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Bruno Dawson

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Mensajes publicados por Bruno Dawson

  1. Bruno se incorporó bruscamente, jadeando y con la cabeza a punto de estallar; no recordaba haberse sentido peor en toda su vida. Parpadeó un par de veces y alcanzó a ver el rostro preocupado de una mujer, después de unos instantes recordó que se trataba de una de sus profesoras. No recordaba gran cosa, simplemente que una fuerza sobrenatural le había impulsado hacia atrás y que había perdido el conocimiento debido a un ataque de asma. En ese momento se sintió est****o: lo había hecho, había conseguido humillarse en su primera clase. Si hubiese sido más rápido habría podido utilizar el hechizo Apneo. El muchacho se sentía frustrado.

     

    -Además de ustedes dos, ¿había alguien más a rescatar?- preguntó la profesora. Se la notaba preocupada, pero lo disimulaba a la perfección utilizando un tono de voz suave y pausado.

     

    -¿Nosotros dos? -se preguntó el muchacho. Una punzada en la sien fue el precedente a que todos sus recuerdos regresaran: recordó la Academia, el lago, a sus dos profesoras, las banderillas, y haberse emparejado con un chico llamado Yubesiy Malfoy. Cerró los ojos con fuerza ante aquella oleada furiosa de recuerdos y los volvió a abrir. Contempló de nuevo el rostro de su profesora y miró a su derecha para descubrir a su compañero de tarea, claramente preocupado. Bruno se frotó la cabeza dolorida: aquel golpe realmente le había afectado.

     

    Ante la mirada preocupada de su profesora, el muchacho sonrió y se puso en pie (haciendo enormes esfuerzos para no perder el equilibrio) y miró alrededor. Descubrió que los tres se hallaban "encerrados" en una especie de escudo protector, y que fuera de dicho escudo se estaba desatando una fuerte tormenta de arena. Comprendió entonces que aquella tormenta era la causa de su ataque de asma y posterior desfallecimiento.

     

    -Eh... -empezó a hablar, recordando la pregunta que le había formulado su profesora. - No, creo que no hay nadie más por aquí que necesite ayuda. Yubeisy- miró a su compañero- y yo nos separamos del resto y vinimos por aquí, y estoy seguro de que no había ninguna persona más con nosotros. Por cierto- tragó saliva y se dispuso a formular la pregunta que realmente quería hacer- ¿Cómo vamos a atravesar todo éso?- dijo, señalando hacia aquella tormenta de arena que les rodeaba.

  2. Al no saber cómo continuar, Bruno y su compañero tomaron la decisión más fácil en este caso: improvisar. Así pues, los dos empezaron a alejarse del resto de la clase y a buscar las dichosas banderillas. A Bruno le llamó bastante la atención que sus profesoras les hubiesen pedido a los alumnos una tarea tan (no había otra manera de decirlo) muggle. El muchacho había estado convencido de que les iban a hacer por varias pruebas que probasen sus habilidades mágicos y, sin embargo, aquello que les habían ordenado hacer era de lo más normal.

     

    El otro chico (al conocerse se había presentado como Yubeisy Malfoy) parecía bastante agradable y seguro de sí mismo, así que Bruno intentó aparentar tranquilidad y compostura para no demostrar que estaba bastante confundido acerca de dónde empezar a buscar. Finalmente, decidieron avanzar hacia el norte y ver adónde iban a parar. No tenían tampoco mucha idea sobre qué aspecto tendrían las banderillas, así que simplemente se limitaron a observar cada rincón de aquel lago.

     

    De pronto, una fuerte ráfaga de viento hizo que Bruno cerrase los ojos fuertemente, y se sintió impulsado hacia atrás con mucha fuerza. Se estampó de espaldas contra la hierba y quedó unos segundos tumbado, sin poder incorporarse. Su compañero corrió hacia él para intentar ayudarle, pero entonces aquella extraña ventisca se repitió de nuevo y se vio impulsado por el aire, aterrizando a unos pocos centímetros del muchacho. Éste lo miró inquisitivamente, como preguntándole qué había pasado, pero el rostro del chico expresaba un auténtico desconcierto.

     

    En ese momento, Bruno sintió como le faltaba el aire. Se puso en pie de un brinco y apoyó la mano en su pecho, emitiendo un jadeo anormal. Sus compañero le miró con aprensión, se levantó y se acercó a él; se le veía realmente preocupado.

     

    -Mi... inhalador... -musitó el muchacho, mientras volvía a caer a la húmeda hierba.

     

    Empezó a ver negrura a su alrededor, ya no distinguía al otro chico y no podía casi ni pensar. Sentía como los ojos se le cerraban y caía en un pozo muy profundo, mientras los jadeos continuaban, cada vez más débiles y forzados...

    Bruno era asmático.

     

     

    OFF

     

    Bueno, no sé si he hecho bien en continuar el rol. He intentado limitar al máximo las acciones de los demás personajes, pero como mañana se agotaba el plazo y debíamos postear al menos roles no sabía qué hacer :$.

  3. Después de la presentación, Bruno esperó pacientemente a que los demás hicieran la suya sin prestar demasiada atención: seguía repasando mentalmente varias definiciones y fechas y notaba como le empezaba a doler la cabeza. Era algo normal, a fin de cuentas estaba intentando acordarse de aproximadamente siete libros de texto de trescientas páginas cada uno. La verdad era que Bruno siempre había tenido muy buena memoria (en la escuela muggle obtenía siempre las mejores calificaciones), pero aquello era demasiado. Se frotó las sienes y regresó a la clase, justo a tiempo para comprobar que las presentaciones habían concluido.

     

    Las profesoras explicaron que para dar aquella primera lección se trasladarían a otro lugar, y señalaron unos pequeños trozos de olivo situados en cada mesa del aula. Bruno alzó una ceja, le parecía extraño que en su primera lección hiciesen salir de la clase a los alumnos, aunque no pudo evitar esbozar una sonrisa: seguramente sus profesoras los llevarían a algún sitio fascinante. Cogió con su mano el pedazo de olivo en el momento en que empezaba a vibrar y cerró los ojos; había leído sobre los trasladores y sobre la sensación que se sentía al utilizar uno de ellos, de modo que no se sorprendió mucho al sentir como una especie de gancho tiraba de su ombligo y le empujaba hacia arriba.

     

    Giró varias veces sobre sí mismo, hasta que finalmente cayó de bruces contra una superficie húmeda y bastante suave al tacto. Abrió los ojos y se incorporó jadeando, y al ver como todos sus compañeros se encontraban en la misma situación que él se tranquilizó un poco y dejó de sentirse ridículo. Echó un vistazo alrededor, sin lugar a dudas se hallaba en uno de los espacios más placenteros y bellos que un hombre podía contemplar: un prado verde y limpio se extendía sobre ellos, rodeando un lago inmenso y cristalino. Bruno no tenía mucha idea de dónde habían ido a parar, y no conseguía relacionar ningún lugar estudiado en sus libros de magia con aquel entorno.

     

    Miró alrededor y se dirigió con los demás alumnos hacia sus profesoras. La mujer fría que había causado una mala impresión al muchacho explicó que estaban en el Lago de Plastira, en Grecia. El chico entendió entonces por qué aquel sitio no le decía nada: la cultura y la mitología griega nunca había sido su fuerte, aunque en ese momento deseó por todos los medios acordarse de algún detalle, pues no quería quedar como un ignorante en su primera clase.

     

    Una voz diferente a la anterior interrumpió sus pensamientos. La otra mujer habló con una voz severa, aunque mucho más "luminosa" y agradable que la de su compañera. Dijo algo de que las clases no debían ser aburridas y monótonas (algo en lo que Bruno concordaba perfectamente), y pidió a los alumnos que se organizaran en grupos y que buscasen tres banderillas escondidas por el lugar; aquello no alegró demasiado a Bruno, el muchacho era extrovertido con la gente que conocía pero le costaba hacer nuevas amistades, casi siempre porque le aterraba causar una mala impresión.

     

    Se juntó con otro chico que a primera vista parecía simpático. Le saludó estrechándole la mano de manera bastante cortada, y le miró con una cara de desconcierto que hizo entender que no tenía ni idea de por dónde empezar a buscar. Bruno siempre había sentido una necesidad de controlar el entorno para sentirse seguro, pero no sabía cómo reaccionar en un entorno nuevo, así que esperó que su compañero (su rostro tranquilo denotaba una sensación de seguridad) supiera qué hacer.

  4. Bruno abrió los ojos y se incorporó, frotándose los ojos y lanzando un pronunciado bostezo. Miró el reloj, las 8:30.

    Suspirando, volvió a tumbarse sobre la cama. Cerró los ojos de nuevo e intentó visualizar como sería la Academia: largos pasillos iluminados por antorchas, quizás; seguramente varias estatuas repartidas en las estancias y (¿por qué no?) algún que otro vampiro.

     

    -No- pensó- Los vampiros no suelen dejarse ver demasiado por el mundo mágico. Las posibilidades de encontrar uno en plena escuela serían de una entre un billón.

     

    Por un momento, Bruno pareció avergonzado de sí mismo por haberse imaginado semejante tontería. Se incorporó por segunda vez y echó un vistazo a su habitación; había muchísimos libros repartidos por el lugar, pues durante los días anteriores se había estado documentando todo lo posible sobre el mundo mágicos. Sobre sus costumbres, su historia, sus criaturas (incluyendo los vampiros)...

     

    Se puso de pie y buscó su ropa. Apartó un ejemplar de Historia de la Magia de una silla y cogió unos vaqueros, una camisa de cuadros y unas 'converse' rojas. Lo había dejado todo preparado el día anterior porque no quería que las prisas arruinasen el que iba a ser su primer día en la Academia de Magia y Hechicería. Sonrió al recordar este hecho: los últimos días había estado pellizcándose repetidas veces para autoconvencerse de que todo eso era real, de que él era un mago y de que iba a empezar a formarse en ese mundo tan especial.

     

    Mientras se vestía, repasaba mentalmente todo lo que había estudiado aquellas semanas. Estaba intentando acordarse cuándo se redactó el Estatuto Internacional del Secreto cuando llamaron a la puerta de su habitación; el dueño de El Caldero Chorreante traía un sobre para él.

     

    Había decidido alojarse en ese aquella taberna situada en pleno Callejón Diagon hacía un par de días, pues la situación en su casa estaba bastante tensa: sus padres muggles parecían haberse hecho a la idea de la extraordinaria condición de su único hijo, pero mientras se aproximaba la fecha en la que Bruno entraría a estudiar en la Academia empezaron a hacer sutiles insinuaciones acerca del peligro que correría en aquel mágico mundo.

     

    Al no poder aguantar más esa situación, decidió marcharse de casa. Cogió un poco de dinero que cambió en el Banco Gringotts por un puñado de galeones y se alojó en esa acogedora posada. Tenía la intención de regresar a su hogar cuando las cosas se hubiesen tranquilizado.

     

    El muchacho recibió agradecido el sobre y le dio los buenos días al tabernero, quien salió de la habitación haciendo una profunda reverencia.

    Se sentó en la cama y descubrió un remitente escrito en la parte posterior del sobre: "Academia de Magia y Hechicería".

    Lo abrió rápidamente y sacó un pergamino, en el que escrito con perfecta caligrafía se le informaba del lugar en el que tendría lugar su primera clase. También le comunicaban de que podría usar la Red Flu de El Caldero Chorreante para llegar a la escuela.

     

    -¿Cómo saben que estoy en El Cald...?- comenzó a preguntarse Bruno, pero se detuvo al recordar lo estudiado en uno de sus libros.- El Detector... -suspiró, y sonriendo dobló la carta y la guardó en un bolsillo. A fin de cuentas, todavía faltaba una semana para que cumpliera diecisiete años, la mayoría de edad en el mundo mágico.

     

    Cogió la varita de la mesilla de noche y salió de la sala. Bajó las escaleras y rápidamente se encontró en la planta baja del bar. Se dirigió con paso rápido a la chimenea situada detrás de la barra y, tras pedirle permiso al dueño, (el cual respondió con una sonrisa que dejó ver unos dientes un tanto desproporcionados) cogió un puñado de polvos flu y los arrojó al fuego de la chimenea. Acto seguido se metió dentro y exclamó: "¡Academia de Magia!".

    Después de unos cuantos giros sobre sí mismo y varias arcadas, aterrizó sobre un brillante suelo de mármol, que en un instante se llenó de hollín. Bruno se incorporó, y sacudiéndose las cenizas de la ropa se encaminó hacia el aula que le indicaba la carta.

     

    Cuando por fin la encontró, le sorprendió ver que habían llegado muy pocas personas al sitio acordado para la clase: sólo un par de pupitres estaban ocupados. Avanzó hacia un asiento de la tercera fila y, sentándose, contempló el área. Era una sala muy bien iluminada, grande, con una decoración exquisita. Frente a la pizarra vio a dos mujeres, seguramente sus profesoras; debía haberlas pasado por alto cuando entró.

     

    Si había algo que destacaba en Bruno, era su capacidad para "calar" a la gente. Más allá del aspecto físico, él se fijaba en cosas que los demás pasaban por alto. Estudió a ambas brujas, y comprendió enseguida que una de ellas despedía un aura oscura, mientras que la otra producía justamente el efecto contrario. Si aquellas iban a ser sus profesoras, entonces rezó para que su primera impresión fuera errónea.

     

    Cuando el aula estuvo por fin llena, las dos mujeres hicieron su presentación, y después pidieron a los alumnos que hicieran lo mismo. Bruno odiaba las presentaciones, así que inspiró profundamente, y cuando llegó su turno se levantó despacio y dijo:

     

    -Hola. Me llamo Bruno Dawson- incluso esa escueta introducción sonaba ridícula en su cabeza.- Tengo 17 años, y como todos los que están aquí, simplemente espero superar con éxito esta primera clase y pasármelo bien- se dio cuenta enseguida de lo huecas que eran esas palabras, y esperó que nadie más se hubiese dado cuenta.

     

    OFF

     

    ¡Hola! Estoy encantado de poder asistir por fin a la Academia (me habéis hecho esperar, ¿eh? ¬¬). Espero pasármelo súper bien y hacer muchos amigos.

    Soy de Salamanca, en España. Estoy cursando 4º de ESO y mis mayores aficiones son la lectura, Internet y alguna que otra consola.

    Espero que mi primer rol no haya sido demasiado largo, que a veces me voy por las nubes.

     

    ¡Un beso de mantequilla de cacahuete! :3

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  5. FICHA DE PERSONAJE

     

    Datos Personales:

     

    Nombre del Personaje: Bruno Dawson

     

    Sexo: Masculino

     

    Edad: Joven

     

    Nacionalidad: Británica

     

    Familia(s):

    * Familia 1

    * Familia 2

     

     

    Padre(s) Sanguíneo: --

     

     

    Padre(s) Adoptivos: --

     

     

    Trabajo: --

     

     

    Poderes Mágicos:

     

    Rango Social: Aprendiz

     

    Bando: Neutral

     

    Rango dentro del Bando: --

     

    Nivel de Poder Mágico:

     

    Puntos de poder en objetos: 20

     

    Puntos de poder en criaturas:

     

    Criaturas controlables en asaltos y duelos:

     

    Habilidades Mágicas:

    * Habilidad 1 --

    * Habilidad 2 --

    * Habilidad 3 --

     

     

    Conocimientos Especiales:

    * Conocimiento 1 --

    * Conocimiento 2 --

    * Conocimiento 3 --

     

     

     

    Perfil del Personaje:

     

    Raza: Humano

     

    Aspecto Físico:

    Es de estatura normal para su edad, con el pelo rubio y los ojos azules. Siempre viste con ropa informal, con unos pantalones vaqueros o 'chinos', dependiendo del día. En la parte superior suele llevar camisetas básicas (blancas o negras) bajo una camisa a cuadros o rayas (normalmente de tonos rojos o azules) aunque de vez en cuando suele ponerse una sudadera. El calzado que lleva es de estilo deportivo, siendo sus preferencias las zapatillas tipo 'converse', que combina en función del resto de ropa.

     

    Cualidades Psicológicas:

    Bruno es un adolescente muy inquieto, aunque bastante más maduro que la mayoría de gente de su edad; es bastante extrovertido a la hora de conocer gente, aunque le afecta bastante la opinión de los demás.

    Es muy dado a confiar demasiado en las personas, y muchas veces le ha decepcionado ver como estas lo único que querían era aprovecharse de él. No obstante, es un joven muy alegre, que rara vez se llega a irritar o a enfadar de verdad; sabe perdonar y cree haber aprendido por fin a rodearse de la gente adecuada.

     

    Historia:

    Nació en Londres, una fría mañana de octubre de 1995. Es hijo de muggles y, por lo tanto, pasó toda su infancia viviendo como tal, aunque de vez en cuando sorprendía a sus padres con lo que ellos denominaban "comportamientos extraños e inadecuados". Sin embargo, todo eso tuvo su explicación cuando el pasado año recibió una carta de la Academia de Magia, que le informaba de su condición mágica y le invitaba a asistir a las clases de formación.

    Sus padres lo aceptaron enseguida, y les alegra sobremanera tener a un brujo en una familia tan ordinaria como es la suya

    Bruno está deseando comenzar las clases en la Academia, y espera encontrar un buen puesto de trabajo una vez terminada su educación.

     

     

    Pertenencias:

     

    Objeto Magico Legendario:

     

     

    Objetos Magicos:

     

    Objeto 1: Varita (fresno, con centro de unicornio; 29 centímetros y medio; dura.)

    Clasificación: AA

    Puntos de poder: 20

     

     

     

    Mascotas y Criaturas:

     

     

    Criaturas en la Reserva:

     

     

     

    Elfos: --

     

     

    Licencias, Tasas, Registros:

     

    Licencia de Aparición:

     

    Licencia de Vuelo de Escoba:

     

    Registro de XXX:

     

     

    Otros Datos:

     

    Otros datos:

     

     

    Cronología de cargos:

     

     

    Premios y reconocimientos:

     

     

    Links de Interés Referentes al Personaje:

     

    Link al Perfil de Comprador MM: --

    Link a Bóveda Personal: Bóveda 100896

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