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Charchar

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Mensajes publicados por Charchar

  1. Lo habían citado para un duelo. El mago ya se quería retirar de ese tipo de deporte, pero era algo que tenía que hacer si quería mostrar fidelidad a la Marca. Le preocupaba. Tenía miedo. No tenía los reflejos de antes y hacía mucho que no se encontraba en una situación parecida. Pero esto era un tipo de deber, aunque el lugar donde se iba a llevar a cabo le daba más miedo que su propio contrincante.

     

    Vestía una gabardina oscura, por encima de una camisa blanca, pulcra, unos pantalones que le daban agilidad y unas botas que cubrían unas gruesas medias de lana. Se peinó los cabellos cobrizos con raíces azules y comenzó a estirar los músculos de sus finos brazos mientras registraba el teatro. La luz caía con suavidad por todo el lugar, generando una atmósfera rara, casi sagrada. Le daba pena tener que intercambiar hechizos en un lugar así, con riesgos de destruirlo todo.

     

    Orión suspiró. El teatro abandonado se presentaba imponente frente a la presencia del par. El teatro era pequeño en comparación con otras grandes estructuras en ciudades capitales importantes, sin embargo, el lugar donde se encontraban el par de magos estaba casi al borde del colapso. Las maderas del escenario estaban escasas de fuerza, por la humedad y la falta de conservación, como así también las hileras de butacas que daban ganas de sentarse, pero que probablemente iban a ceder al peso de cualquiera.

     

    El escenario se alzaba con un porte nostálgico, de un tamaño de quince metros de largo por diez metros de ancho para hacer contrapeso con los dos pisos del lugar. Casi toda la escenografía se encontraba en el medio, la cama, las sillas y el cartón de la luna y el sol. Estos daban rastros a lo que pudo haber sido su época dorada. Contenía tres telones, los cuales estaban abiertos dejando la vista libre a toda la edificación del escenario.

     

    Orión quedó anonadado por la construcción que se alzaba por encima del escenario. Gracias a las cesuras que se encontraban en el inservible telón y las ausencias tanto del proscenio y el bambalinón se podía ver con gran facilidad como era que estaba compuesta una amplia parrilla en de fina madera con grandes espacios entre una y otra que sostenía, a su vez, un andamiaje del ancho y largo del mismo escenario. La estructura se basaba en un conjunto de tubos soldados formando grandes triangulaciones, logrando que sea enorme y compleja, logrando una superficie del tamaño de una casa.

     

    La estructura por debajo de la parrilla, necesitaba tener estas triangulaciones para sostener toda la logística. De todo este complejo armazón colgaban el mismo telón, las pesadas bolsas de arenas a considerable altura y los 15 tachos de luces que lograban mantenerse en su lugar tras el paso del tiempo. A través de este mismo, además, se presentaban un conjunto de pasarelas con cinco máquinas a tracción a sangre, tres de ellas que reproducían la nieve falsa, y otras dos que pudieren haber sostenido algún actor o utilería.

     

    La parrilla y la estructura se movían con la más leve brisa.

     

    Se podía ver que en cada lateral, izquierdo y derecho, de la parrilla se encontraba una fina viga de metal independiente del cual se incrustaban dos flacas y corroídas varillas. Estas y cada una por su lado, encontraban conexión directa en el techo, manteniendo todo lo mencionado en el aire.

     

    Al mago le daba escalofríos al pensar si el incompetente arquitecto que le dio forma al conjunto antes descripto había logrado construir otros edificios. No entendía como esas finas varillas que soportaban el peso no se habían vencido haciendo que todo el lugar caiga catastróficamente. Lo que este autor si tuvo en consideración fue a los actores, ya que el escenario se encontraba de tal forma que generaba un espacio tras bastidores en sus lados laterales y trasero, de un ancho de cinco metros, dando lugar a que ellos se muevan libremente

     

    Siguió mirando a las varillas que encontraban su base en la viga de la parrilla que intentaban sostener toda la estructura y no se percató de su contrincante; quien se encontraba a diez metros, hasta que algo lo hizo volver a la realidad. Ella había proclamado una de las frases más importantes en la historia del teatro.- Ser o no ser -Entrecerró sus azulados ojos y se puso en posición de duelo, con el pie derecho hacia delante. Sabía que tras la reverencia de la joven iba a comenzar el ataque.

     

    Ni bien sintió que su pie izquierdo se quebró, colocó todo su peso en el derecho para no caerse, mientras que observaba como la Macnair subía las escaleras del escenario, siempre conectados por la vista. Ni bien ella estaba por encima del escenario de cuatro metros de alto, el Black quebró la conexión y contraatacó.

     

    - ¡Morphos! –Gritó con desesperación mientras Arya se comenzaba a dirigir a casi al centro del escenario con el objetivo de ubicarse a casi dos metros del conjunto de objetos, teniendo en cuenta que toda la utilería se encontraba al eje de las tablas

     

    Lo que se transformó fue la viga de metal del lado derecho, aquel largo caño independiente que le daba el sostén diestro tanto la parrilla de madera como también a todo el gran y complejo andamiaje que se constituía bajo ella. Este caño se transformó en una larga anaconda de ocho metros de largo, que comenzó a caer de la posición en la que se encontraba.

     

    Ni siquiera el Black pudo procesar lo que pasó tras la transformación del caño.

     

    El lado derecho de la parrilla, en conjunto con todo lo que llevaba comenzó a caer. Al romper con la simetría y quitarle el apoyo derecho de las varillas que suspendían la parrilla, el lado izquierdo cedió por el mal estado de las varillas y por simple física, causando que todo lo que formaba esta compleja estructura se viniera abajo, cayendo encima de Arya, quien ya se encontraba en el centro del escenario. Todo colapsó en menos de un segundo. Toda la estructura del tamaño del escenario, el cual se ubicaba a cinco metros de cada pared, se derrumbó estrepitosamente.

     

    Destruiría todo en esa zona. El escenario quedaría hecho añicos. La utilería destruida. Y su contrincante, sepultada por la gran y pesada estructura. Había pensado en aplicar ese efecto en la parrilla misma, pero el ancho y largo de esta, de la superficie a una casa, se configuraba como imposible a vistas de los límites propios de la magia.

     

    Finalmente y observando como la estructura caía con una velocidad increíble pensó en un Episkey, para sanar la herida de su pie izquierdo. Quería hacer un chiste sobre Arya y su necesidad por ser la única en el escenario, pero todo ese devenir era demasiado espeluznante. Por poco y no se orina por lo que estaba observando. Se acordó de repente cuando su tío Glenin le lanzó un tren a su contrincante en un famoso torneo de antaño, pero esto, al contrario, le helaba la sangre.

  2. Vio que Valentina aceptaba sus ataques y observó cómo se retorcía por el efecto del hechizo quiebra huesos. Volvió a ponerse en posición de batalla y comenzó a idear su nueva estrategia. Los dos Nigromantes se iban a encargar de luchar contra Pik y lidiar con sus múltiples defensas. Solo quedaba su contrincante odefo para eliminar.

     

    De todas maneras y justo cuando Mia estaba cancelando el Strellatus de Pik, vio como la estatua de la medusa estaba próximo a atacarlo. Tenía que pensar rápido, simplemente comenzó a mover su varita y pronunció:

    - Reducto. –Para que un hechizo plateado viaja hacia la estatua y la hiciera añicos en segundos.

     

    Luego sintió como la hierba se movía lentamente hacia su persona y justo cuando se dio cuenta de la serpiente materializada mágicamente por Pik sintió como la fina capa gaseosa de Mia volvía a aparecer. Pateo al animal rastrero con la confianza suficiente de que no le iba a pasar nada.

     

    - Espejo de Niebla Séneca. –Dijo mientras apuntaba a Valentina para secarle la garganta y limitar sus acciones. Aquel hechizo le permitía utilizar un hechizo por fuera de su rango.

  3. Comenzó el ataque en los jardines de la mansión. El Knigth Fijó su objetivo a Pik, el cual empezó con su ataque a uno de sus compañeros. No se limitó en pensar algo más, ya que luego de que vio que su blanco, quien había invocado varios hechizos de protección para que nada lo tocara, estaba invocando un hechizo no verbal, un Confundus, en Liam.

     

    - ¡Silencius! –Gritó apuntando a Pik.

     

    El próximo hechizo no sería más que una bocanada de aire mudo Sabía que después, Mia se iba a encargar de cubrir al otro Nigromante del resto de los ataques. Luego se giró sobre sus talones con su gabardina que le seguía el movimiento. Movió rápidamente su varita y luego conjuró:

     

    - ¡Absorvere!

     

    El esternón de Valentina Ricci se fracturaría a la mitad si aquel hechizo lograba surtir efecto. Esto provocaría un grave daño en el sistema respiratorio de la mujer, por lo que iba a necesitar en algún momento de un episkey para que la pueda salvar. Vio que Valentina acaba de atacar a Mia y a Liam, pero el detritus había podido parar sus efectos. No solo eso, sino que los dos Nigromantes estaban listos para seguir atacando.

     

    El mago se acercó hacia ellos para mantener una posición de defensa. Simplemente tenían que seguir resistiendo los hechizos para luego encontrar una apertura, algún error odefo para contraatacar.

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  4. Era de noche y sintió el llamado para la batalla. Se armó con su varita, sus pantalones de guerra, botas que le hacían juego, una camisa blanca sin ninguna mancha y una gabardina oscura que lo protegería de la tormenta. La lluvia había golpeado torrencialmente a Ottery, como últimamente venía pasando, producto del pesado verano que estaba terminando.

    Se había aparecido en los jardines con un grupo de gente que hasta ahora él desconocía. Tampoco que le importaba realmente. Estaba más concentrado en cómo iba a actuar dentro del lugar. Tenía permitido el uso de los hechizos de rango Tempestad y era lo único que necesitaba. Solo se necesitaba tener una buena cabeza para poder realizar un par de florituras estratégicas y hechizos bien pronunciados con el objetivo de limpiar rápidamente el lugar.

     

    Siguió su camino acompañando las otras dos figuras oscuras. Una de las ventajas del bando en el que se encontraba era que juntos iban a poder luchar con mejor efectividad. De todas maneras, era la Malfoy a la que iban a proteger y esa misma mansión yacía en ruinas hacía bastante tiempo. No había un alma, lo que hacía más fácil de defender. Menos posibilidad de muertos.

     

    - ¡Ustedes deciden! –Le comentó a los otros dos mortífagos a la expectativa de lo que iba a pasar. Por último, sus cabellos azulados resaltaban en contraste con su máscara plateada.

  5. En una capilla

    Char vs

     

    Una tenue luz se filtraba por los escabrosos vidrios de aquella vieja capilla galesa. El atardecer estaba llegando con el lento paso del sol que caracterizaba al verano tardío de aquel Agosto. El clima era agradable con una leve brisa, como para estar con ropa suelta y holgada. Cualquiera diría que era el momento ideal para una actividad recreacional. Por desgracia, el Black no era cualquiera.

     

    Esta construcción de piedra oscura se ubicaba sobre un gran mar de césped, que se extendía hasta lo que el propio ojo podía ver desde cualquier punto que se lo enfoque. Lo único que rompía un poquito la monotonía era la docena de lápidas a la derecha de la capilla. Según las suposiciones del mago, ese espacio podría haber servido como centro de rituales de una larga y antigua villa, pero que la misma no había podido soportar el paso del tiempo.

     

    Él estaba sentado en una de las largas butacas tradicionales de ese tipo de instituciones física. Dio una larga respiración profunda, dejando que el aroma a madera vieja tiñera sus pensamientos de nostalgia. La capilla hacía que sientas ese no sé qué. Capaz era la poca iluminación, o la mezcla de olores, capaz, la sensación de detención del tiempo. Y además, su motivo no lo ayudaba en absoluto a lidiar con estos reflejos emocionales.

     

    Había llegado al lugar en búsqueda de respuestas sobre su nacimiento. Había intuido que, como en antaño eran estas instituciones las que guardaban los registros cívicos, capaz había una mínima posibilidad de encontrar algún documento que lo lleve a la siguiente pista. Sin embargo, como últimamente le estaba pasando, se había equivocado. Prácticamente estuvo la mitad del día revolviendo el sótano del lugar para encontrar algunas túnicas viejas y barriles de vino sin abrir.

     

    Estaba descansando un poco en el lugar. Apoyó los brazos en el respaldar de la butaca y se dejó caer un poco en el mismo asiento. Pasó sus azules ojos por los detalles del lugar. Había figuras santas que ni el reconocía, una gran cruz de madera al final del pasillo y dos confesionarios de lo que parecía ser, la única madera de buena calidad en el lugar, todo eso se concentraba en la punta donde se encontraba el Black. Estos confesionarios medían unos tres metros, que parecían cortos a comparación del largo pasillo, el cual, el mago le calculaba unos 10 metros de largo, que se constituía como espina dorsal del lugar.

     

    El lugar era bastante simple, un largo pasillo que terminaba en un viejo altar de mármol oscuro. El mago justo estaba en frente, separado por solo dos largas zancadas. Estiró sus extremidades, causando que sus pantalones jean se rompieran un poquito en la entrepierna.- Tendré que pedirle galones a Glenin para comprar ropa. –Se comentó, un poco frustrado por la situación. Su camisa y zapatillas estaban al igual de gastadas y descoloridas ¿Qué podía hacer? Tampoco era que se iba a una gala ministerial a conseguir pareja ¡Estaba en medio de la nada!

     

    Finalmente se levantó, se rascó un poco su nuca para liberar la infundada vergüenza del momento y se acomodó su cabello cobrizo. Todavía las partes azules de su cabello no habían desaparecido, pero era algo en lo que realmente no se fijaba. Se rascó la nariz y justo cuando terminó de girarse para la salida cuando se quedó helado. Había una silueta de una persona. Y no pensó.

     

    - ¡Sectusempra! –Gritó tras sacaba rápidamente su pesada varita. Un viejo rayo color esmeralda se desprendió de la misma. Su objetivo era impactar a la silueta en el cuello y hacer su trabajo.

     

    Hay mañas de las que se pueden olvidar. Cual gato encerrado, en cuanto sentía peligro reaccionaba de tal forma. Y ni bien pudo terminar de conjurar el rayo se acomodó en posición de duelo, agradeciendo a la divinidad por haber logrado tomar firmemente su varita y no causar un desastre más. No sabía quién era. Tampoco qué quería. Si era amigo, se podría defender. Si era un enemigo, bueno, uno menos. Era un simple hechizo neutral pero que daba inicio a algo que el torpe Char extrañaba un poco.

     

    - ¡Vamos! No me dejes solo en esta.

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  6. Los ojos del Black estaban cansados. Se los refregó por segunda vez con sus manos. Había algo que no calzaba; se había tomado un par de pociones revitalizantes que se había llevado de la botica de Gatiux, y luego del inicio de lo que había sido un intento de ejercicio físico, que en realidad terminó siendo dos corridas alrededor de la fuente en el jardín del castillo. Según sus cálculos tenía que estar en perfectas condiciones para poder sociabilizar dentro de la taberna, en su propia metodología claro, el cual consistía en beber cerveza con cara de pocos amigos y gruñendo al que se le acercaba.

     

    Iba con un objetivo fijo, hacerse el rudo. Pero todavía sentía las dislocaciones entre como él pensaba que se proyectaba físicamente y como era realmente. El tipo en su exilio había perdido casi unos 30 kilos y si bien, hacía el intento para recuperarlos, su imponente imagen no era la de antes.

     

    Los ojos del Black estaban rojos. Se los refregó por tercera vez con sus manos. Había algo que no estaba bien ¿Las pociones estaban dando un efecto adverso? ¿Demasiado cigarrillo mágico? ¿Había bebido las revitalizantes o el filtro de los muertos? Tantos interrogantes y tan pocas ganas de existir las del mago. Pero tenía que seguir adelante. Se había tomado el atrevimiento de aparecerse a unos metros del nuevo y famosa taberna para aquellos desprovistos de tatuaje como él.

     

    El pestañeo se volvía cada vez más lento. Su caminata era tosca. Sus pensamientos cada vez se volvían largos, eternos. Pasó su izquierda por su cabello. Sus raíces cobrizas y las puntas azules bailaban a la luz de las lámparas en la calle. Se rascó la nuca. No podía enfocarse. Miraba a su derecha. Se volteaba para atrás. Daba dos pasos. Retrocedía uno.

     

    - Estoy seguro que algún Black. –Susurró mientras pateaba una piedra.- Me cambió los cigarros por los mágicos.

     

    Lanzó una carcajada. Estaba solo y eso causó que se riera más. Le dio un poco de hambre ¡Quién diría que la magia podía ser tan complicada! Alzó la vista para su objetivo. Reunió las energías que no tenía y pudo entender lo que estaba ocurriendo. Dos personas estaban en la puerta del lugar, como esperando a que pase el Autobús Noctámbulo, mientras que otras se aparecían paulatinamente ¡Era una fiesta y a él no lo habían invitado!

     

    Sacudió la cabeza. Se acomodó su túnica negra que llevaba por encima de una camisa clara, común y acorde con el clima, junto con unos pantalones azabache. Tardó cinco minutos para revisar que no tenía ninguna arruga encima. Tardó dos minutos para responderse por qué había hecho eso. Tan pronto levantó su bota derecha, todo su cuerpo salió disparado hacia el suelo, encontrando su cuadrada cara con el frío adoquín.

     

    Se levantó rápidamente, como si nada hubiese pasado. Y apurando el paso, como si fuese otro, se acercó al grupo. Uno de ellos, al parecer, el único hombre del grupo estaba terminando de hablar. En el camino, Char se cuestionaba constantemente sobre qué debería decir. Realmente no sabía si estaba enojado, o intrigado, pero su cuerpo solo se movía hacia el grupo. Su caminata no tan agraciada aumentaba la atención por el ruido que causaba sus botas y por el inconstante ritmo de las mismas.

     

    - Buenas… ¡Días! ¡No! ¡Nochas! ¡Noches! –Dijo apresurado en corregirse. Se había asomado para incluirse de metiche al grupo. Lo más seguro era que iba a terminar muerto esa misma noche.- ¿Entrarán? Escuché que el whisky está a mitad de precio.

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  7. - Estoy cansada, Black. Cierra al salir.

     

    No evitó largar un suspiro frente viendo como las dos orbes ambarinas lo miraban desde la cama en la que algunos extensos minutos atrás se encontraba él. Del armario de las pociones caminó hacia la cama, donde se encontraba ella. La vio como se acurrucaba, incómoda. Él sabía que se estaba metiendo en territorio peligroso, invadiendo el espacio personal. Antes de que ella pudo hablar, llevó su grueso dedo índice y lo apoyó sobre su boca y barba, intentando tranquilizarla. Se inclinó y le dio un leve beso en la coronilla.

     

    Luego de eso, dio un pequeño salto y con algunas zancadas llegó al marco de la puerta del lugar. – Nos estamos viendo. –Susurró de tal manera que solo ella podría escuchar. Dio media vuelta, cerró la puerta y reposó sobre la misma. Largó un suspiró y clavó sus ojos azules al techo. Ahora que no lo veía no se podía controlar. El golpe de endorfinas lo había dejado mareado. Muchas reacciones químicas dentro de su cuerpo contenidas por mucho tiempo podían ser perjudiciales en cierta forma.

     

    Ya no tenía nada más que hacer. Sentía que no había nadie, pero para no arriesgarse, decidió tomar el mismo camino. Su cabeza maquinaba 30 segundos y luego, se iba por las nubes. Así, sucesivamente. Quería alejarse y a la vez. Pero sabía que había hecho una promesa y esa, sí la tenía que cumplir.

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  8.  

    - Vamos Gatiux. Me haz querido lanzar un par de avadas por desaparecer 2 meses. -Sonrió, y miró hacia la mesa, como dejando el tema ahí. Recordó los dramas que habían pasado en esa misma mansión, como cuando la tuvo que volver a conquistar de las pegajosas manos de Nathaniel.

     

    En cuanto terminó las tortitas, devoró en segundos los restos de bacon y se tomó de la misma manera dos vasos de agua. Miró la botellita, luego a la Malfoy, luego a la botellita denuevo. La tomó sin reparos y bebió el espeso líquido verde. Sintió como un impulso de energía revitalizante naciera desde su estómago. Tuvo la imperiosa necesidad de estirar su columna y volver a una postura más adecuada mientras daba un profundo respiro.

     

    - Muy agradecida la poción. -No pudo comparar su viaje con lo que le contó ella. La Universidad y las nuevas oficinas ministeriales le parecían todo un lío sin sentido, pero un lío del que tenía que empezar a formar parte.-Tomo nota de las comidas. Ya cuando entre en entramiento estaré en forma en menos de lo que tardes en decir Pantano de Queerditch. ¿Sabes? El castillo también está vacío. No sé, capaz nos estamos perdiendo de una fiesta. Capaz… ¡Deberíamos hacer alguna para nosotros!

     

    No reconocía la nueva joyería. Eran anillos que a simple vista parecían parte de una antigüa colección, algo vintage que se estaba poniendo de moda entre los muggles de las ciudades más cosmopolitas. Pero debía de haber una razón más. De todas maneras no quiso indagar, era apretar botones que podían estropear la maquinaría llamada conversación. Al igual que el tema de las disculpas y explicaciones, decidió terminarlo ahí. Sabía y reconocía que heridas con tanto tiempo sanaban con acción y tiempo.

     

    - ¿Sobre la Marca? Supongo que entraré. Supongo, porque desde que tengo uso de razón, la decisión final la tienen los líderes. Aun hay cosas que resolver y creo que son cosas que voy a llevar hasta mi muerte. Tendré que esperar un poco hasta que me renueven el tatuaje.

     

    La miró a los ojos y se levantó para ubicarse por detrás del sillón y se apoyó en el respaldar. Suspiró, y llevó la cabeza a los ojos. Iba a ser difícil la entrada al bando. Por más de que él siguiera siendo “jóven”, temía de que no hubiera lugar para viejos como él. En general, los miembros del bando se renovaban con celeridad. Para algunos era una vida, para otros una etapa. Los primeros, la dejaban con la muerte, mientras que los segundos, tras un par de Obliviates.

     

    - Perdí muchas cosas. La visión, familia, amigos. No quiero perderte de la misma forma. -Se rascó un poco la nuca y volvió a levantar la cabeza.- Sería un agrado, empezar de a poco, compartir lo social y lo cotidiano.

     

    En sus viajes sabía que nadie era de nadie. Esa posición impuesta por el patriarcado había hecho más daño que bien en sociedades mágicas y muggles. Todos estaban desesperados por “tener a alguien”, o “pertenecer a”, una suerte de esclavitud moderna “soy de...”, de la cual el Black estaba tan de acuerdo como su opinión sobre la utilidad de la Orden. Por eso iba a encarar su relación de otra forma, eran libres y por consiguiente, debían ser independientes, para poder ser independientes juntos.

    - No sé si va a ser para siempre. Sabes que en el mundo mágico todo puede pasar. Pero te prometo tres cosas. Si me llega a pasar algo, no será motivo tuyo. Si este algo pasara, te lo diré inmediatamente. Y si necesito ayuda, te la pediré a ti. -Se acercó a ella mientras iba recitando su declaración y ya en frente, encerrándola contra el amarmario de posiciones, le levantó el meñique, en señal de cerrar la promesa.

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  9. Cuando la vio entrar, sintió como si alguien le hubiese lanzado un balde de agua fría. Abrió los ojos y dejó de respirar por unos segundos. Seguía tal cual la había imaginado en sus años de ausencia. Más que nada por como Orión construía a Gatiux: se basaba en los momentos compartidos, los dramas y los intensos romances; era algo que trascendía de lo meramente físico y eso solo se dio cuenta cuando le hacía falta. Todo eso luego de que ella haya vuelto de despejarse un poco.

     

    - ¿Qué haces aquí, Orión? Si te has perdido, el Castillo Black se encuentra un poco más al norte. La dieta que estás haciendo no te sienta muy bien. Estás hecho un asco.

     

    - Siempre tan perspicaz querida. –Dijo levantándose un poco e inclinando su cuerpo hacia donde ella se había sentado, colocando su codo izquierdo en su rodilla y apoyando su pera en su palma.- No hace falta que digamos lo que ya sabemos. Hablemos mejor de lo que no

     

    Estiró su columna y se acomodó los cabellos. Las raíces castaño claro comenzaban a salir, ya dando en cuenta la tonalidad real del mago Luego pasó su pulgar e índice por su perfil como peinando una tupida barba de unos días. Cuando vio que la Malfoy pidió desayuno, un fuerte rugido estomacal lo molestó. Hacía años que no tenía una comida completa, y no había tiempo para relajarse en la Black. Más desesperación tuvo, cuando vio llegar la bandeja de plata. Trató de contenerse y estaba a punto de levantarse cual gato interesado hasta que entendió que también habían pedido para él.

     

    De igual forma, se apartó de la cama y se dirigió con la máxima gracia posible hacia el sofá; la cual no era mucha, ya que parecía más un disco rayado: pasos cortos seguidos de largos y con postura que denotaba inseguridad. Pero sus dos orbes estaban fijas a su objetivo y era lo único que se mantenía como el metal más duro, el cual también armaba un circuito: su cabello violáceo, sus ojos azufres y sus características curvas.

     

    Se sentó en sofá opuesto, y lentamente tomó una de las tortas, cortó un pedazo y se lo metió en la boca. ¿La verdad? Quiso llorar. Se mordió la lengua para contenerse. Era como un nuevo descubrimiento de sabor. No podía creer como una tortita con un poco de sirope le podía significar tantas cosas; hasta lo tomó como un buen augurio para levantar sus ánimos y esperanzas.

     

    -Y… ¿Cómo estuviste? –Sabía que no era la mejor pregunta. Sabía que había arruinado muchos otros caminos mejores.- ¡Yo finalmente conocí Irlanda! Demasiada cerveza. Creo que desperdicié todo lo que tenía los primeros 5 meses. Vivir de indigente en el mundo mágico es lo peor que te puede pasar.

     

    Se había aseado para la ocación. Se había vestido con las mejores prendas. Se había programado para solucionar las cosas con ella y arreglar lo que había causado.

     

    - No pretendo que me perdones. Necesitaba irme. Las cosas con mi padre no estaban del todo bien. Estaba sofocado con las responsabilidades que me asignaron. Tenía un peso encima que simplemente no podía sostener. –Pensó en lo que había dicho y dio un sorbo a su vaso con agua.- Tengo en claro que nunca fuiste un peso. Al contrario, aliviabas todo. Los tiempos cambiaron también. Mucha gente desaparecida. Nunca quise correr. Yo simplemente… -De alguna forma se sentía responsable. Había dejado amigos y familiares atrás.

  10. Movió su varita y una serie de piedras oscuras salieron de la pared de la mansión para formar una escalera que se direccionaba a una ventana abierta del primer piso. Se rascó un poco la cabeza y suspiró en señal de frustración. Esa pendiente de iba a costar, pero era el castigo por los años si esfuerzos, ni desafíos en lo que actividad física se refiera.

     

    Su entrada a la Malfoy había sido todo un éxito. El sendero que desembocaba en la verja de hierro forjado había reconocido su esencia, pero sabía que no cualquier habitante de la mansión lo haría, por eso no podía arriesgarse a ser visto entrando por la puerta principal y sus años como atacante a centro de operaciones fenixianas le habían provisto de alguna que otra forma para irrumpir en la privacidad ajena.

     

    Con el último respiro entró desesperadamente por la ventana, dejando caer su flaco cuerpo en el pasillo. Había podido ver en el té de esa mañana que alguien iba a estar esperando su llegada; esperando en el sentido figurado. Solo le venía un nombre a la mente y sabía muy bien, si es que la mansión no se había modificado, donde encontrarla.

     

    Llevaba una camisa blanca, pantalones oscuros y con unos zapatos de taco liso marrones. Vestimenta suficientemente inadecuada para soportar la húmeda noche en Ottery. Trató de hacer el menor ruido posible y rápidamente llegó a la habitación que buscaba. Se sacó un poco el sudor de la frente con su manga izquierda y se aproximó a la puerta.

     

    Antes de entrar y con uno de los espejos del pasillo, se sacó la horrible peluca para mostrar su cabello natural, castaño claro con unas puntas de un color azul eléctrico. Lo llevaba corto a los costados y un poco más largo arriba, haciendo que el perfil de su cabeza se suavice un poco. Se acomodó el vello facial, sacándose de encima un par de piedritas que le habían quedado de la precaria escapada.

     

    Respiró hondo y se decidió a entrar. La habitación era tal cual la recordaba, pero era absurdo ignorar el aura de frescura que lo afectaba. Sentía que la ducha seguía fluyendo, y se acercó a sentarse en la cama. Intentó varias posturas provocativas, como ensayando su presentación, pero una se veía más ridícula que la otra, hasta que se distrajo con su pesada varita y decidió, con un movimiento de la misma, cerrar con llave la puerta. No quería que nadie interfiera en la conversación.

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  11. El tipo se había quedado ahí dejando un leve suspiro, apoyando sus palmas dentro del closet y con toda la ropa encima. Inmediatamente comenzó a girar la cabeza como estirando los músculos o liberando la presión de su columna vertebral. Se rascó nuevamente la nuca y fue sacando, todos los objetos que lo tapaba, delicadamente, dejando una mano libre para separar el vestido de la Banshee.

     

    De repente el olor a tabaco se intensificó y levantó la cabeza a la voz de otra persona.- ¿Te puedo ayudar en algo? –Char le sonrió, leyendo claramente las ganas de reírse del mago que tenía en frente.- ¿Necesita ayuda para salir del clóset?

     

    - Me vendría bien una mano. –Levantó su cabeza para poder observar bien a su interlocutor. No es que la luz era pésima, pero era pésima. Había solo un foquito funcionando en ese momento y justo estaba en la otra punta de la habitación. Entrecerró los ojos para intentar verlo mejor, pero solo podía apreciar sus ojos y alguna que otra mancha indefinida en la piel.- ¡Pero solo una mano! –Le replicó al último comentario del otro, no se podía quedar callado.

     

    Estiró su mano derecha, tomó la ayuda como venía y pudo notar los nudillos con otras manchas que no podía definir bien. Eso lo desconcentró y lo sacó de su balance, sumado al hecho que el otro también tomó con la guardia baja al joven y le dio un tirón con bastante fuerza. Sacudió un poco la cabeza, no se terminaba de acostumbrar tanto a su nuevo peso, pero no era algo que lo extrañara.

     

    - Perdón por el desorden. -Dijo rascándose la nuca, un golpe de calor lo golpeó por la vergüenza.- Creo que seguiré tu ejemplo y nunca más voy a tocar estas sucias túnicas.

     

    Hizo referencia a la desgastada túnica que quedó en la esquina con la que se había enganchado. Estando de pie Char podía acostumbrar mejor a sus ojos y vio a su interlocutor con mayor calidad. Sus ojos se pusieron como dos platos y como un relámpago giró su cabeza para el vestido de la banshee ¡Otra vez había reconocido a otro mago! Su cuñado estaba frente a él. Tenía que serlo. Nadie en Ottery podía tener los tatuajes que llevaba. El mismo no entendía su reacción, si sabía que se lo iba a encontrar, pero algo no encajaba.

     

    Lo veía más cansado. No quería caer en el cliché del “aura”, pero el tipo que tenía al frente realmente denotaba que sus últimas noches no habían sido tranquilas. Incluso en sus peores pesadillas, Char se veía más descansado. Tenía el cabello mucho más gris, sobre todo a los costados, que lo llevaba corto, haciendo que resalte también la cruz que llevaba tatuada en la sien.

     

    - Venía a buscar este vestido para alguien especial. –Se agachó para recogerlo y le dio una punzada su rodilla izquierda. Se pasó la palma con un intento de aliviar el dolor y su mano se tiñó de rojo. Su articulación tenía dos cortes largos por unos clavos sueltos del closet.- Oh fudge. –Dijo entre dientes.

     

    Intentó sacar su varita del bolsillo y sintió unos pasos al costado del dueño del lugar. Éste último lo tenía apuntado con la suya en señal de autodefensa. En tiempos de guerra entre bandos, cualquiera que blandiera su arma mágica en un lugar público podía pasar como terrorista. Tampoco que iba a importar tanto, porque al exagerado se le cayó su varita cuando la sacó de donde la tenía guardada, rodando por debajo del armario.

     

    Metió la mano por debajo del mueble, tanteando si la encontraba.- ¡Já! No te me vas a escapar tan fácil. –Exclamó dando un tirón cuando consiguió tomarla. Así fue como el inútil se llenó de espinas el brazo derecho y muchos puntos rojos empezaron a aparecer a causa de esto.

     

    - ¿Te parece si pago esto antes que este lugar me termine matando? –Le preguntó al que tenía al lado mientras se giraba.- ¡Oy mate! Tranquilo tranquilo. –Dijo levantando los brazos, haciendo que su varita se volviera a caer.- Soy un neutral indefenso ¡Lo juro por la santidad del Ministro! –Y algo lo dejó extrañado, Axel estaba sonriendo de la misma manera que cuando lo vio y no sabía bien si era algo positivo, o si ya se había enterrado en algo peor.

  12. - Por lo menos el tipo no cambió su gusto. –Se dijo entre dientes mientras miraba el interior del antiguo barco.

     

    Le costaba caminar dentro del lugar porque su túnica se le enganchaba en todos los clavos habidos y por haber en el piso. El mago ya estaba perdiendo la paciencia. Temía también por su peluca en relación al fuerte olor que inundaba el lugar y pensaba que después de salir tenía que colarse por algún lavadero y estar como quinientas horas refregando la pieza cosmética. Más allá de sus delirios superficiales, el lugar le parecía que iba bien con la temática.

     

    - Un barco para vender cosas de barcos. –Ironizó para sí mismo.- Si que no me lo esperaba.

     

    Se encontraba revisando la ropa. Estaba buscando algo para regalar a una Malfoy especial para él. Una suerte de gesto de reconciliación, que en realidad se trataba de una desesperada forma de decir disculpas por una que otra equivocación. Había escuchado también que ahí se encontraba una réplica de un vestido antiguo de no sabía específicamente qué, pero algo tenía que ver con las Banshee y le parecía algo excelente para la ocasión.

     

    Veía uno que otro resto de compradores que había pasado por el lugar. Las cosas estaban un poquito revueltas, objetos fuera de lugar o cosas que sabía que esa mínima pizca de obsesivo de Axel iba a tener todo en orden, pero que a veces ni él se daba cuenta. También sentía como un olor fuerte a tabaco se intensificaba ni bien se acercaba para los vestidores. Intuía que eso podía ser importante, como que más allá de eso se encontraba rastros del dueño del lugar, pero como le faltaba información lo ignoraba.

     

    Tenía que ser cuidadoso igual. No quería armar mucho lío, creía que su cautela y su despiste en cara a sus propias emociones lo iban a cubrir. Al menos, eso creyó hasta que se le volvió a enganchar la túnica con una de las filosas esquinas de la mesa de parches y, perdiendo la paciencia de la continua pérdida de tiempo que eso causaba, tiró con todas sus fuerzas, haciendo que se caiga dentro del gran armario. Se golpeó fuerte contra la madera, su pesada varita se escapó también del bolsillo del pantalón y el sonido que había causado con todos los utensilios, perchas y detalles metálicos de las ropas podía haber despertado a mita del Callejón si eso hubiese sido de noche.

     

    Se quedó, rascándose la cabeza del golpe y cerrando sus ojos azules, comprobando si su peluca seguía estando en su lugar.- ¡Por lo menos de acá se ve mejor la tienda! –Le dijo a la nada, como auto-excusandosé de que en realidad su cuerpo había decidido, como por sí mismo, quedarse en el lugar. Por lo menos, el vestido de la Banshee estaba por encima de sus jeans. Había encontrado lo que necesitaba y solamente tenía que pagarlo.

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