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stnazi

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Mensajes publicados por stnazi

  1. vengo a dejar una pequeña actualizacion de mi ficha luego de un par de años sin poder hacerla, gracias a los que se pase a hacerla

     

     

     


    FICHA DE PERSONAJE

    Datos Personales:


    Nombre del Personaje:
    stnazi (santus hathawey).

    Sexo:
    Masculino

    Edad:
    Joven, 18... aparentemente..

    Nacionalidad:
    nacionalidad es Inglesa

    Familia(s):
    * Familia 1: Lockhart
    * Familia 2:

    Padre(s) Sanguíneo:
    "muertos". no los quiero conocer

    Padre(s) Adoptivos:
    Evanna Black

    Trabajo:
    --

    Poderes Mágicos:


    Rango Social:
    Unicornio de Bronce

    Bando:
    Neutral

    Rango dentro del Bando:

    --

    Nivel de Poder Mágico:

    Puntos de poder en objetos:
    20 puntos

    Marca

    Hechizos adicionales:


    Puntos de poder en criaturas:

    Marca

    Criaturas controlables en asaltos y duelos: Los pondrán los moderadores
    (caso de que sí especificar cuáles)


    Habilidades Mágicas:
    * Habilidad 1: --
    * Habilidad 2: --
    * Habilidad 3: --

    Conocimientos Especiales:
    * Conocimiento 1; --
    * Conocimiento 2: --
    * Conocimiento 3: --




    Perfil del Personaje:


    Raza:
    Vampiro

    Aspecto Físico:
    delgado, alto, pelo blanco a la altura de las orejas, ojos rojizos,palido, viste siepre con chaqueta larga, tatuaje encima de la muñeca de un pentagrama magico.

    Cualidades Psicológicas:
    misterioso, desconfiado, asocial,su sentimiento oculto es eñ odio, calculador,inteligente

    Historia:
    mi padre no me quiso desde antes de nacer, mi madre una tonta lo seguía en todo, obligo a mi madre a que me matara gracias por que fui besado por las sombras fui salvado de la muerte. crecí con el odio y la muerte en mi mente, algún tipo de ángel negro cuida de mi y me hace poderoso cada vez que se lo pido. he asesinado a varias personas malas y he tomado su sangre que me ayuda a sobrevivir. mis padres siguen vivos quieren encontrarme para que los salve de una enfermedad genética que seguro yo padeceré, lo se gracias a un medallon que me obsequio mi ángel que asegura es de mi familia la cual es de una realeza poderosa... .


    Pertenencias:


    Objeto Magico Legendario:
    Válido sólo para Orden de Merlín.

    Objetos Magicos:

    Objeto 1:
    Varita
    Clasificación:
    AA
    Puntos de poder:
    20 Puntos

    Objeto 2: --
    Clasificación: --
    Puntos de poder: --



    Mascotas y Criaturas:
    Criatura 1: --
    Clasificación: --
    Puntos de poder: --


    Criaturas en la Reserva:
    Criatura 1: --
    Clasificación: --
    Puntos de poder: --



    Elfos:
    * Elfo 1: --
    * Elfo 2: --




    Licencias, Tasas, Registros:


    Licencia de Aparición: Se obtiene haciendo el examen en el Ministerio

    Licencia de Vuelo de Escoba: Se obtiene haciendo el examen en el Ministerio

    Registro de XXX:

    - Registro de Vampiros: Link


    Otros Datos:


    Otros datos:
    En su caso, otras cuestiones que se quieran detallar, no contempladas en apartados anteriores.

    Cronología de cargos:
    .
    .

    Premios y reconocimientos:
    Caso de que quieran detallarse premios y reconocimientos al personaje.

    Links de Interés Referentes al Personaje:


    Link al Perfil de Comprador MM: --
    Link a Bóveda Personal:
    Bóveda 97341
    Link a Bóveda Trastera:
    Link a Bóveda de Negocio:
    Bóveda 101475 Negocio Silver Moon
    Link a Bóveda Familiar 1: Bóveda Lockhart
    Link a Bóveda Familiar 2:

  2. Vengo a dejar la primera parte de mi ficha :3

    **************************

    nick: stnazi.

    Cumpleaños: agosto 26.

    Predilección: esclavo sexual de May y su futuro marido.

     

    ¿familia adoptiva o sanguínea?: Como sea, no tengo problema con los dos modos.

     

    Otras familias: tonks, sí es que aún sigo allí oo.

     

    Facebook: lo pongo mañana.

    Bando: neutral.

    Elfos: nada de eso.

    Mascota: tengo una que me regalaron pero nose sí cuenta, igual ni me recuerdo que animal es oo.

     

    Ficha de personaje: www.harrylatino.org/index.php/topic/95076-ficha-de-stnazi/

     

    Bóveda: también la pongo mañana.

    ****************************

    ahora sí, aceptenme que mañana la completo nn.

    • Me gusta 2
  3. XD No me sorprende que yo no me haya enterado de esto e.e c*** asi no me entere para mandar la foto y asi XD ah bueno, en general estuvo divertido XD chevere +100 a quien lo creo :3 ains me siento como si estuviera compulseando no quiero llenar mas v,v ah si, aprovecho para saludar a todos que no los conozco todos. e,e asi chao que la profe ya llego y tengo examen x,x suerte. Espero la version 2.0 de esto para participar en el casting (?

    • Me gusta 3
  4. — ¿Mi turno?— le preguntó mas por le impresión causada.

     

    Todo rastro de licor pareció desaparecer. Resopló y fue entonces que se dio cuenta de donde se encontraba. No era ese el mismo local; no, ni en el mínimo detalle. Aspiró largo de lo poco que le quedaba del cigarro hasta acabarlo. Además de todo, ¿A qué se refería el hombre cuando le decía “es tu turno”? no comprendía; pero si se trataba de un juego de licor... seguramente saldría victorioso. Un coro de voces lo sacó de todo pensamiento.

     

    Ingirió el último trago de la botella de cerveza que sostenía y arrugó la frente mientras el liquido recorría su garganta— dame la patada— lo retó con prejuicio aunque sabía de antemano que ese extraño incumpliría su amenaza. Y allí fue cuando la vio. Ingrata, ¿Qué no le había jurado que se largaba de Londres? La fulminó con la mirada.

     

    Una risa malvada se ladeó en su cara mientras una idea empezaba cuajarse en su mente— chuco, dudo que sepas dar patadas, pero tienes razón, es mí turno— admitió tomando el aparato y palmeándole el hombro con su mano libre. Sería divertido, reconoció. Pero más que divertido había aceptado solo por una cosa, o mejor dicho, por una persona.

     

    Rápidamente y a traspiés se instaló en el centro del escenario. No se molestó en vislumbrar quienes eran los del público, con tantos litros de alcohol acechando su sistema su visión ya empezaba a empañarse. Tampoco sabía cómo funcionaba eso, nuca antes lo había hecho. Encontró a May con la mirada hablando a lo lejos con quien sabía quien, y de algo estaba seguro, su actuación seria dedicada única y exclusivamente a esa mujer. Pensó y pensó obligándose a recordar una canción.

     

    Golpeó el micrófono levemente para llamar la atención de los presentes. Y como por arte de magia, aunque no sería nada extraño; la melodía inicial empezó a sonar por los altavoces. Agudizó su mirar en la única dirección que sus ojos podían ver con claridad. Esperaba atentó al minuto correcto para empezar su cantar.

     

    Llegó.

     

    Uuuna foooto deee tu ooombligo viiirginal y adolescente...empezó a darle vida a la música que se alzaba, dándole el particular alargamiento a las silabas de cada palabra de la estrofa— nuuunca fuiiiste deeemasiado, siempre fuiste suuuficiente, no eees secreeeeto paaara naaadie, todo el mal que nos hicimos— no estaba al corriente de cuantas desafinaciones podía soltar en menos de un minuto, pero allí estaba y no había nada que hacer, ¿o sí? Pues, él no lo sabía. Su concentración estaba toda en la canción y en la persona a quien la dedicaba, May Juliene. Moduló una vos ronca y potente para las siguientes frases —...tiiiiraras con cuaaantos quieras.....pero el amor, no lo harás !Jamás!se afincó en aquello ultimo y se inmutó.

     

    No memorizaba el resto de la canción y su cerebro no le sería útil para eso. Tenía que improvisar, ¿pero con qué? Hacia tanto que no escuchaba música humana y no estaba al tanto de si en el mundo mágico habían bandas o músicos populares, dudaba lo último. Aun así su creatividad volvió a serle de utilidad.

     

    EL ritmo de la música cambió por completo para adaptarse a la que correspondía Ay payita mía, guárdate la poesía, Guárdate la alegría pa' ti—alzando su mano y apuntando a una May distante para mas evidencia. Esperó que corriera unas cuantas notas mientras trataba de encontrar una canción que conociera de inicio a final. La encontró... o eso creía él.

     

    Mira lo que se avecina a la vuelta de la esquina, viene diego rumbe-ando, con la luna en las pupilas, y su traje agua marina, van restos de contrabando...danzando su brazo libre por los aires y meneando su cuerpo al mejor estilo de la música, con goce y disfrute, esperando la parte de la canción mas pegajosa, al menos para los muggles, el coro—!!y la baila!! !!Y la goza!! !! y la cantaaaaaaaa!!!, Aserejé ja de je de, jebe tu de jebere, seibiunouva majavi, an de bugui an de güididípi...— era el segmento que me disfrutaba de toda la canción. La entonaba con furor al tiempo que hacia los pasos de la popular cancón humana. Sus brazos en movimiento rápidos en su pecho, sus piernas temblando, sus manos acomodadas al nivel des u cabeza y sus piernas ahora abriendo y cerrando en arcos perfectos y limpio......

     

    Ahora si era cierto que había perdido toda conexión entre sus mente y cuerpo. Toda la canción se había distorsionado desde un principio. Su ritmo iba cada vez más fulminante y la melodía ascendía en volumen y resonaba por todo el lugar. Olvidaría ese acto, si, por su bien psicológico que trataría de borrar aquello de su memoria. Esa canción y esos movimientos no cuadraban con su personalidad, ni hablar. Pero toda su vida se resumía en los vicios y la diversión ¿Estaba eso considerado dentro del término diversión? Si él lo hacía seguramente que sí.

     

    ...Aserejé ja de je , de jebe tu de jebere, seibiunouva majavi, an de bugui an de güididípi.— cantó y danzó la última parte de la canción y de inmediato todo se silenció. ¿Estaba cansado? si. ¿Tenía sed? también. ¿Ganas de largarse? lógico. Suspiró y colocó el micrófono en la base del mismo y tan rápido como había subido se apresuró a salir del local cayendo en cuenta de que su reciente episodio embarazoso no había hecho más que retrasar el encuentro que tenia planeado.

    • Me gusta 1
  5. Al devolverse y alcanzar la orilla del mismo lago por donde habían llegado se sorprendió al no encontrar el bote donde lo había dejado. Miró a todos lados tratando de localizar rastro de la embarcación, pero al parecer se había evaporizado. Entendía lo que eso significaba << devolver y... ¿ayudar?>> si lo haría seria netamente por su vida. Tragó largo de su petaca. No había nada que hacer, regresar donde su compañera y lanzar leña al fuego para poder salir lo más antes posible de esa incomoda vegetación. Suspiró y jovialmente se fue a andar hacia su abandonada amiga Keira.

     

    A lo lejos se miraba a una Keira irritada, obstinada y perturbada. Mientras más se acercaba mejor percibía el escenario que ignoraba. Sus ojos se ampliaron; diminutos seres no muggles amenazaban feroces y antipáticos hacia la chica. La mente del vampiro trabajó rápido para caer en cuenta que era esa una prueba más y no casualidad de la naturaleza. Un par de pasos y apreciaba como las facciones y aptitudes de su compañera se ensombrecieron. Eso no era bueno y el peliblanco lo sabía. Ingirió un corto trago de su licor y desaceleró s u andar.

     

    Un parpadeó y todo cambió. El pedazo de vegetación verde y pantanoso se volvió un escenario perfecto para seres pirómanos. Las criaturas solamente corrían trastornados por las llamas chocando uno con otros, pero al fin y al cabo había funcionado, las llamas habían alejado a las criaturas.

     

    Nota mental: el fuego desaparece criaturas hechas de palo— murmuró cuando estaba muy cerca de la confundía mujer.

    La lástima por ella se le acumularon en la garganta. Una nueva aspirante y acabar de esa forma, atroz. Negó con la cabeza. Al siguiente minuto las culpas desparecieron para entrar en razón que las cosas se debían tomar con ligereza, no la culpaba; algo así había vivido el vampiro las muchas veces que había cursado clases en la academia. Y aunque no lo quería creer allí estaban las pruebas, su compañera había actuado de una forma tan... tan... ¿tan impulsiva? Discretamente se plantó a un lado de la abatida Keira.

    — Wow... no sabía que tenias acceso a la pirotecnia también— le cuchicheó admirando el ardiente lugar; las llamas calentando su cuerpo— tal parece que en circunstancias como esta es cuando se revelan los lados ocultos de las personas...— bebió hasta casi terminar su recipiente de licor.

    Poco sabia el vampiro de alentar a terceros ¿simplemente las personas no podían vivir sin preocupación? ¿Que no entendían que mientras más culpas arrastraban menores son las posibilidades de una vida feliz? Tragó lo último de su alcohol y lanzó el envase al fuego; este ardió al mero contacto con los ardientes brazos del las llamas. Muchas cosas había aprendido él para desmenuzar las prioridades de las cosas.

    Vamos, esa copa es lo menos que importa, créeme— le ofreció un mano para levantarla— si, si, si... lo que realmente están exprimiendo acá son tus capacidades— sus ojos en blancos y su cabeza de lado a lado mientras recordaba sus clases anteriores— a mi criterio lo has hecho bien. Ahora vamos a casa, se rebelde por segunda vez. Yo no tengo nada que perder, y todo en esta vida tiene solución, menos la muerte, así que.... ¿para qué darse latas uno mismo?—le dijo relajándose de hombres y sacando un cigarrillo.

     

    Tú dices... podríamos tener una noche de camping acá mismo— señaló la periferia del ambiente con su bazo libre— darle un susto a las profesoras, eso no estaría difícil— llevó su mano al mentón pensativo— o más arriesgado... ir tras la famosa copa. Aunque por mi — se señaló él mismo— hacer una pachanga acá no resultaría tan malo— se lo pensó mejor— lo dejo a tu elección.

     

     

    Y era cierto, lo dejaba a la libre elección de la muchacha puesto que para él cualquier opción le era indiferentemente viable; sus largos años en vida como vampiro le habían dado el mejor regalo del mundo: vivir, vivir y vivir eternamente para los vicios. Su corazón hacía años que no vivía, ¿había algo peor que eso para una persona? Si, la vida eterna e infinita era la peor desgracia para cualquiera. Y lo decía un vampiro...

     

    ¿Quieres uno?— le ofreció uno de sus milagrosos cigarretes mientras él ya fumaba de otro.

  6. —Tienes mal el concepto de la inmortalidad aplicada a los vampiros, sabes— le gritó desde entre los arbustos. Volvió a cubrirse al observar los gruñidos que lanzaban las rocosas bestias.

     

    Su perspectiva hacia la mujer no le había fallado, bueno... puso los ojos en blanco y lanzó un quejido de irritación al ver el primer intento fallido de ella. En cuando al pájaro, ni hablar. Aquellos tutoriales japoneses no le habían sido de mucha ayuda. Sus ojos brillaron cuando el animal al parecer había escuchado su instrucción y su distorsionándola un poco hasta posarse sobre la cabeza de una de las criaturas y eso no pintaba a muerte, al menos no para ese par de monstruos salvajes.

     

    Imitó el sonido de un cuervo para llamar la atención de la chica pero esta al parecer no lo escuchó- ¡Hey, mujer! Supongo que no quieres terminar tu mortalidad ¿eh? Es hora del plan C, ¡pega la carrera! Que creo no le llevas mucha ventaja a tus oponentes- le dejó saber lo obvio.

     

    La concentración de su compañera era hacia otra cosa. Se preguntó si de verdad la loca allí era ella. Le siguió la línea de visión para descubrir a una de las profesoras, la amargada, quejona y contestona; vigilándolos desde la cima de una rama. Aquella presencia le traía malos recuerdos al vampiro. Deseó en ese momento tener la varita encima para accidentalmente romper el trozo de árbol donde estaba la mujer. Se obligó a retirar esos pensamientos pocos fenixianos de su mente comprendiendo que ella podría ser de ayuda.

     

    Y en efecto fue de ayuda, no comprendía el porqué los ayudaba pero tampoco lo reprocharía. Al final de todo, la idea que le había dado a Keira había resultado positiva y en menos de un parpadeo el pajarraco retomó su singular canturreo acabando con las criaturas. Fin de la prueba. Salió el platinado de manera triunfante hasta donde su compañera estaba.

     

    —Mis predicciones fueron acertadas, felicitaciones. Aunque claro, sin mis instrucciones hubieras sido mujer destripada— le guiñó un ojo en gesto de parodia— ¡¿So qué?!¿Porque no remas tu y yo alumbro?— opinó muy frio y se fue hacia la barca señalada.

     

    Una vez dentro del pequeño bote el grado de frio pareció bajar unos cuantos grados. El agua tan oscura que sus orbes rojos se reflejaban con facilidad. Aquello no le era de su agrado. Nunca jamás en su vida se había subido a semejante embarcación y menos a remar. Alcanzó uno de sus cigarrillos al tiempo que se estiraba lo más cómodo posible sin importarle que la nave se moviera o no, él simplemente no pensaba manejar esa cosa. Muy bien lo podía hacer ella si tanto le preocupaba.

     

    —Alégrate kassandra, por desgracia no fuiste el suplemento alimenticio de esas cosas enormes— le contesto con el mismo sarcasmo, entre caladas a su vicio— y si, es mejor que un crucero cinco estrellas— bufó.

     

    La embarcación empezó a navegar por si sola y de un momento ya se encontraban al otro extremo del lago. Mientras Keira se apresuraba por salir de la corta barca, Stnazi simplemente se quedaba dentro de la misma disfrutando del frio ambiente y del gustoso humo de su cigarrillo.

     

    —Buena expedición, Kimera- la despidió soltando hollín de cigarro— te deseo éxito y lo que más me importa, que traigas con vos la copa, de lo contrario no vuelvas— le advirtió alargando las piernas y cruzando una sobre otra.

     

    Al fin podría devolverse a los adentro de la academia, se imaginó. Al fin estaba al borde de terminar con esa molestosa clase de generales de la cual se empezaba a arrepentir de haberla retomado. Al fin tendría la oportunidad de salir de aquel mojoso bosque. Al fin seria libre para correr con felicidad a los locales del callejón y retomar su vida de vicios; recordar eso le hizo acordarse de la petaca plateada de alcohol que siempre guardaba entre las ligas de su ropa interior. La extrajo y dio un largo sorbo.

     

    Miró al frente y no se sorprendió ver a keira paralizada; comprendía los temores femeninos a ciertos espacios. Obstinado salió de la barca y se posicionó al lado de su compañera con la petaca en mano— Que le pasa a...— su hilo de vos enmudeció el sentir la presencia de extrañas criaturas no humanas y amenazadoras. Se lo pensó mejor.

     

    — ¿Sabes qué?— un trago a su petaca— tu eres tan buena en las peleas, fue bueno conocerte. Nos vemos donde las profesoras cuando lleves la copa— se giró sobre sus talones y levantó el pie derecho para empezar a alejarse por el mismo camino donde había llegado.

    • Me gusta 2
  7. -¿Perdón?-

    Aparte de inteligente y dedicada había resultado tener buen sentido del humor. Aunque no sabía el vampiro si se estaba burlando de él o si era la ignorancia sobre la raza. Acabó con su cigarrillo lanzando la colilla al arenoso suelo y rematándolo con la punta de su bota izquierda. Comprendiendo que la inquisición de la mujer había sido resultado de la ingenuidad femenina. Se mordió el labio para tratar de ocultar la sonrisa que ya se le acumulaba en su garganta.

     

    —¡Ja!... ¡ja! —se acercaba a la chica— no sabía que mi única compañera de clases era humorista— se detuvo a un par de pasos cerca de la mujer— ¿de verdad es un chiste? Soy un vampiro, no soy Superman ni Batman... ni menos que menos un dios— puntualizó tan frío y recto como de costumbre— dos cosas que debes tener en mente: no quiero ayudar y mis habilidades como gen vampiro están diseñadas para soportar toneladas de cantidades de licor y cigarrillos. Fuera de allí... nada importa—

     

    Tenía que dejarle saber cuáles eran sus expectativas de vida por muy cruel que parecieran. Total... no era ella la única a quien se lo había aclarado. Se cruzó de brazos con indiferencia. Las extrañas explicaciones de su nueva amiga le hicieron caer en cuenta que encontrar la dichosa copa le era el único billete valido para regresar a los interiores de la academia e informar lo que ambas profesaras habían tramado. De mala gana y con gesto de irritación asintió a los planes que la otra maquinaba.

     

    Y si morían...Pues, al menos tenía a quien culpar. Un horrendo canto lo sacó de su ensimismamiento repulsivo. Netamente el vampiro apenas empezaba a aceptar a la madre naturaleza como parte elemental del ciclo de vida. Aun así no compartía el sentido común del amor sobre los animales y menos con las aves; a ese tipo de animal no le tenía buena estima.

     

    Por todo la anterior era considerada la cara de asco cuando su compañera se atrevió a lanzarle sobre él y esperando a que atrape el singular animal. ¿Atrapar? ¿De verdad la mujer pretendía eso? No lo conocía. Con todo eso, el de los ojos rojos no tenía más escapatoria que obedecer a su cómplice. Intentó atraparla y al primer contacto su bilis le subió a la garganta. Endureció el agarre mientras el animal se retorcía con gesto de querer escapar y desaparecer. Estuvo a punto de dejarlo correr, pero otra vez la ocasión se lo impedía.

     

    — ¡¿Qué rayos está mal contigo?!— Se quejó aun con el plumífero animal entre sus manos— ¡y tú!— se dirigía al ave— mas te vale que te quedes tranquilo si no quieres terminar rostizado y en mi estomago— lo zarandeaba por el cuello obligándolo a callar.

     

     

    Con eso y su creciente cambio de humor siguió a su compañera de clases al interior del pantanoso y frio bosque. Durante la caminata el pajarraco no cesaba su canturreo y por ende, la lluvia dios su primera manifestación. Tan solo soltar y dejar ir al pequeño animal era lo que Stnazi quería. Miró hacia atrás y descubrió que se hallaban muy inmersos entre las melazas de ambiente. El peliblanco no dejaba de lanzar quejidos irritantes y la chica simplemente parecía ignorarlo. Aquella mujer que caminaba a su delantera mostraba un estado anímico muy antagonista al del platinado vampiro. Mientras ella se mostraba feliz y tranquila él era un volcán de mal humor e incomodidad a punto de estallar.

     

    Se detuvo abruptamente ante el par de figuras de piedras amenazadoras. Sus ojos cuadriculados ante los seres. — ¡Oh-oh!— exclamó— parece que ya te esperan tus contrincantes para el primer raund. Espero de todo corazón que salgas ilesa y ganadora de eso. Sobre todo lo de ganadora, lo otro es solo por ser humano- enfatizó sin vacilación ni desdén alguno.

     

    —¡Vuela animal!, ve y dale arañazos a las bestias— consintió en la orden que la chica daba al ave y lo lanzó en dirección a las bestias de piedras rogando por que hiciera lo ordenado. Al menos eso fue lo que había visto en una de esas series animadas japonesas. <<El amo ordenaba y al animal obedecía sin mostrar resistencia>>¿Sería ese el destino de ellos? ¿De verdad el animal daría arañazos como le había mandado? No se podia poner a juicio los actos. Pero si era sincero consigo mismo... aquel animal no parecía obedecerle.

     

    —Plan B— alertó a la bruja— ¿hay plan B? bueno, es hora de ¡Vanessa al ataque!— le dio un mediano empujón posicionándola frente al par de gruñones criaturas— vamos, ¡demuéstrale de lo que estas hecha! Derechazo, izquierdazo, patada, hazle el gancho- le gritaba instrucciones que sabia no le servirían. Pero de nada valía intentarlo... ¿o no?

     

    La prioridad número uno del vampiro en ese caso era no morir. Y para eso se tuvo que esconder entres largos arbustos donde pasaría desapercibido a los ojos de los seres endemoniados, dejando sola a la chica con esas rústicas criaturas. — ¡A la bim, a la bam, a la bim, bom, bam... Vanessa, Vanessa... ganará! — le aullaba gritos de guerras y ánimos a la señorita y por qué no, a al confuso pájaro también. Si alguien seria el sacrificio... pues, seria ella... porque el vampiro aun le quedaba vida que disfrutar.

    • Me gusta 2
  8. Por extrañas y desconocidas razones más de la mitad de los alumnos no habían asistido a la clase, al extremo de que solamente serian dos alumnos incluyéndose el vampiro. Le restó importancia al asunto, mientras menos personas más porciones de comida... pero en clases se jugaba a que entre menos alumnos... mayores serian la atención brindada por los profesores y eso no beneficiaba para nada al muchacho. En lo absoluto que no.

     

    Tensó sus manos a ambos lados y contrarrestó a su profesora: — ¡no es mentira! — exclamó como respuesta única a las sugerencias de la mujer. De igual forma no le serviría de nada cualquier excusa que diera... adiós boleto con destino a casa. Su estancia en la clase y en esa selva seria prolongada. Miró todo el lugar nuevamente con gesto de frenesí.

     

    Pero tranquilas, yo me se resolver como para no perder—alternó la mirada entre ambas profesoras y se fue a escuchar el resto de la bienvenida.

     

    Bodrik al parecer había captado la indirecta de que mejores amigos por la calle y desconocidos en la academia. Eso lo emocionó aunque le sorprendió un poco viniendo de ella con lo dulce que era. Rápidamente y por instinto extrajo otro de sus cigarrillos y lo llevó a sus labios escudando muy atentamente las explicaciones que seguían. El aire frio espesándose a su alrededor y el estado climático amenazador. Se adaptaría al lugar y se lo propuso por el bien de su estancia en la clase.

     

    No era secreto alguno que el vampiro era flojo, así que no le sorprendió para nada no entender aquellas explicaciones que exponían las jefas. ¿En qué momento el chico estudiaría mitología si no hacía más que beber en locales por el Callejón Diagon? Carraspeó la garganta en mueca de sarcasmo. Vaya día de clase tendría; por suerte tenía a su única compañera a su disposición. Le dio un vistazo muy detallista.

     

    La chica ciertamente parecía a su perspectiva algo seria y educada, con valores e intelectual también. Pero... ¿sería capaz de relacionarse con él? No sabía pero lo averiguaría. Volvió la mirada nuevamente hasta las profesoras para sorprenderse con lo que decían ¿gigantes de piedra? ¿Caverna sub-marina? ¿Aves cantadoras? Ni hablar. Simplemente el peliblanco no pretendía enfrentar semejantes peligrosidades. Todo eso merecía una queja ante el departamento directivo. Lo haría apenas terminara con esa clase de generales, decidido.

     

    Por ahora sus prioridades eran superar la prueba aunque fuera por trampa, y para eso debía tener a su única compañera a su disposición ya que ella si contaba con varita y con el cocimiento necesario para no morir en el intento. Se las jugaría a todo o nada. La buscó con la mirada para descubrir que ya estaba camino a quien sabe dónde. El bosque era tan inmenso que le asustaba perderse en sus interiores.

     

    —¡Heeey!.. ¡yujuu! — Avanzaba para alcanzarla pero la chica estaba a una distancia considerable en donde dudaba que pudiera escucharlo—¡misu! — Volvió a llamarla sin obtener respuesta alguna— ¡guau! —nada—¡ash! ¡¿Pero que se cree es niña?! —gritó obstinado por no recibir atención de su compañera.

     

    Aceleró el paso para tratar de alcanzarla. No sabía su nombre y eso no le ayudaba tampoco. ¡Al diablo! Tenía que llegarle a esa mujer como dé lugar; se apuró hasta encontrarla a lo lejos del bosque y con varita en mano y dubitativa en algo que el vampiro no sabía.

     

    —Hola Vanessa— no sabía su nombre pero de alguna manera tenia que saludarla—¿en verdad puedo confiar en ti para salvaguardar mi pellejo? —claro, ese hombre de cabellos blancos siempre pensando en él y nadie más. Se encogió de hombros quitándole importancia al asunto; esa era su política, primero él, después él — En fin. ¡Ánimos, ánimos! Tu puedes, eres una gran hechicera y ese pajarraco no te vencerá, créeme— palabras irónicas. Pero si él no haría nada por encontrar la copa al menos tenía que alentar a su compañera y esa era su especialidad.

     

    Aunque resultara un poco sobreactuado tenía que hacerlo —y eso no es todo. Tienes que ejercítate porque te veo como un poco escuálida para pelear con esos gigantes de piedra que dice la profesora— su instinto le diecia que no, pero en la realidad necesita socializar y más si era ella la única persona capaz de hacerlo llegar hasta la copa—No te distraigo mas. Ve y enséñale a ese pájaro de lo que es capaz una mujer como vos mientras yo me fumo un tabaco—

     

    Se alejó hasta un árbol en donde disponía a disfrutar de un cigarrillo pero sin perderle vista de lo que hacía su compañera y nueva amiga Keira. El cambio climático empezaba a jugar en contra de ellos. Si su amiga no se daba prisa... temía que no fuese capaz de lograr el objetivo.

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  9. Caminaba a grandes y marcadas zancadas por los pasillos de la academia. Su cigarrillo dejaba un verdoso rastro tres él que se difuminaba con la escasa brisa que podía entrar en aquellos pasajes. No estaba en sus mejores días, y no había tenido los más cómodos de los momentos. Su cuerpo estaba tensado y su mirada rojiza irradiaba furor. En su mano derecha apretaba fuerte el pergamino que de manera repentina apreció en su dormitorio. Tan típico de esas clases. Ni se molesto en leerlo, se sabía de memoria lo que grababa ese objeto. Lo apretó un poco mientras ese trozo de papel se arrugaba pronunciablemente. Empezaba a arrepentirse de la decisión tomada meses atrás. Empujó la puerta un tanto brusco.

     

    Y como era de esperárselo, trasladores esperaban pacientemente por cada alumno. Por un momento deseó que estuvieran incompletos, tendría así excusa para no asistir a la clase. Pero no, eso nunca pasaba, su reciente estadía por lo academia se lo confirmaba. Gruñó. Lanzó el pergamino ahora hecho una bola de papel arrugado sobre la papelera y tomó lo último de su tabaco.

     

    -Hora de expedición Boys Scouts- agarró uno de los objetos trasladores esperando que no lo llevaran a un lugar que le causara desagrado y alimentara su ya creciente mal humor. Lanzó un último quejido al tiempo que el cosa hacia de las suyas.

     

    Una gran ola de frio lo recibió en un grueso abrazo que lo hizo estremecer. Un gran claro del bosque rodeado por una pared de altísimos pinos silvestres y una neblina tan espesa que daba la ilusión de una cortina. Rápidamente sus ojos y sistema se adaptaron al lugar. Ventaja de ser vampiro. Suspiró hondo; no había marcha atrás. Se maldijo por no haber vestido algo tan abrigado.

     

    Su camiseta negra de algodón a juego con su pantalón de cuero ajustado le hacía resaltar sin duda su exagerada blancura y sus ojos rojos como la sangre. Pero no le servía de nada con el clima que amenazaba con empeorar. Miró al cielo y se preguntó su llovería. Su blanca y perfecta cabellera se agitaba al compás de la solida brisa. Peinó su platinaba melena con sus mano para descubrir que ya volvía a su largo habitual luego de que aquella desagradable amiga osara en cortárselo por venganza. Se adelantó a un grueso árbol lo más minucioso que pudo.

     

    Ni mal ni bien; así calificaba el lugar. Al menos ese templado bosque no arremetía contra su genio vampírico como el paisaje anterior al que había asistido. Sacó uno de sus nuevos cigarros y se recostó sobre el tronco rocoso del árbol. Al parecer era de los primeros en llegar; tan atípico de él. Miraba a lo lejos como ambas profesoras terminaban de preparar el lugar sin notarlo. Rió por eso.

     

    Conocía a una de las guía pero no lo haría saber. Esperaba eso de ella también. Llevó su cigarrillo encendido a sus labios y mientras le restaba vida a su vicio miraba al cielo. Llovería pronto. Grandes bancos de pájaros volaban apresurados. Algunas malezas terrestres se asomaban por entre los matorrales como intrigados por esas personas que los visitaban. Por suerte no poseían el don del habla... sino el resto de la humanidad se enteraría de muchas cosas que hasta ahora consideran épico.

     

    No supo cómo ni cuándo el resto de sus compañeros llegaron. Pero allí estaban, ansiosos y expectantes; tan propio de los nuevos. No conocía a ningunos. Y en realidad no le importaban. Re-memorizó aquella primera vez dentro de la academia, ¡vaya! Había sido hacia tanto tiempo aquello. Cerró los ojos dejando que el frio y el viento lo golpearan mientras agudizaba sus sentidos para escuchar desde aquella distancia lo que decían todos. El cigarrillo en sus labios moría rápidamente. Aquella caja no le bastaría.

     

    -¿varita?- bingo. Excusa para ser deportado hacia las instalaciones de la academia. ¿Un mago sin varita? El hombre escasas veces portaba la suya y esta vez no era la excepción. Tampoco era que a esas alturas de su vida sabia usarla. Los duelos no les agradaban y por ende, ese objeto se quedaba en casa.

     

    Se acercó lo suficiente como para que lo escucharan e ignorando lo de presentarse habló:- ¡Yo no tengo varita!- su voz neutra. Apaciguada para no dejar mostrar su verdadera emoción.- ¿me devolverán a casa? – esperaba que sí. Miraba alternado a ambas mujeres- todo está muy lindo, el lugar de un templado agradable. Pero un mago sin varita es como un león sin sus colmillos- expresó con tanta frescura y ligereza que podía. Su aliento tan blanco como las nubes. Su cigarrillo entre sus labios.

     

    -Off-

    Buenas, soy Dorian 19 años; y nada, me gusta mucho el rock. Soy estudiante y flojo de naturaleza. Y no sé que mas decirle de mi.

     

    Manejo a un Vampiro arrogante, con muchos vicios, insoportable, mal portado y bueno... como él mismo, por como le dicen. También es bueno pero se deja llevar por los impulsos y así.

    Espero disfrutar esto qué es lo más importante.

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  10. La lengua al vampiro parecía resecársele. Si bien disfrutaba de cigarrillos no le era suficiente vicio para aplacar sus bajos instintos; le faltaba su complemento, sí, eso mismo... el licor; vicio, nocivo vicio que se lo consumía poco a poco. Se mordió la lengua para disimular la inquietud.

     

    Su rostro se ensombreció de alegría al tener a su padre haciéndole compañía; dio un vistazo a su alrededor y negó con la cabeza, medio consiente pero con ellos. Miró a la mujer con una espesa sonrisa en sus labios; había comprendido que los vicios la molestaba un poco, divertido para el vampiro; si bien tenía el don de molestar indirectamente a los demás entendió que su compañera se marcía un poco de respeto por todo lo que había soportado de su compañero. Suspiró. ¿Pero a quien engañaba? Se podía cambiar todo en la vida, ¿pero la personalidad? Ni hablar.

     

    -Una botella más, una botella menos. Es muy poco para mis ganas, eh ¿Cómo que era tu nombre?- otra vez olvidando las cosas. Apoyó la espalda en el respaldo de la silla maldiciéndose por las lagunas mentales que sufría. – Tengo tanta sed, mucha sed y una ligera botella no me satisfará – fue sincero. Su garganta se hacía agua tan solo por el olor de alcohol y cigarrillo que flotaba en el lugar.

     

    Torció una risa cómplice por ser tan predecible, o al menos para la chica, quien al parecer había bien interpretado al vampiro y de dos simples hechizos plantado un gordo barril de cerveza a su disposición. –Vaya habilidades para llamar el alcohol, me serian útiles aprenderlas- comentó alegre por el acto de la chica.

     

     

    Nada más gratificante que disfrutar de lo que se hace, y en compañía de personas queridas, más. Observó a su recién aparecido padre y una alegría lo cundió. No estaba en sus mejores condiciones pero al fin y al cabo podía hacerle compañía.-Sebes, no es mala idea- recogió un vaso de vidrio que rodaba por el suelo e inmediatamente lo llenó de la cerveza del barril-Yo, si- tragó hondo del vaso – una semana o una vida, pero creo que necesitaremos una paramédica- dijo aquello al reconocer el estado de su progenitor y las ganas que tenía el mismo de tragar alcohol -¿quieres ser la nuestra?-ronroneó y bebió más de su vaso.

     

    -Digo, a no ser que te quieras unir al clan de victimas arrolladas por el barril- añadió sin emoción alguna. Todo parecía apuntar que el peliblanco le avecinaba largas horas de diversión. Fondo blanco al vaso y suspiró de satisfacción.

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  11. Consciente de que todos sus compañeros se habían presentado y hasta la mujer que al parecer llevaría las riendas del grupo, el vampiro no podía dejar de parecerle todo aquello abrumador. Por un lado, estaba el hecho de que poco podía acoplarse a desconocidos, mientras que por el otro, estaba que el lugar no le era nada gratificante. Su mascota se revolvía animadamente entre las manos haciendo que su dueño lanzara cortas risas ahogadas. Repasó una vez más la localidad; paisajes arenosos, pocas personas bronceadas se paseaban y el potente sol dorado. Le hacía sentir dentro de la mismísima era de la esclavitud egipcia. Apretó los dientes ensimismado.

     

    Poco se había acostumbrad al lugar; extrañó en ese momento estar en una de sus preciadas fiestas muggles clandestinas. Las tabernas, bares, cabaret y aquella gama de lugares en donde el licor y los placeres volaban, era para el vampiro parte de su larga vida; todo lo contrario le sucedía rodeado de ese ambiente tan... tan... ¿polvoriento?

     

    No encontraba motivos para socializar con aquellos aprendices. No faltaba más, la mujer guía pareció notar su apatía acusándolo o insinuándole algo; no supo. Miró de reojo a la chica. ¿Cómo se atrevía a acusarlo de algo? luego comprendió que la mujer no lo conocía y no podía juzgarla. Quiso ponerla en su lugar, pero en lugar de eso le devolvió una sincera y cálida sonrisa.

     

    << Ash, que la rapte un faraón y la haga una obrera de construcción>> murmuró en un tono casi inaudible volviendo a recostarse en la sombra y alzando a su cuyo hasta su cara para luego hacerle miles de caras graciosas. Estudió a cada uno de la clase y suspiró cundo creyó que al parecer habían llegado a una idea en común.

     

    No aguantó más. Era consiente también de que lo que haría se vería un tanto extraño para los lugareños. No le importó y sacó uno de sus cigarrillos dándole largas caladas, saboreando cada sustancia que lo componía y restándoles importancia a sus amigos se alejaban. Fumar era sagrado, si, y heredado de su padre que siempre se lo permitía, así que no vio el porqué censurar aquello.

     

    Minutos después alcanzó al grupo justo antes de que cruzaran una especie de gran puerta de madera. Se adentró igual. Arqueó perfectamente una ceja incrédulo; - ¿Qué rayos es...- el paisaje que tenía enfrente era digno de comparar con aquel dicho de que “las apariencias engañan”. Ese pedazo de lugar parecía sacado de una verbena navideña, solo que en lugar de luces y detalles coloridos esta presentaba a hombres y mujeres caminado descalzos, los puestos hechos de madera vieja y todos los productos que exhibían parecían sacados de un museo paleolítico.

     

     

    Suspiró hondo para tratar de conectarse con la zona. Imposible, aunque el vampiro era coleccionista de piezas terrenales, la sensación de estar en un desierto soviético no se le quitaba. No apartaba la mirada de puesto en puesto teniendo en cuenta que aquellas personas los registraban como seres foráneos a juzgar por la intensidad de las miradas recibidas.

     

    Poco habían avanzado cuando todo su clan se detuvo de golpe. No comprendió lo siguiente. De pronto otra extraña y alterada fémina interceptó a la profesora. Algo pasaba y de eso estaba seguro el vampiro. ¿Pero... qué? No sabía. Todos a su alrededor parecían concentrarse en ellos, las personas huían como si estuviesen escapando de una de las siete plagas de Egipto haciendo que sus compañeros se alertaran. Otro hombre asustado pedía auxilio en nombre de... ¿una princesa? ¿Un rey? Debían estar de broma, ¿existían ese tipo de realeza en aquel viejo lugar? Irónico, pero el extraño había convencido a la jefe.

     

    -¡Si, si llévatela y has de ella el banquete del re...- su grito se enmudeció poco a poco deteniendo sus brincos de alegría y bajando ese puño de guerra. Su conciencia le había fallado, y aunque Stnazi le había tomado cierta apatía a la mujer por cómo le había hablado luego de las presentaciones... estaba muy fuera de lugar lo que hacía; se incomodó un poco con sus compañeros.

     

    ¡Forasteros!

     

    -¿Forasteros?- repitió para sí mismo, no lo creía. Perdió a las mujeres de vista y todo el grupo se alborotó en busca de defensas contra el cumulo de guardias que se alzaban contra ellos. Problemas; entendió y lo había presentido justo en el momento que apareció en el territorio. Bufó irritado. Recibía empujones y codazos por todos lados. De pronto todo se volvió un caos, las tiendas en su mayorías estaban destruidas. Cada uno de sus acompañantes intentando salir ileso de todo.

     

    Su corazón se agitaba mientras palpaba el interior de su bandolero. Desesperado rebuscó en el bolso con ambas manos. No, no podía ser... y menos en ese momento. Su mascota había desaparecido. Un sentimiento de tristeza lo inundó. No podía dejar que ese animal se le perdiera. No, era un regalo muy apreciado de su padre. Su mente se nubló y todo su alrededor pareció detenerse y silenciarse. Sus ojos se paseaban inquietos por todos lados.

     

    ¡Lo vio! Merodeando por debajo de una destartalada mesa de palo. Asustado, tembloroso y abandonando el sitio. Aquella bola de pelo era inconfundible para su amo. Todo y todos dejaron de importarle y lo único que le interesaba ahora era recuperara a su mascota. Se lanzó a cuatro patas gateando en dirección de animalito; como era de esperárselo el animal se perdía con facilidad pero el de los ojos rojos no detenía su marcha, persiguiéndolo por debajo de objetos y de personas, esquivando patadas y tragando tierra. El cuyo corría a gran velocidad y solo el largo pelaje le frenaba. Stnazi no miraba hacia atrás, sus manos y sus pies sin parar. Perdió todos los sentidos concentrándolos solo en rescatar a su mascota.

     

    -¡Te tengo!- exclamó al pescar al animal –valiente bola de pelos, ¿eh? Calmaos chico, calma- alentaba a su asustado cuyo, mimándolo y apretándolo contra él. Por ese animal deba su vida. El peliblanco sudaba, su pecho subía y bajaba agitado, su garganta pidiéndole agua. Se levantó del suelo hecho un caos de personalidad; decidió volver pero se detuvo en seco al instante en que comprendió que no sabía por dónde hacerlo. Rodeado de un ambiente barroco y soleado, lleno de piedras y desolado. Sus facciones cambiaron a preocupación.

     

    Perdido y agotado – genial- murmuró. Netamente no reconocía el lugar. Todas las cazuelas le eran iguales, todas parecidas hechas de barro y por la misma mano. Sus sentidos vampíricos no le permitían tampoco detectar a sus compañeros. Estaba perdido, concluyó. Cansado, obstinado y solo... bueno, no tan solo. Se aferró a su mascota. Detectó como se proyectaba una sombra en el arenoso suelo. Subió la mirada para descubrir que el origen era una sicodélica alfombra voladora, batió la cabeza ante lo que veía. No, no deliraba, una cuadrada alfombra mágica cruzaba le cielo a gran velocidad.

     

    Bajando la mirada sus orbes delineaban las figuras de tres furiosos guardias similares a los que habían acechado a sus amigos. El trío miraban al vampiro afilante; al parecer lo habían perseguido y a juzgar por su lenguaje corporal, no estaban decididos a dejarlo ir.

     

    - Problemas, pro-ble-mas- sentenció abrazando a su mascota. Se giraba lenta y mecánicamente con una sonrisa dirigida a los tres hombres, resuelto a escapar. Cuantas cosas malas podían provocarle la estadía en ese lugar... no había nacido para morir en manos de unos guardias árabes, No.

  12. Lanzó un bufido esperanzador al terminar de leer la nota adjunta al paquete que extrañamente había aparecido en su cama. Su aspecto desaliñado dejaba notar que no había pasado la noche durmiendo. Las incontables botellas de licor y colillas de cigarrillos daban a entender lo que realmente había estado haciendo. Su reproductor lanzó la última nota de la música rock metal que sonaba silenciándose de inmediato.

     

    De improvisto. ¿Por qué siempre la academia avisaba a sus alumnos de manera improvisada? Era una cosa que no había entendido a lo largo de su reciente estadía por ella. ¿Sería acaso una especie de prueba pre-ingreso? Si se trataba de medir la responsabilidad pues, el vampiro se llevaría muchos negativos. Pasó las manos por su cabeza alisando la maraña de cabellos plateados que le caían ahora hasta la altura de las orejas en cascada desiguales. Repasó su vestimenta; los mismo pantalones de cueros mojados con los que había dormido, la misma playera negra ajustada a su cuerpo y arrugada en muchas partes y la bota de combate de cuero; dudó en cambiarse. Retomó el sueño perdido y dos horas después se decidió en tomar el traslador.

     

    No sabía en qué parte del mundo se encontraba. El intenso calor lo rozaba acechando su pálida piel. Frunció el ceño para poder escanear el lugar. Montañas y figura de arena era lo que parecía imponerse; comprendió que debía tratarse de una parte del continente asiático del mundo. Gruñó. Sacó su dorada petaca repleta de licor y tomó un largo trago de la misma para calmar la sed que le provocaba aquel brillante sol. Se obstinaba por el lugar. Era un vampiro, y aunque mucho se alteraba de su estadía bajo la luz de sol, algo había de de realidad en ello. Si no conseguía donde cubrirse de aquel astro su piel sufriría las consecuencias, y su sucia y arruga ropa no lo ayudaba de mucho.

     

    Caminó rápido al detectar un grupo de personas que a su percepción no encajaban con el lugar. Puso los ojos en blanco y los alcanzó al fin. Nuevo, como estudiante nuevo era como se sentía el vampiro estando rodeado de aquellos principiantes. Si bien recientemente y luego de tardarse muchos años en graduarse en la academia, aun no tenía claro el porqué había decidido repetirla, no se arrepentía tampoco. Sacó uno de sus cigarrillos especiales cortesía de su padre y se fue a colocar en un pedazo del lugar en el que poco era alcanzado por los rayos del sol. Vicios... adorables vicios por lo que se mantenía vivo, sin ellos no viviría, y ya estaba comprobado. Cerró los ojos mientras daba caladas a su cigarro, única cosa en el mundo que le hacía sentirse relajado. Ignoraba a los presentes y a lo lejos escuchaba lo que decía quien aparentemente seria la profesora, o guía; no sabia aun.

     

    Se recostó sobre una rocosa pared repasando toda su vida hasta la actualidad. Si bien el vampiro era tildado como la persona más indeseable, repugnante y maleducado, le gustaba esa larga lista de títulos divirtiéndose cada día más y eso era lo que realmente le importaba; tan solo vivía de placer y para ser sincero le resbalaba todos aquellos comentarios que sabía bien se mantenían flotantes entre todos sus conocidos. Dio otra calada a su cigarro y esparció una extensión de humo verdoso a su alrededor impaciente a lo que realmente importaba de la clase.

     

    Ser sociable no existía en su ser. Tampoco le importaba tener compañía o no, ni mucho menos lo que acontecía a su alrededor si no lo involucraba a él. Un cosquilleo incesable lo sacó de su ensimismamiento. ¡Sorpresa! Su mascota se había colado muy ágilmente en el bandolero que colgaba en uno de hombros. Extrajo a su pequeño cuyo de largo pelaje blanco, marrón y negro acunándolo en su pecho; como quería ese animal, le hacía recordar a su padre. Era aquella mascota un regalo de su querido padre- vulgaris, hombre ¿Qué rayos haces acá?- le preguntó animado al animal como si esperara una prepuesta del mismo.

     

    No había marcha atrás para devolver al animal y tampoco era que el vampiro tenía ganas de devolverlo. Se relajó de hombros no importándole si aprobaran o no la permanencia de su pequeña mascota. Jugaba con su peludo animal a la víspera de acciones importantes con el cigarrillo entre sus labios olvidando todo lo que hacían sus compañeros <<Caluroso. Aburrido y largo día>> acotó para sí mismo.

     

    -Off-

    Buenas, soy Dorian 19 años; y nada, me gusta mucho el rock. Soy estudiante y flojo de naturaleza. Y no sé que mas decirle de mi u.u

    Manejo a un Vampiro arrogante, con muchos vicios, insoportable, mal portado y bueno... como él mismo, por como le dicen. También es bueno pero se deja llevar por los impulsos y así.

    Espero disfrutar esto que es lo mas importante.

  13. -Exactamente como dice la nueva jefa de la casa, chicos – afirmó lo que decía la voz femenina que se alzaba. No consiente de cuando y como había llegado, eso lo desconcertó un poco. No lo dejaría notar tampoco- Y aprovechando la presencia de... ¿Mery? – su voz se quebró ante la revelación de la nueva jefa –aprovechen muchachos, y caguense a ella-la señaló torciendo una risa de maldad. Se acomodó en su sillón concentrándose en su cigarrillo que casi llegaba a su final.

     

    Tragó humo. Como extrañaría esa casa luego de que se graduara. Estaba seguro de eso. Era de los pocos lugares en la academia que podía hacer... bueno, literalmente lo que quisiera. Desafiar, incumplir órdenes, fumar... fumar....y fumar. Y lo mejor de todo era que uno de los jefes se lo permitía abiertamente. Por cosas y personas así era que el vampiro era tan vicioso y extraño como resultaba. Suspiró

     

    Le echó un vistazo rápido al grupo. Ya había quien se encargara del pelotón, eso le agradó. Siendo así sus labores se minimizarían, y mucho; rio ante la idea. Pero al parecer na bastaba un jefe para dirigirlos. Lo supo al instante que detectó a su padre en medio de sus compañeros. Se miraba tan entusiasmando. Puso los ojos en blanco ante la propuesta que este hacia. ¿De verdad era un fanático de los viajes submarinos? Negó con la cabeza. Supuso que quizás por la naturaleza de la casa, Tritones del Rio Wyre, así se llamaba ¿no? Era obvio que tendrían que rendir honor al nombre.

     

    - Vas perfeccionando, Señor Ishaya- le ironizó al hombre desde su sillón – Pero en realidad te iba a decir que bajo el agua no puedo fumar – meneó un cigarro encendido entre sus dedos- Como ya sabes... pues, yo prefiero quedarme acá donde estoy para recibir a uno que otro rezagado o bien para servir de compañía a quien decida no asistir a la expedición- hablaba con sinceridad. Nunca antes hablaba tan sincero. – y por cierto, gracias por mis provisiones, las disfruto, padre- miraba el cigarro encendido.

     

    Acomodado en el sillón que parecía amoldado a su figura y concentrado exclusivamente en su vicio, pero atento a la decisión de los muchachos. Estar solo le hacía tan bien. Que sería de él sin cigarrillos ni vicios. ¿Y sin nadie que pagara por sus provisiones de vicios? Moriría, de verdad que moriría.

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  14. Le extrañó ver a su padre de vuelta en la sala común. Stnazi llevaba mucho tiempo en la casa de los tritones, pero ahora con su nuevo cargo dentro de la misma tenía esa sensación de nuevo. Y sinceramente no le gustaba ese nuevo título que tenia, representaba mucha responsabilidad que ni el sabia que podría cumplir. Infló su pecho de aire esperanzado, soltó todo el aire de golpe. ¿Cómo reaccionaría su padre si el Vampiro le dijera que no quería ser más... eso? Pero no se lo diría, no. Afín de cuenta faltaba poco para graduarse y dejaría de serlo; claro, si es que las notas que había acumulado en la academia eran suficientes para aprobar.

     

    <<Problemas>> repitió mentalmente, en su lugar decidió llevarle la corriente – en ese caso padre, hay dos problemas. No llevo una varita conmigo y nunca en mi vida se me habría cruzado por la mente que eso fuer aun hechizo – era sincero. Se terminó de voltear para encararlo completo. Le sonrió. No, sin duda no le podía decir lo que tenía en mente. Y sincerándose pues, ya el pertenecer por largos años en la casa le hiso tomar cariño a la misma.

     

    Cogió las cajas de Cigarrillo en el aire y desesperadamente llevó un o a sus labios disfrutando el sabor de este –Eres lo máximo. No sé qué sería de mí sin nadie que pagara por mis provisiones de vicios. Aunque falta un botella de tequila y todo normal...

     

    Sus palabras fueron cortadas por voces. Voces irreconocibles por él. Le dio una mirada significativa a su padre y se dirigió al lugar a empezar a realizar las labores que por su nuevo título en la casa tenía que cumplir – hora de recibimientos... ¿ehh? yo me encargo, tu a lo que estabas – le exclamó sin dejar de caminar en dirección al los murmullos.

     

    Todo igual en la sala. Lo único diferente eran las personas que habían llegado. Y aunque el vampiro no los alertó llegar, allí estaban, felices y expectantes. Se adelantó al centro del grupo. Dio una rápida calda a su cigarrillo para luego retenerlo entre sus dedos.

     

    Dudó antes de hablar. Nunca había echo eso. Y le preocupaba que por su manera de ser los chicos le tomaran apatía. Tomó otra bocanada de su cigarrillo y se relajó. Al diablo lo que pensaran de su personalidad- Bien, bien bien... Debo darles la bienvenida al cambio como regla, pero no como mi regla- empezó indeciso alzando la voz. Se notó incoherente. Batió su cabeza para tratar de reorganizar todo- ok, hagan que no escucharon eso- pausó.

     

    -Todas las cualidades que poseen los hacen una persona demasiado especial para pertenecer a esta casa. Pueden contar con los jefes de forma incondicional desde el momento de esta bienvenida y por mucho tiempo más de forma incondicional – se sorprendió por lo que dijo. Nunca en su larga vida de vampiro habría dicho algo tan.... solo esperaba no sonar ambiguo – ¿Eso sonó creíble? – le preguntó al grupo para confirmarlo. Su cigarro entre sus labios y su mirada repasando a cada uno de los presentes.

     

    -Sí, bueno. Solo les quería dar la bienvenida formal- hablaba con el cigarro aun entre sus labios de donde escapaban largas extensiones de humo- Y bien... son libres ahora de elegir que hacer. Claro, si yo tuviera una varita encima les daría algo que les agrade. Pero si alguien tiene una extra... excelente- terminó para irse a sentar a un sofá. Pero antes recordó.

     

    - Obvio, ustedes se preguntaran porque hacerme caso... y bueno, soy el actual prefecto de la casa. Cualquier reclamo a mis superiores – borneó con eso y continuó su camino.

     

    Sentado ahora concentrado en su vicio y esperando en si algunos de lo jóvenes tuviera algo que reprocharle.

  15. -Sí, bien. Gracias –alcanzaba con la punta de su cigarro la exagerada llamarada que la mujer le ofrecía - a veces pienso que los hechizos son tan útiles. Y esta llama es como para el cigarrillo de la estatua de la libertad sabes- fumó largo y concentrado. El frio amortiguando en su sistema.

     

    Sus agudizados oídos le permitieron escuchar una voz proveniente del interior de la taberna, y no cualquier voz. ¿Su padre? Tenía que saber que le pasaba, se alertó. Aunque bien sabia que los estragos del licor eran capaces de mucho, pero aun así necesitaba saber que todo iba normal y que aun su padre vivía. Dudó lo último.

     

    -Vamos adentro- arrastró a la mujer al interior nuevamente. Todo normal; hombres borracho, gritos, peleas... Pero su padre no estaba donde lo habían dejado. Suspiró hondo notando la falta que ya le hacia el licor, encaró a la mujer –si, de seguro algún borracho lo habrá raptado para una especia de fiesta bacanal. Es lo único que se me ocurre. ¿Y a ti? -

     

    Horas antes de haber estado con la mujer se había dado cuenta del tétrico estado en el que el licor había dejado a su padre, y la mujer lo confirmaba. No se preocupó mucho por ese hombre. Bien se sabía cuidar, pero con mucho alcohol haciendo corto circuitos en su sistema... oscilaba un poco. Se sentó en la me mas próxima esperando que la mujer hiciera lo mismo. Fumó largo de su cigarrillo.

     

    -¿Puede hacer algo como lo que hiciste con el fuego pero para invocar un especia de barril de cerveza?- necesitaba licor. Las espinas eran más fáciles de sacar cuando se estaba ebrio. Acabó de un jalón su cigarro y soltó el humo por la boca- conociendo al Señor Ishaya, llegara más mas tarde que nunca, llegara... – aseguró.

     

    Las palabras del vampiro fueron cumplidos. Al terminar de formular aquello Ishaya apareció dela nada. Más borracho y mugriento de cómo lo recordaba. En ese estado no era ni la cuarta parte de cómo acostumbraba ser, había perdido toda su elegancia o bien, el licor se había llevado toda su figurante y dejando en él todo un aspecto desaliñado. Lo miró fijamente. Al parecer no consiente de lo que decía, pero aun así le agradaba. Sonrió cómplice. Aquel hombre alimentaba sus ganas de vicios.

     

    -¿Dónde estabas? Padre. Te creí secuestrado por un grupo traficante de placeres bajos. ¿Me das licor? ¿Cigarrillos? Anda – trató de sonar lo más delicado posible. No sabía si su padre pudiera con un agota mas de licor, lo averiguaría. Le arrebató la botella de tequila que el hombre tenía y la vació de un trago. Eructó satisfecho.

     

    -Olvida el barril- le decía ahora a Bodrik – necesitamos ahora al menos dos grandes barriles y unas cuantas cajas de cigarrillos. Por ahora. ¿Puedes? No acepto un no.

     

    -Toma asiento donde quieras padre. Creo que sobre la mesa te vendría bien- lo invitó alegre. El vampiro necesitaba una compañía que estuviera a su nivel de vicios y ese hombre era uno de los pocos que conocía – bebamos bastante.

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  16. ¿De verdad faltaba mucho para acabar con el simulacro? Contaba los minutos y los hechizos que lanzaban. Al diablo todo. Estos serian los últimos hechizos que el vampiro pretendía lanzar, sean malos o bueno. Sería su último movimiento guste a quien le gusten. Terminó su cigarrillo y mecánicamente sacó otro. Volvió a escanear el lugar y observó como al parecer sus compañeros ya se habían recompuesto de todo lo que los afectaba. Le agradó eso, así no lo necesitarían más. Alzó una ceja con desdén pensando en su ataque de despedida.

     

    Repasaba uno a uno los integrantes del equipo contrario. No escondía que eso de lastimar a los demás les parecía agradable. Encontró al fin un muchacho a quien dirigir el hechizo que tenía en mente -Séneca- gruñó muy claro. El efecto dirigido a Vrael sería instantáneo si este no lograba impedirlo. Provocándole el mismo fuerte resequedad en la boca imposibilitándole hablar por una línea de tiempo considerable. Divertido, torció una risa.

     

    Pero su despedida no será tan simple, tampoco es que desperdiciaría una acción. Terminó su cigarrillo y habló por lo bajo –sectusempra- apuntando al mismo hombre, Vrael. Lástima; empezaba a caerle bien. Pero ya el hechizo viajaba con furia hacia al pecho de este esperando impactar su objetivo y provocarle la chico múltiples heridas en toda la zona del pecho. El hombre necesitaría atención urgente para esto, o de lo contrario su muerta seria sangrantemente rápida.

     

    Sacó el último de sus cigarrillos fumándolo inmediatamente. Se giró sobre sus talones y emprendió una lenta marcha hacia la salida, decidido. Su parte ya estaba hecha. El humo dejando un verdoso rastro tras él.

  17. Largas caldas a su cigarrillo y este parecía morir poco a poco; tragó una buena cantidad de humo y escaneó la periferia de la arena de batalla tratando de ubicar detalles que le salvara la vida. Todo empeorando, bufó. Estaba desesperado por terminar esta fase de la academia. Se concentró en sus compañeros de bando y pudo notar como a metros de él Eliot yacía envenenado por algún ataque recibido, según la apreciación del vampiro. Sinceramente no le importó, a fin de cuenta estaba claro que eso no era más que un simple simulacro. Fumó de su vicio. Pero otra vez la pelea de conciencia abría paso en su mente. Al final y en contra de es sus valores tenían que salvar otra vida. Gruñó.

     

    Algo le llamó la atención. Algo que aprecia con vida propia y volar a gran velocidad a su dirección. Algo que nunca el vampiro había visto. Agudizó su visón y se preocupó con lo que vio venir. Doces media lunas, afiladas y con furias. Problemas, era aquí donde se maldecía por ser tan torpe en estas cosas. Forzó su mente y en lo muy profundo un hechizo surgió como espuma

     

    –Evanesco- pensó apuntando a la docena de medias lunas que volaban amenazantes. Al instante todas estas desaparecieron sin más ni menos gracias al efecto del hechizo que lanzó. Salvado, por ahora. Se dijo mentalmente.

     

    Probó de su cigarrillo y especia el humo a su alrededor. Las cosas se tornaban peligrosas; al menos para los demás. Se alegró por eso. Recordó a Eliot envenenado. No quiera ayudarlo. Como detestaba los actos de caridad ¿acaso no podían pasar desapercibido como él? Puso los ojos en blanco. Lo apuntó con su varita y musitó:

     

    -Morphos- direccionando el hechizo a la bota de Eliot. Y tal como lo había hecho anteriormente con su compañera el calzado se convertiría en un Beozar de mucha ayuda al hombre para combatir el veneno que corría en su sistema gracias al hechizo que lo había impactado.

  18. Fumó lo último que su cigarrillo le brindaba y lanzó el resto al suelo rematándolo con la punta del zapato. Punto máximo del aburrimiento, y todo aquel escenario de hechizos lo desconcertaba. Volvió la mirada a su mascota invocada. Tonto animal, pensó a verlo desaparecer. Miró a sus compañeros y detectó como su compañera wonderfairytale era vilmente atacada múltiple veces con descaro. Subió la mirada y descubrió además como la gran muralla había desaparecido sin dejar rastro alguno, ahora todo era visible en ambas direcciones. Se sorprendió.

     

    Con todo y lo asocial que podía ser, no podía dejar morir a uno de su equipo, seria my cruel de su parte. Con un desdén pensó muy claro –Episkey- dirigiendo aquello a wonderfairytale, quien lo necesitaba de emergencia para curarle de los estragos que le ocasionaban un poderoso fuego Maldito que le atacaba. Suspiró luego de aquello. Necesitaba más que eso, cayó en cuenta.

     

    Y así fue como su segundo movimiento sobresalió, sus instintos oscuros le gritaban que no lo hicieran, pero la situación lo ameritaba – ¡Morphos!- Exclamó arrepentido apuntando esta vez a una de las botas que wonderfairytale calzaba. Luego se encargaría de saldar deudas con su personalidad. Por ahora, solo esperaba que el hechizo lograra su cumplido para convertir el calzado en un Beozar que le sirviera a la muchacha como medicina para todo el veneno que su sistema portaba a causa de una avispa marina que le amenazaba. Tan solo quedaba que la hembra actuara rápido y tragara aquel Beozar.

     

    Se aligeró. No tenía más que hacer, por ahora. Sacó uno de sus cigarrillos y apresuradamente lo llevó a sus labios.

  19. No era el único que sentía frió, eso le alegró. La mujer parecía impaciente por calentarse toda, pensó en que tal vez salir había sido una mala elección, como todo lo que hacía. Un trago mas a la botella y ya estaba vacía; aquel liquido bajando por su garganta y calentando parte de su interior, refrescante. Sonrió satisfecho. Lanzó la botella ahora vacía por los aires y se concentró en su compañera.

     

    -Sí, tengo finos modales y un embudo como garganta, agradécemelo- habló seco. Miró a la luna potente que alumbraba como un gran foco de luz platinado. Muy seguro de que aquella chica aun parecía soportar al vampiro. Todo tiene su final, se cansaría al final de la actitud de hombre. No ocultaba que esto le parecía interesante, su única oportunidad de saber cómo funcionaba el bando al que pertenecía ahora. Como si no pensara seguir siendo un nómada de bandos, rió malicioso ante la idea. Pasó la lengua por sus labios saboreando lo último del licor que estaba impregnado en sus labios.

     

    -Difícil...- comenzó a responderle a la mujer lo referente a la orden- muy difícil viniendo de mí. Puedo prometer ordenar mis objetos. Pero no garantizo que en un futuro muy cerca se derrumbe todo creando un desorden mundial- fijó su mirada a la nada aun apoyado contra la pared –si, así funciono, como cuando creas un hermosa pieza de lego, te aburres luego y le das una patada creando una gran lluvia de ellos. Así mismo. - sacó un cigarro y se maldijo al no encontrar el encendedor en entre la liga de su short- Si alguien quiere que cree una gran figura de lego propensa a los derrumbe, bien. Si no, otro arquitecto a ese proyecto – terminó sin apartar la mirada de la luna. La briza golpeando su rostro.

     

    -¿Tienes encendedor?- lo dudaba, pero aun así era la única persona que tenía cerca. O moriría en el intento. Llevó el cigarro apagado a sus labios resuelto a encontrar algo con que encender su vicio.

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  20. Rayos volaban por los aires como flechas y criaturas invocadas decían presente simbolizando el inicio de la redada, aunque le vampiro no supo cómo ni cuándo. No se molestó en ocultar su identidad, dentro de lo que cabe eso le parecía un gesto infantil. Aparte, no era como si no sabrían quienes eran, podía saber quién era cada uno al menos de vista. Decidió atacar, se sentía extraño aun; no encontraba todavía el sentido de esto.

     

    Se adelantó escaneando el lugar en busca de una persona del bando contrario para lanzar su primer hechizo, y lo encontró. Muy adentrado en el encontró, alto, pálido y de cabellos marrones y al parecer muy alegre con lo que hacía. Era a él. Decidió al fin.

     

    -Morphos- exclamó por lo bajo apuntando a una de las estatuas de dos metros cúbico, la que representaba a un dragón. De inmediato esta alcanzó la forma de un brillante y hambriento tigre de véngala de la misma masa corporal. Y como única misión tenia la de desgárrale las muñecas a Nico. Lindo para mancharse de sangre, pensó divertido.

     

    Escaneó a cada uno de los presentes. Todo normal, a su parecer. Dio una larga calada a su cigarrillo, calmando con esto el frío en su interior. Y al caer en cuenta que aquel animal no detendría al hombre por mucho decidió mandarle otro hechizo.

     

    Apuntó a Nico con la varita, diciendo con voz clara –Sectusempra- observaba como el rayo salía disparado en su dirección. Esperando que lograra cumplir su cometido y provocar incontables heridas en todo el tórax del muchacho, de ser así se desangraría de no aplicarse un episkey.

     

    Volvió a concentrarse en su vicio dando largas caladas al mismo. Soltó al fin una gran extensión de humo verdoso de su boca. Se aburría notablemente.

  21. <<Pastillas de mentas... pastillas de mentas>>aun procesaba aquello. Le dieron ganas de tomar al hombre y escupirle una gran bocanada de aliento en la nariz para que sintiera de verdad su aliento de brebaje y cigarro. Muy atrevido el hombre. Respiró hondo para tratar de olvidar aquello; luego lo pagaría, pensó. Por ahora, su objetivo primordial era el tomar licor y tratar de convencerlo de dejarlo fumar. Sostuvo la mirada de muchacho y pensó en que como iban las cosas no llegarían a ser tan siquiera conocidos.

     

    -¡Espera! ¿Mascota?- estaba desconcertado con eso – ¿tengo cara de perro? ¿Gato? O ¿Hipogrifo?- con cada palabra más cerca del rostro del hombre estaba – no creo tener cara de mascota, amigo. Ser un vampiro no me hace animal ni mucho menos merecedor de un dueño, no soy animal de nadie, ni hoy, ni mañana, ni nunca – le espetó ahora muy cerca de la cara de muchacho a modo de venganza por haberle insinuado que su aliento apestaba; quería desaparecer esa sonrisa que sostenía. Le arrebató de golpe la botella que le ofrecía y volvió a su posición.

     

    Tragó de aquella botella. Su garganta recibió aquel líquido como limonada recibe el azúcar, acogedor, su sistema lo aceptó; aunque el vampiro bebía desesperado aquel licor le parecía al mismo tiempo el más suave y cálido que había probado en su vida. Pero era mejor que mantenerse lejos del alcance de su vicio. Vació la botella y tiró la misma vacía al suelo observando cómo su acompañante trataba de soportar el whisky que ingería; más divertido aun para el vampiro ver eso, soltó una carcajada.

     

    -Pues, tendrás que internarme cien años en un centro de rehabilitación intensivo y desparecer todo el licor del mundo, que para algo están hechos ¿no?- le replicó a la sugerencia que le hacia el hombre de aportarlo de los licores – Y por dios, no soy tu mascota. ¿Me tienes un collar anti pulgas o un licencia de propiedad que lo demuestre?- se irritó con eso. No le gustaba que lo compararan con un animal. Stnazi podría ser señalado de cualquier cosa, pero ¿de animal? ¿Acaso su aspecto físico o su comportamiento estaban tan cerca de la vida de un animal? -Los vampiros no son animales- bufó.

     

    Alzó una ceja y llevó las manos a su cintura atento a las palabras del chico. Tenía que ser una broma, y de muy mal gusto para el vampiro. Nunca nadie se había interpuesto entre los vicios y él. No podía ocultar que aquel reto le parecía interesante, pero aun así no dejaría que ese recién conocido pusiera distancia entre el alcohol y él, no – ¿seguro?- le preguntó con las misma ironía que el hombre había usado. En un movimiento rápido y brusco le usurpó la botella de las manos a Cillian, la bebió toda de un trago. Aquel hombre debería de agradecérselo, lo había liberado de una tortura que él no parecía soportar- dame las gracias por terminar la botella que tu no podrías aunque pasaras toda la noche con ella – le agitó la botella vacía en la cara, divertido.

     

    -¡Oh! Pensé que decía eso en mis pensamientos, veo que mi mente hablaba en altavoz – le pareció increíble que ese hombre tuviera el sentido del oído tan desarrollado para ser humano y escuchar lo que él murmuraba –ah, ¿sí?- le siguió el juego- dime como, por que lo de fumar y beber pareces impedírmelo, aunque pensándolo bien no tengo porque mostrar resistencia a tus impedimentos – agregó en un tono cortante.

     

    Sacó uno de sus cigarrillos y lo llevó a sus labios sin encender el mismo- o me muestras el modo de cumplir mis plegaria o bien puedo hacerlo yo mismo- hablaba con el cigarrillo en sus labios, extrajo el encendedor y proporcionó una azulada y pequeña llama de este, la llevó casi hasta su cigarro – Decide, o es licor o es cigarro- sabia que eso irritaría el joven. Pero quería dejarle claro que entre él y los vicios nada se interponía. Quería además conocer hasta donde era capaz de soportarlo aquel muchacho.

  22. Estaba decidido a sacar otro de sus cigarros y consumirlo, llevó sus dedos a uno pero en el último momento se arrepintió al analizar mejor la sugerencia de la mujer hacía su vicio. Se percató igual de que las facciones de Bodrik cambiaban con cada cigarro que el vampiro fumaba. Bufó molesto ante la idea de no poder fumar. Más adelante lo haría, se decidió.

     

    Consiente también de cómo la mujer parecía divertirse como nunca en su vida ante las palabras de él, Stan intentó por primera vez desde que la había conocido moderar las consecuencias del licor. Adelantó su tronco lo mas que pudo a la mujer – ¿nombre? Bueno, yo podría llamarme Dorian, Lenin, Spencer, Federico o bien puedes bautizarme San bebedor- puntualizó meneando la cabeza de lado a lado en cada palabra. Decidió ignorar el resto para no entrar en detalles.

     

    -No estaría mal que los muggles tuvieran un defensor que los ayudara a mantener sus sucias fiestas. Como las disfruto- volvió a burlarse de la mujer- si, un gusto también, señorita fresa- soltó la mano de la mujer para sacar otro cigarro, lo volvió a desechar cuando la mujer se lo impidió. Gruñó, quería fumar, su cuerpo ya se lo pedía a gritos.

     

    Se puso de pie sobre la mesa y brincó de la misma cayendo al lado de la mujer resuelto a emprender camino al exterior de la taberna, pero no sin antes despedirse de su borracho padre –Adiós, querido y borracho padre –besó la frente del hombre y lo empujó, el cuerpo dormido de Ishaya calló de golpe a la mesa sin mostrar dolor alguno, no era que en ese estado sintiera tan siquiera su respirar. Se giró alegre y alcanzó a la mujer.

     

    -No es que esperabas un ambiente lleno de flores e inciensos por acá. Pero si, tomar aire puro a veces es bueno... ¿Bodgri?- le musitaba mientras caminaban en dirección a la puerta. No alcanzándola sin sufrir los estragos de los viejos borrachos presentes en la taberna. Golpes, manoseos, rocíos de licor e insultos; así fue como terminaron cerca de la puerta; el vampiro acostumbrado a eso, pero dudaba que aquella fresa mujer lo estuviera, parecía algo estresada con eso y el vampiro se burlaba por aquello.

     

    Una vez fuera del local una gran ola de aire húmedo, frio y limpio golpeó su rostro revolviendo sus platinados cabellos. El frio parecía colarse por dentro de sus cortos short abrazándole las pálidas piernas, mientras que su tórax y pecho le pedía mas abrigo que esa simple franelilla de dormir; fue con eso que había recordado la forma en que vestía. Se abrazó para acalorarse un poco. Necesitaba cigarrillo que le calentara por dentro. Le arrebató la botella a la mujer.

     

    -Y bien...- se recostó sobre la pared posicionando un pie en la misma- ¿mucho mejor?- preguntó al notar como la mujer respiraba hondo. Tragó largamente de su botella dejándola por la mitad – cuéntame, ¿qué cosas no debo hacer para no ser echado de la orden? –le preguntó mas por conocer lo prohibido que lo que realmente tenía que hacer allí. Bebió otro trago de la botella.

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  23. La mano de stnazi colgada aun en el aire. Bufó de cansancio, aquel chico parecía decidido a no aceptar el gesto. El vampiro solo pensaba en el licor, cigarrillos y en la salida... y diversión. Se mordió el labio con maldad. La intensidad de la briza parecía poner entre ellos un muro de hierro haciendo que ambos parpadearan repentinas veces. La sal arrastrada por el viendo invadía el cabello del hombre, aquello le pareció divertido y pensó en que quizás el también tuviera su melena cubierta de sal, pero el color de ellos se encargarían de invisibilizar todo.

     

    -Querido, cuando llevas más de una semana ingiriendo licor sin pausar créeme que hasta caminar se te olvida- le contestaba - sin embargo, portando sangre vampírica aquellos efectos son casi inmunes en mi, casi- remató con tanta elegancia que pudo subiendo la barbilla y enderezando su espalda –soy un alcohólico-.

     

    Estudiaba al muchacho que tenía enfrente. No estaba seguro de si hasta ese punto lo ayudaría, parecía dudoso; y como no, aun eran dos desconocidos y se supone que se debe desconfiar de las personas que no conoces ¿cierto? Apretaba a su peluda mascota en su estomago, el animal parecía excitarse de alegría ente el efecto que su amo le daba, su lengua no dejaba de jugar con los pálidos dedos del vampiro.

     

    El vampiro se irritaba. Quería que se decidiera por fin, ayudarlo o no, pero él no pretendía dejar su mano en el aire por más tiempo, decidió retírala pero en el último momento el hombre se la estrechó. No pudo ocultar la gracia ante el nuevo nombre que recibía, de todos los apodos que había recibido ese era tan.... tan... afectivo. Apretó sus dientes para no soltar una carcajada –Y no me niego amigo, no me niego – agregó dándose cuenta que había quedado atrapado en su propio juego- aunque soy de atacar y luego preguntar, no me arrepiento de mis acciones- dijo con un desdén. Le soltó la mano al fin.

     

    Lo que el hombre le hacia lo desconcertaba; lo arrastraba de nuevo al centro de la fiesta. Stnazi o pechioso como el hombre lo había bautizado quería apartarlo, él había socorrido al hombre para que lo ayudara a Salir del lugar, no para adentrarlo mas. La idea de licor sin parara le hiso resistirse a separase, se maldijo por poder ser controlado con el alcohol; si cualquiera pretendía torturarlo, impedirle ingerir alcohol era la mejor arma contra él. Solo por eso se dejó guiar.

     

    –Me parece un gesto de egoísmo que no me dejes fumar sabes. Si pretendes ser mi amigo deberías saber que tanto el cigarro como el licor son partes inseparables de mi, funcionan como cuando separas las moléculas, ¿entiendes?- le gruñía al detenerse en medio del montón de jóvenes- Lo prometiste, ahora tendrás que alimentar mi sed de licor quieras o no- puntualizó – y rápido hombre, que estar sin beber daña mi sistema – agregó chasqueando los dedos. Aquello lo divertía y no lo podía negar; el chico había anotado un punto a su favor por el solo gesto de prometerle licor, pero ¿sería capaz de soportarlo toda la noche? Eso lo vería pronto. Descubrió a su mascota dormida en su mano y lo volvió a guardar en su bolso. << fuma, bebe y folla. Que la vida es breve...- murmuró mas para sí mismo aquel ritual que le habían enseñado en una de las tantas fiestas recónditas, sonriéndole al hombre.

  24. El vampiro caminaba sobre la brillante arena mimando a su mascota. No estaba seguro de si aquel individuo decidiría ayudarlo, ya que su mal habito por lo cigarrillos había enojado al hombre; otro más para el montón de quienes odiaban los cigarrillos de stnazi. Tomó una bocanada de aire húmedo. Realmente no era su intención. El cigarrillo era como el corazón de su existir. No podía dejarlo por más que intentaran, o le obligaran. No, eso era la combinación perfecta del licor y él lo disfrutaba más que cualquier otra cosa, incluso más que de su propia vida. Continuó caminando.

     

    Detectó la figura del hombre a su lado; gesto de haberse decidió a acompañarlo. Lo miró por le rabillo del ojo y rio por lo bajo. Razonó en cómo se había referido a su cigarro, ¿de verdad lo había amenazado? Que osado, pensó. No era que el vampiro fuera un santo, el humo de cigarro no era grato apara muchos, reflexionó. Se giró para encarar al chico, captó la extraña forma en la que lo miraba. Le alzó una ceja al escuchar lo que le decía.

     

    -El mío es... –titubeó por un segundo – rayos, creo que dejare el licor, ya ni mi nombre recuerdo. Pero puedes llamarme como quieras, a fin de cuentas te dirigirás a mi- le respondió extendiéndole la mano, no sabía si por la forma en que le había respondió el chico le devolvería el apretón – ¡ya se! – Exclamó con alegría- puedes llamarme ¿Dorian?- le expresó al acordarse de esa forma en que una muy buena amiga lo llamaba. Se maldijo por ser tan alcohólico.

     

    Frunció el ceño al sentir una punzada en su cabeza indicándole esto la falta de licor en su sistema. Sintió el impulso de probar otro de sus singulares cigarros pero desechó la idea al recordar la amenaza que su nuevo amigo le había dado; no era que le importara eso, él nunca se acataría a las normas, pero tampoco quería probar el mal humor del muchacho. Apretó a su cuyo en su pecho y en lugar de fumar le preguntó –Ehhh... ¿tienes algo de licor? Mi cuerpo me lo reclama. ¿Y de verdad no puedo fumar a tu lado tan siquiera una probadita?- lo miraba a los ojos esperando una respuesta que lo satisficiera- Y a todas estas, ¿a dónde vamos? No veo por ningún lado la salida- bromeó. El sol parecía ocultarse un poco más y el ambiente a su alrededor se oscurecía, la briza aumentaba de velocidad batiendo fuertemente el cabello del vampiro.

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