MIGUEL_ALEX

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Nombre del personaje: Luc M. LeBlanc

Sexo: Masculino.

Edad: Luc tiene 16 años.

Nacionalidad: Francés.

Varita: Su varita está hecha con madera de Nogal Negro, tiene una longitud de 36.25 centímetros con un núcleo de Pelo de Unicornio. Es dura y elegante. Y es muy eficaz para encantamientos de defensa.

Patronus: Un Hipocampo.

Colegio: Beauxbatons.

Aspecto físico: Mide 1,85 metros. Es de complexión delgada. Sus ojos son de un color verde esmeralda cabello rubio siempre va despeinado con un flequillo que le llega a las cejas. Con dientes perfectos, blancos y alineados y una nariz de tamaño normal puntiaguda. Su forma de vestir siempre es casual, no deja por nada sus chamarras color azul cobalto, le gusta usar playeras con franjas en combinación con su sudadera, así como también unos jeans azul marino desgastados y zapatos deportivos.

Cualidades psicológicas: Es un chico muy extrovertido y amigable cuando se le presenta la oportunidad de socializar, pero sin embargo prefiere que su mundo se mantenga tal y cual está. Es una alumno prodigio, siempre con menciones honorificas pero no dejando de lado lo humilde y preocupado por ayudar a sus compañeros. Todos dicen que tiene dos facetas pero no llegando al grado de la bipolaridad. Es responsable y reservado cuando se presenta la ocasión y alegre y divertido cuando está con sus amigos, en especial con su mejor amigo Pierre. La paciencia es una de sus mejores cualidades. No le gusta mucho practicar actividades físicas muy demandantes, aunque si lo invitan a un partido de Quidditch acepta con gusto. Es astuto para las actividades mentales y le gusta tener siempre un plan B para salir de un problema. Le encanta armar su cubo de rubik, su récord personal está en 30 segundos.

Historia: El día al que se remonta esta historia es a un 19 de junio hace 16 años. Era una mañana muy fría y nublada en los Alpes. Marc y Jacqueline LeBlanc salieron a pasear por la mañana mientras esperaban que su desayuno estuviera listo – Espero que Marie haga un omelette – dijo Jacquie a su recién esposo Marc.

Ellos eran una pareja de magos muy enamorada, él trabajaba como Sanador en su natal Paris y ella era la Jefa del Departamento de Aplicación de la Ley Magia en el Ministerio de Magia francés. Gracias a sus empleos tenían todas las comodidades que pudieron siempre desear, una bonita mansión en Paris con vista a la torre Eiffel, automóviles muggles de lujo, una casa de vacaciones en los Alpes entre otras cosas que los mantenían ocupados en sus tiempos libres.

Regresando a la mañana en cuestión… Amor, ¿No crees que debamos regresar? Ya nos alejamos mucho y la comida se va a enfriar – mencionó Marc tras haber estado caminando aproximadamente unos 30 minutos – Claro, está bien – Jacquie tomó de la mano a su esposo para así regresar a su cabaña.

Ya alcanzaban a visualizar la casa en cuanto un destello cerca de un arbusto cubierto por la nieve llamo la atención de ambos. Marc al intentar proteger a Jacquie se acercó delante de ella para que estuviera a salvo por si se exponían a algún peligro. Al estar más cerca del arbusto comenzaron a pasar cosas extrañas, en el piso se alcanzaban a visualizar unas pisadas gracias a la nieve y se oía una especie de lloriqueo mientras se movía la mata tirando la nieve sobre ella alrededor. Marc y Jacquie no sabían que esperar y como tenían el presentimiento de que eso no los iba a dañar rodearon el arbusto para descubrir lo que estaba ocasionando ese sonido.

Un pequeño bebé en una cesta barrón cubierto con una manta azul, con la piel blanca gracias al frio que hacía y una nariz puntiaguda un cuanto rosada estaba llorando detrás del matorral. Su cabello era de un rubio con unos mechones un poco más oscuros de tono gris y al momento que se acercaron más pudieron ver sus ojos que eran de un verde sin igual, algo que nunca habían visto. Jacquie al no saber qué hacer y siguiendo su instinto, se acercó al bebé y lo tomó en brazos para darle un poco de calor pero notó algo raro, por más frio que estaba el clima, el pequeño conservaba su temperatura normal sin presentar ningún signo de padecer algo – Jacquie debemos buscar a su madre, no puede estar por aquí solo, si seguimos las huellas tal vez… - en ese momento lo interrumpió la mujer – Creo que deberíamos quedarnos con él Marc, sabes que yo nunca podré tener un hijo, esta podría ser una señal de que tal vez ese no sea nuestro destino– Tal como lo estaba diciendo ella, hace un tiempo se habían enterado que Jacquie nunca podría tener un hijo y eso los había destrozado mucho y al ver ese pequeño bebé ahí solo, Marc pudo asegurar que había sido el mejor momento de la vida de su esposa en mucho tiempo – Por el momento entremos a la casa y lo hablaremos ahí dentro – dijo él guiando a Jacquie con el bebé en brazos.

...3 años más tarde...

Luc paseaba de aquí por allá con su pequeña escoba mágica de juguete. Su abuela y su mamá lo veían muy felices mientras platicaban en el sofá cerca de él.

En esos 3 años había cambiado la vida de Jacquie y Marc por completo, desde que decidieron adoptar al pequeño bebé aquel día de junio eran unas personas totalmente renovadas, como si él les trasmitiera una tranquilidad y felicidad que no podían ganar en ningún otro lado. Habían decidido llamarlo Luc Maximilien ya que era un nombre que siempre quisieron ponerle a su primer hijo, sin ninguna razón en particular. Ese niño no solamente había cambiado la vida de sus padres, sino también de toda su familia, sus abuelos estaban encantados, sus tíos, tías y primos siempre querían ir a verlo ya que los hacia mucho reír con sus pequeñas ocurrencias, era un niño sin igual.

Luc iba creciendo muy rápido y mostrando cualidades que sus padres nunca habían visto en algún otro niño. Desde muy temprana edad aprendió a caminar, a los 2 años ya comenzaba a mostrar rasgos mágicos que sorprendían a todos, podía hacer levitar cualquier cosa con el simple hecho de levantar su dedo índice señalándola.

Él siguió cada vez más curioso. Ya andaba por la edad de los 9 años cuando sus padres le contaron la forma en que lo habían adoptado. Luc no se mostró enojado ante eso sino que, sintió alivio de saber que alguien lo encontró después de que su madre lo dejó ahí solo.

Desde el día que sus padres le revelaron su procedencia, Luc se decidió a indagar un poco más y por lo menos queria conocer el nombre de su madre biológica. Todos los días buscaba alguna razón para acompañar a su madre al trabajo, que gracias a su alto puesto en el Ministerio, podía conseguir todo lo que los trabajadores pudieran otorgarle. Así que se hizo amigo del jefe del Departamento de Registro Mágico ya que sabía que él podía tal vez darle datos sobre su madre.

Después de tanto intentar, no le resultó dificil ya sabia que hacer para tener lo que quería, tenía un encanto indudable, logró obtener un nombre por parte del trabajador, ese día Luc no dejaba de pensar en otra cosa más que en el nombre de su madre biológica que al parecer era Marie Valois, no se tenían muchos datos sobre ella salvo que había vivido en Dijon.

Esa misma noche fue un tanto diferente a las que había tenido Luc, en cuanto cerró sus ojos para dormir un sinfín de imágenes comenzaron a bombardearlo. Al borde de un ataque de pánico Luc quiso despertar pero no podía, así que pasaron unos cuantos minutos y simplemente dejó que el sueño tuviera lugar.

Al instante Luc se encontraba en una pequeña colina cubierta con un rastro de nieve muy ligero, una dama joven, de cabello rubio lo cargaba en brazos mientras un señor, no mayor a 30 años se acercaba para verlo, sus ojos eran de un verde muy parecido a los de Luc. Ambos lo cuidaban y consentían hasta que un estruendo se escuchó a lo lejos. Las otras personas que habitaban en el pueblo salían asustadas de sus casas para ver qué pasaba, nadie tenía idea de que había ocasionado aquel ruido, pero sabían que algo no andaba bien.

No pasaron ni 5 minutos cuando el cielo comenzó a tornarse gris, la nieve comenzaba a caer bloqueando cualquier vista clara a lo lejos y unas sombras encapuchadas aparecieron de la nada. Marie envuelta en el miedo, tomó una cesta y cubriéndola con una manta azul abrigó al bebé y compartió unas palabras con su esposo – Debes irte Marie, vienen por él, debes ponerlo a salvo ya sabes a donde ir - momento siguiente se despidieron de un beso y salió corriendo de ahí.

Detrás de Marie el caos inundaba la aldea, el fuego destruía las casas, la sangre bañaba el césped y los gritos de las personas retumbaban en sus oídos. Las horas pasaban y la noche llegaba, Marie sabía que estaba cerca del lugar a donde se dirigía y no debía parar hasta llegar ahí. Su pensamiento estaba confuso, los hechos de las horas pasadas no dejaban de atormentarla, sabía que tenía que regresar con su esposo, aunque lo que le esperaba al regresar la terminaría por destruir.

No tardó más que un par de horas en llegar a donde ella y su esposo habían tenido planeado llevar a su hijo en caso de que ese día llegara. La cabaña de la familia LeBlanc se alzaba en una bonita colina en los Alpes franceses. Al momento que dio un paso para subir al porche de la casa la puerta comenzó a abrirse y Marie salió de ahí para refugiarse detrás de un matorral mientras veía como salía la feliz pareja de la casa.

Ese era el momento, Marie debía decir adiós para siempre a su hijo – Querido, algún día entenderás por qué hemos hecho esto, estarás a salvo aquí y podrás vivir la vida que mereces sin tener que preocuparte- dicho esto Marie dio un beso en la frente del bebé y sacando su varita mágica y conjurando algo una luz dorada cubrió al pequeño introduciéndose en su interior. Marie bañada en lágrimas, salió de ahí sin mirar al bebé que lloraba mientras a lo lejos se veía que regresaba la pareja que hace minutos había salido de la casa.

Luc despertó sobresaltado, tardó un poco en asimilar todo lo que había visto y aunque no entendía todo por completo, sabía que mucha gente murió en la lucha por salvarlo. Desde esa noche, o más bien, desde ese día que Luc conoció el nombre de su madre, su vida ya nunca fue la misma, y aunque solo tenía 10 años, fue lo suficientemente maduro para saber que no era un niño como cualquier otro.

Pasó un año más y él ya estaba listo para ingresar a la academia de magia Beauxbatons. Sus padres se dedicaron a inscribirlo en ella desde el primer momento en que lo adoptaron, querían que tuviera una buena educación, una educación a su nivel.

Luc cambió ese año tanto física como mentalmente. Era un chico simpático y extrovertido, y aunque constantemente veía la imagen del sueño de su madre, no dejaba que lo pusiera mal y daba buena cara. En su vecindario tenía varios amigos los cuales iban a ir con él a Beauxbatons, entre ellos Pierre Cotillard, su mejor amigo desde siempre.

El primer día de clases fue un tanto inesperado, se encontraba haciendo su equipaje de último momento asegurándose que nada le faltaba. Puso dentro de su mochila su varita, libros y tomó su cubo de rubik encantado, el cual tenía solo colores azules en sus piezas.

Ya en Beauxbatons la escuela lo sorprendió, desde el primer momento ahí sentía que había algo diferente en él que ningún otro chico o chica tenía pero no sabía explicar que era eso. Sus clases favoritas siempre fueron Encantamientos y Transformaciones, le encantaba experimentar con su varita cualquier infinidad de hechizos que tenía al alcance en su libro.

Todos sus profesores lo elogian constantemente y esperan que se convierta en alguien muy importante en un futuro. Por ahora su futuro es algo que no le preocupa mucho a Luc, cursando su sexto curso en la escuela de magia y en compañía de Pierre y otros de sus amigos que logró hacer en este tiempo, espera algún día saber qué es lo que pasa en realidad con él, que pasó con la aldea de sus padres biológicos y cuál es su destino por cumplir, y claro, sin dejar detrás la preocupación por aprobar su clase de Pociones, eso es algo que nunca se le va a facilitar.

Pertenencias:

--Su varita mágica.

--Un anillo, pequeño y simple, regalo de su abuelo
--Un relicario con la foto de su abuela.
-- Su cubo de rubik encantado
--Su mascota, una lechuza parda llamada Mike.

Nombre del personaje: Luc M. LeBlanc

Sexo: Masculino.

Edad: Luc tiene 16 años.

Nacionalidad: Francés.

Varita: Su varita está hecha con madera de Nogal Negro, tiene una longitud de 36.25 centímetros con un núcleo de Pelo de Unicornio. Es dura y elegante. Y es muy eficaz para encantamientos de defensa.

Patronus: Un Hipocampo.

Colegio: Beauxbatons.

Aspecto físico: Mide 1,85 metros. Es de complexión delgada. Sus ojos son de un color azul Klein con unos pequeños destellos en plateado. Su cabello rubio siempre va despeinado con un flequillo que le llega a las cejas. Con dientes perfectos, blancos y alineados y una nariz de tamaño normal puntiaguda. Su forma de vestir siempre es casual, no deja por nada sus chamarras color azul cobalto, le gusta usar playeras con franjas en combinación con su sudadera, así como también unos jeans azul marino desgastados y zapatos deportivos. Usa gafas .

Cualidades psicológicas: Es un chico muy extrovertido y amigable cuando se le presenta la oportunidad de socializar, pero sin embargo prefiere que su mundo se mantenga tal y cual está. Es una alumno prodigio, siempre con menciones honorificas pero no dejando de lado lo humilde y preocupado por ayudar a sus compañeros. Todos dicen que tiene dos facetas pero no llegando al grado de la bipolaridad. Es responsable y reservado cuando se presenta la ocasión y alegre y divertido cuando está con sus amigos, en especial con su mejor amigo Pierre. La paciencia es una de sus mejores cualidades. No le gusta mucho practicar actividades físicas muy demandantes, aunque si lo invitan a un partido de Quidditch acepta con gusto. Es astuto para las actividades mentales y le gusta tener siempre un plan B para salir de un problema. Le encanta armar su cubo de rubik, su récord personal está en 30 segundos.

Historia: El día al que se remonta esta historia es a un 19 de junio hace 16 años. Era una mañana muy fría y nublada en los Alpes. Marc y Jacqueline LeBlanc salieron a pasear por la mañana mientras esperaban que su desayuno estuviera listo – Espero que Marie haga un omelette – dijo Jacquie a su recién esposo Marc.

Ellos eran una pareja de magos muy enamorada, él trabajaba como Sanador en su natal Paris y ella era la Jefa del Departamento de Aplicación de la Ley Magia en el Ministerio de Magia francés. Gracias a sus empleos tenían todas las comodidades que pudieron siempre desear, una bonita mansión en Paris con vista a la torre Eiffel, automóviles muggles de lujo, una casa de vacaciones en los Alpes entre otras cosas que los mantenían ocupados en sus tiempos libres.

Regresando a la mañana en cuestión… Amor, ¿No crees que debamos regresar? Ya nos alejamos mucho y la comida se va a enfriar – mencionó Marc tras haber estado caminando aproximadamente unos 30 minutos – Claro, está bien – Jacquie tomó de la mano a su esposo para así regresar a su cabaña.

Ya alcanzaban a visualizar la casa en cuanto un destello cerca de un arbusto cubierto por la nieve llamo la atención de ambos. Marc al intentar proteger a Jacquie se acercó delante de ella para que estuviera a salvo por si se exponían a algún peligro. Al estar más cerca del arbusto comenzaron a pasar cosas extrañas, en el piso se alcanzaban a visualizar unas pisadas gracias a la nieve y se oía una especie de lloriqueo mientras se movía la mata tirando la nieve sobre ella alrededor. Marc y Jacquie no sabían que esperar y como tenían el presentimiento de que eso no los iba a dañar rodearon el arbusto para descubrir lo que estaba ocasionando ese sonido.

Un pequeño bebé en una cesta barrón cubierto con una manta azul, con la piel blanca gracias al frio que hacía y una nariz puntiaguda un cuanto rosada estaba llorando detrás del matorral. Su cabello era de un rubio con unos mechones un poco más oscuros de tono gris y al momento que se acercaron más pudieron ver sus ojos que eran de un azul sin igual, algo que nunca habían visto. Jacquie al no saber qué hacer y siguiendo su instinto, se acercó al bebé y lo tomó en brazos para darle un poco de calor pero notó algo raro, por más frio que estaba el clima, el pequeño conservaba su temperatura normal sin presentar ningún signo de padecer algo – Jacquie debemos buscar a su madre, no puede estar por aquí solo, si seguimos las huellas tal vez… - en ese momento lo interrumpió la mujer – Creo que deberíamos quedarnos con él Marc, sabes que yo nunca podré tener un hijo, esta podría ser una señal de que tal vez ese no sea nuestro destino– Tal como lo estaba diciendo ella, hace un tiempo se habían enterado que Jacquie nunca podría tener un hijo y eso los había destrozado mucho y al ver ese pequeño bebé ahí solo, Marc pudo asegurar que había sido el mejor momento de la vida de su esposa en mucho tiempo – Por el momento entremos a la casa y lo hablaremos ahí dentro – dijo él guiando a Jacquie con el bebé en brazos.

...3 años más tarde...

Luc paseaba de aquí por allá con su pequeña escoba mágica de juguete. Su abuela y su mamá lo veían muy felices mientras platicaban en el sofá cerca de él.

En esos 3 años había cambiado la vida de Jacquie y Marc por completo, desde que decidieron adoptar al pequeño bebé aquel día de junio eran unas personas totalmente renovadas, como si él les trasmitiera una tranquilidad y felicidad que no podían ganar en ningún otro lado. Habían decidido llamarlo Luc Maximilien ya que era un nombre que siempre quisieron ponerle a su primer hijo, sin ninguna razón en particular. Ese niño no solamente había cambiado la vida de sus padres, sino también de toda su familia, sus abuelos estaban encantados, sus tíos, tías y primos siempre querían ir a verlo ya que los hacia mucho reír con sus pequeñas ocurrencias, era un niño sin igual.

Luc iba creciendo muy rápido y mostrando cualidades que sus padres nunca habían visto en algún otro niño. Desde muy temprana edad aprendió a caminar, a los 2 años ya comenzaba a mostrar rasgos mágicos que sorprendían a todos, podía hacer levitar cualquier cosa con el simple hecho de levantar su dedo índice señalándola.

Él siguió cada vez más curioso. Ya andaba por la edad de los 9 años cuando sus padres le contaron la forma en que lo habían adoptado. Luc no se mostró enojado ante eso sino que, sintió alivio de saber que alguien lo encontró después de que su madre lo dejó ahí solo.

Desde el día que sus padres le revelaron su procedencia, Luc se decidió a indagar un poco más y por lo menos queria conocer el nombre de su madre biológica. Todos los días buscaba alguna razón para acompañar a su madre al trabajo, que gracias a su alto puesto en el Ministerio, podía conseguir todo lo que los trabajadores pudieran otorgarle. Así que se hizo amigo del jefe del Departamento de Registro Mágico ya que sabía que él podía tal vez darle datos sobre su madre.

Después de tanto intentar, no le resultó dificil ya sabia que hacer para tener lo que quería, tenía un encanto indudable, logró obtener un nombre por parte del trabajador, ese día Luc no dejaba de pensar en otra cosa más que en el nombre de su madre biológica que al parecer era Marie Valois, no se tenían muchos datos sobre ella salvo que había vivido en Dijon.

Esa misma noche fue un tanto diferente a las que había tenido Luc, en cuanto cerró sus ojos para dormir un sinfín de imágenes comenzaron a bombardearlo. Al borde de un ataque de pánico Luc quiso despertar pero no podía, así que pasaron unos cuantos minutos y simplemente dejó que el sueño tuviera lugar.

Al instante Luc se encontraba en una pequeña colina cubierta con un rastro de nieve muy ligero, una dama joven, de cabello rubio lo cargaba en brazos mientras un señor, no mayor a 30 años se acercaba para verlo, sus ojos eran de un azul muy parecido a los de Luc. Ambos lo cuidaban y consentían hasta que un estruendo se escuchó a lo lejos. Las otras personas que habitaban en el pueblo salían asustadas de sus casas para ver qué pasaba, nadie tenía idea de que había ocasionado aquel ruido, pero sabían que algo no andaba bien.

No pasaron ni 5 minutos cuando el cielo comenzó a tornarse gris, la nieve comenzaba a caer bloqueando cualquier vista clara a lo lejos y unas sombras encapuchadas aparecieron de la nada. Marie envuelta en el miedo, tomó una cesta y cubriéndola con una manta azul abrigó al bebé y compartió unas palabras con su esposo – Debes irte Marie, vienen por él, debes ponerlo a salvo ya sabes a donde ir - momento siguiente se despidieron de un beso y salió corriendo de ahí.

Detrás de Marie el caos inundaba la aldea, el fuego destruía las casas, la sangre bañaba el césped y los gritos de las personas retumbaban en sus oídos. Las horas pasaban y la noche llegaba, Marie sabía que estaba cerca del lugar a donde se dirigía y no debía parar hasta llegar ahí. Su pensamiento estaba confuso, los hechos de las horas pasadas no dejaban de atormentarla, sabía que tenía que regresar con su esposo, aunque lo que le esperaba al regresar la terminaría por destruir.

No tardó más que un par de horas en llegar a donde ella y su esposo habían tenido planeado llevar a su hijo en caso de que ese día llegara. La cabaña de la familia LeBlanc se alzaba en una bonita colina en los Alpes franceses. Al momento que dio un paso para subir al porche de la casa la puerta comenzó a abrirse y Marie salió de ahí para refugiarse detrás de un matorral mientras veía como salía la feliz pareja de la casa.

Ese era el momento, Marie debía decir adiós para siempre a su hijo – Querido, algún día entenderás por qué hemos hecho esto, estarás a salvo aquí y podrás vivir la vida que mereces sin tener que preocuparte- dicho esto Marie dio un beso en la frente del bebé y sacando su varita mágica y conjurando algo una luz dorada cubrió al pequeño introduciéndose en su interior. Marie bañada en lágrimas, salió de ahí sin mirar al bebé que lloraba mientras a lo lejos se veía que regresaba la pareja que hace minutos había salido de la casa.

Luc despertó sobresaltado, tardó un poco en asimilar todo lo que había visto y aunque no entendía todo por completo, sabía que mucha gente murió en la lucha por salvarlo. Desde esa noche, o más bien, desde ese día que Luc conoció el nombre de su madre, su vida ya nunca fue la misma, y aunque solo tenía 10 años, fue lo suficientemente maduro para saber que no era un niño como cualquier otro.

Pasó un año más y él ya estaba listo para ingresar a la academia de magia Beauxbatons. Sus padres se dedicaron a inscribirlo en ella desde el primer momento en que lo adoptaron, querían que tuviera una buena educación, una educación a su nivel.

Luc cambió ese año tanto física como mentalmente. Era un chico simpático y extrovertido, y aunque constantemente veía la imagen del sueño de su madre, no dejaba que lo pusiera mal y daba buena cara. En su vecindario tenía varios amigos los cuales iban a ir con él a Beauxbatons, entre ellos Pierre Cotillard, su mejor amigo desde siempre.

El primer día de clases fue un tanto inesperado, se encontraba haciendo su equipaje de último momento asegurándose que nada le faltaba. Puso dentro de su mochila su varita, libros y tomó su cubo de rubik encantado, el cual tenía solo colores azules en sus piezas.

Ya en Beauxbatons la escuela lo sorprendió, desde el primer momento ahí sentía que había algo diferente en él que ningún otro chico o chica tenía pero no sabía explicar que era eso. Sus clases favoritas siempre fueron Encantamientos y Transformaciones, le encantaba experimentar con su varita cualquier infinidad de hechizos que tenía al alcance en su libro.

Todos sus profesores lo elogian constantemente y esperan que se convierta en alguien muy importante en un futuro. Por ahora su futuro es algo que no le preocupa mucho a Luc, cursando su sexto curso en la escuela de magia y en compañía de Pierre y otros de sus amigos que logró hacer en este tiempo, espera algún día saber qué es lo que pasa en realidad con él, que pasó con la aldea de sus padres biológicos y cuál es su destino por cumplir, y claro, sin dejar detrás la preocupación por aprobar su clase de Pociones, eso es algo que nunca se le va a facilitar.

Pertenencias:

--Su varita mágica.

--Un anillo, pequeño y simple, regalo de su abuelo

--Un relicario con la foto de su abuela.

-- Su cubo de rubik encantado

--Su mascota, una lechuza parda llamada Mike.