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Blue Merlin

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Mensajes publicados por Blue Merlin

  1. Al momento de llegar y entregar el artilugio que tanto les había causado problemas, se dio cuenta de que aún había algunas cosas por resolver. Resulta que el minotauro no poseía el último brazalete, lo que le hizo preocuparse. Poco después se percató de que este tenía un collar como sustituto, pero que resultaría un poco más complicado arrebatárselo.

    Observó cómo la profesora Oniria trataba de curar a su compañera, pero la herida se resistía a mejorar. Frunció el ceño; después de todo, aquella quemadura era más grave de lo que creía.

    Fue entonces cuando observó al resto de los alumnos. Irony estaba montada encima del minotauro tratando de domarlo jalándolo con unas cuerdas. Alexis, sin marca alguna de sus heridas, se aproximaba a la criatura empuñando un cuchillo. En un parpadeo el animal cayó al suelo aparentemente inconsciente…pero luego volvió a incorporarse de golpe. La pelirosada le arrancó el collar del cuello con fuerza y se lo lanzó a la profesora, petrificando al animal con rapidez y bajando de su espalda.

    Osadía, osadía pura es lo que había frente a sus ojos. No comprendía como al parecer aquellas chicas no le temían a nada, ni a algo tan épico y de leyenda como lo era aquella bestia.

    Apenas había recordado la manera de respirar cuando el minotauro se libraba de las cuerdas y empezaba a incorporarse con un rugido espantoso. Todos echaron a correr, incluida ella. Atravesaron varios pasillos y se encontraron con Nylea, la chica francesa que al principio le había llamado la atención…Al principio, ahora ese momento se le antojaba muy lejano; parecía otra realidad el haber estado sentados tranquilamente en un bosque que parecía sacado de un cuento mientras esperaban la llegada de sus compañeros.

    Después del pequeño maratón que realizaron, arribaron a una vieja cámara que en un muro tenía incrustadas cadenas con grilletes. El minotauro no tardó en alcanzarlos, pero sus compañeras heroicamente lo lograron encadenar en la pared.

    Se sentó apoyada en el muro, limpiándose el sudor de la frente. No estaba acostumbrada a tanta actividad y ese sin duda había sido un día más ajetreado de lo común. Sin permiso alguno, los brazaletes que poseían Romina, Dragona y July comenzaron a desprender un suave brillo de distintos colores. Su alrededor se inundó de un uniforme color blanco y, unos segundos después, el resplandor fue desvaneciéndose lentamente.

    Al poder volver a ver con claridad, no le pudo dar crédito a los que sus ojos observaban: en el lugar donde se supone que habían encadenado al minotauro, se encontraba un pequeño hombrecito sonriente. Casi sin darse cuenta la chica se llevó una mano a la mejilla y se pellizcó lo más fuerte que pudo. Se sorprendió aún más al darse cuenta de que no se trataba de un sueño.

    Vale, esto es demasiadola chica se incorporó del suelo. Definitivamente ese era un lugar de locos. Primero creían se trataba de un simple edificio maya. Luego, aparecieron runas griegas en las paredes, después una est****a momia intentó asesinarlos. Varias trampas casi los matan, se las tuvieron que arreglar para encontrar los mentados brazaletes en medio de un laberinto y aun así tuvieron que luchar con el minotauro para poder arrancarle un collar.

    A pesar de todos esos problemas que se les atravesaron en su pequeña travesía, no pudo evitar contener una risa; todo resultaba bastante gracioso al final de cuentas. Hasta parecía que formaban parte de una de esas bromas que hacían en los Reality Shows. Mientras caminaban hacia la salida guiados por los umpalumpas, Geneviéve comenzó a observar a sus compañeros; todos se encontraban exhaustos y algunos estaban a un paso de perder la cordura, la profesora incluso estaba cantando. Hasta la chica consideró prudente visitar a un buen psicólogo después de que todo acabara. Nada tenía sentido, pero sin duda había sido una aventura excepcional y decidió guardarla para después contársela a sus hijos y nietos cómo su primer día en la academia terminó como una inigualable experiencia.

    Al final y después de un largo caminar guiado por los hombrecillos, por fin llegaron a la salida. La luz del sol le golpeó de lleno en el rostro provocando que entrecerrara los ojos, habían pasado tanto tiempo en las penumbras que un poco más y se olvida de cómo lucía la luz natural. Todo parecía irreal, pero aun así no se olvidó de despedir con un movimiento de mano a los chicos que les habían salvado las vidas, que ahora regresaban a su hogar mientras las puertas de piedra se deslizaban detrás de ellos.

    Después de que la salida se cerrara con un gran estruendo, su primer impulso fue tirarse a la hierba y dormir ahí el resto del día, pero logró resistirse y en lugar de eso se aproximó hacia July. Se mantuvo a un lado de la chica pues ella era la única persona con la que Geneviève había interactuado de verdad. Respiró lentamente y una sonrisa se abrió paso por su rostro; estaban a salvo, pero todo había acabado. De repente un sentimiento de nostalgia la invadió por completo, ahora todo lo que había vivido se convertía en un recuerdo... Pero sabía que aún no era el momento para ponerse emotivos, así que se mantuvo observando los rostros cansados y heridos de sus compañeros mientras esperaba las instrucciones de las profesoras.

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  2. Geneviève se devanaba los sesos tratando de elegir, el primer brazalete era tentador; pero que les guiara a la salida no iba a terminar con el Minotauro. El segundo lo pasó de largo, prácticamente no servía para nada pues solo era para tentar a los codiciosos. Decidió ir por el tercero; después de todo, para eso habían venido. Se giró para preguntarle su opinión a July cuándo vio una gran mancha de sangre que se extendía por su vientre ¡Por Dios! ¿Te encuentras bien?exclamó mientras se acercaba a ella, percatándose de que en toda su vida jamás había hecho una pregunta tan est****a. July se justificó, y, a pesar de las circunstancias, esa respuesta casi le hace sonreírNo debiste hacerloapuntó su varita al vientre de la chica susurrando un ligero “Episkey y la hemorragia se detuvoDe todos modos, graciasdijo con una sonrisa, aquella chica cada vez le caía mejor. La ayudó a ponerse de pie y siguió la recomendación de la joven cuando dijo que escogiera el primer brazalete a la izquierda.

    Ambas pensaban lo mismo, habían venido para derrotar al minotauro y salir de ese lugar; así que las ofertas de los dos brazaletes restantes no venían al caso. Estiró su brazo para coger el objeto, pero en cuanto tocó el oro con la punta de sus dedos una bola de fuego salió despedida y le rozó la mejilla antes de que July la empujara lejos de su alcance.

    ¡July!se aproximó a la chica lo más rápido que pudo y removió la tela quemada de su pantalón, una horrenda (aunque no tan grande) herida que le había dejado la piel al aire abarcaba una parte de su muslo ¡Pudiste haberme avisado!no le gustó como sonó el tono que salió de su boca, pero era verdad. Además, lo decía mayormente porque la chica le había dado un susto de muerte, no porque tuviera la intención de regañarla. Ella valoraba bastante ese tipo de acciones en una persona pero no le gustaba que los demás se lastimaran por su culpa.

    Por desgracia, no conocía ningún hechizo sanador capaz de aliviar quemaduras de ese tipo, y se sintió impotente al no poder hacer nada por ella. Lo único que estaba a su alcance era apresurarse para llegar rápido con las profesoras para que ellas pudieran ayudarle, así que se puso de pie dirigiéndose a la mesa y guardando el brazalete en su bolso, sin antes dedicarle a este una mirada de reproche. Ayudó a July a levantarse, pasando uno de los brazos de la chica por su hombro para ayudarla a caminar. Tal vez la herida las atrasaría un poco, pero Geneviève iba a hacer el doble de esfuerzo por las dos para poder llegar con los demás lo más rápido posible.

    Mientras caminaban por el túnel, su compañera soltaba pequeños quejidos de dolor; era bastante razonable pues la chica se había hecho una herida grave. Geneviève no pudo evitar sentir algo de admiración hacia ella por poder soportar tal daño y aun así tener la habilidad de seguir firme pese a la situación en la que se encontraban—Ya casi llegamosla tranquilizó.

    Dieron la vuelta en un recodo y por fin visualizaron a su grupo junto con la profesora Oniria, todos estaban en posiciones de defensa frente a un montón de rocas. Pero había algo además de los escombros; la sombra del minotauro se cernía amenazante en frente de la educadora. En un abrir y cerrar de ojos, ésta apuntó su varita hacia el susodicho y la bestia empezó a retorcerse con las gigantes manos cubriendo su cara de toro.

    Todo sucedió en un estruendo. Simultáneamente un montón de rayos azules golpearon de lleno a la criatura justo en el torso; pero antes el animal se las arregló para golpear a Alexis. El minotauro cayó al suelo, inmóvil como una estatua; sus ojos se movían frenéticamente como si intentara librarse de lo que lo mantenía quieto. Y ahí comprendió que no había nada que perder. Sacó el artilugio de su bolso y lo levantó por encima de su cabeza ¡Lo tenemos, tenemos el brazalete!dijo, mientras se aproximaba junto con July hacia los demás— ¡Pero July necesita ayuda!se acercó al grupo y sin siquiera pensarlo, le tendió el brazalete a la profesora Oniria para acabar con todo de una vez.

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  3. Geneviève tamborileaba los dedos en la pared con nerviosismo, los engranes de su cerebro empezaban a trabajar con coherencia cuando la chica se percató del peligro al que estaban expuestas. Si en ese lugar habitaba un minotauro, definitivamente no tendrían oportunidad de vencerlo; mas estaba segura de que la gente que la rodeaba era excelente en lo que a duelo se trataba y eso, esperaba, les ganaría un poco de tiempo.

    Musitó un ligero No fue nada cuando Irony le dió las gracias, estaba segura de que esa joven era la que podía retrasar a la bestia; después de todo, ella superaba en encantamientos defensivos a todo el grupo junto.

    Mientras se mordía el labio con ansiedad, escuchaba como July les hablaba acerca de su pasado. Le llamaba la atención como es que la mayoría de las personas a su alrededor portaban ese aire misterioso digno del protagonista de una historia que merece ser contada. Honestamente, ella no tenía ningún pasado que meritara de mención; había tenido una vida normal al lado de su madre y su abuela, esta última había sido una exitosa arqueóloga muggle en sus años de juventud y era su principal inspiración para seguir el camino del arte de lo antiguo.

    Divagaba en sus pensamientos cuando el sonido de unos pasos provenientes de su izquierda la obligaron a salir de su palacio mental, se irguió muy tensa; no parecían los pasos fuertes y definidos que daría una criatura grande como el minotauro, pero después de que los pasitos de una rata terminaran siendo de una momia ya no podía estar segura de que no se trataba de algo peligroso.

    Divisó a Alexis, que se acercaba lentamente y sumida en las tinieblas, tenía un pañuelo ensangrentado cubriendo una de sus manos. Geneviève no sabía si curarla o no, ya que a una persona como ella de seguro no le agradaría recibir la ayuda de alguien más, a parte, la joven tampoco quería acercársele.

    Empezó a debatir consigo misma cuando la voz de la profesora Oniria se abrió paso en sus oídos y se volteó a verla; al parecer el minotauro se encontraba cerca, por que si no, no sabría decir cómo la profesora sabía de su existencia.

    Sácanos de aquí”.

    Espera un momento, ¿Acaso ni siquiera las profesoras sabían como salir de ese lugar? ¿Las habían dejado ahí a su suerte para que ellos mismos se las apañaran en encontrar la forma de salir? Había creído que el propósito de esa clase era aventurarse y tal vez derrotar algunos boggarts, pero no quedarse atrapadas en un edificio con trampas cada 3 metros y bestias a su acecho. Vaya que esa era una academia diferente a las demás.

    La profesora se alejó junto con Irony por unas escaleras torcidas y desaparecieron en la oscuridad. Geneviève observó a las alumnas que quedaban; todas parecían completamente independientes de una guía que las llevaría sin rumbo alguno, pero de todos modos se puso al frente y comenzó a caminar. Cada diez pasos que avanzaba dejaba una pequeña luz tenue flotando detrás de ella, algo así como las migajas de pan de Hansel y Gretel, solo que estas les ayudarían a la profesora y a su compañera a seguirles el paso una vez que derrotaran o al menos dejaran inconsciente al minotauro. Y en caso de que no, estas luces desaparecerían a la vista de alguien no deseado.

    Después de andar por los pasillos volteando y doblando el pergamino para descifrar los caminos, llegaron a un callejón sin salida. —¿Pero qué diablos? no tenía sentido, pues el mapa indicaba que el sendero seguía hacia adelante, tal vez había traducido erróneamente alguna runa o se había comido alguna palabra; aunque si ese era el caso tendrían que regresar hasta el punto de donde habían partido.

    Se acercó a July y escuchó con atención su traducción de un acertijo escrito en el papel, al mismo tiempo que ella lo repasaba en su mente. La felicitó y le dio una palmada en el hombro distraídamente. Entonces ese lugar era un laberinto... Si eso era cierto el callejón sin salida tenía sentido, pero confirmaba su teoría acerca de que tendrían que regresar al punto donde empezaron. Además, en el mensaje de las runas decía que había cuatro objetos que podían manipular al minotauro, y que poseían dos de ellos pero ¿De qué objetos estaba hablando?

    La maquinaria de su cerebro se movía tan rápido que en cualquier momento le podría haber salido humo de los oídos, hasta que July mencionó los brazaletes ¡Por supuesto, eran los brazaletes! Todo empezaba a cobrar sentido en su cabeza y las piezas del rompecabezas empezaban a encajar. Julliete estaba invocando su patronus para que entregara el mensaje cuando un grito resonó por las paredes, no estaba segura si provenía de un chico o una chica. El sonido parecía bastante distante, probablemente lo suficiente como para no alcanzar a ayudar a esa persona a tiempo. Al menos esperaba que la profesora Adryane o alguno de los estudiantes se percatara de que alguien estaba en peligro. Alejó esos pensamientos de su cabeza haciendo un ademán con la mano y siguió a Dragona y a las demás a través del camino que ya habían recorrido antes. Corriendo, escuchaba las indicaciones de July mientras asentía; esa chica era alguien inteligente. Ya habían subido la escalinata de piedra y se estaban acercando al lugar donde se encontraba el minotauro. Tenía la varita bien aferrada a la mano y repasaba en su mente todos los encantamientos defensivos que se sabía. Una potente determinación la inundó de la nada al momento que avanzaba por los pasillos, estaba decidida a ser más que la chica que traducía las runas de la pared; quería ser fuerte y valiente al igual que su abuela. Después de todo, si te topabas con un mortífago o con una bestia salvaje en el mundo real no lo ibas a ahuyentar recitándole la gramática que se usaba en la antigua Grecia o los tipos de métodos que se usaban para momificar a los gobernantes del antiguo Egipto.

    Un agudo chillido resonó por todo el túnel y la sacó de sus pensamientos, se cubrió los oídos de manera instintiva dejando caer su varita. Ni siquiera podía pensar correctamente, ya que ese sonido suprimía cualquier otra cosa que tratara de hacerse escuchar por sobre él, parecía una especie de método para aturdir. Definitivamente esa era otra de las trampas, alguien o algo la había accionado. Se agachó lentamente y buscó su varita en el suelo. Su entorno parecía vibrar a causa de la potencia del rugido, provocando que la chica se mareara un poco. Palpó el piso y al tocar con la yema de los dedos un trozo delgado de madera de ébano, lo cogió con rapidez apuntando a ningún lugar y bramó:—¡SILENCIO!el sonido que antes inundaba el túnel se fue difuminando como la estática de un canal de radio, dejando su eco resonando en los oídos de los alumnos.

    Se puso de pie lentamente y ayudó a Romina a levantarse, pues el ruido la había tomado por sorpresa y se había resbalado —¿Estás bien?— preguntó, luego de que Romina asintiera, July empezó a formular un plan. Se iban a separar, no había otra manera. Dirigió su vista hacia Dragona, Romina y Alexis—Buena suerte—musitó con una sonrisa alentadora en el rostro. Las vio alejarse y perderse en la oscuridad. Se dirigió hacia July y ambas caminaron por un sendero que tenía las paredes especialmente agrietadas. Flechas, pensó —Seamos cuidadosas con las trampas—le fue difícil decir tal cosa; pues, aunque se tratara de trampas, eran parte de una cultura y valía la pena saber más acerca de ella. Pero ahora tenían prisa, y no iba a arruinarlo todo solo por satisfacer su curiosidad. Llegaron a un punto donde había tres mesas de piedra, y tres brazaletes distintos exactamente iguales. Leyó las runas que se encontraban en el muro y dijo: —Uno de estos os guiará a la salida, otro os revelará el secreto de la gloria y otro es uno de los 4 que al minotauro controlan. Sólo puedes tomar uno—se rascó la barbilla, pensativa, y dijo—Vale, esto va a ser difícil—

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  4. Despues de caminar un rato, una joven que parecía la más relajada de las cinco empezó a expresar su curiosidad acerca del nombre de Geneviève. Por su cara, la susodicha notó que aquella chica no parecía muy preocupada por la situación, incluso parecía tener experiencia en el tema—¿Julliet? Es un lindo nombreafirmó—Incluso suena mas francés que el mioagregó con una sonrisa.

    De repente, unas llamas aparecieron de la nada y July las empujó a todas a un lado, salvándoles la vida y empezando otra vez las reprimendas acerca de las trampas. Geneviève suspiró. Se sentía agradecida, pero francamente no comprendía porqué tanta dedicación al tema de las trampas, después de todo, era una construcción antigua y las cosas a veces se activaban por la misma antiguedad que las hacia inestables; no era necesario culpar a alguien todo el rato. Lo único que les quedaba era mantenerse alertas y ser cuidadosas.

    Después que que July recibiera unas meigas fritas para calmar su apetito, Irony se volteó hacia Geneviève y le recomendó que empezara a leer los grabados antiguos de los muros, ella asintió con los labios apretados, percatándose de que se había olvidado de traducir las runas que se encontraban en el trayecto mientras caminaban y que ya se encontraban muy atrás. Se reprimió mentalmente y se acercó a la pared con la varita encendida, empezó a leer con los ojos entrecerrados tratando de encontrar el significado más acertado para cada una de las runas. Poco a poco empezó a unir cada una de los palabras y las leyó en voz alta:

    Con su título de antaño

    Y su aliento feroz

    Los Dioses lo recuerdan

    Como el que Teseo venció

    Él prospera

    Amparando el oro

    Y suprimiendo a los bandidos

    Pues cuando lo encuentres

    Seguramente estás perdido

    Esquivalo cuando esté apunto de estrellarse

    Pues imagínate de la atención despojarte

    Y que en tu pecho sus cuernos clavase

    No te atavies con rojo

    Porque eso sólo dilatara su enojo

    Pero recuerda

    Él es igual de inteligente

    Que los seres que te acompañan

    En este terreno de dementes.

    Después de terminar, Geneviève se volteó lentamente hacia sus compañeras, carraspeó y anunció con voz trémula—Creo..creo que en este lugar hay un minotauro—contuvo la respiración al hacer tal revelación, esperando a que el susodicho apareciera en cualquier momento. Pero el lugar seguía reinado por el silencio. Entonces prosiguióDe todas formas, creo que, por el trono con similitud a los que usaban los egipcios que encontramos antes, este lugar esta hecho para atraer a los curiosos. Probablemente ese trozo de piedra estaba oculto tras un encantamiento de transfiguración que lo hacia parecer de oro y que con el tiempo se fue desvaneciendo, es sólo una teoría.—hizo una pausa—Mencionaron un mapa, ¿no? ¿Averiguaron algo?—no sonaba como una aspirante a arqueóloga en absoluto, y ello le hizo dudar de que en verdad pudiera llegar a serlo algún día. Ni siquiera sabía con certeza cómo salir de un lugar así y comenzaba a pensar que aquello no era lo suyo. Al parecer, aprender a descifrar runas y leer sobre teorías de escape en viejos libros empolvados no era de mucha ayuda para la verdadera acción.

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  5. No sabía qué hacer. Parecía que sus botas de repente se habían quedado pegadas al suelo; la bestia detrás de ella seguía inmóvil, sin hacer un minúsculo movimiento. Solo ahí, viéndola y esperando a que reaccionara.

    Escuchó más pasos provenientes del túnel y ahí fue cuando la razón volvió a ella. Dios mío, que no sea otro de ellos. Empuño más fuerte su varita, estaba lista para hacer un movimiento cuando de repente escuchó un siseo de tela deslizándose detrás de ella y acto seguido una chica de pelo rosado la tomó del brazo agresivamente y empezó a gritarle.

    —Vale, lo siento—se disculpó después de que la chica la soltara—No suelo estar en este tipo de situaciones todos los días, gracias por la ayuda—esto último lo dijo con un deje de cansancio, volteándose a ver cómo la bestia forcejeaba con sus propias vendas. Observó como la joven que la había salvado caminaba hacía el fondo del túnel y decidió seguirla, aún sin poder despejar los ojos de la criatura que yacía gruñendo en el piso.

    Al fondo se encontraba una especie de silla de piedra, se acercó a ella y la estudió con el entrecejo fruncido —Es muy extraño— admitió—Por la estructura exterior, este lugar parece maya. Las runas son griegas. Pero esto…—se acercó a la figura de piedra y la acarició con sus dedos—Esto tiene semejanza al trono de un faraón…aunque aquellos, bueno, usualmente eran de oro y este es de piedra—frunció los labios y asintió cuándo la joven le cuestionó si sabía leer las runas. Se acercó a la pared para investigar, más por curiosidad que para obedecer una orden. Empezó a traducir los símbolos, aun poniendo atención a la opinión que expresaba su compañera; estaba a punto de abrir la boca para responder cuando súbitamente la bestia se soltó de sus ataduras. No le dio tiempo para reaccionar cuando el suelo se desvaneció bajo sus pies y comenzó a caer por un vacío oscuro, ni siquiera se le pasó por la mente la simple idea de gritar. Sus pies golpearon el suelo con fuerza y sintió como un rayo de dolor que partía de su tobillo le recorrió todo el cuerpo, haciendo que perdiera el equilibrio y se desplomara en el suelo. La chica que antes la acompañaba sanó su brazo rápidamente y empezó a gritar con furia mientras otra joven atacaba con un argumento al que no entendió ni una palabra. Tocó su tobillo ligeramente para ver si la herida era grave, pero lo apartó rápidamente al sentir una punzada de dolor al tacto. Levantó la vista y vio cómo la chica que antes discutía con la pelirosada se acercaba tranquilamente hacia Geneviève y apuntaba la varita hacia la herida, provocando que el dolor desaparezca en un abrir y cerrar de ojos.

    —Gracias, Dragona—dijo, después de escuchar su nombre. Se puso de pie con la ayuda de la chica y le dedico una sonrisa de agradecimiento—Y no te preocupes, después de todo, no se puede evitar una visita a un lugar antiguo sin accionar ninguna trampa…y más si son las trampas de tres culturas combinadas. Hasta los más expertos cometerían algún error—se alejó un poco y observó con curiosidad a las dos chicas que la acompañabanPor cierto, me llamo Geneviève—sonrió levemente y se recargó en una pared, escuchando como la chica de pelo rosa daba órdenes aquí y allá acerca de no tocar nada. Le parecía algo tonto, y aunque no era la mejor defendiéndose, creía que la mejor parte de un lugar antiguo eran los mecanismos de defensa de las culturas que antes los habitaban.

    Comenzó a caminar con el resto de las chicas formando parte del silencio sepulcral que dominaba a las cinco. Hasta que decidió aclararse la garganta y hacer una pequeña sugerencia: ¿Qué tal si…bueno, antes de que una de nosotras pise otra trampa y alguien empiece a gritar…ya saben, ustedes tienen un mapa; y por esos brazaletes de oro que llevan en sus muñecas (que obviamente no es lo que se vende en una tienda de accesorios) supongo que descubrieron cosas más interesantes que una vieja momia gruñona…así que ¿Qué les parece si comparten información? Podríamos hacer conjeturas acerca de qué hacían unos mayas escribiendo en griego y poseyendo a un faraón antiguo sediento de sangre—le pareció que había hablado muy rápido, pero no podía contener el montón de preguntas que se acumulaban en su cabeza así que, más que una sugerencia, era una invitación para expresar sus dudas en voz alta y, obviamente, escuchar las de las chicas.

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  6. Después de su presentación, Alya se sentó con un remolino de euforia aun revoloteando en su vientre. Se encontraba demasiado inmersa en su propia emoción como para observar a los alumnos que habían llegado al bosque antes que ella.

    Un estruendo propio de una aparición la sacó de su ensimismamiento, observó con sorpresa cómo una niña de 10 u 11 años se presentaba alegremente; la joven arribó exhibiendo una energía que a Geneviève le hubiera gustado tener a esa edad. Le dirigió a Juana –al parecer ese era su nombre una cálida sonrisa de bienvenida esperando llevarse bien con ella en un futuro.

    Casi inmediatamente después de que Lovewood fuera a tomar asiento, otro estruendo se abrió paso entre el silencio anunciando la llegada de alguien más; una joven que lucía bastante imponente yacía en medio del lugar mirando a todos con altivez. Geneviève arqueó una ceja al escuchar el tono altanero que usó para presentarse y al conocer el nombre de la chica decidió añadirlo a la lista de individuos con los que evitaría cruzar palabra en todo el curso. La joven procuraba no involucrarse con personas de ese tipo, pues sabía que si hablaba de más podría acabar provocando una pelea sin ningún fin y eso era lo que siempre evitaba al momento de formar parte de un nuevo entorno.

    Despejó esas ideas de su cabeza y se quedó observando el punto donde aparecían los alumnos, aún después de que aquella chica se hubiese movido, esperando a que alguien más arribara antes de comenzar las clases. Unos minutos después una joven de aspecto extravagante y con mirada de desconcierto apareció en el punto que segundos antes se encontraba vacío, observaba a su alrededor como si no supiera en donde estaba, pero rápidamente recobró la compostura y habló con un ligero acento Francés. Geneviève le prestó más atención al escucharlo; después de todo, si ves a alguien de tu mismo origen (o al menos la mitad de el) en un lugar al que acabas de llegar no puedes evitar dejar de considerarte solo, o al menos sentir curiosidad por esa persona.

    Después de apartar la vista de la chica (que ya se había alejado), siguió esperando a que llegaran más a alumnos, pero esta vez recargó la cabeza en un tronco que se encontraba convenientemente cerca de donde se había sentado. Trataba de mantener los ojos abiertos y la mirada fija, pero lentamente su entorno se empezó a nublar como una cámara desenfocada, sus parpados se cerraron y cuando los volvió a abrir el cielo ya se había tornado de un color sepia.

    ¡¿Me quedé dormida?!exclamó poniéndose de pie en el acto, miró rápidamente a su alrededor y se dio cuenta de que no había ningún alumno en el lugar, ni siquiera se encontraban ahí las profesoras. ¡Maravilloso! Pensó, A algunos alumnos se les olvida un lápiz el primer día, a otros ponerle una etiqueta con su nombre a un libro ¿Pero a mí? ¡A mí se me olvida no quedarme dormida en las profundidades de un bosque en medio de la nada! Suspiró con irritación y se pasó una mano por el rostro, estaba pensando en qué iba a hacer ahora hasta que divisó a un grupo de personas amontonadas cerca de las ruinas que rodeaban el lugar¡Gracias a Dios!se apresuró casi corriendo hacia la multitud y llegó justo a tiempo para escuchar las instrucciones de la profesora Adryane. Jadeando, dirigió la vista hacia los túneles en los que se tenía que aventurar y una sonrisa se abrió paso por su rostro, Jamás volver a desvelarme la noche antes del primer día de clases, se recordó, podría perderme algo como esto; los túneles eran tan profundos que parecían no tener final y los muros que los rodeaban estaban repletos de runas antiguas, la mayoría escondidas tras las plantas que escalaban por la superficie de las paredes; era simplemente asombroso. Aquellas antiguas edificaciones eran como el paraíso para Geneviève, pues había deseado convertirse en arqueóloga desde que tenía memoria. Incluso parecía estar un poco conmovida por el lugar.

    Tomó distraídamente la antorcha que le ofrecía la profesora y se adentró precipitadamente en un túnel separado de los demás para poder estar en completo silencio y así concentrarse más en la estructura. Mientras caminaba, observaba cada esquina, estudiaba cada hueco en la pared y sobre todo, admiraba la belleza del sitio mientras escuchaba sus pasos resonar en las paredes.

    Después de un rato de estar andando llegó a un recodo donde la oscuridad era exageradamente densa y la antorcha no iluminaba mucho más que un fósforo. Extrañada por la situación, Geneviève apagó el fuego y dejó la antorcha a un lado dispuesta a estudiar el lugar. Estando alerta sacó la varita de su bolso y susurró: Lumos una luz cegadora salió de la punta de su varita y le hizo cerrar los ojos por un momento, provocando que tardara varios minutos en acostumbrarse al potente resplandor; jamás había conjurado un encantamiento tan poderoso. No, no era el encantamiento, era la oscuridad en sí la que provocaba que la luz natural fuera tan débil que se volvía inútil y que la luz mágica fuera tan potente que aturdía. Aquello no podía ser más que producto de un encantamiento, pero, ¿Qué rayos tenían que ver unas construcciones mayas con la magia?

    Con el ceño fruncido se aproximó a la pared que había a su derecha, quedando de espaldas al resto del túnel con su varita mágica en ristre para iluminar el muro; en su superficie había grabadas unas cuantas runas que se asemejaban a las que había al principio del túnel, aunque aquellas estaban tan gastadas por el paso del tiempo que le fue imposible leerlas; en cambio, estas eran perfectamente legibles. Acercó su rostro a la pared de modo que podía ver mejor e internamente dio gracias a su madre por haberle dejado tomar esas clases de Runas vía lechuza.

    Empezaba a entender las palabras “Bestiay “Jaulacuando un sonido detrás de ella provocó que se diera la vuelta con la varita lista para defenderse. Observando a su alrededor, caminó con pasos sigilosos mientras gotas de sudor resbalaban por su frente, escuchando pequeñas pisadas que se acercaban cada vez más. Sintió un nudo en la garganta y se obligó a sí misma a calmar su respiración; los pasos hacían eco por todos lados, aproximándose hacia ella rápidamente, Alya estaba lista para atacar cuando de repente... Una rata pasó corriendo por su lado, llevándose el sonido de pasitos consigo y desapareciendo en la oscuridad.

    Geneviève soltó un suspiro de alivio y se limpió el sudor de la frente con la manga de la cazadoraTú sí que me asustaste, eh...dijo con los labios fruncidos. Volvió a voltearse hacia el muro y saco un pañuelo de su bolsillo, quitando con este las telarañas que tapaban algunos símbolos que eran necesarios para acabar con su lectura.

    Al terminar de limpiar esa sección de la pared, se alejó un poco de ésta con la intención de poder observar bien las runas completas. En cambio, lo que vio provocó que su rostro se pusiera blanco como el papel.

    Una sombra gigantesca se proyectaba en el muro frente a ella, tenía al menos el doble de su estatura y de sus manos sobresalía algo que parecían garras, por su silueta, se percató de que era una criatura peluda, y por sus gruñidos, se percató de que no estaba contenta. Sea lo que sea, no era bueno. Sea lo que sea, estaba detrás de ella. Y sea lo que sea, definitivamente no era una rata.

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  7. Permaneció acostada en la cama observando el lúgubre techo de la habitación; había estado despierta desde las tres de la mañana ya que los nervios no la dejaban dormir. Se sentó recostada en el respaldo de la cama, observando como los primeros rayos del sol se colaban por la ventana de cristal.

    Hoy es el díasusurró con una sonrisa.

    Apartó las sábanas blancas y apresuradamente colocó sus pies en unas pantuflas de algodón, se dirigió a la ducha casi dando brinquitos y tomó un baño innecesariamente largo; la mayoría del tiempo que debía de haber ocupado aseándose bajo el agua lo gastó pensando en lo que le esperaba en la Academia.

    Al salir, se secó el cabello con un encantamiento sencillo y se miró en el espejo. Las pecas que le surcaban la nariz le daban un aspecto gracioso; su pelo era rizado, de un color castaño rojizo y le llegaba hasta la altura de la barbilla; sus ojos eran grandes, extraños y de un color que recordaba a la miel.

    Sonrió a su reflejo y se dirigió al armario en busca de la ropa adecuada para su primer día de clases.

    Terminó por ponerse unos jeans negros, una camiseta sin mangas color rojo y una cazadora café claro, sobre su cuello reposaba un collar con un dije de un dragón plateado.

    Se echó un último vistazo en el espejo esperando verse aceptable y se dirigió a su escritorio, tomó su bolso y se lo cruzó por el cuerpo.

    Bajó las escaleras hacia la cocina y se sirvió un tazón de cereal con un vaso de zumo de naranja. Apenas podía tragar, ya que se le había formado un nudo en la garganta por los nervios, así que se limitó a tomarse lentamente el jugo mientras divagaba en sus pensamientos.

    Al terminar de desayunar y de lavar los platos, se secó las manos en los jeans distraídamente y se dirigió hacia la puerta de la entrada. Soltó un suspiro y salió de la casa con decisión, una gran ráfaga de aire fresco la recibió al exterior y logró calmarle un poco la ansiedad.

    Se dirigió a la Academia con las manos aferradas a la correa de su bolso y mirando esporádicamente a todos lados sin razón alguna.

    Al llegar, se sintió asombrada por el aspecto del edificio que se cernía delante de ella, sustituyendo los nervios por una emoción que le invadió hasta la punta del dedo gordo; le encantaban las cosas nuevas.

    Entró al lugar y empezó a buscar por los pasillos el aula a la que había sido asignada —Generales 117...Generales 117... se repetía a sí misma mientras pasaba por las puertas de los salones.

    Al encontrar por fin la entrada del lugar, la observó con detenimiento y se pasó un rizo del pelo por detrás de la oreja, se acercó al pomo de la puerta y la abrió cuidadosamente. Al instante, se sorprendió al ver que en el aula no había ni un alma. Frunció el ceño pensando que tal vez había llegado muy temprano; aunque estaba segura de que faltaban 10 minutos para la clase, o tal vez, pensó, me gastaron una broma dándome el nombre del aula equivocada.

    Entró a echar un vistazo y se sintió maravillada por la cantidad de imágenes pegadas en las paredes y por el aspecto antiguo que le daba al salón. Le pareció un lugar hermoso, dejando a un lado que parecía algo lúgubre por el fuego de las velas que apenas proyectaban luz.

    Caminó por en frente de las filas de asientos mirando expectante a su alrededor y, en un abrir y cerrar de ojos, tropezó con el cráneo de un animal que no pudo distinguir y, antes chocar contra el suelo, sintió que daba vueltas por un vacío en medio de la nada. Creyó que había muerto cuando súbitamente su cuerpo se estrelló de lleno contra la hierba de un lugar rodeado por árboles. Se sintió desconcertada por un momento hasta que levantó la vista y observó a los demás alumnos repartidos por el lugar, diablos, pensó, que mala primera impresión he acabado de dar.

    Se incorporó del suelo sintiendo la vista de las personas clavadas en ella, aunque en realidad los demás estaban sumergidos en sus asuntos.

    Se limpió la tierra de los jeans y se sentó en una roca plana que se encontraba cerca; empezó a estudiar el parámetro y a la gente que se encontraba a su alrededor.

    El bosque le encantó, parecía un lugar de fantasía por el modo en que las hojas brillaban por el rocío y por cómo el suave musgo invadía las superficies de las rocas.

    La mayoría de las personas le parecieron algo intimidantes, pero otros lucían bastante agradables.

    Pronto, empezaron a presentarse de uno por uno, y cuando llegó su turno se puso de pie con decisión.

    Holasaludó con una sonrisa—Mi nombre es Alya Genevièvedijo, posando sus ojos en cada uno de los presentesSoy mitad francesa y vine aquí para mejorar mis habilidades, espero que nos llevemos bieny dicho esto se volvió a sentar, tratando de disimular la emoción que se arremolinaba en su estómago.

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    OFF:

    Hola! Mi nombre es Anahí y tengo 13 años. Estoy a punto de cursar el 2do grado de Secundaria y vivo en Tamaulipas, México. No tengo mucho que decir sobre mi salvo que la mayoría de mi tiempo lo dedico a divagar en Netflix (??)

    Esta es la primera vez que roleo en algún foro, jamás lo había hecho de esta forma antes asdf xd Espero que no haya salido tan desastroso xDD

    Mi personaje, Alya Geneviève, es una chica aventurera a la que no le gusta ponerse limitaciones. Es muy sonriente y siempre defenderá a sus amigos cuando pueda.

    ¡Un gusto en conocerlos a todos y ojala nos llevemos bien! (/*--*)/

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