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Evolet Montserrat

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Mensajes publicados por Evolet Montserrat

  1. El vestido de suave lino le quedaba ajustado, tanto que hasta podía pasar ante los ojos de cualquiera como una completa regordeta. Aunque quizás se trataba de esos tantos parámetros que solía usar Evolet cuando de su físico se trataba. Además, en el transcurso de los últimos meses la muchacha vivía una amplia inconformidad con los aspectos de su cuerpo, personalidad y hasta el alma misma. Y esa había sido una de las primera razones por la cual había tomado la iniciativa de retirarse por períodos considerablemente amplios de tiempo. Al saber que nadie la afectaría aquella ausencia, no tenía absolutamente nada qué perder o mantener.

     

    Se tropezó tontamente con uno de los escalones que daban paso a la entrada directa de la sala común, quedando frente a frente con la imponente estatua de tritón con rostro de pocos amigos. Aunque sinceramente, a Evolet le causaba más que intimidación, un asunto hilarante. La figura masculina solicitó, al igual que a todos los estudiantes, la tan aclamada contraseña que, obviamente, la Evans había olvidado como si nunca hubiese rozado por sus oídos. Inició con una ronda de suposiciones, las cuales iba soltando casi al mismo tiempo en la que la estatua negaba con su ruda cabeza de piedra. Así, pasaron largos minutos que para ella, eran horas y horas de agonía. ¡Ni un chico llegaba! Hasta que el dichoso momento en el que Evolet ojeó su pulsera en forma de estella de mar e instantáneamente su masa gris actuó.

     

    —Estrellas del...¿río?

     

    El tritón asintió con notable desagrado; de antemano la chica había pensado en el fastidio que le haría pasar a la estatua con tanta irresponsabilidad y despiste ante sus ojos. Las puertas se abrieron de par en par mágicamente, y Evolet no tardó en lanzarse en uno de los muebles con vista al río y sus respectivas critaras exóticas. La mitad de un año entero los mobiliaros de la sala común habían permanecido sin la presencia de la bruja. Pero esa situación cambiaría pronto con su inesperado y nada aclamado regreso, por más corto e insípido que fuera.

     

    La sala se encontraba intacta, salvo por sus inestables integrantes que la componían. Aunque poco le importaba eso a la chica, ya que jamás sintió apego por ninguno de ellos. Era mejor así. Y pese a que la indiferencia fuera el peor defecto del ser humano, en Evolet se adapataba como anillo de oro al dedo de una rica. No apresuró en abrir sus parpados, y al contrario aprovechó esos minutos para echar un breve descanso... que seguramente se extendería. Cuando volteó su cadera y cabeza al lado opuesto del gran ventanal, no tardó en exclamar divertida, cual quinciañera.

     

    —¡Vaya, vaya! ¿Quién diría que el destino volviera juntarnos dentro del mismo lugar donde nos conocimos?— mientras se levantaba en risas, acercándose a Etoile, soltó la pulsera en forma de estrella de mar. Ya no la necesitaría, al menos no allí. —Yo la estudiante y tú la maestra, ¿ah?

  2. Hello!

     

    Ehmm, quisiera volver a formar parte de la mini marca. Aparezco en el listado aún! jaja. Dejo la ficha que leí post atrás.

     

    Nick: Evolet Montserrat

    Nombre: Montserrat o.ó XD.

    Edad: 17

    Fecha de cumpleaños: 19 de Noviembre

    País: Cooooosta rica.

    Msn: evymonts@hotmail.es

     

    ¿saben? Deberían agregar esta útil fichonga al primer post. Así cuando vengan la gente se siente.. no sé, más guiada(?). Espero que me acepten :( Yo quisiera tener mi serpentita abajo de mi perfil algún día! jaja.

     

    Bye!

  3. La perspectiva de Evolet en cuanto al desarrollo de la clase cambiaba de a poco, en forma favorable extrañamente. Cada hechizo que se efectuaba dentro de aquél callejón japonés, que a su vez destellaban de luz justo cuando el encantamiento salía desprendido de sus varitas, alcanzaba incendiar el poco interés de la muchacha en el arte de la batalla. Sin embargo, esa situación no implicaba el cambiar de su ideal pacifista-verbal. Pero tampoco podía negar que tan sólo presenciar un enfrentamiento, sonrojaban sus mejillas como si estuviera enamorada. No. Ni lo uno, ni lo otro. Para aquel entonces la francesa conservaba mejores asuntos que resolver, y continuaría con ello precisamente al culminar la vertiginosa actividad.

     

    De un momento a otro, las circunstancias tomaron un vuelco verdaderamente grande, tanto que la Evans abrió sus orbes como platos apenas apreciaba lo sucedido en escena; los profesores, al parecer, y según ella misma, se habían vuelto locos, pues pretendían atacar a sus mismísimos estudiantes. Evolet se separó instantáneamente de la pared donde yacía su espalda cómodamente, para adaptarse en segundos a una nueva postura firme y atenta. Sus perfiladas manos buscaban con ansias encontrar la única arma disponible para la más pronta defensa: su varita. Pero, con aquellos nervios y presión fulminante, ¿quién actuaría de una manera más pausada? Mientras realizaba su búsqueda, ya lo profesora Mei alzaba su varita. El sudor se hizo presente en segundos por entre su frente, hasta que un suspiro de alivio y auto consolación lo reemplazó.

     

    Y efectivamente, un rayo color escarlata se dirigía fugazmente en dirección a la bruja y a otros jóvenes tan inexpertos como ella. La ejecución de un movimiento torpe hacia el rayo se hizo notar en el brazo de Evolet. Y finalmente, gritó:

     

    -¡Protego!— Un escudo mágico, transparente, apareció oportunamente frente a la muchacha, cubriéndole exitosamente del Expelliarmus enviado por la profesora Mei. El escudo absorbió totalmente el poder del rayo, cuyo objetivo era arrebatarle la varita de alce a la europea y a varios de sus acompañantes académicos. Respiró profundamente, alzando nuevamente su varita al notar que su maestra, en ese caso su rival, volvía a hacerlo con la suya.

     

    <<Evanesco>> pensó, usando toda su concentración. E inmediatamente, las tres cuerdas enviadas por Mei, direccionadas en distintas zonas del cuerpo hacia Evolet para atarla, desparecieron fácilmente, aún cuando estaban las tres unidas entre sí. No tuvo expresión alguna, tan sólo acomodó su postura defensiva para transformarla en una sumamente ofensiva. Apuntó con su corta varita curva justo a la cara de Mei.

     

    <<Embrujo Punzante>> pensó nuevamente. Un resplandor blanco, seguido de un rayo del mismo color surgió de la punta de la varita de la chica, volando a una velocidad considerablemente veloz hacia el rostro de Mei Black Delacour. De impactarle, le causaría una desfiguración de rostro escalofriante, la cual le impediría poder efectuar hechizos que requiriesen de mucha puntería. Una acción podo dañina para el oponente, pero un tanto beneficiosa para un futuro.

  4. Respiró aliviada al notar que su presentación no había sido la última en salir al aire. No era de vital importancia para ella, como ninguna otra postura social en su vida. Era como era y ya, sin reprimendas ni órdenes. Seguía recostada de la misma pared húmeda, examinando con la mirada a sus posibles compañeros de próximas clases. La mayoría le provocaba repulsión, algunos lograban captar una pizca de su atención o incluso toda. Otros simplemente, anulaba en su mente. Pero nada podía distraerla más que los propios profesores. Era increíblemente misterioso cómo dos magos tan diferentes en cuanto a sus ideales, alcanzaban juntar sus conocimientos y habilidades para un sólo fin: enseñar. Extraordinario.

     

    Cerró el paraguas color violeta oscuro al momento que dejó de escuchar las gotas cayendo sobre éste. Gracias a un movimiento veloz, desanudó la coleta de caballo que aprisionaba sus largos y lisos cabellos castaños. Los dejó al contacto con el aire fresco, como si necesitaran respirar un rato. Repentinamente, sus pensamientos se vieron abocados íntegramente al objetivo de la clase. Le interesaba aprender, conocer y perfeccionar tácticas de combate. No era la mejor manera de arreglar las cosas, pero sí la más común en Ottery, Diagon y la mayoría de Londres, que era su lugar de frecuente movimiento. Tenía que saber defenderse. La pericia en batalla era esencial, así fuese en contra o pro del grupo al cual daba su apoyo.

     

    Primeramente, tomó el pergamino que la profesora Mei le proporcionaba a cada alumno. Con curiosidad expresada en su rostro y el resto de sus extremidades, leyó vertiginosamente el contenido del escrito. Se trataban de conceptos básicos de duelos. Alzó ambas cejas y bajó sus labios. No tardó en comprenderos, justo a tiempo cuando el otro profesor, Pik Malfoy, apellido que le hacía sentir diversión al oírlo o leerlo, entregaba en las perfiladas manos de la francesa otro pergamino, aunque aparentemente con más contenido que el anterior, a juzgar por el peso. Aquel se basaba en los hechizos pertenecientes y existentes en cada organización. Esas escrituras sí que elevaron las iniciativas por conocer más de Evolet. Particularmente, los hechizos de la Orden del Fénix. <<¿Aqueora?>>pensó, haciendo que una chispa de gracia se dibujara en sus labios. Una masa de agua sanadora y protectora era muy útil, claro estaba. << Fuego Maldito>> volvió a argumentarse las funciones del hechizo. Culminó de leerlos todos, pero aún así, los únicos que había llenado ese vació de interés en su mente eran esos dos. De ser por ella, sólo atacaría con esos trucos.

     

    Los minutos transcurrían a una velocidad admirable. Iban acorde a como Evolet deseaba, extrañamente. Observaba con exactitud los movimientos de los profesores, anotando cada error cometido por los magos en su singular libreta violeta, que hacía juego con sus ojos. Esa manía de convidar siempre la cargaría consigo. Cuando culminó el enfrentamiento, la asignación era precisamente lo que la Evans realizaba: un análisis. Rió para sí al enterarse de ello. Sin embargo, no pudo salirse completamente con la suya; subrayar cada párrafo que escribía costaba un tiempo valioso, tiempo en el que los demás estudiantes ya estaban en el proceso de entrega. Bufó molesta, acercándose a la posición de los profesores. Depositó la respectiva vitela con el corto análisis y regresó a la misma postura. No estaba segura del resultado que daría su ejercicio mental al expresarlo en la actividad. Pero, como decía ella misma, "la seguridad es para inseguros". Un concepto loco y poco lógico, pero le bastaba para ser conforme el resto del día.

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  5. Un terrible e inesperado lancetazo al corazón invadió a Evolet en cuanto una lechuza gris entró sin aviso alguno en su habitación. El ruido que había provocado el animal fue tan fuerte que, además de casi causarle un infarto a la chica, rompió la ventana principal, para luego estrellarse contra el filo de la cama elaborada con madera de alce. Cuando el animal pudo recuperar la conciencia, levantarse y, posteriormente, retirarse por el camino que él mismo había trazado, la Haughton accedió a examinar con suma rareza la carta que llevaba antes en sus patas y que ahora yacía en el suelo, arrugada. La tomó con dos dedos, como si se tratara de algo sumamente asqueroso. A pesar de tener la curiosidad como mayor característica, sorpresas como esas sólo lograban sacarle el terrible mal humor que casi siempre deseaba ocultar.

     

    Terminó de leerla, asintiendo naturalmente con la cabeza. El escrito era proveniente de la academia de magia y hechicería, lugar donde había aprendido lo poco que sabía de la magia extrema y el mundo mágico como tal. Una sonrisa placentera se trazó en el rostro de Evolet, casi al mismo tiempo en el que se levantaba enérgicamente del colchón de agua en el cual dormía. Se dirigió en una caminata medianamente rápida, aunque no agitada hasta el baño, donde culminó su respectivo aseamiento. Al cabo de unos minutos, el olor a jabón de limón inundó la amplia habitación, dejando que se expandiera un ambiente dulcón y refrescante que se acopaba perfectamente a las paredes.

     

    Lastimosamente, Evolet no tenía buen juicio de la vestimenta cuando se trataba de visitas a lugares con climas extravagantes y en algunos casos, cambiantes. Por lo que, terminó por elegir un conjuntopoco práctico, porque se enfrentaría a un campo climático bastante distinto al de Inglaterra o el de Francia, su país natal. Tampoco era ligero, cosa que necesitaba para moverse cómodamente en los espacios que dispondría con el fin de llevar combates de sólo aprendizaje. Sabía perfectamente con qué y quienes se encontraría. No era precisamente un gusto recordar aquellas lecciones de duelos que terminó por dejar al poco tiempo de empezar. Todos tenían el derecho de pensar que "los duelos no eran para ella" Pero, lo que no sabían, era que en realidad era su mayor fuerte. Sin embargo, demostraba lo contrario en todo momento, pues las peleas sin un motivo firme y justificado jamás habían ni serían de su agrado.

     

    Al bajar por la extensa escalera principal del castillo, deslizándose por entre la barandilla, se dirigió sin preámbulo a la cocina. Un yogurt de frambuesa fue lo único comestible que ingirió esa mañana, acompañado de un agrío pero reconfortante jugo de naranja casero, por cortesía de los elfos. Antes de que comenzara el consumo de alimentos con bajos porcentajes nutritivos, una elfina robusta y bastante educada explicó a Evolet de que se había tomado la molestia de ir personalmente a la Academia, con la excusa de tramitar unos documentos y trajo consigo un traslador encomendado por sus nuevos profesores. La chica asintió perpleja, aunque sin nada de afecto pero un completo debido agradecimiento por el noble acto de la criatura. Jamás habían hecho algo tan especial por ella, ni siquiera sus padres. Cada vez, tenía más aprecio a los elfos, sin duda.

     

    Cuando hubo terminado ese breve desayuno, tomó el primer traslador en forma de jirafa dorada recubierta de oro que consiguieron sus dedos y su cuerpo desapareció, ocasionando un sonido similar a un zumbido terriblemente cerca.

     

    ~*~*~

     

    El singular método de transporte había cumplido su deber satisfactoriamente, habiendo dejado a la Batería Evans justo en el lugar que dictaba la carta académica. Al parecer, nada salía mal... No obstante, "nada" era una palabra que para Evolet no le venía particularmente bien en todos los casos; se percató en que sus pies, envueltos entre unos zapatos del más prestigioso diseñador muggle en el mundo, estaban hundidos en un charco de lodo sumamente mojado por la exuberante lluvia que acontecía en Japón. Maldijo a los cuatro vientos, tanto así, que algunos japoneses volteaban a verla, juzgándola como una tremenda loca histérica. Y estaban en todo su derecho de hacerlo.

     

    —Ya comenzamos mal— comentó para sí, suspirando con rabia acumulada en su potente pero suave voz.

     

    Extrajo de su bolso, rápidamente, un paraguas color café y, casi inmediatamente luego de hacerlo, lo colocó encima de su cabeza. Esa herramienta, según ella, era la más inteligente y magnífica pieza creada por los muggles. <<De algo tenía que servir>> pensaba mientras caminaba lentamente, sosteniendo el mango de plata del objeto con suma seguridad. Siguió así hasta que sus pequeños dedos se cansaron, por lo que aplicó un encantamiento sencillo, fácil de usar y, lo más llamativo del asunto, sin necesidad de varita alguna. No tardó en que el paraguas empezara a flotar a una distancia favorable, cubriendo a Evolet de toda gota de agua que soltaban aquellas húmedas nubes asiáticas.

     

    <<Osaka>> pensó, apenas captó el mensaje de un anuncio de mercado inscrito en una majestuosa pancarta. Con los bastos conocimientos en idiomas que poseía la chica, era fácil ubicarse por un rato. Y de la misma manera, logró llegar sin problemas al sitio en donde les habían citado a ella y al resto de sus "posibles" compañeros de clase. Un callejón oscuro fue lo que presenció Evolet en aquel entonces, lleno de ratas y quién sabe qué otras cosas extrañas. Levantó una ceja, mostrando asco. ¿Acaso se habían burlado de los estudiantes, citándoles en un lugar tan vulgar como aquél? Eso era, una burla desde su imparcial punto de vista. Sin embargo, las apariencias siempre le habían jugado mal las cartas, y quizás, mientras más inhóspito y desagradable que fuese el sitio en cuestión, más intriga y espíritu generaba.

     

    Se guió fácilmente por las adolescentes voces que se hacían escuchar a pocos metros de su posición. Sujetó el paraguas, rompiendo repentinamente el encantamiento que le hacía levitar al instrumento protector. Tal vez en la clase, era prohibido usar magia tan común y frágil como esa. Cualquier cosa podía tratarse de una excusa para bajar la puntuación, así que el estar alerta era su mejor opción. Acercándose al tumulto de jóvenes magos rodó los ojos, molesta. Ya había convivido con muchos de ellos; todos y cada uno más inexpertos que el anterior. Aunque tampoco podía opinar mucho del tema, ya que la inexperiencia estaba impregnada en Evolet. Se recostó de una pared, esperando hasta que el último entusiasta alumno terminara con su discurso de presentación. Algunos cortos y otros largos, pero todos, aburridos. Tuvo la mínima oportunidad para tomar la palabra y la aprovechó como nunca antes.

     

     

    — Buenas o malas noches. Soy Evolet Haughton Evans, vengo de Francia pero me criaron británicos. Tengo dieciséis años de edad, cosa que me grada, pues es una bonita etapa, ¿a que sí? Aunque no lo aparente, ni actúe como tal. Pertenezco a la casa de los Tritones del Río Wye y soy prefecta de dicha casa. Llevo en la academia un considerable tiempo, por lo que deseo que éste sea mi último recorrido por esta área— explicó claramente, para luego culminar— Sé luchar, o al menos defenderme, lo suficiente para huir de una batalla. Ahora, ¿me gusta hacerlo? No. Odio pelear sin un motivo que me interese y sea del todo productivo. Espero que esta clase me incentive a hacer eso, o que aprenda bastante, pues no me ilusiono con que quiera hacerlo a menudo.

    Culminó por fin, esperando haber sido lo más extensa posible puesto que no quería charlar mucho por el resto de la básica clase. Sabía que aquellos profesores tenían experiencia, lo que aseguraba en que estaría en buenas manos. Volvió a recostarse en la misma pared mojada, deseando con todas sus ganas en que acabase la actividad en un santiamén.

     

    Off:

     

    Holiiis.. !

     

    Mi nombre es Montserrat, o bueno, así me dicen todos. Soy de Costa Rica pero actualemente vivo en Venezuela por cuestiones de estudio. Tengo diecisiete años y estudio como burra -.- XD. Amo leer, salir de fiesta y soy FULL fotogénica y fotógrafa aficionada *-* Tengo una conexión con la cámara excelente, ejem ejem (?) Okno, nada que ver .-. Pero enserio, amo tomar fotos, y tomarme fotos xD, diría que es lo que más hago. Mmmm, ¿qué más? He estado en otros foros y potterfics, aunque en éste último no mucho, por ahora.

     

    En cuanto a mi personaje, se llama Evolet y tiene un año menos que yo. Es lo más impaciente que hay en el universo. Valiente, rebelde y capaz. Hace lo que se propone, siempre y cuando le beneficie de alguna manera. Tiene ideales mortífagos, sólo por el hecho de que en su historia tuvo un rose con hijos del bando opuesto. Francesa y con ojos violetas intensos. En definitiva, alguien que sin duda sería interesante y completamente grato conocer.

     

    Espero esta vez aprobar -.-´ *Dejo un camión de chocolates blancos, bates de béisbol y una JoJo* :ninja:

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  6. La bomba del chicle que yacía en su boca explotó, dejándola con sus labios llenos de una masa pegajosa rosada, y así mismo llevando su humor al menos simpático posible. Llevó sus orbes color púrpura hacia el botón correspondiente del ascensor, dirigiendo su dedo perteneciente a su mano izquierda hasta éste. Lo accionó rápidamente, con una pizca de temor. Jamás, en el poco tiempo que llevaba instalada en el mundo mágico, había observado siquiera el Ministerio de Magia, por lo que aquél miedo a lo desconocido era normal para cualquier persona.

     

    Un ruido notorio hizo temblar el cubíc*** del ascensor, y Evolet soltó un mínimo gemido. Luego, ascendió, pero no tanto como ella esperaba. El elevador se estacionó en el primer piso, abriendo sus puertas y dejando a toda persona libre de su protección, en ese caso sólo a la Evans. Se incorporó rápidamente a lo que sería su nuevo entorno de trabajo. A juzgar por su apariencia externa, no parecía tan complicado el labor que se realizaba allí, pero Evolet tenía mala fama de adivinar las cosas con la vista, así que tenía que averiguarlo por sí misma, y la única forma era trabajando.

     

    Su vestido corto color marrón extremadamente claro, no lucía en lo absoluto con las demás vestimentas. Era más que lógico las vestimentas ejecutivas y formales en un lugar así. Pero de una chica de mediana edad, con bajos conocimientos mágicos y poca experiencia profesional, tampoco se podía esperar demasiado. Y menos con tantas preocupaciones e ideas inconclusas en su cabeza, rebotando cual pelota de playa. Quizá ese ambiente tan... Ejecutivo le ayudaría a organizar gran mayoría de su desastrosa vida.

     

    Avanzó por los pasillos, hasta por fin llegar a un mostrador que a su parecer, pertenecía a una recepcionista. Respiró hondo. Llevó su mano derecha hacia el largo y liso cabello, acomodándolo en algún peinado que se semejaba a un moño de caballo. Volvió a hincar sus pulmones y se acercó hacia la mujer, la cual era rubia y parecía estar muy ocupada con su continuo trabajo. << Y yo que soñaba que este sitio no tuviese mucha ciencia>> pensó Evolet, al momento que esbozaba una sonrisa a Susana.

     

    — ¡Hola! Buen día...—saludó, extendiendo su mano e intentando ser cordial con ello—. ¿Podría saber dónde se encuentra Hugo Haughton, por favor? Es que... según me informé, él es mi mi nuevo jefe, y lo que más quisiera es que me guiara.

     

    Esperó a recibir una respuesta satisfactoria. Trató de sonreír, y quizás así conseguiría un buen resultado de la situación. Sin embargo, la felicidad no se encontraba presente dentro del cuerpo de la bruja, y por más que quisiera no darlo entender, era inevitable.

  7. Holis! c:

     

    Vengo a actualizar mi ficha que la tenía abandonadísima xD. Sería más que todo en la parte de familias y la imagen, aunque también en la cronología de cargos.

     

    En la imagen:

     

    http://data.whicdn.com/images/9656697/tumblr_ll112zerwg1qa4qypo1_500_large.jpg

     

     

    En las familias:

     

    Dice así:

     

    Familia(s):

    *Familia 1 Haughton (Sanguínea)

    *Familia 2 Ryddleturn (Adoptiva)

     

    Debe decir:

     

    Familia(s):

     

    Familia 1: Haughton.

    Familia 2: Batería Evans.

     

    Y en la crognología de cargos, colocar:

     

    Cronología de cargos:

     

    -Julio 2012: Ingresa a la Academia.

    -Septiembre 2012: Prefecta de los Tritones del Río Wye.

    -Octubre 2012: Ingresa como aprendiz en la Oficina del Ministro de Magia. Oficina de Asesores, Gabinete de Protocolo y Prensa.

     

    Eso sería todo. Mil gracias a quien lo realice :3

     

    Edito: Como veo que nadie se ha pasado aún (gracias al cielo xD) Agrego algo que se me pasó.

     

    Quitar la bóveda de la familia Ryddleturn y colocar:

     

    Batería Evans

     

    Eso sí sería todo xD. Chaus! c;

  8. ¡Aish! >.< Bueno, queda de mas decir que reprobé la clase. Estuve en un encuentro vocacional de música por dos semanas en Panamá, y allí no se podía nada nada con la tecnología. Y pues...recién regreso del viaje. Lancé el primer rol en el topic, el de llegada xD No se molesten, ¿si? Al menos quería presentar un sólo rol a ninguno :cry:

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  9. Hola!!

     

    ¿Cómo andan? Yo feliz de al fin cursar esta clase. Perdonen, por favor, por el retraso. El torneo de las casas se me interpuso y administré mal el tiempo. Hablando referente a la clase, el rol se me viene bien, cuando estoy inspirada, y la Academia me inspira mucho xD Así que bueno, me presento, aunque ya una de ustedes me conoce :rolleyes: Soy Montserrat, tengo 16 años y estudio actualmente el 4to año de bachiller. Amo leer, escribir y...ya, creo que ya xD

     

    Dejaré mi ficha, aunque no estoy muy segura del resultado xD

     

    Nombre del personaje: Dakota Montgomery.

    Nacionalidad: Alemana.

    Edad: 29 años.

    Aspecto físico:

     

    Alta, 1.79 de largo. De tez blanca y pecosa. Su cabello es color miel, aunque según la posición del sol se puede notar amarillo. Ojos ámbar debido a una condición médica. Facciones finas y contextura delgada, mucho para su edad. Labios carnosos y nariz bastante perfilada. Curvas delineadas y delicadas, al igual que casi todas las extremidades de su cuerpo.

     

    La mayoría de las ocasiones usa como vestimenta vestidos cortos, de colores oscuros, y solo de la marca Vogue. Casi siempre tiene sus lentes ovalados colocados en sus ojos, tal vez para ocultar sus ojos que, para ella, son extraños y poco atractivos. En general, aparenta ser una típico modelo en acción.

     

    Aspecto psicológico:

    Dakota es una mujer poco social, al menos con las personas que cuyas opiniones de su persona no le interese saber. Es una chica tranquila y amable, aunque no lo parezca. Piensa que su trabajo es lo primero ante todo, ya que de el depende el bienestar de su familia. Tiende a tomar calmantes a montones, y cuando algo se hace esperar o no sale bien, se desespera notoriamente. A diario está mortificada, haciendo así que el habla con las demás personas sea escaso.

     

    Ante la sociedad, es una mujer arrogante y caprichosa. Sin embargo no es así. Es una obligación de su trabajo optar con esa actitud, aunque le moleste hasta lo mas profundo de su ser. Trata de ser lo mas paciente posible con esa situación, y sólo ríe o se expresa cuando está junto a su hermana, la cual es su agente y representante.

     

    En general, Dakota tiene un gran peso en su vida. No obstante, su ideal principal es el ser recomenzada de aquel sacrificio con el simple hecho de volver a reencontrarse con sus padres, sus abuelas y sus otros dos hermanos menores.

     

     

    ¿Pasajero o secuestrador?: Pasajero.

     

    Historia de personaje:

     

    Nacida en Berlín, un 14 de Febrero. Hija de padres de cuatro hijos, todos nacidos en Alemania, aunque Dakota fue la única concebida en la capital. Una familia de bajos recursos era la de Dakota, y poca comida era la que transitaba por el comedor de su hogar. Su padre era nieto de un nazi, que por malas apuestas, dejó a su familia en ruinas. Su madre, por el contrario, una doctora de prestigio en todo el país, aunque con una deuda millonaria bajo su espalda. Así, todo el dinero de sus padres se depositaba directo al banco, esperando pagar esa deuda algún día.

     

    A pesar de esa condición hostil en la cual vivía, sus estudios no se atrasaron. Desde joven su creatividad salía disparada por aires, y para mantener a su familia en pie y con vida, diseñaba vestidos para una revista de modas de mediana audiencia dentro de la ciudad, de la cual su tía malvada era dueña. Así, con el poco dinero que suministraba a sus parientes, lograron sobrevivir bien, al menos por un largo tiempo...

     

    Al pasar de los años, ya cuando Dakota cumplía los 21 años de edad, un turista millonario visitó su hogar. Éste era un caza talentos enviado desde Canadá, pero uno de los que no estafaba a la gente. El hombre propuso a ella y a su familia, luego de observar en persona sus obras en cuanto a la moda de sus prendas. Era una obra de arte lo que hacía la muchacha, y de eso se pudo dar cuenta.

     

    Una propuesta millonaria les ofreció a su madre y a Dakota misma. En ella implicaba llevársela a Canadá, donde sería la estrella de sus propias creaciones, modelándolas. Claramente, no ganaría un sueldo cualquiera. Un cheque con varios ceros a la derecha bastaron para que sus parientes dieran su permiso para el viaje.

     

    Y pasaron los años, años en los que Dakota no dejaba a su familia por un lado, y al contrario, los surtía con gran parte de sus ganancias.

     

    Ocho años después, una guerra se desató. No era una típica, con armas de fuego y bombas, mas bien, una social y tranquila. A simple vista, al no haber la violencia en ella, parecía que se arreglaría pronto y todo estaría hasta incluso mejor. Pero no fue así. Poco a poco los países se fueron distanciando políticamente, hasta no quedar un lugar libre en el mundo que no se afectara con la discordía entre ideales.

     

    Fue entonces, en su mansión, cuando una noticia llegó a sus oídos a bocas de su representante. Al parecer, el Vaticano era el único lugar seguro que quedaba libre de caos. Y por supuesto, el dinero le sobraba, podía irse cuando quisiera. Sin embargo, sólo había un avión que conducían hasta ese lugar, debido a la escasees de transportes. Con el corazón a mil por minuto, ordenó a todos los que tenían a su poder para que sus familiares llegaran a ese sitio lo más pronto que le dieran la oportunidad.

     

    Y ahora está allí, en un avión, esperando encontrar a los que más ama sanos y salvos.

     

    Y me fui c:

  10. http://i.imgur.com/jS9f1.png

    Cuando sus esperanzas por salir viva de aquella prueba se agotaron, unos movimientos y pronto transformaciones se hicieron presentes dentro de la amplia sala. Volteó su mirada hacia su compañera, Heliké, la cual había sido la provocante de aquel acto. Pronto, el fuego invadía toda la sala, y así mismo el humo que de éste desprendía.

     

    Debido al calor, los inferis alrededor de ella se refugiaban al final del lugar. Tosió un poco al acercarse hacia Heliké. Junto a ella, yacía Lili, dormida. Antes de tomarla por los homrbos, notó un inconveniente; la puerta de salida estaba tapada por los inferis más fuertes, tal vez unos diez o doce. Respiró fuertemente, mientras se posicionaba 10 metros al frente de ellos. Sacó su varita de sauce del bolsillo izquierdo que tenía su vestido morado. Estaba completamente concentrada, y sus cachetes se tornaban a un rojo intenso. Evolet permanecía realmente molesta.

     

    —¡Suficiente! ¡Nada mas nos detendrá, mucho menos ustedes!—le gritó a las criaturas, bufando y alzando su varita con la otra mano en la que no tenía la antorcha, hacia uno de los estantes ardiendo en llamas gracias a Heliké—¡Expulso!—exclamó. Un rayo tangerina surgió de su varita, el cual se estrelló contra el estante en llamas convertido por su compañera.

     

    El objeto incendiado se disparó hacia los inferis, tumbándolos en filas, y quemándolos al final. Al mismo tiempo, debido a la fuerza del hechizo, la puerta se rompió en muchos pedazos. Evolet sonrió por aquello. Guardó su varita nuevamente en el mismo lugar, y tomó a Lili de nuevo por los hombros. Arrastró a la chica con ayuda de Heliké hasta la puerta de salida.

     

    Al pasar de los segundos, abandonaron la habitación, encaminándose directo hacia uno de los múltiples pasillos de la pirámide.

  11. http://i.imgur.com/jS9f1.png

     

    Luego de largos y cansados minutos recorriendo otro de los escurridizos pasillos de la pirámide, el corazón de la chica se iba acelerando más de lo normal. Cada vez las pruebas se hacían más peligrosas y atemorizantes que la anterior, y temía no poder superar la siguiente con mucha valentía. Al fin y al cabo era una chica, y menor. Era lógico que el miedo y la mortificación corrieran por sus venas. Sin embargo, tampoco dejaría que eso se apoderara de ella, ni de sus compañeras.

     

    Llegaron por fin hasta la entrada, sin puerta, de una sala. Era semejante a la anterior, sólo que ésta contenía un techo muy elevado. Casi no se podía notar el final del techo, puesto que deba la impresión que era infinito su amplitud. Dejó de admirarlo, ahora observando a Lili. Al parecer la muchacha no se encontraba en muy buenas condiciones. Evolet la tomó del brazo y le recostó contra una pared delicadamente. Pronto se recuperaría dentro de la Academia.

     

    —Capaz y le afectó el calor—susurró de espalda a Heliké.

     

    Entonces, unos ruidos, parecidos a unas voces retumbaron por todo el lugar. Giró sobre sus talones, aterrorizada. ¡Eran inferis! Aquellas criaturas tan complicadas de tratar, y mucho más de exterminar. Se acercó hasta Lili, y tomó la antorcha que colgaba en su mano. Golpeó a los esqueletos con ella, quemándolos a la mayoría. Pero eran muchos. Heliké tendría que convertir alguna cosa flamable para ganar.

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    Alzó ambas cejas, sorprendida. ¡Pero que tonta había sido! La llave que había encontrado en el piso era una completa farsa. ¡Ahora todo daba sentido! ¿Cómo una llave tan importante como esa podía estar dispersada por el piso? Sin embargo, su tontería no fue muy grave, al menos no en ese momento. Lili había encontrado la original dentro de un sarcófago. Sonrió ampliamente al notar que su compañera lo había conseguido hacer.

     

    Evolet estaba detrás de las otras chicas, ya que el espacio no daba para tres mujeres, aunque éstas fueran casi niñas. Con el calor invadiendo su cuerpo, la Ryddleturn impacientaba. El sudor no tardó en hacerse presente corriendo por su frente, y así mismo llegando hasta su liso cabello. Tomó aire, esperando a que abrieran la misteriosa, pero fastidiosa puerta.

     

    Entonces, saltó de un brinco al escuchar el grito de Lili. Asomó su cabeza por entre ambos cuerpos; la chica había encontrado su miedo. << ¿Pero qué….?>> , pensó al observar el pequeño….muy pequeño temor de Lili. ¡Una cucaracha! ¡Le temía a una inofensiva curacha! La castaña llevó una mano a su boca, con la intención de frenar su ropa. Era cierto que las personas del género femenino tenían un tanto de temor, o en el caso de Evolet, asco con la mayoría de los insectos, más si éstos eran alados.

     

    Otra risa, que esta vez no pudo detener, salió de la boca de la francesa. ¿Es que ahora todas las chicas le tenían temor a los animales pequeños? Heliké al parecer odiaba a las arañas. Quería dejar que la arácnido le asustara lo suficiente, pero el tiempo corría y necesitaban estar todas para completar la misión, y con ella, la prueba misma.

     

    Cerró los ojos mientras apartaba a las chicas con ambos brazos. Luego, empujó con ele pie al boggart en forma de araña hacia su encierro de nueva cuenta. Abrió sus ojos al hacerlo, y cerró la puerta con la misma llave que habían abierto. La guardó en su bolsillo que contenía su vestido color morado. Tomó a Lili y Heliké por los brazos, guidándolas hasta la salida que habían encontrado.

     

    Parecía que estaban hipnotizadas. Poco a poco, notó como ambas recuperaban la conciencia de sus actos. Al cabo de unos segundos, abandonaron la sala.

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    Al fin se había acabado la lucha contra el troll, aunque algo más continuaba. Se acercó a la criatura enorme, el cual se encontraba tendido inerte sobre el suelo. De puntillas, tomó su coleta, arqueando para vomitar. ¡Había caído sobre su nariz mocosa! Y todo mago sabía que no había nada mas asqueroso que los mocos de un troll. Pero eso se tomaba como un sacrificio que debía asumir por su único objetivo: dar la victoria a los suyos.

     

    Asintió a las palabras de Lili, volviendo a colocar su coleta sobre su cabello castaño. Se limpió el sudor que corría por su frente. No le gustaba estar mojada, ni mucho menos con algo como el sudor agotador. Respiró profundamente, llevando las manos hacia su cadera. Observó a las muchachas. Las tres se encontraban en una situación muy peligrosa para sus edades. Pero, al derribar un troll como ese, podía notarse la osadía que el trío poseía.

     

    Salieron de la habitación circular, encaminándose a otro pasillo de la pirámide. En el, muchos jeroglíficos se dispersaban por entre las paredes, dando al sitio otro toque más Egipcio. No sabía absolutamente nada de lo que trataban de decir, pero algo le decía que cerca estaría su próxima misión a superar. El pasillo se hacía cada vez más angosto. Tanto era así, que dejó pasar a sus amigas, ya que sólo cabía lugar para dos frente a un sarcófago.

     

    Entonces, escuchó lo que decía Heliké. Era cierto; no tenían la llave. Fue entonces cuando un resplandor dorado cruzó los ojos morados de la chica, el cual se encontraba justo bajo sus pies. Parecía una llave…sí, eso era. Agachó su figura hasta ésta, pero estaba cubierta de tierra. Escavó con sus uñas largas el entierro del objeto, hasta poderla sostener completamente.

     

    —Tengan, abran la puerta—dijo, entregando la llave a Lili.

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    Un vestido morado cubría las delicadas curvas de Evolet. Acompañada de unos zapatos chatos del mismo color, la chica avanzaba por el interior de una sala circular, haciendo que sus pasos resonaran contra las paredes, debido a los pocos objetos que ésta contenía. La Ryddleturn mostraba una actitud positiva a pesar de estar en un lugar desconocido….en un país lejos del suyo. Sin embargo, el estar con sus compañeros, apoyando a su maravillosa casa en esa extraña prueba, era más que satisfactiorio.

     

    Pronto, muchas cosas pasaron. Mientras que admiraba algunos artículos del lugar donde se hallaba, unos ruidos invadieron sus oídos, haciéndola gemir. << Eso pasa por distraerme>>, se dijo así misma, mientras corría hasta el núcleo de los ruidos. Heliké y Lili ya le había tomado la delantera, por lo que estaban en plena lucha contra una criatura. Jamás la había visto, y la muchacha hubiese deseado no haberlo hecho. ¡Un Troll enorme! Y lo peor de todo era que no se podía combatir con la magia. Aquello sí que era algo riesgoso.

     

    Rápidamente, sus neuronas y agallas funcionario a millón. Una idea cruzó por su mente en un momento de impulso. Corrió con cautela hasta una gran roca que se encontraba a unos metros de ella, saltando los pies del Troll para llegar allí. Luego, soltó una coleta de caballo que llevaba colocada en el cabello, y con la mayor fuerza que poseía, lanzó la roca, atada de ésta, sobre su cabeza. El golpe fue efectivo, y ahora la criatura estaba noqueada…o muerta.

  15. Y Evolet seguía ensimismada en sus pensamientos. Era algo inevitable parar de hacerlo. Hacía menos de una semana que había recuperado información de sus padres y parientes, sabiendo así un poco mas sobre su verdadera identidad. Por tantos problemas y acertijos por resolver, distraerse en cosas tan básicas como lo era la Academia, no cabía en sus posibilidades. Debía continuar con su búsqueda.

     

    Sin embargo, debía aprovechar el tiempo en el que gozaba dentro de sus clases. Al menos estaba en un lugar mas agradable, y sin los molestos gemelos acosando su vida. Se llevó una mano a su larga cola de caballo, derrumbado por fin sus mortificaciones. Al mismo tiempo se dejaba caer en uno de los sofá, nuevamente. Volteó su cabeza, para así quedar frente a la gran pecera, que era el río o lago Wye. Ese clima le hacía sacar su paz interior que en pocas ocasiones sacaba a flote.

     

    En ese momento, cuando la castaña trataba de cerrar los ojos, una nueva chica irrumpía en la sala azul. Evolet se levantó lentamente, tocándole el hombro izquierdo a Kris, para así mostrarle a la recién llegada. << Al menos no seré la única nueva. Bah, ni que me importara eso>> pensó, dirigiéndose a la chica. Tocó su hombro con el dedo. Cuando se hallaron frente a frente, distanciadas a unos diez o quince centímetros, la Ryddleturn comenzó.

     

    —¿Qué tal? Bienvenida. Soy Evolet, un placer—saludó a Lili, estrechando su mano—. Creo que ambas somos "recién llegadas"—comentó divertida, mientras movía su cuerpo al compás de la música que Lisa proporcionaba a la sala.

  16. Ya el calor era mas que una molestia en aquel lugar. Su cabello estaba mojado totalmente, al igual que la mayoría de su cuerpo, y no precisamente de agua. El sol penetraba en su figura, haciendo así que resplandeciera y a la vez provocando una sombra cómica de ella, aunque Evolet no lo tomaba de esa forma. La naturaleza le irritaba si estaba involucrada en una situación tan rústica, y esa casualmente era una de esas veces.

     

    —Quiero salir de aquí cuanto antes…—murmuró para sí, mientras caminaba por entre el césped de la reserva, el cual sonaba pisoteado al compás de sus pasos.

     

    Su mochila estaba repleta de ingredientes, por lo que había cumplido con esa parte de la tarea o misión. Sentía que, a pesar de las circunstancias climáticas en las cuales se veía revuelta, la clase tenía que ser interesantes. Eso ayudaba a que la castaña no se rindiera en plena actividad, y en eso llamara a su elfo para que la regresara al fresco castillo de su familia.

     

    Se recostó sobre el tronco de un árbol florecido, cuidando de no colocar sus brazos en el suelo lleno de grama, y así lograr no contraer insoportables picaduras. Decidida a cubrirse de los feroces rayos ultravioleta, dedicó su atención a la profesora Paú. Ella también parecía ser afectada por los grados de mas. ¿Y quien no? Cualquier persona mortal y normal, tendría que poseer a esas alturas un humor de troll sobre amargado.

     

    Fue entonces cuando escuchó las palabras de la profesora Gyffindor, haciéndole sonreír de impacto y saltar de un solo brinco poniéndose de pie. ¡Se irían, al fin! La chica rápidamente se acercó hasta el grupo de alumnos, los cuales no se encontraban muy lejos de su posición. De su espalda, y con un movimiento ágil, sujetó la Nimbus 2008 con la mano derecha, para luego voltearla y colocarla frente a ella. Respiró profundamente, montándose en el lomo de ésta. Golpeó el piso, esperando elevarse. No estaba muy segura de hacerlo como debía, así que cerró sus ojos y rogó que saliera bien.

     

    Al cabo de unos segundos, Evolet se encontraba entre las nubes (literalmente) de nueva cuenta. Lo había hecho bien, al menos esa vez. Por ese motivo los nervios no le invadieron, y por el contrario se entregó a la agradable sensación del aire alborotando sus castaños cabellos. << Al menos, esto ayuda a quitarme el sudor>> dijo en su mente, mientras hacia una pirueta poco peligrosa en el aire.

     

    Al desender, una voz potente fue lo que escuchó en ese momento la Ryddleturn. <<¿De quién se tratará?>>pensó. Tenía que ser mujer, puesto que sonaba femenino su sonar. Tan solo esperaba que no fuera algo que les hiciera volver con la recolecta, o que todos regresaran a sus hogares y volvieran otro día a impartir la clase. ¡Era el colmo si pasaba eso! Ya tenía suficiente con la clase anterior, y sinceramente no creía aguantar otro impedimento mas.

     

    Pero cuando bajó de forma violenta aunque no agresiva de su escoba, se sorprendió de una forma alegre, ya que una sonrisa se dibujó en su blanco rostro. Una mujer de cabellos azules, y particular peinado yacía junto a los miembros del alumnado comandado por su padre y ahora maestro, León. ¿Qué habría pasado con él? Era la interrogante. Sin embargo, no era triste que se ausentara; su actitud le iba molestando cada vez mas.

     

    Llegó hasta el reencuentro con los demás compañeros, unos conocidos y otros no tanto. Se posó a un lado de Etoile, sosteniéndole del brazo izquierdo. Esperaba que no se asustara, en se bosque habían muchas cosas para hacerlo. Escuchó con atención las palabras de Tauro. No sabía nada de nada en cuanto a pociones se trataba. No obstante, le daba poca importancia a eso. Ya habría la hora de aprender un poco sobre ese tema…

     

    —¿Y ahora qué?—susurró para sí, aunque suficiente para que Etoile escuchara. Mientras, bajaba la mirada y limpiaba un poco sus botas de leopardo de aquel sucio lodo. Necesitaría una ducha con urgencia cuando volviera.

     

    OFF:

     

    Bueno, tarde, pero seguro x.x xD Me perdí un poco con el rol. La verdad no sabía si aún teníamos que encontrarnos con Tauro o no los del grupo de Pau, o viceversa :wacko: xD Pero bueno, aquí anda la tarea. Gracias por las correcciones ^^

  17. Hola Familia!

     

    Tenía tiempo que no me pasaba por acá O.O xDD Bueno bueno, al punto. Hace ya bastante que tengo la ficha y bóveda de personaje aprobada, por lo que ya se podría añadir al árbol (Y para futuras donaciones compasivas :cry: xDD) Dejo los links ^^ Por cierto, me pasaré por el club de las tres escobas. Lo llenaré de spam posteos :lol: (?) xD

     

    Ficha

     

    Bóveda

     

    Saludines :3 *cofcofDejo chocos blancos que le gustan a Evarela para que me de galonescofcof* xDDD

  18. Evolet permanecía inmóvil, quebrando la cadera en su posición cual modelo muggle. Tenía los brazos cruzados, mientras que observaba entre cerrando los ojos hacia Aliester. Una cosa estaba clara en la mente de la castaña; no le agradaba en lo mas mínimo tanto la apariencia del hombre, como su manera de comunicarse en palabras. Fijó sus orbes color violeta justo en sus mugrientas uñas, mientras alzaba un ceja y arqueaba a la misma vez, haciéndole perder un poco el hilo de lo que debían hacer en la clase.

     

    En su rostro se dibujo una minúscula sonrisa al escuchar la palabra "vuelo" por parte del profesor León. Aquello sin duda le relajaría y elevaría sus ánimos. Los objetos mágicos llamaban enormemente la atención de la chica, tanto era así que podía cambiar su humor molesto a uno agradable en un par de segundos. Sin embargo, la naturaleza le fastidiaba, en todos los ángulos que se le pudiese ver, y el estar allí, el núcleo de lo natural, volcaba su amabilidad. Respiró hondo, tratando así de enfoscarse nuevamente en las escobas.

     

    <<¿Nimbus 2008? Creí que ya no existían>> pensó, al momento que tomaba la respectiva mochila y la escoba, una en cada mano. La situación se le complicaría, puesto que ya traía consigo otro bolso. Meditó unos segundos, mordiéndose el labio inferior de su boca. Al cabo de unos segundos, una idea cruzó por su cerebro. Metió su práctico bolso de playa dentro de la mochila negra y con muchas cremalleras. Suspiró al terminarlo y cerrar al fin la mochila. Se llevó una mano a la frente; ya empezaba a sudar.

     

    Con tal inconveniente, se había perdido un poco entre las charlas de lo profesores y el mismo guardián. Se incorporó rápidamente entre el grupo de alumnos, los cuales la mayoría se encontraban atónitos por la sorpresa que le habían dado sus profesores. Dio un pequeño brinco en su propia posición al notar que el grupo asignado que debía seguir era comandado por una profesora. La verdad no le simpatizaba la actitud de León, y mas sabiendo el lazo que ambos tenían. Evolet era su hija, y por tanto tenía características semejantes, por mas que le desagradara. De igual manera, la profesora Paú era la parte con luz y carisma de la clase, y el que ella guiara sus pasos sería emocionante.

     

    Asentía por cada palabra de la profesora, mirando al suelo llenos de hojas secas de vez en cuando. Cuando llegó la hora de montar la escobas, mordió nuevamente sus labios. Sí, amaba el vuelo, siempre y cuando alguien le acompañara en la escoba, y en esa ocasión, iría sola. Su valentía salió a flote en el acto, como toda perteneciente a la casa Gryffindor. Subió su delicada pierna encima del palo marrón oscuro de la escoba, con cierta lentitud. Al estar sobre ésta, se impulso con su pie, tratando de ascender. No obstante, algo pasó, y con un movimiento torpe la francesa cayó al suelo. Y lo peor no era el caer, sino dónde lo había hecho. Había caído sobre un foso de lodo, cuyas proporciones llenaron el cuerpo entero de la Ryddleturn.

     

    Maldijo por lo bajo mientras se levantaba del sucio suelo. Al parecer en la clase nadie era caballero, ya que ningún otro estudiante se ofreció en su ayuda. Ni siquiera Luke, que anteriormente había sido compañero de estudio y ahora estaba en el mismo grupo de expedición. Rodó sus ojos molesta. Ya de por sí estar allí le era incomodo, ahora era el doble de frustración. Volvió a intentarlo, esta vez con muchísima mas precaución. Dio la misma patada al piso para elevarse. Fue entonces cuando al fin la escoba de la chica tomó vuelo, perdiéndose en unos segundos entre el cielo azul.

     

    Los estudiantes acompañado de su profesora volaban en sincronía. Su vuelo era tan alineado que hacía semejanza al de una manada de pájaros en tiempos de temporada. El viento chocaba contra el rostro de la joven, que con su fuerza hacía cerrar los ojos de la misma. Su cola de caballo se soltó en cuanto tomaron mas altitud. Dirigió la Nimbus con facilidad entre el viento, como era de esperarse en esa chica tan tenaz. Esbozó una sonrisa alegre y complacida al llegar hasta la parte mas hermosa del cielo; la superficie de nubes. Iluminaban gracias a los rayos del sol que chocaba en ellas, haciendo el paisaje mas vivido, natural y hermoso que Evolet había visto jamás.

     

    Empezaron a descender al fin. La escoba de la chica tembló debido al constante nervio que se expresaba en sus movimientos, y este a su vez en un escalofrío continuo. Cuando tocaron tierra firme, la castaña suspiró aliviada. La experiencia en vuelo había sido maravillosa. Aquello hizo reflexionar a Evolet sobre lo bueno que la naturaleza poseía y ahora lo descubría por fin.

     

    Bajó su figura de la escoba, colgando el objeto sobre su espalda. No era muy gran ni pesado, por lo que no le molestaba que estuviera allí. Escuchó con atención las palabras de la profesora, mientras que se sacudía el poco lodo que se había pegado en la vestimenta que traía colocada. <<Phal y unas cuantas zarpas de esfinge>> pensó Evolet, repitiendo las palabras de la profesora. Sin mas, emprendió su búsqueda a por los ingredientes. Éstos debían ser importantes para el desarrollo de la actividad, y por ello debía hacer el mejor trabajo consiguiéndolos.

     

    Buscó con la mirada entre los matorrales que se dispersaban en el sur de la Reserva, con un cierto miedo de que alguna de ellas le mordiese. << Por algo es una reserva mágica, ¿No?>>, pensó. Fue entonces cuando una planta, no muy lejos de su posición, apareció ante su vista. Se aproximó hasta la planta, esquivando los picos del césped no podado que podían picar sus piernas. La planta se encontraba en el suelo, esperando ser sostenida por alguien.

     

    — Y aquí estoy yo, querido Phal—dijo Evolet sonriendo.

     

    Agachó sus rodillas, para estar a la altura del musgo. Sacó de la mochila negra, tiempo atrás entregada por el guardián, una pequeña navaja cuyo filo insertó en las raíces que sostenía el musgo. Con ayuda de ambas manos, introdujo toda la cantidad que se notaba en la planta dentro de la mochila, haciendo que esta se expandiera en tamaño. Se llevó el bolso hasta los hombros, guardándose el cuchillo en su bota izquierda. La castaña se sentía toda una aventurera en aquel entonces, y necesitaría un arma común en lugar de la varita contra cualquier peligro.

     

    OFF:

     

    Les dejo la ficha ^^

     

    Ficha de Evolet

     

    Saludines :3

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  19. Castillo de la Familia Haughton.

     

    Un nuevo día se alzaba sobre Ottery, aunque desde la habitación de la castaña no se pudiese detallar con exactitud. Evolet dormía placenteramente en su cama color violeta, sin intención de despertar. Había recibido una lechuza el día anterior, la cual le indicaba que su clase de duelo al fin comenzaría. Esa misma noche había preparado todo lo que llevaría, por lo que no se preocupo a la hora que se levantase. De todas formas, sería en el atardecer dicha actividad.

     

    Sin embargo, Evolet decidió despertarse temprano, por mas extraño que fuera. Sacó su varita de sauce de una de las pequeñas mesas al rededor de su cama, y con un movimiento de ésta, organizo la habitación en un instante. Luego de esto, se propuso a alimentarse. Necesitaba alimento, y mas sabiendo que sería una clase del completo ajetreada, mucho mas que la anterior según ella.

     

    Al parecer en el castillo nadie estaba despierto, para fortuna de la chica. No le gustaba la multitud encima. Se acercó hasta la cocina y empezó desayunar parada, como le era de costumbre. Fijó sus orbes color violeta al gran ventanal que se ubicaba a su derecha, y a su vez daba luz a lo que era el florecido jardín del castillo. Fue entonces cuando su mente se perdió entre aquellos matorrales. Trató de imaginarse como sería su próxima aventura dentro de la Academia, y ciertamente hacerlo era un tanto divertido.

     

    Se llevó directo a la boca la última rebanada de sándwich que tenía en su mano, para luego terminar su jugo de calabaza en varios sorbos. Miró el reloj mientras bebía; se aproximaba la hora. Dejó el vaso en el mostrador de la cocina, limpiando sus manos de las migajas que habían caído de su desayuno. Acto seguido, silbó fuertemente, haciendo retumbar de un ruido chillón las paredes del castillo. Al cabo de unos segundos, un elfo de la familia aparecía frente a ella. La chica le hizo un ademán obvio.

     

    Ya sabes que hacer, Meli. ¡Vísteme!—alzó la voz, aunque con un tono un tanto amable.

     

    La elfina chasqueó los dedos, rodando los ojos. En ese mismo instante, su vestimenta estaba ya incorporada perfectamente en su cuerpo, adaptándose a su figura. Se dirigió rápidamente hasta el espejo mas cercano, donde peinó sus castaños cabellos en una larga coleta de caballo. Tomó su bolso de uno de los muebles de la sala. Al llegar de nuevo hasta la posición de Meli, la criatura al chasquear los dedos nuevamente, desapareció del lugar junto con Evolet, dejando solo una esencia de ambas.

     

    Academia de Magia y Hechicería.

     

    La chica apareció en medio de los jardines de la Academia, sonriendo ampliamente al ver su edificación. Caminó a largas sacandas hasta el salón. El sol llegaba hasta su ubicación típica, dejando así que el rocío que cubría delicadamente el césped se esfumara lentamente. No se preocupó en llegar tarde, ya que en anteriores ocasiones, lo había hecho y no tenía consecuencia negativa alguna. Sin embargo, todo podía pasar en una clase nueva.

     

    Cruzó los pasillos de la Academia con agilidad, hasta pronto llegar a la puerta indicada. La joven corrió con la intención de que no le cerraran la puerta en la cara, puesto que todos los alumnos ya habían llegado y los profesores pensaban que no llegaría otra persona a esas horas. Con todo lo que se había preparado y llegaba a tales horas. << Que poco práctica soy>>, pensó mientras buscaba con la mirada a algún conocido, cuyo objetivo cumplió. Sentó su esbelto en un pupitre marrón claro, el cual contenía mucho polvo y manchas, lo que daba entender su antigüedad. La chica junto a ella era Isabrella, una compañera divertida e interesante. Se levantó de su lugar casi al mismo tiempo que se había sentado. Aclaró la garganta para presentarse.

     

    Buenos días amigos, profesores, compañeros de clase. Mi nombre es Evolet Haughton, tengo 16 años y vivo actualmente en el castillo Ryddleturn. Soy hija de Evarela Black y Leo...—se detuvo fulminante, cambiando el tipo de su presentación fugazmente—. Es un placer y espero que nos llevemos excelente, sobretodo en esta clase tan...interesante—culminó la francesa, volviendo a su lugar.

     

    No hubo tiempo de volverse a sentar en su asiento, puesto que los profesores empezaban a continuar con la actividad. Evolet tomó su bolso púrpura y lo guindó sobre sus hombros, al momento que se dirigía al tumulto de alumnos. Se trataba de un traslador, el cual llevaría a los demás jóvenes aprendices hasta lo que les esperaba durante el resto del día. Al tocarlo, a la Ryddleturn se le cerraron los ojos automáticamente. En unos segundos, el salón quedó vacío en su totalidad.

     

    Reserva Mágica.

     

    Un denso olor a animales y sus respectivos alimentos invadió los orificios nasales de Evolet. Abrió sus llamativos ojos violeta, tratando de admirar todo su entorno. La naturaleza era algo que le llamaba y no su atención. Aquella particular extrañeza en ella había nacido de muy pequeña, en una experiencia de sumo riesgo, aunque no era el tema que quería establecer con alguien en ese lugar. En pequeños brincos se dirigió a un lado los profesores. Luego de observar el aspecto del guardián, clavando su mirada en las sucias y descuidadas uñas que cubrían la punta de sus dedos, se dispuso tranquilizarse sicológicamente.

     

    Bueno, espero que no sea siempre tan sucio este Aleister—murmuró para sí, cruzada de brazos, mientras que con los dedos espantaba a pequeños mosquitos que rondaban entre sus manos.

     

    OFF:

     

    Otra vez llegando tarde <_< Es que mis Vacaciones son muy ajetreadas! xD ¿Cómo andan? Soy Montserrat, vivo en Costa Rica aunque ahora paso una temporada con mis primos en Venezuela. Estudio actualmente el 4to año de bachillerato. Amo leer y diseñar conjuntos de moda (Sí, una ocupación un tanto extraña xD) Me gusta un montón el juego de rol, y por ello he estado en otros foros referentes a la saga. En cuanto a mi personaje, pues es parecida a mi, de hecho mucho. Aunque Evolet parezca una chica caprichosa y arrogante, en su interior es fiel y extrovertida con sus amigos (sólo amigos xD).

     

    Y creo que es todo, espero vernos pronto ^^ *Dejo chocos*

  20. Castillo de la Familia Haughton

     

    Y al fin la lechuza había llegado. El pájaro atravesó la ventana y soltó un pergamino envuelto en una cinta sobre la enorme cama de una chica castaña. La gran entrada del animal, despertó en un instante a Evolet, haciéndole caer al suelo. Luego de levantarse, ya mal humorada, las manos de la Haughton abrieron con nerviosidad e impaciencia el pedazo de papel. Sus ojos violetas devoraban con ansias el contenido que esperaba desde hace días. Sí, por fin habían comenzado sus esperadas clases de duelo. Con el corazón a mil, caminó hasta su baño para ducharse. Luego de unos minutos, el olor a su jabón de fresa inundo la habitación.

     

    Salio del baño envuelta en una toalla verde manzana. Abrió su armario de rococó, y sacó de éste una vestimentaapropiada para la actividad que desarrollaría. Al cabo de unos minutos, estaba lista del todo. La hora se acercaba, y por ello la tardanza era inaceptable, al menos para ella. Luego de pintarse de un rojo volcán los labios, tomó su varita mágica de roble, y suspiró profundamente hinchando su pecho. Guardó esta en su agradable bolso de flores, junto con las demás cosas que creía que necesitaría durante la clase.

     

    Luego, salió de la habitación, bajando las escaleras del castillo con rapidez. Al llegar a la vestíbulo, detalló como otra familiar, Meri, se dirigía al mismo destino. Después de verla desaparecer, hizo lo mismo, tomando uno de los trasladores de la familia, que le llevarían hasta la Academia. Cerró los ojos antes de partir, para luego esfumarse.

     

    Academia de Magia y Hechicería.

     

    Los pies de Evolet se doblaron al tocar el jardín que se extendía en la Academia. Abrió sus ojos violetas, para asegurarse que el traslador no se había equivocado; y fue así, estaba en el sitio correcto. El olor a césped invadió su nariz, cosa que indicaba que el sol iba cayendo. Acomodó sus castaños cabellos en un largo moño de caballo, y se encaminó rápidamente hasta las puertas que conducían al salón indicado por la carta.

     

    Pisó el salón, y pudo notar a los pocos estudiantes que conocía en clases anteriores. Agitó su mano en forma saludo mientras esbozaba una sonrisa alegre. Sí, llegaba tarde, al igual que siempre. Sin embargo, no le importaba del todo. Cuando la última chica se hubo presentara ante la clase, Evolet tomó la palabra, antes de que otro se aproximara a hacerlo.

     

    Buenas Tardes clase—saludó la castaña, dejando su bolso a un lado—. Soy Evolet Haughton Ryddleturn. Nací en Francia. Tengo 16 años, aunque pronto iré a los 17. Me encanta el tema de los duelos, aunque pienso que no es la mejor forma de arreglar las cosas—culminó, dirigiéndose a los trasladores que ofrecían los profesores.

     

    Cementerio de Gran Bretaña.

     

    Apareció en aquel lugar, silencioso y oscuro; prefecto para Evolet. Caminó varios pasos al frente, para poder mirar todo lo que contenía el lugar con mayor precisión. Varias estatuas de ángeles se dispersaban por el cementerio, junto con tumbas y tierra muerta que cubría todo el terreno, dándole un aspecto mucho mas que sombrío. Le agradaba que su clase se desempeñara en ese lugar, daba la garantía que no sería del todo aburrida.

     

    Fue entonces cuando un acto mágico que se hizo presente; varios pergaminos habían aparecido en las suaves manos de la castaña. Observó con determinación el contenido, como si se tratara de un documento secreto. Al terminar de leer gran parte de éstos, miró con atención el duelo que se desempeñaba entre ambos profesores.

     

    Esto se torna emocionante—dijo la castaña, en unas palabras que solo ella escucharía.

     

     

    OFF:

     

    Asdfgj!! Llego tarde, ¿verdad? :cry: Es que no he tenido mucho tiempo, y los minutos que llevo en casa, es para descansar. En fin, aquí ando reportandome. Disculpen por el rol largo xD Es que tuve que juntar todo en un mismo rol. ¿Se puede eso? De no ser así, me avisan para corregirlo :lol:

     

    Ahora bien, paso con mi presentación. Son Montserrat, vivo en Costa Rica aunque ahora pasos las Vacas en casa de un primo en Venezuela. Tengo 16 años y estoy en el 4to año del bachillerato. Mmmm, amo el rol, sobretodo de misterios :bb: xD Aunque también los duelos, y se me dan muy bien. He estado en otros foros, pero este tiene lo mejor de todos; una academia. Espero aprender mucho de esta clase *O* Será mi favorita.

     

    Mando ahora la tarea por MP. *Dejo chocos*

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  21. Evolet se encontraba en un especie de trance; hacía mucho tiempo que no prestaba tanta atención al agua como en aquella ocasión. Sentía que podía perder cualquier cosa en el mundo, siempre y cuando estuviese cerca de ese elemento. Tal vez esa habría sido la razón por la cual ella estuviese asignada a esa casa. Su estadía en la Academia sería corta, o al menos ese presentía. Por eso, debía aprovechar ese lugar.

     

    Salió de sus pensamientos cuando pudo sentir en su hombro un dedo que le tocaba. Volteó su punzante rostro directo a la persona que osaba a interrumpirle. No le gustaban las interrupciones, y menos cuando se tratara de algo inapropiado. Sin embargo, no fue tan molesto esa vez. Era una chica, y bastante linda según la perspectiva de la Ryddleturn. Se levantó de su asiento y tendió la mano de ésta, esbozando una sonrisa.

     

    Hola Kriss, soy Evolet Haughton, un gusto en conocegte—dijo tendiendo la mano, con su particular acento europeo—. Espego que nos llevemos bien—agregó riendo.

     

    Luego de esto, dirigió su mirada hasta la otra bruja que se le aproximaba. Ésta al parecer era la jefa de casa, puesto que dio la bienvenida a la castaña, por la cual Evolet asintió muy cordialmente. Se llevó una mano a su cabello, el cual arrolló en una larga cola de caballo. — Pog supuesto—respondió al momento que Lisa ofrecía chocolates, tomando varios.

     

    Después de comer un trozo, limpió sus manos con un pequeño y delicado pañuelo sacado de su bolso. Sacó del mismo su varita de roble, y la agitó unas cuantas veces en el aire. De la varita surgieron burbujas de agua, las cuales se dispersaron por toda la sala. << Esto animara un poco>>, pensó conmovida la chica, mientras que guardaba su varita en el bolso y empezaba a explotar burbujas con la punta de los dedos a medida que iban llegando a su posición.

  22. Evolet, se encontraba en la famosa Academia de Magia y Hechicería, para variar. Su estadía allí había sido muy estable desde que había llegado, por lo que las paredes, personas y obejetos que contenía el lugar ya deberían de haber estado acostumbrados su presencia. Llevaba puesto un simpático vestido de flores color violeta y azules, junto con un short pequeño de playa. Aquella vestimenta se adaptaría al lugar al que se aproximaba, o eso esperaba.

     

    Pasó por entre las cocinas de la Academia, donde varios elfos preparaban banquetes para la cena diaria. La chica no prestó mínima atención a éstos, y se encaminó directo hasta la puerta que conducía al río. Para sorpresa de ésta, una gran estatua en forma de tritón custodiaba la entrada. Evolet rodó los ojos. Había tenido un día largo, y lo menos que quería era una confrontación contra una estatua inteligente. Hizo un ademan con la mano, tratando de explicar que quería seguir con su camino.

     

    Sin contraseña, no puedes pasar—pronunció el tritón, con una voz gruesa. De nuevo, ladeó los ojos. No recordaba la contraseña, aunque claro, la había anotado antes.

     

    Canto de Sigena—dijo la castaña, en su bonito acento francés, al momento que guardaba la nota de nuevo en mínimo bolso de flores.

     

    La estatua dejó pasar a la chica, mostrándole así las escaleras correspondientes. Evolet se encaminó escaleras abajo rápidamente. Fue entonces cuando descubrió la particularidad del lugar; una sala redonda, con toda su decoración de distintos tonos de color azul, y lo mejor, estaba sumergida bajo el río. La joven de ojos violeta, al notar tanto detalle, sonrió alegremente encaminados hasta los allí presentes. Era un hecho, estaba emocionada.

     

    Se dirigió al instante hacia el vidrio que daba vista a las criaturas marinas. Se sentó cerca de aquel lugar, sin quitarle la mirada al río. Toda conexión con el elemento agua le daba tranquilidad a la francesa, tanto que ocasiones era del completo amable. Luego de observar largo rato la ventana, dirigió su mirada hacia las demás personas. Nueva casa, nuevos posibles compañeros.

     

    OFF:

     

    Hola chicos! Soy Montserrat y ahora estoy asignada en esta casa ^^ Hace rato que pasé generales, por lo que me quedaré un tiempo en este lugar. Mmm, tengo 16 años, vivo en Costa rica aunque ando de vacaciones con mi primo en Venezuela. Amo el juego rol, y he estado en otros foros por eso. Me gustaría hacer amigos aquí, y estoy segura que los haré pronto *o*

     

    *Dejo chocos*

  23.  

    1.- Link al tópico de su ficha de personaje: Ficha de Evolet

    2.- Link de las bóvedas de negocios que posea el personaje: --

    3.- Link del tópico de registro de sus familias:

    Familia N° 1: Familia Haughton

    Familia N° 2: Familia Ryddleturn

    4.- Link a las bóvedas de sus familias:

    Bóveda Familia N° 1: Bóveda de la Familia Haughton

    Bóveda Familia N° 2: Bóveda Familia Ryddleturn

     

    Saldo en bóveda previo a la Migración 2021: 3111 G

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