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Noche serena: Revolución y Resistencia; las dos caras de un galeón (?).


Aaron Black Yaxley
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Elevado en las manos del necrohand y con la imperante cabeza de serpiente enlistada para devorarme y llevarme lejos de los terrenos de la mansión Gryffindor, observé desde lo alto a Mica, la bruja que me había atacado en el funeral del Auror. Su pequeña figura se reflejó, junto a los tejados de la mansión y los bosques aledaños, en la gélida y parca mirada gris que me caracterizaba antes de que el gigantesco Morsmordre me hiciera desaparecer de allí. Soplé con fuerza hacia una bandada de aves que se cruzaba. Los conocimientos de Asra Boswell, la maestra del puerto a orilla de la fortaleza oscura, me permitieron imbuir un fragmento de mi alma que alcanzó un cuervo negro que sobrevolaba la estancia. Un objeto animado que rápidamente se transformó en un símil de mí, teniendo la orden de enfrentarse a la bruja... desaparecí luego de eso.

 

El fragmento de alma, imbuido en el animal, tomó la apariencia de Caelum; tendría las mismas capacidades mágicas que su creador, la misma energía y la tenaz elocuencia de arraigo a las costumbres supremacistas. Su objetivo: Mica Gryffindor, una traidora a la sangre tal cual lo fue su hermano.

 

Vestido con una túnica ligera sobre los pantalones y elegante calzado, se posicionó lenta y pausadamente a espaldas de la mujer.

 

- ... Tu hermano al fin descansa de los principios que enfermaron su mente...- sostuvo en sorpresa mientras desenvainaba una varita, limpiándola como si afilase un cuchillo, sobre los pliegues que ondeaban por el costado de su cadera hasta que elevó el rostro en su dirección; una máscara de rústico tallado en plata-... hubiera sido más cauto de su parte resguardar su secreto, sobre todo ahora que la revolución de la supremacía cobra poder... el que se merece, ¡el que merecemos!- comentó entre palabras determinantes que no serían más que ecos y susurros alcanzados por la brisa en la serenidad de la noche.

 

A la izquierda del fragmento de Caelum y derecha de la bruja, se enaltecía una de las paredes de la mansión, limpia y sin más ventanas que una en lo alto. A su borde solo crecía la yerba y algunas flores propias de la decoración, sin macetas ni piedras o adorno alguno. A la izquierda, se extendía un campo de tierno césped hasta colindar con un bosque a no más de veinte metros; lejos del funeral y la discusión sobre el funeral del legendario fenixiano.

 

El mortífago se apoyó de costado a la pared mientras dejaba caer una y otra vez la varita sobre la palma de su mano, indiferente y despreocupado, esperando alguna respuesta que le invitase a usar su arma mágica tras el compás. Sin embargo, eso no pasó.

 

-¡¡...!!- Caelum empuñó la mano libre y pulverizando una teatralidad, extendió su mano para soltar un vacío hacia la bruja luego de concentrar en su mente unas arenas del hechicero, polvillo mágico que en efecto e inmediatez, la cegaría. Impidiendo así, cierto alcance de ataques contra el fragmento del hijo de Mahía.

 

Ella no tendría como percatarse si Aaron era el original o no, pues no conocía a fondo sobre los horrocruxes o el manejo del alma, mucho menos al mortífago en particular. Si el fragmento era vencido, la proyección de Caelum se desvanecería sin más, quedando un cuervo muerto a la vista. Sin embargo, sería útil para conocer a qué resistencia hacía frente.

 

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Su salida de la mansión Gryffindor había sido antes de lo esperado, pero no podía deshacerse de la ira que sentía por aquellos sujetos, enmascarados e impunes en terrenos previamente pertenecientes a l Orden del Fénix. Había sucedido, su familia había sido desgarrada por Mortífagos no una sino dos veces, y esta vez las cosas no cambiarían, o al menos ella no intentaría cambiarlas. En la Gryffindor no quedaba nada para ella, si querían cambiar las lealtades, que así fuera.
Iba perdida en sus pensamientos cuando apareció la figura del mortífago que previamente había estado en el funeral de su hermano. Su aparición sorpresiva, acompañada de aquellas dolorosas palabras y su actitud amenazante… todo en él la hizo entrar en un estado de ira poco racional.
No dudó en alzar la varita, así como él lo estaba haciendo. La Gryffindor vestía una larga túnica color azul oscuro y calzaba zapatos sin tacón, cómodos para cualquier movimiento. Llevaba el largo cabello suelto a sus espaldas.
-¿Quién te crees para hablar de mi hermano? No eres siquiera digno de pronunciar su nombre -sus palabras fueron casi un grito, pero su voz sonaba quebrada.
Empezaba a odiarlo, no era un sentimiento al que estuviera acostumbrada, y le dolía. Su actitud estaba haciendo que sus emociones se desborden y así no podría pensar con claridad en caso de ser atacada.
Fue entonces cuando el mortífago comenzó lo que, era sabido, sería un enfrentamiento. No necesitó decir nada para nublar la visión de la Gryffindor. Ella afirmó la varita en su mano y pensó en el mejor contraataque.
- Cinaede- pronunció, no lo estaba viendo, pero sabía bien dónde se encontraba su rival. El letal veneno se ingresaría por sus fosas nasales, podría entrar a su sangre y luego alterar su sistema nervioso. Era curioso todo lo que podía hacer un poco de veneno… Maldición, pensó finalmente, para que el siguiente movimiento del mago no funcionara, intentara lo que intentara, haciendo aún más letal su veneno.
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  • 2 semanas más tarde...

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La respuesta de la bruja no se hizo esperar, y aun cegada por las míticas arenas, polvillo del cuerpo óseo de algún legendario hechicero, elevó su varita contra la dúplica tenebrosa del conservador mágico más sanguinario de la historia de la magia- o al menos en eso pretendía convertirse- generando así un gas que, incoloro y sin olor, penetró las vías respiratorias a la mínima inspiración. Caelum tosió, tosió plumas negras que se difuminaron al salir por las rendijas de su máscara, asimilando el veneno del cineade.

 

- ¡Maldición!- conjuro el mortífago, ideando el hechizo y su vez molesto por verse afectado por un cobarde veneno, antes de que cualquier otro ataque o bloqueo mágico pudiese alcanzarlo, de esa manera se anticiparía para ganar tiempo, afectando las capacidades mágicas de la bruja.

 

Sonrió cuando aún viéndose apuntado por el arma mágica de la bruja, con aquella mirada concentrada y empecinada en dañarle, no le hubiese hecho absolutamente nada, ni siquiera contrarrestar el alivio que que pronto idealizaría para salvaguardar sus vías respiratorias. La máscara de rústico tallado se mostró nuevamente hacia la hermana del auror caído, quien tosiendo plumas negras, buscaba encender aún más el odio en su interior.

 

- ¿Y quién eres tú ...cof cof... quién eres, para llorar a un hermano, que no... cof cof... que no ¡NO PUDISTE SALVAR! ...

 

Anapneo, concentró al fin, empuñando la varita con más fuerza para permitirle un respiro que alivió el bloqueo de las vías respiratorias. Alerta, espero varita en alto.

 

- ¡Debería purgarte por eso!... ¡purgar el no salvar a la sangre mágica que te corresponde!

 

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El mortífago había actuado, aunque no sabía con precisión cómo. ¿Su maldición había impedido que él hiciese algo? O había hecho algo que anulara la maldición. Como fuere, el veneno había logrado colarse por las fosas nasales del mismo, no pudiendo acallar las hirientes palabras que tenía para decirle, a pesar de estar casi ahogándose por el veneno.

A la Gryffindor le bastaba realmente con el centenar de autoacusaciones que iban y venían por su mente, aquellas solo se estaban sumando, no la podía herir más de lo que ya estaba. Imaginó que había finalizado el efecto cuando su voz se volvió más nítida. No podía verlo así que no lo sabría con certeza. Invocó entonces la daga del sacrificio, aquella que los Guerreros Uzza enseñaban a utilizar.

-Immolo oppugnare -pronunció, realizándose un corte en el muslo derecho, el cual se proyectaría en su rival, generando la misma herida que ella sufría en el momento. No necesitaba verlo para lograrlo, ya que sabía dónde estaba ubicado, lo había visto antes de quedar cegada. -Detritus- agregó generando una gaseosa capa que se formó alrededor de su cuerpo, la cual la protegería de cualquier ataque físico y rayos que su rival pudiese intentar lanzarle.

Curación agregó en su mente, logrando así cerrar la herida que se había autoinfligido. En otras circunstancias habría estado sufriendo aquel dolor, pero en ese momento había dolores mucho más fuertes, los cuales no podían curarse con ningún efecto conocido.

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Sin duda alguna la bruja era hábil. Ciega y alerta, apuntaba a Caelum en un arco de proyección que pretendía su posición, con más certeza aún, si es que no tuviese encima el polvillo que le había cegado hacía tan solo unos instantes- muy a lo lejos se oían los lamentos y murmullos sobre la muerte de su hermano- impidiendo que pudiese atacar con mayor precisión. El mortífago reflejó la daga invocada en su gélida mirada observando cómo esta era clavada en el muslo de la mujer, provocando el mismo corte en proyección hacia el fragmento del mago tenebroso.

 

-¡Silencius!- exclamó el eco de susurros provenientes de la máscara mortífaga del mago mientras apuntaba con su varita a la hermana del auror caído. Ardido tono en consideración al escozor que el mismo corte de la daga había provocado en él. De aquella manera, previno el movimiento de su rival, que a considerar por sus tres primeras letras, de seguro era la neblina protectora.

 

>>Det...<< Se oyó sin más. Sin perjuicio de ello y concentrado mentalmente, Caelum conjuró un hechizo de curación que aliviaría las heridas de batalla, seguido de un episkey mientras esperaba a que la bruja pudiese recuperar su visión y verle allí, sin herida alguna y atento a sus próximos movimientos.

 

-¡Dilo!- le retó el fragmento del supremacista mágico, especulando sobre el vínculo que habían formado con la daga que ella había invocado para dañarle- ¡Yo juro...!- volvió a elevar en susurros rimbombantes y con los brazos extendidos a merced de un abrazo que jamás existiría. Entonces quebró en una carcajada sin armonía alguna mientras extendía la varita con letalidad en una seriedad que plasmó al segundo- ¡...!

 

El poder de madame Boswell, sin duda alguna, reflejaba el fiel espíritu del ahijado de los Yaxley. Cruel, irónico e indiferente.

 

 

 

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  • 2 semanas más tarde...
Recuperó poco a poco la visión, logrando volver a enfocar sus verdes ojos en aquel mortífago que la enfrentaba. Su posición no había cambiado, realmente, por lo cual sus movimientos hasta entonces habían sido certeros. Lo había escuchado defenderse y atacar, pero ahora tenía la certeza de que también se había curado, estando íntegro frente a ella. Había logrado silenciar la capa de niebla que había intentado invocar frente a ella, para defenderse ante los posibles ataques del caballero.


-Yo juro no usar efectos -dijo ante su desafiante tono, sabiendo que aquel pacto que desde ese momento se impondría entre ambos también la afectaría. -¿Quíén eres y qué sabes de mi hermano? -inquirió, necesitaba saber los motivos por los cuales estaba hablando de más.


Debía pensar y rápido, aquel hombre no le inspiraba nada de confianza. Su risa le helaba la sangre, estaba segura de que no había cordura alguna en sus hábitos, o al menos su moral era muy diferente a la de la Gryffindor.


-Sectusempra- dijo sin demorar demasiado, generando un verdoso rayo que fluyó desde su varita hacia el pecho de aquel desgraciado. Si impactaba, heridas sangrantes se abrirían por todo su pecho, pudiendo robarle la vida si no recibía pronta atención.



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-¡Perfecto!- exclamó el mortífago, extendiendo su voz en un susurro escalofriante al estar de acuerdo con el pacto que la bruja le había ofrecido.

Más allá de los hechizos, el hijo de Mahía siempre se había cuestionado lo mismo... ¿Quién era él?... y al parecer, por primera vez, lo estaba asimilando. ¿Quién era?, era la proyección de un culto que se había perdido con el tiempo, entre alcohol y tabacos mal encendidos. De aquellos que se habían dormido bajo los laureles creyendo tener el control de la población mágica por el simple hecho de heredar la marca del mago tenebroso más poderoso de todos los tiempos en su piel. Aaron era la vil reencarnación de la tempestiva pared contra los impuros y los egocéntricos muggles, quienes a su vez, no eran más que marionetas manipulables por sus propios patrones de conducta. Black o Yaxley, era la determinación del simbolismo tenebroso, Semper Fidelis.

-¡Oh! cierto niña, no nos conocemos...- dictó en aquél tono áspero y particular de su voz al estar bajo la rústica máscara de plata. Fue entonces, un oportuno momento que la mujer parecía aprovechar para levantar su varita en contra, causa efecto de observar una luz verdosa que se concentraba en la punta de su arma mágica para que el mago tenebroso contrarrestase lo que viniese, ideando un Obsistens que se materializó desde el centro de su pecho hacia el exterior.

De aquella manera, se formó una placa de luz que cubrió cada parte del cuerpo de Caelum, destellando tonos azulinos y lilas que le protegieron de aquél sectusempra que viajaba en su contra. Abrió los brazos con una que otra nota de sarcasmo para observar como el rayo parecía quebrarse al impactar con la luminosidad protectora del hechizo que había aprendido con el libro de los druidas.

-Caelum...- sostuvo finalmente, con aquella pose en cruz para ironizar una venia cuan maestro de orquesta- Y lo que sé de tu hermano, es que a pesar de todo, fue un digno oponente...- se fue cruzando de brazos sin soltar su varita para idear sus próximas palabras mientras sostenía la barbilla de la máscara con la mano libre- ... y respetable, sí ¡hasta cierto punto!- vociferó expresando su frágil temperamento- si tan solo no se hubiese relacionado con aquellos ideales que no han sabido más que llevarnos a la perdición de nuestra cultura...- prosiguió refiriéndose a los fenixianos. Bajó los hombros y suspiró con desgano- le estimaba ¿sabes?, tu hermano pudo haber sido alguien aún más grande si no hubiese caminado por la senda equivocada...

>>ni modo...-se encogió de hombros y llevó su mano armada hacia atrás, como si fuese a sacar una flecha de su espalda. De aquella manera, concentró sus intenciones en unas flechas de fuego, haciendo alarde de un arco imaginario mientras los filamentos disparaban uno tras otro en dirección a la melliza del auror caído- ... de seguro estás siguiendo sus mismos pasos y con ello su mismo destino...- murmuró en tanto sus ojos reflejaban el contraste del anaranjado y rojo vivo con la noche en el cielo.

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  • 1 mes más tarde...

La voz de su rival resultaba inquietante, como si un oscuro secreto estuviese contenido en cada una de sus palabras. Con cada sonido lograba que se le erizara la piel, pero no dejaría entrever señales al respecto. Se mantuvo firme mientras escuchaba su ¿presentación? Dudaba mucho de la identidad que acababa de exponer, tras esa máscara sabía que se hallaría alguien más... ¿algún rostro conocido? Lo dudaba realmente, su voz no le resultaba familiar en absoluto. 

Ya no había rastro alguno del rayo enviado hacia él, el cual había sido evitado en forma hábil. Era evidente que su rival sabía lo que hacía, aunque eso no la preocupaba, puesto que ella también sabía qué hacer. Obsistens su cuerpo fue protegido por la mágica invocación, una especie de cerco que la recubrió por completo, extinguiendo el fuego de las flechas que él había invocado y enviado en su contra. 

 -Fuego Púrpura -pensó, intentando procesar las palabras de aquel sujeto, las llamas recorrieron el espacio que los separaban peligrosamente -Mi hermano fue el más grande a ojos de su familia, es lo que realmente importa -sintió su propia voz firme y fría, como nunca antes- Sus pasos quedan demasiado grande a cualquiera que intente seguirlos, pero no rechazaremos nunca la senda que nos marcó... no vale la pena discutir con quienes solo aspiran a tener poder por sobre los demás- se concentró en las llamas, no quemaban pero así las sentía, o era la furia que empezaba a querer exteriorizar. 

@Aaron Black Yaxley

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