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Witch Sand Potter

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Mensajes publicados por Witch Sand Potter

  1. Abrió los ojos y profirió un grito. Se levantó a toda prisa, se vistió, cogió su bloc y su pluma, su varita, y salió pitando de allí.

    Avanzó por los extensos pasillos de la Academia, mirando continuamente su reloj de pulsera; iba a llegar tarde, lo sabía perfectamente.

     

    Llegó jadeando al vasto jardín donde tenían lugar las clases de duelo. Por suerte, todavía había alumnos sentándose en el césped, lo cual significaba que la clase no había dado comienzo aún.

    Witch sonrió satisfecho y tomó una bocanada de aire, mientras buscaba un sitio entre la hierba. Se sentó cerca de los profesores y esperó a que diera comienzo la clase.

     

    El profesor Kris seguía teniendo aquel aire amable del día anterior, y el profesor Zack aquel rostro pálido con las facciones encogidas. Verdaderamente aquella expresión producía terror a Witch.

    Sacudió la cabeza enérgicamente, intentando pensar en otra cosa. Tenía que tener los ojos bien abiertos para seguir el ritmo de la clase.

     

    Los profesores explicaron que en aquella sesión aplicarían los conocimientos adquiridos con el panfleto que les habían entregado la clase anterior. Para ello, los alumnos tendrían que observar con atención un duelo entre los dos tutores, y apuntar en una hoja los errores que cometieran durante el mismo.

    Después, entregarían el pergamino para que lo corrigiesen.

     

    El muchacho sacó a toda prisa un pergamino y una pluma, puso su nombre en la parte superior y esperó expectante a que los profesores comenzaran a "pelear".

    Los compañeros que rodeaban a Witch también parecían igual de emocionados e intrigados; seguramente muchos de ellos nunca habían contemplado un duelo de magos.

     

    Al cabo de cinco minutos de exhaustivo duelo, los profesores bajaron las varitas y pidieron a los alumnos que entregaran el pergamino. Witch contempló el suyo y vio, con alegría, como había rellenado las dos caras (incluso había escrito en los márgenes). Se levantó de un salto y se acercó a la fila que se había formado delante de Kris y Zack.

    Al fin y al cabo, esa clase no había ido nada mal.

  2. Witch cruzó la estatua de piedra que lo separaba de la que ahora sería su nuevo hogar, y se llenó de entusiasmo al observar su sala común: era una estancia maravillosa, con ventanas enormes que daban al lago; además, se podía escuchar el sonido del agua golpeando suavemente las cristaleras.

    El chico pensó que no podía existir sitio mejor que ese.

     

    Avanzó un par de pasos, contemplando los distintos asientos repartidos por el lugar. Finalmente, se decidió por una butaca situada en frente de una pequeña mesilla, junto a una esquina de la sala.

    Se sentó poniéndose cómodo y recorrió el salón con la mirada: había unos cuantos estudiantes sentados en el sofá, charlando animadamente sobre temas diversos, como, por ejemplo, el equipo que ganaría la liga de Quidditch aquella temporada.

     

    Una chica leía un pesado tomo acerca de transformaciones, que el muchacho reconoció enseguida (porque también se había agenciado un ejemplar en Flourish y Blotts) como "Transformaciones Licántropas y qué hacer si se producen en su entorno".

    Witch sonrió; cada vez le gustaba más todo lo relacionado con la magia, aun teniendo en cuenta que era hijo de muggles.

     

    Rebuscó en la mochila que tenía a sus pies y sacó un pesado tomo sobre encantamientos desilusionadores, y se puso a hojearlo mientras llegaban más alumnos (y otros se marchaban) a la Sala Común.

  3. Witch lanzó un grito de desesperación al tiempo que empujaba un viejo y polvoriento sillón rojo hacia el otro extremo de la habitación. Se dejó caer en el suelo de madera y se tapó la cara con ambas manos, mientras una ira inmensa se formaba en su interior; estaba tan enfadado que podía sentir el suelo quemando bajo él.

     

    El muchacho no soportaba las mudanzas, las aborrecía. Y ese era el día en que tenía que abandonar su hostal de mala muerte en el centro de Londres para trasladarse a una habitación alquilada en el Caldero Chorreante.

    Llevaba algún tiempo planeando aquel viaje, pero solamente se había decidido por completo tras finalizar su primer clase en la Academia; pensaba que lo mejor era tener contacto a diario con la población mágica, y no se le ocurrió sitio mejor que ese para alojarse.

     

    Pero ahora estaba que se subía por las paredes: había estado todo el día colocando y ordenando los muebles sin parar, mientras discutía consigo mismo cuál era la disposición más apropiada.

    Y ahora, cuando por fin lo había logrado, cuando por fin había terminado de correr el mobiliario a diestro y siniestro... resulta que su varita se le había perdido.

     

    Se había pasado la última media hora poniendo patas arriba su recién ordenada habitación, y dando golpes sin parar, y todo había sido en vano: su varita no aparecía. Al menos había realizado el encantamiento Muffliato para que nadie cercano pudiese percibir cualquier sonido extraño. Lo único que necesitaba en ese momento era que lo echaran a la calle el mismo día que se había instalado.

     

    Y al final, después de esos treinta minutos buscando su varita como un loco, se había desplomado.

    No sabía lo que hacer, y, para empeorar aún más las cosas, le habían convocado a un sitio donde se celebraría una reunión de magos muy importante. Su cometido era dejar la mansión como los chorros del oro.

     

    Miró al reloj: solamente faltaban diez minutos para que aquella especie de "clase" diera comienzo, y él seguía sin encontrar su varita, y con una habitación tan desordenada que parecía la guarida de un basilisco, o el refugio de una centena de acromántulas.

     

    -¡Porras!- exclamó, y dio una fuerte patada a una cómoda cercana. Ésta resbaló, cayó al suelo con un fuerte estrép*** (Witch rogó para que el Muffliato siguiese teniendo efecto) y los tres cajones del mueble se abrieron de sopetón.

    De uno de ellos cayó a los pies del muchacho una pequeña caja con varios motivos grabados en ella.

    El corazón del chico dio un vuelco y se inclinó para abrir aquella cajita; allí estaba, tan reluciente como siempre, su varita.

     

    Sin pararse a pensar en por qué no recordaba haberla dejado allí, se puso en pie y, con un suave movimiento de muñeca, los muebles regresaron a su lugar correspondiente.

    Witch sonrió con satisfacción y salió de la habitación a toda prisa (no se dio cuenta de que, al cerrar la puerta, todos lo que había colocado mediante magia volvía a desplomarse en el suelo).

     

    Bajó las escaleras rápidamente y llegó a la parte baja del bar. Interrogó a los allí presentes con una mirada rápida, pero nadie de ellos parecía mostrar algún signo en su rostro de haber oído todo el jaleo que se había armado en la habitación de Witch.

     

    Así pues, el chico avanzó rápidamente hacia la chimenea situada en la esquina, sacó un puñado de polvos flu, los arrojó dentro, y saltó al interior de la chimenea:

     

    -¡Mansión del Congreso de Magia!- exclamó, con una voz dudosa. No sabía exactamente el nombre de la mansión a la que tenía que acudir, pero esperaba que esas palabras fueran suficientes.

     

    Al momento, todo alrededor de Witch se volvió borroso, mientras caía violentamente hacia abajo. Estaba acostumbrado a esa sensación, aunque no pudo evitar dar un respingo cuando sintió como si lo succionase un desagüe.

    Al cabo de treinta segundos, más o menos, el muchacho aterrizó en un suelo de baldosas blancas.

    Se incorporó sacudiéndose la ropa y contempló el lugar donde había ido a parar: era una amplia y luminosa cocina.

     

    Miró a su izquierda y confirmó (mitad satisfecho y mitad avergonzado) que había ido a parar al lugar correcto; los dos profesores que lo habían citado allí lo miraban con gesto severo. Witch reconoció a uno de ellos: era Addison, la bruja que había visto solamente por unos segundos en aquella mansión donde tuvo lugar su primera clase.

     

    -Siento llegar tarde- se disculpó, aunque al mirar alrededor comprobó que solamente un muchacho aparte de él se hallaba en ese lugar, apoyado contra una pared- He tenido algunos problemas "personales"- se explicó- Pero ya están solucionados.- acto seguido, sacó la varita y se apuntó con ella a la ropa, con el fin de limpiarse la ceniza de la chimenea.- ¡Fregotego!-exclamó, y un destello azulado salió de su varita, aunque sus vaqueros sigueron igual de sucios que antes.- ¿Qué demon...?- musitó, y dirigió una sonrisa a los profesores, que lo miraban incrédulos- Vamos... ¡Fregotego! ¡¡Fregotego!!- por fin, al tercer intento, la ceniza desapareció de sus prendas, y volvió a guardar la varita en el bolsillo.

     

    Se preguntaba qué pasaba con aquel chisme; siempre había sabido manejarlo a la perfección y era bastante ducho con el arte de la magia (aun teniendo en cuenta que era hijo de muggles).

    De todas maneras, ya habría tiempo para pensar en eso, se dijo a sí mismo, mientras se aclaraba la garganta para hacer su presentación.

     

    -Hola. Me llamo Witch Sand Potter, tengo catorce años y estoy deseando empezar a hacer...- titubeó, pues en realidad todavía no sabía con seguridad en qué consistía su cometido.-lo que tenga que hacer- concluyó, con un tono de voz despreocupado, aunque en el fondo seguía preocupado por el estado de su instrumento mágico.

     

    Los profesores asintieron, y Witch se retiró a una esquina cercana, mientras pensaba en todo lo que había acontecido ese día, y sin poder sacarse de su cabeza el tema de la varita. La sacó del bolsillo y la observó fijamente; parecía la misma de siempre.

    Se encogió de hombros y la guardó en el bolsillo, y se resignó a esperar a que llegaran el resto de las personas.

     

     

    OFF

     

    ¡Hola! Me llamo Joel y tengo catorce años. Me encanta leer, escuchar música y rolear xD.

    Espero aprender muchísimo en esta clase, y convertirme en un gran rolero.

     

    Nada más de momento. ¡Un saludo muy fuerte! :D

  4. Witch avanzó corriendo los largos pasillos de la Academia, buscando frenéticamente la clase donde impartiría Duelo Básico.

    Era una excelente oportunidad para poner a prueba sus habilidades y mejorar con los hechizos (mas aún teniendo en cuenta lo que había acontecido en su primera clase; no quería ni pensar en ello).

     

    El pergamino que le habían enviado por lechuza explicaba claramente que las clases se darían en un extenso jardín, el cual comunicaba con el ala este. Sin embargo, no era tan fácil encontrar aquella sección del edificio; después de preguntar a dos retratos, tropezar con una armadura y empaparse los pantalones con un cubo de agua que no había visto (un sencillo hechizo Fregotego fue suficiente para secarse) consiguió por fin llegar al vasto jardín que indicaba la nota.

     

    Algunos alumnos ya habían llegado, y a muchos de ellos los conocía por las clases de Generales. Suspiró y se reconfortó pensando que al menos no se sentiría tan solo en aquel curso.

    De todos modos, la mayoría de alumnos que estaban sentados sobre el césped eran desconocidos para Witch, y éste prefirió sentarse al lado de alguien con quien hubiera tenido contacto anteriormente.

     

    Finalmente encontró un sitio junto a dos de sus antiguos compañeros y se sentó entre ellos, dedicándoles una sonrisa.

    Fue entonces cuando reparó en los profesores. Uno de ellos era un hombre con aspecto alegre y jovial, que miraba a los alumnos con una espectacular sonrisa.

     

    Witch dirigió la vista hacia el otro tutor, esperando encontrarse con el mismo rostro amigable que el de su compañero. Sin embargo, el chico que estaba junto a la profesora parecía de todo menos simpático: tenía unas facciones pálidas y demacradas, como un vampiro, y sus manos eran largas y afiladas.

    Miraba a la clase con indiferencia y, si no hubiese parpadeado un par de veces, Witch habría jurado que se trataba de una estatua.

     

    Cuando por fin llegaron todos los alumnos, el profesor hizo un gesto con las manos indicando que dejaran de hablar. Acto seguido, agitó la varita, y un par de panfletos de color rojo aparecieron delante de cada alumno.

    Witch contempló el título del papel: "Instrucciones para Duelo Básico".

     

    -Buenas tardes- comenzó el profesor con el rostro pálido, aclarándose la garganta- Soy el profesor Zack Black y junto a Kris impartiremos esta clase- dijo, señalando a su compañero. Después de la presentación, invitó a los alumnos a sentarse, pese a que muchos (incluído Witch) ya lo estaban desde hacía tiempo.

     

    -Hola- dijo el profesor Kris, avanzando un paso y dirigiendo una mirada rápida a su compañero- Como bien ha dicho el profesor Zack, yo me llamo Kris Gryffindor y los dos juntos impartiremos esta clase. -cogió aire y continuó hablando- Lo único que os pido que hagáis el día de hoy es leer los panfletos que tenéis delante de vosotros.- señaló los papeles que yacían en la hierba.- En la clase siguiente aclararemos todas vuestras dudas- terminó de hablar y retrocedió junto al otro profesor, dando a entender que los alumnos podían irse.

     

     

    OFF

     

    ¡Hola! Me llamo Joel, tengo 14 años y soy de España. Estoy deseando aprender mucho en esta clase de Duelo, y espero que el primer rol no haya estado demasiado mal...

     

    ¡Un saludo! :D

  5. Después de caminar durante varios minutos, Witch lleguó por fin a una estancia que conocía a la perfección: era el vestíbulo donde se habían conocido todos hacía unas horas atrás.

    Sintió una felicidad infinita y dio un pequeño salto de emoción, mientras bajaba a toda prisa las escaleras de mármol.

     

    Allí había tres personas más; una chica (no lo recordaba bien, pero creía que se llama Kriss) y dos chicos que no reconoció en ese momento.

    Pero, espera: allí había alguien más. En el suelo, tendido a escasos metros de los muchachos, yacía el hombre lobo que había atacado a Witch unos momentos antes.

     

    -Oye, ¿esto qué...?- el chico empezó a hablar atropelladamente, pero se vio interrumpido por uno de los muchachos que no reconocía, que lo cogió del brazo y lo llevó hasta la puerta de salida; cuando salieron, una suave brisa de noche de verano les golpeó en la cara.

     

    Witch sintió un alivio inmenso y sonrió, mientras suspiraba y se dejaba caer en el césped húmedo. Al segundo, alzó la cabeza y miró a los tres chicos allí presentes: tenía que saber dónde estaban los demás, y si se encontraban bien.

    No iba a permitir que alguien siguiera en la casa, después de todo lo que había pasado en ella.

     

    Los otros le contestaron que los demás debían de estar a punto de llegar, y que no había razón para preocuparse.

    Al oír esto, el chico pudo finalmente relajarse, y cerró durante un minuto los ojos.

    Por fin lo habían conseguido...

     

    La chica que había reconocido ordenó a Vladimir (así se llamaba uno de los alumnos allí presentes) que conjurara un patronus para avisar a los demás.

    Witch se alegró de que no se lo hubiera pedido a él: ese era el único hechizo que aún se le resistía.

     

    Sus compañeros todavía tenían las miradas fijas en la puerta; era obvio que seguían preocupados. El chico tenía la impresión de que no había pasado por la mitad de obstáculos que el resto de sus compañeros.

     

    -est****o desmayo...- murmuró entre dientes, y los tres alumnos dirigieron la mirada hacia él.- Nada- se disculpó rápidamente.- Cosas mías- esbozó una débil sonrisa y los compañeros asintieron, volviendo a dirigir la vista hacia la puerta principal.

     

    El muchacho siguió aquella discusión consigo mismo en silencio: la verdad era que si no hubiese sido tan debilucho, y no se hubiera desmayado, probablemente estaría charlando animadamente con los demás sobre los peligros que habían pasado.

     

    Para él había sido bastante fácil, y la verdad era que había atajado bastante por aquel pasadizo. Por eso, ahora se sentía un poco mal consigo mismo, y tenía la sensación de que los demás alumnos le guardaban rencor.

    Llegó incluso a formar una imagen en su cabeza de toda la clase reunida (incluyendo las profesoras). Llevaban unos palos llenos de pinchos y perseguían a Witch mientras gritaban: "¡cobarde, cobarde!".

     

    Intentó apartar esa macabra imagen de su cabeza y se centró de nuevo en la realidad.

    Tampoco sabía que había pasado con aquel hombre lobo que había encontrado muerto en el vestíbulo. Aquella chica (Kriss) simplemente lo había arrastrado al interior de la mansión.

     

    De todas maneras, no era el momento de ponerse melodramático. Dudaba mucho en que la clase fuera a perseguirlo con palos. Además, siempre podría estrechar lazos en las siguientes clases de la Academia; al fin y al cabo, su educación mágica no había hecho más que dar comienzo.

     

    Entonces, mientras pensaba en todo eso, no pudo evitar que una frase acudiese a sus labios:

     

    -¿Sabéis?- comenzó, y los tres chicos allí presentes se giraron- Nunca en mi vida he tenido una clase con menos teoría... y tanta práctica- terminó, esbozando una sonrisa de oreja a oreja.

     

    En el rostro de sus compañeros también se dibujó una sonrisa, y soltaron una débil risita.

    Wirch, satisfecho, sacó del bolsillo de su pantalón una rana de chocolate que se había agenciado el otro día en el Callejón Diagon, le quitó el envoltorio, se guardó el cromo (Andros el Invencible) y engulló con ímpetu la sabrosa rana.

     

     

    OFF

     

    ¡Bueno, gente! No sé que decir; me lo he pasado de miedo en esta primera clase, y es una lástima que no se vuelva a repetir.

    Sólo espero que las demás clases sean igual de entretenidas.

     

    ¡Un saludo! :D

  6. Estaba perdido: en cualquier momento el hombre lobo hincaría sus afilados colmillos en el rostro del muchacho, y éste no podía hacer nada para protegerse. Por un momento, sintió como su vida pasaba por delante de sus ojos en una milésima de segundo,

    lamentó profundamente haberse enfadado con sus padres; ahora moriría con ese sentimiento atormentándole.

    Se preguntó si eso era razón suficiente para quedarse vagando como un fantasma toda la eternidad.

     

    Entonces, mientras Witch tenía todos esos pensamientos en mente, un aullido irrumpió el silencio que había en la sala (se excluye de este silencio el ronco sonido del lobo, que cada vez acercaba más su rostro hacia el del muchacho).

    Parecía proceder de afuera de la mansión, puede que de los jardines. En cualquier caso, el hombre lobo apartó rápidamente sus fauces de Witch y salió corriendo por una puerta que tenía delante.

     

    EL chico quedó en aquella posición, tumbado en el suelo, durante varios minutos, dudando de si estaba o no muerto. Incluso llegó a pellizcarse para asegurarse.

    Finalmente llegó a la conclusión de que, efectivamente, estaba vivo.

     

    Se levantó lentamente, dándose cuenta de que la mano le dolía un montón, ya que, hasta ese momento, no se había dado cuenta de lo fuerte que aferraba la varita mágica; miró hacia todos los rincones de la oscura habitación y llegó al razonamiento de que la única vía posible era la puerta por la que había salido el hombre lobo. La otra opción era regresar por el pasadizo secreto, pero no le tentaba demasiado.

     

    -¡Lumos!- exclamó Witch, por tercera vez en lo que iba de día, y se adentró por la puerta, conteniendo la respiración y con el corazón latiéndole a mil por hora.

  7. Witch sintió como volvía a recuperar parte de la felicidad que había perdido momentos atrás.

    Ya no sentía las manos podridas ni pustulosas sobre su cuello, e intentó incorporarse mientras razonaba sobre lo que lo había atacado. Finalmente cayó en la cuenta de que lo único que podía haber provocado una reacción así en un ser humano era un dementor.

     

    Se incorporó lentamente y se sacudió la ropa, pensando en quién habría podido ser su "salvador", ya que la única forma de hacer retroceder a un dementor era un patronus bien realizado.

    Por un momento pensó que las profesoras habían acudido a su ayuda, y el rostro se le iluminó mientras miraba hacia su derecha e izquierda.

    Lo que vio a su izquierda era solamente un tapiz torcido sobre la pared. Lo que vio a su derecha...

     

    -¡Ah! ¡Oh, no! ¡No, no! ¡NO!- el muchacho cayó al suelo y su varita se perdió a unos escasos metros de él.- ¡No, no!- no podía hacer otra cosa que balbucear: un hombre lobo de dos metros y medio de altura se cernía delante de él, con los colmillos asomando y una expresión de deseo incontrolado.

     

    Sistemáticamente, Witch dio una voltereta hacia atrás (horas después no se explicaría cómo lo había logrado) y se puso en pie, recogiendo la varita y apuntando con ella a aquel ser, que cada vez se acercaba más al chico. Un montón de encantamientos se le pasaban por la cabeza, desde el hechizo Desmaius (un hombre lobo ni lo notaría) hasta el encantamiento Homorphus (había magos que incluso dudaban de su existencia, de modo que intentar realizarlo un muchacho de catorce años era prácticamente un suicidio).

     

    -Bueno... -suspiró Witch- Entonces... lo único que puedo hacer es...- observó una vez más al hombre lobo- ¡CORRER!- exclamó y, acto seguido, corrió como si no hubiese mañana hacia el hombre lobo; cerró los ojos e hizo una especie de "zig zag" para confundirlo y pasar a su lado. Se preparó para sentir las fauces enormes del lobo mordiendo su cara, pero, en cambio, solamente sintió la brisa del viento golpeando su rostro mientras corría a toda velocidad.

     

    Cuando llevaba cinco minutos corriendo sin parar, se paró en seco y respiró lentamente. Miró hacia atrás y contempló con una ola de felicidad como el hombre lobo había desaparecido. Ya no lo seguía, lo que significaba que estaba a salvo.

     

    -En fin...- sonrió.- Ha sido más fácil de lo que pensaba. -dio un giro sobre sus talones sonriendo con satisfacción.- ¿Y ahora quién anda ahí?- preguntó mientras veía a una figura moviéndose en la oscuridad.- Puede que sea una profesora- dijo en voz alta- ¿Profesora Wenlock? ¿Profesora Weasley?

     

    La figura dio un par de pasos más y se hizo visible. La sonrisa del muchacho cambió a una mueca de dolor.

    Frente a él se erguía el hombre lobo al que pensaba haber dado esquinazo. Éste saltó sobre él y lo tiró al suelo, imposibilitando cualquier movimiento de Witch. Sentía como su aliento se impregnaba en su cara, y cerró los ojos.

    Ahora sí que estaba perdido.

  8. Seguía caminando a lo largo del pasillo con la varita en alto, mirando hacia atrás cada dos minutos para asegurarse de que no había nadie (o nada) que lo siguiese.

    Aún temblaba al recordar el grito que había oído media hora atrás, o cuando la imagen de los cadáveres descuartizados acudía a su memoria; así que no era de extrañar que hubiese desarrollado aquella manía de girarse cada momento.

     

    Mientras avanzaba, su situación le recordaba más a la de la protagonista de la película de terror "El Resplandor" (la cual había visto hacía tres semanas escasas por primera vez); excepto en que en aquella ocasión, él sostenía una varita mágica, y no un cuchillo enorme, como la mujer de la película.

     

    La tentadora (e inquietante idea) de que hubiera algo siguiéndole se le pasaba por la cabeza de vez en cuando, aunque hacía lo posible para evitar pensar en ello. Intentaba convencerse de que muchas de las cosas que había oído eran solamente alucinaciones causadas por el trauma que había experimentado en la biblioteca.

     

    Witch estaba tan absorto en esos pensamientos que apenas se dio cuenta de que se acababa de golpear la nariz con una gruesa pared en frente suyo. Volvió a la realidad y se frotó con fuerza el dolorido tabique nasal, mientras contemplaba con aprensión la pared situada delante, y que impedía proseguir el camino.

     

    -¡Oh, vamos!- se quejó el chico en voz alta, dando unos golpecitos con su varita al muro.- No fastidies...- suspiró y giró sobre sus talones, obligado a regresar por donde había venido para encontrar otra salida.

    No obstante, antes de irse no dudó en atizar una fuerte patada a aquella pared. Lo que pasó a continuación fue confuso.

     

    La pared rotó cual puerta giratoria y "empujó" a Witch hacia dentro, mientras una especie de ladrillo caía encima de la cabeza del muchacho.

    Cegado por el dolor, intentó levantarse, aunque antes de cumplir su objetivo, fue detenido por unas manos podridas y llenas de pústulas que se cerraron alrededor de su cuello.

     

    Sintió como si toda su felicidad se evaporara, y pensó que no merecía la pena resistirse. Al fin y al cabo, pensaba, ahora ya no sentía dolor alguno. En realidad, el chico no podía sentir nada en absoluto.

    Estaba siendo víctima del "beso del dementor".

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  9. Después de respirar hondo y tranquilizarse, Witch prosiguió su camino, manteniendo la varita apuntada hacia la oscuridad, y pendiente de cada sonido que oía.

    No era fácil olvidar aquel escalofriante grito que había escuchado hacía un momento.

     

    Mientras avanzaba se preguntó cómo estarían sus compañeros; hacía unos minutos habría jurado que habían conseguido salir de la mansión y que habían ido a buscar ayuda, pero ahora... Sentía como si nada bueno pudiese suceder.

    Intentó darse ánimos, pero fue en vano.

     

    Siguió caminando, y a cada paso que daba sentía como la felicidad lo abandonaba. Estaba perdido, y lo sabía; nadie iba a acudir en su ayuda, nadie. Tendría que alimentarse de las ratas... Pero aquel lugar estaba tan asquerosamente limpio que era imposible criar nada excepto diamantes.

    Por una vez en su vida maldijo a los insecticidas y a la limpieza del hogar. Al momento se sacudió la cabeza.

     

    -¿Pero qué estoy diciendo?- se dijo en voz alta- ¿Yo? ¿Comer? ¿Ratas? Necesitó sentarme y descansar- jadeando, apuntó la varita hacia el suelo, buscando una esquina donde apoyarse.- ¡Oh! ¡Mira qué suerte!- delante de él había unos cuantos barriles apoyados contra la pared. No era el sitio más idóneo para recostarse, pero algo es algo.

     

    Mientras se sentaba entre aquellos duros barriles intentó sonreír para liberar tensiones, aunque lo único que logró fue formar una mueca tan espantosa que cualquier persona cuerda que hubiera pasado por allí, habria pensado que se encontraba frente al hijo loco de El-Que-No-Debe-Ser-Nombrado.

     

    Jugueteó con la varita en sus manos, mientras pensaba que hechizo formular para llevarse algo comestible a la boca.

    Al minuto, reaccionó, y sintió como un chorro de agua congelado le caía por la nuca: ¡la Ley de Gamp sobre Transformaciones Elementales! ¡La comida es una de las cinco excepciones!

    Dio una fuerte patada al suelo, maldiciendo en voz baja su sed de conocimiento. Probablemente si no hubiera leído tantos libros no habría descubierto la Ley de Gamp, y a lo mejor ahora no sentía esa enorme decepción sobre él.

     

    Después de unos minutos lamentándose, decidió proseguir por aquel "pasadizo" interminable, y se incorporó bruscamente (derribando, cómo no, un par de toneles apiñados tras de él).

    Se sacudió la ropa manchada de polvo y se puso de nuevo en camino.

  10. Witch se llevó una mano a la frente y se dio unas palmaditas. Acto seguido, abrió sus ojos castaños y se incorporó de un salto; contempló el lugar donde había caído: era un pasillo estrecho, que se perdía en la oscuridad.

    Dirigió la vista hacia arriba y observó con resignación como la trampilla por la que se había precipitado estaba ahora cerrada. Su única opción era avanzar por aquel tortuoso pasillo.

     

    Mientras cogía su varita (la cual yacía a escasos metro de él) observó que la mano con la que se había frotado la frente unos segundos atrás estaba manchada con sangre, lo que significaba que debía de tener una brecha.

    Miró hacia ambos lados de aquel pasillo y exclamó: "¡Lumos!". La punta de la varita se iluminó con un fuerte resplandor, y por fin pudo contemplar adecuadamente aquel entorno.

     

    En efecto, era un pasillo. Se giró hacia atrás y observó como unas gruesas tablas cubrían un extremo, de modo que su única opción era caminar hacia delante.

     

    Mientras avanzaba se preguntó dónde estarían ahora sus compañeros y profesoras; seguramente habrían ido a pedir ayuda. Sí, seguro que era eso. Uno no se queda tan tranquilo después de contemplar dos cadáveres mordidos y desgarrados.

    Estaba convencido de que en breve irrumpirían en la Mansión Brinklied un escuadrón de aurores (también había leído bastante sobre ellos) bien cualificados.

     

    Continuó adelante con aquellos consoladores pensamientos en su mente, mientras se mordía las uñas de la mano con la que no sostenía la varita. Hacía unas horas escasas habría deseado encontrarse en una situación así, para poner a prueba sus poderes mágicos, pero ahora hubiese dado lo que fuera para que alguien acudiera en su ayuda.

     

    De repente, un grito escalofriante rompió el silencio que había a su alrededor, y la piel se le erizó tanto que pensaba que se le iba a caer a pedazos. Se giró brusca y torpemente y miró hacia el techo de aquel pasillo subterráneo; tenía el corazón en un puño y sentía como sus piernas se derretían.

     

    -Vale... -empezó a hablar en voz alta, intentando tranquilizarse- Sal de donde estés- giró de nuevo sobre sus talones y apuntó su varita hacia la oscuridad.- ¡No te tengo miedo!- exclamó, y al momento pensó que esa era la mentira más gorda que había dicho en varios años: realmente estaba muerto de miedo.

  11. Abrió los ojos: el muchacho estaba apoyado frente a una dura y gélida pared. Se incorporó súbitamente y contempló el entrono donde se hallaba; sí, sin lugar a dudas continuaba en la biblioteca de aquella inquietante mansión. Solo que aquella vez... estaba solo.

     

    Intentó buscar cualquier indicio de que allí había algún otro ser humano, pero no encontró a nadie. Comenzó a ponerse nervioso y cayó al suelo nuevamente. Se tapó la cara con las manos y comenzó a respirar lenta y acompasadamente. No era buen momento para empezar a hiperventilar.

     

    Nuevamente se puso en pie, ahora un poco más relajado, y comenzó a explorar con calma aquella habitación. Trató de no prestar atención a los cadáveres medio descuartizados, tendidos en medio de la biblioteca; estaba decidido a no volver a desmayarse.

     

    Se paseó otro par de veces por la sala, recorriendo con la mirada todas las esquinas y ventanas, hasta que no le quedó más remedio que darse por vencido y caminar hacia la puerta por la que habían entrado.

    Empujó hacia fuera y, sintiendo como las fuerzas lo abandonaban, comprobó que estaba cerrada a cal y canto.

     

    -No...- suspiró y se apoyó bruscamente contra una larga librería situada a su izquierda.- No... ¡No!- exclamó, y su grito resonó por todos los rincones de aquel caserón, que había perdido su original brillo y luminosidad, para dar paso a lo que parecía un bestia sin piedad, sumida en la oscuridad.

     

    -Yo no he venido hasta aquí para que pase esto- Witch comenzaba a perder los nervios, y se paseaba a grandes zancadas por el cuarto.- Yo he venido a aprender, ¡a aprender!- gritó de nuevo, ahora con más fuerza que antes.- Tengo que salir de aquí... ¡ahora!- volvió a soltar un fuerte grito y sacó su varita del bolsillo.- ¡Lumos Maxima!

     

    Un fuerte resplandor inundó la habitación y, al momento, una trampilla se abrió bajo los pies del muchacho, que cayó con fuerza sobre una superficie dura y áspera y volvió a perder el conocimiento por segunda vez en aquel día, mientras un hilillo de sangre resbalaba por su frente.

    Ahora sí que estaba en problemas.

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  12. Después de las presentaciones, la profesora Kass soltó un largo discurso sobre el señor Augustus y sus grandes dotes de historiador. Witch estaba pendiente de cada palabra, y tomaba apuntes mentalmente. Según él, nunca se sabía en qué ocasiones podrías necesitar información.

     

    Después de unos tres minutos de habla sin descanso, el chico dirigió la vista hacia el rostro del señor Brinklied. Claramente aquel señor lucía un porte muy elegante, y su forma de vestir era bastante señorial. Sin embargo... había algo en él que no acababa de encajar. Witch tenía una extraña habilidad para detectar cosas que otros pasaban por alto, y aquel hombre parecía claramente preocupado.

    El sudor resbalaba por su cara y cuello, y no cesaba de dar caladas a su pipa, pese a que ésta hacía tiempo que se había apagado.

     

    Intentó no preocuparse demasiado por aquel extraño comportamiento y dirigió de nuevo su atención a la profesora. Esperaba que no tardara mucho en terminar de hablar, quería empezar cuanto antes a explorar esa mansión y oír los (seguramente) fantásticos relatos que tendría para ellos el señor Brinklied.

     

    De pronto, los oídos del muchacho percibieron un leve pero perceptible chirrido metálico. Levantó sus ojos hacia arriba y contempló la magnífica lámpara de araña que colgaba del techo. Acto seguido, dicha lámpara se apagó, y el vestíbulo quedó sumido en una densa y agobiante oscuridad.

     

    Trató de mantener la calma y la compostura y sacó su varita rápidamente.

     

    -Lumos- susurró y un chisporroteo de luz iluminó la punta de su varita. Pronto pudo observar que la mayoría de sus compañeros y las profesoras habían actuado de la misma forma.

     

    El señor Augustus (con una voz extremadamente quebrada y temblorosa) ordenó al mayordomo que arreglase la lámpara y, después, ordenó a las profesoras y a los alumnos que lo siguieran hacia la biblioteca, donde, según él, podrían charlar más cómodamente.

     

    Caminaron por un largo y ancho pasillo guiados por aquel nervioso señor. Porque no se podía negar su estado de ánimo, que había empeorado claramente después de aquel "apagón". De todas maneras, pensaba Witch, no había razón para preocuparse, porque simplemente había sido eso. Un apagón.

     

    Estaba sumido en esos pensamientos cuando, súbitamente, un grito desgarrador rompió el silencio que había entre ellos.

    Todos se sobresaltaron, incluyendo las profesoras, que no tardaron en preguntar qué había sido eso.

     

    -No tiene importancia- explicó el historiador, con una voz escalofriantemente queda- Seguramente ha sido la mucama, que ha roto la vajilla. Últimamente se altera demasiado.

     

    Mientras se recuperaban del susto y proseguían camino, el chico pensó que aquel señor no había sido del todo sincero.

    El tono de su voz lo delataba. Claramente se le veía atormentado por algo.

     

    Finalmente, el señor Brinklied se paró frente a una puerta de madera extraordinariamente decorada. Tiró de ella hacia dentro e hizo pasar a los allí presentes.

     

    Nada más que Witch puso un pie en esa sala, sintió un frío glacial que llenaba sus pulmones y, una milésima de segundo después, un grito aterrador salió de su boca: allí, en medio de habitación y tirados en el suelo, yacían dos cadáveres.

    Uno de ellos era Antoine, el mayordomo al que Augustus había ordenado que arreglara la lámpara. El otro era de una mujer, que Witch no había visto en todo ese tiempo en la mansión.

    Sus cadáveres daban verdadero miedo: la carne estaba arrancada brutalmente, y muchas partes del cuerpo habían desaparecido.

     

    El chico sintió como perdía el equilibrio, y se apoyó en una butaca cercana para evitar caerse. No soportaba ver sangre. Sólo con ver como sangraba una nariz sentía la necesidad de taparse los ojos, de modo que contemplar una escena así...

     

    Lo que vino a continuación fue confuso: se oyó un aullido a lo lejos, las profesoras discutían acaloradamente con Augustus, los alumnos contemplaban los cuerpos con aprensión... Witch también oyó algo respecto a un hombre lobo, un vampiro, unas profesoras desaparecidas y un pasadizo secreto.

     

    Eso último no sabía si lo había escuchado de verdad o solamente era una alucinación debido a la inminente pérdida del conocimiento. Solo esperaba retrasar el momento del desmayo lo máximo posible, pero no lo logró.

    Sintió como caía, caía y caía...

  13. Witch abrió los ojos y dirigió la vista al despertador que yacía sobre una pqueña y desvencijada mesita de noche.

     

    -¡No!- exclamó, y se levantó de la cama como si le hubiesen prendido fuego debajo del colchón- ¡Me he dormido!

     

    Rápidamente, el muchacho corrió hacia una silla medio rota situada en la esquina de la habitación y se puso la ropa que había dejado preparada el día anterior: una camiseta rosa, una camisa violeta y unos vaqueros. Se puso las zapatillas "converse" en un segundo y salió escopetado de aquel lugar (tuvo que volver a los diez segundos, se había dejado la mochila).

     

    Bajó las escaleras y llegó a la recepción, donde abrió la puerta y salió a una concurrida calle de Londres. Corrió como si su vida dependiera de ello, no sin antes dirigir la mirada hacia el edificio por donde acababa de salir; en un cartel de hierro viejo y oxidado se podía leer: "Hostal La Avenida", seguido por una diminuta estrella medio desteñida.

     

    La razón por la que Witch se había alojado en un sitio así aún le atormentaba, y algunas veces se sentía arrepentido y avergonzado de lo que había hecho, aunque con un vaso de agua bien fría se le pasaba enseguida. Lo cierto es que Witch no era un chico normal y corriente. Era un mago. Aunque él lo acababa de descubrir hacía una semana escasa; esa era la razón por la cual se había largado de casa: sus padres, unos grandes muggles (había descubierto ese término mientras hojeaba unos cuantos libros de brujería), no querían alguien así en la familia.

     

    De modo que Witch se había alojado en aquel hostal de mala muerte, mientras buscaba un sitio mejor. De todos modos, no era un buen momento para evocar esos recuerdos, pensó, mientras entraba en el Caldero Chorrenate.

    Y es que si se había dado cuenta de que era un mago era gracias a una carta que llegó con una lechuza a casa de sus padres: era una invitación para asistir a la Academia de Magia, y las clases comenzaban ese mismo día. Esa era la razón por la que Witch iba tan apurado.

    La noche anterior había estado leyendo unos cuantos libros de hechizos e informándose de como llegar a la Academia, y no se quedó dormido hasta bien entrada la madrugada.

     

    Una vez en el interior de aquel bar y siguiendo las instrucciones de la carta, se dirigió hacia la barra y llamó al tabernero. Preguntó si podría utilizar su chimenea (era demasiado joven para aparecerse, de modo que la única manera de llegar a la Academia era a través de la Red Flu) y el encargado aceptó de buen grado.

     

    El chico sacó unos polvos que se había agenciado hacía un par de días en el Callejón Diagon, los introdujo en la chimenea (el fuego de esta adquirió un tono verdoso) y se metió en ella, pronunciando con claridad el nombre de su destino.

    Acto seguido, sintió como si un gran desagüe tirase de él hacia abajo. Había leído sobre ello en los libros, pero no imaginaba que la sensación fuera tan intensa.

     

    Después de unos segundos, el muchacho cayó con estrép*** en un suelo blanco y reluciente, que se manchó inmediatamente de ceniza.

    Sin pararse a contemplar el asombroso y pulcro lugar donde se encontraba, sacó de su bolsillo la carta de la Academia y comenzó a buscar la clase indicada.

     

    Cuando llegó frente a la puerta, tomó aire y empujó hacia dentro. Lo que vio a continuación lo dejó helado: una hilandera de mesas y sillas se apiñaban en el aula y, sobre cada una de

    ellas, había una pluma y un pergamino.

     

    -¡¿Un examen?!- pensó Witch, e inmediatamente se puso a repasar mentalmente todos los conceptos que había aprendido aquella semana. Lo que menos se esperaba era tener que realizar un examen el primer día de clases; los demás alumnos que estaban allí parecían igual de asustados que él.

     

    Rápidamente, buscó un pupitre en la segunda fila , se sentó y dirigió la vista hacia la pizarra, sin dejar de repasar: dos mujeres (debían de ser las profesoras) hablaban por lo bajo mirando a los alumnos allí presentes. La de la izquierda parecía simpática y afable, y vestía de una manera muy original. La otra mujer parecía un tanto severa.

     

    Pasados unos minutos, y cuando llegaron el resto de alumnos, la profesora de la izquierda comenzó a hablar: les dio la bienvenida y explicó que aquella plumas servirían como trasladores, ya que la clase se celebraría en otro lugar.

    Al oír esto, Witch se dejó caer un poco en la silla, sintiendo como se le quitaba un peso de encima.

     

    Después de la charla de la otra profesora, ésta ordenó que tomaran la pluma con las manos y se preparasen. El chico (que, al igual que con los polvos flu, había leído sobre los trasladores pero no había viajado en ninguno) no pudo evitar reprimir un leve grito cuando se desapareció y se encontró flotando en el vacío.

     

    A los pocos segundos, sintió tierra firme bajo sus pies y abrió los ojos: habían ido a parar a un sendero estrecho y, al final de éste, un imponente edificio se erguía sobre ellos. Witch lo reconoció de inmediato. Había leído sobre él en "Un estudio sobre el reciente avance en hechicería". Era la Mansión Brinklied, propiedad de Agustus Brinklied, uno de los más célebres historiadores de la magia, después de Bathilda Bashgot. El chico sonrió: después de todo, aquella larga semana de estudio había dado sus frutos.

     

    Cuando estuvieron frente a la casa, la profesora de aspecto severo llamó a la puerta y, después de un par de minutos, ésta se abrió y los goznes sonaron con fuerza.

    Entraron en el vestíbulo (la mansión era magnífica) y esperaron, mientras las profesoras les presentaban a Augustus, y después indicaron a los alumnos que hicieran lo mismo uno a uno.

     

    Witch se puso nervioso; su fuerte no era la expresividad, de modo que cuando llegó el momento de presentarse avanzó con paso tímido y comenzó:

     

    -Hola. Me llamo Witch Potter. Tengo 14 años y estoy deseando aprender todo lo que pueda sobre magia.- No sabía por qué, pero cada palabra que pronunciaba le sonaba tonta. Cuando por fin acabó, fue a reunirse de nuevo con sus compañeros y esperó mientras estos hacían lo mismo.

     

     

     

    OFF

     

     

     

    ¡Bueno! Creo que me he excedido un poco en mi primer rol. Me llamo Joel, tengo 14 años y vivo en España.

    Me encanta Harry Potter y espero aprender todo lo que pueda sobre "el arte de rolear" xD

     

    ¡Un saludo! :D

  14. 1.- Link al tópico de su ficha de personaje: http://www.harrylatino.org/index.php?showtopic=97799

    2.- Link de las bóvedas de negocios que posea el personaje: --

    3.- Link del tópico de registro de sus familias: --

    Familia N° 1: Familia Ravenclaw

    Familia N° 2: --

    4.- Link a las bóvedas de sus familias: --

    Bóveda Familia N° 1: Bóveda de la Familia Ravenclaw

    Bóveda Familia N° 2: --

     

     

    Saldo en Bóveda previo a la Migración 2021: 1000 G

  15. FICHA DE PERSONAJE

     

    Datos Personales:

     

    Nombre del Personaje: Witch Potter

     

    Sexo: Masculino

     

    Edad: Joven

     

    Nacionalidad: Británica

     

    Familia(s):

    * Familia: --

    * Familia 2: --

     

    Padre(s) Sanguíneo: --

     

     

    Padre(s) Adoptivos: --

     

     

    Trabajo: --

     

     

    Poderes Mágicos:

     

    Rango Social: Aprendiz

     

    Bando: Neutral

     

    Rango dentro del Bando: --

     

    Nivel de Poder Mágico: --

     

    Puntos de poder en objetos: 20

     

    Hechizos adicionales:

     

    Puntos de poder en criaturas:

     

     

    Criaturas controlables en asaltos y duelos: --

     

    Habilidades Mágicas:

    * Habilidad 1 --

    * Habilidad 2 --

    * Habilidad 3 --

    Si no se tienen, poner --

     

     

    Conocimientos Especiales:

    * Conocimiento 1 --

    * Conocimiento 2 --

    * Conocimiento 3 --

     

     

    Perfil del Personaje:

     

    Raza: Humano

     

    Aspecto Físico:

    Witch es de altura media, sin ser muy alto o muy bajo. Tiene el pelo castaño claro y ojos del mismo color. Lleva gafas de media montura azul oscuro. Suele ir vestido con una camiseta de color rojo claro, una camisa violeta y unos vaqueros.

     

    Cualidades Psicológicas:

    Witch tiene una extraña habilidad para detectar cosas que otros pasan por alto. Es una buena persona, que siempre busca ayudar a sus amigos, aunque tiene un temperamento bastante fuerte cuando (en raras ocasiones) consiguen enfadarle.

    No es muy valiente, pero siempre intenta defender a sus compañeros cueste lo que cueste.

     

    Historia:

    Nació en Londres una fría tarde de invierno. Vivió su infancia como un muggle cualquiera hasta que un buen día recibió una carta de la Academia de Magia. Está decidido a estudiar y a aprender todo lo que pueda sobre el arte de la magia, y su mayor ambición es convertirse en alguien con gran talento, reconocido en todo el mundo.

     

    Pertenencias:

     

    Objeto Magico Legendario: --

     

    Objetos Magicos:

     

    Objeto 1: Varita (Sicomoro y Pelo de Unicornio, 26.75cm, ligeramente elástica)

    Clasificación: AA

    Puntos de poder: 20

     

    Objeto 2: --

    Clasificación: --

    Puntos de poder: --

     

     

    Mascotas y Criaturas:

    Criatura 1: --

    Clasificación: --

    Puntos de poder: --

     

     

    Criaturas en la Reserva:

    Criatura 1: --

    Clasificación: --

    Puntos de poder: --

     

     

    Elfos:

    * Elfo 1: --

    * Elfo 2: --

     

     

    Licencias, Tasas, Registros:

     

    Licencia de Aparición: --

     

    Licencia de Vuelo de Escoba: --

     

    Registro de XXX: --

     

     

    Otros Datos:

     

    Otros datos:

     

     

    Cronología de cargos:

     

     

    Premios y reconocimientos:

     

     

    Links de Interés Referentes al Personaje:

     

    Link al Perfil de Comprador MM: --

    Link a Bóveda Personal: Bóveda no. 97837

    Link a Bóveda Trastera: --

    Link a Bóveda de Negocio: --

    Link a Bóveda Familiar 1: Bóveda de la Familia Ravenclaw

    Link a Bóveda Familiar 2: --

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