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Meredith Rexdemort Xtrong

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Mensajes publicados por Meredith Rexdemort Xtrong

  1. Cuarta Planta

     

     

    Mi ansiedad aumentaba a cada paso de tacón. Me sentía tan perdida cómo la primera vez que entré en la academia, por los pasillos los magos y brujas iban en todas direcciones con prisa. Tomé el ascensor hasta la cuarta planta, psiquiatría y psicología. Allí era dónde me me había admitido para empezar cómo aprendiz. Vestida con una falda y unos tacones, quería causar buena impresión a la jefa de planta, aunque no era para nada mi estilo de ropa.

     

    Recorrí el pasillo, mirando de puerta en puerta con atención, a ver si veía el nombre que había anotado en el pedazo de papel amarillento. Al final del pasillo había una gran puerta, parecía ser la más importante. Arriba tenía un cartel dónde decía: "Jefa de planta, Eugenia Evanik Readley". Respiré muy nerviosa, varias veces, y llamar dos veces a la puerta. Tenía que tener menos inseguridad en mi misma, quizás éste puesto me vendría muy bien para mejorar mi auto confianza.

  2. No perdí ni un momento, salí corriendo hacia el túnel ante la noticia de la fiesta, dejando atrás el bullicio de gente. Escuché algunas presentaciones más mientras me iba, pero mi mente ya parecía estar prensando en el disfraz que me pondría. Rápidamente abrí mi baúl que ya estaba situado a los pies de mi nueva cama. Rebusqué un rato intentando hallar algo parecido a un disfraz, ya lo tenía. En un instante mi imagen cambió a la par que sacaba del fondo del baúl, entre los jeans y los zapatos.

     

    Me miré al espejo llena de entusiasmo y sin saber si era el adecuado para la fiesta. Mi disfraz era un poco más casero que algunos otros, pero no tenía nada más. Además no me importaba, me gustaba ese estilo y seguro las otras chicas estaban muy guapas con los suyos. Cerré el baúl con mis cosas y volví de nuevo a la sala común.

     

    Pero ya no era mi sala común. Una bóveda celeste se cernía sobre nuestras cabezas, su luz hacía que me sintiera maravillada ante tanta belleza. En la mesa el oro y las monedas no faltaban. Junto con las bebidas y los aperitivos. Tomé una cerveza de mantequilla, estaba tan sedienta y nerviosa. Ya estaba deseando poner mis mejores recuerdos dentro de cofre.

     

    Boo y Sherry, estaban reunidas con otra chica a la que desconocía. Me acerqué hasta ellas para intentar entablar conversación, mientras observé a Joa y Percy en los sillones con sus respectivos disfraces. Sonreí divertida al ver a todos allí.

    • Me gusta 1
  3. Llegaba tarde, llegaba muy muy tarde. Cómo siempre corriendo por los pasillos esquivando profesores de guardia y alumnos con pilas de libros sobre sus manos. No me era grato que el aire no llegara a mis pulmones, pero si no quería morir tendría que seguir corriendo, hasta llegar al aula dónde volvería a cursar duelo básico. Había estado muy torpe en las últimas clases y mi falta de asistencia me había costado muy caro. Además de que duelo, prácticamente, no era lo mío. No sabía defender, ni tan siquiera sabía atacar, o quizás se trataba de un problema de inseguridad.

     

    Ésta mañana me había despertado tras una noche inolvidable, el reloj indicaba que me había quedado dormida. Rápidamente busqué algo en mi baúl, un pantalón vaquero y una camisa naranja. mi pelo rojizo había sido otro problema que me quitó demasiado tiempo. Pero al fin estaba en dirección a clases con mi varita en el bolsillo interno de mi chaqueta blanca. Mi cabello salía despedido en todas direcciones con violencia, casi no daba crédito a que ya veía la puerta de la clase que me tocaba. Llamé dos veces, y abrí sin más preámbulos. Para mi sorpresa estaba vacía... Pasé de inmediato cerrando la gran puerta, chirrió al encajar. Me pasé una mano por el pelo para ponerlo en su sitio.

     

    En el centro del aula se sostenía levitando un pergamino y una figura de un dios egipcio. No sabía exactamente quien era, el único que me producía respeto era Anubis. Leí cuidadosa el texto del pergamino, parecía que pronto atravesaría medio mundo para hallar el antiguo Egipto. Respiré profundamente, pues sabía de sobra que en la clase de duelo me podía esperar cualquier cosa. Nada me infundía más miedo que enfrentar una momia o alguna estatua de piedra que guardase la entrada de algún templo. Toqué la extraña representación y enseguida sentí cómo mi estómago se revolvía cambiando de lugar todas mis entrañas.

     

    Lo primero que sentí al llegar, fue la superficie blanda bajo mis pies. Abrí los ojos con temor pero en vez de sentir miedo, mi alma se sintió pequeña. Un templo se alzaba ante mis ojos violetas, era tan colosal que no pude sentir miedo. Un grupo numeroso vislumbre en la entrada y acto seguido mis piernas parecieron moverse por sí mismas para alcanzar mi grupo de clase. Los profesores se presentaron, de nuevo parecían ser lo contrario tanto en aspecto físico cómo en carácter. Mis compañeros también se presentaron uno a uno, había muchas caras conocidas y algunas que nunca había visto. Llegado mi turno tras el último chico me sentí irritada. Odiaba tener que presentarme en cada clase, la próxima vez repartiría folletos o algo así.

     

    -Buenas noches a todos. Mi nombre es Meredith Alice Night, tengo diecisiete años y pertenezco a la familia Rexdemort. Espero poder disfrutar de esta clase y aprobar.

     

    Al fin y al cabo no era tan difícil, pero a veces a una se le acababa la paciencia con tanta presentación. No era tan social cómo otros pero cuando se requería mi ayuda quizás fuera de las única que acataban las normas.

     

     

    OFF:

     

    ¿Llego tarde? Espero que no...

     

    Mi personaje se llama Meredith Night, es una bruja de 17 años que acaba de empezar sus estudios. Es pelirroja, alta y guapa. Prefiere ser reservada en sus asuntos y no le gusta la gente insolente. Pertenece a la familia Rexdemort y creo que eso es todo :P

     

    La persona tras Meredith se llama María, es amistosa y a veces ingeniosa. Trabaja a menudo y está estudiando para sacarse el carnet de conducir. Tiene 19 años y vive al sur de España.

     

    Creo que es todo, siento mucho llegar tarde :(

  4. Mi pulso estaba cada vez más acelerado, todo a mi alrededor era un autentico caos. Mis compañeros heridos hacían muecas de dolor al lanzar sus ataques contra los druidas. Andrómeda parecía estar muy mareada o quizás a punto de vomitar. Eliana había despertado y ya estaba en pie; yo por mi parte seguía en el suelo observando y escuchando los ruidos de los druidas huyendo entre los arbustos y la espesa tela negra de la noche.

     

    Al incorporarme de la hierba fría noté que había perdido un tacón, que divisé enseguida unos metros atrás. Estaba junto al cuerpo inerte de unos de los druidas que había muerto desangrado por el sectusembra. Recogí mi zapato con cautela, no me fiaba de los druidas, ni siquiera de los muertos. La profesora Evarela estaba al otro extremo del campo de batalla, y vi cómo nos hizo una seña para que la siguiéramos entre los oscuros arbustos. Lo que no pude entender era como es que ella seguía a un druida... ¿Me había perdido algo?

     

    Volvimos a hacer una fila ya todos reunidos tras Evarela. Todos mirábamos sorprendidos al druida que encabezaba la fila con la profesora. Y creo que podía afirmas que a ninguno de nosotros nos gustaba, ninguno nos fiábamos de él. Tras recorrer unos cuantos metros el lumos de mi varita me djó ver el estado de mis prendas, las medias ajadas y raídas mostraban los arañazos de los arbustos. Mi abrigo rojo se había quedado también para trapos por lo que me desanimé un poco.

     

    De repente aparecimos en un claro en el espeso bosque. Escondida entre sombras y madera surgía una cabaña, parecía estar hecha por la misma madre selva. El druida nos invitó a entrar y allí entramos todos. Ninguno se había quedado rezagado por ahí pues Evarela nos contó a todos. Se fue a un lado junto al druida y en esto vi cómo Andro se acercaba a todos con aire de sospecha. No le gustaba ni un pelo aquel druida, y para colmo a Marcus se lo habían llevado de allí un druida acuestas.

     

    Ella nos preguntó si teníamos alguna idea para seguir adelante y salir de allí cuanto antes, pues estaba convencida de la culpabilidad del druida. Yo en cambio visto aquí la prueba de que nos había ayudado, no tenía muchos prejuicios contra él, además nosotros eramos muchos más... ¿Pero cómo salvaríamos a Marcus? ¿Encontraríamos la gema?

     

    -Andrómeda no creo que debamos de temer de él...Seguro sabe dónde está Marcus.

     

     

    OFF

     

    En serio puse eso? :s ha sido sin querer, en cuanto a la estética lo tendré en cuenta. Y la ficha la arreglaré en cuanto se solucionen unos problemillas que tengo xd. Bueno aquí dejo mis deberes:

     

    Mi posteo comentario 400

    Elfo Phipes aprobado en el comentario 402

    Departamento de control y regulación de criaturas mágicas

    • Me gusta 1
  5. Hoy por segunda o tercera vez visitaba el ministerio, nerviosa y soñolienta caminaba mirándolo todo a mi paso. Los magos y brujas por doquier caminaban apresurados y serios hasta las distintas puertas. El insistente chasquido de puertas al cerrarse llamaban mi atención. Cuarto piso, al Departamento de control y regulación de criaturas mágicas le dije a la monótona voz del ascensor. Su viaje fue movido y con algo de suerte terminó muy pronto. Anunció la planta deseada y bajé insegura, cuidando no dejar atrás ninguno de mis zapatos. Mis bailarinas blancas no eran precisamente un calzado difícil de caer.

     

    Mi ropa muggle destacaba bastante entre las tupidas túnicas de los magos presentes. Mi cabello pelirrojo recogido en un moño alto pasó desapercibido, aunque eso no era lo que más temía en ese instante. El mostrador con ventanillas se escondía tras el pasillo de piedra caliza beige y la joven parecía no haber notado mi presencia. El departamento estaba tranquilo, muy tranquilo y ella no levantaba la vista de los formularios o a saber que serían aquellos papeles. Pero si vi cerca de la ventanilla unos formularios al público, junto a una pluma negra y un poco de tinta.

     

    Me acerqué sigilosa y prudente a la ventanilla, miré los formularios y escogí el adecuado. Rápidamente apoyada sobre el mostrador comencé a rellenar el impreso sintiendo el tiempo correr. El silencio del lugar me agobiaba, no me infundía ni calma ni sosiego. Sólo esperaba no salirme de lo que era la línea a rellenar. Pero no ocurrió, terminé de rellenarlo al tiempo que me giraba y miraba a la joven tras el mostrador oscuro.

     

    -Buenos días. Vengo a entregar un formulario para registrar un elfo doméstico. -dije al momento que le tendía el papel.

     

     

     

     

    Ficha para el Registro de elfos.

     

    • Nombre del elfo: Phipes

    Indicar si sirve a un mago/bruja, familia o negocio: Bruja

     

    • En caso de servir a un mago/bruja

     

    Nombre del mago/bruja: Meredith Alice Night Pride

    Tiempo en el que lleva sirviendo al anterior: Desde hoy

    Nombre de quien lo registra: Meredith Alice Night Pride

     

    • Link de la ficha del personaje que sirve el elfo: Ficha de Meredith Night

     

     

  6. Las gotas con restos de oxido caían del techo, haciendo charcos de agua frente a mí. El olor fuerte y sucio de la estancia me daba mareos. Quizás no había sido buena elección la de aquel día, pero no soportaba estar al aire libre y desconcentrarme. La titilante lámpara de neón seguía en medio de nosotras vigilando nuestros movimientos. Pero algo pasó conmigo y no podría decir que fue...

    Cómo si no hubiese dicho nada, mi varita no emitió rayo algo o en este caso cuerda alguna. Me quedé en mi sitio esperando averiguar que había ocurrido con mi pobre varita. Pero Eliana aprovechó aquel momento y dijo su ataque. Una luz roja con forma de rayo se dirigía a mí varita pero ahí si estuve preparada y rápidamente dije:

     

    -¡Protego!

     

    Un escudo de color celeste floreció de mi varita de color caqui, absorbiendo por completo su expelliarmus. No veía muy bien a mi contrincante pero sabía que el miedo y la adrenalina también recorría cada una de sus oscuras venas. Me sentía victoriosa, había esquivado ese primer hechizo con precisión y no había tenido que ir a buscar mi varita. Pero de repente escuché a lo lejos otro ataque, un obscuro de Eliana y esta vez no tuve tiempo a responder. Casi enseguida una venda negra llegó a mi por sorpresa y me envolvió los ojos. Choqué con la pared que tenía a mi espalda, pero aún así logré arrancarme la venda muy deprisa. Enfoqué la vista hacia el otro extremo de la sala con rabia, no soportaba quedarme a oscuras y mucho menos haber chocado con aquella mugrienta pared. Extendí mi brazo y apunté firmemente hacia Eliana, separé los pies de nuevo. Esta vez no habría error o duda, mi varita era de las mejores que había.

     

    -¡Sectusembra!

     

    Grité mientras veía como el rayo salió de mi varita. Había apuntado a su pecho y si ella no lo detenía impactaría, le causaría graves heridas hasta morir. El duelo parecía apuntar muy bien para mí, mi ambición no dejaba de aumentar a medida que el tiempo pasaba para nosotras. Miré mi espalda con temor a encontrar algún resto de oxido o mugre pero no fue así, el golpe fue tan rápido que apenas toqué la pared ya estaba recta y lista para combatir. Me quedé allí expectante a la espera de que mi compañera respondiera a mi ataque, estaba segura de que podría ser algo interesante...

  7. Jugaba con mi pelo rojizo esperando vislumbrar a alguien de los centauros que se dirigiese a la sala común. O incluso alguien que saliera de dentro. Pero nada de nada pasaba, y cada vez me daban más nervios al pensar que quizás esperase allí horas sin que nadie apareciera. En la lejanía vi una chica caminar hacia mi posición, sus distinguidos y largos cabellos no me dieron opción de duda. Se trataba de Eliana Weasley, con quien había pasado más de un rato juntas y me alegraba de tener una amiga conocida allí porque no me sentiría del todo perdida.

    Le enseñé mi más sentida sonrisa, al ver en sus ojos los mismos sentimientos que había tenido yo al reconocerla. Se recostó a mi lado y estuvimos hablando durante un rato de innumerables cosas, hasta que de pronto y sin ya darnos cuenta apareció por allí alguien más. Un joven desaliñado de camisa blanca y pantalones oscuros nos saludó presentándose cómo Fokker. Eli y yo le preguntamos por la contraseña y él pareció igual de desorientado que nosotras, pero sonrió con aire divertido. Rebuscó en sus bolsillos sacando varios papeles y pronunciando en voz alta uno por uno. Tuve que reprimir la sonrisa burlona para no hacerle un feo al muchacho que se había tomado la molestia de abrirnos, pero parecía muy despistado.

     

    Al fin uno de entre todos movió la estatua de la entrada y él nos dio la bienvenida y nos hizo entrar caballerosamente. Ahora que ya sabía la contraseña yo también la apuntaría en algún trozo de papel, pues no es que tuviera una memoria fotográfica... La sala común de los centauros me pareció muy confortable y encantadora, miraba distraída al techo a la pared a los sillones y para sorpresa de los tres otro joven estaba allí presente colocando un pergamino en el tablón de anuncios. Pareció no habernos escuchado entrar y yo miraba nerviosa a Eliana. El otro chico en cuestión se presentó al instante, se llamaba Joaquín Granger, y era el Prefecto de nuestra casa. Nos estuvo comentado que cualquier cosa que pudiéramos necesitar él nos ayudaría y nos indicó el camino a nuestro dormitorio, por un túnel un par de metros más allá. Mientras tanto una mujer alta y vestida de negro se posó a su lado sonriente.

     

    -Exactamente. Bienvenidas chicas, mi nombre es Alissia Sherry Ryddleturn, soy una de las jefas de casa, cualquier cosa que necesiten, aquí estamos para servirles.

    -Bueno yo soy Meredith Alice Night, pero todos se empeñan en llamarme Mere a secas. -dije soltando una risita nerviosa.-Tengo diecisiete años y estoy cursando duelo y rol básico, espero llevarme muy bien con todos.

     

    Parecía que la casa se iba animando y cada vez eramos más allí dentro. Yo por mi parte solo se me ocurría asentir y sonreír en muestra de estar escuchándolo todo atentamente. Pero mi curiosidad no pudo resistir preguntar por el singular pergamino allí colocado. Me acerqué súbitamente y leí rápidamente su contenido. Volví atrás con el grupo y miré a las tres nuevas personas que había conocido hoy.

    -¿Es una especie de juego el pergamino o algo así? -pregunté inquieta esperando alguna respuesta.

     

     

    OFF

     

    Hola centauros :D Tenía que presentarme así lo siento, no puedo remediarlo xD Me llamo María, de nacionalidad española y tengo diecinueve años. Odio los días de lluvia y las teorías de duelo porque no me entero de nada ·_· Muchas gracias por darnos las bienvenida y eso del cofre...¿qué será?

    Besoss :3

  8. Cómo si el tiempo pidiera por nuestro futuro y las flores húmedas de lluvia aguardaban la noche, la espesa nube que se nos presentaba por delante era inmensa. Mientras la lluvia caía mi cabello pelirrojo se enredaba sin remedio. Mi abrigo rojo no dejaba pasar el viento ni la lluvia y me sentía muy confortable allí dentro. Era uno de mis prendas favoritas que había traído de mi antigua casa sin pensarlo dos veces. Quizás los zapatos que llevaba no eran los más adecuados para la ocasión, unos tacones con plataforma de color negro acompañado con una medias tupidas del mismo color. Saqué mi varita de color caqui del interior de un bolsillo preparada para partir en cualquier momento. La Evarela carraspeó sonoramente para que nuestra atención recayese sobre ella.

     

    -Puesto que ya estamos todos, es hora de ponernos en marcha. Supongo que os preguntáis porqué estamos aquí y para qué. En realidad, no considero necesario que lo sepáis, pues debéis aprender a acatar órdenes sin preguntar. Pero - hizo una breve pausa - no quiero que nada os pille de susto. Vamos en busca de una gema, una preciada gema. Como imaginaréis, no somos los únicos que van en su busca, así que, tened la varita en la mano.

     

    Todo esto por una gema, debía de ser de incalculable valor y extenso poder. Pero no importaba, nosotros sólo eramos unos mandados a sus órdenes y la verdad es que lo prefería así. Cuánto más supiera del tema, más peligro corría mi vida y había hecho muchos planes para este año y no deseaba por nada del mundo perdérmelos. Mi otro profesor y co-cabecilla de la expedición desplegó un pergamino y lo miró unos instantes que se me hicieron eternos.

     

    —Debemos internarnos allí -dijo Marcus apuntando al frondoso bosque que se alzaba al este.

     

    Sin más dilación emprendimos la marcha en busca de la misteriosa gema. Un grupo numeroso de magos avanzaba entre la lluvia que cada vez caía con más intensidad estropeándome el maquillaje. De aquí a un tiempo me había vuelto seca y solitaria, ahora lo prefería más que estar con mi compañeros de aventuras. Y aunque si los observaba bien, ellos también estaban metidos en sus propios asuntos. Mis fantasmas siempre volvían a mí para recordarme porque estaba allí en aquella situación. Dependía de un hilo, un frágil y sutil movimiento y todo acabaría. Quizás incluso lo deseaba fervientemente. Mis problemas los discutía con mi yo interno, alejándome del resto del mundo, cuando en aquel momento cruzamos las lindes del espeso bosque y ya me resultaba incómodo andar con tacones.

    El sol se iba ocultando tras las colinas, dejando el cielo triste de un día de lluvia. La oscuridad nos envolvía por completo, solo a unos metros de mí, Evarela mantenía su lumos en alto para alumbrar su camino.

     

    -Lumos -susurré.

     

    Mi caminó se iluminó, deslumbrándome ya acostumbrada a la oscuridad de la noche. Toda clase de insectos y artrópodos habitaba en el lugar. Había sido un auténtico error prender luz allí, pues prefería ignorar lo que pisaba o sentía. Varios animales lanzaban sus gritos a la noche esperando respuesta, incluso las lechuzas habitaban en aquel siniestro lugar. Pero de repente el grupo paró en seco y de nuevo sabía que si un mago detenía su prole en seco es que había serios problemas de por medio. Bajé mi varita y me hice a un lado de la fila para estirar mi cuello y alcanzar a ver a Evarela. Nuestra guía permanecía quieta frente a un hombre que no reconocí. Su barba blanca al igual que su túnica parecían dar a entender que era otro mago, hasta que vi desde lejos que no tenía varita en mano sino un cinturón con herramientas en su cintura. Entre las sombras y la maleza ruidos y pisadas se acercaban a nosotros. Nos habían rodeado, cómo si se hubieran multiplicado en un instante y pretendieran dar fin a nuestra pequeña expedición. Aquí estaba nuestra primera batalla...

     

    El fuego cruzado lleno el bosque de una gama de colores. Pero quizás la lengua de fuego fue lo que más me asustó, hizo caer a Marcus en el acto. ''De nuevo solos'' recordé sin variedad. Los druidas conocían y sabían camuflarse a voluntad en el bosque, conocían las medicinales en todas sus pautas y propiedades y algunos de ellos eran milenarios. ''Pues hoy es hora de morir'' pensé ofuscada. Rápidamente di la espalda un compañero que combatía a muerte con un druida para protegermelas. Los rayos rojos y azules cómo fuegos artificiales recorrían el lugar en rápidos fogonazos de luces y las chispas pasaban a un lado de la cara haciendo sentir el calor de la batalla.

     

    -¡Sectusembra!

     

    Repartía Sectusembra entre los druidas, y corría entre mis compañeros para ayudar a los apurados. Las heridas acababan por matarlos entre terribles dolores. En sus ojos podían ver pasar toda una vida de experiencia, viajes en el bosque y recogidas de ingredientes. Hoy yo las había finalizado acabando con sus vidas. Sin embargo eso no me importaba, me estaba convirtiendo en una chica fría y calculadora con el paso del tiempo, ese destino era el mío. Salvo por un pequeño detalle lo hubiese llevado a cabo. La figura desvanecida de Eliana sobre el suelo me asustó mucho; abrí los ojos con sorpresa viendo sangre en sus ropas. Inmediatamente corría a socorrerla, tal vez no fuera tarde y pudiera ayudarla. Si estaba muerta... me pondría a llorar cómo una tonta, así que no iba a morir allí hoy.

     

    Me arrodillé a su lado esperando que no me atacaran más seres despreciables. Su pulso era débil al contrario que el mío, mi corazón latía eufórico y desesperado por un poco de calma. Le di la vuelta para que quedase boca arriba sobre el húmedo suelo, pude observar la gran herida de su pierna y susurré un episkey varias veces para curarla. Su sueter envolvía la pierna a modo de torniquete, lo desaté para cubrir lo que quedaba de herida cicatrizando. Ya no debería de dolerle, ahora estaría bien.

     

    -Ennervate -pronuncié.

     

    Un rayo salió de mi varita impactando en el cuerpo de Eliana. Esta recuperó el conocimiento poco a poco. Entre los gritos y los fogonazos de luces, despertar en un sitio así no debía de ser divertido de recordar. Cogí su cabeza y con un aguamenti ella estuvo mucho mejor para seguir recuperándose. No sabía que hacer, ''¿Debía de defender o quedarme con ella para protegerla?'' Un druida se acercó a nosotras empuñando una de sus herramientas de hoja afilada. Un gemido salió de mi ser y casi no me da tiempo a reaccionar del susto que me provocó su acto de presencia allí.

     

    -¡Desmaius!

     

     

    OFF:

     

    Claro que me puedes llamar así xD Todos los hacen. Aquí esta mi tarea al fin. La semana pasada lo hice todo corriendo por eso me salió tan mal... En cuanto a mi ficha creo que está bien. Muchas gracias por las correcciones.

     

     

     

     

    Nombre del Personaje: Meredith Alice Night Pride

     

    Sexo: Femenino

     

    Edad: Joven, 17 años

     

    Nacionalidad: Británica

     

    Familia(s):

     

    *Familia 1 :

    * Familia 2:

     

    Padre(s) Sanguíneo: Gabriel Night y Mary Pride

     

    Padre(s) Adoptivos: --

     

     

    Trabajo: --

     

    Poderes Mágicos:--

     

    Rango Social: Aprendiz

     

    Bando: Neutral

     

    Rango dentro del Bando: --

     

    Nivel de Poder Mágico: --

     

    Puntos de poder en objetos: 20

     

    Habilidades Mágicas:

     

    *Habilidad 1: --

    * Habilidad 2: --

    * Habilidad 3: --

     

     

    Conocimientos Especiales:

    *Conocimiento 1: --

    * Conocimiento 2: --

    * Conocimiento 3: --

     

    Perfil del Personaje:

     

    Raza: Humana

     

    Aspecto Físico:

    Meredith es una chica joven y alta. De unos aparente de veinte años de edad. Tiene los cabellos rojos como la sangre y la piel un poco pálida. Sus rosadas mejillas le dan siempre un aspecto saludable. Casi siempre esta sonriendo. Sus ojos son de un color lila que de lejos aparentan ser azules. Es una chica guapa.

    Suele vestir de forma sencilla, pantalones vaqueros (jeans) y una camisa o blusa que combine. Aunque siempre se queda con pequeños complementos únicos que solo ella sabe dónde comprar.

     

     

    Cualidades Psicológicas:

    Es una chica ingeniosa y siempre esta dispuesta para una pelea con sarcasmos. Sabe que es lista y a veces se piensa superior a los demás por eso. Es amable con los que les regala una sonrisa, siempre intenta ayudar a todo el que puede. Es divertida cuando se lo propone aunque a primera impresión es tímida. Si la enfadas puedes buscarte un problema con un verdadero demonio. Muchas veces le gusta estar a solas consigo misma para relajarse porque es muy irritable. Le encanta leer sobre todo historia de la magia. Sabe escuchar y comprende las situaciones de los demás, aunque a veces estos no la entiendan a ella. Es una chica compleja.

     

    Historia:

    Nacida en el seno de una familia pobre al sur de Inglaterra. Meredith es hija única de sus padres y es algo que nunca le gusto, ya que siempre quiso un hermano. Cuando nació su madre le puso el nombre de Meredith por su abuela materna y Alice por tía paterna fallecida antes de que ella naciera.

    Se crió en una granja de campo abierto, un lugar muy hermoso dónde vivir. Siempre le gustó la naturaleza. Allí conoció a su mejor amigo, Alexander Walls que vivía en la granja de al lado. Siempre vivieron travesuras juntos.

    Pero ahora está inscrita en la academia Hogwarts de magia y hechicería dónde ha conocido a su primera hermana que la guiará a través del mundo mágico. Está muy ilusionada por la aventura que le espera.

     

    Pertenencias:

     

    Objeto Mágico Legendario:

     

    Objetos Mágicos:

     

    Objeto: Varita Mágica

    Clasificación: AA

    Puntos: 20

     

    Total de puntos:

     

    Mascotas y Criaturas:

    Criatura 1:

    Clasificación:

    Puntos de poder:

     

     

    Criaturas en la Reserva:

    Criatura 1:

    Clasificación:

    Puntos de poder:

     

    Elfos:

    * Elfo 1: --

    * Elfo 2: --

     

    Licencias, Tasas, Registros:

     

    Licencia de Aparición:

     

    Licencia de Vuelo de Escoba:

     

    Registro de XXX:

     

    - Registro de Elfo:

     

    - Registro de Criaturas no Mágicas:

     

     

    Otros datos: --

     

    Cronología de cargos: --

     

    Premios y reconocimientos: --

    Links de Interés Referentes al Personaje: --

     

     

    Link al Perfil de Comprador MM:

    Link a Bóveda Personal: Bóveda 97281

    Link a Bóveda Trastera:--

    Link a Bóveda de Negocio: --

    Link a Bóveda Familiar 1: --

    Link a Bóveda Familiar 2: --

     

    • Me gusta 2
  9. Había llegado el momento que tanto alumnos como profesores habían estado esperando. Las parejas de duelo estaban muy claras en la lista, y a mí me había tocado con Eliana Weasley con quien había compartido pocas palabras pero parecían una chica muy amigable y agradable. Las piernas me temblaron y un retortijón pasó por mi estómago por los nervios. Parecía imposible que este día hubiese llegado tan pronto, ayer estaba en generales y hoy me batiría en duelo con una compañera de clase. Si hubiese podido elegir habría optado por no hacer un duelo, puesto que era muy mala en la teoría y sospechaba que igualmente en la práctica. ¿Mi compañera se sentiría tan pesimista cómo yo? No, seguramente no. Tenía que calmarme para que no usara mis terribles nervios en mi contra.

     

    El terreno de juego que había escogido era muy especial. No me gustaba el viento, los árboles o cualquier otra cosa que pudiera distraerme en pleno duelo, por eso encontré el sitio idóneo para dicha práctica. La estancia era totalmente rectangular, de unos aproximadamente diez metros de largo. Una caja oscura y húmeda, dónde apenas su única lumbre era una lámpara fluorescente que solo daba luz en el centro de la sala. Una de sus barras de gas parpadeaba titilante amenazando con dejar la estancia aún más oscura de lo que era. La luz azul mostraba un suelo desgastado y no de la edad, era fruto de los combates ya realizados allí. Quizás la pobre lámpara habría sufrido más de una embestida provocada por uno de los contrincantes...

     

    En mitad de la sala, a uno de los lados había una puerta de salida comunicada con la academia, por si alguna de nosotras decidía dejar el combate( y esperaba no ser yo). Por la pared caía toda clase de fluidos desagradables de algunos minúsculos agujeros. Estaban oxidados por el liquido y apenas veía que más cosas había sobre ella. El parpadeo de la lámpara me estaba poniendo de los mismos nervios y al otro lado de la siniestra habitación no aparecía nadie. Respiré profundamente, y el sonido me heló la sangre. La escena de terror dibujada en mi mente brotaba cómo las rosas rojas, cuyas espinas hieren maliciosamente al inocente que las recoge. La oscura esquina del frente permanecía desolada y mi corazón latía impaciente esperando a Eliana.

    Mis intenciones no eran lastimarla, mucho menos matarla. Si llegara el caso de que tuviera heridas graves le brindaría mi ayuda, pues no era una chica codiciosa y sabía separar justamente las cosas. ''¿Y si ella era por el contrario alguien que se dejaba guiar por sus instintos de duelo?'' pensaba para mí. Entonces si que podría estar en apuros, pero no me rendiría. Daría mi mejor juego en esta cruda y tétrica habitación. Hasta el último aliento de vida de este helado cuerpo.

     

    Mi ropa no era la más adecuada para esa situación. Llevaba un peto vaquero corto con una camiseta blanca por debajo. Pelirroja y de metro setenta a un lado de la sala, en las penumbras aguardaba voraz a mi oponente, dónde lo único que llegaría a ver en la distancia sería el brillo rojizo de mis zapatillas. Tomé mi varita de color caqui del bolsillo delantero del peto y pensé en un buen ataque del que seguro ella se defendería bien. O al menos eso deseaba yo, pues me apenaba hacerle el más mínimo rasguño. De pronto un brillo al otro extremo de la sala llamó mi atención y mis cabellos se movieron con el resto de mi cuerpo. Sin duda era ella y mi estómago explotó por los nervios reprimidos durante el pequeño rato en que había durado la espera. Primero que nada debería saludarla para no pillarla por sorpresa, ya que con tanta oscuridad y esa luz parpadeante no había forma de verme.

     

    -Buena suerte Eliana.

     

    Dije con el corazón en un exasperante puño cerrado. Sostuve mi equilibrio separando mis pies, la batalla comenzaba ahora. Más pronto de lo que esperaba atacaría a un compañero, mucho antes de lo que yo imaginaba empuñaría una varita contra otra persona. Quizás era demasiado débil para hacer esto y me había equivocado de profesión. Apunté seriamente y segura al fin de mi misma, pensé en alguna artimaña o estrategia para salir del apuro. Ya la tenía, comenzaríamos con algo fácil y a medida que fuese combatiendo subiríamos el nivel.

     

    -¡Incárcerus!

     

    Tres sogas gruesas partieron de mi varita sin dilación o duda. Su destino era el vientre, el cuello y las piernas de mi compañera si esta última no las paraba. Si esto ocurría perdería tiempo y yo aprovecharía su descuido para ganar. En la penumbra pude ver como las gotas mezcladas con el oxido caían desde el techo. Quizás esto si que podía ser más preocupante que el hechizo de Eliana, pues acaba de bañarme hacía nada.

  10. La mañana acababa de comenzar y mi humor también parecía haber cambiado conforme el tiempo pasó. Bajé ansiosa de la cama y me aseé rápidamente para reunirme en el aula acordada el día siguiente(que era hoy)para la próxima clase. No sabía si seguiríamos con más teoría o si empezaríamos con las prácticas. Pero estaba aterrada, mis notas habían sido catastróficas y prefería no saber más de la clase de duelo. Pero tenía que afrontarla y mejorar, por mí más que nada. Al entrar en la estancia pude ver de nuevo el intacto tablero de ajedrez. La sala era iluminada por las antorchas, que daban a las piezas blancas un tono amarillento. Mis compañeros ya estaban presentes allí, últimamente llegaba siempre tarde y debía de remediarlo inmediatamente si quería sacar un aprobado o un suficiente.

     

    Enseguida nos dividieron en dos grupos sobre el gran tablero. Kris, mi profesor, dirigió el nuestro y no tuvo reparos en mandar un morphos. Vi cómo ocho piezas del tablero cobraron vida y se convirtieron en osos negros, vinieron a atacarnos. Sus zarpas atentaban contra nuestras vidas. Estaba muy nerviosa, casi atontada del imprevisto. Saqué mi varita del bolsillo trasero del pantalón y apunté al oso que más cerca tenía.

     

    -Petrificus totalus -dije alto y claro.

     

    El rayo salió disparado de mi varita, y petrificó al oso. Cuál animal disecado estaba frente a mí moviendo sólo los ojos. Pero ahora me preocupaba más el rayo que venía de nuevo hacia mí.

     

    -¡Protego! -grité.

     

    El escudo que floreció en mi varita absorbió el hechizo, fuese el que fuese. Era infalible. Mis compañeros también se las apañaron muy bien con sus respectivos ataques, lo que realmente me alegraba. Todos nosotros eramos una piña indestructible. El grupo de enfrente lo tuvo más difícil, pues fueron envenenados por Zack... Pero también parecían arreglárselas muy bien.

     

     

    Mi profesor había detenido en embrujo punzante muy fácilmente. Ahora de nuevo me tocaba, pues me había enviado un expelliarmus.

     

    -Protego -susurré.

     

    De nuevo de mi varita floreció un escudo que absorbió el hechizo. Aunque quizás tendría que haber enviado un sectumsembra...

     

  11. La paz y el silencio que reinaban en el lugar, y su inestable naturaleza perduraba por los siglos. En los jardines de mi casa todo estaba tranquilo, silencioso y catastrófico. El olor a miedo no había desaparecido de las lindes y la estructura de la casa seguía en pie, lo que me parecía un verdadero milagro. Aquella mañana contemplaba tranquilamente el cielo añil que se expandía sobre mis cansados ojos. Su color azul se reflejaba mojado en mi pupila. Parecía no acabarse nunca su luz de mañana.

     

    Esta mañana temprano llegó una lechuza para mí, y era de urgencia. Su contenido me había dejado un poco preocupada. Por lo visto yo formaba parte de una nueva expedición, y me citaban en Salinsbury esa misma mañana en una hora aproximadamente.

    Su tono de urgencia me daba que pensar y por eso estaba aquí tendida sobre la hierba y los restos de pared desperdigados. ¿Era una cobarde? Quizás fuese así, tras mi última expedición a la isla del volcán había decidido ser más prudente con mis destinos de viaje... ¿Pero podía negarme a ir? ¿Era una opción? Por supuesto que no lo era, lo sabía de sobra. Tenía que ir, quería aprobar y seguir adelante como lo había prometido. Lehd podría acercarme fácilmente hasta allí y luego afrontaría lo que me echasen, podía conseguirlo.

     

    El cielo encapotado de la mañana me gustaba. Los días así me parecían siempre los mejores, porque no hacía ni calor ni frío. Mi hermana se evaporó detrás de mi y apenas pude agradecerle haberme traído hasta aquí.

     

    El verde pasto de oscuro color se zarandeaba por el viento, incluso mi cabello pelirrojo se alborotaba sin control. Era un lugar único y magnifico, sin duda alguna podría llegar a ser mi sitio favorito en el mundo. A lo lejos divisé un monumento que se alzaba al cielo, inmediatamente caminé curiosa y su tamaño iba tomando forma y color...

    Mis compañeros ya se encontraban allí presentes, algunos más conocidos que otros. Debía de ser la última en llegar por culpa de mis inseguridades. Los dos profesores nos dieron algunas explicaciones y se presentaron, luego siguieron mis compañeros de aventuras o en este caso de expedición. Parecían dos personas estrictas, y no parecía que fueran a sentir alguna perdida en el grupo.

    Me lo pensé un par de veces y al fin por enésima vez me volví a presentar. Empezaba a odiar esto de presentarme tantas veces, cada vez se me hacía más pesado y más extraño.

     

    -Hola a todos, me llamo Meredith Alice Night y espero no haber llegado tarde a la fiesta. Soy de la familia Rexdemort y espero que esta expedición no termine en tragedia. -Sonreí sin ganas.

     

    Saludé a mis conocidos allí presentes y luego escuché las siguientes indicaciones de los ''lideres'' de la ''excursión''.

     

    OFF

     

    Hola, me llamo María. Tengo diecinueve años y llevo en el foro desde hace poco. Mi meta es terminar la academia a tiempo que llevo mi vida muggle.

     

    Mi personaje es Meredith, es una chica insegura de sí misma. Se crió en una granja junto a sus padres exmortios, pero ella quiere seguir sus pasos hasta conseguir ser de la marca.

     

    Bueno y eso es todo ^^

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  12. El aura de la clase era tan misteriosa y tensa que se podía palpar en el ambiente. Las listas de hechizos me estaban mareando de sobremanera mientras leía uno tras otro. Cuando de repente comenzó el duelo entre los dos profesores. Ellos se situaron a una distancia prudente, sus miradas desafiantes junto a sus sonrisas provocadoras deban a desear conocer más de sus historias.

    Cómo en generales, los dos profesores eran de bandos opuestos... Era imposible ocultarlo. Sin embargo nunca se debe mezclar el trabajo y el ocio a menos que seas un payaso; o eso me decía mi buen amigo Alexander.

     

    Observé muy atenta sus movimientos de varita. Mis compañeros también los miraban muy impresionados. Parecía que la clase no daría más de un duelo entre ellos. O por lo menos hoy.

     

    Cuando el duelo terminó nos mandaron deberes para entregar por lechuza. Eso me fastidiaba un poco, tenía muchas ganas de seguir aprendiendo cosas. Parecía una clase muy prometedora; salimos de la sala junto al resto de mi grupo comentando las tareas para entregar y el duelo que habíamos visto.

     

    OFF

     

    Perdón por postear tan tarde :s Ya envío mi MP

  13. El día amaneció nublado... Aquello solo reflejaba mis fríos e incoloros sentimientos con los que había despertado hoy.

     

    ''Próxima aventura, La clase de duelo'' pensaba mientras recorría los jardines de la academia. No me sentía con ánimos de comenzar nada nuevo, estaba muy cansada. No por la clase anterior si no por la responsabilidad de una nueva clase y no poder dar el nivel necesario.

     

    El castillo parecía ser inmenso, hasta el trol parecería pequeño a su lado. De arquitectura gótica se alzaba hacía el cielo borrascoso. Torres inclinadas hacia la tempestad, de un día que comenzaría en una sala llena de alumnos nerviosos por las pruebas que pondrían sus profesores... ''Que divertido'' pensé irónica, todavía desanimada.

     

    Cuando me desperté esta mañana busqué algo que ponerme, luego de bañarme me puse un cómodo tejano y una camiseta color menta que destacaba el color rojizo de mi ondulado cabello. Incluso me había maquillado un poco, de sombra de negra cómo mi ánimo de hoy. Sobre mis ojos el color negro resaltaba mis pupilas y el iris de un color violeta.

    A lo lejos vi a Bínfeyd caminar en dirección al colosal castillo. Me reuní con ella y estuvimos hablando de nuestras respectivas casas. Ninguna de nosotras estábamos en la misma, lo que era una pena.

    Un poco después escuché a Andro llamarnos desde la distancia. Las tres fuimos juntas hasta la sala dónde teníamos nuestra próxima clase.Al cruzar el umbral pude ver el suelo de cuadros negros y blancos puestos alternados de manera que parecía y debía de ser un tablero de ajedrez.

     

    Los dos profesores se presentaron y nos explicaron lo que debíamos de hacer allí. Por el momento sólo oí a Andrómeda pedirse la reina blanca que con su vestido negro hacía un contraste muy raro. Parecía vestida para la ocasión. Yo por mi parte crucé la sal dejando a Bín, hasta llegar a las impolutas filas negras.

    Hoy me sentía así, de un negro difunto y siniestro. Por lo tanto me pillé el caballo negro de la derecha, que estaba en medio del alfil y la torre negra. Mis tejanos hacía que fuera más fácil sentarme a horcajadas en él. Reposé la cabeza sobre su cuello y observé a los chicos elegir sus piezas.

     

    Después de oír al profesor reñir a Andro, por hablar con Jank y reírme por lo bajo. Me presenté a la nueva clase que empezaba a llenarse.

     

    -Mi nombre es Meredith Alice Night, pertenezco a la familia Rexdemort Black. Espero aprender mucho de esta clase y ver lo que sabe Andro ya que viene de una larga generación de duelistas.

     

    Le sonreí cómplice en la distancia. Uno a uno todos se presentaron hasta que ya los profesores dieron comienzo a la clase.

     

    OFF:

     

    ¡Hola! Bueno vamos a hablar un poco de mí. Mi nombre es María, tengo diecinueve años y soy de España. Me gusta escuchar música de cualquier clase y creo que voy a aborrecer esto de las presentaciones. Mm estoy trabajando y a veces saco tiempo para estar por aquí; mi color favorito es el violeta.

     

    Mi personaje se llama Meredith, es hija de mortífagos. Aspira a terminar cuanto antes la academia y poder ser libre xD. En cuanto a personalidad pues es muy tornadiza, cambia mucho de humor si tiene alguna razón para ello.

    Pero suele ser de aspecto agradable y amable con los demás.

    Encantada de conoceros a todos.

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  14. Había llegado a mi nueva casa en la academia, los centauros de Blodwyn, sinceramente no lo esperaba. Pero por ahora solo podía suspirar y mirar al frente por los pasillos.

     

    Llegaría pronto a la entrada de su nueva casa. En el tablón de generales ella había sido la única escogida para esa casa, los demás había sido para las otras y en mayoría para los Dragones. Me sentí nerviosa de lo que me esperaba por ver en la academia. No sabía si le agradaría a sus compañeros de casa, si serían amables o unos desalmados... Jaja, no eso no podía ser.

     

    Me había vestido con unos tejanos de color claro y una camisa de color menta, que resaltaba mi cabello pelirrojo recogido en una coleta. Las zapatillas azules apenas se distinguían en el conjunto, lo que si se podía ver era mi cara de susto cuando vi la puerta cerrada.

     

    Al parecer había una contraseña que decir... Y yo como novata que era pues no la sabía. En generales no me dijeron nada de esto, pero esperaría a que alguien viniese para poder ayudarla a entrar...

     

    ''Bien empezamos Meredith'' pensé desanimada.

     

    Me recosté en la pared y esperé ver a alguien.

  15. Yo ya estaba petrificada en mi sitio, mirando de reojo a mis compañeros. De todas formas, rezaba por que no pasara nada malo... Pero aquella criatura se dio cuenta enseguida de su presencia, mientras todos mirábamos aterrorizados como el enorme troll atacaba a la profesora Evanik con el árbol que sostenía, ella comenzó a pelear.

     

    Sin embargo su lucha duró muy poco, el troll la dejó volando por los aires en un segundo. Yo no daba crédito a lo que veía. Sola y desprotegida en el suelo corría peligro. La profesora Sol se adelantó para ayudarla a salir de ahí pero en ese momento un fogonazo rojo cruzó por mi lado y alcanzó a Sol, tirándola al suelo.

     

    Miré a Binfeyd y a Andro tiradas en el suelo, había sido un desafortunado accidente, que quizás nos costase la vida...

     

    -Formemos grupos -Gritó Bínfeyd y en ese momento el troll se dio cuenta de nuestro grupo.

     

    -Encuentren una solución lo distraeré mientras pueda -Bínfeyd corrió hacía él, le lanzó una roca y luego volví a echar a correr a su alrededor evitando sus golpes devastadores.

     

    Aterrorizada, así me sentía en aquel momento que pasaba por segundos. Angustia, miedo, suspense... Bínfeyd esquivaba habilidosa los golpes del furtivo troll que no dejaba de perseguirla. Pero no aguantaría mucho tiempo así, y aunque lo hiciera las profesoras corrían el riesgo de ser aplastadas bajo los pies apestosos del troll.

     

    Aquella terrorífica escena me recordaba al día que me hice mi primer tatuaje, un Dragón oriental sobre la parte baja de la espalda. Fue muy doloroso y al principio tenía mucho miedo pero cuando me contemple en el espejo de la tienda comprendí que había sellado mi destino en la tierra. Al igual que mis padres, yo también seguiría a la serpiente hasta caer en el combate. No me importaba mostrarme débil ante los demás, sabía que si ellos me tomaban por débil sería un gran punto a mi favor para coger a mis enemigos por sorpresa.

     

    Mis compañeros parecían haberse quedado mudos frente a la escena que Bínfeyd protagonizaba, ya cada vez más cansada de huir.

     

    -¡Despertad! Hay que detenerle como sea y salvar a las profesoras del troll.

    Se nos ocurrió una gran idea, le tenderíamos una trampa al troll. Un grupo excavaría, otro iría a por ramas y el resto defendería a las profesoras de la criatura.

     

    Anya ven conmigo a por ramas para tapar el agujero! ¡Andrómeda hazte cargo del resto del grupo!

     

    Las dos dimos la vuelta y salimos corriendo a por ramas entre la espesa maleza. Dejamos al grupo atrás discutiendo los grupos, si no se daban prisa no salvaríamos a nadie hoy. ''Vamos chicos confío en ustedes'' pensé mientras corría mirando a todas partes buscando ramas o hojas secas. Anya y yo corrimos entre los árboles sin llegar a ver nada de valor hasta que me harté...

     

    -Espera Anya deja de correr. -Suspiré exhausta.-Si no hay hojas y ramas sueltas nosotras las crearemos...

     

    -¡Diffindo! - Algunas ramas y lianas se partieron, cayendo a suelo.-Bauleo - y las ramas se reunieron en grupo.

     

    -Ayudame Anya las llevaremos hasta el grupo.Tenemos que llevarlas allí, Wingardum Leviosa -y los grupos de ramas y hojas flotaron.

     

    Anya y yo ya estábamos listas para volver. Sólo esperaba que todo allí estuviese en orden y que no hubieran tenido muchos problemas con el troll. Mientras volviamos lo más aprisa posible escuchábamos el sonido de muchos golpes junto con temblores de tierra y fogonazos de luz al final del sendero ya andado.

  16. Las piernas se me estaban durmiendo a causa de todo el peso de mi cuerpo sobre ellas. Desde allí sentada sobre el suelo, observaba transcurrir los largos y angustiosos minutos. Teníamos que seguir adelante como fuese, ya que era del todo una locura pasar la noche allí a la intemperie. Más que nada por el ataque de cualquier otra criatura malévola...

     

    Las profesoras parecieron estar bien, la Evanik cruzó el trecho hasta llegar a la Corvinus para devolverle su varita. Stnazi se había estado defendiendo con ella al parecer.

    Sol se levantó del suelo justo cuando la profesora Evanik llamó al grupo para seguir la marcha hacia el, ahora activo, volcán de la isla.

    Me levanté lo más rápido que pude, temiendo que mis piernas no estuviesen listas para seguir. Ahora estaba cansada que nunca y mis pies parecían estar hechos de plomo. Me reuní con el resto de mis compañeros junto a la profesora Evanik, que yacía sentada junto a Sol.

     

    -¡Vengan todos! Sabemos que se encuentran cansados pero tenemos que continuar, falta poco para llegar de modo que tendrán que hacer un esfuerzo más y los que se sientan lo suficientemente indispuestos pueden quedarse aquí y arriesgarse a que nadie regresará. Bien, tomen sus cosas y comiencen a caminar.

     

    De ningún modo iba a quedarme en esa locura de Doxys (y a saber que criaturas mágicas más).

    A mi lado estaban Andrómeda y Bínfeyd, las dos parecían estar exhaustas por la dura pelea, les dediqué una sonrisa alentadora. Un poco más allá una chica llamada Anya también respiraba tranquila, aunque parecía haber sangrado por la nariz. Junto a ella estaban Stnazi, Elizabeth y Jank respirando tranquilos. A sus ojos ya también tendría un aspecto agotado y quizás las manchas rojas de mi vestido un poco más preocupante. Para Jank la sangre de mi vestido no pasó desapercibida y me miró extrañado el corte de mi labio inferior.

    Corrí, o mejor dicho troté hasta la orilla del ancho río para beber una última vez. Mis compañeros me miraron y creo que alguno también se acerco a imitarme. No sabía cuanto tiempo volvería a estar sin agua... Y eso me angustiaba.

    Cuando ya estuve satisfecha miré al grupo que ya se estaba yendo, con las últimas fuerzas corrí a reunirme con ellos. Las profesoras volvían a encabezar la fila, caminaban como si no hubiese pasado nada. Pero un desmayo y una mordedura... por muy fuertes que fueran, aquello les debía de pesar. Y aún más con un grupo de novatos a sus espaldas.

     

    En pocos minutos estábamos de nuevo metidos en plena ensalada de matorrales y arbustos que desconocía. Sumidos por el cansancio apenas hablábamos y para mí cada vez era más difícil caminar. Me dolían los pies y mi pobre vestido preferido estaba hecho un verdadero asco... Por el camino no solté ni un minuto mi varita, que iba deslizándose a mi lado según movía mi brazo. Para entretenerme mientras andábamos, me hice una trenza roja sobre el lado izquierdo. Mis compañeros preferían hablar entre ellos, y no les juzgaba pero yo prefería casi nunca, aunque la mayoría de las veces las personas siempre me buscaban...

     

    De repente sin haberme percatado nos volvimos a parar. La jungla de ramas y árboles terminó, y delante de nosotros se habría una gran explanada de hierba, un sitio fabuloso para ir de picnic. Salvo por un gigantesco detalle...

    Un troll de unos tres metros caminaba amenazante a dónde ellos se dirigían. El color verde de su áspera piel podía confundirse fácilmente con la maleza. Causaba un gran estruendo golpeando un árbol contra otra cosa indescriptible desde lejos. ''Meredith ahora si que vas a morir'' pensé aterrorizada. No sabía si gritar o empezar a correr, solo me llevé la mano a la boca para no emitir sonido alguno. Di un paso atrás asustada por el tamaño de aquel enorme ser que se divertía golpeando todo lo que encontraba.

    Un pequeño quejido escuché a mi espalda, mirando sobre mi hombro vi como Andrómeda se revolvía en su sitio. ¡Le había pisado un pie!

     

    -Oh Andro, perdona no era mi intención pisarte. -susurré aún mirando al troll.

     

    -A nadie se le ocurra gritar, todos saquen su varita con cuidado y nadie se ponga a hacer tonterías porque lo alterarían, si alguien comete una tontería y el troll no los mata yo misma lo haré ¿comprendido?Ahora tenemos que pasarlo.

    La profesora Evanik se adelantó para pasar por delante del troll. No sabía quien me daba más miedo si el troll o ella. Pero entendí enseguida por su cara, que esto era muy peligroso...

     

    - Todos quédense donde están…-nos dijo Sol también pendiente de la Evanik.

     

    Yo ya estaba petrificada en mi sitio, mirando de reojo a mis compañeros. De todas formas, rezaba por que no pasara nada malo... Pero aquella criatura se dio cuenta enseguida de su presencia, mientras todos mirábamos aterrorizados como el enorme troll atacaba a la profesora Evanik con el árbol que sostenía, ella comenzó a pelear.

  17. Imposible, esto no podía estar pasando... El camino no acababa nunca.

     

    El espesor de la oscura y húmeda vegetación comenzaba a marearme. Caminábamos entre los arbustos y los árboles altos con mucha precaución. Las lianas colgaban hacia abajo, apuntándonos cómo un símbolo de amenaza indirecta.

    El grupo de jóvenes magos caminaba apesadumbrado por entre las traicioneras ramas del suelo y bajo el ardiente Sol del medio día. Intentando seguir a las dos profesoras que nos guiaban con cansancio entre la maleza.

     

    Sentía su quemazón sobre mi cuello, haciendo que me fuera más difícil soportar el camino, así que me solté el cabello pelirrojo a modo de proteger mi delicada piel de sus rayos negativos.

    Había estado hasta hace nada con mi compañero Jank, discutiendo la forma más rápida para llegar hasta la falda del coloso volcán. Parecía un chico agradable, pero con el calor que sentía había dejado de hablar y solo asentía con una sonrisa cordial. Ahora mismo solo deseaba llegar hasta la salida lo antes posible.

    Recordé entonces que mi varita seguía en mi pequeño y coqueto bolso marrón, que colgaba de mí a modo de bandolera. Sin dejar de caminar lo abrí de inmediato y extraje mi varita. Al verla entre mis manos sentí como una oleada de recuerdos invadía mi mente por completo. Algunos eran tristes y otros habían sido los mejores de mi vida. Aquello me distrajo bastante de lo que estaba viviendo en aquella isla, recordando nostálgica mis más preciados recuerdos en los verdes pastos dónde solía jugar con Alexander.

     

    No me importaba la caminata, no me importaba demasiado el pegajoso calor, pero sufría mucho viendo como el grupo se consumía por la sed. Caminábamos cómo autómatas en fila, uno tras otro en silencio; en mi cabeza oía el viejo tarareo de los valientes soldados que desfilan rumbo a una guerra, sabiendo que su muerte podía ser próxima. Inconscientemente tarareaba su canción para animarme por el rudo camino de tierra, por supuesto con mi varita en mano pues era una chica muy prudente y siempre tenía que ser precavida.

     

    De repente la marcha paró sin aviso alguno, temiendo lo peor apreté mi varita entre los dedos de mi mano izquierda para aliviar la tensión que me recorrió el cuerpo. Noté un golpe inesperado en mi espalda que me asustó un poco, volví a girarme y vi el rostro de la chica llamada Andrómeda. Sonrió de forma nerviosa apartándose de mí con rapidez, cómo si ella tampoco hubiese esperado el golpe conmigo.

     

    -Lo siento, lo siento. -dijo excusándose.

     

    -No te preocupes Andrómeda. -le dije.

     

    Sonreí nerviosa sin saber que más decirle y de nuevo miré hacia delante esperando ver la causa de nuestra parada. La profesora Sol pareció desviarse del camino hacia el volcán, la profesora Evanik se quedó mirándola y el grupo aunque extrañado, siguió sus pasos a dónde fuera que llegara. Noté que el aire se volvía más húmedo que antes pero hasta que mis compañeros no corrieron no me di cuenta de lo que era. Un hermoso y acaudalado río atravesaba aquel inexplorado paraje, y dónde ahora mis compañeros fueron desesperados a refrescarse. He de decir que yo también corrí a por un poco de agua fresca. Para sofocar la sed que arrastraba nada mejor. Algunos de mis compañeros jugaban con el agua metidos en el río, yo por mi parte me quedé en la orilla cogiendo el agua con mis manos y lavando mi cara para despejarme.

     

    Y de pronto como si aquello no se acabase nunca, la suerte volvió a ponerse en nuestra contra. Un temblor sacudió el suelo que pisábamos haciéndonos entrar en pánico de nuevo, o por lo menos a mí, que miré en todas direcciones esperando a que algo explotase.

    En efecto, arriba del verde salvaje una columna de humo empezaba a crecer. Nuestras profesoras intentaban controlar la situación cuando entonces cómo si la sacudida los hubiese despertado un grupo de criaturas peludas salieron de entre los matorrales entre violentos aleteos y chillidos escalofriantes.

     

    -¡¡Doxys!! – Gritó la profesora Sol mientras los contemplabamos.

     

    -Todos cúbranse, cuiden de que no los muerdan, pueden ser peligrosas – Nos dijo Evanik con sus rostro indiferente.

     

    Era del todo imposible quedarse indiferente frente a aquellas indeseables criaturas. Su forma era parecida a la de un hada, solo que más bien parecía la unión de una hada y una tarántula negra. Su alas brillantes eran del mismo color que un escarabajo verde, y sus dientes parecían que me harían trizas en segundos.

     

    Todos nosotros sufrimos el horrible ataque de las Doxys, mis compañeros se defendían con coraje de sus garras y dientes venenosos. Incluso yo misma fui atacada en medio de aquella locura de batalla.

     

    -Impedimenta. -dije claramente para protegerme de sus colmillos.

     

    Miraba a mi alrededor y solo veía a mis compañeros defenderse de las ''hadas malignas''. De repente una fuerza fulminante me llevó al suelo, haciendo que me golpease y me cortase el labio inferior. Sentí un algo pasar sobre mi cabeza y para mi sorpresa mi compañera Bínfeyd era la que me había tirado al suelo para protegerme de aquel grupo de Doxys que no había visto.

     

    -¿Sabes usar la varita? – Preguntó enérgica.

     

    -Sí. -dije enseguida, temiendo por las Doxys.

     

    Y se fue corriendo. Hasta ahora no me había percatado de lo ocurrido. Mis dos profesoras se hallaban en el suelo con algunos compañeros alrededor tratando de ayudarlas.

     

    Desmaius! -La Doxy calló fulminada al suelo pero tras ella vinieron más. -¡Aguamenti! -Me bastó par un par de ellas que parecían tener negras intenciones respecto al grupo.

     

    De repente Andrómeda estaba a mi lado, no sabía si quiera como iban a combatir a los Doxys mucho menos quien estuviese al lado.

     

    -Meredith. Tengo una idea, pero yo no puedo llevarla a cabo… ¿Ves ese arbusto que está allí? –me dijo señalando- Las extrañas hojas que hay en la planta de al lado, es Coclearia, allí hay un poco pero se que no muy lejos hay más y son iguales, su planta es inconfundible. ¿Puedes ir a buscar un cuanto y perseguir a las Doxys con eso? No les gustará nada y huirán… Porque creo que produce confusión entre otras cosas.

     

    En cuanto Adrómeda me dijo su plan estuve segura de que funcionaría. Las Doxys no nos dieron tregua alguna y continuaron atacando. Andro se alejó con doce aves a su alrededor y yo hice lo mismo.

     

    Avis!

     

    Doce aves de proporciones pequeñas envolvieron mi cuerpo volando entorno a mí. Logré cruzar entre las Doxys y meterme entre los árboles hasta llegar a los arbustos. Pero mientras las aves desparecían las Doxys se volvían implacables y vinieron a por mí.

    Corrí un poco más allá perseguida por las ''hadas'' mirando dónde demonios estaría la dichosa planta, hasta que la localicé. Era imposible disimular esas alargadas hojas tan extrañas.

    Rápidamente de mi boca salió el hechizo ''bauleo'' y un ramillete de hojas se reunieron. ''Wingardum Leviosa'' y un rayo salió de la varita e hizo flotar el ramillete en el aire, se lo enseñé a las Doxys implorando por que funcionase. Y como dijo Andro las Doxys empezaron a tambalearse y huyeron despavoridas. Estaba allí de pie que no me lo creía, reuní un gran ramillete de hojas y volví a dónde se encontraban mis compañeros peleando.

     

    Perseguí a las Doxys por el río hasta que no quedó ninguna a la vista. Rodeé el lugar con aquella planta esperando que así no se acercasen. Las profesoras y casi todos parecíamos estar bien. Caí al suelo de la impresión por el inesperado encuentro con aquellos terribles seres peludos. Y noté que mi labio estaba sangrando de la caída de antes con Bínfeyd.

     

    -Vaya mi primera cicatriz de guerra... Episkey -susurré mientras miraba mi vestido con algunas motas rojas de sangre.

  18. La travesía en el reluciente velero llegó a su fin cuando a lo lejos divisamos tierra firme. Era una gran isla de color verde oscuro por la densa vegetación y justo en el centro se alzaba un gigantesco volcán. Mis ojos no daban crédito a lo que veía según surcábamos las olas celestes, jamás había contemplado un volcán y menos estado en una isla. Mi vida había sido crecer en una pequeña granja con mis padres y punto.

    Pero esto era mucho más de los que pudiese haber imaginado. Debía aprovechar cada instante en aquel lugar, por que sería algo que nunca olvidaría en la vida.

     

    Miré al resto de mi grupo, que estaban repartidos por la cubierta y vi en sus rostros la misma emoción que ahora me embargaba a mí. Sus caras felices miraban asombradas la isla del volcán, esperábamos ansiosos para desembarcar y al fin practicar magia en sus espectaculares playas. El profesorado había tenido la fantástica idea de venir aquí para aprovechar esta hermosa e inigualable vista exótica.

     

    El velero navegó sigiloso por las aguas, hasta que se detuvo solo al llegar a la costa blanca. La playa era bañada por luminosos rayos de sol que hacían brillar a las olas antes de morir en la arena. Observé curiosa como la profesora Evanik se cambiaba de ropa justo antes de llegar. Las profesoras bajaron primero del barco hasta la arena brillante que inundaba la isla, seguidas del grupo de alumnos curiosos y fascinados.

    Por mi parte al llegar a la arena noté en la suela del zapato lo caliente que estaba. El sonido de las olas rompiendo en la orilla junto a las palmeras que se zarandeaban al viento hacían del lugar un auténtico paraíso tropical. Sonreí tontamente observando la inmensa y espesa jungla de árboles, ramas y matorrales que se extendía ante nosotros, bordeando toda la playa.

     

    Abrí mi pequeño bolso marrón en busca de un pasador para recoger mis enmarañados cabellos pelirrojos, la humedad del ambiente había sido la artífice de aquel destrozo en mi pelo. La profesora Corvinus se dispuso a hablar, mostrando una gran sonrisa al grupo de alumnos que andaba por la arena observando todo a su alrededor. Recogí mi pelo muy deprisa pues era de mala educación peinarse cuando alguien te hablaba.

     

    -Bueno se preguntaran todos que hacemos aquí… Bueno pues que mejor que este bello lugar para que practiquemos un poco de magia ¿no creen?

     

    Sí, en ese punto habían estado brillantes, pues era un lugar maravilloso. Pero entonces rompiendo la armonía del lugar, oímos tras nosotros una grotesca explosión. Mi cuerpo sufrió el espantoso sonido, dándome un susto de muerte. Volví mi cara hacía el velero, asentado sobre la orilla que ahora saltaba por los aires en mil pedazos. No podía creerlo... Mis ojos horrorizados miraban como las partes del barco se lanzaban por los aires con amenaza de caer sobre nosotros. Pasé de estar tranquila y feliz en una playa caribeña a correr arena arriba para salvar mi vida. Todos gritamos asustados mientras corríamos para refugiarnos de algún modo en la espesa maleza. Cogí a Isy del brazo en cuanto la vi correr asustada para tenerla a salvo, al fin y al cabo era mi familia y no quería que le pasara nada.

     

    Las profesoras intentaron proteger al grupo con el hechizo ''impedimenta'' pero cuando los trozos de fuego llegaron a los árboles nos vimos rodeados de humo y llamas. Aquel paraíso se había convertido en un infierno.

     

    El tóxico humo llegó más rápido que una bala a mis pulmones. Inmediatamente mi cuerpo reaccionó y comencé a toser mareada. Me llevé las manos a la boca para intentar respirar lo menos posible aquel aire envenenado. Los ojos me escocían horrores, y mis compañeros creo que sufrían de lo mismo. Cada rostro era otra indescriptible muestra de miedo y pánico. ¿Y para qué iba a sacar mi varita? No sabía cómo podía ayudar, apenas sabía nada. Se suponía que venía a aprender y ''quizás'' llegada esta situación obraría bien para salir airosa, pero no...

     

    Sentía pánico y ansiedad. No podíamos salir de allí, ahora estábamos atrapados.

     

    -Tranquilos chicos…No sé que haya pasado, pero lo importante es que todos estamos bien…

     

    - ¿Como volveremos?-pregunté angustiada.

     

    - No se preocupen por ello, sabemos que ustedes no han aprobado el examen de aparición, pero existen otros modos de viajar...

     

    Me quedé petrificada, no había respuesta para nuestro retorno a casa. Corvinus intentaba calmarnos mientras que la profesora Evanik estaba apagando el fuego con un enorme chorro de agua que salía de su varita. Luego de eso ellas intercambiaron unas miradas, al parecer ya tenían un plan al que recurrir.

     

    -Bien, espero todos estén más tranquilos ahora que parece que el peligro ha pasado. Como verán debemos de salir de esta isla, no será demasiado fácil pero mientras la profesora Corvinus y yo nos encontremos aquí nos aseguraremos de que todos regresen a casa sanos y salvos... ¿Todos traen su varita consigo? En ese caso vayamos en camino, no se separen y si alguno llega a cometer el pequeño error de separarse lance chispas rojas al aire.

     

    Todos asentimos en general, algunos estábamos demasiado asustados como entender sus palabras tan frías. Mi mundo daba vueltas en ese momento y no me cabía en la cabeza lo que había ocurrido... Pero de algún modo así había pasado.

     

    -Isy no te separes mucho de mí ¿vale?-le dije mirándola sonriente.

     

    Ahora debíamos de continuar siguiendo a nuestras profesoras jungla adentro, esperando no encontrar demasiados obstáculos en el largo camino a casa.

     

     

    OFF:

     

    Gracias por la puntuación! :D

    La verdad es que este es el primer foro de rol en el que escribo, solo tengo experiencia en Potterfics. Por cierto me ha encantado cuando ha explotado el velero, no me lo esperaba para nada *-*

    Besoss :3

  19. No había tenido tiempo para despedirme.

     

    Aquella mañana había ido a conocer por fin a mi nueva familia, en la granja de los Rexdemort Black. Con tan solo una pequeña maleta de viaje con mis cosas más preciadas y mucha ilusión de encontrar a mi hermana por los dominios. Tras pedir varias veces indicaciones a la casa finalmente llegué a mi destino... en ruinas.

    La granja había sido arrasada por el fuego y no quedaba apenas nada de lo que fue antaño.

     

    Ahora me encontraba en el dormitorio de mi hermana Lehdzay, junto a Isy mi sobrina nieta y un varón desconocido que parecía ser de mi nueva familia también.

     

    Pero entonces mientras observaba a Lehd, recordé que hoy comenzaban mis clases en la academia. Hace unas semanas una lechuza había llegado a mi antigua vivienda, en la granja de mis padres. Traía consigo un sobre con mi nombre escrito y el remitente de la escuela de magia a la que tanto anhelaba ir. El traslador lo guardaba en mi pequeña maleta, tenía que tomarlo a la hora exacta que me indicaba la extensa carta.

     

    Sin tiempo que demorar abrí angustiada mi vieja maleta de mano, depositada sobre el intacto suelo de Lehdzay. Busqué la carta que contenía la curiosa galleta de mar de color blanca. En cuanto la tuve localizada reparé en mi vestuario... que no era el apropiado. Pedían ropa cómoda y fresca. Miedo me daba imaginar a dónde nos querrían llevar en nuestra primera clase...

     

    Busqué entre entre las pocas prendas que había traído conmigo y al final opté por un vestido veraniego corto. Su falda vaporosa era adornada por pequeñas flores amarillas sobre un fondo beige. La parte de arriba era blanca con botones marrones que se ajustaban a la cintura , no tenía mangas pero en su lugar era decorado con unos pequeños volantes que le daban al vestido un aspecto coqueto. Y junto a un cinturón y mis bailarinas de color marrón claro me cambié de ropa allí mismo. No tenía tiempo de que las miradas indiscretas de mi hermana, su nieta y su otro hermano me afectasen... Aunque me hubiese quedado a su vista en ropa interior tras conocer a los dos últimos. Eso si que era una primera impresión impactante. Pero no me importaba, solo era el cuerpo de una chica ahogada en nervios.

    Antes de cerrar la maleta, cogí un pequeño bolso para guardar mi varita y otras de mis pertenencias imprescindibles. Como un pasador para recogerme el cabello si hacía viento.

     

    -Lehdzay tengo que irme ya a la academia, ¿Puedes guardarme la maleta?... -dudé por un momento- ¡Hasta luego!

     

    Y así, tocando el traslador desaparecí ante sus ojos como platos y sus bocas entreabiertas.

     

    Fue la primera vez que me trasladaba con un objeto encantado. Me envolvió una sensación muy extraña, sentí una espiral que comenzó en mi ombligo y se extendió por todo mi cuerpo. Tiraba de mí como una cuerda floja, las imágenes era abstractas y confusas en mi mente. Podía sentir que todo a mi alrededor cambiaba de forma, de olor y color.

     

    Mis bailarinas marrones aterrizaron sobre un suelo de tablas de madera en color blanco roto. Un aire fresco acariciaba mis mejillas, su familiar olor a sal embriagaba mis sentidos. Pero me sentía mareada por el endiablado traslado a este... velero.

    Sí, estaba en medio del gran océano con sus extensas e infinitas aguas azules llenando hasta el horizonte dónde la vista no alcanzaba. En el cielo el sol brillaba con fulgor y dorada era la luz que calentaba mi rostro sonrosado; mis cabellos pelirrojos iban en sintonía con la brisa marina que los enmarañaba. El velero estaba detenido allí en medio de la nada, sin tierra firme al lo lejos. Divisé a mis compañeros en la proa del barco junto a dos distinguidas figuras en pie ante ellos.

     

    Caminé insegura de si mi estómago aguantaría el viaje por el ancho mar, tratando de llegar hasta dónde estaba el grupo reunido. Mis nuevas profesoras parecían dos personas completamente distintas, cómo el cálido día y la fría noche.

    La primera que habló fue la profesora Sol Lestrange, que irradiaba felicidad cada vez que sus labios pronunciaban alguna palabra. Su jovialidad me llenó de entusiasmo por completo así haciendo que me sintiera mejor luego del viaje. La otra profesora se llamaba Addison Evanik, su rostro permanecía carente de emociones, parecía una profesora estricta y no sé por que pero me llamó la atención enseguida.

     

    Mientras ellas hablaban dando su discurso de bienvenida, el velero navegaba tranquilo por las aguas. No me había dado cuenta de que ya estábamos en camino hacia... algún lugar interesante. Los alumnos presentes comenzaron a presentarse ante el resto para darse a conocer, y llegado mi turno no supe como actuar pues me quedé en blanco. Hacía mucho que no tenía que presentarme en público y en este aspecto fui muy breve.

     

    -Buenos días a todos, mi nombre es Meredith Alice Night, pertenezco a la familia Rexdemort y espero poder sacar muy buenas notas y llevarme muy bien con mis compañeros en esta primera clase.

     

    Mis mejillas pasaron del rosa al rojo en un instante. Lo había pasado un poco mal muy tontamente, pues eran un puñado de críos a diferencia de mí. Una chica llamada Andrómeda parecía haberlo hecho sin ninguna dificultad, envidiaba su forma desenvuelta de actuar con los demás.

    Tras algunas presentaciones más, a lo lejos apareció tierra firme al fin. Mis nervios explotaron dentro de mi estómago. Ya tenía ganas de bajar de aquel velero que solo me daba mareos y dolor de cabeza.

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  20.  

    Nombre del Personaje: Meredith Alice Night Pride

     

    Sexo: Femenino

     

    Edad: Joven, 17 años

     

    Nacionalidad: Británica

     

    Familia(s):

     

    *Familia 1 :

    * Familia 2:

     

    Padre(s) Sanguíneo: Gabriel Night y Mary Pride

     

    Padre(s) Adoptivos: --

     

     

    Trabajo: --

     

    Poderes Mágicos:--

     

    Rango Social: Aprendiz

     

    Bando: Neutral

     

    Rango dentro del Bando: --

     

    Nivel de Poder Mágico: --

     

    Puntos de poder en objetos: 20

     

    Habilidades Mágicas:

     

    *Habilidad 1: --

    * Habilidad 2: --

    * Habilidad 3: --

     

     

    Conocimientos Especiales:

    *Conocimiento 1: --

    * Conocimiento 2: --

    * Conocimiento 3: --

     

    Perfil del Personaje:

     

    Raza: Humana

     

    Aspecto Físico:

    Meredith es una chica joven y alta. De unos aparente de veinte años de edad. Tiene los cabellos rojos como la sangre y la piel un poco pálida. Sus rosadas mejillas le dan siempre un aspecto saludable. Casi siempre esta sonriendo. Sus ojos son de un color lila que de lejos aparentan ser azules. Es una chica guapa.

    Suele vestir de forma sencilla, pantalones vaqueros (jeans) y una camisa o blusa que combine. Aunque siempre se queda con pequeños complementos únicos que solo ella sabe dónde comprar.

     

     

    Cualidades Psicológicas:

    Es una chica ingeniosa y siempre esta dispuesta para una pelea con sarcasmos. Sabe que es lista y a veces se piensa superior a los demás por eso. Es amable con los que les regala una sonrisa, siempre intenta ayudar a todo el que puede. Es divertida cuando se lo propone aunque a primera impresión es tímida. Si la enfadas puedes buscarte un problema con un verdadero demonio. Muchas veces le gusta estar a solas consigo misma para relajarse porque es muy irritable. Le encanta leer sobre todo historia de la magia. Sabe escuchar y comprende las situaciones de los demás, aunque a veces estos no la entiendan a ella. Es una chica compleja.

     

    Historia:

    Nacida en el seno de una familia pobre al sur de Inglaterra. Meredith es hija única de sus padres y es algo que nunca le gusto, ya que siempre quiso un hermano. Cuando nació su madre le puso el nombre de Meredith por su abuela materna y Alice por tía paterna fallecida antes de que ella naciera.

    Se crió en una granja de campo abierto, un lugar muy hermoso dónde vivir. Siempre le gustó la naturaleza. Allí conoció a su mejor amigo, Alexander Walls que vivía en la granja de al lado. Siempre vivieron travesuras juntos.

    Pero ahora está inscrita en la academia Hogwarts de magia y hechicería dónde ha conocido a su primera hermana que la guiará a través del mundo mágico. Está muy ilusionada por la aventura que le espera.

     

    Pertenencias:

     

    Objeto Mágico Legendario:

     

    Objetos Mágicos:

     

    Objeto: Varita Mágica

    Clasificación: AA

    Puntos: 20

     

    Total de puntos:

     

    Mascotas y Criaturas:

    Criatura 1:

    Clasificación:

    Puntos de poder:

     

     

    Criaturas en la Reserva:

    Criatura 1:

    Clasificación:

    Puntos de poder:

     

    Elfos:

    * Elfo 1: Phipes

    * Elfo 2: --

     

    Licencias, Tasas, Registros:

     

    Licencia de Aparición:

     

    Licencia de Vuelo de Escoba:

     

    Registro de XXX:

     

    - Registro de Elfo Doméstico: Link

     

    - Registro de Criaturas no Mágicas:

     

     

    Otros datos: --

     

    Cronología de cargos: --

     

    Premios y reconocimientos: --

    Links de Interés Referentes al Personaje: --

     

     

    Link al Perfil de Comprador MM:

    Link a Bóveda Personal: Bóveda 97281

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