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Infiltración en Genetics Corporation, Ltd.


Valky
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Todo habia salido bien, al menos para mi. El pago a los que me asistieron fue realizado para despues ser desmemorizados y recuperado el dinero. Por tanto nada de gastos en mi cuenta, todo una proeza. Solo faltaba un ultimo paso....porque....tener una formula o los resultados de meses de investigacion de una coorporacion como Genetics no era suficiente para negocias por mas geleones. No. Hacia falta encontrar la forma o el sujeto que vinculara ambas formas de realizar compuestos, la magica y la muggle. Evidentemente no era lo mismo de ahi la complejidad. Ademas estaba el asunto del secreto, sino todos obtendrian el resultado y no se queria eso. Aqui como en todo negocio habia que eliminar de alguna forma los cabos sueltos.

 

10 PM Casa de Alaric Woodman

 

Estaba en EE. UU, asi que obtener ayuda de una pocionera profesional con cierta tendencia loca a intentar entender los brebajes muggles no estaba a mi disposicion. En este ambito, estaba solo salvo tal vez....si...esa era la solucion y por suerte conocia al squib adecuado. Si, este habia sido el ayudando y tenia conocimientos por todo el asunto de las "Fantasias Patentadas". Sabia que despues de la "muerte" de Madame Zulema habia huido del Reino Unido por temor a palmarla tambien. Claro segun se contaba habia logrado ciertas variaciones de esa droga para soltarla en el mundo muggle, y con el caos desatado por la guerra ahora vivia placidamente con sus millones. Ese era Alaric Woodman. El como estaba informado de esto basicamente radicaba en que me toco mover los hilos para que desapareciera. Asi que ahora tocaba pagar favor con favor.

 

-Puedes hacerlo???- comente al delgado y canoso Alaric. Aun con el arbornos puesto mientras miraba la informacion que habia robado.

 

-Si, aunque es dificil el homologar ingredientes. Tardara un poco. -ante la respues de Alaric me encogi los hombros.

 

-Supongo que puedo esperar. -Conclui.

 

-Excelente....pero esto va mas alla del pago de mi deuda contigo....me tendras que pagar un poco mas...de lo habitual.

 

Y ahi estaba la trampa. El brillo en los ojos de Alaric alertaba su codicia y ambicion. Que diferente a aquel que subia lloriqueando a un bote para salir de polizon para America. Pero no era aun momento del regateo.Otro dia seria.

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Días atrás, en el momento de la infiltración a Genetics Corporation, Ltd

Ático de Sebastian en Manhattan

 

 

—¿Cómo dices? ¿Que ya lo sabías? ¿Sabías que yo era un mago? ¿Desde cuándo?

 

Sebastian no podía creerlo. La afirmación de Laura lo había dejado atónito, demasiado sorprendido como para hacer otra cosa que no fuera mirar a la atractiva joven con la varita todavía en la mano, tras haber conjurado el portal, y sin saber si debía utilizarla inmediatamente para desmemorizar a Laura o era mejor esperar, interrogar a la joven y descubrir cuánto sabía. El sentimiento de culpa le picaba de nuevo, pues era evidente que tendría que hacerla olvidar, pero ya se había acostumbrado a sentirse culpable con Laura. Llevaba muchos meses lidiando con ello. Aquella mujer hubiera podido ser mucho más que una amiga para él y, sin embargo, los intereses de la humanidad eran más importantes que los suyos propios. La miró con la misma devoción y sincero entusiasmo por conocer cada fibra de su cuerpo y cada trozo de su alma con la que la vio la primera vez y, al mismo tiempo, se daba cuenta, mientras se fijaba en aquellos ojos almendrados que una vez consideró un refugio cálido y acogedor, que la estaba mirando con la avidez y el fervor de las despedidas.

 

El portal se había cerrado y Laura estaba frente a él, con aquel vestido rojo que resaltaba cada curva de su atractiva figura y hacía que uno quisiera abandonarse al placer de disfrutarla, olvidándose de cualquier otra cosa. Fue brevemente consciente del poder de Laura, que no necesitaba ser bruja para conseguir que alguien quedara bajo los influjos de un encantamiento desmemorizador. En aquel momento, viéndola sonreír con calma y autosuficiencia, pensó que la joven era muy consciente del poder que ejercía sobre él.

 

—Siéntate, Sebastian —la joven le señaló un sillón en el comedor, casi como si fuera ella la dueña de aquel ático —y guarda ya la varita. Muy pronto no vas a necesitarla.

 

Sebastian no entendió las últimas palabras, pero no dijo nada. Seguía tan confundido y sorprendido que no se le ocurrió qué más podía hacer, aparte de hacer caso a Laura.

 

—¿Desde cuándo lo sabes? —Preguntó con voz más calmada, apoyándose contra el respaldo de un sillón orejero frente a la chimenea. Laura se sentó en el otro.

 

—Nunca comprendí porqué los bancos retiraron al principio la financiación del proyecto. Nuestra solvencia estaba garantizada por los activos de Genetics y el proyecto había avanzado lo suficiente como para poder asegurar que tenía potenciales aplicaciones prácticas de importancia extraordinaria e indudable rentabilidad. Cierto que por entonces nadie sabía nada de la existencia de la magia y que el objetivo del proyecto no era centrarse en aquello. Pero los avances genéticos habían sido indudables hasta aquel momento.

 

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Sebastian había escuchado a Laura en silencio, mientras examinaba cada gesto y se detenía en las diferencias de entonación de cada palabra de la joven. De alguna manera, la culpa que había sentido durante aquellos meses por tratar de boicotear financieramente el proyecto de Laura, se estaba evaporando como si nunca hubiera existido. Quizás fuera por ello que se notaba más vivo y sus reflejos mentales y físicos volvían a ser los de antes. Laura los había bloqueado durante meses sin saberlo, mientras Sebastian no había sido capaz de desembarazarse de la culpa que pesaba en su conciencia.

 

—Tenía que hacerlo, Laura. Tu no lo sabías, perseguías otros objetivos científicos en aquel momento, pero te acercabas peligrosamente a ese gen extraordinario que al final encontrasteis. Durante meses me he sentido culpable por hacer lo que hice. ¿Pero te das cuenta adónde nos ha llevado tu descubrimiento?

 

—¿A ser consciente de que existís? ¿De que sois unos bárbaros? ¿De que manipuláis nuestras vidas con impunidad y sin reparo? —La voz de Laura se había elevado perceptiblemente y en sus ojos castaños almendrados brillaba una furia exaltada.

 

—En nuestro mundo, como en el tuyo, hay buenos y malos, locos y cuerdos, ricos y pobres, potentados e impotentes. El Secreto de la Magia protegía a ambas sociedades. Aunque no lo creas, existían vínculos al más alto nivel. El Primer Ministro inglés conocía nuestra existencia y también el Presidente de tu país. Durante siglos nuestras sociedades han convivido en paz sin que supierais de nosotros. Nuestros conflictos apenas han tenido eco en vosotros, por más que alguno de ellos haya sido global en ambos mundos. No somos bárbaros ni os manipulamos, Laura.

 

—Matasteis a millones de nosotros, mientras os enfrentabais en vuestras guerras sin sentido.

 

—No negaré que eso sucedió. Pero la solución no es exterminarnos ni perseguirnos, sino trabajar juntos para lograr la paz. También muchos magos han sentido el yugo de los supremacistas. Aaron Black Yaxley nos ha complicado la vida a todos.

 

—¿Qué debemos hacer entonces? ¿Quedarnos de brazos cruzados hablando de paz hasta que surja otro mago loco que alce sus demoníacos poderes contra todos? Quizás no sólo seáis un peligro para nosotros. Es muy probable que también lo seáis para vosotros mismos y por eso la magia debe ser erradicada.

 

—Laura, no lo puedes estar diciendo en serio. Tu no eres así...

 

Sebastian se quedó callado sin saber cómo podía definir realmente a Laura. Conocía la pasión que ponía a todo cuanto hacía, la había tenido por una mujer fuerte, con un temple extraordinario y altos ideales. Era inteligente y amaba los debates, pero jamás había dogmatizado sus ideas. No era una tirana, creía en la libertad en un sentido mucho más profundo de lo que él mismo lo hacía. Y, sin embargo ahora, le parecía estar viendo a una mujer diferente, mientras cada fibra de su piel electrizada por la mera presencia de la joven a su lado, sentía que seguía siendo la misma Laura de siempre.

 

—Sebastian —pronunció su nombre lentamente, mientras se inclinaba hacia él y le tomaba las manos, mirándole con la misma calidez de antaño. —Debes ayudarme, Sebastian. Quiero contar contigo. Necesito que me ayudes a acabar con todo esto.

 

—Trabajemos juntos, entonces. Podemos lograr una convivencia en paz. —Las manos de Laura eran tan acogedoras... Sintió una invitación inconsciente a acercarse más, algo le empujaba sin remedio hacia aquellos labios carmesís.... Logró contenerse en el último momento.

 

—Debemos ser una sola sociedad. —Laura hizo una pausa, miró a los ojos a Sebastian, y apartó sus manos de él, reclinándose hacia atrás en sus sillón y añadiendo a continuación —sin magia.

 

—¿Cómo quieres que te ayude a eso? ¡Soy un mago!

 

—Muy pronto ya no lo serás —Laura le aguantó la mirada unos segundos, pero bajó la vista a continuación. —Disolví la píldora antimagia en el agua que bebías mientras mirabas los papeles en mi estudio. No tardará en hacerte efecto.

 

Sebastian se puso de pie de un salto. Ni siquiera se molestó en exteriorizar su enfado con palabras ni mucho menos su sorpresa porque, si lo pensaba bien, no le sorprendía. Sin duda, aquella Laura que tenía frente a sí era muy capaz de haber hecho lo que decía. Tenía que pensar con rapidez, no podía permitirse el lujo de perder sus reflejos ahora. Sabía que la traición de Laura le escocía por dentro más de lo que era capaz de reconocer, pero debía de olvidarse ahora de sus emociones. Por fuerza, debía de quedarle muy poco tiempo. Apretó la varita en su bolsillo y notó cómo la conexión con ella se estaba diluyendo, pero podía tener todavía unos segundos de margen.

 

—¿Quién más lo sabe?

 

—¿Que eres un mago? Sólo yo. —La mujer se levantó y se acercó a él por la espalda, abrazándolo con cariño. —Sebastian, no quiero perjudicarte. Sabes lo que siempre he sentido por ti, aunque nunca te lo haya sabido expresar con palabras. Sólo quiero que me ayudes a acabar con esto. No traicionarás a los tuyos, te conozco demasiado bien. Así que sólo pretendo ayudarte a decidir por uno de los mundos en los que siempre te has movido. Sé uno de nosotros.

 

Sebastian la creyó, pero necesitaba saber algo más.

 

—Los papeles que me enseñaste antes en tu estudio, ¿eran falsos?

 

—Aja. No podía arriesgarme antes de saber si podía contar contigo. Mucha de la información que hay en los archivos del laboratorio es falsa. Un señuelo por si acaso es necesario confundir a espías mágicos. No toda obviamente. Algunas de las líneas que leíste eran verdaderas y también guardamos allí reservas del compuesto, pero las formulaciones escritas en nuestros ordenadores son una falsificación audaz de la realidad. Se necesitarían muchos meses de trabajo para distinguir lo verdadero de lo falso.

 

Bien, si Laura decía la verdad y Sebastian la creía, quizás aún pudiera hacer algo. Bajo ningún concepto podía permitir que los muggles descubrieran su condición de mago. Tomó la varita con fuerza entre sus dedos, tratando de agarrarse a las últimas notas de conexión que sentía en ella, y la apuntó hacia Laura.

 

—Oblivia... —No terminó el conjuro, pues supo al instante que no funcionaría. Acababa de perder la conexión con su varita.

 

Laura sonreía sin decir nada, mirándolo a los ojos con una tranquildad pasmosa. Sebastian sostuvo la mirada de la mujer que acababa de traicionarlo. Aplacó la rabia que sentía, acudiendo a su antiguo sentimiento de culpa. También él la había traicionado a ella meses atrás. Serenando sus emociones, volvió a introducir la varita en su bolsillo con una mano, mientras con la otra, apretaba el último cartucho que le quedaba. Uno de los botones de su americana era un objeto de arqueomagia de extraordinario poder. Saltó de gozo en su interior al comprobar que aún podía sentir la magia en él. No era tan fuerte como habría cabido esperar de un objeto alfa y, al igual que había pasado con su varita, la sensación mágica parecía estar desvaneciéndose. No quiso perder más tiempo. Era evidente que la magia antigua con la que conectaba estaba tardando más en desaparecer que la magia convencional, pero no se hacía ilusiones, notaba que no duraría mucho más. Pronunció el hechizo de arqueomagia hacia Laura, extendiendo simplemente su mano hacia ella. Las runas que se acababan de materializar en ella brillaban con un resplandor azulado. Sebastian notaba la disminución del flujo de magia, sentía cómo el brillo de aquellas runas iba perdiendo intensidad. Pero aún tenía tiempo.

 

El hechizo de arqueomagia que equivalía a un obliviate era algo diferente del habitual. Los recuerdos salían de la persona desmemorizada como si fueran los hilos blanquecinos de las hebras de pensamiento que se introducen en los pensaderos. Y, al mismo tiempo, otras hebras de un color diferente salían de la mano iluminada de Sebastian hacia el cerebro de la joven. Aquello no sólo borraría los propios recuerdos de Laura, sino que en el lugar de los pensamientos eliminados, surgirían nuevas remembranzas implantadas.

 

La rabia que sentía por la traición de Laura tuvo mucho que ver en los recuerdos que le implantó. Pasaron fugaces por su mente, pero perfectamente definibles, saliendo de ella e introduciéndose en el cerebro de la joven. Nunca más volvería a pensar en él como un mago. Para ella, Sebastian Crowld sólo sería el advenedizo muchacho que se mofaba de ella en la universidad. Nunca se habían querido ni mucho menos atraído, jamás habían tenido una relación y sus contactos con ella habían sido meramente profesionales y por obligación. Nada que llamara la atención de terceros que hubieran podido conocer la relación de Sebastian con Laura, pero indudablemente Laura acababa de perder todo el interés por el arqueomago. Para ella, Sebastian sólo era un político pedante e inaguantable con el tenía que trabajar para acabar con la amenaza de los magos.

 

Cuando el último de los falsos recuerdos se implantó en Laura, Sebastian notó con tristeza que el compuesto antimagia había cumplido por completo su misión. Ya no era un mago.

 

Laura pasó unos segundos de pie, en un estado mental ausente, de pura confusión. Sebastian aprovechó aquellos momentos para montar en su salón un escenario completamente diferente. Extendió papeles encima de la mesa del comedor, abrió el bolso de Laura y desparramó algunas cosas encima de la mesa, como si llevaran horas dándole vueltas a los papeles encima de la mesa. Cuando todo estuvo preparado, Sebastian la llamó.

 

—Laura, cielo, ¿volvemos a la tarea? Tenemos mucho trabajo por delante para que pierdas el tiempo en el servicio. —La joven tenía que creer que se había levantado un momento para ir al baño y él tenía que parecer lo suficientemente desagradable y cretino como para afianzar los recuerdos implantados en Laura.

 

—Sí, perdón Seb. Creo que me traspuse un momento. —Laura se sentó en la mesa y se colocó sus gafas, algo que con Sebastian siempre evitaba hacer. Bien, había funcionado. Le estaba llamando por un nombre que sabía que odiaba y le ofrecía en todo su esplendor su careta de inteligente y fría investigadora. Aquella sería una insufrible reunión en la que ella no tendría ningún reparo en exponerle sus planes para acabar con los magos. Al fin y al cabo, en los nuevos recuerdos de Laura, eso era lo único que la unía a Sebastian Crowld, el advenedizo que había odiado la mayor parte de su vida.

 

Solucionado el problema de Laura y de su identidad sólo le quedaba lo más importante. Tenía que encontrar una forma de recuperar su magia.

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Come, my friends,
Tis not too late to seek a newer world.
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Regrese a mi habitacion y seguia tan desordenada como la habia dejado. Habia sido todo un caos encontrar la informacion precisa, pero todo el que busca encuentra. Gracias a Merlin que mi experiencia como desmemorizador estaba activa. Basicamente porque el hecho de hurgar la mente suele ser un proceso refinado que requiere de habilidades y si...una cierta falta de escrupulos cuando los pensamientos que examinas no son precisamente los tuyos. Con Laura habia tenido dos noches de intenso hacer. Y mucha y valiosa informacion me habia dado. Pero eso ya lo habia dicho y era la pieza faltante del puzzle en haras de buscar la infomacion sobre el antigen. Aun me acordaba de mis experimentos para hacer un casco memorizador, que incluso sirviera para situaciones de interrogatorio...revelando inconsientemente piezas de informacion sobre el tema en cuestion para despues ser analizadas por personal competente. La verdad es que como proyecto no duro mucho pero en el estudio pude refinar mis habilidades. Algo que me dio divedendos a corto plazo en mis negocios. A saber, conocer plazos y fechas de entrega de productos en el mercado para jugar asi con la oferta y la demanda...sabotear a un competidor o camuflajear alguna delacion antes de que ocurriera un allanamiento. Si, estaba orgulloso de ser desmemorizador.

 

Lo cierto es que fue todo un reto para mi el que todo encajara en su sitio, principalmente cuando piezas fragmentadas y medias verdades estaban en mucho de esos informes. Pero nada que los pensamientos de la mente maestra detras de eso podria revelar. De ahi la importancia de lo realizado.

 

-La verdad ha sido todo un reto. Ahora solo falta que Alaric encuentre la forma.

 

Me dije mientras tomaba asiento en el sofa y me recostaba en uno de los brazos del mismo..estirandome cuand largo era. Claro siempre parte de las piernas se me quedaban fuera. Ahora tenia que pensar como lidiar con el alquimista. Supongo que sospechaba algo....y no me gustaba dejar cabos sueltos. Pero tal vez me alarmaba por gusto y el viejo fuera un hombre de ley.

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  • 2 semanas más tarde...

-Cronos. En verdad si son molestos estos insectos, al parecer deberé eliminar a esas escorias. Sin embargo, ante la muerte de aquel doctor, seguro todo rastro de vinculación con mi persona desapareció. Y, bien...

 

Camino al lado de su sirviente con dirección al sector catorce en la sede española. Y, si algo que muchos no conocían, era que esa corporación Genetics Corporation, Ltd tenían más de una sede, y todas se encontraba conectadas para transmitir directo al Inquisido.

 

-El experimento puede sernos útil. Creo, que es hora de ver que resultado tiene, igual casi perdió su humanidad. Paso su mano derecja por la cabellera, llegando a la puerta de esa parte del laboratorio. -Al menos será divertido.-

 

Termino de hablar, e ingresó el código de seguridad. En esa parte habían varios médicos, un hombre de cabellera larga, con el cuerpo demacrado. Este sujeto reposaba en una recamara criogenica dd extracción de ADN y ARN. El mago observa a quien fue su socio en la Radio, quien configura en lugar de él, como socio de esa franquicia.

 

-Sr. Luxure lo esperamos hace dos días.-

 

Agregó un médico al verle. Y el mago con una sonrisa en el rostro responde.

 

-Asuntos, pero necesitamos probar el resultado con ese sujeto de prueba.-

 

El médico dudoso ante la petición, la confirma con sus colegas. Estos se afirman que acaban de recibir esa misma instrucción del Inquisidor. En ello el mago oscuro se acerca a la recamara donde se encontraba Cornelius Wind Haugthon. El se veía dormido, y su rostro en calma.

 

-Sra. Luxure si lo liberamos va a morir en alguna horas.-

 

En eso traga saliva.

 

-Debemos continuar, el antitodo que suprime la magia puede ser contrarestado. Esto puede ser la alternativa que nos benificiara al final, un ejército como en ese período donde un gas les colocaba un estada de pérdida de conciencia, incluso esa es mi fórmula, pero la degeneración en la piel es algo que no no pude controlar. Quizás, Ragnarok pueda solucionar ello. Sin embargo, creo que estará buscando la solución a nuestra solución a tantos males. Y por ello, es vital que esa sustancia mute en esto, quizás él no lo apruebe, pero no podemos permitir que esa plaga continúe.

 

Su sirviente le sostiene la pierna y la recamara. Y en ese instante se desdesvance. Llegando al Nueva York. En una de plazas más famosa.

 

-Veamos como el macusa soluciona esto.-

 

Se marcha en cuestión de segundos, allí con el logo de ese objeto, la temperatura de ese artefacto se aclimataba a la temperatura ambiente, al llegar a cierto punto de igualdad, desatará a esa criatura. La misma, era parecida a un inferi pero con conciencia, su cuerpo se desconponia y tenía cierto rastro en su sangre de la vacuna que elimina la magia y combinaba con cierto virus zombi desató en San Mungo hace algún tiempo.

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