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Lolo Tonks

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Mensajes publicados por Lolo Tonks

  1. Cuando hube aparecido frente a la puerta de entrada de mi provisorio hogar, el sol ya brillaba en lo alto, presagiando un estupendo día; vaticinio que no coincidía en absoluto con la no menos estupenda resaca. Con los ojos afiebrados, y cara de pocos amigos, saludé con un ambiguo gesto de “Buen Día” a Hugh Hefner, que bien podría haber sido significado “si me tocas, te capo”. Pero luego de prácticamente diecisiete años de convivencia con el elfo, este me conocía lo suficiente para descifrar los crípticos mensajes en mis silencios.

     

    -Deberías haberlas visto, Hugh –tirándome sobre el diván -ninguna pudo resistirse… -le sonreí de oreja a oreja mientras intentaba revivir en mi memoria la tesitura de los labios de cierta rubia que me había vuelto loco.

     

    -Es que usted es irresistible, amo –aprobó complaciente mi elfo doméstico, mientras me arrancaba la bota del pie.

     

    -¿En verdad lo crees? –saqué pecho ante el reflejo que me devolvía el espejo de la pared y sonreí varias veces, probando mis múltiples perfiles.

     

    -Simplemente maravilloso, señor.

     

    -¡Lo sé! ¡Lo sé! Vaya si lo sé –peinando mi sedicioso cabello rubio.

     

    Casi hice caer a Hugh de trasero al suelo al pararme bruscamente. Y pensaba ya que un buen baño no me caería nada mal antes de dormir una siesta de, al menos, diez horas, cuando la voz de Hugh, demasiado parecido a un chillido aquella mañana, se entremezcló con el sonido del agua de la ducha cayendo contra los azulejos.

     

    -¡Amo Lolo! ¡Amo Lolo!

     

    -Lo que sea que tengas que decirme puede esperar –gruñí al introducirme a la bañadera.

     

    -Es una carta de la Academia de Magia y Hechicería amo.

     

    -Okey, léela.

     

    Ordené ya en bañadera, encogiéndome de hombros. Y así lo hizo mi escuálido sirviente, por lo que tuve que apurar mi intento de baño relajante para alistarme rápidamente para mis clases. Al retornar a mi recámara, este me esperaba aún con el pergamino entre sus manos. Pálido, el elfo doméstico me miraba de forma tal que me daba la sensación de que querría decirme algo, o por lo menos, que algo surgiría de su boca y… ¡así fue!

     

    -Nice.

     

    Musité con asco intentando no observar lo que Hugh acababa de largar. Rodeando la vomitada, sopesé unos instantes todo aquello, hasta finalmente decidir tomar una de las pinzas con las que me depilaba las cejas y quitarle de un tirón el pergamino. Aquello no me gustaba nada… Y el pobre Sr. Hefner que no paraba de despedir su desayuno.

     

    -Me voy Hugh, si al regresar no te encuentro, ¡vengaré tu muerte!

     

    Le aseguró a modo de chiste veinte minutos después, al ajustarme la cremallera de la chaqueta negra del cuero, ya prácticamente saliendo de mi residencia.

     

    -Y si regreso y no encuentro el suelo limpio, más te valdrá no estar vivo.

     

     

     

    ∙≈∙≈∙≈∙≈∙≈∙≈∙≈∙≈∙≈∙≈∙≈∙≈∙≈∙≈∙≈∙≈∙≈∙≈∙≈∙≈∙≈∙≈∙≈∙≈∙

     

    ¿Habría llegado tarde? No lo sabía; por lo usual no utilizaba reloj, ni tampoco me juntaba con gente que lo portase. Y aunque muchos lo consideraban una falta de educación o, siquiera, poca responsabilidad de mi parte, aquel era mi leit motiv. Me gustaba vivir la vida ¿se podía acaso vivirla tranquilamente estado al pendiente de los minutos? No, claro que no.

     

    Al ingresar al edificio de la Academia de Magia y Hechicería suspiré con falsa nostalgia, solo para hacer mi super actuado semblante de tristeza a un grupo de estudiantes, todas mayores que yo, quienes me preguntaron enseguida si todo estaba bien, mientras me recostaba sobre uno de los muros de roca y les narraba en muchas palabras la historia de cómo habiendo aprobado Generales con extraordinarias calificaciones tuve que dejar mi educación mágica de lado para ir a cuidar a mi madre enferma (historia creada en aquel instante, claro está).

     

    Lamentablemente, una de las muchachas (una gordita molesta con un ENORME reloj pulsera) les recordó al resto que ya se retrasaban para sus clases Avanzadas, y así dejaron a su humilde servidor a merced del tiempo. Prácticamente corriendo llegué al aula, ya poblada, pero lamentablemente para mis compañeritas de Rol Básico 43, yo solo tuve ojos a partir de aquel instante para el pronunciado escote del vestido de una de mis profesoras. Las hormonas y la imaginación hicieron el resto cuando me acerqué hasta el escritorio de esta.

     

    -Yo, eh… soy ¿Eh?

     

    -…porque a Bridget la voy a colgar de las orejas como no confiese lo que ha hecho…

     

    Escuché hablar desde la lejanía del centro gravitacional del pecho de mi nueva, mejor y más querida profesora, Bridget, a su colega, una tal Xell algo…

     

    -Lolo Tonks.

     

    -¡Por los Dioses Primitivos! ¿Por qué has envenenado a los alumnos? ¿Qué te han hecho ellos?

     

    Siguió quejándose Xell. Perplejo, y aún parado frente a ellas dos, comencé a atar cabos sueltos, hasta llegar a una obvia conclusión: Bridget había sido la culpable de envenenar a mi elfo. ¿Debía asustarme? No, claro que no, solo se trataba de un humor “ligeramente” retorcido de la pelirroja. Posiblemente se tratara solo del hecho de que yo mismo no había resultado afectado por aquella travesura, o que de otro modo la bienvenida a aquella clase hubiese resultado mucho más aburrida de lo que se encontraba destinada a ser; cual fuera el caso, en su conjunto, todo aquello me resultaba sumamente atractivo.

     

    -¿Qué te han hecho ellos?

     

    -Si supieras lo que te haría yo…

     

    Gemí en un hilo de voz aún con la vista fija en Bridget. Para mi horror, lo había dicho en voz alta. Sin esperar respuesta alguna, giré sobre los talones de mis botas y encontré rápidamente sitio junto a un muchacho que, luego supe, se llamaba Sherlock Holmes. A último momento opté por sentarme junto a una bonita castaña cuyo mal humor me pareció de lo más agradable, y, o por otro lado, pese a su palidez, no parecía propensa a vomitar como el resto.

     

    -Un gusto Rachel, soy Lolo.

     

    Me presenté con otra de mi pre-frabricadas sonrisas. Supe de inmediato que se encontraba lo suficientemente mal como para creer que yo era un completo imbcil ¡vaya locura! Pero ya mejoraría, al igual que el resto, después de todo aquel supuesto veneno impreso en los pergaminos no podía ser mortal ¿o si?

     

     

     

     

    OFF

     

    ¡Un gusto Clase de Rol Básico 43!

     

    Mi nombre real es Manuel, tengo 21 (a semanas de cumplir los 22) añitos... Y ¿qué más les puedo decir? Estoy soltero muchachas :rolleyes: eso dice todo ¿verdad? Muy bien... supongo que no. Estudio derecho en la Universidad de Buenos Aires, y sí, también soy de Baires. Pese a la carrera que elegí, me caracterizo por ser un hombre romántico y soñador; me gusta leer y escribir (En efecto, tengo experiencias en otros foros de roll). Amo la música, toco la guitarra (lo admito, solo aprendí en mi adolescencia para ganarme minas), las buenas películas, y... ¿Qué más? ¡EL AMOR!

     

     

    Mi personaje se encuentra en... reparación ¿? En realidad no sé cómo definirlo aún. Cursé hace muuucho tiempo las Clases Generales y de por sí me cuesta un poco el sistema de HarryLatino. Digamos que me estoy adaptando y comenzando a componer mi personaje. Por ahora busco divertirme al rolear, como siempre lo hice.

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