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Violet Rambaldi

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Mensajes publicados por Violet Rambaldi

  1. El departamento al que ingresaba estaba divido en muchas oficinas, todas contaban con mesones y folios de papeles, pergaminos, plumas, cajas extrañas, etc. Un sinfín de implementos. Mis tacones de charol negro repicaban en el suelo uno tras otro, a un ritmo suave y delicado, mi andar felino atraía miradas. Busqué entre las puertas y subdivisiones alguna oficina que diera indicios de ser la de mi hermana. Mis negras pestañas se batían en el aire como mariposas, mordía levemente el labio inferior con nerviosismo, escrutando con la mirada a cada mago y bruja del lugar.

     

    Mujeres con hermosos peinados y otras con el cabello un tanto desordenado charlaban sobre trabajo mientras que los hombres, con rostros serios, como oficinistas comunes y corrientes discutían sobre leyes y normas. Sentí mis pálidas mejillas enrojecer debido a mi intromisión en el lugar, era primera vez que lo visitaba.Sujetos con túnicas obscuras, largas y ondeantes platicaban sobre temas que se me hacían desconocidos, eso no era algo muy tranquilizante. Rumores inundaban mis oídos, cada paso me acercaba un poco más a mi destino.

     

    El delicado vestido negro que llevaba puesto se ajustaba a mi torso con un sutil escote de corazón, la suave tela que conformaba la falda acariciaba tenuemente mis muslos, haciendo lucir mi piel más pálida que lo normal, a cada paso dado el vestido adoptaba la forma de mis piernas, haciéndome ver mucho más sensual. Por mi mente cruzaban ideas muy extrañas, pensamientos que antes no había experimentado, podía percibir hasta el más mínimo gesto de quienes me rodeaban. Estaba nerviosa.

     

    Me detuve frente a una puerta con una placa que tenía escrito “Rambaldi R.” . Mi cabello, que venía pululando tras de mi armoniosamente, calló brindándome caricias tenues sobre la espalda desnuda. Cerré mi puño con temor y lo acerqué lentamente a la madera barnizada del portal. Toqué tres veces y bajé los brazos, sosteniendo entre mis manos el pequeño bolcito blanco donde traía unos cuantos objetos. Nadie salió a recibirme, así que de hombros encogidos volví a tocar, esta vez con un poco más de fuerza y en silencio retrocedí un paso, intentando no chocar con los magos que circulaban por el lugar hasta llegar a apoyarme contra el muro y esperar a que Roxie me abriera.

  2. Aquel sujeto de aspecto sucio y desaliñado llevaba por nombre Aliester Crowley y sería quien nos guiaría durante los primeros minutos de la clase. Su labor consistía en cuidar la Reserva Mágica Newt Scamander, que era donde el traslador nos había llevado. Nos relató un poco sobre lo que consistía su trabajo y mientras la mayoría de los alumnos prestaba suma atención a nuestro anfitrión yo buscaba entre mis ropas el dije de luna llena que debía colgar en mi cuello, pero que en esos momento no estaba.

     

    —Frente a ustedes encontrarán varios morrales de color negro— señaló Aliester. Uno a uno los alumnos se acercaron tímidamente a recoger su bolso, mientras yo continuaba en mi labor de búsqueda. El corazón se me apretaba tejido a tejido, célula a célula, no podía extraviar tan preciada pertenencia. Aquel pequeño círculo de plata que lucía tres pequeñas piedras tornasoles en su interior significaba mucho para mí, pues lo traía conmigo desde que era un bebé. Emulaba a la luna llena y sus cráteres, que siempre vigilaban mis noches y las de mi hermana, para que las horribles pesadillas que me agobiaban no fuesen tan atroces, tan crueles, tan reales.

     

    El grupo ahora miraba en dirección a Corvinus, quien procedía a hacer entrega de unas hermosas escobas voladoras, que por lo que recordaba haber leído, eran Nimbus 2008, rápidas, estéticas y amigables, totalmente recomendables para movilizarse por los aires con un grupo de estudiantes de entre 16 a 18 años. Todos contaban ahora con su morral equipado de pociones, tijeras, pinzas, navajas , botellas y saquitos de cuero vacios y una escoba preparada para volar, todos listos, menos yo, que seguía buscando desesperadamente entre las hojas y raíces que cubrían el húmedo suelo de la Reserva, mi tan valioso dije.

     

    Suspiré derrotada y caminé, con los brazos rodeándome la cintura y el cabello cayendo por mi espalda hasta donde reposaba la última bolsa de materiales, la cual me correspondía. Me arrodillé, molesta y atribulada frente a mi equipo de trabajo, exploré en su interior y extraje de él una botella con un líquido verde azulado, la agité suavemente y la regresé a su lugar, al fondo de aquel bolso de cuero. Me puse en pie y limpié mis rodillas con la palma derecha, conteniendo fuertemente las ganas de llorar que me embargaban.

     

    Integré el grupo de alumnos que aún no recibían su escoba y crucé mis delgados brazos sobre el pecho, que se hinchaba y deshinchaba con premura. La fila avanzaba de apoco hacia Corvinusy mi aflicción comenzaba a descender, o quizá se tornaba en frustración y agotamiento. Pronto estuve frente al profesor Corvinus, quien me hacía entrega de una de las escobas que descansaban en un enorme armario antiguo. Tardé un poco en recibirla y cuando lo hice me alejé del grupo, para sondear visualmente el suelo donde estaba hacía unos minutos y un perímetro de dos metros, por si el dije se había desprendido con el aterrizaje, mas fue inútil pues no veía nada. A lo lejos escuché el resto de las instrucciones de la clase de hoy y cuando me resigné a haber extraviado lo mío, regresé con los jóvenes e intenté focalizar mi atención en los profesores.

     

    Llegó el momento que menos esperaba para toda la mañana, pues siendo novatos en la clase no suponía que nos dividieran en grupos y mucho menos que nos llevaran más allá de donde estábamos. Mis azulados ojos se abrieron sorprendidos en cuanto Corvinus designó los integrantes de su grupo: Coco, Isabrella, Etoile, Sakura, Luna y antes que ella, el Haughton. Sentí que mis manos dejarían caer el morral de cuero y haría trizas todo su contenido, mis labios se entreabrieron para protestar y mis piernas dieron un paso hacia adelante, como para evitar que algo terrible ocurriera, pero no hice nada, no dije nada, tan solo desprendí un bufido audible y despreciativo. “Tranquila Violet, mantén tu mente calma” me auto aconsejé silenciosamente. Apreté los labios con fuerza y cerré los ojos con lentitud, oscureciendo mi interior.

     

    —Ustedes vendrán conmigo…—Sentenció el profesor, que continuó con sus explicaciones y demás sin que yo le prestara verdadera escucha. El hecho de tener que compartir la clase con Coco, un personaje tan singular y llamativo me parecía interesante, Sakura era una muchacha muy dulce y delicada, lo cual se asemejaba un poco a mi personalidad, pero de ellos a tratar con un ser tan petulante, impertinente y apático como Dovakhin, me descuadraba completamente.

     

    Desde pequeña adquirí el don “o la desdicha” de amoldar mi carácter al del resto, para así afianzar lazos y hacer amigos, pero cuando me encontraba con individuos de naturaleza violenta, algo en mí cambiaba y me tornaba fuerte, como a la defensiva. De seguro era mi mecanismo de seguridad…Cuando me sentía agredida contaba con dos opciones, esperar a un golpe de adrenalina, los cuales se presentaban tan solo cuando me sacaban de quicio o cuando atentaban contra mi hermanita. La segunda opción era esperar a que los gritos cesaran y mi atacante se cansara de atosigarme.

     

    Con este sujeto ocurría lo primero, me hervía la sangre de saber que no demostraba ni una pisca de cordialidad ¿acaso le costaba mucho, como mínimo, guardarse alguno de sus comentarios? “ todos merecemos un poco de respeto, Haughton” deseé decirle de pronto, mas no lo hice y volví a callar. Si estaba en RB era para aprender y no para buscar enemigos, ni mucho menos pleitos o discusiones, hacía un tiempo había decidido pasar desapercibida y por una niñería no rompería mi plan.

     

    Me dispuse a iniciar el vuelo junto al resto del grupo, incluyendo a Corvinus, quien dirigía la cuadrilla. A una velocidad mesurada cruzamos el bosque y los terrenos de la reserva, en dirección al norte de esta, por los picos rocosos, donde recogeríamos el cascaron de “un muy bello ejemplar”. El viento rasguñaba mis sedosas mejillas, provocando seguramente que estas enrojecieran más de lo acostumbrado, y la velocidad con la que íbamos permitía apreciar las hermosas praderas que lucían bajo nuestros pies. Mi cuerpo, a pesar de flotar por los aires, estaba tenso y nervioso, me sentía cansada por tanta conmoción, debía ser fuerte y dejar atrás mi flaqueza, no podía demostrar fragilidad, no debía hacerlo.

     

    Descendimos al mismo tiempo y pronto estábamos con los pies puestos en tierra nuevamente, se sentía agradable estar segura sobre una superficie tangible, real, sólida. Ya con las escobas en la mano se nos indicó buscar flores de amapola negra que “oportunamente” brotaban a los pies del hogar de nuestro “bello” Ridgeback Noruego. A lo largo de mi vida entre libros y pergaminos jamás había tenido la oportunidad de apreciar una Adormidera, un alternativo al nombre Amapola, color negro y que creciera junto a dragones, por lo que me embargó la curiosidad ipso facto.

     

     

    —OFF—

     

    Buenas! Aquíqueda mi Ficha...creo que me explayé un poquito, :blush: Bss!

  3. Me desperté sobresaltada a media noche. Estaba soñando que un majestuoso y agresivo dragón, de hermosas escamas escarlata y fauces feroces buscaba calcinarme, mientras yo corría sin rumbo por algún bosque de Ottery, asustada, sola y desarmada. Enderecé mi postura en la cama y ordené las cobijas, que habían caído por tanto movimiento y miré el reloj de cuerda, dorado y silencioso, que indicaba las cuatro de la madrugada con sus finas agujas. Había vuelto a despertar antes de las siete, esto se me comenzaba a volver costumbre.

     

    Recosté mi delgado cuerpo sobre los cuatro almohadones de pluma que acolchaban la parte superior de la hermosa cama y cerré lentamente mis azulados ojos, buscando dormir un poco más, intentando borrar a aquel belicoso ser de mi mente, camuflando sus recuerdos con imágenes de los magníficos rosales que decoraban los amplios jardines del castillo. Todo fue inútil, pues ya se me había quitado el sueño y por más que intentara recuperar aquella sensación de letargo y comodidad, ya no podría hacerlo, mi cuerpo sólo pedía una ducha caliente y una taza de infusión de limón.

     

    Bajé lentamente mis blanquecinas y esbeltas piernas desnudas de la cama, esperando encontrar en el suelo mis pantuflas de gamuza rosa palo, pero no había más que el suave y gélido suelo de madera y unos pequeños cojines que decoraban mi lecho, cuando este estaba ordenado y perfectamente estirado. La sensación álgida que provocaba el contacto con la superficie era agradable, mi cuerpo estaba sudado y acalorado. Esa pesadilla me había atacado intensamente. Crucé la habitación, hasta llegar al tocador y cerrar la puerta tras de mí. Dejé caer delicadamente el pequeño camisón de seda plateada por mi cuerpo y entré a la bañera, quedándome inmóvil bajo el chorro de agua cálida.

     

    Mientras secaba mi cuerpo con una toalla de algodón, tan blanca como la nieve, no pude evitar pensar en lo que se avecinaba. Había cursado Generales con éxito y tenía noticias de que me habían aceptado en Rol Básico, cuyas clases comenzaban en un par de horas, me sentía un tanto más tranquila que cuando había llegado la lechuza de Generales, pero no estaba totalmente serena. Como era costumbre, me envolví en la toalla y dejé caer mi húmedo y largo cabello por la espalda, pegándose atractivamente a mi cuerpo.

     

    Tomé asiento en un banquito de patas de madera y de un mullido cojín, lacado de un tono crudo, que siempre mantenía junto al tocador de mi cuarto, ambos a juego, decorados con voluptuosidades en las patas. La parte superior, que constituía la encimera y los cajones era de forma rectangular y lucía detalles pequeños, como flores talladas y manillas de metal. Alcancé el cepillo de pelo y comencé con lo más complejo de todo, delicadamente cada mechón caía ordenado por los costados de mi rostro y luego de aquella tarea tan parsimoniosa, busqué algo lindo para vestir. Hacía calor, incluso cuando aún no salía el sol en su totalidad. A las cinco y media de la mañana la sensación ambiental era cálida, por no decir sofocante, mi cuarto conservaba muy bien el calor. Saqué de los colgadores una blusa de leopardo, muy holgada y fresca, que usualmente llevaba encima de alguna playera o camiseta sin abotonar. Busqué una entallada y delgada polerita violeta de tirantes, con encaje en el escote y los bordes inferiores, y busqué entre mis jeans perfectamente organizados unos shorts negros, que no cubrían más allá de un tercio de muslo. Parecía un outfit muy revelador, así que busqué entre mis cajones un par de medias negras y saqué de las repisas de mi amplio armario unos tacones altos, negros, de gamuza y punta redondeada. En eso de vestirme me dieron las seis y quince minutos. Tomé mi pequeño bolso de cuero negro y guardé mi varita en el costado de los shorts, entre el cinturón negro y mi cadera. Bajé las escaleras, esperando encontrar a Roxanne, mi melliza y darle los buenos días. Desayunamos juntas y pronto ya estaba caminando por las antiguas calles de Ottery.

     

    Cuando llegué a la estación de trenes, sentí que muchos ojos se posaron sobre mí. Mis esbeltas piernas se movían seguras sobre aquellos tacones, con los que ya era toda una experta, y mis brazos caían relajados por los costados. Ingresé a la maquina y busqué algún vagón desocupado, tuve suerte de entrar a uno donde no había nadie, eso sería agradable y tranquilo para poder pensar un poco durante el viaje. Me senté junto a las ventanitas y pude ver mi reflejo en ellas. Un hermoso rostro, fresco, tranquilo y de ojos cual cobalto puro, lucían frente a mí. Me veía hermosa, eso era evidente. El tren comenzó su marcha, yo cerré los ojos a esperar que llegara a su destino.

     

    Luego de unas dos horas, aproximadamente, llegamos a la academia. Mi cuerpo se movía delicado por los terrenos del lugar, mirando hacia todos lados disimuladamente, buscando a quienes cumplieran con las cualidades de ser mis futuros profesores. Seguí a un pequeño grupo de alumnos que me parecieron familiares e ingresé al gran castillo, esperando llegar al salón indicado. Mis tacones resonaban por los pasillos del lugar “tac, toc, tac, toc”. Me detuve a unos metros de donde se encontraba un hombre, fumando lo que parecía un puro, de postura correcta y sombría. Tomé una gran bocanada de aire y reanudé la marcha, al pasar junto a dicho sujeto, le dediqué una pequeña, casi imperceptible sonrisa ladina e ingrese sin más al salón. Me detuve frente a los pupitres y contemplé el lugar, tenía una leve noción de quienes podrían ser algunos de los alumnos, acomodé mi cabello con la mano izquierda y pasé a sentarme en los últimos lugares.

     

    Mientras meditaba sobre cómo debía comportarme durante este tiempo los profesores ya se habían presentado y era momento de que los alumnos presentes lo hicieran, llegó mi turno y me puse de pie, junto la vetusta mesa de madera y apoyé mi cuerpo en ella.

     

    —Hola, soy Violet Rambaldi y a pesar de que no hablo mucho, pueden acercarse a mí sin miedo, no soy antisocial. Creo conocer a algunos de esta clase, me alegra que hayan cursado sin drama las Generales.— Sonreí a quienes se dedicaron a mirarme y tomé asiento nuevamente, guardando completo silencio. Dediqué mi atención a lo que los profesores explicaban y mientras posaba una pierna sobre otra mis ojos se iban ampliando cada vez más. “Con que un traslador” pensé. “¿Por qué estas cosas me tocan a mi?, Dios” Si bien ya había experimentado con esos objetos, no se me hacía costumbre la indeseable sensación.

     

    Apenas los profesores lo indicaron me puse de pie y caminé hasta el gran mesón de madera, donde reposaba una estatuilla de un pequeño Bola de fuego chino, perfectamente esculpido, que Corvinus había extraído de aquel misterioso saquito que cargaba desde el inicio de la clase. Mi cuerpo se movía grácil entre los pupitres y al llegar al frente mi corazón comenzó a acelerarse, asustado. Posé mi nívea mano sobre la pequeña figura y de inmediato ráfagas de frío viento se presentaron, mi cuerpo transportándose por el vacío se sentía liviano, pero tenso. No tardaron en aparecer los mareos y las desagradables náuseas con las que debía convivir.

     

    El aterrizaje fue algo brusco. Caímos sobre un duro suelo de tierra y césped, algo húmedo y emblandecido. Mi cuerpo yacía de costado sobre la superficie terrosa, las piernas me temblaban levemente y mis labios color cereza, pigmentados por naturaleza, tomaban pequeñas porciones de aire, intentando calmar ese cosquilleo tan propio de los vómitos.

     

    —Siento que voy a morir— Musité poniéndome lentamente de pie. Apoyé mis palmas en la tierra y levanté mi cuerpo con delicada sensualidad, tan propia de mi personalidad y recogí mi cabello en un enmarañado tocado, que asegure atravesando mi varita entre los castaños cabellos.

     

    Ante nosotros la profesora Gryffindor presentaba a un hombre llamado Alesteir Crowley, de aspecto sucio y descuidado. Vestía trajes manchados con tierra, y sus manos lucían unas uñas largas y ennegrecidas. Hubiese sido muy mal visto que expresara mi desagrado de alguna manera muy evidente, por lo que me limité a sonreír en forma de saludo y desviar mis azulados ojos hacia mis compañeros, quienes al parecer, mantenían opiniones similares a la mía. Los mareos ya habían cesado y mi cuerpo se mantenía apartado de todos, al final del grupo, como lo había hecho hacía un tiempo, durante las clases de Generales.—Algo me dice que lo del dragón de mi sueño no estaba tan distante a la realidad— y así comenzaba una nueva etapa en la Academia.

     

    OFF

     

    Hola a todos! Soy Valentina y tengo 15...bueno, los cumplo en Septiembre, pero ya es casi Sep...ustedes entienden. Me gusta mucho la música, los libros, el dibujo y todo lo relacionado con él. Soy de Chile y curso 1º medio, pienso entrar al área humanista y estudiar psicología ^^ Creo que soy buena con eso. Me encantan las naranjas, así que si tienen una no duden en convidarme *o* Bessos!

  4. El lugar al que habíamos llegado, luego de traspasar la puertecilla era total y radicalmente diferente al que estábamos acostumbrados. De partida y lo más curioso, era que en el alto cielo lucía un resplandeciente sol, cuando al otro lado de la puerta, más allá de aquella terrosa habitación la noche se hacía presente en su totalidad. Todos estábamos acuclillados en el suelo, ocultos tras frondosos y brillantes setos que nos imposibilitaban una vista panorámica de aquel ambiente.

     

    Me dolían las rodillas y comenzaba a sentir calor. El grueso abrigo se volvía pesado, sobre todo incómodo y los murmullos de inquietud, proveniente del resto de los alumnos hacía cambiar mi estado, de una Violet tranquila y emocionada, a una totalmente agotada y fatigada. Las emociones fuertes o chocantes no me hacían para nada bien, por lo que me consideraba débil y sensible en todo momento, mas no podía demostrar flaqueza ante oponentes tan bravos, como lo eran alguno de mis compañeros.

     

    La botánica del lugar era extravagante y altamente pigmentada. Los colores que presentaban ciertas flores eran tan brillantes que me cegaban a ratos y me confundían un poco. Preferí no quejarme, con suerte respiraba agitadamente y dejaba libre uno que otro resoplido. Llevé mi mano derecha hacia mi alargado cuello e hice presión con mis delgados dedos, estaban helados y se sentían agradables. Rápidamente la temperatura de mi nuca comenzó a descender y la posible fiebre que se avecinaba ya emprendía su deceso. La profesora Black se puso de pie y soltando unas palabras se alejó del grupo, caminando por entre los arbustos y desapareciendo de nuestra vista. Mi madre, la profesora Oldman, se veía preocupada, confundida, enfadada y sobre todo desorientada, o al menos eso era lo que lograba percibir en la mayoría de las personas que aún seguíamos cerca del suelo.

     

    —Si Black no vuelve...tendremos que ir por ella— musité de manera afirmativa. La idea de moverme en territorios ajenos no me era cómoda y mucho menos agradable. Desabotoné el abrigo, que aún llevaba encima y aparté con ambas manos mi ondulado cabello que caía tupídamente por los costados de mi torso, ondeando sus puntas casi llegando a mi cintura. Dejé caer la acaramelada melena bruscamente, cuando unos gritos y quejas rompieron el armonioso silencio de los bellos jardines. Me acerqué a la macedonia de verdor que nos mantenía incógnitos y busqué espacios entre estos para poder ver con mayor claridad. Al parecer, nuestra sarcástica y valerosa Kya había sido capturada, desarmada y extraída del hermoso castillo, que se alzaba unos cuantos metros más allá, por una baraja de cartas tamaño familiar, que se movía como encantada mágicamente.

     

    Dovakhin, quien fue el primero en hablar, planteó un plan que (muy a mi pesar) parecía tener futuro. El chico tenía razón. Si nos manteníamos estáticos seríamos un blanco fácil y pronto seríamos alcanzados por naipes andantes, que de seguro ya estaban patrullando intensamente los sectores aledaños. Me puse de pie, apoyando la palma de mis manos sobre mis firmes muslos y luego las sacudí dando suaves palmaditas la una contra la otra. Me froté los brazos, ahora experimentando un horrible escalofrío y cubrí mi rostro apesadumbrada. "Si me quedo aquí, lo haré sola y no me siento en condiciones" "Si me voy con el grupo, tendré que pesar con el sentimiento de protección que me embargaría en caso de algun peligro" "Si me voy sola...Vamos Vi ¡ni siquiera sabes donde estas parada!" Mi mente realizaba auto conversaciones que en lugar de motivarme, hacían que me sintiera aún más abrumada.

     

    —No se por qué, pero creo que él tiene razón— Busqué mi varita, que hace un rato había guardado nuevamente en mi bota y la moví entre mis dedos, como una baqueta de batería. Sentía el rostro pálido y con aspecto fatigado, tenía mucho calor, pero a la vez me atacaban pequeños escalofríos y entumecimientos, mis labios estaban algo irritados, sonrojados y ardían un poco. Esto se me asemejaba mucho a un simple resfrío de Invierno.

     

    —¡Profesora Oldman!— exclamé, tratando de que fijara su atención en nosotros y se distrajera de aquella preocupación que, evidentemente invadía sus ojos — Por favor, podría darnos algún plan o indicación para movernos. Estoy segura de que la mayoría de nosotros ya estamos cansados de esperar encubiertos entre rosales, arbustos y césped— Esa posición de sapos ya me tenía acalambrada y al ver que no asomaba nada agresivo o amenazante, perdí cuidado y me di unas vueltas al rededor del grupo, estirando mis atractivas piernas e intentando regular, por fin, mi temperatura corporal.

  5. Transcurrió un gran periodo de tiempo, en el que los alumnos rezagados y más tímidos culminaron sus presentaciones. Todos parecían realmente motivados, algunos más que otros, claro. Pude percibir la apatía con la que uno de mis compañeros se dirigió al grupo. Un tal Dovakhin, de apariencia agresiva y frívola se mantenía distante de todos, tanto como yo. Supongo que sería alguien de quien me mantendría alejada…

     

    Para cuando todos habían terminado su presentación y la profesora Oldman daba las indicaciones previas a la clase yo estaba temblando. La noche había caído sin darme cuenta y una espesa capa de niebla y oscuridad cubría las entrañas del bosque. Busqué en las carteras de mi abrigo un pequeño espejo de bolsillo. La tapa de este tenía incrustados pequeños fragmentos de piedras preciosas, diminutos detalles de ópalo de fuego, distribuidos de manera uniforme, entrelazados por corridas de flores talladas sobre la fina capa de bronce, que conformaba la estructura del espejito. Lo abrí para verificar si mi larga cabellera castaña cumplía con las ondulaciones que el húmedo ambiente ameritaba, mas cuando lo hice escuché un leve Lumus proveniente de la dulce voz de la profesora Oldman y por consiguiente una fuerte luz nació desde la punta de su varita, que al momento de iluminar nuestro sector, alcanzó con sus rayos a mi espejo y este liberó hermosos destellos de diversos colores, sólo como el ópalo sabe lucir.

     

    La profesora Black pronunció las mismas palabras y pronto el grupo comenzó a moverse tras las dos guías. Luego de que el radio de iluminación de las varitas acababa, todo se encontraba en penumbras, mis ojos azules no lograban ver más allá. El suelo se sentía blando y lleno de irregularidades, más de una vez pisé una raíz de tamaño considerable y me provoqué cierto dolor en la planta del pie, pero no dije nada. Sentía que si caminaba muy atrás del grupo, quedaría expuestas a cualquier amenaza que se pudiera presentar y esa no era buena idea, considerando que sobre magia no tenía mucha idea y nunca me había llamado mucho la atención estudiarla…en dónde tenía la cabeza cuando decidí presentarme a las clases ¡Santo cielo!

     

    —Dios mío, voy a llegar tarde, voy a llegar tarde— Se escuchó de pronto chillar a una vocecita proveniente de atrás. Todos nos miramos un poco desconcertados, incluyendo las profesoras. La señorita Oldman dirigió el resplandor de su varita hacia unos arbustos y al instante apareció un conejo blanco, vestido de chaleco, que curiosamente portaba un reloj. La profesora Oldman, despojada de toda prudencia decidió ir tras el pequeño ser, que había iniciado una nueva carrera en dirección al norte.—¿por qué haces esto mamá?— interrogué mentalmente. De inmediato el grupo aceleró la marcha, todos con miradas confusas y atemorizadas. El bosque lucía cada vez más atemorizante y por cada paso que dábamos intuía que nos desviábamos del camino, de seguro era por mi pésimo sentido de orientación.

     

    El terror se apoderó de mí en cuanto mi madre calló por un agujero, cavado a los pies de un árbol.Típico de mí, asustarme a la primera. Estando tras todos los alumnos, casi al final del grupo, no podía ver claramente lo que estaba ocurriendo, mas no bajaría la guardia, mucho menos en ese momento y con un movimiento rápido y seguro alcancé mi varita, que traía oculta en mi pierna, dentro de la bota derecha, la tomé con fuerza y la mantuve a nivel de mi muslo, debía mantenerme serena si quería salir viva del lugar. No pasaron más de dos minutos cuando la profesora Black resbaló y cayó por la misma abertura, dejándonos abandonados, en medio del bosque.

     

    —Perfecto, ahora sí que la han sacado de maravillas— dije sin cuidado de que me escucharan. Aparté con mi nívea mano un mechón de cabello que obstruía mi visión y resoplé pesadamente. Observé por unos minutos al resto de los alumnos, descansando todo el peso de mi curvilíneo cuerpo sobre la pierna izquierda. Debía pensar algo rápido, no estaba dispuesta a quedarme toda la noche en un lugar tan húmedo, frío y desconocido. Oí a una muchacha decir que debíamos introducirnos por el agujero y al no recibir respuesta inmediata, optó por tomar la iniciativa. La siguió una niña, que por lo que recuerdo, se llamaba Meri y sin hacerse del rogar el chico Haughton, acompañando su acto con petulantes términos se lanzó sin más por el pasadizo. Para mi sorpresa, una muchacha que no había visto antes y mi prima Luna se arrojaron por el agujero tras los tres muchachos.

    Algo muy extraño, proveniente de lo más profundo de mi alma, hiso presencia en el momento. Sentí mis largas uñas clavarse en la palma de mis manos y un calor inusitado invadió mi rostro, sonrojándome de inmediato. Evidentemente las palabras de ese arrogante muchacho habían hecho mella en mí, traspasando toda barrera de paciencia y dulsura.

     

    —Con que perdedores ¿no?— manifesté con notable indignación. Caminé, entonces, entre los jóvenes que aún no decidían moverse y me abrí paso hasta quedar a cinco centímetros de la perforación en el suelo. Volteé a ver a mis compañeros, con cierto temor en los ojos y les sonreí levemente, luego miré dentro del agujero y tragué saliva.— De no ser por mi orgullo, no estaría haciendo esto... pero estás hablando de una Rambaldi — susurré

     

    —Los veo abajo— y me lancé al vacío. La sensación de adrenalina era mucho más fuerte que el temor a estar viajando sola o la incertidumbre de no saber hacia donde llevaba aquel pasaje, que se asimilaba mucho a un tobogán de niños. Por un momento me sentí tranquila, incluso divertida. Nunca dije nada, mucho menos me moví, tan solo notaba como mi cabello fluctuaba tras de mí y el corazón aumentaba sus latidos apresuradamente. Todo parecía “tranquilo” hasta que el sentido de la caída varió y la velocidad con la que descendía se intensificó. Fue entonces cuando me pregunté mentalmente dónde tenía mi madre guardado el sentido común. El aterrizaje fue algo que me sorprendió bastante, pues al final del recorrido había un gran colchón de hojas secas, que esperaba recibir el cuerpo de quien venía resbalando por el conducto.

     

    Me puse de pie y limpié cuidadosamente mis piernas, que quedaron cubiertas por fragmentos de hoja quebrada. Alcé mi varita y suavemente pronuncie Lumus, y esta comenzó a brillar. El pequeño tacón de mi calzado repicaba contra el suelo, esperando a que alguien me explicara lo que ahora se venía. La profesora Black y mi madre estaban cerca de una diminuta puertecilla, observando, acompañadas de los cuatro estudiantes que había tomado valor antes que yo. Pronto llegaron el resto de los alumnos. Kya ordenó que nos mantuviéramos atentos y con las varitas preparadas, pues no era para menos, con solo dos personas expertas en el tema de la magia y el resto siendo novatos, esto podría tornarse muy peligroso, y no consideremos el punto de que aquellas mujeres que ahora debían cuidarnos, hace unos momentos habían tropezado con una simple cavidad en el suelo.

     

    Como si de un juego se tratase, Dovakhin propuso golpear al indefenso conejillo para que nos ayudara. —Al parecer este muchacho no conoce el término amabilidad— y no era la primera que pensaba lo mismo. La última joven que se lanzó antes de que yo lo hiciera supo responderle a aquel impertinente muchacho, demostrando que no era una mujer cualquiera, sino una chica con carácter. Divertida observaba la escena desde mi lugar, mientras pensaba en cómo podríamos salir pronto. El brillo de las varitas iluminó unos frasquitos, que reposaban no muy lejos de donde estaba. Intenté mantener mi mente concentrada en la situación, pero mi curiosidad fue más poderosa y no pude evitar dirigirme hacia estos y tomar una botella entre mis manos —Bébeme— leí en la etiqueta. Había más recipientes que dictaban distintas órdenes, con distintos colores y contenidos. Suspiré, cansada y con dolor de cabeza.

     

    —Quiero salir de aquí ¿Alguien tiene otra idea que no sea torturar a un indefenso?— Consulté al grupo, que se mantenía distante y extrañado. Miré a mi madre y caminé hacia ella, con la esperanza de que ahora, con más calma, tuviera algún plan para devolvernos a la superficie.

  6. Bajé las grandes escaleras que conectaban la planta baja con las habitaciones y me dirigí a la cocina para comer algo. Mi reloj de pulsera indicaba las siete de la mañana y el sol ya resplandecía majestuoso en el cielo, tomé un sándwich de la nevera y me senté a desayunar, en eso me dieron las siete y media. Me sentí aburrida y comencé a recorrer las habitaciones compartidas, cuando llegué a la sala de estar encontré un antiguo libro que reposaba en el sofá. Me acerqué y concluí que era propiedad de Roxanne, pues su aroma a frambuesas estaba impregnado en los cojines. Tomé el libro con ambas manos y leí las inscripciones de la tapa “Academia de Magia y Hechicería” En ese momento entró una hermosa lechuza blanca aleteando por toda la habitación, en su pico traía un sobre color ocre que llamó significativamente mi atención. El ave planeó durante unos segundos majestuosamente y se posó con delicadeza sobre la mesa central de la sala. Su hermoso plumaje liberaba destellos gracias al resplandor de los trazos de luz, que incrementaban su fuerza una vez que traspasaban los cristales de la casa. Mis ojos gris azulados brillaban de igual forma, sentí mi pupila dilatarse al momento en que leí el

    remitente:

     

    -Academia de Magia y Hechicería-

     

    —Aún no…— susurré con voz temblorosa. De un momento a otro mi temperatura corporal se redujo y comencé a temblar levemente. Apreté los ojos con fuerza y estiré la mano derecha para alcanzar el documento. La lechuza apenas sintió que tocaba el sobre, salió volando sin dejar más rastro que el sonido débil de su aleteo. Me mantuve así por unos minutos, tratando de asimilar la situación que tarde o temprano ocurriría.

     

    Tenía miedo, mucho miedo de sentirme sola en un lugar tan grande y diferente al que ya había acostumbrado a frecuentar. Tantas personas en un solo lugar, distintas personalidades y caracteres, cientos de voces hablando al unísono y millones de cosas que debería recordar. Abrí los ojos decidida a leer la carta, mas cuando lo hice sentí un pequeño hormigueo invadir mi pálido y terso rostro, como cuando estaba enferma y debí vomitar todo lo de la semana. Pues no me equivoqué al suponerlo y apenas leí la primera línea salí corriendo al baño, no regresé hasta que me lavé los dientes y ya más calmada volví a leer todo el escrito.

     

    Marca

    Esta lechuza es para informarles que la clase Generales 73 ha sido abierta, por lo que ya pueden pasarse a cursarlas.

    Lleven ropa cómoda y lleguen a tiempo.

    Espero que se encuentren bien.

    Saludos.

    Kyle Black & Chloe Oldman

     

    —Acaban de aceptarme en la Academia— No sabía si repetirlo para hacerme creer que era cierto o si repetirlo para convencerme de que debía huir fuera del país y cambiar mi identidad. De todos modos no serviría de mucho…esta gente sabe dónde estás, sea como sea. Se supone que las clases las impartirían por la noche en el bosque y debíamos ser puntuales. ¡Perfecto! Están con la persona indicada, pensé. Será mejor que comience con el pie derecho, a no ser que quiera tener a todo un plantel educacional en mi contra, y sin decir más me levante del sofá a caminar por los pasillos. El eco de mis zapatos resonaba por toda la casa

     

    —¡Me aceptaron en la Academia!— Grité de pronto, liberando toda la energía acumulada en esos pequeños diez minutos de colapso emocional. Esperaba a que Roxanne, mi melliza, despertara y me ayudara un poco con las direcciones, me aconsejara sobre los profesores y sobre todo me ayudara con mi atuendo para esa tarde.

     

    Cuando el sol comenzó a descender yo ya estaba caminando por los interiores del húmedo bosque. Hacía mucho frío y sentía como mis músculos se contraían provocando temblores y escalofríos. Un cincuenta por ciento de mí temblaba de miedo y el otro cincuenta por ciento era debido a las condiciones ambientales. El abrigo de capucha negro era lo suficientemente grueso como para mantener mi calor corporal estable, por lo menos hasta que me quedara inmóvil, los jeans azules que se ajustaban perfectamente a mi anatomía hacían lucir mis tallados muslos de adolescente y las botas negras, altas, sin tacón y por encima de la rodilla me brindaban calor y seguridad al andar. Apenas vi a un grupo de estudiantes aparecer por entre los árboles me acerque para ver si hablaban sobre la clase a la que se dirigían y así no perderme, pero al no oír nada decidí tan solo seguirlos y ver si no me equivocaba de camino.

     

    Efectivamente, cuando me uní al grupo ya las profesoras estaban escuchando como se presentaba una muchacha, que por su tono de voz se encontraba muy emocionada, si mal no recuerdo su nombre era Seylen y parecía una niña muy simpática. Luego de ella se atrevieron a hablar dos alumnas más, pero a ellas no les presté tanta atención, pues estaba mayormente preocupada en qué era lo que iba a decir. Mi corazón latía aceleradamente y sentía como se me apretaba la garganta a cada segundo. Una joven de cabello castaño y facciones suaves había terminado su discursillo, no pertenecía a familia alguna, pero estaba esperanzada de adquirir muchos conocimientos durante este curso. En una fracción de segundo recibí una inyección de adrenalina que recorrió mi cuerpo en un escalofrío y me atreví a dar unos pasos hacia el frente del grupo y presentarme.

     

    —Buenas noches, supongo...— Al decir esto escruté la mirada de ambas profesoras y pude notar que eran muy contrastantes una de otra. La de la profesora Black imponía respeto y altanería, mientras que la de la profesora Oldman era suave y serena— Mi nombre es Violet y espero formar parte oficialmente de la familia Rambaldi en poco, mi melliza Roxanne estuvo aquí hace un tiempo y gracias a ella he decidido asistir hoy…Espero…—y tomé aire para poder terminar luego con mi palabrería— que este sea un buen año y pueda cumplir con todas mis clases. Gracias— y dando por culminada mi introducción volví cabeza gacha a mi lugar de inicio, atrás de todos los alumnos, escondida de la temible vista de la señorita Black y evitando a toda costa más preguntas que aumentaran mi nerviosismo.

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  7. 1.- Link al tópico de su ficha de personaje: Violet Rambaldi

    2.- Link de las bóvedas de negocios que posea el personaje: --

    3.- Link del tópico de registro de sus familias:

    Familia N° 1: Rambaldi

    Familia N° 2: --

    4.- Link a las bóvedas de sus familias:

    Bóveda Familia N° 1: Rambaldi

    Bóveda Familia N° 2: --

     

     

    Saldo en Bóveda previo a la Migración 2021: 940 G

  8. Ola, soy Tina y vengo a inscribirme porque Roxie, mi amiga, me recomendó el foro y dijo que fuese parte de la familia, así que vengo a probar suerte y ver si me aceptan. Prometo ser un miembro activo y respetar las normas de la familia. Eso, que esten bien besitos!

     

    Nombre: Violet "Leti"

    - Ficha de personaje: http://www.harrylatino.org/index.php?showtopic=98142

    - Bóveda personal: en progreso...

    - ¿Qué parentesco quieres tener? ¿Con quien?: hija de Chloe Oldman, hermana melliza de Roxanne Rambaldi

     

    - ¿Quieres que la Rambaldi sea tu familia sanguinea o adoptiva?:: Sanguínea

    - Link a una imagen del dormitorio : http://fotosdedecoracion.com/wp-content/uploads/2011/08/Dormitoriodemujeres1_thumb.jpg

    - Link a tu cuenta en Facebook*: http://www.facebook.com/LaChicaMasDulceDelMundo

     

    - Email*: nicte_tina@hotmail.com

    - Cumpleaños: 2 de Septiembre

    - Edad: 14

    - País: Chile

  9. http://4.bp.blogspot.com/-bPdFT4IpSpo/T4GZIkSeeAI/AAAAAAAAEGo/bUjjlAvhGdA/s640/Zooey-Deschanel-7.jpg

    Datos Personales:

     

    Nombre del Personaje: Violet Rambaldi

    Sexo: Femenino

     

    Edad: 17 años

     

    Nacionalidad: Británica.

     

    Familia(s):

    * Familia 1 - Rambaldi

    * Familia 2

     

    Padre(s) Sanguíneo:

    Chloe Oldman

     

    Padre(s) Adoptivos:

    --

     

    Trabajo:

    --

     

    Poderes Mágicos:

    --

     

    Rango Social: Aprendiz

     

    Bando: Neutral

     

    Rango dentro del Bando: --

     

    Nivel de Poder Mágico:--

     

    Puntos de poder en objetos: 20

    Hechizos adicionales: Los pondrán los moderadores

     

     

    Puntos de poder en criaturas: --

    Criaturas controlables en asaltos y duelos: nada

    Habilidades Mágicas:

    * Habilidad 1

    * Habilidad 2

    * Habilidad 3

    --

     

    Perfil del Personaje:

     

     

    Raza: Humano

     

    Aspecto Físico:

    Violet es una muchachita delgada y menudita. No posee grandes atributos y su cuerpo es más frágil que el de una adolescente promedio, por lo que siempre se desplaza con un andar suave y delicado. Su cuello pálido y estilizado le da un toque seguro y atractivo que logra matizar su verdadera personalidad. El cabello de Violet es uno de sus grandes encantos; al hacer mucho frío, su pelo se alisa completamente y si hay humedad en el ambiente, este cobra ondulaciones al azar. Por el contrario, si el clima es cálido y soleado, su cabellera se torna ondulada y sensual, dándole un toque de seguridad y encanto mágico. Sus ojos la hacen ser el centro de miradas indiscretas…siempre había pensado que su color celeste grisaseo se debía a que había nacido en noche de Luna Llena. Cuando sonríe sus mejillas adquieres margaritas y sus ojos presentan un brillo único. Su risita de joven curiosa es armoniosa y encantadora.

    En definitiva una muchacha adorable en todo sentido. Su manera de vestir es casual pero delicada y los accesorios son algo indispensable en su vida. El maquillaje que utiliza no es para nada ostentoso y su forma de hablar es dulce y tranquila.

     

    Cualidades Psicológicas:

    Como si de su vida se tratara, Violet protege a quien se ve indefenso sin importar el grado de relación que compartan…fuese un desconocido, como fuese su hermanita…lo único que le importa es ayudar. Es una chica sumamente preocupada por el bienestar de sus cercanos y a veces olvida que su vida se encuentra primero. La apariencia física es algo que secretamente cuida mucho; no olvida nunca un toque de positividad en su mundo y prioriza el amor y el respeto ante todo. Lo anteriormente mencionado no quita que sufra de un colapso emocional o algún enfadillo que otro de vez en cuando, pero…por más grande que haya sido alguna discusión, Violet está dispuesta a olvidar los rencores y continuar con la vida.

    Cuando encuentra algún tiempito libre dedica su mente a bailar, practicar deportes, dibujar, leer o escribir novelas de amor. Mantener su mente fuera del mundo real es algo que le gusta mucho.

     

     

    Historia:

    Violet Rambaldi. Adolescente Británica nacida el 6 de Mayo 1995 en la gran Mansion Rambaldi, melliza de Roxanne Rambaldi. Dos polos totalmente opuestos.

    Creció rodeada de festejos y obsequios totalmente innecesarios, que la verdad, nunca conservó para sí…o eran desechados o los regalaba a comunidades de escasos recursos. Cuando cumplió los 16 su hermana Roxie escapó de casa dejando una nota en el vestíbulo, que a la mañana siguiente Violet leyó. Durante una semana la muchacha no durmió ni comió con normalidad…se sentía muy desolada….hasta que una noche de luna llena decidió escapar, pues sin su melliza, la mansión perdía colorido. Buscó consuelo en el hogar de su entonces novio Dean, quien vivía en los límites de la ciudad junto a su madre viuda y su abuela. Fue un año maravilloso. Violet había descubierto lo que era vivir de verdad. Hubo noches donde no pudo conciliar el sueño, pues sentía que su hermana la recordaba y si lograba dormir un poco, su mente era invadida por pesadillas horripilantes.

    De un día para otro Dean empeoró su estado. Cuando Violet lo vio por primera vez, fue en el hospital de Ottery. Se acercó a él, pues sintió curiosidad a sus cortos 9 años al ver a un muchacho tan lindo con la cabeza rasurada, desde entonces se hicieron amigos y su relación fue inevitable. Dean padecía Leucemía y últimamente había comenzado a avanzar muy rápido, los médicos decían que no perdieran las esperanzas, pero la madre de Dean y Violet sabían que moriría en poco tiempo…..tiempo que ya había llegado.

    Transcurrieron dos meses de total hermetismo por parte de la muchacha. Había decidido volver a la Mansion Rambaldi junto a su madre…no soportaba la idea de dormir en la misma habitación de Dean, ni ver sus cosas una y otra vez, de manera tan martirizante.

    Al regresar descubre un libro que habla sobre la Academia de Magia y Hechicería a la cual debía asistir, puesto que todos los antepasados Rambaldi lo habían hecho y es así como Violet llega a la Academia sintiéndose sola, triste, pero utilizando siempre su mascarita de emociones, aparentando para el resto un mundo rosa y un rostro sonriente.

     

     

    Pertenencias:

     

     

    Objeto Magico Legendario:

    Válido sólo para Orden de Merlín.

     

    Objetos Magicos:

    Objeto 1: Varita mágica

    Clasificación: AA

    Puntos de poder: 20

     

    Total de puntos: 20

     

     

    Mascotas y Criaturas:

    Criatura 1: --

    Clasificación: --

    Puntos de poder: --

     

    Criaturas en la Reserva:

    Criatura 1: --

    Clasificación: --

    Puntos de poder: --

     

    Elfos:

    * Elfo 1: Describir

    * Elfo 2: Describir

    --

     

     

    Licencias, Tasas, Registros:

     

    Licencia de Aparición: Se obtiene haciendo el examen en el Ministerio

     

    Licencia de Vuelo de Escoba: Se obtiene haciendo el examen en el Ministerio

     

    Registro de XXX: Se obtienen en los departamentos ministeriales

     

     

    Otros Datos:

    --

     

    Otros datos:

    --

    Cronología de cargos:

     

    Premios y reconocimientos:

    --

    Links de Interés Referentes al Personaje:

    --

     

    Link al Perfil de Comprador MM: --

    Link a Bóveda Personal: Bóveda nº 98193

    Link a Bóveda Trastera: Bóveda nº XXXXX

    Link a Bóveda de Negocio: Bóveda nº XXXXX

    Link a Bóveda Familiar 1: Bóveda Familia Rambaldi.

    Link a Bóveda Familiar 2: Bóveda Familia XXXXXXXX.

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