En Kyoto - Japón

[Leonardo Myrddin E.]

¿Por qué había decidido ir ahí?

Curiosa fue la pregunta que se hizo el Myrddin, mirando alrededor del lugar en que se encontraba. Estaba en Kyoto, Japón. El lugar donde los mejores y peores días de su vida tuvieron lugar. Las razones que lo trajeron a aquél lugar no importaban, no en aquél momento.

-En marcha- Murmuró, caminando por entre las calles en silencio, buscando el callejón en el cual su oponente aparecería.

-Creo que aquí es- Se dijo a sí mismo, adentrándose en la oscuridad de aquél callejón vacío. El Myrddin miró por unos segundos a su alrededor, detallando el lugar. No muy lejos de él se hallaban unos contenedores de basura, llenos hasta el tope, y algunos otros desperdicios tirados por el suelo. Cualquier otra persona podría haber sentido el frío que hacía en aquél lugar, menos el castaño, cuya temperatura ya de por sí era baja y aquello no lo afectaba en lo más mínimo.

-Diez... Nueve...- Contó regresivamente mientras miraba su reloj de bolsillo, cuyas manecillas parecían moverse a un ritmo muy lento. Esperar no era de sus actividades favoritas, por eso deseaba que su contrincante apareciera puntualmente.

-Tres... Dos... Uno...- En aquél momento, la manecilla que marcaba los minutos se movió, mientras que en esos precisos instantes el sonido de unos pasos acercándose se hizo audible.

-Agradezco que llegaras temprano- Le dirigió una sonrisa al hombre -Comencemos-

En esos momentos, el Myrddin alzó su varita de Pino, y curvando los labios en una sonrisa pronunció el siguiente hechizo -Sectusempra!- En el mismo momento en que un rayo salió de aquella varita, el cual de impactar en el oponente, causaría que varias heridas aparecieran en el cuerpo de Dave, haciendo que necesitara curarse de inmediato si no quería desangrarse hasta morir.

[Ragnar Bjorn Lodbrok BL]

Vaya esta ocasión si que tendría que ir demasiado lejos. Pero me entusiasmaba el poder conocer más la cultura del mago, todos los sitios que se seleccionaban eran sin duda por algo que les recordaba a su vida, de esta manera podría llegar más a fondo a los pensamientos de mi rival y esperaba muy pronto llamarlo compañero.

 

La cultura Japonesa era maravillosa las lamparas de papel estaban colgadas en el callejón por el cual iba ingresando, las escaleras de los edificios de aquella forma para poder usarse en cuestión de emergencia. Lo que me sorprendía era que ese callejón era demasiado ancho que inclusive podría fácilmente entrar una camioneta, inclusive parecía que entre la basura se localizaba uno de esos dragones que se usaban para los carnavales de la región.

 

Escuchaba como estaban contando de forma regresiva, por lo que observe mi reloj y note que el muchacho ansiaba mi llegada que contaba segundo a segundo la hora en que aparecería, esperaba que el chico al menos saludara cuando diera el ultimo segundo de la hora acordada.

 

- Fortificum - Una muralla de concreto aparecía exactamente frente a Leonardo, rodeándolo para que no pudiera ver exactamente donde me localizaba yo dejando solo una salida de esa muralla en forma de semicírculo, la parte posterior seria su única salida. Ya que nuestros hechizos se pronunciaban al mismo tiempo su rayo se impactaba en la muralla haciendo que no sufriera ningún daño.

 

- Buenas noches Leonardo, esperaba al menos un saludo por tu parte -

 

La varita en mi mano y con gran tranquilidad me posicione a unos 8 metros de distancia entre el joven y yo. La noche se sentía fresca por lo que no era necesario prenda alguna en mi cuerpo, aún de esta forma para no parecer exhibicionista solo llevaba unas bermudas y una camisa de tirantes como únicas prendas. Mi condición de vampiro no necesitaba ninguna prenda más.

 

- Pero viendo que no deseas hablar - Sabía que para lanzarme algún hechizo tendría que salir de la muralla por lo que me aprovecharía por unos momentos. - Séneca- La garganta del muchacho se quedaría deshidratada por lo que esperaba que supiera como defenderse.

 

El encuentro estaba comenzando interesante, no quería dañarlo ni herirlo, pero muchas veces se tenía que aprender a las malas. Por lo que si llegara a tener que morir él chico lo intentaría revivir a la brevedad, de lo contrario en una de las bolsas de mi bermuda estaba la dirección para que el me llevara al LAIC y pudieran atenderme sin que ninguno de los dos saliera afectado y todo fuera un duelo educativo sin restricciones.

 

@@Leonardo Myrddin E.