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Mia Nicole Parker

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Mensajes publicados por Mia Nicole Parker

  1. —¡Tonta lechuza! —gritó a través de la ventana mientras veía como la lechuza que recién había entrado a su habitación se alejaba rápidamente— ¡pude haberlo echado en cara hace un buen rato! —gritoneo de nuevo, esta vez a la nada, pues lo que antes había sido una lechuza, se había convertido en una mancha marrón.

     

    Frunció el ceño, y tras varios segundos, se dio cuenta de que se veía completamente ridícula, sus mejillas se encendieron, y enseguida se aseguró de volver a su habitación, no sin antes cerrar la ventana. Había sido una suerte que fuera temprano, o estaba segura que la informativa de su vecina se encargaría de decir que debían de mandarla al psiquiatra, aunque claro, si decía eso, quizás no estuviera diciendo mentiras, Mía era una fiel partidaria de decir que a veces, ella estaba realmente loca.

     

    Bufó un poco y se sentó en el suelo aún con el sobre en su mano, ¡se suponía la carta debía de haber llegado hace días! Y para variar, si no hubiera llegado en ese momento, tiempo hubiera sido lo que le hubiera faltado, pues ese mismo día iba a ser la ceremonia de graduación, ni siquiera iba a tener el gusto de decirle a su madre algo como “Jaaaa, me he graduado, ahora puedo hacer lo que quiera” durante toda una semana, lo cual era completamente ridículo, teniendo en cuenta su edad, pues aparentemente debía comportarse como una adulta, pero la Academia, se había vuelto su pesadilla día y noche desde que había llegado a Londres, y ese era el momento justo para comportarse como una niña malcriada y berrinchuda y echarle en cara a sus dos progenitores que lo había logrado, contra todo pronóstico, porque Mía tenía que ser sincera consigo misma, ni siquiera ella había creído que lograría terminar la Academia.

     

    Volvió a bufar de nuevo, mientras se llevaba las manos a la cabeza, cayendo en cuenta que ni siquiera tenía un buen atuendo para la ceremonia, o mejor dicho, no tenía un atuendo nuevo, y era casi indignante no estrenar nada en la ceremonia que ella consideraba a como un triunfo sobre su madre, pues lo que vendría después aún le era desconocido y no quería ni pensar en ello.

     

    Se levantó y se dirigió al baño, si no se daba prisa nunca llegaría y es que aún no había hecho nada. Cuando salió del aseo, envuelta en mullidas toallas de color blanco miró el reloj, le quedaba el tiempo suficiente para arreglarse, o al menos eso parecía ser, de modo que tomando aire, se dirigió al enorme armario que se había encargado de llenar de ropa, bolsos, zapatos y accesorios, y comenzó a hacer lo que mejor se le daba.

     

    Al cabo de tres horas, iba ataviada con un vestido corto, que de la cintura para abajo era de color negro y se ceñía a su menuda figura hasta unos centímetros por arriba de la rodilla, y de la cintura para arriba, estaba confeccionado por tela de color azul marino, de aspecto holgado que cubría su pecho y espalda, pues no llevaba escote alguno, y dejaba al desnudo sus delgados brazos. Había dejado su cabello castaño suelto, dejando que las ondas cayeran casi naturalmente sobre sus hombros, y sólo alborotándolo intencionalmente para darle un aspecto más casual. Unos cuantos accesorios en dolor dorado en sus manos y una capa de maquillaje a juego y finalmente, unos hermosos zapatos de tacón color negro de más de diez centímetros, porque si de por sí, se sentía como un duende, al recibir el diploma y ser el centro de atención por unos cuantos minutos se sentiría más pequeña que un vil escarabajo.

     

    Cuando salió de su para buscar al Vicente, se encontró con su madre, le dirigió una sonrisa socarrona, le dio un beso en la mejilla, dejando un rastro del brillo labial sobre esta y le entregó la carta.

     

    —Soy libreeee —canturreó al tiempo que daba pequeños brinquitos. Su madre simplemente puso los ojos en blanco y sonrió.

     

    Sus padres no irían a la ceremonia, no eran la clase de padres que solían ir a escuchar discursos de graduación para ver como adulaban a los hijos de otros, porque a decir verdad, Mia, en ningún momento de su vida escolar, ni muggle ni mágica, había resaltado de entre la mayoría, al contrario, era una alumna promedio, y ella era feliz con eso, nunca le había gustado llamar demasiado la atención, aunque a veces lo hacía sin quererlo.

     

    Se despidió de su madre, y de sus abuelos, que estaban en la sala, Vicente ya se había acercado y la había tomado de la mano que tenía libre, y tras una señal por parte de la Parker, desaparecieron de la sencilla casa en la que vivía y aparecieron en la Academia de Magia y Hechicería.

     

    Mía miró hacia el cielo en cuanto aparecieron en los terrenos, el cielo estaba gris, y unas cuantas gotas de lluvia ya comenzaban a caer, de modo que corrió a refugiarse junto con Vicente. Había sido una suerte haber tomado un abrigo antes de salir, porque las capas, eran algo que a Mía no siempre le iba, no las odiaba, pero le gustaba mas la idea de tener un armario lleno de abrigos, que uno lleno de capas.

     

    —Gracias por traerme Vicente…, nos veremos más tarde ¿vale? —se despidió del elfo en cuanto ubicó el camino que debía de seguir.

     

    —Claro señorita, y felicidades —dijo la criatura mientras dibujaba una sonrisa tímida en su rostro. Mía lo observó y sonrió con ternura, quería a ese elfo doméstico como si fuera otro miembro más de su familia.

     

    Comenzó a caminar por los pasillos hasta llegar al Gran Salón, no había estado muchas veces en él, y las pocas veces que había ido, nunca le había resultado demasiado impresionante, pero en aquella ocasión se impresionó. Quizás fuera el hecho de que en esos momentos no estaba enfurruñada porque quería estar en casa, o simplemente quien se había encargado de todo era un genio de la decoración, pero el hecho era, que sus ojos azules viajaban de un lado a otro queriendo observarlo todo, pero gracias a una torpe lechuza, no pudo disfrutarlo y tuvo que ir directo a sentarse en su lugar.

     

    Las palabras de la directora no se hicieron esperar, y en un principio parecieron extrañas "una", había dicho una, un singular en el que únicamente se referían a Mía. Observó a su alrededor, intentando encontrar a Kendall o a Maxwell, pero fue inútil, solo estaba ella, parecía prácticamente imposible que ella fuera la única que hubiera logrado graduarse, pero tras unos segundos de introspección en los que recordó cada una de las clases, el hecho de que estuviera ahí presente si resultaba algo milagroso, más por el hecho de que probablemente debería de ser un funeral en vez de una graduación.

     

    Por primera vez en toda su vida, quiso que sus padres estuvieran presentes en la ceremonia, las palabras de la directora habían sido, técnicamente hablando, centradas completamente para la Parker, y a la castaña le hubiera gustado que sus progenitores estuvieran ahí al menos para que grabaran esos momentos en su memoria.

     

     

    Cuando los pocos ahí presentes comenzaron a aplaudir y Mía se volvió el centro de atención se sintió un tanto aturdida, pero tras varios segundos, dibujó una sonrisa en su rostro y centró su mente en respirar y caminar, en definitiva no le gustaba demasiado ser el centro de atención. Se acercó por su diploma y por un broche plateado, sonrió y agradeció como era debido, en su mente todo parecía algo paralelo, y quería que acabara ya. Fue una suerte cuando comenzaron a anunciar a los prefectos de cada casa, la castaña aplaudió a cada uno de ellos, mientras se preguntaba qué se sentiría ser prefecto.

     

    Su mente podía seguir divagando, pero el peso de la realidad la trajo de vuelta al presente. En la palma de su mano yacía un broche plateado que se suponía debía de cambiar de color según su bando de preferencia, Mía observó dicho broche con la esperanza de que este le diera la respuesta a una de sus incógnitas, pero tras un minuto de espera, el broche seguía igual.

     

    Seguía tan confundida como cuando había comenzado a preguntarse si ella tenía alguna preferencia, y al parecer las clases de Bando y Perfil habían sido pura patraña, pues había acabado peor de cómo había empezado y ni siquiera había decidido que bando elegir. En ese momento estaba tan indecisa, que tranquilamente un mortifago o un auror se le podría haber acercado a decirle "ven con nosotros” y Mía iría tranquilamente sin pensárselo dos veces, pero era obvio que eso no iba a ocurrir.

     

    Busco con la mirada entre la multitud, a alguien conocido y que fuera suficientemente maduro que pudiera darle un consejo. La única que reconoció fue a su profesora de Rol Avanzado, Afrodita, no tenía idea de cuáles eran las inclinaciones de la mujer, pero de que le había caído mejor que Mia, que había sido su profesora en tres clases y la posible autora de su casi muerte, era un hecho, al menos ella no la había intentado matar tan directamente.

     

    Se encogió de hombros y miro alrededor en busca de algún otro ser que le fuera conocido en busca de consejo.

     

    —Este es justo el momento en el que uno necesita que funciones ¿sabes? —dijo en checo mirando hacia arriba, hablándole a su conciencia, en esos momentos la necesitaba.

     

    Se sentó en un banco cercano y soltó un suspiro. No tenía de otra, o lanzaría una moneda al aire o simplemente decidiría irse al bando de la primera persona que atravesara la puerta en ese momento, y lo iba a hacer, de no ser, porque a nadie se le ocurrió entrar o salir de aquel sitio.

     

    De nuevo sus ojos azules viajaron por entre la multitud y se encontraron con Afrodita, ¿qué tan malo podía ser el bando en el que ella estaba? No podía ser malo, si algo había comprendido de sus escasas clases, era que ningún bando era mejor que otro, y que simplemente había que poner las cosas en perspectiva para entender las cosas.

     

    Se encogió de hombros y miró el broche, deseando estar en el mismo bando que su profesora y deseando que eso de desear estar en el mismo bando que otra persona funcionara. Cerró la mano en torno al broche, no quería ver el momento en el que cambiaba de color, si es que cambiaba, simplemente quería saberlo y ya.

     

    Al cabo de un minuto volvió a abrir su mano, y sobre su palma, reposaba el broche, pero se había tornado de color verde esmeralda. Enarcó la ceja y sonrió animada, más porque había funcionado que por otra cosa, estaba conforme, al fin y al cabo, para haberse dejado llevar por el pánico no había salido tan mal, o no de momento, sólo esperaba que si acababa en ese bando, pudiera seguir con sus ideologías que seguían pareciendo algo hippies, y si no, ya encontraría algo mejor que hacer.

     

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  2. ¡Hola! Vengo a avisar que ya les he enviado mi tarea, le spido por favor que no se burlen de mi torpeza ni de mi tarea, pero creo que entre más pasa el tiempo, más comprendo que los duelos y yo, quizás nunca vayamos a ser los mejores amigos del mundo D:

     

    Tengo muuuchas dudas, así que aquí van:

     

    -No entendí ni de chiste el "Necromantia lingua"

    -El titempos no se si lo comprendí bien, ustedes lo juzgarán por la tarea, pero ¿en sí de que te serviría detener el tiempo por 5 segundos? Quiero decir, si al lanzar un hechizo el tiempo vuelve a tomar su curso, ni siquiera serviría apra intercalar ¿o sí?

    -El expectro protego al digamos no ser sólido si no ser como una masa semisolida en el aire ¿podría ayudarnos a impedir la vista del contrincante o es abuso de rol?

    -El anular tampoco me queda claro, si se anula el hechizo por lo que queda el duelo o así e.e

    -El Cyclone ¿nos serviría para arrojar objetos?

    -El kiorke, al látigo se le puede agregar digamos, una descripción más a fondo? Es decir, material, si tiene no se, púas y cosas así que puedan dañar ya más?

     

    Creo que esas son mis dudas, más que nada.

     

    Saludos a los dos!! n.n

  3. D: Yo quería mis 5 puntos(?) xD

     

    Yo tengo una duda enorme, del tamaño de todo el mundo mundial (?) bueno, no tan así, pero lo pongo para rellenar líneas más que nada .-.

     

    Ah si, mi duda, ¿dónde tengo que duelear? Por lo que entendí, vi, investigué, creo que aún no abren el tópic para mi duelo con alguno de ustedes, y pues en vista de que faltan como dos días para que termine la segunda etapa, pues quería saber si me iba a poner extraordinario solo por sonreír xDDDD

     

    Bueno no, solo quería saber donde tengo que duelear :C ya hasta había preparado un lindo rol que no se donde quedó u_ú

     

    Y pues creo que es todo

     

    Saludos n.n

  4. Por más que intentaba que el color carmesí que habían adquirido sus mejillas se fuera, no lo lograba, y si había sido un total fiasco controlando eso, todavía había tenido peores resultados intentando controlar sus dedos, que se movían nerviosamente dentro de los bolsillos del sweater. No sabía si recibiría respuesta alguna a sus interrogantes, después de todo, y al parecer, ningún profesor de la Academia estaba dispuesto a dar explicación de algo o a alguien, y quizás aquellos dos docentes que tenía frente a ella, no serían la excepción esta vez.

     

    Fue la sonrisa de Mei la que hizo que se tranquilizara un poco, al menos lo suficiente para que su piel comenzara a regresar a su color habitual y sus subsecuentes palabras hicieron que se sintiera satisfecha, pues al menos ya podía jactarse de conocer la respuesta a alguna de sus preguntas.

     

    Al terminar de escuchar a la Delacour, un sentimiento extraño la invadió, podía comprender partes de lo que había dicho, al menos en lo referente a la injusticia y a la familia, sobre todo esta última, pues después de todo, Mia no dudaría en levantar la varita o en hacer cualquier cosa por ellos. Eso lo comprendía, pero había otras cosas que no terminaba por entender, pues nunca había vivido algo parecido.

     

    Fijó su mirada en algún punto en el horizonte, su mente fabricaba más preguntas conforme más información obtenía, pero estaba tan turbada por tantas cosas que habían pasado aquel día, que la voz del Black Lestrange la sacó de lo que parecía otro letargo mental en el que se había metido.

     

    Las palabras de su profesor la extrañaron y no pudo evitar hacer una mueca en la que claramente se podría leer un anuncio tipo: “no entendí nada”, pues de verdad que no entendía, ni tenía la más mínima idea de a qué se refería, pues, ¿qué rayos tenía que ver la cobardía con todo aquel asunto? Tan solo la pregunta pasó por su cabeza obtuvo una respuesta.

     

    El contacto de su piel con la piel del mortífago, las palabras y el significado de ellas la habían dejado literalmente con la boca abierta. Para cuando el Black Lestrange se alejó, Mía no fue capaz de cambiar su posición, aún tenía la mano como la había dejado el mortífago, e incluso, aún tenía la mirada pegada en su varita.

     

    Las palabras reflejaban algo más profundo que lo que esperaba, pues tenía que ser sincera consigo misma y aceptar que esperaba con ansias escuchar el monólogo de los sangre sucia del que tanto le habían hablado, pues ella nunca lo había escuchado de primera mano. Al hacer su pregunta y observar al mortífago, había creído que le recitaría aquello como si fuera un diálogo previamente ensayado, pero en lugar de eso, había obtenido era algo que de momento le parecía surrealista.

     

    Había tantas cosas que tenía que pensar respecto a aquel juego de palabras, que aunque parecía demasiado simple, decía demasiadas cosas, de que aquello no iba solo de matar a cuanto se pudiera, como muchos le habían contado a Mía, si no que la razón para hacer lo que hacían, tenía un fundamento que a decir verdad, y aunque muchos podrían no admitirlo, era bastante profundo como para negarles algo a los mortífagos.

     

    Tenía más preguntas por hacer, pero se mordió la lengua antes de comenzar a sacarles miles de preguntas a sus profesores sobre sus respectivos bandos. Estaba necesitada de respuestas, quería saber más, pero a la vez, deseaba seguir en su ignorancia, porque sabía que tan solo conocer el punto de vista de ambos de sus profesores, su visión de los bandos cambiaría radicalmente, pues ahora aunque no era capaz de entenderlos del todo, al menos podía imaginar por qué cada uno hacía lo que hacía.

     

    La Delacour fue la que la hizo que se olvidara de las preguntas, o bueno, evitó que Mía volviera a decir algo que no quería decir en voz alta, de modo que esta se limitó a intentar sonreír, cosa que no salió como esperaba, y poner atención.

     

    Al parecer estaban en una clase en la que los harían vivir emociones fuertes, o al menos eso le parecía a Mía, quizás era demasiado sentimental, o demasiado niña, como le decía uno de sus amigos, o quizás proyectaba demasiado en los asuntos de otras personas, pero el ver el sufrimiento de Mei, en aquel lugar que literalmente estaba destrozado la había hecho sentir insignificante, torpe, superficial, y afortunada.

     

    La vida de Mía había sido sencilla, hasta un par de meses atrás su vida no había tenido grandes interrupciones, y nunca había sufrido demasiado, solo lo suficiente, lo que cualquier persona “normal” se suponía sufría, o al menos eso decían, y es que, al estar en lo que fuera que estaban, y ver a su profesora, que prácticamente era una total desconocida y ver el dolor y la sinceridad de sus palabras, la habían hecho darse cuenta de cosas que nunca antes había notado de sí misma, de los demás, de la humanidad. Y sabía que aquello sonaba totalmente loco, como si se hubiera emborrachado y luego se hubiera decidido comenzar a preguntarse el significado de la vida, pero es que toda la situación era tan extraña, que Mía estaba viviendo aquella clase de un modo igualmente bizarro.

     

    El siguiente viaje que hicieron fue quizás no tan extraño, y también, podía ser que era tan simple como las palabras con las que había respondido el Black Lestrange a su pregunta, pero al igual que esas palabras había algo más complejo que ver a un niño con su elfo doméstico. Era todo lo que había detrás de las palabras infantiles, de las acciones que parecían apenas pensadas, y es que, aunque quizás no fuera como el recuerdo de Mei, que la había hecho sentir de algún modo el dolor que la Delacour estaba sintiendo en aquel momento, el recuerdo del mortífago la dejaba aún más pensativa, pues para intentar entender su importancia no solo necesitaba dejarse guiar por sus sentimientos y su instinto, si no por su cabeza.

     

    Pronto el giratiempos pasó a las manos de Mía, que en esos momentos había estado demasiado pensativa y turbada como para pensar en algún momento de su pasado que hubiera resultado significante para ella. Miró el artefacto que tenía entre sus manos como si fuera a encontrar la clave de la vida en él, hasta que finalmente, con sus dedos aún temblorosos dio un par de vueltas al reloj y todo comenzó de nuevo.

     

    ****

     

    -¿Pero… por qué? –preguntó a su abuelo.

     

    Se encontraba acostada en el suelo de la sala de estar, con la punta de los dedos acariciaba distraídamente la alfombra afelpada que cubría el piso de madera, al tiempo que con la mirada perdida observaba el techo de la habitación, como si la lámpara que había ahí fuera la cosa más interesante del mundo.

     

    -Deseo, poder, anhelo, miedo, ignorancia ¿qué te puedo decir? Sabes cómo funciona el mundo, y que el miedo a lo desconocido y la ignorancia son capaces de destrozar al alma más pura, nadie es un santo Mía, lo sabemos, la persona más buena de este mundo puede ser mala si la situación lo lleva a ello. –Hizo una pausa y continuó.- Todo mundo habla de si las personas son buenas o malas, yo no creo en eso, creo que todos somos buenos y malos, no creo que nuestros actos sean lo que nos definen, si no nuestras creencias.

     

    Mía no dijo nada y se quedó callada por unos minutos, su abuelo la observaba desde el sillón esperando su próxima pregunta con paciencia, sabía que su nieta estaba sopesando sus palabras, que no se lo estaba tomando a la ligera y que estaban teniendo una charla seria, como aquellas que ellos solían tener cuando los padres de la chica no estaban. Su abuela, se encontraba sentada en una cómoda mesedora que se encontraba cerca de la ventana, con un libro entre las manos que aparentemente leía, pues en realidad estaba más atenta a la conversación.

     

    -Si no existe el bien y el mal, entonces ¿tampoco existen las buenas y malas acciones? ¿Está bien matar así sin más? –preguntó tontamente.

     

    La castaña tenía apenas quince años, eran vacaciones y habían pasado un par de años desde que había comenzado a estudiar en la Academia de Magia de República Checa, pero como siempre, sus estrictos padres que querían que tuviera una educación tanto muggle como mágica, habían insistido en que siguiera con sus estudios muggles. Cualquiera pensaría que Mía era una genio al lograr estudiar magia y cosas muggles al mismo tiempo, pero a decir verdad, era todo menos una genio, al contrario, ella cada día se sentía más ignorante, pues cada vez se daba cuenta de que tan grande era el mundo en el que vivía y lo pequeña que era ella. Y eso la había llevado a aquella conversación, pues sin saber cómo o por qué, viendo las noticias y todo lo que sucedía en el mundo, comenzó a preguntarse el por qué de todo, y el hombre sabio que contestaba sus preguntas, uno de sus hombres favoritos en la tierra y el universo entero, la estaba haciendo ver cosas que nunca antes había visto.

     

    -Cada quien tiene una definición de una buena y una mala acción –contestó- no te puedo decir que está bien y que está mal de hacer, porque quizás tu no pienses que algo está mal, todos somos distintos Mía, todos pensamos cosas diferentes.

     

    -Si… pero ¿cómo voy a entender su concepto de bien y mal si todos son tan diferentes? ¿Imaginas cuantos conceptos de bien y mal existen?

     

    El anciano se acercó a Mía, de modo que esta tuvo que desviar la mirada del techo para enfocar sus ojos azules en el rostro de su abuelo.

     

    -Solamente vive y deja vivir, no juzgues sin conocer, ese es el secreto, si tu solo te dejas llevar por prejuicios vagos y tontos nunca comprenderás a nadie, solamente serás una persona errada. Si escuchas en vez de hablar entenderás más… Mantén la mente abierta Mía

     

    ***

     

    El recuerdo se desvaneció, quizás no era nada importante, había sido solo un trozo de aquella conversación que había durado horas y no había gran cosa detrás de ello, pero esa conversaciones y otras cuantas más la habían llevado a ser el lío que era en ese momento. Por esa razón no era capaz de decidirse entre un bando y otro, porque tal y como su abuelo le había enseñado años atrás, se había dedicado a escuchar, a conocer, y sabía que en ambos bandos tenían buenas razones para hacer lo que hacían, pero que ninguno admitiría que el otro tenía algo de razón, después de todo ¿por eso aquello era una guerra, no?

     

    Observó el giratiempos en su mano y lo pasó a la siguiente persona, aún con los dedos temblorosos y con otras miles de dudas rondándole la cabeza.

     

     

    Off: Rol muy largo, perdonen, pero no me había podido pasar en la semana y el día que me pude pasar el foro no abrió xD, no supe si fue mi internet o qué fue D: En fin, saludos n.n

     

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  5. ¡Hola! Vengo a dejar lo del análisis del duelo, fue todo un lío e.e

     

     

    Oniria. Turno 1 Acción 1: Sectusempra (rayo- no impacta)

    Arya. Turno 1 Acción 1: Protego (efecto/invocación)

    Oniria. Turno 1 Acción 2: Silencius (efecto- impacta)

    Arya. Turno 1 Acción 2: Morphos (efecto [oso]- no aparece)

    Oniria. Turno 2 Acción 1: Expelliarmus (rayo- impacta)

    Arya. Turno 2 Acción 1: Sectusempra (rayo-impacta)

    Oniria. Turno 2 Acción 2: Episkey (efecto)

    Arya. Turno 2 Acción 2: Levanta la varita. (Pierde una acción)

    <<Arya. Turno 3 Acción 1: Silencius (efecto-impacta)

    Oniria. Turno 3 Acción 1: Sectusempra (rayo- no impacta)

    Oniria. Turno 3 Acción 2: Episkey (efecto)

    Arya. Turno 3 Acción 2: Floreus (efecto- impacta)

    Oniria. Turno 4 Acción 1: Silencius (efecto-no impacta)

    Arya. Turno 4 Acción 1: Floreus (efecto- no impacta??)

    Arya. Turno 4 Acción 2: Incarcerus (invocación-impacta)

    Oniria. Turno 5 Acción 1: Evanesco (efecto-impacta)

    Arya. Turno 5 Acción 1: Morphos (efecto [avispa marina] impacta)

    Oniria. Turno 5 Acción 2: Silencius (efecto- no impacta)

    Oniria. Turno 6 Acción 1: Morphos (efecto [bezoar])

    Arya. Turno 5 Acción 2: Babosas (rayo- impacta)

    Oniria. Turno 6 Acción 2: Silencius (efecto-no impacta)

    Arya. Turno 6 Acción 1: Floreus (efecto-impacta)

    Arya. Turno 6 Acción 2: Sectusempra (rayo-impacta)

     

     

    Ahora empiezo con las dudas, no estoy muy segura, pero a partir de lo que viene siendo el turno 3, acción 1, ahí no estaba tan segura de si Arya si lograba que el sectusempra de Oniria no saliera, aunque por lo que entiendo de las reglas de intercalaciones el rayo si se contrarresta, les agradecería si me corrigen si no es así +.+

     

    Dentro de esas mismas acciones, según yo y mi super análisis (xD) el silencius de Arya hace efecto en el sectusempra, siendo que solo hace efecto durante una acción ese silencius, cuando Oniria hizo el Episkey ¿pudo haberlo dicho en voz alta?

     

    Otra duda, los errores de tipeo ¿hacen que el hechizo se anule o algo por el estilo?

     

    A partir de esto me confundí muchísimo, según yo esta Oniria acepta el efecto del Floreus de Arya, pero luego Arya vuelve a enviar otro Floreus y ya no entendí qué era lo que pasaba e.e lo dejé como creí que era, pero me confundió mucho eso que sucedió, ya que si se supone que el Floreus, es digamos “acumulable” el evanesco de Oniria no debía de salir, si es que el último Floreus de Arya impactaba, si no lo hacía pues se queda igual xD

     

     

    ¿Rolísticamente hablando, afecta si no se vuelve a repetir en la segunda acción, por ejemplo, que se vuelve a apuntar al contrincante?

     

    Otra duda, el silencius del turno 6 de Oniria ¿Arya decide aceptarlo o no? No entendí su rol xD

     

    Ahora que lo veo todo de nuevo, no entendí nada de lo que hice u.u

     

    En conclusión, según yo, Oniria perdió, tenía encima dos cuerdas, una de las cuales estaba en su tráquea y según la descripción de Arya la asfixiaba lentamente. Además de las babosas que por lo que veo, Oniria intentó utilizar el silencius como efecto según las reglas de intercalación pero no aplicaba, y porúltimo el Floreus y el sectusempra de Arya.

     

    Según yo es por eso ._.

     

    Ayer iba a responder al duelo, había hecho cuentas según el horario de aquí para el de ustedes y me daba tiempo, y cuando voy posteando ya estaba cerrado el tópic xD

     

    En fin, espero no haberme hecho tanto lío con esto ¡saludos! n.n

     

    PD. Feliz cumpleaños Zack (?)

  6. No pudo evitar que sus mejillas se encendieran, así como tampoco evitó responderle con una sonrisa pícara al rubio que le había coqueteado descaradamente. Quizá todo el aspecto de Drake en sí mismo le decía a Mía que debía de alejarse de él, pues tenía toda la pinta de ser un arrogante de lo peor, pero no podía negar que le parecía guapo, y es que cuando un chico le parecía guapo, simplemente era guapo, no había modo humano que cambiara de opinión, y ese rubio de ojos azules le estaba dando el gusto a Mía de tontear al menos por unos segundos.

    Tuvo que desviar la atención del alemán para poner atención a sus otros compañeros, aunque al único que conocía era a Maxwell.

    Para cuándo terminaron las presentaciones Mia ya había escondido las manos de nuevo y jugueteaba nerviosamente con sus dedos. Todos ahí, TODOS ya tenían hecha una elección, al parecer ella era la única rara con problema mentales que no sabía qué bando elegir, es más, ni siquiera estaba segura de ser capaz de pertenecer a un bando.

    Era cómo sí el grupo se hubiera dividido en dos, cada uno a un lado del profesor que formaba parte del bando de preferencia, y ella fuera la extraña que estaba aún parada sobre una línea imaginaria a punto de elegir su destino. Sí, quizás aquello era bastante dramático y lo sabía, pero Mía se sentía en ese extraño momento en que debía de dar un paso hacia un lado o hacia otro, sin estar segura realmente de lo que implicaba, y ellos simplemente parecían tan… seguros.


    —¿Por qué? —preguntó en voz alta antes de siquiera pensar la pregunta.

    Aquellas dos palabras habían salido de su boca sin que se lo propusiera, pero es que su pequeña cabeza no era capaz de comprender como habían llegado a la rotunda conclusión de sí debían de ser mortífagos o aurores.

    —Quiero decir, ¿por qué decidieron que debían formar parte de uno u otro bando? ¿Qué los llevo a decidirlo? —preguntó a todos— me refiero a que, por ejemplo, tu Drake compartes los “principios de matanza” de los mortífagos, pero no es como si el hecho de matar te hiciera mortífago, cualquiera puede matar. —Hizo una pausa para tomar aire y continuó— ¿Qué es no es diferente compartir ideas a compartir principios? ¿Qué nos los ideales son la base de unión de ambos bandos? — se atrevió a decir un poco más animada, aunque esas dos últimas preguntas iban más dirigidas a sus profesores.

    Sus mejillas se habían encendido de nuevo, y esta vez no había sido porque el guapo alemán le había coqueteado, si no porque de verdad no comprendía a las personas que la acompañaban en ese momento.

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  7. -Yeah, and the flowers are pretty, it all seems some perfect, but still something’s wrong, but I’m not really asking for so much –cantaba en voz alta mientras caminaba por aquel lugar.

     

    Mía estaba animada, aún a pesar de que el sitio en el que se encontraba no fuera la clase de lugar que ella hubiera elegido, pero es que aún no se había dedicado a observar a su alrededor. Desde que había aparecido en aquel sitio, lo único que había hecho era colocarse los audífonos y encender el reproductor de música, dejando que la música invadiera sus sentidos y la llevara lejos de ahí mientras caminaba. Pues probablemente, de no haber estado escuchando música habría notado un poco más lo que le rodeaba.

     

    Lo único que había notado era el frío que hacía, aunque a comparación de la última vez, no estaba nevando. Mía se comenzó a preguntar si a Maxwell le gustaban esa clase de lugares, a ella le gustaban, pero en esos momentos prefería estar en una playa, o en algún otro sitio, donde no tuviera que ir tan abrigada, pues aunque amaba su guardarropa de invierno, siempre había preferido las prendas de primavera y verano.

     

    Finalmente la canción que sonaba cambio, la melodía era lenta, de modo que la Parker dejó de cantar y comenzó a moverse al ritmo de la música, haciendo que sus pasos se hicieran incluso más lentos. Fue en ese momento en el que se fijo en lo que le rodeaba, parecía que alguien había arrasado con toda la naturaleza, o bueno, al menos casi toda, pues en el sitio en el que se encontraba, aún había árboles que habían perdido sus hojas, pero más allá podía ver como los árboles desaparecían y daban lugar a un desierto blanco.

     

    Mía hizo una mueca y sus ojos azules enfocaron una figura que a esa distancia se veía pequeña. Se encogió de hombros, pensando que se trataría de Maxwell, al parecer quería que en ese duelo no hubiera ninguna otra cosa más que sus varitas y ellos dos, y la Parker le daría el gusto, aunque no deseara hacerlo, pues seguía en contra de los duelos sin que estos tuvieran una buena razón.

     

    No era que odiara los duelos solo porque sí, o que fuera demasiado pacifista como para no matar ni una mosca, pero estaba en contra de la idea de atacar a alguien que en ningún momento le había hecho nada, ese era su problema, pero al parecer su compañero no estaba en desacuerdo con esa idea y Mía, aunque en esos momentos deseaba encontrarse en una playa dándole un poco de color a su algo ya pálida piel, aún deseaba aprobar la clase para deshacerse del problema que era la Academia de Magia y Hechicería.

     

    Llegó hasta lo que parecía ser un lago congelado, aunque era demasiado grande para ser un lago. Recordando su última experiencia en un lago, tocó la superficie cuidadosamente con la punta del pie, esperando escuchar un crujido, pero no fue así. No pudo evitar levantar un poco las cejas en señal de sorpresa, y enseguida se colocó de cuclillas para tocar con su mano enguantada el frío suelo, al parecer esa capa de agua era lo suficientemente gruesa como para soportarlos a ambos.

     

    Mía soltó un suspiro y se levantó, para finalmente observar un poco hacia el cielo, unas nubes de color grisáceo cubrían el cielo, ocultando al sol que intentaba iluminar esa fría mañana, no había ni aves, ni animales silvestres, ni nada, solo estaban ellos y sus varitas. Lo único que esperaba la castaña era que no comenzara a nevar, pues aún a pesar de que llevaba suficientes capas de ropa, no deseaba arriesgarse a acabar hipotérmica aquel día.

     

    Tras un nuevo cambio de música, Mía se aventuró a caminar por el hielo, aunque más que caminar se deslizó a través de él, pues la suela de sus botas planas de color negro se lo permitían. De nuevo comenzó a cantar y sintió la necesidad de bailar, pues la canción y el hielo, combinaban perfectamente, pero tuvo que reprimir sus impulsos y continuar acercándose hacia su compañero.

     

    Pronto se encontró frente a él, a unos ocho metros de distancia, intentó dibujar una sonrisa, pero solo logró dirigirle una mueca, Mía ya no se sentía bien estando ahí. Ocultó sus manos en el abrigo de color gris que llevaba, debajo de este llevaba un sweater de lana y debajo del mismo llevaba una blusa de color azul oscuro. Unos jeans oscuros se ceñían a sus piernas y finalmente una bufanda y su bolso a juego. Su cabello iba recogido en un moño con una especie de palillo chino, de modo que el frío había ya congelado sus orejas, de las cuales se podían observar como pendían los cables de los audífonos, hasta esconderse entre sus prendas.

     

    -Hola Maxwell -dijo en tono decaído, no podía demostrar alegría cuando ni siquiera sentía gusto por estar ahí.- Si tu lo dices… -respondió a la afirmación de su compañero al tiempo que se encogía de hombros.- Espero no te moleste esto –comentó moviendo la cabeza para hacer notar los audífonos que llevaba.

     

    Notó como el chico hacía ademán de atacarla, de modo que Mía, en un acto reflejo, levantó su mano y la llevó hasta su cabeza, tocando aquel “palillo” que recogía su cabello, y enseguida lo saco, dejando que su melena castaña cayera sobre sus hombros, cubriendo sus orejas, para finalmente apuntar con el que había sido su accesorio para su cabello a su compañero, pues aquel “accesorio” era su varita.

     

    Observó el rayo salir de la varita de su compañero y negó con la cabeza al tiempo que susurraba.

     

    -Protego -dijo defendiéndose del ataque. De su varita salió una especie de escudo, que de cierto modo pareció absorber el rayo que su compañero le había lanzado, dejándola intacta.

     

    -Taken by a stranger… stranger things are startin to begin –comenzó a cantar de nuevo- Fortificum –murmuró como si cantara. No fue necesario que su varita apuntara directamente hacia Maxwell ni mucho menos, pues del hielo que había bajo sus pies, justo a la mitad de los ocho metros que los separaban, apareció una muralla de aproximadamente dos metros de alto por cinco de largo, la pared que los separaba era de vidrio, pero tenía un grosor aproximado de veinte centímetros, lo suficientemente gruesa como para soportar el impacto de un hechizo, de modo que la Parker pensaba que le serviría bastante bien como defensa.

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  8. Abrió ligeramente la boca al notar donde se encontraban, estaba aturdida e impresionada, sus ojos azules observaban ansiosamente a los lejos y podía sentir como sus manos comenzaban a sudar. ¿Qué clase de experimento raro estaban por vivir? No estaba segura de querer conocer la respuesta, y tampoco estaba segura de que sus dos mentores conocieran la finalidad de llevarlos hasta ahí.

    Pero ¡por Merlin! Estaba en Hogwarts, solo que este era del pasado, pues estaba a punto de presenciar una batalla que para ella resultaba legendaria. Al ser extranjera, nunca había asistido a esa escuela de magia, había estudiado en la Academia de Magia y Hechicería de República Checa, pero tras sus clases de Historia de la Magia y las múltiples historias que le habían contado, estaba perfectamente informada de la batalla de Hogwarts.

    Se sobresaltó un poco al escuchar la voz de su profesora, les estaba intentando explicar lo que a Mía le parecía bastante inexplicable, y al final del discurso de la Delacour, no había entendido nada, a esas alturas su cerebro se encontraba lo suficientemente embotado como para ser incapaz de conocer la respuesta de dos más dos. Una voz un poco más firme y masculina la sacó de su aturdimiento, algo de la rudeza de aquel simple juego de palabras, había hecho que sus las escasas neuronas que le funcionaban en ese momento, trabajaran más.

     

    Miró la Nimbus 2014 que llevaba en su mano, intentando convencerse de que era real, y que aquello que estaba viviendo en ese preciso momento era una imposibilidad que se había convertido en algo más que una posibilidad, eso ya era un hecho. Montó la escoba y dio una patada en el suelo, siguiendo a sus mentores, pues no estaba segura de ser capaz de hacer otra cosa. Sus manos sudaban y sus dedos temblaban ligeramente, pensar en lo que estaban a punto de presenciar hacía que sintiera ganas de vomitar.

     

    Pronto aterrizaron, Mía bajo de su escoba con el mayor cuidado posible, pues se sentía tan torpe que no quería cometer un error. Sostuvo la escoba con su zurda y observó el bosque prohibido y el resto del paisaje. El viento que soplaba hizo que las palabras del profesor mortífago llegaran a sus oídos, y aunque a comparación de muchos, Mía no las repitió, ni siquiera repitió las palabras de su profesora, pues antes de ser capaz de repetirlas, quería respuestas.

     

    Observó a lo lejos y sintió como un repentino calor invadía su cuerpo, ¿qué estaba por pasarles a ellos? El grupo del cual ahora formaba parte Mía, era consciente de lo que pasaría, todos sabían quién iba a ser el ganador al final del día, pero la Parker no terminaba de comprender que harían ahí. Escuchó como su profesora volvía a tomar la palabra, pero las palabras le comenzaron a llegar lejanas de nuevo.

     

    Se sobresaltó al escuchar una explosión a lo lejos e intentó “pensar en algo bonito”, creyendo que al hacerlo olvidaría un poco de lo que vería, pero nada pasó, pues lo único que quería era regresar a su hogar, el cual, en esos momentos consideraba como su lugar feliz. Esta vez sí prestó atención a la explicación de la Delacour, y aunque con su explicación intentaba decirles que todo estaría bien, Mía había decidido dejar de creer en sus profesores, pues cuando estos le decían que no pasaría nada, siempre acababa pasando algo y si por alguna razón decidía ser crédula de nuevo, le bastaba recordar la clase anterior en la que sus profesoras desaparecían mientras ellos medio morían en un lago congelado.

    Sus ojos viajaron de Maxwell a sus profesores y finalmente hacia el escenario de una batalla que estaba a punto de desencadenarse. ¡Era tan absurdo! Horas atrás se había encontrado en su habitación, teniendo problemas existenciales respecto a elegir su chaqueta color marrón o un sweater de lana de color blanco, pues de eso dependía el peinado que llevaría así como parte de sus accesorios, y ahora eso aprecia tan lejano, tan tonto, tan insignificante que la hacía sentir tan pequeña e indefensa que lo único prudente que le quedaba por hacer era hacerse bolita en el suelo y esperar a que todo acabara.

    Escondió sus manos dentro de los bolsillos de su sweater, pues al final, después de todo su debate de que si la ropa se le veía bien o no, se había decidido por un largo sweater negro, una blusa de tonalidad clara, unos jeans y unos zapatos planos a juego, además de su bolso y sus respectivos accesorios. Por primera vez fue consciente de lo superflúa que era su mañana tan rutinaria, después de todo, en esos momentos estaba en medio de una guerra y ella había estado más preocupada porque su cabello se encontrará perfectamente recogido en una trenza que porque había gente que moría día con día.

    Movió sus dedos con nerviosismo, y sus ojos azules, tras unos exhaustivos segundos de observación, notaron que al menos sus dos profesores parecían tensos, por decirlo de algún modo, pues no estaba segura de ser capaz de descifrar su estado de ánimo, pues ella ni siquiera estaba segura de que era lo que sentía en ese preciso momento, pero podía jurar que ellos no se sentían exactamente felices.

    —Ehh... —comenzó a decir Mia con torpeza. Su mente tenía una enorme laguna mental, de modo que tuvo que sacudir un poco la cabeza para aclarar su mente— yo soy Mia Nicole Parker, no soy inglesa, vengo de República Checa, exactamente de la hermosa y tranquila ciudad de Praga —comentó intentando esbozar una sonrisa, que en realidad era más una mueca— y yo... —iba agregar algo respecto a sus aspiraciones, pero aquello era todo un tema con Mia.

    Algunas veces le habían llamado loca, por ciertas cosas que hacia ó decía estando en un estado que Mia llamaba como "normal", pero hacerla pensar en un bando era algo que odiaba hacer, pues eso la acababa llevando de tener un debate mental a tener una discusión acalorada consigo misma al grado que se llegaba a gritar a su otro yo, siendo que ese yo, era el que estaba en contra de su otro yo.

    Nunca había llegado a una mágica y aplastante conclusión, era todo lo contrario, siempre llegaba a un camino sin fin, y quizás esa era una buena ocasión para acabar con algunas dudas que tenía. Siempre había creído que el bien y el mal, era algo meramente subjetivo, pues el bien no tenía la misma definición para todos, al final, para evitar más disgustos consigo misma, había optado por enumerar las cualidades de cada bando, admiraba esa convicción de los mortifagos por luchar por lo que creían, sin importarles nada ni nadie, sin que la caída de su líder más importante los detuviera, pues lo más importante eran los ideales, y a su vez, admiraba lo que hacían los miembros de la orden del fénix, que no sólo defendían sus ideales, sino también a inocentes sin recibir nada a cambio.

    —Y yo no tengo ninguna preferencia aún... —término por agregar segundos después.

    Fueron en esos escasos segundos, en que consideró que la vida dentro de un bando quizás no era para ella. Mia siempre se había considerado una persona pacifista, había sido educada en el mundo muggle, y había leído de guerras que habían iniciado con causas más absurdas que las de la pureza de sangre, le había bastado leer periódicos de otras épocas para comprender la capacidad del ser humano que tenía para destruir, sin que fuera necesario el uso de la magia. Aquello había tenido un gran impacto en ella, al grado de volverse una persona que intentaba resolver las cosas por las buenas, el diálogo y todas esas basuras que describían los muggles en libros estilo "métodos para establecer una buena comunicación" pero que al final eran útiles, aunque claro, también tenía su lado en el que si creía algo firmemente y no había otro modo de defenderlo más que con violencia, lo hacía.

    Si, en general, estaba arruinada en ese asunto, y no quería imaginar cómo saldría de ahí, si hecha un lío de preguntas que la sumirían en un estado de trance en el que sabía que no saldría de su habitación por una semana, o si podría ser capaz de decir a un bando sobre el otro.

     

     

     

    ¡Hola! Primero me presento *-*

     

    Soy Carolina, tengo 20 años y soy de Costa Rica. Estudio pedagogía infantil <3 y no soy buena presentándome. Solo diré que me gusta mucho rolear y que estoy descubriendo que al parecer soy mala en los duelos xD

     

    He intentado postear antes, pero con la uni me es difícil pues ando algo corta de tiempo, y créanme que haré todo lo posible por postear seguido y dejar roles bonitos, no como este que acabo de dejar porque lo hice todo a las carreras u_ú

     

    En fin, eso, espero postear pronto de nuevo *-*

     

    Saludos n.n

     

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  9. ¡Hola ! Yo vengo a presentarme y a dejar la ficha de mi personaje /o/ el cual digamos está un tanto plagiado( ?) De cierto modo, no me crean, en fin pido una disculpa antes, porque la ficha no es lo mejor del mundo, pero ando muy corta de tiempo :C

     

    En fin, me presento, son Carolina, pueden decirme Caro, tengo 20 años y soy del hermoso país de Costa Rica <3 Estudio pedagogía infantil y me queda muy poco tiempo antes de graduarme *cruza los dedos* No soy una persona que suele hablar mucho de sí misma, pero aquí voy : me gusta escuchar música y aprender cosas nuevas, y últimamente amo dormir.

     

    Creo que no tengo más para decir de mí misma, soy mala haciendo estas presentaciones xD

     

    Mi personaje es Mía Nicole Parker <3 la amo un poco más cada día. Es bastante diferente a mí, es algo temperamental, ama la moda, y es Checa /o/ y por consiguiente odia Londres, pues sus padres la llevaron hasta ahí en contra de su voluntad. Fue criada en el mundo mágico y muggle a la vez, por decirlo de algún modo, y por lo tanto conoce mucho de ese mundo y le gustan todas sus baratijas tecnológicas xDDDD

     

    Bueno eso es todo, aquí mi fea ficha :

     

    Nombre: Megan Hunt

    Sexo: Femenino

    Edad: 35 años

    Científico/Empresario: Científica

     

    Aspecto Físico: Cabello castaño lacio, que le llega un par de centímetros por debajo de los hombros, ojos color miel y tez pálida. De estatura promedio, 1.60m y delgada. Sus facciones no son finas, pero si muestran cierta delicadeza que junto con un cuerpo cuidado, la hacen parecer atractiva.

     

    Cualidades Psicológicas: Es una persona que a primera impresión, resulta un tanto imponente, indiferente y distante, pero resulta ser casi lo contrario a eso. Aunque si, le gusta imponerse en lo que respecta su trabajo, pues es consciente de sus capacidades y habilidades, además de que sabe que la mayoría de las veces, por no decir siempre, tiene la razón, es una persona que de distante e indiferente no tiene mucho, aunque le guste pensar que lo es.

     

    Es de corazón noble, y es la clase de persona que cuando sus compañeros de trabajo o sus dos escasos familiares la necesitan, siempre esta dispuesta a ayudar. Algunas veces puede llegar a ser cínica, directa, irónica y quizás algo descarada, pero principalmente se muestra así cuando trabaja, pues mientras ella obtenga respuestas, no le importa mucho lo demás. Puede ser un tanto nerviosa y exagerada en lo que respecta a su hija, pues aún le cuesta trabajo asumir el papel de madre que tiene.

     

    Es apasionada con su trabajo, y siempre trata de reaccionar objetivamente ante cualquier inconveniente que se le presente, ya sea personal o laboral.

     

    Breve Historia: Nacida en Filadelfia, Estados Unidos. Hija de una jueza y de un investigador, siendo que este aparentemente se suicidó cuando Megan era niña, de modo que fue criada por su madre con la que tiene una relación complicada, pues las ideas de ambas siempre han ido en direcciones opuestas.

     

    Graduada con honores en la universidad de Standford, para posteriormente realizar una especialidad de neurocirujia, siempre demostró el compromiso y la pasión que sentía por su carrera. Se casó recién egresada de la licenciatura, con un hombre que había estudiado leyes y con el que posteriormente tendría a su hija, Lacey, que ahora tenía aproximadamente 10 años.

     

    Megan, comprometida con sus pacientes y sus investigaciones, había dejado atrás a su familia, y aún a pesar de que intentaba ser una buena madre, muchas veces dejaba de lado a su marido y a su hija, impidiendo que el primero creciera profesionalmente, y dejando vacios emocionales en la segunda, de modo que solo bastaron unos años para que su matrimonio se viniera abajo.

     

    Aún a pesar del término de su matrimonio, Megan no cambiaba su vida, y meses después, cuando discutía con su ex-marido por teléfono mientras manejaba, sufrió un grave accidente. Aquel suceso, aunque no la había dejado paralítica, le había ocasionado parestesia, haciendo que la Hunt decidiera abandonar la cirugía antes de que su terquedad y sus ganas de creer que estaba bien, la llevaran a comprometer la vida de sus pacientes.

     

    Tras ello comenzó a laborar como patóloga forense, al mismo tiempo que continuaba con sus investigaciones respecto a enfermedades neurodegenerativas que había comenzado desde años antes, estas mismas investigaciones eran las que la habían llevado a aquel congreso del que todos habían escuchado maravillas, pues tanto era una oportunidad para recaudar fondos, como para demostrar el enorme descubrimiento que había hecho. Además de eso, de eso, comenzó a rehacer su vida, intentando recuperar una hija de la que se había olvidado.

     

     

     

    Saludos n.n

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  10. ¡Hola!

     

    Yo vengo aquí rápidamente a presentarme, porque si no algo más que estudiar, me dará un colapso o un algo que me dejará traumada por el resto de mi existencia D: (?)

     

    Bueno, como pueden ver, quizás algunas veces soy algo dramática, pero es que estoy algo estresada en estos momentos. Entre el foro y mi vida muggle no me doy abasto u_ú

     

    Bueno, yo soy Carolina, tengo 20 años (estoy en plena juventud(?)) y soy de Costa Rica /o/ \o/ \o\ y bueno, respecto a los estudios tengo muuucho que decir u_ú Estudio pedagogía infantil, en estos momentos de mi vida universitaria estoy siendo excesivamente explotada con entregas y demás, así que sabrán perdonarme si me tardo un poco más de tiempo en escribir o mis roles son un asco, pero intento hacer lo que puedo .-.

     

    Me gusta Harry Potter(?) bueno, por algo estoy aquí, pero más que nada me gusta rolear, es algo que disfruto hacer, aunque el duelo... dejémoslo en que son un asco en duelo, al menos eso parece hasta el momento xD

     

    Respecto a Mía <3 la amo un poquito más cada día, es un personaje que creo que no tiene nada que ver conmigo, no tiene aspiraciones y viene de Praga, odia Londres, de un modo muy literal y solo se aparece en la Academia porque la obligaron sus padres. Sus padres la criaron en digamos, tanto el mundo mágico como el muggle, pues sus padres son hijos de muggles, entonces tiene ciertas aficiones comunes y corrientes. Le gusta la moda, ama la moda y arreglarse xD cosa en la que no coincidimos para nada e.e, y bueno, no tiene bando aún, pues aún esta dudando u_ú y no hay más que decir, solo está un poquito loca, de vez en cuando.

     

    Bueno, creo que eso es todo.

     

    Saudos n.n

     

     

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  11. Al observar a Kendall acercarse con una manta en sus manos sonrió un poco, olvidándose momentáneamente de sus "magníficas e ilustres" profesoras. Al menos estaban vivos, y eso era lo que más le importaba en ese momento. Asintió ante la pregunta de Kendall, la manta y el calor de la fogata hacían que de a poco los temblores de su cuerpo disminuyeran, y con ello su tempera corporal se elevaba.

     

    —Si... Gracias por ayudarnos, no sé qué hubiera pasado si sólo hubiéramos estado nosotros dos ahí adentro—comentó.

     

    Se quedó pensativa por un par de segundos, ya se había calmado y olvidado a sus dos profesoras, de modo que pudo meditar un poco acerco de lo que había pasado en el lago, en el pánico y el miedo que había sentido ante la posibilidad de no salir de ahí, ¿qué habría pasado si hubiera dejado que sus sentimientos la sobrepasarán? Sabía la respuesta y de tan solo pensarlo, no pudo evitar que en sus ojos aparecieran un par de discretas lágrimas ante ese pensamiento que la horrorizó, pues estaba más que claro que hubiera acabado en el fondo del lago.

     

    Y es que pensar en su propia muerte la había perturbado, quizás era bastante terca y obstinada, muchas veces podía llegar a ser bastante odiosa y tenía un humor de los mil demonios, sabía perfectamente que tenía esos defectos y muchos más, pero tenía la esperanza de merecer vivir aunque fuera otro par de años. Y es que, ¡vamos! Que quizás nunca lo diría en voz alta, pero en esos momentos no le importaría ser una viejita amargada e insufrible que viva en los suburbios muggles y le haga imposible la vida a todos.

     

    Soltó un poco de aire, y limpió esas dos lágrimas que se le habían escapado, estaba a punto de desviar su atención hacia Kendall cuando un grito de auxilio hizo que girará su rostro en dirección al lago. Mia abrió un poco la boca en señal de sorpresa, pues ya en la orilla se encontraba Monotoq, luchando por acercarse hasta donde se encontraban ellos, pero al parecer estaba herido. La Parker se quedo quieta por unos escasos segundos hasta que finalmente reaccionó y cambiando su gesto de sorpresa hacia uno de concentración, se apresuró a llegar junto a su compañero.

     

    Se quitó la cobija que le había dado Kendall y lo tapo con ella, al tiempo que sacaba su varita y lo secaba con el mismo hechizo que había utilizado minutos atrás para secarse a ella misma. Sabía que lo debían de mover hacia el fuego, pero la castaña era demasiado pequeña como para soportar el peso del chico ella sola.

     

    En lugar de eso, intentó buscar las heridas de Monotoq y fue cuando su vista llego a sus piernas que encontró la fuente de dolor de su compañero. Hizo una mueca de dolor al verla, nunca se había considerado una “fan” de las heridas y mucho menos de las curaciones pero sabía lo suficiente como para mantener a raya una herida grave utilizando métodos muggles, porque con la magia, quizás no era un desastre, pero se fiaba más de sus conocimientos muggles a su capacidad de curar con magia sin causar más daño.

     

    —E-hhh... Puede que esto te duela —comentó indecisa mientras con una de sus manos examinaba la herida del muslo, la cual al parecer no era grave, sus manos viajaron hasta el tobillo de su compañero y se encontró que el corte no era de gran calibre.— Ahm, a decir verdad me va más eso de las curaciones muggles que utilizar la varita, espero no te moleste —le dijo a su compañero en tono de disculpa.

     

    Tras decir eso, colocó la punta de la varita en una de las heridas, y de esta salió un chorro de agua, seguido de eso se quitó la bufanda que le había servido para abrigarse un poco, pero en esos momentos la rompió cruelmente, al tiempo que olvidaba que esa era una de sus bufandas favoritas y que probablemente en un momento de vanidad y egoísmo se arrepentiría. Tomó uno de los largos pedazos de tela y con ello envolvió la herida, utilizándola como venda, haciendo una ligera presión para que no sangrara más, enseguida de desplazo a la herida del tobillo y repitió el procedimiento.

     

    Cuando terminó soltó un poco de aire y posó sus ojos azules en la cara de su compañero.

    —Espero eso sirva, al menos hasta que salgamos de aquí... —comentó al tiempo que se levantaba.— ¿Crees que te puedas apoyar un poco más? Soy algo debilucha para llevarte hasta allá —se encogió de hombros y se levantó. Le extendió la mano a Monotoq para ayudarlo a levantarse y servirle a su vez de apoyo para acercarlo al fuego.

     

    Fue en ese momento cuando apareció una de sus profesoras, la Black Lestrange, para enseguida preguntarles como estaban. Mia observo a la mujer y si había olvidado su enojo, en ese instante lo recordó. Aún aunque estaban ayudando a su compañero no pudo evitar bufar en respuesta a sus preguntas, eran los cuestionamientos más ilógicos que le habían hecho en todo el día.

     

    —Que repentino interés... —dijo poniendo los ojos en blanco— estamos en excelentes condiciones como puede ver, tuvimos toda una fiesta allá en el lago —agrego en tono irónico, al tiempo que sus mejillas se coloreaban de una tonalidad carmesí, esa mujer la había alterado.— Que hipócrita —murmuró por lo bajo en checo.

     

    Volvió la vista hacia Monotoq y lo ayudo, aunque esta vez sus movimientos eran algo más bruscos, al mismo tiempo apareció la profesora mortífaga, cosa que sólo hizo enfadar más a Mia ¿quiénes rayos eran esas mujeres que aparecían así de la nada? ¿Por qué no se les había ocurrido aparecer así cuando estaban en el lago? Cómo si no fueran lo suficientemente experimentadas como para no encontrarlos y justificarse con ello. Ambas mujeres hablaban y mientras tanto la castaña se acercaba al fuego, y para cuando al fin terminaron las profesoras su pequeña discusión, Mia escucho las palabras de la Black Lestrange y enarco una ceja.

     

    —Como sí eso nos fuera a garantizar que saldremos vivos de aquí —volvió a decir en checo.

     

    No era consciente de que estaba hablando en su idioma natal, pues sentía tal frustración por aquellas dos supuestas mentoras, que las palabras le salían de la boca sin que ella quisiera. Busco a Kendall con la mirada, sabía que no les quedaba de otra más que seguirlas, pues no conocían el camino de regreso, aunque estaba bastante segura de que si encontraban un obstáculo más, las mujeres desaparecerían de ahí de nuevo.

     

    Off:

    Dejo un horrible rol, pero es que tengo dificultades de tiempo y fue lo mejor que alcancé a hacer hoy D: lo lamento, me hubiera esforzado más de poder hacerlo .-.

     

    Dejo mi ficha no tan corregida, porque la profesora Rías me dijo que no hiciera correcciones y yo muy obedientemente le hice caso (?) Bueno, dejo la ficha, solo agregué una cosa que me hacía falta, pero a decir verdad no es de gran importancia. De todos modos dejo mi ficha por si quieren ser más inquisitivas u_ú

     

    Este es el link: http://www.harrylatino.org/index.php/topic/104216-ficha-de-mia-nicole-parker/

     

    Perfil del Personaje:

     

    Raza: Humano.

    Aspecto Físico:
    De complexión delgada y estatura mediana, aproximadamente 1.50, aunque suele usar zapatos de tacón alto para aumentar su altura. Su cabello es de color castaño claro, y por naturaleza es ondulado, aunque siempre le había gustado jugar con él, de modo que era normal verlo de algún otro color que no fuera castaño y sin ondas. Le gustaba pasar tiempo frente al espejo probando peinados hasta que se encontrara con uno que fuera de acuerdo a su humor.

    Su rostro, aunque no es de facciones completamente finas, si muestra una delicadeza natural que tiene su propio encanto, pero aún a pesar de eso suele llevar una capa de maquillaje. Sus ojos son de color azul.

    Su modo de vestir es variado y depende de su humor y del clima, pero si algo es seguro es que tarda horas en elegir que vestir, pero siempre va acompañada de su bolso y su varita, que considera como sus accesorios indispensables.


    Cualidades Psicológicas:
    Mía suele ser una persona tranquila y normal o así se considera ella misma. Es una persona cariñosa con la gente cercana a ella, y leal, trata de entregarse tal cual es y no intenta ocultar demasiado sus sentimientos o su modo de ser. Es una persona bastante directa y que no se tienta mucho el corazón. Muchas veces puede llegar a ser dura con las personas que la rodean y sobre todo a las que más aprecia, pero su intención nunca es lastimar.

    Quizás su mayor defecto es que es una persona que puede cambiar de humor con bastante facilidad, todo depende de la situación en que se encuentre, pero en general sus cambios de humor son bastante tolerables. Otro de sus mayores defectos es que se siente acomplejada por su estatura, y es por ello que prácticamente todo el tiempo utiliza zapatos altos.

    Su mayor adoración es su familia, les es leal incondicionalmente y es capaz de hacer cualquier cosa por ellos. No es la clase de persona que se muestra sensible ante la palabra muerte o asesinato y mucho menos ante las situaciones que se viven en el mundo mágico, ella simplemente acepta el mundo tal y como es, ya que no puede hacer nada para cambiarlo.

    No es la clase de persona que toma un partido por lo que más le conviene, si no por lo que cree, de modo que si para defender sus creencias o incluso a alguien que quiere tiene que llegar a matar, no lo dudaría en hacer. Aún a pesar de ello, es una persona bastante pacifista, siempre busca resolver las cosas del mejor modo posible, pero si debe reaccionar de un modo violento sin duda lo hará.



    Historia:
    Nacida en Praga el 24 de Julio de 1990, desde pequeña fue criada en una pequeña familia compuesta por sus abuelos y sus padres. Sus abuelos eran muggles y sus padres, ambos, eran magos, de modo que resultó tener una conexión con ambos mundos, sus padres se habían asegurado de que así fuera, no querían que de ningún modo le tuviera desprecio a la comunidad muggle, aunque eso no había funcionado del todo para Mía, algunas veces se exasperaba de los muggles y creía que algún día terminaría odiándolos.

    Fue criada en su lugar de nacimiento, de modo que su lengua natal es el Checo y como complemento sus padres la obligaron a aprender Francés e Inglés, eso además de tocar el piano y montar a caballo. Sus padres habían sido muy estrictos con su educación desde pequeña, y se habían apegado a lo que la enseñanza muggle dictaba para ser todo un universitario exitoso, pero estaba claro que el destino de Mía era ser otra cosa muy diferente a una universitaria de alguna universidad de Praga.

    Había mostrado aptitudes mágicas desde cierta edad, pero sus padres la habían tratado de instruir a no utilizar esa magia que tenía en el colegio, ya que ella asistía a la escuela muggle, pero ella algunas veces no podía controlar las cosas y simplemente pasaban, aunque nunca había causado nada lo suficientemente grave como para no ocultarlo. Además sus padres siempre le ayudaban en eso, nunca había ningún problema que ellos no le hubieran llegado a solucionar.

    Había llegado a la edad en que debía de recibir su carta de aceptación para la escuela de magia que se encontraba en República Checa. Había tardado una semana más en llegar porque la lechuza había sido lo suficientemente atolondrada como para perderse por las calles de Praga, y eso casi mata de los nervios no solo a ella, sino a toda su familia, pero finalmente llegó y con ello al fin tuvo que abandonar su vida muggle. Aquello nunca le pesó, nunca había tenido grandes amigos muggles, y los únicos dos que había conservado eran a los únicos que enviaba cartas de vez en cuando, y para hacerlo tenía que enviárselas a sus padres para que ellos se las enviaran por un medio más normal.

    El instituto al que asistió en República Checa era un sitio que le encantaba a la Parker, le recordaba a las calles de Praga en las cuales se maravillaba por su esplendor, por la historia que contaban. El castillo en el que había vivido desde ese momento fue uno de los lugares en los que más había disfrutado, era una alumna promedio, no tenía excelentes notas, pero si lo suficientemente buenas para que sus exigentes padres nunca la regañaran.

    Hizo grandes amistades en ese sitio, y tuvo a su vez algún romance con uno que otro chico que le había robado el sueño, ese sitio estaba lleno de grandes recuerdos para ella. Fue hasta su último año en que de verdad sintió nostalgia y en el que sintió el peso de una futura vida llena de responsabilidades para la que no estaba segura de si estaba completamente preparada.

    No estaba completamente segura de que camino elegiría, su mente siempre había divagado en muchas cosas, siempre le había interesado todo y a la vez nada, a ella simplemente le fascinaba el mundo, y por ello, ante esa situación sus padres le habían sugerido que siguiera una vida dentro del Ministerio de Magia de su país. En un principio Mía pensó que sus padres se habían vuelto totalmente locos, y lo peor de todo, sus abuelos los apoyaban, ella no era capaz de verse detrás de un escritorio, simplemente no parecía algo adecuado de hacer.

    Pero como no encontraba nada que fuera con ella acabó aceptando la propuesta de sus padres, iba a continuar estudiando para fungir como funcionaria del Ministerio de Magia de Praga. Era una época difícil para su familia, pero todo se tornó más complicado cuando sus abuelos comenzaron a recibir amenazas. Nadie estaba seguro de si aquello venía del mundo mágico o del mundo muggle, pero antes de que sucediese una tragedia, sus padres decidieron mudarse a Londres, de modo que resultaba un gran cambio para Mía.

    Al principio había alegado que ella ya tenía una vida ahí y que era lo suficientemente mayor para quedarse a vivir sola y subsistir por su propia cuenta en Praga, pero tras interminables peleas, una abuela muy comprensiva y jurar que mataría a los desgraciados que amenazaban a sus abuelos accedió a irse a Londres por su propia seguridad con su familia. Casi odiaba el lugar de solo pensarlo, había tenido que despedirse de sus amigos temporalmente, los mágicos y aquellos dos muggles que tanto apreciaba, prometiendo ir a visitarlos al menos dentro de tres meses y escribir casi a diario.

    Ahora solo le quedaba adaptarse a una ciudad que ya odiaba, a un lugar que no quería conocer, comenzar a hablar un idioma que aún a pesar de que dominaba, no quería utilizarlo porque a ella le gustaba hablar checo. Podía continuar con la lista, pero no estaba más que resignada a continuar viviendo su vida aún a pesar de no estar en donde quería en ese momento.

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  12. ¡Hola!

     

    Yo tenía una duda, es respecto al Morphos y algo que mencionan del cuerno de Erumpent, ¿cómo se considera ne los duelos este? Me refiero a que, el cuerno como tal, es parte de una criatura (que supongo por ende, con el nivel que podemos usar de hechizos no podemos hacer aparecer .-.) entonces si es parte de un animal se considera como animal o como objeto al ser el cuerno solamente? Un mago con auror/mortífago que tenga el rango suficiente puede aparecer un Erumpent y lanzarle un confringo y tendrá el mismo efecto que si hiciera aparecer solo el cuerno?

     

    Esa es mi duda, espero no venir con más u_ú

     

    Y bueno, pasaba a avisar, que quizás se me dificulte pasarme cada 3 días a mas tardar, ya que tengo que entregar un proyecto y bueno, ocupará prácticamente toda mi vida, así que aviso por las dudas, lo único que tengo seguro es que el viernes puede que me pase a rolear u.ú mientras tanto hasta el domingo tengo tiempo para rolear :C

     

    Saludos!

  13. -Woooah –exclamó en voz alta al sentir el viento frío contra su rostro.

     

    Un escalofrío le recorrió la espalda, haciendo que se abrazara a sí misma, después de todo, segundos antes había estado en la calidez de su hogar. Acababa de aparecer de la mano de Vicente, el elfo doméstico, en los límites del bosque que le había indicado Maxwell . En la carta el Atkins había mencionado que debía ir abrigada, al leer aquello la castaña había esperado un clima frío, y quizás lluvia, pero nunca la blancura que ahora sus ojos azules observaban maravillados, después de todo ¡estaba nevando!

     

    Mía amaba la época del año en la que todo se cubría de blanco, la hacía comportarse como una niña pequeña, tanto que le daban ganas de saltar de un lado a otro. Tenía una sonrisa tonta dibujada en el rostro, el cual había levantado mirando hacia el cielo. Imitó aquel acto con sus manos, dejando que estas apuntaran hacia arriba, de ese modo, la nieve que caía tocaba su cara y sus manos.

     

    Pasó así cerca de un minuto, disfrutando de la sensación que le dejaba la nieve al tocar su piel, estaba tan abstraída en ello que ignoró las palabras de Vicente y el ¡plop! que le había indicado que la criatura había desaparecido. Sacudió su rostro y abrió los ojos, para observar el bosque, tenía que internarse en él para encontrarse con su compañero y comenzar con aquel duelo que tendrían.

     

    A la castaña la idea del duelo le seguía sin agradar, y se mantenía firme respecto a no hacer daño solo porque sí, incluso si Maxwell la atacaba, evitaría en lo posible causarle algún daño, por mínimo que este fuese. Aún con esa idea rondándole la cabeza y pensando en que quizás no se había abrigado lo suficiente se internó en el bosque.

     

    Durante todo el camino escondió sus manos en los bolsillos del abrigo color hueso que llevaba, debajo de este tenía un sweater de lana y una blusa sencilla, que se escondía debajo de las otras dos capas de ropa. Sus pies, cubiertos por unas botas bajas de color marrón oscuro, de vez en cuando pisaban alguna rama que se encontraba cubierta por la nieve. Aún a pesar de que llevaba unos jeans lo suficientemente gruesos y una bufanda, parte de su cuerpo aún tenía frío, pero era soportable.

     

    Cuando llegó al claro aún tenía dibujada una sonrisa en su rostro, el sitio tenía algo de mágico, quizás se trataba del efecto causado por la nieve o de que estaba loca, después de todo estaba a punto de duelear con alguien, pero aquel lugar le gustaba. Se mantuvo escondida entre los árboles para observar el lugar, primero se encontró con una loba, que se encontraba sentada en el límite del claro, suponía, o al menos por la pinta que daba, que el animal era de Maxwell, es decir ¿qué lobo que no estuviera adiestrado se quedaba sentado mientras alguien se encontraba parado a unos cuantos metros de ella?

     

    Desvió sus ojos azules de la loba y comenzó a recorrer con la mirada el lugar, se encontró con el tronco de uno o dos árboles caídos, que se encontraban cubiertos por la nieve y un par de ramas que quizás no fueran demasiado útiles de su lado izquierdo. A su lado derecho encontró un grupo de rocas, algunas eran de gran tamaño, otras eran de tamaño no tan considerable, y otras ni siquiera las alcanzaba a observar, pues la nieve las cubría. Y finalmente, en medio de todo, se encontró con Maxwell.

     

    -Hola Maxwell, ¿te molesta que te diga Max? –preguntó dirigiéndole una sonrisa al tiempo que daba un par de pasos hacia el frente, quedando alejada aproximadamente dos metros de los árboles, y unos siete metros de su compañero. – Y muchas gracias por la advertencia, estoy segura que con lo que planeaba traer no hubiera sobrevivido aquí, aunque nunca hubiera esperando esto -comentó haciendo un gesto con sus manos para abarcar todo lo que les rodeaba.- Y sí… es una hermosa mañana, resulta una lástima que tengamos que arruinarla de este modo –comentó mientras su sonrisa se convertía en una mueca de disgusto.

     

    Sus manos aún se encontraban escondidas dentro de las bolsas del abrigo, dentro de una de estas había guardado la varita. Podía sentir la madera lustrada contra la punta de sus dedos, y sabía que era inevitable sacarla, de modo que con cuidado y sin mucha prisa la sacó y se preparó mentalmente.

     

    -Sabes… odio un poco esto, la idea de este enfrentamiento no tiene mucho sentido- comentó y soltó un poco de aire y se encogió de hombros- pero al mal tiempo, darle prisa –esto último lo dijo más para sí, aquel era un dicho muggle que su abuela solía repetir constantemente. Dio un último vistazo a su alrededor y enfocó su mirada en el Atkins al tiempo que le apuntaba con la varita- Langlockdijo en voz baja.

     

    De su varita salió un rayo que recorrió los aproximadamente siete metros que los separaban, si el Atkins no lograba sortearlo y la maldición impactaba, la lengua se le pegaría al paladar, impidiéndole hablar. Enseguida la castaña desvió la varita y apuntó hacia una de las rocas, una que le llegaba poco más arriba de la cintura y que era lo suficientemente voluminosa.

     

    -Morphos –susurró. De su varita no salió ningún rayo, pero pronto la roca se transformó en un ciervo, que tenía unas proporciones parecidas al del objeto que había sido anteriormente, y era lo suficientemente grande como para poder cubrir a la Parker y básicamente, ese era su propósito, pues Mía le había ordenado protegerla contra cualquier ataque.

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  14. La mujer le había recibido el formulario y su mirada se posó en lo que la Parker había estado rellenando segundos atrás. Mía notó como la mujer se perdía por un momento en sus pensamientos, para enseguida recobrarse. Aquello le había parecido algo extraño, pero prefería indagar sobre el tema, pues probablemente daría la impresión de ser una entrometida y además, no era su asunto.

     

    -Oh, que bien, entonces, muchas gracias –dijo mientras sonreía aliviada.

     

    Se despidió con un gesto de su mano y enseguida volvió sobre sus pasos, aunque el Ministerio de Magia parecía ser un sitio bastante interesante, en esos momentos no tenía el menor interés en explorarlo y conocerlo, había tenido suficiente de él por ese día. Quizás en algún momento en el futuro volvería, pero estaba segura de que esa visita para que volviera a ese lugar tendría que pasar un largo tiempo.

  15. Desvió la mirada de su profesora al escuchar una voz demasiado conocida que gritaba, movió su cabeza en dirección al sonido y pronto se encontró con la figura de Kendall agachada, tocando el suelo sobre el cual, ahora la Parker y sus compañeros se encontraban parados. Mía no pudo evitar sentir alivio al verla bien, y no aplastada por la manada de minotauros que se habían encontrado poco antes.

     

    Por supuesto, Kendall tenía un plan, el cual la castaña escuchó con atención y parecía que era más que perfecto para la situación, o al menos, era el mejor que tenían hasta ese momento, incluso la Black Lestrange opinaba que era la opción más viable que tenían. El plan era bueno, pero Mía, al escuchar que tendría que quitarse sus botas estuvo a punto de aclarar que no se trataban de simples tacones, eran plataformas, cosa que probablemente a Kendall le tenía sin cuidado, y además iba a agregar que prefería caerse al lago antes de deshacerse de su calzado, pero tras pensar por unos segundos, decidió que su idea no solo era mala, ¡era pésima!, de modo que de ese debate mental concluyó que lo mejor era hacerle caso a la Haughton.

     

    No pudo evitar refunfuñar mientras se quitaba las botas con cuidado, pero al menos no pasaría tanto frío como su profesora, decidir llevar botas la había hecho elegir unos gruesos calcetines, con figuras bastante infantiles de las cuales se avergonzaba, que en esos momentos evitarían que sus pies se congelaran casi al instante. Al final sostuvo las botas marrones en sus manos y con un movimiento de su varita las hizo más pequeñas, hasta que ambas fueron lo suficientemente ligeras y pequeñas como para entrar en su bolso.

     

    Tal como había dicho Kendall, se equilibró en sus dos pies y sonrió ante la sorpresa de que aquello le había resultado enormemente fácil, era como patinar, y de no haber sido por su abuelo, quizás en ese momento estaría batallando al intentar no caerse.

     

    Tomó la cuerda ubicándose tras otro de sus compañeros y con el rabillo del ojo, observó como Maxwell la seguía, suponía que, tal y como había dicho, su profesora se encontraría detrás del Atkins. La castaña intentó avanzar, pero el sonido del hielo quebrándose hizo que se quedara quieta, el sonido le había sonado demasiado tétrico y desalentador como para intentar apurarse y llegar a la orilla, además, no había que ser un genio para saber lo que se venía.

     

    Todo se resumía en que pronto caería, no había más por hacer, y tan pronto como ese pensamiento llegó, sintió como su cuerpo se sumergía en el agua helada. Antes de caer en el agua, tomó todo el aire que pudo y aguantó la respiración, intentando que su cabeza no se sumergiera, pero inevitablemente lo hizo, y al hacerlo sintió como su cuerpo prácticamente se congelaba, y con ello llegó el pánico y el miedo.

     

    Nunca le había pasado aquello, había patinado miles de veces en algún lago congelado en época de invierno, siempre había tenido cuidado, y ahora venía llegando a Londres y ¿qué tenía que pasar? Se tenía que ir a ahogar y morir, probablemente, en un lago congelado, sin siquiera haber disfrutado de la simple e inmunda diversión que era patinar, simplemente había ido a parar ahí, gracias a su profesora, de la cual por cierto, no veía rastro.

     

    Quería gritar para dejar de sentir el pánico, el miedo y la frustración, pero toda esa mezcla de sentimientos la había dejado metafóricamente congelada, pues en vez de que el frío le impidiera moverse, en esa ocasión, su mente la había dejado paralizada. Sabía que sus pulmones pronto le comenzarían a exigir aire, y que ella no aguantaría mucho tiempo antes de que por reflejo dejara entrar el agua helada, y eso ¿qué ocasionaba? Más pánico.

     

    Miles de pensamientos se arremolinaron en su mente, pero de entre todos ellos, el recuerdo de una voz en su mente fue el que más le impactó. Era el recuerdo de cuando era una niña, la primera vez que había patinado en hielo su abuelo se había asegurado de que supiera que hacer en caso de estar sola y caerse en el lago. Por un momento pensó que estaba alucinando y que ya había muerto, pues no recordaba mucho de eso, pero el rememorar la voz de su abuelo la calmó lo suficiente como para hacerla mover sus extremidades en dirección a la superficie.

     

    Cuando su cabeza salió a la superficie tomó aire como pudo, sus pulmones le exigían aire, y la castaña en respuesta a ello había acelerado su respiración, pero tan pronto como lo hizo cesó, no quería comenzar a hiperventilar y entrar en pánico otra vez. Se mantuvo flotando y con la mirada buscaba la orilla o alguna superficie cercana o simplemente algo, cuando la voz de Maxwell la tranquilizó un poco, al menos su compañero estaba bien.

     

    El Atkins había hallado la cuerda, Mía la utilizó para sostenerse, y con la ayuda del Maxwell logró salir a la orilla. Al encontrarse fuera del agua, la castaña en vez de preocuparse por calentarse se dedicó a ayudar a Maxwell a salir y pronto, los dos ya se encontraban fuera del agua. Aún a pesar de haber pasado “lo peor” en esos momentos Mía ya había comenzado a titiritar, pues chorreaba agua de la cabeza a los pies, y el viento nocturno no la ayudaba a entrar en calor.

     

    Maxwell encendió una especie de fogata y la castaña solo asintió ante su propuesta de ir a buscar madera pues no se sentía capaz de articular una palabra completa. Aún a pesar de querer buscar más madera, Mía estaba segura de que si no se calentaba un poco le daría algo, no sabía qué, pero algo le pasaría si no se calentaba pronto. Se acercó a la fuente de calor y con la varita, que aún tenía en la mano, se apunto a sí misma, realizando un encantamiento para secarse de la cabeza a los pies, y también su bolso, de paso. Observó a Maxwell y apuntó la varita hacia él lo mejor que pudo, repitiendo el hechizo. Sabía que no era lo más correcto apuntarle a alguien, pero temblaba tanto que su puntería podía llegar a ser tan mala que era inofensiva.

     

    -No es mucho, pero al menos estamos secos –logró decir tras un minuto.

     

    Tomó su bolso, sentía frío en los pies, y es que aún estaba en calcetines, de modo que recuperó sus botas, las devolvió a su tamaño original y se las colocó, para enseguida esconder sus manos en los bolsillos de su chaqueta. Observó a su alrededor y notó que algo faltaba, le tomó varios segundos descubrir que ese algo eran sus profesoras, no había rastro de ninguna, y era claro que al menos la Black Lestrange sabía donde se encontraban.

     

    -Vaya par de profesoras que tenemos –exclamó con molestia- soy toda una ayuda, se merecen el premio a mejores profesoras del año –murmuró, aunque lo dijo en voz alta, el comentario era más para sí.

     

    Frunció un poco el ceño, aún tenía frío, pero se encontraba lo suficientemente molesta y ansiosa como para desear comenzar a moverse.

     

    -Bueno está claro que debemos buscar madera, pero… ¿por dónde creen que debemos comenzar? –preguntó. En esos momentos ya no estaba tan segura de por dónde habían venido, y si de algo estaba segura era de que no quería toparse otra vez con la manada de minotauros.- A menos que deseen quedarse aquí y comenzar un incendio forestal –dijo irónicamente.

     

    Off:

    Paso a dejar mi rol, lamento la tardanza, pero esta semana he andado algo corta de tiempo y no me dio mucho tiempo de venir a dejar un rol medio decente u.ú

     

    En cuanto la otra tarea, de cierto modo no he terminado mi trámite pues no me han respondido, pero dejo los roles que hice xD Intenté que Mía estuviera legalmente en Londres u_ú

     

    http://www.harrylatino.org/index.php/topic/98530-departamento-de-cooperacion-magica-internacional/?p=4695386

    http://www.harrylatino.org/index.php/topic/98530-departamento-de-cooperacion-magica-internacional/?p=4695840

     

    Bueno, eso es todo, saludos a todos n.n

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  16. No paso más de un minuto esperando cuando una chica de aspecto amable se separó de un pequeño grupo y se acerco hasta ella. La Parker sonrió y respondió a su saludo, al parecer no se había equivocado de lugar, y se encontraba en el sitio correcto. Asintió ante la pregunta de la Haughton y tomó el formulario mientras murmuraba un “gracias”, suponía que ese era el papel del que le había hablado la bruja de la entrada.

     

    Enseguida tomó una pluma y comenzó a llenar el formulario. Los primeros campos los lleno sin pensarlo, pero al llegar a aquel que decía "motivo de inmigración" se quedo pensativa, se le ocurrían más de un opción para poner, desde "me trajeron en contra de mi voluntad ¡ayuda!" hasta un "un lunático acosador no dejaba de molestar a mis abuelos", al final, se decidió rellenarlo con una simple frase que englobara la razón por la cual ella de verdad estaba ahí. Finalmente terminó de llenar el último campo y tras revisarlo se lo entrego a la chica que la había atendido.

     

    —Aquí tiene, espero este bien —comentó mientras le tendía el documento— ¿hay alguna otra cosa que deba llenar o eso es todo?

     

    Estaba esperanzada en que aquello fuera todo lo que tuviera que hacer, de todo lo que había tenido que hacer para mudarse a Londres, lo peor había sido el papeleo muggle, se había tratado de un ir y venir para lograr que todo estuviera en orden, y tenía la mínima esperanza de que esa situación no se repitiera en el mundo mágico.

     

    Ministerio de Magia
    Departamento de Cooperación Mágica Internacional
    Confederación Internacional de Magos, Sede Británica



    Ficha de registro de Brujas y Magos inmigrantes


    Nombre: Mía Nicole Parker
    Ficha:
    http://www.harrylatino.org/index.php/topic/104216-ficha-de-mia-nicole-parker/
    Nacionalidad:
    Praga, República Checa.
    Motivo de inmigración: Motivos familiares.
    Situación actual en Gran Bretaña:
    Estudiante de la Academia de Magia y Hechicería.

     

  17. Se encontraba en… ¿el Atrio del Ministerio de Magia? Se suponía estaba en el edificio gubernamental más importante de Londres, le había costado bastante llegar hasta ahí, pues no tenía permiso para aparecer en Londres, ni licencia de vuelo, en casa sus padres aún no había instalado la red flú y dudaba que pudiera utilizar un traslador para aparecer en el ministerio, de modo que, se había tenido que armar con un poco de paciencia y un mapa antes de encaminarse al subterráneo para llegar hasta su destino.

     

    Y ahora se encontraba ahí, el Ministerio de Magia era lo contrario a lo que se había imaginado, su mente había formado una imagen de un edificio viejo y austero, con solo unos cuantos pisos de alto y con miles de empleados que apenas entraban en un minúsculo espacio, pero al parecer se había equivocado y demasiado.

     

    Se dedicó a apreciar el Atrio hasta que se vio empujada por una marea de gente que la obligó a caminar. La habían empujado hacia una dirección desconocida, hasta que finalmente logró ver un sitio donde no había demasiada gente y tras hacerse camino se detuvo en ese sitio. No fue hasta unos segundos después que notó por qué la gente evitaba aquel sitio, pues había una fuente justo ahí. Quizás se hubiera detenido a apreciarla un poco, pero según las indicaciones que le habían dado, debía buscar los elevadores y dirigirse a la quinta planta.

     

    Miró a su alrededor para intentar encontrar los elevadores con la mirada, pero como siempre, su estatura no le ayudó y lo único que logró observar fueron cabezas. Tras unos segundos de meditar, sus ojos se posaron en el borde de la fuente y decidió subirse en este. Mantuvo el equilibrio, había sido una suerte que en aquella ocasión no llevara tacones, algunas personas le dirigieron una mirada que decía algo como “pobre loca”, y a decir verdad, quizás estaba loca, pero ni siquiera tenía idea de si existía un módulo estilo “ayuda para perdidos”.

     

    Tras varios minutos de ver lo que le rodeaba encontró donde estaban los elevadores, algo escondidos para su gusto, pero la mayoría de la gente caminaba hacia ellos, pues al parecer no había otro modo de subir a las distintas dependencias, de haberlo sabido, se hubiera dejado llevar por la marea de gente en vez de ponerse a hacer el ridículo ahí arriba.

     

    Bajó de un salto y caminó lo más disimuladamente posible hacia los elevadores, después de su poco notorio, pero notorio, acto no quería que nadie la viera más. Al estar frente a las rejas de metal esperó su turno para internarse en uno de estos, al internarse en este observó como el pequeño cubículo se llenaba, empujándola de a poco al fondo. No supo cuando se terminó de llenar el artefacto ni cuando cerraron la reja dorada, solo sintió un tirón y como empezaba a moverse esa endemoniada cosa.

     

    Parecía ser que ella era la única que notaba el movimiento del elevador, pues todos los demás parecían acostumbrados a aquel “ajetreado” viaje. Pasaron los minutos y ella aún se encontraba en el fondo de aquel cubo, y de no ser por la vocecita que anunciaba los pisos ella se hubiera quedado atrapada en aquel sitio. Cuando anunciaron el quinto piso, se hizo camino empujando a varias personas y pisando a algunos otros, a lo que únicamente respondía con un tímido “lo siento” y una sonrisa de esas que decían “no es mi intención”.

     

    Cuando finalmente salió de ahí, fue todo un alivio. Observó el largo pasillo que se extendía ante ella y antes de caminar por él se acomodó el abrigo y el cabello y continuó con su travesía de aquel día. No tardó ni dos minutos en terminar de recorrer el pasillo hasta que se encontró con un escritorio, detrás de él había una bruja de edad mediana, que había levantado la vista de sus papeles a verla acercarse y ahora le dirigía una amable sonrisa, lo cual le causó confianza a la Parker.

     

    -Hola –dijo la castaña mostrando una sonrisa- me dijeron que debía venir aquí a registrarme… -dijo mientras recordaba el papel que le habían entregado con todas las instrucciones- soy extranjera y bueno, no estoy segura de que debo hacer –agregó al tiempo que se encogía un poco de hombros.

     

    La mujer le explicó todo lo que debía de hacer, le había entregado un formulario que al parecer debía llenar y había señalado que debía de seguir el pasillo que se encontraba a su izquierda y entregar ahí el documento que debía de llenar. La castaña asintió y le agradeció, antes de comenzar a caminar a través de aquel otro pasillo.

     

    Al final del pasillo se detuvo y observó los escritorios y cubículos, no sabía a dónde se debía dirigir exactamente, de modo que se acercó a uno de los escritorios ocupados.

     

    -Hola –dijo para atraer un poco la atención- ¿aquí me pueden ayudar con mi registro como inmigrante? –preguntó, dudando de estar en el sitio correcto.

  18. Los dragones tenían su atención por completo, cada ejemplar que veía era mucho más maravilloso que el anterior, en definitiva aquellas criaturas eran sus favoritas, aún a pesar de que normalmente figuraran de “malos” en los cuentos muggles de hadas que su abuela solía contarle cuando era solo una niña. Estaba tan fascinada en esos momentos que demoró un par de segundos de más en desviar la vista de aquellas criaturas para encontrarse con la sonrisa de un chico que se había presentado como Nathan, que además era jefe de la casa.

     

    -¡Oh! Un gusto –exclamó al tiempo que tomaba la mano del Weasley y sonreía- yo soy Mía…

     

    Para su sorpresa, Nathan enseguida tranquilizó al aún desconocido chico mencionando que además de jefe de aquella casa era Jefe de la División de Bestias en el Ministerio de Magia. Vaya… parecía que en Londres todos tenían múltiples empleos y además tenían tiempo para divertirse, eso era algo para sorprenderse.

     

    -¿Puedo también? –preguntó a Nathan como quien no quiere la cosa tras escuchar a aquel chico decir que le ayudaran a montar.

     

    No tenía ni la más mínima idea de qué trataba exactamente esa actividad, pero si de algo estaba segura, era que quería montar un dragón. Había montado a caballo toda su vida y aunque amaba hacerlo, estaba segura de que la experiencia de montar semejantes criaturas que tenía frente a ella iba a ser mucho más alucinante.

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  19. Había dejado caer su cabeza en uno de los reposa brazos del sillón, quedando casi acostada, desde esa posición se dedicó a observar todo lo que le rodeaba, analizando los detalles de la sala común. En definitiva esperaba una sala un poco diferente, o al menos su mente había idealizado otra imagen, pero el sitio no resultaba una decepción, al contrario, era un sitio agradable, tenía cierto aire cálido que aunque no le recordaba a casa, si la hacía sentirse cómoda.

     

    Sonrió un poco y se quedó ahí, en la espera de alguien, y de no ser porque alcanzó a divisar la figura de un lobo, probablemente se hubiera quedado dormida. Movió su cuerpo de modo que quedó sentada de nuevo, para darse cuenta que el lobo era en realidad un patronus y que además llevaba un mensaje para ella.

     

    La castaña levantó un poco las cejas en señal de sorpresa y escuchó la desconocida voz, que le informaba que era Robb Stark, aunque por supuesto, en ese momento lo único que conocía de Robb era su voz, ya que dudaba mucho que ese patronus fuera el prefecto de su casa, entre otras cosas y en resumen, el chico le mandaba a decir que debía de seguir al lobo.

     

    En un principio miró ceñuda al lobo, pero enseguida bajó las piernas del sillón y se levantó.

     

    -Vamos pues… -exclamó en voz alta antes de comenzar a caminar detrás del patronus.

     

    Siguió al lobo por un par de pasillos, intentaba memorizar el camino, pero al final se acabó perdiendo, resultaba una suerte que aquel patronus no desapareciera, pues de haberlo hecho, probablemente hubiera perdido todo lo que quedaba del día en salir de aquel interminable laberinto.

     

    Pasaron un par de minutos cuando al fin logró escuchar voces, de modo que aceleró un poco el paso. Para cuando el sonido llegó con claridad escuchó como un chico hablaba con cierto enojo, aunque en esos momentos la castaña no le prestó demasiada atención, estaba embelesada con lo que tenía justo frente a ella.

     

    -¡Dragones! –dijo sin poder creerlo. Su mirada viajó de un ejemplar a otro, hasta posarse sobre el Ironbelly Ucraniano, aquel era su dragón favorito.- Pero… ¿cómo? –dijo sin entender.

     

    Los dragones eran criaturas difíciles de controlar y que, según tenía entendido, en todo el mundo había una estricta regulación respecto a ellos, no entendía cómo es que habían logrado que un par de dragones llegaran hasta ahí, y no era que le disgustara la idea, simplemente la había dejado sin habla. Después de todo, había esperado encontrar algunas cosas relacionadas con dragones en aquel sitio, el mismo nombre de la casa se los decía, pero no esperaba ver a uno de un modo tan literal.

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  20. La castaña observó a ambos profesores, hasta que Myrddin comenzó a hablar y dejó que su atención se centrara en él. Sus palabras quizás no la perturbaron, pero si la dejaron pensativa, en otras palabras, para la castaña, el hombre les había dicho en resumidas cuentas: “solo el más fuerte sobrevive”, y en esos momentos no estaba totalmente de acuerdo con ello. Básicamente debían superar al otro, mostrar que eran “mejores”, y aunque la castaña no se sentía superior a absolutamente nadie, si estaba dispuesta a demostrar que tenía habilidades, quizás no estaba dispuesta a dañar, lo cual complicaba las cosas, pero tenía el propósito de demostrar un punto.

     

    Escuchó la explicación respecto a las intercalaciones y más que terminar de entender, se lío más. Lo poco que había comprendido se había ido a la basura dejándola, probablemente, más vulnerable que minutos antes. Tomó el pergamino que se le había entregado, y en lugar de leerlo al instante lo conservó en la mano, primero debía de ordenar sus pensamientos.

     

    La profesora comenzó a hablar, presentándose en primer lugar, y de su diálogo lo único que le pareció irónico era el calificativo “maravilloso” que la Malfoy había utilizado para referirse a los duelos. A la Parker no le parecían en absoluto maravillosos, pero al parecer era un mal necesario y una necesidad aprender a hacerlo.

     

    Por alguna extraña razón aquella mujer le parecía un poco más amenazante que el profesor, parecía estar dispuesta a llevarlos al límite con tal de lograr su cometido, quizás eran sus palabras o el modo en el que lo decía. Muy a regañadientes sacó la varita, pero la mantuvo apuntando hacia el piso, algo le decía, o quizás era el modo en que los miraba, que su profesora deseaba atacarlos.

     

    No se equivocó demasiado al pensar aquello, pronto la mujer atacó a Kendall, a lo que la castaña solo atinó a pensar <<¡esa señora está loca!>>, claro que nunca lo expresaría en voz alta, aún su locura no llegaba a ese límite. Fueron segundos para que llegara hasta ella, finalmente la Malfoy había encontrado un nuevo blanco, y ese era ella, Mía.

     

    Lo primero que hizo fue levantar la varita para prepararse, lo siguiente que vio fue un rayo, la Malfoy no había movido los labios para pronunciar ningún hechizo, de modo que ni siquiera sabía lo que se le avecinaba.

     

    -Protego –murmuró.

     

    Un escudo salió de la varita de la Parker, impidiendo que el rayo la atacara y haciendo lo que la castaña llamaba como “comerse” al hechizo. No le había pasado nada, había logrado sortear el ataque de la Malfoy sin salir herida en primer lugar, pero si no atacaba probablemente recibiría otro ataque.

     

    -Silencius –volvió a decir, esta vez un poco más alto.

     

    De su varita no salió ningún rayo, aquello simplemente tendría el efecto de silenciar a Juv, aunque quizás aquel hechizo no fuera demasiado duradero y se pudiera evitar, Mía al menos esperaba que le diera un poco de tiempo para alejarse al menos dos metros y ver los elementos que la rodeaban que quizás pudiera serle de ayuda más adelante.

     

    Off:

    Yo vengo con más dudas, pero antes respondo el “¿Quién lo mencionó?” de las dudas que había tenido en mi post anterior y Juv lo mencionó en la explicación xD por eso me entró la duda, pero ya me quedó claro, gracias ;O;

     

    Y también gracias por las demás explicaciones y la del abuso de rol, aun aunque no la entendieran ya resolvieron mi duda, muchas gracias xDD

     

    Ahora mi duda de hoy u_ú, estaba leyendo lo de que si impacta un hechizo tiene efecto durante un turno, acción (depende del hechizo y bueno, eso según las especificaciones y bla bla bla) mi duda es si ese turno/acción se toma en cuenta a partir del momento en el que rolísticamente hablando impacta el hechizo o en el siguiente turno/acción. No sé si me expliqué o.ó

     

    Y tengo otra duda, estaba leyendo las reglas de asaltos y redadas y hay una regla que dice que no se debe editar el posteo, esa regla aplicaría también en el caso de que abriéramos un duelo en la sala de duelos?

     

    Esas son mis dudas, perdonen las molestias xD

     

    Saludos n.n

  21. Desvió la mirada de Kendall y posó sus ojos sobre sus profesoras, alternando de una a la otra hasta que finalmente se detuvo en la Black Lestrange. No estaba segura de a quien miraba con exactitud, pero al observar su mirada furibunda guardó silencio, estando en el bosque prohibido y siendo ella la experta, no le convenía demasiado hacerla enfadar, de modo que se limitó escuchar las presentaciones.

     

    Terminaron las presentaciones y la primera de las profesoras en hablar fue Mía, aunque su último comentario provocó que la castaña frunciera un poco el ceño. Escuchó las indicaciones de ambas docentes y tal y como se le había indicado, caminó detrás de la Loveless. No era que tuviera muchos ánimos de caminar o de hacer algo además de respirar, pero si quería salir viva de ahí, más le valía hacerlo, aún aunque tuviera que escuchar las bromas de Rías que no le estaban causando gracia, al contrario.

     

    Sus sentidos se agudizaron un poco al internarse cada vez más en el bosque, escuchaba las respiraciones de sus compañeros, los pies de cada al pegar con un golpe seco contra la tierra, y de cuando en cuando el sonido del crujido de una rama o una hoja seca al ser pisada, pero no solo estaban ellos, podía escuchar el sonido de los animales nocturnos y otras cosas más que no terminaba de reconocer, pero que la hacían ponerse nerviosa.

     

    Sacó la varita del bolso y tras susurrar un <<lumos>> observó como la punta de la misma se iluminaba, tranquilizándola un poco. Esbozó una sonrisa de lado al tiempo que daba otro paso, pero enseguida su sonrisita se borró y el sonido seco de su andar se apagó.

     

    El sonido de los cascos al pegar contra el suelo de tierra llenó el aire, el ruido era cercano y la castaña maldecía internamente a su cerebro porque aquello solo le recordaba a caballos, cosa que la tranquilizaba, pero en ese momento necesitaba que su cerebro le indicara: ¡PELIGRO! Por suerte sintió como una mano desconocida la jalaba, instándola a correr, fue en ese momento en que su mente reaccionó, todo eso había pasado en cuestión de segundos.

     

    Comenzó a correr, no sin antes buscar el brazo de Kendall con su mano libre, pero no lo encontró, quizás ella ya había comenzado a correr. Se dejó llevar por el brazo, siguiendo el sonido de los pasos y las agitadas respiraciones. En un momento dado había girado su rostro para ver apenas hacia atrás, eran minotauros, esas criaturas míticas ancestrales estuvieron a punto de arrollarlos, y si no la hubiera jalado, probablemente estaría medio muerta en el piso.

     

    Finalmente el sonido de los cascos se fue alejando, haciendo que soltara el aire que había estado conteniendo. Se giró hacia el grupo que había seguido, identificando a penas a un par de compañeros y a su profesora, Mía. La castaña por su lado respiraba agitadamente, recuperándose de la repentina descarga de adrenalina, de modo que al escuchar las preguntas de la Black Lestrange solo respondió con movimientos de cabeza.

     

    Se había logrado tranquilizar, y de ese modo logró fijarse un poco más en lo que le rodeaba. Su mirada viajó hacia arriba, en esa región no había demasiados árboles, y los pocos que había parecía que delimitaban un perímetro específico, aunque aquello no tenía mucho sentido, pues sentía que la superficie sobre la que estaba parada era firme.

     

    Bajó la mirada y su boca formó una “o” al entender que se encontraban parados sobre un lago congelado, que en cualquier momento se quebraría debido al peso. Desvió la mirada hacia su profesora, la cual caminaba con sus tacones sobre el hielo resbaladizo, la castaña lo primero que pensó fue en cómo se le había ocurrido a aquella mujer ir vestida con tacones y vestido con aquel clima, pero ese pensamiento enseguida se vio desplazado. Puso atención a las palabras de la Black Lestrange, la mujer aparentaba tranquilidad, aunque Mía no estaba segura de que se sintiera así.

     

    Escuchó a sus compañeros mientras observaba y meditaba acerca de la situación, movía únicamente la cabeza, incluso sus manos se encontraban quietas, las había dejado a los costados de modo que la varita iluminaba el lago que tenían debajo. Estando en un lago normal quizás no le hubiera resultado tan espantoso caer, resultaba a veces más fácil salir que intentar salvarse, ya lo había comprobado, pero tal y como había dicho su profesora, ahí había criaturas que no los recibirían con los brazos abiertos, dispuestos a ayudarlos a salir de ahí.

     

    Tomó un poco de aire y lo sacó lentamente, en un vago intento de aclarar sus ideas, en esos momentos ya no se sentía tan afortunada de seguir con vida como minutos antes lo había hecho.

     

    -Quizás… -comenzó a hablar. Su tono de voz expresaba la duda que sentía respecto a lo que pensaba- podemos utilizar el hechizo mobilicorpus… -continuó- nos movemos los unos a los otros hacia la orilla, uno por uno para que el cambio de peso no sea tan repentino –terminó. No se encontraban tan de la orilla y esa era la única otra solución que se le había ocurrido a la Parker.

     

    La castaña no descartaba las ideas de sus compañeros, aunque la primera sugerencia no la había entendido del todo y la segunda le parecía muy buena idea, solo que temía que las escobas tardaran demasiado en atravesar los terrenos y llegar hasta ellos. Volvió a mirar a la Black Lestrange, hasta ese momento había tres sugerencias y nadie comentaba más, de modo que esperaba que quizás ella les diera una pista de que era lo más conveniente.

     

    Off:

    Hola, paso a dejar mi tarea de la ficha, dejo lo que tengo hecho de mi ficha, no supe si dejarla toda o solo la historia, aspecto físico y cualidades psicológicas, de todos modos dejo el link a la misma *-*

     

     

    Aspecto Físico:
    De complexión delgada y estatura mediana, aproximadamente 1.50, aunque suele usar zapatos de tacón alto para aumentar su altura. Su cabello es de color castaño claro, y por naturaleza es ondulado, aunque siempre le había gustado jugar con él, de modo que era normal verlo de algún otro color que no fuera castaño y sin ondas. Le gustaba pasar tiempo frente al espejo probando peinados hasta que se encontrara con uno que fuera de acuerdo a su humor.

     

    Su rostro, aunque no es de facciones completamente finas, si muestra una delicadeza natural que tiene su propio encanto, pero aún a pesar de eso suele llevar una capa de maquillaje. Sus ojos son de color azul.

     

    Su modo de vestir es variado y depende de su humor y del clima, pero si algo es seguro es que tarda horas en elegir que vestir, pero siempre va acompañada de su bolso y su varita, que considera como sus accesorios indispensables.

    Cualidades Psicológicas:
    Mía suele ser una persona “tranquila y normal” o así se considera ella misma. Es una persona cariñosa con la gente cercana a ella, y leal, trata de entregarse tal cual es y no intenta ocultar demasiado sus sentimientos o su modo de ser. Es una persona bastante directa y que no se tienta mucho el corazón. Muchas veces puede llegar a ser dura con las personas que la rodean y sobre todo a las que más aprecia, pero su intención nunca es lastimar.

     

    Quizás su mayor defecto es que es una persona que puede cambiar de humor con bastante facilidad, todo depende de la situación en que se encuentre, pero en general sus cambios de humor son bastante tolerables. Otro de sus mayores defectos es que se siente acomplejada por su estatura, y es por ello que prácticamente todo el tiempo utiliza zapatos altos.

     

    Su mayor adoración es su familia, les es leal incondicionalmente y es capaz de hacer cualquier cosa por ellos. No es la clase de persona que se muestra sensible ante la palabra “muerte” o “asesinato” y mucho menos ante las situaciones que se viven en el mundo mágico, ella simplemente acepta el mundo tal y como es, ya que no puede hacer nada para cambiarlo.

     

    No es la clase de persona que toma un partido por lo que más le conviene, si no por lo que cree, de modo que si para defender sus creencias o incluso a alguien que quiere tiene que llegar a matar, no lo dudaría en hacer. Aún a pesar de ello, es una persona bastante pacifista, siempre busca resolver las cosas del mejor modo posible, pero si debe reaccionar de un modo violento sin duda lo hará.


    Historia:
    Nacida en Praga el 24 de Julio de 1990, desde pequeña fue criada en una pequeña familia compuesta por sus abuelos y sus padres. Sus abuelos eran muggles y sus padres, ambos, eran magos, de modo que resultó tener una conexión con ambos mundos, sus padres se habían asegurado de que así fuera, no querían que de ningún modo le tuviera desprecio a la comunidad muggle, aunque eso no había funcionado del todo para Mía, algunas veces se exasperaba de los muggles y creía que algún día terminaría odiándolos.

     

    Fue criada en su lugar de nacimiento, de modo que su lengua natal es el Checo y como complemento sus padres la obligaron a aprender Francés e Inglés, eso además de tocar el piano y montar a caballo. Sus padres habían sido muy estrictos con su educación desde pequeña, y se habían apegado a lo que la enseñanza muggle dictaba para ser todo un universitario exitoso, pero estaba claro que el destino de Mía era ser otra cosa muy diferente a una universitaria de alguna universidad de Praga.

     

    Había mostrado aptitudes mágicas desde cierta edad, pero sus padres la habían tratado de instruir a no utilizar esa magia que tenía en el colegio, ya que ella asistía a la escuela muggle, pero ella algunas veces no podía controlar las cosas y simplemente pasaban, aunque nunca había causado nada lo suficientemente grave como para no ocultarlo. Además sus padres siempre le ayudaban en eso, nunca había ningún problema que ellos no le hubieran llegado a solucionar.

     

    Había llegado a la edad en que debía de recibir su carta de aceptación para la escuela de magia que se encontraba en República Checa. Había tardado una semana más en llegar porque la lechuza había sido lo suficientemente atolondrada como para perderse por las calles de Praga, y eso casi mata de los nervios no solo a ella, sino a toda su familia, pero finalmente llegó y con ello al fin tuvo que abandonar su vida muggle. Aquello nunca le pesó, nunca había tenido grandes amigos muggles, y los únicos dos que había conservado eran a los únicos que enviaba cartas de vez en cuando, y para hacerlo tenía que enviárselas a sus padres para que ellos se las enviaran por un medio más “normal”.

     

    El instituto al que asistió en República Checa era un sitio que le encantaba a la Parker, le recordaba a las calles de Praga en las cuales se maravillaba por su esplendor, por la historia que contaban. El castillo en el que había vivido desde ese momento fue uno de los lugares en los que más había disfrutado, era una alumna promedio, no tenía excelentes notas, pero si lo suficientemente buenas para que sus exigentes padres nunca la regañaran.

     

    Hizo grandes amistades en ese sitio, y tuvo a su vez algún romance con uno que otro chico que le había robado el sueño, ese sitio estaba lleno de grandes recuerdos para ella. Fue hasta su último año en que de verdad sintió nostalgia y en el que sintió el peso de una futura vida llena de responsabilidades para la que no estaba segura de si estaba completamente preparada.

     

    No estaba completamente segura de que camino elegiría, su mente siempre había divagado en muchas cosas, siempre le había interesado todo y a la vez nada, a ella simplemente le fascinaba el mundo, y por ello, ante esa situación sus padres le habían sugerido que siguiera una vida dentro del Ministerio de Magia de su país. En un principio Mía pensó que sus padres se habían vuelto totalmente locos, y lo peor de todo, sus abuelos los apoyaban, ella no era capaz de verse detrás de un escritorio, simplemente no parecía algo adecuado de hacer.

     

    Pero como no encontraba nada que fuera con ella acabó aceptando la propuesta de sus padres, iba a continuar estudiando para fungir como funcionaria del Ministerio de Magia de Praga. Era una época difícil para su familia, pero todo se tornó más complicado cuando sus abuelos comenzaron a recibir amenazas. Nadie estaba seguro de si aquello venía del mundo mágico o del mundo muggle, pero antes de que sucediese una tragedia, sus padres decidieron mudarse a Londres, de modo que resultaba un gran cambio para Mía.

     

    Al principio había alegado que ella ya tenía una vida ahí y que era lo suficientemente mayor para quedarse a vivir sola y subsistir por su propia cuenta en Praga, pero tras interminables peleas, una abuela muy comprensiva y jurar que mataría a los desgraciados que amenazaban a sus abuelos accedió a irse a Londres por su propia seguridad con su familia. Casi odiaba el lugar de solo pensarlo, había tenido que despedirse de sus amigos temporalmente, de aquellos mágicos y aquellos dos muggles que tanto apreciaba, prometiendo ir a visitarlos al menos dentro de tres meses y escribir casi a diario.

     

    Ahora solo le quedaba adaptarse a una ciudad que ya odiaba, a un lugar que no quería conocer, comenzar a hablar un idioma que aún a pesar de que dominaba, no quería utilizarlo porque a ella le gustaba hablar checo. Podía continuar con la lista, pero no estaba más que resignada a continuar viviendo su vida aún a pesar de no estar en donde quería en ese momento.

     

    Link a ficha -> http://www.harrylatino.org/index.php/topic/104216-ficha-de-mia-nicole-parker/

     

     

     

     

    Creo es todo, saludos a todos n.n

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  22. Sus ojos azules se movían de un lado a otro, intentaba comprender qué era lo que hacía ahí, y hasta el momento no había dado con la respuesta. Recordaba su rutinaria mañana, su madre la había despertado insistiéndole que debía de ir a su clase en la Academia, ella se había negado, su madre le había dicho que no insistiera más y ella simplemente le había sonreído y había respondido que estaba bromeando, que sabía que ya no le quedaba de otra.

     

    Tras aquello se había bañado y pasado una hora arreglándose, su atuendo era bastante “básico”, no se había esforzado mucho, pero vaya que se había encargado de verse bien en aquella ocasión. Llevaba unos jeans entubados de color hueso, una blusa de color azul claro, y un sweater de color salmón, con algunos detalles en tela de tipo encaje y finalmente unos zapatos de color marrón muy claro, a diferencia de lo que siempre acostumbraba, estos eran planos, de modo que se sentía minimizada por aquel complejo de altura con el que se atormentaba sola.

     

    Finalmente había elegido un collar, unas pulseras y unos aretes a juego, todos estos eran pequeños y bastante discretos, nada demasiado ostentoso. Había pasado un rato frente al espejo, arreglando su cabello, pues lo llevaba liso, de modo que le caía como una cortina sobre sus hombros. Tras todo eso que hacía por ley, cada día de su vida había salido de su habitación, tomando su varita para que al llegar a la sala solo tuviera que tomar el traslador que la llevaría a su destino.

     

    Pensaba en aquella mañana una y otra vez y aún no comprendía cómo no había peleado con su madre. Aquel aturdimiento había comenzado al escuchar una voz proveniente unos altavoces ubicados en quien-sabe-dónde. Aquel desconocido había dicho una larga frase, pero al escuchar la palabra “combatientes” se había quedado helada, lo dejó pasar en un principio y caminó por inercia hacia el centro de lo que parecía un enorme estadio.

     

    La arena era enorme, había columnas de mármol rodeándola y algunas cosas que no lograba identificar. Al observar aquel panorama la palabra “combatientes” adquirió otro significado. Se suponía que ella iba a una clase de duelo, no a combatir y mucho menos a hacer daño a alguien sin una buena razón. Quizás actualmente, en aquel mundo donde había una guerra constante, sus palabras sonaran ridículas e incluso hippies, pero ella era una persona pacifista, que antes de atacar intentaba dialogar, y solo había dos razones por las que podía responder con un ataque físico.

     

    Había aprendido a manejar la varita y atacar en el colegio, pero había aprendido con un maniquí o con todo ser inanimado con el que pudiera, nunca con ninguna criatura viva, sabía de lo que cualquier mago, e incluso ella, eran capaces de hacer con un simple movimiento de varita y era por ello que se negaba a utilizar los duelos como un recurso indispensable para arreglar ciertas cosas.

     

    No pudo evitar abrazarse a sí misma y desear salir de ahí, pero por las palabras que alcanzó a escuchar el único modo de salir de ahí era terminando la clase o quizás muerta en todo caso. Sin dejar de abrazarse a sí misma se acercó hasta donde estaban los dos profesores, eran una mujer y un hombre, el último se presentó y les dedicó unas palabras que en lugar de tranquilizarla la alteraron un poco más.

     

     

    Escuchó a su compañero, era extranjero, al igual que ella, y luego de un rato se presentó Kendall, ni siquiera había notado su presencia. Miró al piso por un momento y finalmente decidió presentarse.

     

    -Hola, yo soy Mía, Mía Nicole Parker –comenzó- yo también soy del extranjero, vengo de Praga, me mudé aquí hace aproximadamente un mes y estoy intentando adaptarme a todo… esto –finalizó haciendo una señal con el dedo para indicar que se refería a todo aquel abrumador espectáculo que montaban para dar una clase.

     

    En ese momento esperó que algo pasara, algo trascendente que marcara el inicio de todo, pero en esa fracción de segundo que esperaba algo nada sucedió, cosa que le hizo volver bajar la mirada y sonreír. ¿Acaso costaba mucho trabajo tener una clase en un aula? ¿Tendría alguna vez alguna clase normal, común y corriente de esas que aburrían a todos porque tenían que estar sentados mientras los profesores explicaban o escribían en la pizarra?

     

    Off:

     

    Hola a todos!! :DD Yo soy Carolina, tengo 20 años, soy de Costa Rica y estudio Pedagogía Infantil /o/

     

    No sé nada de duelos y a decir verdad, son algo confusos o.ó pero haré mi mejor esfuerzo n.n Y bueno aquí lo de mi tarea de las reglas de intercalación, es todo un lío y creo que ni yo la entendí, pero me leí todo xD las dejo en spoiler:

     

     

     

    Antes que nada según lo que leí y lo poco que entendí e.e son dos hechizos por posteos, para cada usuario/combatiente/lo-que-sea y entonces quedaría algo así si hablamos en posteo:

    Posteo 1, usuario A:

    1.- Primera ataque/defensa

    2.- Segundo ataque/defensa

    Posteo 1, usuario B:

    1.- Primer ataque/defensa

    2.- Segundo ataque/defensa

     

    Y si lo ponemos intercalado sería algo así:

    Turno 1 usuario A: Primer ataque/defensa

    Turno 1, usuario B: Primer ataque/defensa

    Turno 1 usuario A: Segundo ataque/defensa

    Turno, usuario B: Segundo ataque/defensa

     

    Y así sucesivamente. Sólo quería ver si me quedó clara esa parte, si no les agradecería que me corrijieran y me hicieran entender este lío D:

     

    Ahora respecto a las reglas y según lo que entendí y expliqué anteriormente:

     

    Regla 7:

    Es decir, que digamos alguien rolea que ataca con un rayo, y yo respondo con un rayo, en vez de un protego, lo que daría por consecuencia que los dos rayos impactan, en cambio si usara un protego el rayo no impactaría en mí y en este caso ninguno de los dos saldría dañado.

     

    Regla 8:

    En este caso el usuario en vez de utilizar un protego o alguna otra cosa que intercepte el rayo o lo que sea que lo vaya a atacar, utiliza un efecto, que según entiendo va a modificar o va a hacer que de algún modo impida la salida del rayo/invocación.

     

    Regla 9:

    Es casi lo mismo que lo anterior, solo a en vez de contrarrestrar un rayo o invocación contrarresta un efecto, pero este debe afectar directamente las capacidades, llamémosle motrices o intelectuales (por ponerle un nombre) del otro usuario para que el efecto no pueda ser realizado. En otras palabras quiero decir, que de algún modo se impide de cierto modo “físico” que se realice la invocación.

     

    Regla 10:

    Esta fue la que más se me complicó, por lo que dice si el usuario que se defiende lo hace utilizando un rayo o invocación el usuario que atacó en un principio tiene la posibilidad de defenderse (solo con protego o evanesco por cuestión de tiempos(?)) porque el rayo del que en un principio se defendió no es definible (ni idea lo que querían decir con definibile e.e)

     

    Y bueno eso, solo me quedan dos dudas, una es ¿qué es una proyección mágica? La mencionaron al hablar de las ondas mágicas, pero no tengo idea de que es una proyección mágica xD y la otra es respecto al abuso de rol, y cito: “Un abuso de rol es simplemente todo aquello que físicamente (usando la lógica) sea imposible de realizar. También se considerará abuso todo aquello que escapa de las reglas y de la descripción de los hechizos. Negar arbitrariamente lo que dice el rol del contrincante, o adulterarlo de cualquier forma también es abuso.”

     

    De lo que leí en las listas y sobre todo en el ciertos hechizos que tratan más de cortadas me entró una duda, en ninguno de estos hechizos especifican digamos “nivel de sangrado” y me entró la duda de que si hablamos de que físicamente no es lo mismo que alguien se corte en la punta del dedo a que alguien se corte en la yugular esto tiene algo que ver en respecto a como afecta sus capacidades y demás.

     

    No se si me expliqué en mi última pregunta, espero que si.

     

     

     

    Saludos y disculpen la tardanza!! n.n

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  23. Observó la estatua que se encontraba frente a ella, una media sonrisa se dibujó en su rostro y finalmente tras observar a su alrededor se atrevió a internarse dentro de las fauces de aquel dragón. Cuando llegó hasta el fondo de su garganta tocó el fuego, esperando sentir el calor que la haría retirar la mano al instante, pero nada de eso sucedió.

     

    Para cuando se dio cuenta se encontraba frente a una puerta de hierro forjado con dos dragones entrelazados. Sonrió ampliamente y sus ojos azules se iluminaron al tiempo que observó a su alrededor maravillada, había llegado al lugar donde se reunían aquellos que pertenecían a la casa de los Dragones de Lancashire.

     

    Se acercó un poco más a la puerta de hierro, tocó el metal con la punta de los dedos y enseguida pasó su mano por la roca que terminaba de cercar el lugar. No sabía que debía de hacer para que la puerta se abriera, no existía un cerrojo y el único modo de demostrar que pertenecía a aquella casa era el tatuaje que ahora tenía grabado en el dorso de su muñeca, el cual por cierto había hecho que su madre se volviera loca.

     

    Levantó la manga del sweater que la abrigaba y observó el dragón al tiempo que sonreía al recordar como su madre la había intentando hacer desistir de ir hasta ahí, aquello le había causado gracia, normalmente la situación era al revés.

     

    No supo cómo, cuándo o por qué, pero la puerta que estaba frente a ella se abrió, dejándola pasar.

     

    -Ehh ¿gracias? –dijo a la nada confundida mientras daba unos cuantos pasos para hallarse en el interior.

     

    Observó a su alrededor y dando unos pasos más allá notó que se encontraba en lo que sería la sala común, pero no había nadie, o al menos eso parecía. Alcanzó a ver unos pasillos pero no sabía a dónde conducían. Suponía que tenía una habitación en aquel sitio, pero no estaba realmente segura de dónde se encontraría aquella habitación, y al menos la cantidad de pasillos no la hacían creer que encontrarla sería una tarea fácil

     

    Sin más remedio se dirigió a un sillón mullido y se sentó en él, subiendo las piernas para enseguida observar a su alrededor. Era en esos momentos en que deseaba que una baratija como el celular que tenía en casa funcionara, al menos así podría matar el tiempo antes de encontrar a alguien o de atreverse a aventurar por aquellos pasillos.

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  24. La castaña se había terminado de presentar y observaba a su alrededor, intentando descifrar que harían en aquel sitio, aunque no tenía muchos ánimos de saberlo. Cuando escuchó la voz de Kendall desvió la mirada hacia ella y le mostró una sonrisa, no podía negar que le alegraba verla, después de haber pasado por aquella travesía en Brasil le había tomado cariño.

     

    -¡Kendall! –exclamó- estoy bien y tú, ¿qué tal? –respondió alegre. Al escuchar la mención del cofre arrugó la nariz y se avergonzó un poco, al parecer había sido demasiado notorio su deseo de salir de ahí.- Pues volví a casa, después de esa clase acabé muerta, no quería más que comer y dormir… -comenzó a decir, pero justo en ese momento otra chica comenzó a presentarse.

     

    Calló por un momento porque aquella chica había llamado su atención, parecía creer que se encontraba en un aula. Al escuchar su presentación la Parker no pudo evitar elevar un poco las cejas en señal de sorpresa al oír que tenía preferencias hacia la orden del fénix, nunca había escuchado a alguien que lo expresara públicamente. Enseguida su rostro se convirtió en una mueca de diversión al escuchar el comentario del chocolate, aquello había sido algo… extraño.

     

    -Uhm… -dijo desviando la mirada de Destiny para poner su atención de nuevo en Kendall- creo que Némesis y Luis están también en la clase, espero que esta vez vengan –comentó. En la última clase, les habían perdido el rastro a sus dos compañeros, esperaba que esta vez no ocurriera lo mismo pues deseaba verlos.

     

    Enseguida escuchó las palabras de la Haughton y sonrió, observó el brazalete que le tendía Kendall y lo tomó para observarlo mucho más de cerca. Enseguida se enamoró de él, quizás algunos lo podían considerar sencillo, pero para la castaña era muy bello. Sin dudarlo se lo colocó y lo observó mientras sonreía.

     

    -Wow, Kendall, es increíble. Muchas, muchas gracias –exclamó.-Me gustaría volver a Brasil, sabes, conocerlo desde otra perspectiva, tomar el sol en la playa , perder el tiempo y no buscar cofres del tesoro y atravesar la selva.- Se quedó pensativa por unos segundos y desvió la mirada azul del brazalete que se encontraba reposando sobre su muñeca y observó a Kendall- ¿tú me acompañarías? –le preguntó.

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  25. -¡NO! –exclamó decidida.

     

    Su madre la observaba desde la puerta de su habitación, mientras que ella se encontraba tirada boca abajo sobre su cama con su cabello revuelto ocultando su rostro. Llevaba varias horas durmiendo, después de la clase anterior hubiera concluido, casi salió corriendo de Brasil y de la Academia.

     

    Cuando llegó a casa acompañada del elfo doméstico de la familia, se sentó en el comedor a engullir la comida de un modo bestial, y enseguida se dirigió a su recámara y casi cayó en coma. Estaba demasiado cansada como para cambiarse, aquella clase ahora ocupaba el primer lugar en su lista de peores experiencias, y además, ayudaba a incrementar su odio a Londres.

     

    -Sí, levántate, es hora –dijo su madre.

     

    La castaña alcanzó a ver como su progenitora dibujaba un gesto severo en su rostro y la fulminaba con la mirada antes de salir de su habitación dando un portazo. Eso solo significaba una cosa, que debía de levantarse de una buena vez por todas.

     

    Horas antes había pasado un cuarto de hora narrando en pocas palabras como había sido su clase, su madre y su padre la habían escuchado, más no soltaron ningún comentario como hubiera esperado Mía, se habían limitado a asentir y a decir que debería de asistir a sus siguientes clases al tiempo que le entregaban la carta de la Academia que recién había llegado. El otro cuarto de hora, intentó hacer que sus padres cambiaran de opinión, tenía la esperanza de que bajo las palabras “su única hija casi muere, no van a querer que vuelva a pasar” aceptaran, pero eso no sucedió.

     

    Antes de levantarse refunfuño, pero enseguida se dirigió al baño. Tras refrescarse se dirigió a su armario, no sin antes echar un vistazo al reloj que descansaba sobre su cómoda, eran casi las diez de la noche, de modo que podía arreglarse y además comer un poco. Pasó poco más de media hora eligiendo su atuendo, unos jeans que se ceñían a sus piernas, unas botas de plataforma de color marrón, una blusa blanca y sobre esta, un sweater color azul con adornos en color dorado.

     

    Le tomó otra media hora sentada frente al espejo intentando decidir su peinado, antes de rendirse rendido y recoger su melena castaña en una coleta. Antes de terminarse de arreglar se dirigió hacia su tocador dispuesta a comer un poco pues Vicente, el elfo doméstico, le había llevado la comida hasta su habitación.

     

    Para cuando observó el reloj de su mesita ya eran las doce menos treinta y aún no estaba lista. Tomó rápidamente los pequeños aretes que había elegido para la ocasión, una chaqueta de color negro que le llegaba a la mitad del muslo y una bufanda de tonalidades marrones y blancas, además de su bolso a juego.

     

    Antes de salir corriendo de su habitación tomó la carta que había llegado de la Academia, no la había leído, más su madre si lo había hecho, era esa la razón por la que sabía que la habían citado en la madrugada. Leyó el trozo de pergamino que tenía entre sus manos y abrió ligeramente la boca, se habían vuelto locos.

     

    -No iré, está decidido, ¿han visto en dónde nos han citado y la hora? –preguntó a sus padres. Había abandonado su habitación y se encontraba en la sala de estar.

     

    Ni su madre ni padre respondieron, su progenitora se limitó a llamar a Vicente y a señalarlo, al parecer la mujer seguía enojada después de que Mía se negara de nuevo a asistir a clases. La Parker enarcó una ceja e hizo que sus labios se convirtieran en una fina línea, ella también se había enojado.

     

    -Bueno, este bien, si no vuelves a saber de mí, queda bajo tu conciencia, larguémonos de aquí Vicente.

     

    El elfo la tomó de la mano y la llevó hasta los terrenos de la Academia, resultaba una lástima que no la pudiera llevar más allá. La Parker se dispuso a caminar hacia el interior del bosque, pero la pequeña criatura la detuvo. Tomó su mano y deposito un pequeño chocolate, su favorito. El gesto hizo sonreír a Mía y enseguida se le olvidó el enojo.

     

    -Gracias Vicente, vuelve a casa, nos veremos más tarde. Espero… -dijo y observó a la criatura desaparecer.

     

    Al hallarse sola comenzó a internarse en el bosque prohibido. Aquello no le gustaba demasiado, quizás si los hubieran citado a otra hora o en otro lugar no se encontraría tan recelosa respecto a aquella clase, en un principio había creído inocentemente que el horario era debido a que quizás viajarían a otro sitio, de nuevo, pero no sería así, y ahora no podía dar marcha atrás, no le quedaba más que intentar sobrevivir a aquella clase.

     

    Caminó durante varios minutos, escondió las manos en los bolsillos de la chaqueta, el clima era frío, y aunque los árboles la cubrían, podía sentir el viento golpeando contra su rostro, provocándole escalofríos. Cuando llegó al sitio indicado se encontró con las profesoras, a una de ellas la conocía, Mía, aunque el profesor le había parecido un poco más simpático, la Black Lestrange le había agradado. La otra profesora era una desconocida, y además ahí estaba Kendall y otro chico que no conocía. Saludó a la primera con un gesto de su mano y se situó cerca de ella.

     

    No pasó mucho tiempo desde su llegada hasta que las profesoras comenzaron a hablar. Ambas se presentaron y aunque a la Black Lestrange ya la conocía, esta vez le pareció ligeramente más “ruda”, en cambio Rias le causó cierta curiosidad, pero aún así, le parecía que ambas deseaban hacerlos desaparecer de ahí.

     

    La primera en presentarse fue Kendall, seguida por otro chico que identificó como un deportista y músico. Enseguida y antes de que cualquier otro se le adelantara se presentó.

     

    - Yo soy Mía Nicole Parker –comenzó y observó a su alrededor, intentando encontrar algo además de su nombre- soy originaria de República Checa, específicamente de Praga y… -se quedó callada por unos segundos hasta que finalmente encontró algo- practico equitación, hablo dos idiomas más, además del Checo y toco el piano – terminó.

     

    Calló y enseguida esperó a que el resto se presentara. En esos momentos no tenía mucho ánimo de nada, de modo que se limitó a observar su entorno al tiempo que escuchaba la clase.

     

    Off Rol:

    ¡Hola a todos! n.n Yo soy Carolina, tengo 20 años y soy de Costa Rica, y estudio pedagogía infantil :DD Y bueno, he estado en otros foros antes, pero ninguno como este, este es demasiado complicado en comparación a lo que estaba acostumbrada e.e

     

    Y bueno hablemos de Mía, yo en estos momentos ya amo a Mía, por eso me extiendo un poco en el rol, la estoy estrenando apenas, así que sabrán disculparme xD Bueno, estábamos en que Mía es una chica que esta medio loca(?) Bueno no, es una chica normal, que vivió una vida normal en República Checa y se tuvo que mudar a Londres con su familia y odia Londres :3

     

    Esa es Mía en resumidas cuentas

     

    Ah y antes de que se me olvide aviso(?) Hay algunas ocasiones en las que se me dificultará utilizar las cursivas para resaltar los diálogos o algunas cosas así, porque algunas veces respondo desde el mobil y pues no me da la opción de las cursivas xD Y solo eso.

     

    Saludos!! n.n

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