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Sara D. Granger

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Mensajes publicados por Sara D. Granger

  1. -Ésto, es la cura para las profesoras.- expliqué con orgullo para todos, a pesar de que solamente Centauro me había preguntado. Le sonreí con euforia y comencé a caminar. Me acerqué a Mariel y la abracé levemente. Su hombro estaba hinchado y de color violeta, y se notaba a lo lejos que le dolía muchísimo.

     

    -Eres una excelente bruja. Discúlpame por no esperarte.- le dije con arrepentimiento. Para intentar comprensarla, apunté con mi varita a su hombro; tenía algunas intenciones para con su brazo. -¡Ferula!- un cabestrillo apareció mágicamente, envolviendo su brazo en ángulo recto para mantenerlo inmovilizado. Era lo mínimo que podía hacer; al fin y al cabo, de haberla esperado quizás no se hubiese lastimado de esa manera. No podría curarla, pero sí evitar que se hiciera más grave.

     

    Llegamos al final de la caverna y volvimos a salir al exterior. En nuestro grupo ahora todo era felicidad y risas. Sabíamos que el Zombie permanecía allí dentro, pero tendría bastante con qué entretenerse si pretendía escapar. Las rocas aún bloqueaban la entrada de donde él se encontraba y dudaba mucho quee pudiera liberarse antes de que nosotros saliéramos de allí.

     

    Mariel nos indicó a Centauro y a mí que fuéramos a administrarles las pociones a las profesoras, y decidí no esperar. Troté suavemente hacia ellas y me coloqué en cuclillas. Destapé la botellita que había encontrado en la guarida de la criatura y la acerqué a los labios de Brardolla mientras elevaba un poco su cabeza. Separé sus labios lo suficiente como para que el líquido entrara en la boca de la bruja y luego me aseguré de que lo tragara. Observé a Centauro y un par de minutos después, Brardolla comenzó a recuperarse.

     

    Me reí animadamente, sin soltar a la bruja aún, esperando alguna señal de que estaba realmente bien. Pero en ese momento, ya nada importaba. Lo habíamos conseguido. Éramos cuatro magos jóvenes que habíamos logrado burlar al Zombie Maldito. Era una felicidad indescriptible la que sentía en ese momento; casi no me entraba la sonrisa en el rostro. Yo tenía algunos cortes en las mejillas y en los brazos, pero no dolían. Mi ropa aún era un desastre, pero agradecía seguir viva y poder salir de allí caminando en mis dos piernas. Me alejé un poco para darles tiempo a Brardolla y a Cye para que se recuperaran y me dediqué a observar a todos aquellos jóvenes, mis compañeros de aventuras.

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  2. Comencé a caminar junto a mi compañero; jadeando y agotada. Ambos nos veíamos cansados; y era porque realmente lo estábamos. Aquel fugaz encuentro con el Zombie me había dejado casi sin fuerzas ni ganas de continuar con ese viaje. Ya no sabía a dónde debía ir ni cómo salir de allí; quería irme a mi casa. Me senté en una roca que había allí, dispuesta a detenerme unos segundos y recuperar algo de energía. Como vi que Centauro seguía avanzando, levanté la cabeza y lo miré.

     

    -¿Me esperas unos minutos? No puedo más... -dije con una voz poco audible y volví a bajar la cabeza, cerrando los ojos y pensando en que debía seguir y llegar a mi meta. Era una joven fuerte y decidida; si me proponía algo no paraba hasta alcanzarlo; era muy perseverante en lo que realmente quería. Y en ese momento, lo único que quería era salir de allí y que todo aquello se acabara.

     

    La voz proveniente del bolsillo de mi compañero me sacó de mi ensimismamiento. Lo miré y pude ver la ramita que él había cortado del árbol viejo que había a la entrada de la caverna antes de que nos fuéramos. Sonreí y me dediqué a escuchar lo que la ramita tenía para decirnos. Nos estaba dando indicaciones; había otra entrada, según parecía, unos metros delante de nosotros. Conducía directamente al cruce de los pasillos de la caverna. Me reí animadamente y me paré. Había encontrado la fuerza suficiente como para seguir tras haber oído esas palabras de la rama.

     

    Comenzamos a correr de nuevo, a la par, ambos felices y con un nuevo motivo para seguir avanzando. Finalmente, la vimos. Allí estaba la entrada rocosa de la que había hablado el espíritu de la ramita. Suspiré y me detuve un momento en seco. Quería gritar que lo habíamos logrado; quería tirarme al piso y llorar de la emoción por haberlo conseguido; quería hacer tantas cosas... pero no tenía tiempo.

     

    Entramos velozmente a la caverna, y tal y como lo había indicado la ramita, allí estaba la intersección de los dos pasillos; la entrada a la guarida del zombie y el otro túnel, completamente bloqueado por piedras enormes. Agudicé el oído y pude percibir un sonido a movimiento procedente del túnel sellado. De seguro el zombie acababa de despertar, y estaba más enfurecido que nunca. En ese momento, recordé lo que quería hacer, y sin previo aviso me lancé corriendo hacia la guarida del zombie.

     

    Una vez allí, comencé a revisar cada rincón. Tenía el presentimiento de que algo había allí que podía ayudarnos, y que era eso lo que tendríamos que haber ido a buscar desde un principio. No había muchos frascos ni botellas, por lo que la búsqueda se hizo un poco más fácil. Inevitablemente, hallé la botella con forma de matraz, escondida en una grieta de una de las paredes. La tomé y pude observar que dentro había un líquido ligero como el agua; no parecía una poción espesa.

     

    Regresé sobre mis pasos y me uní a mi compañero. Sonreía; en ese momento era realmente feliz y me sentía bien. Estaba casi en un estado de euforia. ¿Qué dirían en mi casa cuando les contara que un grupo de magos jóvenes habían logrado salir de aquel lugar; del que se rumoreaba, no había escapado nadie? Y cuando les administráramos las sustancias a las profesoras, ¿cuáles serían sus reacciones? Comencé a caminar hacia la salida del túnel, con mi varita en la mano derecha y el frasco con la poción que había encontrado en la guarida del Zombie en la izquierda; sujetándolo con fuerza.

  3. Centauro tenía razón; no había tiempo para irnos por ahí a revisar. Además, mi Levicorpus ya había dejado de surtir efecto. Luego de que él me felicitara, el Zombie dejó de colgar cabeza abajo para volver a pararse sobre sus dos piernas e intentar atacarnos de nuevo. Sin dudarlo, él hizo levitar un tronco que había allí y luego golpeó al zombie en la cabeza con éste. Lo miré asombrada al ver que la criatura se derrumbaba.

     

    -Eso ha estado genial, amigo.- me sentía bien estando allí; sentía que formpabamos un excelente equipo. Él señaló una salida que yo no había visto antes, y corrimos, dirigiéndonos hacia allá. El lugar al final del túnel era un prado, pero no había rastro ni de las profesoras ni de las compañeras. Me asusté un poco; me sentía perdida. A lo lejos pude distinguir techos de casas que parecían conformar una pequeña aldea o un poblado, pero se veían bastante lejos como para hacerlos caminando.

     

    Me volteé a observar la salida del túnel. Apenas podía distinguir la silueta del zombie yaciendo en el piso. Sabía que no estaba muerto; no podía estarlo. Era una criatura que absorbía el poder mágico de las personas; no era lógico que fuera derrotado por un golpe en la cabeza. Estaba evaluando si sellar la entrada o no, pero decidí que iba a ser una mala idea. Después de todo, no quería quedarme en ese prado por siempre; y aún debíamos reunirnos con los demás para administrarles el agua a las profesoras y regresar a la Academia.

     

    Fijé mi mirada en mi acompañante y decidí esperar a que él propusiera algo. ¿Sabría dónde estábamos? Quizás no. Volví a observar el poblado en la lejanía, pero no se parecía a ninguno que hubiera visto antes. A simple vista era un poblado normal, pero posiblemente fuera una población muggle; o el zombie no sabía de su existencia. De ser así, explicaría por qué la criatura horrenda de la caverna se alimentaba de magos y brujas que llegaban a ese lugar y por qué no iba hasta el poblado a regenerar su poder.

     

    -¿Tienes idea de dónde es que estamos?- le pregunté, completamente insegura de qué debía hacer. Mi varita seguía lista por si necesitaba defenderme. Todo estaba extremadamente calmo, pero usualmente ése era el problema; la extrema tranquilidad que reinaba en un lugar. Habitualmente no era un buen presagio. Estaba atenta a todas las direcciones, pero no podía adivinar desde qué punto podría sucedernos algo primero.

  4. Un fuerte ruido como de explosión me llamó la atención, sacándome momentáneamente de ese estado de trance en el que me encontraba. Había oído a Centauro gritarme, por lo que todos los pensamientos de que estaba muerto se esfumaban de a poco de mi mente. Un muro de rocas que habían caído debido a la explosión sellaba la salida del túnel. Observé hacia el camino de donde se suponía él debía aparecer y pude verlo acercarse corriendo hacia mí; varita en mano, listo para el combate.

     

    -¿Tienes idea de qué hechizos podemos usar?- le pregunté, colocándome de espaldas a él y defendiendo la zona derecha de la caverna. Se me ocurrían varios hechizos que surtían buen efecto en humanos; pero jamás los había probado en Zombies Mutantes.

     

    De repente, sin que pudiera prepararme mucho, vi aparecer al Zombie. Avanzaba hacia mí con intenciones de embestirme con fuerza. Le apunté con mi varita, e intentando controlar el temblor de mi brazo, lo mantuve lo más recto y firme posible. Tragué saliva, y solté el primer hechizo que se me vino a la mente al tiempo que realizaba una floritura elegante pero bastante rígida.

     

    -¡Levicorpus!- el hechizo impactó de lleno en el Zombie, quien comenzó a colgar boca abajo de una cuerda imaginaria. Eso nos daría unos minutos; quizás para ir a buscar a Ash y escapar. Aunque yo tenía otro plan en mente.

     

    -Quiero ir a revisar la guarida del Zombie.- le espeté a Centauro, con el sonido de los quejidos de la criatura de fondo. Antes de que pudiera replicar lo observé fijamente y seguí con mi discurso. -Tengo el presentimiento de que allí hay algo que se nos escapa. ¿Vienes conmigo?- le pregunté y aguardé su respuesta. Sabía que mi Levicorpus no duraría eternamente, pero en ese momento había algo más que me preocupaba: cómo salir de ese túnel. La salida estaba bloqueada y no se me ocurría otra manera de escapar.

  5. Comencé a caminar en dirección a la caverna, detrás de Centauro. Iba a adelantarme; si el Zombie me alcanzaba, al menos podría avisar a Mariel; o gritar. Tragué saliva mientras avanzaba. La caverna, como era de esperarse, estaba oscura; la entrada se encontraba un poco más iluminada debido a la poca luz de sol que recibía; pero no muy lejos de allí, la oscuridad era prácticamente total.

     

    -¡Lumos!- exclamé al tiempo que alzaba mi varita. Una bola de luz blanca apareció en el extremo de ésta y me permitió observar con más detalle el lugar por el que transitaba. Las paredes eran grises, de roca y sin apariencia de que hubiera demasiada vida. Cada tanto, un poco de musgo verdoso decoraba la roca lisa, dándole un aspecto un poco más natural al entorno.

     

    El suelo era lodoso, pero no estaba duro como en el exterior. Mis huellas quedaban marcadas en el barro y sentía que me hundía cada vez más a cada paso que daba; pero eso no me impedía continuar hasta llegar a donde quería. En determinado lugar, pude apreciar que la cueva se abría, separándose en dos caminos. El barro proseguía en ambos, pero solo uno tenía pisadas marcadas en él. Supuse que eran las de Centauro, por lo que tomé el camino contrario al de las huellas. De seguro ya habría encontrado el agua, y mi trabajo era intentar detener al Zombie de que avanzara para que pudiéramos llegar al exterior sanos y salvos.

     

    Pensé, en ese momento, en mi habitación del Castillo Ravenclaw, y en el libro de Pociones que había dejado sin terminar. Pensé, además, en mi familia; en mi padre, en mis hermanos (aunque la relación con mi hermana no era buena), en mis primos y en todas las personas que había conocido allí. Comencé a sentirme algo deprimida, como con un impulso repentino de romper en llanto allí mismo. Ignoré ese sentimiento y seguí avanzando, con los ojos llenos de lágrimas, consecuencia de una angustia injustificada que me asaltaba de golpe. Me imaginé que debía ser alguna otra maldición o algún efecto del lugar y de lo que allí habitaba.

     

    En un determinado momento; unos minutos después de haber tomado el camino opuesto al de las pisadas, llegué al final de aquello que parecía un túnel, y en él estaba recreada una suerte de guarida. Empuñé la varita firmemente, manteniéndola delante de mi cara y mirando en todas direcciones, en busca del Zombie. Mi respiración se aceleró, y pude sentir mi corazón latiendo con fuerza y golpeando contra mi pecho.

     

    Sin embargo, luego de unos segundos en los que el aire pareció condensarse y volverse espeso a mi alrededor, me di cuenta de que el Zombie no estaba allí. ¿Me habría equivocado de camino? ¿Y si la criatura había salido antes de que pudiéramos entrar y estaba atacando a las profesoras? Me aterré. Estaba segura de que no podría haber nada peor hasta que manejé la tercera hipótesis. ¿Qué tal si el Zombie se encontraba cerca del agua y Centauro se había topado con él? Chillé, asustada y comencé a correr sobre mis pasos. Llegué a la intersección de ambos pasillos y miré en todas direcciones.

     

    -¿Centauro? ¡Centauro! ¿Dónde estás?- grité mientras un escalofrío me recorría la espalda. ¿Y si nunca llegaba a contestarme porque estaba... bueno; muerto? Tragué saliva e intenté contener las lágrimas que lentamente intentaban escapar de mis ojos. La caverna estaba completamente en silencio, excepto por el sonido de mi pesada respiración... y por un extraño chapoteo que provenía del camino que posiblemente había seguido mi compañero.

  6. Mariel fue la primera en estar de acuerdo con lo que proponía. Le sonreí apenas, agradeciéndole no haberme dejado sola en aquel momento. Empuñé mi varita y la observé mientras ella hacía lo mismo conmigo. Parecía una chica algo nerviosa, pero estaba segura de que podría ser de gran utilidad si llegáramos a estar en peligro. Se veía como una joven con buenos ideales y con quien era agradable entablar una amistad.

     

    -Genial. Iremos juntas, así Centauro y Ash podrán ir en busca del agua.- asentí, totalmente de acuerdo con su plan de ser mi compañera de búsqueda. Sería una muy buena oportunidad para conocernos mejor; quizás hasta me fuera con una amiga de mi clase de Generales.

     

    Comencé a caminar en dirección a la caverna. Pude ver apenas a las dos profesoras, ocultas por el árbol que nos había dado las indicaciones previamente y suspiré. Me iba a enfrentar a un Zombie Maldito, sin instrucción alguna más que la de un viejo y arrugado árbol y no sabía si volvería a ver la luz del sol otra vez. Ese pensamiento me inquietaba desde hacía un rato, pero intenté ignorarlo para no echarme hacia atrás en ese punto. Ya habíamos llegado lejos; muy lejos, y no iba a abandonarlos a todos en ese lugar.

     

    -¿Vienes?- volteé a ver a Mariel, esperando a que me alcanzara para adentrarnos juntas en esa caverna oscura y maldita. Repasé mentalmente los hechizos que conocía. Quizás no destruyeran al Zombie, pero podrían darnos algo de ventaja y de tiempo si debíamos huir. Mi varita de treinta y seis centímetros se encontraba firmemente sujeta por mis largos y blancos dedos, preparada para ser utilizada en cualquier momento.

  7. Escuchaba atentamente todo lo que decía el árbol antiguo mientras sentía sus raíces en mis pies. Quería esbozar una sonrisa pero no lo lograba. No tenía miedo pero no me gustaba aquel lugar, ni quería permanecer allí mucho más tiempo. De repente, y tras haber recibido todas las instrucciones pertinentes por parte del viejo árbol, la misma voz profunda resonó por todo el predio; ésta vez con más intensidad. Era esa criatura, el Zombie Maldito del que nos había hablado el árbol; sólo que parecía haberse regenerado bastante.

     

    En ese momento, terminé de comprender todo el panorama. Las mágicas eran las profesoras; el Zombie se estaba regenerando y absorbiendo los poderes de Cye y Brardolla para hacerse con el poder y volver al mundo mágico para hacer vaya uno a saber qué clase de cosas horribles. Se me ocurría una larga lista en ese momento, pero intenté apartar esos pensamientos negativos de mi mente y me centré en ese momento. Estábamos en aquel bosque extraño; ya sabíamos lo que había dentro de la caverna y lo que sucedía realmente. Sólo nos restaba entrar y derrotar al Zombie para hacernos con la cura para las profesoras.

     

    Centauro dijo que él iría, y Mariel decidió acompañarlo. Pude percibir el miedo en la voz de ella, pero la chica estaba muy plantada en su postura. No podía permitir que se fueran ellos solos mientras Ash y yo nos quedábamos fuera. ¿Y si el Zombie los atacaba? ¿Y si no conseguían la cura y nos quedábamos allí todos? Tragué saliva y decidí actuar antes de que fuera demasiado tarde.

     

    -¡No! ¡Esperen!- les grité desde mi lugar, dando un par de zancadas hacia ellos. Coloqué una mano en el hombro de Centauro para detenerlo. -Creo que deberíamos ir los cuatro. Ya oyeron al árbol; allí hay dos pasillos. Uno lleva a la guarida del Zombie y el otro hacia el agua.- expliqué. No perdía nada intentando que me escucharan, y me parecía una idea totalmente racional.- Quizás, si vamos todos y nos separamos, dos pueden distraer al Zombie o llevarlo hacia otro lugar mientras la otra pareja se hace con el agua que estamos buscando... ¿No creen? No quiero quedarme aquí para siempre, ni que muera alguno de nosotros.- concluí mi discurso y los miré, centrando mis orbes azules unos segundos en Mariel, luego en Centauro y luego en Ash.

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  8. Ash estuvo de acuerdo conmigo en dividir la savia. Tomó la botella que le ofrecía y se acecó a unas rocas con forma de cuenco. Extrajo apenas unas gotas en cada una y luego tapó la botella. Me la devolvió, pidiéndome que la guardara. Asentí e hice caso a sus indicaciones; yo tampoco quería tener que utilizarla, pero nunca se sabía; y en aquel lugar menos.

     

    Tomé uno de los cuencos y me acerqué a Centauro. Me coloqué en cuclillas junto a él e incliné el cuenco hasta que el líquido verde comenzó a gotear. Esperé a que tocara sus labios y me alejé. Le di espacio suficiente para que pudiera incorporarse y analizar la situación. Lo observé, unos pasos más lejos hasta que finalmente despertó. Se incorporó, sujetándose la cabeza con ambas manos y agudicé la mirada, en caso de que necesitara algo.

     

    Lo dejé incorporarse y encontrarme con la mirada. Un suspiro de alivio salió de mis labios cuando vi que él se encontraba bien al igual que Ash y yo. Volteé brevemente a ver cómno le iba a Ash y pude ver que Mariel también estaba incorporándose. De repente, Centauro habló, intentando llamar mi atención y averiguar cómo había llegado hasta allí.

     

    -Hola. Pues sí, es más o menos lo mismo que recuerdo yo. Y sí, la voz también la oímos Ash y yo; y de seguro que Mariel también. Lo que te he dado es savia de aquel árbol,- señalé el arbol antiguo de donde había sacado la savia- que fue lo que nos despertó a Ash y a mí. Las profesoras siguen inconscientes; estamos debatiendo qué hacer con ellas. Tenemos un poco más de sobra, por si las dudas.- le expliqué suavemente, intentando no agobiarlo mucho.

     

    Lo tomé de la mano y lo ayudé a levantarse del piso. Ya en ese momento no me interesaba la ropa ni el lodo en mi cuerpo. Estaba viva y consciente; tenía mis habilidades mágicas como siempre aunque mis sentidos se sentían como al ciento diez porciento. Volví a dar una recorrida con mi mirada en derredor. La sensación de que no estábamos solos allí aún estaba latente en algún lugarcito de mi cerebro. Tragué saliva y me dirigí hacia Ash y Mariel.

     

    -¿Qué tal las cosas, chicas? ¿Te sientes bien Mariel?- la observé con comprensión, sonriéndole amistosamente. No la conocía, pero ese no era momento para dividirnos por aspiraciones o familias. Estábamos los cuatro metidos allí, y no podríamos salir si no nos uníamos.

     

    -¿Qué haremos con las profesoras?- paseé la mirada entre mis compañeros, buscando respuesta de alguien. ¿Debíamos internanrnos nosotros en la caverna? ¿O debíamos despertar a las profesoras, esperando que nos ayudaran?

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  9. Paseé mi mirada por el lugar. Además de desolado y maldito, parecía que el tiempo no avanzaba de igual manera que en otros lugares. El cielo permanecía como si fuera mediodía, pero habiendo arrivado a las once a aquel lugar, era imposible que sólo huiera pasado una hora. ¿O eran imaginaciones mías?

     

    De repente, Ash sugirió una idea. Yo estaba completamente perdida y creía que no podría haber nada peor que eso, así que me detuve a escucharla atentamente. Al finalizar su explicación, la observé y parpadeé un par de veces, analizando su discurso. Finalmente, sonreí con convicción. Era el mejor plan que había oído... y era el único que teníamos en ese momento.

     

    -¡Me encanta tu idea!- expresé felizmente y caminé hacia el árbol que estaba junto a mí mientras estaba en el piso. Lo toqué, toqué su tronco y sus ramas más bajas, y no encontré nada. Estaba distraída en eso cuando Ash volvió a hablar, esta vez para hacerme una pregunta que me tomó completamente por sorpresa. Me detuve en seco y la observé atentamente, aún sin creer en lo que había oído de boca de ella.

     

    Ash había respondido a todas mis preguntas, pero me impactó más la suya. Ella también había oído la voz. Por una parte me alegré; esa magia poderosa no había alterado mis sentidos; pero por otro lado, me preocupé. Eso quería decir, que, efectivamente, no estábamos solos allí. Y además, que algo horrible estaba sucediendo con nuestros compañeros. Tragué saliva y la miré fijamente a los ojos, del mismo azul intenso que los míos.

     

    -Sí, oí perfectamente esa voz. Creía estar alucinando, pero veo que no fui la única.- volví a mirar nuevamente en dirección a la caverna y luego paseé la vista por cada uno de mis compañeros, quienes aún yacían en el piso.

     

    Borré el recuerdo de esa voz horrible de mi mente y me concentré en lo que había estado haciendo segundos antes. Seguí tanteando el árbol, intentando encontrar de dónde provenía ese líquido hasta que de repente, una gota me cayó en la frente. Automáticamente miré en la dirección de donde había caído y encontré un hilo verde de ese líquido viscoso. ¡Era savia! Nunca había sido más que savia.

     

    -¡Encontré el lugar de donde proviene ese líquido!- le exclamé, de espaldas a ella. Estaba un poco alto y no llegaba a alcanzarlo. A pesar de que era más alta que casi todas las mujeres promedio que conocía, no lograba que mis dedos llegaran a tocar la savia. Quizás a Ash se le ocurría algo para poder distribuírla entre todos.

     

    De repente, recordé que había traído dos botellas de agua. Saqué una del bolsillo interno de mi capa (el cual estaba sometido a un encantamiento para expandir el interior) y la vacié entre unos matorrales. Tenía otra de repuesto, pero en ese instante lo menos que sentía era sed. Apunté con mi varita hacia la savia, me aclaré la garganta y me concentré bastante.

     

    -¡Accio savia!- el hilo verde se unió a la punta de mi varita y pude fácilmente llevarlo hasta la botella, donde esperé a que cayera un poco. Yo había recobrado el movimiento con un par de gotas, así que supuse que no se necesitaría demasiado más para despertar a los demás. Me volteé hacia Ash y le enseñé la botella con la savia.

     

    -Bien, de acuerdo. Yo a Centauro y tu a Mariel. ¿Nos dividimos la savia?- le pregunté al ver que teníamos una sola botella con savia y dos personas para despertar. La miré, esperando una respuesta. Para sorpresa mía, la savia permaneció dentro de la botella. Esperaba que fuera inmune a la magia y se evaporara o que directamente no pudiera atraerla con el Accio.

  10. De repente, un par de ojos azules aparecieron en mi campo visual. Identifiqué a Ash Black, la chica que había tachado su nombre y a quien había encontrado vestida muy elegantemente pero inconsciente. Ella me observaba, deteniéndose en mí. Yo le devolvía la mirada y me preguntaba por qué ella podía moverse y yo no. Yo aún permanecía allí, acostada en ese suelo lodoso y duro, con mi ropa rasgada y sucia y mi cabello revuelto y enredado. Ash no lucía muy diferente; su ropa también estaba rasgada y sucia.

     

    Intercambiamos miradas un rato hasta que, como de la nada, un líquido viscoso cayó sobre mi cara, encima de mis labios y en los alrededores de mi boca. Lo lamí y la sensación en mi lengua fue extraña. No era precisamente jugo de calabaza, pero, para mi sorpresa, no tenía mal sabor. ¿Qué era? ¿De dónde había caído?

     

    No tuve mucho tiempo para pensarlo ya que a los pocos segundos un leve cosquilleo comenzó a subir por mis piernas, expandiéndose hacia mi estómago y mi torso y pasando luego por mis brazos. Finalmente, sentí el cosquilleo subir por mi cuello y me encontré a mí misma moviendo mis dedos. ¡Podía moverme! ¿Qué clase de magia era esa?

     

    -¿Qué ha pasado?- le pregunté a Ash mientras me incorporaba antes de pararme. Tanteé el suelo en busca de mi varita y la sujeté con mi mano derecha. Pude observar por primera vez todo el panorama a mi alrededor. Éramos dos chicas jóvenes en un lugar que no conocíamos, rodeadas por los cuerpos inconscientes de nuestras profesoras y compañeros. Tragué saliva. Ese lugar no me agradaba para nada.

     

    Recordé la voz áspera que me había despertado minutos antes y automáticamente un escalofrío me recorrió la espalda. Miré hacia la caverna en un intento por convencerme de que allí no había sucedido nada y luego regresé mi mirada hacia Ash. Intercambiamos miradas; azul chocando con azul; y luego me atreví a romper el silencio.

     

    -¿Tienes idea sobre qué podemos hacer para despertar a los otros?- dudé en contarle lo de la voz que había oído. Creí que ella también debería haberla oído, pero no estaba segura. ¿Y si había sido sólo mi imaginación? No podía imaginar lo raro que sería eso para alguien más.

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  11. Abrí mis ojos azules y me encontré observando un cielo completamente despejado de color celeste. Mi visión era interrumpida por las ramas más altas de los árboles, que parecían cerrarse formando una cúpula sobre mí. Estaba tendida en el piso, boca arriba, en una posición bastante incómoda. ¿Cómo había llegado allí? <<El traslador>>, pensé, pero recordaba haber caminado hasta un lugar antes de caer... Y recordaba personas. Recordaba gente con apariencia de muertos en vida; con las ropas raídas y la piel completamente pálida, como si su sangre se hubiera drenado de golpe.

     

    Observé lo que pude de mi propia ropa. Para mi sorpresa, yo estaba en un estado parecido. Mi blusa fucsia estaba rasgada en muchos lugares, y no hablar de mis medias. Entre las raíces de los árboles, con las que me había tropezado muchas veces, y esa maldición, o hechizo o lo que fuera eso, mi ropa estaba hecha un desastre. Me observé, además, un brazo y cada tramo de piel que llegué a observar. Estaba completamente pálida, más de lo que era habitual en mí.

     

    Olfateé el ambiente desde mi posición. Ese olor a putrefacción se había disipado un poco, y aunque no olía a rosas, ya se podía pasear por allí sin cubrirse la nariz con la manga de la capa. Intenté moverme pero no lo logré; sólo sentía mi pecho subir y bajar al compás de mi respiración, que era cada vez más rápida. Cerré los ojos e intenté pensar, ¿qué podía hacer para intentar librarme de esa condición? Una vez que lo descubriera, podría hacer lo mismo con mis compañeros.

     

    No se me ocurría nada, y sentía que el tiempo avanzaba; a pasos agigantados de a momentos, y a paso tortuga luego. Era una tortura estar allí, tendida en ese suelo duro y lodoso, sin poder moverme, sin nadie lo suficientemente cerca como para sentir el calor humano. ¿Cuánto tiempo llevaba allí? ¿Una hora, quizás? ¿O tan sólo veinte minutos? No lo sabía, y no tenía manera de saberlo.

     

    Notaba mi cabello enredado debajo de mí a los costados de mi cabeza. Imaginaba que era una maraña lodosa y castaña clara, casi rubia. No me había fijado en si podía hablar, por lo que intenté pronunciar algún sonido. Si lograba hablar, quizás gritar bastaría para que alguien me escuchara… si es que había alguien viviendo cerca de allí. Mi cerebro recibió la orden dada de producir un sonido, pero mis cuerdas vocales no colaboraban. Sabía que quería hablar y lo que quería decir, pero no lograba proyectar el sonido hacia el exterior. Me frustré; esa vez más que cualquier momento anterior. Detestaba eso; el lugar, la situación, el estado de mi ropa, mi piel y mi pelo; detestaba que a mis compañeros y a las profesoras les pasara lo mismo. Detestaba estar allí y punto final.

     

    Seguí contemplando el cielo; era lo único que podía hacer. No había nubes, estaba completamente despejado, y aun así no sentía calor. Ni frío. Había una temperatura sumamente agradable en ese lugar. Quizás se debía a que las ramas más altas de los árboles recibían todos los rayos de sol directamente, no dejándolos llegar al suelo. Lentamente, me fui quedando dormida debido al aburrimiento y al cansancio acumulado producto del tiempo que llevaba acostada allí.

     

    *~*~*~*~*~*~*~*

    Una voz áspera me despertó. No había soñado nada, lo cual no me asombró en lo absoluto. Estaba acostumbrada a las noches sin sueños. Olvidé que no podía moverme e intenté sentarme en el piso, volviéndome a frustrar ante el no poder mover ni un músculo. Escuché con atención y pude distinguir que la voz provenía de la caverna, y que se hacía cada vez más y más lejana. Supuse que era alguien que acababa de salir de allí y que ahora volvía a entrar.

     

    Su voz era áspera y profunda, y no lucía muy feliz. No era la clase de voz de un nativo o de una persona que ha ido a ayudar a otra. Al contrario; no parecía contento de tenernos allí. Aún no me podía mover, ni hablar, por lo que me limité a escuchar. Según lo que había podido entender, la única persona que podía sacarnos de ese estado, no estaba allí. Debía ser alguien que no hubiera caído en la maldición en la que nos encontrábamos todos; y de la que no podríamos escapar por nosotros mismos.

     

    Luego, agregó algo como que nuestros poderes se habían ido para la reconstrucción de su cuerpo. ¿Reconstrucción de su cuerpo? ¿Ido? No entendía nada de todo ese discurso, pero sí sabía algo: debía permanecer allí tendida hasta que alguien apareciese e hiciese algo por liberarnos. Y eso podía suceder a la hora… o nunca.

     

    OFF:

     

    Bueno, hola :3 Iba a dejar mi rol anoche, y aunque lo escribí y todo, luego me di cuenta de que no lograba entender del todo los roles de las profesoras, y por ende, no sabía si lo que había escrito estaba correcto. Ahora, a lo que Centauro posteó, pude adecuarlo a lo que había leído (perdón si es un tocho, aunque el rol que escribí anoche era un poco más largo).

    Coloco esto aquí para que no quede "colgado" del rol; aunque el OFF indique que no pertenece a la narración.

     

    En fin, espero correcciones, y que alguien más postee :)

     

    Un saludo!

     

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  12. Luego de mi animada charla con mi nuevo hermano Franko, había notado que Isy, mi otra hermana, nunca había hablado. Me iba a acercar a decirle algo, saludarla o, por lo menos, intercambiar una mirada con ella cuando me encaró de manera poco amistosa; preguntándome quién era de una forma que dejaba ver que no le caía bien. Ya mi hermano estaba callado, parecía estar siguiendo las órdenes de ella. Tragué saliva y la observé, sin poder hablar. Acababa de llegar y ya no le caía bien a alguien, qué genial era mi vida.

     

    -Me... Me llamo Sara, y soy la nueva hija de Kurt...- tartamudeé mientras señalaba a Kurt con mis pulgares, haciendo un gran esfuerzo por no desmayarme. La mirada reprobatoria que Isy me lanzó me hizo retroceder un paso. Luego comprendí que, en parte, podía deberse a que había abrazado a Kurt. De seguro él no los abrazaba seguido (por no decir nunca), y por un momento sentí lástima por ella.

     

    Intenté ablandar mi mirada un poco, pero ella no cedía. No me estaba sintiendo cómoda con esa situación, por lo que me zafé de su mirada, centrando la mía en un punto imaginario en la pared a mi derecha. No había nada allí, pero yo actuaba como si lo hubiera. No era la clase de bienvenida familiar que uno espera recibir, pero como ya me habían dicho todos, debería acostumbrarme a que las cosas fueran así a partir de ese momento.

     

    Pude notar como una de las jóvenes mujeres que estaba en la sala me guiñaba un ojo. No sabía quién era, pero ese sencillo gesto me obligó a sonreírle cálidamente. Por dentro me sentía bastante mal tras la reacción de Isy, pero no valía la pena arruinarlo todo.

     

    OFF:

     

    Oh, hola :3 Uff, por un momento creí que tú también me odiarías v.v No quedará otra que aprender a convivir (aunque de seguro viviremos discutiendo xD). En fin, gracias por tu bienvenida (? Okno u.u

     

    Nah, gracias :3 Un saludo!

  13. Me solté del abrazo de Kurt y lo miré. Sus ojos celestes se encontraron con los míos, azules oscuro, que en ese momento lo observaban sin enteder demasiado lo que sucedía allí. Cada vez había más gente en la sala; ¿o era que yo no los había visto antes? No me caracterizaba por ser una joven distraída, pero se me podía haber pasado.

     

    Kurt me aclaró que no era muy expresivo, y yo asentí apenas. Me miré los pies y retrocedí unos pasos. Iba a susurrar un <<Lo siento>> pero él me aclaró de que por esa vez estaba bien. Aún seguía sintiéndome como una extraña, aunque ya el susto prinicpal había pasado. Tragué saliva y cerré los ojos un momento, dejando que un par de segundos corrieran.

     

    Una risa de chico me sacó de mi ensimismamiento. Miré en la dirección de la que procedía la voz y me encontré con un chico y una chica; bastante parecidos entre sí. La chica no decía nada, pero el chico se reía, no con sorna, sino como si alguien hubiera contado alguna broma de la que yo no me hubiera enterado. Lo observé con atención y él comenzó a hablar. Dijo que, en efecto, Kurt no era para nada expresivo. Y me indicó que no esperara mucho de él. Y luego siguió riéndose, dando a entender que era una broma para molestar al Ravenclaw. Me reí también. Ese chico me caía bien.

     

    -Un gusto conocerte Sara, yo soy Franko y ella es Isy.- me dijo señalándome a la chica a su lado.-Nosotros somos tus hermanos.- añadió con una sonrisa. Los observé con atención. ¿Mis hermanos? No sabía que los tuviera. Les sonreí con una de esas sonrisas que no solía dedicarle a muchas personas; una sonrisa que decía que claramente ellos me caían bien.

     

    -Oh, un placer conocerlos. ¿Ustedes... Son gemelos?- les pregunté algo avergonzada. Sabía que esa clase de preguntas solía no ser indicada en conversaciones, pero no pude evitar preguntarlo. Se parecían mucho.

     

    Según los sucesos del momento, noté que había llegado en un momento bastante incómodo. Y no sólo para mí; mis dos hermanos parecían también algo desconcertados, aunque no tanto como yo. Todas las miradas estaban puestas en Kurt, y en otro hombre que estaba amordazado y a quien mi padre observaba fijamente. La mujer pelirroja que había gritado unos minutos antes pedía explicaciones, y otra joven hablaba sobre algo como un cabaret... ¿Un cabaret? Tragué saliva y me coloqué junto a Franko e Isy.

     

    De repente, ambos hombres comenzaron a intercambiar diálogos. El hombre amordazado y atado parecía estar pidiendo disculpas por una supuesta desaparición. Y luego, dijo que él aún amaba a Kurt. Mi corazón se encogió y no pude evitar morderme el labio. Suspiré y seguí escuchando. Mi padre aún no variaba demasiado su expresión, y parecía estar luchando internamente con algo... o alguien. Mi mirada cambiaba desde mi padre hasta el hombre atado, y luego de vuelta a mi padre. También la paseaba por todas las personas presentes en la Sala. No sabía si moverme o quedarme quieta, pero como todos observaban la escena que se estaba generando en ese momento, decidí hacer lo mismo.

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  14. Hola, vengo a ver si hay lugarcito para mí en esta familia :3 Así que dejo mi ficha de registro, a la espera de una respuesta :3

     

     

     

    Ficha de inscripción:

    Ficha: En proceso.
    Bóveda: En proceso.
    Sanguínea o Adoptiva: Sanguínea.
    Skype (sólo si el usuario desea colocarlo, de otra forma puede enviarse mp a los patriarcas): Sara Alonso (así aparece mi Skype. Pueden mandarme un MP por cualquier cosa)
    Mascotas u elfos domésticos: No tengo.
    ¿Por qué quieres pertenecer a esta familia?: Pues, porque me parece una familia interesante, por las aspiraciones que tengo (Odefas) y bueno, supongo que por eso.
    ¿Con quién quieres tener alguna clase de parentesco y cuál?: Me da igual; con quien quiera adoptarme.

     

    Bueno, eso sería todo. Espero haber completado las dos líneas necesarias para no hacer spam :unsure:

    Mi ficha y mi bóveda están pendientes; las traeré en cuanto estén listas (espero que puedan aceptarme igual :S). Prometo ser activa :D

     

    Un saludo!

  15. Kurt apareció en la sala, sin entender demasiado lo que sucedía. Yo aún seguía callada en un rincón, pero cuando lo vi entrar esperé a que terminara de hablar con la mujer que me había saludado a mi llegada para correr hacia él y abrazarlo. Eran más nervios que otra cosa, pero si no lo veía creía que iba a desmayarme en ese instante.

     

    -¡Kurt!- exclamé y me lancé a sus brazos. Estaba segura de que todos observaban la escena; después de todo, yo era la nueva en el lugar y estaba abrazando a Kurt como si nada. En ese momento, sólo quería hablar tranquilamente con alguien, e irme a mi dormitorio lo más rápido posible.

     

    Me solté del abrazo y retrocedí unos pasos, algo avergonzada. Comencé a recorrer la estancia, observando todos los detalles, esta vez sí, con atención. Iba a dejar que mi padre hablara con las otras personas, ya que parecía que había llegado en un momento no muy adecuado. Me culpé mentalmente por eso, pero rápidamente despejé mi cabeza de esas ideas y seguí prestándole atención a los objetos del lugar.

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  16. Un elfo (que supuse era de la familia) me abrió la puerta y me observó con sus grandes ojos verdes. Me indicó con una seña que pasara y así lo hice, parándome un par de pasos luego del umbral de la puerta y observando todo a mi alrededor. Escudriñé cada rincón con atención, prestándoles suma atención a todos los detalles. El elfo se paró a mi lado y yo volví a observarlo, y él comenzó a guiarme por el Castillo. Mis nervios aumentaban a cada paso que daba. ¿Habría más gente? ¿Y si Kurt no estaba?

     

    A medida que avanzábamos por aquel lugar, oía voces y risas que se hacían cada vez más fuertes y nítidas. Definitivamente, allí había más gente. Me preparé para muchas reacciones distintas; aunque no creía que me atacaran. Detestaba ser el centro de atención. Ingresé a la sala de estar junto con el elfo, quien me dejó allí, hizo una reverencia y se fue. Una mujer que estaba allí se volteó a mirarme con asombro, sin entender demasiado. El elfo me había presentado como hija de Kurt antes de irse, y nadie parecía entender demasiado.

     

    -Bienvenida, corazón- fueron sus amables palabras. Le sonreí en respuesta mientras sentía el calor subir por mi cuello y cara.

    -Hola, gracias. Un placer.- le respondí, tartamudeando un poco debido a lo nerviosa que me sentía en ese momento.

     

    Pero de repente el piso y las paredes comenzaron a temblar. La temperatura del ambiente aumentó notablemente y pude ver como la gente a mi alrededor se tapaba los oídos. Yo intenté hacer lo mismo pero no fui lo suficientemente rápida como para hacerlo. Un grito proveniente de lo más profundo de la garganta de la mujer que me acababa de saludar retumbó por cada rincón del inmenso Castillo. Era un grito fuerte y furioso; era un grito que expresaba claramente una furia incontenible.

     

    Parpadeé perpleja cuando el grito acabó, aunque aún parecían quedar secuelas del sonido. Aún había un leve eco que retumbaba en el ambiente y en mi cabeza. Respiré profundo, cerrando los ojos y exhalé al tiempo que abría mis orbes azules. Volví a observar todo a mi alrededor y permanecí callada. Caminé un poco hacia uno de los rincones y me quedé allí; intentando disimular haciendo que pareciera como que estaba observando la decoración.

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  17. Una lechuza blanca como la nieve se había metido por la ventana de mi habitación del Castillo Ravenclaw y me había encontrado en mi cama, leyendo un libro sobre Pociones. Inmediatamente pude leer el remitente; la Academia de Magia y Hechicería. Cerré el libro, marcando donde lo había dejado, y me apresuré a tomar la carta. Pero la lechuza seguía allí. No sabía qué debía hacer; si ofrecerle dinero, comida o espantarla. Finalmente, me decidí por la segunda opción, y bajé corriendo hasta la cocina del Castillo, donde sabía que había algunas semillas. Tomé un puñado y corrí escaleras arriba.

     

    La lechuza seguía allí, esperando pacientemente. Deposité el puñado de semillas en la bolsita de cuero que traía en una pata, le acaricié las plumas de la cabeza y la observé alejarse volando. Yo contemplé mi carta y la abrí con ferviente emoción. En ella se me indicaba que mi clase de Generales comenzaría ese día. Sonreí, y dejé la carta sobre la cama. Tomé un par de toallas de mi guardarropa y me dirigí hacia el baño, dispuesta a tomar una ducha relajante.

     

    Eran las diez de la mañana y yo ya me encontraba levantada. Estaba envuelta en una toalla de color azul y tenía una en la cabeza, haciendo juego. Estaba de pie frente a mi guardarropa, buscando algo para ponerme aquel día. No lograba decidirme; ¿sería muy informal mi ropa cómoda? ¿Tenía que llevar uniforme? Era mi primer año en la Academia por lo que no estaba segura de lo que me esperaba allí. La lechuza decía que lleváramos ropa cómoda y algo para beber, pero tenía miedo de caer en la informalidad absoluta.

     

    Divisé un par de shorts de jean de color negro y una blusa de color fucsia, bastante suelta. Comencé a vestirme lentamente, sin mucho apuro y cuidando los detalles. Un sostén negro contrastaba con mi pálida piel; y hacía juego con el short negro y las medias de lycra negras que oscurecían notoriamente la piel de mis suaves piernas. Me vestí con la blusa y mis Converse negros, y me quité la toalla del pelo. Mi pelo castaño claro casi rubio caía ondulado por mi espalda, hasta el final de mi espalda. Me limité a desenredarlo y a colocarme un broche con forma de lazo blanco en un lado.

     

    Me observé al espejo y le sonreí a mi reflejo. Me coloqué un poco de brillo labial y delineador de ojos. No quería que mi atuendo pareciera demasiado gótico; sólo me gustaba el aspecto de mis ojos azules cuando los delineaba con negro. Una adolescente de diecisiete años me devolvió la mirada con unos ojos grandes y azules idénticos a los míos; en esos momentos delineados. Me coloqué mi capa negra de viaje, tomé mi varita de encima de la mesa de noche y me dispuse a salir del Castillo Ravenclaw.

     

    Mis pasos resonaban por los desiertos pasillos de la Academia. Ya era la hora de inicio de la clase –dos minutos más tarde- por lo que con la carta en la mano, me dirigí escaleras arriba, buscando el aula de Generales 99. Pasé junto a un salón repleto de calderos humeantes, y supuse que esa era el aula de Pociones, por lo que estaba cerca. Una puerta entreabierta y un cartel que rezaba “Generales 99” me dieron la bienvenida a mi clase. Pero cuando entré, noté que no había absolutamente nadie.

     

    - Qué raro- pensé. – Ya debería haber iniciado la clase.- Caminé hacia el escritorio donde un pergamino con los nombres de los que cursarían se encontraba extendido. Uno de los primeros nombres estaba tachado, y a su lado habían escrito “Ash Black”. Suspiré y busqué el mío, que obviamente, era casi de los últimos. Lo taché también para saber que había estado allí y en ese instante noté la manzana que giraba sin parar por el escritorio. Vi que en determinado momento hizo ademán de caerse, por lo que la tomé en mis manos y la observé. Tenía un tallado extraño, como una cara malévola, pero antes de que lograra ver con detalle cada forma, el aula delante de mí desapareció. Todo comenzó a girar, y yo giraba también. La cabeza me daba vueltas; sentía náuseas y como si algo invisible ubicado a la altura de mi ombligo me tirara hacia abajo, hacia un centro gravitatorio que no lograba distinguir. Veía colores pasar delante de mí a velocidades increíbles, lo que acentuaba aún más mi mareo.

     

    Y de golpe, todo cesó. Caí boca abajo en un suelo lodoso y húmedo; bastante más duro de lo que parecía. Mi cabello era un remolino y mi ropa estaba toda sucia. Me levanté y vi que estaba cubierta de lodo y tierra; toda mi ropa limpia estaba sucia y recién acababa de llegar a la clase. El lugar parecía un bosque, o una selva; pero no había nadie ni nada. Ni un animal, ni un insecto. Absolutamente nada; estaba completamente sola.

     

    Comencé a caminar y me tropecé varias veces con las raíces de los árboles que emergían del suelo como si su intención fuera hacerme caer. A unos metros de mí pude divisar lo que parecía la entrada a una cueva, por lo que caminé en esa dirección. Parecía el lugar más decente para tener una clase allí. Pero sólo lo parecía. Cuando casi había llegado, un olor a carne en descomposición me obligó a cubrirme la nariz con la manga de la túnica. Entrecerré los ojos y seguí avanzando, armada con la varita en caso de necesitar defenderme. El olor se hacía más intenso a cada paso que daba; en un punto ya era insoportable. Pero en ese momento, cuando estaba por darme media vuelta y salir corriendo en dirección contraria, vi cinco figuras humanas tendidas en el piso. Cuatro de ellas eran mujeres, y luego había un chico. Dos de las chicas (una vestida muy elegantemente y otra de forma muy cómoda) parecían ser mis compañeras, y el chico supuse que también pertenecía al alumnado.

     

    Las otras dos, deduje, eran las profesoras. El aspecto de los cuerpos era macabro, tenebroso; era de lo más horripilante que había visto. Sus ropas estaban rasgadas, como si un animal los hubiera atacado. Algunos sangraban, y se encontraban completamente inconscientes. Retrocedí un par de pasos y me fijé en los elementos que rodeaban a las cinco figuras. Una caja de madera que tenía escrito en ella “Bezoars” y dos estudiantes con las varitas en las manos.

     

    Desde mi posición estiré el brazo con el que sujetaba mi varita, me quité el otro de la cara y apunté en la dirección donde se encontraban los cuerpos. – Finite Incantatem!- dije en voz alta pero nada sucedió. De repente, sentí el sonido a tela rasgándose y pude observar que en ese momento era mi ropa la que se estaba rasgando. Mi blusa, mis shorts, mis medias… Todo estaba rasgado con la forma de lo que parecía una garra. Intenté correr, alejándome de ese lugar pero mis piernas no respondieron. Mis rodillas temblaban, y de golpe no me sostuvieron más. Caí pesadamente al suelo, un poco más apartada de las otras personas y me desvanecí, golpeándome la cabeza contra una raíz.

     

    OFF ROL:

     

    Bueno, hola :3 Me llamo Sara, tengo 15 años y vivo en Canelones, Uruguay. Estoy estudiando mi primer año de Bachillerato y planeo ir a la Facultad de Ingeniería para ser Ingeniera en Sistemas :3 Hago boxeo y natación (en los veranos), estudio piano y solfeo, e Inglés. Me gusta leer, escuchar música, escribir y estar con mis amigos. Me considero una persona introvertida y tranquila, a la que no le gusta demasiado salir por allí y beber alcohol. Soy una persona que disfruta más la noche que el día (por eso usualmente cuando roleo, lo hago en la noche xD). No sueño con ser escritora, pero me gusta escribir. Me encanta el chocolate, el té y los almuerzos en familia.

     

    No soy muy distinta de mi personaje, Sara D. Granger. Ella es una joven tranquila y amigable; muy extrovertida y sociable. Habla hasta por los codos cuando está con gente de confianza, sino es bastante reservada y tímida. Pertenece a las familias Granger y Ravenclaw; ama el chocolate, el piano, las rosas blancas y las lechuzas. Tiene aspiraciones (por el momento) Odefas.

    Y esa más o menos soy yo.

     

    Un saludo!

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  18. Caminaba por la calles de las afueras de Ottery aquella noche; con mi capa de viaje negra ondeando detrás de mí. Llevaba mi cabello castaño claro suelto, y la mayor parte de él estaba cubierto con la capucha de la capa. Iba vestida de manera extremadamente cómoda, con un short, una blusa y unas Converse. Podía parecer demasiado informal, pero yo prefería la comodidad a la formalidad cuando ésta no era requerida.

     

    Mi destino era uno; el Castillo Ravenclaw. Iba a visitar a mi familia allí; a ver a mis padres y al resto de la familia.Tenía ganas de conocerlos a todos. Hasta el momento, sólo había cruzado unas palabras con mi padre Kurt, por lo que no sabía demasiado sobre nada. ¿Y si no les caía bien? ¿Y si no me agradaba el lugar o la gente? Eran muchas las dudas que rondaban por mi cabeza en ese momento, y ninguna era positiva.

     

    Finalmente llegué a los terrenos, y observé el gran castillo alzándose imponente frente a mis ojos. Estuve contemplándolo un rato y luego me decidí a entrar. Pero un grupo de Elfos Domésticos vigilaba la entrada, y sabía que no iba a poder pasar así como así. Me acerqué a ellos, me coloqué en cuclillas y los miré, uno por uno mientras les hablaba.

     

    - Hola. Vengo a visitar a mi familia. Soy hija de Kurt Ayrton; pertenezco a la Ravenclaw.- cuando revelé mi identidad, los Elfos se miraron entre ellos y se apartaron un poco para que pudiera pasar. Unas hermosas rejas de plata de más de dos metros me separaban de los terrenos del inmenso castillo. Las abrí y entré; y pude oír cómo se cerraban detrás de mí.

     

    Estaba maravillada por todo lo que veía; aquél lugar era magnífico. Había elegancia desplegada por todos lados; incluso en aquellos dos Sauces Boxeadores que amenazaban con comenzar a moverse en cuanto me acercara. Saqué mi varita de mi bolsillo y les apunté; pero no se me ocurría nada. Tragué saliva y los miré. Sabía lo que tenía que hacer; me lo habían explicado hacía no demasiado tiempo pero por un momento creí haberlo olvidado. Esquivando las ramas que intentaban golpearme me abrí paso hasta el tronco del sauce que tenía a mi derecha y lo toqué con la punta de mi varita, observando cómo se quedaba quieto al instante. Repetí la acción con el de la izquierda, y tras asegurarme de que estaban realmente quietos, seguí caminando por los terrenos.

     

    Iba por el sendero que, suponía, era el principal, ya que se veía extremadamente bien cuidado y estaba bordeado por árboles de cerezo que se mecían al ritmo de un viento casi inexistente. Los jardines Ravenclaw estaban llenos de plantas de todo tipo; mágicas, muggles, curativas, utilizadas en pociones, medicinales... Había para elegir. Dejando de lado a los sauces boxeadores de la entrada, todo lo demás era delicado, de apariencia frágil pero elegante; excelentemente cuidado y con horas de cuidados dedicadas.

     

    Finalmente llegué a la entrada principal del Castillo. Una gran aldaba adornaba la puerta principal, que era, por cierto, enorme en comparación a la altura promedio de un Británico. Esperé a que alguien me abriera y decidí acomodarme un poco el cabello y dejarlo presentable. A pesar de que no había hecho demasiado para enredarlo, se anudaba fácilmente, por lo que tuve que encargarme de cada mechón que estuviera atado a otro o enredado. Esperaba a que me abriera Kurt, mi padre, o en su defecto alguno de los Elfos de la familia. Temía que otro miembro me juzgase o me mirase extraño. A fin de cuentas, yo aún era algo así como una desconocida.

  19. Hola Kurt :3 Pues, encantada de ser tu hija! :3 Con mucho gusto. Sí, mi ficha está en proceso, pero quería confirmar al menos una familia para poder hacerla (no me preguntes el por qué xD). Ya te agrego a mis amigos, por cualquier cosa.

    En cuanto esté mi ficha voy a abrir mi bóveda, y ya luego te paso todo. Posiblemente sea todo en esta semana (la ficha la postearé y lo que demore en ser aprobada ya no dependerá de mí), pero te pasaré todo en cuanto lo tenga.

     

    Un saludo, y gracias por la aceptación :3

     

    PD: Me puedo pasar a rolear? :3

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  20. Bueno, hola de nuevo :3

     

    Vengo a retirar lo dicho en mi post anterior; logré poner la firma, pero hay que hacerlo desde el iconito de la imagen en el editor (y no se puede escribiendo el img entre corchetes y luego la URL; al menos yo no pude hacerlo). Así que por el momento, ya no tengo más errores para reportar :)

     

    El foro sigue funcionando bien, y a mí parecer, es ultra cómodo para navegar. ¿Mi cosa favorita? El que al pasar el cursor por encima del usuario de alguien, se despliegue una burbuja con su perfil *-* Es genial; mucho más accesible.

     

    Creo que ya no hago spam :unsure: Pero bueno, tocará acostumbrarse a todos estos cambios :3

     

    Un saludo!

     

    PD: Quiero poner avatar :(

  21. Hola :3 Sé que no me conocen, pero bueeeno xD

     

    Primero, gracias por todo el esfuerzo que sabemos que han hecho todos para traernos esta actualización del foro (aunque hayamos estado todo un día y un poco más sin poder entrar, lo valió xD). A mí me agrada el foro :3

     

    Segundo, vengo a reportar un error (que no vi que haya sido reportado antes - corríjanme si me equivoco).

     

    Quise cambiar mi firma. Fui a la edición de mi perfil, como siempre, a la parte de Firma, coloqué la URL de la imágen y guardé cambios (nótese que no hay previsualización de la firma, como creo recordar que había antes; no sé, soy bastante nueva xD). El error surge cuando la página termina de cargar y me aparecen estas dos cosas (sí, tomé dos capturas de pantalla y las uní xD)

     

    EDITO: Aclaración de la imagen (sé que está algo confusa): Lo de que no puedo usar la función de imagenes en la web me aparece DEBAJO de la cabecera del foro (por cierto, mis felicitaciones al creador). Los otros códigos o lo que sea, aparecen ENCIMA de la cabecera; es decir, se deforma un poco el foro.

     

     

    ¿Alguien más tiene este problema?

     

    Espero se solucione pronto (no es presión ni nada, sé que les lleva tiempo solucionar todo)

     

    Un saludo!

  22. Bueno, hola a todos :3 Ando buscando familia *snif* y he decidido venir por aquí :3 Espero que me acepten; prometo actividad :3

     

     

    Ficha de inscripción:
    Nick: Sara D. Granger
    Msn (porque queremos acosarlos xD): sdaf_17@hotmail.com (por si quieren, este es mi Facebook.)
    ¿Por qué quieres pertenecer a esta familia?: Porque me gusta el apellido, porque me gusta la historia y creo que por eso xD
    ¿Qué parentesco quieres tener?: Familia sanguínea; quien me quiera adoptar (ustedes elijan xD)

     

     

    ¿Ya completé las líneas en este nuevo formato de foro? Espero que sí...

     

    Un saludo!

  23. Hola a todos :) Qué tal? Ando buscando familia, y bueno, me gustó esta :D

    Les dejo mi ficha, esperando aceptación :3 Prometo ser activa!

     

     


    ~•~ ╬ Ficha de Registro ╬ ~•~

    Nick: Sara D. Granger
    Fecha de Cumpleaños: 25/02
    ¿Predilección por alguien para ser tu padre/madre?: No, me da igual :)
    ¿La Ravenclaw será tu familia adoptiva o sanguínea?: Adoptiva.
    ¿Perteneces a otra familia? ¿Cual?: Aún no.
    Facebook (para agregarte el Grupo): http://www.facebook.com/saara.daf
    Bando (si no tienes bando, poner neutral): Neutral
    Elfos: No.
    Mascotas (que hayan sido registradas y pagadas al MM): No.
    Link a tu ficha de personaje: Aún no la he creado.
    Link a tu bóveda:
    Aún no la he creado.

     

    Espero que me acepten (mi ficha y mi bóveda las crearé a la brevedad, así que me pondré en contacto con alguien cuando estén listas, sí?)

     

    Un saludo!

Sobre nosotros:

Harrylatino.org es una comunidad de fans del mundo mágico creado por JK Rowling, amantes de la fantasía y del rol. Nuestros inicios se remontan al año 2001 y nuestros más de 40.000 usuarios pertenecen a todos los países de habla hispana.

Nos gustan los mundos de fantasía y somos apasionados del rol, por lo que, si alguna vez quisiste vivir y sentirte como un mago, éste es tu lugar.

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