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Nerissa Dragonfire

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Mensajes publicados por Nerissa Dragonfire

  1. Casi no podía contener la euforia ante la nueva de que había sido designada en la casa de los Dragones de Lancashire. Aunque con "demostración" me refería a esbozar una media sonrisa, mostrar algún sentimiento más allá de eso era, en mi opinión, excesivo. Había estado deseando pertenecer a esa casa desde siempre, y no me veía en otro lugar que no fuese allí, rodeada de dragones.

     

    Siguiendo las instrucciones que había recibido, me dirigí desde el patio de la Academia hacia una majestuosa cabeza de dragón de piedra. Me quedé observando un tiempo la estatua del Colacuerno Húngaro antes de adentrarme en sus hermosas y temibles fauces, tan altas que ni siquiera saltando podría llegar al techo. Conforme avanzaba me iba envolviendo la penumbra, sin embargo al fondo se divisaba un leve resplandor, el cual resultó ser una llama que ardía al fondo de la garganta. Me quedé observando, durante unos segundos, como la flama parecía bailar y absorber el aire de su alrededor, como reclamando el espacio que era suyo.

     

    Cuando conseguí volver a la realidad recordé que debía atravesar el fuego para acceder a la Casa. Avancé, pues, sin titubeos y sin apartar la vista de la llama, y dejé que el fuego me envolviese. Entonces todo a mi alrededor se desdibujó, y sentí como caía en una especie de espiral a la que parecía que era arrastrada por un enganche en el ombligo. Por suerte esta confusa sensación desapareció en un par de segundos, y cuando el mareo me permitió enfocar la vista vislumbré La Casa.

     

    Ante mi se alzaba una augusta y solemne edificación toda de granito negro como la misma noche. La puerta estaba custodiada por dos dragones que no me costó reconocer, dos Ironbellys Ucranianos. Me dirigí hacia ellos emocionada, conteniéndome para no salir corriendo hacia las puertas e irrumpir en la casa. Cuando estuve a la altura de las dos majestuosas figuras mostré mi nuevo tatuaje del dragón, y un gesto involuntario me hizo rascarme el lado derecho de la espalda, donde también tenía tatuado otro dragón, un Hébrido Negro.

     

    Las mayestáticas puertas se abrieron ante mí, dándome paso hacia la sala común. Aunque mi rostro estaba tan impertérrito como de costumbre, por dentro deseaba explorar casa rincón de mi nueva Casa, y descubrir si quizás allí podía encontrar información o historias sobre dragones que no supiese ya... ¡O incluso algún libro sobre ellos que no hubiese leído! Aunque esto último era bastante difícil. Paseé mi gélida mirada azul por la sala común, observando cada detalle, y esperando que alguien viniese a darme la bienvenida o algo por el estilo, era lo mínimo que podrían hacer ¿no?

     

    OFF:

     

    ¡Hola! ¡Encantada de conoceros compañeros! Me acaban de admitir en la casa de los Dragones, así que soy y no conozco a nadie :rolleyes: Estoy encantada de pertenecer a esta noble casa :3

    Por cierto, Nerissa puede ser a veces muy brusca y con genio, pero no se lo tengáis en cuenta, que su user (yo) no es tan mala persona xD

  2. El compartimento estaba cada vez más abarrotado; al poco de unirse la bruja castaña a la que llamaban Kirara, la puerta se abrió una vez más y un joven rubio y alto pidió permiso para entrar. Al parecer la tranquila conversación entre Patricia y yo se iba a convertir en una verdadera reunión.

     

    Cuando la rubia preguntó por el nombre del recién llegado le dirigí a este una mirada inquisitiva y escrutadora, reafirmando la pregunta de Patricia. Una vez que todos fuimos presentados debidamente las conversaciones reanudaron su cauce.

     

    - El carrito pasó hace rato, pero la amable anciana nos cedió desinteresadamente algunos dulces, así que sírvete de cuanto quieras. - Le guiñé un ojo a Patricia. Vaya, nunca me habría imaginando guiñando un ojo en un lugar que no fuese un bar en un sábado noche. - Comida gratis y chicas, debes estar en el paraíso - Esbocé una media sonrisa y volví a dirigir mi atención hacia la ventana, a través de la cual se vislumbraba un paisaje cada vez más anaranjado.

     

    Cuando Kirara preguntó por un lugar para cambiarse, sugerí que, si no le importaba la presencia de un chico, podía cambiarse ahí mismo. No lo había dicho en broma, pero sus risas me indicaron que habían considerado mi sugerencia como tal. A mí no me habría importado cambiarme en el compartimento, claro que era mucho menos pudorosa que la mayoría de las personas.

     

    Los minutos transcurrieron tranquilamente mientras conversábamos, quizás con demasiada calma para mi gusto. Dirigía mi mirada de hielo alternativamente a mis compañeros, evaluando más sus gestos que sus palabras. Con el paso del tiempo los dragones perdieron su magia y uno a uno fueron aterrizando con elegancia en el suelo. Le regalé uno a Patricia, a la que parecían haberle gustado, con la promesa de que un día le enseñaría como hacerlos.

     

    - Creo que al viaje le falta algo de acción... - Rumié mientras pensaba como animar el ambiente. De la punta de mi varita salían chispas mientras la hacía girar entre los dedos - ¿Qué os parece el strip poker? ¿O algo menos muggle, como los naipes explosivos? Tengo unos en mi mochila... ¡No! - Exclamé asustando a mis compañeros. - Aún mejor, ¡Strip naipes explosivos!

     

    Mis camaradas se mostraron ambiguos a mis propuestas. Sin duda necesitaba mejores compañías que las que me proveía en Cabeza de Puerco, me había acostumbrado demasiado a sus juegos y pasatiempos. Allí no era nada del otro mundo acabar ligera de ropa tras varias rondas y juegos, pero dudaba de que los demás estudiantes pensasen igual.

     

    Mientras esperaba una respuesta me dediqué a hacer volar por la cabina el contenido de una caja de grajeas, haciendo estallar en llamas alguna de vez en cuando o que se colasen por el resquicio de la puerta y siguiesen a todo aquel que pasase por delante y explotasen cerca de sus cabezas.

  3. La chica que acababa de entrar en el compartimento era delgada y tenía una expresión amigable en el rostro, por lo que parecía una buena compañía. Se presentó como Patricia y me ofreció la mano, la cual estreché mientras recordaba haberla visto un par de veces en los días anteriores.

     

    - Un placer conocerte, Patricia. - Le ofrecí una sonrisa que no se reflejó en mi gélida mirada, lo que siempre resultaba un poco perturbador a aquellos que no me conocían. - Mi nombre es Nerissa, Nerissa Rambaldi.-

     

    La joven, que parecía solo uno o dos años menor que yo, me ofreció amablemente unos dulces, los cuales decliné. - Oh, no hace falta gracias, estoy bien servida - Dije mientras señalaba con un gesto la cantidad indecente de dulces que me rodeaban. Pensé que seguramente lo más indicado en este tipo de situaciones era devolver el detalle, por lo que al ver que no tenía ningún artículo de Zonko le ofrecí algunos de los mios. - En cambio veo que tú no has adquirido nada de Zonko, sin embargo yo tengo provisiones de sobra, o al menos eso pensará mi desdichada servidumbre. - Añadí con una pequeña risa. - Sírvete de lo que quieras, te recomiendo las tazas mordedoras.

     

    Nos encontrábamos comentando los distintos artículos de broma que había dispuesto a mi alrededor cuando la puerta del compartimento se abrió de nuevo con un molesto chirrido. Me volví con el rostro ceñudo hacia la entrada, pensando que sería otro alumno que venía a romper nuestra tranquilidad. Pero al ver que la visita era la mujer del carrito mi ceño se tornó en una expresión alegre... Bueno, lo que a mí me parecía alegre, que para cualquier otra persona sería un rostro serio o hasta un poco amenazador.

     

    - ¿Queréis algo niñas? - Preguntó con un suave rentintín que siempre me había puesto nerviosa. Aún así se lo pasé por alto cuando vi que en el colorido carrito que volvía loco a cualquier alumno llevaba bastocillos de calabaza. ¡Tenía que hacerme con ellos! Eran unos de mis dulces favoritos, pero en Honeyduks nunca los vendían.

     

    Bastante frustrada, recordé que apenas me quedaban knuts tras mis masivas compras, así que solo me dieron para un bastoncillo. Intenté tantear a la anciana, que siempre había considerado poco espabilada, para ver si podía conseguir alguno más gratis, pero la bruja debía ser más inteligente de lo que parecía, pues ni mis sutiles encantos ni amenazas surgieron efecto.

     

    Pero la glotonería y malicia me pudieron, y cuando la vendedora se marchaba, no pude evitar susurrar "Wingardium Leviosa" acompañado de una breve floritura de la varita. Varios bastoncillos de calabaza entraron flotando discretamente justo cuando la bruja cerraba la puerta tras de sí.

     

    - ¿Qué? - Inquirí ante la mirada incrédula de mi compañera. - ¿Esto? No te alarmes, lo he hecho por la dulce anciana. Estoy segura de que al final del día se come todo lo que le ha sobrado, y no quiero que le de diabetes a la pobre mujer, a su edad no es bueno. Así que en verdad me estoy sacrificando por su bienestar... En fin, ¿quieres uno? - Intenté esbozar una sonrisa inocente, lo cual provocaba un extraño contraste en mi rostro.

     

    - Bueno, dime, ¿qué te han parecido las Generales? Yo estoy muy feliz de que no hayan sido las típicas clases encerrados en un aula, además hemos hecho visitas muy interesantes... Aunque creo que les ha faltado un poco más de riesgo para ser idóneas, no sé, quizás luchar contra una familia de trols o domar algunas bestias salvajes. - Los ojos me brillaron de manera bastante perturbadora ante la emoción que me producían estas últimas ideas.

     

    Mientras escuchaba atentamente las palabras de mi compañera saqué varios folios de mi mochila e hice unos cuantos dragones de papel, los cuales se pusieron a revolotear por la pequeña cabina. - Espero que no te molesten, me tranquiliza tenerlos a mi al rededor. -

     

    Seguí devorando los dulces que habían dejado vacío mi monedero mientras conversaba con Patricia. Al final resultaba que no era tan difícil entablar conversación. Solo faltaba algún suceso emocionante en el último momento para hacer el viaje idóneo, algo como que se descarrilase el tren o que fuese invadido por dementores, ¡Qué emocionante sería!

     

    Tras unos pocos minutos hablando nuestra conversación se vio interrumpida por otra visita. Durante un momento temí que fuese la bruja del carrito que se había percatado de la desaparición de los dulces. Por eso suspiré aliviada al comprobar que era otra de las compañeras de clase. Por su mirada a Patricia pude deducir que ya se conocían, por lo que supuse que no sería una mala compañía. Bueno, yo no era quién para ponerme quiquillosa...

     

    - Hola, pasa pasa - Con un gesto que, sin yo ser consciente de ello, resultaba un poco imperioso, le indiqué que tomase asiento. - Mi nombre es Nerissa Rambaldi... - Caí en la cuenta de que no tenía ni idea del nombre de la muchacha. - Lo siento, pero no recuerdo tu nombre, ¿tú eras...?

     

    A través de la rasguñada ventana el paisaje se presentaba bastante distinto al que había visto en un principio. Los árboles estaban más separados y el verde era menos vívido. Sin embargo el cielo tenía la misma hermosa profundidad, y las nubes parecían extenderse hasta el infinito. El sol empezaba a ponerse por el oeste, pintando el cielo de un suave color anaranjado que lo hacía aún más hermoso. En ese momento solo pensaba en cuánto deseaba surcar la infinitud del cielo a lomos de un majestuoso dragón.

     

    Un leve carraspeo me devolvió a la realidad. Con mis ensoñaciones había dejado de prestar atención a mis compañeras y ni siquiera había escuchado el nombre de la nueva integrante.

     

    - Perdona, me he despistado un momento, ¿cómo decías que te llamabas? - Esta vez fijé mi mirada de hielo en la bruja para no distraerme de nuevo, quizás más insistente de lo que debiera.

     

    OFF ROL

    Siento que mi rol haya sido tan escueto, pero como no estoy en mi casa lo he escrito desde el móvil y es muy cansino, ¡ sean indulgentes! xD

  4. La aglomeración de estudiantes en las puertas de Honeydukes me indicó que nuestras tres horas libres habían llegado a su término. Con un movimiento de varita ardió el dragón de papel que había estado haciendo revolotear a mi alrededor para matar el tiempo de espera. Observé como la pequeña criatura se deshacía ante mí, y cuando el último trozo de papel chamuscado se depositó suavemente sobre el suelo, me levanté y me uní a mis camaradas.

     

    Todos lucían un rostro sonriente y dichoso, y seguramente unos monederos casi vacíos y unos bolsillos rebosantes de dulces. El sol ya había pasado su cenit, por lo que nuestro último paseo a través del pintoresco pueblo fue más fresco y ameno. A mi alrededor los jóvenes magos y brujas comentaban con una clara excitación las compras que habían realizado, pero yo guardaba silencio. Aunque siempre había sido solitaria y poco sociable, también era una persona que apreciaba la buena compañía, y no me apetecía terminar las clases de Generales sin haber entablado aunque fuese una breve vínculo con otro compañero. Con estos pensamientos en mente, me propuse acercarme a algún compañero, aunque ya más tarde si eso...

     

    Al parecer nuestro próximo y último destino iba a ser Zonko, lo cual casi me hizo sonreír de entusiasmo. Hacía un par de semanas que me había quedado sin artículos de broma, y la verdad, la vida era mucho más aburrida si no puedes atormentar al servicio y los habitantes de la casa donde resides. Me encantaba ver la alarma en los ojos de la servidumbre cada vez que me veían merodear cerca suya, temerosos de que les hubiera preparado otra "sorpresa".

     

    Aún así me daba mucho lástima marcharme sin haber hecho una parada en Cabeza de Puerco, donde la compañía siempre era interesante, aunque raramente agradable. Además, no había ocasión en la que no ganase algún que otro objeto curioso, sickle o bebida gratis gracias a mi habilidad en los juegos de cartas. Los hombres que frecuentaban el tugurio eran sorprendentemente fáciles de embaucar, y muy competitivos, sobre todo cuando eran apaleados por una joven bruja... metafóricamente, claro.

     

    En un par de minutos llegábamos a la entrada del local. Si Honeydukes se antojaba como las puertas del paraíso, Zonko podía considerarse las puertas del infierno, o al menos para aquellos que eran víctimas de las bromas. Maldije en voz baja por haberme gastado casi todo mi dinero en golosinas, pues ahora no podría adquirir tanta mercancía como quisiera. Bueno, al menos las profesoras no nos habían mandado otro cuestionario más, lo que era como quitarse un peso de encima, un aburrido peso de encima.

     

    La tienda entonaba con el resto del pueblo; con una portada del color del ladrillo rojo desvaído y un cartel encima de la puerta que rezaba "Zonko" pintado a mano (o con magia, que venía a ser lo mismo en nuestro mundo), y una gran cristalera a la que no le vendría mal un lavado, pero que dejaba ver el maravilloso universo que se escondía tras las paredes. Una vez más todos los alumnos nos dirigimos en tropel a los escaparates que se encontraban a ambos lados de la puerta, en vez de entrar directamente que sería lo más sensato. Al menos esta vez nadie cometió el imprudente error de agobiarme o empujarme.

     

    Tras los cristales se apreciaban artículos de todo tipo: una gran y colorida variedad de bombas fétidas, cajas de todos los tamaños con diferentes artículos de broma, carteles decorativos que promocionaban todo tipo de artilugios, orejas extensibles colgadas del techo y muchos objetos más, que conformaban un extravagante cuadro lleno de colores y vida.

     

    No pude resistir más la tentación y, de nuevo a empujones, salí del tumulto y entré en el local. Por dentro presentaba las mismas características que se apreciaban en el escaparate, solo que con muchísimos más artículos y objetos voladores que rondaban a tu alrededor. Había que andar con cuidado para no ser víctima de alguna de las bromas que los dueños del local tenían preparadas para su visitantes, una extraña forma de publicitar sus artículos. Pude ver como un compañero poco cauto pisaba una bien camuflada bomba fétida, por suerte no muy grande, que le impregnó de un repugnante olor que hizo que todos a su alrededor se alejasen de él. Dudaba de que el pobre fuese a tener alguna compañía más hasta que llegase a su casa para ducharse.

     

    No disponíamos de mucho tiempo para comprar, así que tras una rápida vuelta por la maravilloso tienda que evocaba en mi mente mil y una maneras de hacérselo pasar mal a el servicio de la mansión, fui directamente a adquirir los artículos que más me interesaban. Cuando sonaba el anuncio de que el establecimiento cerraría en cinco minutos yo ya salía del mismo con la bolsa llena de jabón de huevos de rana, tazas que muerden la nariz, pastillas que provocaban un malestar de todo tipo (vómitos, diarreas...) , las clásicas bombas fétidas, polvos para eructar, cucharas derramadoras y algunos artículos más que habían dejado mi monedero prácticamente vacío, a excepción de algún que otro knut.

     

    Las profesoras hablaron de subir al tren antes de que lo perdiésemos, pero ¿cómo? La estación estaba a una buena caminata andando, y aunque fuésemos corriendo no lo alcanzaríamos a tiempo. Todo tuvo más sentido cuando divisé el carro tirado por unos hermosos aethonans que nos esperaba. Un muggle se habría sorprendido, aparte de ver a unos caballos alados, de que todos los estudiantes y ambas profesoras cupiésemos en un solo carruaje, pero para un mago o bruja no tenía misterio alguno. Así pues, nos dispusimos a entrar en el vehículo, que por dentro era mucho más grande de lo que parecía por fuera.

     

    Durante el camino aproveché para conversar con las profesoras, o más bien, avasallarlas a preguntas. - Díganme ¿hace cuánto que imparten clases en la Academia?, ¿Se conocen desde hace mucho? ¿Han tenido algún alumno que haya destacado en la comunidad mágica en los últimos tiempos? Estoy pensando que en el futuro estudiaré Pociones y Conocimiento de Maldiciones ¿Qué les parece? ¿En qué están especializadas ustedes? ¿Tienen algún otro trabajo además del de ser profesora?... - soltaba una pregunta tras otra, sin darme cuenta de que apenas les daba tiempo a responder. Cuando el carruaje llegó a su destino no le había planteado a las brujas ni la mitad de las preguntas que me rondaban por la cabeza, pero por la expresión de agobio en su rostro pude deducir que para ellas ya había sido más que suficiente. - Bueno, muchas gracias por su agradable compañía- les dije antes de bajar apresurada del vehículo para no perder el tren. Les dediqué una pequeña sonrisa de agradecimiento, e intenté que este sentimiento se reflejase también en mis azulados ojos... Bueno, al menos lo había intentado, pero mi mirada había sido tan gélida como lo era siempre.

     

    De un salto salí del carruaje para pasar al otro vehículo. Por el corto camino no pude pararme para admirar la impactante belleza del tren, pero me sobrecogió como lo hacía siempre. La oscura mole estaba tan brillante e imponente como la recordaba, impregnando el ambiente de un espeso humo que traía a cualquier mago y bruja un sinfín de recuerdos. Aunque intenté no detenerme mucho, al final me quedé atrás y subí la última de mis compañeros, justo cuando el tren empezaba a ponerse en marcha.

     

    Paseaba por los vagones buscando un compartimento en el que alojarme, que no estuviese abarrotado, pues no me sentía cómoda con tanta multitud y después de un día tan ajetreado buscaba un poco de tranquilidad. Finalmente encontré uno vacío casi al final del tren y decidí asentarme allí. Dispuse a mi alrededor todas las compras que había hecho, por lo que me encontraba comiendo grageas y revisando una caja de artilugios de broma variados cuando la puerta del compartimento se abrió lentamente.

     

    Unos de mis compañeros se encontraba en la puerta, al parecer también buscaba tranquilidad, o simplemente el resto de compartimentos estaba llenos. Intentando parecer lo menos amenazadora posible (no quería ahuyentar a otro alumno más) le invité a pasar. Aún quedaba mucho recorrido por delante, y aunque el paisaje que se dibujaba a través de las ventanas era hermoso, no cambiaba mucho y ya lo conocía casi de memoria, por lo que disfrutar de compañía quizás haría el trayecto más ameno.

     

    OFF ROL:

    No he dicho el nombre de ningún compañero para dejar abierta la posibilidad de "disfrutar" de la compañía de mi personaje a cualquiera que lo desee, o a nadie si se da el caso XD Nerissa no es tan mala en el fondo, solo un poco frívola, quiéranla :cry: xD

  5. El tiempo pasaba y el resto de mis compañeros iban llegando a la casa de té. La mayoría presentaba un aspecto lamentable, y parecía un milagro que algunos no hubiesen llegado arrastrándose por el suelo. Cuando ya llevaba un tiempo considerable en el antro de Madame Pudipié las profesoras anunciaron que nos iban a conceder un tiempo para conocernos mejor.

     

    Suspiré resignada. Iba a tener que soportar un rato más estar rodeada de tantos lacitos y adornos rosas. En fin, puestos a sufrir ese tormento, iba a intentar no pasarlo sola. No había sociabilizado apenas con el resto de mis compañeros desde que empezaron las clases, y aunque no era una persona muy extrovertida ¡tampoco era un ogro! O eso creía...

     

    Me acordé de un proverbio que solía decirse en mi tierra; "La sonrisa cuesta menos que la electricidad y da más luz". Desde la mesita de la esquina donde me encontraba situada esbocé la mejor sonrisa que pude y miré a un par de compañeros, uno de los cuales se fue casi corriendo hasta la otra punta del salón, tropezando por el camino con una mesa y cayendo con gran estruendo al suelo. Recordé que un conocido me había dicho una vez que cuando forzaba una sonrisa daba aún más miedo que cuando estaba completamente seria, así que decidí desistir en mi intento de entablar amistad antes de que acabase provocando un incendio o quien sabe qué.

     

    Para matar el tiempo saqué de mi mochila un libro de historia y me releí el capítulo sobre la fundación de Hogwarts, que ya me sabía de memoria. Cuando las profesoras dijeron que nos marchábamos del local, mi taza de té seguía completa y fría. Recogí las pocas pertenencias que había sacado y me uní al resto de mis compañeros.

     

    Esta vez me uní al gorgorio del resto de los alumnos cuando supimos nuestro próximo destino: ¡Honeydukes! Ya antes de llegar al local iba contando mentalmente la calderilla que llevaba en mi monedero para ver cuantos dulces podía comprarme. Si ya de por si yo era una persona bastante glotona, no digamos ya en el tema de los dulces.

     

    Tras una breve travesía por las calles del pintoresco pueblo, llegamos a lo que se me antojaron como las puertas del paraíso. Si de verdad existía un cielo, estaba claro que era Honeydukes. Junto a algunos de mis compañeros, me acerqué corriendo a los escaparates acristalados, y con el empuje de los otros alumnos que tenía detrás poco más y estrello mi cara contra el cristal. Me bastó lanzar una mirada hostil a mi alrededor para que mis amables camaradas me cediesen un poco de espacio vital.

     

    En la vitrina estaban expuestas extravagantes dulces de todo tipo y tamaños. Una enorme caja de Grageas Bertie Bott se encontraba rodeada de calaveras de dulce, muñecos que se movían y volaban, piruletas flotantes, etc. A base de empellones pude salir del tumulto que me rodeaba y dirigirme a la entrada del local. Me preguntaba sobre qué trataría la prueba, ¡si era un reto para ver quien comía más tenía la victoria asegurada! O quizás a ver quien engullía mas grageas con sabor a cera del oído... Pero para mi decepción volvía a consistir en encontrar otra vez la tarea y entregarla resuelta.

     

    Monedero en mano, me adentré en la tienda. Nada más entrar ya estaba confusa, ¡no sabía por donde empezar! Hablo de la comida, por supuesto, la tarea ya la haría a su debido tiempo. Lo primero que llamó mi atención fueron las piruletas con sabor a sangre, que obviamente eran para vampiros, pero siempre me habían intrigado. Tras dar varias vueltas por el colorido establecimiento, me decidí a comprar unas migas fritas y buscar el cuestionario mientras las comía.

     

    Aún así no pude evitarlo, y acabé ignorando la tarea para seguir indagando en el fantástico mundo de las golosinas. Cuando volví a dar una vuelta cerca de la entrada, divisé un dulce que tenía que ser mío sí o sí: ranas de chocolate, la décima maravilla del mundo.

     

    Me dirigí hacia allí prácticamente corriendo, golpeando por el camino sin querer al mismo chico que había tropezado en el salón del té mientras me rehuía. El pobre chico me lanzó una mirada de miedo que ignoré por completo en mis ansias por llegar a las ranas de chocolate. Mis dedos se encontraban a escasos centímetros de rozar la bella caja, de agarrar ese manjar de dioses, de alcanzar la fruta prohibida... Cuando una mano voló en el aire y golpeó la mía de una manera que me recordó a los toques que se les da a los perros en el hocico cuando se comportan mal.

     

    - ¿Pero que coj...? - Miré indignada, a la par que confusa, en la dirección de la que procedía la mano.

     

    Un mago alto, de pelo rubio platino y porte altivo me contemplaba con una mirada severa. Durante unos segundos le observé estupefacta, ¡había osado golpearme! ¡A mí! Ese insensato no sabía donde se estaba metiendo.

     

    - Disculpe... ¿acaba usted de darme un manotazo?- Mi tono de voz era gélido como un témpano de hielo, y mis ojos azules no se quedaban atrás. - Por su bien, y por el de toda la comunidad mágica, espero que solo haya sido un malentendido.

     

    Volví a alargar la mano para agarrar una caja de ranas de chocolate, que me esperaba ansiosa encima de la estantería, cuando la mano del hombre volvió a volar velozmente hacia la mía. En un abrir y cerrar de ojos agarré la varita que llevaba en mi bolsillo trasero con la mano que pretendía golpearme, mientras que con la otra le agarré del puño de la camisa. En el impertérrito rostro del hombro pareció esbozarse una pequeña sonrisa socarrona cuando coloqué la punta de mi varita sobre su garganta. Odiaba la sonrisas socarronas.

     

    Cuando me percaté de lo que estaba haciendo respiré hondo y bajé lentamente la varita, aunque no llegué a soltarle. Si algunas de las profesoras o incluso otro alumno hubiera visto mi actuación se habría liado un escándalo tremendo. "Controla tu ira, controla tu ira" me repetí mentalmente una y otra vez mientras acompasaba mi respiración. Cuando me hube relajado volví a alzar mi fría mirada hacia aquel exasperante hombre, ¿qué narices le ocurría?

     

    - ¿No vas a dejarme coger una rana de chocolate verdad? - Le inquirí conteniendo la rabia que volvía a aflorar en mí. No le hizo falta responder, por su mirada ya pude deducir que no iba a ceder en su empeño de privarme de la fruta prohibida. - Pues no pienso irme de aquí hasta tener lo que quiero.- Y vaya si no iba a irme, si por algo me conocían, a parte de por ser un poco "brusca", era por ser una empecinada y cabezona.

     

    Por un momento me planteé usar mis "armas de mujer". Aquel mago podía ser todo lo serio que quisiera, pero ante un buen cuerpo estaba segura de que no iba a ser capaz de resistir. Por desgracia la sutileza no era mi fuerte, y si recurría a mi táctica de quitarme la camiseta directamente se iba a armar un revuelo aún mayor que si le hubiera lanzado un encantamiento. Por lo tanto tuve que descartar la seducción.

     

    ¿Qué me quedaba entonces? El aburrimiento. Cuando quería, podía matar de aburrimiento a la gente que me rodeaba, ya fuese hablando de libros, hechos históricos o soltando peroratas sobre temas que me tocaban la moral. Me acordé entonces del capítulo que había leído un rato atrás en el salón de té sobre la fundación de Hogwarts. Seguro que si se lo recitaba acabaría desquiciándole y me dejaría en paz.

     

    - Ejem, ejem... - me aclaré la garganta antes de empezar, cogí aire y solté el parrafazo de memorieta- Hace cientos de años los magos sufrían la incomprensión y el miedo por parte de las personas sin poderes mágicos, llamados muggles. Cuatro hechiceros con un talento excepcional decidieron fundar una escuela de magia, hacia aproximadamente el año 992, para ofrecer un refugio a los brujos perseguidos y transmitir sus conocimientos. Por lo tanto, Godric Gryffindor, Helga Hufflepuff, Rowena Ravenclaw y Salazar Slytherin crearon la escuela en un castillo y luego fuer... - El asombro me impidió terminar si quiera el preludio del capítulo, pues de repente el hombre se había dado la vuelta y se había marchado, sin más.

     

    "Vaya, ¿ya está? Debo haberme vuelto realmente aburrida con los años" pensé mientras observaba como se iba, normalmente la gente solía aguantar varios minutos antes de mostrar signos de aburrimiento mortal. Buenp, poco importaba eso, ¡por fin tenía el camino despejado!

     

    Cual fue mi sorpresa cuando, al alzar varias cajas de ranas de chocolate para llevármelas, descubrí que debajo había escondido un pergamino de papel. ¡Era el cuestionario! Con un pequeño grito de júbilo lo cogí junto a todas las ranas de chocolate que me cabían en los dos puños.

     

    Varios minutos después ya había terminado mis compras, y con la mochila cargada de dulces, me dispuse a rellenar el cuestionario. Me senté en las escaleras del establecimiento, donde aún me llegaba el aroma de las golosinas, y lo rellené tranquilamente. Cuando terminé aún quedaba una hora para entregarlo, así que me dediqué a merodear por los alrededores mientras leía los cromos de Magos y Brujas famosos que había conseguido con las ranas, la mayoría de los cuales ya tenía repetidos.

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  6. Pareciera que acababa de cerrar los ojos para dormir cuando los molestos griteríos de Madame Rosmerta me hicieron dar un salto, sobresaltada, en la cama. Miré aturdida a mi alrededor. En mi mente se mezclaba la realidad con los escasos esbozos de un fugaz sueño que iban desapareciendo conforme adquiría conciencia de mi situación. Tras unos breves minutos mirando al vacío y con la mente en blanco, recordé que las profesoras nos estaban esperando para comenzar la primera clase. El día anterior no me había importado llegar tarde, pero tampoco quería que se convirtiese en una costumbre.

     

    "Vaya pintas" pensé al mirarme en el espejo. Tenía el negro cabello totalmente enmarañado y unas oscuras sombras se dibujaban bajo mis ojos, muestra de que me había pasado la mayor parte de la noche en vela leyendo. En fin, no era nada que no se pudiese arreglar con un poquito de "magia". Me despojé del fino vestido negro de satén con el que había dormido y saqué de mi bolsa unos vaqueros grises rotos y una camisa negra que tenía estampado el logotipo de la banda de música muggle AC/DC. Los muggles no solían hacer muchas cosas bien, pero la música era una de las pocas excepciones... aunque no toda clase de música claro. Acompañé el atuendo con las botas negras que había usado el día anterior y un collar de pinchos. Cuando ya estaba debidamente peinada y pintada bajé al comedor para reunirme con mis compañeros.

     

    Las mesas del desayuno de hayaban repletas tanto de alimentos como de magos y brujas. No pude evitar fruncir el ceño ante la vista del desayuno, la comida era sustanciosa pero no de muy buena calidad, no era nada comparado con lo que solía tomar en la mansión. Aún así llené tres platos de todo tipo de alimentos, incluso de carne y pescado. La gente solia sorprenderse al verme comer, y de hecho varias personas a mi alrededor me miraron sorprendidos, pues a pesar de mi constitución delgada solía comer por dos personas o incluso por tres. Es más, si no comía nada cada tres o cuatro horas como mucho, mi mal humor afloraba en todo su esplendor. Por esto mismo llené mi bolsa de dulces y frutas para el día que nos esperaba por delante.

     

    Acabado el desayuno las profesoras lo dispusieron todo para marcharnos. Los alumnos las rodeábamos, expectantes por conocer nuestro destino. A más de uno se le escapó una exclamación ante el anuncio de la visita a La Casa de los Gritos, yo en cambio estaba realmente excitada. Había escuchado y leído bastantes cosas sobre la supuesta casa encantada, y siempre había albergado el deseo de poder inspeccionarla por dentro. Reprimí las ganas de dar unas palmadas, habría quedado fuera de lugar.

     

    En el camino a La Casa de los Gritos no hablé con nadie, si no que me dediqué a observar mi alrededor. A pesar de ser temprano ya había bastante ajetreo en el pueblo; la mayoría de los establecimientos estaban abiertos y muchos magos y brujas paseaban por las acogedoras calles. Pocos kilómetros más allá del pueblo llegamos a la verja que indicaba que a partir de ese punto estábamos en propiedad privada. Mas allá se alzaba La Casa de los Gritos, la tétrica casa presentaba un aspecto de deterioro tal que parecía que en cualquier momento iba a derrumbarse, solo esperaba que no lo hiciese mientras yo estuviese dentro... bueno, yo y mis compañeros.

     

    Brardolla se dispuso a darnos las instrucciones de lo que debíamos hacer a continuación, y aunque sabía que debía escucharla atentamente, no podía evitar que mi mirada y concentración se dirigiesen a la mansión, expectante de lo que en ella me esperaba. Aún así pude enterarme de que nuestra tarea consistía en entrar solos en la mansión y enfrentarnos a lo que allí nos esperaba. ¡Íbamos a entrar en la mansión por nuestra cuenta! No podría estar más emocionada, así que en cuanto las profesoras dejaron de hablar me adelanté para ir a la casa abandonada.

     

    Me adentré sola en el lúgubre y descuidado jardín, lleno de maleza que se enredaba en mis botas. Al parecer nadie me seguía, pues la mayoría de los alumnos se habían quedado rezagados o seguían junto a las profesoras, mirando con temor hacia la casa. Al llegar a la puerta solo dudé un segundo para coger aire y luego la abrí con un violento golpe que casi rompe los viejos y oxidados goznes que sujetaban la puerta. Ésta se cerró tras de mi, sumiéndome en la penumbra.

     

    El aire que se aspiraba en la sala de entrada olía a rancio y estaba cargado de volutas de humo. Me hayaba en la más completa oscuridad, pues todas las ventanas se encontraban cerradas, así que, varita en mano, susurré "Lumos".

     

    - Y se hizo la luz- dije con sorna cuando el resplandor de mi varita alumbró la sala en la que me encontraba. No era muy grande, y el escaso mobiliario estaba en condiciones lamentables y envuelto en una gruesa capa de polvo adornada con telarañas aquí y allá. Me encantaba.

     

    Atravesé la habitación, cada paso que daba resonaba de tal manera que estaba segura de que podría despertar hasta a los muertos. El corazón me latía violentamente cuando llegué a las escaleras por las que podía acceder a la segunda planta. A mi derecha se presentaba un larga y oscuro pasillo que también me moría de ganas de recorrer, pero mi instinto me decía que la diversión me esperaba arriba, así que decidí dejarlo para más tarde.

     

    Los escalones parecían hundirse bajo mis pies, y ni siquiera me atreví a tocar la barandilla (o lo que quedaba de ella) temerosa de que se derrumbase la estructura. Además, no tenía ganas de llenarme mis cuidadas manos de polvo. Milagrosamente pude llegar arriba sin que las escaleras se derrumbasen con mi peso. En cuanto llegué allí un escalofrío recorría todo mi cuerpo, pero en vez de asustarme, sonreí. Seguramente cualquiera que hubiera observado mi rostro iluminado por la luz de la varita en medio de la oscuridad se habría asustado más que de ver a un propio fantasma.

     

    Tatareando por lo bajini la canción de "Kicked In The Teeth" me adentré en un territorio que seguramente no había sido explorado en muchísimo tiempo. Al rato adquirí conciencia de que una segunda voz tarareaba la canción al unísono. Me detuve petrificada y cerré la boca, sin embargo pude escuchar como otra lejana voz terminaba el verso que yo había dejado a medias, y la frase "you run around, hope you had your fun" hizo eco por todo el pasillo.

     

    Di una vuelta sobre mi misma, alzando la varita para iluminar mi entorno. Pero a parte de una mesita colocada junto a la pared no vi nada más que penumbra y paredes. Mi mano alzada temblaba casi imperceptiblemente, pero no podía permitirme una demostración de debilidad, así que respiré hondo y tras unos segundos continué caminando.

     

    Decidí hacer una prueba más para asegurarme de que no había sido mi imaginación, así que canté en voz alta: "Demons are inside you and they're making their play...". Al principio solo escuché, aliviada, el eco de mi propia voz, pero a los pocos segundos resonó por el pasillo "Watc**** and they're hiding as they wait for the time". Se me puso la piel de gallina al oír como una voz de ultratumba continuaba la canción. Sin duda alguna esta vez no había sido mi imaginación.

     

    - Amigo, con esa voz no servirías como cantante de rock- exclamé con burla para aliviar tensiones y demostrar que no tenía miedo ¿demostrárselo a quién? No lo sabía. Sin embargo se pudo percibir un breve temblor en mi voz.

     

    ¡PUM! El estruendo de un portazo al final del pasillo me hizo dar tal salto que el suelo se estremeció ante mi caída. Una fuerte corriente de aire frío atravesó el pasillo, calándome hasta los huesos. De pronto el territorio que había dejado sin recorrer en la primera planta me pareció mucho más atrayente que antes, pero muchísimo más. Aún así hice un esfuerzo y reprimí las ganas de bajar corriendo las escaleras. Si bajaba abajo seguramente no avanzaría nada, pero si iba al lugar de donde procedía el portazo acabaría antes con todo aquello y podía tomarse un té en el empalagoso y repulsivo local de Madame Tudipié. Teniendo en cuenta esto último, me atraía más la idea de quedarme en la casa.

     

    Sin darme cuenta de que estaba reteniendo la respiración, fui lentamente hasta el fondo del pasillo. La puerta con la que se había dado el portazo estaba sorprendentemente en un mejor estado que las que había dejado atrás, y de las rendijas podía percibirse que las luces dentro estaban encendidas. Esto último me extrañó sobremanera, pues no lo había percibido cuando me dirigía hacia allí. Eso significaba que dentro habría alguien, seguramente sería alguna de las profesoras, que me explicaría que todo había sido una broma y que había superado la prueba.

     

    Con este pensamiento en la mente abrí la puerta, que opuso una breve resistencia a mi empuje pero que acabó cediendo. Dentro no había nadie, pero la sala estaba iluminaba por varios candelabros de oro. Al contrario que el resto de la casa, el cuarto estaba bien amueblado y con una limpieza impecable. Todo lo que se encontraba allí rezumaba elegancia, desde el sillón de terciopelo blanco hasta el resplandeciente piano negro que había al fondo.

     

    La belleza de la habitación embotó mi mente, y, absorta, avancé hasta el centro de la habitación. La puerta se volvió a cerrar sola, pero esta vez no de un portazo, si no lentamente, chirriando, como si alguien o algo la estuviese empujando suavemente. Cuando sonó el "click" de un pestillo que se cerraba me vi envuelta por el caos.

     

    Un gélido viento empezó a soplar en la habitación, apagando todas las velas y sumiéndome en la penumbra. La varita voló de mi mano mientras yo era violentamente arrojada sobre el sofá, que casi cae al suelo con el choque. Estuve aturdida varios segundos, en los cuales una vela que se encontraba sobre la mesilla junto a mi se encendió sola. Me quedé observando como la pequeña llama parecía bailar y consumir todo lo que se encontraba a su alrededor. En el halo de luz se veían las volutas de polvo que flotaban en el ambiente... ¿Polvo? Eso me extrañó, pues cuando la habitación había presentado un aspecto impecable cuando entré.

     

    Alargué la mano y cogí el candelabro para iluminar a mi alrededor, dejando escapar una exclamación al ver el estado de lo que me rodeaba. El hermoso sillón de terciopelo rojo sobre el que había caído ya no era tan hermoso, si no que presentaba un color grisáceo y con la mayoría de los muelles fuera del tejido. El resto de la estancia estaba prácticamente en las mismas condiciones, los elegantes muebles que antes había visto estaban ahora ajados y deteriorados, ajenos a todo esplendor de antaño. Solo había pasado unos segundos observando el entorno cuando me percaté de que no estaba en completo silencio.

     

    Una música casi inaudible envolvía el ambiente, y en cuanto me percaté de ello el volumen pareció aumentar, hasta retumbar de tal manera que tuve ganas de taparme los oídos. El sonido procedía del fondo de la habitación, donde antes había vislumbrado un bello piano negro y reluciente. A pesar del alto volumen, la canción era bellamente tocada, y la reconocí al instante, era la "Marcha Fúnebre" de Chopin. Me acerqué hacía el piano lentamente, aturdida por el volumen y el golpe contra el sillón. El aspecto que ofrecía era lamentable, incluso peor que el resto del mobiliario, por lo que me pareció asombroso que no le faltase ninguna de las teclas.

     

    Veía como las teclas se movían ante la presión de unos dedos invisibles, unos dedos a los que le faltaban la soltura suficiente para tocar esta sencilla canción que además se equivocaban a menudo de teclas. Escuché indignada como el ente, o lo que fuese que tocaba, mancillaba tan hermosa canción hasta que ya no pude aguantarlo más.

     

    - ¡Estoy rodeada de incompetentes! - Exclamé indignada mientras me sentaba en la banqueta situada enfrente del piano. Mis dedos se colocaron suavemente sobre las gastadas teclas y continuaron tocando a partir de donde iba el ente o fantasma. La música empezó a sonar con fluidez y no pude evitar cerrar los ojos mientras dejaba que me envolviese. Antes de darme cuenta ya había terminado de tocar la canción, que me sabía de memoria desde pequeña. Permanecí unos segundos más con los ojos cerrados, y cuando los abrí, pude ver como un pergamino caía del cielo sobre el piano.

     

    Así con fuerza el papel y salí corriendo de la habitación, el salón de té de Madame Tudipié ya no me parecía un lugar tan horroroso para pasar la tarde.

     

    ***

     

    Una vez que estuve fuera de la mansión, me senté en un banco de piedra cerca de la cerca y saqué mi pluma y tinta del bolso. Las preguntas del pergamino no me parecieron especialmente difíciles, así que no tarde mucho en hacerlas, además después de la experiencia en La Casa de los Gritos, todo parecía increíblemente sencillo en comparación.

     

    Cuando hube terminado fui al salón del té, todavía sin muchas ganas de entrar en ese antro. Allí se encontraban las dos profesoras, tan tranquilas, tomándose una bebida, como si no acabaran de mandar a sus alumnos a una expedición espeluznante.

     

    - Aquí tienen el cuestionario. - puse el pergamino en su redonda y pastelosa mesa. - Ha sido una experiencia muy... curiosa y enriquecedora, deberían probarla ustedes mismas.

     

    Tras esto me retiré a un rincón de la sala, donde me tomé otro té mientras observaba a través de la ventana y cavilaba sobre el día que había tenido. Reconsiderándolo con más calma, no había sido una mala aventura, ahora hasta me parecía entretenida.

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  7. Bóveda de Nerissa Dragonfire




    1.- Link al tópico de su ficha de personaje: Ficha de Nerissa

    2.- Link de las bóvedas de negocios que posea el personaje:

    3.- Link del tópico de registro de sus familias:
    ·Familia N° 1: Familia Rambaldi
    ·Familia N° 2: --

    4.- Link a las bóvedas de sus familias:
    ·Bóveda Familia N° 1: Bóveda Rambaldi
    ·Bóveda Familia N° 2: --

     

    Saldo en Bóveda previo a la Migración 2021: 484 G

  8. Los últimos rayos de sol se filtraban a través de las oscuras cortinas de la habitación. A pesar de la poca luminosidad de la habitación continuaba embebida en la lectura, sin percatarme de que cada vez necesitaba forzar más la vista para entender las palabras impresas en el ya muy desgastado libro. Mi mente se encontraba en otro siglo y a miles de kilómetros, ajena a todo lo que me rodeaba. Me encontraba concentrada en la parte más emocionante del libro cuando de repente ¡pam!, un estruendo me sobresaltó y el libro se escurrió de entre mis dedos.

     

    Miré aturdida a mi alrededor durante varios segundos hasta que conseguí volver a la realidad. Conseguí levantarme a duras penas del suelo, con los músculos entumecidos de haber estado varias horas leyendo en la misma posición. Estaba devolviendo el ajado libro a su sitio en la estantería cuando el mismo ruido volvió a romper el silencio de mi dormitorio. "Noctuam", pensé. Me acerqué al gran ventanal y aparté las cortinas de un tirón. Entrecerré los ojos debido al molesto cambio de luz, pero cuando me acostumbré pude distinguir una figura situada sobre el el balcón. Tal y como había pensado, Noctuam, mi lechuza blanca como la nieve y de ojos ambarinos, traía el correo. Me acerqué a la agotada lechuza, que debido a su avanzada edad ya no sobrellevaba muy bien los largos viajes, y le arrebaté la carta que llevaba atada en la pata.

     

    - Por fin, ¡la carta de la academia! - exclamé con alegría tras leer el reverso. La lechuza, que se había apoyado en mi hombro, se sobresaltó ante mi griterío y salió volando para apoyarse sobre la mesa. - Llevaba siglos esperando esta carta, estoy ansiosa por empezar las cl... - mi discurso se interrumpió al ojear por encima el contenido del folio. Incrédula lo leí detenidamente de nuevo, dos veces y hasta una tercera. No podía ser, ¡las clases empezaban ese mismo día las 7 ! Miré alarmada el reloj de pared y vi como la aguja señalaba las 8 de la tarde. Tras unos segundos inmovilizada por la perplejidad, empecé a correr por la habitación sin saber que hacer.

     

    - ¡Maldita lechuza! ¡Siempre igual! ¡Ya no servirías ni como pasto para las hienas, inútil! - Arrojaba objetos contra el animal, que a pesar de su avanzada edad los esquivaba con soltura, acostumbrado a mis accesos de ira cuando traía correo que no era de mi agrado. - Debería jubilarte ya y hacerme una hamburguesa con tu carne y un collar con tus huesos, así al menos me habrías servido para algo.

     

    Continué despotricando contra la lechuza durante varios minutos más, hasta que ya no tuve nada más a mano para arrojarle. Entonces me di cuenta de que el tiempo corría en mi contra, y que cada segundo que perdía contaba. Me arrojé sobre el armario y cogí lo primero que se me ocurrió; una camisa negra ajustada, una falda de color rojo muy oscuro que se quedaba por encima de las rodillas y unas botas. Me puse unas botas negras y una gargantilla y me coloqué ante el espejo. Mi aspecto era bastante presentable, y tras pasarme los dedos por la larga cabellera azabache y aplicarme un poco más de sombra de ojos, consideré que estaba lista para partir. Sonreí emocionada ante el espejo, pero como siempre, esa alegría no se reflejó en mis fríos y gélidos ojos azules, que permanecían imperturbables ante cualquier emoción.

     

    Tras coger las cosas imprescindibles, entre ellas mi elegante varita negra y un par de libros, salí precipitadamente de la habitación. Me dirigí corriendo a las puertas de la mansión, arrojando fuera de mi camino a todo mago, bruja y elfo que se presentaba ante mi. Ya en la puerta lamenté no poder llamar a un coche de caballos que me llevase hasta mi destino como habían hecho en el libro que me encontraba leyendo pocos minutos antes. Por desgracia no iba a ser muy fácil encontrar uno en nuestra época, así que me conformé con salir corriendo en dirección a Hogsmeade.

     

    ***

     

    El cartel que rezaba "Las Tres Escobas" se dibujaba borroso ante mi. La carrera me había dejado extenuada; me faltaba el oxígeno y me costaba fijar la vista en algo sin marearme. Decidí sentarme en el suelo junto a la puerta, puestos a llegar tarde, lo haría bien, con clase. Me atusé el pelo y coloqué bien mis ropas mientras recuperaba el aliento. Un hombre de extravagante apariencia se había quedado mirándome junto a la puerta. Molesta por su actitud, clavé mi hostil mirada en él y exclamé: "¿Qué pasa? ¿disfrutando del espectáculo?". El mago apartó la vista incómodo y entro nerviosamente en el pub, lo que me hizo sonreír congraciada con migo misma.

     

    Tras unos minutos más me consideré preparada para entrar. Me paré unos segundos ante la entrada asiendo fuertemente el pomo de la puerta. A partir de aquí empezaría mi carrera hacia la cima. Necesitaba trabajar duro y esforzarme para llegar a ser algún día una gran maga y ocupar un lugar de renombre entre el bando mortífago, el cual me había atraído desde siempre. No cedería ante nada ni nadie, y si me faltase talento para destacar lo conseguiría a través del trabajo duro. Sí, estaba decidida a lograr mis metas a partir de este momento. Aspiré fuertemente y abrí la puerta.

     

    El pub era considerablemente grande, pero no me costó divisar a la clase. Dos imponentes brujas se encontraban rodeadas de jóvenes que las miraban expectantes. Al parecer ya habían empezado con las presentaciones, pues se iban levantando con timidez y se sentaban a los pocos segundos, tras lo cual el que se encontraba a su lado repetía la misma operación.

     

    Obviamente llegaba muy, muy tarde, aunque no me sentía avergonzada por este hecho, ya que estaba más que acostumbrada y había dejado de amedrentarme. Me situé con soltura en el primer hueco que vi, y cuando el compañero que estaba hablando bajaba la voz dando a entender que su presentación tocaba su fin, me aclaré la garganta sonoramente y me presenté.

     

    - Buenas tardes, mi nombre es Nerissa y pertenezco a la noble casa Rambaldi- paseé mi impertérrita mirada por cada uno de los alumnos y profesoras- Por mi acento podréis deducir que soy escocesa, de la bella isla de Skye, y mi edad ya la podréis conjeturar observándome. Mis pasiones son la lectura, los dragones, los idiomas, el rock y el heavy. Tengo grandes aspiraciones y espero llegar a ser una bruja de renombre. Como se diría en latín, Per aspera ad astra. Eso es todo.

     

    Volví a sentarme en la silla y esperé a que el resto de mis compañeros se presentasen, aunque como había llegado tarde no quedaban muchos. Observé minuciosamente a cada uno de mis compañeros, estudiando minuciosamente todo lo que revelaban con sus gestos y forma de hablar. Algunos eran muy ruidosos y me resultaban molestos, pero por lo general el ambiente me resultaba agradable. Por lo que pude oír entre sus conversaciones, las profesoras nos habían mandado buscar un compañero de habitación para pasar allí la noche. No me hacía mucha gracia dormir en un lugar como aquel, como pub no estaba mal pero seguro que la calidad de las habitaciones dejaba bastante que desear.

     

    Suspiré y volví a pasear la mirada por mis compañeros en busca de uno que me pareciese adecuado y no muy tedioso para compartir el cuarto. Aún así no encontré ninguno que me pareciese adecuado y no me gustaba ser la que empezaba conversaciones con desconocidos, así que decidí acomodarme en mi silla y esperar a que alguien viniese a mí. Por desgracia, mi aire poco amistoso solía rehuir a los desconocidos más que atraerlos.

     

    OFF ROL:

     

    ¡Hola! Antes que nada pedir perdón por el retraso, pero llevaba desde el lunes o martes sin poder acceder a internet así que no he podido hacer el rol antes. En verano estoy siempre de un sitio a otro y es bastante caótico :rolleyes:

     

    En cuanto a mi: me llamo Teresa, tengo 17 años y soy del sur de España. Este año comienzo la universidad, seguramente en Madrid :3 En realidad soy mucho más amistosa y simpática que mi personaje, aunque bastante tímida al principio y tengo aún peor genio que ella xDD Al igual que a mi personaje me encanta la lectura, el rock, el heavy y los idiomas :3 Mi sueño es virir fuera de España, tener una gran biblioteca y muuuchos gatos. Para cualquier cosa contactad conmigo, me encanta conocer nuevas personas! Bye ~

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  9. Datos Personales

     

     

    Nombre del Personaje: Nerissa Rambaldi

     

    Sexo: Femenino

     

    Edad: Joven

     

    Nacionalidad: Escocesa

     

    Familia(s):

    · Rambaldi

    · --

    Padre(s) Sanguíneo: Ashley Atkins

     

    Padre(s) Adoptivos: --

     

    Trabajo: --

     

    Poderes Mágicos

     

     

    Rango Social: Aprendiz

     

    Bando: Neutral

     

    Rango dentro del Bando: --

     

    Nivel de Poder Mágico: --

     

    Puntos de poder en objetos: 20

     

    Hechizos adicionales: --

     

    Puntos de poder en criaturas: --

     

    Criaturas controlables en asaltos y duelos: --

     

    Habilidades Mágicas: --

     

    Conocimientos Especiales: --

     

     

    Perfil del Personaje

     

     

    Raza: Humano

     

    Aspecto Físico:

    Mide 1.65, complexión atlética y piel tersa y pálida. Tiene una larga cabellera de color negro azabache que le enmarca el rostro y que cae hasta su cintura, liso y con suaves ondulaciones a partir de media espalda. Ojos grandes y de azul gélido enmarcados por largas pestañas y que siempre están resaltados con maquillaje oscuro, su mirada suele ser fría y poco expresiva. Nariz recta y pequeña, labios sarnosos y rojos que contrastan con la blancura de su piel. Tiene unos dientes blancos y rectos que suele mostrar en una sonrisa ambigua, que puede transmitir desde una gran sorna hasta una profunda calidez que nunca se refleja en sus ojos.

     

    Suele vestir ropa oscura y ceñida y casi nunca lleva vestidos, pues le resultan incómodos. Su cabello siempre está suelto y a veces se hace bucles, odia recogérselo. En el lado derecho de la espalda tiene un tatuaje de un dragón, concretamente de un Hébrido Negro.

     

    Cualidades Psicológicas:

    Su personalidad depende mucho del entorno y las personas que la rodeen. A primera vista parece una persona muy seria y distante, además se muestra muy tímida y reservada con las personas desconocidas, lo que hace que no suela profundizar mucho en las relaciones. Con gente de confianza se muestra más alegre, divertida y cariñosa, aunque no es muy dada a las muestras de afecto.

     

    Tiene poca paciencia, carácter, siempre llega tarde a los sitios y es muy impaciente. No le importa decir lo que piensa y no suele tener conciencia de las consecuencias de lo que suele decir. Sus actos, por el contrario, los suele meditar mucho. A veces puede mostrarse cortante y ruda, pero por lo general es educada. Es muy orgullosa y odia quedar en ridíc***, también es competitiva, siempre y cuando vea que tiene posibilidades de ganar. Cuando pierde los estribos puede ser un poco violenta, pero normalmente sabe controlarse. Le cuesta prestar atención a las cosas que no le interesa y tiende a ensimismarse en sus pensamientos. Es independiente y no le molesta la soledad, aunque prefiere la compañía de alguien cercano o de un buen libro. Siempre sigue sus ideales y no soporta las órdenes.

     

    Historia:

    Nerissa nació una lluviosa noche a la lumbre del fuego de una sombría y lúgubre sala de un castillo situado en la isla de Skye. La mujer que le dio a luz había llegado a las puertas del lugar durante en atardecer, pidiendo auxilio y asilo. Muchas horas después nacía una pequeña criatura de grandes y gélidos ojos azules a la que la desconocida llamó Nerissa. Esa misma noche convenció a los dueños de la casa de que cuidasen de la pequeña en su lugar, segura de que le proporcionarían una mejor vida y educación de la que ella le daría en su precaria situación.

     

    Así pues, los dos ancianos dueños de la hacienda que siempre habían anhelado una descendencia que la naturaleza no les había querido conceder, acogieron al bebé con los brazos abiertos. Tras un largo descanso, la misteriosa mujer desapareció a la noche siguiente del parto, dejando solo tras de sí la fugaz promesa de que algún día volvería.

     

    En los años siguientes Nerissa creció como cualquier otra chica de su edad. Sintiéndose amada y acogida por una pareja que sabía que no eran sus verdaderos padres, la niña tuvo una infancia feliz en la que no añoró a una figura materna ni paterna. Viviendo entre las paredes de un antiguo y hermoso castillo, con una situación económica muy holgada y unos cuidadores que quizás la mimaban en exceso, Nerissa siempre se sintió como una chica única y especial. Debido a la ausencia de otros niños en su entorno, pasó su infancia sumergida entre libros de fantasía y eternos paseos por los hermosos parajes escoceses que rodeaban el castillo. La niña solía pasar la mayor parte del día deleitándose con la vista que otorgaba la colina en la que se situaba su hogar, y corriendo sin parar por el inmenso campo que se extendía a su alrededor. A menos de un kilómetro de la hacienda se encontraba un gran lago donde solía leer en soledad o pescar con los ancianos que la adoraban como a una hija propia.

     

    Cuando contaba con 13 años de edad tuvieron lugar dos acontecimientos que, para bien y para mal, cambiaron radicalmente su vida. Tras una larga y sufrida enfermedad, la anciana que había sido lo más parecido a una madre que jamás había tenido falleció, dejando solos a su esposo y a ella. Ambos se encerraron en su dolor y su soledad durante los meses siguientes, en los cuales la joven solía pasar el día tumada junto al lago, buscando consuelo en la belleza del paisaje que le rodeada. Fue durante unos de estos días que, mientras tenía la vista perdida en las ondulaciones del agua, vislumbró el reflejo de una mancha oscura en el lago. Al alzar la vista observó como una negra figura se perdía en el horizonte... una figura que parecía lanzar fuego por la boca. Esta visión provocó en ella un gran cambio, pues le abrió las puertas de un mundo en el que ella siempre había creído y sobre el que había pasado su infancia leyendo. A partir de ese momento Nerissa empezó a emplear su tiempo en la búsqueda de rastros de seres mitológicos, y es así como en varias ocasiones tuvo en placer de poder contemplar la figura de un dragón o incluso de varios a la vez, ya fuera fugazmente o durante varios minutos. La joven quedó totalmente enamorada de estos seres, y a los 15 años se hizo un tatuaje en la espalda con el dibujo de un Hébrido Negro, el primer dragón que había visto y que nunca olvidaría.

     

    A los 16 años falleció también el anciano, dejando atrás una adolescente desconsolada y sumida en la melancolía. Incapaz de vivir más en ese castillo por los recuerdos que en él vivían y la soledad que le provocaba, la joven abandonó la hacienda y con la considerable fortuna que había heredado de los ancianos, y se marcho con mucho pesar de de la isla de Skye. Durante varios meses vivió en un sencillo apartamento de Escocia, donde se limitó a investigar sobre dragones, a explorar los poderes que había ido manifestando en los años anteriores y, en definitiva, a vivir una vida que cualquier adolescente con dinero habría querido vivir. Aún así nunca abandonó la isla de Skye, a la que siempre iba de visita cada pocas semanas.

     

    Cuando se acercaba su 17 cumpleaños, una mujer desconocida y aún así tremendamente familiar, apareció en su vida. Era la madre que la había abandonado cuando solo contaba con un día, y que ya se encontraba en coniciones de hacerse cargo de ella. A pesar de todo no le guardaba rencor, al contrario, le estaba agradecida, pues le había concedido una infancia que no habría cambiado por nada del mundo. Tras explicarle que en verdad la joven era una bruja (algo que no le sorprendió) y que pertenecía a una respetada familia del mundo mágico, ambas marcharon juntas de Escocia, y así fue como Nerissa abandonó Escocia para unirse a la familia Rambaldi.

     

     

    Pertenencias

     

    Objeto Magico Legendario: --

     

    Objetos Magicos:

     

    Objeto 1: Varita Mágica

    Clasificación: AA

    Puntos de poder: 20

     

    Objeto 2: --

    Clasificación: --

    Puntos de poder: --

     

    Mascotas y Criaturas:

     

    Criatura 1: --

    Clasificación: --

    Puntos de poder: --

     

    Criaturas en la Reserva:

    Criatura 1: --

    Clasificación: --

    Puntos de poder: --

     

     

    Elfos: --

     

     

    Licencias, Tasas, Registros

     

     

    Licencia de Aparición: No.

    Licencia de Vuelo de Escoba: No.

    Registro de XXX: --

     

     

    Otros Datos

     

     

    Otros datos:

    · Le encantan los idiomas; habla inglés, francés, español, italiano y japonés.

    · Se dedica a coleccionar libros, su sueño es poseer una enorme biblioteca propia.

    · Siempre que puede regresa a Escocia, además tiene álbumes llenos de fotos de su tierra natal.

    · Adora los dragones, por eso tiene un tatuaje de uno y muchísimos libros, dibujos, ilustraciones y cuadernos con apuntes sobre ellos.

     

    Cronología de cargos: --

     

    Premios y reconocimientos: --

     

     

    Links de Interés Referentes al Personaje

     

     

    Link al Perfil de Comprador MM: --

    Link a Bóveda Personal: Bóveda n° 101744

    Link a Bóveda Trastera: --

    Link a Bóveda de Negocio: --

    Link a Bóveda Familiar 1: Bóveda Familia Rambaldi

    Link a Bóveda Familiar 2: --

  10. Awwn estoy muy feliz, ya tengo familia! *^*

    Claro que me podéis llamar Tere, así me siento aún mas querida :blush: x33 Hoy mismo me paso por el club de Las Tres Escobas e iré a la mansión lo antes posible! También quiero dejar hecha la ficha pronto, pero aún no tengo ninguna idea para la historia de mi personaje :cry:

     

    Seré una buena hija Ashley, te vas a sentir orgullosa de mi (?) xD Y además tengo hermanos, me emociono ;^;

    Muchas gracias por acogerme y estoy encantada de conoceros a todos >.<

    Besos~

  11. ¡Hola a todos! Llevo desde el día que entré en el foro divagando sobre a qué familia unirme y al final me he decidido por esta, es la que me parece más interesante y acogedora, espero no equivocarme! :rolleyes: Vengo sin referencia alguna así que puede acogerme quien lo desee :P

     

    - Nombre: Nerissa Blackfire / El mío real es Teresa, no estoy segura de cual hay que poner xD

    - Ficha de personaje: ~

    - Bóveda personal: ~

    - ¿Qué parentesco quieres tener? ¿Con quien?: Me gustaría ser la hija de alguien, sobrina si nadie me quiere como sucesora :rolleyes: No tengo preferencia por nadie, que me coja quien quiera :3

    - ¿Quieres que la Rambaldi sea tu familia sanguinea o adoptiva? Sanguinea

    - Link a una imagen del dormitorio que tendrá vuestro personaje en la mansión. link

    - Link a tu cuenta en Facebook*: link

    - Email*: tere_rovi95@hotmail.com

    - Cumpleaños: 26 de septiembre

    - Edad: 17

    - País: España

Sobre nosotros:

Harrylatino.org es una comunidad de fans del mundo mágico creado por JK Rowling, amantes de la fantasía y del rol. Nuestros inicios se remontan al año 2001 y nuestros más de 40.000 usuarios pertenecen a todos los países de habla hispana.

Nos gustan los mundos de fantasía y somos apasionados del rol, por lo que, si alguna vez quisiste vivir y sentirte como un mago, éste es tu lugar.

¡Vive la Magia!

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