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Minerva Evans

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Mensajes publicados por Minerva Evans

  1. Llegué a la oficina del Escuadrón para la Aplicación de la Ley Mágica: me había enterado de que teníamos una nueva jefa y un par de Inquisidores, que la verdad, no sabía qué función tenían. Encontré a mi jefe Datura que llegaba al mismo tiempo que yo a la oficina.

     

    - Buenas, jefe, perdone que haya tardado tanto tiempo en presentarme por la oficina, pero es que he tenido unos cuantos asuntos muggles que atender y no me he podido pasar antes.

     

    No esperé a que Datura me diera permiso: me senté en una de las butacas y le dije:

     

    - ¿Qué tal la nueva jefa? ¿Ha mandado hacer algo importante?

     

    OFF: aquí estoy, lista para lo que haga falta.

  2. Le había propuesto a mi jefe visitar las mansiones de los infractores respecto al registro de vehículos muggles y enseguida me respondió:

     

    - Buena idea. Creo que primero iré con Rick Wright, si tu quieres puedes ir a visitar a otro para avisarle de su falta.

     

    Datura guardó el pergamino y se dirigió hacia la puerta, advirtiéndome antes de irme:

     

    -Tú decides si confiscar el vehíc*** o simplemente darle una advertencia. Pero recuerda siempre estar alerta, nunca se sabe lo que puede pasar.

     

    - Creo que les avisaré de la infracción que han cometido, sin duda querrán solucionarlo sin un expediente... "sospechoso"- le respondí a mi jefe.

     

    Datura asintió antes de desaparecer por la puerta y yo me quedé un rato en la oficina, dudando entre visitar a la familia Black o a la familia Triviani. No conocía bien a ninguna de las dos, pero me decidí por esta última.

  3. - Sé que hay algunos vehículos muggles sin registrar. No te apures, has hecho un buen trabajo - dijo mi jefe cuando vio la cara que puse yo por no haber hecho bien mi trabajo.– Pero ya que hemos comenzado con el tema de los vehículos sin registrar quisiera saber si sabes en qué lugar les puedo hacerles una visita.

     

    Medité un momento mi respuesta, y caí en la cuenta de que no había apuntado dónde había visto los vehículos. Me puse roja como una amapola y tartamudeé:

     

    - Esto... creo que lo mejor sería visitar a sus dueños en sus mansiones, pues no sé dónde los vi... Recuerde que, cuando empecé a trabajar, le mandé una lechuza para preguntarle si se tenían que registrar los vehículos muggles, y usted me respondió que no hacía falta, que solo registrábamos los vehículos que tuvieran algún encantamiento.

  4. Después de mi gran fallo en la entrega del tesoro a los alumnos de la Academia, estaba tan avergonzada que apenas me había pasado por la Oficina, pero el elfo del Ministerio había venido hasta mi casa para informarme de que mi jefe estaba en el Ministerio, y de que quería verme, así que me dirigí hacia allí sin falta.

     

    Cuando llegué a la oficina de Datura, mi jefe ya estaba escribiendo un largo informe. Su despacho olía levemente a tabaco, como si acabara de fumar un cigarrillo, y me pregunté si en aquel lugar estaría permitido fumar...

     

    - ¿Qué desea, señor Datura? Hace tiempo que no me paso por ninguna Mansión ni negocio, pero, sé que hay algunos vehículos muggles sin registrar...

     

    Rescaté de entre los papeles que había en mi escritorio un pergamino que llevaba mucho tiempo allí, con tres nombres apuntados: Rick Wright, Bianca Black y Martin N'Roses.

     

    OFF:

    Perdón por el rol tan pobre, pero estoy un pelín desanimada...

  5. Poco después de mi pequeño discurso, otra empleada del Ministerio intervino diciendo:

     

    - Esto... perdona, ¿se lo vas a poner tan fácil?

     

    Y riéndose sarcásticamente, les propuso otra prueba. Yo me quise ir de aquel pasillo, avergonzada por mi pobre intervención, pero luego sentí mucha rabia: yo había querido hacer bien mi trabajo, y había intentado hacerlo lo mejor que sabía.

     

    En cuanto aquella bruja acabó su perorata, la cogí por el brazo, me la llevé un poco aparte para que los alumnos de la Academia no nos oyeran discutir y le dije:

     

    - ¿Qué te has creído? Tengo un tesoro guardado en mi cámara de Gringotts desde hace semanas, esperando que lleguen estos chicos y pregunten por él; ¿tú qué les vas a ofrecer, una caja a cada uno de Marcas Tenebrosas Masticables?

     

    Pero el daño ya estaba hecho; algunos chicos fueron muy amables y respondieron a mis pobres preguntas; el resto se dedicaron a resolver el enigma del cuadro robado. Uno de los chicos que me respondió fue tan explícito en su respuesta que pensé que él solo se había ganado el tesoro, pero decidí que, ya que mi compañera se había metido en ese berenjenal, se saliera ella sola y les diera lo que fuera...

  6. Hacía mucho tiempo que no me pasaba por las oficinas del Escuadrón para la Aplicación de la Ley Mágica: el secuestro de mi primo Ithilion me había tenido muy preocupada y muy atareada...

     

    Cuando llegué al despacho de mi jefe Datura no había ningún mensaje ni trabajo pendiente, así que me dediqué a dar una vuelta por las oficinas. Estuve echando un vistazo por los demás cubículos, viendo cómo mis compañeros seguían a lo suyo, trabajando duramente.

     

    De repente, llegó un grupo de tres magos que, por sus miradas de curiosidad, me hizo pensar que quizá fueran de la Academia de Magia. Uno de ellos se dirigió a una de las trabajadoras de la oficina y le dijo:

     

    - Somos alumnos de Rol Avanzado XIV. Venimos en compañía de la Profesora Mica Gryffindor y estamos en busca de un tesoro. ¿Tiene algo para nosotros?

     

    Antes de que la bruja pudiera contestar, otro de los trabajadores del Ministerio, que pasaba por allí cargado de trabajo, se resbaló y cayó cuan largo era. Uno de los alumnos le ayudó a recoger sus papeles, el hombre se lo agradeció y se marchó.

     

    Decidí hablar con aquellos chicos, porque sabía algo sobre su misión:

     

    - Hola, chicos. No he podido evitar oiros. ¿Estaís buscando un tesoro? Si es así, quizá tenga un trato que ofreceros, porque lo tengo yo. No sé si conocéis bien la historia de la Magia reciente, pero si me respondeis a estas preguntas, os daré el tesoro.

     

    >>Primero, tenéis que decirme en qué equipo de Quidditch jugó el antiguo jefe del Departamento de Deportes y Juegos Mágicos, Ludovic Bagman.

     

    >>En segundo lugar, a ver si sabeis cómo se llamaba el equipo de Quidditch que protagonizó el caso más famoso de disolución.

     

    >>Por último, una sobre el famoso Harry Potter: ¿cómo se llamaba la calle donde vio por primera vez a su padrino?

     

    OFF:

    ¡Respondedme cada uno a una pregunta y os daré el tesoro!

  7. Le di las gracias a la amable reportera que me había entregado los ejemplares atrasados del Profeta. Los empecé a hojear allí mismo, pues no tenía mucho tiempo que perder.

     

    Allí estaban las noticias que tanto ansiaba buscar: las referentes a las criaturas mágicas que se habían escapado del Estadio, así como los negocios y mansiones que habían atacado. Observé, perpleja, que al último Profeta le faltaban páginas, así que me dirigí a la bruja que me había atendido:

     

    - Perdona, Marshely, ¿me podrías dar las páginas 2 y 5 del último número? No las puedo ver bien, muchas gracias.

     

    Esperé algo nerviosa a que la muchacha atendiera mi petición.

  8. Me presenté en aquel edificio blanco, justo enfrente de Gringotts, en busca de los últimos números del diario mágico más famoso de todos los tiempos: El profeta. Seguramente se extrañarían un poco de mi petición, pero esperaba que pudieran satisfacerla enseguida.

     

    En el vestíbulo había varios magos y algunos elfos les atendían. Esperé tranquilamente mi turno y, cuando por fin tuve que hablar, se me secó la boca. Los acontecimientos pasados en mi Mansión no eran del dominio público, y así debía de seguir siendo.

     

    - Buenas tardes - le dije a la amable elfina que me atendió -. Busco ejemplares atrasados del Profeta, ¿donde podría consultarlos? Me interesan sobre todo los publicados desde la desaparición del Ministro de Magia.

  9. Solía hacer mis rondas por Ottery y por el callejón Diagón para controlar que nadie usara objetos muggles malditos, pero ese día estaba en mi cubíc***, esperando a que mi jefe volviera de una reunión con la jefa del departamento. Oí un estruendo horrísono. Salí a ver qué había sido: un mago con la cara cubierta había roto la puerta de entrada a la oficina, y justo estaba reparándola.

     

    Me extrañó un poco que llevara el rostro tapado, pero pensé que había cosas más raras, así que le informé educadamente:

     

    - Señor, mi jefe, Datura, está reunido con Enma Malfoy. Puede esperarle aquí si me promete que no romperá nada más -le dije sonriendo.

  10. Poco después de pasar el examen de escoba, me dirigí al Centro Examinador de Aparición. Estaba muy contenta porque no había tenido grandes problemas, pero se me comían los nervios porque nunca me había aparecido, ni siquiera de forma conjunta.

     

    Me recibió una bruja muy simpática que se presentó como Annick. La sala en la que estábamos era muy sencilla: una habitación blanca y dos aros rojos separados por unos 10 metros, pero en cuanto me acerqué a uno de los aros, todo cambió. De repente, nos rodeaba un campo precioso, rodeado por un bosque.

     

    Un sudor frío recorrió todo mi cuerpo. Annick se debió dar cuenta, porque se me acercó, me tomó de la mano y me dijo:

     

    - Sólo recuerda las tres D: destino, determinación y deliberación, y todo saldrá bien.

     

    - ¿Y si no es así?- le pregunté, preocupada.

     

    - No te preocupes, estamos preparados.

     

    Entré dentro del primer círculo rojo y empecé a pensar: "Destino, determinación y deliberación; Destino, determinación y desaparición; ay, no, era decisión... ¿O era denominación?" De repente, sentí como si alguien metiera mi cuerpo dentro de una estrechísima manguera y tirara de mí en mil direcciones diferentes.

     

    Cuando aquella sensación tan desagradable se acabó, yo estaba en el otro círculo rojo... pero sin mi mano izquierda. Empecé a sangrar y me desmayé del susto. Cuando me recuperé, me envolvía un humo morado y volvía a tener la mano en su sitio.

     

    Annick me ayudó a incorporarme y me dijo:

     

    - ¿Nunca te habías aparecido, verdad? ¿Quieres probar a desapararecerte conmigo?

     

    Asentí, temblorosa: no tenía fuerzas ni para hablar. Me cogió de la mano, me llevó de nuevo hasta uno de los círculos y en un segundo estábamos en el otro. La sensación de ahogo había sido más tenue y la manguera mucho más amplia, pero no me había gustado nada.

     

    - ¿Lo has visto? -me preguntó-. Concéntrate en tu destino, toma la determinación de ir hasta allí y luego delibera si quieres estar aquí o allí.

     

    Decidí hacerlo de nuevo, lo mejor posible, y me situé yo sola en el primer aro rojo. Cerré los ojos, visualicé el segundo aro y deseé con todas mis fuerzas estar allí. Atravesé la manguera como un meteoro y en un momento me planté en mi destino.

     

    Cuando abrí los ojos, Annick aplaudía entusiasmada:

     

    - ¡Un gran trabajo, Minerva! La pena que has necesitado dos intentos, pero ha sido una de las apariciones más rápidas que he visto.

     

    Sonreí sin ganas: por una parte me sentí orgullosa, pero por la otra no sabía si me volvería a aparecer muchas veces más. Salí al recibidor a esperar los resultados de mis exámenes.

  11. Después de lo que me había costado aprobar todos los exámenes de la Academia, no tenía muchas ganas de pasar más trámites administrativos; además, en la Mansión Potter Blue estaban pasando cosas mucho más importantes... Pero si quería tener algún medio de transporte que no fuera el traslador ilegal o los vehículos muggles, debía obtener las licencias de Vuelo y de Aparición.

     

    Cogí los formularios, los rellené en casa y me presenté en la Oficina de Transportes Mágicos. Enseguida me los validaron y me dieron paso a las dos puertas que llevaban al Consejo Regulador de Escobas o al Centro Examinador de Aparición. Escogí la primera, puesto que aún recordaba mis tiempos como jugadora de Quidditch en los Ballycastle Bats y en las Bengalas de Cornualles.

     

    Llevaba unos vaqueros negros, una camisa blanca y negra y unos zapatos cómodos, y el pelo recogido en una trenza para evitar que el viento me lo pusiera en la cara y me entorpeciera la visión.

     

    Cuando abrí la puerta, me recibió un paisaje muy agradable. Era un patio dentro de un castillo amurallado, en una ciudad que conocía muy bien: Toledo. Allí había realizado mis estudios durante 7 maravillosos años, y todavía recordaba sus callejuelas estrechas y la mezcla de culturas que viví. El cielo estaba despejado y hacía un espléndido día primaveral.

     

    Tambíen me esperaba Felicity Weasley, una chica que conocía por haberla visto en el Ministerio. Le sonreí y ella me saludó con amabilidad. En las manos llevaba un pergamino y una pluma, y me señaló un rincón del patio, donde me esperaban las escobas para el examen. Las miré con ojo experto y escogí una de las Barredoras 7, una buena escoba, fiable y bastante rápida.

     

    Felicity me pidió que la pusiera en el suelo y que la llamara. Así lo hice: en cuanto dije "Arriba ", el palo de la escoba estaba en mi mano, y un cosquilleo muy especial recorrió mi cuerpo. En cuanto monté, unos aros de color verde aparecieron sobre mi y entendí lo que se me pedía: pasar por ellos.

     

    Pegué una patada en el suelo y enseguida estaba flotando en el aire. Un estallido de júblio llenó mi corazón y consiguió que olvidara todos los problemas en la Ojoloco. Recorrí la primera serie de aros, unos 20, en muy poco tiempo.

     

    Los círculos se volvieron naranjas y, en vez de estar situados alrededor del patio, estaban por toda la ciudad. Por suerte, aquello era un encantamiento y ningún muggle me vería; además, las calles eran lo bastante anchas para poder pasar cómodamente. Esa segunda serie me llevó más tiempo, pero no tuve demasiado problemas.

     

    Llevaba poco más de media hora en el aire y el examen llegaba a su parte más difícil: los aros eran de color rojo, y estaban en las calles más estrechas, a diferentes alturas, y mucho más juntos entre sí. Además, el tiempo cambió de repente: unas nubes oscuras cubrieron el cielo, amenazando tormenta.

     

    Pero no cayeron rayos, ni truenos, ni siquiera gotas de agua: unos extraños pájaros amarillos con un cuello largo y plumoso intentaban impedir que acabara mi examen. Aquellos animalitos caían a toda velocidad, se ponían a revolotear a mi alrededor e intentaban picarme con su gran pico naranja.

     

    No sabía si podía usar mi varita mientras estuviera haciendo el examen, así que me dediqué a volar más rápido, de un lado para otro, pero sin dejarme ningún aro atrás. Los pájaros me seguían en una estrecha bandada, haciendo unos chirridos espantosos por la rabia de no poder cogerme.

     

    Sonó un silbato, marcando el final del examen. Aterricé suavemente junto a Felicity, y el escenario cambió: los pájaros, la ciudad y los aros desaparecieron para mostrar una gran habitación con altos ventanales. Dejé mi escoba junto a las demás y le pregunté a mi examinadora:

     

    - Bueno, ¿qué tal lo hice? Espero no haberme dejado demasiados aros.

  12. Fui al Despacho vestida de forma cómoda, con una camisa gris y unas mallas a juego. Hacía mucho tiempo que no me pasaba por allí, pero ahora tenía buenos motivos. No encontré a Datura, pero sí a un elfo. Le pregunté muy educadamente por mi jefe, y me respondió:

     

    - Acaba de irse por otro asunto, señorita, pero supongo que enseguida volverá.

     

    - Muchas gracias, le escribiré un mensaje y lo dejaré en su mesa. Tengo algo de prisa

     

    El elfo asintió y me dejó allí sola. Me senté en uno de los cuchitriles y escribí en un pergamino:

     

    Estimado señor Datura:

     

    Le pido mil excusas por no presentarme antes por el Despacho, pero he estado muy ocupada entre las últimas clases de la Academia y las visitas a los negocios del Callejón. De momento, no he detectado nada sospechoso, a excepción de un Mustang negro propiedad de un tal Rick Wright, pero creo que es enteramente muggle.

     

    El motivo de mi visita era anunciarle que me he graduado en la Academia y que, si usted lo desea, pasaré a trabajar a tiempo completo en el Ministerio, y a decirle que si necesita algo de ayuda con los permisos para el próximo partido de Quidditch entre Inglaterra y España estoy a su entera disposición.

     

    Atentamente, Minerva Evans

     

    Dejé la nota en su mesa y me volví a marchar corriendo: todavía no me había pasado por la fiesta de mi Graduación, y tendría que ponerme algo más presentable...

  13. Mi jefe me estuvo explicando con bastante claridad cuáles eran nuestros cometidos: vigilar los negocios del Callejón Diagón y llevar el papeleo de los artefactos muggles. Me invitó a una bebida y pedí un zumo de calabaza: apenas había desayunado en casa y me apetecía algo fresco, dulce y con sustancia. A continuación me sorprendió con una pregunta:

     

    - Esta pregunta solo es curiosidad mía, pero para mí es muy importante saberlo ¿Qué te llamo la atención de esta sección del ministerio?

     

    Estuve pensando un buen rato la respuesta antes de decirle:

     

    - Verás, Datura, he vivido toda mi vida entre los muggles y pensé que podría ser muy útil en este departamento. Además, necesito ahorrar galeones, y este fue el departamento del Ministerio que más me llamó la atención.

     

    Hice una pequeña pausa para beber un poco de mi zumo y continué diciendo:

     

    - Bueno, jefe, si no tienes ningún encargo en especial, igual me doy una vuelta por el Callejón...

  14. Cuando la bruja propuso un duelo y mi jefe sonrió, supuse que esa era la reacción que esperaba. Poco después, cuando la muchacha se marchó, me lo explicó:

     

    - -Excelente...espero no tomes a mal lo que acabas de presenciar pues lo que pretendo no solo es divertirme, he visto la actitud de Zhoren al llegar y las pertenencias confiscadas no son para nada inofensivas, lo que pretendo con esta acción es saber si es una mortifaga y si me es posible detener el contrabando de más objetos tenebrosos.

     

    - Por supuesto, jefe - respondí yo-, es lo que suele hacer la policía muggle con los traficantes de droga: darles un poco de manga ancha para tratar de atrapar al capo.

     

    - Hay veces en las que los presentimientos nos llevan a descubrir grandes cosas, espero que en esta ocasión el presentimiento no me falle.

     

    - Yo también lo espero.

     

    A continuación se giró y abrió un armario que había detrás de su escritorio. Metió el saco con los objetos sospechosos y lo cerró.

     

    - En ese closet guardamos los objetos que vayamos confiscando - me explicó – Bueno si tienes alguna duda de lo que hacemos en el departamento es momento de expresarlo, por el momento solo nos dedicamos a hacer oficiales los papeleos de los trasportes mágicos, también me he dedicado a checar algunos establecimientos para saber cuáles son los que no cumplen con los requisitos del Ministerio, si sabes de alguno o detectas uno házmelo saber para comenzar a actuar lo más pronto posible.

     

    - Bueno, mis principales dudas son sobre cómo proceder en este trabajo. Me paseo por los diferentes establecimientos del callejón Diagón y veo algo que no se aviene con las reglas: ¿Vengo a avisar a la oficina? Respecto al papeleo de transportes mágicos, supongo que se refiere sobre todo a vehículos muggles usados con fines mágicos, ¿no? Me gustaría ayudarle con la gente que viene a registrarlos.

     

    Esperé su respuesta pacientemente, pero con ganas de empezar de inmediato a trabajar.

  15. Mi jefe me dio paso y me sonrió con simpatía, contento por el entusiasmo que mostraba su aprendiz. La bruja sentada ante él primero reaccionó sorprendida y luecgo con cautela, como evaluando la situación.

     

    - Adelante, por favor toma asiento-

     

    Así lo hice, ocupando una de los mullidos sillones. Datura siguió hablando con la imputada.

     

    - Por lo que solo necesito me diga los objetos que usted reclama, dándome una prueba de que le pertenecen legítimamente o si no información de cómo y donde obtuvo dichos objetos.

     

    Me dispuse a tomar nota de todos los datos que aquella bruja nos pudiera proporcionar. Pero...

     

    - Pero por tratarse de la primera vez podemos llegar a un acuerdo extraoficial, por ejemplo podemos competir en algo y el que gane se queda con los objetos -

     

    Me miró de manera cómplice, como esperando mi colaboración y mi discreción. Le sonreí para asegurarle de que, de aquello, nadie sabría nada.

     

    Si llegas a ganar obtendrás los objetos de regreso sin preguntas de cómo los obtuviste pero aun así después los vas a tener que registrar aquí si no quieres que los confisquen de nuevo, pero si gano conservaré estos sin ningún tipo de reclamación, por supuesto esto solo quedara ente los que estamos aquí.

     

    ¿Cuál sería el juego que Datura le proponía a la joven? Esperé curiosa a saber el resultado de todo aquello...

     

     

  16. - Si tu lo deseas puedes ocupar tu puesto desde hoy, lo importante es que llegaste y tienes ganas de trabajar. Enseguida regreso, ponte cómoda en tu lugar de trabajo mientras resuelvo un pequeño problema.

     

    Me sorprendió la amabilidad y la calidez de mi nuevo jefe: sin apenas conocerme, sabiendo que yo apenas era una aprendiz del Ministerio, me daba la bienvenida a aquella oficina como si fuera una más. Me senté en uno de los escritorios vacíos y repasé los pergaminos que tenía encima: casi todo eran pequeños asuntos ya resueltos, pero me sirvieron como ejemplo para saber cómo actuar.

     

    Cuando vi aparecer a Datura con un saco en una mano, una bruja joven en la otra y un elfo siguiéndole los pasos, pensé que era una buena ocasión para seguir aprendiendo en el escuadrón. Cogí una pluma sencilla que había por mi escritorio, un pergamino limpio y llamé a la puerta del despacho antes de entrar.

     

    - [/i]Perdón que le moleste, señor Datura, pero si necesita una secretaria que tome nota,aquí me tiene.-dije, ansiosa de ayudar y agradar.

  17. Llegué a la oficina del Escuadrón para la Aplicación de la Ley Mágica con un pergamino donde tenía escrito las indicaciones de con quién tenía que hablar. Pese a todo, me sentí bastante perdida cuando llegué. Un ejército de elfos y magos se afanaban tras sus escritorios, y memorándums de todos los colores volaban por encima de mi cabeza.

     

    Un elfo vestido con una toalla vieja se acercó y me preguntó muy amablemente:

     

    - Perdone, señorita, ¿qué desea?

     

    Me puse roja como un tomate y le respondí:

     

    - Verá... hace un tiempo me postulé como aprendiz en este Escuadrón y... pensaba que debía recibir una notificación del Ministerio. Hoy me ha dado por pasarme por aquí y he visto en un tablón de anuncios que me han aceptado... y vengo con un mes de retraso. Creo que tengo que hablar con el señor Datura...

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