eficaz. <<Bueno, manos a la obra>> pensó y se dirigió hasta el mesón que tenía en frente y en el cual se encontraban ya ordenados los ingredientes que utilizaría. Rápidamente hizo una revisión de éstos y se sorprendió al ver que se encontraban completos.

     

    En el pergamino que había recibido faltaban dos ingredientes para elaborar la pócima que le permitiría crear un Inferí. Después de 48 horas de meditación, sabiamente había deducido cuales eran los faltantes y la sala se había encargado de suministrarlos. Tomó uno de los frascos de vidrio y observó lo que parecía un tubérculo grisáceo recubierto de hojas secas y ajadas. <<Mandrágoras resecas>> pensó mientras una sonrisa de suficiencia se dibujaba en su rostro. Luego tomó una pequeña botella en la que un líquido espeso y plateado brillaba claramente a través del cristal. <<Sangre de Unicornio>> se dijo así mismo mientras contemplaba extasiado el platinado fluido.

     

    Sin perder el tiempo tomó un pequeño mortero de resistente cristal y empezó a machacar con el las escamas de cocodrilo junto con la mandrágora reseca en un cuenco de plata, hasta convertirlas en un fino polvo de color verdoso. Luego puso el caldero sobre la azulada llama de la cocinilla, vertió en su interior la sangre de unicornio, añadió las cenizas de fénix e introdujo la vaselina. Agregó el polvo verdoso, la planta de papiro y removió lentamente la mezcla con la cuchara de palo hasta que ésta expulsó un vaho hediondo y putrefacto. Acto seguido tomó los pelos negros de gato de una botellita y los añadió junto con los pétalos de loto al maloliente y viscoso líquido que inmediatamente se tornó en un compuesto de color violáceo que despedía un fragancioso aroma.

     

    La pócima estaba lista. Retiró el caldero de la llama y cuidadosamente lo depositó sobre el mesón. La hora de examinar el cadáver —que había permanecido como un bulto cubierto por una sábana blanca sobre una fría mesa de metal rodeada de largas velas negras— había llegado. Lo destapó y se encontró con las formas de un cuerpo humano envuelto por jirones de una avejentada y amarillenta tela <<¡Una momia!>>. Primeramente pensó en retirar dicha tela usando un hechizo Diffindo, pero reconsideró ya que tal vez cortaría también el cadáver. Tendría que hacer las cosas al estilo muggle. Tomó un bisturí de una bandeja llena de instrumentos y se aprestó a cortar, sin embargo se detuvo a pensar en que la luz era demasiado potente y que tal vez degradaría los milenarios restos.

     

    Ni bien hubo pensado esto la habitación quedó en penumbras. La única luz que se veía era la fosforescente tonalidad violácea que exhalaba como un resuello desde el interior del caldero. El ambiente era como estar en el interior de un cuarto oscuro para revelar viejos rollos de película fotográfica, lo cual hizo un poco más arduo y tedioso el trabajo de retirar el vendaje de la momia. Una vez quedaron expuestos los restos, James se dio cuenta de que se hallaba en presencia de un cadáver de sexo femenino, ya que todavía quedaban vestigios de sus pechos momificados y su larga cabellera estaba coronada por una diadema de oro.

     

    Llegó el momento de efectuar el ritual. Sacó su varita de uno de los bolsillos de su bata y tocó con ella cada una de las velas aromáticas que se encendieron llenando el lugar de sombras, dándole un aspecto tétrico y sucio al lugar que antes había parecido tan impecable e iluminado. Se dirigió hacia el caldero, sumergió su varita hasta la mitad en la viscosa pócima y sacándola empezó a rociar con ella los despojos humanos. Tragó saliva, se aclaró la garganta, se quitó el barbijo y secándose el sudor con la manga de un brazo continuó rociando y esparciendo la pócima sobre el cuerpo sin vida, mientras caminaba alrededor de éste, repitiendo a grandes voces una extraña combinación de palabras en latín.

     

    De finibus bonorum et malorum… —dijo mientras apuntaba con su varita a la momia haciendo un complicado movimiento— ¡mortuus exsurge! ¡Prima mortui surgere!

     

    De la punta de su varita surgió un sonido atronador y un destello cegador que, cual si fuera un relámpago, iluminó la sala un instante para luego quedar a oscuras nuevamente. James observó el cuerpo que permanecía inerte y arqueó una ceja <<Tal vez no seguí los pasos correctamente>> pensó al darse cuenta de que la mujer seguía muerta como lo había estado desde hacía siglos. Estaba a punto de voltearse para buscar a Deiwan cuando sintió el gélido toque de unos huesudos dedos que se cerraron sobre su brazo. Instintivamente tiró de el pero el agarre era tan fuerte que apenas logró moverse unos centímetros. De repente sintió como las uñas de la momia empezaban a clavarse sobre su piel causándole un agudo dolor.

     

    Trató en reiteradas ocasiones de zafar su brazo pero lo único que conseguía era desgarrar su carne. La momia no parecía feliz de haber vuelto a la vida porque empezó a emitir un irritante sonido chillón y gutural que se acrecentaba cada vez más y que empezaba a lastimarle los oídos. De pronto recordó la recomendación final que le dio Deiwan durante la última clase. <<El Ourobos>> pensó y rápidamente dibujó en el aire con su varita un círculo encerrado por un triángulo y cortado por una línea recta vertical mientras pronunciaba las palabras:

     

    —¡Mortalis sanctorum!

     

    El símbolo de las reliquias de la muerte se grabó con fuego en la frente de la Inferi, que lanzó un gemido lastimero y luego se quedó callada en actitud de estar observando detenidamente a su nuevo amo.

     

    —¡Suéltame! —Ordenó James y al instante el gélido agarre se aflojó liberando su brazo.

     

    El Inefable se apoyó sobre la mesa, exhausto y sangrando, mientras dirigía la mirada hacia las oscuras cuencas vacías de la momia. Lo había conseguido, la había vuelto a la vida.

     

    Off

     

    Sorry por el tocho :P creo que me emocioné escribiendo.

  25. Un nuevo día de clases empezaba y James caminaba con paso decido por los pasillos de la academia de magia rumbo a su salón. Mientras recorría el camino recordaba los acontecimientos del día anterior y su primer encuentro con las Artes Oscuras, lo seductoras que estas le habían resultado y la fascinación momentánea que había sentido hacia ellas, así como también las sabias palabras de Deiwan y las advertencias que éste le había hecho. Sin lugar a dudas había acertado al elegir tomar esa clase y aunque en un principio lo había hecho simplemente para lograr su propósito de ascender en el ministerio, ahora se daba cuenta de que aquel conocimiento le resultaría muy valioso.

     

    Al llegar a clases su profesor ya se encontraba ahí, lo saludó con un escueto ‘buenos días’ y ni bien el ojiazul tomó asiento en su lugar, éste empezó a dictarle una nueva lección que incluyó una pequeña demostración con un medallón. James escuchó atentamente sus palabras y tomó notas de los hechizos que el profesor enseñó. Al finalizar la explicación, Deiwan siguió con las asignaciones y preguntas. El joven inefable procedió a responder a las primeras dos en un pergamino, que luego le alcanzó al profesor y poniéndose de pie se dispuso a responder de forma verbal a las otras dos que, aunque le resultaban algo extrañas, le parecían también muy interesantes.

     

    El objeto que más me llama la atención es el Anillo de oro de Sorvolo Gaunt, ya que tenía incrustada una reliquia de la muerte, a saber la piedra de la resurrección —empezó diciendo el rubio y se detuvo un instante a pensar en las cosas que él hubiera podido hacer con dicho anillo, de seguro no lo habría convertido en un horrocrux— Me sorprende el hecho de que Lord Voldemort no se haya percatado de la existencia de dicha reliquia, ya que la tenía prácticamente frente a sus narices <<y eso que en ese tiempo todavía tenía nariz>> —pensó para sus adentros y sonrió ante su ocurrencia— Sin embargo me sorprende aun más el asesinato que cometió para convertir el anillo... y es que mató a su progenitor, Tom Ryddle padre. Pienso que se requiere carecer de sentimientos o remordimiento alguno para cometer semejante atrocidad. Pero bueno, es de voldemort de quien estamos hablando así que no es de extrañarse.

     

    James nuevamente empezó a pasearse por el salón, estaba algo inquieto al tener que responder la siguiente pregunta y es que nunca se había planteado esa opción, sin embargo ahora que se le requería pensar en ello, resultaba algo atrayente y hasta emocionante, el tener que decidirse, aun cuando fuera de manera hipotética, a escoger un objeto para convertirlo en su también hipotético horrocrux. Simplemente sentía algo de aprehensión y temor de verse envuelto nuevamente en deseos de practicar las artes oscuras.

     

    Si me atreviera a realizar un horrocrux pienso que, al igual que Lord Voldemort, elegiría un objeto de gran valor, porque considero mi alma muy valiosa y no pondría una parte de ella en cualquier lugar, además de que escogería alguna reliquia que estuviera bien protegida y que se quisiera preservar y no destruir —Mil y un objetos pasaron por su mente en ese instante, algunos valiosos, muy antiguos y preciados que iban desde la máscara de oro del faraón Tutankamon y el acta de independencia de los Estados Unidos hasta las joyas de la corona inglesa y algunas pinturas famosas del Louvre, sin embargo todos estos objetos eran muggles, perecederos con el tiempo y propensos a ser robados— no obstante y pensándolo mejor creo que escogería algo un poco más indestructible, algo que se fortalezca con el tiempo y con la magia que intenta destruirlo y que por más que sea robado siempre vuelva a su lugar de origen, sí… creo que convertiría en un horrocrux a la Espada de Gryffindor —Hizo una pausa en la que miró atentamente a su profesor y agregó— Irónico ¿No lo cree? Convertir a la destructora de horrocruxes por excelencia en un poderoso y único horrocrux.

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