Cacería de Brujas.

[Nicole Evans Crowley]

Michael Brown

 

 

El hombre ingreso a la pequeña y modesta casa ubicada en la periferia de Salt Lake City. Cerro la puerta tras de sí, se quitó los lustrosos zapatos negros en la entrada, calzándose unas cómodas pantuflas; dejo la chaqueta negra en el perchero junto a la puerta comenzando el trayecto hacia la sala.

 

-¡Querida llegue a casa!- gritó con entusiasmo -¿Dónde estás? Hoy ha sido un día maravilloso, tenemos muchas cosas por hacer…

 

-¡Estoy en la cocina, querido!

 

El hombre continúo caminando, dejando la sala y el comedor atrás para dirigirse hacia donde se encontraba su esposa. La mujer estaba inclinada sacando algo del horno, su vestido floreado se agitada con sus movimientos, su perfecto y rubio cabello deslumbraba con la luz del atardecer que se filtraba por la ventana, era lo que se podía decir “la perfecta ama de casa y esposa americana”; rubia, de piel clara, cabello y sonrisa perfectos, vestuario femenino y apropiado, limpia y religiosa. Al ver a su marido una sonrisa apareció en su rostro.

 

-¿Cuáles son las buenas noticias?- pregunto la mujer dejando la charola con el guiso sobre la meseta.

 

El hombre se acercó hasta la nevera, sacando una bebida a la que le dio un gran sorbo antes de responder –Hoy hemos capturado a dos, una joven que se reunía con un amigo y una pequeña de diez años- suspiro con suficiencia.

 

La esposa se acerco hasta el corriendo y riendo de emoción -¡Oh, Michael! ¡Eso es fantástico! La quema de esta noche será magnifica ¡Dos engendros! ¿Dónde están en estos momentos?

 

-Los chicos las están metiendo al sótano por la puerta de afuera- para recalcar su punto, la trampilla de madera ubicada en la lateral de la casa se cerró de un portazo y pasados unos segundos dos hombres se asomaron por la puerta de la cocina.

 

-Todo listo jefe, están atadas y amordazadas, no causarán problemas.

 

-¡Excelente chicos! Pueden retirarse, nos veremos en la noche- Los dos hombres asintieron y se marcharon rodeando la casa -Cenemos querida, tenemos que preparar todo y llegar temprano para la ceremonia.

Editado 27 de Noviembre del 2019 por Nicole Evans Crowley

[Sagitas E. Potter Blue]

El Concilio de las Eras, lugar desconocido:

 

La sensación de nausea se me disipó muy poco a poco, muy lento. Siempre era así pero esta vez había sido como más acuciante, más intenso, como si la distancia recorrida hubiera sido mucho más larga. ¿Dónde estábamos, en la Luna? Eso explicaría que estuviera tan mareada. Ni estando embarazada de ninguno de mis hijo me había sentido tan mal. Así, me paré a respirar e ir acomodando el ritmo de mis pulsaciones hasta que sentí que todo pasaba.

 

Si, esa sensación de nausea se disipó de forma lenta pero no tardé en darme cuenta que aquel paraje no era londinense, ni siquiera creía que fuera inglesa. ¿Habríamos salido del país? ¿Del continente? Suspiré.

 

Y la olí.

 

He de decir que su esencia es tan pura que a veces las confundo. Cye y Xell son dos sacerdotisas demasiado puras. Cye es más experimentada y mi sobrina más ingenua, sí, pero ambas son grandes sacerdotisas, en un camino que yo he torcido en demasiadas ocasiones y he girado a veces en un rumbo no demasiado correcto aunque siempre he seguido el llamado "buen camino". Sin embargo, ellas no, ellas siempre rectas.

 

Y es es lo que olí. Me sorprendió que fuera Xell quien apareciera primero.

 

-- ¡Demonios, muchacha! ¿Cómo has llegado hasta aquí?

 

Tonteras. Ella, como yo, había llegado siguiendo la llamada de mi cuñada @. Sólo que no entendía qué hacíamos allá ni porqué ella, una gran suma sacerdotisa, nos había llamado.

 

-- A mí también me gustaría saber qué hacemos aquí. Anda, déjame abrazarla también, no sólo es tuya, chiquilla.

[Ela Karoline]

Utah Garden City

Concilio de las Eras

El llamado había llegado a buen puerto, pues pronto dos sacerdotisas se apersonarón, @Sagistas E. Potter Blue y @@Xell Vladimir Potter Black, ambas extrañadas y preguntando donde se encontraban, y no podía culparlas, ella estaría haciendo las mismas preguntas de estar en su lugar.

--¡Oh me da tanto gusto verlas!-- correspondiendo a los abrazos que recibía, era agradable volver a tener aquel tipo de contacto después de tanta soledad, pero no estaban allí para centrarse en sus propias necesidades, habían personas que las necesitaban y mucho.

--Nos debemos a nuestras hermanas, estamos aquí por dos razones-- dijo seria y de forma casi párcimoniosa,
--Pero urge que cambien su apariencia, estamos en Utah y si descubren que somos brujas terminaremos en la misma hoguera con las personas que debemos auxiliar-- comunico haciendo ademánes para que emplearán su magia y se cambiaran,

Quizás no les daba tiempo a procesar la información pero es que nadie lo tenia --Tenemos que encontrar la forma de salvar. Dos brujas que serán quemadas esta noche-- informo con tal expresión de impotencia que sus hermanas se habían quedado en silencio, y Cye comprendió que a lo mejor necesitaban más detalles.

Detalles de porque debían arriesgar sus vidas, si las implicadas quizás las rechazaran, ese era el riesgo, el concilio no solo protegía a las sacerdotisas sino que habían solicitado la intervención para aquellas brujas que en algún momento de sus vidas significarían un lazo de supervivencia de la magia.

[Sagitas E. Potter Blue]

El Concilio de las Eras, lugar desconocido:

Por supuesto, me hubiera gustado estar con Cye mucho más tiempo sin una finalidad en el encuentro, sentarnos en algún sitio donde compartir alguna tisana de frutas y poder comentar los acontecimientos del pueblo, evitando a toda costa el tema de la guerra y buscando conversaciones más amenas.

 

Sin embargo, no siempre tenemos lo que queremos así que aquel encuentro, por inesperado y por sorprendente, se alejaba de la idea que me cruzaba la mente mientras intentaba asimilar sus palabras. Cye siempre había sido cauta en sus mensajes así que poco o nada sabía cuando llegué allá y sus explicaciones actuales no eran mucho más aclaratorias.

 

-- ¿En Utah? ¿Cómo que estamos en...? ¿En Estados Unidos? ¡Gárgolas parlantes, Cye! ¡Estamos muy lejos de casa!

 

Mi protesta, sin embargo, fue unida a la acción. Confiaba en ella totalmente así que cambié del todo mis ropajes, aún sin saber si serían adecuados. Por lo que recordaba, aquel país tenían una multitud de protocolos sociales en cuanto a vestuario. ¿Cuál ponerme? Bueno, un vestido claro y recatado seguro que alejaría cualquier idea de que era una bruja. Y tal vez esconder mi pelo violeta, demasiado llamativo. No me costó nada usar mi Habilidad de Metamorfomagia para cambiar su color a un marrón más parecido a mis ojos. Y zapatos planos aunque traicionara la fidelidad que le tenía a mis bambas violetas de cordones amarillos.

 

-- ¿Cómo que van a quemar a dos brujas? ¿Es qué aún se hacen esas cosas en este país? Suponía que era mucho más avanzado que eso. ¿O es que hemos viajado también al pasado, Cye?

 

Por supuesto, no me negaba a ayudar a nadie. Aquel llamado de El Concilio de las Eras no podía ser eludido. Lo había prometido. Era mi deber. Si aquella era la finalidad, yo la cumpliría, aunque no entendiera cómo habíamos llegado a esta situación. Estaba decidida.

 

-- Tal vez debieras ponernos en antecedentes antes de cualquier movimiento, cuñada. -- Y ahora mi momento banal:-- ¿Estoy guapa con este vestido?

[Leslie Ashryver PB]

Oficina Privada- MACUSA.

 

 

 

Alessandra se había pasado toda la mañana pensando en esa fecha, no le gustaba festejar la caza de brujas, para ella lo ocurrido en Salem era algo que cada joven mago (sin importar su nacionalidad) debía saber para que entendieran la importancia de guardar el secreto e ir con cuidado siempre con las personas nuggles con las que tenían relaciones. Se removió inquieta en su cama con su esposa durmiendo aún a su lado.

 

El aire estaba pesado y algo más que no podía diferenciar pero que le daba una mala espina, una lechuza entró por la ventana y planeo hasta su cama para dejar caer un sobre blanco con unas pocas palabras y una hora.

 

<<Una reunión>> pensó consternada siendo que no esperaba trabajar.

 

Los bellos de sus brazos se erizaron por si era alguien que deseaba contrar sus servicios para una fiesta, entrecerro los ojos sin despegar la vista de la nota, le dirigió una rapida mirada a Kamra para salir de la comodidad de su lado ditecto al baño donde se dio una ducha rápida.

 

Era extraño que fuera en América y más aún que fuera una reunión en el MACUSA, ella no tenia ni una relación con ellos o al menos sus trabajos nunca le habían llevado a tratar con ellos.

 

Se puso unos jeans grises ajustados, unos zapatos de tacón negros y una blusa blanca con un saco negro, tomo todos los amuletos, anillos y su varita por si algo más pasaba, con todo ese lio de la guerra nunca se sabía en quien confiar y más aún personas que ella no había tratado hasta ese momento.

 

Beso la frente de su esposa para desaparecer directo al Atrio donde fue al departamento de transporte para pedir un traslador, al cabo de unos minutos estaba tocando un tenedor de plata que brillo y la llevo hasta un callejón vacío pero oscuro evitando que alguien la viera si escuchaba algo extraño. Nerviosa como estaba avanzo con la cabeza baja hasta el edificio donde estaba escondido el MACUSA, se acercó al hombre de la puerta pequeña de un rincón al que le mostro la nota y este le permitió el paso.

 

Una vez dentro la Delacour fue a pedir indicaciones porque no tenía ni idea donde era la reunión.

 

 

 

@

[Xell Vladimir Potter Black]

Observé aquel lugar, al que había llegado agarrada en el último instante del abrazo improvisado a la tía Sagitas. Creo que ella estaba tan sorprendida como yo al ver que me había arrastrado. No reconocía aquellos árboles. Estaba segura que no eran los jardines de ninguna de las mansiones de Ottery que yo frecuentaba. Aquel lugar parecía más un bosque que un jardín; tenía cierto aire de desorden natural que carecían los bien cuidados jardines del pueblo. Tampoco era el Bosque Prohibido que estaba en la colina cerca del pueblo. Incluso la humedad era diferente. Me arropé un poco más con la sencilla chaquetita azul que llevaba puesta y repetí la pregunta a la tía @.

 

- ¿Dónde nos encontramos?

 

La tía Sagitas me riñó cuando notó mi presencia. Puse las manos en la espalda intentando parecer una chica buena.

 

- Te estaba hablando y desaparecías. Me agarré un poquito a ti. Sentí que la tía Cye nos llamaba y que tú venías a verla. No me confundí.

 

La tía Cye nos correspondía en el abrazo y era muy bonito sentir su magia, su energía, arropándome en aquel abrazo que me daba. Sus palabras eran serias y le presté mucha atención, algo horrorizada por lo que oía.

 

- ¿En la hoguera? ¿Pero quién quema brujas en la hoguera hoy en día? - Era una noticia horrible, me apresuré a vestirme como ella decía, para confundirnos con la población de...¿Utah? - ¿Estamos en Norte América?

 

No sabía qué ropa ponerme así que imité un poco el ropaje de la tía Cye para parecerme a ella. Las dos rubias, las dos con ojos claros, las dos con ropajes parecidos. Casi pasaríamos por hermanas.

 

- ¡Claro que hay que salvarlas! - Mi entusiasmo me traicionaba. No sabía a qué nos enfrentábamos. - ¿Cómo lo hacemos?

 

La tía Sagitas también estaba desconcertada por encontrarnos en suelo extranjero.

 

- ¿Viajar al pasado? ¿Eso es posible? - ¿Lo ponía en duda? Sagitas y Cye eran dos brujas muy hábiles y seguro que podrían hacer eso, aunque no entendía cómo podríamos ayudar a unas brujas en el pasado. ¿Sería realmente el pasado ? - Me gustaría que nos explicaras todo un poco más, tiita Cye.

[Leslie Ashryver PB]

Oficina Privada- MACUSA.

 

 

Alessandra apretó los labios cuando la mandaron a la parte de recepción, ¿acaso era tan difícil responder a su pregunta?. Soltó un ondo suspiro y se puso en la cola, a su alrededor los murmullos no cesaban lo que le fastidiaba porque no le gustaba los tramites.

 

Mientras veía el MACUSA se dio cuenta lo diferente que era de Londres, colas y filas largas por cosas sin sentido en cambio en el Ministerio los tramites eran rápido y si necesitabas una pregunta te la decian sin problema en vez de mandarte a una fila a preguntar.

 

Comenzó a zapatear el suelo con sus chatas captando la mirada molesta de varios hombres y mujeres que ignoro olímpicamente, si le decian algo era capas de maldecirlos ahí mismo pero no le quedaba más remedio que esperar o duelar solo por hacer algo mientras esperaba.

 

-Inglesa- susurro una mujer.

 

Alessandra dejo de zapatear y fulminó con la mirada a la mujer de mayor edad.

 

-Si, ¿Algún problema?- le hablo molesta y demasiado alta que varios la miraron de reojo y otros se dieron la vuelta solo para ver.

 

La mujer no dijo nada, solo se ruborizó y desvio la mirada.