Alejandría Honecker.

Llevaba como media hora corriendo en el bosque, sin rumbo alguno. Empezaba a asustarme. En realidad, no tenía idea del tiempo exacto, aquí todo parecía diferente. Este bosque era como un mundo aparte. Me apoyé contra el enorme tronco de un árbol, la respiración me comenzaba a fallar, nunca había sido buena en las clases de gimnasia muggles. Y digamos que la magia no me ayudaba mucho con eso. Si tan solo tuviera una bicicleta de BMX. Pateé la gruesa madera marrón con mi pierna izquierda, todo me molestaba esta noche.

Cerré los ojos y respiré profundo. “Inspira, espira…”, me repetía a mi misma una y otra vez. Deseaba lanzar las chispas rojas para que mis profesoras viniesen a buscarme, pero no quería quedar como la cobarde de la clase. Repentinamente, me largué a correr de nuevo pero esta vez era diferente, anormal, era como un caballo desbocado. Hasta que no sentí el dolor en la garganta, no me di cuenta de que estaba chillando. ¿Dónde estaba todo el mundo? Temía estar corriendo en círculos.

 

-Ayuda… -susurré y me deje caer al suelo. Mis párpados cayeron pesadamente.

 

 

Una pequeña niña rubia corría en una amplia pradera verde. Su madre, una hermosa mujer de facciones redondeadas y dulces, miraba a la chiquilla y reía. Su hija era lo más importante de toda su vida, después de Alejandría su vida acababa o casi. La otra persona más importante de su existencia, se encontraba a su lado. La mujer volteó la cabeza y lo miró. El muchacho le tomaba la mano, el sol le hacía brillar los ojos verdes y volvía su piel blanca aún más brillante.

Repentinamente, la paz se acabo y las risas se detuvieron. Un jeep verde musgo se detuvo en la carretera que tenían a, apenas, diez metros. La mujer rubia miró a su amado, preocupada. El joven llevaba la misma expresión, mezclada con un poco de miedo. Los tres hombres que iban en el vehículo se bajaron del mismo y, con pasos veloces, se acercaron al oji-verde.

 

-Usted, venga con nosotros. –ordenó el mayor de ellos, haciendo caso omiso de la mujer y la pequeña niña que había detenido sus juegos para ver que sucedía.

 

El joven, padre de Alejandría, se negó. Los tres soldados lo tomaron por los brazos y lo arrastraron hasta el jeep. Su pareja, la joven mujer, gritaba su nombre desde el árbol en el habían estado apoyados. La chiquilla no comprendía lo que sucedía. Sin importar lo que sucediese, los extraños se llevaron al muchacho, al cual tiraron en la parte trasera del vehículo.

 

 

Abrí los ojos, sobresaltada. ¿Qué había sido eso? Me sentía aturdida. No recordaba esa escena, no conscientemente… al menos. Pero podía reconocer a mi madre, algunos años más joven. Y a mi padre, de las antiguas fotografías que guardábamos en casa. Sacudí la cabeza. “Debió ser mi imaginación”, pensé. No estaba muy segura de ello. Dicen que, a veces, cuando uno sueña con esa clase de situaciones, en realidad son recuerdos que la mente bloquea o no puedes recordar en tu estado consciente. Aún a sabiendas de ello, me negué a aceptar que eso podía haber sido real.

Totalmente desconsolada y perdida, alcé mi varita y pensé en lo que las profesoras habían pedido.

“Chispas rojas”.

Fruncí el ceño mientras las profesoras explicaban nuestras tareas. Un poco aburrida, empecé a recorrer el lugar con la mirada. Era un bonito desastre, ¿quién traería a sus alumnos principiantes a este lugar? Era absurdo. Paseé la mirada por cada uno de mis compañeros. Me sentía una intrusa en aquel lugar, los demás parecían niños mimados. La mayoría de las chicas demostraban un sincero temor y, los chicos sobretodo se veían un poco engreídos. Suspiré. Deseaba irme, quería ir a casa y comer papas mientras torturaba a los elfos con mi gran lista de quehaceres. Repentinamente, algo me llamo la atención en lo que decía la profesora Mía.

 

“¡Pañoletas blancas en el medio de un bosque! Dios, mío”, pensé. Eso sí era una locura, enviar a unos simples niños a las garras de unas aterradoras criaturas mágicas. Me levanté y acomodé mi vestido mientras, decidía si iría o no a esta tonta misión. Esperaba no sufrir ningún daño, sino la Academia lo lamentaría.

Bufé, no tenía tiempo para esta clase de cosas. Aún así, tras ver como la mayoría de mis compañeros de clase, acepte mi tarea y me dirigí con pasos firmes al interior del bosque. Gracias al destino, la luna brillaba con fuerza sobre nuestras cabezas. Alcé mi varita.

 

-Lumos… -susurré, y de la punta de mi varita surgió un pequeño haz de luz. Era suficiente para iluminar mi camino, pero no para dejarme a salvo de cualquier peligro. Aunque mi rostro demostraba una seguridad asombrosa, en mi interior temía por mi salud física y… también psicológica. Sabía de personas que se habían perdido en estos lugares y se habían vuelto locas. Me interné en bosque sin pensarlo dos veces. Si hubiese frenado a pensarlo, quizá ahora estaría bajo las faldas de mis profesoras. Caminé, intentando no hacer ningún ruido y en búsqueda de mi pañuelo blanco.

 

***

 

Me apoyé contra un árbol con la respiración agitada. ¿Cuánto tiempo llevaba aquí adentro? Vegetación, vegetación y más vegetación. Quizá estaba caminando en círculos y no me había dado cuenta. Me mordí el interior de mi mejilla derecha hasta que sentí en sabor a sangre en la boca.

 

-Nox. –pronuncié en voz clara y alta, y tras apagar la luz en mi varita. Me escabullí entre los árboles, si los demás no me veían podría robarles sus propias pañoletas.

 

Al tiempo, quizá a los cinco minutos. Escuché voces, un pequeño grupo de alumnos se enfrentaba a uno de los tantos peligros que se escondían en este bosque. Reí con suficiencia.

 

-A por ellos, monstruos. –dije, entre risas. Era tan divertido ver como los demás sufrían que no vigilé mi propia espalda. Un sonido, como el de las hojas secas al quebrarse me sobresaltó. Giré sobre mis talones y miré entre los árboles con mi varita fuertemente agarrada. ¿De qué iba a usarla? ¿Se clavaría en el ojo, si es que tenía ojos? No sabía nada de hechizos, ni de encantamientos o de maldiciones. Entrecerré los ojos, con la esperanza de agudizar así mi visión.

 

Y funcionó. O quizá no, pero igual lo vi. Un enorme caballo alado… o mejor dicho, el cadáver de un caballo alado, me miraba. Aunque no tenía ojos, sabía que lo hacía.

 

-Un… ¿thestral? –me pregunté a mi misma.

 

Había leído en muchos lugares sobre aquel maravilloso animal. Y no me sorprendía verlo, había visto morir a mi hermano y a mi madre… Había visto a la muerte de forma directa. La había mirado a los ojos y le había rogado que no se llevase a mi pequeño hermano. Cerré mi mano entorno a mi varita con fuerza. No sabía cómo pero mataría a aquel ser. Nadie. ¡Nadie! Tenía el derecho de arrebatarme lo que yo más quería, y aún así lo habían hecho.

Una sonrisa histérica se posó en mis labios. Me movía como una máquina. Me veía como un espíritu. Mis ojos ya no poseían su brillo… El thestral se acercó a mí y abrió sus enormes alas. Los fuertes huesos del animal le daban la facultad de poder derribarme con un solo toque, pero yo tenía algo que el no. Pasé por encima de un tronco que se encontraba a mis espaldas, separándome del huesudo ser.

 

-¡Incendio! –grité. Mi voz ya no se oía dulce sino que era grave, como un golpe en el interior de la campana mayor de una iglesia. Terrorífica. El tronco, que dividía a la mitad el espacio que ocupaba junto con el thestral, se prendió fuego. El animal, instantáneamente, dio unos cuantos pasos atrás. Pero sus alas quedaron atrapadas entre los árboles y no pudo escapar. Con un grito triunfante, corrí hacia el corazón del bosque. Quería atrapar mi pañuelo blanco y tenía la sospecha de que allí tenía que haber uno.

 

Y tenía razón, otra vez. Me abrí paso entre los árboles hasta que llegué a un amplio claro. El césped se hacía allí mucho más claro y espeso, y la luna brillaba con más fuerza sobre mí. Inspiré profundamente y luego solté todo el aire por la boca, estaba satisfecha. Allí, sobre el centro del claro, se elevaba una delgada varilla sobre la cual se hallaba atada un pañuelo blanco. Caminé rápidamente hasta ese lugar y alcé el brazo, descolgando fácilmente mi pañuelo. Ahora solo tenía que volver.

 

Emprendí el camino de vuelta al campamento de la clase. Estaba realizada. Troté por entre los árboles y vi a algunos de mis compañeros que también volvían con sus pañoletas en mano. “¿A qué se habrán enfrentado?”, me pregunté. Algunos traían caras de cansancio, otros de susto como si hubiesen visto un fantasma. La mía era todo lo contrario, una sonrisa y las mejillas rojas por el calor de mi larga corrida. Fijé mi mirada en mi camino y, para no perderme, retomé el lugar por el que había entrado.

 

***

 

Fuego.

El calor se hacía cada vez más presente, podía ver cómo me acercaba a la luz. El olor a humo impregnaba mis fosas nasales y estaba comenzando a marearme. Até la tela blanca a mi muñeca para no perderle. “Que est****a fui, incendié un bosque”, me regañé. Aún así, seguí adelante, era mi responsabilidad apagar las llamas. En mi cabeza, el dolor empezó a punzar. Pero, no me permitiría darme el lujo de un desmayo. Ahora no.

El ruido de algo que golpeaba un árbol me asustó y me obligó a correr hacia el sitio en el que se encontraba el fuego. ¡Lo había olvidado! ¡El thestral! Frené en seco a un par de metros del árbol caído que había prendido fuego en mi viaje anterior. La vegetación cercana ardía y algunos arbustos ya se habían reducido a cenizas. No me importaba, simplemente haría un aguamenti y me iría de allí. Levanté mi varita y…

 

Y entonces, lo vi. Un pequeño thestral tiraba de aquel al que me había enfrentado anteriormente. De vez en cuando, el pequeño levantaba su cabeza hacia el cielo y le gritaba a la luna. El aire escapó de mis pulmones y los latidos de mi corazón se detuvieron. Me sentía sucia, me sentía malvada, me sentía el ser más egoísta sobre este universo y las galaxias cercanas. Por pensar en mi propio sufrimiento, por venganza, por mi propia satisfacción estaba haciendo sufrir a quienes no tenían la culpa. Que yo pudiese ver a esos animales por culpa de la muerte, no significaba nada. Ellos no habían matado a mi madre ni a mi hermano…

 

-Laufin… -susurré. Aún recordaba las pequeñas manos de mi hermano alrededor de mi cuello, los largos viajes a la terapia, el consuelo que me pedía cuando su cabello empezó a caer. Las lágrimas rodaban ya por mis mejillas. - ¡Aguamenti! –grité y el agua salió de mi varita en un potente chorro que eliminó el fuego casi por completo.

 

Los cabezas de ambos seres se dirigieron a hacia mí, el thestral mayor cerró sus enormes alas arrancando gran parte de un árbol y se marchó junto con el otro. Dejándome sola, con mí culpa. Suspiré. Con pasos cansinos me dirigí nuevamente al campamento, esperaba encontrarlo.

 

*OFF*

 

¡Hola! El hecho es que no encuentro nada de lo de las tareas Y como no quiero equivocarme, mejor no las hago Me da vergüenza equivocarme

¡Hola! Les dejo los cambios que quiero realizar. Ya sé que ahora no se puede pero, cuando sea posible... Los hacen.

El color quiero que sea ese rojo sangre o, si no se ve, un gris

Gracias, saludos.

 

 

 

Datos Personales:

 

 

Nombre del Personaje: Alejandría Honecker

 

Sexo:Femenino

 

Edad:Joven. 16 años.

 

Nacionalidad:Alemana, residente en Uruguay. Ahora, en Londres.

 

Familia(s):

* Familia 1 - Myrddin

* Familia 2 - Ravenclaw

 

Padre(s) Sanguíneo:

*Jank Ravenclaw R.

 

Padre(s) Adoptivos:

*Madre: angelcullen

 

Trabajo: --

 

Poderes Mágicos:

 

Rango Social: Aprendiz

 

Bando: Neutral

 

Rango dentro del Bando: --

 

Nivel de Poder Mágico:

 

Puntos de poder en objetos:

Marca

Hechizos adicionales:

 

 

Puntos de poder en criaturas:

Marca

Criaturas controlables en asaltos y duelos:

 

 

Habilidades Mágicas:

* Habilidad 1 --

* Habilidad 2 --

* Habilidad 3 --

 

Valido solo para Unicornios de Oro (1), Dragones de Oro (2) y Orden de Merlín (3)

 

Conocimientos Especiales:

* Conocimiento 1 --

* Conocimiento 2 --

* Conocimiento 3 --

 

Valido para Unicornios de Bronce (2), Unicornios de Plata (4), Unicornios de Oro (6), Dragones de Oro (8) y Orden de Merlín (10)

Adicionalmente, pueden adquirirse 2 más de los que corresponden por rango, haciendo el curso de post-grado en la Academia.

 

 

Perfil del Personaje:

 

 

Raza: Humana.

 

Aspecto Físico:

Delgada.

Alta (1.68 aproximadamente).

Piel blanca y aterciopelada.

Cabello dorado con ondas.

Ojos azules/verdes.

Labios finos de color rosa.

Dientes blancos, delicadamente más puntiagudos (sobre todo los colmillos, cosa que la hace parecer vampiro, aunque no lo es).

 

 

Cualidades Psicológicas:

 

Normalmente parece ser un poco tenebrosa. Se ha enfrentado a la muerte muchas veces y parece que su luto es eterno. Más allá de eso, en realidad es una chica muy dulce debajo de un caparazón de tristeza. Solo tienen que creer en ella y confiar en que no les hará daño. Cuando ve sangre o alguna escena de violencia, se vuelve muy sádica y se pone a favor de ambos lados, siempre quiere más sangre. Es un poco sarcástica y, aunque sus palabras son tiernas, su lengua es viperina y sus dientes contienen un potente veneno capaz de destruir a cualquier persona. Es muy astuta.

 

 

Historia:

 

Nace en Alemania el 21 de marzo del 1996. A los cinco años pierde a su padre y, como resultado de ello, su madre se la lleva hasta Uruguay para tener más tranquilidad y tiempo para cuidarla. Allí, su madre se casa y tiene un hermano (Laufin), el cual se muere a los 3 años. Durante aquel tiempo de duelo, en el que Alejandría ya tiene 9 años, su madre se divorcia y se mudan a las praderas.

Con una nueva vida campestre, la joven rubia descubre sus poderes. A los once años llega la carta de la Academia de Magia y Hechicería pero, no puede asistir, ya que su madre ha contraído una enfermedad y está muy grave. A los dos años, su madre fallece y la chica decide asistir a la Academia en Londres, si aún desean que ella curse sus estudios en aquel lugar.

Cuando llega a Londres, se hospeda en un Hotel pero, necesita un hogar con urgencia, ya que a Alejandría no le queda el dinero suficiente como para seguir teniendo techo y comida.

Días más tarde, en un paseo por las calles de un pueblo llamado Ottery St. Catchpole, conoce a una mujer que ve su estado si le ofrece vivienda. El nombre de la misma es Ángel, y decide llevarse a Ale a vivir al Castillo Myrddin.

Un hombre, también por piedad y lástima, le ofrece techo y comida... Por una razón desconocida, por un vínculo que la joven rubia siente desde que lo ve, también acepta. De esa manera, Jank y Ángel, de las familias Ravenclaw y Myrddin (respectivamente) comparten la vida y el corazón de Alejandría.

 

 

Pertenencias:

 

 

Objeto Magico Legendario:

 

Objetos Magicos:

 

Objeto 1: Varita

Clasificación: AA

Puntos de poder:20

 

Objeto 2: --

Clasificación: --

Puntos de poder: --

 

 

Mascotas y Criaturas:

Criatura 1: --

Clasificación: --

Puntos de poder: --

 

 

Criaturas en la Reserva:

Criatura 1: Descripción

Clasificación: Categoría que le corresponde

Puntos de poder: Puntos que le corresponden

 

 

Elfos:

* Elfo 1: --

* Elfo 2: --

 

 

Licencias, Tasas, Registros:

 

 

Licencia de Aparición:

 

Licencia de Vuelo de Escoba:

 

Registro de XXX:

 

 

Otros Datos:

 

 

Otros datos: Patronus en forma de caballero antiguo.

 

Cronología de cargos:

 

Premios y reconocimientos:

 

Links de Interés Referentes al Personaje:

 

 

Link al Perfil de Comprador MM: --

Link a Bóveda Personal:

Link a Bóveda Trastera:

Link a Bóveda de Negocio:

Link a Bóveda Familiar 1:

Link a Bóveda Familiar 2:

Toqué el cristal de mi anillo con la uña del dedo índice. El sonido agudo y penetrante resonó en toda la habitación. Solté el aire lentamente y miré mi reloj.

 

-Las doce en punto... -susurré. Me había pasado todo el día sentada allí. Sin comer, sin beber, sin estirarme, sin pestañear... creía, que hasta sin respirar. Miré hacía la ventana de mi habitación. La luna brillaba en lo alto del oscuro cielo y mis ansias de adrenalina iban en aumento.-Vamos, llega... -supliqué.

 

La carta que había llegado hacía ya unas semanas, decía que este día a la medianoche recibiría una sorpresa. Aún la esperaba. Pasé mi mano izquierda, la de la gran argolla de cristal, por mi ondulado y rubio cabello. Adentro, mi habitación era acogedora. Afuera, los lobos aullaban, los murciélagos revoloteaban cerca de mi ventana y los alientos de los mortales se convertían en vapor. Cogí un vestido, que me parecía adecuado para esta noche, y me lo puse acompañado de un par de tacones medianos de color negro. Me acerqué al espejo de mi habitación y me admiré. Era una rubia aterradora. El blanco de mi piel contrastaba con mi vestimenta.

 

¡Toc-toc!

 

Me volteé, un poco nerviosa. Un enorme buitre negro golpeaba la ventana con una de sus garras. Fui hasta allí y abrí la misma, el animal soltó un pequeño amuleto de serpiente sobre mis manos y voló. Eso era lo que enviaban desde la Academia. Algo en mi interior me decía que era un traslador y, que el lugar al que me llevaría sería oscuro.

 

Todos mis pensamientos fluyeron en cuestion de milesimas de segundo, ya que un momento después de que el traslador tocase mi piel todo a mi alrededor despareció en un torbellino de imagenes ante mis ojos. Mi estomago se estujó dentro de mi. ¿Qué estaba sucediendo? Sabía que me dirigía mágicamente a otro lugar pero, no esperaba que la sensación fuese tan espantosa.

 

Repentinamente, mis pies tocaron tierra. Sentí el roce del viento en mis mejillas, y como los mechones de mi cabello (que llevaba atado en un gran moño) se agitaban suavemente. Estaba al aire libre, no reconocía ese lugar. Giré sobre mis pies para observar todo a mi alrededor. Estas no eran las afueras de la Academia ¿o sí?, no estaba segura. Caminé unos pasos hasta un lugar del cual provenía una cálida luz de fuego. Sonreí, si señor. Este era el lugar donde se desempeñaría mi clase.

 

-Hola... -dije suavemente al llegar. Mi voz era suave como el terciopelo pero aterradora como una noche de fuertes vientos. Como el silbido de una víbora, mi vestido se quejó cuando me deslicé hasta unos agradables cojines que estaban en el suelo. -Mi nombre es Alejandría. -agregué con un tono de voz más seco.

 

*OFF*

 

¡Hola a todos! Mi nombre es Paula y tengo 15. Soy bastante simpática pero no tanto de fiar. Tengan cuidado con los labios dulces, detrás de ellos suele haber unos dientes afilados y venenosos.

Mi personaje se parece mucho a mi, su nombre es Alejandría Honecker, de ascendencia Alemana la joven perdió a su familia por completo y ahora vive a cargo de las familias mágicas Myrddin y Ravenclaw. Tiene 16 años y bueno, su descripción física la irán tomando desde mis roles. Es anímicamente triste y un poco sádica. Su sed de sangre casi nunca para.

 

¡Saludos!

Bueno No me peguen, pero vengo a cancelar mi pedido de admisión en la familia Rambaldi He encontrado a un padre suuper cool! antispamantispamantispamantispam Lo siento, si los hice perder el tiempo u_u y SOBRETODO lo siento mucho Lisa

 

¡Bueno, eso es todo por ahora! Creo que llené mis lineas

¡Adios!

¡Hola! ¿Que tal? Vine a buscar familia Les dejo los datos :3

 

- Nombre: Alejandría Honecker

- Ficha de personaje: Pendiente de aprobación.

- Bóveda personal: Click Aún no está aprobada porque no me aprobaron la ficha, tampoco

- ¿Qué parentesco quieres tener? ¿Con quien?: Hija de Lisa.

- ¿Quieres que la Rambaldi sea tu familia sanguinea o adoptiva?: Sanguínea

- Link a una imagen del dormitorio que tendrá vuestro personaje en la mansión: Click

- Link a tu cuenta en Facebook* --

- Email: --

- Cumpleaños: 21 de Marzo

- Edad: 15 años

- País: Uruguay

Bóveda de Alejandría Honecker

1.- Link al tópico de su ficha de personaje: Ficha de Alejandría Honecker.
2.- Link de las bóvedas de negocios que posea el personaje: --
3.- Link del tópico de registro de sus familias:
Familia N° 1: --
Familia N° 2: --
4.- Link a las bóvedas de sus familias:
Bóveda Familia N° 1: --
Bóveda Familia N° 2: --


Saldo en Bóveda previo a la Migración 2021: 816 G

 

 

Datos Personales:

 

 

Nombre del Personaje: Alejandría Honecker

 

Sexo:Femenino

 

Edad:Joven. 16 años.

 

Nacionalidad:Alemana, residente en Uruguay. Ahora, en Londres.

 

Familia(s):

* Familia 1 - Myrddin

* Familia 2 - Ravenclaw

 

Padre(s) Sanguíneo:

*Jank Ravenclaw R.

 

Padre(s) Adoptivos:

*Madre: angelcullen

 

Trabajo: --

 

Poderes Mágicos:

 

Rango Social: Aprendiz

 

Bando: Neutral

 

Rango dentro del Bando: --

 

Nivel de Poder Mágico:

 

Puntos de poder en objetos:

 

Hechizos adicionales:

 

 

Puntos de poder en criaturas:

Criaturas controlables en asaltos y duelos:

 

 

Habilidades Mágicas:

* Habilidad 1 --

* Habilidad 2 --

* Habilidad 3 --

 

 

Conocimientos Especiales:

* Conocimiento 1 --

* Conocimiento 2 --

* Conocimiento 3 --

 

Perfil del Personaje:

 

Raza: Humana.

 

Aspecto Físico:

Delgada.

Alta (1.68 aproximadamente).

Piel blanca y aterciopelada.

Cabello dorado con ondas.

Ojos azules/verdes.

Labios finos de color rosa.

Dientes blancos, delicadamente más puntiagudos (sobre todo los colmillos, cosa que la hace parecer vampiro, aunque no lo es).

 

 

Cualidades Psicológicas:

 

Normalmente parece ser un poco tenebrosa. Se ha enfrentado a la muerte muchas veces y parece que su luto es eterno. Más allá de eso, en realidad es una chica muy dulce debajo de un caparazón de tristeza. Solo tienen que creer en ella y confiar en que no les hará daño. Cuando ve sangre o alguna escena de violencia, se vuelve muy sádica y se pone a favor de ambos lados, siempre quiere más sangre. Es un poco sarcástica y, aunque sus palabras son tiernas, su lengua es viperina y sus dientes contienen un potente veneno capaz de destruir a cualquier persona. Es muy astuta.

 

 

Historia:

 

Nace en Alemania el 21 de marzo del 1996. A los cinco años pierde a su padre y, como resultado de ello, su madre se la lleva hasta Uruguay para tener más tranquilidad y tiempo para cuidarla. Allí, su madre se casa y tiene un hermano (Laufin), el cual se muere a los 3 años. Durante aquel tiempo de duelo, en el que Alejandría ya tiene 9 años, su madre se divorcia y se mudan a las praderas.

Con una nueva vida campestre, la joven rubia descubre sus poderes. A los once años llega la carta de la Academia de Magia y Hechicería pero, no puede asistir, ya que su madre ha contraído una enfermedad y está muy grave. A los dos años, su madre fallece y la chica decide asistir a la Academia en Londres, si aún desean que ella curse sus estudios en aquel lugar.

Cuando llega a Londres, se hospeda en un Hotel pero, necesita un hogar con urgencia, ya que a Alejandría no le queda el dinero suficiente como para seguir teniendo techo y comida.

Días más tarde, en un paseo por las calles de un pueblo llamado Ottery St. Catchpole, conoce a una mujer que ve su estado si le ofrece vivienda. El nombre de la misma es Ángel, y decide llevarse a Ale a vivir al Castillo Myrddin.

Un hombre, también por piedad y lástima, le ofrece techo y comida... Por una razón desconocida, por un vínculo que la joven rubia siente desde que lo ve, también acepta. De esa manera, Jank y Ángel, de las familias Ravenclaw y Myrddin (respectivamente) comparten la vida y el corazón de Alejandría.

 

 

Pertenencias:

 

 

Objeto Magico Legendario:

 

Objetos Magicos:

 

Objeto 1: Varita

Clasificación: AA

Puntos de poder:20

 

Objeto 2: --

Clasificación: --

Puntos de poder: --

 

 

Mascotas y Criaturas:

Criatura 1: --

Clasificación: --

Puntos de poder: --

 

 

Criaturas en la Reserva:

Criatura 1: Descripción

Clasificación: Categoría que le corresponde

Puntos de poder: Puntos que le corresponden

 

 

Elfos:

* Elfo 1: --

* Elfo 2: --

 

 

Licencias, Tasas, Registros:

 

 

Licencia de Aparición:

 

Licencia de Vuelo de Escoba:

 

Registro de XXX:

 

 

Otros Datos:

 

 

Otros datos: Patronus en forma de caballero antiguo.

 

Cronología de cargos:

 

Premios y reconocimientos:

 

Links de Interés Referentes al Personaje:

 

 

Link al Perfil de Comprador MM: --

Link a Bóveda Personal: Bóveda 96436

Link a Bóveda Trastera:

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