Belveth

- ¿Qué hacemos ahora? - Pregunto una de las chicas con las que hacía grupo para buscar el sombrero seleccionador.

- Que tal si empezamos por encender las luces - Dije sonando lo más tranquilo posible - Lumos.

En la punta de mi varita se encendió una luz blanquecina impactandome en los ojos tanta luz después de tanta oscuridad, tuve que parpadear varias veces para que mis ojos se adaptaran a dicha luz. Luego de eso miré por todas partes para ver si reconocía el lugar y traté de averiguar en que piso nos encontrábamos. Levanté mi varita apuntando hacía arriba tratando de iluminar el techo. También apunté hacía abajo para ver que tan lejos estábamos donde habíamos dejado a los profesores.

Estábamos en el cuarto piso, no sabía que cosas lo esperaban allí, pero no quería averiguarlo. Solamente teníamos que seguir las órdenes de los profesores y terminar de llegar al séptimo piso. Iluminé el rostro de cada uno de mis compañeros esperando a que alguien comentara algo, pero nadie lo hizo. Tenía que tomar la iniciativa y comenzar a hablar sobre el lugar donde se encontraban.

- Todavía nos faltan tres pisos más, vamos - La escalera que anteriormente se había movido, volvió a moverse. Sabía que no siempre se quedaban en un mismo sitio. Siempre se cambiaban a cada momento tratando de darle acesso a cada pasillo del colegio.

Empecé a subir las escaleras con la varita iluminando el camino, sin detenerse tratando de acelerar las cosas, para salir del castillo y volver a la actualidad, no le gustaba para nada estar en el pasado. Prefería las aventuras del presente o del futuro, pero no del pasado.

Luego de que cada uno de nosotros se presentara ante los profesores, empezó la verdadera tarea. Uno de ellos presentó un libro ante nosotros. Era grande, grueso, le calculaba una gran cantidad de páginas de información sobre Hogwarts. Sí, era un libro sobre la famosa escuela de Hogwarts, la profesora empezó con la palabrería sobre los fundadores y abrió el libro encontrándose unas páginas que hablaban sobre Salazar Slytherin o eso parecía.

El libró comenzó a vibrar en el escritorio donde la profesora Sol lo había dejado, completamente aterrada por lo que estaba pasando. Me espeluqué, cada vello de mi cuerpo se erizo. Del libro salió una figura efímera, espectral; era el mismísimo Salazar preguntando sobre la fecha y donde se encontraba.

Era hora momento de hacer una misión.

Me levanté en cuanto escuché las palabras de Derek, me acerqué a ellos tratando de mostrar el mayor interes posible. Cuando todos estuvimos reunidos Salazar se encargó de hacer que cada uno de nosotros desapareciera por un agujero creado en las páginas del libro de donde él mismo había salido. No sabía lo que estaba pasando, pero parecía divertido, mucho más divertido que la clase anterior donde había tenido que asistir a la tenebrosa prisión de Azkaban.

Comencé a marearme, era la misma sensación que sentía con los trasladores, como si algo me jalara del ombligo y diera vueltas conmigo para lanzarme a algún lugar. Luego mis pies tocaron suelo, al parecer era el único que había podido mantenerse de pie, el resto estaba en el suelo tratando de incorporarse.

- ¿Podemos separarnos?- Pregunté a los profesores luego de que se colocaran de pie - Así la búsqueda será más rápida.

Hogwarts era un lugar muy grande, con muchos secretos y siete pasadizos secretos, debía de buscar por todo el colegió pero incluso para alguien que viviera en el castillo podría ser una búsquedad interminable, por eso Salazar necesitaba nuestra ayuda. Si el conocía el castillo mejor que nosotros, cómo podíamos nosotros encontrar al sombrero seleccionador. Iba a ser una tarea muy difícil.

Había reprobado lamentablemente la clase de generales con esas dos compañeras que tenía, tuve que viajar a Azkaban por medio de trasladores gracias a los profesores en ese momento, pero todo resulto ser un total desperdicio. No pude avanzar a las siguientes clases y culpaba a todo lo que representó en su momento la clase anterior. Esperaba que esta vez, las cosas fueran un poco diferentes y pudiera avanzar a la próxima clase.

Tampoco me perdí como la primera vez por los pasillos, fue mucho más fácil para mi llegar a la aula temprano, ya sabía donde se daban esas clases. Crucé el umbral y, esta vez fue diferente, no habían dos mujeres y tampoco estaba el listado de alumnos en la pizarra. Supe en ese momento que las cosas serían mucho mejor que la anterior.

Ambos profesores se presentaron, pero yo no haría lo mismo, no como la última vez. Solo daría la información necesaria, no quería perder tiempo. A mi alrededor se encontraba muchos más alumnos, incluso había más de tres. Todo era diferente esta vez.

- Hola, mi nombre es Belveth - Dije y al finalizar, me senté en uno de los pupitres de maderas pegados a la pared frontal a la pizarra.

Solamente eramos tres personas, no pensé que la Academia tuviera tan pocos alumnos en sus clases. Había escuchado de boca de unos amigos que anteriormente las aulas de clases estaban completamente repletas de estudiantes y se podía divertir un poco más que ahora, pero nunca me imaginé que actualmente la academia estuviese tan vacía. Sin embargo, no podía negar que los profesores irradiaban alegría por cada uno de sus poros tratando de animar la clase.

Luego de mi presentación, la clase prosiguió y nos ordenaron agarrar los objetos que descansaban en los pupitres donde nos encontrábamos. Así que tomé con mi mano derecha el cepillo de dientes azul y blanco, este empezó a vibrar y emitir un resplandor amarillento. Sentí un fuerte tirón en mi obligo, como si hubiese sido clavado por un garfil o algo parecido, y me jaló haciendo que un dolor apareciera en mi estomago. Empecé a girar y varias imágenes pasaban rápidamente por delante mis ojos en menos de un minuto mis pies tocaron tierra.

¿Azkaban? No podía creer lo que había escuchado de la profesora, nos encontrábamos en Azkaban. Pude sentir toda la maldad que todavía deambulaba por el lugar, además de eso había una soledad inmensa. ¿Cómo era posible que no hubiesen presos en esa cárcel? No lo entendía, tal vez mientras más clases recibiese más entendería aquello.

- Expecto Patronum - Dije justo después de que Aime nos ordenara sacar las varitas.

Una basilisco plateado apareció frente a mi, este dio varias vueltas a mi alrededor y se poso en mi cuello, protegiéndome de los dementores que todavía, sin haber nadie, custodiaban la imponente prisión. No quería que se acercaran, tampoco quería que le dieran el popular "beso"; no sólo eran capaces de eliminar los momentos más felices de tu vida, también tenían la capacidad de succionarte el alma. Eso lo había leído en un libro antes de ir a la clase.

- Mientras tenga el patronus, no me preocupan - Respondí ante la pregunta de Mía.

Seguí observando el lugar, estaba oscuro y todo estaba un poco abandonado, era un lugar sucio, un lugar perfecto para aquellas personas que cometían delitos y merecían ser castigados, esas personas que asesinaban, torturaban o robaban. Sin embargo, siempre los delincuentes lo hacían por alguna razón. Esperaba no terminar en un lugar como ese, así matase por los motivos que fueran.

- ¿Qué hacemos aquí? - Pregunté mirando a las profesoras que estaban delante de mi, ignorando por completo a mis dos compañeras las cuales parecían muy feliz de estar en un lugar como ese. Guardé las manos en los bolsillos de la túnica, tratando de resguardarme del frío, algo imposible de hacer allí.

Apreté mi varita con fuerza, mientras el patronus seguía en mi cuello prevenido ante cualquier movimiento de los dementores. Esperé con calma la respuesta a mi pregunta.

Caminaba por los pasillos de la Academia de Magia y Hechicería tratando de encontrar el aula en donde me habían citado, miré la hora en el reloj que tenía en la muñeca de mi mano derecha, me dí cuenta de que iba a llegar tarde así que no me apresuré, no corrí desesperadamente como hacía la mayoría, me asomaba en la puerta de cada aula para distinguir en la pizarra la lista de los alumnos.

En ninguna estaba mi nombre, pero vi una última puerta al final de un largo pasillo. Por fin la había encontré, crucé el umbral sin mirar a los profesores, sin ni siquiera mirar la pizarra para ver si mi nombre figuraba entre los disponibles para cursar esa clase. Caminé decididamente hasta los últimos pupitres de maderas, muy cerca de la pared frontal a la pizarra, lejos de los demás.

Cuando levanté la vista, me di cuenta que mis profesores eran mujeres. La primera, quizás la más hermosa de las dos, tenía el cabello rubio claro mezclándose perfectamente con el bronceado perfecto de su piel, unos labios pequeños y una figura esbelta, era quizás la mujer más bonita que había visto hasta ahora. La segunda, poseía un cabello castaño claro con unos ojos azules, tan azules como el mismísimo mar que me intimidaron en cuanto hice contacto con ellos, pestañee un par de veces y me concentré en lo que estaban diciendo.

Al parecer tenía que presentarme ante ellas y los alumnos los cuales, por cierto, no eran muchos.

- No necesitan saber mucho, mi nombre es Belveth y deseo aprobar todas las materias para graduarme - Dije con un tono tranquilo.

Al finalizar, volví a tomar asiento y me quedé observando a la pizarra leyendo todos los nombres y lo haría otra vez hasta que alguna de las profesoras continuara con la clase, quería que todo eso terminase lo más rápido posible, tenía miedo de que algo dentro de él despertara y causara los estragos de siempre. No podía permitir que eso pasara.

FDI:

Hola :3 Me llamo Luis y tengo 15 años, me gustan muchos los juegos de rol. Ya estoy en uno sobre Final Fantasy, ahora me recomendaron este de Harry Potter a ver como me va a aquí. Parece que será todo muy diferente a lo que estoy acostumbrado. Más nada, me parece.

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